el honor, la religión y el mercader. estudio comparativo de dos

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Claude Chauchadis El honor, la religion y el mercader. Estudio comparativo de dos comedias de santos : FRAY DIABLO Y EL DIABLO PREDICADOR EL DIABLO PREDICADOR Y MAYOR CONTRARIO AMIGO

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Page 1: El honor, la religión y el mercader. Estudio comparativo de dos

Claude Chauchadis

El honor, la religion y el mercader.Estudio comparativo de dos comedias de santos :

FRAY DIABLO Y EL DIABLO PREDICADOREL DIABLO PREDICADOR Y MAYOR CONTRARIO AMIGO

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El redescubrimiento de Calderón por el romanticismo yel interés marcado por sus dramas de honor ha conducido a cier-tos estudiosos del siglo pasado a considerar el concepto del ho-nor vigente en tales dramas como representativo de toda la comediadel Siglo de Oro y hasta de toda la literatura de aquella época.Un mejor conocimiento de los escritores de aquel tiempo tan fecun-do en literatura ha permitido comprobar la diversidad de los con-ceptos del honor, no sólo según los autores estudiados, sino tam-bién según los géneros literarios concernidos. Don Ramón MenéndezPidal en particular, subrayaba en su conferencia : Vzt honoA Zn zZtzcrfxo Z<&pano£ como el teatro por necesidad dramática presentabaun concepto del honor más riguroso que la novela, que permitíadesarrollos mas matizados sobre el tema (1). Es posible diversifi-car más aún esta aproximación a los diferentes conceptos del honor,comprobando que hasta dentro del mismo género teatral, la come-dia, existen diferentes enfoques del tema según que se trata dedrama profano o de comedia de santos o de comedia a lo divino. Pe-ro la diversificación llega a tal punto que la explicación por ladiferencia de géneros literarios ya no basta y que hace falta es-tudiar detalladamente cada obra preguntándose desde qué punto devista se escribe y a qué clase de lectores o de publico se dirige.Tal estudio es más significativo cuando se aplica al cotejo de dosobras cuyo argumento es parecido, y que sin embargo presentan cla-ras diferencias en la presentación del sentimiento del honor.

Nos interesamos aquí por dos comedias de santos que res-ponden a las condiciones que acabamos de indicar, con el alicientesuplementario de que el caso de honor que en ellas aparece alcanzaen cierto modo un nivel de audacia inacostumbrado en la comedia delSiglo de Oro. En efecto se conoce el concepto tradicional en elque estriban los argumentos de los dramas de honor en Lope de Vegao en Calderón : las leyes del honor que obligan en particular almarido a lavar toda afrenta en la sangre son inexorables. El honores exaltado como un valor social y la venganza se impone como undeber. Esta obligación que convierte al marido en criminal se opo-ne evidentemente a la ética cristiana que exige el perdo'n de lasofensas; sin embargo no se -plantea en el drama profano el proble-ma del conflicto entre ley del honor y ley religiosa, lo cual haescandalizado no poco a algunos de los críticos del teatro clásico.

(1) Conferencia dada en La Habana en marzo de 1937 y publicada en:Menéndez Pidal, Ramón.- De Cervantes y Lope de Vega, Madrid, EspasaCalpe, 1940. (Colección Austral).

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En cambio en la comedia a lo divino como, por ejemplo, en la adap-tación a lo divino de El pintoK de. -óu. duhonKa. de Calderón, parecenormal encontrar derogaciones al código mundano del honor, cuandoel mismo Dios está representando el papel del marido engañado. Enlas comedias de santos, género medio profano, medio religioso, lomás corriente es ver a los héroes guiarse por las leyes mundanalesdel honor hasta el momento en que, radicalmente transformados poruna conversion repentina, alcanzan la categoría de santos y yano se acuerdan de los agravios pasados : ya no pertenecen al mundoy escapan a toda presión social. Es el caso por ejemplo de Ludovi-co en El puA.oaton.io de. San PatA.ic.io de Calderón o de Lisarda enEl <¿Ac.la.vo díl dtmonio de Mira de Amescua. En tales obras se eludeel conflicto honor mundanal y honor cristiano con la yuxtaposiciónde los dos conceptos, sin que se plantee ningún debate de tipo éti-co sobre el problema de fondo. En cambio en las dos comedias desantos que nos proponemos estudiar, el conflicto honor y religionaparece claramente, ya que la ley de honor seguida por un maridoengañado choca con el deber de perdonar predicado por un mensajerodivino. Se trata por una parte de ¥n.ay Diablo y 0.1 diablo VAídica-doK (2) atribuida a Lope de Vega y por otra parte de Zí Diablo VKt-dizadoK y MayoA. ContAatio Amigo (3) atribuida a Belmonte Bermudez.A pesar de la semejanza de las dos obras ya patente en su título,no se puede hablar de plagio, ya que difieren en bastantes puntosreveladores no sólo de la diversidad de sus enfoques sino aún dela distancia que separa en el tiempo las dos composiciones. Cabepues examinar en primer lugar el problema de las atribuciones yde las fechas.

