el drama de jesús (jj martínez)

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JOSÉ JULIO MARTÍNEZ. S. I. EL DRAMA DE JESÚS VIDA DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO Obra traducida al inglés, portugués, francés, chino, alemán y marathi DECIMATERCERA EDICIÓN 512 millar 1964 Editorial «El Mensajero del Corazón de Jesús» Apartado 73. —Bilbao 1

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JOS JULIO MARTNEZ

JOS JULIO MARTNEZ. S. I.

EL DRAMA DE JESS

VIDA DE NUESTRO SEOR JESUCRISTOObra traducida al ingls, portugus, francs, chino,

alemn y marathi

DECIMATERCERA EDICIN

512 millar

1964

Editorial El Mensajero del Corazn de Jess

Apartado 73. Bilbao

Para componer esta obra he tenido presentes las de Vilario, Lebreton, Fillion, Papini, Sarabia, Abad y Bougaud. A veces transcribo prrafos enteros de las mismas. Sirva esta cita general para siempre, pues dado el carcter de este libro, no he pretendido hacer una obra completamente original, sino poner al alcance de todos lo mejor que he encontrado escrito acerca del Seor que ms nos ama.

Imprimi potest: EMMANUEL VELAZ, S. I. Praep. Prov. Loiolae.

Nihil obstat: IOSEPHUS VELASCO, S. I. Censor Eccies

Imprimatur: PAULUS, Episc. Flaviobrigensis. Bilbai, 24 decembris 1964.

(c) Editorial: "El Mensajero del Corazn de Jess". BILBAO

Depsito Legal: B I 2249 -1964

Nmero de Registro: 605 -1964

IMPRENTA ENCUADERNACIONES BELGAS. AV. MADARIAGA, 14. BILBAO

JUSTICIA AL OBRERO!

Parecan ya calmados los clamores de la revolucin de 1848, cuando cierto da una muchedumbre de hijos del pueblo invade la iglesia de San Lorenzo, de Pars.

Cubierta la cabeza; el grito de protesta en los labios; la amenaza en los ojos...

De pronto, un personaje nuevo aparece en la puerta: se abre paso a fuerza de puos, llega hasta el pulpito, sube en dos saltos pasea por la turba una mirada centelleante, hace gestos de querer hablar.

Silencio, silencio! gritan unos. Que hable! gritan otros. Y todos callan y todos se apian para orle.

Han conocido al tribuno, y esperan sus palabras. Raimundo Brucker tena entonces cuarenta y ocho aos. Obrero, periodista poeta y orador de mitin, haba escrito muchos libros, y despus los haba arrojado a las llamas.

Raimundo Brucker volvi a mirar a los amotinados con aquel luego del alma que le sala por los ojos. Esper unos momentos: los vio a todos en expectativa; y cuando se persuadi de que reinaba silenci en todo el recinto, lanz este clamor:

No se hace justicia al Obrero!

Y continu, exaltndose por momentos:

No se hace justicia al Obrero, no se tributa homenaje al Obrero, no se respeta al Obrero! Pasan ante El, y no le saludan; pasan ante El, y ni siquiera le miran; pasan ante El, le injurian cara a cara! Esto me subleva, seores: esto me hace vibrar de indignacin... Lo he dicho y lo sostengo: no se hace justicia al Obrero!

La que vibra de entusiasmo es aquella muchedumbre: el orador los ha fascinado; en aquellos ojos brillan las lgrimas; le vitorean, le aplauden, y al mismo tiempo se mandan callar para no perderle una slaba:

No se hace justicia al Obrero; y con solo mirar la iglesia en que os hablo, todo en ella atestigua a la vez la inteligencia y el poder del Obrero. Quin sino el Obrero ha levantado con mano potente y generosa esta bveda que nos cobija? Quin sino el Obrero ha tallado con su cincel sobre la piedra esos animales y plantas que parecen vivir? Quin sino el Obrero ha construido ese rgano gigante, cuyas armonas impresionan y recrean? Quin sino el Obrero ha sido el carpintero, el cantero, el albail, que ha ideado todas estas maravillas, y las ha ejecutado, y las ha puesto al servicio del hombre? Y sin embargo... no se hace Justicia al Obrero!

Otra salva de aplausos le obliga a callar unos minutos. Su voz parece adquirir nuevos bros, y grita:

No aplaudis, compaeros! Sabed que slo hay un Obrero en el mundo; un Obrero verdaderamente digno de este nombre glorioso; un Obrero que ha hecho todas las cosas y ha hecho a todos los dems obreros; y... no se hace justicia al Obrero: el nico Obrero es Dios!

El silencio de un respeto religioso desciende sobre aquel pueblo indomable. Brucker lo aprovecha para seguir con acento conmovido:

El nico Obrero es Dios. El, sabio y todopoderoso, ha levantado esta bveda azul del cielo con millones de astros por lmparas..., ha dado la vida a plantas y animales..., ha hecho al hombre, dndole inteligencia para conocerle a El, corazn para amarle a El y a los hombres por El... Y todo lo hizo de la nada, y todo lo hizo por puro amor, sin tener ninguna necesidad de nosotros, deseando darnos su felicidad... Y sin embargo, no se hace Justicia al Obrero! Hace un momento habis entrado en su casa con la cabeza cubierta y la blasfemia en los labios. Hace un momento habis pasado ante aquel altar, donde est El, y no le liabais saludado. Hace un momento habis proferido amenazas yo las he odo! contra los servidores de este Obrero que son vuestros amigos... Esto me ha sublevado, compaeros. Esto me ha hecho vibrar de indignacin: no se hace justicia al Obrero!Todos callaban en la iglesia. Todos evitaban mirar al vecino que tenan al lado. Brucker aadi:

He terminado, seores. Me llamo Raimundo Brucker, vivo en la calle Suger, nm. 4. Si puedo serviros en algo, estoy a vuestra disposicin.

Y baj del pulpito y todos le abrieron calle y, en silencio, sali del templo.

Tras l sali la gente, poco a poco...

Poder invencible de la verdad, cuando se presenta tal como es!

Yo quiero presentarte esta verdad, mi querido amigo, que eres obrero tambin. Y esta verdad, consoladora y bendita, es que aquel Obrero no se content con crear todas las cosas, sino que El mismo se hizo Hombre, apareci entre los hombres, y apareci... como Obrero, el Obrero de Nazaret, Jess, Hijo de Mara.

Hijo de Mara, en cuanto Hombre, e Hijo del Eterno Padre, en cuanto Dios. Porque Dios es uno, slo hay un Dios verdadero, pero en El hay tres Personas distintas: el Padre, el Hijo, el Espritu Santo.

El Hijo es quien se hizo Hombre, sin dejar de ser Dios; naci de una Madre Virgen y pas haciendo bien a todos...

No conoces su historia? Es la historia ms bella y atrayente que jams han presenciado los hombres. La conservamos en los Evangelios, libros escritos por testigos que vieron y oyeron lo que cuentan. Ven a conocerle. Conocerle a El es vida; y despus de haberle conocido... jams querrs ser t de los que no hacen justicia al Obrero!

ENTRADA

l.- EL MUNDO LE ESPERABA

Tambin hace veinte siglos los hijos del pueblo tenan inquietudes como hoy, y tambin levantaban la voz para que se oyesen sus peticiones.

Qu pedan los hijos del pueblo?

En Roma, la ciudad de los amos del mundo, cuando las gentes se amotinaban ante el palacio de su Emperador, slo una peticin proferan a gritos, una peticin que vibraba en el aire con amagos de amenazante tempestad: Pan y espectculos!

Pan y espectculos pedan los trabajadores del Imperio ms civilizado, y con pan y espectculos se contentaran tambin los dems trabajadores de la tierra.

Qu espectculos eran estos?

Espectculos del circo, juegos sangrientos de gladiadores, caceras de esclavos, dramas de adulterios y homicidios representados al vivo, luchas de hombres contra tigres, lucha de hombres contra hombres... Espectculos del circo, alimentados con la misma sangre de aquellos hijos del pueblo!

Csar Augusto present para una de estas orgas 320 pares de esclavos, que mutuamente se tenan que matar; el Emperador Trajano dio juegos que duraron ciento veintitrs das, y en los que combatieron 10.000 gladiadores; Heredes Agripa hizo que de una vez se batiesen sobre la arena 700 contra 700...

Y mientras se embestan y degollaban jvenes fornidos, los espectadores seguan con avidez desde las gigantescas graderas sus asaltos y defensas; temblaban de jbilo ante los primeros borbollones de sangre humana; aplaudan enloquecidos ante el luchador que saba caer y morir con postura marcial, pateaban furiosos ante el que peda misericordia...

A semejantes espectculos asistan las mujeres y los nios. Tanto se rebajaba all la dignidad humana y tanto se corrompan las costumbres, que ya entonces el filsofo Sneca dej escrita esta acusacin: Despus que he estado entre aquellos hombres, vuelvo menos hombre.

As eran los espectculos del Paganismo decadente... y los hijos del pueblo seguan pidiendo pan y espectculos! No conocan ideales ms elevados, no tenan quien los guiase a otra felicidad infinitamente mayor, no tenan quien los amase...

Pan y espectculos! Y despus? Morir!

A pensamientos tan bajos corresponda la situacin de su moralidad pblica y privada.

La historia del matrimonio es la historia de un pueblo: si en el matrimonio se guarda fidelidad, el pueblo prospera; si el matrimonio se corrompe, el pueblo se arruina.

Como cncer insaciable, nacido en el corazn del Imperio, se propagaba la infidelidad conyugal y la frecuencia de los divorcios. Consideraban a las mujeres como seres de casta inferior; haba quienes contaban el nmero de aos por el de sus matrimonios disueltos; horrorizaba la nobilsima misin de la familia... Fueron necesarias las leyes Julia y Papia para favorecer a las que llegasen a tener tres hijos.

El Estado se corrompa desde la raz a la copa: vicios nefandos contra la naturaleza serpeaban por doquiera con su doliente cortejo de enfermedades y suicidios, hasta el punto de que lleg a escribir el historiador Tito Livio: "Hemos adelantado tanto en la malicia, que ya no podemos soportar nuestros males ni el remedio de nuestros males".

Esta degradacin moral fue favorecida por la bancarrota de las ideas religiosas.

Bien les recordaba la razn humana que todas las cosas haban sido creadas por un Ser Supremo, que este Ser Supremo es autor del hombre, su Padre y su Juez; que nos ha impreso en el alma una ley natural que manda hacer lo bueno y evitar lo malo; que la muerte nos lleva hacia l para que le demos cuenta de nuestras obras y recibamos premio o castigo...

Despreciaron esa luz de la razn, y en vez de glorificar al verdadero Dios, se dejaron cegar por el placer y se labraron dioses de marfil y de madera que no eran sino hombres de proporciones mayores y de mayores vicios. Los nios en la escuela aprendan los adulterios de Jpiter y Venus; exponanse en los templos estatuas obscenas; y para imitar los ejemplos de sus dioses voluptuosos, practicaban ante sus imgenes ceremonias tan inmorales que no se pueden escribir.

En cuadro de trazos tan sombros, todava resalta por su negrura la condicin de los trabajadores.

El trabajo manual era despreciado, el trabajo manual era un deshonor: "Un hombre libre deca el filsofo Aristteles no puede dedicarse a los trabajos mecnicos ni rebajarse".

Disminua la clase de los obreros libres, y el trabajo recaa sobre los esclavos.

Los esclavos... La gran vergenza de aquella sociedad. As los describa un autor: "Hay instrumentos mudos: son los arados y los martillos; instrumentos que andan: son los bueyes; instrumentos que hablan: son los esclavos".

