el gigantón cabelludo

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F / E-( u f+”**l q PIERRE GONDARD . - i _. . de cultivos andinos

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Cuento popular sobre un mito agrario ecuatoriano.

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  • F / E-( u f+**l q PIERRE GONDARD

    . - i

    _ .

    . de cultivos andinos

  • EL GIGANTON CABELLUDO

  • PIERRE GONDARD

    EL GIGANTON CABELLUDO

    Un mito agrario sobre la rotacin de

    cultivos andinos

    ED ICI ON ES ABYA YALA

    I986 Fonds Documentaire ORSTOM cote: @ .)c 4038 1 EX: 4

  • INTRODUCCION

    Quiero ser honrado con los lectores. No se trata aqu de una leyenda recopilada en algn rincn de los Andes

    ecuatorianos ) sino de la transcripcin de un cuento que yo relataba hace poco a mis nios. En vez de acompan'ar mi voz, mi mente se escapaba desczrbrierzdo en el relato otro sentido: vel'a en l un mito, un mito agrario lleno de ricas enseanzas sobre el origen de la rotacin de cultivos. Su autor desconocido me perdone los cambios y las aadiduras hechas por mi cuenta.

    Seguir& adelante? Me parece percibir una risa burlona de los etndlogos, el desprecio de los agrnomos, los

    sarcasinos de los gegrafos, todos ellos expertos eminentes que probablemente van a lamentar el haber escogido en el seno de su corporacin a un colega tan falto de seriedad.

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  • Qu va! Un cuento nunca ha hecho dao a nadie. Quin sabe? Quizcis le ocurra a usted tambin cotitarlo a SLLS hijos o amigos. ..

    Pierre Gondard

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  • El gigantn cabelludo

    Hace mucho tiempo atrs viva un c-ampesino llamado Tadeo. Un da, compr6 por unos centavos, un lote de terreno.

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    - Y por qu ser que sali tan harato? pregGntab'A!' maravillada Lisa, su mujer. Ests seguro de que sto no nos va a traer problemas?

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    - Seguro que no! contest Tadeo. Es tierra buena ...j te das cuenta! A m me pertenece, slo a m!

    - Quieres decir: ia m! grit una voz tras ellos.

    Tadeo y Lisa sobresaltados, se dieron la vuelta. jCul fue su asombro al ver, junto a ellos, un gigantn cabelludo!

    Tena ojos encarnizados, una nariz redonda y colorada como una remolacha, cejas enmaraadas y largas orejas punteagudas. Sus cabellos estaban erguidos como las pas de un erizo, iy una araa haba tegido all su tela!

  • Su ropa estaba hecha amjos , su pantaln sostenido por piolas, sus rodillas y sus codos peludos aparecan por las partes rotas de su vestido. Y sus brazos eran los ms largos que se hayan visto jams.

    -jLrguese de mi tierra! grit6 con una voz estridente, miestras mova sus brazos como las aspas de un molino de viento.

    - $u tierra? pregunt6 Tadeo.

    - S, tierra ma,,heredada de mi padre giganta

    -Usted no habla en serio! replic Tadeo. Este terrenito acabo de comprarlo.

    -i Lrguese grit nuevamente el gigante, pataleando rabioso. Aqu estaba yo antes que usted.

    - Aqu estoy, aqu me quedo, dijo Tadeo. Esta tierra es ma.

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  • Desafindose, con la barbilla en alto, se encaraban con furia. Ninguno de los dos quera ceder. Entonces, dijo Lisa: -Quizs hay una solucin, Tadeo. T siembras y siegas despus, compartimos la cosecha con el gigante.

    Tadeo no vea claramente lo que poda ganar con ese arreglo. Pero Lisa, con un gesto, le orden callarse y aadi6:

    -Cul mitad de la cosecha quiere usted, gigante? La de encima o la de abajo?

    -La de qu?.

    - Quiere usted quedarse con lo que crece encima de la tierra, o con 1s que crece dentro de la tierra? Con cul de las dos? Escoja, pues ...

    - Coger lo de encima, contest rindose burlonamente jUsted se quedar con las races!

    Entonces,' Tadeo y el gigantn cabelludo sellaron el pacto golpendose las palmas y el gigante se march.

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  • - jMagnfico! dijo Lisa. Papas no ms he de sembrar.

    Despus de arar el lote, Tadeo sembr papas. Con el azadn quit las malezas y cuid de la sementera.

    Al momento de la cosecha el gigantn cabelludo volvi y reclam su parte.

    -Ah. iAqu est usted! dijo Tadeo. Tome todo lo de encima que es suyo: lindas hojas verdes que no sirven ms que para ... pero, en fin, son suyas.

    -jUsted es un vulgar pillo! grit el gigante. jUn infame tramposo! Es todo un engao, un engao ... voy a...voy a...

    - Un pacto es un pacto, gigante. Ahora coja usted sus hojas y vyase!

    - Y qu quiere usted para el prximo ao? pregunt Lisa. Tallos o races?

    -jRaces desde luego! la prxima vez podran quedarse ustedes con los tallos!

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  • Dicho esto, desapareci el gigante cabelludo.

    - Y ahora, qu haremos? pregunt Tadeo a su mujer.

    -Sembrar habas, mi querido marido, el gigante se llevar las races si quiere ...

