el estado militar argentino: doctrina de seguridad nacional, terrorismo de estado y violencia

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Facultad de Filosofía y Letras UNAM Colegio de Estudios Latinoamericanos Historia de América Latina Siglo XX II García Ponce de León Cynthia Marisol El Estado Militar argentino: Doctrina de Seguridad Nacional, terrorismo de estado y violencia Introducción Dentro del presente ensayo me interesa señalar la influencia de la Doctrina de Seguridad Nacional en el plano ideológico, así como también las implicaciones que ésta tuvo en el modelo del Estado Militar argentino, que si bien nació antes del último periodo dictatorial (1976-1983), que fue el más violento en la historia argentina, evolucionó y tuvo características específicas en su accionar y permanencia. El terrorismo de estado y la violencia son factores imprescindibles alrededor de este tema. Las Fuerzas Armadas de América Latina adquirieron un papel de suma importancia en el contexto posterior a la Guerra Fría. A partir de las ideas anticomunistas y las

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Describir la influencia de la Doctrina de Seguridad Nacional en el plano ideológico, así como también las implicaciones que ésta tuvo en el modelo del Estado Militar argentino

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Page 1: El Estado Militar argentino: Doctrina de Seguridad Nacional, terrorismo de estado y violencia

Facultad de Filosofía y Letras UNAMColegio de Estudios Latinoamericanos

Historia de América Latina Siglo XX IIGarcía Ponce de León Cynthia Marisol

El Estado Militar argentino: Doctrina de Seguridad Nacional, terrorismo de estado y violencia

Introducción

Dentro del presente ensayo me interesa señalar la influencia de la Doctrina de

Seguridad Nacional en el plano ideológico, así como también las implicaciones

que ésta tuvo en el modelo del Estado Militar argentino, que si bien nació antes del

último periodo dictatorial (1976-1983), que fue el más violento en la historia

argentina, evolucionó y tuvo características específicas en su accionar y

permanencia. El terrorismo de estado y la violencia son factores imprescindibles

alrededor de este tema.

Las Fuerzas Armadas de América Latina adquirieron un papel de suma

importancia en el contexto posterior a la Guerra Fría. A partir de las ideas

anticomunistas y las medidas paranoicas que Estados Unidos tomaba para la

aniquilación del “enemigo”, el hemisferio occidental se encontraba en un estado de

guerra permanente. Así fue como se adoptó esta ideología, no sólo en Argentina y

no únicamente desde Estados Unidos, pues también existió una influencia

francesa y alemana en este caso, sino también en las demás dictaduras militares

que tuvieron lugar en el continente desde los años 50 a los 80, aproximadamente.

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Así pues, para dar sentido a mi primer cometido, será necesario identificar y

caracterizar a las fuerzas armadas de la Argentina como un modelo militar

pretoriano. Este concepto será desarrollado en su momento, no obstante, es

importante mencionarlo porque, a mi juicio, es la ligadura entre terrorismo de

estado, violencia y seguridad nacional. El ejemplo más tangible de ello sería el

llamado Proceso de Reorganización Nacional, periodo en el que la clase militar

ejerció un importante poder político en la sociedad, legitimando el uso de la fuerza

de manera permanente. El golpe de marzo de 1976 representa el punto álgido de

esta característica.

Los servicios de inteligencia, hay que señalar, jugaron un papel importante

en el desarrollo del estado militar y se relaciona directamente con la violencia

política extendida, no sólo dentro de la Argentina, sino también a nivel continental.

La razón: se combatía la agresión interna del comunismo a nivel continental; esto

quiere decir que las fuerzas armadas asumieron una actitud de responsabilidad

frente a la problemática, así como también el derecho de intervenir en los brotes

subversivos que se suscitaran en los países aledaños, como fueron los casos de

Nicaragua, El Salvador o Guatemala, por ejemplo. La amenaza comunista no sólo

se limitaba a la agresión externa de la URSS al mundo occidental, es por ello que

las fronteras nacionales se desvanecían en la lucha hemisférica contra un mismo

enemigo: el comunismo. Los servicios de inteligencia eran oficiales pero también

clandestinos y tenían el apoyo directo de la fuerza aérea y también de la marina.

