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Universidad Alberto Hurtado Departamento de Sociología Doctorado en Sociología Tesis para optar al grado de Doctor en Sociología El doble juego mutuo entre agencia y estructura en la obra de Margaret Archer: conversación interna, proyecto y fricción. Andrés Aedo Henríquez. Profesor Guía: Dr. Daniel Chernilo. Profesor Lector: Dr. Aldo Mascareño Santiago de Chile Invierno 2013

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Tesis para optar al grado de Doctor en Sociología La siguiente tesis presenta una crítica teórica al trabajo de la socióloga inglesa Margaret Archer,el cual se desarrolla a partir de la teorización del juego mutuo entre agencia y estructura comobase de una teoría no conflacionaria entre ambas entidades. La autora ha presentado dossoluciones distintas de las relaciones entre agencia y estructura derivada de la crítica a laconflación en teoría sociológica. La crítica a la conflación establece que la teoría sociológica haresuelto el problema de las relaciones entre agencia y estructura suspendiendo sus relacionescomo entidades diferenciadas. De esta manera, las teorías sociológicas han afirmado a laestructura por sobre la agencia o a la agencia por sobre la estructura o han fundido ambasentidades. Estos modos de relación entre agencia y estructura han sido criticados por presentaruna relación donde o se suspende a la agencia por la estructura como conflacionismodescendente o se suspende a la estructura por la agencia como conflacionismo ascendente o sediluyen ambos conceptos en un tercero como conflacionismo central.El proyecto teórico no conflacionario de Archer ha presentado dos modos de salir delproblema de la conflación, el primero se basa en un desfase procedimental del tiempo, donde lasrelaciones entre agencia y estructura son estudiadas de manera longitudinal. Así, primero hayestructura sobre la agencia como condicionamiento, luego una interacción de la agencia con laestructura y al final una elaboración de la estructura por parte de la agencia. Al final de esteproceso, denominado modelo morfogenético de la estructura, el análisis sociológico puede serno conflacionario. Una segunda solución al problema, ya no de la acción de la agencia con laestructura, sino del proceso de elaboración de acciones, ha emergido del proceso dereflexividad de los individuos, denominado por Archer conversación interna. En este proceso,necesariamente reflexivo, los individuos con distintos modos de conversación interna lograndiseñar acciones que reproducen o transforman las estructuras sociales. Así, por cada modo dereflexividad hay un curso característico de acción de los agentes, generando hipótesissustantivas sobre los proyectos de los agentes, donde el uso predominante de cada modo dereflexividad desencadena un curso acción específico.Sobre estas dos formas de juego mutuo, se elaboró una crítica y una solución, ya que sesostiene que el desfasamiento temporal no es una forma de juego mutuo de la acción de laagencia frente a la estructura, porque solo ordena temporalmente procesos de juego mutuo queson irremediablemente simultáneos. Así, pese a que hay diferencias de temporalidad o duraciónentre la estructura y la agencia, no es el tiempo el que permite distinguirlos ni es la ordenacióndel desfasamiento temporal una forma de juego mutuo. Sobre este proceso se introdujo elconcepto de fricción entre agencia y estructura como modo de juego mutuo, dando cuenta delproceso en todas las fases temporales como modo no conflacionario de relación. La fricciónrepresenta el encuentro práctico entre los agentes con sus proyectos frente a loscondicionamientos socioculturales en todas las etapas morfogenéticas. Pudiendo con estocaracterizar a las etapas del ciclo morfogenético internamente y diferenciarlas entre sí.Sobre la segunda solución de juego mutuo, asociada a los modos de reflexividad, se sostieneque Archer formaliza el proceso entre modos de reflexividad y cursos de acción, ya quedepende del uso predominante de un modo de reflexividad el proyecto a realizar por parte delos agentes. Generando una desustancialización de la identidad personal de los agentesexpresada por medio de sus preocupaciones. De la misma manera, se criticó la tipología de losmodos de reflexividad porque no se logran distinguir como categorías de una unidad devariación; ya que representan ob

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Page 1: El doble juego mutuo entre agencia y estructura en la obra de Margaret Archer: conversación interna, proyecto y fricción

Universidad Alberto Hurtado Departamento de Sociología Doctorado en Sociología

Tesis para optar al grado de Doctor en Sociología

El doble juego mutuo entre agencia y estructura en la obra de Margaret Archer: conversación interna, proyecto

y fricción.

Andrés Aedo Henríquez.

Profesor Guía:

Dr. Daniel Chernilo.

Profesor Lector:

Dr. Aldo Mascareño

Santiago de Chile Invierno 2013

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Resumen:

La siguiente tesis presenta una crítica teórica al trabajo de la socióloga inglesa Margaret Archer,

el cual se desarrolla a partir de la teorización del juego mutuo entre agencia y estructura como

base de una teoría no conflacionaria entre ambas entidades. La autora ha presentado dos

soluciones distintas de las relaciones entre agencia y estructura derivada de la crítica a la

conflación en teoría sociológica. La crítica a la conflación establece que la teoría sociológica ha

resuelto el problema de las relaciones entre agencia y estructura suspendiendo sus relaciones

como entidades diferenciadas. De esta manera, las teorías sociológicas han afirmado a la

estructura por sobre la agencia o a la agencia por sobre la estructura o han fundido ambas

entidades. Estos modos de relación entre agencia y estructura han sido criticados por presentar

una relación donde o se suspende a la agencia por la estructura como conflacionismo

descendente o se suspende a la estructura por la agencia como conflacionismo ascendente o se

diluyen ambos conceptos en un tercero como conflacionismo central.

El proyecto teórico no conflacionario de Archer ha presentado dos modos de salir del

problema de la conflación, el primero se basa en un desfase procedimental del tiempo, donde las

relaciones entre agencia y estructura son estudiadas de manera longitudinal. Así, primero hay

estructura sobre la agencia como condicionamiento, luego una interacción de la agencia con la

estructura y al final una elaboración de la estructura por parte de la agencia. Al final de este

proceso, denominado modelo morfogenético de la estructura, el análisis sociológico puede ser

no conflacionario. Una segunda solución al problema, ya no de la acción de la agencia con la

estructura, sino del proceso de elaboración de acciones, ha emergido del proceso de

reflexividad de los individuos, denominado por Archer conversación interna. En este proceso,

necesariamente reflexivo, los individuos con distintos modos de conversación interna logran

diseñar acciones que reproducen o transforman las estructuras sociales. Así, por cada modo de

reflexividad hay un curso característico de acción de los agentes, generando hipótesis

sustantivas sobre los proyectos de los agentes, donde el uso predominante de cada modo de

reflexividad desencadena un curso acción específico.

Sobre estas dos formas de juego mutuo, se elaboró una crítica y una solución, ya que se

sostiene que el desfasamiento temporal no es una forma de juego mutuo de la acción de la

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agencia frente a la estructura, porque solo ordena temporalmente procesos de juego mutuo que

son irremediablemente simultáneos. Así, pese a que hay diferencias de temporalidad o duración

entre la estructura y la agencia, no es el tiempo el que permite distinguirlos ni es la ordenación

del desfasamiento temporal una forma de juego mutuo. Sobre este proceso se introdujo el

concepto de fricción entre agencia y estructura como modo de juego mutuo, dando cuenta del

proceso en todas las fases temporales como modo no conflacionario de relación. La fricción

representa el encuentro práctico entre los agentes con sus proyectos frente a los

condicionamientos socioculturales en todas las etapas morfogenéticas. Pudiendo con esto

caracterizar a las etapas del ciclo morfogenético internamente y diferenciarlas entre sí.

Sobre la segunda solución de juego mutuo, asociada a los modos de reflexividad, se sostiene

que Archer formaliza el proceso entre modos de reflexividad y cursos de acción, ya que

depende del uso predominante de un modo de reflexividad el proyecto a realizar por parte de

los agentes. Generando una desustancialización de la identidad personal de los agentes

expresada por medio de sus preocupaciones. De la misma manera, se criticó la tipología de los

modos de reflexividad porque no se logran distinguir como categorías de una unidad de

variación; ya que representan objetos, modos y capacidades distintas de reflexividad del agente.

Para superar este problema se introdujo la idea de conversación interna sustantiva que permite

describir la elaboración de proyectos a partir de las identidades personales de los individuos en

juego mutuo con los asuntos importados desde del mundo. Así, la agencia deja algo en la

estructura y la estructura deja algo en la agencia manteniendo sus relaciones de juego mutuo

como entidades diferenciadas.

De esta manera, hay un doble juego mutuo de la agencia y la estructura en la obra de

Margaret Archer, el cual no ha sido desempacado, pudiendo sostener una diferencia entre el

juego mutuo al interior de la conciencia de los individuos y el juego mutuo práctico por medio

de los proyectos. Donde la identidad personal de los individuos con sus características

históricas, derivada de una experiencia social y cultural propia, generan un juego mutuo interno

que tiene como resultado los proyectos. Con estos proyectos, elaborados reflexivamente desde

los distintos niveles de emergencia del juego mutuo entre agencia y estructura, los individuos

entran en relación práctica con el mundo.

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Agradecimientos:

A mi madre por los fundamentos. A mi “papadre” por el ejemplo de ir más allá de uno mismo.

A Marizza Espinoza, por sopórtame, en ambos sentidos, todos estos años…

Al profesor Daniel Chernilo Ya que sin sus preguntas esenciales, las respuestas paradojales de esta tesis no hubieran sido posibles.

A la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (CONICYT) del Gobierno de Chile, por el financiamiento de los estudios de doctorado y la finalización de la tesis

sin cuyo soporte material este proceso ni siquiera se habría iniciado.

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Índice

Agradecimientos………………………………………………………………………………………………………………5

Índice de figuras………………………………………………………………………………………………………………7

Introducción general…………………………………………………………………………………………………….……10

Primera parte: La descripción histórica y analítica del enfoque morfogenético. Capítulo I: La teoría social realista en el tiempo: la morfogénesis del enfoque morfogenético 1978-2012. Introducción…………………………………………………………………………………………………………………..24 Dualismo analítico, morfogénesis estructural y la crítica a la conflación: 1978-1988……………………………………...27 Dualismo realista, condicionamiento estructural y morfogénesis de la agencia: 1995-2000……………………………...39 La agencia, la conversación interna y los tipos de reflexividad: 2000-2012………………………………….……..……....50 Conclusiones: la morfogénesis del enfoque morfogenético………………………………………………………………...62 Capítulo II: La forma analítica de la teoría social realista: agentes reflexivos, estructuras condicionantes y su juego mutuo. Introducción…………………………………………………………………………………………………………………...70 La estructura en el enfoque morfogenético: elementos, niveles, formas y propiedades………………………………......74 La agencia: acción, identidad y reflexividad…………………………………………………………………………………90 El juego mutuo en el realismo morfogenético: temporalidad y reflexividad………………………………………………102 Conclusiones: la analítica sistemática del enfoque morfogenético …………………………………………………….....109

Segunda parte: El doble juego mutuo en el enfoque morfogenético.

Capítulo III: Del esquema temporal a la conversación interna: una crítica general a la teoría del juego mutuo del enfoque morfogenético. Introducción…………………………………………………………………………………………………………………..120 El tiempo: la crítica al juego mutuo entre actividad y condicionamiento………………………………………………....127 La conversación interna: la crítica a las formas de reflexividad como juego mutuo……………………………………...148 La consecuencia lógica: la necesidad de diferenciar la reflexión de la acción…………………………………………….167 Conclusiones: proyecciones morfogenéticas para el enfoque morfogenético……………………………………………..170 Capítulo IV: El doble juego mutuo entre agencia y estructura: conversación interna, proyecto y fricción. Introducción…………………………………………………………………………………………………………………...174 Los elementos en juego : identidad personal, formas de agencia y formas estructurales………………..…..…..…….….179 El primer juego mutuo: conversación interna sustantiva para el diseño de proyectos.…………………………………....191 El segundo juego mutuo: fricción entre proyectos y la estructura institucional……………………….………………......205 Conclusiones: los juegos mutuos en los procesos de morfogénesis………………………………………………………...222 A modo de conclusión general: posibilidades para la investigación sociológica…………………………………………...226 Bibliografía……………………………………………………………………………………………………………………...230

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Índice de figuras:

Figura 1: Cuadro sumario de las relaciones entre sistema cultural y nivel sociocultural………………………………39

Figura 2: Morfogénesis y morfoestasis cultural y estructural en los niveles sistémico y social………………………..43

Figura 3: El dualismo analítico en la teoría social………………………………………………………………………..45

Figura 4: Modos de reflexividad de Margaret Archer…………………………………………………………………….59

Figura 5: Morfogénesis y morfoestasis cultural y estructural en los niveles sistémico y social………………………...85

Figura 6: Las tres fases del ciclo básico morfogenético/morfoestático………………………………………………...139

Figura 7: Tipos de reflexividad, contextos, postura agencial y orientación…………………………………………….155

Figura 8: Esquema general de doble juego mutuo de agencia y estructura…………………………………...……….191

Figura 9: Esquema de los elementos de fricción entre agencia y estructura………………………………………...…220

Figura 10: Esquema superpuesto del ciclo morfogenético temporal con fricción……………………………………...224

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En una filosofía práctica donde no es nuestro cometido aceptar razones de lo que ocurre, sino leyes de lo que debe ocurrir, aunque no ocurra nunca, es decir leyes objetivo-prácticas, no tenemos entonces necesidad de investigar sobre las razones por las cuales algo agrada o desagrada, como el placer de la mera sensación del gusto o si este se diferencia de una complacencia general de la razón, o dónde se basan la apetencia y la desapetencia y cómo surgen de ellas deseos y tendencias, y de éstos, pero con la intervención de la razón salen máximas: todo lo cual pertenece a una psicología empírica que constituiría la segunda parte de la teoría natural, si se la mira como filosofía de la naturaleza, en tanto esté basada en leyes empíricas. Inmanuel Kant. La cimentación de la metafísica de las costumbres. 1785. Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Karl Max. El dieciocho brumario de Luis Bonaparte. 1869.

E1 conformismo, que desde el principio se encontró a gusto en la socialdemocracia, no afecta sólo a sus tácticas políticas, sino también a sus ideas económicas. Esta es una de las razones de su colapso ulterior. No hay otra cosa que haya corrompido más a la clase trabajadora alemana que la idea de que ella nada con la corriente. E1 desarrollo técnico era para ella el declive de la corriente con la que creía estar nadando. De allí no había más que un paso a la ilusión de que el trabajo en las fábricas, que sería propio de la marcha del progreso técnico, constituye de por sí una acción política. Bajo una figura secularizada, la antigua moral protestante del trabajo celebraba su resurrección entre los obreros alemanes. Walter Benjamin. Tesis sobre la historia y otros fragmentos. 1942.

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Introducción general

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La teoría sociológica en su proceso de producción como sistema teórico y tensión con la

realidad por medio de análisis empíricos se ha llenado de dualidades conceptuales de alto nivel

de abstracción que nutren su deriva disciplinar (Nisbet 2003). No puede ser de otra forma,

cuando se trata de hacer investigación de uno de los objetos más complejos del mundo, como

es el comportamiento de los seres humanos entre sí. Proceso en el cual, varias teorías

funcionan, contemporáneamente, como modos de interpretar y analizar la convivencia

humana. Esos pares conceptuales han hecho andar a la teoría sociológica en discusiones que

abordan desde lo normativo y descriptivo de la teoría sobre su objeto; lo necesario o

contingente de sus argumentos sobre los procesos sociales; lo macro o micro de las relaciones

sociales características de un enfoque; o si favorece metodologías cualitativas o cuantitativas.

En el proceso de discusión entre los enfoques, se ha forjado, quizás, como producto

emergente, la sociología como disciplina. En la cual, enfoques que parten desde distintos

puntos de arranque teórico, conforman un panorama disciplinar con los cruces de conceptos y

atributos predicados sobre la sociedad. Incluso si no tienen ese objetivo explícitamente, las

propiedades de similaridad y compatibilidad se desarrollan, a pesar de las intenciones de los

autores. No está demás decir que ninguna teoría puede ponerse en el lugar de la disciplina, esta

sobrepasa cualquier pretensión de este tipo. Sin embargo, siempre se aspira a producir una

teoría general integrativa, ya que las piezas emergentes disciplinares deben ser ordenadas, en

pro de una continuidad y sistematicidad. De esta manera, desde las formas emergentes, desde

el nivel disciplinar, se puede comenzar a producir nueva teoría; lo que implica mirar desde lo

alto o, quizás, desde lejos, a las formas de teorización. Aunque la lejanía no da un punto de

vista privilegiado sobre cómo resolver los problemas, solo muestra dónde están y cuáles son.

Las tuercas y tornillos específicos aún deben ser producidos, o por lo menos engranados,

cuando ya están presentes. Necesitando bajar de las montañas de los niveles de abstracción.

El debate en el cual se introduce este trabajo es de envergadura disciplinar, ya que está

derivado de una teoría que se despliega desde este nivel, comenzando directamente de una

tensión conceptual en la teoría sociológica. El cual es la relación de agencia con estructura en el

trabajo de Margaret Archer. Este debate ha resultado característicamente inglés, o es en

Inglaterra desde donde se ha recogido su discusión más importante. O, al menos, es Inglaterra

donde la autora que lo inspira es originaria y realizó la mayor parte de su trabajo teórico. O, es

en Inglaterra, donde la discusión entre “integración sistémica” e “integración social” alcanzó el

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mayor nivel de intensidad, teniendo un puesto clave como tensión conceptual para la

sociología británica (Chernilo 2012). La cual comienza en el trabajo de David Lockwood en los

sesenta, a propósito de la transformación de las sociedades, en una distinción analítica, pero

necesaria, entre integración sistémica y social. Continuando en el intento de Anthony Giddens

de superar la distinción, en una teorización típicamente setentera, donde la posibilidad del

cambio siempre estaba presente, incluso en la regularidad de las prácticas, las cuales podían

cambiar contingentemente. Siguiendo con la propuesta de Archer, de las fases morfogenéticas

como estudio de la estabilidad y el cambio social, a través de la relación de juego mutuo entre

agencia y estructura en el tiempo.

Sin embargo, a pesar de la huella inglesa que se sigue en el argumento de este trabajo, el

problema de la relación entre agencia y estructura para entender el cambio social, tiene

contemporaneidad en la sociología mundial. Como lo muestra Chile con “Dependencia y

Desarrollo en América Latina” de Faletto y Cardoso. Texto donde se puede ver la relación, que

se puede denominar morfogenética hoy, de la estructura económica de países dependientes

como las economías de enclaves, en tanto efecto de la configuración de las clases sociales y los

actores colectivos (Cardoso y Faletto 2003). Así, el momento histórico en el cual teoriza

Lockwood, tenía como tema central el proceso de transformación de la sociedad. El cual no es

un proceso evolutivo autónomo de la estructura sistémica y tampoco es una consecuencia del

movimientismo social, sino que presenta una relación que debe ser estudiada. Así, la

conformación de una dualidad en el análisis sociológico, sin imperialismos conceptuales de la

agencia sobre la estructura, como en las formas de teoría accionalista o el funcionalismo

sistémico parsoniano, resaltó como un problema a superar por parte de la teoría sociológica

(Lockwood 1964).

De esta forma, un nuevo par conceptual separaba a la teoría sociológica general, que en una

relación polarizada, alimentaba una discusión relevante. Esta discusión obligaba a elegir

monolíticamente un concepto: agencia o estructura. O, a cancelar el dualismo, por medio de

una conjunción de ambos elementos en un tercer concepto. En la discusión inglesa, fue

Anthony Giddens quien muy tempranamente asumió este problema, desarrollando un enfoque

no dualista, y al mismo tiempo no monolítico, entre agencia y estructura (Giddens 1995). La

teoría de la estructuración fue el resultado de la relación conceptual no dualista, que negaba el

dualismo por medio de una “superación” conceptual a través del concepto de prácticas. De la

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misma forma, en Francia, el destacado académico Pierre Bourdieu, ajustaba algunas cuentas

con el debate entre estructuralismo y el existencialismo, propio de la discusión filosófica y

antropológica francesa (Bourdieu 2007).

Demás está decir, que Giddens y Bourdieu comparten esperanzas teóricas en el concepto de

prácticas sociales de los agentes, rompiendo los determinismos estructurales y la plena libertad

de la agencia. Poniendo énfasis en conceptos como conciencia práctica y sentido práctico de la

agencia, como forma de generar una explicación sobre la regularidad del mundo social, sin

necesidad de estructuras externas determinantes. Sobre este punto de elisión o cancelación de

la dualidad, es que la teoría de Margaret Archer comienza un debate teórico que ya lleva más de

treinta años. Ya que el argumento de Archer se basa en que el proceso de teorización sobre la

transformación estructural de las sociedades, no puede levantarse sobre alguna forma de

monolitismo dual, pero también niega la posibilidad de alguna elisión de la dualidad. De esta

manera, desarrolla una primera teorización dualista entre agencia y estructura en 1979, que

enfrenta, a lo largo de los años, la teorización tanto de Giddens como de Bourdieu.

La teoría de Archer presenta novedades importantes para la teoría sociológica. Entre ellas

está su capacidad de integración de las formas teóricas anteriores, nada del pasado sociológico

se puede descartar para la teoría de Archer. Ya que la teoría parte directamente desde una

crítica de la tradición sociológica, en la que se había forjado un dualismo, como dos formas de

teoría sociológica. En las cuales se hacía énfasis o en la estructura o en los agentes. Archer

retoma ese dualismo disciplinar buscando su superación, como la reconstitución de un nuevo

sistema teórico que logre incorporar lo antiguo. No sale en busca de conceptos de otras

disciplinas, sino para volver a trabajar sobre el canon sociológico, para reconstruirlo en un

nuevo esquema. De hecho, la crítica al conflacionismo sociológico no impide que parte de los

argumentos generales del colectivismo e individualismo metodológico, sean incorporados a la

teoría de Archer, al igual que sus conceptos operativos. Quedando puestos en el argumento

morfogenético dentro de un esquema temporal. Nada queda perdido, ya que no se puede negar

los datos y las explicaciones del pasado sociológico, no solo por su aspecto ético, respecto a los

otros investigadores. Sino por el hecho de que ese conocimiento, es conocimiento sociológico, de

otra época o producido por otro tipo aproximación teórica, pero es conocimiento sociológico

al fin y al cabo. Así, se puede decir que la explicación conflacionaria es falaz en su

argumentación, mas no directamente errónea. Archer, al igual que otros realistas en sus críticas,

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ocupa la figura de la falacia, lo que implica que el razonamiento no respeta ciertas condiciones

explicativas: “…la falacia ecológica, esto es, la inferencia espuria de las características

individuales desde las características del nivel grupal” (Sayer 1992:102). Aunque eso no niega

las relaciones de facto, las cuales deben ser explicadas. O, el hecho de que los suicidios tienen

alguna relación con la integración de una sociedad, como lo afirmó Durkheim. O, que las

transformaciones estructurales, tienen alguna relación con la acción colectiva y sus

posibilidades de conflicto material, como Marx lo entendió. O, que hay una

complementariedad lógica, entre los aspectos sagrados y los aspectos económicos, como en el

argumento de Weber sobre los albores del capitalismo. Lo que se puede hacer, es mejorar la

explicación, no descartar los hechos sociales mismos, ni la conceptualización realizada. Se

puede trabajar directamente desde la teoría, confeccionando las piezas necesarias para explicar

las correlaciones y asociaciones encontradas.

Un segundo aspecto relevante de la teoría de Archer, es que en su teoría se distingue muy

bien entre el plano analítico y el plano epistémico o filosófico. Condición no siempre

determinable en la teoría sociológica de las últimas décadas. Lo cual tiene como consecuencia,

que el ejercicio de hacer sociología sobre la realidad social se vuelva altamente problemático.

Ya que muchas veces no se puede distinguir entre los planos normativos y descriptivos de una

teoría; o los fundamentos epistémicos de la teoría y la teoría sobre la realidad social. En

cambio, la teoría de Archer busca precisamente ser útil a la investigación sociológica, tratando

de generar marcos teóricos precisos para el analista práctico. Si lo logra o no, es un asunto

distinto. Pero se reconoce este elemento como objetivo teórico. Lo que implica que se puede

partir desde el mismo argumento filosófico, en este caso el realismo crítico, asumir la crítica de

Archer a toda sociología conflacionista y realizar una solución teórica distinta a la de Archer.

Tal como Archer lo asume: “…el realismo de Bhaskar es por tanto una plataforma general de

apuntalar varias teorías sociales (aunque es sin embargo, incompatible con cualquier forma de

conflacionismo)” (Archer 2009: 194)

Un tercer aspecto relevante de la teoría de Archer, es que en medio de una tendencia en

teoría social y humanidades, de argumentos de disolución de la realidad objetiva. Archer vuelve

a hablar de mundo, de realidad objetiva y de ontología. Donde la realidad social, producida por

los agentes y constituida en estructuras institucionales, es parte del mundo. La teoría de Archer,

es de alguna forma, la revitalización en sociología de argumentos ontológicos. En Archer, el

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mundo existe, es una entidad objetiva. No requiere de la certeza del agente para tener la

condición de ser. Así, el mundo existente no requiere de un sentido común generalizado para

ser. El en sí del mundo no se confunde con la creencia del mundo, como en la metáfora del

“hombre razonable” de Wittgenstein (Wittgenstein 1997). Requiere de un conocimiento

altamente especializado que debe probarse empíricamente y sobre el cual se puede estar

profundamente equivocado. Para decirlo con Bhaskar, la propiedad intransitiva del mundo no

depende de las formas transitivas (Bhaskar 1998a). La ontología del mundo, aunque sea

histórica y producida por la humanidad, como la sociedad, no depende de ninguna episteme.

El mundo impone condiciones a la humanidad, como el hecho de que necesita en su

dimensión natural ser conocido y que sin ese conocimiento no podríamos haber sobrevivido

como especie. De la misma forma, el mundo social y cultural, tanto de la organización

institucional y los sistemas de ideas, también debe ser conocido por las nuevas relaciones que

va trazando y sus altos niveles de complejidad. Este argumento, no solo vuelve al mundo su

condición ontológica, sino que vuelve a trazar una línea de continuidad antropológica –más no

antropocéntrica- entre el pasado y el presente; tan afectada por el relativismo cultural y la

particularidad histórica, encerrados en islas sociales.

Un cuarto aspecto relevante, es que el argumento de Archer puede llevarse no solo a las

grandes transformaciones estructurales, como los procesos de cambios de modelos de

desarrollo o epocales. Sino que presenta la plasticidad de poder trabajar sobre los elementos

más individuales de la condición social. Como ella misma lo anticipa, el hecho problemático de

la vida social, es que nos sentimos “libres y constreñidos, y tenemos alguna conciencia de ello”

(Archer 2009: 30). Esta condición hace que se pueda llegar hasta el plano individual, sin

suspender la ontología ni de la estructura ni del agente. Ni caer en formas de aislamiento

artificial del interaccionismo sin estructura social general, ni en las formas de estructuras

generales de la sociedad sin interacción activa. No admitiendo ningún automatismo en el

comportamiento individual, ni ninguna forma de presión hidráulica desde las estructuras. Así,

se puede recorrer desde los elementos micros de las estructuras a los elementos macros de la

agencia, en un mismo marco teórico. Diferenciando los niveles de estas dimensiones de la vida

humana. Niveles en los cuales se puede estar más libre o más constreñido, dependiendo de las

capacidades que posean los agentes para enfrentar los condicionamientos de las estructuras

socioculturales.

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La teoría de Archer está basada en la relación de juego mutuo entre agencia y estructura a

través del tiempo, que tiene resultados morfogenéticos tanto para la agencia como para la

estructura. El proceso de morfogénesis de la sociedad y de la agencia, por medio del juego

mutuo en el tiempo, fue el primer elemento desarrollado por Archer a finales de la década de

los setenta, en su monumental obra sobre los orígenes sociales de la educación. A esta obra le

siguieron una gran cantidad de artículos y libros, que fueron dejando de lado a la sociología de

la educación, concentrando sus esfuerzos en una teoría sociológica dualista y morfogenética.

Desarrollando una crítica a las teorías sociológicas anteriores, que argumentaban el predominio

de la sociedad sobre los agentes o de los agentes sobre la sociedad, o una fórmula paradojal de

ambos elementos al mismo tiempo, a la cual llamó conflacionismo. Así, la salida al conflacionismo

ascendente o individualismo metodológico, o del conflacionismo descendente o del

colectivismo metodológico, no podía ser la elisión que realiza la teoría de la estructuración

como conflacionismo central. Archer enfrenta el dualismo, no elige uno de los conceptos

claves de la relación y tampoco la disuelve en otro concepto. La teoría no conflacionaria de la

agencia con la estructura y su juego mutuo en el tiempo, permite romper las formas de

conflación que la teoría sociológica había desarrollado.

El argumento general de Archer es que el dualismo analítico y realista, a través del juego

mutuo entre agencia y estructura como entidades con propiedades diferenciadas, permite dar

cuenta de la transformación sociocultural. Este proceso se representa por medio de un modelo

secuencial de tres fases temporales, tanto en la estructura como en la agencia. Así, las

propiedades específicas de los seres humanos como reflexividad y acción se enfrentan a la

propiedad de la estructura como condicionamiento, generando una conversación interna que

diseña las acciones a seguir, tomando en cuenta las limitaciones y habilitaciones de la

estructura. Este modelo se encuentra esquematizado en condiciones de la estructura, en tanto

configuración institucional complementaria o contradictoria; y modos de reflexividad de la

agencia como: comunicativa, autónoma, meta-reflexiva y fracturada. En una secuencia de

condicionamiento de la estructura hacia la agencia como fase 1; interacción entre estructura y

agencia como fase 2; y reelaboración de la estructura por la agencia como fase 3. Así, cada

configuración de la estructura institucional tiene el correlato histórico de un modo de

reflexividad predominante en la agencia, pudiendo desplegar acciones dependiendo del modo

de reflexividad. De esta manera, los períodos de morfogénesis o morfoestasis de la estructura,

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dependerán del modo en que la agencia procese los condicionamientos. Así, en un mismo

modelo teórico, logran ser incorporadas las propiedades de la estructura y las propiedades de la

agencia en una relación de juego mutuo.

Este modelo de la morfogénesis sociocultural que se forma en la obra de Margaret Archer

no resulta fácil de criticar, y no ha sido muy criticada por la academia, quizás por el

movimiento de desempaque que ha tenido la teoría, la cual no presenta un momento de

síntesis general. O, quizás, porque al ser una teoría dualista se separan los argumentos críticos,

atacando o a la idea de estructura o a la idea agencia o a la indivisibilidad de ambos elementos

teóricos; sin poder tomar, nuevamente, al argumento por completo. Lo cierto es que dada la

formación histórica y lógica del enfoque morfogenético, como dualismo entre entidades y su

juego mutuo en el tiempo, no es fácil encontrar un concepto central desde dónde tomar la

teoría. Entonces, buscar el hilo de Ariadna teórico, desde el cual hacer una crítica generalizada

y desplegar una reacción lógica en cadena, saliendo por fin del laberinto, puede ser ir en busca

de “El Dorado”. Se discuten elementos parciales en las críticas o elementos muy abstractos.

Como si agencia y estructura son realmente entidades o si son separables, que son críticas que

corresponden a planos epistémicos u ontológicos. O, si la agencia tiene las propiedades que

Archer argumenta entrando por el plano de la reflexividad, o si la estructura es un concepto

manejable y tiene las propiedades que Archer establece. E incluso, si la noción de tiempo que

presenta Archer, es la adecuada para dar cuenta del juego mutuo entre agencia y estructura.

La crítica que he realizado no se posiciona ni en la agencia ni en la estructura, sino que tiene

como objeto principal, la teorización del proceso de juego mutuo entre agencia y estructura. Se

puede decir, metafóricamente, que entra por el medio de la teoría no conflacionaria. Siendo un

problema relevante para la teoría realista morfogenética, ya que se trata de entender como estas

dos entidades entran en relación sin cancelarse mutuamente. Por supuesto, para esto se

necesita la aceptación de la tesis central del realismo crítico de Bhaskar, de que sociedad y seres

humanos son entidades ontológicamente diferenciadas, donde agencia y estructura no solo son

distinguibles como artilugio analítico, sino que se distinguen porque son diferentes (Bhaskar

1998b). Siendo imperativo distinguirlas para llevar a cabo un análisis sociológico sin la falacia de

la conflación como argumento fusionante y espurio. Realizar este trabajo de crítica de la teoría

del juego mutuo entre agencia y estructura, requiere, obviamente, de que estructura y agencia

estén completamente diferenciados como conceptos, lo cual no siempre es posible de

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encontrar con claridad en la misma Archer. Ya que el enfoque morfogenético se fue

aproximando, a lo largo de treinta años y varios libros claves, a una formulación relativamente

manejable como un esquema teórico completo. Sin embargo, se puede hacer el argumento, so

pena de hacer el ejercicio de reconstrucción teórica de conceptos y de “empaque teórico” del

enfoque. Tratando a la teoría de Archer de forma transversal y sistemática, donde a pesar de la

diferencia temporal y de los giros teóricos -propios de una obra en proceso- se mantenga una

línea de continuidad argumental, desde la cual abordar el problema del juego mutuo.

La tesis central del texto es que el enfoque morfogenético, tomado como un sistema teórico

completo y general, presenta un doble juego mutuo como relación entre agencia y estructura;

en tanto juego mutuo mental o de diseño de proyectos frente a la estructura y juego mutuo

práctico como activación de los proyectos frente a la estructura. Los cuales no están

plenamente distinguidos ni desempacados en todas sus posibilidades, comprometiendo al

enfoque morfogenético en conflación. Ya que la teoría de Archer en su primera y segunda fase,

realiza un trabajo de distinción analítica y ontológica, entre agencia y estructura para la

transformación estructural, que es entendida como fases morfogenéticas de tiempo.

Implicando que el juego mutuo práctico entre agencia y estructura se describe por medio de un

modelo de secuencia temporal. Y en el tercer momento de la teoría de Archer se hace énfasis

en los modos de reflexividad con implicancias directas en los modos de acción. Sin embargo, el

argumento de Archer es formalista respecto al procedimiento de la reflexividad, postulando

que de ciertos modos de reflexividad se siguen ciertos tipos de proyectos y que se puede

caracterizar a los individuos por medio de los modos de reflexividad. Y esto tiene como

consecuencia, que al activarse los proyectos diseñados por los modos de reflexividad, se

producen acciones de los agentes frente a la estructura que quedan presas del argumento

temporal de las fases. No teniendo como describir el suceso del encuentro activo entre agencia

y estructura, que es una forma de juego mutuo, ya que si no es comprendido de esta manera la

estructura como entidad real se disuelve en el aire. Así, en el juego mutuo práctico hay un vacío

conceptual y en el mental un formalismo, generando una conflación en el argumento general

del juego mutuo del enfoque morfogenético. De esta manera, ambos juegos mutuos, no solo

no están diferenciados sistemáticamente, sino que presentan problemas internos que impiden

su relacionamiento lógico. No prestándose dúctilmente a la investigación sociológica, que es

uno de los objetivos explícitos de Archer al formular la teoría realista morfogenética.

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De esta manera, se requiere en el proceso de desempaque crítico, una argumentación que

permita no solo distinguir agencia de estructura, sino también distinguir fuertemente entre

pensar los asuntos del mundo y actuar en el mundo. Lo cual no puede ser simplemente

temporalizado en la acción, ni formalizado en la reflexión, ni conflacionado entre sí. Así,

intervine no solo distinguiendo los tipos de juegos mutuos entre agencia y estructura para

desacoplarlos, sino que critiqué la teoría de la conversación interna y la teoría de las fases

temporales de Archer, para aflorar a una posición no formal ni temporal del juego mutuo. A

partir de ese punto es que, como consecuencia lógica, cambia el foco de la mediación o

interfaz en la relación de juego mutuo entre estructura y agencia, poniendo en relevancia

objetos de investigación que estaban relativamente invisibilizados en el enfoque.

Sociológicamente hablando, se puede pasar de los modos de reflexividad en el juego mutuo

mental y de las fases temporales en el juego mutuo práctico; a la conversación interna sustantiva

entre preocupaciones agenciales y asuntos del mundo para el diseño de proyectos en el juego

mutuo mental; y a la fricción entre los proyectos de la agencia y los condicionamientos de la

estructura en el juego mutuo práctico. Sin conflacionar agencia con estructura, en ningún nivel

de los estratos de realidad, en ningún momento de los juegos mutuos y en ninguna fase de la

morfogénesis estructural. Se puede decir ahora que el trabajo teórico de Archer puso una caja

teórica como dualismo realista, la cual debía ser desempacada y vuelta a empacar, por ser el

área de investigación intensiva de una sociología no conflacionaria.

Para esto se desarrollaron cuatro capítulos separados en dos partes, sobre la obra teórica de

Archer en estos últimos treinta años. La primera parte tiene una dimensión descriptiva de la

obra de Archer, tanto de manera longitudinal como de forma analítica transversal. El primer

capítulo trata explícitamente el proceso histórico de la producción teórica de Archer,

distinguiendo tres etapas marcadas de: dualismo analítico, dualismo realista y reflexividad

agencial. En este capítulo se presenta un análisis de la obra de Archer en base una trayectoria

conceptual que parte en 1978 y termina el 2012. El segundo capítulo muestra, en un ejercicio

de empaque teórico, la forma analítica de la teoría de Archer durante este período; soportada,

por supuesto, sobre su giro más importante como es el abrazo del realismo crítico. En este

capítulo se reconstruye la teoría de Archer de forma transversal, poniendo énfasis en la

dilucidación de los conceptos de estructura, agencia y su juego mutuo; para luego montarlo

como un argumento teórico general.

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La segunda parte del texto tiene una doble dimensión, en tanto evaluación y reconstrucción

del enfoque morfogenético, que termina en una crítica a la teorías del juego mutuo y un

desarrollo conceptual desde la crítica. El tercer capítulo despliega la crítica sobre las formas de

juego mutuo entre agencia y estructura, donde se muestra porque el tiempo no solo no es una

forma de distinguir agencia de estructura, sino también porque no puede ser utilizado como

forma de juego mutuo. En este tercer capítulo, se exponen los problemas que arrastra la

conceptualización formalista de la conversación interna, la cual no solo de-sustancializa las

preocupaciones del agente frente al mundo, sino que además no cumple con los requisitos de

una tipología; ya que los modos de reflexividad se encuentran sin un criterio único de

distinción de su variabilidad, estando interpenetrados. El cuarto capítulo reordena la teoría

morfogenética desde la crítica planteada, desplegando los elementos de la distinción entre

agencia y estructura, mostrando los dos juegos mutuos, ahora en una secuencia sistemática. En

este capítulo se trabaja sobre el concepto de “conversación interna”, ya no como modo de

reflexividad, sino como “conversación interna sustantiva” entre las preocupaciones de los

individuos y los asuntos del mundo, a través de la cual se diseñan proyectos. Además, presenta

a la noción de fricción –tomado desde la misma Archer- como una solución conceptual a la

relación entre proyectos puestos en práctica con los condicionamientos de la estructura

institucional.

Todos estos elementos justifican la realización de este trabajo. No solo por la condición de

interés personal, que bajo las ideas de Archer resulta inevitable en algún punto, sino porque la

teoría morfogenética y la crítica a la conflación es una innovación importante para la teoría

sociológica. Y el desarrollo disciplinar depende, no solo de poder verificar que los conceptos

resulten útiles para describir y explicar lo que ocurre en la vida social, sino que también de

tener la capacidad de seguir creando posibilidades explicativas en la crítica teórica. La cual va

tomando los hilos del pasado, rearmando esquemas, con la esperanza de poder explicar el

problemático hecho de la condición humana en su estadía en el mundo. De eso, creo que se

trata, hacer sociología.

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PRIMERA PARTE

La descripción histórica y analítica del enfoque morfogenético

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Capítulo I

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La teoría social realista de Margaret Archer en el tiempo: la morfogénesis del enfoque morfogenético 1978-2012. La cara positiva del imperativo reflexivo es la oportunidad para que los sujetos persigan lo que más les importa en el orden social. De hecho sus preocupaciones personales vienen a ser sus compases. Su cara negativa, es que los sujetos pueden diseñar y seguir cursos de acción, que son inapropiadas para la realización de sus preocupaciones sociales principales y cuyos resultados negativos rebotan sobre ellos. Margare t Archer . The re f l exive imperat ive in la te moderni ty . 2012.

Introducción:

La teoría que ha estado desarrollando Margaret Archer a lo largo de las últimas tres décadas se

encuentra recogida en una secuencia de varios “libros-claves” (Archer 2007a). Dejando a lo

largo de estos años, hitos de un trabajo intelectual, como ella misma lo define, en proceso. Este

enfoque presenta varios problemas a quien intente introducirse en él, los cuales van desde la

misma secuencia temporal de los textos claves, ya que en términos estrictamente temporales

son treinta años de trabajo; más posibles cambios en la argumentación del modelo

morfogenético -y solo detectables en un análisis completo de los textos claves-; hasta la

carencia de traducciones, por ejemplo al castellano, además de diferencias en la traducción de

conceptos. De esta forma, todavía, y aunque no para siempre, el enfoque realista

morfogenético resulta un modelo para armar para cualquier persona interesada –experta en teoría

social o no- que quiera introducirse en él. Manteniéndose la duda de por dónde comenzar para

entender a cabalidad el enfoque. Un análisis longitudinal, entonces, se impone como una

necesaria forma de comprender, no solo el proceso de producción del enfoque morfogenético

en teoría realista, sino al enfoque en sí mismo.

Para el lector latinoamericano se presenta el problema de la escasez de traducciones de los

libros claves. Ya que hasta el momento solo se cuenta con dos traducciones de libros al

castellano, más algunos artículos en revistas. Lo que hace que este lector se enfrente a textos

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parciales correspondientes a momentos específicos de la obra de Archer, sin poder tener una

mayor referencia a los textos anteriores y posteriores. Ya que, de hecho, las traducciones al

español, de algunos de estos libros claves, tienen una diferencia con la primera publicación de

casi una década como “Cultura y teoría social” publicado originalmente en 1988 y traducido en

1997; y más de una como “Teoría social realista: el enfoque morfogenético”, publicado en

1995 y traducido en 2009. Así, se leen mensajes en una botella, de sobrevivientes en islas que

podrían haber desaparecido en el proceso de treinta años, pudiendo estar renovados los

argumentos en textos posteriores.

