el hijo de la lluvia

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MARTA JUREZ

EL HIJO DE LA LLUVIACuentos que contaban los WichsTartagal, Salta 08/10/2009

Dos cuentos basados en mitos de las culturas Wichi matacos y otro de los Chorotes.

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Cuando un thalak, un anciano mataco wich- narraba un mito, saba que eso era cosa sagrada y tambin secreta. Para l sus oyentes no eran simples escuchas, la narracin los haca partcipes de la potencia de los seres que protagonizaban el relato. Por eso no podan contarlo a cualquiera, no por ser extraos sino porque al igual que los jvenes, sus espritus decan- no estaban preparados para recibir esas potencias. El mito que aqu se narra, guardado milenariamente en la memoria de los thalak al amparo de la polilla del tiempo y trasmitido oralmente de generacin en generacin a los nietos elegidos, se refiere a una lluvia que dur treinta das con sus noches sin parar. Lleg a mi, precisamente, una noche de lluvia en una aldea mataca, monte adentro del chaco salteo, cuando pasaba unos das en casa de unos amigos. All, alrededor del fuego, todos apretados con los perros y los chivos mojados, escuch entre el repiqueteo de la lluvia, la voz despaciosa de Moiss, el jefe de la familia, que comenz su relato ante un auditorio silencioso y atento.

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Era la poca de cultivo, verano por la lnea que atraviesa el trpico de Capricornio, poca que se ansa que la tierra mojada refresque un poco la atmsfera para poder respirar. Salvaje, el potro bellaco del sol se tragaba el verdor del planeta, descolora el azulino bostezar de los cerros, ltimos estertores de las sierras subandinas en el extremo norte de Salta donde al naciente se alarga como un bostezo la cola de yacar del chaco salteo, otrora "el impenetrable" territorio indio del norte. En el monte retumbaba el sonido del pim pim y de los morteros moliendo la algarroba para hacer la aloja que fermentar en el vientre de un yuchn panzudo. Yachup, la estacin de las lluvia y los frutos haba llegado y con ella la renovacin de la tierra. Yachup era la diosa preada de la abundancia, llegaba vestida de ricos atavos con la bolsa de chaguar que penda de su cabeza cargada de frutos y peces que rebalsaban en el tewok, ro Pilcomayo, con la yica rebosando fwaak1, las vainas de algarrobas aromando los montes con su aroma dulzn. Traa sus negros y largos cabellos perfumados de lluvia y los pechos cargados de polen y miel, a su paso el bosque reverdeca, y mientras rea los arboles se

1[1] Fruto de algarroba

14pintaban de colores con flores de mil y un matices, y se cargaban de miel los panales que endulzaban la vida que entonces para el mataco era una fiesta. Por las noches la aldea se reuna a cantar y a danzar bajo la luz blanca de la luna para agradecer a la Diosa sus dones como ella los hijos. Entonces retumbaba el canto del carancho en los montes llamando al baile a los ms jvenes, entrados ya en edad de formar pareja. Se oa entonces el coro monocorde de los cnticos: Iohoh, iohoh h h!... iohoh h h!... Llegaban entonces los pretendientes, pintados sus caras con uruc rojo, y de blanco y negro, otros con brazaletes y tobilleras hechas de plumas blancas de suris. Presumidos desplegaban sus galas, los adornos de collares refulgiendo en el pecho, las plumas brillantes a la luz de la luna. Las ms jvenes redimidas de culpas bailaban la danza del enamoramiento saboreando la miel de los amores fugaces, potenciando sus ovarios fecundos para recibir a sus hombres, viriles hasta seniles, merced al polvo mgico de colmillos de conejos para hacer los hijos que multiplicaran el clan sobre esa tierra que por entonces, les perteneca. Iohoh, iohoh h ho!... Iohoh,

14La aldea de Hosan era una de las mas numerosas dentro del pueblo mataco. Sus wetes se distribuan dibujando una redondez de luna llena, cortada en su mitad por el hacha del tab, que marcaba los lmites impuestos por las lneas de sangre de los dos clanes principales: Nichaj, la gente del chancho majano y Ahuj, la gente del Surub. Los Nichaj eran cazadores, dorman durante el da y cazaban por las noches. Dotados de la vista penetrante del halcn y piernas fuertes y veloces de las antas, eran hostiles, nmades e imprevistos, olan con el olor del animal que los protega. Ansiosos y agresivos, se movan con desenvoltura en el monte, aficionados a las danzas, sobre todo las nocturnas que propiciaban la caza y la algaraba del amor. Fecundidad del sexo, xito de cazador. Vivan convencidos que la Vida era un fruto sabroso y aunque a veces se tornaba cido lo expriman hasta saborear la ltima gota del da. Agobiados por la rutina del placer, descuidaban su aspecto en general, andaban sucios los cuerpos, clinudos, los cabellos hirsutos, blancos de cenizas y engominados por la grasa de la suciedad. El otro clan la gente de Ahuj, -el Surub-, gozaban de una salud vigorosa, se nutran de pescado y de frutos silvestres. Despertaban antes del da, saban rer como el cascabeleo del sol y cada uno tena un espritu de pjaro particular. Su exquisita sensibilidad se manifestaba en la belleza y diseo de

