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Actas XIV Congreso AIH (Vol. II). Giuseppe GRILLI. El legado hispánico de la poesía de Mar... - El legado hispánico de la poesía de March: ecos del cant XCIX en Garcilaso y Montemayor Giuseppe Grilli ISTITUTO UNIVERITARIO ÜRIENTALE EL CANT XCIX DE Ausias March 1 (sigo la ordenación canónica establecida por Pages) hace poco ha sido comentado por don Francisco López Estrada, lector atento y perspicaz de la poesía del XV, que lo ha insertado dentro de un gusto peculiar, el que se difunde en la peninsula hacia mediados del siglo. Es el periodo más enigmático, pero a la vez más complejo y productivo de corrientes diversas y perspectivas que fructifican unas y otras con el tiempo, a lo largo del siglo XVI, aunque no sin contrastes y tensiones. Por otra parte en nuestro poema el tema del contraste, trasladado y concretado en la erótica, está muy claramente indicado en la estrofa ocho: Oh, Déu, ¿per que ama qui avorresch? En tal contrast, com vida no 'mjaqueix? ¡Oh, Dios! ¿Por qué a quien aborrezco amo? ¿Cómo el vivir no pierdo en tal contraste? Don Francisco, en efecto, al llamar la atención sobre esa moda o manera del goticismo literario 2 , entre otros ejemplos aducidos, Santillana, Apolonio, Arcipreste de Talavera, parece indicar en March, el March de nuestro poema precisamente, la referencia más significativa. Y la inclusión del valenciano dentro del goticismo se justifica por el extremismo con el cual 1 Señalo las ediciones de referencia: para el texto de March, la de Amadeu Pages, Institut d'Estudis Catalans, Barcelona, 1914 citada a través del facsímil de la Generalitat Valenciana de 1991 sobre la cual intervengo con pequeños arreglos gráficos; para la versión de Montemayor sigo la ed. de Martín de Riquer en Clásicos Planeta (Barcelona, 1990) donde el poema viene trascrito con el numero LXXXV; la versión española que me sirve como soporte de inteligibilidad es la siempre poco alabada de Pere Gimferrer (Alfaguara, Madrid, 1978). 2 Francisco López Estrada, «Consideraciones sobre el gótico literario», in A. Menéndez Collera-V. Roncero López (eds.), Nunca fue pena mayor. Estudios de literatura española en homenaje a Brian Dutton, Ediciones de la Universidad de Castilla La Mancha, Cuenca, 1996, pp. 443-448. 269 t- Centro Virtual Cervantes

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Actas XIV Congreso AIH (Vol. II). Giuseppe GRILLI. El legado hispánico de la poesía de Mar...-

El legado hispánico de la poesía de March: ecos del cant XCIX en

Garcilaso y Montemayor Giuseppe Grilli

ISTITUTO UNIVERITARIO ÜRIENTALE

EL CANT XCIX DE Ausias March1 (sigo la ordenación canónica establecida por Pages) hace poco ha sido comentado por don Francisco López Estrada, lector atento y perspicaz de la poesía del XV, que lo ha insertado dentro de un gusto peculiar, el que se difunde en la peninsula hacia mediados del siglo. Es el periodo más enigmático, pero a la vez más complejo y productivo de corrientes diversas y perspectivas que fructifican unas y otras con el tiempo, a lo largo del siglo XVI, aunque no sin contrastes y tensiones.

Por otra parte en nuestro poema el tema del contraste, trasladado y concretado en la erótica, está muy claramente indicado en la estrofa ocho:

Oh, Déu, ¿per que ama qui avorresch? En tal contrast, com vida no 'mjaqueix? ¡Oh, Dios! ¿Por qué a quien aborrezco amo? ¿Cómo el vivir no pierdo en tal contraste?

Don Francisco, en efecto, al llamar la atención sobre esa moda o manera del goticismo literario2

, entre otros ejemplos aducidos, Santillana, Apolonio, Arcipreste de Talavera, parece indicar en March, el March de nuestro poema precisamente, la referencia más significativa. Y la inclusión del valenciano dentro del goticismo se justifica por el extremismo con el cual

1 Señalo las ediciones de referencia: para el texto de March, la de Amadeu Pages, Institut d'Estudis Catalans, Barcelona, 1914 citada a través del facsímil de la Generalitat Valenciana de 1991 sobre la cual intervengo con pequeños arreglos gráficos; para la versión de Montemayor sigo la ed. de Martín de Riquer en Clásicos Planeta (Barcelona, 1990) donde el poema viene trascrito con el numero LXXXV; la versión española que me sirve como soporte de inteligibilidad es la siempre poco alabada de Pere Gimferrer (Alfaguara, Madrid, 1978).