Ahora, salvando el problema del idioma y de la secuencia temporal de los textos, el enfoque

morfogenético presenta un problema en sí mismo. Esto se genera, ya que los textos claves no

tratan los mismos temas, no siempre refieren entre sí, ni hacen síntesis teóricas o

reconstrucciones argumentales. Así, hay textos que tratan asuntos empíricos como los sistemas

nacionales de educación (Archer 1979); objetos de investigación sociológica como los modos

de reflexividad (Archer 2003, 2007a, 2012); argumentaciones que lindan con defensas

filosóficas como la teoría de la agencia (Archer 2000); o la crítica a la conflación en teoría de la

cultura y teoría de la estructura (Archer 1997, 2009). Así, los textos temáticamente presentan

una complejidad propia que hace necesario su ordenamiento conceptual. De la misma manera,

y al contrario de la presencia de textos de variedad temática, se presenta la carencia de un texto

de teoría general sobre el enfoque, que pudiera hacer síntesis sobre los elementos que lo

componen en sus relaciones conceptuales y a lo que denotan en la realidad social. Así, cada

texto, cada artículo que refiere al enfoque, directa o indirectamente, se podría considerar una

parte integrante de este proceso de producción teórica. Lo que implica un esfuerzo adicional

sobre la analítica del enfoque, que se ha realizado en el capítulo dos de esta parte, sin

menoscabo de que aún se requiere tener claridad, en un análisis longitudinal, sobre la propia

morfogénesis del enfoque morfogenético.

Para poder realizar este balance longitudinal, que no es bajo ninguna circunstancia el intento

sinuoso y adolescente de mostrar posibles incoherencias en el enfoque, sino por el contrario

destacar continuidades argumentales; se debe fijar no solo un punto temporal desde dónde

trazar el comienzo de la huella, sino identificar un elemento, un propósito del enfoque, que

trascienda el tiempo. Ya que el objetivo de la producción teórica puede dar comienzo a la

búsqueda. No se puede buscar en el tiempo algo que no se sabe qué es. En este caso, es la

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producción del enfoque morfogenético, que a propio reporte de Archer comienza en 1979 a

propósito del estudio de la transformación de los sistemas nacionales de educación en Europa

(Archer 2007a). Sin embargo, el punto de este comienzo no solo es solo temporal, sino

también temático para la teoría, la cual pasa en este proceso de 30 años, de un estudio empírico

a una senda de teorización pura y de creación de nuevos objetos de investigación sociológica.

Donde el elemento de arranque del enfoque, su propósito inicial, desde su primera

formulación; es producir un modelo que permita describir los procesos de cambio o

continuidad estructural, sin caer en formas de conflación teórica entre agencia y estructura. O,

como Archer misma lo propone, la morfogénesis o la morfoestasis de la estructura social, que

tenga como base la relación de juego mutuo entre agencia y estructura a través del tiempo. Este

es, quizás, el corazón de la teoría de Archer. Desde el cual, se trazan los compromisos de su

enfoque hacia la realidad social y la teoría sociológica. Y es desde donde se puede poner un

punto de arranque longitudinal para observar las inflexiones de la trayectoria teórica.

Este elemento de trabajo sobre las transformaciones sociales, tanto de la estructura como de

la agencia, presenta una doble dimensión en la teoría de Archer. La primera es la crítica a las

formas conflacionarias, o a las dos o tres sociologías ascendentes descendentes y centrales, que

comienza abiertamente desde su crítica a Giddens en 1982, donde contrasta la teoría de la

estructuración con la morfogénesis sistémica. Y que fue completando en los textos de 1988 y

1995 con la generación de la crítica a toda forma de teoría conflacionista tanto en teoría de la

cultura como en teoría de la estructura. La segunda dimensión es la formulación de una teoría

sociológica no conflacionaria, basada en un modelo que combina temporalmente a agencia con

estructura, o en estricto rigor, a las formas de agencia con los condicionamientos

socioculturales. De esta forma, el enfoque morfogenético se presenta como una solución

posible a la crítica a la conflación que la misma Archer ha generado. El recorrido conceptual

que presentaré, da cuenta de ambas dimensiones mostrando sus momentos relevantes. Sin

embargo, hay que advertir que la crítica a la conflación siempre es el escenario pertinente, en el

que el enfoque morfogenético contrasta con mayor intensidad con el conflacionismo. De esta

forma, lo que destacaré son las continuidades argumentales del enfoque, donde es el objetivo

que he identificado como base lo que guíe la reconstrucción longitudinal.

Esta continuidad está dada por el argumento metodológico de la morfogénesis en tres fases

temporales, proveniente de la unión de la morfogénesis y el dualismo analítico de Lockwood,

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ambos presentes en los textos de 1979 y 1988. En 1988, con el texto de teoría de la cultura,

aparece ya formulada la noción de conflacionismo que vuelve sobre aspectos presentes en

1979. Al cual se le agrega el trasfondo realista en los textos de 1995 y 1998 como momento de

cambio. A partir del año 2000, aparece una profundización de nociones que habían ido

quedado en el camino, como: identidad personal, reflexividad y sus modalidades. Así, se puede

entender que hay en el enfoque morfogenético tres períodos: el primero es el del dualismo

analítico y crítica conflacionista entre 1979 y 1988; el segundo de reformulación realista del

enfoque morfogenético y nueva crítica conflacionista, con los textos realistas entre 1988 y

1998; y un tercer período, también realista, concentrado en la forma de procesamiento agencial

de la relación agencia estructura entre 2000 y 2012. Los períodos están separados sobre las

publicaciones de Archer, en versión original de los “textos claves”, donde se destacan cambios

y continuidades relevantes para la teoría realista en sociología. De estos tres períodos o fases

del enfoque, se destacarán como conclusiones del capítulo, una serie de atributos propios del

enfoque, que iluminan los modos de entender a la teoría como un sistema general y

sistemático.

Dualismo analítico, morfogénesis estructural y la crítica a la conflación: 1978-1988

Archer establece que el enfoque morfogenético comienza a atisbarse hacia 1979 en su libro de

los sistemas de educación (Archer 2007a). Texto en el cual hace su primera defensa heurística

del dualismo analítico de Lockwood, además de destacar la capacidad que tiene la

morfogénesis como concepto para el estudio de la transformación de las estructuras sociales. A

este argumento, le seguirá un estudio de 1982 sobre la teoría de la estructuración, hasta otro

libro estrictamente dualista analítico en 1988 “Culture and Agency: the place of culture in the social

theory”. En este período, marcado por la presencia del dualismo analítico, Archer muestra al

menos tres argumentos generales: a) el dualismo analítico y la morfogénesis aplicada al estudio

de los sistemas nacionales de educación; b) la crítica directa a la teoría de la estructuración por

medio de la morfogénesis y el dualismo analítico; y c) la crítica sistemática a la sociología

conflacionista, con la modelación de la morfogénesis en teoría sociológica de la cultura.

Margaret Archer llevaba al momento de la publicación de “Social origins of the educational

Systems” en 1979, varios años dedicados a la sociología de la educación, donde sus primeras

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publicaciones datan de finales de la década de los sesenta. Sin embargo, el libro de 1979 tiene

una particular importancia, ya que tiene como objetivo describir el proceso de transformación

de los sistemas nacionales de educación. Los cuales comienzan como una iniciativa privada,

para luego dar paso a sistemas de educación estatales durante el siglo XIX, siendo toda una

morfogénesis y una emergencia institucional. En este libro dedica un capítulo específico a

presentar una metodología de análisis del proceso de morfogénesis estructural. Recogiendo

argumentos de la discusión entre colectivismo e individualismo metodológico; orden y

conflicto estructural; relación entre análisis longitudinal y transversal; y sobre todo entre

análisis teórico y análisis comparado de la estructura social, que había dejado en: “Contemporary

Europe: Social structures and cultural patterns” de 1978. Es aquí donde queda planteado un

problema que será recogido por la teoría morfogenética. Este problema trata de que las

estructuras sociales son como son, sin que ninguna teoría sociológica pueda imponer sus

descripciones del ser en sí, en el sentido de si son invariablemente complementarias o

contradictorias. Este punto lo ve Archer asociado a teorías sobre la estructura social que son

ciegas a las formas empíricas y sobre todo al sentido comparado. Además, de teorías que

presentan el análisis en un sentido solo transversal olvidando el plano longitudinal (Archer

1978). Razón por la cual Archer argumenta “la indispensabilidad del constante juego mutuo

entre el análisis teórico y comparado de la estructura social” (Archer 1978: 23). Hay que

destacar este primer juego mutuo, entre una teoría que fija como debe ser la estructura, en tanto

cuáles son sus relaciones internas y externas, frente a las variaciones que la comparación

empírica le genera. Donde la teoría debe incorporar esas posibilidades de variación a su propia

descripción de forma consistente. Esto hace que ni funcionalismo ni “conflictivismo”, puedan

alcanzar el estatus de teoría general de la sociedad, porque sus argumentos se rebaten y repelen,

obligando al sociólogo a elegir visiones sesgadas y, por lo tanto, falaces.

Dada esta discusión en 1978, el libro sobre los sistemas educacionales de 1979, asume dos

objetivos centrales: a) la comparación entre distintas sociedades nacionales e históricas

(Francia, Rusia, Inglaterra y otros); y b) el proceso de transformación del sistema educacional

en sentido general. Para esto realiza la primera introducción teórica a la morfogénesis

estructural, usando el dualismo analítico como procedimiento de interpretación histórica. Sin

embargo, antes de comenzar Archer enfrentará dos problemas centrales: el primero es el

dualismo sociológico de lo micro o lo macro, el cual presenta teorías distintas y autónomas de

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los procesos de transformación social. Y el segundo son los estudios educacionales que aíslan a

las dinámicas institucionales de educación del resto de sus relaciones estructurales. Así,

entiende Archer que: “Los sociólogos del siglo veinte están divididos entre aquellos quienes

toman grupos o instituciones como su objeto de estudio” (Archer 1979:8). Donde una crítica

debe estar puesta en este punto, en que no se puede entender los cambios en los sistemas

educacionales, basado solo en la creencia de “manos ocultas, mecanismos evolutivos y

espontáneos ajustes de cambio social” (Archer 1979:2). De la misma manera, “nuestras teorías

serán sobre las actividades educacionales de las personas, siempre pensando que ellas no

podrán explicar el desarrollo educacional, en términos estrictos de personas” (Archer 1979:2).

Así, no bastará para poder explicar los desarrollos de los sistemas educacionales, ni las

estructuras haciendo cambios por sí mismas como si no hubiera personas, ni por las personas

en sí como si no hubiera estructuras. El segundo problema es, qué hacer con los enfoques que

muestran la educación como un problema estrictamente educacional (Archer 1979:3). De esta

manera, una sociología que pueda estudiar los cambios en los sistemas educacionales, debe

hacerlo pensando en las estructuras generales, donde el sistema nacional de educación está

inserto. Ya que “Los sistemas educacionales, extraños antes del siglo XIX, emergen dentro de

complejas estructuras sociales y culturales, y este contexto condiciona la concepción y la

conducta de acción de quienes buscan desarrollos educacionales” (Archer 1979:3). Y no

pueden comprenderse a cabalidad ni intervenirse aislando a los miembros de las comunidades

escolares, como si las relaciones con el exterior no existieran o pudieran ser suspendidas

(Archer 2009).

De esta forma, Archer intenta recuperar una macro sociología de la educación, ya que para

estudiar los cambios en los sistemas educacionales: “los problemas educacionales

macroscópicos pueden ser mejor abordados a través de una teoría sociológica macro” (Archer

1979:1). Enfrentando la descripción de los procesos de transformación de los sistemas

educacionales, a través de tres elementos relevantes. El primero es una defensa de una

sociología macro para estudiar los problemas macro. No se puede estudiar las

transformaciones de los sistemas educacionales, con un sentido histórico y comparado,

haciendo alusión al proceso, como exclusivamente dependiente de las comunidades educativas:

“…la distribución de autoridad, los currículos prescritos, la naturaleza de las ocupaciones fuera

de las relaciones entre grupos sociales”(Archer 1979:34). Ya que los investigadores

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educacionales “…tienen la vaga esperanza que la acumulación de estudios de caso, de alguna

manera pueda ayudar a entender los sistemas educacionales como totalidad” (Archer 1979:34).

Donde lo que parece obvio. No resulta serlo. Ya que las decisiones educacionales, desde el tipo

de curriculum que se imparte hasta el tipo de estudiante que ingresa, están relacionados con la

configuración de las distintas instituciones sociales y sus propiedades emergentes. Generando

situaciones condicionantes a los agentes.

Sobre este punto es que una sociología macro tiene pleno sentido, no se puede comprender

los procesos de transformación de los sistemas educacionales, sin una sociología que vuelva

sobre las relaciones externas, en las cuales las instituciones educacionales están envueltas

(Archer 1979:31). Las formas macros, entonces, no pueden ser suspendidas del análisis ni de la

intervención social. Por mucho que se bloqueen materialmente las puertas de los colegios, las

relaciones extra educacionales repercuten en los sistemas educacionales, donde la intervención

micro y especializada tropezará con las relaciones macro que atraviesan a la escuela misma. No

hay organizaciones capaces de aislamiento. Ante eso, la recuperación de una sociología macro

para la educación resulta un menester, ya que las prácticas educacionales no se generan o no

dependen, exclusivamente, del condicionamiento interno de la escuela o de la familia.

Un segundo argumento, que resulta central para Archer en este texto, es el problema del

dualismo, derivado del primer punto de la defensa de una sociología macro. Se debe entender

que hay elementos de carácter macro en los sistemas educacionales, sin embargo también hay

elementos interaccionales micro. El dualismo se instala en sociología cuando las teorías

establecen que pueden explicar todo fenómeno o hecho social desde niveles plenamente

macros o plenamente micros. Forjando disciplinarmente el dualismo entre el holismo sociológico

y el individualismo metodológico. Dando pie a la idea de las dos sociologías (Archer 1982).

Razón por la cual nunca se puede describir totalmente el proceso de cambio estructural,

porque el foco implica énfasis que va dejando problemas teóricos al no poder completar la

explicación. Por lo que se debe recurrir a hipótesis extremadamente duras, como que las

instituciones sociales son “…simples patrones los cuales son transformables dependiendo solo

de ciertos niveles de información y combinación” (Archer 1979:22). Patrones de

comportamiento individual basados, obviamente, en la estrategia utilitaria. A contrario sensu, en

un argumento de carácter holista de Cohen que muestra Archer, “las propiedades de los

sistemas y estructuras sociales deben ser tomadas como dadas cuando se está analizando los

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procesos de acción e interacción” (Cohen en Archer 1979:25). De esta forma, en el primer

caso, la estructura o las instituciones están al alcance constante de los comportamientos

individuales; y en el segundo las propiedades de las estructuras se desarrollan en los

comportamientos individuales. En el primer caso no hay estructura autónoma, en el segundo

no hay individuo no social.

En este punto es que se debe volver sobre el dualismo disciplinar. Que resulta un asunto de

conveniencia práctica, según Archer, para teóricos como David Lockwood. Así, este asunto

práctico consiste en: “la capacidad de distinguir la interacción conflictiva que produce cambio

(porque hay relativa carencia de integración sistémica) de la que simplemente refleja

antagonismo de grupo (como carencia de integración social)” (Archer 1979:33). De esta forma,

disponer de esta capacidad como dualismo analítico hace posible entender que no siempre

coincidan ambos elementos debiendo ser tratados como formas diferenciadas.

Puestos estos argumentos centrales, el primero la recuperación de una sociología macro y el

segundo la necesidad de distinguir entre integración social e integración sistémica. Se necesita

un tercer elemento para entender el proceso de transformación de los sistemas nacionales de

educación. Este elemento lo encuentra Archer en la morfogénesis de Bucley (Archer 1979:31).

Ya que el sentido de la morfogénesis sistémica, puede explicar que de las relaciones entre

sistemas puedan generarse otros, sin poder reducir estos nuevos sistemas complejos a los

sistemas primarios, siendo esto en el caso de la sociedad “las relaciones entre partes” que

“derivan de la interacción social” (Archer 1979:32). Donde las propiedades emergentes de estas

formas sistémicas, derivadas de los resultados de los resultados de la interacción, condicionan

las formas actuales de patrones de acción. Este argumento permite a Archer entender los

procesos de transformación de los sistemas educacionales como “ciclos analíticos” de

transformación estructural (Archer 1979:44). Haciendo posible modelar el proceso de cambio,

distinguiendo entre momentos de integración sistémica y de integración social. Ya que la

estructura no es nunca el resultado directo de algún poder agencial totalmente transparente.

Como bien lo expresa Archer “Mutabilidad no es maleabilidad” (Archer 1979:24). No solo por

la imperiosa, e imposible de evitar, necesidad de negociar cuando aparecen grupos que se

disputan el control de algún recurso social monopolizado, o hacen variar la capacidad de

influenciar por medio de otros recursos; sino porque se generan propiedades emergentes en las

formas que toman los sistemas educacionales, dada la relación con otros tipos de instituciones

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y organizaciones sociales. Generando nuevas situaciones estructurales a los agentes. El

elemento teórico central aquí, es la distinción necesaria entre integración social referida a los

actores e integración sistémica como relaciones entre partes (Archer 1979: 33). Así, el punto

que se defiende en ese tercer argumento, es que este proceso de transformación no puede ser

automático, sucede en el tiempo, pero es un proceso. Sobre este proceso es que levantará los

argumentos de los tres momentos: condicionamiento estructural, interacción y elaboración

estructural (Archer 1979:44). De esta forma, en estos períodos temporales se puede dar cuenta

de las relaciones entre agentes y las condiciones estructurales. En este primer momento

teórico, Archer comprende este proceso de forma analítica: “en el sentido de una secuencia

histórica no interrumpida de series de interacción –desarrollo estructural – condicionamiento

estructural – interacción – elaboración estructural etc.”(Archer 1979:44)

En un segundo texto, de 1982, ya directamente teórico; Archer realizará su primera crítica a

Giddens, oponiendo la morfogénesis a la estructuración. En el primer punto de los sistemas

nacionales de educación, Archer ha defendido: la sociología macro, el dualismo analítico y el

proceso de morfogénesis. En este segundo texto profundiza el argumento de la morfogénesis y

su relación armónica con el dualismo analítico, enfrentando directamente a Giddens, por la

imposibilidad de que la teoría de la estructuración explique los procesos de cambio estructural.

El argumento central es que la estructuración como teoría se opone directamente al dualismo y

a una explicación vía morfogénesis.

La teoría de la estructuración, según Archer, oscila entre “ (a) la hiperactividad del agente,

cuyo corolario es la innata volatilidad de la sociedad, y (b) la rígida coherencia de las

propiedades estructurales asociadas, por el contrario, con la recursividad esencial de la vida

social” (Archer 1982:459). Esto ya que Giddens pone el acento en la noción de prácticas de

agentes, las cuales alcanzan formas específicas por medio de su regularidad y rutinización en el

tiempo, como “patrones visibles que constituyen los sistemas sociales para Giddens” (Archer

1982:459). La rutinización permite la configuración de reglas y recursos de las acciones que los

actores siguen en sus prácticas. Estas reglas cuando se siguen, o sea cuando están incrustadas

en las prácticas como patrones observables, generan instituciones sociales. Las cuales “son

conceptualizadas como prácticas estandarizadas, duraderas y extendidas en la sociedad”

(Archer 1982:462). Que al ser entendidas como prácticas de los agentes se “transmutan a una

capacidad interna de los agentes”(Archer 1982:462). Negando “las características de derecho

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33

propio de las instituciones”(Archer 1982:462). Así, situaciones derivadas de la configuración

institucional, como la centralización o la inflación, son reducibles “al ejercicio de poder de

unos determinados actores” (Archer 1982:463). Esto hace que cambiando las prácticas

cambien ipso facto las instituciones y con ello las propiedades estructurales. Dándole volatilidad

a la sociedad, y solo teniendo como freno, la esperanza, incluso estadística, de la recursividad de

las prácticas. Esto hace que el cambio estructural sea un momento ignoto, incluso misterioso,

de los procesos sociales. Las estructuras cambian, porque cambian, cuando cambian. Y de la

misma manera, nunca tienen una forma estable porque siempre dependen de la actividad para

ser. Las estructuras sociales están siempre siendo porque los agentes las recrean en sus

actividades. Esto implica que hay plena transparencia entre agentes que practican estructuras y

estructuras que son esas prácticas de agentes.

El único momento en que surgen eventos o situaciones inesperadas, que van más allá de la

recursividad de la dualidad de la estructura, es en el plano de los sistemas sociales, donde “se

producen lo que otros podrían denominar propiedades emergentes, pero que él llama

propiedades de autorregulación” (Archer 1982:463). El punto central es que las propiedades de

autorregulación “deben ser comprendidas vía una teoría de contradicción de sistemas” (Archer

1982:463). Donde estas contradicciones representan grietas por las cuales pueden los conflictos

sociales realizarse, así “conflicto y contradicción tienen tendencia a coincidir” (Archer

1982:463). Ignorando la posibilidad de una separación de ambas condiciones, además de no

prestar atención a las posibilidades de compatibilidades sistémicas. Por lo tanto, ausencia de

conflicto social y compatibilidades sistémicas también debieran tener tendencia a coincidir. Así,

no hay condiciones de elementos autónomos en los planos sistémicos, ya que siempre están en

coincidencia con los planos de los agentes. Y el cambio estructural sucede, porque sucede,

cuando sucede. Y siempre se está al borde de ese suceso, o por lo menos no se puede afirmar

lo contrario. El filósofo marxista de la historia, Walter Benjamin, lo expresaba así: “En

realidad, no existe un solo instante que no lleve en sí su posibilidad revolucionaria…”

(Benjamin en Löwy 2003:154).

La morfogénesis estructural que Archer opone a la estructuración confronta directamente

este punto. Ya que esta implica una relación a nivel de la estructura social, que es propiamente

estructural porque tiene propiedades o atributos propios. Lo que conlleva para la teoría social

que entre agentes que interactúan y los sistemas sociales derivados de estos no hay plena

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coincidencia. No hay humanos sobresocializados, ni sistemas sobrehumanizados. Esta

condición para Archer, trae aparejada una “historia de la emergencia sistémica, que fundada en

las interacciones humanas, toman un lugar prioritario en los contextos sociales” (Archer 1982:

457-8). Implicando esto que las situaciones estructurales, que enfrentan los agentes, están

condicionadas por las situaciones estructurales del pasado. Y así mismo, el presente provee de

nuevos contextos para la subsecuente interacción en el futuro. De esta forma, la morfogénesis

implica una “discontinuidad entre la inicial interacción y su producto, el sistema complejo”

(Archer 1982: 458). La cual “invita al dualismo analítico cuando tratamos con estructura y

acción”(Archer 1982: 458). Archer en este punto, establece que la acción es incesante, pero

está bajo las condiciones de la estructura, lo que hace que todo proceso de cambio estructural,

implique una relación en el tiempo entre: condiciones estructurales, interacción social y

elaboración estructural.

Así, la morfogénesis designa dos elementos: las propiedades emergentes de un sistema,

marcando la discontinuidad entre los elementos primarios y los secundarios; y, al mismo

tiempo, un proceso de transformación sistémico. De esta manera, hay una discontinuidad

vertical como niveles de emergencia entre agencia y estructura; y una discontinuidad horizontal

como procesos de morfogénesis de la agencia y de la estructura. Donde los elementos primarios

como las interacciones entre los agentes, si bien generan propiedades emergentes, no pueden

ser absorbidos por estas propiedades. De otra forma, se entra teóricamente a condiciones de

determinación, perdiendo a las personas como elemento relevante en las posibilidades de

transformación de los sistemas. Personas que interactúan y sistemas sociales co-existen. No

pudiendo ser suspendida esta co-existencia, lo que no implica que sean dos lados de una misma

moneda, como sí lo argumenta Giddens. Si se generan nuevas derivas sistémicas, respecto a las

condiciones iniciales, se generan nuevas formas relacionales; pero no ejercen determinación

radical sobre las personas, ya que sino “las capacidades transformativas de los actores están

inmediatamente conflacionadas” (Archer 1982: 465).

Este argumento es completado, posteriormente, con el tiempo. Si bien co-existen estructura

y agencia, al tener propiedades emergentes las estructuras resultan ser una forma discontinua a

los agentes actuales, o lo que lo mismo co-existencia no es co-temporalidad. Con lo que la

forma de comprender la formación de estas propiedades emergentes no puede estar en el

presente. Introducir el pasado en el análisis es la única forma de entender el proceso de

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generación de las propiedades emergentes de la estructura, ya que la coexistencia entre la

estructura y los agentes actuales, como situaciones condicionantes creadas por ellos, impide ese

examen. De esta manera, Archer mostrará de forma teórica como procede el examen

morfogenético, donde las tres fases analíticas son capaces de mostrar el modo en que cambia la

distribución de un atributo. Como el ejemplo de Archer sobre el analfabetismo en la Cuba de

Castro. Y ese proceso, como extensión en las personas de la condición de alfabeto, implica un

movimiento de las instituciones de educación bajo las nuevas condiciones estructurales que

provee la revolución. Donde la movilización de los recursos humanos de instrucción, por

medio de la coordinación estatal, permite la distribución del atributo de alfabeto a mayores

cantidades de personas en Cuba. Además, las nuevas condiciones hacen que la práctica de

abandono escolar sea menor, ya que no hay necesidad del trabajo infantil en cada familia

pudiendo permanecer los niños en las escuelas. Ahora, obviamente, esto trae otro tipo de

problemas, pero que son derivaciones emergentes de la alfabetización de la población y de la

pérdida de mano de obra en la producción. Por eso el trabajo voluntario fue tan importante en

las temporadas del azúcar. Este proceso, es el que se divide en estructura- acción – elaboración

estructural (Archer 1982: 468).

Como ya ha sido descrito en 1982 aparece por primera vez la noción de conflación en la

teoría de Archer, ocupando el sentido preciso que tendrá después, como cancelación de las

propiedades de uno de los términos en una relación (Archer 1982:465). En 1988 se publica

“Culture and Agency. The place of the culture in the social theory” (1997 en castellano como “Cultura y

teoría social1”). Este texto recupera la noción de conflación, organizando por primera vez una

crítica a la sociología de la cultura como formas de conflacionismo. Este término se generaliza

para describir los énfasis que la teoría sociológica ha realizado entre agentes y estructuras.

Incluso cuando se elude el problema intentando superarlo con otros conceptos.

El término conflación proviene del latín y significa el acto de fundir. Para el caso de la teoría

sociológica de Archer, implica el fundir agencia y estructura entre sí, tanto la agencia en la

estructura, la estructura en la agencia o ambos en otro término. La primera vez que aplica

sistemáticamente Archer esta noción, como crítica a la conflación en sociología, es a la relación

entre cultura y agencia. En este caso, cuando se confunde sistema cultural y agencia cultural, se 1 En la versión castellana de “Culture and agency the place of culture in the social theory” la noción de conflation fue traducida como fusión.

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cae en la falacia de la conflación (Archer 1997:12). En uno de los casos “las propiedades

culturales simplemente son formadas y transformadas por algún grupo dominante libre de

trabas” y en otro caso “el sistema central e valores impone su coreografía a la vida cultural y los

agentes se reducen a träger o portadores de sus propiedades” (Archer 1997:13). Una tercera

forma, es la que se presenta como elisión, donde se niega autonomía y preeminencia a uno de

los términos “…las propiedades de los sistemas culturales y las de la interacción cultural se

fusionan por el hecho de presentarse tan estrechamente constitutivas unas de otras” (Archer

1997:13). Este último resulta ser el conflacionismo central.

Para la crítica a la sociología cultural, Archer ocupa la distinción entre sistemas culturales e

interacción socio cultural. Donde interpreta que la distinción de Lockwood, entre integración

social e integración sistémica, puede ocuparse como integración del sistema cultural e

integración sociocultural. La primera hace alusión al grado de consistencia lógica entre partes

integrantes de la cultura, que en este caso son “elementos ideacionales (conocimiento,

creencias, normas, lenguaje, mitología)” (Archer 1997:31). Y la segunda trabaja sobre los

efectos causales, que son propiedades de las personas, de sus acciones como “uniformidad

social” (Archer 1997:31). Entonces, el primero es la consistencia entre ideas y el segundo la

consenso causal (Archer 1997:15). El punto central, es que no se corresponden necesariamente

el consenso causal con la consistencia; o dicho estadísticamente, la consistencia del sistema

cultural y el consenso causal no correlacionan positivamente. O, de otra forma, que alcance

consenso causal no se deriva de su consistencia y que logre consistencia no se deriva de su

consenso causal. De esta manera, las relaciones entre el nivel del sistema cultural y el nivel

sociocultural, deberán establecerse por medio de una interfaz entre las propiedades de ambos

elementos teóricos. La idea de la interfaz resulta central, ya que es la forma de mantener la

autonomía de la consistencia lógica de las ideas frente al consenso causal de los agentes. Lo

que hace que las relaciones sean entre ambos términos y no una subsunción de uno en el otro.

La interfaz es una relación entre ambos elementos que puede ser modelada a través del

tiempo. Así, el proceso de morfogénesis encuentra un aliado en esta distinción analítica, ya que

al poner en el tiempo a las formas conflacionistas de teoría cultural, se logra superar las formas

conflacionistas. La modelación morfogenética sigue el mismo patrón establecido a los sistemas

educacionales: condicionamiento-interacción y elaboración. Así, se establece que en un

momento dado hay un sistema cultural predominante, que aunque no carente de

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contradicciones internas, logra tener consenso causal en los agentes, esto es “ser entendido por

alguien” (Archer 1997:16). Así, se logra tener interpretaciones similares de los elementos o

sucesos del mundo. En el proceso de interacción se produce un momento en que agentes

socioculturales plantean nuevas formas de interpretación del mundo, generando quiebres en el

sistema cultural el cual pierde su consistencia. O, agentes intervienen sobre las inconsistencias

desarrollándolas o limitándolas. Posteriormente a ese momento, la elaboración puede hacer

síntesis buscando la coherencia, o eliminar uno de los marcos interpretativos, o mantener

varios marcos interpretativos al mismo tiempo. Generando una morfogénesis cultural.

Reiniciando el proceso.

En el momento en que se puede interpretar de esta forma el proceso de cambio cultural,

Archer establece que puede haber una modelación del proceso. El cual comienza en el

momento del condicionamiento cultural, sigue con la interacción y termina con la elaboración

cultural. El punto central en este proceso, es que los sistemas culturales cuando encuentran

correlación con las interacciones culturales, o lo que es lo mismo, cuando hay sistematización

en el sistema cultural y una reproducción en los agentes culturales; se generan situaciones de

significación e interpretación para los agentes que puede ser comprendidas como protección.

Los agentes actúan, de manera relativamente uniforme, según un marco interpretativo,

relativamente consistente. Esto es una lógica situacional de carácter cultural. La lógica

situacional, describe la condición en que están los agentes culturales respecto al sistema

cultural, esto es el conjunto de circunstancias ideacionales en las cuales están envueltos. Esta

lógica situacional de protección, implica una “complementariedad concomitante” entre los

diversos conjuntos de ideas que forman el sistema cultural (Archer 1997:219). Lo que hace que

los agentes culturales interesados en el status quo, defiendan la estabilidad dando mayor

densidad cultural, como mayor cantidad de ideas que alcanzan complementariedad lógica entre

sí. Sin embargo, existen variadas configuraciones de situaciones en los sistemas de ideas, las

cuales se relacionan con los agentes culturales, ejerciendo influencias causales en sus actos

culturales.

Entre ellas, Archer destaca las relaciones de complementariedad y contradicción, con

variedades entre ellas de concomitante y contingente, además de coaccionante y competitiva.

Las relaciones de complementariedad implican que en el sistema de ideas hay condiciones de

consistencia lógica entre ellas, donde en el caso concomitante las distintas formas ideacionales

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logran una relación en la cual “al invocar A se evoca ineluctablemente B, pero como la B de la

cual depende esta A es consistente con ella, entonces B apuntala la adhesión a A” (Archer

1997:194). Lo que genera una lógica de protección del sistema cultural, como sistematización

del sistema cultural y reproducción en la agencia. En cambio, la complementariedad

contingente es una relación consistente entre sistemas de ideas, pero que se realiza de forma

independiente; esto es la consistencia de A con B no deriva de una relación buscada, y como

dice Archer, ineluctable. Esta condición de complementariedad contingente, da cuenta de una

lógica situacional distinta, la cual es la de oportunidad. En el caso de la oportunidad, en vez de

generar la sistematización que genera la ineluctabilidad entre A y B, se produce una

especialización tanto en A como en B, sin tener puentes mayores que las propiedades lógicas

de cada uno por separado. Así, se produce en el nivel socio cultural la condición de

sectorialismo y especialización en el sistema cultural.

Distinta es la lógica situacional cuando A y B no presentan consistencia lógica entre sí. En

este caso se trata de contradicción, la cual puede ser coaccionante o competitiva. En el caso

coaccionante, implica que los que postulan A están obligados a tolerar a los que postulan a B.

Esto se basa en que a pesar de presentar argumentaciones contrarias, no puede ninguno de los

dos eliminar al otro, ya que ambos tienen sentido dentro del mismo sistema cultural. Lo que

hace que la lógica situacional tienda a ser de corrección. Donde se puede corregir A para ser

consistente con B, o B para con A, o ambos a la vez. El punto central es que las mismas

condiciones culturales que hacen que pueda existir A hacen posible que exista B. De esta

forma, no puede evitarse el hecho de que es necesario corregir algunos elementos para generar

posibilidades de entendimiento. Por eso, Archer establece que a nivel del sistema cultural se

producen efectos sincréticos, donde surgen mezclas entre distintos rasgos culturales. Lo

curioso es que en el nivel sociocultural, Archer dice que se forja una unificación entre los

agentes, que no depende de la consistencia del sistema cultural. Por lo cual, los agentes se

verán forzados a buscar los puentes necesarios de consistencia lógica, pudiendo, como se

anticipó, corregir ambos elementos. En el segundo tipo de contradicción aparece la noción de

competencia. La contradicción competitiva implica que ambos elementos, A y B, no pueden

estar juntos conviviendo, su contradicción implica la destrucción de A por B o de B por A. Por

eso, la lógica situacional que se impone es la de eliminación. Como estos dos sistemas de ideas

compiten por dirigir/orientar las ideas de los agentes, se genera un efecto pluralista en el

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sistema cultural, o sea hay sistemas de ideas que se niegan el uno al otro de forma completa.

Para el caso del nivel sociocultural se presenta la idea del clivaje. El clivaje es una idea, tomada

de la psicología, donde se muestra no solo la adhesión social -necesariamente sectorial- a cierto

sistema de ideas; sino a una forma en la cual la adhesión social implica un rechazo a sus

condiciones contradictorias internas con tal de proteger el sistema de ideas. La figura 1 muestra

el modelo aplicado a la relación entre el nivel sociocultural y el sistema cultural de 1988.

Figura 1: Cuadro sumario de las relaciones entre sistema cultural y nivel sociocultural. Fuente: Cultura y teoría social. Archer (1997: 316) Sistema Cultural Tipos de relaciones lógicas Qué condición

Contradicción

Complementariedad

Coaccionante

Competitiva

Concomitante

Contingente

Lógica situacional

Corrección

Eliminación

Protección

Oportunidad

Nivel del SIC

Sincretismo

Pluralismo

Sistematización

Especialización

Nivel S-C

Unificación

Clivaje

Reproducción

Sectorialismo

Dualismo realista, condicionamiento estructural y morfogénesis de la agencia: 1995-2000.

Un segundo paso histórico del enfoque morfogenético está marcado por la incorporación del

realismo crítico de Bhaskar. El cual se produce en el texto de 1995 “Realist social theory: the

morphogenetic approach”. Completando este proceso en 1998 con un libro, en colaboración con

otros realistas, llamado “Critical realism. Essential Readings”. En el primer trabajo Archer realiza la

reformulación de su teoría en sentido realista, completando la crítica a las formas

conflacionistas y la primera exploración hacia el problema de la agencia. Además, se producen

ajustes al modelo morfogenético, solo que ahora se realizarán en planos sociales y culturales. El

cambio notable es el proceso teórico de pasar del dualismo analítico, como un artificio teórico

conveniente, a una formulación de dualismo ontológico. Esto último implica, que agentes y

estructuras son entidades diferenciadas, no solo conceptos convenientemente diferenciables. Ya que la

posibilidad de la diferenciación teórica depende de su condición ontológica. Este primer

elemento es central, porque ahora no pueden coincidir de ninguna forma y en ningún

momento, agentes con estructuras. No pueden confundirse. Ni pueden ser entendidos como

una fórmula dialéctica de mutua constitución constante. Es en este punto en que Archer

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agudizará la crítica a Giddens que había venido planteando desde 1982 y que retomó para el

tema de la cultura.

Así, se reconstruye el argumento de la morfogénesis aunque esta vez lo hace desde el

realismo crítico. Ahora el intento de la teoría de Archer es articular su trabajo con el de

Bhaskar, donde se busca la forma de hacer síntesis entre los argumentos filosóficos del

realismo crítico con la morfogénesis y el dualismo analítico (Archer 2009:195). Este punto no

es aproblemático, ya que hay elementos de comunión argumental entre Bhaskar y Giddens,

que la misma Archer destaca (Archer 2009:195). Sin embargo, el punto central es que las

estructuras siempre son externas a los sujetos, cosa que Giddens no puede aceptar, ya que en

su argumento las estructuras se realizan en las prácticas de estos. La sociedad no es dual. Y el

dualismo es el arranque teórico de Archer.

Esto en base a que las personas están incrustadas en relaciones sociales, que son las que

generan propiedades emergentes, como formas relacionales de las relaciones sociales. Esto

implica que las propiedades emergentes son reales porque los sistemas sociales lo son. Que

sean relacionales, no significa que no puedan ser observados y analizados, ya que son parte del

mundo. Las personas están relacionadas socialmente y estas relaciones les preceden

condicionándolos. Un miembro de una etnia, ni todos sus miembros en conjunto, fundan la

etnia con sus prácticas. Pueden transformarla o reproducirla. Pero la etnia es anterior y tiene

condicionantes sobre sus miembros: “Quien va a la iglesia o habla un lenguaje encuentra sus

creencias o lenguaje ya formadas al nacer” (Archer 2009:198). Lo que implica que el mundo

está creado previamente a llegada de los agentes actuales, por esto la teoría de la estructuración

para el realismo es una teoría de la “re-estructuración” (Bhaskar en Archer 2009:200). El

realismo de Bhaskar presenta las cosas de una forma distinta “las personas y la sociedad no

están (…) relacionadas dialécticamente. Ellas no constituyen dos momentos del mismo

proceso. Más bien, se refieren a cosas radicalmente diferentes” (Bhaskar en Archer 2009:202).

Si sociedad y personas refieren a cosas radicalmente distintas, el proceso de argumentación

de la teoría debe reconstruir el dualismo sociológico. Esta vez, en todo caso, respetando

condiciones nuevas, como el hecho de que son cosas radicalmente distintas e irreductibles

entre sí, que no se pueden concebir de forma conjunta como dos caras de una moneda. Co-

existen como fenómenos y se relacionan, ya que uno deriva del otro, sin embargo es una nueva

entidad. El estudio de su relación dualista, como interfaz o juego mutuo entre agencia y

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estructura, no depende de una conveniencia analítica. Por esto Archer, reacomoda sus

argumentos para la nueva forma de su teoría: la teorización de los condicionamientos

estructurales; los niveles de distinción dualista entre agencia y estructura; una formulación de

una teoría de la elaboración social y una primera aproximación a la teoría de la morfogénesis de

la agencia.

Los condicionamientos derivan de las situaciones en las cuales los agentes se encuentran,

parte de estos condicionamientos son sociológicos; en tanto relaciones que condicionan las

interacciones con otras personas, con las cosas, con la naturaleza y con las ideas. El

condicionamiento también es realizado por la naturaleza, como impedimentos biológicos o

ecológicos; sin embargo la relación de disposición sobre un pedazo de tierra, como propiedad

privada, es un problema sociológico. Las interacciones con otras personas se realizan a través

de relaciones sociales, que por los recursos -materiales e ideales- que se distribuyen por su

configuración, condicionan las prácticas de interacción. Interacción y relaciones sociales no

coinciden en el realismo. Un ejemplo de esto, lo propone Archer, para el caso del feudalismo

donde existen formas jurídicas que relacionan a siervos y señores en una forma necesaria. Lo

que impone condicionantes a las formas de interacción entre las personas “Derechos de

posesión de la tierra y obligaciones asociadas de fidelidad y protección” (Archer 2009:239).

Estos elementos no son de ninguna manera solo relaciones interpersonales, de carácter

interaccional espontáneo, ya que estas relaciones de complementariedad necesaria los preceden

y el condicionamiento ejercido depende de relaciones que tenga esta institución con otras;

como las relaciones que mantenía la iglesia católica como organización, con el orden jerárquico

medieval y las instituciones económicas feudales. En este ejemplo se puede observar que las

estructuras, no solo son las acciones e interacciones de las otras personas2, sino la forma de

esas relaciones sociales programadas como instituciones que traen aparejadas

condicionamientos sobre sus acciones como imperativos, prohibiciones y permisiones.

2 De un punto de vista fenomenológico la idea de que la tribu es anterior al miembro de la tribu, solo constata la condición de existencia del mundo y esto puede ser compartido por la teoría de la estructuración. El argumento central del realismo es que la tribu tiene una configuración de instituciones que le provee de propiedades emergentes marcando la discontinuidad entre el miembro y la tribu, las cuales fijan las relaciones internas y externas de la tribu como situaciones que los miembros deben enfrentar necesariamente.

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Estas condicionantes que Archer estipula son propiedades emergentes de las formas de las

relaciones sociales que siendo externas a los sujetos tienen consecuencias sobre sus vidas.

Donde aparecen condicionamientos en tanto constricciones y habilitaciones, como pueden ser:

la ubicación involuntaria en una posición de la estructura social; los intereses creados asociados

a esa posición; los costos de oportunidad que tienen esos intereses creados; los grados de

libertad interpretativa sobre esos costos de oportunidad. Y, como concepto resumen y general

de los condicionamientos: la guía direccional. La importancia que tienen estos

condicionamientos, es que generan vías de acción y de diseño de acción diferentes para las

personas. Unos podrían suspender la persecución de algunos intereses materiales por ideas

contrarias a ellos, generando una disyunción entre apreciación cultural negativa y posibilidad

material positiva. No siempre se actúa según un procedimiento utilitario. Los

condicionamientos materiales y culturales son limitaciones y posibilidades de acción, los cuales

pueden ser sociales, naturales o prácticos. Estando estos condicionamientos distribuidos, de

forma desigual cuantitativa y cualitativamente, aunque no a priori, en las posiciones

estructurales que son resultado de la estructura social. Estos condicionamientos hacen que las

personas generen cursos de acción en relación con ellos. Estos cursos de acción pueden evadir,

enfrentar o aceptar la guía direccional de los condicionamientos.