Hemos indicado ya que se trata de obras "atribuidas" aLope y Belmonte,aunque las ediciones en las que basamos nuestroestudio afirman que son de estos autores. Efectivamente en la in-troducción del segundo tomo de las obras de Lope de Vega publicadaspor la B.A.E., Cotarelo y Mori, si bien admite la posibilidad de

(2) Fray Diablo y el Diablo Predicador.- Obras de Lope de Vegapublicadas por la Real Academia Española (Nueva Edición). Obras•dramáticas Tomo II, Madrid, 1916, pp. 191-212.

(3) El Diablo Predicador y Mayor Contrario Amigo.- en Obras dedramáticos! contemporáneos a Lope de Vega. Tomo II, Madrid, Riva-deneyra, 1858 (B.A.E., n° 45), pp. 327-346.

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algunas interpolaciones, se refiere a Adolfo Schaeffer y a LeoRouanet para considerar que la obra fAay-Vlablo y eJL Vlablo V4.e.dl~cadoA es de Lope (4); asi mismo en la edición de la B.A.E. (n° 45)don Ramón de Mesonero Romanos se apoya en "la opinion general fun-dada en razones dignas de crédito", sin mas precisiones, para colo-car El diablo VKe.dlc.adoK y MayoK ContKaKlo Aniego entre las come-dias de Eelmonte Bermudez (5). Pero estudios mas recientes ponende relieve la fragilidad de tales atribuciones : en su Cronología,di loi obKaA de. Lope, de. Ve.ga, al fijarse en la elevada proporciónde los versos de romance, Morley y Bruerton piensan que la come-dia atribuida a Lope ya es una refundición y no creen que el tex-to actualmente conocido sea de este autor (6). Por otra parte ensu estudio de las obras de Belmonte Bermudez, William A. Kincaidexamina todas las hipótesis y concluye que la atribucio'n a Belmon-te se debe a una confusio'n, ya que no se encuentra su nombre enninguno de los manuscritos y éste no aparece más que a partir dela primera edición impresa, hoy desaparecida (7).

El problema de las.fechas es tan difícil de resolvercomo el de las atribuciones : para Morley y Bruerton fKay Vlabloy e.1 diablo PKe.dlc.adoA., por ser una obra en la que dominan losversos de romance, no puede datarse de antes de 1630 (fecha queaparece en una copia manuscrita), a no ser que buena parte de re-dondillas anteriores hayan sido refundidas en versos de romance.William Kincaid se apoya también en la proporcio'n romance-redon-dillas (2566 versos de romance y 446 de redondillas) para afirmarque la obra atribuida a Belmonte es de la segunda mitad del sigloXVII (lo que puede confirmarse por una aprobación transcrita enun manuscrito con la fecha de 1685). Se puede pues concluir, y enesto todos los investigadores concuerdan, que ïAay Vlablo í/ e.1Diablo PAzdltadoA es anterior a El Vlablo PAtdlcadoA y l\k.yoK Con-t/iaAlo Amlpo, y cabe suponer que, habiendo sido escrito la prime-ra obra en la primdra mitad del siglo XVII y la segunda en la se-gunda mitad, medio siglo las separa.

'O 0b. cit. Prologo, p. VIII.

(5) Ob_. cit. Apuntes bibliográficos, p. XXII.

(6) MORLEY y BRUERTON.- Cronología de las obras de Lope de Vega.

(7) KIMCAID, William A.-"Belmonte Bermudez",in Revue Hispanique,n° 165, tome II, Paris, 1928 (sobre todo pp. 188-199).

