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EL FUNDAMENTALISMO ISLÁMICO EN EL MEDITERRÁNEO Por FERNANDO CASTILLO CÁCERES En los últimos quince años se ha producidoen todo el mundo una reapariciónde la religión en el campo de la política, un retorno a un conjunto de valores permanentes en unosmomentos de descrédito de las ideologías laicas. Desde este puntode vista hay que contemplar la influencia de la Iglesia católica en los procesos políticosde cambio producidos en Polonia y Hungría o de la Iglesia ortodoxa en la Unión Soviética. Enel senodelantiguo Imperio Soviético los choques étnicosse han visto teñidosde contenido religioso, como ocurre en el conflicto que mantienen azeríes y armenios; algo semejante sucede en Yugoslavia entre los ortodoxos serbiosy los católicos croatasy eslovenos. La religión como elemento político también ha reaparecidoen la India recrudeciéndose el choque entrehindúes, muéulmanes y sijs, aprovechando la heterogeneidad del país.EnCentroamérica durante los años ochentala penetraciónde las sectas protestantes ha sidomuy intensa, especialmente en paísescomo Honduras o Guatemala. Enlos Estados Unidos, dondelas referencias religiosasdentro del discurso político de Ronald Reagan y George Bushhan sido habituales, probablemente al compás del desarrollo del fenónemo de los «telepredicadores», un mesianismo integrista protestante digno de análisis, la religión ha adquirido un creciente protagonismo político. En el mundo árabeislámico, sobre todo tras la revolución shiíen Iránen el año 1 979, ha ocurrido un fenómeno semejante en un contexto en el cual la 103

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EL FUNDAMENTALISMO ISLÁMICO EN EL MEDITERRÁNEO

Por FERNANDO CASTILLO CÁCERES

En los últimos quince años se ha producido en todo el mundo unareaparición de la religión en el campo de la política, un retorno a un conjuntode valores permanentes en unos momentos de descrédito de las ideologíaslaicas.

Desde este punto de vista hay que contemplar la influencia de la Iglesiacatólica en los procesos políticos de cambio producidos en Polonia yHungría o de la Iglesia ortodoxa en la Unión Soviética. En el seno del antiguoImperio Soviético los choques étnicos se han visto teñidos de contenidoreligioso, como ocurre en el conflicto que mantienen azeríes y armenios;algo semejante sucede en Yugoslavia entre los ortodoxos serbios y loscatólicos croatas y eslovenos.

La religión como elemento político también ha reaparecido en la Indiarecrudeciéndose el choque entre hindúes, muéulmanes y sijs, aprovechandola heterogeneidad del país. En Centroamérica durante los años ochenta lapenetración de las sectas protestantes ha sido muy intensa, especialmenteen países como Honduras o Guatemala. En los Estados Unidos, donde lasreferencias religiosas dentro del discurso político de Ronald Reagan yGeorge Bush han sido habituales, probablemente al compás del desarrollodel fenónemo de los «telepredicadores», un mesianismo integrista protestantedigno de análisis, la religión ha adquirido un creciente protagonismo político.

En el mundo árabe islámico, sobre todo tras la revolución shií en Irán en elaño 1 979, ha ocurrido un fenómeno semejante en un contexto en el cual la

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separación entre religión y sociedad y entre lo que llamamos en OccidenteIglesia y Estado, no se ha producido con anterioridad. Esta circunstanciahistórica supone una tradicional omnipresencia de la religión en lassociedades islámicas y su conversión en un elemento de primer orden de lavida política, especialmente como vía prioritaria de legitimación del poder yreferente último de su ejercicio, incluso para grupos y gobiernos de contenido laico.

En el Islam el retorno, si cabe el término, a lo religioso se ha producido a lolargo de la historia reciente en repetidas ocasiones, coincidiendo siemprecon una situación de crisis. Todos los especialistas, desde Laclan y Lewis aKepel o Etienne, coinciden en relacionar la aparición de movimientos deislamización, con todas las variantes y peculiaridades, con la existencia deunas necesidades políticas y económicas insatisfechas que han llevados aestas sociedades a una situación de crisis intensa. Bernard Lewis esrotundo en este sentido al afirmar que el Islam sigue siendo la base deautoridad más aceptable y, en tiempos de crisis, la única admisible.

El mundo árabe islámico, donde la vida política ha estado determinada porla religión, ha sido definido como una «teocracia de base tgualitaria», siendola charia, la ley islámica, el instrumento por el que se expresa Dios y lanorma que deben aplicar inexcusablemente todos los gobernantes. Laactividad política tiene su legitimación en el poder de la ley, hakimiya, la cuat,al aplicar los principios islámicos, libera al hombre y a la sociedad deltaghut, el poder humano, laico y tiránico. La cha ria, y su expresión por mediode la hakimiya, tiene una capacidad legitimadora superior a cualquierideología de tipo secular. Esta circunstancia hace que cualquier régimenexistente en el mundo árabe musulmán busque en el Islam referenciaslegitimadoras que proporcionen estabilidad. Son buenos ejemplos de estaactitud los Saddam Hussein o Hafez el Assad quienes, apoyándose en unaideología laica como en baazismo, no han dudado en recurrir al islamismocuando ha sido necesario aunar voluntades frente a una amenaza externa.

Este planteamiento teórico, que respaldaba la presencia de la religión en lavida política, tenía tradicionalmente su reflejo práctico en el equilibrio depoder que representaba el cuerpo de funcionarios religiosos frente alsoberano. Como señala Bernabé López aunque en el Islam suní no existe elclero, el personal religioso encargado de la interpretación y culto (ulemas,almuedanos, imanes) ha formado un grupo político que incluso ha sidofuncionarizado como tal en algunos países, Marruecos por ejemplo, con lafinalidad de que los principios islámicos fueran respetados por el soberano.Este equilibrio tradicional en el Islam se rompió en el momento de la

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descolonización con la aparición de los Estados árabes quienes, trassuprimir esa clase política de los ulemas, fueron incapaces de conseguir unverdadero respaldo legitimador por medio del recurso a principios laicos.