Esas condiciones de las situaciones estructurales y culturales generan cierto tipo de lógicas

específicas, que dadas las condiciones de compatibilidad e incompatibilidad, “pueden ayudar o

impedir las operaciones entre ellas” (Archer 2009:293). Las que pueden ser necesarias o

contingentes, siendo esto último que las operaciones entre ellas son necesarias entre sí, o que

pueden darse conjuntamente sin necesidad directa. Donde se forjan cuatro configuraciones

institucionales: complementariedades necesarias; complementariedad contingente;

incompatibilidad necesaria e incompatibilidad contingente. Quedando las cuatro formas, con

cuatro lógicas situacionales: (complementariedad necesaria) protección; (incompatibilidad

necesaria) corrección; (incompatibilidad contingente) eliminación y (compatibilidad

contingente) oportunismo (Archer 2009:295). Lógicas situacionales que no son iguales para

todos los grupos, ya que dependen de los intereses creados de las posiciones. Este punto de las

condiciones de las lógicas situacionales viene a complementar la primera formulación del

proceso de morfogénesis cultural de 1988, ahora agregando planos de instituciones sociales y

no solo de formas ideales. En la figura 2 puede apreciarse este nuevo esquema.

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Figura 2: Morfogénesis y morfoestasis cultural y estructural en los niveles sistémico y social. Origen: Teoría social realista, el enfoque morfogenético. (Archer 2009: 400)

Contradicciones Complementariedades Necesarias Contingentes Necesarias Contingentes Lógica situacional

Corrección

Eliminación

Protección

Oportunismo

PCE Nivel SC

Sincretismo

Pluralismo

Sistematización

Especialización

Nivel S-C Unificación División Reproducción Seccionalismo PEE Nivel SS

Compromiso

Competencia

Integración

Diferenciación

Nivel IS Contención Polarización Solidaridad Diversificación

Esta figura logra dar cuenta de los procesos sistémicos, tanto culturales como estructurales,

que van definiendo los distintos momentos morfogenéticos, donde tres de estas lógicas

implican posibilidades de cambios como: la corrección, la eliminación y el oportunismo.

Siendo la lógica de protección una forma clásicamente morfoestática. Sin embargo, como

siempre, la lógica situacional de protección puede ser para un grupo, y dependiendo de

condiciones culturales y estructurales sistémicas, como crisis de operación entre instituciones o

sociales como nuevas alianzas de grupo, se puede pasar a una relación de complementariedad

contingente y una lógica situacional de oportunismo para otro. En cuyo caso, suceden nuevos

acontecimientos en la fase 2, pasando abiertamente a una lógica situacional de eliminación,

asociada a una contradicción contingente. Donde puede haber competencia y/o polarización,

pudiendo buscarse la eliminación del otro grupo de su posición privilegiada, o al menos limitar

sus posibilidades diversificando el acceso a recursos. Dando lugar a una elaboración

sociocultural en el momento tres del ciclo morfogenético, con cambios en el acceso a recursos.

Pudiendo terminar en una contradicción necesaria con lógicas de corrección en tanto

compromiso institucional y contención social.

De esta manera, se puede pasar en los momentos del ciclo por diferentes formas de lógicas

situacionales, con sus configuraciones sociales y sistémicas (culturales y materiales). Las

características del ciclo en cada uno de sus momentos dependerán de las condiciones históricas

mismas. Pudiendo generar mayores combinaciones entre los momentos del ciclo. E incluso,

pudiendo estudiar cada nivel agencial y sistémico, total o parcialmente, como un proceso

morfogenético por sí mismo, como el caso de los sistemas nacionales de educación, que sería

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un proceso morfogenético de un sistema social parcial ocurrido durante el siglo XIX. Sin

embargo, de que se pueden estudiar los grandes cambios societales, como las condiciones de

un cambio epocal, como de la edad media a la edad moderna, o del feudalismo al capitalismo,

por medio del mismo método de análisis morfogenético no debe dudarse. De hecho, todo

dependerá del nivel del proceso que se esté estudiando. Por supuesto, conservando la

distinción entre agencia y estructura, en sus niveles de emergencia, con las fases

morfogenéticas.

Los niveles de agencia y estructura son extremadamente relevantes para la teorización

realista de Archer. Ya que se trata de saber, cuáles son los estratos de realidad en que agencia y

estructura tienen un juego mutuo. Porque, como se debe comprender, cuando una persona se

relaciona con su rol de forma no atingente, no tiene muchas grandes consecuencias sistémicas,

incluso si es un rol muy importante; pero en cambio si es un agente corporativo o grupos de

agentes corporativos frente a la estructura institucional, las consecuencias pueden ser

profundamente morfogenéticas para el orden social. Como ya se sabe, la estructura hace

alusión a la idea de las partes y la agencia a las personas. Las partes son la configuración de

instituciones sociales vueltas entidades con propiedades emergentes, y las agencias son las

distintas formas en que los seres humanos despliegan sus capacidades de acción. El punto

central de esta distinción es que las formas estructurales, como relaciones interinstitucionales,

no tienen una correspondencia necesaria con el plano agencial. Donde existen contradicciones

sistémicas, no tiene por qué haber conflicto en la dimensión social, o sea no hay correlación

positiva necesaria entre la integración sistémica y la integración social. El elemento estructural

antecede temporalmente, y condiciona material e idealmente, a la agencia en todos sus niveles.

Esta relación entre estructura y agencia se encuentra estratificada en niveles de emergencia. Los

estratos de la estructura que Archer identifica son: las posiciones, los roles, las instituciones y

los sistemas. Y los estratos agenciales son: las colectividades, los actores individuales, los

grupos organizados y las poblaciones. Donde las posiciones entran en juego mutuo con las

colectividades, los roles con los actores individuales, las instituciones con los grupos

organizados y los planos sistémicos con las poblaciones. Esto puede apreciarse con propiedad

en la figura 3.

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45

Figura 3: El dualismo analítico en la teoría social Origen: Teoría social realista. El enfoque morfogenético (Archer 2009: 259)

De esta forma, hay diferencias entre estructuras y agentes en tanto entidades ontológicamente

distintas. Y hay diferencias internas a las estructuras y agentes en tanto estratos de emergencia

diferenciados dentro de las mismas entidades. Dados estos elementos, el punto del realismo

morfogenético está en examinar estos juegos recíprocos a través del tiempo. Esto implica,

necesariamente, que en el juego mutuo se verifican relaciones como: a) las relaciones de la

estructura hacia la agencia en tanto situaciones condicionantes; y b) las relaciones de la agencia

hacia la estructura como soluciones reflexivas de los agentes. De esta forma, se desarrolla el

juego mutuo. Este juego mutuo implica en su desarrollo una temporalidad. Donde comienza

en la estructura condicionante, sigue en la interrelación entre estructura con la agencia y

continúa en la transformación o reproducción de la estructura por parte del agente. Donde las

diferentes formas de agencia y las diferentes formas de partes, generan en el tiempo una

relación de juego mutuo. Esto es relevante, ya que el juego mutuo de los niveles de agencia y

estructura, están irremediablemente relacionados con el tiempo. En el tiempo la relación

agencia y estructura resulta no conflacionaria.

Esta relación, es una relación, porque dos entidades reales con modos de operación distintos

se conectan en un juego mutuo temporal. De hecho, dos o más agentes con cursos de acción,

derivados de distintos niveles de emergencia de las estructuras, realizan una interacción co-

presencial o mediada realizando intercambios; como cuando se presenta un requerimiento

judicial o cuando se cierran negocios entre representantes de corporaciones. Siempre hay

interacción, pero los agentes al estar en situaciones estructurales con propiedades emergentes,

deben realizar cursos de acción condicionados a esos niveles de emergencia. El argumento

general de Archer, es que esta conexión, como juego mutuo entre estructura y agencia, se

realiza por medio de tres tipos distintos de relaciones: “la confluencia de deseos, la obediencia

inducida por el poder y el intercambio recíproco” (Archer 2009: 391). Un punto central es que

el modo de relación es distinto de lo que se traspasa de una entidad a la otra, aquello que

Integración sistémica Integración social Sistémico ---------juego mutuo----------- Poblaciones Institucional ---------juego mutuo----------- Grupos organizados (agencia corporativa) Roles ---------juego mutuo----------- Actores individuales Posiciones ---------juego mutuo----------- Colectividades (agencia primaria)

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circula entre agentes está condicionado por la estructura, a través de la cual, mediada por las

acciones de los agentes, se mueven recursos: “riqueza, sanciones y conocimiento técnico”

(Archer 2009:392). Estos elementos Archer no los considera medios sociales generalizados:

“sino que ellos mismos son propiedades relacionales: su status es de propiedades emergentes”

(Archer 2009: 391). De esta forma, son parte del modo de operación de las estructuras sociales,

de sus propiedades emergentes. Estos elementos estructurales proveen a los agentes, en

distintos niveles de emergencia, de tres capacidades en distintos niveles de emergencia, esto es:

es la “capacidad de negociación”, la “fortaleza negociadora” y el “poder transformacional”

(Archer 2009:393).

El primer elemento trata el punto de “la disponibilidad diferencial de recursos para varios

agentes es entonces el fundamento de la capacidad de negociación” (Archer 2009:393). Esta

capacidad está asociada a las agencias primarias, las cuales parten de una distribución inicial de

recursos desde donde deben producir sus cursos de acción respecto a los recursos disponibles,

generando posiciones con ventajas o desventajas dadas las acumulaciones realizadas. Así, la

capacidad negociadora de los grupos dependerá de los grados de concentración de los

recursos, y los grupos con acceso a una distribución cuantitativamente menor de todos los

tipos de recursos disponibles tendrán una posición negociadora más débil y al revés. El punto

central de Archer es que son los grupos con mayor acceso a recursos “los que tenderán a ser

responsables de la mayoría de los cambios, mientras quienes están en la primera posición no

podrán implementar modificaciones significativas” (Archer 2009:396). Sin embargo, para tratar

el punto de la elaboración social de estructuras, hay que pasar a un segundo nivel, ya que las

posiciones como elemento estructural se opone a las colectividades como elemento agencial,

pero la colectividad no es precisamente un agente con capacidad de articulación de sus

intereses. Sino que son los “grupos corporativos” los que pueden entrar en relación con las

instituciones bregando por la distribución de los recursos. Estos grupos corporativos “se

distingue de los agentes primarios... en virtud de su organización interna y la articulación

pública de sus objetivos” (Archer 2009: 399).

De esta manera, el problema ahora está puesto en una capacidad agencial de segundo orden

que es la “fortaleza negociadora”. Este atributo, de un grupo específico, se debe entender en el

sentido de que los grupos no solo tienen una posición en la distribución de recursos, sino que

tienen una “relación particular con los otros agentes corporativos implicados” (Archer 2009:

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398). Donde la relación es un asunto de grados que va de la total dependencia de Y frente a X

a la total independencia de Y frente X, pasando por las relaciones de “intercambio recíproco”.

El tercer nivel que llama “poder transformacional y reproductivo”, es una relación ahora entre

las poblaciones y el nivel sistémico, por lo tanto no está sujeto a las capacidades directas de los

agentes corporativos. Sino que es la relación entre las propiedades emergentes estructurales y

culturales con las propiedades emergentes de las personas. En este punto, simplemente, los

poderes transformacionales de las agencias dependen de las condiciones generales de las

estructuras institucionales y culturales, donde puedan presentar conjunciones y disyunciones.

Estas conjunciones y disyunciones que a los agentes corporativos se les presentan en las

situaciones sistémicas deben ser abordadas y resueltas. Una conjunción morfoestática implica

“una hegemonía de la sistematización o sincretismo en el nivel del sistema cultural” (Archer

2009: 407). Que no tiene a un agente corporativo cultural que se oponga idealmente, y de la

misma forma a nivel estructural, dando cuenta de una situación en que “hay una

superimposición de elites y una concentración pesada de recursos que en conjunto evitan la

cristalización de una oposición” (Archer 2009: 407). Así, la integración entre instituciones

como forma estructural va acompañada de solidaridad entre agentes en el caso de una

complementariedad necesaria, o una contención en el caso de una contradicción necesaria.

Estos elementos no siempre están en la misma combinación, ya que pueden darse casos de

conjunción entre estas propiedades culturales emergentes, propiedades estructurales

emergentes y propiedades emergentes personales. Así, puede llegar a elaborarse un orden con

uno o varios grupos corporativos, estructuralmente dominantes y culturalmente hegemónicos;

donde si son elites múltiples, o un grupo de propiedades superpuestas, resulta un problema

empírico.

Para que una agencia, no solo la agencia ya que hay múltiples formas subjetivas y de

alineamiento de individuos, llegue a ser un grupo organizado debe realizarse un proceso de

morfogénesis de la misma agencia corporativa. Tal como había anticipado, en el proceso de la

teoría del condicionamiento estructural, ya que la forma estructural es posible de estudiar en

procesos morfogenéticos de tres fases y así mismo puede ser la agencia corporativa e

individual. Esto ya que “la agencia guía la elaboración estructural y cultural, pero ella misma es

elaborada en el proceso” (Archer 2009:331). El punto de Archer es el mismo que para el caso

de la estructura, hay relación entre agencia y estructura, pero esta vez se trata de la agencia

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misma. En este caso hay también dos versiones fuertes: la primera es que la sociedad aporta

todo a la agencia y los individuos entonces son un “agente social” que sin la socialización son

solo “un material indeterminado” (Archer 2009:333). Una segunda postura es “el modelo de

hombre”, que con otros similares, dan vida a la sociedad en base a sus “disposiciones innatas”

racionales o de otro tipo (Archer 2009:333). La primera idea corresponde al conflacionismo

descendente y la segunda al ascendente. Como es obvio, también hay versión central donde se

sostiene que: “el ser humano es social y que la sociedad penetra en cada acción, con lo que el

ser humano y la sociedad se hacen sinónimos” (Archer 2009:333). En cambio, el enfoque

morfogenético distingue fuerte. Y con esto se quiere destacar: la irreductibilidad entre “el ser

humano”, “el agente social” y “el actor social” (Archer 2009:333). Siendo esta distinción, un

modelo estratificado de agencia, en su primera formulación de 1995. La cual se genera, como

ya resulta, relativamente obvio, en tres fases.

Para la teorización sociológica de la agencia, Archer advierte que puede haber más niveles

como el físico o biológico, la teoría al menos debe distinguir entre las personas, los agentes y

los actores. Sin embargo, al ser niveles estratificados no implica que no estén soportados sobre

el individuo, como dice Archer: “…la persona humana apadrina al agente que, a su vez,

apadrina al actor, tanto filo como ontogenéticamente” (Archer 2009:341). Así, distintos cursos

de acción de los individuos como agencia, en distintos niveles de emergencia estructural como

situaciones, entran en relación. El punto está en la forma que toma la agencia en esas

situaciones, ya que no actúan los individuos como individuos precisamente, sino bajo

condiciones emergentes de su forma humana. El primer punto de la agencia en general, es que

los seres humanos como agentes son “agentes de algo” (Archer 2009:343). Agencia proviene

del latín agentia, el que hace. Por lo tanto, establece la relación de las personas con el mundo, así

el primer argumento sobre la agencia fuera de su condición de individuos humanos, es que

“Los agentes se definen como colectividades que comparten las mismas oportunidades de

vida” (Archer 2009:343) Y, a posteriori, de la relación entre colectividad y posición estructural,

es que se puede hablar de un actor individual. Los agentes que son, inevitablemente, seres

humanos que le dan la capacidad de acción y reflexión a la agencia, se dividen al menos en dos

formas: los agentes primarios y los corporativos. Los agentes corporativos se caracterizan por

su organización para un fin, ya que:

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pueden participar de una acción concertada para cambiar o mantener la característica

estructural o cultural en cuestión…incluye grupos autoconscientes de intereses creados,

grupos de promoción de intereses, movimientos sociales y asociaciones defensivas. (Archer

2009:345).

Los agentes primarios o colectividades “carecen de opinión sobre el modelamiento estructural

o cultural” (Archer 2009:346). Ya que habitan los contextos estructurales y culturales que los

agentes corporativos pasados han creado como sistema institucional e ideal. Los agentes

primarios “no pueden ni articular proyectos ni movilizarlos para su logro” (Archer 2009:349).

Al menos proyectos de carácter estructural. Sus condiciones y posibilidades implican, solo

cambios demográficos, donde o son muchos o demasiado pocos de una misma colectividad,

por ejemplo saturando mercados o teniendo control monopólico de ellos. Así, implican las

condiciones de lo que comúnmente se denomina en sociología: estratificación social (Archer

2009:343).

En la idea de Archer, se realizan tres morfogénesis agenciales cuando se trata de los

procesos de morfogénesis estructural. Esto es, que de la forma humana individual se realiza la

condición de agente primario o colectividad al estar en una determinada posición, con

oportunidades de vida específicas como ventajas y desventajas. Las cuales están representadas

en los roles, que como actores individuales, pueden ejercer o prepararse para ejercer. En este

punto, ya hay una doble emergencia desde su condición de humano como es la colectividad y

actor individual. Sin embargo, el proceso de morfogénesis estructural abarca la morfogénesis

triple, donde estas formas de agrupamiento social y cursos de acción individual se vuelven

grupos organizados o agencia corporativa. Los cuales ingresan en defensa de los intereses

creados de las posiciones, intentando representar colectividades o desarrollando proyectos de

transformación estructural y cultural. Con esto, Archer espera un aumento de agencias

corporativas y nuevas propiedades emergentes sistémicas que redefinan las posiciones

estructurales, y con ello a las colectividades y actores individuales. Reiniciando el proceso.

La agencia, la conversación interna y los tipos de reflexividad: 2000-2012

La agencia como concepto y su modo de participación en el proceso morfogenético se vuelve

el objeto principal de estudio de Archer a partir del año 2000. El enfoque morfogenético ha

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mostrado sus capacidades por medio del dualismo analítico, modelizando la transformación

estructural en tres fases temporales. Posteriormente ha dado un giro filosófico con un

trasfondo realista, donde realiza el esfuerzo de demostrar como el enfoque morfogenético es

sintetizable con el realismo de Bhaskar, rediseñando su teoría. Sin embargo, el problema de la

agencia reflexiva ha sido débilmente abordado, de hecho no se ha profundizado en una

descripción sobre su proceso “morfogenético” individual. Además de no poseer conceptos

para la agencia manejables por los investigadores. Se puede decir que hay una máquina, pero

no se conocen las tuercas ni los tornillos ni sus engranajes, usando la metáfora de Jon Elster.

A partir de la publicación de “Being Human: the problem of agency”. Comienza una nueva etapa,

centrada en conceptos que se han manifestado solo como parte del proceso de la

morfogénesis, pero que ahora ocuparán la labor de Archer. Estas nociones son ser humano;

individuo; agencia primaria; agencia corporativa; identidad personal; identidad social;

proyectos; preocupaciones y, sobre todo, reflexividad. Todas ellas serán parte de esta nueva

fase que será desarrollada en cuatro libros. Completando la saga y tetralogía de “The Archers”

como lo describiera Anthony King (King 2010). Tres argumentos destacarán en este proceso

de trabajo teórico con la agencia: el primero es la descripción específica de la formación de la

identidad personal como un proceso interno de las personas en relación con el mundo, en

tanto morfogénesis de las fases de ego. Un segundo argumento general, destacado en los textos

y extremadamente importante, es la idea del vínculo entre estructura/agencia visto desde los

individuos, o lo que llama Archer la “conversación interna”. Que es el modo en que la agencia,

con sus diversas fases de ego, enfrenta los condicionamientos de las situaciones sistémicas. La

conversación interna está incrustada en una triada conceptual de preocupaciones-proyectos y

prácticas; que será destacada como un modo de entender el proceso de juego mutuo en la

agencia. Un tercer argumento grueso, puesto en estos trabajos, es argumentar cómo las

diversas formas de “conversación interna” enfrentan las situaciones sistémicas. Donde Archer

destacará al menos cuatro formas de reflexividad. Argumentando finalmente, que los modos de

reflexividad tienen una impronta sobre los proyectos de las personas, pudiendo caracterizar a

distintas colectividades e identidades personales por medio de los modos o formas predominantes de

reflexividad. Así, hay una correlación positiva entre tipo de contexto estructural, modo de

reflexividad predominante en los individuos y los proyectos diseñados frente al contexto

estructural.

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La agencia, como ya se expuso, toma diversas formas de acción como propiedades

emergentes, las cuales forjan niveles de una agencia como: colectividad (agencia primaria),

actores individuales, grupos organizados (agentes corporativos) y poblaciones. Esto en el libro

de 1995. Sin embargo, en el texto dedicado a la agencia cinco años después, las distinciones

sobre la agencia son re articuladas en: “el Yo, la persona, el agente y el actor” (Archer 2000:

254). Haciendo una profundización hacia el interior de los individuos en el proceso interno de

elaborar posibles cursos de acción y/o proyectos frente al mundo. Esto, ya que la agencia

como elemento de la integración social, no solo tiene una morfogénesis de acción, desde la

colectividad a los agentes corporativos en los procesos de morfogénesis estructural, sino que

también un proceso interno de las personas como una morfogénesis identitaria en diferentes

fases de ego. Esto no puede ser de otra forma, ya que para que se realicen proyectos colectivos,

no solo deben estar las condiciones estructurales, como intereses creados sobre recursos con

costos de oportunidad asociados, sino que deben estar presentes en la agencia formas de

agrupamiento, que como agencia corporativa necesitan de una forma de identidad colectiva

por parte de las personas: un Nosotros. Este Nosotros, es una fase de ego al interior de las

personas que como forma de identidad social posibilita la acción colectiva. Como lo dirá varios

años después: “Las ventajas objetivas tienen que ser consideradas subjetivamente ventajosas,

los beneficios objetivos tienen que subjetivamente valer la pena y los avances objetivos han de

ser subjetivamente deseables” (Archer 2007:89). Y estas ventajas objetivas, como intereses

creados sobre recursos materiales e ideales, pueden estar puestas para individuos o para

agencias corporativas; en cuyo caso si no están las condiciones subjetivas en las agencias

primarias para formar agencias corporativas, podrían no solo no ser perseguidas sino incluso

no ser percibidas, pagando costos de oportunidad muy altos.

Así, en el argumento sobre la agencia de 1995 aparece el proceso de transformación de una

agencia primaria a una agencia corporativa y sus implicancias estructurales. En cambio en el

argumento de Being Human se trata del proceso interno a las personas, como formación de

identidad, a través de la generación de preocupaciones primordiales estables. Donde se

encuentra el proceso de formación del Yo, del Mí, del Nosotros y del Tú. Esto es relevante, ya

que la agencia está enclavada o sostenida, necesariamente, en los individuos. Donde todo

despliegue de un actor corporativo como acción colectiva, es también parte de un despliegue

de la forma Nosotros, desde las identidades personales de los individuos.

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El primer elemento que Archer enfrenta es el proceso de formación de la identidad personal

en la teoría social, donde como resulta obvio hay tres posturas. La primera es la conflacionista

descendente, en la cual se argumenta una relación directa entre estructura y agencia, la

socialización hace su trabajo y las personas resultan un espejo de las formas estructurales, ya

que los individuos no son sin la sociedad otra cosa que un material indeterminado. Esta es la

esencia teórica del homo sociologicus. De esta forma, la acción de los individuos está programada

porque no pueden procesar sus situaciones más allá de los marcos que la sociedad les ha dado.

En el segundo caso, de conflacionismo ascendente, el argumento pasa por la naturaleza propia

del ser humano sin sociedad, donde la humanidad posee propiedades intrínsecas, que no

dependen de la sociedad y con el cual se desenvuelven en la vida social. El hombre es un ser

programado naturalmente. Como el caso del neoclasicismo económico, donde se trata de un

ser que busca constantemente el placer y evitar el dolor, haciendo cálculos de utilidad y

rigiendo su acción con estos. En el caso del conflacionismo central, hay un proceso formativo

social del individuo, como aprendizaje en sus diversas formas. Sin embargo, como no hay

discontinuidad e independencia entre sociedad e individuo, ya que todo pasa por sus

experiencias prácticas en el mundo, las cuales se van desarrollando conjuntamente; nunca

tienen una forma definida y puede auto transformarse, ya que todo está en su cabeza: “La

mente es una metáfora del mundo, de objetos los cuales en sí mismos, no son sino un círculo

interminable de metáforas que se reflejan mutuamente” (Bourdieu en Archer 2000:172).

El punto de Archer es que, obviamente, hay distinciones fuertes entre mundo y personas, sin

embargo las personas en sí mismas son afectadas por el mundo, aprenden en él y de él. Pueden

transformarlo y en ese proceso transformarse a sí mismos, pero las diferencias de propiedades

y de tiempos hacen que no sea un juego de espejos constante. En el argumento de Archer, esto

es un proceso de formación identitaria que se realiza en relación con el mundo, que define los

procesos de acción agencial que se realizarán en él. Así, los seres humanos se forman en relación

con el mundo como agentes, y esta relación de socialización genera las formas subjetivas, que se

portarán en el diseño de acción frente a la estructura posteriormente. Sin identidad colectiva,

no hay agencia corporativa ni actores colectivos, por muchas condiciones estructurales que

existan. Y es que todas estas formas identitarias están puestas en los individuos mismos,

quienes las ejercen en distintos estratos sistémicos, ideales o materiales, generando acciones

diferenciadas con identidades diferenciadas.

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Así, el proceso ontogenético de morfogénesis de la estructuras, depende del proceso

filogenético de la formación de los agentes, que sean capaces de su cambio o permanencia. Y

es este punto donde se concentra Archer. Los seres humanos poseen muchas capacidades

propias e intransferibles, además de irreductibles a otro elemento del mundo, entre las cuales

está la capacidad de emoción, reflexión, volición y acción3. Este se podría decir es el principio

antrópico de Archer. De estas propiedades, se genera la vida interna, donde estos atributos se

ponen en funcionamiento, ya que: “Como seres humanos sabemos que vivimos una rica vida

interna: que estamos en continua comunión con nosotros mismos y que participamos

continuamente comentando los eventos sucedidos a nuestro alrededor” (Archer 2000:193). Lo

que implica que se debe enfrentar al mundo en sus tres dimensiones: el orden natural, el orden

práctico y el orden normativo. Estos tres órdenes son fuente de las preocupaciones sobre las

cuales se genera un diálogo interno que se realiza “entre nuestras humanas preocupaciones y

nuestros comentarios emocionales sobre ellos” (Archer 2000:230). La emocionalidad surge de

la relación con estos aspectos del mundo, desde las cuales se importan hacia dentro de los seres

humanos, emociones asociadas a estos ordenes como: la visceralidad por la relación con el

orden natural generando la preocupación del bienestar físico; la destreza frente al orden

práctico generando la preocupación sobre el desempeño para logros y la normatividad frente al

orden social, generando la preocupación de la autoestima (Archer 2000: 199). Sobre estas

fuentes de preocupaciones, se levantarán las “preocupaciones primordiales”, que son producto

de la jerarquía que los seres humanos le asignan a estas preocupaciones. Sin embargo, la

formación de preocupaciones primordiales estables es un proceso filogenético, el primer

elemento necesario para que la conversación interna de seres humanos adultos se desarrolle.

Las preocupaciones en general, y las preocupaciones primordiales en específico, también se

desarrollan en un ciclo morfogenético de tres fases temporales, el cual es: discernimiento,

deliberación y dedicación (Archer 2000:231). El elemento central es este punto, es que se forja

3 La antropología fundamental de Archer es algo que no se ha realizado, sin embargo se puede suponer al menos estas propiedades. La exclusiva propiedad de acción de la agencia es un principio sociológico bastante aceptado. La volición es derivada de las críticas conflacionistas, las personas realizan acciones con voluntad, lo que no implica que esa acción extraiga de sí misma su condición de volición, el condicionamiento material e ideal, solo tiene sentido si ese condicionamiento es aceptado, voluntad no implica libertad o deseo. La reflexividad es quizás una de las propiedades menos desarrolladas en sociología, tanto por las teorías conflacionistas descendentes, ascendentes y centrales. Y es el foco principal de la obra de Archer a posteriori del año 2000.

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una relación no solidaria, dice Archer, entre el Yo y el Tú. El Yo, que es una fase de ego, es

caracterizada como “el agente de toda acción, es espontáneo y libre, porque el yo define toda

situación sin tener en cuenta el hábito o lo precedente” (Archer 2000:229). En cambio, el Tú,

también fase de ego, tiene la característica de que es “ontológica y lógicamente distinto, está

comprometido a las reglas de la comunidad” (Archer 2000: 229). Esta relación forja la

conversación interna, distintas emociones desde distintos elementos del mundo, entran en

juego mutuo con estas distintas fases de ego. Por ejemplo, la condición de poder hacer algo en

un plano solo de efectividad por parte del Yo no implica que deba hacerse en un plano

normativo del Tú; como en los mercados donde hay que pagar por los objetos para

consumirlos y no simplemente tomarlos de las estanterías. Estas condiciones de bienestar

corporal, de destrezas prácticas y de adecuación normativa, entran en relación forjando

emociones de segundo orden. Las cuales corresponden a formas somáticas, intelectuales y

capacidades técnicas. Sobre esta relación, es que el Yo y el Tú, en un “trabajo conjunto revisan

los proyectos en los cuales ellos pueden invertir su atención” (Archer 2000: 232). El

discernimiento implica esta relación, como “revisión preliminar de aquellos proyectos que

tenemos razones para considerarlos valorables” (Archer 2000: 233). La deliberación es el

momento “culminante en que nuestras preocupaciones son discriminadas entre ellas” (Archer

2000: 235). En este punto, se recuestionan las preocupaciones y se revaloran, modificando los

proyectos a seguir. El último momento es la dedicación que “representa el momento

emergente en el cual, los previos dos momentos de interacción dialógica, son llevados al

interior de la persona” (Archer 2000:237). En esta fase se completa el diálogo, siendo “un

momento de conflicto conversacional, para el término (provisional) del diálogo que tiene el

logro de priorización y alineamiento” (Archer 2000:238). Aquí se puede decir, que la razón

agencial, aquella que Archer coloca como causa, se ha formado.

Es este proceso de relación con el mundo, el cual es necesariamente temporal, aunque

dependerá de las condiciones de la agencia frente a las condiciones del mundo, se irá

definiendo la identidad personal. Ya que se enfrentan distintas fuentes de emociones a través

de distintas propiedades personales. A lo largo de las trayectorias vitales es que se forja la

identidad personal (Archer 2000:241). Y así, al variar las condiciones a lo largo de la vida

individual, varían también las formas de procesamiento de las fuentes de contacto con el

mundo. Donde las capacidades personales también serán afectadas por las fuentes de

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emociones, pudiendo variar las condiciones para que un asunto que era objeto de

preocupación deje de serlo en el futuro y al revés. Las preocupaciones primordiales estarán

asociadas a estas fuentes de relación con el mundo, sobre las cuales se forjan compromisos,

donde “En lugar y en solidaridad, el Yo llega a identificarse con sus preocupaciones

primordiales” (Archer 2000:241). Esto implica un proceso en que las personas al entrar en

relación con el mundo generan compromisos con alguna forma de ego por medio de la

conversación interna, desarrollando distinto tipos de identidad en el entramado de las fases de

Ego. Correspondiendo al Yo, el Mí, el Nosotros y el Tú.

El proceso de generación de preocupaciones como conversación interna, que es

básicamente, lo que he delineado hasta el momento, se complementa con el proceso de

diferenciación individual formando colectividades. Para Archer este proceso comienza con los

individuos en base a este Yo que confronta al mundo, los cuales en el proceso de estar en una

posición específica de la estructura sistémica tienen ventajas y desventajas, produciendo una

diferenciación entre los individuos. Los cuales incorporan las condiciones de una colectividad,

que como agencia primaria implica un Mí, en el que los poderes agenciales “son

condicionados, no determinados, por los contextos socioculturales en los cuales las personas

viven” (Archer 2000:269). Las personas comienzan a tomar una forma sociocultural, ya que,

como insiste Archer, los agentes son agentes de algo. Y ese algo no es intrínseco al ser humano

sino que es dado por su estancia en el mundo, sobre el cual deben resolver las condicionantes

socioculturales que se instalan como preocupaciones, desarrollando conversación interna y

diseñando productos prácticos de acción: proyectos. Este proceso, que es ontogenético y

filogenético, pero que Archer destaca ahora su filogénesis, en tanto lo que describe es la

formación de la identidad de la persona.

Este comienzo de diferenciación, donde los contextos socioculturales comienzan a

condicionar a las personas, generando similitudes y diferencias entre ellas, por medio de la

experiencia y diálogo interno de los sujetos en los contextos, es de carácter privado. Prosigue

por medio de la socialización hacia planos colectivos que preagrupan a las personas. La cual

terminará en la consolidación de su forma de agencia primaria y puede llevar, dado el caso

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empírico4, a la generación de una agencia corporativa, cuando se procede a la persecución de

intereses materiales o ideales. Pasando al plano público como agencia corporativa.

La agencia corporativa puede realizar proyectos con carácter institucional directo, como

retención de condiciones y aumento de beneficios, ya que capacidad de transformación

estructural es alta. Un punto central es que la agencia corporativa está definida en la identidad

personal como un Nosotros, donde el horizonte de realización de proyectos es colectivo. La

agencia corporativa es una de las formas agenciales más tratada por Archer, ya que de ella

depende, dentro de su esquema de agencias corporativas reproductoras y transformadoras de la

estructura institucional, los procesos morfogenéticos y morfoestáticos de la sociedad.

Siguiendo con la secuencia filogenética se generan los actores etiquetados con el Tú. Los

actores son un despliegue de la identidad personal en las agencias corporativas, en las cuales se

produce un proceso en los individuos que Archer denomina personificación. Los actores

realizan personificaciones, sobre las condiciones socioculturales emergentes en las cuales están,

como una fase de ego ad-hoc a los roles, relacionados con esas situaciones socioculturales. Y

para esto, necesariamente y de forma inevitable, arrastran sus formas de Mí y Nosotros, a

través del Yo. La nueva condición que tienen los actores en el esquema de Archer, es que la

personificación realiza un compromiso con su forma inicial, afectando al Yo, ya que realiza

proyectos derivados de los roles. Los cuales pueden coordinarse con otros en acciones

colectivas uniformes o en acciones diferenciadas integradas. Siempre, en todo caso,

personificados como actor.

En los siguientes textos Archer intentará mostrar, cómo el proceso de generación de

preocupaciones en relación con el mundo resulta una forma adecuada de dar cuenta de la

relación agente/estructura. Donde la conversación interna en su proceso de discernimiento

4 “Dado el caso empírico” es una alusión bastante relevante para el realismo morfogenético de Archer. Ya que la teoría presenta un utillaje conceptual lo más presto posible para el análisis, pero las condiciones de énfasis dependen de la empiria misma. No teniendo preeminencia ontológica ninguno de los niveles ni dimensiones a priori. De esta forma, es una teoría que tiene la gracia de describir, no de normar como debiera ser la realidad social, de acuerdo a un patrón ontológico pre-establecido por alguna filosofía. Así, la agencia corporativa aludida puede generarse desde planos materiales, donde una agencia corporativa como partido intenta representar los valores de una colectividad y los intereses de una posición, buscando explícitamente ese alineamiento. O, también, puede generarse desde planos culturales donde una agencia corporativa como una iglesia puede atravesar varias colectividades y varias posiciones. Todo depende del ciclo morfogenético ontogénico que se haya realizado, pero no hay un ciclo correcto ni una forma correcta.

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deliberación y dedicación, da luces sobre el condicionamiento que realizan las estructuras

sociales. Por eso, el título posterior de Archer publicado en el año 2003 es “Structure, Agency and

the internal conversation”. El objetivo ahora es ocupar los conceptos desarrollados en la teoría de

la agencia, en un proceso de descripción de la conversación interna realizada por las personas,

caracterizándola por tipos de reflexividad.

Puestas las cosas de este modo, el punto pasa por cómo los agentes resuelven las situaciones

condicionantes que genera la estructura. He mostrado desde el texto de 1995, la propiedad de

“guía direccional”, que ejercen las estructuras por medio de sus configuraciones institucionales

y las lógicas situacionales que se desprenden de ellas. Pero no basta con esto ya que sería, hasta

ese instante, una explicación conflacionaria. Entonces, el problema de Archer es dar cuenta de

cómo los agentes actúan en la vida social en medio situaciones no libres y no creadas por ellos

mismos. Este punto es central ya que no hay acción posible sin agentes. El cual es un resultado

o producto de la condición reflexiva y volitiva de los seres humanos, en sus distintos

momentos identitarios, frente a las condicionantes socioculturales en sus distintos niveles

emergentes. En el plano de los individuos el problema del juego mutuo como fundamento de

la teoría no conflacionaria es tratada bajo el concepto de reflexividad, esto es en base a los

modos de operación distintos de la estructura y las personas. La estructura tiene el poder

generativo de formar situaciones a los agentes a través de la constitución de relaciones sociales

con propiedades emergentes en estratos diferenciados, y las personas tienen un modo de

operación por medio de la intencionalidad reflexiva de sus cursos de acción. Esto implica que

los agentes están en un ambiente social que los condiciona. Incorporando estas

condicionantes, los agentes generarán reflexividad para diseñar sus proyectos, los cuales serán

concebidos en relación al ambiente socio-cultural, la fórmula de Archer es “sin sociedad, sin

reflexividad” (Archer 2007b: 25).

La reflexividad es la base del juego mutuo de las partes y las personas, o de las estructuras y

los agentes, la cual se produce en los individuos. Donde la reflexividad toma el nombre de

“conversación interna”. El punto central es que la misma agencia tiene formas estratificadas y

emergentes que con su modo de operación o reflexividad resuelve las situaciones que la

sociedad le genera. La conversación interna es la forma efectiva de la reflexividad de los

individuos en sociedad, ya que la reflexividad hace las veces de mediación entre la estructura y

la agencia: “El pensamiento reflexivo es sinónimo de conversación interna porque la

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58

reflexividad no es una vaga autoconciencia, sino que un cuestionamiento y exploración del

sujeto en relación al objeto, uno el cual necesita tener un producto práctico o un intento”

(Archer 2007b: 73). Este elemento de reflexividad debe darse tanto en el plano de la agencia

primaria con las posiciones, como en el de los individuos y sus roles, como de la agencia

corporativa con las instituciones y de las poblaciones con el nivel sistémico. De esta forma, las

propiedades emergentes de cada nivel ejercen su capacidad de generar situaciones

diversificadas. Y las personas enfrentadas a estas situaciones definen por medio de la

reflexividad sus cursos de acción. Este elemento para Archer se define en tres pasos

respondiendo a la pregunta: “¿Cómo podría hacer esto?” en tanto “preocupaciones-proyectos-

prácticas” (Archer 2007b: 88). Donde la reflexividad frente a las situaciones puede dar cuenta

de las preocupaciones, cursos de acción y prácticas como modus vivendi. Esta triada de

actividades de la agencia corresponde a la idea de condicionamiento sociocultural—interacción

sociocultural—elaboración sociocultural, pero esta vez funcionando al interior del individuo.

Así, las formas de modus vivendi es la alineación entre la identidad personal y la identidad social

de una persona en una secuencia de prácticas con carácter satisfactorio y sustentable, asociada

a una “preocupación primordial” (Archer 2003:32).

El punto de Archer es que esto no es un proceso automático, como forma de ajuste previo

entre la estructura y agencia, sino precisamente como resultado del juego mutuo a través del

tiempo de la conversación interna de las personas. Así, el argumento es que la reflexividad

juega el papel de mediación: “Es esta capacidad personal la que nos habilita para ser autores de

nuestros propios proyectos en la sociedad” (Archer 2003:34). Esta mediación se realiza a través

de cuatro modos de reflexividad como proceso por el cual se vincula agencia y estructura. La

conversación interna se produce entre las preocupaciones y los contextos en el proceso de

deliberación. Implicando esto responder la pregunta de cómo la estructura influencia a la

agencia. De esta forma, en el momento en que el condicionamiento estructural gatilla la

necesidad de reflexionar, fijando problemas prácticos a las preocupaciones agenciales, se

genera la conversación interna buscando responder la pregunta de: ¿Qué hacer? O ¿Qué cursos

de acción tomar para responder a la preocupación? Y, ¿Cómo hacerlo? O ¿Qué recursos se

cuentan para llevar a cabo ese proyecto? Con esto las personas, dadas sus propios procesos de

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59

morfogénesis identitaria, fijarán sus preocupaciones en cómo llevar a cabo acciones correctas5

frente a los contextos, a través de diferentes formas de conversación interna. Los modelos de

reflexividad que presenta Archer son los que se aprecian en la figura 4.

Figura 4: Modos de reflexividad de Margaret Archer. Origen: Making our Way through the World (Arher 2007:93)

Modos de reflexividad Reflexividad comunicativa

Aquellos cuya conversación interna requiere de complementación y confirmación por otros antes de resultar en un curso de acción

Reflexividad autónoma

Aquellos quienes la conversación interna es auto-contenida llevando directamente a la acción

Meta reflexividad

Aquellos quienes son críticos de su propia conversación interna y sobre su acción efectiva en la sociedad.

Reflexividad fracturada

Aquellos quienes su conversación interna intensifica su angustia y desorientación en lugar de llevar a cursos de acción con propósitos.