14sus artesanas, las mujeres tejan el chaguar de rstico primor, los hombres diestros en las tallas de madera. Felices y fecundos tenan una numerosa progenie, afables y tranquilos, no se molestaban entre ellos ni a sus vecinos. Por aquellos tiempos la lluvia todava era una cuestin de dioses y shamanes, usabada para repartir premios y castigos. Cuando castigaba con su ausencia, los hombres sentan el enojo en su piel que de a poco se les iba agrietando y en el cambio del carcter que les torca el viento norte. A las mujeres se les agriaba el vital sustento en sus tetas tristes, y se volvan sombras y taciturnas. Qu alegra era entonces cuando caa la bendicin de la lluvia! Llova y la joya del agua mostraba los dientes en las risas y en la bendicin de los frutos y el agradecimiento, olor a tierra mojada, se elevaba silencioso en los ojos hmedos y en el susurro de las plegarias que se elevaban como vapores de nubes al cielo. Recompensas a la observacin de las normas, de cuyo cumplimiento dependa el equilibrio del mundo. Castigo a las violaciones de los cdigos consagrados, al olvido de las sagradas prescripciones o de algn tab, al abandono de las costumbres que los dioses ensearon, a la impertinencia de intentar algn cambio sin el debido permiso de las potencias invisibles.

14Los espritus en aquel tiempo prstino mantenan un contacto fluido, ms directo con los humanos, que los respetaban sobre todo cuando ellos, iracundos hacan sentir sus enojos con mal tiempo, epidemias, enfermedades inexplicables, contratiempos en la caza, falta de xito en la pesca, consecuencias que pagaban todo el grupo y el individuo a veces con su vida. Entonces el individuo revisaba su conducta, la propia y la del grupo para saber cual fue el error cometido para poder reparar el dao. Conocida la causa, se haca el rito reparatorio y las relaciones se armonizaban de nuevo, hasta que alguno volva a meter la pata. As se desenvolva la vida entonces, sin lnea que separara los vivos de los muertos, sin lmites que delimitara el territorio de uno y otro.

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Y Anteya vio saltar de la laguna la serpiente del Arco Iris y cruzar el cielo del chaco con sus siete colores. Tembl ante el presagio del agua

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Aquella vez -dice el relato- comenz la lluvia como todas las tormentas del verano en el trpico. Nubes bajas y oscuras sobre los cerros, fuerte corrientes verticales de viento caliente que elevan desde la tierra calcinada vapores saturando el aire acompaadas de una inmovilidad atmosfrica opresiva. De pronto la serpiente del relmpago baja estallante rasgando el cielo, quemando el suelo con su lengua de fuego y el pjaro del trueno retumbando amenazante en largos y sordos reventones haciendo tambalear la tierra, huir las aves sorprendidas. Un aire enrarecido trae el aroma de la lluvia cercana y de sbito la tormenta que cae tumultuosa, furia descomunal de ventarrones acompaando el diluvio. Jbilo del agua chapoteando con su cola de pescado entre el jolgorio de las risas y de los pjaros de las manos que al cielo se levantan! Jbilo de las lagartijas fosforescentes, se aparejaban implorando un charco! La aldea recibi la lluvia como la respuesta a sus ruegos de que caiga sobre el sediento y agnico monte seco. Haban probado todos los rituales, y al fin, EL AGUA, la bendicin alborozo de las aguadas secas, dicha de los sapos que demente de sed