Es importante reconocer que la seguridad nacional no fue implementada a

partir del 24 de marzo de 1976. Si bien a partir del golpe de Estado dado por el

general Jorge Rafael Videla alcanzó su mayor apogeo, desde tiempos peronistas,

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incluso, existieron los servicios de inteligencia. La seguridad nacional se adoptó

por influencias extranjeras, que es necesario mencionar para justificar de mejor

manera el terrorismo de estado

Finalmente, hace falta caracterizar, también, la mentalidad militar a partir de

la contrainsurgencia. La cultura del miedo fue implementada desde el ámbito

psicológico, así como también la creencia de que la amenaza comunista pretendía

conquistar la psique de la población y así estimularla a crear movimientos

insurgentes. Es imprescindible para el presente trabajo tocar el tema de las

desapariciones y la tortura como una táctica distintiva del periodo 1976-1983, ya

que fue el mecanismo principal para la implementación del terror y la violencia. La

metodología represiva de los militares fue plenamente justificada y avalada por la

Doctrina de Seguridad Nacional.

Desarrollo

Contrainsurgencia, influencias extranjeras y la mentalidad militar como

elementos clave en la implantación de la Doctrina de Seguridad Nacional en

la Argentina

La llamada guerra de contrainsurgencia es un elemento clave de la Doctrina de

Seguridad Nacional al ser el legítimo uso de las políticas represivas estatales,

valiéndose de medidas tanto legales como ilegales con el fin de destruir a los

grupos insurgentes a través de tácticas militares. Desde tiempos de la Guerra Fría

en los países latinoamericanos que se implantaron las dictaduras militares, la

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contrainsurgencia fue usada como medio de búsqueda del enemigo interno a

través de operaciones bélicas al interior del país. En el caso argentino, como en

otras dictaduras latinoamericanas, el uso de esta táctica tiene que ver

directamente con influencias extranjeras.

Tanto los centros de formación de las Fuerzas Armadas de los Estados

Unidos, donde se impartían conocimientos tácticos y estratégicos con especial

énfasis en la formación ideológica y doctrinal, así como las corrientes de

pensamiento francés desarrolladas a partir de las guerras de Indochina (1945-

1954) y Argelia (1954-1972), constituyeron la justificación racional de esta actitud

antisubversiva que fue adoptada por los militares argentinos, así como por otros

gobiernos militares a lo ancho del hemisferio occidental. Esto al tratarse de una

necesidad de defensa colectiva contra el expansionismo comunista.

En el caso argentino, es importante señalar que en la Escuela Superior de

Guerra de la Argentina, la doctrina contrarrevolucionaria francesa fue un

importante tema de estudio, así como también la amplia difusión de la misma en

diversas revistas militares argentinas. Las fuerzas armadas argentinas adoptaron

principios e ideas que dejaron huella en las regulaciones militares antisubversivas

de la Argentina.

El “bien común” –en apariencia- se convirtió en un compromiso importante

para las fuerzas armadas, adquiriendo así un carácter mesiánico difundido entre

los oficiales. Así pues, la doctrina ideológica-militar francesa de la guerra no

convencional combinada con los principios y técnicas estadounidenses ideológicas

usadas en Vietnam, enriqueció la experiencia argentina en la represión ideológica

tanto para la defensa externa como para la interna.

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La seguridad nacional empieza a hacerse presente en los ideales argentinos y las

fuerzas armadas toman otro rumbo, esto debido a una fijación hacia el enemigo

interno que derivó en una desviación del estamento militar. Para entender mejor

esta idea, en palabras de Prudencio García:

“Al no ser ya el choque contra Ejércitos extranjeros en el campo de

batalla su finalidad prevista, sino contra otro enemigo absolutamente

diferente en su ubicación y características, los Ejércitos

latinoamericanos dirigieron sus ojos, sus mentes y sus energías hacia

otra tarea de muy distinta naturaleza: la de vigilar, controlar y perseguir

a ese otro enemigo: […] la “acción subversiva comunista”, el gran

enemigo común de obligada eliminación”.1

Las fuerzas armadas, como ya se mencionó anteriormente en la

introducción ejercieron un fuerte poder político a través de un aparato estatal

militarizado sobre una sociedad también militarizada y controlada a través de la

violencia y el control policial, así como también un control psicológico que

reprimiría toda acción subversiva que pudiese presentarse.