De esta forma, las personas utilizan estos modos de reflexividad para resolver sus

preocupaciones frente a las condicionantes socioculturales de los contextos por medio del

diseño de proyectos. Y al usarlos sistemáticamente pueden llegar a caracterizar a las personas,

ya que para resolver la tensión entre preocupación agencial y condicionante estructural,

recurren a estos modos de reflexividad mayormente en términos proporcionales. E incluso,

pueden llegar a caracterizar diversas formas epocales, ya que los sujetos están puestos en

contextos que favorecen cierto tipo de reflexividad. Así, se generan tipos de identidad personal,

donde el Yo, el Mí, el Nosotros y el Tú; se alinean para realizar la conversación interna. De

hecho, estos tipos de reflexividad, Archer los relaciona con las formas de movilidad social,

pudiendo caracterizar a grupos de movilidad por tipos de reflexividad. Así, los inmóviles son

caracterizados por la reflexividad comunicativa, los ascendentes por la reflexividad autónoma y

los que tienen una condición volátil como meta-reflexivos (Archer 2007b:98)

La forma comunicativa de la reflexividad está asociada a una condición personal en la cual

“Ellos admiten considerables dudas que una total conversación interna autónoma pueda

llevarlos a una acción correcta” (Archer 2003:167). El argumento que propone Archer, por

ejemplo, es que las personas con reflexividad comunicativa dominante:

5 Archer ocupa la idea de “right action”, la acción correcta, no necesariamente racional utilitarista, ni tampoco completamente simbólica, aun menos pre-adaptada. El punto central es que se trata de un tipo de acción, un proyecto, que responde a una razón formulada entre las preocupaciones y las condicionantes socioculturales. Esto implica que la “guía direccional” que ejerce la estructura sociocultural es una combinación, no necesariamente equilibrada, entre ubicación involuntaria, intereses creados, costos de oportunidad y grados de libertad interpretativa.

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…permanecen profundamente incrustados en sus contextos sociales natales. Evadiendo

ambos costos objetivos, que podrían incurrir en la resistencia de las limitaciones y también

los objetivos extra, asociados con sus habilidades, la combinación de sus acciones los hacen

entonces socialmente inmóviles. (Archer 2007b:98).

De la misma manera, pueden ser vistos los de reflexividad autónoma, en los cuales su diálogo

interno “no necesita y no quiere ser suplementado por intercambios externos con otras

personas” (Archer 2003:210). Para Archer, resulta este tipo de reflexión y de identidad

personal, una característica de personas que han tenido procesos de discontinuidad contextual

como movilidad social ascendente. Los cuales “buscan evitar a las serpientes de la sociedad

para subir sus escaleras” (Archer 2007b:98). Implicando una fuerte confianza personal,

teniéndose a sí mismo como mejor consejero para resolver sus preocupaciones, con el objetivo

de diseñar proyectos acertados.

La tercera forma de reflexividad implica “ser reflexivo sobre nuestros propios actos de

reflexividad” (Archer 2003: 255). Y es precisamente una forma de reflexión que tiene a las

preocupaciones y a las formas de procesamiento reflexivo como objeto. Derivando de esas

preocupaciones, asociadas a las formas de identidad personal, pero no sobre los cursos de

acción o proyectos que vienen, ya que precisamente se está cuestionando a las preocupaciones

primordiales “…el sujeto está conversando internamente acerca de sí mismo no acerca de sus

acciones externas” (Archer 2003:256). Las personas que son meta-reflexivas están en

“contextos discontinuos” (Archer 2003:265). O, de otra forma, “contextos incongruentes y

también contextos inestables” (Archer 2007b:98). Y, sin embargo, son un problema en su

relación con la movilidad social, ya que “La meta reflexividad presenta una adivinanza”, porque

“Intrínsecamente cada modo de reflexividad es una relación entre lo que a las personas

preocupa más y sus patrones de movilidad social” (Archer 2007b:229). Este tipo de

reflexividad resulta característico de personas que se están moviendo, pero no puede pensarse

solo en condiciones como inestabilidad en el empleo, sino más bien “los sujetos meta-

reflexivos se esfuerzan por la auto transcendencia y la trascendencia social, que podría realizar

y entonces desarrollar bien sus ideales” (Archer 2007b:231). Por eso, puede ser incluso que

busquen la inestabilidad, ya que sus preocupaciones están puestas sobre sus propias

preocupaciones “Ellos son subversivos hacia las constricciones y habilitaciones sociales, por

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su voluntad de pagar el precio de las primeras y perder los beneficios de las últimas, en el

intento de vivir su ideal” (Archer 2007b:98).

El último tipo de reflexividad es la reflexividad fracturada, sobre la cual se puede decir que es

la suspensión de los “poderes personales de formular proyectos y monitorearse a sí mismos y

la sociedad con el objetivo de perseguir sus proyectos”(Archer 2003:298). Y caracterizan a dos

tipos de personas frente a sus contextos, los “desplazados” y los “impedidos” (Archer

2003:298). Archer muestra un ejemplo sobre cómo entender a los desplazados y a los

impedidos. Por analogía, dice Archer, un desplazado es una persona “que después de haber

aprendido francés, se encuentra a sí mismo exclusivamente en una cultura alemana, y está

inhabilitado para participar, a menos que comience a ser un maestro en el nuevo lenguaje”

(Archer 2003:298). En cambio los impedidos, otra vez por analogía, son “quienes han

comenzado a estudiar francés, pero encuentra que su conocimiento es inadecuado para captar

la esencia de una conversación o hacer alguna contribución a esta” (Archer 2003:298). Así,

estas son las formas de reflexividad fracturada, “que han sido suspendidas o inhibidas, en su

propia capacidad de mantener una conversación interna sobre sí mismos, en relación con sus

circunstancias, que tengan alguna eficacia” (Archer 2003:298). Lo que implica, no que no

pueden realizar una conversación interna, sino que se vuelven incapaces de generar productos

prácticos. Lo cual no es permanente, ya que se pueden adquirir las competencias necesarias

para realizar la conversación interna con productos prácticos; pero esto, como siempre, implica

tiempo y un proceso de morfogénesis interno.

En la siguientes obras, como la publicadas en 2010 y 2012, la reflexividad es el tema a

trabajar, reposicionando los modos de actividad mental del agente en la teoría sociológica,

como un “re-giro” hacia las propiedades humanas: “La reflexión humana es la acción de un

sujeto hacia un objeto como una reflexión de un matemático frente a un problema abstracto”

(Archer 2010:2). Sumando a esto el modo de caracterizar el período, donde el imperativo de la

reflexividad es todavía mayor, ya que en la modernidad tardía, en las formas de sociedad

afectadas por condición de riesgo y vulnerabilidad, o la liquidez de las relaciones sociales, solo

puede aumentar la necesidad reflexiva como vínculo de la agencia con la estructura (Beck

1998) (Bauman 2003). Donde se puede caracterizar al período, por sus condiciones de

discontinuidad e incongruencia, para dar cuenta de “los cambios en las modalidades de

reflexividad” (Archer 2012:7). Así, hay una relación entre las situaciones nuevas materiales y

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culturales, que llama modernidad tardía, que es el escenario de las preocupaciones humanas, las

cuales deben ser respondidas con formas características –dominante o proporcionalmente

mayores- de reflexividad. Ahora se pasa de la caracterización de la colectividad a la

caracterización de un período por medio de formas específicas de reflexividad. Donde las

formas de reflexividad ocupadas logran tener un rol preponderante en una explicación

sociológica, que puede tomar ribetes de cambio histórico, cuando se active como forma de

agencia. Este último libro de la secuencia sobre la reflexividad implica una serie de

posibilidades de transformación estructural: “La meta-reflexividad es el modo dominante de

deliberación íntimamente asociada con una naciente morfogénesis” (Archer 2012:206). Y así, el

orden queda establecido, la reflexividad comunicativa es morfoestática, la autónoma es

morfoestática y la meta-reflexiva es morfogenética. Lo que implica, que de “dominar” o ser

más frecuente el uso de uno de los tipos de reflexividad, es que se pueden esperar procesos

sobre la estructura derivados de las acciones de la agencia. Constituyendo el momento teórico

final del enfoque morfogenético. Ya que el juego mutuo del individuo tiene consecuencias

sobre las formas estructurales.

Conclusiones: la morfogénesis del enfoque morfogenético.

En todos los largos periplos, en el cual no ha habido un camino claro dónde afianzar los pasos,

y se ha generado camino al andar, solo al final del camino se puede ver retrospectivamente el

recorrido, observando los meandros en las huellas. Los comienzos en base al contexto

imperante, el despliegue de las críticas para salir del contexto y el paso propio. La morfogénesis

de la teoría morfogenética es apreciable es estas tres fases, el comienzo condicionado por las

teorías imperialistas y la teoría de la estructuración, la crítica a las formas de la conflación y la

elaboración de la teoría no conflacionaria. Como no podía ser de otra forma:

condicionamiento, interacción y elaboración. Donde lo que resulta más relevante es la

elaboración, el momento de construcción de una teoría no conflacionaria. La elaboración es la

teoría de la agencia reflexiva y sus modalidades, desde el cual Archer se posiciona asumiendo

las críticas que ha puesto sobre las formas de conflación. De esta forma, la teoría

morfogenética tiene tres etapas, pero dos dimensiones, siendo esto último: la crítica a la

conflación y la teoría no conflacionaria entre agencia y estructura. Es en la teoría no

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conflacionaria, donde la relación de juego mutuo en tanto conversación interna, se destaca

como el gran momento anti-conflación. No pudiendo ser de otra manera: de la forma y

representación del juego mutuo es que depende el logro del objetivo de una teoría que no

cargue con los vicios anteriores.

La teoría sociológica, como bien advertía Jeffrey Alexander, es hecha por humanos y esto no

debe olvidarse nunca (Alexander 2008: 11). Y puedo agregar que trata de lo que los seres

humanos hacen en conjunto. Donde las vueltas teóricas son exploraciones sobre los mismos

ambientes socioculturales en los que los hombres se desenvuelven; en el caso de Archer, estos

contextos son centrales para su desarrollo conceptual. Las vueltas de Archer, en el proyecto de

un enfoque no conflacionario, muestran tanto elementos de continuidad como elementos

discontinuos, no habiendo grandes golpes de timón. Cuatro características de la teoría de

Archer aparecen en un análisis longitudinal. La primera está basada en la generalización del

modelo, o esquema, de tres fases morfogenéticas estructurales; las cuales son llevadas hasta

dentro del individuo, en sus formas de identidad y en su proceso de diseño de acciones. Así,

cada entidad imbricada en el proceso tiene sus propias fases temporales. Una segunda

característica es la bajada hacia el proceso interno del individuo, ya que la teoría morfogenética

comienza en los grandes procesos estructurales, llegando en treinta años a la vida de la mente.

Del mundo social externo al mundo interno del individuo. Una tercera característica de la

teoría es su forma de desempaque. Esto es, Archer va desplegando los conceptos de la teoría,

haciendo giros en los libros, manteniendo argumentos y cambiando otros, donde no siempre

un libro es continuación plena del otro. Una cuarta característica es que la teoría de la

reflexividad tiene un rol preponderante en el proceso, siendo el momento más venturoso y

sustantivo de Archer, ya que desde aquí es que se puede evaluar la posible progresividad, en el

sentido de Lakatos, del proyecto de teoría no conflacionaria (Lakatos 1993). La heurística

posible se levanta de forma sustantiva, desde la teoría de las formas de reflexividad y el

despliegue de proyectos típicos. Donde llega a un argumento en el cual, de la forma de la vida

de la mente es que se despliegan procesos morfogenéticos estructurales, ya que los proyectos

de las personas se correlacionan positivamente con las formas de reflexividad. Desde los

modos de reflexividad predominante en un período es que puede aventurar juicios sobre un

futuro morfogenético o morfoestático. Así, el enfoque morfogenético en su última parte gira

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de una reconstrucción del pasado a un proceso de anticipación del futuro, pasando por el

diagnóstico epocal.

La primera característica es la generalización en el enfoque morfogenético de una distinción

discreta de unidades de tiempo en que las propiedades de las estructuras socioculturales y las

propiedades socioculturales de los agentes entran en juego mutuo en tres fases temporales.

Donde estas unidades de tiempo no son sino una forma metodológica de entender el proceso

de juego mutuo que las formas conflacionarias en teoría sociológica no han logrado incorporar.

De esta forma, se destaca que la relación es un vínculo diferenciado en el tiempo entre

entidades como estructura frente a sujetos, o formas de egos al interior del sujeto que como

forma de interfaz generan un juego mutuo. Y cuando se conflaciona se oculta ese vínculo entre

las cosas o entidades o sujetos, ya que uno predomina sobre el otro haciendo parecer que uno

es activo y el otro pasivo. Archer da con una primera solución al problema hacia 1979

manteniendo este argumento hasta 1995 como un ordenamiento temporal del dualismo

analítico de Lockwood, pudiendo responder convenientemente al problema de la

transformación estructural, ya que distingue entre actores y sistemas para entender el proceso

de cambio social, por lo que ninguno de los dos elementos basta por sí mismo.

Esta constante solución dualista analítica y morfogenética de tres momentos temporales,

como fases de la elaboración responde a la pregunta que, según Rober Bierstedt, acosa a la

sociología desde Rousseau: “si queremos estudiar la sociedad debemos estudiar al hombre, y si

queremos estudiar al hombre, debemos estudiar la sociedad. Los dos siglos siguientes no

lograron determinar cuál de estas cosas hay que hacer primero” (Bierstedt 2001:34). Archer ha

encontrado una forma de respuesta a este dilema a través del enfoque morfogenético. Así, el

modelo de condicionamiento sociocultural como tiempo 1, interacción sociocultural como

tiempo 2 y elaboración sociocultural como tiempo 3, se repetirá constantemente. Desde su

forma dualística solo analítica hasta su forma realista, en la cual aunque no hay grandes

diferencias en la operatoria metodológica, las formas conceptuales toman una distancia que va

más allá del tiempo, que era lo que permitía la distinción solo analítica. Ya que con el realismo

se trata de distinguir entidades distinguibles, no solo en el tiempo, sino que poseen propiedades

exclusivas no reductibles. Desde los grandes macro procesos de transformación estructural,

pasando por la formación de la agencia a nivel macro como colectividad o agencia primaria

hasta su condición de agencia corporativa; o desde los elementos de discernimiento,

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deliberación y dedicación de la fijación de preocupaciones primordiales hasta la formulación de

proyectos. La teoría de las tres fases del ciclo de morfogénesis estructural aplicable a toda

forma de análisis sociológico en sus distintos niveles y elementos nace de un problema que

ninguna de las teorías conflacionistas podía resolver. Siendo de hecho, que esta forma de

análisis de tres fases es la base generalizada tanto de la morfogénesis de la estructura, de la

morfogénesis de la agencia y de la morfogénesis identitaria de los individuos. En todos estos

procesos hay tres fases desarrollo en tanto condicionamiento, interacción y elaboración.

Donde puede haber alineación entre todos estos elementos, esto es: un condicionamiento

estructural específico, que forje un tipo de agencia específica, que se corresponda a una forma

de identidad específica. Sin embargo, la situación menos normal –y sociológicamente más

interesante- es la no correlación, e incluso la correlación negativa. Los individuos son hijos de

su tiempo, pero también lo forjan. Y ese proceso el que Archer ha resuelto por medio de la

teoría de las fases. Diversas formas de agencia y diversas formas de identidad personal,

conviven con formas estructurales, relacionándose de manera problemática.

La segunda característica es plenamente longitudinal, como un arqueo desde el comienzo de

la teoría hasta el final. Desde 1978 hasta 2012 hay un movimiento de embudo desde los macro

procesos hasta los elementos extremadamente micro, o lo que es lo mismo desde la

transformación societal hasta los elementos de los tipos de reflexividad. La teoría de Archer va

hacia abajo, donde su momento de mayor precisión y abordaje teórico es la teoría de la

reflexividad. Son las personas y el diseño de acción vía la reflexividad lo que consume la mayor

parte del trabajo de Archer de los últimos años. Donde vuelve a discutir con los

conflacionistas, sin embargo hay una salida clara, ya no es una tarea a realizar; la forma de salir

del conflacionismo, en cualquiera de sus formas, está puesta en la teoría de la reflexividad. Ya

no se trata de criticar a la conflación como en los sendos libros de 1988 y 1995, ni de defender

la relación de la morfogénesis y el realismo crítico, ni reavivar el fuego cruzado con la

estructuración que comienza en 1982, sino que mostrar una salida. Desde el año 2000 hasta

2012, el mundo interior de los individuos y sus modalidades, es la base de la preocupación de

teoría sociológica de Archer. Es aquí donde alcanza mayor detalle teórico, donde los conceptos

están más comprometidos entre sí, implicando una teoría de la agencia robusta.

De esta forma, algo debe ocurrir en los individuos para que un despliegue de alguna forma

de agencia se produzca y pueda modificar la estructura. La teoría de la agencia se desarrolla en

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Archer a partir de la teoría de la reflexividad. Archer agrega esta idea a la teoría de la acción en

sociología, la cual no puede ser obviada por ninguna forma de conflación teórica. La

reflexividad es aquella propiedad que tienen los individuos para comprender el mundo y

desplegar acción, donde el punto central es que por medio de la conversación interna se diseña

acción. Por eso se puede decir que la teoría de Archer realiza un movimiento de embudo hacia

la mente de los individuos. Desde los grandes problemas macro, en base a un estudio

longitudinal del cambio de las estructuras institucionales de la educación en 1979, al

funcionamiento propio de los seres humanos en sociedad por medio de la reflexividad en

2012. La reflexividad de los seres humanos es el elemento oculto que ninguna forma de

conflacionismo podía ver. Ya que esconden, según Archer, justo el momento de relación entre

agencia y estructura. La formulación de la crítica a la conflación, que aparece como concepto

en 1982, y es generalizado en la crítica de la sociología de la cultura en 1988, pondrá en el

camino la necesidad del movimiento de embudo vertical. De la gran forma a su elemento más

mínimo, ya que debe evitar la conflación.

Esta segunda característica da pie a la tercera. La cual es una característica de la formulación

de la teoría en estos treinta años, que tiene un modo de presentación de desempaque, lo que

implica que los conceptos fueron sacados de una caja que ya existía. La caja negra tenía que ser

abierta para que los distintos elementos que la componían fueran puestos sobre la mesa y

examinados. Archer elabora la teoría de la agencia como estructura de la agencia (agencia

primaria, actores individuales, agencia corporativa y poblaciones) como diferentes tipos de

acción, frente a la teoría de los sistemas (posiciones, roles, instituciones y sistemas). La

estructura de la identidad personal opera a través de diferentes formas identitarias o fases de

ego (Yo, Mí, Nosotros y Tú) teniendo su momento culmine en la configuración de la

reflexividad como conversación interna (autónoma, comunicativa, meta reflexiva y fracturada).

Como se puede apreciar todo este movimiento de condicionamiento sistémico y reflexividad

agencial debe darse para completar los ciclos morfogenéticas en tres fases. Permitiendo

estudiar la elaboración sociocultural tanto de la agencia como de los sistemas socioculturales.

Así, se puede estudiar la generalidad epocal de un sistema social, con agentes corporativos y

sistemas socioculturales, o solo un nivel de este proceso como el caso de los sistemas

nacionales de educación. O, el proceso específico de constitución morfogenético de una

agencia corporativa. O, el proceso de generación morfogenética de las preocupaciones

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agenciales. Siempre que se respeten los niveles de estratificación para evitar la conflación.

Donde el modo de estudio de la generación de niveles emergentes debe basarse en el estudio

sistemático de las relaciones de juego mutuo entre agentes y sistemas en ciclos morfogenéticos.

De esta forma, todos los conceptos resultan o resultarían superpuestos, pudiendo describir el

proceso de morfogénesis de la estructura, desde el momento mismo en que las formas de

reflexividad varían hasta la generación de proyectos colectivos que puedan mediante agencias

corporativas modificar la estructura social. El movimiento de embudo que ha hecho la teoría

de Archer puede ser llevado de modo vertical también hacia arriba generando los vínculos

necesarios a los cambios de fase estructural. Los cambios en los contextos de los individuos

que implican siempre formas sistémicas específicas condicionan las formas de reflexividad,

estas las formas de proyectos y estos últimos pueden entrar en relación con las estructuras. La

condición de desempaque de la teoría sacó los elementos uno a uno desde dentro de la caja

teórica como son las formas de conflación sociológica.

La cuarta característica de este periplo histórico sobre la obra de Archer, es que la última

parte de su obra posee el momento más arriesgado de la teoría morfogenética. Ya que, solo en

este momento, se forja un programa que no solo describe sino desde el cual se puede trabajar

con hipótesis inferenciales, no solo descriptivas. El programa de investigación montado desde

los modos de reflexividad puede comenzar a arriesgar juicios sustantivos sobre su relación con

el contexto. La primera parte de la obra aborda problemas de carácter más bien histórico en

tanto explicar la morfogénesis de los sistemas educacionales, donde se juega el primer orden de

las tres fases como dualismo morfogenético que se opone a toda forma de conflación, sea esta

descendente, ascendente o central. La descripción de las fases y la crítica posterior ocupan el

mayor volumen de la obra de Archer en esta parte. Desde “Being Human” en adelante comienza

una tercera etapa menos descriptiva e histórica, tomando ribetes más explicativos y

sociológicos. Así, se debe entender que el proceso de relación entre contextos continuos,

reflexividad comunicativa y proyectos morfoestáticos; implican una relación de consecuencia

de estructura con la agencia y de la agencia con la estructura, donde estos elementos juegan un

rol central en el proceso explicativo. De hecho, Archer va más allá cuando genera la secuencia

de contextos incongruentes, meta-reflexividad y proyectos morfogenéticos; donde se pueden

esperar sucesos característicos de un proceso morfogenético entre agencias corporativas y

estructura institucional. En tanto las probabilidades del suceso aumentan -si existe o llega a

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existir- un aumento de la meta-reflexividad. De hecho, Archer caracteriza al momento actual

como de incertidumbre, donde no se sabe bien que viene, generando nuevas agencias producto

de la meta-reflexividad de los individuos.

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Capítulo II

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70

La forma analítica del enfoque morfogenético: agentes reflexivos, estructuras condicionantes y sus juegos mutuos. El dualismo analítico podría no tener ningún bocado, a menos que los poderes causales en cuestión fueran distintos, porque ellos representan propiedades emergentes, sin embargo estos solo pueden ser examinados en combinación. Margare t Archer . Being Human: the prob lem o f agency . Introducción:

A lo largo de treinta años de trabajo en el enfoque morfogenético de la teoría realista, Margaret

Archer no ha desarrollado una forma teórica analítica que funcione entera y de una sola vez

con todos los giros conceptuales que ha ido realizando. Esto es, producir una formulación

teórica que trabaje sobre el enfoque realista morfogenético de la sociedad como una teoría

general sistemática que actúe de cedazo conceptual de los libros claves. Qué quedaría en pie y

cómo se relacionarían los conceptos, es toda una interrogante como efecto de su propia

morfogénesis como teoría. Esta no presencia de una teoría sistemática trae aparejado el

problema y riesgo de que todo esfuerzo de comprensión analítico de la teoría general de

Archer implica un ejercicio reflexivo propio del conjunto de los libros claves. No habiendo un

modelo ortodoxo desde el cual generar una heterodoxia. Así, las distintas continuidades o

discontinuidades argumentales, más allá de la crítica al conflacionismo en sociología, pueden

ser destacadas por parte de la investigación teórica. En este caso se trata de destacar una

continuidad, imaginando mediante un proceso reflexivo, que se puede montar la analítica del

enfoque desde el “movimiento de embudo” –de lo macro a lo micro- de la teoría realista,

destacado en el capítulo anterior. Entramando, de forma abstracta, la macro sociología de la

morfogénesis de la estructura con la teoría de los modos de reflexividad individual.

Esto hace que la reconstrucción realizada siempre tenga algo de arbitrario o de comodidad,

pudiendo presentarse de otras maneras. La opción que tomé es centrarme en la reconstrucción

de los conceptos de agencia, estructura y su juego mutuo; de forma abstracta y transversal.

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Siendo estos conceptos, a mí parecer, los elementos relevantes del realismo morfogenético de

Archer. Esto, ya que el objeto de teorización principal, el problema de investigación desde el

comienzo, son los procesos de transformación o reproducción social, los cuales deben ser

estudiados por medio del examen del juego mutuo entre agencia y estructura. De esta manera,

y siendo coherente con la crítica a la conflación, de indistinción conceptual entre agencia y

estructura como forma fusionante -como en el conflacionismo central- o de desactivación

conceptual de las propiedades de una de las entidades frente a la variación de la otra -como en

las formas de conflacionismo descendente o ascendente- las nociones de agencia, de estructura

y de juego mutuo, son los elementos centrales para que el enfoque realista morfogenético

pueda responder a la pregunta de la morfogénesis societal. Sin embargo, como resulta obvio, es

una opción finalmente.

La cual se separa, como es evidente, de la argumentación del modelo temporal y general de

tres fases de Archer en el ciclo morfogenético como otra base constante del enfoque

morfogenético. El cual está generalizado en la morfogénesis ontogenética de la estructura

institucional, de la agencia corporativa, de la morfogénesis filogenética de la identidad personal

y del proceso de reflexividad (Archer 1979, 2009, 2000). Modalidad que podría prestarse a otra

forma de presentación, como una sincronización de temporalidades entre -estructura, agencias

corporativas, identidad personal y procesos reflexivos- que sin duda es una forma que

resultaría coherente. Sin embargo, como la modelación analítica no solo debe distinguir

momentos o fases en las cuales se encuentran sino los elementos en relación, incluso al interior

de una misma fase, la separación modelizada del tiempo no cumple con la condición analítica,

ya que aún hay reconstruir todos los conceptos y ponerlos en sincronía de fases. De otra

forma, se hace la suposición temeraria de que los conceptos de agencia, estructura y juego

mutuo son claros y distintos, no prestándose a la confusión. Implicando esta opción todavía un

trabajo abstracto sobre los conceptos que es lo que he realizado en este capítulo.

Sin embargo, y no podía ser de otra forma en un proceso de treinta años de trabajo

intelectual, las etapas del enfoque morfogenético y su status de teoría que parte desde una

condición meta-teórica, hace que el trabajo analítico sobre el enfoque se vuelva bastante

complicado. Ya que van quedando dudas respecto al concepto de agencia, de institución, de

identidad personal y de modo de reflexividad en sí mismos. No solo en la relación de juego

mutuo entre ellos o en sus posibilidades de articulación sobre el modelo de tres fases, sino en

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aquello que denotan en la teoría y realidad social. Esto ya que lo que llame “movimiento de

embudo” en el primer capítulo hace que los textos desde 1979 hasta 2012 pasen de un tema a

otro en profundidad subjetiva, donde el momento de reformulación más importante es la

reconstrucción realista del dualismo analítico en 1995. La cual también es una reconstrucción

de la crítica a la conflación. El resto de la obra sigue el desempaque de los modos de identidad

personal y de los procesos de reflexividad, siempre en tres fases. Donde los modos de

reflexividad ocupan un lugar preponderante como elemento sustantivo de las hipótesis del

enfoque. De esta manera, el movimiento de lo macro a lo micro, de la modelización de las tres

fases, va dejando dudas respecto a que denotan los conceptos, ya que hay uso generalizado de

nociones tanto para montar la crítica a la sociología conflacionaria como para desplegar el

enfoque. No siempre desempacando sus contenidos.

Lo que he hecho es, de una u otra forma, desarmar el enfoque de Archer. Desmontarlo para

tener claridad no solo en que significan las nociones en juego mutuo sino como se relacionan

en juego mutuo. Por esto, a mi entender, el proceso de presentación analítica debe trabajar con

todas las formas de estructuras, todas las formas de agencia y las formas de juego mutuo; antes

de encajarlos en las fases del ciclo morfogenético. Ya que el examen del juego entre agencia y

estructura como salida a la crítica de la conflación exige este tipo de presentación. Por decirlo

así, el juego mutuo se debe producir en cada una de las fases, so pena de argumentar

conflacionariamente. De esta forma, si se quiere y respetando el énfasis longitudinal que posee

en su interior el enfoque, el examen del juego mutuo del modelo de las tres fases que he

realizado está trabajando transversalmente sobre una fase aislada. Para lo cual, aún se requiere

de un concepto de estructura en todos sus niveles, un concepto de agencia en todos sus niveles

y un concepto de juego mutuo en todas sus formas, de manera clara y distinta.

Esta forma de presentación también se justifica por el hecho de que los niveles de

emergencia o estratos de realidad de la agencia y la estructura, además de las formas y fases del

ciclo morfogenético, son lógicamente posteriores a la dilucidación de los conceptos centrales

como agencia, estructura y el juego mutuo. Y esto es inevitable, a pesar del proceso

morfogenético mismo de la investigación de Archer, el cual parte desde las fases

morfogenéticas en 1979. Malamente se puede trabajar sobre una propiedad emergente

sistémica o una propiedad emergente agencial, si no se tiene a mano una forma de distinción

que permita no caer en argumentos conflacionarios, y al final del día, falaces. La teoría no

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puede ser, o no necesita ser, un manual de corta palos, pero las herramientas de trabajo deben

presentar los elementos necesarios para realizar sus operatorias básicas, o que al menos,

cumplan en parte sus objetivos y principios metodológicos de análisis. Y en este caso, es el

examen del juego mutuo entre agencia y estructura. Por supuesto, aún menos, la teoría sobre la

realidad social puede esconderse en las altas montañas de la abstracción epistémica o filosófica,

cuestionando la realidad de la sociedad desde un nuevo y mejorado punto de vista. Ya que se llega

al punto de estar más allá de la sociología, siendo una forma falaz de argumentación al menos

en un nivel estrictamente sociológico.

Entonces, el capítulo está dedicado a esta forma de presentación con el objetivo de no dejar

dudas, o al menos despejarlas lo más posible, sobre qué es la estructura, qué es la agencia y qué

es el juego mutuo en el realismo morfogenético de Archer. Por supuesto, esto llevó a hacer

algunas distinciones importantes en el proceso de reconstrucción del enfoque, e incluso a hacer

pesquisa intelectual sobre los conceptos. De esta manera, se mostrarán los conceptos que

forman la noción de estructura en Archer desde sus elementos, propiedades, niveles de

emergencia y configuraciones posibles. Como cuatro claves teóricas que ayudan a dar cuenta

de la arquitectura de este concepto, donde simplemente he realizado un rearmado conceptual,

ocupando las fuentes que Archer ha ido dejando en el proceso de despliegue del enfoque. Así,

el rearmado no respeta el tiempo, sino los elementos centrales que permitan dar cuenta de un

concepto claro y distinguible de estructura.

De la misma forma abordé el concepto de agencia con sus propiedades y niveles de

emergencia. En este caso la complejidad fue menor ya que Archer presenta conceptos claros

en su etapa agencialista. Sin embargo, destaqué que agencia es un concepto que fuera de tener

niveles de emergencia, tiene también una doble dimensión como modos de hacer o agencia e

identidad personal como formas de ego. Siendo ambos elementos subjetivos aunque distintos

en la obra de Archer. De la misma manera, volví sobre las formas de juego mutuo

distinguiendo al interior de las fases del ciclo morfogenético una relación práctica como

dimensión de la acción de la agencia y el juego mutuo como modos de reflexividad que

requiere de la agencia en su dimensión de identidad personal. Así, todos estos elementos se

mostrarán de forma conjunta pudiendo tener un panorama general de cómo agencia y

estructura se relacionan por medio del juego mutuo en el enfoque morfogenético.

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La esperanza final del capítulo es poder dilucidar con claridad, cuáles son los elementos

conceptuales del enfoque morfogenético mirado internamente, mostrando las tuercas y

tornillos que hacen que el enfoque pueda trabajar. De esta forma, puse los elementos

nuevamente dentro de la caja, la cual por supuesto no es negra o gris, ya que es la teoría de la

realidad social no la realidad social. Así, se puede observar el enfoque, una vez que se sabe que

hay en su interior.

La estructura en el enfoque morfogenético: elementos, niveles, formas y propiedades.

La reconstrucción argumental sobre la noción de estructura tiene en Archer un comienzo

interesante. Un año antes de la publicación de su clásico morfogenético en 1979, sobre la

transformación de los sistemas educacionales en Europa, participa como compiladora en un

libro sobre la estructura social. Este libro anterior a la emergencia del modelo morfogenético

de las tres fases, es quizás la referencia más importante sobre el problema que representan las

estructuras en Archer. En este texto Archer propone que las condiciones para describir la

estructura pasan por entender que los modelos posibles de estructura deben ser comprendidos

en una simbiosis entre la perspectiva teórica y la perspectiva comparada:

Fundamentalmente esto consiste en tomar la interdependencia que define la estructura

social como algo problemático. Implicando comenzar desde sus relaciones, examinando sus

patrones por derecho propio. (Archer 1978:15).

Esto hace que la forma o configuración de las estructuras sea un problema que no puede ser

solucionado en términos estrictamente teóricos y pre-empíricos, como la necesidad de

integración funcional de los sistemas o la contradicción estructural en la producción social,

como en la discusión parsoniana frente a la marxista. Por lo tanto, una teoría sobre la

estructura debe poder presentar ambas posibilidades descriptivas de la realidad sociológica.

Esta realidad estructural cuando no tiene una forma pre-empírica, que implique un principio

teórico-metodológico sobre lo que realidad debe ser, hace que el estudio de la estructura social

pase por entender el proceso por el cual:

… una particular institución o colectividad (A) es estudiada es su relación con otras (AB)

(AC) (ABCD) (AD) aunque, no mecánicamente como se sugiere, con el objetivo de

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formular proposiciones acerca de las circunstancias, bajo las cuales ellas están relacionadas y

porque esos patrones cambian. (Archer 1978: 17-18).

Así, desde antes de la formulación del enfoque morfogenético, que comienza, según auto

reporte de Archer hacia 1979, el problema de la estructura aparece como una problematización

de la configuración de instituciones y su proceso de cambio. Así, Archer trabaja como si la

teoría de la estructura estuviera completamente formulada, como si no fuera problemático la

condición teórica de las instituciones. El problema es qué forma toma la estructura y cómo se

modifica esa forma, no interrogantes sustantivas como: qué es la estructura. Hay que anotar

que el desempaque de la teoría de la estructura, que nunca ha sido expresamente formulada6,

debió esperar sus elementos más explícitos a 1995 y el año 2000, bastante después de 1978. La

teoría de la estructura en Archer puede mostrarse en diversos planos analíticos: la teoría

sustantiva de la estructura; la teoría de los niveles de emergencia estructural; la teoría de la

configuración estructural7, que es la hace referencia en este pasaje en 1978 y que volverá sobre

ella en 1995; y la teoría de los condicionamientos estructurales en el mismo año.

La teoría sustantiva de la estructura en Archer hace alusión directamente al plano de qué es

la estructura. Cuál es el elemento que la forma. La estructura social debe tener un material

específico para ser lo que es: una configuración de algo. Si esto no es así, no se podría

distinguir entre agencia y estructura, ya que “Personas y sociedad no están, argumentaré,

relacionados dialécticamente. Ellos no constituyen dos momentos del mismo proceso. Más

bien ellas refieren radicalmente a diferentes tipos de cosas” (Bhaskar 1998: 214). Haciendo que

el hiato ontológico entre personas y sociedad quede en nada. El argumento de Archer está

desordenado históricamente a lo largo de su obra. Sin embargo, se puede retomar la hebra,

aunque sea haciéndole trampa al tiempo. Un argumento sustantivo sobre la estructura no

puede comenzar sino en el punto mismo en que Archer muestra el elemento crucial en que se

basa su teoría de la estructura. La estructura, dirá Archer, hace alusión a las instituciones,

conlleva elementos materiales -lo cual lo hace distinguible de la cultura, la cual es valorativa y

permite hacer juicios calificando o apreciando al mundo- y tiene niveles específicos de

6 Stuart McNulla, muchos años después, ha llamado la atención sobre la necesidad de un concepto realista de estructura social. 7 Esta idea es una redundancia conceptual, ya que estructura conceptualmente no es sino la disposición de las partes de un sistema y por lo tanto un concepto de carácter formal. Sin embargo, la planteo así, ya que en la teoría de Archer, la idea general de estructura tiene un carácter sustantivo.

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propiedades emergentes. Sin embargo, no se sabe de qué se forma, las instituciones sociales

deben estar formadas de algo. Sin esto, no se puede decir que algo indeterminado condiciona

las acciones de alguien, por medio de la introducción de asuntos en ese alguien. Archer, va

dando luces a lo largo de su obra sin definir nunca de qué se tratan esas instituciones sociales.

Qué constituye la entidad institución social. Nótese que en este punto no resulta indicativo dar

cuenta de lo que generan esas instituciones sociales, o su efecto, ya que se confunde lo que genera

con aquello que es. O la propiedad con la entidad.

Esta búsqueda de una teoría sustantiva de la estructura no está exenta de polémica. Ya que

Archer niega que esto sea útil: “la regresión como forma de determinar los constituyentes

últimos no es de ayuda a este respecto, sino que es una distracción innecesaria para la

teorización social –o cualquier otra teorización” (Archer 2009:89). Lo notable y

contradictorio8, es que Archer sí explora los sistemas culturales hasta llegar a su forma

elemental. Como lo cultural de los sistemas culturales en tanto “ideas, teorías, doctrinas,

creencias, etc.” (Archer 1997:187). El cual está en las proposiciones:

Las proposiciones, en oposición a las oraciones, las declaraciones o muchos de nuestros

pensamientos, no pueden ser ambiguas, esto es, verdaderas en algunas interpretaciones y

falsas en otras. Así, en lo que se refiere a la atribución de contradicciones, la única parte

pertinente del contexto cultural es la proposicional en sí misma. (Archer 1997:175).

Sin embargo, este mismo comienzo ontológico –en ningún caso temporal, en tanto caer en el

juego del huevo o la gallina, ya que Archer establece que en los procesos morfogenéticos

primero hay estructura- no logra encontrarse en el caso de la estructura social asociada a las

instituciones. Que a diferencia de la estructura cultural Archer le agrega el carácter de material:

“...aquellas relaciones internas y necesarias que implican recursos materiales, ya sea físicos o

humanos, y que generan poderes causales que son parte de la propia relación” (Archer

2009:244). Así, Archer deja la seña de que la estructura son relaciones entre instituciones

sociales y que estas instituciones sociales poseen la condición de tener consecuencias

materiales. Teniendo como tarea ahora llegar hasta el nivel mínimo para poder distinguirlas

bien de los condicionamientos culturales.

8 Lo contradictorio de este punto es que la distinción entre agencia y estructura según Archer es una buena forma de comprender las relaciones entre agencia y cultura. Sin embargo, parece ser esta última relación mejor desarrollada por Archer que la que servía de ejemplo ejemplar.

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Archer el año 2000, en su libro “Being Human”, argumenta que las emociones de los sujetos

tienen tres órdenes que son objetos de esa emocionalidad. Estableciendo que del orden natural

se significan emociones físicas; del orden práctico se significan destrezas y del orden discursivo

se significa normatividad. Ese orden discursivo genera preocupaciones como auto-valoración

en tanto adecuación del sujeto a la forma normativa. Y emerge de relaciones sujeto-sujeto. En

cambio el orden práctico es de relaciones sujeto-objeto y el orden natural de relaciones cuerpo-

entorno (Archer 2000:199). Las relaciones sujeto-sujeto, como se puede comprender, son

relaciones entre personas o relaciones sociales que son normas que vinculan a los sujetos entre

sí: “No podemos evitar llegar a ser un sujeto entre sujetos y con esto llegar a “sujeto referente

de propiedades” (tanto admirables como vergonzosas). Transmitiendo la importancia de la

normatividad sobre nuestras preocupaciones en nuestra posición social” (Archer 2000:198-9).

Así, el elemento de socialidad de las relaciones sociales en el enfoque morfogenético son las

normas que rigen los modos de interacción entre las personas. De hecho, Archer establece que:

“Desde el punto de vista realista, las convenciones normativas no son como alguna versión del

contrato social, la cual adquiere poder desde su firma” (Archer 2000:217). No es la norma en

sí, sino su relación con las acciones de los sujetos entre sí: “Tales normas son intentos de

regular los comportamientos en la sociedad, pero debemos ser cautos de conflacionar el

intento con un producto exitoso” (Archer 2000: 218). Roy Bhaskar reafirma este punto cuando

expresa:

Antes bien, la sociedad debe ser considerada como un ensamblaje de estructuras, prácticas y

convenciones, las cuales los individuos reproducen o transforman, pero que no pueden

existir a menos que ellos las realicen. (Bhaskar 1998: 216).

De esta forma, parece despejado un primer punto, de qué están formadas las instituciones

sociales en el realismo morfogenético de Archer: de normas intersubjetivas. Un argumento

como este no es precisamente la más innovadora de las opciones sobre qué forman las

relaciones sociales. Desde Marx hasta Habermas, las relaciones sujeto-sujeto son entendidas en

base al elemento normativo, sean derivadas de los actos de habla como formas lingüísticas o

derivadas de las condiciones de producción prácticas como modos de cooperación, normas

son (Marx 1969) (Habermas 2003). El punto preciso del enfoque morfogenético es que estas

normas y las relaciones que generan preceden a las personas, formando su contexto social

cuando se traducen en acciones:

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…convenciones y acuerdos, son en sí mismos propiedades culturales emergentes (PCEs) las

cuales derivan de pasadas interacciones, pero las cuales, en una forma de contexto

contemporáneo, son pre-existentes a, tienen relativa autonomía de, y son ejecutadas con

eficacia causal sobre, la presente generación de sujetos. (Archer 2000: 217-218).

La diferencia con Habermas en sentido fuerte es que las normas también vinculan a sujetos

con objetos, por muy técnicas que sean estas normas estas siguen siendo normas. Y no están

exentas de límites culturales, no siendo objeto de despliegue de una racionalidad técnica o

funcional plena, suelta a sus propias dinámicas. O, al menos el cuerpo humano, aún no es

objeto de intercambio capitalista legítimo, no hay comercio de órganos sino tráfico, todavía, al

menos. Y el mercado, en estricto rigor, tiene connotaciones valóricas y fundamentos morales.

De hecho, las normas técnicas siguen siendo procedimientos para realización de un fin y

aunque tengan como origen condiciones de desempeño pragmático, siguen siendo formas de

vinculación del sujeto con el mundo y emergieron de la subjetividad humana (Archer 1997)9.

No se autonomizaron de la producción humana sino de restricciones sagradas o religiosas

(Weber 1997) (Polanyi 2002). Las cuales siguen siendo normas desarrolladas por humanos,

pero con nuevas propiedades emergentes.

Un elemento crucial es que esas normas para ser sociales deben vincular exitosamente a un

sujeto con otro. Ahora, un punto no menor, es cómo se diferencian esas normas sociales de los

sistemas culturales. Que en Archer deben presentar una diferencia central. La cultura es

también un sistema de ideas y las normas sociales, en principio, son también formas ideales.

