el factor Étnico en la crisis liberiana

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B II. C 5 ENTRE EL OLVIDO Y LA DESESPERANZA EL FACTOR ÉTNICO EN LA CRISIS LIBERIANA Alejandro del Pozo Marín Doctor en Pau i Conflictes i màster en Assistència Humanitària per la Universitat d’Uppsala (Suècia). Las imágenes de los conflictos armados africanos proporcionadas por los medios de comunicación han contribuido a radicalizar los estereotipos de la población africana como salvaje y vulnerable. Por ello, son muy frecuentes las asociaciones de los victimarios con bárbaros irracionales y de las víctimas con población pasiva y sin capacidades. En esta línea, es práctica habitual justificar la violencia a partir de las diferencias étnicas o religiosas, calificando a las mismas como causa principal del horror. La pobreza imperante y la falta de oportunidades, junto con la corrupción, terminarían de explicar, bajo esta perspectiva, el alto nivel de violencia que nos ofrecen algunas imágenes. Liberia es un ejemplo destacado. Es un país destruido y con una población sometida a una fuerte presión psicológica, tras 14 años de violencia armada. 1 Sin embargo, los argumentos señalados antes son a todas luces insuficientes para 1 Más de 200.000 muertos, que suponen más del 6% de los aproximadamente tres millones de liberianos. A mediados de los años noventa, un 87% de la población se había quedado sin hogar. Se estima más de 1.300.000 personas se convirtieron en desplazados internos en trece condados de Liberia, la mitad de ellos desde la zona norte a la capital, Monrovia (en unos meses, Monrovia pasó de 300.000 habitantes a más de un millón) Además, cerca de un millón de personas se convirtieron en refugiados en países fronterizos (Guinea- Conakri (416.000 refugiados), Costa de Marfil (367.000), Ghana (20.000), Sierra Leona (12.000), Nigeria (6.000)). En 1996, un millón y medio de liberianos se hacinaban en el 5% del territorio liberiano. De ellos, se estimó que más de medio millón se encontraban en zonas de combate. Centro de Investigaciones para la Paz, “Liberia”, en www.cip.fuhem.es/observatorio/indicadores/paises/liberia.htm

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Ponencia Alejandro Pozo 2004 estiu

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Page 1: EL FACTOR ÉTNICO EN LA CRISIS LIBERIANA

B II. C 5

ENTRE EL OLVIDO Y LA DESESPERANZA

EL FACTOR ÉTNICO EN LA CRISIS LIBERIANA

Alejandro del Pozo Marín

Doctor en Pau i Conflictes i màster en Assistència Humanitària per la Universitat

d’Uppsala (Suècia).

Las imágenes de los conflictos armados africanos proporcionadas por los medios

de comunicación han contribuido a radicalizar los estereotipos de la población

africana como salvaje y vulnerable. Por ello, son muy frecuentes las asociaciones

de los victimarios con bárbaros irracionales y de las víctimas con población pasiva

y sin capacidades. En esta línea, es práctica habitual justificar la violencia a partir

de las diferencias étnicas o religiosas, calificando a las mismas como causa

principal del horror. La pobreza imperante y la falta de oportunidades, junto con la

corrupción, terminarían de explicar, bajo esta perspectiva, el alto nivel de violencia

que nos ofrecen algunas imágenes.

Liberia es un ejemplo destacado. Es un país destruido y con una población

sometida a una fuerte presión psicológica, tras 14 años de violencia armada.1 Sin

embargo, los argumentos señalados antes son a todas luces insuficientes para

1 Más de 200.000 muertos, que suponen más del 6% de los aproximadamente tres millones de liberianos. A mediados de los años noventa, un 87% de la población se había quedado sin hogar. Se estima más de 1.300.000 personas se convirtieron en desplazados internos en trece condados de Liberia, la mitad de ellos desde la zona norte a la capital, Monrovia (en unos meses, Monrovia pasó de 300.000 habitantes a más de un millón) Además, cerca de un millón de personas se convirtieron en refugiados en países fronterizos (Guinea-Conakri (416.000 refugiados), Costa de Marfil (367.000), Ghana (20.000), Sierra Leona (12.000), Nigeria (6.000)). En 1996, un millón y medio de liberianos se hacinaban en el 5% del territorio liberiano. De ellos, se estimó que más de medio millón se encontraban en zonas de combate. Centro de Investigaciones para la Paz, “Liberia”, en www.cip.fuhem.es/observatorio/indicadores/paises/liberia.htm

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explicar lo sucedido. Al igual que sucede en otros conflictos armados africanos, la

violencia en Liberia sólo puede entenderse como una compleja conjunción de

factores. Muchos de ellos son externos, es decir, son ajenos a los propios

liberianos, y para nada pueden explicarse a partir de las consideraciones étnicas

que pretenden simplificar la violencia y los conflictos armados. Entrarían aquí los

intereses de los Gobiernos, compañías y ciudadanos de otros países, o las redes

internacionales, clandestinas o legales, de las armas, los diamantes, la madera y

otros recursos. Y sus relaciones con los señores de la guerra. Así, quedan al

descubierto las razones político-económicas que siempre subyacen en cada

guerra.

Aunque no es el propósito de estas líneas presentar conclusiones definitivas, sí se

pretende reflexionar sobre el factor étnico en los conflictos armados en general y

Liberia en particular. El punto de partida es que estas consideraciones, aunque

importantes, son secundarias, ya que tienen más relación con las herramientas

empleadas para la violencia y con sus consecuencias, que con las causas de la

misma. Para ello, conviene comprender las relaciones entre los actores primarios

y secundarios, conocer sus intereses en el conflicto armado y comprobar cómo

estos actores mudan sus lealtades en función de los intereses del momento,

pasando por encima de factores históricos o identitarios (etnia o religión). Este

análisis debería contribuir a deslegitimar el conflicto liberiano como un conflicto

étnico, como ha sido calificado a menudo. Para ello, empezaremos por repasar los

orígenes del estado liberiano.

¿Dónde está Liberia?

En lo que a la situación actual se refiere, los orígenes de Liberia se remontan a

1824, cuando muchos esclavos negros que trabajaban en las plantaciones del sur

de Estados Unidos (EEUU) fueron liberados y marcharon a establecerse en una

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región que en 1847 se convirtió en el estado liberiano. Como es de suponer,

cuando estos antiguos esclavos llegaron a la región, ya existían en ella otros

pobladores, al menos de 16 grupos étnicos diferentes o “tribus”.2 Desde que

llegaron y hasta 1980,los antiguos esclavos américo-liberianos (llamados congos

por la población de entonces) dominaron en todas las esferas de poder. Pasando

de víctimas a verdugos, los américo-liberianos tomaron como nuevos esclavos a la

población que vivía allí antes que ellos.3

Como suele suceder, el regalo de la libertad no fue totalmente gratuito ni

desinteresado. La sociedad filantrópica estadounidense American Colonization

Society y el Gobierno de EEUU, financiaron la expedición de los esclavos

liberados y brindaron protección diplomática al True Wing Party de los américo-

liberianos, que estuvo en el poder entre 1870 y 1980. Como indica Vicenç Fisas,

“este tutelaje colonial acaba teniendo siempre un precio”.4

A partir de 1940, se experimentó una tímida apertura que fue asimilada por la

población liberiana como una mejora de sus derechos y libertades ciudadanas.

