el dominical rs

12
ED letras + artes + ideas EL DOMINICAL Año 62 · N° 27 · Lima, domingo 27 de setiembre del 2015 MIGUEL BELLIDO VUELVEN A NUESTRAS TABLAS LAS DESVENTURAS DE EDIPO EN PORTADA / Págs. 8-10 LA TRAGEDIA DE UN REY COMPLEJO PUBLICACIÓN /Pág. 4 Nabokov y Véra: la historia de un amor a través de sus cartas HISTORIA /Págs. 6-7 Nuevas luces sobre el proceso que condujo a la independencia MOVIDA /Pág. 11 El nuevo mapa latinoamericano de la música electrónica Un adelanto de la próxima novela de Fernando Ampuero FICCIÓN / Págs. 12-13 Pietro Sibille en el papel del rey de Tebas.

Upload: jorge-malpartida

Post on 07-Dec-2015

29 views

Category:

Documents


6 download

DESCRIPTION

Suplemento cultural del diario El Comercio. Se especializa en artes y letras. Editor: Dante Trujillo

TRANSCRIPT

Page 1: El Dominical Rs

EDletras + artes + ideas

EL DominicaL

Año 62 · N° 27 · Lima, domingo 27 de setiembre del 2015

mig

uel

bel

lid

o

VuelVen a nuestras tablas las desVenturas de edipoen portada /págs. 8-10

La tragEDia DE un rEy compLEjo

publicación /pág. 4 nabokov y Véra: la historia deun amor a través de sus cartashistoria /págs. 6-7 nuevas luces sobre el proceso que condujo a la independenciamovida /pág. 11 El nuevo mapa latinoamericano de la música electrónica

un adelanto de la próxima novela de Fernando ampuero ficción /Págs. 12-13

Pietro Sibille en el papel del rey de Tebas.

Page 2: El Dominical Rs

• Li

ma,

do

min

go

27

de

seti

embr

e d

eL 2

015

/ dominicaL / dominicaL• E

l D

om

inic

al

• 3

“VOY A HACER unA COmEdiA pARA

El públiCO pERuAnO”

Dímelo en la cara

álvaro velarde. el director anuncia la película el candidato, una comedia sobre nuestra política.

e l creador de cintas como El destino no tiene favoritos (2003) y La co-sa (2014) apuesta ahora por una historia delirante sobre

candidatos en campaña política.

Te conocí hace 20 años en Nueva York cuando estudiabas Cine. Recuerdo que solo veías películas antiguas. En esa época me nutría de mucho y muy variado cine. Había llegado a una ciudad que me ofrecía la posibilidad de ver pelí-culas de las que por años solo había leído. Lo que más me interesaba era la obra de directores que había estudiado. También trabajaba en el departamento de cine del MoMA y tenía la facilidad de acceder a co-

Beto Ortiz dice que eres “una especie de Woody Allen nativo”. Soy un ferviente admirador de Woody Allen y es un gran halago. Supongo que hay semejanzas en el humor satírico, en el deleite por el absurdo y hasta en la año-ranza por el pasado. De hecho creo que su cine ha sido de gran influencia, pero no mayor que la que puedan haber tenido otros directores como René Clair, Jacques Tati o Ernst Lubitsch. ¿Qué lenguaje eliges para crear? Me interesa experimentar con toda la ri-queza de recursos narrativos que tiene el cine. Me decepcionan las películas que solo ponen énfasis en el guion y la actua-ción y en donde la cámara se dedica a se-guir a los actores recitando sus líneas. Para mí la experiencia cinematográfica se da cuando los encuadres, la música, los mo-vimientos de cámara y otros elementos se integran a la narración. Ese es el lengua-je que me interesa. Hacer una película es componer un gran lienzo donde juegan armoniosamente muchos factores.Tus películas anteriores suceden en universos particulares. El candidato, en cambio, está anclada en la realidad peruana. ¿A qué se debe este cambio? Va a ser una comedia hecha para el públi-co peruano. Además de retratar los mo-mentos más delirantes de nuestra historia política reciente, es un llamado a la hones-tidad y a una toma de conciencia por parte de gobernantes y gobernados. Creo que es importante y necesario que aparezca una película así justo antes de las elecciones. Mi intención es llegar a un público lo más masivo posible, para que esta reflexión sea recibida por la mayor parte de la po-blación. En ese sentido, tendrá un claro propósito coyuntural.¿Qué tan complicado es financiar una película así? Es complicado pero no imposible. Hay mucho entusiasmo con este proyecto en-tre las personas que han leído el guion. Ya se han sumado actores y técnicos, y esta-mos negociando con auspiciadores que puedan financiar la película. Es un proyec-to único y creo que cualquiera que partici-pe se va a beneficiar en muchos aspectos.Tendría que estar lista antes de abril del 2016. ¿Qué implica ese reto? ¡Que tendría que estar filmando mañana! O a más tardar en noviembre. Felizmen-te la preproducción marcha muy bien. El guion está listo, el ‘casting’ avanzado, las locaciones ya están siendo encontradas y la distribución asegurada. Una vez que tengamos el dinero todo va a ir a mil. No dudo que estrenaremos en marzo y que será un suceso que, por su temática, sobre-pasará el ámbito del entretenimiento.

pias de películas mudas. Me deslumbré con ese arte tan antiguo, artesanal y a la vez tan creativo. Además veía mucho cine independiente. Todos los estudiantes so-ñábamos con hacer nuestra película inde-pendiente de bajo presupuesto. Tus dos películas son inclasificables. ¿Qué te define como cineasta? Es bueno que sean inclasificables. Creo que ambas son comedias personales que exploran las posibilidades de este género como expresión artística, utilizando me-talenguajes. Las dos son herederas de las clásicas comedias de malentendidos, pero incorporan elementos que las hacen más complejas a otros niveles. Hay una estili-zación de la forma que subvierte lo emo-cional hacia la estética.

¿Cómo ves el momento actual del cine peruano? Se ha abierto la posibilidad del cine como negocio, cosa que antes era casi imposible. El gran problema sigue siendo la distribución, la dificultad para salir a competir con Hollywood. Hacer cine siempre será difícil, pero si de pronto las piezas del engranaje —productor, distribuidor, exhibidor y público— se van armonizando, podríamos lograr mayor continuidad y calidad en las películas.

La del estriboretos y dificultades

Por maría luisa del río

nancy chappell

Page 3: El Dominical Rs

• Li

ma,

do

min

go

27

de

seti

embr

e d

eL 2

015

/ dominicaL / dominicaL• E

l D

om

inic

al

• 4

Un romance de novela

PublicaciónCartas a véra. 60 años después de Lolita, Nabokov regresa con una historia de amor epistolar: la suya propia.

L olita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la pun-ta de la pluma emprende un viaje de más de diez años a lo

largo de 380 páginas, roza el calor de una hoguera hambrienta, peregrina sin suer-te por cinco editoriales norteamericanas y termina firmando un contrato con el sello Olympia Press de París en 1955. Lo.Li.Ta.

Fue prohibida en Inglaterra, fue víctima de persecución en Francia, fue tachada de indecente y calificada como “desenfrena-da pornografía”. Después fue señalada por la crítica como una obra maestra de la lite-ratura universal. Pero para Nabokov fue siempre su novela más apreciada.

¿Tuvo Lolita una precursora? Natural-mente que sí. En realidad, Lolita no hubie-ra podido existir si Véra no la hubiese sal-vado de las llamas en el último momento.

La obra que transformó al ya reconoci-do escritor en un fenómeno internacional está íntimamente ligada a la historia de amor entre Vladimir y Véra. Pero si Lolita narra una historia de amor malsano, Car-tas a Véra (RBA, 2015) nos presenta un “cuento de hadas” (como Nabokov se refe-ría a su esposa) sobre uno de los romances más duraderos y novelescos de la vida real.