Pero debe haber un modo específico de distinción entre ellas. En este punto es que se puede

volver al texto de 1995. En “Teoría Social Realista”, Archer distingue los planos ideales de los

materiales para distinguir la cultura de la estructura. Nótese que debe existir una diferencia

central para que unos sistemas lingüísticos sean ideales y los otros sean materiales, tal como lo

plantea Archer:

..las estructuras emergentes son limitaciones objetivas sobre las situaciones y lugares que los

agentes pueden encontrar. De ese modo, lo que está guardado en el registro cultural define

9 La discusión, o la separación de puntos de vista entre Archer y Habermas, puede leerse en el último capítulo de “Cultura y Teoría Social” de la versión en español de 1997. Esta edición incluye este capítulo, en reemplazo de la conclusión, de la edición en inglés de 1988.

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las doctrinas, teorías, creencias, etc. que existen y de ese modo circunscribe lo que, como

ambiente ideacional, puede influir en los agentes. (Archer 2009: 269).

Como se ve, cultura es símil de ideacional, siendo un ambiente que tiene la capacidad influir en

los agentes, no dejando de ser objetivo. En cambio “Lo que diferencia a una propiedad

emergente estructural es su dependencia primaria de recursos materiales, tanto físicos como

humanos. En otras palabras, las relaciones internas y necesarias entre sus constituyentes como

fundamentalmente materiales” (Archer 2009:241). Así, cuando se puede obtener un libro como

un recurso es una relación sujeto – sujeto de carácter material y cuando se puede entender es

una relación sujeto-objeto de carácter ideal. Sin embargo, cuando se puede acceder al recurso

cultural educación se trata de una relación material. Esta es la primera significación del

concepto de materialidad de la estructura en Archer, donde la estructura condiciona los modos

de acceso a recursos.

Sin embargo, también aflora otra concepción de la materialidad de la estructura en los textos

de Archer: “Del mismo modo, las estructuras materiales tienen que existir antes que los

agentes puedan entrar en prácticas que las mantengan o cambien: la huelga depende de la

producción industrial y el trabajo asalariado” (Archer 2009:269). O, de otra forma: “las

relaciones materiales pueden y frecuentemente están legitimadas por ideas, pero las dos no

deben elidirse porque una relación material puede sostenerse mediante la coerción y la

manipulación, por lo que su legitimación no es un asunto de necesidad” (Archer 2009:242).

Archer destaca en el primer significado el objeto al cual se refiere la relación del sujeto. Pero

los sujetos también pueden ser un recurso, si se usa mediante coerción o manipulación o

consenso para generar alguna actividad. Como el trabajo industrial en las fábricas que produce

objetos con valor agregado; la atención de público en hospitales que produce estados

corporales como la salud; la extracción de minerales que genera materias primas o dar clases en

una universidad que reproduce conocimiento. La materialidad de las estructuras, que son

relaciones entre formas normativas, tiene relación con la actividad de los agentes. Las

actividades de los agentes entre sí como interacciones mediadas por normas también pueden

ser relaciones materiales. Ya que la actividad de los agentes es lo que genera nuevos sucesos y

objetos en el mundo.

No es primera vez en sociología que aparece una idea semejante, solo por mencionar puede

ser Marx en su teoría de que la materialidad tiene un aspecto subjetivo sustentando en el

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trabajo, como en sus tesis sobre Feuerbach (Marx 1969). La materialidad, entonces, es también

actividad humana y sus resultados son objetos materiales. Las relaciones sociales como formas

normativas son vínculos entre personas que las personas deben realizar activamente. Así, se

puede decir que las familias están en crisis social, cuando a pesar de las normas respecto al

modo de organización familiar, estas normas no generan las acciones que los vínculos

requieren para reproducirse, ya que dejan de generar acciones del tipo familiar. Muchas veces

producida por la contradicción que se genera cuando las familias en estados sistémicos de

contracción económica, no pueden realizar las acciones prescritas a los roles. Generando

cambios en su interior como la distribución de la autoridad, por ejemplo cuando ambos

progenitores son población económicamente activa. O, de otra forma, cuando un miembro de

la familia no está presente el otro progenitor deberá cumplir todas las dimensiones de los roles:

afectivos, de autoridad y económicos.

Hasta este punto se han resuelto dos interrogantes. La primera es que las relaciones sociales

son normas que unen con éxito a sujetos con sujetos, hay que decir que una norma también

cubre las relaciones entre sujeto y objetos, como la propiedad privada que es una relación entre

personas y cosas. Sin embargo, lo que prima en las relaciones entre sujetos y sujetos es la

normatividad, en cambio lo que marca las relaciones entre sujetos y objetos es el desempeño,

sobre el cual también hay normas, pero el énfasis está puesto en el desempeño. El segundo

punto, es que las relaciones sociales como relaciones entre sujetos y las relaciones de los

sujetos con los objetos son relaciones materiales en el sentido de que direccionan las

actividades de los agentes que se desarrollan en la producción, distribución y consumo de

recursos. Eso es lo material. Las actividades de los sujetos están condicionadas por estas

normas que los relacionan. Así, los agentes al guiarse por las normas generan acontecimientos

en el mundo.

Las normas condicionan los comportamientos de los agentes generando situaciones donde

hay relaciones entre sujetos y de sujetos con objetos. Las normas intersubjetivas como

relaciones sociales, comienzan a tener relaciones entre ellas como propiedades emergentes,

cuando dos instituciones entran en relación. Como las relaciones entre las relaciones familiares

y las laborales. Dos tipos de relaciones sociales relativamente estables, y por lo tanto

instituciones sociales, en los procesos de actividad con sus propiedades aditivas, producen

nuevas formas emergentes de esas relaciones sociales. La familia y la empresa son relaciones

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sociales forjadas en el juego mutuo entre agentes y estructura, que van cristalizando nuevas

formas de relación. Las familias, por ejemplo, están levantadas sobre las posibilidades

normativas de elección de pareja, las normas sobre la distribución de autoridad y las normas

sobre la sucesión de los bienes o recursos. Siendo esto los llamados “sistemas de parentesco”.

Estos sistemas son formas normativas que condicionan las acciones de los agentes. En el caso

de la empresa se puede suponer lo mismo, son posibilidades normativas sobre cómo ejercer la

producción y la compra-venta; con qué recursos materiales y humanos se puede contar; cuál es

el tipo de relación que tiene con los recursos humanos y cómo se realiza el proceso de

acumulación o la utilidad. Todo esto ha sido llamado, en general, sistema económico.

Para Archer estos elementos son instituciones, y en un nivel general, tienen también

relaciones, como en el siguiente ejemplo: “la matriz completa de las instituciones de la India

antigua estaba internamente relacionada y se podían establecer interconexiones entre

casta/religión/parentesco/economía/política/derecho y educación” (Archer 2009: 297). En

esta alusión, Archer establece que existen conglomerados de normas que forman sistemas en

determinados sectores de la acción humana que unen a sujetos con sujetos y a sujetos con

objetos que se pueden denominar instituciones. En el caso específico de la India antigua, estas

instituciones tienen relaciones internas, interconexiones como relaciones entre sistemas

normativos, que pueden estar normadas o no, sin que afecte las condiciones de relación,

aunque resultarán distintas. Esto se demostrará cuando dé cuenta de la configuración

estructural.

Pero, volviendo al punto, las instituciones sociales son relaciones sociales derivadas de

formas normativas que vinculan a las personas entre sí y a las personas con objetos,

condicionando de forma continua a los agentes en sus actividades en el mundo. Así, no

cualquier actividad relativamente permanente de unos agentes es una institución, y tampoco

cualquier tipo de norma que vincula a agentes entre sí o con objetos, resulta serlo solo por su

origen normativo. Las instituciones deben cumplir las propiedades de condicionamiento

direccional sobre los agentes. Las instituciones, como se entiende, son formas normativas de

un nivel específico. Y con la evolución social se fueron multiplicando y diferenciando. Esto es,

hay más instituciones, y rigen aspectos cada vez más específicos de una actividad humana

incesante que se multiplica, diferencia y especializa. En conjunto la configuración institucional

de una sociedad dada genera un sistema social, que va mostrando encrucijadas de acción a las

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personas. Archer lo expresa así en un texto tardío: “Las directrices tradicionales pueden estar

en conflicto con otras, porque no garantizan que todas las normas sean complementarias en

todo tiempo. Cuando ellas no lo son, como era el caso de Antígona…solo ella puede decir

reflexivamente que causa seguir” (Archer 2012: 2).

Las normas que son relaciones sociales forjan por medio de sus propiedades en relación con

otras relaciones sociales, instituciones que tienen ahora propiedades emergentes junto con las

otras relaciones sociales, pero aditivas respecto a otros sistemas superiores. Esto es, que son

emergentes respecto a las primeras relaciones sociales y estas cuando se configuran como

propiedades propias del nivel institucional generan nuevas propiedades emergentes formando

sistemas. Las propiedades emergentes de un sistema son las que resultan de las relaciones entre

sistemas de rango inferior que tienen propiedades aditivas. La emergencia se refiere a unas

propiedades o atributos que solo se realizan por la relación y no pueden ser generadas ni

explicadas por ningún sistema en sí mismo ni en conjunto, sino por las relaciones que se

producen cuando se producen las relaciones. Las relaciones entre estos sistemas forjan nuevos

sistemas. Así, Archer dice que dentro de las propiedades emergentes de la estructura se

generan niveles de emergencia como: las “distribuciones, roles, estructuras institucionales,

sistemas sociales” (Archer 2009:243). Las distribuciones hacen mención a las posiciones de

ventajas y desventajas en el acceso a recursos. Los roles son marcos de acción que prescriben

actividades y rotulan a las personas. Las estructuras institucionales son las formas resultantes

de las relaciones entre instituciones. Y los sistemas sociales son esas formas últimas que tienen

propiedades emergentes, pero no hay normas que las vinculen directamente y por lo tanto

toman una configuración propia. Sin embargo, hay más propiedades, por ejemplo la mayor

durabilidad relativa de las instituciones frente a los agentes que las crearon, las transformaron y

las reprodujeron. Estas estructuras institucionales son los contextos donde los agentes se

desenvuelven. Hasta este punto llega la teoría sustantiva de la estructura social de Archer.

Una segunda teoría estructural comienza a aparecer en sus textos independiente de si se trata

de la estructura material o de la estructura cultural. Y esta es la teoría de la configuración

estructural. Las relaciones entre posiciones, roles, instituciones y sistemas en el plano material,

en Archer son comprendidas en base a dos formas de condiciones relacionales: la

complementariedad y la contradicción. Las cuales pueden separarse en contingentes y

necesarias. Así, se llega al punto de que hay formas estructurales complementarias,

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contingentes o necesarias. Y formas estructurales contradictorias contingentes o necesarias. El

ejemplo de la antigua India es clásicamente un botón de muestra de una relación de

complementariedad necesaria entre sus instituciones. Abigarrada de formas normativas de

interconexión. Estas interconexiones pueden estar normadas o no, pero cuando se presenta

una normativización en las conexiones entre instituciones, se generan nuevas unidades

sociológicas y se puede estar frente a macro organizaciones como el Estado. En el Estado

confluyeron no hace muchos años atrás instituciones que dirimen los conflictos entre privados,

instituciones que tienen como misión la seguridad externa e instituciones que pueden ejercer

coerción en el respeto a las normas de convivencia. Sino también instituciones con iniciativa

empresarial e instituciones que velaban por la cantidad de dinero circulante Y además,

instituciones que administraban los fondos de las pensiones de las personas, instituciones de

educación de la población e instituciones que prestaban servicios de salud.

De hecho, uno de los problemas actuales de los Estados son las llamadas acciones

intersectoriales, donde las acciones deben coordinarse para que las políticas públicas no

colisionen entre sí o sean redundantes. El Estado es una forma de coordinación directa y

ejecutiva sobre las instituciones. Aunque hoy el modelo predominante y la tendencia general,

es más bien de monitoreo de derechos en algunos sectores, dejando un mayor porcentaje de

tareas a los privados sobre escenarios institucionales mercantilizados, sigue siendo parte del

acceso a recursos para los contingentes de población vulnerable. Así, por ejemplo, no se puede

afirmar que exista una total mercantilización del acceso a los recursos, ya que los servicios de

salud y educación son duales en la mayoría de los países del mundo. Hay organizaciones que

pertenecen a diversos tipos de institucionalidad a pesar de cumplir la misma tarea: proveer

servicios de salud y educación.

Las instituciones tienen formas de relación, las cuales puede estar normadas o no, siendo

estas últimas situaciones relacionales de facto. Cuando se norman las situaciones

interinstitucionales pasan a tener relaciones de manera interinstitucional como el “salario

indexado”, donde el salario se reajusta según algún indicador como la inflación. Esto no evita

que se generen propiedades emergentes en sus situaciones relacionales, de hecho podría

reforzarlas. Ya que al intentar direccionar algunas de esas propiedades escaparán al control por

las nuevas relaciones que generan. Con esto quiero decir que cuando se norman las relaciones

entre dos instituciones, estas comienzan a comportarse como una unidad sociológica entera,

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fijando nuevas relaciones con otras instituciones, con consecuencias no esperadas en la

planificación inicial. Como se ha demostrado tantas veces con el control de precios por parte

del Estado, lo cual no hacen sino generar la re-emergencia de instituciones como el mercado

negro o aumentar la inflación, que era lo que intentaba controlar.

Cuando hemos pasado el umbral de las instituciones y enfrentamos al plano sistémico,

ocurre algo muy interesante, ya que e pierden las relaciones normadas y solo quedan

situaciones formadas por propiedades emergentes. Archer lo dice así: “Los sistemas están

hechos de estructuras; no tienen estructuras en sentido holístico, pero están constituidas por

ellas y las relaciones entre ellas” (Archer 2009:258). En este punto, lo que se debe entender es

que los sistemas como son sistemas abiertos, al tener propiedades emergentes llegan al punto

de no tener forma clara y distinta de relacionamiento. Así, por ejemplo, en la sociedad

capitalista hay crisis económicas que se generan por superproducción no por escasez material,

según el marxismo. Teniendo una relación de contradicción necesaria, a mayor producción

general menor valorización particular, como un proceso que se da en el tiempo o ley de tendencia

general de baja en la tasa de ganancia. Así, ya no se trata de las relaciones entre empresas y

trabajadores, ni el problema de la explotación o la plusvalía, de hecho esta última se mantiene.

Sino directamente que la producción incentivada por la competencia capitalista llega a tal

punto de multiplicación de productos que hay una baja en la tasa de ganancia, generando

problemas al proceso de valorización. Y con ello genera escasez artificial, al menos si se refiere

al problema de la capacidad productiva material. Ya no se trata, entonces, de las relaciones

entre tipos de propiedad de los medios de producción y de los medios de trabajo, sino de un

efecto generado por la acción de todos estos elementos y sus relaciones a la vez, como una

propiedad emergente sistémica (Sweezy 1973).

En la figura 5 puede apreciarse el tipo de relaciones que se pueden dar. Y esto Archer no lo

dice directamente, pero es parte general de su argumento, todos los niveles de las partes o

relaciones sociales interpersonales y relaciones de relaciones interpersonales, y así

sucesivamente, pueden enfrentar estos mismos tipos de condiciones situacionales. Hasta el

plano de las relaciones interinstitucionales se pueden tener relaciones normadas, como el caso

del Estado. Sin embargo, en las relaciones del Estado con otro tipo de macro organizaciones,

como las centrales de trabajadores o los gremios de empresarios, las relaciones no están

normadas, siendo situaciones relacionales de facto. No puede normarse este nivel sin afectar de

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forma desconocida a otros elementos de plano sistémico como el ejemplo de la

superproducción industrial, el cual no puede normarse –al menos en el capitalismo- la

capacidad productiva ni en general ni en particular. No puede ser supervigilado por el Estado

este aspecto mercantil sin afectar la inversión general y a los capitales particulares, haciendo

que aquellos capitales que no reciban una cuota suficiente para valorizarse quebrarán por las

condiciones estructurales. Y no porque realicen mal su trabajo sino porque no reciben

suficiente margen de ganancia.

De esta forma, las partes, desde las relaciones interpersonales a las relaciones inter-rólicas,

pasando por las relaciones interinstitucionales a las relaciones de las propiedades emergentes de

nivel sistémico; presentan esta configuración de una situación de contradicción y/o

complementariedad con características necesarias o contingentes: ¿Afecta al diseño

inmobiliario el aumento de la presencia de hogares uni o bi personales? ¿Un mercado laboral

de alta movilidad de recursos humanos afecta la reproducción de las familias? Este tipo de

propiedades emergentes de nivel sistémico, ya no se pueden normar, al menos bajo las

condiciones de las instituciones imperantes ¡Debe tener su hijo antes de los 35! No puede ser

una regla de reproducción sin tener efectos desconocidos para el resto del sistema y la

demografía del futuro.

Figura 5: Morfogénesis y morfoestasis cultural y estructural en los niveles sistémico y social. Origen: Teoría social realista, el enfoque morfogenético. (Archer 2009: 400)

Contradicciones Complementariedades Necesarias Contingentes Necesarias Contingentes Lógica situacional Corrección Eliminación Protección Oportunismo PCE Nivel SC Sincretismo Pluralismo Sistematización Especialización

Nivel S-C Unificación División Reproducción Seccionalismo PEE Nivel SS Compromiso Competencia Integración Diferenciación Nivel IS Contención Polarización Solidaridad Diversificación

Una de las propiedades emergentes del sistema fuera de su durabilidad diferenciada respecto a

los agentes y los niveles relacionales que va alcanzando en sus interconexiones, es que dada

esta configuración histórica y específica, los sistemas condicionan a los agentes en sus cursos

de acción. Este elemento lo llama Archer, lógica situacional, la cual como ya he delineado,

puede estar en todos los niveles de emergencia. Sin embargo, como los niveles emergentes de

la estructura están superpuestos, aunque no por esto deben ser conflacionados, ejercen sus

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propiedades condicionantes de forma completa. Así, por ejemplo, la elección de qué estudiar

en el tercer ciclo educacional, para aquellos que este elemento está sometido a elección abierta,

no resulta un elemento problemático. No tiene constricciones como capacidades culturales de

una educación sin vacíos y con suficientes recursos para financiar las colegiaturas, sin embargo

aún debe velar por si la carrera que elige no está saturada y esto es un problema sistémico.

Siendo de hecho, que en su posición privilegiada de elección de carrera, ya está toda la

estructura y sus propiedades relacionada de forma superpuesta. Estas lógicas situacionales

derivadas de la estructura, Archer las ha sistematizado en cuatro formas de lógica situacional

derivada de la forma estructural: corrección, eliminación, protección y oportunismo.

Correspondiendo cada una a una forma específica de relación entre partes, tal como aparece en

la figura 5. Las lógicas situacionales, derivadas de las relaciones entre las partes, pueden

gradarse en lógicas situacionales de alto grado morfoestático a alto grado morfogenético.

Donde relaciones altamente morfoestáticas como las relaciones complementarias necesarias

que generan la lógica situacional de protección, pueden ir a relaciones altamente

morfogenéticas como las contradicciones contingentes que generan la lógica situacional de

eliminación.

Estas condicionantes, que Archer estipula, son propiedades emergentes de las formas de las

relaciones sociales que siendo externas a los sujetos tienen consecuencias sobre sus vidas.

Donde la primera es la ubicación involuntaria. Esta implica que las personas nacen en

relaciones sociales no buscadas dentro de la sociedad, las cuales dependen de las acciones

pasadas de otros agentes: “Ellos explican lo que se ha distribuido (material y culturalmente) y

también la forma de tales distribuciones; la naturaleza de los roles posibles, las proporciones de

posiciones disponibles en cualquier momento dado y las ventajas/desventajas asociadas con

ellas” (Archer 2009:274). De esta forma, Archer muestra que las ubicaciones involuntarias son

resultado de las distribuciones de recursos ideales y materiales, los cuales traen aparejados

ventajas y desventajas, condicionando los roles individuales a los cuales se puede optar. La

ubicación involuntaria es una posición en la estructura social como un resultado de la

configuración de instituciones, que en el capitalismo no está formalmente establecida, como sí

lo era en las épocas feudales o antiguas. La distribución en clases, y los tipos de clases, es un

resultado que queda como efecto conjunto de la configuración sistémica, sin impedimentos

jurídicos para el ascenso o el descenso de posiciones.

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En este punto hace su entrada un segundo condicionamiento estructural como es la idea de

“intereses creados” (Archer 2009:277). Los intereses creados vienen asociados a las posiciones

estructurales que ocupan las personas y afectan condicionalmente sus acciones subsecuentes,

cambiando estos intereses si las personas cambian de posición. Así, implican condiciones de

acceso a recursos que satisfacen necesidades y “no son igualmente accesibles para todos”

(Archer 2009:277). Estos recursos pueden verse multiplicados por la capacidad tecnológica,

pero el punto está en que “los intereses creados se refieren a ventajas relativas y no al bienestar

absoluto” (Archer 2009:278). Siendo estas ventajas relativas asociadas con las posiciones, ya

que las posiciones son posiciones por sus relaciones con los modos institucionales de acceso a

los recursos. Esto no implica, obviamente, que todas las personas en su actuar son motivados

por sus intereses creados, pero los posibles resultados de no perseguir sus intereses puede

implicar la pérdida de la posición: “Un capitalista que no muestra interés en maximizar su

ganancia puede dejar de ser capitalista” (Porpora en Archer 2009:278) Sin embargo, para que

las personas sigan sus intereses creados, deben encontrarlo “mejor que otras razones para otros

compromisos” (Archer 2009:278). Ya que los intereses creados no son una determinación

conflacionista del comportamiento y los agentes podrían no perseguir sus intereses creados.

Además, estos intereses creados pueden variar entre materiales e ideales y estos elementos no

pueden ser conflacionados entre sí.

La persecución de estos intereses creados da pie a otro elemento condicionante como son

los “costos de oportunidad” (Archer 2009:279). Este elemento Archer lo entiende como “…el

vínculo siguiente entre la formación estructurada de la situación de los agentes y sus reacciones

frente a ella” (Archer 2009:280). Lo que implica que dependiendo de las condiciones

estructurales los costos de oportunidad están asociados al logro de un proyecto y los tipos de

proyectos que se pueden perseguir (Archer 2009:280). En el primer caso “funciona mediante la

distribución de distintos costos para el mismo curso de acción entre quienes están situados

diferencialmente” (Archer 2009:281). Este punto es capaz de generar tales dificultades sobre

los cursos de acción de las personas que “los costos de oportunidad diferencial para el mismo

curso de acción constituyen razones para que se adopten caminos diferentes” (Archer

2009:281). Así, unos van a la universidad, otros a escuelas técnicas y otros inician su vida

laboral en las mismas cohortes de edad. De esta forma, los costos de oportunidad operan

generando situaciones en las cuales invertir tiempo y esfuerzo -mental o físico- como recursos

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agenciales y recursos obtenidos a través de la estructura como dinero o conocimiento, resultan

diferentes para las personas ubicadas en diferentes posiciones. Imponiendo gratificaciones a

plazos diferenciados o abandono de proyectos y reemplazos por otros más cortos, o esperas

largas de esa gratificación, o menor gratificación por los costos impuestos del proyecto. Un

ejemplo de esto, son los costos en educación superior donde quienes pueden pagar no

arrastran deudas y pueden disponer de los beneficios del trabajo profesional inmediatamente,

en cambio quienes arrastran deudas no pueden hacerlo, lo que puede llevar aparejado

velocidades distintas en las independencias personales.

Una cuarta forma de condicionamiento son los “grados de libertad interpretativa” (Archer

2009:284). Este elemento está en un plano cultural porque implica un proceso valorativo del

agente. Ya que se juega el argumento de que: “La ruta consiste no solo en ver el

condicionamiento estructural como una fuente de razones para las acciones, sino es mostrar

adicionalmente por qué los agentes tienden a encontrarlas mejores que otros cursos de

acciones que también pueden considerarse buenos” (Archer 2009:284). Lo que hace, que el

agente pondere los cursos de acción a seguir, evaluando ideal y materialmente los cursos de

acción a tomar, momento en que se imponen condiciones a la libertad interpretativa. No hay

algo así como un capricho inexplicable, ya que implicaría plena libertad interpretativa, sino grados

donde se pueden evaluar cursos de acción, en la cual de las relaciones entre las formas ideales

y materiales se logre un proyecto aceptable:

…una de las razones por las que el altruismo es inusual (y es la excepción a una regla que

muchos desearían no aceptar) es, por cierto, que la mayor parte del tiempo la mayoría de las

personas no toleran una discrepancia muy grande entre sus intereses materiales e ideales.

(Archer 2009:287).

De esta forma, hay límites bastante relevantes tanto a nivel material como ideal para las formas

discrecionales de los agentes. Los cuales si bien podrían estar liberados de constricciones

materiales, aún tienen que relacionarse con elementos ideales. Con lo que la posibilidad del

capricho totalmente libre resulta imposible. Ya que tiene gradualidad derivado de los intereses

creados y costos de oportunidad asociados tanto materiales como ideales.

Un quinto elemento y final, es la idea de “guía direccional” (Archer 2009:287). La guía

direccional es, quizás, uno de los elementos más relevantes de la teoría del condicionamiento

socio-cultural de Archer, ya que conjunta los elementos antes mencionados, implicando la

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pregunta de qué harán los agentes frente a los condicionamientos culturales y materiales. Así,

existe “un condicionamiento y guía estructural versus un condicionamiento y guía cultural”

(Archer 2009:291). Los cuales presentan una distancia ontológica pudiendo generar relaciones

de compatibilidad o incompatibilidad, siendo estas características “propiedades relacionales”

(Archer 2009:291). Nótese que el punto aquí es que hay compatibilidades entre las condiciones

del sistema cultural y el sistema social, lo que no obstaculiza que estas incompatibilidades o

compatibilidades se puedan dar al interior del sistema social o del sistema cultural mismo.

Archer siempre llama a vigilar los niveles a los cuales uno se refiere: “Se debe tener cuidado en

este punto, y resistir cualquier presunción encubierta de que estas influencias de segundo

orden, controlan las formas de condicionamiento de primer orden” (Archer 2009:290). La

relación entre dimensiones (cultural y material) y los niveles de esas dimensiones (macro o

micro) van generando situaciones en las cuales si bien no se eliminan los juicios discrecionales,

se incluye la guía direccional:

Esto funciona entregando buenas razones para cursos de acción particulares en forma de

beneficios y penalidades asociadas por perseguirlos o ignorarlos, los que nuevamente son

canjeados mediante su impacto positivo o negativo en los intereses creados. (Archer

2009:293).

Así, bajo condiciones de incompatibilidad sistémica unos actores pueden seguir la guía

direccional y otros buscar la modificación de las condiciones actuales, haciendo que la guía

direccional se traduzca en acciones diferentes. Generando proyectos distintos dependiendo de

los costos de oportunidad de los intereses creados en las posiciones, los cuales serán objeto de

reflexión por parte de los agentes en grados limitados de libertad interpretativa, por las

condiciones de las situaciones estructurales y culturales.

Con este último elemento se puede cerrar la teoría de la estructura en Archer en sus tres

formulaciones complementarias: la teoría sustantiva de la estructura, la teoría de la

configuración estructural, la teoría de los niveles de emergencia y la teoría de los

condicionamientos estructurales. Esta es una de las entidades que entran en el juego mutuo a

través del tiempo en Archer generando procesos de morfogénesis. El otro elemento inevitable

es la agencia en presente, ya que estas estructuras aquí presentes son resultado del juego mutuo

entre la agencia del pasado frente a su estructura coetánea.

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La agencia en el realismo morfogenético: identidad, reflexividad y acción.

La agencia es también, tal como la estructura es la representación de las partes, una

representación general del aspecto subjetivo, humano, de la vida en sociedad. La agencia opera

con sus capacidades intrínsecas y propiedades emergentes en el esquema de Archer. Aunque

falta mucho que decir antes de llegar a ese punto. En el comienzo de una analítica sobre el

enfoque morfogenético hay que establecer férreamente que la estructura no ejerce presiones

hidráulicas sobre las personas. Lo que hace que sea necesario explicar por qué las personas

actúan en la vida social de la forma en que lo hacen, no pudiendo suponerse la actividad

agencial como sub-producto o derivada lógica de la estructura, ya que eso es precisamente una

explicación conflacionista. Para Margaret Archer las personas actúan en la vida social en

relación de juego mutuo con la estructura, la cual es externa y anterior a ellas. Entonces, actúan

frente a la estructura porque tienen muy buenas razones para hacerlo. Y las razones son causas.

Esto se da, incluso, bajo condiciones coactivas como una detención policial. Si las personas, se

dejan detener es también basado en una razón, como imposibilidad física de defenderse y las

agravantes normativas asociadas. Y eso es un proceso reflexivo. No un comportamiento reflejo

o determinado por el ambiente. Ni una determinación catéctica por parte de la cultura hacia el

cuerpo del individuo. De hecho, en las organizaciones más coercitivas que la humanidad haya

creado como las cárceles, entendidas por la sociología de Goffman como “instituciones

totales”, las personas nunca dejan de actuar reflexivamente, aun contra su voluntad, negando la

“totalización” subjetiva por parte de la organización (Goffman 2009). En la teoría de Archer, el

mundo y sus órdenes natural, normativo y práctico; entran en contacto con los seres humanos,

no los determinan.

La teoría de la agencia en Archer se encuentra a lo largo de toda su obra. Sin embargo, tiene

un momento importante a partir del año 2000, con la publicación de “Being Human: the problem

of agency”. La agencia es, al igual que la estructura, una serie de formas superpuestas, pero no

elidibles, lo que hace que sea una forma emergente. La actuación de la agencia en el enfoque

morfogenético puede separarse en tres dimensiones, lo que implica al menos que hay tres

teorías complementarias de la agencia. La primera es la más conocida en sociología, que es la

idea de que la agencia es la base de toda acción. No hay sucesos en el mundo, al menos en el

orden práctico y normativo, si los humanos no entran en actividad. La realidad del orden

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natural y la sucesión de eventos naturales, no puede negarse, haya estado el hombre ahí para

verlo o no, ya que “la realidad natural no requiere en sí misma ser reclamada, por ello es auto

subsistente” (Archer 2000:2). Sin embargo, “la realidad social es diferente” (Archer 1998:189).

La realidad social depende de que se realicen distinto tipo de actividades humanas, las cuales

no pueden conflacionarse con la estructura, ya que agente y estructura son dos entidades

diferentes, relacionadas, pero ontológicamente diferentes. El punto central es que es la agencia

quién realiza la actividad, pero una cosa es la agencia en sí o las personas, y otra cosa es la

agencia en sentido propio o lo que hacen las personas. Esta distinción no puede evitarse, ya

que el argumento de la reflexividad como momento de diseño de acción es anterior, lógica y

temporalmente, a la actividad misma.

El elemento de la agencia en sí encierra en Archer la conformación de una teoría que se

instala en este punto temporal anterior a la agencia en sentido propio. Y esto es la teoría de la

identidad de la agencia, donde los modos de agencia como formas de acción, pasan a ser

también procesos internos de las personas como formas identitarias. Demás está decir que no

hay acción posible de una agencia frente a la estructura, sin problemas de conflación, si es que

no está acompañada de una forma identitaria. Una tercera forma de teoría de la agencia

comienza a vislumbrarse en los trabajos más tardíos de Archer, la cual es la teoría de la

reflexividad, donde desarrolla al máximo la opción de una agencia, no solo no sometida a

presiones hidráulicas pavlovianas o conformada socialmente en diferentes formas de identidad,

sino que Archer sortea todas las posibilidades de una agencia reducida a la sociedad. O, lo que

es lo mismo, un individuo de acción disposicional, de identidad personal derivada directamente

de la sociedad. Y para eso produce una teoría de la reflexividad agencial como “conversación

interna”, punto culmine del proceso teórico de la agencia.

Así, la teoría de la agencia se desarrolla en tres dimensiones: formas de acción, formas de

identidad y formas de reflexión. En orden histórico de aparición, Archer comienza

cuestionando que la actividad de los agentes se pueda explicar completamente por la

estructura, que es el argumento de fondo en la recuperación del dualismo de Lockwood. Ya

que en este, la agencia o los actores, retienen algo que todas las formas conflacionistas le

restaban al ser humano, la cuales su capacidad de incidir con sus propios atributos en el

cambio del corazón institucional de una sociedad. Presentaré el argumento en orden de

aparición histórica, ya que resulta ordenado, ofreciendo complementariedad y profundidad

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sobre el agente. De alguna manera, desde la primera formulación del enfoque, hay una teoría

del agente que Archer ha ido desempacando hasta la formación misma de la persona.

Being Human, es mucho más que un libro sobre la agencia, es una defensa del ser humano

en la teoría sociológica. E incluso, es la defensa de la imposible disolución de la humanidad en

el mundo: “Hace veinte años, la idea de escribir un libro sobre la agencia humana no me

parecía como un proyecto defensivo” (Archer 2000:1). Pero, “Desde entonces, ha habido un

frontal y total asalto sobre la agencia en sí misma, en el cual la moderna muerte de dios se

encuentra ahora igualada por la posmoderna muerte de la humanidad” (Archer 2000:1). La

agencia se encuentra en duda bajo cierto tipo de teorías que obliteran epistémicamente a la

agencia o la despotencian sometiéndola al poder total. O, tiene como objetivo borrarla de la

sociología, como en la muy poco antropológica idea del antropólogo Claude Lévi-Strauss: “Yo

creo que el objetivo último de las ciencias humanas no es constituir al hombre sino disolverlo”

(Lévi-Strauss en Archer 2000:18). Si en verdad el objetivo del filósofo-etnógrafo era

argumentar contra el hombre moderno, y no contra el ser humano en sí, es una comprensión

de la frase de Lévi-Strauss. Si el problema era el antropocentrismo moderno como

caracterización de un ser omnipotente que modificaría el mundo a su semejanza o imaginación,

resulta un problema aparte. Rectificar racionalmente la sociedad es una aspiración cultural de la

época moderna, al poder conocer sin misterios ni tabúes la naturaleza del mundo, se entiende

que los creadores dejarán de someterse a la creatura. Si las agencias históricas modernas y las

instituciones que generaron, no el sujeto filosófico, estuvieron o no a la altura de los

postulados filosóficos sobre las posibilidades humanas, que es una crítica muy moderna, es

otro asunto. O, si realmente no se puede reformar la sociedad a imagen y semejanza del

pensamiento humano, cosa que el realismo de Archer acepta. Es, inevitablemente, harina de

otro costal.

La declinación del entusiasmo sobre las posibilidades estructurales de la razón humana, que

como una metafísica de las costumbres pusiera a la altura de la razón al mundo, no implica que

se disuelva a la humanidad en sí misma. Las personas siguieron aquí, no son signos en una

comunicación, por muy etiquetados que estén, que deambulan azarosamente en un juego

simbólico sin referencias, propio de las palabras o de la lengua o de la comunicación: “Fuera de

la academia, las personas ordinarias actúan de una no disuelta moda –ellos confrontan el

mundo, significan la naturaleza y practican, antes que ser solo sociedad, para esto funcionan

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como seres humanos y no pueden ser endosados a una falacia lingüística” (Archer 2000:2). Si

esto es así, entonces se deben levantar las condiciones teóricas, para reinstalar a los seres

humanos en la sociedad sin ser juguetes de esta. Por muchas propiedades emergentes que

pueda tener la sociedad nunca es plenamente autónoma de lo que los agentes hacen o piensan.

Eso es reificación. E incluso, antropomorfismo.

Para comprender la idea de agencia, que no deja de ser un asunto problemático. Habría que

partir diciendo que la noción de agencia en latín, implica un significado muy especial para la

sociología, agencia viene de “agentis” o “el que hace”. Y Archer toma este punto considerando

que los seres humanos cuando son agentes “son agentes de algo” (Archer 2009:343). La

agencia desarrolla actividades en relación con las tres dimensiones del mundo al mismo

tiempo: se relaciona con la naturaleza, con los artefactos y con la sociedad. La agencia es

mucho más que ser humano, ya que es una forma superpuesta de propiedades emergentes,

tanto ontogenéticamente como filogenéticamente. La antropología física cubre los aspectos

físico-biológicos del ser humano a lo largo de su desarrollo, hasta su condición de homo

sapiens-sapiens. Largos procesos evolutivos como la transformación de las manos en forma de

tenaza con el pulgar cruzado son parte de las condiciones biofísicas del ser humano. Se puede

decir realistamente que el ser humano en sentido biofísico es ya una forma emergente, que

tiene su propia morfogénesis tratada por la teoría de la evolución humana. Para la sociología, el

argumento sobre la agencia comienza con el homo sapiens-sapiens como forma estable, donde

un nuevo proceso de morfogénesis comienza, solo que ahora está en otro nivel de propiedades

emergentes. Y con estas entra en contacto con el mundo que lo rodea.

Los seres humanos para sobrevivir frente al orden natural desarrollaron formas de

entendimiento, coordinación interaccional, artefactos; generando un nuevo medio frente el

orden natural, un medio cultivado con el cual posibilitaron su éxito como especie en el mundo.

Sobre esta relación directa con el mundo es que se generaron distintos modos de agencia, en su

primer sentido como un modo estratificado de agencia, donde se distinguen al menos cuatro

estratos: las colectividades (agencia primaria), los actores individuales, los grupos organizados

(agencia corporativa) y las poblaciones (Archer 2009:259) Las cuales entran en relación de

juego mutuo, con las posiciones, los roles, las configuración institucional y los sistemas. Este

modelo estratificado de la agencia se basa, según Archer, en que:

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Hay propiedades emergentes de las colectividades e individuos, que difieren de las

propiedades emergentes de grupos corporativos, que a su vez difieren nuevamente de

aquellas que pertenecen a las poblaciones. (Archer 2009:260).

El punto está ahora en qué difieren esas propiedades emergentes. Hay que decir que este

argumento no está prístino en Archer, ya que se centrará más bien en el proceso formativo,

sobre lo que llama morfogénesis triple de la agencia, de “ser humano, individuo, actor y

agente” (Archer 2009:261). No pueden coincidir en propiedades, a pesar de que sí pueden

hacerlo físicamente. La triple morfogénesis de la agencia en Archer implica que en el tiempo,

inevitablemente como todo el enfoque morfogenético, los seres humanos pasan a ser parte de

una colectividad específica, llegan a ser actores individuales y pueden transformarse en agentes

corporativos. Esta es la triple morfogénesis en el tiempo.

Sin embargo, la agencia si tiene esta triple morfogénesis debe distinguirse fuertemente, sino

se cae en conflación. Los seres humanos, desde el punto de vista de Archer, pasan por esta

triple morfogénesis en su proceso vital en el mundo. Adquiriendo capacidades diversas en este

proceso. El argumento de Archer se basa en que los seres humanos adquieren su condición de

agente en un proceso en el tiempo. Sin embargo, la diferencia central de las formas de agencia

está puesta en otro plano, por ejemplo cuando se trata de distinguir entre “personas, los

agentes y los actores”, se debe tener en cuenta que para:

un censo solo necesitan saber quién cuenta como persona humana, mientras que quienes

hacen una encuesta tienen que saber sobre las relaciones de las personas en varias

distribuciones sociales(…) Finalmente, los comités de ascenso tienen que considerar la

adecuación de los candidatos para ocupar cargos específicos. (Archer 2009:340).

Y luego agrega: “tales distinciones son importantes no solo para los investigadores, sino

también para las propias personas, porque las cosas que pueden hacer en tanto seres humanos,

agentes y actores son asuntos distintos, implican poderes distintos, intereses distintos y razones distintas”

(Archer 2009:341) (cursiva mía)

Entonces en ese hacer, donde convergen poderes, intereses y razones; es el punto desde el

cual se puede distinguir a la primera teoría del agente. Así, las colectividades, los actores

individuales, los grupos corporativos y las poblaciones; no son sino tipos diversos de acción

agencial frente a la estructura. Los actores individuales y los grupos corporativos, como se

puede entender, son acciones de individuos frente a sus roles y los grupos corporativos son

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acciones colectivas frente al marco institucional. No presentando dificultades para pensarlos

como formas de acción, las acciones de los actores individuales tienen como elemento central

realizar los roles prescritos normativamente. Pudiendo ser altamente problemáticos en

términos de roles: tener que ser padre y asalariado en medio de una crisis económica implica

no solo dos organizaciones que dependen de dos instituciones distintas, sino que las

posibilidades de los agentes de realizar los roles prescritos depende de la compatibilidad

estructural entre estas instituciones. O, de la misma manera, tener que ser madre, esposa y

trabajadora que es más que una triple jornada de esfuerzo físico; sino tres roles con

compromisos y preocupaciones propias, con expectativas creadas en el resto de la familia,

empresa y pareja.

La agencia corporativa tampoco ofrece mayores problemas, en esta forma se encuentran las

capacidades morfogenéticas y morfoestáticas de la estructura que no están en ninguna otra

forma de agencia. Las agencias corporativas articulan los intereses derivados de la estructura, y

“buscan empujar y tirar la estructura institucional y sistémica en diferentes direcciones”

(Archer 2009:352). Pueden haber, obviamente, agentes corporativos que busquen la

transformación sistémica de la sociedad, esto es cambiar toda la estructura institucional en pro

de generar nuevas propiedades emergentes, como poner fin a la desigualdad material. O, hay

agentes corporativos que busquen solo generar cambios en algunas formas institucionales,

como incentivos pro empleo en un sector poblacional o políticas públicas sectoriales, e incluso

protección de precios estatal frente a la competencia global. O, agentes corporativos que

busquen la mantención de la estructura institucional actual. En cualquiera de los tres casos se

trata de agentes corporativos que impulsan proyectos colectivos sobre las estructuras.

Los agentes primarios o colectividades presentan un problema distinto. Si la relación de

acción entre agencia y rol es de actor individual, y la de agencia corporativa frente a la

estructura institucional es de acción colectiva. La agencia primaria debe tener algo que la

caracterice como forma de acción de la agencia, sin embargo Archer comienza negando

algunas posibilidades: “Los actores primarios no pueden articular proyectos ni movilizarlos

para su logro. No pueden interactuar promocionalmente sino solo reaccionar

atomísticamente” (Archer 2009:349). Para Archer, el punto de las colectividades y sus formas

de acción es que “quedan restringidas a la apreciación silenciosa de quejas o dudas, al rebelde

sacrílego por insubordinación solitaria o al retiro personal (…) El efecto sistémico más

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importante de la agencia primaria es solamente demográfico” (Archer 2009:349). Ahora, no

tener efectos sistémicos claros y distintos, no significa no afectar el sistema, si los individuos de

una posición baja proyectan ir a la universidad, el sistema puede ser modificado para

desarrollar nuevas formas de ingresos, ampliando la matrícula o no seleccionando, generando

que los profesionales provengan de colectividades distintas. Así, las colectividades si realizan

formas de acción, solo que no son directamente sistémicos ni institucionales, pudiendo ser

similares individuo por individuo, frente a su posición. Cuando una gran cantidad de personas

cambia de posición estructural poblando posiciones estructurales con nuevos contingentes se

produce movilidad social. Se puede decir, entonces, que las agencias primarias son formas

agrupadas de individuos que ejercen acciones similares por razones similares, ya que están

condiciones similares. Su característica como forma de acción, es el mundo privado, asociado a

las familias en posiciones estructurales.

