el fenómeno es el aspecto que las cosas ofrecen ante nuestros sentidos

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El fenómeno es el aspecto que las cosas ofrecen ante nuestros sentidos; es decir, el primer contacto que tenemos con las cosas, lo que llamamos experiencia. Del griego "phainomenon" (lo que se muestra, lo que aparece) en general, lo que se manifiesta directamente a los sentidos, lo que puede ser objeto de una observación empírica. Para Platón, además, dado el carácter secundario, derivado, de la realidad sensible (lo que es una copia de las ideas) el término adopta el significado de "apariencia", que es cuando lo sensible es diferente de la lo que también llama como verdadera realidad. En algunas escuelas filosóficas, se consideró que la esencia verdadera de los objetos es lo que “estaba oculto”, más allá de la apariencia del fenómeno, y el intento del conocimiento era revelar eso oculto como esencia. Kant hace una separación entre lo que es fenómeno y lo que el llamaría el noúmeno. El rastro de Kant nos deja una nueva pista en el cruce de caminos entre empirismo y racionalismo a la hora de analizar la percepción de los objetos. ¿Esto qué quiere decir?, pues que para Kant cuando nosotros observamos un objeto no solo percibimos lo que nos dan a entender nuestros sentidos sino algo más. En primer lugar podríamos definir el Fenómeno. El fenómeno no es la cosa en sí misma, no es la esencia sino la forma en que a ti se te presenta. Podemos llegar a pensar que no es el fundamento del conocimiento como diciendo lo puro la verdad, el momento en que comprendo la cosa no está aquí, pero ¡ojo!, el fenómeno es fundamental pues entra a jugar un papel importantísimo en nuestro conocimiento. Cuando yo veo un objeto (mi celular por ejemplo) percibo una serie de información, mi cerebro capta la dureza del plástico, la movilidad, los colores y empiezo a comprender lo que estoy observando gracias a que en mí se concentran una serie de

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El fenómeno es el aspecto que las cosas ofrecen ante nuestros sentidos; es decir, el primer contacto que tenemos con las cosas, lo que llamamos experiencia.

Del griego "phainomenon" (lo que se muestra, lo que aparece) en general, lo que se manifiesta directamente a los sentidos, lo que puede ser objeto de una observación empírica.

Para Platón, además, dado el carácter secundario, derivado, de la realidad sensible (lo que es una copia de las ideas) el término adopta el significado de "apariencia", que es cuando lo sensible es diferente de la lo que también llama como verdadera realidad.

En algunas escuelas filosóficas, se consideró que la esencia verdadera de los objetos es lo que “estaba oculto”, más allá de la apariencia del fenómeno, y el intento del conocimiento era revelar eso oculto como esencia.

Kant hace una separación entre lo que es fenómeno y lo que el llamaría el noúmeno. El rastro de Kant nos deja una nueva pista en el cruce de caminos entre empirismo y racionalismo a la hora de analizar la percepción de los objetos. ¿Esto qué quiere decir?, pues que para Kant cuando nosotros observamos un objeto no solo percibimos lo que nos dan a entender nuestros sentidos sino algo más.

En primer lugar podríamos definir el Fenómeno. El fenómeno no es la cosa en sí misma, no es la esencia sino la forma en que a ti se te presenta. Podemos llegar a pensar que no es el fundamento del conocimiento como diciendo lo puro la verdad, el momento en que comprendo la cosa no está aquí, pero ¡ojo!, el fenómeno es fundamental pues entra a jugar un papel importantísimo en nuestro conocimiento. Cuando yo veo un objeto (mi celular por ejemplo) percibo una serie de información, mi cerebro capta la dureza del plástico, la movilidad, los colores y empiezo a comprender lo que estoy observando gracias a que en mí se concentran una serie de recuerdos de otros celulares similares, otras percepciones previas.

Pero eso no es suficiente porque, por un lado, esas cosas que percibimos sensiblemente cuentan con una realidad abstracta. Del mismo modo que hay cosas no tangibles hay conceptos en nuestra vida que no podemos palpar como la amistad, el amor, el ser… ¿Cómo los percibimos?, ¿cómo sabemos qué y cómo son si no los podemos comparar con otros? Pues he ahí la cuestión porque en nuestra percepción contamos con una realidad que él dice Nouménica de conceptos abstractos a la que podemos acceder desde nuestra conciencia moral. Cuando miro mi celular me transmite esto, me trae recuerdos, eso es el objeto en sí, eso es mi celular y no solo un objeto, eso es el Noúmeno.