***Véra Yevseyevna Slonim (1902-1991) fue una joven judía de ideas democráticas, pro-veniente de una familia adinerada de San Petersburgo. Compartía con Vladimir el amor por el arte y las letras, la percepción si-nestésica y el desprecio hacia Freud y hacia cualquier ideología que mutilara la libertad del individuo —dicen que en su juventud participó en un complot para matar a Trots-ki—. Y, al igual que Vladimir, ella y toda su familia tuvieron que huir de Rusia cuando se desató la revolución bolchevique. El des-tino los enlazaría en Berlín poco después.

En mayo de 1923, un joven poeta exilia-do que firma con el pseudónimo de V. Sirin asiste a un baile de máscaras en la capital alemana. A pesar del antifaz, una mucha-cha logra reconocerlo, se le acerca, le son-ríe, le recita de memoria uno de los poemas que Sirin le dedicó a su reciente exprometi-da Svetlana Siewert. De ese primer encuen-tro no se sabe más, no queda registro foto-gráfico ni evidencia alguna, salvo el poema

que Nabokov escribió esa misma noche y dedicó a Véra, titulado “El encuentro”. Dos años más tarde, en abril de 1925, se casa-ron, y a pesar de las difíciles circunstancias que les tocó vivir —marcharon varias veces al exilio debido al vertiginoso avance de las tropas nazis; además, el matrimonio estuvo a punto de colapsar un par de veces a cau-sa de las infidelidades de Vladimir con una bella poeta rusa llamada Irina Guadanini y con Katherine, una estudiante de la uni-versidad de Wellesley—, la pareja no vol-vió a separarse hasta la muerte del autor en 1977. Porque, como Nabokov dijo en una de sus cartas, “Tú y yo somos dos seres es-peciales, existen maravillas que solo tú y yo conocemos, y no hay nadie que ame a otro del modo en que nosotros nos amamos”.

Véra dedicó toda su vida a nutrir el ta-lento de su marido con una entrega y un vi-gor que solo el infinito amor podía infun-dirle. Durante 52 años, ella fue, además de su esposa y madre de su único hijo Dmitri, su lectora, crítica, agente literaria, correc-tora, mecanógrafa, secretaria, traductora, enfermera, chofer, celadora y hasta guar-daespaldas: desde 1955 solía cargar un de-licado y femenino revólver de calibre 38 en la cartera con el fin de “protegernos cuan-do viajemos a regiones lejanas para hacer

investigaciones entomológicas”, o quizá para alejar a las nínfulas que inquietaban peligrosamente a su Vladimir.

“Sin Véra, Vladimir Nabokov no ha-bría llegado a ser lo que fue, ni como escri-tor ni como hombre”, dice la contratapa de Cartas a Véra. Quizá sea cierto, quizá no, pero indudablemente él la “amó con un amor que era más que amor”: “¿Cómo expli-carte a ti, mi dicha, mi admirable felicidad de oro, hasta qué punto soy tuyo, con todos mis recuerdos, poemas, arrebatos, torbelli-nos interiores? Explicarte que no puedo es-cribir una sola palabra sin escuchar cómo la pronunciarías tú ni recordar cualquier ni-miedad vivida sin lamentar —¡tan honda-mente!— no haberla compartido contigo”, escribió Nabokov en noviembre de 1923.

Cartas a Véra contiene mensajes, poe-mas y dibujos que Vladimir le enviara entre 1923 y 1977, pero abarca, sobre todo, las dé-cadas anteriores al exilio de la familia en los Estados Unidos —y es que a partir de 1940 la pareja se volvería inseparable—. Como Lo-lita, Véra no tiene voz en este libro, pero su silencio fue decidido por ella misma. Años antes de la muerte de Nabokov, vaticinando la inminencia de la publicación de su corres-pondencia íntima, destruyó cada una de sus cartas por considerarlas “poco interesantes”.

Aunque esta no es la primera colección epistolar que se publica sobre Nabokov, ni transformará sustancialmente nuestra per-cepción sobre el autor, nos entrega un deli-cioso material que puede ser leído como una especie de diario o monólogo biográfico donde, además, “podemos seguir el rastro de la evolución de su estilo”, pues “Nabokov no dejaba en la percha, al sentarse a escri-birle a su mujer, ni su estilo, ni su humor, ni su radiante optimismo, ni sus ganas de cele-brar el mundo, ni su capacidad para alcan-zar destellos de entusiasmada poesía arran-cados de la vida cotidiana”, como afirma el escritor español Juan Bonilla, devoto confe-so del ruso. Y así, aunque en sus cartas bor-dea peligrosamente la cursilería, consigue esquivarla antes de hundirse en el abismo.

Es posible que alguna vez Véra haya pensado: ninguno de los dos vivirá cuando el lector abra este libro. Y no tengas lásti-ma de mis mensajes destruidos. Tenía que elegir entre preservar nuestra intimidad o publicar tus cartas, y quería que estas vi-vieran, al menos, un par de años más, para que tú vivieras después en la mente de las generaciones venideras. Pienso en la mi-gración de las mariposas y en las carrete-ras, en el secreto de las montañas suizas, en tus poemas proféticos, en el refugio del arte. Y esta es la única inmortalidad que tú y yo podemos compartir.

Es posible.

hulton archive / getty images

Por alessandra miyagi

Vladimir y Véra paseando en los jardines del Montreux Palace Hotel, Suiza, en 1967.

correspondencia

título:Cartas a VéraCompiladores: Olga Vorónina y Brian BoydtraduCCión:Marta Rebón y Marta Alcaraeditorial:RBApáginas:823preCio: S/.82.00

Page 4: El Dominical Rs

• Li

ma,

do

min

go

27

de

seti

embr

e d

eL 2

015

/ dominicaL / dominicaL• E

l D

om

inic

al

• 6

Historia

La rebeLión, La guerra y eL tributo

U n virrey sagaz pero despótico. Criollos in-decisos entre su fidelidad al rey, el temor a un levanta-miento indígena y el apoyo

a la causa de la libertad. Élites provincianas que ven el momento adecuado para recla-mar autonomía y rebelarse ante el centra-lismo limeño. Masas de campesinos pobres que tratan de salvarse del penoso tributo y muchos otros que buscan en los ejércitos reales el estatus de ciudadanía que creían negado. En medio de todo, la incesante transmisión de noticias venidas de España y de otros lugares que comerciantes, arrie-ros y pasquines se encargan de transmitir por todo el territorio: la captura de Fernan-do VII por las tropas francesas, el llamado a la resistencia y a elecciones de juntas de gobierno; revueltas en Puno (1808), Tacna (1811), Huánuco (1812) o Cusco (1814), y en escenarios no tan lejanos como Quito, Buenos Aires o La Paz. Tropas mayormente mestizas e indígenas que salen desde Lima por órdenes del virrey Abascal para ahogar estos focos rebeldes, y tropas mayormente foráneas que llegan desde los países veci-nos para acelerar la emancipación. En esa contradicción subyace nuestra indepen-dencia en el umbral del siglo XIX.

