el ejecutivo eficaz

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17/01/2011 Ensayo sobre lo que hace eficaz a un ejecutivo Sobre el documento “Qué hace eficaz a un ejecutivo” de Peter Drucker publicado por Harvard Business Review en junio de 2004 ÁLVARO POSADA VÁSQUEZ

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17/01/2011

Ensayo sobre lo que hace eficaz a un ejecutivo Sobre el documento “Qué hace eficaz a un ejecutivo” de Peter Drucker publicado por Harvard Business Review en junio de 2004

ÁLVARO POSADA VÁSQUEZ

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Ensayo sobre lo que hace eficaz a un ejecutivo Sobre el documento “Qué hace eficaz a un ejecutivo” de Peter Drucker publicado por Harvard Business Review en junio de 2004

El papel de un líder o de un directivo en una compañía va mucho más allá de administrar y dirigir las funciones relacionadas directamente con el negocio, por cuanto su forma de actuar debe ser ejemplar y debe proyectar los parámetros de excelencia de un empleado. En otras palabras, debe convertirse en un empleado ejemplar que a través de su credibilidad cree equipos de trabajo motivados y comprometidos.

Sin embargo, el ejecutivo para ser verdaderamente eficaz y excelente debe comprender cuál es su esencia, por lo cual surge la pregunta: ¿Cómo entender al Ser en términos de todos los diferentes aspectos de la vida con los cuales estamos familiarizados? ¿Cómo entender al Ser como ejecutivo? ¿Cómo entender al Ser como Líder? Aquí es importante distinguir entre la existencia y lo que existe. La existencia es la base sobre la cual se construyen todos los aspectos concretos de la vida y que abarcan todos los aspectos del individuo: mente, cuerpo, pensamiento, palabra, acción, experiencia, comportamiento, su influencia en el medio ambiente, etc.; de la forma como sean utilizados por el individuo todos estos aspectos que son expresión de su existencia, se producirán resultados malos, regulares, buenos o excelentes. El directivo o líder, será juzgado por dichos resultados, porque al hombre se le juzga por lo que hace, no por lo que es. La única excepción ha sido Jesús, que fue juzgado por lo que era, no por lo que hizo.

Peter Drucker menciona en su documento tres grupos de prácticas que los ejecutivos ejemplares han seguido para obtener resultados eficaces:

Obtener el conocimiento que necesitan. Convertir ese conocimiento en acción eficaz. Asegurar que toda la organización se sienta responsable.

Obtener el conocimiento que necesitan Lo primero que debemos preguntarnos es ¿cuál es el conocimiento que el ejecutivo eficaz necesita? Tengamos presente que el conocimiento total debe tener un poder organizador y al ejecutivo eficaz se le obliga tener un conocimiento total de su organización. El jardinero sabe cómo desarrollar el cultivo, pero este conocimiento es parcial; el agrónomo tiene el conocimiento de cómo trabajar la tierra, siendo éste el conocimiento total. Este conocimiento le genera al líder la capacidad de hacer y de actuar acertadamente.

El conocimiento total al que nos referimos es el conocimiento de cada individuo, de cada colaborador; también es el conocimiento de la organización y de la relación entre individuo y organización. Por lo tanto, podemos hablar de la mecánica de las transformaciones de la unidad a la diversidad.

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Cada persona irradia lo que es, por lo tanto el ejecutivo eficaz irradia eficacia. Una bombilla azul, irradia luz azul. El ejecutivo eficaz con conocimiento total hace que el trabajo duro desaparezca, porque tendrá menos errores en el pensamiento y la acción, y sus relaciones con los demás estarán llenas de valores disminuyendo de esta manera la tensión, el estrés y racionalizando el esfuerzo.

Ahora bien, el conocimiento y la experiencia deben estar avivados en todos los niveles para generar crecimiento y desarrollo. Todo el Universo debe estar en armonía con todo el Universo; toda la organización debe estar en armonía con toda la organización; esta es la manera de avivar el conocimiento y la experiencia en todos los niveles. De lo contrario, la ignorancia estará reflejada en la inseguridad y no se avanzará de la forma deseada.