Estos instrumentos que hablan, ni tenan libertad ni derecho a vivir: sus amos podan matarlos impunemente; ms an, podan abusar de ellos para sus liviandades. Y en Roma haba ricos que posean de diez a veinte mil esclavos! Tener 500 no era extraordinario, y las personas acomodadas necesitaban, por lo menos, diez mil.

Nadie se compadeca de estos desgraciados en sus dolores; nadie se ocupaba de ellos cuando no podan trabajar; nadie les deca que tenan un alma tan preciosa ante Dios como las almas de los ricos.

As viva aquel mundo, con hombres muy ricos, embriagados en placeres, y hombres muy pobres, ahogados en miseria. Y unos y otros anhelando una felicidad que nadie les daba...

Y esperando un libertador. Esperando un Hombre que les trajese pensamientos elevados; que les repitiese las antiguas verdades, olvidadas ya; que les purificase las ideas morales; que les ensease a amarse unos a otros, todos como hermanos, todos como hijos de un Padre celestial.

Esperando un libertador... En efecto: segn los historiadores paganos, Suetonio y Tcito, era persuasin general que del Oriente haba de salir quien cambiase el estado del mundo.

En Oriente habitaba el pueblo judo, adorador del Dios verdadero y depositario de sus gracias. El Altsimo le haba prometido que de su raza nacera el Maestro de las almas, el Amigo de los pobres, el Libertador de los oprimidos, el Salvador de todos, el Esperado, el nico que con su santidad y con su sacrificio sera capaz de reconciliar al hombre con Dios.

Para preparar su llegada, el Espritu Santo, desde muchos siglos antes, hizo ver a los profetas de aquel pueblo rasgos inconfundibles del que haba de venir.

Uno contempla Beln, la ciudad ms pequea de Jud, ennoblecida por su nacimiento; y al mismo tiempo contempla otra generacin ms sublime, por la cual el mismo que nace en Beln es Hijo de Dios. Otro profeta ve la virginidad de su Madre. Otro le ve entrar en su Templo. Otro le ve glorioso en su sepulcro, donde quedar vencida la muerte. Tambin conocen sus padecimientos. Le han visto sediento, azotado, vendido por treinta monedas de plata, crucificado, dolorido...

Y escriben lo que ven, y anuncian al pueblo lo que Dios les ha revelado.

La serie de estas profecas, tan preciosas muchas de ellas, tan distanciadas en el espacio y en el tiempo, tan acordes, es una de las maravillas en que ms resplandece la sabidura infinita de Dios.

Si slo un hombre hubiese compuesto un libro de profecas, y despus, el Deseado de las naciones hubiese venido conforme a ellas, cosa sera de gran valor. Pero esto es mucho ms. Se trata de una serie de libros escritos por hombres que, durante cuatro mil aos, constantemente y sin variacin, vienen uno tras otro a predecir el mismo acontecimiento.

Por eso los judos fieles le esperaban con anhelo y pedan que llegase: VEN, SEOR, Y NO QUIERAS TARDAR! QUE SE ABRA LA TIERRA Y NAZCA EL SALVADOR. QUE ROCEN LOS CIELOS, DESCIENDA EL JUSTO...

Y cuando se cumplieron los tiempos, apareci el Esperado. Apareci ante el gran mundo pagano, cuya degradacin no tena humano remedio, y apareci ante el pequeo mundo judo, que le estaba esperando.

Le estaba esperando, y cuando lleg, no le quiso conocer!: "Vino a los suyos, y los suyos no le recibieron".

Por qu? Es un drama pavoroso, es un drama nico en la Humanidad. El drama de Cristo y del hombre.

Acrcate a ver su curso y su desenlace en las pginas de esta historia.

La he compuesto para ti, obrero, oficinista, soldado, trabajador de cualquier clase. Para ti, que no tienes otros libros en qu conocerla.La he compuesto empleando con frecuencia las mismas palabras con que nos la cuentan los cuatro historiadores que la escribieron, tal como la presenciaron. Dos de ellos, Juan y Mateo, fueron testigos de vista; los otros dos. Lucas y Marcos, trataron ntimamente con muchos testigos.

Es imposible dudar de su veracidad: los cuatro escriban cuando vivan an los que haban participado en las escenas del drama que refieren. Escriban sabiendo que atraan sobre s la ira de los ricos y poderosos de su tiempo. Escriban inspirados por el Espritu de Dios y dispuestos a morir como murieron despus por defender la verdad de lo que escriban.

Es imposible dudar de su veracidad, cuando nos presentan con la sencillez de un cuento de nios aquellas escenas del drama de Cristo y el hombre. Y drama tuyo. S, m querido lector: en este drama t no eres mero espectador. T eres uno de los actores. Ya lo vers.2.- ASI ES COMO SE HIZO HOMBRE"En los das de Herodes, rey de Judea..., el ngel Gabriel fue enviado por Dios a Nazaret, ciudad de Galilea, a una doncella desposada con cierto varn de la familia de David, llamado Jos; y el nombre de la doncella era Mara. Y habiendo entrado el ngel a donde ella estaba, le dijo: Salve, llena de gracia; el Seor es contigo; bendita t entre todas las mujeres."Hay dos modos de referir los sucesos admirables: uno, empleando exclamaciones de estupor ante su grandeza; otro, contando simplemente lo ocurrido sin ponderaciones ni asombros.

Este segundo camino es el que siguen los historiadores del Nio que va a aparecer en el mundo, como el hijo de un obrero.

La escena ha empezado en Nazaret, pueblecito de Galilea, que parece suspendido en los flancos de una montaa, en un terreno de granados, higueras y nogales. Alguien le compar a una rosa que abre su corola mirando al cielo. La imaginacin no hubiera podido fingir un asilo ms reposado para la ms casta de las doncellas: Mara de Nazaret.

Descenda esta joven del gran Rey David; pero la calamidad de los tiempos y los infortunios familiares habanla reducido al plano de las gentes del pueblo que no tienen ni dinero ni nobleza de sangre.

Cuando hilaba o lea en su casa, cuando iba por agua a la fuente, cuando asista a las solemnidades religiosas, pareca una nia como todas las dems. Pero cuando lleg el tiempo anunciado por los Profetas y quiso Dios escoger una Madre para el Deseado de las naciones, no fue a buscarla entre las reinas del Oriente ni entre las poetisas de Grecia ni entre las aristcratas de Roma. Fue a buscar una virgencita humilde en un pueblo sin historia.

Haba nacido de padres ya ancianos, que segn la tradicin se llamaban Joaqun y Ana. Desde el primer instante de su concepcin en el seno de su madre, por un privilegio nico de Dios omnipotente, fue preservada inmune de toda mancha y colmada de gracia y santidad. Su nombre suavsimo, Mara, significa, segn distintas interpretaciones. Mar amargo. Seora, Iluminadora, Esperanza, Hermosa, Querida del Seor, Graciosa, Regalo.

Todo lo fue la Virgen de Nazaret: Mar de dolor y de paciencia, Seora de la tierra y del cielo. Iluminadora del mundo como luz de amanecer. Esperanza de los pecadores. Todo hermosa y hermossima en cuerpo y alma. Llena de gracia. Regalo de Dios a los hombres. Amada y amadsima de Dios.

Iba creciendo en edad y tambin en sabidura y gracia, escondida como humilde violeta en la santidad del Templo de Dios. All se ocupa en los quehaceres propios de una joven, lee los libros santos, medita y pide al cielo en splicas encendidas, la venida del Salvador del mundo.

La mirada de Dios se complace en esta Nia. Es la obra perfecta de sus manos. Los ngeles nada son en su presencia Qu humildad la suya. Qu fe, qu amor, qu santidad!

Ha cumplido quince aos, y sus piadosos padres, movidos por inspiracin divina, la desposan con Jos, joven santsimo descendiente tambin del Rey David, que ejerce la humilde profesin de carpintero. Aquellas dos almas se unen con el ms puro de los amores. De rodillas en la presencia del Altsimo renuevan el voto de virginidad perpetua que hicieron en sus primeros aos, prometiendo a Dios solemnemente y libremente guardar inmaculados sus cuerpos y sus almas, para acercarse ms a El, que es todo pureza y gracia y santidad: para servirle mejor y amarle ms.

Esta fue la escogida para Madre del Salvador; y mientras nadie se acuerda ya de las matronas romanas ni de las reinas orientales. Ella recibe cada da el recuerdo, el amor y las lgrimas de millones de almas esparcidas por todo el mundo, que repiten sin cesar las dulces palabras del celestial embajador: Dios te salve, Mara: llena eres de gracia, el Seor es contigo; bendita t eres entre todas las mujeres.

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"Al or tales palabras Ella se turb; y pensaba entre s, qu significara salutacin tan hermosa. Mas el ngel le dijo: -No temas, Mara, porque el Seor se ha complacido en tu alma. Sabe que has de concebir en tu seno y dars a luz un hijo, a quien pondrs por nombre JESS. Este ser grande y ser llamado Hijo del Altsimo; el Seor Dios le dar el trono de su padre David, y reinar en la casa de Jacob eternamente; y su reino no tendr fin."

Decir estas frases a una joven israelita instruida en los libros santos, era lo mismo que decirle: T sers la Madre del Gran Rey que ha de venir, t sers la Madre del Salvador esperado.

Al or esta promesa -la ms bella y halagadora que entonces se pudiera imaginar- aquella joven prudentsima recuerda que ella debe conservar la virginidad a su Dios; ella no duda de las palabras del mensajero, pero como era cosa nunca oda que una virgen concibiese un hijo en su seno, pregunta cmo suceder esto, y aade que ella no conoce varn; como si dijera:

-Creo que eres un ngel venido del cielo; creo que lo que me presentas est sobre toda dignidad humana; sin embargo, debo decirte que yo no tengo ni tendr nunca trato con hombre, pues estoy consagrada a Dios."Entonces el ngel le dijo: El Espritu Santo descender sobre ti, y la virtud del Altsimo te cubrir con su sombra; por eso, el Santo que de ti nacer ser llamado Hijo de Dios. Y ah tienes a tu parienta Isabel, que en su vejez ha concebido un hijo; y la que era estril, hoy cuenta ya el sexto mes; porque para Dios nada es imposible."

Misteriosa y grande manera de hablar:

-El Espritu Santo descender sobre ti. No concebirs por obra de varn, sino por obra del Altsimo. De ti nacer un hijo, igual a los dems hombres en su naturaleza humana, pero a la

Vez igual a Dios Padre en su naturaleza divina. Este hijo ser el Hijo de Dios, que existe desde toda la eternidad. Y en prueba de que te anuncio una verdad, ah tienes a tu prima Isabel, que

Siendo anciana y estril, tambin ha concebido un hijo por milagro. Dios lo puede todo: si Dios ha hecho que la anciana tenga un hijo, tambin puede hacer que la virgen sea madre sin dejar de ser virgen.

El ngel ha cumplido su misin: ha propuesto a la joven la dignidad altsima de ser Madre de Dios, y nada se har hasta que ella consienta. Tanto respeta Dios la libertad humana!

El ngel ha cumplido su misin; queda callado, respetuoso. Instante solemne. Oh Virgen feliz! Toda la Humanidad, cautiva del pecado y privada de la amistad de Dios, espera ahora tu respuesta, espera que t quieras recibir su Libertador."Entonces dijo Mara: He aqu la esclava del Seor: hgase en m segn tu palabra.

Y el ngel se retir de su presencia."

Se retir de la que era ya su Reina y Seora, Reina tambin de todos los ngeles y de todos los hombres; pues en aquel mismo momento, en las entraas de la Virgen Mara form el Espritu Santo, de la pursima sangre de esta Seora, un cuerpo perfectsimo.Cre de la nada un alma, y la uni a este cuerpo.