14esperada. As los primeros das junto a las liebres y las corzuelas, y los pecares y las torcazas disfrutaron de la lluvia. Los hombres salieron bajo el agua a cazar iguanas y las mujeres fueron a recolectar tusca madura y pichoncitos de loros. Las condiciones del terreno estaban ptimas para ello. El suelo sediento se chupaba todo el agua y corra un frescor oloroso a resuello del monte, pese a la lluvia podan andar cmodos disfrutando del canto alborotado de los pjaros que cantaban en coro celebrando la buenaventura. Por las noches, apretados junto al fuego, disfrutaban los cuentos de los viejos. Vivan las ajadas narraciones como si fuese la primera vez que los oan, los cuentos de fuegos y diluvios que hicieron desaparecer los pueblos y las andanzas del To Travieso y de los dueos del monte, las mil y una astucia del Zorro y las aventuras de otros animales, y de las pcaras mujeres que le robaban el pescado a los hombres, y cmo se haba formado el tewok Pilcomayo de la barriga de un yuchn. Y en todos siempre presente repasaban las enseanzas de Nilataj2[3] y las picardas de Tokwaj. algarroba, mientras los chicos se divertan juntando huevos de suris y

2[3] El ser Supremo en los wichs

14Pero pasaban los das y segua lloviendo, pareca que la lluvia se haba vuelto loca, no se quera ir del lugar. Da y noche con sus pelos electrizados, revueltos, segua picoteando el suelo embarrado con su pico de cristal y espina. Su gran ojo de agua, avivado por el aletear del gallo desplumado del viento, envolva la aldea ya un manto de neblina que la esfumaba y desapareca del mundo. -Algo anda mal! Iwomcha! Iwomcha! Iwomcha!3 La calamidad ya era una evidencia. Amontonados en el suelo inundado en apretada ronda, al calor de la familia y del fuego, de los perros flacos, y de los chivos y las gallinas ensopadas y los gatos amojosados, vean despavoridos cmo la Lluvia se adueaba del mundo. En el wete de Hosan, el Niyat jefe- de la aldea, Yamizlaj su mujer remova aloja guardada en una botija de barro con una cuchara de porongo, saliendo de su mutismo, dijo: -Mi pensamiento es as. Hoy da sufrimos como vez aquella que llorbamos fuerte porque no haba comida. Muri madre de Weli, que son gente de las Calabazas pero ellos son descuidados, entonces no quemaron sus cosas, olvidaron los cantos y ah se vino encima lluvia con todo, bien pero bien fuerte y despus ya no se quera ir, entonces esa gente es

3[2]llueve!, llueve!, llueve!...

14culpable por qu castig mal tiempo y fiera esa lluvia dej todos sin nada -Si, nosotros vivamos en El Mistolar y all tambin sufrimos hambre dijo Hosan aunque nuestro viejo iba a buscar comida para nosotros, no encontraba recin por la tarde llegaba el pobre con la yica con dos pescaditos apenas para tantos chicos que ramos. Comamos y quedbamos con ganas tampoco haba algarroba, el viento que soplaba fuerte se llev todo parece, y era un loco que alzaba los wetes y los desparramaba y ah los chicos llorbamos de tanto esperar a nuestro padre que volviera de cazar. As fue aquella vez Todos quedaron en silencio pero por sus cabezas pasaba ese recuerdo de aquella vez que la Seora Duea de la Lluvia no dejaba entrar los hombres en el monte y la comunidad entera cay en desgracia, hasta que al fin averiguaron la razn del castigo, y ah quemaron el wete, las cosas de la difunta y a la cada del sol elevaban durante nueve lunas los cantos a su espritu ahat para que se aleje del lugar. As se hizo hasta que el mundo se aquiet y volvi a resollar tranquilo. Yamizlaj suspir y la preocupacin pint de un negro profundo sus ojeras, ensombreciendo su rostro oscuro, sac otro poco de aloja y se lo pas al marido, dijo en voz alta lo que todos pensaban:

14-Estoy pensando, hay que ir a ver al hombrecito para que averigue por qu pasando esto! Sujlei4, su madre, estaba despiojando a la nieta que plcida dorma en el regazo de su falda. An era una mujer fuerte aunque lejos estaba la jovencita ataviada con coronas de flores amarillas que bailaba la danza de la algarroba celebrando la renovacin de los frutos bajo la luna llena. Por su mente pasaban postales de recuerdos que en ese momento le trajo el pensamiento y que su alma guardaba como un tesoro que slo sacaba en momentos de tristeza y amargura. Cuando ella una mocita adolescente, por alguna mala magia, venganza sin duda pensaron sus padres- la pasin se apoder de su cuerpo. La pasin desatada es para el pueblo wichi mataco una enfermedad mental que puede acabar con el que la padece, si no logra a tiempo el shamn recuperar el alma del enfermo que deambula solitaria sin saber por donde. Una noche sinti ella el pim pim llamando al baile del carancho, nombre que le pusieron porque al bailar los danzarines hacen un graznido similar al de este animal. Sin saber lo que haca, sus pasos se encaminaron en direccin de la msica, atrada por el tamborcito con cuero de corzuela que resonaba en la noche, cruz sola los montes cosa que jams hara en su sano juicio. Lleg al fin al lugar donde se haba preparado el baile