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Veamos primero los puntos comunes a los argumentos delas dûs obras : la acción se desarrolla en Luca, ciudad italianadonde el diablo se empeña en dañar a sus mayores enemigos : losmonjes franciscanos. Consigue tantos éxitos en su propósito queDios para castigarlo le obliga a vestir el hábito de los frailespara acudir a su ayuda. Se ve entonces al diablo así disfrazadomendigar por la orden franciscana y conseguirlo con un éxito ro-tundo. Sólo fracasa ante la avaricia de un rico mercader. Estepersonaje es el que introduce el tema del honor conyugal en laobra : convencido de que su esposa lo traiciona, va a matarlaa pesar de las reprobaciones del diablo que, de mendigo, se con-vierte en predicador. La mujer, aparentemente muerta, vuelve ala vida milagrosamente por ser una ferviente devota a la VirgenMaría. Se presenta otra vez a su marido sin moverlo por eso aarrepentirse y el diablo lo precipita al infierno después de unúltimo intento fracasado para convertirlo. Se reconocen en esteesquema algunos de los tópicos de la comedia de santos heredadosdel teatro religioso medieval : como la devoción a la Virgen, elpapel del diablo, la denuncia del vicio de la avaricia. No obstan-te lo más original de las obras es la inclusio'n en ellas de undrama de honor conyugal en que el marido ofendido se opone alvengarse a la voluntad divina claramente manifestada. Es precisa-mente en este elemento original donde se pueden apuntar diferen-cias más sensibles entre una obra y otra (8),

Por una parte, los tres personajes clásicos en taldrama : el marido, la mujer y el amante tienen un estatuto socialdiferente según las obras, por otra parte, hay modificaciones si-gnificativas en tres momentos claves del drama : la ofensa, la ven-

(8) Se encuentran en las dos obras elementos sacados de la fuentecitada por W. Kincaid : Jornadas para el cielo del Padre Fray Cris-tóbal Moreno. Se trata del breve relato de un milagro que el autoroyó contar en Roma en 1557 : el demonio viene a ayudar a los fran-ciscanos de Luca pidiendo limosna. Durante dos años fracasa antela avaricia de "un mercader muy rico y poderoso", "inhumano y sinpiedad" y termina llevándoselo "en cuerpo y alma a los infiernos".Es de notar que si los dos dramaturgos conservan de este argumentorudimentario la situación en Luca y el enfrentamiento diablo predi-cador-mercader añaden todo el caso de honra ausente de dicha íuen-te.

(El texto de Fray Cristoval Moreno está en las paginas 189 y 190del estudio de W. Kincaid ya citado).

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ganza y la intervención divina.Veamos primero el estatuto social de cada uno de los

protagonistas en cada obra.En la primera obra (FAay V-iabZo) sabemos del marido Fede-

rico que es "el mercader más rico de la ciudad". Su riqueza saltaa la vista desde su primera aparición en el escenario, cuando aco-ge con espléndidos regalos a su nueva esposa. Su avaricia no espues total, sabe en este caso mostrarse generoso. De sus activida-des mercantiles no sabemos nada, pero en la sociedad de Luca.no sele considera como a un hombre vil (9). Su rival reconoce que tienehonor. El mismo se considera como noble, y al decidir su venganzase refiere siempre a su nobleza, como cuando se dirige a su mujervituperándola :

mancha, cíe mi honoA,niKznta de mi noblzzay dz mi ccua. (10)

De su mujer Otavia sabemos que es noble también sin mas precisio-nes : sólo se alude a su padre "el noble Teodoro". Así no se diceque haya entre los dos esposos una diferencia de linaje sensible.En cambio el amante, si no es de mas alto linaje es por lo menosmás poderoso que el mercader : Felisardo es hijo mayor del gober-nador. Varias réplicas de la obra evocan su superioridad en el po-der. Su amigo insiste en esto :

(9) Hay que subrayar que en la presentación de Federico no apare-cen los prejuicios comunes en la época contra la clase de los mer-caderes : nobleza reciente, actividades deshonrosas, posible ascen-dencia judia, etc. El caso de un mercader, personaje principal, cuyooficio de por sí no constituye una tacha no es nada frecuente en lacomedia. En su tesis : Etudes sur l'oeuvre poétique de don Luis deGongora y Argote muestra R. Jammes como Gongora es el tínico autorde la época que pone en el escenario mercaderes ricos, sin ningunaintención satirica(Cf. el análisis de la comedia gongorina Las fir-mezas de Isabela en las paginas 490 a 500 de la obra citada). Fiela su fuente, el autor de Fray Diablo ha hecho de Federico un merca-der cuya culpa no reside en el oficio sino en la avaricia. Veremoscomo en la obra posterior el ejercicio de la profesión de mercaderya es un pecado.