Diciéndolo de una manera más formal, el término fenómeno tiene un sentido especial en la filosofía Kantiana, al poner en contraposición el concepto de fenómeno con el de noúmeno. Los fenómenos constituyen el mundo tal como lo

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percibimos, en oposición al mundo tal como existe independientemente de nuestra experiencia que Kant llama «la cosa en sí misma» (Das Ding an sich). Según Kant, el ser humano no puede conocer las cosas-en-sí-mismas, sino solamente las cosas tal como las experimenta. Por lo tanto, la Filosofía se debe ocupar de tratar de comprender el propio proceso de la experiencia.

El concepto condujo a una corriente de la filosofía conocida como Fenomenología. Entre las figuras señeras de ésta figuran Hegel, Husserl, Heidegger y Derrida.

Heidegger

La filosofía de Heidegger es solamente una filosofía del ser del hombre. La región ontológica que preocupa a Heidegger es la filosofía de un ser: la existencia humana. Descartes partía del cogito, del yo, para llegar a establecer el ser de Dios. Heidegger parte del ser humano, a diferencia de Descartes se queda en el ser humano: el existente, el ser-ahí (lo que llamaría el Da Sein), un ser que vive en la angustia y en la nada, en un ser que está en el mundo, en un ser que está en el tiempo y en un ser que es para la muerte, un ser para quien es inevitable el morir.

La angustia del hombre es indiferenciada (osea que a diferencia del miedo que es ante algo concreto), para Heidegger la angustia es una forma del miedo, es una experiencia privilegiada que revela que la nada tiene sentido y, en alguna forma, está presente.

Al hombre lo define Heidegger como un ser-en-el-mundo, y no concibe ni la trascendencia ni la inmortalidad. La existencia del hombre es existencia del hombre aquí, en esta tierra a la cual el hombre está adherido.

El mundo es lo que rodea al hombre, está hecho de instrumentos, distancias, lejanías, presencias. Es el mundo en que se vive porque es el mundo que el hombre transforma al vivirlo. El espacio concreto del mundo en que se vive es el espacio que se espaciliza.

El en, o sea como el hombre está en el mundo: Heidegger dice que el hombre está en el mundo como caído, está : “en estado de yecto”. Heidegger da a la palabra caída un sentido solamente descriptivo, no religioso. El hombre se encuentra en el mundo sin saber de hecho cual es su origen y sabe que su destino es la muerte, además está en presencia de otros hombres y éste encontrarse con los demás lo remite a su propio ser: el ser de quien esta en el mundo y está en el mundo con los demás.

El ser del hombre esta tejido en la madeja del tiempo, con tres tiempos: el pasado será el sido o lo que para el hombre ha sido; el presente auténtico el presentar, o el estar viendo ahora un mundo, unas personas y un yo auténtico; el futuro será un advenir, un correr al encuentro y, es la muerte la última posibilidad. Adquieren

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ahora pleno sentido las experiencias de la nada y de la angustia. La nada es la nada del hombre; el hecho de que, desde que nace, empieza a morir y se dirige constantemente al encuentro de esta nada, es la revelación, en un estado de espíritu privilegiado, de su existencia auténtica.

Heidegger era agnóstico, en su filosofía no tomó en cuenta a Dios para nada. Como todo filósofo existencialista tenia preocupación por la muerte, angustia en su existencia, una necesidad de comunicación con los demás que se antoja imposible, el anhelo de una libertad íntima, ante la sociedad o el medio físico que los rodea y una sensación de desamparo que llamó caída. Creía solucionar todo en la poesía, que revelaría el ser, todo esto se lee en su obra El ser y el tiempo. Transcribo: nuestro ser es precisamente “sucesiones de difunto”. El otro ser —Dios, la trascendencia, la vida eterna— sigue siendo realidad “sin fondo”. Heidegger fue el más extremado nihilista de nuestro tiempo, ya que no dio ninguna solución a diferencia de Sartre que dijo que la ausencia de Dios era necesaria para que el hombre viviera en libertad y fuera responsable de su destino. Y se estará de acuerdo o no, pero Sartre si dio una solución.