Las poblaciones como forma de acción resultan más complejas. Archer no tiene mención

hacia ellas. Una población es la forma más general de la agencia, como conjunto de personas

ordenadas según diversas propiedades emergentes, desde condiciones demográficas hasta

capacidades técnicas; las cuales realizan proyectos en el mundo privado o doméstico,

encarnando roles como proyectos individuales y desplegando proyectos colectivos. Ese

cúmulo de actividad de las diversas personas, es lo que se puede denominar población como

una forma de agencia. Es ahí donde las propiedades emergentes del sistema como plazas de

trabajo, esperan ser absorbidas por medio de las propiedades de la población, distribuidas

abiertamente a todas las colectividades en una sociedad meritocrática. Es frente a las

poblaciones que los recursos alimenticios totales, no la distribución de estos, resultan

relevantes. Ya que si no alcanzan habrá hambrunas y descontento general, abriendo

oportunidades para agentes corporativos críticos, siendo la población general un espacio

subjetivo a conquistar. Son las distribuciones de votos en las poblaciones las que ganan las

elecciones. Este punto tiene a las formas subjetivas de acción de la agencia ya distinguidas,

siempre se podrá hacer nuevas especificaciones sobre este elemento, sin embargo lo relevante

ahora, era poder distinguir la primera teoría de la agencia de Archer.

La segunda teoría de la agencia de Archer trata ya no de las formas de acción agencial, sino

de un plano interior a los individuos que actúan. Ya no se trata de qué cursos de acción o

proyectos realizan, sino por qué deciden realizarlos de una manera específica frente a las

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condiciones sistémicas. Archer establece que las personas realizan cursos de acción porque

tienen muy buenas razones para hacerlo. Y el punto está ahora en cómo se forman esas

razones al interior del individuo. Tomando esta senda, Archer elaborará una teoría de la

identidad de los individuos en la cual destacará la relación que tienen los sujetos con el mundo.

Hay varias formas de contacto con el mundo, ya que el mundo tiene variadas formas; hay una

forma física de contacto con el entorno, una práctica con el orden de los objetos y una

normativa frente a otros sujetos (Archer 2000: 199). De estas tres dimensiones del mundo, los

sujetos generan preocupaciones, las cuales son elaboradas hasta constituir una jerarquía de

prioridades. Sin embargo, como no se viene preparado como agente al momento de nacer,

constituir las preocupaciones será un proceso, resultando distintas dependiendo del momento

vital en que estén los sujetos, de los recursos disponibles, etc. Ya que estos elementos

repercuten como experiencias subjetivas en los individuos.

En el argumento de Archer las emociones que se generan en el contacto experiencial con el

mundo son reelaboradas de acuerdo a las condiciones subjetivas de los individuos. Donde

estas condiciones individuales, cuando se trata del contacto con el mundo social toman la

forma de una autoestima. Desde ahí, es que se puede dar cuenta de las preocupaciones más

relevantes: “Generalmente, las preocupaciones sociales más importantes de nuestra autoestima

están establecidos en ciertos proyectos (carrera, familia, vecindad, club o iglesia) sobre cuyo

éxito o fracaso podemos atribuir nuestra valía” (Archer 2000:219). Sin embargo, no se

pondera cualquier elemento del mundo por muy establecido que esté y por muchas ventajas

que genere. El punto central es que las preocupaciones que se extraen del contacto con el

mundo se transformarán en preocupaciones más o menos importantes como expresión de la

identidad de las personas. Donde la identidad como personas está ligada a la relación de los

sujetos con el mundo en sus tres dimensiones. La forma final como persona, luego del

proceso de formación, es una estructura o configuración o constelación de preocupaciones,

que define la identidad personal.

La identidad de los sujetos se forja en relación con el mundo. Eso es inevitable. El punto

central, es que no se trata de una identidad cartesiana de pensamiento puro. Sino que es una

identidad en relación con las experiencias en el mundo, las cuales generan emociones, o

estados corporales: dolor, hambre, excitación, decaimiento. Sin embargo, estas emociones, sea

cual sea su fuente (normativa, práctica o natural); son procesadas como emociones de primer

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orden, articuladas y rearticuladas, emergiendo posteriormente como emociones de segundo

orden. Archer ocupa una representación típica de esto: “Y me dije a mí mismo”. Este decir a sí

mismo sobre un asunto de importancia, como un proceso en el cual un alguien le habla otro

alguien dentro de la misma persona, encierra el punto crucial de lo que Archer llamará

“conversación interna”. Ahora el punto es: ¿Quién le habla a quién? Y ¿Sobre qué? (Archer

2000: 228). Así, para que alguien le hable a alguien debe haber varios alguien dentro del mismo

individuo, a este elemento se le puede denominar identidades. Hay varias identidades dentro de

una misma persona, ya que hay varias formas de referirse a sí mismo. Archer establece que

“desde el actual Yo, el agente de toda acción, espontáneo y libre, porque el yo soy, puede

definir toda situación sin consideración de hábito o precedente” (Archer 2000:229). Sobre este

punto, es que Archer dice que este Yo espontáneo que siente el mundo en acción,

incorporando emociones en su contacto, entra en conversación con un Tú futuro “…quien es,

entonces, ontológica y lógicamente distinto, muy comprometido a las reglas de la comunidad”

(Archer 2000:229). Nótese que estos elementos, Yo y Tú, son dos formas de entender la

relación del individuo con el mundo en el correr de la experiencia. Solo que uno de estos

elementos tiene incorporadas normas y el otro experimenta el mundo directamente. Así, entre

ellos se genera una conversación interna, al interior del individuo.

Las preocupaciones se forjan de la emocionalidad. La emocionalidad del Tú puede ser

contextual, no si sintió aquello qué sintió, ya que lo sintió. El Tú procesa la emoción y puede

preguntarse: ¿Es correcto sentir eso? Esto implica, que Yo y Tú, no solo no coinciden, sino

que incluso podrían ser no solidarios entre sí. Esta primera aproximación, como ejemplo de la

conversación interna, lleva a que Archer distinga cuatro formas básicas de identidad personal.

Las cuales son cuatro formas de referirse a sí mismo, de generar una relación entre el individuo

y algún objeto externo sea social, práctico o natural. Estas cuatro formas de identidad personal

son el “Yo, Mí, Nosotros y Tú” (Archer 2000:295). Un argumento importante, es que el Yo y

el Mí, están en un plano de despliegue privado, con una sustantiva diferenciación en el Mí.

Archer pone un ejemplo, el Yo puede querer cualquier cosa, el Mí “conoce su lugar” (Archer

2000:265). Este proceso en la formación es de socialización, el cual cuando pasa a un plano de

realización colectiva con los agentes corporativos, se despliega en ámbitos públicos,

personificándose como actores. Proceso que redunda en compromisos de las personas, esto es

con preocupaciones primordiales estables que repercuten nuevamente sobre el Yo. Con esto,

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la persona cuando ha estabilizado su proceso morfogenético, cuando se le considera adulto,

posee una estructura de estas formas como Yo, Mí, Nosotros y Tú.

Así, se forja en el individuo, una identidad personal que es una configuración de identidades.

Donde la agencia primaria es Mí o persona social, la agencia corporativa es Nosotros y el actor

es Tú. Y sin embargo, el impulso físico de la acción, la da el Yo. Estas cuatro formas de

identidad están en la misma persona, con compromisos desiguales, derivados de las

preocupaciones frente a las situaciones del mundo. De esta manera, no se puede dudar que en

la conformación de la identidad personal de los años sesenta y setenta, el Nosotros dominó al

Mí. Generando las acciones de los militantes políticos, que arriesgaron sus vidas en los

procesos de cambio estructural, incluso bajo condiciones de sometimiento como la tortura.

Donde la estrategia es quebrar el compromiso de las personas con el Nosotros, a través de la

mortificación física del Yo y psicológica del Mí. Obviamente, con el paso del tiempo y las experiencias

que van procesando, los individuos se diferencian por grado de estabilidad de las

preocupaciones, momento en el cual son menos afectados emocionalmente por el mundo. La

relación hace que el sujeto esté bastante más claro y firme sobre sus preocupaciones,

equilibrando -de manera relativa- su relación con los contextos. Esto se logra, según Archer, ya

que las preocupaciones comienzan a ser desarrolladas en la relación entre individuo y mundo, y

no simplemente traspasadas desde el mundo al individuo como emociones. Esta condición se

basa en que las preocupaciones primordiales de los agentes adultos están formadas. Así, las

personas pasan por un proceso propio de morfogénesis, donde hay una etapa de mayor

condicionamiento, una de interacción y una de elaboración, sobre sí mismos.

Archer sobre este punto, desarrolla una argumentación, donde se produce un diálogo entre

las distintas identidades:

El diálogo es una dialéctica entre nuestras preocupaciones humanas y nuestros comentarios

emocionales sobre ellos. Cuyo producto en todo tiempo, es la designación de ciertas

preocupaciones como primordiales para nosotros, pero también con las cuales podemos

vivir. (Archer 2000: 230)

Esto es producto del procesamiento al interior del individuo, entre las preocupaciones

derivadas de sus identidades y su contacto con el mundo. Este diálogo tiene tres fases –una vez

más- “discernimiento, deliberación y dedicación” (Archer 2000: 231). El discernimiento es una

relación al interior del sujeto, donde este se toma a sí mismo como objeto, distinguiendo que

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proyectos debe y puede realizar. La deliberación implica el momento de discriminación entre

los proyectos posibles frente al mundo, el cual también se realiza entre las distintas identidades

del sujeto. La dedicación, conlleva el momento en que discriminados los proyectos, se asumen

los costos que puede tener para los otros proyectos en distintas dimensiones; por ejemplo

tener hijos para los profesionales, tiene costos económicos individuales e interrupción de

carreras para las mujeres en pro de preocupaciones familiares: “…dedicación es el momento de

un diálogo conflictivo, por el final (provisional) del diálogo que tiene que alcanzar priorización

y alineamiento” (Archer 2000:238). Estos elementos se cierran en el proceso de identitario de

agentes adultos en el cual las preocupaciones primordiales generan formas de deliberación,

discernimiento y dedicación; cada vez más estables frente al mundo. Las que al establecer la

relación con el entorno se desarrollan como identificaciones con aspectos de este. De acuerdo

a los compromisos específicos de esas preocupaciones primordiales frente al mundo -y sus

dimensiones naturales, normativas y prácticas- es que se puede establecer la configuración

identitaria, ya que en esos asuntos es que se juega la trayectoria vital de las personas: “Esta es la

precisa configuración de esta triada de preocupaciones la que representa nuestra estricta

identidad personal” (Archer 2003:120). No está demás decir que las preocupaciones frente al

orden normativo –social y cultural- derivan en una estructura propia.

La tercera forma de teoría de la agencia comprende la última parte del trabajo de Archer. Y

marca el momento más alto de una teoría no conflacionaria. Ya que las teorías contemporáneas

en sociología pueden perfectamente tomar todo lo desarrollado hasta el momento por el

enfoque morfogenético y encajar las teorías de la agencia como forma disposicional en los

individuos en las etapas estructurales. Como por ejemplo la teoría del habitus de Bourdieu, que

perfectamente podría retomar todos estos argumentos y readecuarlos sobre su condición de

sentido práctico de origen wittgenstiano. Tanto es así, que Archer lo expone como un autor a

criticar en esta tercera parte de su teoría de la agencia (Archer 2007a, 2010, 2012). La teoría de

la agencia en esta tercera parte comienza con la recuperación de la idea de la reflexividad. La

cual tomará el nombre de modo de diálogo interno o modo de conversación interna.

Entonces entrar en contacto con el mundo implica para los seres humanos iniciar procesos

de reflexividad. Obviamente que la reflexividad, es una forma emergente de procesos

biológicos que tienen su propia morfogénesis. Como el poder generar formas abstractas de

pensamiento que puedan resistir lo episódico de la experiencia y tener una continuidad.

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Pudiendo elaborar formas de relación con el entorno que puedan comunicarse, criticarse y

desarrollarse; hacia y por otros. La reflexividad es una propiedad o atributo propio de los seres

humanos, que no depende de las condiciones institucionales o del entorno natural o del orden

práctico; los seres humanos nacen con esta propiedad, aunque sus posibilidades de desarrollo

dependen de las condiciones que generaron los agentes reflexivos anteriores como

posibilidades socioculturales. O, como dice Margaret Archer: “Reflexividad es el ejercicio

regular de habilidad mental, compartida por todas las personas normales, al considerarse a sí

mismos en relación con sus contextos sociales y vive versa” (Archer 2007a: 4). O, en otro

registro: “los agentes con la reflexividad examinan sus preocupaciones personales a la luz de

sus propias circunstancias sociales y evalúan sus circunstancias a luz de sus propias

preocupaciones” (Archer 2007b: 41). La reflexividad es una forma de reflejo interno del

agente del complejo y problemático mundo, de sus muchas relaciones entre sus diferentes

ordenes, el cual puede ser aprehendido, diseccionado, en busca de una solución. La

reflexividad puede ser una forma de saber si se existe como en las meditaciones metafísicas de

Descartes (Descartes 1993). O, si se puede tener certeza del mundo externo como en

Wittgenstein (Wittgenstein 1997). E, incluso, para deliberar si los pensamientos son propios o

derivados de la experiencia como en Hume (Hume 2004). Lo que no se puede dudar, más allá

de las escuelas epistemológicas, es que hay una forma de aprehender el mundo exterior y

reflejarlo internamente.

Para el aspecto sociológico, y en exclusiva del enfoque morfogenético, los agentes deben

desarrollar reflexividad frente a la estructura para resolver los problemas que la estructura

social les genera. No solo cuando no hay líneas de acción claras, como en la idea de anomia,

momento en que la estructura social se vuelve problemática, sino que constantemente. Aunque

la reflexividad es un imperativo aún más importante en esta sociedad de modernidad tardía,

donde los contextos se vuelven cada vez más incongruentes para los agentes (Archer 2012). Se

puede invertir más o menos tiempo de reflexión, sin embargo no deja de ser problemático el

mundo ya que está sucediendo. Con estructuras relacionales de más larga duración que los

agentes que las reproducen o transforman, pero sucediendo. Y los resultados de la reflexividad,

deben suceder aún y en un tiempo determinado, so pena de que los costos pueden

incrementarse, lo que implica que la reflexividad también ocupa tiempo en los agentes.

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La reflexividad varía, entonces, de acuerdo a las preocupaciones agenciales y las condiciones

socioculturales de los humanos que la realizan. A mayores capacidades culturales de los

agentes, resultado de una distribución social de recursos, no natural; la reflexividad puede

tomar mayor o menor tiempo. Si se trata de un asunto de nivel macro estructural, puede

necesitar mayor dedicación para agentes altamente capacitados. O, si se trata de un asunto

personal o trivial puede simplemente tomar una decisión reflexionando autónomamente. Este

punto, Archer lo llamará conversación interna, donde la reflexividad toma formas específicas

predominantes, dependiendo de las condiciones de los agentes. Este elemento no será tratado

aquí, ya que ahora el modo de conversación interna, es retomado por Archer como juego

mutuo intra-agencia, siendo para la autora el vínculo perdido de la sociología (Archer 2003:9).

Así, se completa la teoría de la agencia en Archer, y se puede entender como: tipos de acción;

tipos de identidad y tipos de reflexividad en orden histórico de desempaque. Pero en orden

teórico empacado es: formas de identidad, formas de reflexividad y formas de acción.

El juego mutuo en el realismo morfogenético: temporalidad y reflexividad.

El objetivo primario del enfoque morfogenético es dar cuenta de la transformación o

reproducción del corazón institucional de una sociedad, a través de una teoría no

conflacionaria entre agencia y estructura. Para esto presenta a la relación como una forma no

determinada, de ninguno de los dos elementos y tampoco de mutua constitución constante.

Denominando a la relación como una forma de juego mutuo. Así, ha presentado dos

soluciones teóricas, la primera está basada en una metodología analítica de tres fases

temporales, que es el procedimiento morfogenético desde el principio en 1979 hasta 1988; que

es la secuencia de condicionamiento como fase 1, interacción como fase 2 y elaboración como

fase 3. Y la segunda es un desempaque de esta solución metodológica, pero en clave realista

desde el año 2000; lo cual implica un trabajo interno sobre el juego mutuo entre dos entidades

ontológicamente distintas en cada fase, la cual se realiza por medio de la reflexividad. Así, se

completa el argumento morfogenético, ¿Cómo la estructura afecta a la agencia? Por medio del

condicionamiento. Y ¿Cómo la agencia responde? Por medio de la reflexividad. Donde la agencia con

preocupaciones, diseña proyectos y despliega prácticas (Archer 2007). De esta forma, se

despliega una teoría del juego mutuo al interior de las fases morfogenéticas, la estructura afecta a

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la agencia generando condicionamientos a las preocupaciones de la agencia; los individuos

desarrollan conversación interna y diseñan proyectos que afectan a la estructura. Pudiendo en

estos procesos generar rizos morfogenéticos que pueden hacer cambiar de fase a la relación

entre estructura y agencia.

La primera solución se despliega en base al argumento de que la relación entre integración

social e integración sistémica se puede ordenar de forma no conflacionaria, a través de una

disposición analítica en el tiempo de ambos elementos como un dualismo analítico derivado

de la temporalidad. Donde,

El argumento central es que la estructura y la agencia solo pueden vincularse al examinar su

juego mutuo a través del tiempo, y que sin la incorporación correcta del tiempo el problema

de la estructura y la agencia no se podrá resolver nunca de forma satisfactoria (Archer

2009:107).

La forma en que Archer establece esta relación, es a través de tres fases analíticas, donde al

final del ciclo no hay una relación conflacionaria entre agencia y estructura. De esta forma, la

estructura condiciona a la agencia como fase 1. La agencia interactúa con la estructura como

fase 2. Y la estructura es reelaborada por la agencia como fase 3. Estos tres momentos, son

modos de encajar los énfasis conflacionistas de las teorías sociológicas anteriores. Con lo que al

final del proceso no hay conflación, ya que se han relacionado agencia y estructura generando

nuevas formas institucionales, sin que sea la agencia o la estructura por sí, la entidad monolítica

que gatilla la transformación. Con esto, el enfoque morfogenético logra superar a las teorías

anteriores, insertándolas en un nuevo marco categorial. Así, en la fase 1 “pesa” más la

estructura, en la fase 2 hay equilibrio entre agencia- estructura, y en la fase 3 “pesa” más la

agencia.

Demás está decir, que la idea no conflacionaria es poder representar la relación entre

agencia y estructura, sin sobreponderar teóricamente a la estructura con la agencia, antes de saber

empíricamente las condiciones de agencia y estructura. No es lo mismo, y hay que decirlo con

todas sus letras, estar en la cárcel que en la escuela, ni bajo un régimen político democrático

que uno totalitario. El peso de la configuración normativa como condicionamiento coercitivo,

que ejerce guía direccional por medio de los proyectos coactivos de los otros hacia el proyecto

de ego, es extremadamente diverso; lo que rompe cualquier continuidad argumental, más allá

de que se trate de una relación agencia/estructura. El radio de acción de un individuo en un

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régimen democrático es bastante más abierto que el radio de acción en un régimen totalitario,

donde se debe estar atento a todo; ya que los sistemas de vigilancia monitorean e imponen

importantes costos, a una mayor diversidad de acciones, no solo lo que se hace, sino lo que se

lee, ve y comunica. Este punto es relevante, ya que no se trata de relaciones teóricamente

equilibradas entre agencia y estructura, ya que sería responder otra vez teóricamente a los

elementos en juego. La posibilidad de reproducción o transformación de la estructura, que está

en relación con la agencia, es un problema empírico e histórico. Entonces, el argumento no

conflacionario de Archer se basa en estos ciclos de temporalidad, donde la estructura de hoy

tiene un antecedente en la estructura de ayer, y entre medio está la agencia de ayer, que generó

la estructura de hoy. En base a este esquema cíclico es que Archer da cuenta de los procesos

morfogenéticos de forma no conflacionaria.

Archer ha resuelto el punto con estas tres fases temporales. Sin embargo, el esquema solo

sirve para diferenciar entre los momentos del ciclo, ya que las relaciones entre agencia y

estructura, deben ser caracterizadas en cada fase del período y también entre cada fase entre sí.

Así, al interior de las fases aún hay que hacer un argumento no conflacionario. Esto se basa en

el hecho de que la sociedad y la agencia son entidades distintas, entre las cuales hay un hiato

ontológico, como se ha repetido más de una vez; razón por la cual se debe entender que el

juego mutuo no conflacionario debe ocurrir en cada momento del ciclo. Esa relación, como

interfaz, en cualquier período del ciclo, es también una forma de juego mutuo. Ya que en el

esquema se pasa de condicionamiento a interacción y de interacción a reelaboración. Esto es,

los pasos al interior de las fases morfogenéticas tienen estas relaciones de momentos analíticos

diferenciados, donde no solo se describen las condiciones de cada momento del período, sino

que cómo se ha de pasar entre cada fase a la otra. Porque de esto depende que haya juego

mutuo, siendo la base de la segunda estrategia no conflacionaria.

Así, hay una relación de carácter vertical del juego mutuo entre la estructura y la agencia en

toda fase en su interior, y una de carácter horizontal entre las fases del juego mutuo de

estructura y agencia en el ciclo completo. Entonces, hay que entender que el condicionamiento

es una forma específica de juego mutuo entre estructura y agencia, así como la interacción y la

elaboración son otras: “Las fuentes de transformación o reproducción emergen en el elemento

intermedio, es decir en la segunda fase del ciclo morfogenético” (Archer 2009:391). De este

modo, un aspecto relevante resulta entender, cómo es la relación agencia / estructura en cada

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momento del ciclo. Como por ejemplo en la fase 2 del ciclo, Archer establece que “…la

interacción social o sociocultural se explica por la interrelación cambiante entre las estructuras

de distribución de recursos y la estructura de grupos con intereses creados materiales o

culturales” (Archer 2009: 393). Donde estos recursos resultan ser “sanciones políticas, recursos

en efectivo y conocimiento técnico” (Archer 2009: 393). Y el tipo de relación sobre los

recursos son “la confluencia de deseos, la obediencia inducida por el poder y el intercambio

recíproco” (Archer 2009:391). Así, el punto inicial es que dada una distribución de recursos

sistémicamente ordenada, los grupos se forman según el acceso a esos recursos. La

distribución de esos recursos está irremediablemente asociada a la trama relacional que fija las

relaciones entre personas entre sí y entre personas con los recursos. La trama relacional o

configuración institucional genera las lógicas situacionales y las personas realizan proyectos en

sus diferentes formas agenciales, a través de los cuales intentan acceder a los recursos por

medio de la acción estratégica frente a la guía direccional de la estructura. Así, la estructura

institucional frente a la estructura de la agencia genera las lógicas situacionales sobre la cual los

proyectos de las agencias se realizan.

La lógica situacional del momento de condicionamiento puede ser cualquiera de las que no

generan movimientos de quiebre entre las agencias corporativas. Por ejemplo, la relación

sistémica como complementariedad necesaria y la lógica situacional derivada como protección,

puede ejercer la guía direccional a la agencia de solidaridad entre grupos. Siempre que se

mantengan las condiciones en las cuales los grupos están beneficiados en partes -no

necesariamente iguales- de la distribución de recursos. Si existe una crisis sistémica y uno de los

grupos pierde esos beneficios se puede pasar a una fase dos, en la cual: “…los vínculos

condicionantes que conectan la Fase 1 y la Fase 2 parecían consistir en la distribución de

intereses creados y parecían operar mediante agentes en oposición con lógicas situacionales

diferentes para su obtención” (Archer 2009:391). Sin embargo, que estén las condiciones para

una lógica situacional diferenciada entre grupos como el ingreso de nuevos contingentes

poblacionales –vía migración interna o externa o por movilidad- a una determinada categoría

no garantiza condiciones de transformación, ya que: “el mecanismo conectivo entre la Fase 2 y

la Fase 3 opera mediante el intercambio y el poder” (Archer 2009:391). Y esto necesita que

unas agencias primarias, que tienen una “capacidad de negociación” por la distribución inicial

de recursos que repercuten en sus condiciones agenciales por las posiciones de negociación,

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puedan pasar a modos de defensa de intereses primarios por medio de agencias corporativas.

Esto, ya que la agencia primaria solo garantiza la capacidad de manejo de unos recursos: “Pero

para que tal grupo tenga una fuerza negociadora real debe tener una relación particular con los

otros agentes corporativos implicados” (Archer 2009: 398). Un ejemplo de esto, puede ser la

muy marxista idea, de que la clase obrera posee el principal recurso de la producción capitalista:

el trabajo. Sin embargo, sin partido propio que la guíe y entre directamente en la lucha política

frente a los partidos burgueses sus reivindicaciones llegan solo a la demanda tradeunionista. Como

bien lo expresa Archer:

Cada grupo que ahora se distingue de los agentes primarios lo hace en virtud de su

organización interna y la articulación pública de sus objetivos. Pero a su vez esta

especificación de metas establece congruencias e incongruencias con los propósitos de otros

agentes corporativos y, consecuentemente, condiciona la posibilidad de alianzas entre ellos.

(Archer 2009:399).

Esta expresión de metas de los agentes corporativos con la confluencia de intereses sistémicos

con otros agentes corporativos -en defensa o pro cambio estructural- puede mejorar las

condiciones de la fortaleza negociadora, hacia una situación relacional entre agentes

corporativos, que como propiedad emergente Archer denomina: “Poder transformacional o

reproductivo” (Archer 2009:399). Pudiendo generar “un quiebre en los agrupamientos

estables”. Ya que “El reagrupamiento es lo mismo que reestratificación” (Archer 2009:401).

Así,

Los estratos verticales reforzados por contención y solidaridad están complicados por

nuevas provisiones promovidas por la polarización y la diversificación horizontal; toda

forma previa de hegemonía monolítica está fragmentada en variedad de agentes

corporativos poderosos. (Archer 2009:401)

Los cuales al reagruparse forman nuevas agencias corporativas, incluso más generales que su

origen en las agencias primarias y corporativas. Son estos grupos, agencias meta-corporativas,

los que poseen los poderes transformacionales o reproductivos más importantes. Siguiendo

con los ejemplos de la discusión marxista, a esto precisamente se refería Gramsci en la

discusión de relación entre partidos y clases con eso de que “Para ser capaz de gobernar como

clase, el proletariado tiene que despojarse de todo residuo corporativo, de todo prejuicio o

incrustación sindicalista” (Gramsci 1990: 312). Y por eso, se formaron los llamados “frentes

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populares”, cuando les tocó enfrentarse a los partidos totalitarios de la “burguesía”, durante la

convulsionada década de los 30 del siglo XX (Hobsbawm 1998).

El juego mutuo entre agencia y estructura representado como fases temporales del ciclo

morfogenético, es el resultado entre lo que las agencias hacen como proyectos frente a lo que las

estructuras generan como situaciones condicionantes. Y deriva del juego mutuo por el cual las

agencias reflexionan a propósito de sus preocupaciones frente a las situaciones. Juegan

mutuamente, ya que no se determinan, en ningún momento. Se conectan por medio del

condicionamiento estructural a las preocupaciones de la agencia que desarrolla reflexividad, y a

través de los proyectos puestos en acción de la agencia hacia la estructura. Puede haber más o

menos costos para las agencias, según el nivel emergente de estas, y lo arriesgado de los

proyectos; sin embargo siempre hay buenas razones para intentar proyectos arriesgados en

costos si la condición moral o material lo logra justificar. Los proyectos con mayor capacidad

de transformación o reproducción son obviamente los proyectos de las agencias corporativas

dirigentes y/o dominantes. Y los con menor capacidad de transformación o reproducción son

los de los actores individuales. El juego mutuo se da en cada uno de los momentos analíticos,

como formas específicas de relación entre los condicionamientos estructurales y su repercusión

en la agencia como preocupaciones y reflexividad. Atributos por medio de los cuales, la agencia

diseña los proyectos que harán frente a las situaciones condicionantes, dando cuenta de las

propiedades intransferibles de esta.

En este punto entra en juego la segunda teoría del juego mutuo, como es la teoría de las

formas de reflexividad. Ya que de estas formas de reflexividad dependen los proyectos a realizar

en todas las formas de agencia. La teoría de la reflexividad agencial se desarrolla en cuatro tipos

de reflexión. Que son cuatro formas o modos de llevar a cabo la reflexividad: la forma autónoma,

la forma comunicativa, la forma meta-reflexiva y la forma fracturada. La forma autónoma es

una descripción donde los asuntos son tratados por la persona en conversación consigo

misma; la forma comunicativa describe una forma donde los asuntos son tratados con otros,

entonces la conversación interna comienza en el agente y se complementa con las opiniones

del otro. Una tercera forma es la meta-reflexiva, donde se puede caracterizar a ésta, como un

proceso reflexivo de “auto-monitoreo” (Archer 2003:256). En tanto, “el sujeto está

conversando internamente sobre sí mismo y no sobre sus acciones externas” (Archer

2003:256). Así, la reflexividad como proceso mental puede tomar como objeto o preocupación

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108

a sus mismas preocupaciones. La cuarta forma de reflexividad es la denominada reflexividad

fracturada propia de condiciones de agentes impedidos o desplazados: “Que han sido

suspendidos o inhibidos en sus capacidades de mantener una conversación interna sobre sí

mismos en relación con sus circunstancias, que tengan alguna eficacia” (Archer 2003:298). Así,

se puede decir que las circunstancias los superan y no pueden elaborar proyectos con algún

resultado práctico posterior. No es que no puedan reflexionar, sino que la posibilidad de

transformar esa reflexión como conversación interna frente a la estructura en un resultado

práctico como curso de acción efectivo, está limitado. Por eso Archer, remarcará que el

proceso reflexivo como conversación interna, que tiene resultados para los agentes, es una

triada de: “preocupaciones, proyectos y prácticas” (Archer 2007a:89). Lo que está justo en

medio de las preocupaciones y los proyectos, es la reflexividad. En sus etapas de

discernimiento, deliberación y dedicación, con su cuatro formas: comunicativa, autónoma,

meta reflexiva y fracturada

Estas cuatro formas de reflexividad que son cuatro formas de juego mutuo intra-agencial,

entre las preocupaciones de la agencia y los condicionamientos de los contextos, tienen

consecuencias en las posturas que las personas adoptan frente a la sociedad. Archer, lo expresa

de esta forma: “Así, durante el primer momento, la continuidad contextual propone una

comunicativa vida de la mente, a aquellos quienes tienen esta experiencia; y la discontinuidad

contextual una autónoma forma de subjetividad, a aquellos quienes han sido objeto de esta”

(Archer 2003:348). De esta manera, el juego mutuo interno al individuo, como conversación

interna, tiene una impronta en las posturas y proyectos que realizarán como agentes. Las

posturas que Archer identifica son: la evasiva, la subversiva y la estratégica. Donde estas

coinciden con la reflexividad comunicativa, la meta-reflexividad y la reflexividad autónoma.

Estas tres posturas están asociadas a tres tipos de reflexividad que permite derivar tres tipos de

respuestas a los contextos: la relación reflexividad comunicativa postura evasiva, se completa

con una respuesta colectivista a los contextos; la relación reflexividad autónoma con su postura

estratégica se completa con una respuesta acomodaticia y; la meta-reflexividad con su postura

subversiva se completa con una respuesta trascendental sobre los contextos (Archer 2003:353).

Con este último punto sobre la conversación interna, que es una derivación de la propiedad

agencial de la reflexividad y de la propiedad estructural del condicionamiento, la cual se

desarrolla como juego mutuo en la relación “contextos frente a preocupaciones”, cierra Archer

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109

su argumento sobre la reflexividad (Archer 2012). Donde la forma en que se desarrolla la

conversación interna entre preocupaciones y contextos está en relación a las posturas que los

agentes desarrollan en la práctica frente a los contextos. Con esto, Archer completa la idea de

1988 de que la “interfaz” entre agencia y estructura debe ser el ámbito de investigaciones

intensivas. Es ahí donde se juegan las posibilidades de transformación de los tipos de

conversación interna en los agentes, de las posturas de los agentes frente al contexto, de los

proyectos efectivos de los agentes frente al contexto, de la morfogénesis de la agencia como

forma de proyecto frente al sistema, y al final del proceso, de la transformación estructural de

la sociedad. De esta manera, para la sociología realista de Archer un objeto central de

investigación es: la forma en las personas procesan sus preocupaciones frente a los contextos

estructurales. De hecho, Archer argumenta en “The reflexive imperative” de 2012, que la

reflexividad comunicativa estaría en declive y la meta-reflexividad en alza, pudiendo provocar

un rizo morfogenético en el futuro.

Conclusiones: la analítica sistemática del enfoque morfogenético.

Ha llegado el momento. Y ahora se debe contestar la pregunta inicial: ¿Cómo operaría,

conceptualmente, el enfoque morfogenético con todos los conceptos desempacados y

utilizados en estos treinta años? Y, como siempre, no se puede contestar directamente. Y hay

que decir: depende de la fase de relación entre integración sistémica e integración social. Sin

embargo, se pueden agregar elementos de juicio, ya que la relación entre integración sistémica e

integración social, se ha abigarrado de elementos como resultado del proceso de desempaque

conceptual que ayudan a una caracterización definida de la relación, pero esta vez en un

sentido de empaque. Siendo una relación de al menos tres configuraciones de elementos: la

estructura institucional, la estructura de acción de los agentes y la estructura de las identidades

de las personas. Con dos teorías del juego mutuo entre estructura y agencia como son las

formas de reflexividad que diseñan proyectos, los cuales al ponerse en práctica generan otro

juego mutuo entre proyectos de la agencia y las situaciones estructurales como fases del ciclo

morfogenético.

El esquema general del enfoque morfogenético implica una relación de juego mutuo entre

estructura y agencia, que puede entenderse de la siguiente manera: la estructura institucional

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110

ejerce sus condicionamientos situacionales en todos sus niveles -de sistemas a roles-, a todas las

formas posibles de agencia -de poblaciones a agencia primaria-. Estas situaciones son

incorporadas por los individuos, por medio de estructura identitaria como preocupaciones

primordiales y secundarias, importando estos asuntos del mundo a su conciencia. Esta

importación al interior del agente individual, implica desarrollar conversación interna para el

diseño de acciones o proyectos, los cuales a través de las distintas formas de agencia, entrarán

en relación con la estructura institucional. La estructura identitaria de los individuos, como

distintas fases de ego que van del Yo al Nosotros, tiene el rol de importar y jerarquizar cuál de

los asuntos del mundo es objeto de las preocupaciones de manera primordial. Con lo que la

reflexividad, en todas sus formas –autónoma, comunicativa y meta-reflexiva- generarán un

producto práctico que pueda tener sucesión y coherencia como proyecto. El proyecto debe

articularse con las formas de agencia como roles a cumplir, dependiendo de las preocupaciones

individuales y las condiciones estructurales. Los proyectos recorren la estructura institucional,

guiados direccionalmente por la estructura, a la cual pueden enfrentar, evadir o seguir. De esta

forma, los proyectos de los agentes como estructura de acción, pueden transformar o

reproducir la estructura de una sociedad. Cada uno de estos elementos entran en juego mutuo

en la vida social. Sin embargo, el juego mutuo que podemos caracterizar depende de las

condiciones de integración sistémica e integración social. De esta forma, el punto elemental es

que este esquema abstracto debe poder funcionar en cada uno de las fases analíticas de la

relación agencia y estructura del enfoque morfogenético, como es: condicionamiento o fase 1,

interacción como fase 2 y reelaboración como fase 3.

La relación estructura y agencia de manera ontogenética cuando se trata de procesos

históricos o cambios a nivel del corazón institucional de una sociedad; o filogenética cuando se

trata del desarrollo de la identidad de uno o un grupo de agentes, comienza necesariamente por

la existencia de una configuración institucional condicionante. El condicionamiento, como

momento inicial del proceso de morfogénesis estructural, es una mirada al pasado para

entender el presente. Como puede desprenderse de Bhaskar:

Las personas no pueden comunicarse excepto por la utilización de medios existentes,

producir excepto por aplicación de sí mismos a los materiales que ya están formados, o

actuar salvo estar en algún u otro contexto. Hablar requiere lenguaje, producir materiales,

acción condiciones, agencia recursos, actividad reglas. (Bhaskar 1998:214).

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111

Por eso, sociedad y personas deben ser diferenciadas, ya que la temporalidad de la sociedad

frente a la agencia de cualquier época es radicalmente diferente. Lo que implica que el

condicionamiento es el comienzo del estudio, ya que regresar a estadios de no

condicionamiento, es una regresión sin mucha operacionalidad para el presente. Sin embargo,

no todo condicionamiento es una fase 1, ya que se trata una forma específica de

condicionamiento, donde hay condiciones de integración social y sistémica, en correlación

positiva. Este escenario no es necesario para una persona o una generación, se puede nacer y

crecer en una época convulsiva, lo que haría más bien que se estuviera en una fase 2 de la

estructura. La fase 1 de una persona no coincide con una fase 1 de la estructura, ya que esta

teoría no tiene un argumento solipsista. Usted no define el mundo que le toca vivir y,

tristemente, yo tampoco.

Así, la fase 1 implica una relación estructural en la cual existen las propiedades emergentes

sistémicas, de complementariedad necesaria o de contradicción necesaria, generando un

escenario de lógica situacional de protección o de corrección para los agentes en sus diferentes

niveles. Lo que hace que a nivel sistémico exista una situación de integración o compromiso10

situacional entre las distintas instituciones sociales. Esto genera un escenario, en que los

agentes corporativos que tienen los mismos intereses o similares, desarrollan proyectos

basados en la “solidaridad”, como intercambio recíproco en el primer caso o “contención”

marcado por la confluencia de deseos o intereses en el segundo. Para los agentes corporativos

asertivos, si es que los hay, podría ser un proceso de morfogénesis propio generar una agencia

corporativa diferente con un proyecto propio, parcial o total. La relación con estos agentes

corporativos dominantes, está marcada por una obediencia inducida por el poder, por lo tanto

también es de contención. En el plano de la relación entre agencia corporativa frente a las

instituciones hay una situación en que nada con sentido transformacional se desarrolla con

posibilidades morfogenéticas. De esta forma, a pesar de que hayan otros agentes corporativos

con proyectos diversos parciales o totales, no tienen poder transformacional para ejercer algún

cambio en la estructura. Ya que el poder reproductivo de las otras agencias corporativas

10 La idea de implicación resulta más descriptiva de una relación estructural que la idea de compromiso, la cual está cargada agencialmente. Los compromisos son propios de los agentes que respetan reglas como formas morales, la implicación puede basarse en elementos de intereses cruzados propio de relaciones interinstitucionales.

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respecto a la estructura resulta indiscutible, aunque no indiscutido. La configuración

institucional está relativamente quieta o resulta coherente sin mayores problemas en el proceso

de intercambios de recursos, frente a una población que tampoco cambia mayormente, ni en

sentido de acción ni en sentido identitario. Así, el resultado es morfoestasis del corazón

institucional de la sociedad.

Las relaciones de las agencias corporativas dominantes y dirigentes hacia las colectividades es

de dominación y hegemonía; como resultado de una reestratificación anterior de las

colectividades y sus posiciones actuales. Los proyectos en el espacio público son

monopolizados por ciertos grupos, los cuales pueden tener una superposición de elites o una

diferenciación entre ellas. Esta condición hace que los actores individuales se muevan dentro

de sus posibilidades rólicas, derivadas de la relación entre posiciones y colectividades, donde

pueden haber procesos de movilidad agencial a otros roles –y cambios de posición en el

tiempo- sin que esto implique transformaciones estructurales. Así, la agencia primaria o

colectividad, marcada por el “conoce tu lugar” del Mí, como momento de diferenciación

individual, tiene una gran impronta en la estructura identitaria asociada a la posición. De esta

manera, las preocupaciones primordiales de los agentes primarios que no cuentan con agencias

corporativas, y son por esto subalternas, estarán asociadas a los planos privados haciendo girar

sus posibilidades como actores individuales frente a sus roles, solo impulsados a solucionar los

problemas dentro de los espacios privados. De esta forma, las preocupaciones primordiales

estarán asociadas a este plano privado con lo que una forma de reflexividad también tomará un

peso preponderante. Es la reflexividad comunicativa y la autónoma las que puede tomar

preeminencia bajo la fase 1. Ya que estas tienen como producto proyectos evasivos y

estratégicos que resultan morfoestáticos en el esquema de Archer. Esto porque su atributo

como reflexividad se basa en que las personas busquen confirmación entre los otros miembros

de la agencia primaria, sobre cómo resolver sus preocupaciones primordiales y encontrar la

acción correcta para el contexto estructural.

Así, el hecho de conocer su lugar como efecto identitario de la agencia primaria refuerza la

búsqueda de soluciones a las preocupaciones primordiales entre ellos. En el caso de la

reflexividad autónoma, los agentes encuentran el modo de realizar sus preocupaciones

primordiales frente a los asuntos del mundo, sin pasar por el contacto con otros, lo que los

hace no generar agrupaciones, desarrollando proyectos estratégicos desde sus preocupaciones

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primordiales. Así, hay confirmación del lugar o posibles movimientos, pero que no pasan por

la formación de nuevas agencias corporativas.