Toda esta complejidad de escenarios y posibilidades ha avivado el debate entre los historiadores sobre el origen, caracte-rísticas y resultados de este acontecimiento histórico, polémica que se puede resumir en estas preguntas: ¿fue nuestra indepen-dencia concedida por fuerzas extranjeras ante la inacción de los locales? ¿Fue alcan-zada a partir del convencimiento de diver-sos sectores agrupados en un proyecto de nación? ¿O, más bien, fue un proceso lar-go y confuso que se manifestó desde lo que podríamos llamar el Perú profundo mucho antes que José de San Martín desembarca-ra en nuestras costas? La polémica se en-cuentra registrada en un libro de reciente aparición —La independencia del Perú. ¿Concedida, conseguida, forjada?, un conjunto de ensayos editados por los his-toriadores Carlos Contreras y Luis Miguel Glave y publicado por el IEP, que añade, además, nuevas pistas en torno a este he-cho de cara al próximo bicentenario.

el origen del problemaSi tuviéramos que fijar una partida de na-cimiento para esta polémica, diríamos que se inició en 1972, cuando las celebracio-nes por el sesquicentenario todavía esta-ban frescas. Entonces, dos historiadores publicaron un ensayo que buscaba po-ner el dedo en la llaga. Heraclio Bonilla y Karen Spalding afirmaron en síntesis que la independencia no había sido, como ar-gumentaba la historiografía tradicional, un proceso germinado por sectores crio-llos de patriotas, el cual había devenido en la construcción de una nación mestiza; si-no, por el contrario, había sido forjada por ejércitos extranjeros —los de San Martín y Bolívar— ante la poca acción de los perua-nos, y que los beneficios de la libertad no habían alcanzado a los grandes sectores sociales marginados desde el Virreinato.

Se puede decir que esta tesis ha teni-do adeptos y detractores. En los últimos años ha sido rebatida por historiadores como Scarlett O’Phelan, quien ha habla-

ensayos patrios. el debate en torno a nuestra independencia en un reciente libro del instituto de estudios peruanos.

do “del mito de la independencia conce-dida”; a la par que otros autores como Luis Miguel Glave o John Fisher se han esforza-do por hurgar en esos intentos peruanos de rebelión o de agitación producidos des-de mediados del siglo XVIII. Intentos que empezaron a forjar al menos una idea de autonomía o independencia desde aden-tro. Los ensayos de O’Phelan, Glave y Fisher forman parte de los 14 textos reuni-dos en este libro.

“Creo que el artículo de Bonilla y Spal-ding fue controvertido porque atacaba el li-breto del ‘debe ser’ de la historia nacional. Los que se independizan, dicen, no son los sojuzgados sino los parientes de los sojuz-gadores, y eso atacaba el papel que habían seguido nuestras élites”, afirma el histo-riador Carlos Contreras, coeditor del vo-lumen. Esta tesis además puede ser cues-tionada a la luz del auge de las historias locales que han ido revelando los múltiples intentos autonomistas o anticoloniales que se dieron sobre todo en el sur peruano des-

Por JorGE PArEDES LAoS

ENSAYOS

título:La independencia del Perú. ¿Concedida, conseguida, forjada?AutorES: Carlos Contreras y Luis Miguel Glave, editores.EditoriAl: IEPPáginAS: 494PrEcio: S/.60.00

“No es un nacionalismo iberoamericano el que hace estallar el imperio español sino que sus propias columnas maestras se corroen y se vienen abajo”.

raú

l ro

drí

gu

ez

Page 5: El Dominical Rs

• Li

ma,

do

min

go

27

de

seti

embr

e d

eL 2

015

/ dominicaL / dominicaL• E

l D

om

inic

al

• 7

ensayos patrios. el debate en torno a nuestra independencia en un reciente libro del instituto de estudios peruanos.

de 1730 o, más claramente, desde 1809 en el Alto Perú y el Cusco. Y, por otro lado, como explica Contreras, porque las inde-pendencias en Hispanoamérica están ins-critas en un fenómeno político mayor que tiene que ver con la invasión napoleónica a la península ibérica, la captura del rey Fernando VII y el avance del liberalismo, hechos que terminaron por debilitar el imperio español.

“En ese sentido, yo diría que la revo-lución sucede más por implosión que por explosión. No es un nacionalismo ibe-roamericano el que hace estallar el impe-rio español sino que sus propias columnas maestras se corroen y se vienen abajo”, explica el historiador.

el factor económicoOtro aspecto poco analizado es la variable económica. Los altos gravámenes que el régimen español había impuesto por siglos no solo a la población indígena y mestiza sino también a los propios criollos terminó pasándole factura. “El movimiento de Tú-pac Amaru fue ante todo una gran rebelión contra la opresión fiscal”, asevera Contre-ras. Fue la excesiva alcabala, los abusos de la mita minera y el tributo indígena los que movilizaron a miles de indios y no pocos criollos en 1780, y también a los rebeldes del convulsionado Puno de 1808, cuando los pobladores de Tiquina decían a viva voz que ya no era tiempo de obedecer. Muchos tenían la ilusión de que llegada la Repúbli-ca los impuestos serían abolidos.

No es casual que uno de los ofrecimien-tos que atrajo más a las masas indígenas a la causa libertadora fue el anuncio de San Martín de eliminar el tributo, promesa que luego sería incumplida y que fue mo-tivo de frustración en los primeros años de la República.

Todos estos sucesos apuntan a que nuestra independencia más que concedi-da por ejércitos extranjeros —lo que hasta cierto punto es cierto— fue concebida a lo largo de décadas intensas, “con estallidos dispersos y continuos”, como escribe Gla-ve en el ensayo “Guerra, política y cultura en la génesis de la independencia andina, 1808-1815”.

“Si bien no iniciamos la guerra, algo que no nos quita dignidad ni méritos —agrega Contreras —, cuando salimos a pelear por el bando del rey es que comenzamos a con-cebir la autonomía como una posibilidad. En ese camino los peruanos fuimos creyen-do en la independencia”. Y no es de extra-ñar que esos propios campesinos, caciques o criollos que se convirtieron en soldados del rey terminaron luego en las filas patrio-tas, anhelando una ilusión que no habían tenido antes. La difícil y soñada libertad.

Arte/facto

Un buen día Alessandro Botto dejó la arquitectura por-que no soportaba más el trabajo de escritorio. O mejor dicho, decidió pasarse a las artes plásticas para seguir siendo arquitecto de formas y colores, como él mismo se define. “Ahora sigo haciendo arquitectura pero desde un lienzo, más que crear una obra yo creo que la construyo, como quien traza un edificio o una ciudad”, asegura.

El resultado de esa búsqueda es Play, una exposición donde se permite jugar no solo con las formas sino tam-bién con los elementos, con el material que utiliza y, por supuesto, con los colores. Por eso sus pinturas son espacios saturados de movimiento, de círculos y cubos que les dan toques surrealistas, y de figuras humanas estilizadas con un toque de glamour, brillo e intensidad.

El juEgo dE las formas

Galería del Museo Pedro de osMa. AvenidA Pedro de osmA 421, BArrAnco. de mArtes A domingo de 10:00 A 18:00.

aLessanDro Botto. play.

Page 6: El Dominical Rs

• Li

ma,

do

min

go

27

de

seti

embr

e d

eL 2

015

/ dominicaL / dominicaL• E

l D

om

inic

al

• 8

En portada

teatro. edipo rey, la célebre tragedia de Sófocles, reaparece en Lima en una versión del director Jorge Castro.-

Edipo, el rey malditoPor dante trujillo

H abía una vez, en un país muy lejano, un rey querido y respe-tado por su astucia y sentido de la justicia; uno que protegía a sus súbditos como lo

haría un padre amoroso. Ya en el pasado, su ingenio los había salvado de terribles plagas —lo que precisamente lo invistió de gobernante—, y por eso recurrieron a él cuando la adversidad volvió a asolar la región. Sucedía que los dioses habían deci-dido de repente (sus razones tendrían) que era necesario aclarar el crimen de su prede-cesor, ocurrido varios años atrás, y exigían averiguar la identidad del asesino para de-volver la salud al pueblo. Y el rey, cómo no, juró hallar y castigar al culpable.