El ejecutivo verdaderamente eficaz tiene una clara comprensión de que cada ser humano es cósmico, por lo tanto entiende que la lógica que guía al Universo, guía al cuerpo y al ser. Ahí comienza la valoración de la Unidad y la Diversidad en la organización, por eso el conocimiento tiene un poder organizador. Una empresa, una organización, es un campo ilimitado de conocimiento, tiene toda la inteligencia; por lo tanto, también debería ser un campo ilimitado de paz.

La expresión del conocimiento se da en el proceso creativo, y el resultado de éste se da en el progreso secuencial de la organización. Por esta razón, aquel ejecutivo cuyo corazón y cuya mente no están cultivados, cuya visión está limitada por lo que es obvio, sólo ve el valor superficial de la organización y por lo tanto obrará sin eficacia. Si cuidamos de la savia todo el árbol florecerá; si cuidamos del individuo, del Ser, florecerá todo el campo del pensamiento y de la acción; así, los pensamientos y las acciones de cada empleado serán productivos y útiles y, por lo tanto, producirán buenas influencias para sí mismo, para su entorno inmediato, para su organización y para su sociedad.

El ejecutivo eficaz con conocimiento total entiende que las fronteras de la vida individual no tienen como límite el cuerpo, ni su hogar, ni su organización, ni siquiera su sociedad; dichas fronteras se extienden mucho más allá, trascienden hasta el campo ilimitado de todas las posibilidades: desde lo infinitamente pequeño hasta lo infinitamente grande.

También ha de entender que no se puede seguir haciendo más de lo mismo, porque el medio empresarial y organizacional ha dejado de ser rutinario y previsible, para convertirse en un medio que se hace cada vez más revolucionario, acelerado, exigente e inestable. Es un medio en el que todas las organizaciones, sin excepción, corren peligro. Por esta razón, el ejecutivo eficaz tiene que acudir a ese campo ilimitado de todas las posibilidades porque hoy no se trata de buscar soluciones habituales a los problemas empresariales; por el contrario, se requieren soluciones incalculables para enfrentar épocas de gran turbulencia como la actual.

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El hombre es profundamente colaborativo cuando hay una intencionalidad compartida, en la medida en que cada individuo desarrolle su capacidad para generar con otros intenciones y compromisos compartidos para la empresa. No sólo se trata de aprovechar lo que otras personas producen, sino de cooperar en esa producción con miras a alcanzar objetivos comunes. El Homo Sapiens está adaptado para pensar y actuar de manera cooperativa en grupos culturales determinados, porque le es necesario pertenecer a grupos sociales que lo acojan y cubran su necesidad de filiación. Puede afirmarse que la raza humana es profundamente colaborativa, lo cual se demuestra con su actitud frente a catástrofes que afectan la supervivencia de sus congéneres, o con su participación en proyectos empresariales que lo motiven a su desarrollo personal y profesional.

Por tal razón, el ejecutivo eficaz no puede quedarse en la visión superficial de la cultura organizacional, sino que su conocimiento debe trascender a lo profundo de las motivaciones grupales de sus colaboradores. Quiérase o no, la cultura organizacional es la clave para el éxito y es una estrategia muy eficaz para retener a los empleados estrella y fortalecer su compromiso, su moral y su productividad. Se trata de hacer que los empleados se sientan felices, comprometidos con el trabajo, conectados con los resultados finales y más motivados a hacer mayores contribuciones.

Estamos viviendo en un mundo en donde cada vez el tiempo es menor para hacer lo que debemos y queremos hacer; habitamos un mundo caracterizado por catástrofes naturales, por conflictos bélicos urbanos, por crisis económica, por desempleo. Todos estos factores ocupan los pensamientos diarios de miles de personas, entre ellos nuestros colaboradores, por lo que el estrés se está apoderando de su salud y de su mente. Esta situación obliga al ejecutivo eficaz a poner su conocimiento total al servicio de estrategias que faciliten mantener la productividad, competitividad y sostenibilidad de la empresa, contrarrestando el agobio por el estrés, el cansancio y las preocupaciones del talento humano.

Por lo tanto, considero válido plantear de nuevo el interrogante: ¿cuál es el conocimiento que el ejecutivo eficaz necesita?

Convertir ese conocimiento en acción eficaz La acción de un líder está cimentada en tres pilares fundamentales: el amor, el buen ejemplo y la disciplina.