En este estado de condicionamiento como fase 1, no hay grandes movimientos al interior de

las agencias corporativas y las elites que la conforman. Lo cual favorece la condición de que sin

grandes problemas de integración o implicación sistémica, ni agencias corporativas asertivas

con poder transformacional, ni agencias primarias con capacidad corporativa; las agencias

primarias pueden desarrollar proyectos individuales al interior del espacio privado, sin mayores

referencias colectivas al espacio público. Sin embargo, condiciones sistémicas como crisis

económicas, que generan escasez social de recursos, derivada de las acciones de los agentes

económicos, pueden entorpecer las condiciones de estabilidad de los grupos corporativos

dirigentes. Lo cual, también implica dificultades para que las colectividades no elitarias,

desarrollen sus proyectos privados en sus posiciones. Esto, obviamente, puede producirse por

movimientos migratorios internos o externos, como abultamiento de algunas colectividades en

determinadas posiciones, que provocan situaciones en que la colectividad inicial sufre un

detrimento en la obtención de recursos, haciendo que los proyectos típicos se vuelvan más

improbables y deban generarse alternativas.

Esto hace que la diversificación agencial le genere dificultades al sistema, con lo que la

protección o contención como lógica situacional se pierda, generando problemas de

compatibilidad entre las partes. Este elemento hace que surja una lógica situacional de

oportunismo y es en este punto donde se teje el escenario para el ingreso a una fase 2.

Condición que, obviamente, no garantiza la posibilidad de morfogénesis estructural, ya que la

relación agencia y estructura a nivel macro, requiere de una agencia corporativa asertiva, que de

no existir o no formarse, no puede desarrollar su capacidad transformacional. Quedando un

escenario sistémico apropiado sin una agencia corporativa apropiada.

En este estado, si la agencia corporativa asertiva existe, la configuración sistémica puede

ofrecer una lógica situacional en la cual puede pueda salir al espacio público en pro de generar

una reestratificación y una nueva composición de fuerzas, ganando fortaleza negociadora. La

cual, puede ir desde ganar apoyo en la opinión general de la población, aumentar la proporción

de representación política electoral, hasta el concurso activo de algunas colectividades en

manifestaciones, e incluso la movilización por medio de la violencia. Obviamente cada una de

estas formas de ganar capacidad transformacional tiene niveles distintos de involucramiento

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personal. Para que esto se produzca, un elemento en la agencia individual debe estar presente,

como es que la estructura de identidad personal, pase del Nosotros dentro del espacio privado

hacia un Nosotros dentro del espacio público, como modo de solución práctico a otra

preocupación. Esto se logra, según Archer, por medio del ejercicio de la meta-reflexividad, que

implica el ejercicio reflexivo sobre las mismas preocupaciones de los agentes, la cual puede

hacer variar el predominio de algún aspecto de la identidad personal. Llevando a los individuos

a adoptar una postura subversiva, ya que se pone en entredicho la normalidad de los proyectos,

porque se está frente a un contexto incongruente.

Así, las preocupaciones primordiales se instalan en la forma del Nosotros de la identidad

personal en un plano público. Un Nosotros que parte en una colectividad, pero que por la

posibilidad de reestratificación puede ir ampliándose, dándole más poder transformacional a

las agencias corporativas asertivas. Así, los proyectos de la agencia corporativa asertiva pueden

ganar mayor recepción social, reconstituyendo los estratos horizontales de colectividades,

generando una ampliación vertical de nuevas colectividades como un bloque. Esto es, el

proyecto de las agencias corporativas asertivas gana más colectividades, volviéndose una fuerza

en vías de ser capaz de disputar la hegemonía y posteriormente el poder. Para esto se requiere,

obviamente, que las agencias logren ver que el desarrollo de proyectos agenciales de carácter

colectivo y públicos, son la forma de resolver sus preocupaciones frente a una situación

desmejorada. Con lo que el procesamiento de las situaciones estructurales por parte de las

personas en diferentes formas de colectividad, se hará desde un Nosotros aún más general.

En este escenario comienza la fase 2, o el proceso de tironear la estructura institucional hacia

un lado por parte de la agencia corporativa asertiva y la retención del status quo por parte de las

agencias corporativas conservadoras. Haciendo que se pase de un escenario de

complementariedades contingentes, a una contradicción contingente, desarrollada por la

entrada en escena de nuevas agencias corporativas. Donde el empuje de la agencia corporativa

asertiva, genera el paso de una diversificación a una polarización agencial, instalando en el

sistema una relación de competencia. Así, una lógica situacional de oportunismo, cede paso a

una de eliminación, donde la relación del proyecto asertivo frente a la estructura defendida por

el proyecto conservador, alcanza su máximo momento problemático. Si el desbancamiento de

las antiguas agencias corporativas funciona, unas nuevas agencias corporativas se ha instalado

como dirigentes y dominantes, arrastrando tras de sí a unas colectividades que pueden mejorar

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su posición. Las cuales pueden desarrollar sus proyectos sobre la estructura institucional,

dependiendo del estado de las capacidades de las antiguas agencias corporativas dominantes en

relación con las agencias corporativas asertivas. Si el cambio resulta gradual, como los que se

producen sobre bases democráticas y republicanas, la corrección como lógica situacional

predominará, generando implicación sistémica y contención agencial. Si, de otra forma, el

reemplazo de elites dominantes, es rápido y muchas veces violento, la polarización agencial se

completa desarrollando la eliminación de la antigua elite hasta sus últimas consecuencias,

sacándolos de los puestos estructurales relevantes, e incluyendo la persecución civil y física.

Para que esto se produzca, se debe desarrollar un compromiso importante de las personas

con su rol de actor social colectivo, con el Nosotros, el cual toma la forma de un proyecto

colectivo. Archer identifica a la meta-reflexividad, como típica de agentes dispuestos a pagar

ciertos costos por vivir sus vidas de una forma específica, y este podría ser el ejemplo. Ya que

la Fase 2, implica perseguir intereses colectivos, subversivos a la estructura. Lo que hace que se

deban dejar algunas preocupaciones, de mucha importancia en el pasado, necesariamente de

lado. Sin embargo, la meta-reflexividad es una reflexión sobre las preocupaciones internas al

agente, pudiendo generar desapego de algunas preocupaciones concentrándose en un Yo

trascendental, y no necesariamente en un Nosotros mundano con contenidos morfogenéticos

de la estructura, como sería necesario para el paso de la fase 1 a la fase 2. Ya que la fase 2

requiere un apego al mundo, del rol de actor individual en el proyecto colectivo, el Nosotros

para movilizar al Yo. De esta forma, lógicamente, predomina la reflexividad comunicativa, ya que

la planificación estratégica de las agencias corporativas así lo requiere, además de la constante

necesidad de legitimidad hacia las colectividades. Así, el Nosotros, al predominar, marca los

elementos que son objetos de preocupación de los agentes, como son ahora los asuntos

públicos y colectivos. Esto es, que la aceptación social del nuevo proyecto depende de generar

debate dentro de las agencias primarias involucradas, aumentando los niveles de reflexividad

comunicativa. Siendo de hecho, que las agencias desbancadas si son reemplazadas totalmente,

estarán en situación de reflexividad fracturada, ya que todas sus condiciones de colectividad se

enfrentan a una posición actual desmejorada respecto a la anterior, por lo que no encuentran

posibilidades para realizar proyectos de vida estables. Impedidos están de desarrollar una

conversación interna que tenga un producto práctico de largo alcance sobre sus

preocupaciones, ya que este elemento se vuelve altamente improbable.

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Sin embargo, las posibilidades de un desbanque directo, rápido y violento de elites

dominantes y dirigentes; no es la normalidad de las sociedades. Ni siquiera en las sociedades

modernas. Las revoluciones, hay que decirlo, no son el suceso más normal de los últimos 300

años, así aunque hubieran aumentado su ritmo respecto a la época anterior, no es lo normal. El

punto es que muchas veces las agencias corporativas asertivas no buscan la modificación

completa de la estructura –si es que esto se logra por las nuevas propiedades emergentes que se

producirán a pesar de la planificación agencial- sino que el objetivo es ampliar las posibilidades

de acceso a recursos a las colectividades representadas, por medio del reposicionamiento de

algunas agencias corporativas, generando ampliación de posibilidades rólicas para los

miembros de esas colectividades. Con esto, la eliminación no se produce nunca como lógica

situacional. Y predomina más bien la corrección, lo que hace que la relación sea de implicación

entre las partes del sistema y contención en las agencias asertivas ahora dominantes. Así, se

llega al punto de confluencia de intereses e intercambio recíproco entre las distintas agencias

corporativas dominantes y dirigentes; antiguas y nuevas; conservadoras y asertivas. Y amanece

un día, con nueva institucionalidad con nuevos condicionamientos, nuevas agencias

corporativas dominantes y dirigentes, y nueva estratificación de colectividades. Y se entra en la

Fase 3. Con nueva configuración estructural y posibilidades de propiedades emergentes.

Esta fase, dependiendo de las condiciones de las agencias corporativas y las resoluciones de

los conflictos, puede permanecer en estado de contradicción necesaria como corrección, o

pasar a una situación de complementariedad necesaria, con protección de las agencias

corporativas. Pero lo cierto, es que ha terminado el ciclo morfogenético, transformando la

estructura institucional, con nuevo poder reproductivo de las agencias corporativas, nuevas

agencias corporativas desde las agencias primarias y nuevas expectativas de proyectos en las

colectividades. Con las nuevas formas del sistema institucional, pueden volver a predominar

los proyectos individuales en las colectividades dominadas y subalternas. Con lo que se abre

una nueva situación de condicionamiento. El momento de convulsión ha pasado, si se trata de

una revolución o reforma, o se han recompuesto las relaciones entre las agencias corporativas,

llegando a acuerdos dentro de cauces institucionales. Las agencias corporativas asertivas, que

han tenido proyectos más generales y profundos, pueden haber quedado fuera del juego de

poder o sometidas a la obediencia, por su poca capacidad transformacional. Aisladas del juego

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de poder institucional, y sin recepción social que les permita tener fortaleza negociadora,

podrían desaparecer.

Como resulta obvio, a estas alturas, el momento más complejo y complicado, incluso en el

plano existencial, es la Fase 2. Los movimientos de las agencias corporativas, la

reestratificación de colectividades y la fuerte presencia en la identidad de las personas de las

preocupaciones del Nosotros; generan una entrega no usual de los individuos, asumiendo

como proyectos personales los proyectos colectivos de las agencias corporativas. Estos

proyectos que los trascienden y que pueden requerir su participación activa, pueden ser muy

costosos. Ya que requieren, suspender por un tiempo preocupaciones muy íntimas, más ligadas

al Yo o al Mí, que a las preocupaciones del Nosotros. Así, puede ocurrir que las personas

renuncien a proyectos individuales por proyectos colectivos. Donde, perfectamente, terminado

el ciclo morfogenético, o terminado el proceso de la fase 2, incluso sin morfogénesis

estructural, las personas recuperen sus preocupaciones de tono individual y privado. Haciendo

un giro identitario hacia planos internos restándose del espacio público, dependiendo de la

colectividad en que se esté, hasta nuevo aviso.

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SEGUNDA PARTE

La crítica y despliegue del doble juego mutuo en el enfoque morfogenético

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Capítulo III

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Del esquema temporal a la conversación interna: una crítica a las teorías del juego mutuo del enfoque morfogenético.

El interés en el juego mutuo es lo que distingue a los emergentistas de los no emergentistas , cuya preocupación es la interpenetración. Margare t Archer , La teor ía soc ia l r ea l i s ta : e l en foque mor fogené t i co . 1995.

El poder de esta interna “meditación preparatoria”, opera a través de la formación de nuevos hábitos, que son formas de preparación de la acción.

Margaret Archer. Struc ture , Agency and the Internal Conversat ion . 2003.

Introducción:

La obra teórica de Margaret Archer no ha estado en el patíbulo de las grandes críticas por parte

de los teóricos sociales (Zeuner 2005) (Kemp 2012). Al punto que algunas críticas se han

realizado, explícitamente, para subsanar el elemento problemático de la escasa recepción crítica

(King 1999). Esto no significa que las críticas no sean relevantes, sino que la “teoría realista

morfogenética” no ha sido objeto de muchas observaciones críticas hasta el momento, lo cual

tampoco puede ser interpretado como aceptación simple por parte de la academia. Al contrario

de la relativa escasez de críticas directas al trabajo teórico de Archer, la aplicación a diversos

campos de la sociología ha sido importante (Muntch 2004). Así, hay aplicaciones del trabajo de

Archer, a la interpretación histórica de la transformación estructural de sociedades (Glasmann

2003), (Kok-Kheng Yeoh 2011); en sociología de las organizaciones (Muntch 2002, 2004,

2012); sociología de la salud (Limpscob 2007); sociología de la cultura (Elder-Vass 2011);

sociología de la estratificación (Peterson 2011); por supuesto sociología de la educación

(Crawford y Wright), (Cieslik 2006), (Clegg 2010); sociología de las identidades colectivas

(Vanderberghe 2007); teoría sociolingüística (Carter y Sealey 2000); tecnologías de la

información para el desarrollo (Smith y Madon 2007). Entre muchos otros trabajos de

académicos e investigadores. Donde, por supuesto, quienes comparten las posturas del

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realismo crítico y el dualismo analítico, son aquellos que han utilizado y citado con mayor

profusión a Archer.

Las escasas críticas de nivel teórico se han levantado, como es relativamente obvio, sobre los

elementos que componen el enfoque morfogenético, en tanto dar cuenta de la historia analítica

de la emergencia estructural, por medio del juego mutuo de agencia y estructura como

entidades ontológicamente diferenciadas en una secuencia de tres fases temporales. Sobre el

cual existen críticas internas al realismo y críticas externas de académicos no realistas. Entre las

externas, siempre están presentes aquellas críticas que establecen que no se puede separar

agencia de estructura en la vida social y que la teoría de Archer es una forma de separación solo

analítica. Así, las críticas se han concentrando en la fase realista del enfoque morfogenético, en

este punto hay diferencias de fondo frente a Archer sobre la constitución de la realidad social.

Entre las internas se entiende que el problema está más bien en el trabajo conceptual de la

teoría sociológica realista, los tipos de conceptos y los roles que cumplen en el engranaje

teórico. De hecho, en este campo es que hay importantes discusiones inter-realistas sobre la

teoría de la estructura y sus propiedades emergentes. Además, de sumar una rica y abigarrada

discusión sobre la agencia, con énfasis en las posibilidades teóricas de la reflexividad frente a la

teoría de las disposiciones socializadas como sentido práctico de la acción.

Así, en el plano de la teoría cultural Lilli Zeuner ha criticado el uso de Archer de la

sociología clásica, en su ejemplo de las dinámicas morfogenéticas de la cultura; ya que habría

sobreinterpretado la conceptualización de Durkheim y Weber de la cultura, llevando a cabo

una formalización de las teorías de los clásicos, implicando una adecuación arbitraria a la teoría

de la cultura de Archer (Zeuner 1995). Kieran Healy ha presentado un argumento crítico tanto

hacia Mouzelis como a Archer, donde las relaciones entre estructura y agencia como forma

condicionante deben ser consideradas como un set de relaciones y propiedades relacionales

que superviven de las acciones del pasado, lo que implicaría su no emergencia como entidad

(Healy 1998). O, de la misma manera, en la importante crítica de Anthony King, la cual generó

sendas respuestas tanto de Archer como de Dave Elder-Vass, donde argumentó la idea de un

solipsismo en la teoría de la estructura de Archer; ya que la estructura condicionante de la fase

1 de la morfogénesis es entendida en último término como otras personas, en otros lugares, en otro

tiempo, implicando que tampoco hay distinción entre agencia y estructura en Archer,

expresamente en su fase realista (King 1999) (Archer 2000) (Elder-Vass 2007a). Mauricio

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Domingues, ha hecho otro tanto criticando la noción de “propiedades emergentes” de la

estructura, con un argumento sobre las estructuras sociales como sistemas de acción en acto,

que rechaza su anterioridad y su condición de producto histórico emergente, ya que están en

constante re-creación (Domingues 2000). Otros académicos, con una visión desde fuera del

realismo crítico, como Dépeltau, han argumentado contra la distinción de agencia y estructura

en Archer desde una sociología relacional, como la de Emirbayer, donde se establece que estas

sociologías relacionales pueden dar cuenta de los procesos de transformación estructural, sin

necesidad de las etapas morfogenéticas y la “reificada” noción de estructura. Destacando que la

estructura no es más que una interacción constante y compleja entre agentes, o como lo llama

Dépeltau “trans-acción” (Dépeltau 2008). Como se puede ver las críticas externas trabajan en

general, sobre la imposibilidad de distinción entre agencia y estructura en la realidad social,

sobre todo apuntando a la condición no emergente de las estructuras sociales como entidad.

Siendo críticas, desde este punto de vista, de nivel ontológico, sobre la constitución de la

realidad social.

Dentro de posturas internas al realismo crítico se han desarrollado argumentos sobre el

enfoque morfogenético, criticando la noción de tiempo que maneja Archer en el esquema

morfogenético como una teorización meramente descriptiva sin conceptos internos, por lo que

debe reemplazarse por otras nociones de tiempo y temporalidad (Bates 2006). Otro tanto hace

Cruickshank al criticar la ontología de Archer y Bhaskar como derivada del conocimiento lego

y directo de las personas, lo que pone al argumento realista cerca del constructivismo y es

similar a la interpretación de King (Cruickshank 2009). Así, también hay críticas que marcan el

hecho de que el enfoque morfogenético no ha logrado distinguir agencia de estructura, en

tanto logro de un objetivo teórico como en el argumento de Colin Hay; quien establece que el

enfoque morfogenético es una forma residual de estructuralismo lo que hace que no exista

agencia ni juego mutuo (Hay 2002). De la misma manera, se ha criticado la noción de

estructura como un concepto que está vacío en la teoría de Archer, urgiendo por una necesaria

conceptualización (McNulla 2005). Stephen Kemp, también criticando la noción de estructura,

ha destacado la ambigüedad de la noción de intereses estructurales y eficacia causal en las

prácticas de los agentes, donde estas nociones no responden de manera correlacional,

poniendo en duda a ambos conceptos (Kemp 2012). Elder-Vass ha relevado el crítico

problema de la idea de emergencia como “aparición histórica” en la obra de Archer, haciendo

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eco del argumento de King, agregando que las propiedades emergentes están presentes en las

relaciones sociales que son contemporáneas a los sujetos, lo cual hace que la noción de

emergencia sea también un proceso sistémico de relaciones sociales como una forma compleja

de estas (Elder-Vass 2007a). Lo cual rompe la noción de solipsismo sobre la estructura que

levantó King. Y, además, que las propiedades emergentes de las estructuras derivan de

relaciones sociales, y no solamente de los sistemas de acción en acto, que sería la noción que

Cruickshank defiende, donde la estructura solo son las propiedades emergentes de las acciones

humanas (Cruickshank 2003). En el mismo plano de las formas emergentes de la estructura y la

cultura, como elementos relativamente autónomos con dinámicas propias, ha sido el diálogo

con Elder-Vass sobre sistema cultural y círculos normativos, donde se discute las propiedades

emergentes de la cultura como complementariedad o contradicción ideacional, frente a un

argumento como los “círculos normativos” que destaca a la agencia en el proceso de

formación y fijación histórica de un sistema cultural (Archer y Elder-Vass 2011).

Un tercer elemento de crítica importante es la teoría de la agencia. En la cual, hay tres puntos

relevantes de debate: a) la relación entre disposiciones y reflexividad; b) la discusión directa

sobre los modos de reflexividad y; c) la relación entre intersubjetividad y acción colectiva. En el

primer punto, se han destacado críticas cruzadas entre Archer y otros realistas como Sayer,

Fleetwood y Elder-Vass; por el uso de la noción de habitus de Bourdieu. En tanto sistema de

disposiciones socializadas, que Archer considera contraria al realismo crítico y por lo tanto

irreconciliables (Archer 2010, 2012). Esta discusión gira sobre la posibilidad de explicación

conjunta entre las disposiciones subjetivas sociales y la reflexividad personal, o como bien lo

expresa Gronow entre la sobre-socialización y la sub-socialización de la agencia (Gronow

2008). Donde tanto Elder-Vass, Fleetwood, Sayer y el mismo Gronow; aunque con matices

importantes, han argumentado sobre la posibilidad de convivencia entre ambas teorías (Elder-

Vass 2007b) (Fleetwood 2008) (Sayer 2006). De hecho, los teóricos “estructuracionistas” como

Sadiya Akram, vuelven a argumentar sobre la pérdida del rol de lo inconsciente en la teoría de

la agencia de Archer (Akram 2010). En un plano directamente interno a los modos de

reflexividad de Archer se ha planteado un modelo distinto, donde las formas de reflexividad se

pueden jerarquizar de personas totalmente reflexivas a no reflexivas, ocupando como

referencia el modelo archeriano. En este modelo, Porpora y Shumar, muestran como la

llamada meta-reflexividad de Archer puede tomar formas comunicativas y autónomas, siendo

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124

estas dos formas de reflexividad las claves de la generación del modelo, haciendo que la meta-

reflexividad sea un proceso distinto a las formas de reflexividad (Porpora y Shumar 2010). De la

misma forma, se han planteado hipótesis sobre el proceso de triple morfogénesis de la acción

colectiva, de personas a colectividad y luego a agencia corporativa, donde el trabajo de

Vanderberghe resulta iluminador e integrativo de las perspectivas sobre la generación de la

acción colectiva (Vanderberghe 2007).

Lo que afirmaré en este capítulo es algo diferente de estas críticas, aunque por supuesto hay

elementos en común, tangenciales en todo caso, con algunos argumentos presentados contra el

enfoque morfogenético. Esta crítica tiene como asunto las soluciones de Archer a las formas de

juego mutuo entre estructura y agencia. Esto es, aceptando el proyecto realista de Archer de

una teoría sociológica no conflacionaria, lo que criticaré es la formulación teórica del juego

mutuo entre agencia y estructura. Implicando que acepto la necesidad de distinguir entre

agencia y estructura por ser entidades ontológicamente diversas, además de que esto es

teóricamente posible dada la formulación de la teoría de Archer, incluso si tiene elementos que

deben ser reconstruidos como la teoría de la estructura como un concepto poco formalizado.

Sin embargo, el punto crítico está puesto en las soluciones al problema del juego mutuo, el cual

se presenta como un elemento temporalizado de fases de morfogénesis en la primera etapa de

Archer. Y luego se presenta como modos de reflexividad en la tercera etapa de su trabajo.

Sobre estas dos soluciones que son diferentes y deben ser complementadas, es que se levanta el

argumento de este capítulo con dos críticas internas a los modos de juego mutuo. Extrayendo

de estas dos críticas una consecuencia lógica sobre la distinción y posterior complementariedad

de ambos procesos de juego mutuo.

La primera crítica es que el modelo y procedimiento de esquematización temporal propuesto

por Archer, en su primera etapa de “dualismo analítico” y “morfogénesis estructural”, no

puede ser usado como símil de una teoría no conflacionaria en su etapa realista. Ya que las

referencias ontológicas propias de los procesos históricos asociadas al realismo crítico son

inevitables. Lo que hace que las tres fases temporales, en tanto metodología de análisis,

redunde en un “ejercicio de suspensión artificial” de la relación entre agencia y estructura

(Archer 2009: 105). Ya que la distinción realista entre propiedades agenciales y estructurales, no

depende de una adecuada introducción del tiempo, como sí lo piensa Archer, sino del hiato

ontológico entre agencia y estructura. La cual es una distinción sustantiva de las entidades,

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125

donde las diferencias alcanzadas en el tiempo son solo una consecuencia de esa discontinuidad

ontológica. Así, el juego mutuo entre actividad agencial y condicionamiento institucional, debe

poder representarse como juego mutuo práctico entre entidades, en cada una de las fases de la

morfogénesis estructural y no solo al final del ciclo. Siendo de hecho que si la no conflación se

produce al final del ciclo, en cada una de las fases el enfoque termina de una u otra forma en

conflación. De esta manera, resulta que el modelo de tres fases es una ordenación temporal de

la morfogénesis estructural que no tiene una forma de representar el proceso de juego mutuo

interno. Ya que en la fase uno se suspende a la agencia, en la fase dos se hace indivisible la

agencia de la estructura y en la fase tres la estructura es resultado de la agencia.

Sumando a este punto, que incluso si se pudiera argumentar la idea de trabajo en progreso del

enfoque morfogenético, por lo que se podría dejar pasar este problema. Como intuiciones

propias de una fase del trabajo de Archer, y que la segunda teoría del juego mutuo, como

modos de reflexividad, podría subsanar el problema de conflación interno en las fases de

morfogénesis estructural. Resultará relevante el hecho de que la permanencia de las fases como

elemento analítico, dentro del trabajo en progreso del enfoque morfogenético, requiere de una

reconstrucción y sistematización teórica, ya que este punto no se vuelve a tocar. Debiendo

encontrar una forma no temporal de caracterizar el encuentro práctico de agencia con estructura, en

cada una, y entre, las fases morfogenéticas estructurales. Ya que los modos de reflexividad solo

elaboran o diseñan proyectos, no son proyectos ni actividad práctica en sentido estricto. De

esta manera, hay un vacío teórico en el proceso de juego mutuo práctico de las fases

morfogenéticas.

La segunda crítica es que en el momento en que Archer presenta la teoría de los modos de

reflexividad como forma de juego mutuo, argumentado una correlación positiva entre los

modos de reflexividad y la actividad agencial, como un proceso mental al interior de las

personas, en la reflexión personal de los individuos. Se produce un formalismo entre modo de

reflexividad, tipos de identidad personal y formas de acción. Esto es, el cúmulo esperanzas

interpretativas, de carácter sustantivo, que Archer tiene en los modos de reflexividad, como

espacio lógico entre preocupaciones internas al agente y la representación de los contextos.

Donde dependiendo del modo de conversación interna es que se generarán diseños de acción

hacia la estructura (Archer 2003, 2007a, 2010, 2012). Con capacidad de caracterizar a cierto

tipo de colectividad producto de sus movimientos en las posiciones estructurales de clase

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(Archer 2007a). E incluso, pudiendo caracterizar a una época por medio del tipo de

conversación interna, además de posibles cambios estructurales dado el modo de reflexividad

predominante (Archer 2012).

Así, en una conjunción muy específica, los cursos de acción efectivos de los agentes que

tienen consecuencias en la estructura, que son derivados de los diseños de los proyectos

entramados en el juego entre preocupaciones agenciales frente a los contextos socioculturales,

dependen del modo de conversación interna que se realice. Dejando de lado a las

preocupaciones primordiales como forma de identidad del agente frente a los asuntos del

mundo. Ya que no resulta relevante para Archer, la preocupación que importa el asunto del

mundo en el proceso de reflexivo, sino el modo de reflexividad que se ocupe sobre el asunto.

Lo que hace, lógicamente hablando, que la preocupación del agente, que define su identidad y

que importa los asuntos al interior de la mente, se subordine al modo de reflexividad. De esta

manera, el modo de conversación interna toma preeminencia sobre la preocupación y sobre el

asunto, introduciendo un argumento formalista de que lo sociológicamente relevante es, cómo

se reflexionan los asuntos del mundo que les preocupan y no lo qué procesan reflexivamente.

Ambos puntos de crítica están conectados, emergiendo como consecuencia lógica, la

necesidad de distinción y complementariedad de ambos juegos mutuos en el enfoque

morfogenético. Esto es relevante, si se comprende que pensar o reflexionar es una actividad

humana radicalmente distinta a hacer o actuar. Y dado el argumento general de Archer a lo

largo de su obra, ambos procesos están presentes y son distintos, pero el vacío del juego

mutuo práctico temporalizado y el formalismo del juego mutuo mental hace que se

conflacionen. Ya que del juego mutuo mental, no necesariamente de su forma, solo se derivan

diseños de acción que aún deben exponerse a la estructura como entidad real, no solo como

representación, sino como experiencia real y empírica de la agencia en el mundo. El mundo

existe, no es una representación. Y vivimos en él. Se debe saber cómo actuar, y hay que

diseñar proyectos sobre todo en la dimensión social del mundo, pero luego, inevitablemente,

hay que actuar para que tengan efectos reales. Tanto en la experiencia personal para obtener

recursos materiales e ideales, o efectos estructurales como realizar modificaciones en la

configuración institucional. Siendo no solo dos momentos distintos, sino dos formas

específicas y diferenciadas de relacionarse con el mundo en sus diversas dimensiones que no

pueden ser conflacionadas, ni caer en falacias sobre sus relaciones. Los castillos en el aire,

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127

pueden ser un asunto muy importante para una persona y se pueden diseñar escrupulosamente,

pero jamás llegan a construirse si se ponen en práctica.

En base a estas dos críticas y su consecuencia lógica, que espero puedan poner un manto de

dudas sobre si el enfoque morfogenético es una respuesta acabada como teoría no

conflacionaria a la crítica conflacionista de la teoría sociológica, se extraerá una conclusión

general, que abre puertas a nuevas posibilidades teóricas de relaciones no conflacionarias para

estudiar la morfogénesis de la estructura y cada una de sus etapas. Así, se puede decir que

respecto al trabajo de Archer: comparto el diagnóstico de la teoría sociológica como tradición

conflacionista; el objetivo de producir teoría sociológica no conflacionaria y las soluciones

elementales propuestas por Archer. Mas, no algunas de sus conjunciones conceptuales, ya que

en estas se compromete el enfoque morfogenético por conflación. En tanto carencia de teoría

de juego mutuo entre actividad y condicionamiento en las fases morfogenéticas; por

formalismo en el proceso de reflexividad de la agencia; y por falta de complementariedad

teórica entre ambos juegos mutuos.

El tiempo: la crítica al juego mutuo entre actividad y condicionamiento.

Para Archer, y así también para otros teóricos realistas, como Andrew Sayer o William

Outhwaite, un punto elemental es que la teoría sobre el mundo en cualquiera de sus

dimensiones, tanto en términos estrictamente teóricos como discusión conceptual, o sobre

objetos del mundo como análisis empírico, se realiza bajo la condición ontológica de que el

mundo está constituido antes de conocerlo (Sayer 1992) (Outhwaite 2006) Y, debo agregar,

que los modos de conocerlo, como sistemas culturales cognitivos, también están constituidos.

El mundo en sus variadas formas, ya estaba aquí antes de nosotros, de cada uno como

individuo y de cada cohorte generacional. Así, la realidad no depende en sí del modo en que la

conocemos porque en su observación el mundo ya existe. Esta es la base, de la distinción de

Bhaskar entre formas intransitivas y transitivas, las primeras son los objetos de conocimiento y

los segundos el conocimiento de esos objetos (Bhaskar 1998a). Esta distinción vale incluso

para los “objetos abstractos" (Sayer 1992:87). Para la dimensión social del mundo, o la realidad

social, con su problemática condición ontológica para la sociología “las ontologías sociales

desempeñan un rol regulativo aun más fuerte porque rigen los conceptos que se asumen como

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admisibles en las explicaciones y descripciones” (Archer 2009:53). De esta manera, resulta que

bajo la ontología del realismo sociológico la realidad social está compuesta por la estructura

social y los agentes sociales, en diversos niveles de emergencia. Comenzando desde el dualismo

disciplinar y no cayendo en ningún imperialismo conceptual de los términos.

Esto hace, según Archer, que el “dualismo analítico” resulte ser un acompañante

metodológico coherente con el realismo crítico de Bhaskar (Archer 2009:47). Lo cual debe

comprenderse como una relación lógica al “interior” del sistema cultural. Esta relación lógica

de teorías es una “complementariedad contingente” que necesita una intervención agencial

para producir una síntesis consistente (Archer 1997:271). Síntesis que sería el enfoque

morfogenético en tanto teoría social práctica. Este punto es central, ya que el dualismo

analítico es presentado al menos en la primera versión del enfoque morfogenético como una

forma metodológica, un procedimiento que debe realizarse para analizar el cambio de la realidad

social: “La morfogénesis/morfoestasis puede entenderse como un enfoque de teoría social que

es realista en su ontología, que complementa al realismo al hacer explícito el dualismo analítico

y demuestra su utilidad metodológica en el análisis social práctico” (Archer 2009:120).

El dualismo analítico es una forma de teorización que Archer toma desde David Lockwood,

donde se realiza una distinción entre integración sistémica e integración social. Sobre la cual se

puede entender que la relación entre los grados de integración sistémica y social permite

conocer los modos en que se transforma la realidad social. Así, la integración sistémica se

desarrolla a partir de los grados en que “las partes” del sistema social se relacionan y la

integración social desde el grado en que “los actores” se relacionan (Lockwood 1964:371). En

el argumento de Lockwood, el funcionalismo ha hecho del cambio social un asunto de

configuración de las relaciones entre “las partes”, manteniendo a los “actores fijos” o

dependientes de los movimientos autónomos del ajuste de las partes. Así, todo cambio de la

estructura social es un asunto del sistema, el cual puede ser explicado sin hacer referencia a las

personas. Ya que si bien están las personas involucradas, por ser agencia de toda acción, son

medios para la realización de ajustes estructurales en el proceso de evolución del sistema, como

la paradoja del funcionalismo de diferenciación e interdependencia. Al contrario, los teóricos

del conflicto, como Dahrendorf, han realizado la operación solo atendiendo a los actores, sin

necesitar como elemento explicativo a los grados de integración de las partes del sistema. El

cambio social es un asunto de los actores, sus formas subjetivas y sus modos de acción. De

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esta forma, para Lockwood el estudio del cambio social al menos debe distinguir ambas

dimensiones y su posible relación, en grados de integración sistémica y grados de integración

de los actores.

Esta propuesta, que es un principio metodológico para el análisis sociológico, es un modo de

indagar en la realidad social por medio de unas relaciones entre conceptos que no tienen una

forma teórica necesaria (Archer 1978). Al contrario de otros principios metodológicos, como

por ejemplo, en el caso del funcionalismo de Parsons, el cual comienza todo análisis desde la

necesaria integración funcional de los sistemas. De esta forma, se parte todo análisis de una

relación pre-empírica, desde el cómo se debiera realizar la relación conceptual en el análisis

empírico, porque la realidad así se debe comportar. Aflorando, desde los análisis, conclusiones

tales como: carencia de integración funcional o déficit de diferenciación funcional. Para

Lockwood, en cambio, debemos considerar las condiciones de la integración sistémica y de la

integración social, ya que ninguno por sí mismo es causa suficiente de las transformaciones o

reproducciones de la sociedad. Agregando con esto, de forma descriptiva, que no tienen una

forma ideal y pre-sociológica en términos teóricos. Se trata de los niveles de conflicto y

contradicción, o de orden y coherencia, que pueden darse en una sociedad histórica (Archer

1978).

En el caso del enfoque morfogenético, la teoría sigue este principio metodológico como una

relación no conflacionaria entre agencia y estructura. Utilizando la separabilidad analítica para

el análisis societal, las cuales están contextualmente estructuradas y agencialmente pobladas.

Archer retoma esta idea en su primera etapa de dualismo analítico, ordenándola

temporalmente. Distinguiendo tres fases temporales : a) Fase 1 de condicionamiento de la

estructura hacia la agencia: momento donde existe, en el extremo del modelo, una relación de

alta integración sistémica y alta integración social; b) Fase 2 de interacción social entre

estructura y agencia: donde la relación se vuelve conflictiva, por déficit de integración sistémica

o por déficit de integración social; así se queda en relaciones de baja integración sistémica y

baja integración social en el extremo del modelo; y c) Fase 3 de elaboración estructural de la

agencia hacia la estructura: en el cual nuevas formas estructurales se generan, con nuevas

propiedades emergentes que condicionan a los agentes, pudiendo volver a un esquema de alta

integración sistémica y social. Estas tres fases metodológicas del enfoque corresponden a los

énfasis de la teoría sociológica conflacionista, donde el primero corresponde al descendente, el

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segundo al central y el tercero al ascendente (Archer 1979, 1997, 2009). De esta forma, las

formas sociológicas conflacionarias resultan suplementarias entre sí, cuando se ponen a

funcionar juntas dentro del ciclo, separadas en un modelo de fases temporales. Resultando, al

final del ciclo, en una teoría sin conflación.

Este argumento, como metodología de análisis, es la base del estudio de los orígenes sociales

de los sistemas educacionales de 1979, manteniéndose como argumento de la morfogénesis del

sistema cultural de 1988: “Decididamente, este enfoque no es equivalente al dualismo

filosófico, porque no se sugiere que nos enfrentemos a entidades independientes, sino a unas

sólo separables analíticamente y a las que es útil tratar teóricamente de manera separada”

(Archer 1997:14). Sin embargo, a partir de 1995 el modelo temporal reaparece con un

trasfondo nuevo: el realismo crítico de Bhaskar. Y, ahora sí, agencia y estructura resultan ser

entidades ontológicamente distintas que entran en juego mutuo: “hay un hiato ontológico entre

la sociedad y las personas” (Bhaskar 1998b: 217). El cual comenzará a regular filosóficamente

al enfoque morfogenético, mas no realiza grandes cambios metodológicos. Ya que en el

procedimiento se depende del argumento del dualismo analítico separado temporalmente

desde 1979. Esto lo pongo en relevancia porque el texto de Lockwood es de los sesenta, el de

Bhaskar de los setenta y el primer abordaje morfogenético de Archer –aunque no realista- es

de 1979 (Archer 2007a). Sin tener razón aún de la complementariedad contingente con los

argumentos filosóficos de Bhaskar, condición que aparece de manera explícita en el libro de

1995. Así, el realismo crítico es el fundamento ontológico, el dualismo analítico la forma

metodológica y el enfoque morfogenético la teoría social práctica: “El enfoque morfogenético

se presenta, de este modo, como la representación metodológica práctica de la ontología social

realista” (Archer 2009:48). Este es el punto central del desarrollo teórico que propone Archer

para la sociología: un modo de hacer la síntesis entre estos enfoques de distinto nivel lógico. El

cual tiene como objetivo explicar las condiciones de transformación o reproducción de las

estructuras sociales. Manteniendo y ocupando, en la investigación empírica, la distinción entre

agencia y estructura con su juego mutuo.

De esta forma, todo análisis de la morfogénesis estructural no solo debe respetar la

distinción entre integración social e integración sistémica, sino que debe dar cuenta de su juego

mutuo a través del tiempo en los diversos niveles de emergencia. Ya que según Archer:

“Básicamente, el dualismo analítico es posible por la temporalidad” (Archer 2009:251). De otra

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forma, no solo se incurre en una suspensión artificial del juego mutuo entre agente y

estructura, sino también en lo que los realistas denominan “falacia ecológica”, como derivación

de propiedades individuales desde el nivel colectivo (Sayer 1992:102). O de otra forma, como

juego mutuo de una agencia en un nivel de emergencia frente a la estructura en uno superior.

Como cuando se interviene una escuela, intentando clausurar la estructura sistémica en que

está puesta, cerrando incluso sus puertas. O, cuando una organización no política, hace las

veces de partido político, sin tener capacidad de maniobra al interior del sistema político.

De esta manera, Archer muestra que el enfoque morfogenético supera, en el sentido de que

contiene en un nuevo marco, a todas las formas sociológicas anteriores. Donde los límites de los

enfoques conflacionistas están asociados a sus cortes temporales. Esto implica que el modelo

de Archer reubica los énfasis metodológicos de la teoría sociológica, de las formas de relación

entre agente y estructura, considerando que el problema conflacionista de los enfoques

anteriores está asociado a la incompletitud temporal contenida en su teorización. Donde las

formas conflacionistas descendentes no tienen capacidad de explicar el proceso de cambio

estructural, ya que solo se quedan en la puerta del condicionamiento sin introducir al agente

como entidad activa del proceso morfogenético. Así, el cambio social se define por una serie

de sucesos plenamente autónomos de la estructura. Pasando de la fase 1 a la fase 3, saltándose

el proceso, que Archer llama “interacción social”, entre estructura y agencia o fase 2.

En cambio, en las formas de conflacionismo ascendente se parte metodológicamente de la

presencia de individuos, los que crean formas de relación entre ellos, las cuales que regulan sus

interacciones. Así, los cambios estructurales solo se entienden por obra de los individuos y sus

necesidades internas. No existiendo formas estructurales, por muy normativas que puedan ser,

con propiedades emergentes, esto es derivado de relaciones propias. Entonces, la fase 3 o

elaboración social es producto directo y transparente de la obra de los individuos, el cual

siempre es modificable a discreción de las dinámicas de acción de la agencia (Elster 2003). De

la misma manera, las formas de conflacionismo central trabajan sobre el tiempo de interacción

social o fase 2, donde el proceso posible de cambio de la fase 3 es solo una siempre probable

posibilidad de la fase 2, quedando sin explicación los cambios que se pueden desarrollar

potencialmente o no. Ya que la estructura la realiza el agente en sus prácticas, constatándose el

cambio de estructura, en el cambio de prácticas de los agentes (Giddens 1995). Así, unos

enfoques afirman las propiedades emergentes de la estructura social por sobre las personas

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(Parsons 1966). Otros se basan en las propiedades de los individuos sobre la estructura (Elster

2003). Y otros intentan, poner fin a ambos imperialismos teóricos, por medio de la

reafirmación de ambos elementos, a través de la noción de prácticas agenciales rutinizadas

(Giddens 1995). Esto permite mostrar las rutinas, repeticiones y acciones constantes realizadas

por individuos; como formas estructurales, donde sin esta actividad agencial no pueden

describirse. Así, en la solución de Giddens ambos conceptos se complementan operando al

mismo tiempo, siendo dos caras de una misma moneda, como el rostro del dios romano Jano.

Uno de los principales puntos de crítica de Archer a Giddens se basa en el proceso de

cambio estructural. Archer no duda del principio de actividad agencial para cualquier

argumento sociológico. Sin embargo, agrega que la actividad agencial produce formas nuevas -

conocimiento, artefactos y normas de convivencia- que se separan de la agencia; las cuales

cuando entran en interrelación desarrollan propiedades emergentes, recondicionando la

actividad agencial que les dio existencia, aunque en un tiempo posterior. Estas propiedades

emergentes de las estructuras sociales, corresponden a las argumentaciones históricas de la

sociología y de la ciencia social en general. Como en el comienzo de la economía política,

donde David Ricardo argumentó las “propiedades emergentes” de la división internacional del

trabajo frente a la acción de los agentes de mercado. En este argumento, cada país en vez de

producir lo mismo que los otros debe producir otras mercancías, ya que si no resulta

redundante, poco competitivo y no beneficioso a nivel general. Y esto es porque hay una

contradicción en el intercambio entre países y su resultado en la producción general. De esta

forma, todos reciben menos por la producción del mismo producto. Así, lo que los países

debían hacer era especializarse en algunos productos con el objetivo de aprovechar las ventajas

comparativas para mejorar las formas de intercambio. Obteniendo mejor precio por cada

producto y mejorando la producción general. Este efecto no se desprende de ningún país en

específico, sino de la acción de todos en conjunto (Ricardo 1973). Condiciones como estas,

hacen que Archer intente un orden metodológico derivado del dualismo analítico. Donde

propone que la forma de estudiar el proceso de cambio social, o ya directamente morfogénesis,

debe pasar por incorporar tanto las propiedades de la estructura que destaca el conflacionismo

descendente y las propiedades de los agentes que marca el conflacionismo ascendente. Y la

posibilidad del cambio que pone en la palestra el conflacionismo central. Para Archer ese

orden metodológico se basa en el tiempo, donde pueden quedar contenidas, mediante las tres

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fases, todos los otros enfoques teóricos en sociología. Combinándose en el despliegue

temporal del enfoque morfogenético/morfoestático.