Este es el principio del cuento, uno que no termina con alguien viviendo feliz para siempre. También es el principio del fin de su protagonista.

O no. Porque la caída de este rey pare-ce desencadenarse inexorablemente en el instante en que decidió ir tras la verdad, pe-ro en realidad comenzó incluso antes de su nacimiento, marcado como estaba por un destino que hoy todos convendríamos en llamar “trágico”.

Inspirado en un viejo mito, el ateniense Sófocles escribió y estrenó en público una de las mayores piezas dramáticas de la His-

toria, la saga funesta de un hombre llama-do Edipo. Hoy, casi 2.500 años después, los limeños podremos sobrecogernos nueva-mente con las desventuras del rey maldito, aquel que sirvió de inspiración para nom-brar el famoso complejo.

***En una sala de ensayos ubicada en la azotea de un céntrico edificio de Miraflores, Edi-po inquiere al adivino ciego Tiresias para que le cuente lo que sabe sobre el asesina-to de Layo: el rumor es que los matadores fueron una banda. El viejo se niega a soltar prenda. El rey lo presiona, embravecido, y lo acusa de criminal y conspirador. Harto, Tiresias le escupe lo que tanto quiere saber —aunque hubiera preferido no haberlo hecho jamás—, una ristra de afirmacio-nes sorprendentes y reveladoras que Edi-po simplemente se niega a creer (“Yo seré ciego, pero veo lo que tú no quieres ver”, le dice). La escena es intensa y los actores (Hernán Romero, como el adivino; y Pietro Sibille, notable, en el papel del rey de Te-bas) hacen una pausa casi necesaria para los presentes, hipnotizados, durante uno de los últimos ensayos previos al estreno de Edipo rey. La obra inicia temporada el 5 de octubre en el teatro La Plaza, en versión y bajo la dirección de Jorge Castro (Astro-nautas, Drácula, Newmarket). El repar-to, impecable, lo completan Sofía Rocha en

Un matrimonio incestuoso. Yocasta y Edipo, madre e hijo, interpretados por los actores Sofía Rocha y Pietro Sibille en la puesta en escena de Jorge Castro.

el rol de Yocasta (viuda de Layo, esposa de Edipo), Paul Vega como Creonte (herma-no de Yocasta), Ismael Contreras como el viejo pastor, y Delfina Paredes en la con-versión de un sirviente de la tragedia sofo-clea en aya. Asimismo, los nóveles Ray del Castillo, Adrián Du Bois, Floriana Herrera, Rodrigo Mariluz, Munay Ramos, Samuel Sunderland y Osiris Vega conforman el co-ro, ese personaje colectivo que interactúa con los actores y el público como un puen-te discursivo, un aspecto clave del teatro griego que el mismo Sófocles se encargó de

modernizar en su tiempo y que Castro tam-bién ha intervenido en su propuesta: lo que veremos en escena será un coro de niños.

***Ahora bien: ¿qué es la historia de Edipo? Repito: es, en primer lugar, un mito griego arcaico. Es decir, los pobladores de la Ate-nas del siglo V antes de Cristo lo conocían bien; se trataba, como las leyendas olím-picas o las aventuras de Hércules, de un material de entretenimiento con toques pedagógicos e incluso religiosos y políti-

Page 7: El Dominical Rs

• Li

ma,

do

min

go

27

de

seti

embr

e d

eL 2

015

/ dominicaL / dominicaL• E

l D

om

inic

al

• 9

teatro. edipo rey, la célebre tragedia de Sófocles, reaparece en Lima en una versión del director Jorge Castro.-

Un matrimonio incestuoso. Yocasta y Edipo, madre e hijo, interpretados por los actores Sofía Rocha y Pietro Sibille en la puesta en escena de Jorge Castro.

con el fin de purificar estas pasiones en el espectador y llevarle a considerar el enig-ma del destino humano, y en la cual la pug-na entre libertad y necesidad termina ge-neralmente en un desenlace funesto”. La versión de Sófocles gozó de muchísimo éxito en su época, y el mismo Aristóteles, en su Poética, la consideró como el mode-lo de tragedia perfecta. Vale la pena men-cionar también que, con base en el mismo mito, Sófocles continuó la saga edípica con Edipo en Colono y Antígona; asimismo, que —grande sería la influencia del relato legendario— el eterno rival del poeta, el gran Esquilo, escribió también una trilo-gía basada en él: dramatizó sobre Layo, so-bre Edipo y sobre las guerras mantenidas por los hijos de este en Los siete contra Tebas, la única de estas tres que se conser-va en nuestros días.

La historia del relato de Edipo rey po-dría resumirse así: Layo, rey de Tebas y es-poso de Yocasta, es advertido por los dioses que, de tener un hijo, este le daría muerte. Igual lo tiene, y para escapar de la maldi-ción, lo abandona en un monte con los pies estropeados por agujas. El niño es encon-trado por un pastor, que se lo entrega a Pó-libo y Mérope, reyes de Corinto, quienes lo llaman Edipo (‘pies hinchados’). Este cre-ce creyendo que se trata de sus verdaderos padres, y así hubiera seguido si no fuera por un borracho que sembró en él la duda. Edipo fue en busca del oráculo de Delfos, el que lejos de tranquilizarlo le dijo que ma-taría a su padre y se casaría con su madre. Para escapar de ese destino el joven se mar-cha de Corinto. En el camino se cruza con la comitiva de Layo, y tras un confuso inci-dente, lo mata sin saber de quién se trata-ba. Edipo llega a Tebas, acosada por la pes-te. Usando su agudeza, descifra el enigma que la condenaba y, en gratitud, lo nom-bran como nuevo gobernante y toma por esposa a la reina viuda.

Cuando la peste vuelve a diezmar Tebas y el coro, en representación del pueblo, le pide a su rey que descubra el misterio que envuelve la muerte de Layo, comienza la tragedia de Sófocles. La obra es la sucesión de pesquisas que le irán revelando a Edipo que él es el asesino, aunque ello todavía no le demuestre mucho más: aún se cree hijo de Pólibo. Incluso, al enterarse de la muer-te natural del rey de Corinto, cree salvarse de la desdicha… pero el mismo pastor que lo entregó a su padre adoptivo le cuenta la verdad de su origen, y es entonces que se da la anagnórisis (el descubrimiento del

cos (toques suficientes para que un siglo después Platón las quisiera lejos de su Re-pública, por considerarlos alienantes). Era común que los artistas se inspirasen en ellas para desarrollar sus propuestas, co-mo sucedía con los poetas. Y uno de estos, Sófocles (496-406 a.C.) lo tomó para sí y, con su talento indiscutible, lo convirtió en una tragedia, una pieza de arte escénico en verso, realizada en espacios abiertos y an-te una gran multitud cuya acción, según el DRAE, “presenta conflictos de apariencia fatal que mueven a compasión y espanto,

personaje de datos claves y tremebundos pero ocultos hasta ese instante sobre su identidad o su entorno). Toda la pesadi-lla, insoslayable, se proyecta ante Edipo: las dos maldiciones se han cumplido pues ha asesinado a su padre, se ha convertido en el esposo de su madre y en padre de sus hermanos. Además, él mismo aportó a su desgracia repudiando al criminal de Layo. Tebas se salva de la peste, pero, presas de la desesperación, Yocasta se quita la vida y Edipo se destruye los ojos antes de partir al destierro.