2 Francisco López Estrada, «Consideraciones sobre el gótico literario», in A. Menéndez Collera-V. Roncero López (eds.), Nunca fue pena mayor. Estudios de literatura española en homenaje a Brian Dutton, Ediciones de la Universidad de Castilla La Mancha, Cuenca, 1996, pp. 443-448.

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practica un recurso retórico muy de la época: la oposición. Un rasgo, tal vez un topos ya estereotipado, que encontramos a menudo en otros muchos poemas suyos, así como en la producción de tantos poetas cancioneriles.

El cant XCIX se desarrolla, como no es infrecuente en March, alrededor de dos ideas o conceptos clave, éstos son: el dolor del yo y la falsedad del amor que le implicó. La situación inicial aparentemente no tiene nada, o casi nada, de especial. Naturalmente March la enriquece y le saca el mayor provecho a partir de las ejemplificaciones que otorga al motivo central3

Pages, punto de referencia siempre ineludible, en su edición interpreta uno de los términos del discurso como un posible senyal interno: Fals Amor. FA indica la tentación de un eros pecaminoso, donde los placeres de la carne privan y conducen a la perdición moral. En este sentido el dolor representa el áncora de salvación en la que el poeta se ampara para conservar su soledad beligerante frente a una condición que, a pesar de ser distinta de otras experiencias pasadas que le han hecho sufrir por el desdén de la amada, le decepciona. No se trata ahora evidentemente de sufrir por el rechazo de la amada o por su alejamiento, sino todo lo contrario: el dolor viene de la disponibilidad de la amada a entregarse al deseo del amante. El yo que habla por March sabe perfectamente que ese amor nuevo consiste únicamente en una atracción de los sentidos. Él percibe la novedad y luego siente que ésta moralmente le deprime, pero no logra negarse a su arrebato. El dolor le implica justamente por eso, porque en realidad él sigue confiriéndose ese papel de último amador heroico, tan bien ejemplificado en el cant LXX4

, donde ejerce plenamente el rol de superviviente de una ética (a la vez que de una estética) periclitada, a la cual sin embargo no piensa renunciar. Pero ahora, en el cant XCIX la situación ha cambiado radicalmente y resulta tan trivial que podría desmentirlo por completo5. El contraste entre lo que pretende ser (heroico Amador) y lo que es efectivamente (amante entregado al deleite) lo ocupa el dolor. Y es el dolor eslabón que une esas dos condiciones diametralmente opuestas: el amar según la ley antigua y el querer según manda el deseo.

La conclusión de la tercera estrofa del poema, cuando podemos dar por enunciado el tema, es tajante: el yo confiaba en un poder (pues se tenía por rey), cuando su condición tan solo se asemeja a la del prisionero, una de las más ínfimas y degradadas.

3 Doy en apéndice el texto de March, así como la versión de Montemayor. 4 Cfr. Giuseppe Grilli, «Ü vós mesquins ... : un poema sobre els temps de !'amor o sobre

!'amor d'un temps? (filolegs i poetes llegeixen Ausias March)», en Georges Martin-Marie-Claire Zimmermann ( eds.), Ausias March (1400-1459) Primier poete en tangue catalane, Klincksieck, París, 2000, pp. 197-221.

5 Por ello en la Tornada dimite toda responsabilidad y culpa, un poco vilmente, achacando a las mujeres su fracaso. Esa actitud podría confirmar la hipótesis de ser éste uno de los poemas del ciclo de senectud, algo influido por la corriente misógina que iba desarrollándose en el cenáculo de poetas que March había reunido a su alrededor. Cito: «Amador fuy tant com l' esperit meu/ pensa gran seny en dones o bondat;/mas, sino carn, no y trob, e so enganat:/a quatre peus deu anar qui no u creu» («Amador fui, mientras creyó mi espirítu/ en bondad o prudencia de mujeres;/no veo en ellas sino carne y dolo;/ quien no lo crea, a cuatro patas ande»).

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Si miráramos las cosas bajo el prisma de la tradición literaria fijándonos en el exordio del poema podríamos pensar en una actualización del tópico muy al uso de la tradición erótica, el de parangonar la condición del amante a la delsen:us, comparándola y oponiéndola a la de la amada identificada como dominus6

• Sin embargo, lo que ocurre es que esa relación tipificada no se repropone sino que se transforma y hasta se invierte. Es decir que el siervo de amor de nuestro poema es perfectamente consciente de su situación y acepta y hasta persigue el dominio sexual de la dama (o sobre la dama, en nuestro caso, conviertiendóse en paradójica la situación del amante con la amada con respeto a la retórica más o menos establecida), aunque sienta o declare desprecios hacia ella. En este sentido, y solo en este sentido de ambivalencia, él se considera prisionero cuando se suponía rey.