No se piense que cuando se habla de que el directivo debe basar su accionar en el amor, nos estamos refiriendo a que éste sea un ejemplo de enamoramiento en la organización. Entre otras cosas porque el enamoramiento y el amor son diametralmente opuestos.

El pilar del amor se refiere a que el directivo debe sentir amor por sí mismo, no desde el punto de vista del narcisismo o de la egolatría, sino desde la perspectiva de su autoconocimiento y reconocimiento de sus potencialidades como ser espiritual. Muchos pensadores nos recuerdan que somos seres espirituales con experiencia humana, lo que implica la responsabilidad del individuo de reconocerse como tal. También debe sentir amor por su organización, por su profesión, por sus colaboradores, por sus clientes, por su familia, en fin, por todo aquello que le rodea y hace parte de su vida.

Los grandes hombres han obtenido el éxito en sus acciones más por la pureza de sus corazones, que por los medios que han utilizado para llevarlas a cabo. La pureza del corazón es una muestra del símbolo de la vida: el amor. La falta de amor se refleja en la falta de contenido de vida.

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Bien es sabido que la calidad de una sociedad, depende de la calidad de sus ciudadanos. Así, la calidad de una organización, depende de la calidad de su talento humano. La calidad de una acción, depende de la calidad del que la realiza, además de las circunstancias en las que actúa y la influencia del entorno. Una acción, entonces, debe realizarse para el mayor bien del que la lleva a cabo, lo cual ha de repercutir favorablemente en la organización y en la sociedad; por lo tanto, no puede medirse solamente en términos de su provecho o resultado, sino también en términos de la huella o influencia que crea en el individuo que la ejecuta y en su entorno.

Una acción eficaz debe estar precedida de una planificación correcta que ha de depender de la claridad mental, lo cual permitirá ejecutarla con el mínimo esfuerzo y en el mínimo tiempo. Si no hay acción, nunca podrá haber satisfacción.

Los resultados efectivos se producirán si se parte de un pensamiento correcto y vigoroso, del cual ha de surgir un deseo para darle paso a la acción. La acción eficaz producirá el logro deseado y, por tanto, satisfacción.

Si nos quedamos contemplando el deseo y no se concreta en acción, no podrá darse continuidad a esta ruta y no se podrá conseguir satisfacción porque no habrá logro alguno.

Todo será consecuencia natural de lo vigoroso que sea el pensamiento del líder eficaz, de su capacidad y habilidad para concentrarse, lo cual dependerá del grado de felicidad que proporcione el objetivo a lograr porque ésta permitirá a la mente mantenerse estable. Esto quiere decir, que se debe crear un estado de felicidad en la mente, para que permanezca serena y concentrada de manera natural.

Para lograrlo, es necesario que adquiera una conciencia de felicidad regando las raíces del árbol y no sus frutos, por un lado; por otra parte, teniendo claro el concepto de felicidad y de plenitud que trasciende los aspectos materiales y se ubica en los aspectos espirituales del ser.

El origen de todo pensamiento es el Ser, por lo cual todas las decisiones las tomamos de acuerdo con lo que somos. Siendo esto cierto, el ejecutivo eficaz debe buscar una comunicación con la fuente de energía,

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poder, inteligencia, creatividad y bienaventuranza ilimitadas. Al lograrlo podrá beneficiarse teniendo una vida libre, gozosa, llena de paz y felicidad. Recuérdese que una bombilla azul, sólo irradia luz azul.

La mejor forma en que un ejecutivo eficaz puede mantener un medio ambiente favorable y armonioso para la realización de las acciones correctas en su empresa, es la pureza de su mente. Mantener firme el propósito y siendo constantes, consolidará la armonía.

Ahora bien, para que los resultados de una acción sean más convenientes y provechosos, debe incluirse un componente muy importante como lo es la auto-confianza. Para obtenerla, es necesario tener conocimiento de sí mismo, para lo cual se debe traer el Yo a un nivel consciente. Familiarizarse con su propia naturaleza es el primer paso para ganar auto-confianza.