Con el correr de los siglos, la tragedia se fue adecuando al formato de pieza tea-tral convencional, y dejó de lado ciertas características de su formato y sus fines educativos, pero mantuvo su esencia, co-mo es el caso de la próxima puesta de Jorge Castro en La Plaza. Por lo tanto, la historia de Edipo es un mito, una tragedia y una obra de teatro (por no hablar de versiones ci-nematográficas, operísticas e, incluso, la famosa adaptación de Les Luthiers). Pero también es algo más.

***El Edipo sofocleo es extraordinario acaso por tres motivos principales: por su estruc-tura argumental, diabólicamente genial y entramada (García Márquez lo conside-raba la primera historia policial y a su pro-tagonista, claro, el más antiguo detective; acaso una boutade); por estar bellamente escrita, con sus pasajes memorables y su parlamentos de gran intensidad; y por el poder referencial de sus personajes. Las grandes creaciones dramáticas —aunque esto se podría aplicar también a las gran-des creaciones artísticas en general, y lite-rarias en particular— tienen, entre otras, la característica de recoger de la vida de los hombres ciertos aspectos profundos y tras-cendentales que conmueven y los hacen reconocibles por todos. El gran teatro no se basa en arquetipos: los encarna. Pensemos si no en Hamlet, Otelo, Ricardo III, Segis-mundo, la Celestina, don Juan, Harpagón, Bernarda de Alba o la Madre Coraje. Edi-po y su biografía parecen decirnos varias cosas, como que nada ni nadie puede sal-tarse los designios divinos, que discutir lo sagrado se paga caro, que nuestro albedrío es una mentira que nos queremos creer o que buscar la verdad puede resultar peli-groso. Así lo señala Jorge Castro en un tex-to que ha escrito para el programa de mano de su puesta en escena: “Lo que se presenta como batalla contra un destino impuesto

edipo en Lima. Desde este 5 de octubre vuelve la tragedia del rey de Tebas a las tablas limeñas. Con un estupendo elenco y una adaptación muy lograda bajo la dirección de Jorge Castro, va en La Plaza, de Larcomar, hasta el 15 de diciembre. Las entradas ya están en preventa.

miguel bellido

“Lo que Sófocles propone es la trágica oposición entre el saber divino y el saber humano. Hay algo de hybris, algo de arrogancia en Edipo en este pretender saber”.

Page 8: El Dominical Rs

• Li

ma,

do

min

go

27

de

seti

embr

e d

eL 2

015

/ dominicaL / dominicaL• E

l D

om

inic

al

• 10

En portadateAtRO. edipo rey, la célebre y mítica tragedia de Sófocles, reaparece en una versión del director Jorge Castro.

podría leerse además como metáfora del enfrentamiento contra fuerzas internas y poderosas, esas que a escondidas de la conciencia pueden infiltrarse detrás de nuestras decisiones más libres. Como un sueño cuya coartada lleva a la realización de lo más inconfesado y discordante, aun a nuestro pesar. Edipo es elegido como sal-vador: moneda de dos caras. La elección que lo hace único seduce al ego y su ego parece tener heridas (el de quién no). Es el más amado y necesitado. En la otra cara es-tá la sobrecarga, debe resolver un proble-ma antiguo, que sus predecesores no su-pieron atender, algo que él no causó. Y al final, descubre que sí lo hizo”.

Uno no puede sino condolerse del rey que cometió el único error de intentar des-viar la voluntad divina por amor y respeto a sus supuestos padres y a sí mismo huyen-do de su reino. ¿Por qué Edipo debe sufrir tanto? Se lo preguntamos a una destacada especialista, la doctora en Filología Susa-na Reisz, decana de la facultad de Letras y Humanidades de la PUCP: “Hay un deseo personal del héroe trágico en realizar cier-tas acciones que lo van a llevar a la catástro-fe en coincidencia con la voluntad divina. No es el caso de Edipo. Sí el de Layo. Layo recibe una orden oracular: ‘No has de te-ner hijos porque van a ser tu ruina y la rui-na de Tebas’. Layo desobedece y pretende evadir el cumplimiento del oráculo elimi-nando a Edipo. Del lado de Edipo ¿cuál es la trasgresión? Su único error es pretender eludir el designio del oráculo. Ahora, no tenía en verdad auténticas opciones, por-que hiciera lo que hiciera el oráculo se iba a cumplir”. Pero ¿por qué los dioses pare-cen tomársela con él?, insistimos. Y la doc-tora Reisz añade: “Hay una fuerza que está muy por encima de los humanos y que en buena cuenta es lo que Sófocles se está pro-poniendo, la trágica oposición entre el sa-ber divino y el saber humano”. ¿Se castiga el querer saber? “Así es, hay algo de hybris, algo de arrogancia en este pretender saber independientemente del mensaje que me venga de los dioses, de lo que me diga el adivino. Querer saber con mi inteligencia quién fue el asesino de Layo para castigarlo (Layo, mi padre). Y de ahí la indagación po-licial, casi cuando Tiresias le está diciendo todo desde un comienzo. Esa es la ceguera edípica”.

El castigo es brutal y, luego del hecho de haber matado a su propio progenitor, una de las cosas que pueden resultar más escandalosas es, cómo no, el asunto del in-cesto (un tema, por cierto, bastante común en las leyendas helénicas).

Inspirándose en ello, el psicoanalis-ta austriaco Sigmund Freud identificó lo que llamó el complejo de Edipo, un tema

mito y mucho más claramente el Edipo sofocleo, son absolutamente consonan-tes con el proyecto moderno […]. Ade-más, permitía responder a otra gran pre-gunta de la modernidad: ¿quién soy?”. ¿Y hoy, socialmente, podríamos hallar vínculos? El doctor Hernández explica: “Creo que hay una gran cantidad de insti-tuciones sociales que se pueden tratar de entender a través de una interpretación dentro de los móviles del Edipo. Las pa-siones que desatan los gobernantes hoy, o las desatadas por la pareja presidencial. ¿Es que, en alguna medida, todavía pen-samos que el jefe de Estado tiene alguna resonancia paterna? ¿En el inconsciente sentimos que la presidencial es como una pareja paterna a la cual estamos critican-do y cuyo lugar quisiéramos ocupar; el de padre para estar, no al lado de la pareja, sino en posesión de la patria y del gobier-no?”. Inquietante, cuando menos.

Para que no le quede dudas a nadie, la circunstancia del personaje solo sirvió de pretexto para la creación de la teoría freu-diana. Edipo no era un niño ni sabía que su mujer era su madre. O, por decirlo en palabras del helenista francés Jean Pierre Vernant, “lo que puedo decir de Edipo es que no tuvo complejo de Edipo”.

Cada quien puede leer el texto de Só-focles (por ejemplo, en su teatro reunido en la estupenda edición de Cátedra, a car-go de José Vara Dorado) o aprovechar y disfrutar la nueva apuesta del teatro La Plaza. Una historia tan poderosa y subyu-gante no lo dejará indiferente. Por el con-trario, la conmoción está garantizada.

desarrollado previamente pero expues-to a plenitud en su clásico libro Tótem y tabú. El tema es, también, complejo, además de polémico, y podría resumirse como el evidente sentimiento de amor y atracción sexual hacia el padre del gene-ro opuesto de un sujeto, sobre todo du-rante su niñez, a la vez que uno de odio y rivalidad hacia el padre del mismo gé-nero (ciertamente sería más común en niños varones que sienten amor por sus madres y rechazo por sus padres). Según el psiquiatra y psicoanalista Max Hernán-dez (quien compartió con Susana Reisz la dirección del seminario Literatura y Psicoanálisis en la PUCP), “Freud descu-brió una constelación subjetiva que le pa-reció que resonaba universalmente refe-rida al universo burgués de fines del siglo XIX y principios del XX. Presenta el tabú del incesto y la prohibición del asesinato paterno como figura del nacimiento de la civilización. Por lo tanto, el complejo de Edipo es una organización intrasíquica de alcance universal. Hoy, en el 2015, hay gente que diría que lo esencial del com-plejo de Edipo es la prohibición del abuso por parte del adulto sobre el niño, dado que los hombres nacemos prematura-mente —es decir, no nacemos con nues-tras capacidades plenas, ni las motoras ni las verbales están desarrolladas—, y un ser humano sin el soporte materno o el equivalente materno simplemente des-aparece. Cuando Freud construye la teo-ría psicoanalítica es un momento impor-tante de la historia de la humanidad: el del auge de la modernidad. Edipo, como

“Edipo lleva al extremo la fantasía más autoimplicadora”

Una conversación con Jorge Castro, director de la obra y psicólogo.