El comportamiento y mentalidad militar tienen una importancia mayor en la

caracterización del último periodo dictatorial de la Argentina. Al tener un enorme

poder político, el estado militar que preponderó en los años 70 y en específico el

caso argentino, constituye un modelo que fusiona lo militar con la seguridad

nacional respondiendo a los cánones del contexto posterior a la Guerra Fría y las

influencias estadounidenses. Así, la seguridad se presenta como un elemento

necesario para un desarrollo normal de la sociedad y su estabilidad. En este caso,

1 García, Prudencio (1995). El drama de la autonomía militar. Argentina bajo las Juntas Militares. Madrid, Alianza Editorial, 1995, p 41-42.

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el estado militar construye un “enemigo interno” que se manifiesta a través de la

subversión. Esta construcción es la justificación de la persecución y la violencia

que se vivió en los años 70 en Argentina.

La última dictadura argentina como muestra del modelo pretoriano en

América Latina

Existen estudios sociológicos que explican el comportamiento de las instituciones

militares en relación con su contexto y la sociedad en que surgen. A partir de estos

estudios, el Proceso de Reorganización Nacional puede ser encajado en alguno

de estos análisis.

Por ejemplo, Charles Moskos establece dos modelos de comportamiento de

las instituciones militares: el institucional y el ocupacional. En el primero

predominan los valores y las normas tradicionales que se basan, por ejemplo, en

conceptos como “lealtad”, “deber”, “honor”, “patria” e intereses que van más allá

de los personales en aras de un bien superior. El segundo modelo es todo lo

contrario y es mejor representado por los ejércitos modernos, donde el interés

personal predomina sobre el de la organización militar. Las Fuerzas Armadas

argentinas que protagonizaron el golpe de estado del 76 encajan en el modelo

institucional, ya que para poder contener la efervescencia social de los años 70 en

Argentina, había que tener un ejército que creyera en esos valores que enuncia

este modelo, los cuales fueron indispensables para asegurar el orden social.

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Existe otro estudio teórico-sociológico que sirvió para caracterizar al último

régimen dictatorial argentino. Amos Perlmutter, profesor de la Universidad de

Harvard, hace referencia al modelo de Ejército pretoriano de “tipo dirigente”, el

cual consiste en métodos represivos y no subordinación al poder estatal, sino en

cambio, intervenciones militares en la vida política y social de la nación mediante

el uso de la fuerza “asegurando así la autonomía de la institución militar respecto

al poder civil al que consideran “su área exclusiva”, reclamando la condición de ser

los únicos en el entrenamiento y uso de las armas para la defensa de la nación”.2

Esta autonomía puede ser explicada a través del accionar independiente de

a Triple A, como fuerza paramilitar de ultraderecha en la lucha antisubversiva, esto

porque rechazó al poder civil para evitar el desorden político. Es decir, actuó sin el

mínimo cuidado por la reacción de la sociedad y el posible daño que causaría su

actuar sin ninguna regulación.

El modelo pretoriano de “tipo dirigente” está sin duda plasmado en el sector

militar que promovió el golpe de estado contra el gobierno de María Estela

Martínez de Perón, esto es por las siguientes razones:

1) Los militares tenían un acuerdo en el diagnóstico de la crisis y la forma para

atacar y restablecer el “orden”: el populismo peronista frenaba el desarrollo del

capitalismo y servía como “filtro” para la entrada del comunismo, por eso había

que atacarlo desde dentro;

2) Las Fuerzas Armadas actuaron de manera represiva e ilegal con el objetivo de

hacer prevalecer la unidad institucional;

2 Fabián Gustavo Anastasópulus, (2012), “La represión en la dictadura militar argentina. Violencia y terrorismo de Estado” (1976-1978). Máster universitario en historia contemporánea, p 26. [disponible en: http://zaguan.unizar.es/record/9631/files/TAZ-TFM-2012-1154.pdf].

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3) La lucha antisubversiva legitimó el régimen militar. No existían posturas

neutrales ya que, al adquirir un prestigio social frente al resto de la sociedad, o se

estaba con ellos o en contra de ellos.