(10) £b_. cit. p. 235 b.

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Un meJiaadeA ej> -OU eApo-ioque no ej> hombxz podeAo-iocomo tú. (11)

Hasta tal punto que Federico vacila en el momento de vengarse deél :

~. tíue/ia. e£ atn.zvi.dolVexo ... M. e-6 tan podeAOAo,TítLbaAdo, poA. lo menoi>hijo de. un oobexnaáoK. (12)

Sin embargo la diferencia social no es tan alta que Felisardodesprecie a Federico :

Soy horrible. podeAo-iomcu> mi Otavia. tizne. e¿po¿oy -ÓU. eópo-60 tiene, honoi. (13).

Así en esta primera obra los protagonistas del drama se sitúanma's o menos en el mismo grado de nobleza, y el mercader rico hade contar con el poder del gobernador que le hará' castigar despuésde su venganza.

En la obra posterior el estatuto social de los trespersonajes se encuentra radicalmente modificado : a pesar de suextrema riqueza - es el más rico de Italia - ya no presume el mer-cader Ludovico de nobleza. Se reconoce inferior al linaje de su mu-jer, a quien ha comprado en cierto modo a un padre pobre y codicio-so. Tenemos detalles precisos sobre el origen de su fortuna adqui-rida "con viles cambios y usuras"; El dialogo le presenta en ple-na preocupación especuladora cuando manda a su criado :

Ve. adveAtídoVe que. no deju e.ntxojiSino oui que. a compKaA viniexe.Í.04 céneAoA que no hubiexe.En Luco., que han de pa.gaA,Sobie la lalta, el dej>zo,0 lo-i buicaAÓn zn vano;

(11) Ob. cit.., p. 2O2b.

(12) Ob. cit., p. 214a.

(13) Ob.cü. , p. 202a.

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El honor, la religion y el mercaderen dos comedias de santos

Que. ¿i la mitad no gano,¿VaAa. qui mi hac.ie.nda zmplzo?

ALBERTO (op.)

Lo numo hacz con e.1 tJiigo. (14)

Su riqueza le da un real poder ya que en lugar de enfrentarsecon el gobernador, como el Federico de la obra anterior, ése essu mayor amigo. De modo que se siente bastante fuerte para evi-tar todo castigo después de la muerte de su mujer, como lo dejaver en esta conversación con su criado :

ALBERTO

A pA&ndeAte. ejia p*ec¿¿oQue el gobzAnadoK viniera,Aunque e-ó tu amigo el

LUVOV1CO

Va yo le tengo avilado,y de la. cauAa i ^ d

ALBERTO

Qui gentil gobeAnadoAl

LUP01/IC0

Ve éAta y cualquiZA pAtte.yu>iónVe m paAte. tengo al juez, (15)

Su mujer Octavia es como su galán Feliciano de alta nobleza. Peroen esta obra el qalan ya no tiene el poder de que disfrutaba Feli-sardo el hijo del gobernador. Al revés tiene que inclinarse anteel dinero : ese dinero que le impide casarse con su amada, lo mis-mo que le ha hecho perder su derecho a un mayorazgo, de tal modoque explicita la concordancia en las situaciones en un diálogo con

(14) Ob_. cit_., p. 344a.

(15) OID. cit., p. 344a.

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el marido Ludovico : (al hablar de su abogado en el pleito paraconseguir un mayorazgo) :

FELICIANO

La paKte contxaAia¿ello con OA.0 -ÓU-Ó labio-!,.

LUVOV1CO

Todo ti OKo lo contxata.no hay CO-ÓO. que. le. A.<u,¿ita.

FELICIANO

Que ua e-ó vendad agentada,¿e ha v-L&to bien,Ludovico,en vo¿> y en mi pAimx Octavia,. (16)

Así el cotejo de los protagonistas de cada obra nos muestracomo en la segunda un desequilibrio se produce : el marido conel dinero se alza con el linaje de su mujer y con el poder delgobernador. Pero al mismo tiempo el rico se convierte en vilusurero de un linaje inferior a los otros personajes. En ciertomodo lo que el mercader gana en poder lo pierde en nobleza. Ha-brá que tener en cuenta este enfoque peyorativo del segundo merca-der al analizar las diferencias que presentan las dos obras alnivel de la intriga de honor.

