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EL ENFOQUE TRANSPERSONAL [1] [1] Ponencia presentada en el IV Encuentro Internacional de Desarrollo Personal efectuado en Valparaíso, Chile, del 31 de Julio al 03 de Agosto del 2002. Alejandro Celis H. ORÍGENES.- El enfoque Transpersonal nace oficialmente al interior de la psicología en 1969, cuando se funda en EEUU la Asociación de Psicología Transpersonal y el Journal of Transpersonal Psychology, producto de los esfuerzos de Abraham Maslow, Anthony Sutich y Stanislav Grof. Los dos primeros ya habían trabajado juntos en la generación de la Asociación de Psicología Humanista, corriente que había significado un importante cambio de paradigma a inicios de esa década, principalmente en la psicología, la salud, la educación y el mundo de las relaciones laborales. A fines de los 60, sin embargo -una época particularmente activa en cuanto al surgimiento de nuevos paradigmas y tendencias- cantidad de personas que se habían adscrito al movimiento Humanista en busca de nuevos horizontes, había ya descubierto que éstos podían ampliarse más allá de lo que habían imaginado, principalmente respecto al potencial del ser humano. La nueva permeabilidad que se había producido entre Oriente y Occidente había permitido a los occidentales familiarizarse de un modo más masivo con las enseñanzas de las religiones y misticismo oriental. A diferencia de las religiones cristianas -que enfatizan el rol del dogma y la fe-, el énfasis general de religiones como la Budista se halla en las experiencias que se obtienen a través de ejercicios muy concretos y prácticos. De este modo, cantidad de personas pudo experimentar de primera mano las experiencias místicas descritas en textos orientales. Obviamente, antes de esto existía cierto conocimiento de lo que Oriente podía aportarnos -por ejemplo, a través de los libros de Hermann Hesse, Aldous Huxley, Thomas Mann y una diversidad de poetas o, en el ámbito de la psicología, los de William James (1902) y Richard M. BŸcke (1901)-, pero podríamos decir que desde esa época esto fue un fenómeno más generalizado. El contacto con el Oriente permitió el acceso a enseñanzas hasta

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Page 1: El Enfoque Transpersonal Celis

 

EL ENFOQUE TRANSPERSONAL[1]

 

[1] Ponencia presentada en el IV Encuentro Internacional de Desarrollo Personal efectuado en Valparaíso, Chile, del 31 de Julio al 03 de Agosto del 2002.

 

Alejandro Celis H. 

ORÍGENES.-

 

El enfoque Transpersonal nace oficialmente al interior de la psicología en 1969, cuando se funda en EEUU la Asociación de Psicología Transpersonal y el Journal of Transpersonal Psychology, producto de los esfuerzos de Abraham Maslow, Anthony Sutich y Stanislav Grof. Los dos primeros ya habían trabajado juntos en la generación de la Asociación de Psicología Humanista, corriente que había significado un importante cambio de paradigma a inicios de esa década, principalmente en la psicología, la salud, la educación y el mundo de las relaciones laborales.

A fines de los 60, sin embargo -una época particularmente activa en cuanto al surgimiento de nuevos paradigmas y tendencias- cantidad de personas que se habían adscrito al movimiento Humanista en busca de nuevos horizontes, había ya descubierto que éstos podían ampliarse más allá de lo que habían imaginado, principalmente respecto al potencial del ser humano. La nueva permeabilidad que se había producido entre Oriente y Occidente había permitido a los occidentales familiarizarse de un modo más masivo con las enseñanzas de las religiones y misticismo oriental. A diferencia de las religiones cristianas -que enfatizan el rol del dogma y la fe-, el énfasis general de religiones como la Budista se halla en las experiencias que se obtienen a través de ejercicios muy concretos y prácticos. De este modo, cantidad de personas pudo experimentar de primera mano las experiencias místicas descritas en textos orientales. Obviamente, antes de esto existía cierto conocimiento de lo que Oriente podía aportarnos -por ejemplo, a través de los libros de Hermann Hesse, Aldous Huxley, Thomas Mann y una diversidad de poetas o, en el ámbito de la psicología, los de William James (1902) y Richard M. BŸcke (1901)-, pero podríamos decir que desde esa época esto fue un fenómeno más generalizado.