Por ello en las tres primeras estrofas la situación puede apreciarse todavía como ambigua, y podría incluso leerse como descriptiva de la condición del amante impulsado por su sentimiento amoroso a la condición del dolor como efecto de la frustración de un amor no realizado. Sin embargo con la cuarta todo se nos da y el sentido del poema se muestra con nueva luz.

Ans d'acostar no sent lo mudament, Mas, fet l'acost, sent lo cambi tan gran que res no'l pusch dir quant li só denan, epas dolor d'aquest mal calament. Lejos de ella no siento la mudanza mas el gran cambio siento si me acerco; nada acierto a decirle cara a cara: tan mala condición me da dolor.

Al acercarse el poeta a la mujer, éste no puede evitar una emoción que de lejos está perfectamente controlada.7• El deseo-y se trata de un deseo que será pronto satisfe-cho-desborda ahora en dolor por la amargura del pasto de amor, al que resulta inevitable, además de deseable, acudir. Todavía más: el espiritu sucumbe y a pesar del dolor, acaba por seguir las huellas de Judas, el traidor. Movido por un cupio dissolvi, un afán de perdición, se determina descaradamente a ganarse el galardón infemal8

. Aquí radica y se cumple su fracaso

6 Es la situación en la cual en la Canción IV, que sacaremos a colación para un paralelismo y una comparación, se ampara Garcilaso (por lo menos en apariencia) al revalidar la condición dolorosa y el deseo de entregarse a un amor sin castidad y sin (ni siquiera) ideales. Como es sabido, ya a partir de Cicerón, se da otra identificación, igualmente presente en March y Garcilaso, señaladamente en los dos textos aludidos, Cant XCIX y Canción IV: la de la razón con la señora y del apetito con el siervo. Por ello cfr. el comentario de Morros en su edición citada más adelante, a la p. 425.

7 Son las estrofas V y VI. 8 Es el asunto de la última estrofa del cant, antes de la tomada; el poeta espera que su cuerpo

insepulto sea pasto de aves y alimañas puesto que se lo tiene bien merecido por sus culpas. «No dech morir solament ab coltell: / mon cors mig mort deu serviand'als cans, / mon corpartit encre corps e milans. / Mon espirit tinga lo lloch d'aquell /qui volc trahyt a ssí besant lo fill de Deu!

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como Amador9. Por otra parte, la referencia o parangón con la condición del «re)')> relaciona este poema

con una peculiar sección del poemario ausiasmarquiano que creo tiene especial resonancia dentro de la poesía áurea. Podemos seguir un itinerario donde el rei juega un papel individualizado. Aquí por razones obvias sólo haré hincapié en un par de poemas para establecer unas correlaciones mínimas. Concretamente se trata del Cant X [«un reí senyor de tres ciutats»] y del CXXXIII [donde el discurso precipita hacia un final imprevisto: «el reí es fa de sa sirventa esclam> ]). Ambos poemas los he analizado con anterioridad y remito a esos estudios para una más detenida interpretación de ellos10

• Sin embargo conviene advertir que el núcleo de su argumento está en la distinción que March opera entre regalía y señorío, desarrollando con una metáfora no inocente la oposición entre dominus y servus de ascendencia agustiniana a la que ya hemos aludido. Se trata, además, de unos poemas que tienen un lugar destacado en el contexto de la poesía de March y del legado que él consigna a la posteridad, con especial referencia a la interpretación de Montemayor por estar ambos (a la par del XCIX) traducidos (y reinterpretados) en la antología que el lusitano elaboró.

Vo !viendo al poema que aquí nos ocupa, tras la experiencia de lectura de los cants donde el motivo del rey opera en el campo de los símiles eróticos, podemos enumerar tres grados de la experiencia moral poetizada por March: el del dolor, el del amor «falso» (el amor que aprisiona a pesar de ser el poeta consciente de su falsedad o degradación) y el de la regalía. Una re-lectura del poema siguiendo esta perspectiva nos descubre una profunda unidad y coherencia de los elementos que lo componen y muestran con evidencia como los tres motivos articulan un discurso sobre el poder de Amor más allá de cualquier intento racionalizador. El solo orden posible para March resulta pues el de comparar, describir, dir.

Creo interesante comprobar, a partir de aquí, cómo los polos de esa confrontación (los tres grados indicados arriba) siguen funcionando en los poetas que denotan la poesía del Quinientos, especialmente Garcilaso por un lado y Montemayor por el otro, dentro de una

/Aquestes lloch a ell juste degut: / puys ha trayt a ssi, Deu no l'ajut, /e 'n gran pecat deu rebre pena greu». Aquí March asemeja la traición a Cristo con la padecida por el Amador: así como Judas traicionó por villanía a su Maestro, el yo ha sido traidor de la grandeza de aquel último héroe, prostituyéndole en amores viles. En ambos casos la pena extrema merecida no quita la invitación de la acción que la provoca. Pues ahí estriba su misma grandeza. Por ello la conclusión es que quien no lo entiende-es decir que no entiende esa grandeza al negativo--4!stá falto de un alma intelectiva, es literalmente una bestia. En esto reside el contenido y el significado paradójico del cant.