La ofensa en ambas comedias parte del encuentro entrela esposa que acaban de casar a pesar suyo y el antiguo preten-diente excluido. En la primera obra la joven esposa acoge a suantiguo amante con mucha frivolidad; en lugar de desanimarlo leaconseja que espere el momento favorable :

FEL1SARVO

Vue¿>, ¿ Qué ocasión hay mejoipaKa que logue mi amon. ?

OTAl/IA

El tiímjDO datla iabKaque no tan lejoé eitami e¿,poAo. (17)

<16) Ob. c i t . , p . 329b.

(17) Ob. c i t . . , p . 203b.

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Mas aun, le da en prenda de su amor un diamante que su rico mari-do acaba de ofrecerle. Este los sorprende en el momento en que Fe-lisardo besa la mano de Otavia. No hace falta que los amantes hayanllevado el adulterio hasta su término para que el marido se sientaofendido y según las leyes del honor decida vengarse :

FEPERICO

Yo 0-6 ve.ncaA.e-, amado honoA,a lueAza. ¿fe mi KÍOOKde una. mu/et que 04 ag-taiua. (18)

En El Diablo PA.zdic.adoA y MyoA ContAtxAlo Amigo el merca-der Ludovico tiene menos motivos de sospechar a su mujer : no hayni siquiera intencio'n de adulterio por parte de Octavia. Aunque seha casado por fuerza, ha decidido no faltar al honor de su marido.Rechaza todas las proposiciones de su primo y gala'n y rasga antesus ojos una promesa de casamiento que le había escrito. El des-graciado marido interpreta mal el fin del dia'logo entre los primosy, al leer un fragmento de la carta rota, se declara convencido dela traición de su esposa.

Se encuentra pues en cada comedia el caso bastante frecuen-te en el teatro de la época de la ofensa hecha por el antiguo enamo-rado que, al introducirse en casa de su dama ahora casada, hace pe-ligrar el honor del marido. Pero la actitud de las damas difierefundamentalmente : la primera tiene poco cuidado de la honra de sumarido, mientras que la segunda actúa como digna depositarla de lahonra conyugal. Sin embargo esta diferencia en el comportamientode las dos esposas no modifica la continuación de la intriga, pues-to que en los dos casos la ofensa, fundada o supuesta, desemboca enla venganza.

Ahora bien los maridos también difieren en la manera dedecidir su venganza. Así en la primera obra Federico parece muy ena-morado de su mujer, hasta tal punto que como, ya lo hemos apuntadosu pasión vence su avaricia. Su venganza será pues muy apasionaday se nos presenta como "abrasado de celos". Por otra parte afirmasu condición de noble al tomar su decisión :

W<¿ cueAdo ni honAado ¿oy-ii mi dzÁhonAa. no venco :

{18) 0b_. cit. , p. 204a.

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noble ¿oy, y causa tengo. (19)

Por fin el dilema entre amor y honor se manifiesta ampliamente ensus protestaciones contra las leyes del honor :

Oh &A.ágil natwialezay qui pAtstc que 0-6 tandisa leyes del mindo vil !\.\al haya el que os inventó.

Amo-t me pAzsenta el castode sus Aegalos y amoAes;honoK me o -tece AigoAesy aceKo-i, pojia, -iu o&en¿a.(2O)

Muy diferente es la actitud del Ludovico de la obra posterior. Alacoger a su mujer ya domina su avaricia : lo que ma's le importaes ahorrar los gastos de una recepción. Los sentimientos que Oc-tavia le inspira parecen muy flojos y no expresa su amor mas queuna vez y en términos de posesión :

Tan uiano e¿tá mi amoAde podeAOA llamxA mía. (21)

En cuanto se cree engañado en ningún momento manifiesta celos,hasta tal punto que la palabra "celos" esta'ausente de la obra.Tampoco se refiere a su condición de noble para justificar suvenganza, ya que se sabe muy inferior a su esposa y al primo quela corteja. Hasta dudará un poco en vengarse al pensar en su ha-cienda :

fexo mi peligAo e-t> gAandepolque ¿on michos ¿u-ó deudoi,y ion loi nái principalesde la, ciudad, con que e¿> ^uvizacuando con la vida escapeel peKden. toda mi hacienda. (22)

(19) Ob.. cit.. , p. 2O7b.

(20) Ob. c i t . . p. 208a.

(21) Ob. ci t . , p. 329a.

(22) Ob. c i t . , p . 335c.

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Y sólo se sentirá seguro, a causa de su amistad con el gobernadora quien probablemente ha sobornado.