Los regímenes anteriores habían excluido a los no descendientes de los américo-

liberianos, lo que significaba excluir al 98% de la población. Los mandatos de

William Tumban (1944-71) y William Tolbert (1971-80), no hicieron, sin embargo,

2 En realidad, este agrupamiento lo realizó el True Wing Party de William Tumban (1944-71), a partir de la basta diversidad étnica, religiosa y lingüística. El agrupamiento se hizo en tres grandes grupos en función de la lengua: los mel (gola y kisi), los kwa (bassa, belle, dei, grebo, krahn y kro) y los mende (bandi, dahn, kpelle, lome, mandingo, mano, mende vai). El concepto empleado de “tribu” destaca los claros tintes coloniales del régimen liberiano. RUIZ-GIMENEZ ARRIETA, Itziar, Las Buenas Intenciones. Intervención humanitaria en África, Icaria, Barcelona, 2003, p.27. 3 Los nuevos explotadores exportaron esclavos a la colonia española de Guinea Ecuatorial en la década de los 1950s. 4 Por citar el ejemplo más notable, desde 1926 y hasta hace algunos años, el poder en Liberia lo representaba la transnacional estadounidense Firestone Tire and Rubber Co., que tenía en el país la mayor plantación de caucho del mundo, hasta el punto que Liberia era también conocida como la “República Firestone”. Desarrollaba sus labores en una superficie de 400.000 hectáreas regaladas por el gobierno liberiano por el plazo de un siglo como pago por los servicios prestados por EEUU. Firestone fue un Estado dentro de un Estado, y su estructura social ha sido durante décadas la principal infraestructura del país. FISAS, Vicenç, “Liberia, fincas privadas y bandidos”, El País, 21 de mayo de 1996; ORTIZ LLEDÓ, Carolina, “La

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más que frustrar estas esperanzas. Las políticas de “puertas abiertas” llevadas a

cabo por estos dos dirigentes, especialmente hacia las empresas de EEUU que

explotaban las riquezas naturales del país (caucho, madera, minerales,...),

llevaron a que el 90% de los activos del país dependieran de capital extranjero.

Aunque el país gozaba de una relativa estabilidad social5, la recesión económica y

la caída drástica de los precios del hierro y caucho durante el gobierno de Tolbert,

favorecieron la aparición y fortalecimiento de algunos grupos de oposición.

En 1980, Samuel Doe y Thomas Quiwonkpa dieron un golpe de estado con

hombres de los grupos étnicos mano, gio y krahn, en lo que significó el final de

más de 130 años de poder de los américo-liberianos en el país. El cambio de

poder fue percibido por la gran mayoría de la población como el comienzo de una

nueva era en la que los derechos individuales y colectivos estaban garantizados.

De nuevo, se frustraron las esperanzas, ya que Samuel Doe limitó los privilegios

ciudadanos al grupo étnico minoritario al que pertenecía: los krahn, a través de

ventajas económicas y educativas y una política de reclutamiento para el ejército y

la policía favorable a este grupo.6 Los dos líderes golpistas terminaron por

enfrentarse entre sí, y más de 4.000 seguidores de Quiwonkpa, de la etnia gio,

fueron masacrados por las gubernamentales Fuerzas Armadas Liberianas (FAL)

de Doe, por lo que algunos mano y gio desertaron del ejército.

En diciembre de 1989, Charles Taylor y Prince Johnson lideraron a un grupo de

cerca de 150 personas con el propósito de derrocar a Samuel Doe. Su grupo, el

Frente Nacional Patriótico de Liberia (FNPL), consistía aparentemente en

miembros de los dos grupos étnicos que más sufrieron la represión de Doe. Tal

era el descontento que, en un año, Taylor controló cerca del 80% del país. En ese

desintegración de Liberia”, Centro de Investigación para la Paz, 1996, en www.cip.fuhem.es/observatorio/informes/libe.htm. 5 Por ejemplo, el índice de mortalidad era bajísimo, comparado con otros ejemplos africanos: 13,7%. 6 MIALL, Hugh, RAMSBOTHAM, Oliver y Tom WOODHOUSE, Contemporary Conflict Resolution, Cambridge: Polity Press, 1999, p.131.

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momento, eran dos los actores principales de conflicto: El FNPL de los gio y los

mano, y el FAL de Doe y los krahn. En 1995, ya eran al menos ocho las facciones

mayores que luchaban al mismo tiempo por el poder, en numerosos episodios de

escalada del conflicto, en especial entre 1989 y 1997, cuando Taylor fue elegido

presidente de Liberia. A pesar de que, desde 2003 Taylor no continúa al frente de

Liberia, los enfrentamientos y la inestabilidad no han terminado. Aparentemente,

debido a odios ancestrales entre grupos étnicos. Al menos, ese fue el mensaje

difundido por los medios de comunicación, a pesar de que el odio inter-étnico sólo

empezó a ser común a partir del régimen represivo de Doe. Sin embargo, justificar

el conflicto liberiano exclusivamente bajo razones étnicas es aportar un análisis

simplista de lo sucedido en Liberia. Peor aún, no contribuye a identificar las

causas verdaderas del problema y afrontar correctamente sus soluciones.

Los conflictos identitarios

Aunque los criterios para definir qué es un conflicto armado son dispares y

dependen de quién realiza la clasificación, uno de los estudios más conocidos

señala que, en 1999, comenzaron o continuaban alrededor de 38 conflictos

armados. De estos, 19 estaban clasificados como conflicto “étnico”, “religioso” o

“rebelión separatista étnica”, entre ellos, el que nos ocupa.7 Sin embargo, está

demostrado que la diferencia cultural no es condición necesaria ni suficiente para

el conflicto violento.8 Ni siquiera en el caso de la religión, a pesar de que “el hecho

religioso está fuertemente enraizado en la vida de las personas y de los pueblos

(...) y [a que] la religión libera sentimientos muy intensos porque está vinculada al

7 TORTOSA, José M., “Guerras por la identidad: de la diferencia a la violencia”, en AGUIRRE, Mariano, Teresa Filesi y Mabel González (eds.), Globalización y Sistema Internacional. Anuario CIP 2000. Icaria, Barcelona, 2000, pp.102-103. Estudio a partir de www.historyguy.com y el Departamento de Estudios para la Paz de la Universidad de Uppsala, Suecia. 8 Ernest Gellner afirmaba que lo asombroso de los conflictos culturales no era su frecuencia, sino su escasez. El número de grupos étnicos, naciones y lenguas que podrían reivindicar sus derechos es mucho mayor que el de los que realmente lo hacen (un escaso 10% del total). TORTOSA, José M., Op. Cit., p.106.

