el hallazgo del rico publicano de jerico

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EL HALLAZGO DEL RICO PUBLICANO DE JERICO. Lucas 19:9 I. Impedimentos. 1. Una dificultad popular: Publicano. 2. Una dificultad moral: Pecador. 3. Una dificultad financiera: Rico. II. Ventajas. 1. Tenía un gran deseo de ver a Jesús. 2. Hizo un gran esfuerzo para verle. 3. Tenía voluntad de obedecer a Jesús. III. Resultados. 1. Una gran confesión. 2. Una gran restitución. 3. Una grande verdad proclamada (vers. 20). Bengel exclamaba al empezar a comentar este pasaje: «¡ Oh, cuán grande es la gloria de los cristianos!» (i) En primer lugar, Jesús dijo que les había dado a Sus discípulos la gloria que el Padre Le había dado a Él. Debemos comprender bien lo que quería decir. ¿Cuál era la gloria de Jesús? Él mismo hablaba de ella de tres formas. (a) La Cruz era Su gloria. Jesús no hablaba nunca de ser crucificado, sino de ser glorificado. Por tanto, en primero y principal lugar, la gloria del cristiano es la cruz que le corresponde llevar. Es un honor sufrir por Jesucristo. No debemos considerar nuestra cruz como nuestro castigo, sino como nuestra gloria. Cuanto más dura era la tarea que se le asignaba a un caballero andante, mayor consideraba su gloria. Cuanto más dura sea la tarea que se le imponga a un estudiante, o a un artesano, o a un cirujano, tanto mayor honor le corresponde. En efecto, lo que se quiere decir es que, cuando el ser cristiano supone difíciles renuncias o privaciones, y aun esfuerzos y sacrificios, debemos considerarlo como una gloria que Dios nos otorga.

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Page 1: El Hallazgo Del Rico Publicano de Jerico

EL HALLAZGO DEL RICO PUBLICANO DE JERICO.

Lucas 19:9

I. Impedimentos.

1. Una dificultad popular: Publicano.

2. Una dificultad moral: Pecador.

3. Una dificultad financiera: Rico.

II. Ventajas.

1. Tenía un gran deseo de ver a Jesús.

2. Hizo un gran esfuerzo para verle.

3. Tenía voluntad de obedecer a Jesús.

III. Resultados.

1. Una gran confesión.

2. Una gran restitución.

3. Una grande verdad proclamada (vers. 20).

Bengel exclamaba al empezar a comentar este pasaje: «¡ Oh, cuán grande es la gloria de los cristianos!»

(i) En primer lugar, Jesús dijo que les había dado a Sus discípulos la gloria que el Padre Le había dado a Él. Debemos comprender bien lo que quería decir. ¿Cuál era la gloria de Jesús? Él mismo hablaba de ella de tres formas.

(a) La Cruz era Su gloria. Jesús no hablaba nunca de ser crucificado, sino de ser glorificado. Por tanto, en primero y principal lugar, la gloria del cristiano es la cruz que le corresponde llevar. Es un honor sufrir por Jesucristo. No debemos considerar nuestra cruz como nuestro castigo, sino como nuestra gloria. Cuanto más dura era la tarea que se le asignaba a un caballero andante, mayor consideraba su gloria. Cuanto más dura sea la tarea que se le imponga a un estudiante, o a un artesano, o a un cirujano, tanto mayor honor le corresponde.

En efecto, lo que se quiere decir es que, cuando el ser cristiano supone difíciles renuncias o privaciones, y aun esfuerzos y sacrificios, debemos considerarlo como una gloria que Dios nos otorga.

(b) La perfecta obediencia de Jesús a la voluntad de Dios era Su gloria. Nosotros encontramos la nuestra, no en hacer lo que nos gusta a nosotros, sino lo que Dios quiere de nosotros. Cuando tratamos de hacer lo que nos gusta -como muchos de nosotros hemos hecho- no cosechamos más que dolor y desastre, para nosotros y para otros. La verdadera gloria de la vida la encontramos en hacer la voluntad de Dios. Cuanto mayor la obediencia, mayor la gloria.

(c) La gloria de Jesús consiste en el hecho de que, al considerar Su vida, se reconoce Su relación única y exclusiva con Dios. Es indudable que nadie podría vivir como Él si

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no estuviera en una relación extraordinariamente íntima con Dios. Como con Cristo, nuestra gloria consiste en que se vea en nuestra vida el reflejo de Dios.

(ii) En segundo lugar, Jesús dijo que era Su deseo que Sus discípulos vieran Su gloria en los lugares celestiales. El cristiano va a compartir todas las experiencias de Cristo. Si comparte Su Cruz, también compartirá Su gloria. " Palabra fiel es esta: Si morimos con Él, también viviremos con Él; si resistimos, también reinaremos con Él» (2 Timoteo 2:11-12 ). Aquí y ahora vemos borrosamente, como en un espejo, la gloria del Señor; pero un día Le veremos cara a cara (1Co 13:12 ; 2Co 3:18 ). El gozo que experimentamos aquí y ahora es sólo un adelanto del que disfrutaremos entonces allá. La promesa de Cristo es que si compartimos Su gloria y Sus sufrimientos en la Tierra, compartiremos Su gloria y Su triunfo cuando haya terminado nuestra vida presente ¿Qué mayor promesa podría habérsenos hecho?

Después de esta oración de Jesús pasamos inmediatamente a la traición, el juicio y la Cruz. Ya no hablaría más con Sus discípulos antes de padecer. Es maravilloso y precioso recordar que, inmediatamente antes de aquellas terribles horas, Sus últimas palabras no fueron de desesperación, sino de gloria.