Tras la convulsión experimentada en todo el mundo árabe islámico duranteel siglo XIX a causa de la penetración europea en el imperio Otomano, seprodujo una reacción que planteaba la decadencia y la humillación delmundo. árabe con toda crudeza reclamando la necesidad de un «renacimiento)>. La reacción se expresó de dos maneras. Una «corriente laica ymodernizadora» que desde el siglo pasado se inspira en modelos occidentalespara transformar el Islam. sta ha sido una tendencia que ha atravesadosucesivas etapas históricas como la democracia liberal, el panarabismo, eltercermundismo nasserista, el socialismo baazista o el modelo comunista.Ha recogido por tanto los principios de nación, laicismo y solidaridad ajenosa la religión, todos ellos de inspiración occidental. Los integrantes de estatendencia han intentado, en la medida de lo posible, adaptar los rasgosdefinitorios de la política europea al Islam como método para conseguir sumodernización.La otra corriente regeneracionista ha sido la reformista islámica queperseguía la recuperación del Islam sin abandonar la esencia de la religión.El reformismo ¡slámico* inspiró el panislamismo como una reacción frente aldecadente Imperio Otomano intentando compaginar religión y modernidad.Esta corriente se inició con el nacionalismo salafí y continuo con el rigorismowahabi, proclamando una vuenta a la charla y a las fuentes religiosas. Elreformismo islámico evolucionó hasta el activismo político y, al coincidir conun momento de crisis económica e ideológica, dio lugar a la aparición enEgipto de los Hermanos Musulmanes, fundados en el año 1 928 por Hassanel Banna, llamados a tener gran proyección futura. Con esta organizaciónaparece en la vida política activa una corriente igualitarista islámica quepromueve como solución de los problemas de la sociedad una reislamizaciónde la misma. Los Hermanos Musulmanes constituyen un populismoislamista ajeno a la tradición política occidental que, con diferente intensidadsegún las épocas y los países a pesar de la represión sufrida, está presenteen todo el Islam como alternativa política desde los años treinta. Ladicotomía existente entre la corriente laica y la tendencia islámica, revela eldebate en el que todavía se encuentra el Islam desde finales del siglo XIXentre modernidad y tradición, democracia y populismo, universalismo yparticularismo a la hora de contemplar el futuro.

* Salvo mención expresa, todo lo relativo al fundamentalismo se refiere al Islam suní,mayoritario entre los musulmanes, no al shií, una minoría en el seno del mundo árabe y, enespecial, en el Mediterráneo.

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Los movimientos de reislamización, calificados de fundamentalistas ointegristas desde una perspectiva más que etnocéntrica, cristiana, hanconocido a lo largo del siglo XX unos momentos de expansión que hancoincidido con períodos de crisis que han afectado a amplios sectores delmundo árabe islámico. El primero de estos ejemplos fue el desarrollo de losHermanos Musulmanes, muy estimulados por las dificultades políticasegipcias de los años treinta a cuarenta y cinco, fruto del colonialismobritánico, que se combinaron con graves problemas económicos durante laposguerra.

La derrota sufrida en el año 1 967 por las fuerzas árabes en la guerra de losSeis Días frente al Ejército israelí, supuso una enorme conmoción cuyosefectos todavía perduran, especialmente el desprestigio de muchas de lasopciones políticas imperantes en el mundo árabe. El conflicto a pesar de sucorta duración arrastró consigo el nasserismo, es decir al panarabismo,como el elemento supranacional de carácter laico capaz de unir al mundoárabe y satisfacer las necesidades de bienestar, democracia y prestigioplanteadas desde el siglo pasado. El lugar del fracasado tercermundismolaico y socialista de Nasser, y de Egipto como líder del mundo árabe fueocupado por Arabia Saudí, quien implantó tun islamismo tradicional, rigoristay puritano: el wahabismo, cuyos orígenes se remontan a los, inicios delsiglo XIX.

Desde principios de los años setenta la islamización de los regímenesimperantes en el mundo árabe se acentúa, a causa en gran parte delpredominio que alcanza en el mismo Arabia Saudí tras el boicot petrolífero aOccidente en el año 1 973, paralelo al paulatino descrédito de las ideologíasy regímenes laicos, bien socialistas bien liberales. Sin embargo, el desarrolloen todo el mundo árabe de los actuales movimientos islámicos se producea lo largo de los años setenta cuando, tras la quiebra del socialismo árabey de los regímenes surgidos de la descolonización, se lleva a cabo, comoseñala Bernabé López, una désmantelación de las ideologías de izquierda,con la consiguiente reislamización, y una liberalización de la economía hastaentonces centralizada.

Estos cambios provocaron una apertura hacia Occidente, circunstancia quecontrastaba con el auge de la religión, unas secuelas de paro y deuda frutodel reajuste económico y del enorme crecimiento demográfico, así comouna crisis social que dificultaba la instauración del pluralismo democrático.La solidaridad religiosa y el igualitarismo propio del islamismo tenían afinales de los años setenta el campo abonado para su desarrollo.

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En la actualidad, como señala Bruno Etienne, se está debatiendo en elmundo árabe la compatibilidad o no de la democradia y el Islam en unconflicto semejante al que afectó al cristianismo en el pasado cuando seenfrentaban actitudes integristas y ultraconservadoras con teologías liberalesy modernas.

Los movimientos que patrocinan la reislamización, continúa señalando elcitado autor francés, han optado por la «islamización de Ía modernidad>)frente a la secularización, intentando compatibilizar religión y progresótécnico con una posible tradicionalización de la sociedad. Esta operación dedifícil futuro se encuentra en plena expansión en el mundo árabe, endetrimento de posturas partidarias de la secularización, junto a otrasmeramente tradicionalistas.

Los actuales movimientos de islamización se caracterizan entre otrosrasgos por su ruptura con los valores y los regímenes surgidos de ladescolonización, or, el -repudio de la sociedád occidental y el rechazo detoda solución laica para los problemas del mundo árabe, por el fomento deligualitarismo y por la pretensión de adecuar la sociedad y la actividadpolítica al Islam. La reacción contra las secuelas de la liberalizacóneconómica, iniciada desde mediados de los años setenta en la mayoría delos países árabes ha dado lugar al enorme desarrollo de una corrienteislámica de solidaridad denominada «Islam asistencial». Las cofradías ysociedades religiosas de carácter fundamentalista tratan de remediar lascarencias del Estado en las cuestiones asistenciales.

Inicialmente sin ambiciones políticas han llegado a sustituir el Estado allídonde éste no llegaba y, partiendo de su base en las mezquitas, han creadouna sociedad paralela a la oficial con intensos lazos de solidaridad. Estavertiente pietista del islamismo ha permanecido en un segundo plano desdela revolución iraní y el apogeo del denominado «islamismo golpista orevolucionario», especialmente activo en Egipto, donde el presidente Sadatse convirtió en una de sus víctimas. Entre los años 1979 y 1985 se haasistido a la proliferación de pequeñas organizaciones, muchas de ellasshiíes, muy extremistas, financiadas y apoyadas por Irán, cuya influenciareal no ha sido muy grande.