9 Estamos en la postura herética protagonizada por Calisto en el exordio del Primer Auto; solo que esta vez parece ser que sin chispa de ironía.

1 O <<11 cant X d' Ausias March. Influenza italiana o italianismo?», in Rassegna Jberistica, n. 66 (1999), pp. 3-18; «Il cant CXXIII di Ausias Marche il re enamorat», Atti del XVI Congresso si Sto ria della Corona d'Aragona. Napoli, 1997, Comune di Napoli, Napoli, 2001, v. II, pp. 1489-1501. En los dos poemas estudiados estamos en la misma línea de proposición paradójica que hemos resumido en la nota anterior: el rey es al mismo tiempo señor y cautivo, ora de un enemigo más poderoso, ora de una pequeña esclava.

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línea de pervivencia del legado ausiasmarquiano 11•

En efecto en el caso que nos ocupa, el sistema de nuestro autor de establecer comparacio-nes arraigadas en la realidad y los comportamientos históricos se fundamenta en una curiosa afirmación de los atributos del poder real. Es sabido que para March el mundo se observa desde una mirada peculiar y el ojo que lo escudriña siempre es el del enamorado. Para él evidentemente no hay vista más atenta y profunda que la que inspira el fuego erótico, capaz de avivar y sostener las metáforas más fuertes sobre el destino del hombre. Ese mismo poema, que atrajo la atención de López Estrada bajo el aspecto del goticismo literario, es en el fondo un poema de honda preocupación filosófica, como atestigua su final.

Se puede afirmar que el poema XCIX, lejos de ser una repetición de motivos abusados, plantea una novedad con respecto a las posturas defendidas en los poemas pertenecientes a los ciclos Plena de seny y Llir entre cards. Ahí se daba, de forma también bastante evidente, una solución de «compromiso» entre las dos naturalezas del hombre, la sensitiva y la espiritual, como bien ha demostrado Lola Badia comentando el cant LXVI. En el XCIX12 se da la inversión y el hombre esclavo de sus apetitos, la «bestia>>, desbarata y desplaza al pretendido personaje espiritual e histórico, para reafirmar el valor inexcusable de la naturaleza de las cosas: De rerum natura13 .

Trataremos ahora de re-leer la canción IV de Garcilaso más allá de las imágenes ausiasmarquinas que recoge, a la luz de lo que representa en filigrana el cant XCIX. Como es sabido, la canción IV de Garcilaso es uno de sus poemas más bellos y complejos14

• No hay unanimidad en la interpretación y hasta su datación resulta problemática. Sin embargo la crítica ha rastreado entre sus imágenes una presencia notable de reminiscencias ausiasmar-

11 En otra ocasión espero poder profundizar más incluyendo a Herrera y otros autores dentro del itinerario.

12 Mágica y perfecta disposición especular en la ordenación de Pages, si nos fijáramos en la numeración árabe (66/99).

13 Cito en este punto a L. Badia largamente: «La comprovació que molts homes «grossers» passen per «aptes» i són estimats, sense ser realment capa9os d' estimar al seu tom, justifica que el poeta plori sobre la seva dissort: ell, que «adora» la seva senyora com un «servent» és menystingut i ignorat. Aquest desamor contrasta amb el lliurament absolut del poeta a la passió, descrita la tercera estrofa. El seu amor no és com el de qui s'arrisca calculadament per obtenir un guany, perque ell s 'ha llanc;at involuntiriament ( «deliberat no só en amor vengut») a un joc de tot o res («vós amant que em volguéssets amar»). El resultat és que sense !'amor de la senyora l'enamorat ho ha perdut tot: el bens materials (va «tot nu») i els morals («ma voluntat, amor la te en penyora»). La senyora no sembla percebre !'extrema necessitat del poeta («ma fretura, que és tanta»). Perseverar en !'amor en aquestes condicions és una follia tan gran com cac;ar oques amb milans i liebres amb branxetes, o com voler cantar l'Evangeli del Diumenge de Rams amb un «pit flac». Aquesta al.lusió sacra final suggereix el martiri de l'amant desamat, de tradició trobadoresca, alhora que evoca el component espiritual de !'home, per qui Crist va sofrir la Passió. Heus ací, dones, que la dimensió d'animal brut de !'home és indestriable de la de subjecte moral». (Lola Badia, «Lo temps és tal que tot animal brut», en Albert Hauf, Lectures d'Ausias Marc, Bancaixa, Valencia, 1998, p. 199).