¿Te has imaginado qué le dirías a Edipo si fuera tu paciente?Uno quiere que un paciente como Edipo descubra que haberse fantaseado culpable de lo que no era deja mellas en el amor propio, y trate de reconstruir un relato que lo libere de la culpa. Pero Edipo hace lo contrario, el tipo comienza creyéndose inocente y termina descubriéndose c u l p a b l e . E s t e r r i b l e , antiterapéutico. Es como llevar al extremo la fantasía m á s a u t o i m p l i c a d o ra posible sobre las desgracias que te rodean. Lo que yo haría con un paciente es tratar de ayudarlo a darse cuenta de su no culpabilidad. Y es curioso porque en Edipo en Colono, este ya anciano y ciego, ahora sí sabio, termina reelaborando en su exilio el relato de su propia vida, casi como alguien que ha pasado por terapia, y se defiende e introduce la noción de voluntad: “yo no quise, yo no sabía, cuando maté a ese hombre fue en defensa propia, y cuando descifré el enigma fue para salvar al pueblo. Casarme con la reina fue el premio que ellos me dieron”. Ese giro del personaje es interesante.

“Lo que puedo decir de Edipo es que no tuvo complejo de Edipo”, explica Jean Pierre Vernant.

en la web

www.elcomercio.pe/eldominical

lee la entrevista completa al director jorge castro

miguel bellido

Page 9: El Dominical Rs

• Li

ma,

do

min

go

27

de

seti

embr

e d

eL 2

015

/ dominicaL / dominicaL• E

l D

om

inic

al

• 12

Ficciónadelanto. Un avance de la última novela de Fernando ampuero.

l A nube se disipó en unas ho-ras y la ciudad de Yungay, o lo que quedaba de ella —una que otra ruina lejana y tres maltrechas palmeras en lo que fuera el cen-

tro de su Plaza de Armas—, era una llanu-ra de barro con bloques de hielos. Algunos hielos, al descongelar, se lavaban del barro hasta quedar relucientes y, vistos a lo lejos, parecían diamantes enormes. El agua del des-hielo, durante los primeros días, impedía que el barro se secara.

Yungay ya no tenía más esquinas, ni bode-guitas, ni postes de alumbrado donde mea-ban los perros. Tampoco tenía ventanas en las que asomaban jovencitas enamoradas, ni colas en las panaderías a la espera del pan recién horneado.

Los sobrevivientes, fuera de los niños y de otros pocos que se refugiaron en el cementerio, situado también a buena altura, sobre los res-tos de una fortaleza preínca, eran gente que es-tuvo de paseo y que, al regresar, constataba que lo había perdido todo: familiares y amigos, ani-males y autos, así como casas, lugares de traba-jo, álbumes de fotos, toda su historia, todo su pasado. Era gente que ya no tendría jamás su vieja ropa, ni su cepillo de dientes, ni sus poci-llos preferidos, ni sus más amados recuerdos de otros tiempos; era gente que debía habitar en un mundo con los escenarios de la nostalgia cancelados […].

En aquella tarde del terremoto, hacia el ano-checer, él estuvo merodeando por los bordes de la gran masa de fango que cubría la ciudad, sin vislumbrar el lugar exacto donde había estado

su casa. Formó uno de varios grupos de niños que salieron a explorar, en plan de auxiliar a sus familiares. (Su búsqueda fue en vano, por cier-to, y acabaron llorando). Y formó, además, la marcha de otros niños, aborregados por el do-lor y el desconcierto. Estos creían haberse por-tado bien, al cuidar de sus ropas, o al hacer sus deberes de la escuela, y no les resultaba senci-llo entender las muertes y el ensañamiento de la desgracia.

Siempre callado y atento, Leonardo sabía que la desgracia tenía sus sinrazones. Así lo ha-bía sermoneado desde un púlpito el padrecito de la parroquia, vecina a su casa: “Todo pueblo tiene su castigo. Ninguno se encuentra a salvo. Unos son arrasados por tifones y huracanes; otros son quemados vivos por la lava ardiente de los volcanes; otros son diezmados por la pes-

Sucedió entre dos párpadosnovela

título:Sucedió entre dos párpadosAutor: Fernando Ampuero EditoriAl: PlanetaPáginAs: 120PrEcio: S/.35.00

manuel gómez burns

Page 10: El Dominical Rs

• Li

ma,

do

min

go

27

de

seti

embr

e d

eL 2

015

/ dominicaL / dominicaL• E

l D

om

inic

al

• 13

t ras la publicación de Crisis respiratoria en el 2006, Susanne Noltenius vuelve a la narrativa con este libro confor-

mado por tres cuentos: “Divorciada”, “Casada” y “Soltera”. Historias sobre mujeres librando intensas batallas coti-dianas en sus relaciones afectivas y pro-fesionales. Ejecutivas intentado sobre-vivir en ambientes contaminados por la apatía y la constante resignación.

En el primer y más logrado relato, la protagonista tiene que enfrentar en un

solo día al capri-choso deseo de su exesposo por qui-tarle la custodia de sus hijos, un caso de corrupción cor-porativa al inte-rior de su compa-ñía, el desdén de sus hijos mayores y los problemas del menor. Todo ello pretendiendo no sucumbir al de-seo de abrir la ven-tana de su oficina y dejarse caer.

En el segundo se narra la sensa-ción de fracaso de una mujer que li-dia con un insul-so matrimonio a través de recursos

como la escritura, el estudio y, sobre to-do, las efímeras sensaciones de felici-dad que le proporciona la infidelidad. Finalmente, en “Soltera”, se nos mues-tra a una mujer de casi cuarenta años, sobreviviendo en un hostil ambiente patriarcal donde, además de enfren-tar las burlas y acciones deliberadas de sus colegas, lucha por no sucumbir a la pasión que le irradia la presencia de su nuevo compañero de oficina, diez años menor que ella.

Si bien en los dos últimos cuentos la autora añade escenas y detalles que poco aportan al desarrollo de la trama, en conjunto destaca la exploración del desencanto cotidiano que padecen sus personajes. Una interesante propuesta.

te; y otros, como nosotros, como nos pasó el año 1962 en Ranrahirca, distrito de Yun-gay, somos demolidos por terremotos, o so-mos aplastados por las piedras y el barro de terribles aluviones”.

Saliendo de la parroquia, un compa-ñero de su clase, con gesto compungido, se había acercado a preguntarle: “Si te hu-bieran dado a elegir en qué país ibas a vivir, ¿qué habrías escogido? ¿País con huraca-nes, o con terremotos y huaicos?”

Leonardo había permanecido indeciso, incapaz de responder.