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sentido de la vida y de la muerte, y a sus vínculos comunitarios de pertenencia

colectiva”9. El historiador G.Kherer asegura que no está comprobada la existencia

de un solo caso en el que la religión y un conflicto puramente religioso fuesen la

causa única de una guerra.10 Entonces, ¿Por qué ese interés en resaltar la

identidad (religión, nación o etnia), en conflictos armados con múltiples factores

legitimadores?

La percepción de los conflictos como exclusivamente identitarios responde en

ocasiones a análisis simplistas que no recogen la complejidad que suele rodear a

los conflictos armados. También es una forma de justificar el alto nivel de violencia

desatada, confundiendo las causas con las consecuencias. Es cierto que los

conflictos identitarios han contribuido a la agudización de las consecuencias de los

conflictos. No en cuanto a la intensidad de la lucha, ni al número de muertes, ni a

las muertes por cada 1000 habitantes, ya que las estadísticas parecen corroborar

que las cifras no han variado de manera significativa entre el periodo de la Guerra

Fría y los periodos posteriores a la misma.11 Pero sí se muestra una diferencia en

las formas de hacer la lucha, la identificación de los combatientes y el carácter de

las víctimas.12 En las guerras “modernas”, la población civil se ha convertido en

objetivo de guerra. Pero las causas suelen ser de otra naturaleza. Suelen estar

más relacionadas con lo que se ha denominado “economía política de la guerra”.

Aunque esta teoría no puede explicar todos los contextos de forma exhaustiva,

quienes la respaldan explican cómo la guerra, aunque irracional en términos

macroeconómicos, puede beneficiar a determinados actores, y cómo el colapso

del Estado se supera a través de nuevas formas de poder (los señores de la

9 ALEMANY, Jesús M., “El rostro religioso de los conflictos armados”, en Mariano Aguirre y Mabel González, De Nueva York a Kabul. Anuario CIP 2002. Icaria, Barcelona, 2002, p.119. 10 ALEMANY, Jesús M., Op. Cit, pp.117-8. 11 TORTOSA, José M., Op. Cit., p.102. 12 En la primera Guerra Mundial, el número de víctimas civiles con respecto al total de víctimas fue del 5-10%. En la Segunda Guerra Mundial, este porcentaje aumentó hasta el 50%. Desde tiempos de la guerra de Vietnam hasta hoy día, el número de civiles muertos en conflictos armados con respecto del total, representa el 90-95%, y, de ellos, el 90% de la cifra resultante son mujeres o niños. Anuario SIPRI (2003)

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guerra) y de economía (a partir de redes clientelares, muchas veces

clandestinas)13

Pese a que la diversidad cultural y social debería ser entendida como positiva y

necesaria, en muchos análisis se la considera el caldo de cultivo de los conflictos

armados identitarios. Pero la etnia, al igual que otros muchos rasgos identitarios

de la persona, es una construcción histórica o social, y un concepto cambiante,

dinámico. En muchas ocasiones, esta invención es interesada e instrumentalizada

para conseguir unos objetivos determinados.

Se trata de identificar al “otro”. Si no hay “otro”, no existe enemigo. Y en

ocasiones se necesita un enemigo para poder llevar a cabo un plan determinado

que, en principio, poco tendrá que ver con la etnia o la religión. Por eso tenemos

que inventar, aunque sea parcialmente, al “otro”. Precisamente para conseguir una

mayor cohesión e identidad del “nosotros”. ¿Y cómo identificar al otro? A través de

los rasgos identitarios más relevantes para la persona, sea la lengua, la religión, el

color de la piel o el apellido. Y la diferencia entre “nosotros” y “ellos” deberá dejar

bien claro que el Bien queda en nuestro lado y el Mal y su amenaza en el lado

contrario.14

Y así, con una buena política de propaganda de demonización del contrario, los

conflictos pueden llegar a ser tan violentos como se quiera. En situaciones

extremas, la afirmación de lo propio puede hacerse a costa de la humillación o

eliminación simbólica o real de “lo otro”. Y si se combinan otros factores, como el

miedo y la amenaza, los niveles de violencia desatada pueden llegar a ser

13 Tal es el caso de autores como Keen, Duffield y De Waal. Para saber más, véase PÉREZ DE ARMIÑO, Karlos (dir.), Diccionario de Acción Humanitaria y Cooperación al Desarrollo, Icaria-Hegoa, Barcelona, 2001 14 Se necesita a un “otro”, por ejemplo, para achacarle todos los males que padece una sociedad determinada. Este mecanismo, conocido como el “chivo expiatorio”, ya fue empleado por Hítler contra los judíos. Ello le permitió considerar que no había sitio para dos pueblos en un solo territorio. Para este párrafo, ver TORTOSA, José M., Op. Cit., p.107-9.

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inhumanos. Los procesos de instrucción que utilizan muchos ejércitos y grupos

guerrilleros están basados en elementos identitarios y contienen un alto nivel de

prácticas deshumanizadoras destinadas a extremar la violencia. Si a estas

prácticas se le añade el efecto de las drogas, como ocurrió en el caso de Liberia,

las consecuencias pueden llegar a ser demoledoras. Y los señores de la guerra lo

saben.

En el caso de Liberia, una lectura superficial y simplista del conflicto lo identificaría

abiertamente bajo explicaciones étnicas: en 1980, Samuel Doe terminó con más

de 130 años de dominación américo-liberiana en el país. Doe favoreció a los krahn

y reprimió a los gio y los mano. Taylor se proclamó libertador de los grupos

oprimidos y combatió a los krahn. Se inició por ambos lados una matanza con

criterio étnico: los gio y los mano del FNPL mataban a los krahn del FAL y

viceversa. Parece evidente que Doe primero y Taylor después, supieron jugar la

baza étnica con una propaganda de demonización del adversario y para ello

utilizaron todos los instrumentos a su alcance, desde las herramientas más

simples hasta el empleo, al igual que en otros contextos como Ruanda, Bosnia o

Somalia, de la radio para alentar el odio étnico y religioso.15

Aún en el caso de que pudiéramos explicar el conflicto liberiano bajo razones

étnicas, Miall, Ramsbothan y Woodhouse describen cómo un conflicto que ha sido

iniciado como político-ideológico, o con razones étnico-nacionalistas, puede

derivar en un conflicto puramente faccional.16 A partir de mediados de los noventa,

por ejemplo, estos autores están de acuerdo en que “la violencia ya no era inter-

étnica, sino de facciones, y conducida por la caza de la economía general”. A

través de dos mecanismos: la explotación de los importantes recursos naturales

15 FISAS, Vicenç, Op. Cit. Como ejemplo, en septiembre de 1990, la tortura hasta morir de Doe fue filmada en vídeo y distribuida libremente por varios países. 16 MIALL, Hugh, RAMSBOTHAM, Oliver y Tom WOODHOUSE, Op. Cit.