Estos movimientos, muy radicales y activos, fueron duramente perseguidospor las autoridades de los diferentes países árabes, al contrario de lo queocurría con las organizaciones islámicas-piadosas, las cuales al gozar degran arraigo popular disfrutaban de una cierta tolerancia y del apoyofinanciero de Arabia Suadí. La acentuación de la crisis económica y socialde los países árabes durante los años ochenta, con sus secuelas de

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desempleo, agravado por el gran crecimiento demográfico, y el choque delmodelo árabe con el occidental así como la escasa representatividad ylegitimidad de los gobiernos, fortalecieron a estos grupos llevándolos alterreno político.

El Frente Islámico de Salvación (FIS) de Argelia es el mejor ejemplo de comolas organizaciones de reislamización populares, basadas en las cofradíascon objetivos asistenciales, se han convertido en una fuerza política deprimer orden al gozar de las libertades propias de régimen democrático,aunque esta circunstancia no suponga la aceptación de este sistema por losfundamentalistas.

Las transformaciones políticas y económicas desencadenadas en el mundoislámico desde los años setenta, a raíz de la crisis de los regímenes basadosen el socialismo panarabista, así como la presión y la crecienteimportancia de las organizaciones fundamentalistas han provocado unareislamización de la sociedad árabe en su integridad. Los diferentes Estadoshan reaccionado incorporando principios inspirados en la charia a susConstituciones (Egipto, Siria o Mauritania en 1 991), al tiempo que hanfomentado la religiosidad de los actos de gobierno (vgt., Argelia antes de1988). Por otra parte, al ser el islamismo una ideología apropiada para unmomento de crisis, se ha querido vincular de forma exclusiva el desarrollodel fundamentalismo islámico con las dificultades que atraviesan las clasespopulares en el mundo árabe en los últimos años, identificándose mecánicamente integrismo con pobreza, especialmente en el Magreb. Conviene tenerpresente que el crecimiento de las organizaciones islamistas han sido unfenómeno que ha afectado bááicamente a las clases populares urbanas,aquellas que más sufren las contradicciones del desempleo, de las altastasas de mortalidad y natalidad de la miseria de los suburbios, pero tambiénincluye a otros grupos sociales ya que los estudiantes y algunos profesionaleshan nutrido las filas del islamismo político, aunque en menor proporción quelas masas urbanas más empobrecidas.

El populismo islamista, que cuenta con un difuso programa basado en lamoralidad de la vida pública y en no pocas dosis de demagogia, se impuso enArgelia con ocasión de las elecciones locales de junio del año 1990, alsuperar al FLN, cuyos dirigentes se vieron incapaces de mantener elrégimen de partido único debido a las protestas populares. La participaciónexitosa de los Hermanos Musulmanes en las primeras elecciones legislativasjordanas tras varias décadas de gobierno sin representación, junto con loséxitos del FIS en las elecciones argelinas, ha abierto un nuevo panoramap1ara el islamismo al plantearse la necesidad de una repuesta al dilema

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acerca de la compatibilidad entre democracia e islam, que dista deencontrarse resuelto, especialmente en el caso norteafricano.

La reacción de los regímenes árabes ante el. fenómeno del islamismo havariado de unos países a otros dando lugar, según Bernabé López, a variostipos de actitudes gubernamentales, que coinciden con otras tantasmanifestaciones de movimientos islámicos, sujetos a los cambios que unasituación extremadamente volátil pueda aportar.

Entre las diferentes posturas podemos citar el <(modelo egipció y tunecino»,caracterizado por el control o represión de los movimientos islámicos. EstosGobiernos han negado legitimidad a estas organizaciones procurandomantenerlas al margen del juego político, al tiempo que las ácusan deconspirar y estar sometidas a los manejos de una conspiración internacional.Entre estos países se puede incluir también a Siria, donde el Gobiernobaazista de Assad ha llevado a cabo una intensa y. sangrienta represesiónde los Hermanos Musulmanes. En el polo opuesto se encuentra el «modelojordano». En este país las elecciones llevadas a cabo en. el año 1 990 hanarrojado un impresionante triunfo de los Hermanos Musulmanes, fruto de ladecisión gubernamental de considerar de idéntica forma a todas lasideologías, incluida la islamista.

Esta coherencia democrática jordana también parecía caracterizar almodelo argelino el cual, tras fracasar en su intento de conciliar islamismo yel régimen del FLN, había optado por la vía jordana incorporando al FIS a lavida política. Sin embargo,, el temor a un triunfo de los fundamentalistas enlas elecciones llevó al Gobiérno de Benyedid a realizar una reforma electoralsemanas antes de los comicios. Esta medida, que revela lo poco extendidoque están los usos democráticos en los países árabes perjudican notablemente al FIS, lo que desató la’ violencia y estimuló la división interna. Elresultado ha sido un fuerte golpe para la aún no nacida democracia argelina,agravado por la insurrección islámica de junio del año 1991, y la posteriordetención de sus dirigentes, que ha interrumpido el proceso de transición yha colocado al Ejército en el centro de la vida política del país. Estacircunstancia ha culminado en enero del año 1992 cuando tras la dimisióndel presidente argelino Benyedid, un acto que ha supuesto un auténticogolpe de Estado blando, se ha suspendido la segunda vuelta de unaselecciones que fueron ganadas arrolladoramente por los islamistas en suprimera vuelta. El miedo a un triunfo del FIS ha interrumpido la transición ala democracia y el normal desarrollo electoral.

También ‘en Jordania se rompía en julio del año 1991 el consenso quemantenía a los Hermanos Musulmanes en el seno del Gobierno. El rey

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Hussein optó por desembarazarse de unos aliados opuestos a cualquier tipode acuerdo con Israel precisamente en un momento en que las iniciativas depaz tomadas por los Estados Unidos estaban arrojando un balance positivo.Tampoco sería ajena a esta medida la retirada por Washington. de lassanciones económicas impuestas a Jordania a raíz de su actitud en laguerra del Golfo. En el año 1 991 los integristas jordanos se han convertidoen unos incómodos compañeros de viaje para el trono, de ahí que el recursoa la trama conspirativa, que posiblemente tenga algunos extremos deverosimilitud, haya sido el método utilizado una vez más por un gobiernopara marginar al islamismo como fuerza política. El «método marroquí» secaracteriza por lo que Bernabé López llama la «funcionarización del islam»al fusionarse en la persona del Monarca religión y Estado. Marruecos es unpaís en el cual la política como actividad laica ha calado en la sociedad,actuando los grupos alrededor de los dos extremos de la dialécticaprogresismo y tradicionalismo. Este proceso, al margen de lo desvirtuadoque pueda estar el sistema de partidos, viene funcionando desde laindependencia. Sin embargo, el elemento clave sigue siendo la persona delMonarca, capaz de contener las aspiraciones de otras fuerzas, incluidas lasfundamentalistas.