4 Sujlei: fruta marchita

14del carancho, el baile de los solteros en busca de cortejo. All estaban los jvenes formando un crculo, entrelazados, formando cadenas con las manos que pasan detrs de la cintura, haciendo rondas a contramano del camino de la luna. Algunos estaban ataviados con brazaletes y tobilleras hecho con plumas blancas de suri, otros con sonajeros colocados en la cintura y en el pie derecho para marcar el ritmo y en los pechos reluciendo a la luz de las estrellas sus caras pintadas con rayas blancas, rojas y negras y en el pecho hermosos collares preparados para la ocasin. Jadeante Sujlei esper un momento para recuperar fuerzas y luego se incorpor al baile. Bail sin parar hasta que sus ojos se encontraron con otros afiebrados como los de ella, preso de la misma enfermedad de la pasin desatada. Se acerc y le dijo: _ Dame tabaco con eso estaba sellado el pacto de mutua atraccin. Esa noche el regres con ella a su casa, durmi en su lecho, los padres dieron su conformidad, y asi formaron una slida familia. -Todava me acuerdo la vez cuando nos fuimos a vivir a la otra banda del ro... esa vez fue peor... haca poco que habamos hecho los wetes y el dueo del monte todava no nos daba su permiso ni se haba acostumbrado a nosotros, cuando Tsilk dijo sin querer el nombre ahat de su abuelo... y ah se

14vino con mucha furia su espritu que siempre haba sido bravo y cay sobre nosotros... Se vino una plaga con mil ojos de langostas negras, negras que hacan la noche y se comi el monte y todos los frutos... y yachup no nos dio el fuwaak5[5] y esa vez se muri mucha gente, entre ellos mi padre y tambin los animalitos se moran de hambre!. Eso nos acordamos los viejos todava con mucho miedo, eso pas en esa luna! Del auditorio se elev un susurro de aprobacin y un estremecimiento de almas enfri de pronto el recinto. El sonido montono de la lluvia se oa en el silencio prendido en las sombras ojerosas de los rostros del espanto, y ella no pudo esquivar que el pjaro de la tristeza le picoteara los ojos. Entonces, para ocultarlo, se concentr nuevamente en la tarea de aplastar con sus dientes los piojos invasores de la cabellera de su nieta. La lluvia continuaba peleando atropellada con el viento y adentro del wete del clan de Hosn se desvi la conversacin a las causas posibles del castigo actual. Sentada sobre una estera de bejucos, con una pequeita prendida de su teta que colgaba del kahuj, Tahl, hija de Hosn, mujer de Thash, par de hilar las fibras machacadas de chaguar que retorca sobre su pierna y sin levantar la vista de las piolas, se anim a soltar

5[5] Fruto de la algarroba

14la idea que como una mariposa pesada le revoloteaba por el pensamiento: -Yo pienso, ha sido por Pajlhiye, hija de Selak, que ha tenido el primer menstruo, y que yo sepa no ha permanecido encerrada en su wete todos los das que tena de respetar. Ella no hace caso a las palabras de su abuela, ni a su madre tampoco. No se ha respetado la costumbre. Un murmullo de asentimiento se levant del ruedo. Entonces sigui: -Cuando a mi me lleg, te acuerdas madre?, con mi abuela, me enseaste todo lo que yo deba hacer y lo que pasaba si no respetaba la costumbre. Temblaba de miedo encerrada, no haba necesidad que me vigilen. No me animaba a salir ni de noche!- y pcara sonri mirando de costado a su marido que jugaba con su hijo en un rincn y que hizo no se dio por eludido, tom un puado de cenizas, lo freg sobre la pierna y sigui torciendo las fibras, y todos rieron, aflojando la tensin que haba cargado el ambiente-No se! -respondi Yamizlaj - Para mi que la madre de Pajlhiye la ha guardado, yo la he visto adentro del wete tejiendo chaguar. No son las mujeres. Para mi, esto es culpa de los hombres que andan siempre por ah haciendo sus cosas, cambiando todo de lugar... Mir, ah est Honahaji! que hizo?