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del país (y de los países vecinos, como en el caso de Sierra Leona), y el robo y el

vandalismo que todas las facciones demostraron hacia la población civil.

No podemos afirmar que existan evidencias para calificar el conflicto liberiano

como étnico. Al menos, no antes de conocer los ingredientes necesarios para una

guerra larga y sangrienta. Por un lado, el Estado es muy débil y sus estructuras

demasiado vulnerables. La población es muy pobre, mientras el país es

inmensamente rico: En Liberia hay diamantes, oro, mineral de hierro (cuyos

desechos de extracción han contaminado los ríos) e importantes recursos

forestales, como el caucho y la madera. Además de sufrir un fuerte legado

colonial, Liberia ha experimentado una política agresiva de Planes de Ajuste

Estructural y una presencia importante de multinacionales. Existe mucho interés

por parte de países extranjeros, en especial en la Comunidad Económica del

África Occidental (ECOWAS, en sus siglas en inglés), aunque el país no cuenta

nada en el Sistema Internacional y está excluido del mismo y olvidado. El Estado

liberiano inició su colapso cuando EEUU le retiró su contrato de mantenimiento

tras el fin de la Guerra Fría y su pérdida de interés en Liberia, lo que, sumado a la

caída del precio internacional del caucho y hierro, sumió al país en una crisis.

Estos factores fomentaron la proliferación de los señores de la guerra y la

economía que los mantiene: las batallas sobre el control de los recursos naturales

y las redes internacionales clandestinas de armas y diamantes, en las que Liberia

ha jugado un rol clave en los últimos años. Todo esto, llevó al colapso del Estado.

El futuro también está hipotecado, desde que los niños han sido reclutados

(muchas veces de manera forzada) como combatientes por todas las facciones.

Además, también deben considerarse factores socio-psicológicos, ya que en

Liberia, los miedos acumulados por las matanzas (étnicas o no), alimentan las

ansias de venganza contra lo que se percibe como el causante de las atrocidades

o “el enemigo”.

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Incluso en el terreno personal, los motivos por los cuáles la población civil apoyó y

combatió en las facciones son muy diversos y van más allá del factor étnico. En el

caso del FNPL, Itziar Ruiz-Giménez rescata estudios antropológicos que explican

las razones que motivaron a sus miembros a combatir. Es cierto que este grupo

contó con miembros de las etnias mano y gio, que habían sido seriamente

reprimidas por Doe y que combatieron para defender sus aldeas, familiares o

vidas o para vengar la muerte o violación sexual de seres cercanos o buscar un

futuro tras haber quedado huérfanos. Sin embargo, los civiles que se sumaron al

FNPL también lo hicieron por las promesas de Taylor de becas educativas o

trabajo para cuando consiguiera el poder; o para solucionar disputas por la tierra;

o por ideales revolucionarios; o, simplemente, con el fin de enriquecerse o buscar

una mejor vida. Por otro lado, también hubo (un 15%) quien estuvo obligado a

enrolarse en el FNPL, en particular los jóvenes, escogidos por ser más fácilmente

manipulables, en especial tras consumir drogas.17 También influyó

significativamente la violencia cultural acumulada por la creciente influencia de los

medios de comunicación occidentales.18

Con el fin de profundizar en las relaciones entre las distintas facciones armadas y

desmitificar el cariz étnico de la guerra, paso a analizar las relaciones entre los

distintos actores –principales y secundarios– del conflicto armado. Mientras un

análisis superficial del conflicto resaltaría el factor étnico, una mirada más

profunda en los intereses de los actores y sus relaciones de poder, descubre la

complejidad del entramado. Aunque no van a detallarse aquí todas las facciones

armadas que han aparecido en Liberia19, sí nos centraremos en las más

significativas. Es importante notar cómo muchas veces, combatientes de la misma

17 RUIZ-GIMENEZ, Itziar, Op. Cit, pp.48-49. 18 FISAS, Vicenç, Op. Cit; ORTIZ LLEDÓ, Carolina, Op. Cit. 19 No se hablará aquí de otras facciones mayores como la Lofa Defence Force (liderada por Francois Massaquoi), el Central Revolutionary Council (Tom Woewiyu) o el Movement for Justice in Africa (Amos Sawyer), ni de otras muchas facciones armadas menores que surgieron en Liberia.

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etnia se han enfrentado entre sí, y cómo las lealtades han cambiado en función de

los intereses del momento.

Se matan facciones, no etnias

En un primer momento, las tropas del FNPL de Taylor se enfrentaron a las

Fuerzas Armadas de Liberia (FAL) y, posteriormente, al Gobierno de Unidad

Nacional establecido tras el asesinato del presidente Doe en 1990. En general, ya

vimos que los soldados del FNPL provenían de las etnias gio y mano, reprimidas

durante los años anteriores. Pero también estaba formado por exiliados políticos

del régimen de Doe, antiguos soldados del FAL, guerrilleros de Burkina Faso y

disidentes leoneses, entre otros. El FNPL basó su economía de guerra en los

recursos de madera, caucho y minerales. En julio de 1990, siete meses después

de los primeros combates, el FNPL se dividió en dos grupos, el FNPL de Charles

Taylor, y el FNPL independiente (IFNPL) de Prince Johnson. A pesar de que los

dos grupos estaban formados por miembros de los mismos grupos étnicos, se

enfrentaron entre sí. Los motivos de las diferencias aparentaron ser ideológicos,

ya que Prince Johnson se opuso a los flirteos de Taylor con la Libia de Gadhafi por

el suministro de armas, además de que ambos líderes presentaban

incompatibilidades de caracteres y de formas de lucha por el poder. El IFNPL,

siempre contrario a Taylor, se desintegró a finales de 1992.