Y en el mismo instante, a este cuerpo y alma se uni el Hijo de Dios.

Y de esta suerte, el que antes era slo Dios, qued hecho Hombre, sin dejar de ser Dios.

Dios y Hombre en una sola Persona: este es el misterio maravilloso de la Encarnacin.Misterio digno de ser meditado con la emocin agradecida y amante con que San Juan lo compendi en aquella sublime frase: "El Verbo se hizo carne y habit entre nosotros".

Quin es este Verbo que se ha hecho carne viva en el seno pursimo de la Madre Virgen?

Verbo significa Imagen sustancial. Palabra, Idea.

El Padre celestial, contemplndose a S mismo, concibe la Imagen de S mismo. Imagen que es infinitamente perfecta como lo es el Padre; Imagen que es Persona, como lo es el Padre; Imagen que es Dios, como lo es el Padre. Esta Imagen perfectsima, que procede del entendimiento del Padre, esta Luz de Luz, este Dios verdadero de Dios verdadero, es la Segunda Persona, es el Verbo, es el Hijo de Dios.

De este Verbo habla San Juan como slo puede hablar un ngel o un hombre iluminado por El mismo. Dice as:

"En el principio exista el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios. El estaba en el principio con Dios.

Todas las cosas fueron hechas por El; y sin El no se hizo cosa alguna de cuantas fueron hechas.

En El estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres, y esta luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no la recibieron...

Era luz verdadera, que alumbra a todo hombre que viene a este mundo.

En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por El y el mundo no le conoci.

Vino a los que eran suyos, y los suyos no le recibieron. Pero a cuantos le recibieron, a los que creen en su nombre, diles potestad de ser hijos de Dios. Los cuales no han nacido de la sangre, ni de la voluntad de la carne, ni del querer de hombre, sino de Dios.

Y el Verbo se hizo carne, y habit entre nosotros; y nosotros hemos visto su gloria, gloria cual corresponda al Unignito del Padre, lleno de gracia y de verdad."

El Verbo se hizo carne en aquel momento mismo en que Mara pronunci su humilde palabra: Hgase en m... Hgase, palabra humilde, pero inmensa y potente, que slo se puede comparar con la palabra de la Creacin. Hgase la luz!, dijo Dios, y la luz fue hecha. Hgase la tierra, hgase el cielo, hgase la vida... Y todo empez a existir. Y nosotros empezamos a ser hombres. Ahora dice Mara: Hgase en m segn tu palabra, y se hace Hombre el Hijo de Dios y nosotros recibimos la potestad de ser hechos hijos de Dios.

Al pronunciar Mara su aceptacin, all lejos, el cielo se estremece. Mas la Virgen Madre nada oye. Su cabeza descansa sobre su pecho, y su alma se halla sumergida en un silencio semejante a la paz de Dios. El Verbo se ha hecho carne, habita entre nosotros, es hijo de Mara.

3. -EL CANTO DE GRATITUD

El primer deseo de Mara, despus del gran acontecimiento, fue ver a su prima Isabel, la anciana que ha concebido un hijo, siendo estril.

Este nio ser Juan Bautista, el Penitente del Desierto, el Predicador de fuego que preparar la llegada de Jess, el Mensajero fiel que desaparecer cuando el Rey aparezca.

He aqu lo que haba sucedido, contado por San Lucas, que lo recibi de labios de Mara, con estilo de belleza inimitable y sencilla:

"Haba en los das de Heredes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacaras, del turno de Abas; y su mujer, de las hijas de Aarn, se llamaba Isabel. Ambos eran justos a los ojos de Dios, y caminaban juntamente por todos los mandamientos del Seor con inviolable fidelidad. No tenan

Hijos, porque Isabel era estril y ambos de avanzada edad.

Sucedi, pues, que, ejerciendo Zacaras su ministerio sacerdotal por el orden de su semana, delante de Dios, le cay en suerte, segn la costumbre de los sacerdotes, entrar en el santuario del Seor para ofrecer el incienso.

Y toda la multitud del pueblo se hallaba fuera y oraba durante la incensacin. En aquel instante se le apareci un ngel del Seor, a la diestra del altar incensado. Al verle Zacaras, se turb, y el temor se apoder de l.

Ms djole el ngel: -No temas, Zacaras, pues ha sido escuchada tu oracin. He aqu que Isabel, tu mujer, te dar un hijo, a quien pondrs por nombre Juan. Ser para ti objeto de gozo y alegra, y muchos se regocijarn con su nacimiento, porque ser grande a los ojos del Seor. No

Beber vino ni sidra, y ya desde el seno de su madre, ser lleno del Espritu Santo, y convertir muchos hijos de Israel al Seor, Dios de ellos. Y preceder delante de El, con el espritu y fortaleza de Elias, para hacer revivir en los hijos los sentimientos de sus padres, traer los rebeldes a la prudencia de los justos, y preparar de este modo a Dios un pueblo perfectamente dispuesto.

Zacaras dijo entonces al ngel: -Cmo podr creer en eso? Porque yo soy anciano y mi mujer tambin.

El ngel le respondi: -Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios, y he sido enviado para hablarte y darte estas buenas nuevas. Y he aqu que quedars mudo y no podrs hablar, hasta el da en que esto se verifique, por cuanto no has credo a mis palabras, que a su tiempo se cumplirn.

Entretanto, el pueblo esperaba a Zacaras y se admiraba de que permaneciera tanto tiempo en el santuario. Mas habiendo l salido, no poda hablarles, y conocieron que en el lugar santo haba visto una visin. El les haca seas, pero qued mudo, y cumplidos ya los das de su sagrado Ministerio, se volvi a su casa.

Solan vivir los sacerdotes fuera de Jerusaln mientras no oficiaban en el templo. Zacaras tena su casa en un lugar montaoso, llamado Ain-Karim. All se retir, y al poco tiempo su esposa Isabel concibi un hijo, y deca al verse madre:

"-Qu gracia me ha hecho el Seor en este tiempo! Se ha dignado librarme del oprobio que pasaba entre los hombres".

Fue entonces cuando Mara subi presurosa a visitarla, y al entrar en la casa salud a Isabel.

Qu pas entonces en el corazn de esta santa mujer? Qu efusin de luz divina? Antes de que Mara le descubriera su secreto, se sinti llena del Espritu Santo que le revel la divina maternidad de Mara, y sinti que daba saltos de jbilo la criatura que llevaba en su seno.

"Y exclamando en voz alta, dijo a Mara:

-Bendita t eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre. De dnde a m tanto bien, que venga a visitarme la Madre de mi Seor?... Bienaventurada eres t que has credo; porque se cumplirn sin falta las cosas que de parte del Seor se te anunciaron."

Tambin Mara se siente llena del Espritu Santo, y a las bendiciones de Isabel responde con el Magnificat, el canto de la gratitud a Dios, todo serenidad y humildad, todo confianza en el poder y en la misericordia del Altsimo:"-Mi alma engrandece al Seor, y mi espritu se regocij en Dios, mi Salvador.

Porque ha puesto los ojos en la pequeez de su esclava, y, por lo tanto, ya desde ahora me llamarn feliz todas las generaciones.

Porque ha hecho en mi favor cosas grandes el Todopoderoso, cuyo nombre es santo; y cuya misericordia pasa de generacin en generacin a todos los que le temen... Derrib de su trono a los poderosos y levant a los humildes... Ha recogido a su siervo Israel, acordndose de su misericordia, segn lo prometi a nuestros padres...Veinte siglos de Cristianismo han repetido este cntico en todos los templos. Tan sencillo y tan ingenuo, parece un preludio de la palabra que Jess pronunciar treinta aos despus: "Felices los pobres, felices los limpios de corazn". Este cntico basta para demostrar la verdad de la visita del ngel y el soberano prodigio obrado en la Virgen Mara.

Porque si no fuera bajo la accin inmediata del Espritu de Dios, cmo esa doncella desconocida, esa jovencita de aldea, aceptara el ttulo de bendita entre todas las mujeres, que su prima le ha dado, y cmo se atrevera a decir que todas las generaciones la llamarn feliz y gloriosa?

Y lo ms admirable es que sus palabras se han cumplido, y todos los siglos pasan ante ella cantando su felicidad incomparable de ser Madre de Dios.

4. -NACE EL PRECURSOR

Lleg para Isabel el da del alumbramiento, y dio a luz su hijo, tanto tiempo esperado y milagrosamente concebido.

El Evangelio nos presenta la venturosa escena familiar. Llegan parientes, amigos y vecinos, para congratularse con la madre feliz. Al octavo da va a celebrarse una gran fiesta, la circuncisin, ceremonia sagrada, comparable a nuestro bautismo, por la cual los varones de Israel entraban a formar parte del pueblo de Dios, y reciban su nombre, elegido ordinariamente por el padre.

Esta vez, como el padre est mudo, se adelantan algunos de los parientes, y quieren poner al nio el nombre de su padre, Zacaras. Pero la madre replica: "-De ninguna manera, sino

Que se llamar Juan.

Pero todos le decan: -Si no hay nadie en tu familia que haya llevado ese nombre... Y al mismo tiempo preguntaban por seas al padre cmo quera que se llamase. Y Zacaras, pidiendo una tablilla, escribi en ella estas palabras: Juan es su nombre. Y todos quedaron admirados.

Y al punto se abri su boca y se desat su lengua y empez a hablar, bendiciendo a Dios".

Como un ro generoso cuyos diques se rompen, desbrdanse del corazn del buen anciano los sentimientos de jbilo, de gratitud y de admiracin, que durante nueve meses se haban acumulado silenciosamente. Y exclama:

"Bendito sea el Seor, Dios de Israel, porque ha visitado y ha rescatado a su pueblo; y nos ha suscitado un Salvador poderoso en la descendencia de David, su siervo -conforme lo haba anunciado desde antiguo por boca de sus santos profetas-, para salvarnos de nuestros enemigos y de las manos de los que nos aborrecen... a fin de que libres del poder de nuestros enemigos, le sirvamos sin temor, caminando delante de El, en santidad y justicia, todos los das de nuestra vida."

As canta Zacaras la llegada del Reino de Cristo, que viene a redimir y salvar. Y en seguida anuncia la parte que tendr su hijo, el nio recin nacido, en esta obra de Dios:

"-Y t, hijo mo, sers llamado Profeta del Altsimo, porque avanzars delante del Seor para preparar sus caminos, para dar a su pueblo la ciencia de la salvacin..."

Todos le escuchaban posedos de santa veneracin. "Divulgronse estas noticias por toda la montaa, y cuantos las oan, pensaban en sus corazones y decan: Qu pensis que va a ser este nio? Porque se vea claramente la mano de Dios en l"

Mara haba permanecido con su prima Isabel tres meses, y despus regres a su casa de Nazaret. All espera en recogimiento santo y encendida en amor inefable el nacimiento de su Hijo

5. -EL PRIMER DOLOR Y GOZO

Mara ha vuelto a su casa de Nazaret. No a la casa de su esposo Jos, porque todava no se han celebrado las bodas solemnes, sino solamente los esponsales.

Y he aqu que el humilde carpintero queda maravillado cuando advierte que ella va a ser madre. Esto no sorprende a los de fuera, ya que entre los judos los esponsales equivalan a verdadero matrimonio. Este se celebraba meses ms tarde, y slo aada la ceremonia exterior con que la esposa era conducida a la casa del esposo, para empezar a vivir juntos.