 

El contacto con el Oriente permitió el acceso a enseñanzas hasta entonces desconocidas. G. I. Gurdjieff es muchas veces mencionado como el primer mensajero de Oriente a Occidente; su discípulo, P. Ouspensky, le ayuda a divulgar su labor a través de libros mundialmente reconocidos -especialmente Fragmentos de una Enseñanza Desconocida-; diversos maestros -como Paramahansa Yogananda, Jiddu Krishnamurti o D.T. Suzuki- visitan o emigran a los EEUU, y un número indeterminado de otros maestros -principalmente hindúes- son visitados por los buscadores en sus respectivas comunidades. Por otra parte, antiguos textos que encierran lo más granado de la sabiduría china -como el I Ching y el Tao Te King-, o hindú -como el Bhagavad Gita- son traducidos al inglés y a otros idiomas,

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facilitándose así su acceso a los occidentales.

Las enseñanzas de los Maestros orientales ofrecían un cuadro del funcionamiento psicológico completamente desconocido en el mundo de la ciencia occidental. Estas enseñanzas han sido conocidas por milenios de años en religiones como el Hinduísmo, el Budismo, el Taoísmo, el Zen o la tradición Sufi (Celis, A., 1990), y el origen de algunas de ellas se pierde en el tiempo. Estos modelos psicológicos incluyen conceptos tales como ego y esencia, niveles de consciencia, disolución de la identidad, maya o ilusión, mecanicidad, unidad cósmica, trascendencia, etc., y muchos de ellos aluden a aspectos de la experiencia humana que escapan a los límites estrechos del condicionamiento individual y cultural.

 

Paralelamente, a fines de los 50 y gracias a un accidente, el médico suizo Albert Hoffman descubre una sustancia que generará toda una revolución: el ácido lisérgico o LSD. Los efectos que posteriormente se descubrió que poseía el LSD resultaron ser toda una sorpresa, puesto que su aparición no corresponde a alguna línea de investigación determinada, sino, como se dijo, a un mero accidente. Algunos investigadores -como Aldous Huxley, Timothy Leary, Claudio Naranjo y Stanislav Grof- descubrieron, posteriormente, que esta sustancia poseía un tremendo potencial terapéutico, y que sus efectos eran muy similares a los de plantas medicinales ingeridas por indígenas de las más variadas culturas en todas las latitudes.

APORTES ESENCIALES.-

 

A través de las enseñanzas y prácticas aprendidas del Oriente y a través de lo experimentado con las sustancias sicodélicas, los buscadores tuvieron vivencias y percepciones de trascendencia, unidad cósmica y otros fenómenos que cuestionaban en lo esencial los fundamentos de la visión materialista del mundo. Como bien apuntaba Stanislav Grof en su visita al país del año 2000, estas experiencias cuestionaron radicalmente la idea de que el ser humano sólo fuese su cuerpo e historia personal, o que el universo sólo se limitara al ámbito físico. En experiencias sicodélicas dirigidas por él, cantidad de sujetos revivió experiencias asociadas con el propio nacimiento; y, según la ciencia occidental, esto es enteramente imposible, puesto que el sistema nervioso no se halla en ese punto aún mielinizado y, por tanto, no puede haber registro mnémico de esa experiencia.

En base a todo lo anterior, podríamos señalar que lo Transpersonal es, entonces, aquello que sobrepasa el rango de la propia experiencia o historia personal. Una persona básicamente depresiva, por ejemplo, puede tener una experiencia mística que no guarda relación alguna con su personalidad o rango habitual de vivencias. Técnicamente, el término transpersonal se refiere a aquello que se halla más allá (trans) del ego o lo condicionado (persona o "máscara"). Es decir, quién o qué es el ser en lo esencial.