Ese mismo año, se constituyó el ULIMO (Movimiento Unido Independiente de

Liberia, en sus siglas es inglés), liderado por Raleigh Seekie y formado por

antiguos partidarios de Doe de las etnias krahn y mandingo y exiliados en Guinea

y Sierra Leona. A comienzos de 1994, el ULIMO también se dividió en dos

facciones. Por un lado, el ULIMO-J, formado por krahn de la antigua FAL, pero

también por miembros de las etnias kpelle, kisi, bassa y kro. Su líder, Roosevelt

Johnson, contaba con 9.000 efectivos. Por el otro, los 10.000 hombres del ULIMO-

Page 12: EL FACTOR ÉTNICO EN LA CRISIS LIBERIANA

K, formado básicamente por mandingos bajo las órdenes de Alhaji Kromah. Los

mandingos fueron en un principio contrarios a Taylor20, aunque terminaron

uniéndose a él contra el ULIMO-J, basando su lucha por el control de la zona de

influencia rica en minerales (diamantes y oro) en los condados de Lofa y Bomi. El

6 de abril de 1995, el ULIMO-K y el FNPL intentaron detener a Roosevelt Johnson,

acusándolo de asesinato, lo que desencadeno una feroz contienda.

Por otro lado, en 1993 apareció una nueva facción: el Liberia Peace Council.

Liderado por George Boiley, consistía en 5.000 hombres de las etnias krahn, gio,

mano y mandingo, que lucharon contra Taylor y le arrebataron territorios. Estuvo

financiado por las FAL y apoyado por el Grupo de Vigilancia del Alto el Fuego

(ECOMOG, en sus siglas en inglés).

El ECOMOG fue enviado por el ECOWAS en agosto de 1990. En principio, su

misión era la de terminar con el conflicto liberiano y proteger a la población civil, en

lo que se denomina, en formato de Naciones Unidas, una “operación de

mantenimiento de la paz”.21 Por intereses particulares, sólo participaron los países

anglófonos del ECOWAS (con excepción de Guinea, también interesada como

veremos), liderados por Nigeria. Los países francófonos, por su lado, o no

quisieron participar (Togo, Malí) o condenaron la intervención (Burkina Faso,

Costa de Marfil) Pese a que el ECOMOG debía ser neutral y a favor de la

población civil, su neutralidad estuvo en entredicho, ya que las actividades del

ECOMOG fueron claramente favorables al Gobierno y, sus acciones, represivas

con la población civil. Dados los claros vínculos que les unían, Taylor llegó a

acusar al ULIMO de ser el “escuadrón de la muerte del ECOMOG”.

20 Ya que Taylor apoyó al Lofa Defense Force, un grupo que combatía, en principio, a la población mandinga del ULIMO a medidos de los noventa. 21 En teoría, porque para que una operación sea percibida como tal, se requiere el consentimiento de todas las partes en conflicto (Taylor siempre se opuso), que exista un alto el fuego que supervisar y que la fuerza se emplee defensivamente y de forma imparcial. Ninguna de estas características fue cumplida. Por ello, Itziar Ruiz-Giménez afirma que el ECOMOG respondió más a una operación de imposición de la paz, convirtiéndose en la primera intervención de la posguerra fría. RUIZ-GIMENEZ, Itziar, Op. Cit., pp. 54-7

Page 13: EL FACTOR ÉTNICO EN LA CRISIS LIBERIANA

El ECOMOG comenzó sus andadas permaneciendo impasible frente al asesinato

de Samuel Doe por las fuerzas de Prince Johnson ante sus ojos. Los “cascos

blancos” del ECOMOG participaron en el saqueo de algunas ciudades, vendieron

armas y munición a las facciones que combatían a Taylor22, bombardearon

aéreamente Monrovia (con napalm y bombas de racimo) y los puertos de

Buchanan y Greenville, para interrumpir el comercio que abastecía a Taylor.

También bombardearon repetidas veces hospitales e incluso los convoyes

humanitarios de la organización internacional humanitaria Médicos Sin Fronteras,

claramente identificados como tales.23 El ECOMOG impuso un embargo

humanitario sobre las zonas controladas por el FNPL. En general, todas las

facciones se apropiaron de los recursos de las agencias humanitarias para su

propio abastecimiento. También en 2003, cuando arrasaron las oficinas de las

Naciones Unidas y de varias ONG (incluso capturaron a observadores de la ONU

y a trabajadores humanitarios). Sin embargo, al tratarse el ECOMOG de una

fuerza de pacificación regional, sus violaciones y abusos de poder fueron más

cuestionadas y no hicieron más que aumentar la popularidad de Taylor.

Taylor continuó con su economía política de guerra tras ser elegido Presidente en

1997 y controlar los mecanismos del Estado. Continuó jugando un rol clave en las

redes internacionales de armas y diamantes y financió grupos armados que se

convirtieron en opositores a los gobiernos de los países vecinos, lo que provocó

una enemistad de estos con Taylor, incluso en el caso de antiguos aliados, como

Costa de Marfil. A partir de 2000, y especialmente en 2003, el grupo Liberianos

Unidos para la Reconciliación y la Democracia (LURD) se rebeló contra Taylor. El

LURD consiguió hombres y financiación de Guinea-Conakry y reclutó a sus

combatientes (también, en muchos casos, de manera forzada) entre los refugiados

liberianos de ese país. Controló los territorios del nordeste del país y, en junio de

22 Lo que queda claramente reflejado en los informes de Amnistía Internacional. 23 Médicos Sin Fronteras, Escenarios en Crisis. Citado en FISAS, Vicenç, Op. Cit.

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2003 se dirigió a Monrovia. Por otro lado, también apareció el Movimiento

Democrático de Liberación (MODEL), que combatió desde el sur de Liberia,

recibiendo apoyo de Costa de Marfil, como respuesta al apoyo que brindó Taylor a

los rebeldes MPIGO y MJP que participaron en los enfrentamientos contra el

Gobierno marfileño en el oeste del país entre 2002 y 2003.24

Actores secundarios

El conflicto liberiano no puede entenderse sin sus actores secundarios. Estos

actores, extranjeros en su totalidad, ayudan a comprender los entramados de la

economía política de la guerra y a desenmascarar las contribuciones externas a la

misma, más allá de los argumentos étnicos.

Como partidarios de Taylor, se encuentran, entre otros, Libia, Francia y algunos

países francófonos del ECOWAS, como Costa de Marfil y Burkina Faso. Entre sus

detractores, los países anglófonos, con Sierra Leona y Nigeria a la cabeza. El

Gobierno Interino de Unidad Nacional, establecido tras el asesinato de Doe (y

contrario a Taylor), fue apoyado por Nigeria, Ghana, Guinea, Sierra Leona y

Gambia (en especial, a través del ECOMOG), y por la Comunidad Internacional.

Sin embargo, las alianzas y lealtades variaron en función de los intereses, y

antiguos aliados de Taylor se convirtieron en opositores, y viceversa, como

sucedió en los casos de Costa de Marfil y Nigeria. Entender el porqué de las

alianzas ayuda a comprender el porqué de la guerra.

