el hacedor de la lluvia

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En las sociedades primitivas siempre existió como una verdadera institución el “hacedor de lluvia” o “hacedor de agua”. Se trata de un tipo especial de mago, brujo o chamán meteorólogo cuya misión es “regular el abastecimiento del agua celestial” como dice FRAZER. Suele utilizar los clásicos métodos de la magia homeopática o imitativa. “Lo semejante produce lo semejante, y lo contrario, lo contrario” (Similia similibus et contraria contrarii). Si desean que llueva, salpican con agua la tierra o bien con un hisopo o derramándola en tierra desde una vasija, Si por el contrario, lo que quieren es que paren las excesivas lluvias, utilizan el fuego y la desecación para que por imitación el cielo haga lo propio. Pero la magia no se limita a los pueblos primitivos. No hay más que ir a algunos pueblos de Europa, entre ellos España y observar cómo se sacan algunos cráneos de santos (en Segovia, San Valentin y Santa Engracia, los hermanos de San Frutos) cuando hay un persistente sequía y se les hace pasar por agua en un pequeño manantial, Con esto y una procesión especial rogativa se tiene el convencimiento de que lloverá y los santos así remojados enviarán el agua necesaria para la agricultura. Las rogativas son una antigua práctica religiosa a manera de oración pública y colectiva para pedir a la Providencia Divina que envíe el agua para regar la tierra. En ciertos lugares como en Sicilia, debido al carácter quizás poco paciente de los fieles, si las rogativas no dan los resultados esperados, la imagen del santo a quien se rezó y que al parecer desoyó los ruegos es insultada y llevada al campo y enterrada allí de cabeza para que se dé cuenta de lo que la tierra esta padeciendo. En algunos pueblos de Rusia como Dorpat, cuando había sequía, tres hombres gateaban a lo alto de los abetos de un bosque sagrado.

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Page 1: El Hacedor de La Lluvia

En las sociedades primitivas siempre existió como una verdadera institución el “hacedor de lluvia” o “hacedor de agua”.

Se trata de un tipo especial de mago, brujo o chamán meteorólogo cuya misión es “regular el abastecimiento del agua celestial” como dice FRAZER.

Suele utilizar los clásicos métodos de la magia homeopática o imitativa.

“Lo semejante produce lo semejante, y lo contrario, lo contrario” (Similia similibus et contraria contrarii).

Si desean que llueva, salpican con agua la tierra o bien con un hisopo o derramándola en tierra desde una vasija, Si por el contrario, lo que quieren es que paren las excesivas lluvias, utilizan el fuego y la desecación para que por imitación el cielo haga lo propio.

Pero la magia no se limita a los pueblos primitivos.

No hay más que ir a algunos pueblos de Europa, entre ellos España y observar cómo se sacan algunos cráneos de santos (en Segovia, San Valentin y Santa Engracia, los hermanos de San Frutos) cuando hay un persistente sequía y se les hace pasar por agua en un pequeño manantial, Con esto y una procesión especial rogativa se tiene el convencimiento de que lloverá y los santos así remojados enviarán el agua necesaria para la agricultura.

Las rogativas son una antigua práctica religiosa a manera de oración pública y colectiva para pedir a la Providencia Divina que envíe el agua para regar la tierra.

En ciertos lugares como en Sicilia, debido al carácter quizás poco paciente de los fieles, si las rogativas no dan los resultados esperados, la imagen del santo a quien se rezó y que al parecer desoyó los ruegos es insultada y llevada al campo y enterrada allí de cabeza para que se dé cuenta de lo que la tierra esta padeciendo.

En algunos pueblos de Rusia como Dorpat, cuando había sequía, tres hombres gateaban a lo alto de los abetos de un bosque sagrado.

Uno golpeaba con un martillo sobre un caldero para imitar al trueno, otro frotaba dos teas encendidas que soltaban chispas para imitar al relámpago y el tercero con unas ramitas majadas asperjaba agua de una vasija a las cuatro puntos cardinales. Así se esperaba que la lluvia aparecería.

En otro pueblo ruso, Plosdka, para acabar con la sequía, se enviaba a las muchachas jóvenes del pueblo solas y desnudas durante la noche fuera del poblado para que lanzasen agua sobre la tierra para que lloviese.

En muchos lugares de Rusia ha existido la costumbre de desenterrar el cadáver de un raskolnik o disidente y tirarlo al lago o laguna más cercano para propiciar la lluvia.

Entre los indios norteamericanos, el “hacedor de agua” tomaba buches de agua y los pulverizaba en el aire para imitar la lluvia para que así mágicamente lloviese. Otros indios danzaban en torno a una vasija con agua.

Page 2: El Hacedor de La Lluvia

Muchas de estas prácticas indígenas van acompañadas de oraciones y peticiones a sus dioses protectores.