14 U so la edición de Bienvenido Morros, Obra poética y textos en prosa, Biblioteca Clásica, Critica, Barcelona, 1995.

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quianas, junto con muchas otras, de Petrarca y los petrarquistas, así como de los clásicos, sin olvidar a Lucrecio. En concreto, Garcilaso recurre al poeta del materialismo atomístico justamente en el punto en el cual glosa y define la cautividad amorosa15•

15 De mí agora huyendo, voy buscando a quien huye de mí como enemiga, que al un error añado el otro yerro, y en medio del trabajo y la fatiga estoy cantando yo, y está sonando de mis atados pies el canto si me encierro acá dentro de mí, porque allí veo un campo lleno de desconfianza.

Naturalmente el tópico de la huida es de amplio espectro. Sin embargo creo que junto a otros pasajes ausiasmarquianos ya señalados para esos verso de Garcilaso pueden servir también los del cant 99 donde el poeta no huye simplemente de la dama, sino que de ella debe alejarse a causa de su gran defalt.

Justo a continuación Garcilaso elabora una digresio mitológica en la que recuerda el mito de Tántalo. Pero ésta se introduce con una reflexión acerca del ver y no ver el objeto deseado, tema que de alguna manera está presente en el poema de March que comento. Pongo los dos pasajes, el de Garcilaso y el de March en comparación:

muéstrame la esperanza de lejos su vestido y su meneo, mas ver su rostro nunca me consiente.

Lo que am no es vist; lo que per que del desamar molt clarament ho sé: E lo carrer no vist yo enseguesch.

March no detecta por la vista las razones del amar peligroso, en cambio ve demasiado bien las que deberían inducirle a desamar, pero las rechaza. Garcilaso, ilusionándose con su fantasía, percibe de lejos el encanto del amor, pero la vista no lo alcanza. Sobre la interpretación del pasaje garcilasiano (con otro recurso a Lucrecio, cfr. el comentario de B. Morros en su edición p. 427). La actitud de Garcilaso y el desvelo de su «simpatía» con respecto al March del cant 99 queda-creo--manifiesta en el comentario explicación que el proprio Garcilaso añade al mito al cual ha acudido y que estaba ya recogido por una amplia tradición moderna, incluso hispánica, como documenta Morros. Merece la pena citarlo:

De los cabellos de oro fue tejida la red que fabricó mi sentimiento, do mi razón, revuelta y enredada, con gran vergüenza suya y corrimiento, sujeta al apetito y sometida, en público adulterio fue tomada.

Garcilaso, pues, recoge plenamente el discurso ausiasmarquiano e identifica la red de su captura como manifiesta caída en la esclavitud del pecado (adulterio) sin por ello renegar totalmente de su identidad y naturaleza. Es decir que el vil amor vive y se alimenta de los mismos recursos (y de las mismas metáforas, comparaciones, sentimientos) que mueven y describen la fin 'amor. Naturalmente ese amor degradado no es todo el amor posible, pero la experiencia

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La misma estructura de la canción es doble y mantiene una constante oposición entre principios contrapuestos. El contraste es la pauta esencial del poema y en cierto sentido se puede ver en ella una adaptación moderna de la cam;ó d'opósits que también estaba detrás del cant XCIX de March. Más: si queremos encontrar un sentido a la sarta de momentos alegóricos, narrativos y líricos que se sobreponen y suceden a lo largo de la canción, tal vez el recurso a March, y concretamente a ese March del poema que venimos comentando, nos puede ofrecer una clave. En breve: si leemos la canción teniendo en cuenta en filigrana el texto de March la dispersión de temas y motivos se somete a una recomposición posible y plausible.

Punto de arranque es el concepto de dolor. También Garcilaso considera que tras la entrega del sujeto al dominio de los sentidos, es decir tras la rendición de la razón al deseo, lo que queda del alma es la experiencia del dolor. Sin embargo Garcilaso atenúa el radicalismo de March. Su ampararse en el dolor le permite algo más que una simple toma de conciencia de su perseverar pecaminoso, sino que casi le alivia la atracción de los sentidos:

este dolor, y en tanto prejüicio, que todo lo sensible atormentado, del bien, si alguno tuvo, y olvidado, está de todo punto, y sólo siente la furia y el rigor del mal presente.