A nadie extraa la maternidad de Mara, pero Jos empieza a sufrir una duda angustiosa: l haba tratado con ella de guardar siempre los dos su virginidad y ahora precisamente, cuando se acerca el da de las bodas solemnes, de las fiestas de familia, advierte las seales claras de una maternidad pursima, que era bendicin del Espritu Santo, pero que l no acierta a comprender...

Su esposa ha concebido un hijo: cmo puede ser esto? El sabe que su esposa es santa... Su esposa es santa, su esposa es humilde, y no le dice que aquel hijo es el Hijo de Dios!

Mara calla, .dejndolo todo en manos del Seor. Jos comprende que all se realiza algn misterio elevado, y quiere dejar en libertad a su joven esposa, quiere separarse de ella.

Este pensamiento le tortura como una espada penetrante; y cuando ya prepara su ausencia lleno de dolor,

"He aqu que un ngel del Seor se le apareci en sueos, diciendo: -Jos, hijo de David, no tengas recelo en recibir a Mara, tu esposa, porque lo que se ha engendrado en ella es obra del Espritu Santo. As que parir un hijo, a quien pondrs por nombre Jess; pues El es el que ha de salvar a su pueblo de sus pecados.

Todo lo cual se hizo en cumplimiento de lo que pronunci el Seor por el profeta, que dice: "Sabed que una virgen concebir y parir un hijo, a quien pondr por nombre Emmanuel, que traducido significa: Dios con nosotros". Con esto, Jos, al despertarse, hizo lo que le mand ngel del Seor y recibi a su esposa."

As vel por su siervo fiel el Padre que est en los cielos; as convirti su pena en consuelo y admiracin y jbilo indescriptible: El, el carpintero del pueblo, es el elegido para esposo de la Madre de Dios y padre legal del Salvador del mundo. Varn incomparable y glorioso, el humilde San Jos! Dios le hizo Seor de su casa y Prncipe de toda su posesin.

Recibi a Mara en su casa, celebrronse las bodas solemnes y comenzaron a vivir como un hermano castsimo con una hermana virgen perpetua. El trabajaba en su oficio, ella preparaba los paales y vestidos para el Nio esperado. El y ella felices en su casita de Nazaret.

Pero he aqu que setecientos aos antes, el profeta Miqueas anunci que el Prometido nacera en Beln de Jud, y esta ciudad distaba de Nazaret 120 kilmetros...

Todo lo tena medido y calculado la suave y fuerte providencia del Altsimo. En efecto, "por aquellos das se promulg un decreto de Csar Augusto (el Emperador de Roma) mandando que se empadronasen los habitantes de su Imperio. Y todos iban a empadronarse cada cual a la ciudad de su estirpe.

Jos, pues, como era de la casa y familia de David, vino desde Nazaret, ciudad de Galilea, a la ciudad de David, llamada Beln, en Judea, para empadronarse con Mara, su esposa, la cual estaba

Para tener un hijo".

As nos prepara el evangelista al nacimiento del Hijo de Dios. Mara y Jos tuvieron que trasladarse desde Nazaret a Beln, cuando ellos no pensaban en este viaje.

6. -A BELN

Tienen que andar 120 kilmetros, y se unen tal vez a una de las caravanas que hacen el mismo camino.

Van saboreando en sus corazones el sublime misterio que pronto contemplaran sus ojos, mientras los dems caminantes reniegan contra el Emperador de Roma, que los obliga a emprender tales jornadas. Mara y Jos piensan en su dicha y dan gracias; piensan en el amor de su Dios, y sus corazones se deshacen de amor; piensan en los hombres, y a sus ojos asoma el llanto...

Las sierras de Galilea quedan ya lejos. Ya atraviesan la Samara. Ya van faldeando las montaas de Judea. A la izquierda dejan Jeric, la ciudad de las palmeras y de las rosas; a la derecha, sobre elevadas cumbres, se alza la Ciudad Santa Jerusaln. Una corta jornada ms, y aparece sobre una colina tapizada de verdura la ciudad de David, la que reg con sus lgrimas la bella Noem y en cuyos campos espigaba Rut, sencilla y afanosa, la que iba a ser patria del Esperado, la encantadora Beln.

Numerosos judos invaden casas y albergues, pues han venido de muchas partes para cumplir la ley del Emperador. Mara y Jos llaman a las puertas, pidiendo hospitalidad. Primero a las de sus parientes, luego a la posada general. Todos les responden lo mismo: que no hay sitio para ellos. Ni un rincn para que descansen del largo viaje! Si fuesen ricos, nada les faltara. En vano el bendito patriarca alega que Mara est prxima a dar a luz. Todos mueven los hombros y cierran las puertas, murmurando a veces-Que el Seor los ampare!

Comienza a anochecer: es invierno, la noche va a ser fra e inclemente. Jos y Mara se miran: las lgrimas saltan a sus ojos. No lloran por ellos: lloran por su Dios. Viene a salvar a los hombres, y los hombres no le quieren recibir!

En las afueras de Beln, saliendo por la puerta de Hebrn, haba una caverna abierta en las entraas de una roca, donde solan guarecerse algunas noches tempestuosas los pastores y sus

Rebaos. Por eso, veanse all, en un rincn, algunas viejas pajas y un pesebre destartalado

Alguien dice a los dos santos esposos que pueden refugiarse all, si quieren pasar la noche bajo techado.

All se encaminan silenciosos. En la pequea ciudad de Beln se oyen msicas y cantares. Qu locamente se divierten para aliviar el mal humor del viaje largo y penoso! Jos y Mara llegan a la gruta, y ella, la descendiente de cien reyes, se sienta sobre una piedra. Por fin puede descansar. En qu trono, Dios mo, en qu palacio! Jos la mira con un afecto de ternura y veneracin infinito... Y despus, lentamente, delicadamente, se pone a limpiar y ordenar la cueva... Hace un poquito de fuego, arregla las pajas del pesebre. Se le parte el alma al ver que no puede ofrecer a su esposa un refugio mejor. Ella le consuela dicindole que Dios as lo dispone, que el Hijo de Dios quiere nacer pobre, para que los hombres no maldigan a los pobres.

El Hijo de Dios quiere nacer pobre, quiere nacer en una cueva, una verdadera cueva de paredes sucias, techo que deja pasar el agua, y suelo mal empedrado!

7. -AQUELLA NOCHE EN BELN

Od la encantadora sencillez del Evangelio:

"Aconteci que estando all se cumpli el tiempo en que Mara deba dar a luz."

Era la noche del 24 de diciembre. Todas las naciones de la tierra estaban en paz. Jesucristo, Eterno Dios e Hijo del Eterno Padre, quiere consagrar al mundo con su misericordiosa venida.

La Virgen Mara conoce que est cerca el momento esperado, y se recoge en profunda oracin.Jos la contempla en religioso silencio, orando tambin. Pasan las horas y se acerca la plenitud de los tiempos.

Pasan las horas, y en aquella medianoche, ms clara que el medioda, parece que sobre el mundo los cielos comienzan a destilar dulzura de miel. Llega el momento, y la Virgen Santa, sin dolor, sin pesadumbre, sin mengua de su integridad virginal, ve delante de s, nacido de ella misma, ms limpio y resplandeciente que el sol, al bien y remedio del mundo, que ya con sus lgrimas comienza a hacer oficio de Redentor.

No se puede explicar con palabras ni comprender con entendimiento humano el gozo que siente en aquel punto la Virgen Madre, al ver hecho Nio al que saba que era Dios...

Con qu reverencia y amor le habla y le besa por primera vez: Hijo mo. Seor mo. Dios mo! Y con qu dulcsimas miradas el Nio le corresponde...

Segn toda la tradicin cristiana. Jess naci sin dolor de Mara Santsima. Naci de su Madre como un rayo de sol sale por un cristal sin romperlo ni mancharlo. Oh, gran prodigio anunciado por Isaas setecientos aos antes: "Una virgen concebir y parir un hijo"!

Oh, la Virgen! Oh, la Madre de Dios i Oh, la Bendita entre todas las mujeres! En aquella noche feliz tiene a su Nio en los brazos y le envuelve en paales y le reclina en el pesebre.

No haba otra cuna para El...

All le contempla, all le ama, all le adora.

Le pone tambin en los brazos del carpintero Jos, que le recibe temblando de amor, y se ofrece a servirle y cuidarle y trabajar por El toda la vida.

"Por aquellos contornos estaban velando unos pastores, y haciendo centinela de noche sobre su rebao. De improviso, un ngel del Seor apareci junto a ellos y cerclos, con su resplandor, una luz divina, lo cual los llen de sumo temor.

Djoles entonces el ngel: -No tenis que temer, pues vengo a daros una nueva de grandsimo gozo para todo el pueblo. Y es que hoy os ha nacido en la ciudad de David el Salvador, que es el Ungido, el Seor; y srvaos esto de seal: hallaris al Nio envuelto en paales y reclinado en un pesebre.

Al punto mismo se dej ver con el ngel un ejrcito numeroso de la milicia celestial, que alababan a Dios y decan: -Gloria a Dios en lo ms alto de los cielos, y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad.

Luego que los ngeles se apartaron de ellos y volaron al cielo, los pastores se decan unos a otros: -Vayamos hasta Beln y veamos esta maravilla que acaba de suceder y que el Seor nos ha manifestado.

Vinieron, pues, a toda prisa, y hallaron a Mara y a Jos, y al Nio reclinado en el pesebre."

A la escasa luz del establo, vieron a aquella mujer, joven y bella, que contemplaba en silencio a su hijito recin nacido. Y vieron al Nio con los ojos abiertos, la carita sonrosada, las manos pequeitas.

Los pastores se enternecieron. Un nacimiento, el nacimiento de un hombre que viene a sufrir entre los dems hombres, es siempre un milagro tan doloroso que conmueve an a los sencillos que no lo comprenden.

El ngel les haba dicho que aquel Nio no era un nio como los dems: era el Esperado desde haca miles de aos por el pueblo doliente.

Y ahora -qu veran en aquellas miradas del pequeuelo?- se cercioran de que es verdad cuanto el ngel les haba dicho.

Y suplican a la Madre que acepte los regalos de sus rediles que le traen: leche, huevos, lana... Que es poco, pero ellos son pobres y se lo dan con mucho amor; que por piedad lo quiera tomar para Ella y para el Nio... que la felicitan por tener un Hijo tan precioso y que quieren besarle antes de marchar...

Mara recibe sus dones con un cario y una gratitud que los deja encantados, y les presenta al Nio para que puedan besarle.

Al volver los pastores a sus apriscos, contaban a los dems lo que haban visto, y no cesaban de alabar y glorificar a Dios.

"Mara conservaba todas estas cosas y las meditaba en su corazn."

8. -JESS

Mara y Jos han podido encontrar en Beln una casita mejor acondicionada que la cueva, y en ella se han establecido. A los ocho das del nacimiento celebran la circuncisin del Nio y le ponen el nombre de JESS, que es como el ngel le haba llamado antes de que fuese concebido en el seno maternal.

Jess, Nombre sobre todo nombre, ante el cual se dobla toda rodilla, en el cielo, en la tierra y en los abismos. Ya el Profeta Isaas haba anunciado los nombres que tendr el Hijo de Mara:

"Ser llamado Admirable, Consejero, Dios, Fuerte, Padre de los tiempos nuevos. Prncipe de la Paz".

Pero el nombre de Jess es su nombre adecuado y personal, el nombre que explica toda su misin y toda su historia Por qu? Porque Jess significa Salvador, y El viene a salvar a todos los hombres. Por eso ante Jess doblan su rodilla en el cielo los que ya se han salvado por El; en la tierra los que esperamos salvarnos por El; en los infiernos los que no se quisieron salvar.