Esto significa que es necesario reconocer todas las potencialidades que tenemos como seres espirituales, a fin de propender por su desarrollo. Este conocimiento nos dará claridad sobre lo que podemos lograr en la medida en que establezcamos nuestro proceso de crecimiento interior, y vamos manifestando en acciones correctas todo nuestro potencial. Recordemos que el factor principal para el éxito de una acción es la pureza del corazón de quien actúa.

Asegurar que toda la organización se sienta responsable Peter Drucker plantea algo muy importante para las organizaciones de hoy: hablar en términos de “nosotros” en lugar de hablar en términos de “yo”. Es importante por cuanto en la actualidad se le rinde tributo al ídolo del “yo”, hasta el extremo de llegar a pensar que no hay nada más allá de eso. Se lo ha convertido en un verdadero salvavidas en la inmensidad de la existencia, pues, de llegar a perderlo, el individuo se sentirá extraviado eternamente. Es, por lo tanto, un rey sometido a la esclavitud.

Un ejecutivo eficaz compromete al talento humano de su empresa en el cumplimiento de sus objetivos organizacionales cuando aprende a no imponer sus ideas, opiniones y pensamientos a nadie, y a respetar la libertad de sus colaboradores. Sus ideas las plantea de tal manera, que revelen su máxima belleza expresando sólo la verdad y jamás las mancha con mentira alguna. Esto hace que se acerque a la gente con amor sincero, de tal manera que el compromiso y la responsabilidad conjunta fluyen armoniosamente.

En realidad esto tiene que ver con lo que es un ejecutivo eficaz, no con lo que hace. Si el ejecutivo es un negociante, le resultará muy difícil volverse un buscador de sí mismo, porque su mente estará centrada en la riqueza material. Será atraída y dominada por los cinco sentidos y buscará la felicidad a través de la complacencia de ellos.

Imponer las ideas y hablar de “yo” es una forma de mendigar la atención; esta es una realidad del hombre. Es un problema derivado de la falsa personalidad, de valorarse por lo que se hace y no por la esencia del

“El hombre alcanza el punto más bajo de identificación cuando no puede distinguir entre sí mismo y su forma”.

Torkom Saraydarian

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ser espiritual. Cuando hay un verdadero conocimiento de sí mismo, ya no se depende de la atención que nos presten los demás porque hay un verdadero reconocimiento de las potencialidades, como se mencionó antes.

Estamos equivocados en la forma de percibirnos. Nos vemos como seres humanos con alguna experiencia espiritual, cuando en realidad somos todo lo contrario: “seres espirituales con experiencia humana”; experiencia que nos sirve de herramienta para alcanzar nuestro desarrollo y crecimiento interior. El individuo es la única persona que se puede liberar de ese estado de mendicidad renunciando a su ego y a la falsa personalidad dominada por la búsqueda errónea de la felicidad.

Al reconocer nuestra potencialidad como ser espiritual, se entiende el gran valor que tenemos como tal y, a la vez, se logra el reconocimiento de que todos tenemos un valor igual y no somos superiores ni inferiores a ningún semejante. Por lo tanto, aceptamos que nuestra verdad no es la verdad, y que los demás tienen su propia verdad. El ejecutivo eficaz, busca la zona común de todas las verdades: la suya y la de sus colaboradores. De esta manera integra el pensamiento de todos en un pensamiento común en torno a ideas comunes y a objetivos comunes. Así, la idea de la atención desaparece y surge el milagro de no necesitar que nos rindan culto por el nivel jerárquico que ocupamos y dejamos de pretender que por ese hecho, nuestra idea sea la idea. La bombilla azul, irradiará luz azul.

El ejecutivo verdaderamente eficaz, aquel que se ha descubierto a sí mismo, se encontrará con una realidad incuestionable: atraerá a los demás, a sus colaboradores, a sus colegas, a pesar de que no lo esté buscando. Alcanzará el reconocimiento por lo que es, no por lo que hace ni cómo lo hace y, de esta manera, se convertirá en un líder y hará que toda la organización se sienta responsable de logro de sus objetivos.

“Una mujer de mediana edad le confesó al sacerdote que creía que se estaba volviendo presumida-

- ¿Qué se lo hace pensar? –preguntó el sacerdote.

- Porque cada vez que me miro al espejo me siento inspirada por mi belleza –replicó la mujer.

- No se preocupe –dijo el sacerdote-, eso no es pecado, ¡eso es una equivocación!”