Costa de Marfil y Burkina Faso fueron aliadas de la Liberia de William Tolbert, que

fue asesinado por Doe en el golpe que dio en 1980. Su hijo Adolphos, era yerno

del famoso presidente de Costa de Marfil Houphouët-Boigny, y también fue

24 Las prácticas de saqueo y las violaciones practicadas por el LURD y el MODEL han sido ampliamente documentadas por algunas ONG como Human Rights Watch.

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asesinado por Doe, a pesar de sus promesas de no hacerlo. Su otro yerno era

Blaise Compaore, presidente de Burkina Faso. Estos dos países fueron firmes

partidarios de Taylor y obstruyeron significativamente las discusiones sobre la

crisis liberiana en el Consejo de Seguridad de la ONU. Como ya se mencionó,

Costa de Marfil frenó su apoyó cuando la inestabilidad regional desatada por la

crisis liberiana afectó a su territorio en 2002. Antes, Costa de Marfil intercambió

créditos y material de equipo a Taylor por concesiones de explotaciones minerales

y recursos forestales, mientras que Burkina Faso colaboró con cerca de 700

hombres para el FNPL.

Libia, Costa de Marfil y Burkina Faso formaron parte del entramado para abastecer

de armamento al FNPL.25 Libia, principal fuente de armamentos con destino

Liberia, ha demostrado muchas veces su carácter intrusivo en los asuntos internos

de otros países, especialmente en contextos de interés de EEUU. Además, la

Liberia de Doe cooperó con la CIA estadounidense en las relaciones de esta

última con los grupos de oposición libios contra Gadhafi en 1986.

Francia, por su lado, apoyó de manera indirecta la rebelión del FNPL, como apoyo

a los países francófonos y como freno a la hegemonía regional de la anglófona

Nigeria. Distintas compañías francesas suministraron armas y asistencia militar al

FNPL a cambio de madera, a través de Burkina Faso. El francés Werner Mehler

suministró armas y municiones de Rumania a Taylor y la empresa Sollac le

compró minerales.26 Ciudadanos franceses y libaneses residentes en Costa de

Marfil, ayudaron al FNPL con créditos importantes y acceso a equipos, a cambio

de concesiones de minas y productos forestales.27

25 Es bien conocido cómo las armas pasaron de Libia a Burkina Faso en avión, luego a Costa de Marfil y, desde allí, por tierra hasta Liberia y Sierra Leona. LUMPE, Lora, Tráfico de Armas. El mercado negro mundial de armas ligeras. Intermón-Oxfam, Barcelona, 2004, p.23. 26 ORTIZ LLEDÓ, Carolina, Op. Cit. 27 ORTIZ LLEDÓ, Carolina, Op. Cit. Además, el FNPL recibía 10,000 dólares al mes de la compañía británica African Mining Consortium por el transporte de minerales a través de ferrocarril. William H. Twaddell, embajador estadounidense, declaró que entre 1990 y 1994, Taylor podía haber obtenido 75

Page 16: EL FACTOR ÉTNICO EN LA CRISIS LIBERIANA

Por el lado contrario, el gobierno de Ibrahim Babangida en Nigeria fue un aliado

cercano a Samuel Doe. Tenían en común negocios de exportación de hierro y

blanqueo de dinero. Las protestas de la población musulmana nigeriana contra los

ataques a la etnia mandingo (también musulmana), le sirvieron de excusa al

gobierno nigeriano para liderar el ECOMOG y convertirlo incluso en una facción

más de oposición a Taylor. Nigeria tuvo más de 600 muertos e invirtió más de 1

billón de dólares en el ECOMOG28, lo que aumento la impopularidad de

Babangida, que incluso incentivó económicamente a otros países para que

participaran. Sin embargo, las relaciones mejoraron con el General Sani Abacha

como presidente, quien compartió con Taylor intereses en los recursos naturales

liberianos. No fue hasta ese momento cuando no se obtuvieron esperanzas serias

de paz para Liberia. Ambos líderes se encontraron en 1995 en Abuja (Nigeria),

para firmar el decimotercero acuerdo para regular el conflicto liberiano.

El carácter fuertemente anti-Taylor demostrado por Sierra Leona se comprende

fácilmente a partir de las relaciones del líder del FNPL con el grupo rebelde Frente

Unido Revolucionario (RUF, en sus siglas en inglés) de Sierra Leona. Este país

había aprobado previamente la intervención del ECOMOG en Liberia, lo que no

gustó a Taylor, por lo que apoyó la rebelión en Sierra Leona de 1991 y reconoció

como nuevo gobernador del país al líder del RUF, Foday Sankoh. Liberia apoyó al

millones de dólares anuales como pago de impuestos por las exportaciones liberianas: Diamantes (300 millones al año), madera (53), caucho (27) y oro (1). RUIZ-GIMENEZ, Itziar, Op. Cit. Por otro lado, Greenpeace-España denunció las consecuencias del consumo de madera en España procedente de Liberia. Sin embargo, el negocio de la madera liberiana sigue estando en el punto de mira de transnacionales como LAMCO (EEUU-Suecia), Bridgestone (Japón) y Oriental Timber Company (Malasia). WRM (Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales), Boletín nº 33, abril de 2000, disponible en www.wrm.org.uy/boletín/33/Liberia.htm 28 El ECOMOG estuvo formado, a principios de los noventa, por soldados de Nigeria (8000 soldados), Guinea (1000), Ghana (900) y Sierra Leona (700). ORTIZ LLEDÓ, Carolina, Op. Cit. A partir del Acuerdo de Cotonou (1993) se incorporaron soldados de Tanzania, Uganda y Zimbabwe.

Page 17: EL FACTOR ÉTNICO EN LA CRISIS LIBERIANA

RUF con armas y soporte logístico a cambio de diamantes leoneses.29 Sierra

Leona, apoyada por Guinea y Nigeria, organizó el nacimiento del anti-Taylor

ULIMO, con el objetivo de combatir tanto al RUF como a la oposición guineana y

al FNPL. Paradójicamente, Guinea facilitó el suministro de armas al ULIMO-K, que

acabaría colaborando con Taylor en la confrontación de abril de 1996.

EEUU no se implicó en los asuntos de Liberia hasta 2003, cuando exigió a Taylor

que cediera el poder y dejara el país. Aunque EEUU siempre estuvo interesado en

Liberia, principalmente debido a la herencia colonial y a la participación de Libia en

el conflicto, la expectación despertada por la Guerra del Golfo impidió toda forma

de participación. EEUU se limitó a proteger su embajada y a no salir de ella,

aunque disponía de 3,000 marines desplegados en Liberia, muchos de ellos a

bordo de varios buques anclados cerca de la costa en estado de alerta.30 Sin

embargo, entre 1980 y 1988, EEUU invirtió más de 500 millones de dólares y armó

al ejército liberiano y entrenó a sus tropas en Israel, convirtiendo a Liberia en el

principal receptor de ayuda norteamericana en el África subsahariana. Durante las

primeras etapas de la guerra civil, entre 1990 y 1994, proporcionó otros 100

millones. En junio de 2003, Washington amenazó a Taylor desplegando buques de

guerra con más de 2300 marines, lo que contribuyó a su salida.