Nada se puede pensar ms dulce, nada se puede cantar ms suave, nada se puede or ms agradable que Jess, Hijo de Dios. Este es el nombre que pronunciamos en los momentos de dolor: Jess mo! Este es el nombre que nos dir al odo un sacerdote en la ltima hora: Jess, Jess, Jess! Este es el primer nombre que pronunciaremos a nuestra entrada en la eternidad, cuando nos encontremos ante El: Jess!

Entre los dems nombres que tuvo el Hijo de Mara, hay otro que suele ponerse al lado de Jess. Es CRISTO.

Cristo, lo mismo que Mesas, significa Ungido. Fue ungido con la plenitud de la gracia y de la divinidad. Antiguamente eran ungidos los Reyes, los Sacerdotes y los Profetas. Jess fue ungido por su Padre para ser el Rey de todas las naciones, para ser el Sacerdote que ofreciese su propio Cuerpo y Sangre en un sacrificio que reconciliase al mundo con Dios, y para ser el Profeta que revelase a los hombres la estupenda verdad de que Dios los ama. Jess es el Cristo, el Ungido de Dios.

Jess es el nombre personal y propio del Hijo de Dios hecho Hombre.

Cristo es el nombre oficial de su dignidad mesinica, de su oficio de Redentor.

Jess es ms amable, ms ntimo.

Cristo ms respetuoso, ms triunfal.

Sus discpulos hemos fundido ambos nombres en uno slo.

Un nombre que es ideal de conquistas para los jvenes, tesoros de ciencia para los sabios, incentivo de amor para los santos, canto de victoria para los mrtires. Un nombre que es fusin

De la ternura, del entusiasmo, de la majestad y del amor. Un nombre incomparable: JESUCRISTO.

9. -LUZ DEL MUNDO

A los cuarenta das del nacimiento, sus padres llevaron el Nio a Jerusaln para presentarlo en el Templo del Seor. Mandaba la Ley antigua que "todo primognito entre los hijos de Israel, lo mismo de hombres que de animales", fuera consagrado al Seor, en reconocimiento de la merced que les hizo al sacarlos de la esclavitud de Egipto.

Los primognitos de los animales eran sacrificados o rescatados; los primognitos de los hombres, en un principio, eran dedicados al sacerdocio: ms tarde, cuando Dios escogi para este ministerio a la tribu de Lev, deban ser rescatados por cinco siclos (unas quince pesetas) para que sus padres pudiesen llevrselos a casa.

El Hijo de Mara no est obligado a esta Ley, por ser Hijo de Dios, mas quiere someterse a ella y aparecer ante el mundo como el hijo del hombre, como un hombre cualquiera.

Pero aquel Nio, mientras el sacerdote encargado de la ceremonia le toma y le ofrece a Dios, como a todos los dems, sabe ofrecerse El mismo a su Padre celestial y sacrificarse por todos los hombres con aquellas palabras:

-Ya no quieres los sacrificios y ofrendas antiguas; por eso me has dado a M un cuerpo que pueda sufrir y ser inmolado. Los holocaustos que antes te ofrecan por el pecado, ya no te agradan; entonces dije: Heme aqu que vengo, para cumplir tu voluntad. Dios mo y Padre mo.

"Viva entonces en Jerusaln un hombre justo y temeroso de Dios, llamado Simen, el cual esperaba la consolacin de Israel, y el Espritu Santo moraba en l.

El Espritu Santo le haba revelado que no morira, antes de ver al Ungido del Seor.

As inspirado por el Espritu Santo vino al Templo. Y al entrar con el Nio Jess sus padres, para practicar con El lo prescrito por la Ley, tom Simen en sus brazos al Nio, y dijo:

-Ahora, Seor, puedes sacar en paz de este mundo a tu siervo, segn tu promesa; porque ya mis ojos han visto al Salvador que nos has dado: al cual tienes destinado para que, expuesto a la vista de todos los pueblos, sea la luz que ilumine a los gentiles y la gloria de tu pueblo de Israel.

Su padre y su madre escuchaban con admiracin las cosas que de El se decan..."

Bellsima escena! Aquel anciano venerable levanta en alto, como vctima inocente, a un Nio, hijo del pueblo humilde, y con sus ojos iluminados por Dios, ve que este Nio ha de ser la luz de todo el mundo. Y delante del anciano, los que se dicen padres de este Nio, l un carpintero, ella una mujercita de aldea...

Simen los ha bendecido, llamndoles mil veces bienaventurados por ser padres de tal Hijo. Pero de pronto, como si viera oscurecerse las claridades de aquel cielo magnfico que ha con-

Templado, se vuelve a la Madre, y le dice:

"-Mira, este Nio est destinado para ruina y para resurreccin de muchos en Israel y para ser blanco de contradiccin."

Quera decir: Este Nio levantar bandera; ante El los hombres se dividirn en dos bandos: unos creern en El, esperarn en El, le amarn -hasta el martirio si es preciso-: para stos ser resurreccin. Otros le rechazarn, no obedecern a sus mandamientos, querrn acabar con El: para stos ser ruina...

Y conoce el santo anciano que de los sufrimientos del Hijo participar la Madre; conoce que el Hijo ser puesto en una cruz y que la Madre velar al pie de la Cruz. Y mientras Mara le mira en silencio, como esperando or la parte que a Ella le tocar en aquella ruina y aquella resurreccin trada por Jess, le dice con profunda pena:

-Una espada de dolor atravesar tu alma...

La Virgen Santa recibe estas palabras en su Corazn. Toma el Nio en sus brazos y le envuelve en miradas de ternura infinita. Nada responde. El silencio es el sagrado refugio del alma en las dichas ms puras y en los martirios supremos. Nada dicen sus labios, pero sus ojos estn diciendo a su Hijo amadsimo la palabra que dijo al ngel en el da primero, y que jams dejar de pronunciar a lo largo de toda su vida: -He aqu la esclava del Seor. Hgase en m segn tu voluntad.

Cumplido en el Templo todo lo que ordenaba la Ley, Mara y Jos regresaron a su casa, que entonces estaba en Beln.

10.-LOS MAGOS DE ORIENTE

"El era la Luz que vino a este mundo para iluminar a todos los hombres". El da de su Nacimiento haba iluminado a los pastores, hijos del trabajo, que velaban en sus puestos, representantes del pueblo y del dolor. Ahora quiere iluminar a los Magos de Oriente, ricos que cultivan las ciencias, representantes de la sabidura y del poder.

Aqullos eran judos, stos gentiles; viene a iluminar todo el mundo.

A los primeros envi un ngel, y a los segundos una estrella misteriosa, que apareci inesperadamente en el cielo.

Ellos, que se dedicaban al estudio de los astros, sorprendieron su aparicin y conocieron que aquel lucero anunciaba el nacimiento del Esperado de las naciones; quisieron conocerle, quisieron adorarle y se pusieron en camino.

Llegan a Jerusaln, donde reina Herodes, hombre sediento de oro y de gloria, hombre impo y lujurioso, hombre cobarde y asesino. "Los Magos de Oriente preguntan:

-Dnde est el nacido Rey de los Judos? Porque nosotros vimos su estrella en Oriente, y venimos para adorarle.

Oyendo esto el rey Herodes, se turb y con l toda Jerusaln." Herodes no era judo, no era romano, no era griego. Era un intruso en el trono, que en el vuelo de un ave o en una palabra

Furtiva sospechaba traiciones y conjuras para destronarle. Era un idumeo cruel que se arrastraba ante Roma y mataba a su mujer, a sus hermanos, a sus mismos hijos, para asegurarse el poder sobre los judos.

Y este hombre oye decir a los sabios extranjeros que en su misma capital ha nacido un Rey: el corazn le da un vuelco, pero pronto concibe su plan, y disimula."Convoca a todos los prncipes de los sacerdotes y a los escribas del pueblo, y les pregunta en dnde haba de nacer el Cristo.

A lo que ellos respondieron: En Beln de Jud; que as est escrito en el profeta: "Y t. Beln, tierra de Jud, no eres ciertamente la menor entre las principales ciudades de Jud, porque de ti es de donde ha de salir el Caudillo que rija mi pueblo de Israel".

Entonces Herodes, llamando en secreto a los Magos, averigu cuidadosamente de ellos el tiempo en que la estrella se les apareci.

Y encaminndolos a Beln, les dijo: -Id e informaos puntualmente de lo que hay de ese Nio y, habindole hallado, dadme aviso, para ir yo tambin a adorarle.

Oyendo esto al rey, se pusieron en camino. Y de pronto la estrella que haban visto en Oriente iba delante de ellos hasta que, llegando sobre el sitio en que estaba el Nio, se par.

A la vista de la estrella, ellos se alegraron con alegra grande. Y entrando en la casa, hallaron al Nio con Mara, su Madre, y postrndose en tierra, le adoraron; y abiertos sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra."-Este relato de la visita de los Magos, preludio del gran movimiento que conducir las naciones al Evangelio, est lleno de suavidad. Es la primera brisa del mundo nuevo. Ah se ve de qu fuertes atractivos dispondr Jesucristo para apoderarse de las almas. Lo que domina en los Magos es una necesidad profunda de Dios, con la certeza de que le hallarn. Haban credo en las antiguas tradiciones, en las universales e invencibles esperanzas de la Humanidad; creyeron en las intuiciones de su corazn, desde que la estrella se mostr; creyeron con una fe tan grande, que no bast para detenerlos sacrificio alguno. Mas cuando, despus de sus largos caminos, se hallan ante una casita modesta y ven un Nio, de pocos das, un vulgar artesano, una Madre pobre, entonces brilla toda la grandeza de su fe. No dudan ni un momento. Sus corazones limpios comprenden el misterio de aquel abatimiento, y, bajo los velos en que se oculta, adoran al Dios prometido. Y ante El vacan sus tesoros.Le ofrecen mirra porque este Nio es Hombre, y morir joven, y su Madre necesitar mirra para ungir el cadver; le ofrecen oro porque este Nio es Rey, y todas las coronas de los reyes deben estar a sus plantas; le ofrecen incienso porque este Nio es Dios.

Mucho han sufrido hasta llegar aqu; pero el gozo de este instante -contemplar al Nio, oir las palabras de la dulce Madre- les recompensa por todo lo pasado.

Momento feliz! All todos nosotros, los que no ramos judos, los que vivamos sin la alianza, sin las promesas y sin Dios en el mundo, los gentiles, los pecadores, all empezamos a ser pueblo de Dios, trados a la casa del Padre por Jesucristo. Los Magos fueron nuestros introductores, nuestros primognitos en la fe. Ellos van delante, nosotros les seguimos.

El astuto Herodes aguarda su regreso con la noticia de dnde estaba el Nio para enviar en seguida a matarle; pero ellos, "habiendo recibido en sueos un aviso del cielo para que no

Volviesen a Herodes, regresaron a su pas por otro camino".

11. -A EGIPTO

Despus que ellos partieron, un ngel del Seor apareci en sueos a Jos, dicindole: "-Levntate, toma al Nio y a su Madre, y huye a Egipto, y estte all hasta que yo te avise, porque Herodes ha de buscar al Nio para matarle.

Levantndose Jos, tom consigo al Nio y a su Madre de noche, y se refugi en Egipto. Y estuvo all hasta la muerte de Herodes, de suerte que se cumpli lo que dijo el Seor por boca del profeta: "De Egipto llam a mi Hijo".

Entretanto Herodes, vindose burlado de los Magos, se irrit sobremanera, y mand matar a todos los nios que haba en Beln y en toda su comarca, de dos aos abajo, conforme al tiempo de la aparicin de la estrella, que haba averiguado de los Magos."