Más adelante admite ser todo efecto de fantasía y engaño16• En esta condición de

variabilidad se cifra la imitatio garcilasiana y es donde el poeta saca el mayor partido. La edad ligera del soneto XXIII aquí también opera a favor de una transmutación de sensaciones que encubren el contenido más transgresivo del poema17

• Así nos encontramos en la parte final

amorosa no lo rechaza porque es parte de la realidad de la vida. Para una expositio formalmente distinta a la de la Canción IV está la bellísima Epístola a Boscán donde la finura de la amistad, el amor y los vinos agrios nos restituye la complejidad de la vida en una figuración dialógica.

16 «figúrasme cierto a mí que sienta / alguna parte de lo que yo siento ! aquella tan amada mi enemiga. Es tan incomportable la fatiga, / que, si con algo yo no me engañase / para poder llevarlla, moriría».

17 La referencia está en las dos estrofas de exordio, especialmente en los vv. 1-12:

El aspereza de mis males quiero Que se muestre también en mis razones; como ya en los efetos s'ha mostrado; lloraré de mi mal las ocasiones; sabrá el mundo la causa por que muero, y moriré a lo menos confesado, pues soy por los cabellos arrastrado de un tal desatinado pensamiento, que por agudas peñas peligrosas,

por matas espinosas, corre con ligereza más que el viento,

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de la canción en la re-propuesta del estado donde reina el poder de la libertad:

pero

No reina siempre aquesta fantasía, que en la imaginación tan var'iable no se reposa un hora el pensamiento

Y así, del bien que un rato satisface, nace el dolor que el alma me deshace.

En este punto podemos afirmar que tal vez el March del desacuerdo entre cuerpo y alma, es decir el March que afirma la inexcusable naturaleza sensorial del ser humano y la fragilidad de su pretendido heroísmo, resiste y se re-escribe en la canción garcilasiana con una diseminación y dispersión temática que atenúan su radicalismo, sin borrarlo del todo:

Estaba yo a mirar; y, peleando en mi defensa, mi razón estaba cansada y en mil partes ya herida; y, sin ver yo quien dentro me incitaba ni saber cómo, estaba deseando que allí quedase mi razón vencida: nunca en todo el proceso de mi vida cosa se me cumplió que desease tan presto como aquésta, que a la hora

se rindió la señora y al siervo consintió que govemase y usase de la ley del vencimiento. Entonces yo sentíme salteado d'una vergüenza libre y generosa; corríme gravemente que una cosa tan sin razón hubiese así pasado; luego siguió el dolor al corrimiento de ver mi reino en mano de quien cuento, que me da vida y muerte cada día, y es la más moderada tiranía. (vv. 41-60)

bañando de mi sangre la carrera.

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De March a Garcilaso, pues, y aunque con medios distintos, persiste una tensión de equiparar la pérdida con la ganancia, o sea el triunfo de Amor con su degradación. Es decir que no por ser ínfimo en su apetito Eros desmerece. Si el Amador tradicional tiene que rendirse, y el desastre del señorío racional a veces resulta total y sin atenuantes o embelecos angelicales, no por ello se anulan todas las consecuencias del amor, y antes que cualquier otra, la experiencia del dolor. March no duda: quien eso no entiende es un ser irracional. Tampoco Garcilaso se queda corto: en su tomada o endecha el castigo infernal preconizado por March-la traición de Judas-se ha convertido para el toledano en un destino igualmente eterno, sin siquiera el apéndice del más allá, «aquel fin de lo terrible y fuerte / que todo el mundo afirma que es la muerte»18

.

Completamente distinta es la actitud de Montemayor. Montemayor ha re-escrito el poema ausiasmarquiano por completo, o casi, haciéndolo

de esa manera si no más inteligible, sí difundible y defendible en el clima de la segunda mitad del XVI donde una afirmación tan radical de la materialidad del hombre no hubiera podido calar, ni siquera reformada en el lenguaje y asonancias del verso italianizante.

Quizás nunca como con este poema el lusitano ha operado una revisión a fondo del texto de March, cambiando y hasta invirtiendo el sentido de sus palabras. No solamente como es habitual en él le quita la tomada al cant (y hemos visto lo que importa en este caso porque encierra una conclusión esencial aunque algo imprevista por paradójica) sino que elimina dos estrofas modificando la construcción del poema y por consiguiente su significado global.

El cambio empieza desde el principio cuando ya en la primera estrofa elimina la intemporalidad a la que está sometido el dolorido sujeto substituyéndola con un presente momentáneo (esta hora). No sólo esto: en una adhesión superficial a un módulo garcilasiano muy denotado (el de los passos)19 transforma la andadura del Amor, cojeante e inquietante con su proceder irregular, en una afable compañía. Léase toda la estrofa en sus dos versiones, la original y la de Montemayor:

Aquesta es perdurable dolor. Perpetuo es este mal que tengo aora, Les que sentí foren totes a temps, que a tiempos fue el que d'antes padescía; Mas la present deu viur' ab mi ensemps! mil males junto veo en esta hora

18 Cito los dos finales en paralelo:

tal es el puesto a él debido y justo: a sí mismo traidor, Dios no le valga; en gran pecado, grave pena tenga [Haches és loch a ell just e degut: Puys ha trahyt a ssi, Deu no l'ajut, E 'n gran pecat deu rebre pena greu.]

estable, grave y firme es el tormento, le di qu'es causa cuya fortaleza es tal, que cualquier parte en que tocare la hará revolver hasta que pare en aquel fin de lo terrible y fuerte Que todo el mundo afirma que es la muerte.