Es evidente que en el mundo árabe hay amplios sectores que confían en laislamización de la sociedad, como único camino para resolver los grandesproblemas planteados y no resueltos en el presente siglo. Todas estascuestiones constituyen una especie de irredentismo árabe que ejerce unagran presión sobre la vida política.

Entre las cuestiones que afectan más intensamente al mundo árabe estánlas ansias de democracia de las masas y la división entre élites ygobernados; las aspiraciones del bienestar y desarrollo; el rechazo y, almismo tiempo, la atracción ejercida por Occidente; el sentimiento dehumillación causado por las victorias de Israel y el intervencionismooccidental. Todas estas aspiraciones, la mayoría viejas reivindicacionesque provienen incluso de la época colonial, han servido para nutrir las filasdel islamismo en la última década.

Tanto el Islam asistencial como los movimientos políticos fundamentalistasamenazan la estabilidad de los actuales regímenes ya que aparecenrevestidos de una legitimidad y con un respaldo popular con el que nocuentan la mayoría de los gobiernos árabes. Sin embargo, la falta desoluciones concretas y de perspectivas así como una equívoca actitudhacia el juego democrático, limitan la futura proyección e influencia de estasorganizaciones. .

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La vocación insurreccional y mesiánica de los líderes islámicos provocandesórdenes que son rápidamente aprovechados por regímenes nadaexperimentados en la práctica democrática para reprimir a los islamistaS,dando lugar a un clima de violencia que no favorece la estabilidad ni elestablecimiento de un régimen de libertades, como ha sucedido en Argelia,donde el Ejército es de nuevo el árbitro político.La disociación existente entre gobernantes y gobernados en algunos paísesislámicos se ha puesto de manifiesto especialmente con ocasión de lasegunda guerra del Golfo, ya que han sido numerosas las adhesiones queha conciliado Saddam Hussein entre las masas árabes y los movimientosslámicos, especialmente magrebíes. Aunque la mayoría de los analistaspreveían que la derrota iraquí iba a desencadenar un desarrollo delfundamentéliéfló ricam iteírnparable,1a h ha sido bien distintaya que, al conceder su apoyo al líder iraquí, en muchos casos haciendo gala.de unas considerables dosis de demagogia, los movimientos islámicos hanperdido la financiación tradicional que provenía de Arabia Saudí y apenashan logrado algo más que la movilización callejera de la población de lasgrandes ciudades sin llegar a amenazar seriamente a los gobiernos, loscuales han demostrado una gran habilidad al tratar con los islamistaS.

En lo que se refiere a la situación actual de los movimientos islámicos en elMediterráneo caben apuntar diferentes rasgos que pueden extenderse alárea denominada «Mediterráneo ampliado», la cual acogería a los países deOriente Medio debido a lainfluenCia qué ejercen los acontécimiefltOs deesta zona en todo el ámbito del Mare Nostrum.

En orimer lugar hay que señalar la creciente importancia política de losmovimientos fundamentaliStaS, todos ellos de credo sunf, que ha rebasadolos tradicionales límites de Egipto, donde los HermanOs 1vusulmafleS hansido una importante fuerza política desde los años treinta y cuarenta.El Magreb en su conjunto, Jordania, Palestina así como, en menor medida,Siria y Turquía tienen en la actualidad importantes grupos fundamentalistaSque, en algunos casos, controlan ciertas institucionS tanto locales comoestatales por medio de su participación en la vida política. Este es un rasgofundamental que distingue a movimientos como el FIS argelino o losHermanos Musulmanes jordanos, de aquellos grupos terroristas islámicossurgidos en Egipto, Líbano o Kuwait tras la revolución iraní, cuya actividadhoy día ha desaparecido al compás de los nuevos aires de Teherán.Mención aparte merecen regímenes tan singulares como el libio, donde elcoronel Gaddafi aplica la óharia pero sin renunciar a principios de clarocontenido panarabista, y el existente en Sudán, donde impera un régimen

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fundamentalista que no está muy lejos del wahabismo saudí y al que losdiferentes gobiernos norteafricanos achacan la inspiración de todos losmovimientos integristas.

Ha sido en el Magreb. donde los movimientos islámicos han conocido unmayor desarrollo y donde el futuro es al mismo tiempo más incierto. Laaparición pública del Frente Islámico de Salvación en Argelia en el año 1 989,como organización capaz de romper el régimen del partido único implantadopor el FLN tras la «revuelta de la sémola», ha transformado el panoramapolítico argelino. Esta organización se caracteriza por un programapopulista, fruto de los antecedentes del FIS como organización asistencial yreligiosa, apoyado desde las mezquitas, y por el recurso a las movilizacionesde masas y el despliegue de una intensa demagogia populista.

Con este bagaje el FIS ha recogido el descontento popular y conseguidoimponerse al FLN en las elecciones locales de junio de año 1 990, pasandoa controlar numerosos ayuntamientos. Sin embargo, el futuro para el FIS esdifícil de adivinar, en especial tras I reflujo experimentado por laorganización islámica a causa de la mala gestión municipal, de susequívocas posturas hacia la democracia y la detención de sus líderes. Hay,que señalar que la inicial aceptación del juego político democrático por elFIS, como organización islámica más representativa, supuso un factor deestabilidad para el sistema político argelino nada desdeñable. Por otra parte,la posibilidad de efectuar una transición desde un régimen autoritario a unopluralista se reforzaba al aceptar, al menos en principio, el Gobierno argelinola participación de los movimientos islámicos como un grupo político más,en pie de igualdad con otras fuerzas.

Sin embargo, subsisten importantes tendencias hacia actividades extrañasal juego democráticopor parte del FIS quien, haciendo gala de su populismo,recurre con frecuencia a las movilizaciones de masas e incluso a laviolencia. Esto puede dar lugar a que el FIS se convierta exclusivamente enun partido de marginados, ajenos al sistema político o bien sé produzca unaescisión entre un sector radical, encabezado por Ah Belhadj, partidario de laactividad extraparlamentaria, y otro más moderado, probablemente guiadopor el carismático Abassi Madani, aunque este último tampoco pareceaceptar plenamente las reglas de la democracia.Los graves acontecimientos de junio del año 1 991 producidos en Argeliadebido a la huelga general insurreccional convocada por el FIS, han dadolugar a la intervención del Ejército argelino para reprimir los disturbios, a ladebilitación del poder civil, a la práctica ilegalización del movimiento

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islámico argelino y, en suma, a la interrupción del proceso ‘democratizador alaplazarse la convocatoria de elecciones legislativas previstas para elverano. La división en el seno del FIS tras los acontecimientos de junio se haacentuado, en especial después de la detención de la cúpula dirigente delmismo, pero no parece que este grupo islamista vaya a aceptar el juegopolítico ni que vaya a contribuira la estabilidad democrática argelina.