14Se busc mujer chorote que no debe mirar! Y despus se enferman los chicos y nadie sabe por qu! Se produjo un hueco embarazoso de silencio, hasta que alguien se anim a continuar la charla. -Cont mi abuelo una vez -tom la palabra Hosn, que hasta entonces trabajaba absorto tejiendo los puntos sueltos de su red de pescar y todos aquietaron sus tareas para escucharlode una mujer que una vez se sac el hijo del vientre antes que termine de formarse. Dej correr su sangre sin decirlo y quem el feto en secreto. El ruedo qued expectante. Entonces continu: -Azot a la comunidad vientos de terribles furia que se llev lejos la lluvia que no volvi ms por la zona. Se desec casi toda la nacin, la lluvia no poda caer, tema ese lugar y no poda avanzar. Esa mujer es muy culpable, ha arruinado a su pueblo, porque ha escondido sangre que no estaba todava convenientemente dispuesta para hacer un ser humano. Esa sangre es ahat. Lo que ella ha hecho es ahora ahat. Eso caus el hambre. Hubo que hacer ceremonias y plegarias, purificar todo para que la lluvia pueda aparecer de nuevo en el lugar. Un reventn retumb a los lejos.

14-Verdad! - dijo Kajyen, como queriendo tapar con su voz el eco, que estremeca los corazones. El abuelo se haba despertado y se integr a la conversacin. Nadie poda calcular la edad que tena, aejo como un viejo algarrobo torcido, habl con voz ronca y pausada: -Todo va cambiando. Los jvenes no escuchan los mayores y las enseanzas se pierden. Los antepasados ensearon todo lo que debemos hacer. Nada olvidaron. Nos ensearon que no saquemos pescado del ro sin antes golpear su cabeza con la maza, y si no hacen caso y eso enoja a los espritus del ro. -y acot sombramente- En mi sueo habl el espritu de mis antepasados. Hasta la lluvia dej de sonar en el respetuoso silencio que los abraz y se dispusieron a escucharlo mientras entre las ramas del wete, se colaba la cola mojada del viento encogiendo los cuerpos y el alma. El dijo: -Kajyen, habla a tu gente para que no se peleen que no se culpen entre ellos, esta cosa no es por causa de ellos, pero deben colaborar,... aqu tengo mucha tarea, peleo fuerte contra tantos pensamientos tristes, y hay mucho trabajo buscando entre las sombras sus espritus que se escapan de miedo... Deben buscar la respuesta fuera de la aldea!

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************** Los peces contaban las ranas, las ranas contaban los charcos, los charcos contaban las nubes cargadas, las nubes cargadas contaban las gotas cadas, las gotas cadas contaban los wichis mojados, los wichis mojados contaban los peces secados que les iban quedando, todos entretenan el tiempo, distraan las horas quejumbrosas esperando que la lluvia pasara. En los wetes no quedaba espacio seco donde cobijarse, iba creciendo junto al silencio del espanto, el sopor hediondo de las heces humanas y de los animales, y un musgo pardo verdoso se trepaba por las ramas podridas y por las tripas y por las almas corruptas de tedio y humedad. Las sanguijuelas y salamandras, los tbanos, los zancudos gigantes como mariposas, carcoman sus reservas de sangre e iban agotando su reserva milenaria de paciencia. Gastados los ojos de tanto mirar caer la lluvia, la piel se le torn biliosa como los renacuajos insolentes y los ratones que descarados invadan y se adueaban de las chozas, hasta que uno a uno se los fueron comiendo, lo mismo que los gusanos blancos y las hormigas coloradas, llenando los estmagos vacos cuando el hambre se torn insoportable. Amontonados con los corderos y las cabras que los calentaban con sus calenturas jadeantes, sus rostros

14siempre serenos, eran ahora espectros esculidos, estampas de incertidumbre y desesperanza. Sumidos en un sopor fangoso, los prpados hundidos y el corazn oxidado y la piel pegada a los huesos impregnados de olor a humedad, pretendan en vano indagar la floracin de las plantas para ver si Yachup ya se haba ido al otro lado del mundo. En vano esperaban escuchar el canto triunfal del carpintero advirtiendo con su grito el cese del aguacero. En vano intentaban sus ojos perforar la cortina metlica de la lluvia y leer el mapa del vuelo de los loros y las calandrias y ver cruzar el cielo a Law, la serpiente del arco iris, con sus mgicos colores, anunciando que la lluvia ha pasado. En vano esperaban la piedad de Ifwala -el sol- que se dignara en aparecer con su roja cara al amanecer espejndose en el Pilcomayo. Marchita la espera chapaleaban en un tremendal de zozobras y de puta y hedionda soledad ante la terquedad de los dioses que los castigaban sin piedad por algo que hasta entonces ignoraban. En sus magras despensas se haba acabado haca rato el pescado seco, la algarroba y la miel. Ya no quedaba seales de lea seca. El hambre era un grillo que se les meta por el ombligo en la panza, les caminaba por los huesos flacos, les saltaba por las tripas y quedaba crispado en las manos inertes. Intilmente trataban de sacrselo arrastrndose y gimiendo entre los aullidos de los perros que lastimeros vean cmo la muerte triunfal se alzaba con los despojos que iban quedando.