Cuenta el historiador árabe Makvizi que cuando en Hadramauth llovía demasiado, los nómadas Al-qamar tomaban ramas de cierto árbol seco del desierto, las encendían y luego echaban agua sobre ellas para apagar el fuego.

Mágicamente la furia de la lluvia amainaba después de esta ceremonia.

Los bechuanos africanos queman las tripas de un buey al anochecer pensando que el humo negro que producen reunirá a las nubes y ocasionará la venida de la lluvia.

En Nueva Gales del Sur, los chamanes encendían pelos y las tiraban al aire soplando y gritando, con lo que esperaban detener la lluvia.

Otras culturas han realizado sacrificios humanos para propiciar la lluvia o se han infligido heridas y escarificaciones para hacer brotar la sangre lo que se consideraba que atraería la lluvia.

En algunas tribus de la Columbia británica se cree que los mellizos tienen el poder de atraer la lluvia.

Lo mismo creen los bantúes africanos.

Para pronosticar el tiempo, especialmente la lluvia, se han tomado mucho en cuenta y aún se toma en nuestra propia cultura el dolor de heridas, cicatrices y articulaciones.

Hay regiones muy secas en el mundo como por ejemplo la costa de Perú y Egipto.

Precisamente han sido estas regiones donde se ha desarrollado mejor la técnica de la momificación de los cadáveres, que requiere mucha sequedad.

Page 3: El Hacedor de La Lluvia

Recuerdo que la primera vez que fui a Lima, me llamó mucho la atención el observar que muchas casas de los barrios extremos carecían de techo, extrañado pregunté cuál era el motivo y me contestaron sonriendo: “Para qué, aquí no nos hacen falta porque no llueve nunca”,

Cuando hay sequía en el Norte de Africa, los árabes cogen a un Santón y a pesar suyo lo zambullen en una fuente como remedio seguro contra la escasez de agua.

Los campesinos japoneses, primero hacen plegarias o rogativas a la deidad que guarda sus cosechas pero si ven que no escucha sus ruegos, derriban la imagen y entre grandes maldiciones y gritos le hunden la cabeza en un campo de arroz podrido donde se quedará pasando también sed hasta que atraiga a la lluvia.

Cosa parecida hacen los feloupes de Senegambia que arrastran sus ídolos y fetiches por los campos secos hasta que llueve.

Los guanche de Tenerife para combatir la sequía, conducían sus rebaños a un lugar sagrado junto a un gran monolito y allí los separaban de las ovejas.

Los balidos se hacían estruendosos y lastimeros, llamando a las madres sin cesar durante toda la noche lo que enternecía el corazón de los dioses que entonces enviaban la lluvia.

En algunos lugares del mundo son famosas las piedras de agua o “piedras de lluvia”, situadas en lugares sagrados.

A1 mojarlas se atraía la lluvia.

Hay una fuente llamada Barentón que según la leyenda está situada en los selváticos lugares de Broceliande, donde se dice que el mago Merlin duerme su sueño mágico bajo la sombra de un acerolo.

Los campesinos bretones cuando necesitaban la lluvia, iban a esta fuente de donde tomaban agua y la arrojaban sobre una laja de piedra cercana al manantial.

Page 4: El Hacedor de La Lluvia

Los romanos tenían en las afueras de Roma un templo dedicado a Marte y en él una piedra a la que llamaban lapis manalis.

Cuando había sequía llevaban esa piedra dentro de la ciudad y esto provocaba según ellos inmediatamente la lluvia.

No hay más que ver las grandes construcciones de acueductos hechas por los romanos en los lugares donde dominaron. La imponente mole del Acueducto de Segovia es un buen ejemplo de la Ingeniería de aquellos tiempos.

El hombre primitivo ya tuvo la idea de que las épocas de sequía podían evitarse, recogiendo el agua en embalses, cerrando un valle con rocas, piedras y otros materiales.

Restos de obras de esta naturaleza pueden verse aún en diversos lugares del mundo.

Y sin embargo, del agua puede ser tan enemiga como para producir grandes catástrofes, como las inundaciones en la India, Estados Unidos, pueblos aledaños a la Cordillera andina y las temibles gotas frías del Mediterráneo y otros lugares del mundo que producen miles de muertes cuando se presentan.

En nuestros tiempos modernos las a veces enormes obras de Ingeniería hidráulica tales como pantanos, represas, depuradoras permiten a gran escala el embalse previsor y utilizan en el momento oportuno las aguas que de otra manera se perderían.

Estas aguas debidamente tratadas proporcionan bienestar a gran número de poblaciones, ponen en marcha centrales eléctricas que proporcionan la energía necesaria a regiones extensas del país y permite tomar el agua exenta de contaminación o de sustancias químicas perjudiciales para la salud.

La ingeniería Sanitaria contribuye así con una eficacia científica a superar la magia de los antiguos tiempos en beneficio de la Humanidad.