El futuro del integrismo puede deparar cualquier cosa, desde la confirmaciónde la división del movimiento fundamentalista entre un ala radical y otramoderada, inclinada a la participación democrática, hasta la aparición dealgún movimiento terrorista de tipo islámico, pasando por el acceso delpoder del FIS. En cualquier caso la estabilidad política y la democraciaargelina son las perjudicadas.

También parece difícil la situación de Túnez, donde el islamismo es unafuerza poderosa desde finales de los años setenta, pero que no ha logradoser reconocido ni legalizado tanto por el régimen de Burguiba como por el deBen Ah. El Movimiento de la Tendencia Islámica, rebautizado como EnNahda (Renacimiento), ha sufrido la marginéción en los comicios deposburguibismo a pesar del respaldo e influencia social con que cuenta,dando lugar a que la democracia tunecina, diste de estar completada. Lailegalidad en que se ha visto sumido el islamismo en Túnez ha radicalizadoa parte de los miembros de En Nahda, mientras .parte de sus integrantesprocuraban desvincularse de actividades antidemocráticas. La división delmovimiento islámico entre una tendencia radical.y otra moderada, algo queempieza a ser habitual, se ha puesto de relieve en mayo del año 1 991,cuando el Gobierno tunecino anunciÓ la detención de numerosos civiles ymilitares relacionados con un presunto intento de golpe de Estado destinadoa establecer un régimen islámico.

La escasa trasparencia de todo lo relativo a los islamistas, junto altradicional hermetismo del Gobierno tunecino hacia estos grupos, planteandudas acerca de la veracidad de la conspiración, la cual ha servido paradesactivar al grupo En Nahda y enviarlo a las prófundidades del exilio y laclandestinidad, donde seguro no se inclinará precisamente hacia lasprácticas democráticas., La expulsión del islamismo político fuera delsistema y apelar a su descalificación mediante el recurso a la conspiraciónexterior —en este caso de origen sudanés— están lejos de favorecer elestablecimiento de un sistema pluralista, a su vez amenazado por lospropios fundamentalistas.

Las noticias sobre la conspiración tunecina han servido para revelar laextensión social alcanzada por el movimiento islámico en este país. Hasta

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ahora ha existido una tendencia tradicional a vincular casi exclusivamente alislamismo con sectores casi marginales de la sociedad. Se ha supuesto quelas organizaciones fundamentalistas se nutrían únicamente de los sectoresmás desarraigados y empobrecidos de las sociedades islámicas, localizadosen las periferias urbanas, alimentados por una inmigración incesante, frutodel enorme crecimiento demográfico, hasta hace poco casi natural. Se creíaque sólo entre aquellos que estaban más afectados por la crisis económicay sobre todo por el desempleo, podía extenderse el islamismo. Aunque esinnegable que las masas populares ciudadanas representan el caldo decultivo inmediato para las nuevas tendencias políticas surgidas de lareligión, no puede afirmarse que las organizaciones islamistas esténdefinidas en exclusiva por las clases populares y los sectores marginales delas ciudades. Tanto en Túnez como en Argelia, Egipto o Jordania, lasformaciones fundamentalistas agrupan en sus filas a estudiantes, funcionarios,miembros de las clases medias y de las Fuerzas Armadas. Esto supone apriori unas mayores posibilidades de influencia y proyección social delislamismo en la vida política.

En Marruecos, el islamismo, como la vida política en general, estácontrolado en gran parte desde las más altas instancias del Estado graciasal caráctér religioso de la monarquía alauita. La condición de chorfa, dedescendiente del profeta, que tiene Hassan II junto con su reconocidahabilidad política, caracterizada por la volatilidad de sus decisiones y laausencia de reglas morales, ha permitido que el islamismo diste de ser unafuerza política importante en el país magrebí. -

Cosa muy diferente es la influencia alcanzada en el seno de la sociedadmarroquí por las organizaciones de tinte fundamentalista. Aprovechando latradicional proliferación y ascendiente en la vida social y religiosa desantones y morabitos, el islamismo ha impregnado la sociedad marroquí pormedio del desarrollo de grupos que unen a su actividad religiosa otras quepueden incluirse entre las que caracterizan al «Islam asistencial». Estacircunstancia puede permitir en el futuro la conversión a la política de estasorganizaciones religiosas, aunque el panorama actual no permite cifrarlo acorto plazo.

La creciente ola de antioccidentalismo destada a raíz de la intervenciónmultinacional entre amplios sectores del mundo árabe, ni ha tenido lasconsecuencias que se pensaba ni ha sido capitalizada por las organizacionesislámicas. Tan sólo resultó ser un motivo de movilización coyuntural,especialmente en el Magreb, que no ha radicalizado el sentimiento de amorodio hacia Occidente que existe entre las masas árabes.

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Coincidiendo con los momentos de mayor tensión en las sociedades árabesa causa de la guerra del Golfo, surgieron voces que llegaron a señalar lainminencia de poco menos que un levantamiento general de las masasislámicas en los países árabes, especialmente en los magrebíes. Azuzadaspor las orgánizaciones fundamentalistas, estos acontecimientos darían lugarmuy probablemente a la aparición de alguna república islámica en lospaíses más afectados La realidad ha sido distinta. No sólono ha habido unfortalecimiento del islamismo político, sino que incluso cabe hablarglobalmente de un reflujo generalizado de su influencia tras la derrota iraquía causa de la clausura de sus fuentes de financiación y del período derepresión abierto contra las organizaciones integristas.

La división causada en el seno del mundo árabe islámico a causa de lasegunda guerra del Golfo ha tenido su reflejo en la actividad de lasorganizaciones fundamentalistas. Tras haber desplegado continuas accionesde masas en apoyo de Saddan Hussein y en contra de la coaliciónmultinacional, la realidad no ha pasado del ámbito testimonial. La habilidadpolítica de personalidades como Ben Ah o Hassan II, capaces de torcersecomo el bambú cuando sopla el viento islámico, y la frustración deexpectativas tras sucesivas convocatorias de huelga, se han unido al cadavez más agotado discurso político de los islamistaspara dar como resultadouna menqua eh el ascéndiente de estas organizaciones.