    Luego de cavar todas las papas y dejar iiuta la tierra, sembr las habas. Semanas despus salieron las plantitas. Y cuando lleg el gigante cabelludo para coger a medias la cosecha, la parcela estaba bonita, parecida a una espesa alfombra verde-azulado que ondeaba bajo el sol y el viento.

    -iBueno! dijo Tadeo. Para mi los tallos, para usted las races.

    El gigante grit rabioso:

    -Otra vez me engaiaste, pcaro sinverguenza! voy a... voy a...

    _...

    -Usted no va a hacer nada, contest Tadeo. Pacto acordado tiene que cumplirse.

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  • - De acuerdo, hijo, has ganado pero el prximo aiio sembrars cebada. Compartiremos la cosecha de la siguiente manera: T empezars por este lado y yo por este otro. Y nos quedaremos cada uno con lo que habremos segado.

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    Tadeo mir los brazos largotes del gigante. El segara mucho ms rpido.

    - No, no es justo, dijo.

    - Hars como digo. De no, te arrepentirs! Gru el gigante pateando el suelo con sus enormes pies y agitando sus brazos peludos.

    - jNo se ponga bravo! dijo Tadeo. No entremos a pelear, por favor!

    Pactaron con un apretn de manos y el gigante se march rindose en forma burlona.

    En seguida, Tadeo puso a Lisa al corriente de lo acordado.

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  • -Tiene brazos largos! segar la cebada diez veces ms rpido que yo. Me temo de que , esta vez, l salga ganando ...

    Lisa se qued pensando un rato.

    -Supongamos que una parte de esta cebada tenga tallos ms duros que la otra parte, dijo. Costar ms esfuerzo cortarla y una de la guadaas tendr que ser afilada ms pronto que la otra.

    Y expuso a Tadeo su plan.

    - iAh! dijo Tadeo, es una suerte que el gigante cabelludo no tenga una mujer tan inteligente como t!

    Tadeo ar su parcela y sembr cebada, mezclndola con semilla de chocho, en el borde de la parte que le tocaba cosechar al gigante. La cebada creci bonita beneficindose con las bolitas de las races de haba del ao anterior, que el gigante, despechado, no se haba llevado.

    Meses ms tarde, el da fijado para la siega, el gigante cabelludo lleg de madrugada. Tena en su mano una hoz

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  • grande, a la medida de sus largusimos brazos.

    Tadeo empez a cortar la cebada por el lado de la parcela que le corresponda a l y el gigante empez por el otro. Tadeo mova su guadaa con un gesto amplio y gil.

    El gigante, en cambio, cortaba dando fuerte golpes, por el tallo leoso de las matas de chocho. Sudaba; jadeaba, se detena.

    -Parece que los tallos ests ms duros por aqu! grit.

    Quizs tena la vista tan mala como la inteligencia.

    -Donde estoy, i todo bien! contest Tadeo.

    El gigante sacaba filo a la guadaa y segua cortando. De vez en cuando, se paraba a secarse la frente con su manga.

    -Ya no puedo ms! gema.

    -jQU raro! contest Tadeo, sin poder disimular el tono burln de su voz.

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  • Yo estoy tan descansado como el carnero que de maanita brinca fuera de la talanquera.

    El gigante cabelludo se esforz de nuevo, moviendo su guadaa con energa desesperada. Pero cada golpe la embotaba y mellaba ms. Al fin, se ech al suelo con rabia. Se march a grandes pasos despus de soltar un jcarajo! y jurar que se vengara al aiio siguiente con o sin pacto.

    Tadeo y Lisa se felicitaron de su nuevo exito. A ms de la cebada de toda la parcela recogieron el chocho sembrado en el borde que corresponda al gigante.

    -Tres aos, tres buenas cosechas, de las que el gigante no se llev nada. Mujer, merecemos ahora descansar y el terreno tambin, dijo Tadeo con un suspiro y una mirada de satisfaccin. Nos ha resultado tan buena tu idea que en adelante volveremos a sembrar en la misma forma, empezando con las papas.

    Al iniciarse la siguiente temporada de cosecha un vecino les cont que una noche, cuando le tocaba el turno de la

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  • acequia, haba visto entrar en la parcela a un hombre altote y flacucho, con costales doblados bajo el brazo. El extrao se ecerc6 a uno de los montones de abono que haban sido depositados all y alarg la mano para llenar un costal, creyendo quizs, que se trataba de granos recin cosechados. El vecino le vio entonces botar los costales, patalear como un loco y alejarse corriendo sin decir palabra.

    Tadeo y su mujer nunca ms volvieron a encontrar al gigantn cabelludo.

    Poco a poco los campesinos de la comarca los imitaron. Las siguientes generaciones siguieron la costumbre de alternar los cultivos an despus de extinguirse la estirpe de los seores que, sin haber trabajado o aportado nada, se llevaban el fruto de la labor de los campesinos pobres.

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  • El gigant6n cabelludo Un mito agrario

    La rotaci6n de TuMrculos - Leguminosas - Cereales, es UR mecanismo eficaz, con el que las culturas andinas protegen y enriquecen las potencialidades del suelo.

    Esta publicacibn es la adaptaci6n de un mito que plasma en un relato, la rotacih de cultivos. El Gigant6n Cabelludo es, en todo caso, la amenaza constante que acecha el trabajo del campesino. El Gigantbn (la carestia, la esterilidad de la tierra),es vencido sblo cuando la tierra es usada segn reglas cuya eficacia ha sido corroborada por la experiencia.

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