Así las diferencias de actitud de los dos maridos en sudecisión de venganza concuerdan bien con las diferencias de estatu-to social ya observadas : el primero, Federico, cuya sospecha tieneserios fundamentos actiia tal como lo exigen las leyes de honor detodo hombre noble con tanto mas mérito cuanto que quiere a su mujer;el otro, Ludovico, hombre sin nobleza, va a hacer perecer injusta-mente a una esposa ejemplar a la que no quiere.

Las divergencias que acabamos de apuntar en los comporta-mentos de las mujeres y de los maridos dan más significacio'n a unmomento-clave de la obra : la escena en la que el demonio, mensaje-ro de Dios, intenta oponerse a la venganza de honor. En fKajy Viahloy el. Diablo Vh.zd.is.aAoh, el demonio impide una primera vez por supresencia que el marido lleve a cabo su crimen, no hace ma's enton-ces que pedir limosna, pero en un aparte dirigido a la esposa con-fiesa la verdadera razón de su presencia :

¿Soñóla, a no hahoA vznidodo. vc-ó qui hubiOAa. ya -iido ? (23)

Solo más tarde, en el momento en que Federico hiere a Otavia, FrayDiablo se hace ma's apremiante en sus advertencias y pone de relie-ve el carácter pecaminoso de su venganza :

No into.nto.-b tan guan dzlito. (24)

Pero al amenazar a Federico con un castigo cercano no hace masque provocar su furor y sus blasfemias, hasta que éste dé muertea su esposa consciente de desobedecer a la voluntad divina :

Muerte, a pz-ioA do. lo¿ cie.lo¿,que te dz{¡izndzn y ampaJian ! (25)

Otavia en una ultima oración a la virgen se reconoce culpable

(23) Ob. cit., p. 2O5a.

(24) Ob. cit., p. 209a.

(25) Ob_. cit., p. 209a.

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culpa tuve..(26)

A pesar de este primer fracaso, el diablo porfía y va a oponerseluego al segundo tiempo de toda venganza de honor conyugal : lamuerte del amante. Acude a visiones sobrenaturales, ensenando aFederico una espada de fuego y los suplicios del infierno. Ta-les prodigios conmueven un momento al mercader pero, en cuanto seva el diablo, su sentimiento del honor vuelve a apoderarse de él.

¿Qué. d-íAa e.1 mundo de. mí•ó-í -iabzn que. me. ablentabaTzlÁ^aAdo y no le. mato ?

Y el conflicto entre la ley del honor y la voluntad divina se

resuelve en una serie de blasfemias :

MaeAa fzl-LiaAdo, mueAa !Su ¿anoAe. laví IOA mancha-ide mi honoK, que. cuando VLo¿>míi ¿e. tnoje., co-óa ej> clona,que. m¿ó pe.na¿ no ha de, doAmeque. de.1 In^-Lejino la¿> UamaA;y cuando me. vznçue yoniñean In^iexno me. espanta ! (27)

Así no se elude en esta obra la confrontación entre las exigen-cias impuestas por el honor a un marido noble engañado, y las in-citaciones al perddn pronunciadas por un enviado divino. Esta ma-nera de plantear el problema del honor mundano aparece también enotra escena, en la que el diablo interviene para impedir un dueloentre dos nobles. El temor a Dios puede ser por consiguiente másfuerte que el sentimiento del honor, y cuando no lo es se produce undesencadenamiento blasfematorio que no puede más que incitar auna desaprobación de cierta forma de honor. Hay que recordar porotra parte que la condena de la venganza de honor no se sitúa úni-camente en esta obra al nivel religioso, ya que el mercader se vetambién encarcelado y condenado a muerte por su crimen. Parece puesque la primera obra cronológicamente presenta ciertas audacias,

(26) Ob. cit.., p. 208b.

(27) Ob-. cit., p. 210a.