Esta situación ha llevado a los distintos grupos integristas a plantearse susituación ante la liberalización política emprendida en diferentes paísesárabes. De su aceptación o no a participar en el nuevo sistema tambiéndepende en parte el éxito de estos procesos democratizadores. La actituddejas organizaciones ante esta cuestión no es homogénea, ya que hansurgido disensiones internas, ni uniforme en los distintos países;

Como hemos visto el FIS argelino, a pesar de su popuhismo y lasmovilizaciones de masas de las que tanto gusta, parecía que había aceptadoel régimen multipartidista participando en el juego político electoral, sinembargo a causa de la reforma electoral emprendida por el Gobierno, lesivapara los intereses islámicos, se han producido los acontecimientos de juniodel año 1991, una serie de disturbios que han demostrado la preferencia delFIS por las movilizaciones callejeras antes que por las urnas. Su participaciónen las elecciones en diciembre del año 1991 ha permitido a los islamistasobtener una importante victoria que ha obedecido al descontento argelinocon el FLN y a la crisis económica.

Marruecos, que parece iniciar éste año un tímido proceso de normalizacióndemocrática siguiendo ejemplos vecinos, no parece que cuente con

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oposición violenta al sistema úna vez suparada la intensidad de lossentimientos desatados a raíz del ataque multinacional sobre Irak. Jordaniaparece experimentar un proceso semejante al argelino. Los HermanosMusulmanes jordanos, en coalición con otras fuerzas políticas, consiguieronun resonante triunfo en las elecciones legislativas celebradas el año 1989que permitió colocar en la Presidencia del Parlamento de Amman a unislamista.

La iniciativa del rey Hussein de liberalizar y democratizar el sistema políticojordano, aceptando la participación de todas las ideologías y tendencias, fuebien acogida por la principal de las organizaciones político-religiosas delpaís, quien aceptó su integración en la vida pública. Con la participación entas elecciones legislativas, los Hermanos Musulmanes jordanos no sóloasumieron aparentemente las reglas del sistema multipartidista, sino quetambién normalizarón su presencia en la vida política y social del país,abandonando una clandestinidad desestabilizadora.

El beneficiado con esta actitud fue el proceso de liberalización político y laestabilidad del Monarca hachemita el cual, tras sortear los difícilesmomentos de la guerra del Golfo, pudo profundizar en la democratización delpaís al aprobarse una Constitución pluripartidista. Sin embargo, la actitud delrey Hussein parece haber cambiado radicalmente en el verano del año 1991a causa, una vez más, de los acontecimientos internacionales. Lasiniciativas americanas para solucionar el problema palestino han encontradoun rechazo frontal en los grupos islámicos jordanos, opuestos a cualquieracuerdo en Israel. Esta circunstancia, expresada institucionalmente a travésde una declaración parlamentaria, corttrasta con la favorable actitud del Reyjordano hacia el. Plan Baker, consciente de la necesidad que tiene derecuperar el apoyo americano. Si en el pasado las circunstancias aconsejabanacercarse a las organizaciones islámicas, en la actualidad lo coherente,según el Gobierno y el Monarca, es alejarse de las mismas. Esta rea!politik,este pragmatismo a ultranza, dista de ser un elemento estabilizador para lasociedad jordana. El resultado ha sido la desarticulación de los HermanosMusulmanes jordanos acusados, una vez más, de conspirar para derrocar elgobierno mediante un golpe de Estado y seguir instrucciones del exterior.

En Egipto y en Túnez el futuro y la situación de las organizaciones islámicases también confusa, especialmente en el país magrebí. El régimen de Ben Alíal optar por la represión y la marginación del islamismo como opción política,continuando en la línea dura marcada por Burguiba, se encuentra condificultades para efectuar una verdadera liberalización política del régimentunecino. Recluir en el gueto de la clandestinidad a En Nahda y a otras

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organizaciones fundamentalistas menores dará lugar a que la democraciatunecina sea incompleta, a que se radicalicen losmovimientos islámicosmediante una política de oposición ajena al sistema y se eternice unproblema, el de la integración del islamismo en la política del país.

La represión como única . alternativa ofrecida por los gobiernos a lasorganizaciones islamistas no puede contemplarse como una opcióndefinitiva, sobre todo teniendo en cuenta que todos los regímenesimperantes en los países árabes están impregnados de islamismo, al querecurren con frecuencia los dirigentes. Por otra parte, los diferentesprocesos de liberalización emprendidos por lós distintos gobiernos con laintención de establecer un régimen pluripartidista no pueden culminar conéxito si no incluyen a los fundamentalistas, los cuales representan a ampliossectores de la sociedad.

Estos grupos, sometidos a todo tipo de coacciones cuando no a la purarepresión, no pueden sentirse inclinados a participar en un sistema quetiende a su marginación. Como señala un dirigente tunecino de lo quepodemos designar como la facción moderada de En Nahda, Abdelfata Muru,las organizaciones islamistas deben convertirse en una versión árabe de lademocracia cristiana, separando religión y política aunque aceptando laconformación de la segunda por la primera. En suma, un partido islámicoque acepte el multipartidismo y aporte soluciones modernas para losproblemas que tienen planteadas las sociedades islámicas, pero conservandola inspiración religiosa.

En Egipto, tras el enorme desarrollo experimentado por los movimientosradicales islámicos en los años setenta, muy estimulados con el ejemplo dela révolución iraní shií, que culminó con el atentado que costó la vida alpresidente Sadat, la represión gubernamental y el desgaste de la luchadiaria han acabado por limitar las actividades políticas de los gruposislámicos integristas. Por el contrario, el peso del Islam en la vida socialegipcia tiene una creciente importancia especialmente entre los estudiantesuniversitarios, ya que la influencia de la religión entre estos medios secombina con la ácción fundamentalistas en aquellas áreas de la da socialen las que el Estado no interviene, básicamente la educación y la sanidad.

De nuevo aparece la vertiente asistencial del fundamentalismo, supliendo alEstado y desarrollando un componente solidario e igualitario muy importantey de gran repercusión en la sociedad egipcia. Conviene tener presente queen el país del Nilo, el fundamentalismo político tiene una importancia y unatradición nada desdeñable a la hora de contemplar el futuro. Los HermanosMusulmanes, nacidos en Egipto, constituyen una fuerza política de conside

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rable influencia que no acaba de integrarse en sistema político egipcio, cuyofuncionamiento democrático se encuentra profundamente viciado, ni acabande reconocer el pluripartidismo a pesar de a participación electoral y lospactos que ocasionalmente llevan a cabo. Los Hermanos Musulmanesposeen un gran ascendiente que traspasa las fronteras de Egipto. Seccionesde la organización fundamentalista existen en Jordania, Siria, Sudán oKuwait y todas ellas mantienen tesis cercanas a los postulados elaboradospor Hassan el Banna. Populismo, igualitarismo, rechazo de Occidente yretorno al islam como sistema político y jurídico son los pilares sobre los quese apoya el corpus ideológico de los Hermanos Musulmanes, pocoinclinados a las prácticas democráticas.Hay que resaltar también la enorme influencia ejercida por esta organizaciónsobre otros grupos islamistas tanto egipcios como tunecinos y argelinos.Esta capacidad no se ha mermado a pesar de la represión ejercida por losdiferentes Gobiernos egipcios, incapaces de acabar con la organización, lacual ha sido el tronco del que han surgido grupos más radicales y activos.La estabilidad del Gobierno en Egipto pasa por la incorporación delislamismo al sistema político, al igual que sucede en el resto de los paísesárabes, evitando el tradicional recurso a la mera represión que se harevelado como una práctica incapaz de solucionar el problema de laintegración del islamismo en la política.