19 Obvio pensar al soneto proemial («Cuando me paro a comtemplar mi estado»), pero también el la canción IV: «No vine por mis pies a tantos daños: /fuerzas de mi destino me trujeron» vv. 21-22.

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Be 'm fa saber quant pot en mi Amor: Ab coxo peu m'ha sseguit y aturat. Atesa es la pena de mon mal; Fferit me sent d'una plaga mortal: Es lo remey fer no res lo passat

ÜIUSEPPE GR!LLI

que muestra quanto puede amor hoy día; a passos cortos sigue, de hora en hora, no cansa, y bien se vee, la pena mía: que de una mortal llaga estoy llagado, remedio es hazer nada lo pasado.

Sin embargo donde más se aleja de la lectio ausiasmarquiana (y también de Garcilaso) es en la definición de triángulo compuesto por el dolor, el cautiverio y el falso amor. El rey de March o, en otro contexto, el reino de Garcilaso se han normalizado:

pensando yo ser rey, captivo he sido, pensé me levantar y estoy caído.

Naturalmente no era esa tradicional caída en la enfermedad de amor que tanta tinta había hecho verter a poetas, médicos y moralistas la que de forma tan diferente pero constante habían defendido March y Garcilaso como la otra cara de la erótica en los dos poemas que he comentado. Aquí, como hemos visto, se vislumbra la novedad de una erótica antiheroica y antirretórica, es decir modulando una actitud distinta y en cierta manera transgresiva que tal vez tenga algo que ver con aquel regusto del efimero goticismo peninsular que nos ha indicado un camino, pero superándolo en una dimensión mucho más honda.

CantXCIX Aquesta és perdurable dolor. Les que sentí foren totes a temps, mas la present deu viur'ab mí ensemps! Be 'm fa saber quant pot en mí Amor: ab coxo peu m'a sseguit y aturat. Atesa és la pena de mon mal; fferit me sent d'una plaga mortal: és lo remey fer no res lo passat.

Gran mudament no pot ser comportat en poch de temps sens alteració. Qui pot saber la dolor en que só, vinent a mi per haver molt arnat aquella d'on esperi tot mon be, tant quant delit en mí pot abastar, per son defalt m'en convé de lunyar e pel carní d'Amor gran ira 'm ve.

APÉNDICE

Tal mudament com Natura 'l sosté, sens fer senyal major del qu"'és en mi? Aquella que per ma vida tenguí entre morir e viure me deté. Lo meu repos treball es convertit, e lo meu goig és tristor sens remey. Y o so catiu com esser penssí rey: tot alterat me trob y esbalahit.

Aquella carn, on lo meu espirit entrar volgué abans qu'en Paradís, mi sembla foch de l'infemal abís, e moltes veus no 'n vull ésser fugit. Ans d'acostar no sent lo mudament, mas, fet l 'acost, sent lo cambi tan gran que res no 'l pusch dir, quant li só denan, epas dolor d'aquest mal clament.

On cab en mi tan gran alterament,

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Actas XIV Congreso AIH (Vol. II). Giuseppe GRILLI. El legado hispánico de la poesía de Mar...-

EL LEGADO HISPÁNICO DE LA POESÍA DE MARCH ...

si me pren per qu'esperanc;a 'm vol? Que és ac;o que voluntat me tol qu'en be ne mal no hus d'enteniment? O fals Amor, qui 'l loch vedat te plau, lexa'm usar a qui 'm mereix desdeny. Per que 'l desig teu amar me costreny <;o que amar a mi tant me desplau?

Per que 'l desig meu contra rahó cau? Amor ho vol, per que tant li contrast, e mon desig cobeja lo fer past d'aquella carn on gran amargor jau. O fals Amor, no paras pus en mi, sino forc;ar mon apetit escas: mon espirit per forc;a 'l jaquiras: no amara c;o que vals de per ssí.

O fort dolor, no perdones a qui per colpa gran me dona dol e plant! Tu, Pietat, no vulles parlar tant en la favor de qui tan mal merí! Y o am mon dan e mon be avorresch. Lo per que am no es vist; lo per que del desamor molt clarament ho se: e lo carrer no vist yo enseguesch.