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por lo menos en relación con la concepcio'n del honor que aparecegeneralmente en las comedias de la época. (28)

Veamos ahora como se presenta la misma situación en laobra posterior de El dlabto Vizáícadoi y MayoA ConiAaAio Amigo.Aqui también el diablo interviene para salvar a Octavia a quiensabe inocente :

f Que- yo pefe Octavia, ta. rru&Ate. ¿njwita! (29)

Por eso afirma a Ludovico la inocencia de su mujer, pero lo esen-cial de su intervencio'n es un largo sermon sobre los bienes maladquiridos. Vuelve en el momento de la venganza, cuando el maridohiere mortalmente a su mujer que esta proclamando : "sin culpamuero". Esta escena es muy corta y el diablo se limita a invitara Ludovico al arrepentimiento y a la caridad. Cuando después delmilagro, Octavia se presenta otra vez ante su marido, éste quierevolver a matarla, pero lo que va a condenarlo al infierno seraesencialmente su porfía en no querer dar limosna a los frailes apesar de las advertencias del diablo, y el problema del caso dehonra ya no se vuelve a plantear. Así el conflicto entre interven-cio'n divina y sentimiento del honor se encuentra muy reducido, yen particular Ludovico se muestra mucho menos blasfemador que suhomólogo frente al problema del honor. Esta última obra no tieneel alcance crítico de la anterior; mas que oponerse a una vengan-za de honor, el diablo defiende aquí a una inocente. Además, muylejos de ser censurado, el honor es un valor esencial en la obra.Quien lo exalta no es Ludovico, ese mercader sin nobleza, sinosu esposa noble que llega a ser una heroina del honor. Octavia,

(28) Recordemos que en su Introducción al Castigo del discretoWilliam Fichter examina ma's de cincuenta comedias de Lope de Vegaque tratan mas o menos directamente del honor conyugal. En mas dela mitad de las comedias estudiadas, el marido sospecha a la mu-jer equivocadamente y no hay motivo de venganza. En la mayoría delos casos se castiga a los adúlteros reales o supuestos. Una solu-ción diferente es excepcional (por ejemplo en algunas comedias adap-tadas de la literatura caballeresca o de la novela italiana). Loselementos de lo que se ha llamado a veces "concepción calderonia-na del honor" están ya presentes en Lope.

(29) Ob. cit., p. 336a.

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después de sufrir una primera vez el martirio por el honor de suesposo, rechazará toda proposición de casamiento de parte de suprimer amante, para presentarse otra vez ante su marido en testi-monio de fidelidad inquebrantable. Incluso tiene la magnanimidadde disculpar a su marido :

aunque, z-itoy inoczntz,pudo juzgaAmz culpada ,Ludovico, iin quz IUZAZtzmztidad zl CKZZKIO. (30)

y prefiere refugiarse en un convento a traicionar la fe dada asu marido :

kpzlaAZ a un moncu>tzAÍopofiqaz ¿atiAizcho quzdzLudovlco dz quz nuncatuvz in.tzn.cion dz o{zndeA.lz. (31)

Así Octavia respeta mucha mas las leyes del honor conyugal quesu correspondiente en la primeraobra : la frivola Otavia que seaprovechaba del milagro de su resurrección para proyectar su bo-da con el hijo del gobernador, mostrando así qué poco caso hacíade la honra de su marido. La exaltacio'n del honor como valoresencial es mas patente aún en la segunda obra, cuando el diablomismo, y en nombre de Dios, se muestra cuidadoso del honor de ladama al explicar a su galán que intervenir contra Ludovico se-ría deshonrar a Octavia :

Quz vo-i pod>izi¿> znAÍ 04 ayudouiz ¿adz Octavia ZXCIXMXA la mxzttz,mj¡ no quitándolz zl honoA,puzi quizn aqui mz ha znviado,vida y honoA Iz daJiá. (32)

(30) Ob. cit., p. 341c.

(31) Ob. cit., p. 341c.

(32) Ob. cit., p. 339c.

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Vemos pues como dos obras de estructura parecida y queincluyen las dos un caso de honra presentan un enfoque totalmentediferente : la primera utiliza el caso de honra como un recursodramático casi convencional con los protagonistas acostumbrados,pero sale de la convención teatral al condenar una concepcio'n queequipara vida y honra . La intervención divina como la justiciahumana censuran la porfía que tiene el marido engañado en vengar-se (33). Ya no se recuerda al final de la obra la frivolidad dela esposa en el acto segundo, y el rival afortunado parece reirseen su triunfo de las leyes del honor :

Vo, a ¿VA tí dichoso vengoputi hoy ¿eAa Octavia, mía. (34)

Así que en esta sociedad noble, no todos otorgan la misma impor-tancia a las leyes del honor. El que más rigido se muestra esprecisamente el mercader: el que mas afirma su nobleza, el quemás se preocupa por actuar como noble.