14Amortajados en los pellejos secos, los wichis vean espantados consumirse la esperanza y el fuego mantenido por los hombres a fuerza de dominio histrico en los yesqueros de cola de quirquinchos, se mora no tanto de humedad como de hasto. En los montes, inundados por la avalancha de los cerros, yacan por todos lados, bajo el fango, esqueletos pestilentes de animales putrefactos. La sal del llanto lastimero de los chiretitos, iba hacindose cal en el corazn herrumbrado de las madres con sus tetas chupadas, desagotadas.

(asta aqu)

En los breves y espaciados altos del aguacero, los hombres salan al monte intentando en vano cazar algn animal. Por las noches se sumaba al son constante del repiqueteo de la lluvia el estruendo escandaloso de los estmagos vacos. Conciliar el sueo en aquellas circunstancias era una quimera ms. Pavoridos vieron un da cmo se le presentaron en blanca y muda caravana la legin de sus antepasados difuntos. Trados por un viento helado fueron saliendo en medio de una niebla que de pronto invadi la aldea, traspasando la invisible pared que los separaba. Uno a uno se les fueron presentado a sus parientes. All Thash conoci a los abuelos de los abuelos de su

14madre, a tos abuelos de su padre, a hermanos suyos que haban muerto antes que el naciera, en fin a todos sus antepasados, hasta llegar al primero de su estirpe, fundador del clan. Era un individuo mitad hombre, mitad rocillo, todo velludo, salvaje enteramente, con la mirada nebulosa mirando perplejo su prolfera descendencia. Luego como aparecieron, fueron retirndose silenciosamente hasta perderse tras la cortina de humo y lluvia de los tiempos en medio del rumor creciente de jejenes desmesurados, de sabandijas y caracoles que invadan el espacio y el susurro de los comejenes y gusanos proliferando amenazantes, brotando desde las profundidades abismales de la tierra.

14

************************ Impotentes los shamanes, haban visto fracasar una a una el arsenal de sus en estrategias, de las plegarias con elevadas, las las rogativas, los presentes ofrendados, los rituales practicados cumplidos extremo rigurosidad frmulas prescriptas, pero todo haba sido intil. La causa, sin dudas, no era una simple infraccin. Convencidos de ello decidieron, ante el fracaso del trabajo individual, convocar a travs de los tambores que sonaron sin parar da y noche por tres das a una asamblea general de shamanes de toda la nacin. Escondida en lo profundo del monte donde no llega la luz, al norte del ro, invisible a los ojos humanos, casi flotando entre los pantanos, estaba soterrada entre enormes races, la choza en donde esa noche se hara el ritual, desde donde se invocara al Cuervo, espritu auxiliar de los shamanes, el que puede viajar cruzando irrespetuoso el tiempo, trasladarse por cualquier punto del espacio, volar a la regin de lo sagrado, interpretar la voluntad de los dioses. EL era el que recuperaba los objetos perdidos por las travesuras del zorro, el que rescataba los espritus extraviados que los ahat se robaban cuando la gente era presa del susto, EL descubra las bestias que anidaban en los hedores de las enfermedades que resollaban olores de

14vientos extraos, EL miraba con sus ojos de carbn, lo que estaba ocurriendo en lugares remotos del mundo y observaba con sus ojos de vidrio el tiempo futuro que se estaba gestando en ese instante preciso, y por sus ojos de arena las vidas gastadas intilmente disueltas en el polvo csmico del universo, EL pona y quitaba las pestaas de la respiracin en los ojos del alma... Oscuridad absoluta, rota slo por la chispa verde de los tucu tucu. Reunidos los shamanes iniciaron la ceremonia. Sentados formando un crculo, comenzaron la fumata de sus pipas cargadas con polvo de semillas de cebil, y al comps de los tambores comenzaron el canto que cruz las praderas del cielo, y demoli las barreras invisibles del espacio rompiendo el sortilegio del tiempo. y la pipa cargada que pasa de manos en manos recorriendo la ronda. Una neblina cenicienta hmeda satura el monte oloroso a misterios densos, rfagas de viento helado menean las formas huecas de los aparecidos que merodean sonmbulos soplando en mi nuca. Silbidos de almas y pjaros nocturnos atraviesan la noche, el atajacaminos, mitad pjaro, mitad conejo, con su aletear se cruza en mi senda, su grito gimiente estremece la mortaja de mi piel. Retumban los tam tam, las sonajas en la ebullicin de las venas revueltas. Me aturden los cnticos aullando en lo profundo del chaco. Sudores fros recorren la revolucin de mi cuerpo. Estruendo estrepitoso de una cascada dantesca,