Por su parte, la ONU limitó sus actividades en Liberia a una resolución en la que

se apoyaba al ECOWAS, se condenaba al FPNL y se establecía un embargo de

armas y el envío de la Misión de Observadores de las Naciones Unidas en Liberia

(UNOMIL)31, que no llegó hasta 1993 y que nunca se preocupó de informar de las

graves violaciones de derechos humanos y del alto el fuego en Liberia. Sin

embargo, en 2003 la ONU centró muchos de sus esfuerzos en Liberia, a través de

29 Lo que motivo sanciones de la ONU en 2001, prohibiendo la exportación de diamantes y un embargo de armas. 30 ARMADA, Alfonso, “La fiesta es linchar al enemigo”, El País, 16 de mayo de 1996. 31 Resolución del Consejo de Seguridad 788, de noviembre de 1992, sobre el embargo de armas en Liberia; Resolución 866, de septiembre de 1993, sobre el envío de observadores internacionales. El primer caso fue interpretado por diversos analistas como un apoyo a la intervención del ECOMOG.

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6 informes del Secretario General al Consejo de Seguridad32 y 5 resoluciones33.

En agosto de 2003, tras dos meses de combates, la fuerza internacional de paz

(con mandato de la ONU) intervino en Liberia

Conclusiones y (des)esperanzas

Charles Taylor es un señor de la guerra que ha centrado desde el principio su

interés en establecer redes clientelares que le permitan continuar en el poder, bien

sea en el terreno político (mudando lealtades en función de los intereses del

momento), bien en el económico (continúa siendo una pieza clave en las redes

internacionales clandestinas de armas y diamantes) Impuso una política

mercenaria, tanto en su propio país como en los países vecinos, convirtiendo a

Liberia en factor de desestabilización regional. En el FNPL han participado

opositores gubernamentales de varios países, como Sierra Leona, Gambia y

Ghana y Taylor contribuyó, directa o indirectamente a desestabilizar Sierra Leona

(1992), Gambia (1994) y Costa de Marfil (2002). Taylor empleó una economía

política de guerra tanto cuando estuvo en la oposición como en el Gobierno.34 En

julio de 2003, Taylor volvió a hacer caso omiso del embargo de armas de la ONU y

viajó a Libia para comprar armas.35 El Tribunal Internacional para Sierra Leona,

apoyado por la ONU, realizó una acusación formal contra Taylor el 4 de junio de

2003, por su apoyo al RUF en este país. En verano de 2003, Taylor fue obligado a

exiliarse en Nigeria, en un duro golpe al Derecho Internacional. Sin embargo,

como afirmó el enviado especial de la ONU para Liberia, Jacques Klein, “Charles

Taylor, con un teléfono móvil, es casi tan peligroso como un gobierno en el exilio,

32 Informes 227 (fecha 26-02), 466 (22-04), 582 (02-06), 793 (05-08), 875 (11-09) y 1175 (15-12) 33 Resoluciones 1458 (fecha 28-01), 1478 (06-05), 1497 (01-08), 1509 (19-09) y 1521 (22-12) 34 Taylor ganó las elecciones a la presidencia en 1997, tras una campaña intimidatoria, que estuvo, sin embargo, respaldada por la población que percibía la oportunidad como el fin del conflicto armado. 35 El cargamento fue interceptado por las fuerzas del ECOMOG poco después. SOSA, Rodrigo, “Liberia, la llama de un conflicto regional”, en Papeles de Cuestiones Internacionales, nº 83, otoño de 2003.

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potencialmente bastante peligroso”.36 Taylor consiguió lo que quería –ser

presidente– a pesar de la oposición de la Comunidad Internacional y, en especial,

del ECOWAS. Incluso negoció con la otrora enemiga Nigeria cuando percibió que

la necesitaba para conseguir el poder, en una muestra más del cambio de

lealtades que caracterizan a los señores de la guerra. Y para conseguir sus

objetivos manipuló el concepto de etnicidad, al igual que lo hizo Samuel Doe

cuando gobernó.

Pero no fue sólo Taylor. Todas y cada una de las facciones que combatieron en

Liberia y/o continúan haciéndolo, violaron los derechos de la población liberiana y

únicamente se preocuparon por sus intereses particulares de poder económico y

político. Y la Opinión Pública internacional se ha fijado sólo en las numerosas

atrocidades cometidas, dejando que las causas del conflicto y sus posibles

alternativas cayeran en el olvido. Es decir, se conocen las consecuencias de la

guerra, pero no sus causas. Algunos intereses particulares, los vicios de los

medios de comunicación y el morbo de los espectadores favorecen esta

costumbre.

Liberia necesita numerosas acciones urgentes. La población combatiente37

necesita tener unas mínimas oportunidades para que accedan a procesos de

desmovilización y desarme. Hasta que no se termine con la violencia armada, no

se podrán iniciar los procesos de reconciliación y respeto mutuo, necesarios para

una Liberia en paz. La población tiene muy interiorizada la violencia, el odio y el

miedo38. Se debe trabajar en torno a una cultura de paz que reduzca las

36 El País, 21 de agosto de 2003. 37 En Liberia, han habido un mínimo de 60,00037 combatientes, de los que el 75% tenía menos de 25 años, y el 10% menos de 15. Sin embargo, según Itziar Ruiz-Giménez, estas cifras, barajadas por diversas fuentes, son erróneas, al no contabilizar a personas que, aunque no combatieron de manera permanente, tomaron las armas en alguna ocasión. RUIZ-GIMENEZ, Itziar, Op. Cit., p.49. 38 Algunas organizaciones humanitarias han manifestado cuán complicado es trabajar en proyectos de larga duración cuando la población siente incertidumbre y miedo sobre qué sucederá al día siguiente.

Page 20: EL FACTOR ÉTNICO EN LA CRISIS LIBERIANA

tensiones, aparte todo deseo de venganza, produzca un cambio en las

percepciones y estereotipos del “otro” y en las actitudes hostiles contra él y facilite

la solidaridad, la participación y el desarrollo compartido.