La perspectiva presentada por el caso de honra en lasegunda obra es casi rigurosamente contraria. No se ponen en telade juicio las leyes del honor, y toda la conducta de la mujer tie-ne por guia el honor de su marido. La falta de nobleza de Ludovicola inocencia de Octavia podrían ser motivos para criticar la ven-ganza, sin embargo toda la carga de reprobación se concentra enla figura del mercader y su avaricia. En esta obra también el au-tor se aprovecha del caso de honra de una manera que sale de laconvención, pero diferentemente de la primera obra. El maridoactúa según las leyes del honor, pero sin tener la condición dehombre de honor. Por consiguiente el problema de la licitud dela venganza de honor no se plantea como en Tâay Diablo. Desde el -principio su venganza es condenable ya que no tiene derecho avengar el honor que no tiene. Además en su condenación final sólope pone el acento en su avaricia de mercader, eludiendo así el

(33) Esta condenación del código del honor a través de la perso-na del mercader presenta cierta ambigüedad. Quizá se pueda conside-rar como limite de la audacia del autor el que haya escogido comoprotagonista a un mercader (noble pero mercader), italiano ademaspara condenar más fácilmente tal concepción del honor.¿ Habría si-do demasiado atrevido el condenar a un noble auténtico y español ?

(34) Ob. cit., p. 222b.

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problema del conflicto reliyion-ley de honra tal como aparecía en ,la obra anterior.

Ahora bien, la diferencia de aprovechamiento del caso dehonra en cada una de las obras está estrechamente ligada a la dife-rencia de enfoque del estatuto del mercader que en ellas comproba-mos. En la primera no se puede notar una fuerte intención críticafrente al mercader. El autor fiel a su fuente instala como prota-gonista del caso de honra a un mercader, pero sin insistir en suoficio. Federico se porta como un noble honrado, respeta los valo-res de la nobleza y parte de su culpabilidad se debe a que poneel honor por encima de la religión o del amor. Lo único que sepuede sospechar en la obra es una mofa discreta de ese burgués-noble trágicamente puntilloso en la observacio'n de los deberes-impuestos por su tan cacareada nobleza, mientras que la mujer yel rival, nobles también, no tienen tantos escrúpulos. Hay querecordar además que el poder de las riquezas de Federico no cons-tituye para los otros protagonistas ninguna amenaza, porque a lolargo de la obra queda dominado por la autoridad del gobernador.

En cambio en la obra posterior, el mercader llega a serun hombre peligroso frente a la clase aristocrática : con su dine-ro, lo puede comprar todo : el amor, el linaje de su mujer, y has-ta el poder del gobernador. Es que ya no se trata simplemente delburgués que se esfuerza por imitar el modelo noble, sino del hom-bre seguro de si mismo que amenaza a la clase noble y se opone aella. Así mientras que la primera obra presenta ciertas ambigüeda-des que conducen a sospechar en su autor cierto desvio en rela-cióncon la ideología noble (35) en El diablo VKQAXsioAoh. apareceun enfoque aristocrático incuestionable : el mercader despreciadono puede ser el auténtico defensor del honor ya que éste es unvalor exclusivo de la nobleza. Será la mujer la que se hará' ilus-tradora de una concepción mas rígida e irrebatible que en ¥A&yV¿ablo. Así se explica como se evita toda crítica, hasta de ori-gen divino de las exigencias del honor. Sin querer sacar conclu-siones generales de un estudio tan limitado podemos preguntarnossi la segunda obra no expresa la toma de conciencia de la aristo-

(35) Recordemos a modo de recapitulación : crítica del honor enla persona de un mercader italiano - mercader y noble - mujer fri-vola y devota - rival hijo de gobernador seguro de sí y confiadoen su poder .¿No disimulan esos personajes de doble faz, esas situa-ciones ambiguas, una ideología que no quiere confesarse abiertamen-te ?

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ciracia frente a la evolución de la sociedad española : la clasenoble, en su mayor parte, consciente de perder riqueza y poderqueda sólo con lo que más difícilmente se le puede quitar : el li-naje, y para dar más peso a una noción tan discutida reivindicapara sí la propiedad exclusiva de un valor básico : el honor contal enfoque, la mayor rigidez de la concepción del honor, la fuer-za de la presión moral y social ejercitada sobre los nobles en laobra más tardía no significarían necesariamente un endurecimientode la ética aristocrática en la realidad de la época (demasiadostestimonios demuestran lo contrario), sino que traducirían la ne-cesidad experimentada por la clase noble de manifestar su peculia-ridad y de justificar asi su existencia amenazada por las fuerzassiempre peligrosas del dinero.

Claude CHAUCHADIS