14ensordecedora me enturbia los sentidos... Un zumbido agudo, delirante me penetra taladrando el cerebro, desmembra mi cuerpo, destornilla mi mente... Todo gira y gira, da vueltas y vueltas... lucha de colores, luces rojas que cortan las amarillas, el amarillo se expande y lo devora el ail, mil colores fosforescentes encandilan mis ojos enceguecindome... Lucha de substancias, animales, insectos me invaden, se trepan por mis piernas, se enrollan en mi cuello, asfixindome, se meten por mi boca... Escarabajos cascarudos, cienpis, gusanos ondulantes, caracoles lentos tirando sus babas, alacranes bermejos, venenosos, friolentos... Me agito, me desespero, se retuercen mis fibras, se convulsiona mi estmago, mi mente se fractura en millones de astillas, se enrosca en mis entraas el humo del cebil inhalado. Jadeo, jadeo... El corazn toc toc, toc toc, quiere rajar el pecho... Luego nada ms, la eternidad... Vuelvo a mi, siento el cuerpo adormecido, helado y sin peso. Respiro profundo, profundo sintiendo que el aire llega a cada una de mis clulas. Me relajo.. me relajo salgo lentamente de la prisin del cuerpo y me alejo volando. Despego los prpados pesados, abro lentamente mis ojos .. estoy en una caverna azul en cuyo fondo, donde nace la luz que la inunda, miro estupefacta como en una pantalla de cine pasar escenas de mi vida pasada. Los momentos crticos, situacin lmites, el dolor... aterrada veo como se van corporizando los sentimientos predominantes de aquellos momentos. El apego es una tarntula gigantesca, repugnante, negra y peluda con sus

14cuatro pares de ojos brillantes. Haba fabricado su cueva en lo profundo, bajo la tierra arenosa en la soledad del desamparo. Con incansables movimientos sus largas antenas explora los aromas, graba a fuego las sensaciones. Cazadora de afectividad captura en su red al acecho las presas que caen en la boca y en el entorno de su cueva, mis padres, mi casa, mis hijos, amigos, hombres que tratan de soltarse de la trampa mortfera de sus hilos sedosos y pegajosos. Impotente miro cmo su despliegue nefasto destruye la felicidad de los instantes, araando hacia atrs, arrastrndose al maana. El deseo, una mariposa de alas sutiles pero fortsimas, revolotea sobre mi cabeza tentadora en un vuelo constante. Se posa de flor en flor, de ptalo en ptalo, de todo se aleja insatisfecha. Etrea y sonmbula no sabe lo que busca, trato de apresarla con mis dedos, pero no puedo. Un chillido espeluznante de pronto rompe la escena. Un batir helado de alas ms negras que la muerte me anuncia que EL ha llegado. Ya est aqu... Y l, el Cuervo lleg, respondi a la invocacin... escuch el planteo de los shamanes... bati sus alas inmensas vestidas de noche y vol en busca del ms all, dispuesto a cumplir el encargo... los tambores seguan resonando entre los montes, era casi el amanecer cuando l regres y les dijo: -Es fue lo que pas: El Corderito, el Hijo de la Madre Lluvia, cay por un rayo y qued atrapado en la tierra, se extravi en