Los repetidos intentos de fin de conflicto a través de acuerdos y elecciones libres y

justas han fracasado. En las negociaciones, se deben escoger correctamente a los

mediadores39 y no dejar el futuro del país en manos de los señores de la guerra,

ya que son un gran obstáculo para la paz. Resultaron beneficiados del caos

reinante en Liberia y continúan gozando de grandes privilegios, lucrándose con el

comercio clandestino. No deberían formar parte de un supuesto gobierno estable,

ya que simbolizan la destrucción y el miedo y no pueden despertar confianza en la

población. Sin embargo, estos personajes no van a quedar nada satisfechos con

una disminución de sus privilegios económicos y políticos.40

Pero sí se pueden limitar sus movimientos. Los señores de la guerra basan su

fuente de ingresos en el comercio clandestino, el saqueo y el blanqueo de dinero.

A Liberia llegan grandes cantidades de armas desde Europa y Oriente Medio, y en

Monrovia se comercializa gran parte de los diamantes leoneses y liberianos. Estas

prácticas están altamente favorecidas por los vacíos legales existentes, y por la

existencia de paraísos fiscales, bancarios o judiciales. No es difícil, ya que existe

un mínimo de 77 en el mundo, representados por países o por ciudades

autónomas.41 Regular estos mercados y someterlos a control e inspección limitaría

39 ECOWAS intentó siempre un rol líder de mediador en los esfuerzos por desescalar el conflicto, y presentó varias propuestas. Intentó formalizar un Comité Permanente de Mediación (SMC, formado por Gambia, Ghana, Nigeria y Togo) en mayo de 1990, que no funcionó debido a la división interna del ECOWAS. Pero nunca fue un interlocutor válido, dado que el ECOMOG, su brazo armado, nunca fue una fuerza neutral (ni lo fueron los países miembros), ya que colaboró activamente con todas las facciones armadas opuestas a Taylor. 40 Suele suceder que los señores de la guerra acaben siendo incluidos en los nuevos gobiernos. En el caso de Afganistán, por ejemplo, el presidente Karzai nombró a Rashid Dostum, uno de los señores de la guerra más temidos como viceministro de defensa. “Karzai incluye en su Gobierno a uno de los ‘señores de la guerra’”, El País, 26 de diciembre de 2001. 41 19 en Europa, 25 en América y Caribe, 23 en Asia-Oceanía, 6 en Próximo Oriente y el Golfo Pérsico y 4 en África. “L’Atlas du Monde Diplomatique”, Le Monde Diplomatique, París, enero de 2003, p.35.

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mucho los movimientos de los señores de la guerra. Y el desarrollo mismo de las

guerras.42

Concluyendo, es muy frecuente identificar las causas de los conflictos armados en

factores internos y sus soluciones a partir de la diplomacia internacional. Tanto las

relaciones de poder como las posibles soluciones se han manejado siempre a

través de los gobiernos regionales y los líderes guerrilleros. Sin embargo, sería

recomendable añadir justo lo contrario: Por un lado, es importante, también,

presentar las soluciones y alternativas a partir de la propia población43 y, por el

otro, conocer las razones y responsabilidades externas que favorecen el estallido

y la duración de los conflictos armados africanos.

En el primer caso, los acuerdos de paz siempre dejaron fuera a los grupos de

ciudadanos, como ONG, activistas pacifistas, periodistas independientes,... y los

grupos civiles fueron progresivamente marginados en el proceso de paz, llevando

las alternativas a partir de patrones militares. Y no faltaron propuestas.44 Si no se

considera a la propia población en las alternativas a la violencia, difícilmente las

soluciones propuestas llegarán a ser sostenibles y duraderas.

42 Según Greg Campbell, “Liberia proporciona un puerto seguro a cualquiera que desee mantener su aeronave al abrigo de cualquier vigilancia, y en un solo día se puede obtener allí una licencia empresarial sin necesidad de mencionar en absoluto a directivos, propietarios y accionistas. Una vez que el aeroplano se ha registrado en Liberia, éste puede tener su base en otro país y se puede utilizar en cualquier lugar del mundo, con frecuencia sin dejar apenas rastro de sus viajes”. CAMPBELL, Greg, Diamantes Sangrientos. Las piedras de la guerra, Paidós, Barcelona, 2003, p.89; o, según Lora Lumpe, “Liberia fue bandera de conveniencia para las empresas de transporte aéreo de carga gracias a la laxitud de sus leyes e impuestos”, LUMPE, Lora, Op. Cit., p.178; Para conocer más sobre las redes internacionales de diamantes y armas, respectivamente, se recomienda leer estos dos libros. 43 Al igual que en otros contextos conocidos, como Filipinas, Colombia y Burundi, en Liberia han habido algunos ejemplos de cómo la población se auto-organiza para establecer políticas de afrontamiento a la violencia: Algunas comunidades han formado equipos comunales de vigilancia para protegerse contra los grupos armados que amenazan sus comunidades. MIALL, Hugh, RAMSBOTHAM, Oliver y Tom WOODHOUSE, Op. Cit., p.133, a partir de estudios de CAIRNS, E., A Safer Future: Reducing the Human Cost of War, Oxford Publications, Oxford, 1997, pp.85-6. 44 Entre otras, las redes de mujeres y el Comité Liberiano Inter-Confesional por la Mediación (IFMC) –el Consejo Nacional Musulmán y el Consejo liberiano de Iglesias intentaron mediar entre las facciones, con un rol de facilitadores.

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En el segundo, es importante resaltar los factores externos de los conflictos, para

poder limitarlos y pedir responsabilidades. Sin embargo, los argumentos étnicos,

religiosos o nacionalistas ocultan estos factores. En Liberia, se han enfrentado

miembros de distintas etnias, pero también dentro de los mismos grupos: Los

krahn combatieron entre sí, al igual que los gio, los mano y los mandingo, entre

otros. Aunque el factor étnico (al igual que la clase social o la religión) es muy

importante y es necesario tenerlo presente, es más un instrumento para la

violencia que una causa para la misma. Justificar la transformación violenta de los

conflictos con pretextos étnicos o religiosos es una práctica común que muchas

veces distorsiona la realidad y que corresponden a análisis simplistas de los

conflictos armados. Eso sí, los argumentos étnicos, religiosos y nacionalistas son

muchas veces instrumentalizados para polarizar a las sociedades o justificar

intervenciones, como hizo la ECOWAS cuando calificó el conflicto liberiano como

étnico. En estos casos, los conflictos armados se justifican por sí solos, se

simplifican y se consideran como “naturales”, destacando lo poco que podemos

hacer frente a tanta locura desatada.

¿Y por qué es importante identificar bien las causas de la violencia armada?

Cuando presentamos un conflicto armado bajo motivaciones políticas y

económicas, siempre quedan al descubierto los intereses particulares que

determinados grupos –internos o externos– tienen al respecto. En estos casos, la

Opinión Publica internacional y la movilización de la ciudadanía mundial y su

denuncia, en especial de los “factores externos”, resultan determinantes. Sin

embargo, calificar un conflicto armado como religioso o étnico, desmoviliza a las

sociedades.