 

Actualmente, los principales expositores vivos de esta línea dentro de la psicología académica son, -entre otros- Frances Vaughan, Stanislav Grof, Charles Tart, Ken Wilber y el chileno-norteamericano, Dr. Claudio Naranjo. Este último es un

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importante inspirador para la mayor parte de los terapeutas humanistas y transpersonales de nuestro país. Más allá de lo académico subsisten, sin embargo, contemporáneos que afirman haber alcanzado altos niveles de consciencia y que comparten su visión con quienes desean escucharles. Algunos ejemplos de esto son Paul Lowe, (1996, 1998), Barry Long (1983), Bernadette Roberts (1982), Franklin Merrell-Wolff (1983a y b), Eckhart Tolle (1997), Oscar Ichazo (1972, 1982) y los exponentes actuales de la tradición Budista Tibetana. También existen autores que afirman ser ÒvehículosÓ a través de los cuales se comunica información proveniente de los niveles superiores de consciencia del Universo. Ejemplos de esto son el norteamericano avecindado en Chile Tom Heckel (Celis, A., 1993) y Neale D. Walsch (1995, 1997, 1998).

Si bien el enfoque transpersonal comparte los fundamentos esenciales del Humanismo -como por ejemplo, el énfasis en la consciencia y la propia responsabilidad como motores del cambio- existen distinciones importantes. A continuación, enumeraré algunos de los aportes esenciales de la corriente:

 

(1) El anhelo de sentido y de trascendencia.-

Junto con la búsqueda instintiva de seguridad y predictibilidad con que nuestro cuerpo, nuestra mente y emociones parecen venir programadas -lo que además fomenta nuestra cultura entera-, parece existir en el ser humano un afán por explorar, por aventurarse, por adentrarse en lo desconocido. Una vida cómoda, segura y predecible no nos basta: como dice Octavio Paz, el Hombre tiene nostalgia de infinitoÓ. Si bien esta tendencia no es siempre consciente en los individuos -ni tampoco lo es la búsqueda religiosa-, la búsqueda de sentido sí es una tendencia compartida en nuestra vida. Según Oscar Ichazo, este anhelo es la expresión de la búsqueda espiritual en la psique humana. Tenemos entonces que es posible que en alguien que se sienta enteramente ateo -al no identificarse con ninguna de las religiones establecidas- sigue estando presente este deseo de hallar sentido y significación a su propia existencia, el que puede hallar en su trabajo, su relación de pareja, algún propósito trascendente que le otorgue a su vida o en su simple vida cotidiana.

 

Una perspectiva similar -y con la cual los psicoterapeutas se hallan más familiarizados- es la de Víktor Frankl, creador de la Logoterapia. Frankl la define como "la terapia mediante el Logos, mediante el sentido" (Frankl, V., 1982). En otra publicación, señala: "La reflexión psicoterapéutica sobre el logos equivale a la reflexión sobre el sentido y sobre los valores. La reflexión psicoterapéutica acerca de la existencia supone reflexión sobre la libertad y la responsabilidad" (Frankl, V., 1987). Frankl está convencido de que hay siempre un sentido de la vida en cuya búsqueda va el hombre. Depende de él emprender la realización de este significado. (Bazzi, T. y Fizzotti, E., 1989).

 

 

(2) Un enfoque diferente de la patología.-

 

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El concepto de enfermedad de los transpersonales es considerablemente más amplio que el de otros enfoques; no son sólo los neuróticos o los psicóticos los enfermos: excepto los escasos seres "despiertos", el resto de los mortales somos víctimas del sufrimiento, que es parte de la condición humana. Lo que nos hace diferentes son nuestras circunstancias, nuestra historia y determinantes constitucionales. La interacción de ello determina la forma que eventualmente tomará nuestro intento de olvidar o disfrazar la pérdida del ser. Ese disfraz es el ego, la personalidad. Una implicancia muy relevante de este hecho es que las personas quedamos definidas en una condición de igualdad -y por lo tanto, de humildad-; todos caminantes que vamos recorriendo distintas fases del camino.

Para la corriente humanista-transpersonal, la ausencia del amor verdadero -expresado en forma muy práctica y concreta- es el canal que permite la perpetuación y la transmisión de este desorden de una generación a otra. A causa de la experiencia amenazante de des-amor, el ser verdadero se "oscurece" y entonces, la persona oculta primero y luego olvida esa pérdida de ser detrás de la estructura del ego. La solución neurótica resultante depende, entonces, de la interacción de factores constitucionales y situacionales.