De la exploración de esa tarde, se diría, hallaron muchas tejas rotas, ramas, y el ca-dáver maltrecho de una señora semidesnu-da, cubierta de barro hasta los pelos, al igual que “tres varones heridos”. Nada más, nadie más. Los adultos atendieron precariamente a los heridos y enterraron a “la muertita” en el cementerio. Y cuando avanzó la noche, se alarmaron con el retorno de las réplicas y su-bieron otra vez al cerro, y, desde esa atalaya, unos pocos continuaron desvelados, reanu-dando sus expectativas y echando vistazos hacia abajo, a la ciudad sepultada. Hasta que a la medianoche, ¡mira allá! descubrieron un haz de luz inmóvil en la llanura.

—¿Dónde? —preguntó uno de los ni-ños mayores.

—Allá, bien al fondo. —¿Qué será? Anselmo, un niño de diez años, desper-

tó de un brinco a las tres de la mañana. Vio a Leonardo despierto y le dijo que su padre tenía cuatro linternas en su casa y que esa luz podía ser una señal suya. Leonardo en-tendió su desesperación; ni Anselmo, ni él mismo, ni los demás niños, se resignaban a desechar la posibilidad de que sus padres estuvieran vivos. Y por eso, cuando Ansel-mo se levantó y le propuso bajar para ver si estaba en lo cierto, aceptó acompañarlo.

—¿Qué pasa? ¿No puedes hablar?Abriendo la boca como un pez que se

ahoga, Leonardo lo miró con expresión de angustia. Horas antes había notado que no le salían sonidos de la garganta; ni siquiera resuellos o gemidos.

—¿Eres mudo? El niño de ocho años asintió con

la cabeza.—No importa. Igual sirves de compañe-

ro. ¡Vamos! Los dos niños bajaron el cerro y reco-

rrieron como sonámbulos las orillas del huaico. Andaban despacio, titubeando, los ojos inquietos, brillosos en la oscuri-dad, yendo y viniendo de un lado a otro. El cielo era una hoguera de estrellas, pero la luna, que a intervalos se escondía entre las brumas de la madrugada, apenas filtraba sus destellos. Y de pronto, en la llanura de barro, la oscuridad se espesó. Aquel fijo haz

de luz que los había animado a bajar ya no alumbraba más. ¿Qué ocurría? ¿Fallaban las pilas? Vacilaron, pero no se desalen-taron. Siguieron el camino, cautelosos, obstinados, escrutándolo todo a cada pa-so y distanciándose entre ellos no más de tres metros.

Ese fue el momento en que, bañado por otro pálido destello lunar, se les cruzó un fantasma o algo flotante y veloz, como re-pleto de calor y vehemencia. Entonces oye-ron un trote y un relincho. Se habían topa-do con la amazona del circo, cuyo caballo, guiado por su certero instinto, eludía el ba-rro demasiado blando y se atrevía a girar alrededor de la tan buscada luz inmóvil.

Tras contemplarla y cerciorarse de su larga cabellera, y también de reconocer sus botas altas, su pantalón de montar y su blusa blanca agitada por la brisa, los niños corrieron a su encuentro.

Llegaron hasta ella, sofocados, no bien la amazona retornó a la orilla de tierra seca.

—¿Qué hacen aquí? —preguntó la joven.

— B u s c á b a m o s e s a l u z — d ij o Anselmo—. ¿Qué es? ¿Una linterna?

—No —el caballo corcoveaba y daba vueltas haciendo sonar sus cascos, repi-tiendo las mismas elegantes cabriolas que había realizado en la pista del circo—. Es el faro de un auto enterrado —explicó—. Ahí está, miren… El auto casi no se llega a ver; solo asoma esa luz.

Sorprendidos, pisando el barro, los niños fueron a curiosear. Era un auto, en efecto, y estaba sepultado de tal manera que solo asomaba lo que parecía ser el fa-ro del lado izquierdo. No reconocieron la marca, pero sí el color: rojo.

—¡Salgan del barro! —dijo la amazo-na—. ¡Y vuelvan al cerro! Los temblores pueden seguir y no sabemos qué sucederá. ¡Vuelvan! —y sin más, le aflojó las bridas a «Canela» y partió al galope, con su larga cabellera flameando al viento.

Emprendieron el regreso, aunque en esa oportunidad sin pisar otra vez el ba-rro, porque se dieron cuenta de que podían quedar atrapados.

En el trayecto, Anselmo, que ya sentía la noche silenciosa como un doble silencio, a causa de la mudez de su acompañante, se preguntó en voz alta por qué un conductor de auto habría decidido encender las luces durante el día, a las tres y media de la tarde. Dejando pasar unos segundos, él mismo decidió responderse:

—Quizá porque el huaico lo oscure-ció todo y necesitaba luz para escapar, ¿no crees?

Leonardo sopesó la lógica de Anselmo y asintió nuevamente.

agujeros de melancolía

sobre/libros

cuentos

título:Tres mujeresAutorA: Susanne Noltenius EditoriAl: Animal de InviernoPáginAs: 144PrEcio: S/.39.00

Por sebastián uribe

Entonces oyeron un trote y un relincho. Se habían topado con la amazona del circo, cuyo caballo, guiado por su certero instinto, eludía el barro demasiado blando y se atrevía a girar alrededor de la tan buscada luz inmóvil.

fernando amPuero Vida & obra

Nació en Lima, en 1949. Ha desarrollado una intensa actividad periodística y literaria desde los años setenta cuando publicó su colección de relatos Paren el mundo que acá me bajo. Ha transitado por el cuento, la novela, el teatro, el ensayo, la crónica y la poesía. Su novela Caramelo verde abrió su trilogía callejera sobre Lima que se completa con Puta linda y Hasta que me orinen los perros. Algunos de sus relatos se pueden leer en Malos modales y Bicho raro. Últimamente, ha publicado las novelas El peruano imperfecto y Loreto.

Page 11: El Dominical Rs

• Li

ma,

do

min

go

27

de

seti

embr

e d

eL 2

015

/ dominicaL / dominicaL• E

l D

om

inic

al

• 14

Disculpen la pequeñez

Reporte del tráfico

a tención conductores: la carga es intensa en ambas vías de la avenida El Derby hasta la intersección con Manuel Olguín, y genera considerable in-tercambio de mentadas de madre entre conductores que detestan los lu-nes y no están lo suficientemente satisfechos con sus trabajos como para tolerar espiritualmente la inmovilidad como elemento gravitante de una

vida adulta que transcurre potencialmente amenazada por la desgracia o la enfermedad, mientras ellos languidecen ahí sin ir a ningún lado.

la situación se complica en san isidro con tráfico lento en la avenida Arequipa hasta el cruce con Paz Soldán, donde por lo menos cuatro conductores ocupan el tiempo en hacer mentalmente el cálculo de cuántos años tendrían que trabajar sin parar, fines de semana incluidos, para alcanzar el respaldo económico atribuido a la primera dama en sus agendas, divagando en la habitual fantasía de ejecutar un robo limpio, magnífica-mente planificado y sin víctimas, que cambiaría sus vidas en la mitad del tiempo que están ahí detenidos.

mientras, en san Borja, el tráfico fluye sin complicaciones en las inmediaciones del óvalo Quiñones, desamparo que amplifica la desolación del conductor que finalmente

ha aceptado esta mañana que su pareja tuvo razón en dejar-lo pues no estaba dispuesto a darle lo que ella, sin pedírselo, esperaba de él.

en lince reportan semáforos inoperativos entre la aveni-da Canevaro y el jirón José de la Torre Ugarte, lo que permite el rápido flujo de este a oeste del taxi station wagon a gas que lleva tres granadas de guerra con destino a Pueblo Libre, mien-tras en sentido contrario el BMW negro de Los Elegantes se des-plaza fluidamente rumbo a los alrededores de Miguel Dasso, en San Isidro.

la suBida de la queBrada de armendáriz presenta intenso tránsito temprano en la ma-ñana, lo que hace pensar qué sentido tiene que la única capital con vista al mar utilice el litoral como autopista, reflexión que en absoluto asoma por la intoxicada mente del con-ductor que va de boleto por la Costa Verde rumbo a un encuentro inevitable con el tercer poste pasando la curva de la playa Barranquito; tome sus precauciones.

a esas mismas horas, en san miguel, la salida a la Costa Verde a la altura de la avenida Bertolotto con el jirón Independencia presenta dificultades por intensa congestión ve-hicular, debido a que una señora del orto que simultáneamente manda un mensaje de texto, se pinta los labios y conduce su vehículo con la luz intermitente derecha encen-dida desde hace horas, entusiasma falsamente a los demás con la posibilidad de que se lance del acantilado como un sacrificio a los dioses que gobiernan, reparten y deciden la estupidez del mundo.

jaime bedoyaperiodista

Cuatro conductores ocupan el tiempo en hacer el cálculo de cuántos años tendrían que trabajar sin parar para alcanzar el respaldo económico atribuido a la primera dama en sus agendas.