14el mundo de los wichs. Los dioses estn furiosos, comprenden su dolor y dicen que los Wichs son culpables por haber cambiado las reglas, dicen que por eso el Corderito se perdi y anda solo y triste por la tierra, sin ayuda, sin poder retornar a su casa del cielo. Mandan que lo encuentren y lo enven de regreso. Para eso deben trasladarse a lo ms profundo del corazn del chaco, donde encontrarn el rbol ms grande de la tierra, all encontrarn al corderito y lo ayudarn a volver con su madre Lluvia. All se dirigieron los wichs. Caminaron en largas y penosas jornadas entre cinagas y pantanos. Luego de varios das de marcha bajo la lluvia, divisaron a lo lejos el gran rbol. Se lo divisaba desde lejos entre la vegetacin baja. Al llegar vieron que estaba totalmente seco, con sus grandes races muertas, retorcidas, desparramadas por sobre toda la extensin de la tierra. Acurrucado entre ellas se encontraba el corderito, un pedacito acurrucado de nube con los ojos ms tristes del mundo mirando desconsolado el cielo. Dispusieron todo y terminados los preparativos, iniciaron la ceremonia. Los shamanes con sus atavos de plumas de suri, pintados los rostros y el cuerpo con crculos y rayas blancas y espirales rojos, comenzaron la danza al ritmo de tambores y sonajas de porongos en torno al gran rbol. Durante toda la noche entonaron cnticos y plegarias en una algazara

14delirante, mientras bailaban haciendo girar sus brazos hacia atrs, hacia adelante, con la cara vuelta siempre al cielo. Casi al amanecer el shamn que presida el grupo, llegado al xtasis dio varias vueltas sobre si mismo, luego dando un grito estridente tom al corderito y trep de un salto a las ramas ms altas del rbol y all lo dej. Los cantos y las plegarias se hicieron ms vehementes, al tiempo que los tambores redoblaron con energas renovadas. Entonces pareci que el cielo se desplomaba. Enloquecieron los relmpagos, la lluvia se hizo ms intensa. Las nubes bajaron lentamente y cubrieron el rbol totalmente, mientras temblores profundos sacudan la tierra... Repentinamente el mundo enmudeci. Los truenos se callaron, fueron retirndose de norte a sur, de este a oeste. La lluvia ces de golpe y las nubes se abrieron despejando el cielo. Un sol radiante ilumin el universo, reflej su risa en las aguas an dormidas del ro. El corderito no estaba ms. Haba retornado a su hogar al fin, al regazo de la Madre Lluvia.

************************* Estoy sentada en la rama de un rbol cado sobre el Ro Pilcomayo. Es de noche, la luna grande y bermeja refleja su espejo en sus aguas mansas, la brisa fresca despeina con caricias mis cabellos, besa blandamente mis ojos. Inspiro

14profundo, inflamo mis pulmones con el aire puro que expande al infinito mi mente, despejando los sentidos. Abro las alas y me desplazo despacio sobre las aguas, vuelo siguiendo la corriente del ro. De pronto oigo una invocacin que viene de lejos, voces, tam tam que insistentes me llaman, hacia all enderezo mi vuelo... miro mi cuerpo y es tenebroso de negro, mi boca es un pico duro y corvo me espanto me desespero... Moiss sigue hablando con voz soolienta, "en algn lugar del universo el nuevo rbol de los matacos ha nacido y ahora sus descendientes deben encontrarlo". Hace un alto... Me mira compasivo, -Te haba advertido, las cosas sabias de los antiguos no se puede contar a los extraos, su espritu es dbil, pero vos no quisiste escuchar ms que tu voz...

Marta Juarez -SelakTartagal (Salta) Argentina

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VOCABULARIO WICHI USADO EN EL RELATO

THALAK: persona anciana, viejo, sabio. WUMEK, tambin significa viejo pero lo usan para referirse a las cosas. WICHI: verdadero nombre del pueblo de los matacos, palabra castiza que significa animal sucio.

YACHUP: los Wichs dividen el tiempo en dos estaciones de acuerdo a la disponibilidad de alimentos. Yachup es la poca de la abundacia. IWOMCHA: llueve, Pethai: tormenta TOKWAJ: Principal personaje de la mitologa wich KAHUJ: Trapo que se cruzan las mujeres en bandolera para cargar los chicos WETE: casa, choza, OWETE, mi casa. LEWETES, aldea, las casas, sus casas

14OCHEJW: mi esposo, mi marido AHAT: spritu de los muertos, cosa tab. AHATAI: diablo, con esta palabra los wich se refieren a los blancos, por lo cual muchas veces de lo traduce directamente como "criollo". KWICHAJ: los wichs ponen el nombre a los hijos al aos aproximadamente,cuando ya muestran aspectos de la persona o carcter por la cual la reconoce. Kwichaj, significa rebelde, iracunda. En la realidad ella fue la primera y nica mujer cacique, rompiendo todas la normas pautada por su cultura. NATISHLANEK: significa jugo de sanda. Naci en el cerco mientras su madre recoga sanda, al nacer parti una sanda y la lav con su jugo. THASI: pjaro hornero, HOSAN: hacha CHIRETE: chicos, palabra muy usual en la toda la poblacin de la zona.

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