 

El eneagrama es un mapa del carácter que describe nueve tipos de automatismos caracterológicos o "eneatipos". Cada eneatipo se caracteriza por un defecto cognitivo o idea irracional específica (la fijación) y un defecto de naturaleza emocional, también específico (la pasión). Este mapa es un modelo psicológico recibido de una escuela del Oriente Medio de muy antiguo origen. La figura del eneaedro (figura de nueve puntas) puede ser detectado por primera vez en la obra de Gurdjieff; sin embargo, la aplicación de esa estructura a la clasificación de tipos psicológicos fue traída por primera vez a Occidente (y a Chile) por Oscar Ichazo, fundador del Instituto Arica (Ichazo, O., 1972), donde recibió la enseñanza el Dr. Claudio Naranjo, quien con el correr de los años se ha transformado en el principal estudioso y difusor de este mapa (Naranjo, C., 1990, 1994, 1995). Importante característica y virtud de este sistema de tipificación de la personalidad consiste en que también es una herramienta de trabajo que puede ayudar al buscador a trascender las limitaciones que le imponen sus condicionamientos.

 

(3) Más allá de la adecuación de la personalidad: su trascendencia.-

 

En las escuelas psicológicas tradicionales, el aspecto central de un individuo es su personalidad o ego condicionado, que la psicología transpersonal define como una parte del ser total que usurpa el lugar de la totalidad mediante la identificación selectiva. Las psicologías tradicionales han dado un lugar central al estudio de la personalidad, y por lo común se considera que la salud está vinculada estrechamente a una modificación de ella. La perspectiva transpersonal concibe a la personalidad como uno de los aspectos del ser, estimándose que la salud implica principalmente un apartamiento de la identificación exclusiva con ella, más que su modificación.

 

Hasta el surgimiento de la psicología transpersonal, el trabajo en el nivel psicológico era la meta de la psicoterapia. A partir de entonces, la psicoterapia se ilumina de un espíritu que le da profundidad y sentido de trascendencia a la exploración, la que va

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más allá de aminorar el sufrimiento inmediato. El trabajo en el nivel psicológico puede homologarse a la reparación de una máquina dañada, para que al ser restaurada quede en condiciones de permitir el contacto con lo trascendente. Para los transpersonales, la meta del trabajo psicológico es básicamente el "despertar" a la consciencia superior. Ello significa alcanzar niveles del ser que le integrarían y lo harían dueño consciente de su vida. El Buda expresa con sencillez la que quizás es la característica más importante del despertar o iluminación: representa el cese del sufrimiento.

El estado en que la persona no se halla identificada con su condicionamiento -y en el cual, por tanto, éste no la determina- es llamado el despertar. Este estado puede ser vivido esporádicamente en las experiencias místicas, pero también instalarse más cotidianamente en la vida del individuo, en la medida que éste se mantenga presente y no se deje llevar por sus automatismos.

Un factor mencionado insistentemente como esencial en la sanación y restauración del equilibrio organísmico es el amor. Algunos místicos, como Paul Lowe (1998), aseguran que Ò... lo único que cura es el amor; no las técnicas. Naturalmente, esto puede malinterpretarse o entenderse a nivel superficial; a mi entender, esto se refiere a una profunda, verdadera y total aceptación del otro, más allá de su comportamiento o su voluntad de cambio. Esto tiene, naturalmente, mayor impacto si la persona se siente, al mismo tiempo, realmente vista por el terapeuta o guía.

El proceso de sanación prosigue a través de la autoaceptación (Celis, A., 2000), factor que traduce la pauta que Jesús entrega en su sugerencia: Amarás a los demás como a ti mismo. Como muchos lo hemos experimentado, sólo es posible amar a otro en la misma medida en que aceptamos cada una de nuestras facetas y manifestaciones.

(4) Descripción y exploración de los estados expandidos de la consciencia.-

Implícito en todos los puntos anteriores se halla el interés de la psicología transpersonal en la expansión de la consciencia, lo que a su vez implica la premisa de que existen estados considerablemente más amplios que la consciencia llamada “normal”, y que son accesibles por cualquiera que trabaje en ello con sinceridad. Esta concepción aún se encuentra con considerable resistencia al interior de la psicología tradicional, la que tiende, aún en nuestros días, a homologar los estados superiores de consciencia con estados psicopatológicos.