Los diarios los construimos juntosCompartiendo el entusiasmo por la próxima publicación de los Diarios de Emilio Renzi, considero apropiado un comentario al artículo “Vivir como se escribe”. Anticipo que dicho corpus ha de atravesar un proceso de fijación, el cual no podrá cerrarse en una estructura tópica o cronológica. Sin embargo, sostengo que la manera en que el contenido sea preservado y fijado quedará sujeta a la autoridad del mismo Ricardo Piglia.

Ahora mismo se está desarrollando una suerte de genética textual. Ante esto, optaría por una hermenéutica en la cual el lector, en primera instancia, debería mantener el más fiel rastro de la

Todos están invitados a opinar, sugerir, corregir, escribiéndonos por Facebook, Twitter o correo electrónico. Trataremos de responder todas sus consultas.

Nos [email protected] / @eldominicalec / el dominical de elcomercio

Poesía

Para hacer el amordebe evitarse un sol muy fuerte sobre los ojos de la muchacha,tampoco es buena la sombra si el lomo del amante se achicharrapara hacer el amor.Los pastos húmedos son mejores que los pastos amarillospero la arena gruesa es mejor todavía.Ni junto a las colinas porque el suelo es rocoso ni cerca de las aguas.Poco reino es la cama para este buen amor.Limpios los cuerpos han de ser como una gran pradera: que ningún valle o monte quede oculto y los amantes podrán holgarse en todos sus caminos. La oscuridad no guarda el buen amor.El cielo debe ser azul y amable, limpio y redondo como un techoy entonces la muchacha no verá el Dedo de Dios. Los cuerpos discretos pero nunca en reposo, los pulmones abiertos,las frases cortas. Es difícil hacer el amor pero se aprende.

por antonio cisneros (Lima, 1942-2012)

Tercer movimiento (Affettuoso)*

*deL poemario agua que no has de beber (miLLa batres, 1971)

forma en que se ramifica la construcción del contenido, y, ulteriormente, reconstruir el fragmento desde su propia percepción. En ese sentido, el paso que el autor da hacia la elaboración de su autoridad autentificadora queda como base interpretativa del texto. Sin embargo, el contenido abierto de los futuros Diarios propondrá un cruce de horizontes en el cual tanto autor como lector convergerán. El sustrato del recuerdo es fijado y dispuesto por el autor. La memoria del diario perdura por el lector. Aquí está el placer de un texto que está hecho, en su más hondo sentido, para ser vivido pluralmente.

tadeo vaLverdedni 73008331

shutterstock

getty images

Page 12: El Dominical Rs

• Li

ma,

do

min

go

27

de

seti

embr

e d

eL 2

015

/ dominicaL / dominicaL• E

l D

om

inic

al

• 15

Nombre: SieteculebrasEdición: Número 37Páginas:70Precio: S/.10.00

Dosis semanales

este lunes 28 de setiembre se llevará a cabo el conversatorio “Fotografía contemporánea”, a cargo de los críticos y cu-radores de arte Jorge Villacorta y Augusto del Valle, y del

poeta y crítico Andrés Hare, quienes hablarán sobre el contras-te entre fotografía y arte, la fotografía como medio y como pos-medio en la era digital, la fotografía como poética más allá de la propia imagen, y el estándar actual de esta disciplina en nuestro país.

La charla tendrá lugar en el marco de la exposición Alteraciones atómicas, de Elie Angles. Esta propuesta, que va hasta el 16 de octubre en Lucía Walqui Galería, está conformada por dos series de fotografías y video, y por un proyecto autónomo de imá-genes creadas. Las obras de Angles, quien es fotógrafo y químico de profesión, buscan captar lo inasible de los procesos atómicos, planteándolos como la contracara de su quehacer científico.Fecha: 28 de setiembre, a las 19:00Lugar: Lucía Walqui Galería (calle Las Margaritas 167, Lince)Ingreso libre

alberto Montt

Es una emblemática revista cul-tural cusqueña, especializada en literatura. Tiene ya 24 años de vi-gencia y cuenta con colaborado-res internacionales de primer ni-vel. En este número ofrece, entre otros, artículos sobre la obra poé-tica de Octavio Paz; la literatura cusqueña de exilio; Lima la horri-ble, de Sebastián Salazar Bondy; la narrativa del novelista francés Pa-trick Modiano; un texto en memo-ria a Eduardo Galeano; una entre-vista al escritor brasilero Bernardo Carvalho.

Estafeta

rEvista

Cinencuentro es un sitio web dirigido por un grupo de cinéfilos profesionales y aficionados al séptimo arte. Desde su inicio en el 2003, el blog publica diariamente artículos dedicados al cine peruano y mundial, entre noticias, reseñas y críticas de películas, además de entrevistas a cineastas, información sobre festivales y concursos lanzados por la DAFO del Ministerio de Cultura del Perú.

la rEd

Ya se encuentra en la señal de Netflix Latinoamérica What Happened, Miss Simone?, aclamado biopic dirigido por Liz Garbus, sobre la legendaria cantante de soul y pianista Nina Simone. El documental propone una mirada profunda sobre su faceta como artista y, sobre todo, como activista por los derechos de los ciudadanos afroamericanos. Recoge, además, entrevistas inéditas a gente cercana a la cantante.

tElEvisióN

Del 5 al 28 de octubre, el poeta Álvaro Lasso, fundador de la edi-torial Estruendomudo, dictará el taller de estrategia editorial ¿Cómo Traer un Libro al Mundo?, que abordará temas claves para la producción de libros: el manejo del mercado editorial, la gestión de recursos, la elaboración de un catálogo amplio y especializado, los canales de distribución, el plan de prensa, entre otros. lugar: Centro de la Imagen (Av. 28 de julio 815, Miraflores)Precio: S/.480inscripciones: [email protected]

tallEr

Eduardo adrianzén@AdrianzenEduard Si en la UNMSM de los 80’s alguien hubiera dicho que un día Fidel con casaca Adidas conversaría con un Papa, por la Sarita que lo linchaban.

Juan Carlos Ortecho@jcortecho Las más grandes alegrías de la selección tienen el sonido de su voz. Descansa en paz, Humberto Martínez Morosini.

vicente luis Mora@MoraVicenteLuis Es curioso que al teclear “autocorrector” salte como una fiera el autocorrector para corregirte.

Enrique Krauze@EnriqueKrauze Ha muerto Carmen Balcells, cuya formidable ingeniería editorial proyectó la literatura hispanoamericana al mundo.

En el Twitt r@ElDominicalEC

Conversatorio“Fotografía contemporánea”

www.cinencuentro.com