El 24 de marzo de 1976 se consumaron estas características al darse el

golpe de estado. Ante la opinión pública nacional e internacional, el primer año del

último periodo dictatorial fue presentado como un gobierno que se preocupaba por

la seguridad, sin embargo, siempre negó las desapariciones, los secuestros, la

tortura, la existencia de clases clandestinas, aceptando sólo la existencia de

muertos en enfrentamientos de rutina. La arrogancia pretoriana, como lo señala

Prudencio García, continuó en los siguientes dos años y, particularmente en el

Mundial de fútbol llevado a cabo en Argentina en 1978, donde la dictadura militar

disfrazó y negó la masacre y persecución de que eran víctimas los ciudadanos.

Sin embargo, al año siguiente y respondiendo a la falta de temor ante la

opinión pública que el estudio de Perlmutter señala, en el Día del Ejército,

celebrado el 29 de mayo, el general Videla, al ser cuestionado sobre los miles de

desaparecidos, su respuesta fue que hasta entonces el ejército había cumplido su

misión, dejando en claro que el país estaba limpiándose del enemigo. Su

respuesta: “No hay desaparecidos, sino ausentes para siempre”, es de las más

emblemáticas de la historia reciente de la Argentina.

No obstante este tipo de gobierno tuvo un progresivo descenso a principios

de la década de los 80 como resultado de la magnitud de la protesta social y

presión internacional, así como también la pérdida de control de la economía y el

impacto político que ella tuvo. La seguridad empezó a resquebrajarse y el

gobierno militar se vio obligado a cambiar de táctica.

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Así se pasó del modelo pretoriano de “tipo dirigente” al modelo pretoriano de “tipo

árbitro”, por su característico temor a la opinión pública, completamente contrario

al modelo de principios de la dictadura. Cabe destacar que en abril de 1980 la

OEA dio a conocer un informe de Derechos Humanos donde se constata que

entre 1975 y 1979 hubo graves y numerosas violaciones a los derechos

fundamentales de las personas, además de afecciones “al derecho a la vida, a la

libertad, la seguridad y la integridad de las personas, así como a la justicia.

[…]daba como comprobado el sistemático empleo de la tortura, y concluía que los

miles de desaparecidos habían sido muertos por las fuerzas militares y de

seguridad que ejercían la represión”.3

Dada la denuncia, la Junta Militar justificó esta situación en lugar de

mostrarse arrogante y darle poca importancia, con el argumento de que, de

acuerdo al estado de necesidad en que el orden político y social se encontraba

frente a la disgregación nacional, el Estado tuvo que defender la estabilidad y su

legitimidad valiéndose de los “métodos más aptos para tal necesidad”. Sin más ni

menos.

Conclusiones

A partir de un enfrentamiento ideológico entre dos grupos radicales –la derecha y

la izquierda- la década de los 70 en Argentina resultó ser la más violenta de la

historia de ese país. Más aún, el contexto político y social mundial aumentó la

tensión entre estos dos bloques. El mundo dividido hizo que otros mundos se

dividieran al interior.

3 García, Op. Cit., p 320.

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Creo que la importancia de estudiar la mentalidad militar y relacionarlo con el tema

de la seguridad nacional, el terrorismo de estado y la violencia, descansa en la

forma que tomó el último periodo dictatorial en la Argentina. Es interesante que la

violencia siempre estuvo presente incluso desde el periodo democrático peronista,

el cual, también tiene sus particularidades. Tanto los grupos de extrema derecha

como los de extrema izquierda reprodujeron la violencia y la justificaron con

argumentos hasta cierto punto deleznables, puesto que, aún así, ese supuesto

orden y paz que se perseguía en principio, de acuerdo a lo que se sabe en torno al

tema, nunca llegó.

El concepto de seguridad se deformó a partir de las influencias extranjeras,

cuyas medidas aplicadas en este continente no resultaron del todo funcionales,

puesto que la realidad es otra, no obstante, de acuerdo a los estudios sociológicos

acerca de los estados militares, América Latina fue tendiente al estado militar

debido a su situación económica y social en el contexto posterior a la Guerra Fría.

Bibliografía

García, Prudencio (1995). El drama de la autonomía militar. Argentina bajo

las Juntas Militares. Madrid, Alianza Editorial, 563 pp.

Fabián Gustavo Anastasópulus, (2012), “La represión en la dictadura militar

argentina. Violencia y terrorismo de Estado” (1976-1978). Máster

universitario en historia contemporánea. [Disponible en:

http://zaguan.unizar.es/record/9631/files/TAZ-TFM-2012-1154.pdf].

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