La implicancia más importante de este supuesto es que la realidad que percibimos refleja el nivel de consciencia de quien la percibe; y, consecuentemente, no se puede explorar la realidad sin hacer al mismo tiempo una exploración de nosotros mismos -no sólo porque somos, sino también porque creamos la realidad que exploramos- (Walsh y Vaughan, 1980). La exploración puede ser realizada a través de técnicas meditativas, o bien por quien mediante un profundo y disciplinado trabajo sobre su personalidad logra liberarla de automatismos y alcanza niveles de consciencia cada vez más amplios y sutiles.

 

Algo que ya desde el advenimiento de la Terapia Guestáltica se ha machacado incesantemente es que, para recuperar la sanidad, debemos abandonar la mente y recobrar los sentidos, como sugería Fritz Perls. Por cierto que esto se ha interpretado erróneamente como que es necesario silenciar la mente antes de

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acceder a ningún logro significativo, mas lo único necesario es no escucharla. También se ha insistido en la necesidad de estar en el presente, en el aquí-ahora.

Ambas sugerencias llevan a la expansión de la consciencia y se hallan íntimamente relacionadas, puesto que es atender al incesante parlotear de nuestra mente automática lo que nos aleja del presente. Y digo atender a ese parloteo porque no es necesario que éste desaparezca para caer al presente y tener la posibilidad de expandir nuestra consciencia, sino sólo dejar de escucharle, dejar de poner atención a lo que nos dice. Para eso, la sabia sugerencia de Perls: recobra tus sentidos -palpa, saborea, escucha, mira, huele-. Al atender a los sentidos, los parloteos de la mente tienden a quedar en el trasfondo, que es todo lo que se necesita.

Especialmente desde fines del siglo XIX, en Occidente cientos de miles de buscadores han seguido las enseñanzas de maestros espirituales, en base al reconocimiento en ellos de un estado de consciencia expandida, que en general ha sido llamado iluminación. Se ha seguido a maestros ya fallecidos físicamente, como Buda, Jesús, Lao Tsé, JelalÕuddin Rumi o Krishna; y también vivos, como G. I. Gurdjieff, Ramana Maharshi, Paramahansa Yogananda, Satyananda, J. Krishnamurti, Chšgyam Trungpa, Maharishi Mahesh Yogi, Gurú Maharaji, Oscar Ichazo o Bhagwan Shree Rajneesh. El concepto de iluminación o despertar es polémico; por un lado, no podemos comprenderlo racionalmente y da pauta a todo tipo de interpretaciones y deformaciones; y por otro lado, muchos místicos cuestionan la existencia de un estado de consciencia fijo y estático en el que alguien pueda dormirse en sus laureles.

 

Sin embargo, lo que sí podemos percibir en forma intuitiva es un estado de consciencia expandido. La expansión de la consciencia es algo que al menos los buscadores han experimentado y pueden reconocer en alguna medida en otra persona. Puede decirse que para el terapeuta transpersonal son menos importantes su currículum o sus técnicas que su estado interno de consciencia.

CONCLUSIONES.-

En esta apretada y breve síntesis, he intentado resumir lo esencial de este enfoque. A mi modo de ver, la visión transpersonal aporta, en un mundo actual árido, materialista y centrado en los factores económicos y en una mentalidad explotadora y ganancial, una visión esperanzadora respecto a nuestras propias

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posibilidades. 

Se nos ha enseñado a creer que somos sólo materia y, en ese sentido, a no creer en la posibilidad de trascender los límites que nuestro condicionamiento ha definido para nosotros. Los numerosos casos de experiencias personales que contradicen esta idea abren una ventana para todos aquellos que, inmersos en el panorama poco esperanzador que su mente condicionada -escéptica y pesimista- les presenta, creen no tener posibilidades reales de felicidad y vida plena. Año tras año se suman casos de individuos que aseguran haber alcanzado el despertar o iluminación espiritual. Si tan sólo un 10 % de estos casos fuesen auténticos, creo que podemos hablar de veras de un fenómeno en expansión que puede contagiar a todos aquellos que se hallen interesados, trascendiendo en mucho nuestra visión actual de lo que la salud psicológica puede ser.

  

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