O Deu, per que am a qui avorresch? En tal contrast, com vida no 'mjaqueix? Amor no mor e d'ahirar no 'm leix: cas'igualment entr'ells a mi partesch. Saber no 's pot qual d'ells abans morra. Muyra donchs yo per llur debat finir! Quant am, me dolch, e mal pas, mentr' ahir: lo pus cortes dolor mortal me fa.

Y o so malalt, havent lo cors tot sa, cascun'umor ab l'altra s'acordant. Mon espirit es lo dolorejant: ab l 'orgue seu desacordat esta. Ell de per ssí vol lo que deu valer: perdut l'onest valer, no vol que l'am, e mon cor fals pot haver molt just clam d'aquell a qui pietat vol haver.

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En la dolor d'amor delit pot ser, si ab aquell ira 'nbolta no 's met. Essent lo cas, ladonchs dolor tramet contra qui cau tot lo seu gran poder, e, tant com pus Amor es gran e bell, tant sa dolor es majar e pus fort. En lo cors sa tata 'nfecció 's fort,

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y en lo malalt no 'nten que 's prenga 'n ell.

No dech morir solament ab coltell: mon cors mig mort deu ser viand'als cans, mon cor partit entre corps e milans. Mon espirit tinga lo loch d'aquell qui volch trahir besant lo fill de Deu! Aquest es loch a ell just e degut: puys ha trayit a ss~ deu no l'ajut, e 'n gran pecat deu rebere pena greu.

Amador fuy, tant com l'espirit meu penssa gran seny en dones o bondat; mas, sino cam, no 'y trob, e so 'nganat,: a quatre peus deu anar qui no 'u creu.

CANTüLXXXV Perpetuo es este mal que tengo aora que a tiempos fue el que d'antes padescía; mil males juntos veo en esta hora, a passos cortos sigue, de hora en hora, que muestra quanto puede amor hoy día; no cansa, y bien se vee, la pena mía: que de una mortal llaga estoy llagado, remedio es hazer nada lo passado.

Sin gran alteración un movimiento suffrirse en poco es escusado, pues ¿quién podrá suffrir mi gran tormento de solo amor nascido, y muy sobrado? D'aquella do esperaré tan gran contento, qu'en fin me hubiera el alma consolado, huylle por su culpa me conviene, que por do vino amor gran yra viene.

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¿Por qué natura c;;ufre tal mudanc;;a, sin dar otro señal del que hombre tiene? Que quien mi vida fue, y mi speranc;;a, entre la vida y muerte me detiene; trabajo es el reposo que hombre alcanc;;a, y mi plazer, dolor que sobrviene; pensando yo ser rey, captivo he sido, pensé me levantar y estoy caydo.

Tan gran alteración ¿en mi do yaze, pues ya de mi esperanc;;a no es contenta? Mi voluntad ¿qué causa la deshaze, pues no aprovecha el seso en tal afrenta? Lugar vedado al loco amor le aplaze, dexádome matar sin que lo sienta; y aun su desseo me haze, aunque no quiera, que ame aquello que olvidar quisiera.

En yr contra razón mi gran desseo, se venga amor de havelle contrastado; y allí dessea cevarme en lo que veo, qu'es más amargo haviéndolo gustado; y no harás más, amor, según yo creo, después de mi apetito haver forc;;ado, sino sacar mi alma, si quisieres, pues no ama de por sí lo que tú quieres.

Jamás perdones ¡o dolor muy fuerte! La culpa d'este mal que se padesce; y tu piedad no ayudes de tal suerte, a quien el tu favor tan mal meresce; yo amo el mal y el bien m'es más que muerte,

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GIUSEPPE GRJLLI

saber por qué amo yo, no se me ofresce: del desamor muy claro lo he sabido, no vi el camino y he por él seguido.

¡O Dios! pues amo a quien tal mal me quiere, en tanto mal no quede yo con vida; la yra cresce, amor jamás se muere, entr'estos dos mi alma está partida; quál antes morirá no se difiere, yo, triste, muera y sea fenescida su lid, pues ambos me han traydo a un passo qu'es muerte el menor mal que c;;ufro y passo.

Estoy enfermo estando el cuerpo sano, qualquiera amor en otro está acordado; mi espíritu es su mal tan inhumano que con el cuerpo está desacordado; el uno va tras el deleyte humano, el otro a solo amor está inclinado: y el cuerpo se me quexa cada día de aquella en quien piedad hallar querría.

En el dolor d'amor deleyte havría, si el desamor abueltas no recresce; y allá do amor su gran dolor embía, allá cae su poder y s 'embravesce; quanto es amor más fuerte al que padesce, mejor puede en el sano detenerse, que en el enfermo no hay do sostenerse.