Esta degollacin de inocentes fue la ltima hazaa del viejo Herodes: Mat a todos los nios, menos al Nio que quera matar. Qu pueden contra Dios los planes del hombre?

En este doloroso sacrificio de vctimas puras se encierra el misterio impresionante de lo que ha de venir: hoy mueren estos nios inocentes por Jess; a travs de todos los siglos seguirn dando su vida miles y miles de inocentes por El: por El, que ser el primer Inocente que dar la suya por todos los hombres!

Felices aquellos primeros mrtires, aunque el dolor de sus madres se levant hasta el cielo, cumplindose entonces la profeca que dice: "Una voz se ha odo en Rama: llantos y alaridos

Grandes. Es Raquel que llora a sus hijos y no quiere consolarse porque no existen ya"

Mara y Jos ven crecer a su Nio en Egipto; y cmo empieza a dar los primeros pasos y a balbucir las primeras palabras, y cmo mientras ms crece, ms se parece a su Madre.

En una vida feliz -trabajo y cario familiar- esperan que el Seor les comunicar la orden de volver a su tierra, cuando cese el peligro.

Y muri el primer perseguidor de Jesucristo abriendo con su espantosa agona, la serie de justas sentencias que Dios ejecuta contra los que persiguen a sus cristianos. Describe as esta muerte el historiador judo Flavio Josefo:

"Un fuego interno le consuma lentamente. A causa de los horribles dolores de vientre que senta, rale imposible tomar alimento ninguno. Cuando estaba de pie, apenas poda respirar. Su aliento exhalaba olor hediondo, y en todos sus miembros experimentaba continuos calambres. Presintiendo

Que no sanara, sobrecogile amarga rabia, porque supona, y con razn, que todos se iban a alegrar de su muerte. Hizo, pues, juntar en el anfiteatro de Jeric, rodeado de soldados, a los personajes ms notables, y orden a su hermana Salom que los mandase degollar, as que l hubiera exhalado el ltimo suspiro, para que no faltasen lgrimas en su muerte. Por fortuna Salom no ejecut la orden. Como sus dolores crecan por momentos, y adems le atormentaba el

Hambre, quiso darse una cuchillada; pero se lo estorbaron. Muri por fin el ao treinta y siete de su reinado."

Entonces, San Jos, avisado por un ngel, tom al Nio y a la Madre y volvi con ellos a aquella su casa de Nazaret, casa y taller de carpintero, donde los golpes del martillo y el chirriar de la sierra slo se interrumpan el sbado, da dedicado al descanso y a la oracin.

12.-PERDIDO Y ENCONTRADO

"Los padres de Jess iban todos los aos a Jerusaln para celebrar la fiesta de Pascua. Cuando cumpli El los doce aos, habiendo subido a Jerusaln, segn solan en aquella solemnidad, mientras ellos se volvan acabados los das festivos, el Nio Jess se qued en Jerusaln, sin que sus padres lo advirtiesen.

Persuadidos de que vendra en la comitiva, anduvieron tranquilos el camino de un da entero."

Mara pensaba que el Nio ira con Jos; y Jos que ira con su Madre.

Como eran tantos los peregrinos que haban subido a la ciudad -hasta de tres millones habla el historiador Flavio Josefo-, no es extrao que tardaran un da entero en juntarse y reconocerse los de un mismo pueblo segn iban volviendo a sus casas.

En cuanto Mara encuentra a su esposo, le basta una mirada para caer en la cuenta de que su Hijo no viene con l Dnde est? Nadie le puede responder.

A la maanita siguiente emprende el camino de regreso, siempre acompaada por Jos; pregunta a los grupos de peregrinos que salen de la ciudad si han visto a un muchacho de estas y estas seas, vestido de este color. Dicen que se parece a M -les dira-. Y todos le dan la misma respuesta: -No le hemos visto, Seora-. Y todos la compadecen. Una madre que ha perdido a su hijo inspira siempre profunda impresin.

Ella no descansa, no puede descansar. Llega a Jerusaln, recorre plazas y calles, clava los negros ojos en cada chico que encuentra al paso, penetra en la casa de sus parientes y conocidos, pregunta, suplica, ora... Todo en vano.

No siente el cansancio ni el sudor ni la sed; no sacude el polvo de sus sandalias, ni arregla sus vestidos, ni se cuida de que la mire la gente extraada de su angustia: slo piensa en el Hijo que no est a su lado, porque sabe que aquel Hijo tiene que sufrir mucho, y teme si habr empezado ya...

Dnde est el Nio?

Durante las fiestas pascuales, el Padre celestial ha dicho a Jess que se quede en el Templo sin avisar a su Madre ni a su padre adoptivo, ya que en su oficio de Redentor es independiente de ellos. El Nio sabe que esta separacin sera un martirio para su santa Madre, pero Dios lo quiere y El ha venido a obedecer: se queda en el Templo. All vive tres das, comiendo el pedazo de pan que le da alguna persona caritativa, orando a Dios por los hombres, y asistiendo a las explicaciones de la Escritura que los Doctores daban al pueblo.

All le encuentra su Madre. Acompaada de Jos, ha subido al Templo y recorre los amplsimos atrios y los prticos maravillosos, examinando ansiosa los grupos de peregrinos y devotos que hormiguean por todas partes.

A la sombra de una columna de mrmol divisa un grupo de sabios, unos sentados, otros de pie, cuyos ojos fulguran con el brillo de una conversacin que los tiene subyugados.

Mara se acerca respetuosa -qu tiene que ver la humilde aldeana con los Maestros de la ciudad?-, se acerca para ver quin es el que dirige aquella conversacin que as cautiva a los ancianos del Templo. Su corazn se lo ha dicho ya.

Cuando llega, divisa en medio del corro a su Hijo amadsimo, en la esplndida hermosura varonil de sus doce aos, con los cabellos rizados, el rostro moreno, los labios frescos y los ojos

Encendidos en una divina claridad.

Mara le contempla enajenada: su Hijo est sentado en medio de los Doctores, y ora les escucha, ora les pregunta, dejando a todos pasmados de su sabidura y de sus respuestas.

Aquella Madre dichosa se le acerca y deja hablar al Corazn: "-Hijo mo, cmo nos has hecho esto? Mira con cunto dolor tu padre y yo te buscbamos.

Y Jess les dijo: -Por qu me buscabais? No sabais que Yo debo ocuparme de las cosas de mi Padre?"

Esta es la primera palabra que conservamos de las que habl Jess. Palabra misteriosa en que declara su divinidad: El tiene otro Padre, distinto de Mara y Jos: su Padre es Dios; y a la vez insina la misin que trae al mundo: ocuparse en las cosas de su Padre.

Pero como ya ha cumplido el encargo que su Padre le confiara de pasar tres das en el Templo, se acerca carioso a su Madre, en cuyas pupilas ha visto las lgrimas, se deja abrazar y besar por Ella, y vuelve a Nazaret con ellos, Mara y Jos, y all vive obediente a los dos.

Y su Madre conservaba todas estas cosas en su Corazn.

13. EL CARPINTERO

Jess estaba sujeto a Mara y a Jos. Jos es un carpintero de pueblo; Mara, su esposa, es una mujercita de pueblo; y Jess, que les obedece, es Dios.

"El Nio -escribe el evangelista Lucas, mdico observador-; creca y se robusteca."

Creca siguiendo los pasos de todos los nacidos: nio, adolescente, joven, varn. Creca fuerte y sano como convena a quien haba de dar la salud con slo tocar a los enfermos con su mano.

Creca varonilmente hermoso, con la belleza de un rostro por cuyos ojos se asoma un alma infinitamente santa.

Y creca aprendiendo por experiencia propia lo que saba ya por ciencia divina y por ciencia infusa.

Qu maravillosa la existencia de Jess!

Es obrero. Hijo de la Mujer de un obrero, y va experimentando el dolor y la alegra de ganarse el pan con el sudor de su frente, con el esfuerzo de sus manos.Esas manos que bendecirn a los nios, curarn a los leprosos, resucitarn a los muertos y absolvern a los pecadores; esas manos han sentido ms de una vez el mordisco de la sierra que

Se desva, y el golpe del mazo, y el peso de los tablones. Manos de nio pobre, que se endurecen pronto en el trabajo, manos de un carpintero de aldea, donde el trabajo es duro y mal retribuido.

Empez por ser aprendiz junto a San Jos, y lleg a ser maestro en el oficio.

Un da y otro da, un mes y otro mes, un ao y otro ao, primero con Jos, y despus solo, persevera en la ruda labor sin contar nunca las horas de trabajo de cada jornada.

Concluida la ocupacin diaria, sobre todo las vsperas de fiesta, barre Jess las virutas, asea el local, pone en orden los instrumentos de trabajo y lleva sobre sus hombros las piezas terminadas a sus clientes. Mira si quedan satisfechos o si hay algo qu corregir, y recibe agradecido el precio de la obra.

Despus hace compaa a su Madre, y an le pregunta si se le ofrece algo en qu ayudarla y servirla. Mara le recibe amorosamente; y si hace calor y viene fatigado y sudoroso, le ofrece

Agua fresca trada por Ella misma de la fuente de Nazaret...

As gan Jess con el sudor de su frente, el pan cotidiano para S y para su Madre; y si algo sobraba, para aliviar a los pobres; y as se lo agradeca Ella...!

Fue obrero de la materia, antes de ser obrero del espritu. Fue pobre antes de llamar a los pobres al Reino de los cielos.

Su oficio le ha hecho familiares todas esas cosas que intiman con la vida del hombre y la mujer, y as ha penetrado en los secretos del hogar.

Fabric la mesa, y conoci el regocijo del padre que se sienta a comer rodeado de muchos hijos.

Fabric el lecho, y conoci el misterio del nio que all nace, y del anciano que all muere.

Fabric la artesa donde se amasa la harina, y conoci la solicitud de la madre que reparte el pan a sus pequeos.

Y fabric los escaos donde los viejos se sientan al fuego, y las arcas donde la esposa guarda el traje de fiesta, y los arados con que el labrador abre los surcos soando en espigas de oro...

A la experiencia del trabajo y de la vida casera, aadi la experiencia del campo. Jess amaba el campo como lo han amado todas las almas grandes.

Ha disfrutado de sus aromas y de sus luces los das de fiesta, acompaando de nio a Mara y a Jos y despus solo a la Madre viuda.

Ha visto por los alrededores de Nazaret cmo verdean los pmpanos sobre los sarmientos secos de las vides, y cmo penden los racimos rubios y morados, alegra de los vendimiadores. Ha visto echar por tierra el grano de trigo, que morir y resucitar despus en una espiga colmada. Ha visto las bellsimas tonalidades rojas, amarillas y moradas de los lirios en la primavera. Ha observado cmo la gallina llama a sus polluelos y los cobija bajo sus alas apenas se ennegrece el cielo y empieza a tronar. Ha seguido el vuelo de los pajarillos que no pueden caer en el lazo sin permiso del Padre celestial. Ha contemplado con especial cario la vida de los pastores y las ovejas. El, que desciende de un Rey pastor y ha de ser maana el Pastor bueno que sale a buscar la oveja perdida.

Todo lo ha visto, todo lo ha amado: desde la semilla que apenas se ve sobre la palma de la mano, hasta la higuera que cubre bajo su ramaje la casa del pobre. Desde los nios que juegan en la plaza, hasta los doctos profesores de la Ley que pasan silenciosos.

Pero esto es lo menos importante de lo que sabe Jess: adems de esta ciencia adquirida, posee su entendimiento humano una ciencia maravillosa y feliz, una claridad encendida en el primer instante de su vida, con la cual tiene delante todos los hombres que existen, existieron y existirn, con todas sus obras, palabras y pensamientos: siempre los est contemplando, siempre los est conociendo.