Una verdadera democratización de la vida política egipcia, extensiva a todoslos grupos, es la única forma de estabilidad duradera. Hemos visto como enJordania el rey Hussein al abandonar prácticas tradicionales tendentes amarginar a las organizaciones islámicas, consiguió afirmar ocasionalmenteel proceso de democratización emprendido y vincular a los grupos islámicosal Gobierno al conciliár su apoyo. Sin embargo, la fragilidad del sistema eraextrema, lo que obligaba al Monarca a efectuar complicadas piruetaspolíticas como las que llevó a cabo con ocasión de la guerra del Golfo alencontrarse entre la espada israelí y la pared iraquí. La aparición pública delos islamistas jordanos ha coincidido con un período económico ypolíticamente crítico que se ha traducido en el desgaste de esta tendenciatras una inicial expansión de su influencia. Esta circunstancia junto con elcambio experimentado durante el año 1991 en las relaciones entre Jordania,el mundo árabe y Occidente, han llevado al Monarca hachemita adistanciarse de los fundamentalistas.En Palestina, en los territorios ocupados por Israel, se ha producido unfenómeno digno de atención: la creciente importancia de la organizaciónfundamentalista Hamas desde el comienzo de la Intifada. Su implantación haido creciendo día a día desde hace aproximadamente cinco años,

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superando en muchas áreas a la OLP, con la que ha llegado a tener inclusomás de un enfrentamiento armado. Este fenómeno pone de relieve lapérdida de influencia de la OLP, y en especial de Al Fatah el grupo seguidorde Yaser Arafat, en el interior de Israel, así como la radicalización de lospalestinos tras varios años de Intifada, de represión israelí y de falta deperspectivas. Todavía minoritaria, cabe pensar que esta organizaciónislámica puede aumentar su importancia entre los habitantes de losterritorios ocupados, si no se consigue ningún acuerdo que permita iniciarcon eficacia la solución del problema palestino.

Hamas es una organización islamista que reclama un palestinismoextremista basado en la religión, haciendo del antisionismo la principalobligación del creyente. Aislada en el interior y sin poder manteneradecuados contactos con otros grupos, esta organización se radicalizaprogresivamente contribuyendo a que las posiciones de Israel y lospalestinos se distancien aún más. Su implantación y estructura, de la que setienen pocos datos, parece que es intensa en Gaza. En cualquier caso suinfluencia entre los palestinos crece día a día, en especial a medida que lasposibilidades de negociación entre ambas partes se alejen. En el futuroHamas quizás tendrá que ser tenida en cuenta tanto por el Estado de Israelcomo por la OLP y otras fuerzas palestinas.

Si la organización, islámica Hamas se ncorpora a la oposición palestinareconocida se podrá evitar que se convierta en un grupo extremista con muyprobables inclinaciones hacia la práctica terrorista. Un rápido acuerdo entreIsrael y los países árabes ante la cuestión palestina pueden debilitar almovimiento pero cabe aventurar que el radicalismo de Hamas e impediráaceptar una solución moderada.

Líbano representa un caso aparte en el panorama del islamismo mediterráneo.En primer lugar por la dudosa existencia de la entidad política que recibe esenombre; en segundo lugar, por la extrema instrumentalización que hansufrido y sufren las organizaciones fundamentalistas libanesas por otraspotencias árabes, Iéase Irán, Siria o Arabia Saudí y, en tercer lugar, por serlos más importantes de sus grupos integristas de obediencia shií, al contrariode lo que sucede en los restantes países árabes.

Esta tendencia islámica ha tenido su implantación histórica en el centro ysur del país, donde los shiíes han sido siempre prácticamente mayoritarios,especialmente en el mundo rural. Amal y i-jezbolláhson fruto de todo loanterior. El primero y más numeroso de los grupos fundamentalistas que,como toda organización política libanesa cuenta con su ejército privado, esun estrecho aliado de Siria frente a los proiraníes de Hezbollah, cuyas

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acciones armadas han estádo caracterizadas por el fanatismo y elterrorismo más elemental. Estos grupos a pesar de su común tronco decreencias religiosas, mantenían serias diferencias, derivadas de las relacionesentre sus patronos políticos, que incluso han desembocado en enfrentamientosarmados.

El acercamiento de Siria a Occidente y su participación en la expedicióncontra Irak unido al aperturismo emprendido en Irán han transformado elpanorama político libanés. En el año 1991, tras el desarme de la mayoría delas milicias por el Ejército libanés apoyado por Siria, quien con la anuenciade Occidente ha convertido a Líbano en un cuasi protectorado, laimportancia de Ama! ha disminuido considerablemente. Algo semejante haocurrido con los proiraníes de Hezbol!áh, quienes están perdiendo el apoyodel Gobierno de Teherán, más ocupado en atraer créditos occidentales y enaprovechar la debilidad iraquí. La liberación de rehenes efectuada a lo largodel verano del año 1991 es buena muestra de este cambio de actitud iraníy de la debilitación del Partido de Dios.

En resumen, en el Mediterráneo islámico, se ha producido en los últimosaños una progresiva expansión de los grupos islamistas de la vida política,interviniendo directamente en los incipientes procesos democráticos iniciados

- en algunos países, como prolongación de una tradicional influencia en lasociedad. El discurso político de la mayoría de estas organizacionesislámicas se ha basado en el populismo, cuando no en la demagogia simple,en la mezquita y en las movilizaciones de masas, lo que no impide que enocasiones se debata la aceptación y la participación en el juego político. EnArgelia y Túnez, países que aplican diferentes tratamientos hacia los gruposislámicos que van de la tolerancia a la represión, las dos principales entre

• estas organizaciones, el FIS y En Nahda, experimentan un proceso dereestructuración que parece traducirse en la división entre dos sectores.