Y esta ciencia suya no es un conocer fro, especulativo: es un conocer clido, amoroso. Conoce a los hombres y los ama. Conoce sus padecimientos y les compadece. Conoce su vida y vive con ellos.

Aquel carpintero de Nazaret, que exteriormente aparece como un joven ejemplar, exacto con sus clientes, buemsimo con sus padres, amable con todos, es la Luz eterna que contiene sus claridades dentro de esa carpintera hasta que llegue la hora de difundirla por todo el mundo.

Y as pasan treinta aos. Casi toda su vida, lo mejor de su vida, para ensear prcticamente a los hombres la leccin inmensamente difcil de trabajar y obedecer.

Trabajar, porque el trabajo lleva a Dios. Trabajar, porque el trabajo con recta intencin es expiacin de los pecados, es atraccin de beneficios, es oracin en favor de las personas queridas, es mrito para el cielo. Obedecer a un hombre -padre de familia, jefe de taller-, porque representa a Dios. Leccin difcil. Los que la cumplen, sern perfectos.

Y todos la pueden cumplir desde que el divino obrero de Nazaret dice con sus obras, ms que con sus palabras, a todos los obreros del mundo: -Aprended de M a no sublevaros ni maldecir la Providencia de Dios, porque no os ha puesto en un estado de vida ms cmodo. Aprended, con el trabajo noble y cristianamente aceptado, a hacer ms tolerables y llevaderos los das penosos de esta vida, y a merecer as la felicidad interminable.

14. -MUERE SAN JOS

Llega un da en que el carpintero de Nazaret puede decir al Padre celestial: -Padre, he cumplido la obra que me encargaste hacer.

Altsima fue la misin de Jos: ser amparo y sustento para Jess y Mara; encubrir la maternidad virginal de Mara y el misterio de Cristo; ofrecer la prueba legal de que Jess descenda de la familia de David, ya que la descendencia por lnea materna no se tena en cuenta.

Los ltimos aos de este hombre, tan grande en su humildad, son tan desconocidos como los primeros. Vive, silencioso y discreto, entre los enigmas divinos de Beln y Nazaret. Es un velo extendido sobre las verdades que el mundo no debe saber todava.

Escogido para esta delicada misin, tiene todas las cualidades que ella pide: la reserva, la modestia, el olvido de s mismo, una ausencia celestial de curiosidad, una pureza anglica. Cuando el velo ya no se necesita, parte silenciosamente a la eternidad. Su fin tiene el mismo carcter de absoluto desasimiento que toda su vida. Muere antes de los milagros y la predicacin de Jess. Parte sin haber visto nada, pero sin desear nada, ni estar quejoso de nada, confiado en Dios, que ser fiel en sus promesas; con los ojos fijos en ese amable joven, de quien sabe que est llamado a la gran obra de Dios, y que no ha hecho todava nada ms que serrar tablas y construir arados.

Aquella muerte feliz de Jos, asistido en las cosas temporales por la Virgen Mara, su amantsima Esposa, como solcita enfermera, y en las cosas del alma por Jess, Hijo de Dios, Sumo Sacerdote de la Ley de gracia, le ha constituido en Patrono de la buena muerte. Y todas las maanas y todas las noches, recibe la splica constante de los cristianos, que le llaman a l juntamente con su Esposa y el Hijo de su Esposa: Jess, Jos y Mara, asistidme en mi ltima agona!

Cuando queda Jess como dueo nico del taller, comienza a ser llamado el carpintero y el hijo de Mara la viuda. Con su trabajo y sudor gana el propio sustento y el de su Madre, hasta que llegue en los designios de Dios la hora sealada para la despedida.

15.-EL ANUNCIADOR

Entretanto, Juan, el hijo de los ancianos Zacaras e Isabel, dej la casa de sus padres, joven todava, y se escondi en el Desierto.

All vive solo, sin casa, sin tienda, sin nada ms que una piel de camello para cubrirse y un cinturn de cuero.

Con langostas y miel silvestre alimenta su cuerpo, alto, seco y quemado del sol. Con la oracin y la esperanza en el que pronto vendr, alimenta su espritu, impetuoso y valiente como un profeta, inocente y humilde como un nio.

Es una figura a propsito para conmover las muchedumbres. Hijo de la vejez y del milagro, fue consagrado desde su nacimiento como Nazareno, esto es, puro; y nunca entr la tijera en su cabello, ni bebi vino, ni tuvo ms amores que el amor de Dios.

Un da abandon sus soledades, y las gentes le vieron aparecer en las orillas del ro Jordn y le oyeron clamar. Era el ltimo de los profetas. Los profetas antiguos haban dicho al pueblo de

Israel: "Vendr, vendr el Ungido de Dios, vendr el Libertador del pueblo, vendr".Juan puede anunciar: "Ya viene, ya viene. Preparad el camino del Seor: que las hondonadas se levanten; que los montes y collados se humillen; que lo tortuoso se enderece y lo spero se suavice, porque toda carne va a ver la salvacin venida de Dios"

Sus clamores produjeron enorme impresin. Dice el Evangelio que acudan a orle "las gentes de Jerusaln y de toda la Judea y de toda la ribera del Jordn".

El a todos predicaba lo mismo:

-Haced penitencia, porque se acerca el Reino de los Cielos.

Penitencia significa cambio profundo en el alma. Es un pasar de la avaricia a la limosna, del placer a la pureza, del pecado a la santidad.

Reino de los cielos o reino de Dios, significa el reinado de Dios sobre todos los hombres; un reinado prctico, reconocido voluntariamente, deseado y amado. Los hombres se confiesan sbditos y siervos de Dios. Dios reina sobre ellos por su Ley y su gracia en esta vida; por sus premios y su Gloria despus.

Haced penitencia -clamaba el Profeta del Desierto-, porque el Reino de los cielos est cerca!

Y con la predicacin juntaba un rito sagrado, el bautismo, que le vali el sobrenombre glorioso del Bautista.

Consista este rito en una inmersin completa en las aguas del Jordn. Mediante este lavatorio exterior, excitaba en las almas el deseo de una purificacin moral, que deba llevarlas a

Santificarse para hacerse dignas de participar del Reino de Cristo.

Bien pronto se divulga por toda Palestina cmo en las orillas del Jordn ha aparecido un Profeta que predica el Reino de los cielos y administra un bautismo para perdn de los pecados.

Vivientes oleadas de peregrinos invaden durante varios meses las riberas del Jordn, antes desiertas y silenciosas.

All se vean juntos los sensuales saduceos de Jerusaln y los rudos soldados del Imperio romano; los odiados publcanos (recaudadores de tributos) y los honrados campesinos; las mujeres pecadoras y los incontaminados fariseos.

Era un movimiento tal hacia la persona del Profeta, que nunca se haba visto en Palestina otro semejante desde los das ya lejanos de los Macabeos.

Confesaban sus pecados y reciban en las aguas del ro el bautismo de Juan.

Este no se envaneca con el xito, sino que lo aprovechaba para mejor preparar los caminos al Ungido del Seor.

Y advirtiendo la presencia de aquellos fariseos y saduceos, los sabios, los ricos, los que tal vez estaran en primera fila, oyndole sin conmoverse y satisfechos de la fama de justos que

Tenan en el pueblo, los apostrofa con tremendas imprecaciones: "-Oh raza de vboras! Quin os ha enseado que podris huir de la ira que os amenaza? Haced frutos dignos de penitencia...

El hacha est ya puesta a la raz de los rboles, y todo rbol que no d buen fruto, ser cortado y echado al fuego".

No basta bautizarse en el Jordn, si no limpiis tambin la conciencia. De nada os servir, hipcritas, las apariencias exteriores. Si no os converts en el alma. Haced todo lo contrario de lo que habis hecho hasta aqu, o pasaris por el hierro y el fuego.

Las gentes de corazn bien dispuesto se conmueven al orle y le preguntan:

-Qu debemos hacer para salvarnos?

El les responde con el magnfico precepto de la caridad:

"-El que tiene dos vestidos, d al que no tiene ninguno; y haga otro tanto el que tiene qu comer.

Vinieron, asimismo, publcanos a ser bautizados, y le dijeron:

-Maestro, y nosotros, qu debemos hacer?

Respondiles: -No exijis ms de lo que os est ordenado. Preguntbanle tambin los soldados: -Y nosotros, qu haremos?

El les dijo: -No hagis extorsiones a nadie, ni usis de fraude, y contentaos con vuestras pagas."

Y as urga a todos a cumplir sus deberes, sin detenerse ni ante el mismo rey Herodes Agripa.

Por esta grandeza de alma y esta valenta en el hablar, empez a pensar el pueblo si Juan sera el Cristo, el que haba de venir.

Pero Juan "no era la Luz, sino que era el hombre enviado por Dios para dar testimonio de la Luz, a fin de que todos creyesen por l".

Y cumpli fidelsimamente su oficio."-Detrs de m llegar un varn que est por encima de m, porque antes de que yo existiese, exista El. Yo os he bautizado con agua, pero El os bautizar con fuego y con el Espritu Santo. El es el dueo del campo; limpiar sus eras, recoger el trigo en sus graneros y quemar la paja en fuego inextinguible... Yo no soy digno de soltar la correa de sus sandalias."

Y por aquellos mismos das, un obrero de Nazaret se ataba con sus manos sus sandalias, despeda a su Madre viuda, y dejaba su casa, tomando el camino del Jordn, donde Juan predicaba y bautizaba.

Hasta ahora todos le llaman Jess, el hijo del carpintero Jos. Juan le sealar con el dedo, diciendo: -Ese es el que quita el pecado del mundo.- Y todos empezarn a llamarle el Maestro, el Seor.

Ha llegado su hora, y sale a iluminar.

Es la luz del mundo.

ACTO PRIMERO

EL ENCUENTRO16.-MI HIJO MUY AMADO

Con qu claridad vea Juan Bautista su misin. El viene enviado para anunciar a otro, a otro ms grande que l. Habr otro bautismo ms grande. Despus del bautismo del agua, el bautismo del fuego. Despus del bautismo de la penitencia, el bautismo ms divino del amor. Hay que preparar las almas para el que va a venir. Esta es la misin de Juan. El la est cumpliendo. Y he aqu que uno de aquellos das "vino Jess de Galilea al Jordn, en busca de Juan, para ser bautizado por l".

Con esta sencillez nos refiere el Evangelio la aparicin de Jess entre las gentes que venan con deseos de penitencia y purificacin.

El es pursimo. El no necesita penitencia. Pero El ha cargado con todos los pecados de los hombres, y quiere entrar en las aguas -quiere pasar por la muerte- para sepultarnos en ellas.

Despus saldr del ro -volver a la vida- para elevar consigo a la Humanidad rescatada y purificada.

Juan nunca le haba visto; pero al mirarle ahora, le conoce en seguida, iluminado por Dios. Y se resista a bautizar a Jess, dicindole: -Yo debo ser bautizado por Ti, y T vienes a m?

A lo cual respondi Jess, diciendo: -Djame hacer ahora, que as es como conviene que nosotros cumplamos toda justicia.-Juan, entonces, condescendi con El.

Bautizado Jess, al instante que sali del agua, se abrieron los cielos para El, y vio bajar al Espritu de Dios en forma de paloma y posar sobre El. Y oyse una voz del cielo que deca: -Este es mi querido Hijo, en quien tengo puesta toda mi complacencia".

17.-TENTACIN Y VICTORIA

"Bautizado Jess, volvi lleno del Espritu Santo del Jordn, y al punto fue llevado por el Espritu al Desierto, para que fuese all tentado por el diablo.

Y estaba en el Desierto cuarenta das y cuarenta noches, y era tentado por Satans y habitaba con las bestias..."

De la multitud a la soledad. Es la ltima preparacin. Ha venido para hacer de los hombres hijos de Dios, y se retira de los hombres para hablar de ellos con Dios.

Ha venido para ensearles a triunfar del mundo y de sus concupiscencias, y se retira para ayunar y pasar hambre.

Ha venido para ensearles a triunfar de las sugestiones del demonio, y se retira para dejarse tentar por el demonio.

En la tentacin no hay culpa. Ser tentado es ser hombre.

Jess, santsimo, impecable, permite al Tentador que se le acerque. El le vencer y al fin le arrojar de la Tierra como su Padre le arroj del Cielo.

Pero antes de la victoria final, el combate.

Satans, la criatura ms abominable, el primer rebelado contra Dios, y el primer maldecido de Dios, ha visto la abstinencia y oracin que durante cuarenta das ha guardado en estas montaas de Judea ese Hombre santo, venido de Nazaret.

Ha visto que al fin de la cuarentena muestra tener hambre, y cree que este es el momento oportuno para seducirle. Por una parte, quiere saber si aquel solitario es Hijo de Dios y, por otra parte, quiere tenerle a sus pies."Se le acerca (tal vez tom las apariencias de otro penitente que viva tambin por aquellas cuevas), y le dice:

-Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes.

Jess le respondi: -Escrito est: No de solo pan vivir el hombre, sino de toda la palabra que sale de la boca de Dios.Despus de esto le transport el diablo a la santa ciudad. Y le puso sobre lo alto del Templo, y le dijo: -Si eres Hijo de Dios, chate de aqu abajo; pues est escrito: Que te ha encomendado a sus ngeles, los cuales te tomarn en sus manos, para que tu pie no tropiece contra alguna piedra.

Replicle Jess: -Tambin est escrito: No tentars al Seor, tu Dios.

Todava le subi el diablo a un monte muy encumbrado, mostrle todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: -Todas estas cosas te dar si, postrndote delante de m, me adorares.

Respondile entonces Jess: -Aprtate de ah. Satans; porque est escrito: Adorars al Seor, Dios tuyo, y slo a El dars culto.

Con esto le dej el diablo; y he aqu que se acercaron los ngeles y le servan."

El Tentador est vencido. Ha querido seducirle por la gula, invitndole a quebrantar el ayuno. Por la soberbia, proponindole descender desde lo ms alto del Templo en manos de los ngeles a la vista de todo el pueblo estupefacto. Por la ambicin, ofrecindole todos los reinos del mundo.

Pero Jess desbarata sus planes y le aplasta la cabeza con la sencillez de sus palabras:

"No es el comer lo ms importante de la vida del hombre. No hay que tentar a Dios ponindonos en peligros graves y pidindole milagros intiles.

Slo a Dios adorars, slo a Dios entregars tu corazn!"

Satans le ofreca el pan material. Jess viene a libertar el espritu de la esclavitud de la materia. Viene a transformar los hombres en ngeles; no el pan en piedras, la materia en otra

Materia. Si a eso se redujera su poder, todos los hombres carnales le seguiran, jurando creer en El, pero en realidad buscando comer el pan producido por El.

Y El no quiere esto. Al contrario: quiere que crean en El, aunque les cueste hambre, dolor y muerte.

Sin el pan de trigo se puede vivir: un higo olvidado entre las hojas, un pez cogido en el lago pueden suplirlo. En cambio, sin el pan del alma no se puede vivir con vida eterna.

Satans le ofreca el prodigio material: una cada portentosa en el punto ms concurrido de Jerusaln, para que los hombres -siempre hambrientos y sedientos de lo maravilloso, siempre

Dispuestos a postrarse ante cualquier charlatn milagrero- lancen un grito de entusiasmo delirante al verle bajar as de lo ms alto del Templo, y se junten a su alrededor y le proclamen Rey de Israel.

Pero Jess no quiere arrastrar con maravillas intiles. Curar a los sordos, limpiar a los leprosos, sanar a los enfermos, sobre todo a los enfermos del alma; pero cuando llegue la hora

De juntar ha su alrededor los siervos fieles y fundar su Reino, se apoyar en otro poder mayor que el de los milagros: el poder del amor. El no quiere impresionar a las multitudes; quiere atraer los corazones. El no quiere que se echen en tierra por El; quiere que se enamoren de El. En vez de lanzarse de lo ms alto del Templo, subir a la Cruz. En vez de espantar a los hombres, se dejar matar por salvar a los hombres.

Y Satans le ofreca el imperio material: todos los reinos del mundo, toda la materia. Y en pago, le pide una adoracin!

Jess lo arroja indignado: Aprtate, Satans! La adoracin es slo para Dios.

Los hombres darn al demonio ms que una adoracin -le darn el dinero de sus hijos, la alegra de su esposa, su propia vida, su alma- por mucho menos que todo el mundo, por el placer de un momento.

Pero desde que Jess ha vencido al Tentador, los hombres todos! pueden vencerle tambin, aunque venga con sus aliados eternos, el Mundo y la Carne.

18. -ESTA EN MEDIO DE VOSOTROS

Juan contina predicando a orillas del Jordn. Pero desde el da en que bautiz a Jess, ya no dice: "Despus de m venar", sino que dice: "T ha venido, se halla en medio de vosotros..."

Y un da se le presenta la ocasin de afirmar de una manera solemne esa llegada del Esperado. Los Prncipes de Israel, que tenan el derecho de inspeccin sobre lo que se enseaba pblicamente, quedan asombrados con las palabras que resonaban a orillas del Jordn, y nombran una comisin, compuesta de sacerdotes, de ancianos del pueblo y de escribas, para que vayan a interrogar al nuevo Profeta.

Ellos llegaron y le dijeron: "-Quin eres? Eres acaso el Cristo, como dicen algunos por ah? Y confes San Juan, y no neg; confes y dijo: -Yo no soy el Cristo.

-Pues, qu? Eres Elias?

-No soy.

-Eres el Profeta?

-No.

-Pues quin eres? Para que llevemos la respuesta a los que nos han enviado. Qu dices de ti mismo?

-Yo soy la voz que clama en el desierto y dice: Preparad el camino del Seor, como dijo el profeta Isaas."

Los enviados insisten. Hasta entonces el interrogatorio no pasaba de la persona de Juan Bautista. Ahora le preguntan por su obra:

"-Por qu, pues, bautizas, si t no eres el Cristo, ni Elias, ni el Profeta?

Entonces Juan les dice: -Yo bautizo en agua; pero en medio de vosotros est quien vosotros no sabis. El es el que viene en pos de m, pero ha sido antepuesto a m..."

As declara Juan Bautista que el Mesas ha venido ya. En esta conversacin, que es como la clausura oficial del Antiguo Testamento, hace ver, en trminos sublimes, la grandeza del divino desconocido. Si no les manifiesta su nombre, es porque ellos no se lo preguntan. Desprecian al austero profeta del Jordn, porque reprende sus vicios; y, religiosos tan slo en apariencia, se cuidan poco de conocer el nombre del verdadero Ungido del Seor. Esos mismos fariseos entregarn ms tarde Juan Bautista a Herodes y Jesucristo a Pilato!

19. MAESTRO, DONDE VIVES?

Terminada la Cuarentena, vuelve Jess hacia las orillas del Jordn:

"Juan le ve llegar, y dice:

-He aqu el que quita los pecados del mundo... Yo he visto al Espritu Santo descender del cielo en forma de paloma y reposar sobre El.

Yo antes no le conoca; mas el que me envi a bautizar con agua me dijo: Aquel sobre quien vieres que baja el Espritu y reposa sobre El, Ese es el que bautiza con el Espritu Santo.

Yo le he visto, y por eso doy testimonio de que El es el Hijo de Dios.

Al da siguiente, otra vez estaba Juan all con dos de sus discpulos. Y viendo a Jess que pasaba, dijo: -He aqu el Cordero de Dios. -Los discpulos, al orle hablar as, se fueron en pos de Jess.

Y volvindose Jess, y viendo que le seguan, djoles:

-Qu buscis?-Respondieron ellos: -Rabb (que quiere decir Maestro), dnde habitas?

Dceles: -Venid, y lo veris.-Fueron, pues, y vieron dnde habitaba y se quedaron con El aquel da. Era entonces como la hora dcima.

Uno de los dos que, odo lo que dijo Juan, siguieron a Jess, era Andrs, hermano de Simn Pedro.

El primero a quien Andrs vio fue a Simn, su hermano, y le dijo: -Hemos hallado al Mesas (que quiere decir el ungido).

Y le llev a Jess. Y Jess, fijos los ojos en l, le dijo: -T eres Simn, hijo de Juan. T sers llamado Cefas (que quiere decir Pedro).

Al da siguiente determin encaminarse a Galilea, y encontr a Felipe, y djole: -Sgueme.

Era Felipe de Betsaida, patria de Andrs y de Pedro. Halla Felipe a Natanael, y le dice: -Hemos encontrado a Aquel de quien escribi Moiss en la Ley, y anunciaron los profetas: Jess de Nazaret, Hijo de Jos.

Respondile Natanael: -Acaso de Nazaret puede salir cosa buena?-Dcele Felipe: -Ven, y lo vers.

Vio Jess venir hacia S a Natanael, y dijo de l: -He aqu un verdadero israelita, en quien no hay engao.

Dcele Natanael: -De dnde me conoces?

Respondile Jess: -Antes de que Felipe te llamara. Yo te vi cuando estabas debajo de la higuera.

Al or esto Natanael, le dijo: -Maestro. T eres el Hijo de Dios, T eres el Rey de Israel.

Replicle Jess: -Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees; mayores cosas vers.

Y le aadi: -En verdad, en verdad os digo, que veris abierto el cielo y a los ngeles de Dios subir y bajar, sirviendo al Hijo del Hombre."

Juan Bautista enderez sus mejores discpulos a Jess, ya que l mismo no le poda seguir, pues su puesto estaba a las orillas del ro. Uno de aquellos dos primeros que le siguieron tmidamente y le preguntaron: Maestro, dnde vives?, era Juan el joven, el evangelista.

Cuando tenga casi cien aos describir aquella escena en su Evangelio. Pero recordar hasta el mnimo detalle de la hora, porque la impresin de amabilidad y grandeza que le produjo su

Primer encuentro con Jess, jams se le borrar del alma.

Los dos afortunados que han odo a Jess en la intimidad de una noche pasada con El, salieron a comunicar su hallazgo:

-Hemos visto al Mesas!

En este grito espontneo se vislumbra el intenso jbilo de una antigua esperanza, plenamente satisfecha.

20. -MANIFIESTA SU GLORIA

"Tres das despus se celebraron unas bodas en Cana de Galilea, donde se hallaba la Madre de Jess.

Fue tambin invitado a las bodas Jess con sus discpulos.

Y como viniese a faltar el vino, dijo a Jess su Madre: -No tienen vino.

Respondile Jess: -Seora, qu nos va a M y a Ti? An no es llegada mi hora.

Dijo entonces su Madre a los sirvientes: -Haced lo que El os dir.

Estaban all seis cntaras de piedra destinadas para las purificaciones de los judos, en cada una de las cuales caban tres metretas.

Jess les dijo: -Llenad de agua aquellas cantaras.-Y llenronlas hasta arriba.

Dceles despus Jess: -Sacad ahora y llevadlo al maestresala.-Hicironlo as."

Pero aquello ya no era agua, sino vino excelente. El milagro est hecho.

"Apenas prob el maestresala el agua convertida en vino, como l no saba de dnde era (bien lo saban los sirvientes que lo haban sacado), llam al esposo