Uno de ellos, el más radical, es partidario de continuar con las movilizacionesde masas y las actividadesconspirativas, reticente a la hora de aceptar elsistema democrático. Prefiere ahondar en la línea de oposición demagógica,recurriendo a métodos antidemocráticos, al antioccidentalismo y a lasmezquitas como órgano de expresión, pero sin dar ninguna respuestacoherente a los problemas económicos, sociales, políticos, todos ellosacuciantes, que tienen planteados el conjunto de las sociedades árabeislámicas. El otro sector existente en el seno de las organizacionesfundamentalistas, más moderado, se inclina por la aceptación del multipartidismo, por la participación en’ el sistema democrático plenamente, por laasunción de sus reglas de juego y la aproximación a unos presupuestos

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poUticos no estrictamente religiosos pero sin abandonar la inspiraciónislámica. Este grupo de islamistas moderados intenta de nuevo conciliar lademocracia y la religión, elaborando respuestas efectivas a los tradicionalesproblemas existentes y optando por participar en la vida política sin recurrira los medios de que se ha servido el fundamentalismo en su vertienteasistencial: las cofradías y las mezquitas.

Este sector moderado intenta mirarse, según el líder islamista tunecinoAbdelfata Muru, en el espejo de la democracia cristiana y convertir a losgrupos fundamentalistas en partido político, en una «democracia islámica».Esta opción en caso de imponerse daría al sistema político una estabilidadque no le proporciona la marginación y la represión ejercida sobre losintegristas.

En las últimas décadas y en todo el mundo árabe el islamismo haaumentado su influencia tanto en la sociedad como en la vida política, algoque han recogido todos los Estados, desde Marruecos a la propia Turquía.En muchos áasos el islamismo ha irrumpido con mayor o menor fuerza, pordistintos caminos y diversa fortuna, en la política de estos países. al compásde la crisis radical que atraviesa el mundo árabe islámico. La religiónaparece, como ha ocurrido en muchas ocasiones a lo largo de la historia,como una fuerza política más, que busca su lugar y presenta una serie dealternativas tradicionales donde han fracasado, por diferentes razones, otrosmodelos.

Hoy día se repite en el Islam el problema de la vinculación entre la políticay la religión, entre el desarrollo de una serie de elementos, como losderechos y libertades fundamentales, de origen occidental, y su aplicacióna través de instituciones democráticas y el mantenimiento de la tradiciónreligiosa y cultural del Islam. Es un dilema que debe resolverse, junto conotros muchos planteados, si el mundo árabe quiere mejorar una situación decrisis interna que no le abandonan desde que Occidente llevó a cabo larevolución industrial y ambas culturas chocaron con desigual fortuna.

En los últimos meses, a raíz de la segunda guerra del Golfo, parece habersefrenado el constante avance del islamismo en las sociedades árabes, dandolugar a unos efectos diferentes de los que la mayoría de los observadoreshabían previsto.

No sólo no se ha producido una explosión de descontento entre las masasárabes proiraquíes ni su alineamiento masivo con los fundamentalistas, sinoque incluso se ha registrado un retroceso de la influencia integrista en elmundo árabe excepto en el Magreb. El discurso islámico se ha agotado en

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sí mismo por su impotencia y reiteración ante el conflicto, pero tiene elatractivo del castigo a los gobiernos actuales. Su falta de respuestascoherentes y su recurso constante a la movilización, ha alejado a parte delas masas árabes de sus filas. Es previsible que el futuro aún contemple unaposible rebaja global de la influencia, islámica a causa de la pérdida de lafinanciación saudí, constante y fructífera desde principios de los añossetenta. Los petrodólares, también de origen kuwaití, han permitido a losintegristas montar las estructuras del Islam asistencial, por lo que ladesaparición de esta corriente de dinero a causa del apoyo prestado al líderiraquí Saddam Hussein por los fundamentalistas con ocasión de la invasióndel emirato de Kuwait, será una pérdida irreparable.

Podemos aventurar que los recelos ante la aparición de una repúblia islámicaen el Mediterráneo es una circunstancia extremadamente improbable, por loque los temores de Occidente ante una avalancha emigratoria y a unosefectos incontrolados en otros países árabes vecinos carecen de base. Hayque señalar también la represión desencadenada en los meses de mayo ajulio del año 1991 en Túnez, Argelia y Jordania contra los grupos islamistas,dando como resultado la desarticúlación de las principales organizaciones yla prisión desus dirigentes.

El dilema ante el futuro está planteado en varios frentes ¿Aceptarán lospoderes establecidos que han iniciado, maigre Iui, procesos de liberalizaciónpolítica y económica tratar al islamismo como una opción política más?¿Mantendrán los gobiernos embarcados en esta transición política unaactitud verdaderamente democrática que permita participar en el sistema atodas las fuerzas políticas en pie de igualdad? ¿Qué actitud tomará elEjército ante una presión constante por parte del islamismo? ¿Renunciaránlos fundamentalistas a actitudes violentas y demagógicas y aceptarán elsistema pluripartidista de manera expresa? ¿Se conseguirá un acuerdo depaz que permita solucionar el problema palestino? ¿Conseguirán dar losgobiernos de turno respuestas adecuadas a la crisis económica y social queafectan a los países árabes, especialmente a los magrebíes? Sin duda lasrespuestas a estos interrogantes condicionarán el futuro, un futuro que losacontecimientos argelinos del año 1991 pintan de negro a causa de lavocación insurreccional del FIS y a la presencia del Ejército como arbitro ycentro de la vida política, y cuya primera víctima será la democracia.

No se puede concluir sin señalar la actitud occidental, etnocéntrica y, en lamayoría de los casos, ignorante de la historia y realidad del Islam, cuando nointeresada, a la hora de tratar la cuestión del islamismo político. Teniendo encuenta los exiguos datos existentes sobre el fundamentalismo islámico los

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escasos especialistas dedicados a cuestiones del mundo árabe y lasensacionalista y vulgarizadora actitud de los medios de comunicación, sepuede constatar que casi todo Occidente se mueve entre la confusión, eldesconocimiento, los lugares comunes, e incluso el racismo a la hora decontemplar el fenómeno del islamismo.

Todo ello no contribuye a la mejor comprensión del problema del integrismoni al acercamiento entre dos sociedades que, como la europea y la árabe,comparten gran part de su historia en común, se encuentran a pocoskilómetros de distancia y, en consecuencia, están condenadas a entenderse.El Mediterráneo no puede ser el escenario, una vez más, de la resurecciónde las tesis de Henri Pirenne cuando cifraba en la amenaza árabe la causade la ruptura de la unidad del mar y el origen de una época de dificultadespara Europa. El nuevo orden mundial proclamado a los cuatro vientos exige,para ser nuevo, que las relaciones entre Occidente y el mundo árábe seefectúen en pie de igualdad, desinteresada cooperación y comprensiónentre ambas culturas.

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