El enfoque morfogenético se debe entender como una forma práctica de estudiar los

procesos de transformación histórica de la estructura, o del “corazón del orden institucional de

una sociedad” (Lockwood 1964:370). Sin embargo, el procedimiento planteado por Archer

solo tiene pleno sentido para los procesos de transformación histórica de las estructuras

sociales. En tanto saber cómo ha llegado a ser esto que es ahora en ciclos morfogenéticos que se

reconstruyen desde el pasado hacia el presente. Así, cuando se realiza la pregunta incómoda de:

¿Se puede seguir la misma metodología, en procesos donde la fase 1 y la fase 2 no resultan en

morfogénesis, sino en morfoestasis? Es decir, donde existan procesos de condicionamiento,

interacción y reproducción durante un período largo de tiempo. La respuesta de Archer es: ¡Sí,

por supuesto! La diferencia central es que ahora no hay morfogénesis, resultando en

reproducción estructural. Y la concordancia con el dualismo analítico se basa en la posibilidad

metodológica de poder dar cuenta de la no transformación estructural. Elemento central de la

crítica de Archer a Giddens, por la imposibilidad que la teoría de la estructuración muestre

rendimientos explicativos en este punto. Sin caer en la redundancia de la rutinización derivada

de los misterios subjetivos de la “socialización”, con la constante reactualización de las

prácticas rutinizadas que constituyen la estructura de Giddens.

Sin embargo, la respuesta afirmativa y obvia, es apurada. Ya que, si bien el enfoque

morfogenético permite escapar de la dualidad de la estructura y la constante-contingente re-

creación del mundo, la aplicación del método temporal del dualismo analítico en tanto método,

implica que se puede tomar cualquier período de tiempo de la historia humana, aplicar el

procedimiento y observar que no hay resultados morfogenéticos. Resultando entonces que hay

Fase 1, o condicionamiento constante por parte de la estructura y ninguna razón agencial o

situación estructural importante para producir interacción social o tiempo 2. Y, aún menos,

“elaboración” social o fase 3 con resultados morfogenéticos y/o morfoestáticos. Este proceso

puede darse durante períodos largos de tiempo, piénsese en lo que Lévi-Strauss llamó

“sociedades frías” o en los períodos de la baja edad media, o en el corto período que se llamó

“fin de la historia” o la “huelga de los acontecimientos” durante la última década del siglo XX

(Abélès 2008) (Baudrillard 1997). Implicando que la Fase 2, de interacción social, o no se

realiza históricamente, o todavía más importante para un enfoque teórico práctico: no se sabe,

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metodológicamente, temporalmente, dónde ubicarlo. Esto hace que las Fases 2 y 3 resulten redundantes,

ya que no son posibles de ubicar temporalmente. Haciendo que la histórica analítica de la

emergencia no responda metodológicamente en procesos no morfogenéticos y la periodización

histórica resulte completamente arbitraria. Ya que queda la pregunta de: ¿Todo período

histórico tiene las condiciones de la fase 1 o de la fase 2 o de la fase 3?

Así, dado el esquema de Lockwood en la fase 1 hay altos grados de integración sistémica y

social. Y esta caracterización es mucho más que un momento metodológico en el tiempo, es

una específica e histórica forma de relación de juego mutuo entre agencia y estructura a nivel

macro. Y, de la misma manera, debe operar cualquier descripción de la fase 2, donde estos

grados de integración se pierden y comienza un proceso baja integración sistémica y/o social.

Para aflorar en una fase 3, en la cual hay nueva integración sistémica y social que no puede

saberse en principio si es alta o baja, solo que es nueva: ha cambiado la estructura institucional.

De esta forma, si no hay cambios en la integración sistémica y social no se produce la fase 2,

manteniéndose las condiciones propias de la fase 1. Y esto, irremediablemente no es un problema

temporal, ni en sentido metodológico ni ontológico, sino que depende del juego mutuo

histórico entre actividad agencial y condicionamiento estructural. O, de otra forma, de las

relaciones entre integración sistémica e integración social. Ya que, aquello que permitirá dar

cuenta de las condiciones estructurales y agenciales actuales dependerá de cómo, más que de

cuándo, se haya producido el proceso de juego mutuo.

Así, un problema central al enfoque morfogenético es que los procesos de juego mutuo

entre agencia y estructura pretéritos, que son históricos y que dan cuenta de las formas

estructurales actuales, no logra responder a las necesidades de un análisis sociológico no

morfogenético, solo aludiendo a fases temporales. Esto, porque los sucesos históricos tienen

su propia cadencia y sustantividad, propia del juego mutuo entre agencia y estructura. Así, si el

cambio fundamental en los procesos de conformación de los sistemas nacionales de educación,

es el paso de una educación de un esquema institucional privado a uno estatal y de un sistema

al servicio de elites a la masificación en la población; este es un proceso real, de transformación

histórica de las estructuras del sistema de educación. Y si el enfoque describe bien este

proceso, debiera prestar la misma utilidad tanto para la transformación como para la

reproducción. O sea, para el momento histórico en que el esquema institucional privado era

predominante y no había cambios en la estructura institucional.

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Salvaguardando la esquematización de las tres fases temporales. Es perfectamente posible

argumentar, que si los cambios no se han producido en las estructuras, no implica que no se

hayan intentado por “agentes corporativos asertivos”. O, que las partes no hayan tenido bajos

niveles de complementariedad sistémica. Así, se podría generado “interacción social”

representada en la fase 2, pero no se produce la morfogénesis, sino morfoestasis en la fase 3. Y

la estructura institucional permanece como en la fase 1. Por lo tanto, la fase 2 no es el punto de

comienzo de la morfogénesis como interacción social, sino una continuidad del

condicionamiento o fase 1. Sin embargo, no se está en la fase 1 ya que es otro tiempo,

pudiendo ser completamente otros agentes, pero las mismas formas de condicionamiento

social y cultural por parte de las estructuras. Y estos son procesos morfogenéticos estructurales

fallidos, más que morfoestáticos en sí mismos. Piénsese en las revoluciones sociales que no se

completaron y fueron derrotadas como el Mayo Francés de 1968 o la comuna de París de

1871. Donde no hay cambios estructurales, sino cambios agenciales de conformación de los

grupos dominantes, e incluso virajes conservadores de los electores. Con un corazón institucional

de la sociedad mantenido y reforzado.

Así, pueden darse realineamientos, diferenciaciones de grupos culturales y sociales frente a

las estructuras socioculturales, o reestratificación como cambios en las relaciones de

hegemonía y subalternidad de las colectividades, sin que esto implique una variación

estructural. Lo cual, podría cambiar las condiciones de estabilidad estructural, pero no cambio

estructural en el sentido del corazón institucional. Implicando esto, que puede haber constante

correspondencia entre integración sistémica e integración social, como una fase 1 de larga

duración temporal. O, re constitución de la correspondencia entre integración sistémica y

social como fase 3, en tanto procesos históricos específicos. Este punto es relevante, ya que

pueden darse cambios en el plano agencial, por ejemplo de los grupos dominantes y dirigentes,

cambiando los modos de agrupación social, pero no necesariamente en los modos de

configuración sistémica. Donde el resultado es una morfogénesis de la agencia, pero no

necesariamente del sistema. Así, puede haber morfogénesis en la dimensión social asociado

con morfoestasis en la dimensión estructural. Lo cual tiene un tiempo marcado de realización

como intentos de cambios estructurales, fracaso del intento y vuelta al condicionamiento como

fase 3. E incluso, podría realizarse un cambio de grupo dominante como un reemplazo de

estos, pero no un cambio estructural.

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136

Entonces, el panorama histórico que se puede tener es morfoestasis sistémica y

morfogénesis de las agencias corporativas. Ya que cambios agenciales se han producido, pero

no a nivel de las partes. Pero, en el modelo de Archer, donde el juego mutuo entre actividad y

condicionamiento depende del tiempo son considerados irremediablemente como fase 2

temporal o fase 1 de condicionamiento. La crucialidad que tiene este argumento, es que ahora

no se sabe en qué fase del ciclo morfogenético se está, no teniendo herramientas teóricas para

caracterizarlo. Así, este grupo asertivo que podría estar en su proceso morfogenético, de lograr

acumular mayor capacidad de negociación frente al grupo dominante, puede ser parte de la

fase 1; ya que se demuestra el condicionamiento estructural que el grupo dominante y dirigente

mantiene a través de su relación protectora con la estructura. O de la fase 2, donde se muestran

los intentos de transformación que han realizado, pero que han fracasado. O, se puede estar en

la fase 3, si se trata del estudio del grupo asertivo. E, insisto, que esto no depende del

observador ni de los intereses del investigador, ya que de todas formas transformación del

corazón institucional no se ha producido. Y de esta manera, es estructuralmente morfoestático

el período. Sin embargo, no se puede aplicar el procedimiento temporal por las características

históricas de ese período. Así, se tienen varias secuencias de tiempo, porque a pesar de no

poder saber en qué tipo de fase se está, tiempo ha pasado. Punto lógico donde se revela que el

tiempo mismo no es una variable independiente en los procesos morfogenéticos de la estructura. Implicando que

el juego mutuo entre actividad agencial y condicionamiento institucional no puede depender del tiempo. Y si

bien, permite poner un orden secuencial morfogenético para el cambio societal,

complementario al dualismo analítico de Archer 1979 a 1988. No es lo más relevante en el

dualismo realista de 1995, ya que ahora hay un hiato ontológico, no una solución

procedimental y analítica para estudiar el proceso de cambio. De esta forma, Archer persiste en

un argumento metodológico basado en la temporalidad, que permitía una salida analítica al

problema planteado por Lockwood y reforzado por Giddens; pero, no puede seguirse cuando

el dualismo sobrepasa su plano analítico, para abrazar el dualismo filosófico. Ya que ahora las

diferencias de temporalidad entre actividad agencial y condicionamiento estructural, es una de

las propiedades de las estructuras, pero su juego mutuo no puede basarse en el tiempo. Ya que

hay un hiato ontológico entre ambas entidades.

Permítanme poner un ejemplo que en Archer es recurrente: el analfabetismo en la Cuba de

Castro (Archer 1982, 2009). Este caso se muestra como ejemplo paradigmático de la

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137

importancia del tiempo en la metodología de la historia analítica de la emergencia. En la Cuba

antes de Castro, la propiedad cultural de lecto-escritura estaba desigualmente distribuida en la

población -agencia- en el tiempo 1, por efectos de la cantidad de instituciones de educación y

maestros que existen bajo la Cuba pre-revolucionaria, además del rápido abandono de las

escuelas para entrar a la vida laboral, ya que las personas para poder acceder al sistema

educacional en sus diversos niveles requieren estar liberadas de relaciones autónomas con el

sistema económico. Este es el condicionamiento sociocultural en el tiempo 1. Ante lo cual,

según Archer, Fidel Castro, dado el compromiso tomado ante la ONU en 1960, adopta una

política de alfabetización. Creando la “Comisión nacional de alfabetización y educación

fundamental”, cambiando la dependencia de las escuelas, las cuales pasan a depender del

Estado. Sin embargo, pese al aumento de aulas y organizaciones educativas, la campaña de

alfabetización se basó en voluntarios que van a enseñar a las zonas rurales, donde “cada

alfabeto le enseña al otro”. Estos voluntarios son brigadas de alfabetización que se trasladan a

las zonas rurales, siendo en su mayoría estudiantes bajo los 20 años que enfrentando peligros –

varios de ellos murieron- llegaban a zonas aisladas de Cuba. Dándole fluidez a la transmisión

de la capacidad lecto-escritural sin educación formal. Habiendo interacción sociocultural como

fase 2.

Así, en menos tiempo del normal que se podría demorar una sociedad nacional en hacer

subir los indicadores estándar de alfabetismo, Cuba se puede declarar como país libre de

analfabetismo como fase 3, siendo un país que pasó del 47% de analfabetismo rural a un auto-

reportado en 1961 de 3,9%. Esto claramente puede ser entendido como que en la fase 1 hay una

condición específica, donde se aplica una intervención en la fase 2 y cambios en los agentes en

la fase 3. Sin embargo, aunque haya cambiado la dependencia de las escuelas y se hayan

multiplicado los maestros básicos, la capacidad material de instruir a toda la población con

educación formal sigue siendo limitada, razón por la cual se debió optar por las brigadas de

alfabetización. Esfuerzo con recursos limitados: materiales (traslado y textos); poblacionales

(número de personas disponibles); propiedades culturales de la agencia (instrucción de

instructores) que no se puede mantener en el tiempo. Y esta política voluntaria solo puede

servir para subir la barrera de alfabetismo. Toda otra instrucción más avanzada y especializada,

deberá esperar más tiempo por una inyección superior de recursos materiales, organizacionales,

culturales y agenciales; no posibles de suplir con brigadas. Así, el gráfico de Castro funciona, ya

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138

que las brigadas aminoran el tiempo entre el objetivo y su cumplimiento. En este proceso, no

solo hay una distribución mayor de la propiedad cultural de la lecto-escritura, sino una gran

movilización de recursos a través de nuevas y variadas instituciones que no pueden mantener

su ritmo sin entrar en conflicto con otras necesidades de Cuba; como pueden ser las cosechas,

también voluntarias, del azúcar. Solo si se entiende que hay un cambio estructural a nivel del

corazón institucional de Cuba, se puede comprender la morfogénesis de agencia que existe al

final del proceso, como una ampliación social de la capacidad cultural de lecto-escritura. Aquí

se aplica la historia analítica de la emergencia. Sin embargo, ¿Es un problema de tiempo?

Si se piensa en la ampliación de la distribución de esta propiedad cultural en la población, en

par de años desde la revolución pareciera que no, ya que se trata de un esfuerzo institucional de

movilización de recursos. Si se piensa que otros países, gastaron decenas de años para llegar al

mismo índice, pareciera que sí. De esta forma, si el tiempo es una variable independiente sobre

el juego mutuo entre estructura y la agencia, la metodología de la historia analítica de la

emergencia puede ocuparse sin más, solucionando la contingencia de Giddens. Sin embargo, si

el tiempo es variado, ya que depende de los casos -lo que es decir que depende de las

relaciones de juego mutuo entre integración sistémica e integración social- entonces otro

elemento lo hace variar y no depende de la temporalidad, de ninguna unidad de tiempo en sí

misma o secuenciada con otras. Dependiendo de las condiciones históricas mismas del juego

mutuo entre estructura y agencia. Y proceso histórico y proceso temporal no coinciden. En los

procesos históricos hay tiempo, pero no es tiempo lo que ocurre, lo que ocurre son sucesos

resultantes de la relación de juego mutuo entre condicionamiento estructural y actividad

agencial, que pueden llegar a caracterizarse como morfogenéticos y/o morfoestáticos. Los

cuales se pueden estudiar por medio del modelo y procedimiento de las tres fases, sin ser ellos

ordenación metodológica temporal de la acción continua de los agentes, ya que “La acción en

sí misma es innegablemente continua, pero la naturaleza de las actividades no lo es –es discontinua con

las actividades pasadas producto de los nuevos constrictores y habilitadores relacionales que ahora

inevitablemente ayudan a darle forma” (Archer 2009:117) (cursivas mías). La representación

conjunta de las fases de la morfogénesis y la temporalidad se representa en la figura 6.

Figura 6: Las tres fases del ciclo básico morfogenético/morfoestático. Fuente: Teoría social realista. El enfoque morfogenético. (Archer 2009:221)

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139

Ciclo morfogenético/morfoestático

Fase 1: condicionamiento estructural Fase 2: interacción social Fase 3: elaboración estructural

T1 T2

-------------------------------------------------

T2

-------------

--------------

T2 T3

-------------------------------------------------

T3

-------------------

-------------

T3 T4

----------------------------------------------

(morfogénesis / morfoestasis)

La única forma en que la morfogénesis estructural se derive por el tiempo. Es que esta no sea

otra cosa que un estado específico de la agencia en un determinado momento como fase 1. Tal

como en la fórmula crítica que argumenta King contra Archer sobre Cuba, donde “los tres

tipos de emergencia estructural: numérica, relacional y burocrática… pueden ser reducidos a

otras personas” (King 1999: 208). Solo que ahora no se hace el argumento en tiempo presente,

donde lo estructural son otras personas y sus relaciones, desde un individuo solipsista que es el

argumento de King. Sino desde un agente, que ve a la estructura como pasado, que son solo

otras personas en otro tiempo. En tanto cambio de las prácticas de los agentes que han ido

variando con el tiempo, posibles de estudiar en tres fases: rutinización, desrutinización y

rerutinización nueva. Antes no se sabía escribir y ahora sí, siendo un proceso demarcable en el

tiempo, como resulta obvio entre: el estado anterior de analfabeto como tiempo 1, la

intervención de los instructores como tiempo 2 y el resultado de alfabetismo como tiempo 3.

Así, un punto elemental es que la única forma de usar metodológicamente las tres fases temporales

de Archer, sin dar cuenta de los procesos históricos específicos y usando al tiempo como

variable independiente, es una forma de conflación. Ya que obvia a la estructura, porque esta

no es sino un estado específico de la agencia en un tiempo anterior. Y siempre hay una

condición 1 de la agencia. Resultando el enfoque morfogenético y sus tres fases temporales

asociadas a la distinción del dualismo analítico más cercano a la teoría de Giddens que lo que la

misma Archer aceptaría. Ya que se trataría de una disección al concepto de prácticas agenciales,

por medio de cortes temporales. Resultando en una muy buena continuación de la teoría de la

estructuración de Giddens, a la cual solo se le ha agregado tiempo en la estructuración de las

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140

estructuras, evitando la contingencia que florece en el elisionismo de presente constante. La gran

diferencia es que ahora el cambio no es contingente, sino que se da con el tiempo y es analizable

en tres momentos discretos. El problema que surge es que si se mantiene al tiempo como base

del dualismo analítico, entonces no hay hiato ontológico entre agencia y estructura sino solo

diferencias de temporalidad. Por lo tanto, aún no hay una descripción del juego mutuo entra

agencia y estructura, porque no hay distinción entre agencia y estructura.

De la misma forma, si la evaluación histórica de la morfogénesis y la morfoestasis estructural

es desde el presente, punto desde donde se aplica la metodología de la historia analítica de la

emergencia. El procedimiento puede extenderse hacia atrás, meses o años o decenas de años e,

incluso, cientos. De hecho, así presentada es una teoría más bien de carácter histórica que

sociológica, ya que se trata de la historia analítica del presente. Y dependiendo de cuánto se

devuelva hacia atrás en el tiempo, la condición morfogenética de la estructura se hará más o

menos probable, con varios períodos morfogenéticos. Si se retrotrae bastante se puede dar

cuenta de su morfogénesis, pero si se extiende poco es posible que se encuentre morfoestasis.

A menos, que hayan habido revoluciones que cambian rápidamente las condiciones

estructurales. Caso en el cual se encuentra morfogénesis estructural, con poco gasto temporal,

aunque es posible, largos procesos de formación de colectividades y de aparición de agencias

corporativas anteriores, como en el argumento de Thompson sobre la formación de las clases

como colectividades (Thompson 1989). De esta manera, metodológicamente no se puede fijar

temporalidades, sino dar cuenta de los procesos históricos en sí mismos. Ya que no depende

del tiempo la posibilidad de morfogénesis o morfoestasis, sino de las condiciones de la

integración sistémica en su juego mutuo con la integración social, en el tiempo y no por el

tiempo.

El tiempo no es símil de juego mutuo, como si se desprende de Archer, sino un escenario

constante donde se da inevitablemente el juego mutuo entre actividad agencial y

condicionamiento institucional. Con esto se debe entender que el tiempo no hace variar el juego

mutuo de estructura y agencia, sino que en el tiempo varía el juego mutuo. Lo que hace que no

dependa del tiempo la posibilidad de morfogénesis. No hay impronta, ni efecto, ni relación de

ninguna unidad de tiempo en el juego mutuo; no es un elemento con distintos valores en una

distribución, con formas posibles de indicar, manera efectiva de entender una variable. El

tiempo en distintas formas de unidad es siempre al alza en unidades demarcables. A menos que,

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141

los estadios temporales encierren algo propio, que haya que desempacar en sus ciclos y fases, como es el juego

mutuo entre actividad agencial y condicionamiento estructural. En su caracterización de período

específico, que pueda traducirse en un período morfoestático o morfogenético, lo cual

depende de las condiciones históricas de las relaciones entre la integración social y la

integración sistémica. Lo que hace que el problema del cambio social no dependa del tiempo

en sí mismo. Así, cada uno de tres momentos del ciclo morfogenético tienen condiciones

temporales variables internamente, dependiendo del juego mutuo y lo profundas que sean las

transformaciones en el corazón institucional. La morfogénesis de la estructura trata por sobre

todas las cosas de este punto. Y es aquí donde alcanza su máximo despliegue.

Luego el modelo de las tres fases temporales se generalizará en la obra de Archer, llegando a

ser ocupado para: la morfogénesis ontogenética de la agencia (de primaria a corporativa); la

morfogénesis filogenética de la agencia (de agentes niños a agentes adultos); luego para el

proceso de conversación interna y formación de preocupaciones, (discernimiento, deliberación

y dedicación) y para el proceso de diseño de proyectos (preocupaciones, proyectos y prácticas).

Todos pasan por sus tres fases de condicionamiento, interacción y re-elaboración. Y en todos

ellos hay diferencias temporales. Sin embargo, se puede aplicar el mismo argumento, no es el

tiempo el que las hace variar, sino las condiciones de juego mutuo entre agencia y estructura.

Podrían pasar años, muchos años, sin una agencia corporativa capaz de tener potencialidad de

transformación sistémica, pero que pasen muchos años no implica que sea el tiempo el que

medie la relación. O, que sea el tiempo la variable independiente. O, que sea el tiempo el que

permita distinguir agencia de estructura. De esta forma, los pasos entre fases y la

caracterización de cada una de las fases, dependerán del modo en que se dé el juego mutuo

entre actividad agencial y condicionamiento institucional. O, de otra forma, más clásica, del

juego mutuo entre integración sistémica e integración social. Y este juego mutuo no tiene

modo de representación en la teoría de Archer.

La cr í t i ca conceptual a las fases morfogenét i cas : jugando s in t i empo.

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142

La primera crítica que he presentado ha tomado de forma general a la metodología de la

historia analítica de la emergencia. Donde he rechazado el tiempo como base de la relación de

juego mutuo entre agencia y estructura, lo que no implica que no haya tiempo, sino que no es

el tiempo lo que permite distinguirlas. Y que el juego mutuo entre ambas no depende del

tiempo. De esta manera, cuando el tiempo no es el punto central de las relaciones de juego

mutuo entre agencia y estructura, las fases pueden ser interrogadas por dentro, para dar cuenta

de sus posibilidades internas. Cuando se despoja a las fases morfogenéticas del tiempo como

variable, se puede apreciar con mayor intensidad los problemas conceptuales del enfoque, fase

por fase. Lo cual trae problemas importantes en el tratamiento metodológico del proceso

morfogenético y/o morfoestático de la sociedad. Ya que la consolidación teórica del enfoque,

depende de la utilidad que tengan los conceptos para trabajar el juego mutuo entre agencia y

estructura a través del tiempo.

Si los conceptos y su condición transitiva, no logran representar este proceso intransitivo

momento a momento, prestándose a la confusión o a la conflación, deben ser criticados. La

conflación anterior se evitaba al modelar el proceso en tres fases temporales, que al final del

ciclo resultaba no conflacionaria, si es que no hay un hiato ontológico entre actividad agencial y

condicionamiento estructural. Sin embargo, cuando el tiempo es retirado del argumento, la

conflación aparece en cada una de las fases. Ya que para que la caracterización de una fase

tenga sentido, la distinción debe basarse en una forma de juego mutuo específico entre agencia

y estructura, en cada de fase. En el fondo, la historia analítica de la emergencia debe poder

representar la historia ontológica de la morfogénesis, a través del hiato entre agencia y

estructura en cada una de las fases.

a) Fase I o condic ionamiento soc io cul tural

El comienzo, como ya lo anote, es la fase 1 o de condicionamiento. El elemento problemático

de este punto, es que por definición del juego mutuo histórico entre agencia y estructura, no

puede dejar de haber condicionamiento estructural. En el cual la fase 1, más que corresponder

al condicionamiento, puede ser caracterizado como de correspondencia o correlación positiva

entre integración social e integración sistémica, generando reproducción o morfoestasis. De

esta forma, el momento 1 o de condicionamiento es un momento de reproducción

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generalizada. En un extremo del modelo hay correspondencia entre integración social e

integración sistémica. Sin embargo, puede haber otras condiciones que impliquen posibilidades

de cambio no realizadas, como problemas de integración entre partes de la estructura o

contradicciones lógicas al interior del sistema cultural que se logren mantener a resguardo o

tolerar. Lo que implica, o que no se desarrollan sistémicamente, o ninguna agencia corporativa

está interesada en explotar la contradicción, o no tienen capacidad para hacerlo.

La lógica situacional que Archer ocupa para caracterizar esta fase es la de “protección”,

donde hay ausencia de conflictos entre agentes al menos en el nivel macro. O, al menos, no

hay posibilidades de cambios estratégicos importantes de cursos de acción como “contención”.

Ya que en el plano agencial puede haber culturalmente “reproducción cultural” y a nivel social

“solidaridad social”. Y dentro del plano sistémico puede existir culturalmente “sistematización”

y a nivel estructural “integración”. Entonces, el paso posible a una fase 2, o interacción social,

depende de un cambio en el plano de los agentes, o del sistema ideacional o material. Así, se

puede pasar a un punto de nuevas formas culturales, como la publicación de revisiones de

textos, o directamente textos nuevos, que cuestionen las formas hegemónicas en el sistema

cultural. Como las tesis de Lutero que encontraron un escenario propicio para generar mayores

grados de libertad interpretativa, como las relaciones de contradicción competitiva entre los

reyes de Europa y el Papa. O, se puede desarrollar una contradicción, entre lo que la forma

sistémico cultural dicta y lo que se realiza como la simonía. O, un déficit de solidaridad entre

agentes, como reivindicaciones de derechos políticos, como la extensión de las votaciones

hacia tipos de colectividades no contemplados institucionalmente como “las sufragistas”. O,

una crisis sistémica como las crisis de sobreproducción material y la posterior falta de empleo

entre los asalariados. Obviamente, la real posibilidad de morfogénesis dependerá de los casos

históricos en sí mismos, en tanto juego mutuo entre personas e instituciones.

Cuando comienzan estos procesos se puede decir que se está ad-portas de una fase 2. Sin

embargo, no se puede establecer que no hay condicionamiento, ya que precisamente se trata de

que cambian los cursos de acción de los agentes por alguna relación de juego mutuo con la

estructura. Y la guía direccional que generan las estructuras sociales y culturales resulta abierta,

por pérdida de arraigo agencial o por crisis interna de las instituciones, haciendo que los costos

de oportunidad de un curso de acción morfoestático se vuelvan relativamente similares a uno

morfogenético, quedando en planos de nuevas lógicas situacionales como: oportunismo y

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144

eliminación (Archer 2009:400). Implicando que los agentes corporativos están puestos en

situaciones que no pueden resolver de forma reproductiva. Y deben entrar en nuevos juegos de

poder, alianzas con otros grupos, intentos de cambios ideacionales y estructurales, etc.

Conllevando riesgos en las decisiones de los cursos de acción nuevos.

De esta forma, incluso en la fase 2 o de interacción social, la sociedad nunca está

completamente desestructurada como un fenómeno de total contingencia, ya que la posibilidad

de cambios en las lógicas situacionales es precisamente una forma más de condicionamiento.

Lo que implica que las estructuras sociales siempre están en funcionamiento, a pesar de sus

posibles crisis internas. Esto hace que puedan complicarse los procesos estructurales, como

suspensión de propiedades emergentes o agregadas, o cambios en las instituciones como

derivaciones de sus tareas normales, pero no hay total desestructuración sistémica. Ya que esto

implicaría el desaparecimiento de la sociedad y vuelta a una forma conflacionaria, donde habría

un páramo de individuos sin relaciones entre ellos, sin “contextos estructurados de acción”

(Outhwaite 2006:95). Así, siempre hay estructura institucional y agentes realizando cursos de

acción condicionados por las estructuras, donde en los procesos de morfogénesis hay cambios

en los condicionamientos de las estructuras producto de las acciones de los agentes. No solo

en términos de cohortes de agentes, sino en agentes que hacen las transiciones en los procesos

morfogenéticos de las estructuras. Ya que alguien lidera los procesos de transformación,

alguien los experimenta y, generalmente, alguien se opone. Donde cambian los modos en que

los agentes se relacionan por las nuevas relaciones estructurales y la distribución de

propiedades emergentes de las estructuras.

b) Fase 2 o interacc ión soc iocul tural :

Un segundo problema para la metodología del enfoque morfogenético de Archer, dados los

términos en que Archer lo presenta, está asociado a la fase 2 de interacción social. Archer

reconoce el principio sociológico de dependencia de la actividad agencial de los

condicionamientos estructurales. Esto debe entenderse como que sin acción de las personas

entre sí, difícilmente puede haber propiedades emergentes de las estructuras sociales. Punto

donde Archer lo que comienza discutiendo con Giddens es si estas estructuras aquí presentes son

creadas por estas personas aquí presentes. Ya que, bajo ese argumento las estructuras no tienen

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145

un desfase temporal diverso a las personas vivas. Sin embargo, esto tiene el corolario lógico de

que el desfase temporal es solo una propiedad de una diferencia ontológica entre agencia y

estructura. La estructura no solo son principios estructurales socializados y practicados de

forma inconsciente que cambian en el tiempo. Sino que bajo la ontología realista, es una forma

emergente de relaciones sociales denominada estructura institucional que tiene un hiato

ontológico con los agentes. Así, bajo cualquier condición en todas las fases hay interacción social,

o juego mutuo práctico entre agencia y estructura, pero no necesariamente hay fase 2 en tanto

desequilibrio entre integración social e integración sistémica.

Incluso, y no puede ser de otra forma, el juego mutuo entre agencia y estructura también se

realiza en el condicionamiento socio cultural o fase 1. Sin embargo, la fase 2 de comienzo de

morfogénesis estructural tiene características definidas de desarrollo de propiedades agenciales

corporativas en cursos de acción nuevos, como la relación entre grupos dominantes y grupos

asertivos respecto a la estructura sociocultural, que transforman la estructura en la fase 3 como

en el argumento analítico de 1979. O, como dice posteriormente, en 1995, que estos dos tipos

de grupos, que generan dos tipos de cursos de acción frente a la estructura, tironean la

estructura institucional hacia un lado u otro. Dado este elemento, ahora resulta que siempre

hay interacción entre estructura y agencia, pero algo varía en la relación condicionante de la

estructura hacia la agencia entre la fase 1 y la 2. Y, no solo, entre el fase 1 y 3.

Dejaré claro esto, entre la fase 1 y 3 hay un cambio estructural, lo que no implica que haya

suspensión de juego mutuo entre actividad y condicionamiento. Ya que la variación estructural

se produce por y en el juego mutuo entre agencia y estructura. Sin embargo, algo debe pasar en

la fase 2 para que se produzca el cambio o no. Lo complicado es que no puede ser

simplemente interacción agencia y estructura, ya que dadas las condiciones temporales y de

propiedades diferenciadas de la agencia con la estructura, como compromiso ontológico con el

realismo, la interacción como juego mutuo no puede suspenderse. Puesto el argumento

metodológico de las tres fases de la morfogénesis/morfoestasis, al cual no me opongo en

principio, no se puede decir simplemente que la fase 2 es equivalente a interacción entre agente

y estructura. Ya que se estaría suspendiendo la relación artificialmente, al menos en el primer

momento, como si en el condicionamiento o fase 1 no hubiera interacción entre agencia y

estructura. Por lo tanto, no está describiendo el proceso de relación entre agencia y estructura

en la fase 2, dejando en el misterio las formas morfogenéticas o morfoestática de la fase 3. Así,

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la situación condicionante generada por las estructuras socioculturales es siempre constante,

pero dadas las capacidades de la agencia en la fase 2 se producen transformaciones o

reproducciones de la situación de la fase 1.

Entonces, nuevamente, los procesos históricos no pueden ser simplemente observados bajo

el tamiz procedimental del tiempo como variable ni como mediación entre actividad y

condicionamiento. Ya que condicionantes estructurales existen constantemente frente a una

agencia humana condicionada, obligando a la reflexión y a la acción. De esta forma, la

característica central de la fase 2 o interacción social, no es solamente la interacción social, sino

una forma específica de interacción, de juego mutuo práctico entre agentes y estructuras del

mismo nivel de emergencia. Donde los cursos de acción de los agentes por el tipo de

condicionamiento, comienzan procesos de cambios en sus acciones, en pro de una

modificación de las estructuras o de sus propiedades, como la distribución de recursos

materiales o ideacionales. Como en el caso de la Cuba de Castro que destaca Archer, donde el

comienzo del proceso es un condicionamiento, pero este no se suspende sino que se aplica una

política de alfabetización, con la esperanza de una mayor distribución de las habilidades de

lecto-escritura. Donde el momento 2 es, precisamente, la intervención en la distribución de

esta habilidad. O sea, un agente corporativo con suficiente poder transformacional que inicia

un nuevo curso de acción intentando modificar las condiciones estructurales actuales. Esta es,

como se puede entender, la característica central de la fase 2, la cual es una fase convulsionada

o conflictiva o quizás anómica, de aumento de grados de incertidumbre agencial e inestabilidad

sistémica. Lo que provoca nuevas condiciones a los proyectos de las personas, los cuales

podrían comenzar procesos de variación. Esta variación es la base de la idea de una fase 2.

c ) Fase 3 o de e laborac ión soc iocul tural :

Hasta aquí he criticado al proceso en general de la metodología del enfoque morfogenético,

haciendo algunos énfasis en los problemas que arrastran tanto en la fase 1 de

condicionamiento como en la fase 2 de interacción. Así, en el punto de condicionamiento o

fase 1, he mostrado como no se puede argumentar el no condicionamiento posterior. De la

misma forma, he puesto en duda conceptual a la fase 2, caracterizado como interacción social,

donde esta descripción del proceso morfogenético no tiene la capacidad de poder describir el

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inicio de un proceso morfogenético, ya que en el ciclo completo, con todas sus fases, siempre

hay interacción. En este momento es que debo completar la crítica interna al modelo temporal,

pero esta vez a la fase 3 o de elaboración social.

Curiosamente, en un capítulo denominado “Elaboración sociocultural” en el texto “Teoría

Social Realista: el enfoque morfogenético” 1995 en Inglés y 2009 en castellano. Por primera

vez aparece caracterizada una relación práctica entre agencia y estructura, estableciendo medios

y formas de relación. Sin embargo, Archer la muestra como relación entre fases, como cortes

temporales horizontales que –insisto- son históricos, y no como formas de juego mutuo entre

agencia y estructura que serían más bien de forma vertical. Así, en estas formas de juego mutuo

entre actividad y condicionamiento el “mecanismo conectivo entre la fase 2 y la fase 3 opera

mediante el intercambio y el poder” (Archer 2009: 391). El intercambio es la característica de una

relación y el poder un recurso. Así, Archer comprende los atributos de las relaciones entre

agentes como “confluencia de deseos, la obediencia inducida por el poder y intercambio

recíproco” (Archer 2009: 391). En estas formas de relación se distribuyen recursos como

“sanciones políticas, recursos en efectivo y conocimiento técnico” (Archer 2009:393). Así,

dependiendo de las condiciones, como la distribución inicial de condiciones y las posibilidades

posteriores, los agentes pueden ejercer: capacidad de negociación, fortaleza negociadora y

poder transformacional (Archer 2009:393).

De esta forma, los agentes corporativos pueden ir generando cursos de acción que tiendan al

mantenimiento de la estructura o de su transformación. Dependiendo de las condiciones que

se vayan desarrollando en el proceso de juego mutuo. Así, una agencia corporativa que tenga

poca capacidad de negociación tendrá que buscar modos estructurales de acceso a mayor y

nuevas formas de recursos. Ya que las agencias corporativas para mejorar sus posibilidades de

cambio, deben buscar en las colectividades un recurso, legitimidad; y con otras agencias

corporativas, alianzas. Generando propiedades de fortaleza negociadora y poder

transformacional para tener la oportunidad de tironear la estructura institucional hacia un lado o

mantenerla en status quo.

La pregunta central en este punto es, ¿Esta caracterización de la elaboración social del

condicionamiento sociocultural y la actividad de la agencia, no puede ser la forma de

relacionamiento de todo el ciclo morfogenético en cada una de las fases? Ya que, como se debe

entender, la capacidad negociadora de un agente corporativo en la fase 1 puede ser un poder

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transformacional en la fase 2, generando nuevas formas estructurales en la fase 3. De esta

forma, más que el proceso final de la elaboración social, Archer proporciona el material

conceptual de los modos de relacionamiento estructural, los medios en disputa y las

potencialidades de acción de las agencias macro en una fase cualquiera. Donde el proceso de

confluencia de deseos, obediencia inducida por el poder o intercambio recíproco; puede

caracterizar tanto a las relaciones estructurales de la fase 1, la fase 2 y la fase 3. Donde aquello

que cambia, es quiénes intercambian; en qué nivel; a través de qué mecanismos; qué tipo de

recursos buscan retener o ampliar, etc. Por primera vez, entonces, se puede dar cuenta hacia

atrás, sobre cuáles son las condiciones que pueden caracterizar específicamente a las fases

como tres fases distintas de relación entre agencia y estructura. Las cuales ya no pueden ser

simples cortes metodológicos de realidad socio-temporal, sino que deben ser formas reales y

características de relación entre actividad agencial y condicionamiento institucional; posibles de

esquematizar, a través de la historia analítica de la emergencia, en tres fases como modos de

relación entre agencia y estructura.

Así, se puede decir que en todas las fases, siempre hay condicionamiento entre estructura y

agencia; siempre hay interacción entre agencia y estructura; y siempre hay mecanismos

conectivos estructurales como modos de relación entre agencias. Y, sin embargo, aún no se

logra representar el proceso práctico de relación entre agencia y estructura de forma vertical en

cada fase y tampoco cómo se pasa de una fase a la otra de forma horizontal por medio del

mismo proceso práctico. El encuentro práctico entre agencia y estructura, no tiene una teoría

del juego mutuo, ya que está supuesto, empacado, dentro del argumento del tiempo y sus fases

temporales.

La conversación interna: la crítica a las formas de reflexividad como juego mutuo.

Si el argumento que he presentado en el apartado anterior resulta verosímil. Entonces se debe

colegir que Archer no tiene una teoría del juego mutuo entre actividad agencial y

condicionamiento institucional. Sin embargo, en su proceso de teorización posterior, sí

presenta una teoría del juego mutuo mental como reflexividad a partir de la publicación de

“Being Human”. Momento en que aparece por primera vez la idea de “conversación interna”,

que será completada en sendos libros hasta el año 2012 con “The reflexive imperative”. De la

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149

misma manera, sí posee una crítica a la conflación en versión realista desde 1995 y también una

matriz procedimental de tiempo para dar cuenta de la morfogénesis estructural desde 1979.

Pero, solo resulta un modo de criticar la conflación entre agencia y estructura en otras teorías

que niegan el dualismo; un ordenamiento en fases de la morfogénesis institucional para

operativizar el dualismo de Lockwood en el tiempo y; un primer modo de distinguir agencia de

estructura derivada de las propiedades temporales diferenciadas entre entidades, mas no una

teoría del juego mutuo. Lo que implica, un vacío importante en la relación entre actividad y

condicionamiento, ya que solo hay un esquema metodológico temporal.

En la tercera fase de su producción intelectual, Archer propone una forma de juego mutuo

que no está basada en el tiempo sino en la reflexividad, lo que debe entenderse de inmediato

como un ejercicio mental de los individuos. Concepto que hasta ese momento no tenía una

forma precisa, sin embargo estaba incluido como un supuesto en la crítica al conflacionismo,

por el rechazo al argumento de la sobresocialización. La forma del juego mutuo, esa central

interfaz entre agencia y estructura, como vínculo perdido de la sociología; Archer lo encuentra

en la capacidad reflexiva de los agentes. En la crítica realista a la conflación en sociología, el ser

humano es un ser activo y con voluntad, siento una entidad diferente que se relaciona con la

estructura; pero la estructura no puede estar en él, porque de otra forma no se respeta el hiato

ontológico de Bhaskar. De otra forma, la estructura estaría al interior del individuo, siendo una

representación mental, conflacionando a la estructura y volviendo al argumento de Giddens.

Con mayor libertad por una conciencia que distingue a sí mismo del mundo; con capacidad

reflexiva y no conciencia práctica; con procedimientos para estudiar la morfogénesis

estructural, ya que no hay contingentismo sino fases; pero irremediablemente con la estructura

institucional por dentro. Sin hiato ontológico entre entidades solo quedan las representaciones

y prácticas repetitivas de la agencia como estructura.

El hiato ontológico es mucho más que una distinción analítica y temporal, sino un problema

práctico entre dos entidades distintas que debe ser recogido por la teoría. Teoría que no recoja

esta distinción arriesga falacias en el proceso explicativo. La exterioridad entre las entidades,

entre agencia y estructura, que da pie a la idea de juego mutuo, es la base del realismo

morfogenético de Archer. De otra forma, la sociedad no es la entidad emergente que el

realismo propone, punto desde el cual parte Archer, derivando el análisis sociológico de

agencia y estructura en interpenetración. Por esta razón, para la teorización sobre la relación de

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juego mutuo de ambas entidades, se deben encontrar puntos de interconexión no de

determinación. La idea de intersección, interfaz o juego mutuo no son casuales; porque reconocen

relaciones entre entidades, con atributos propios, que deben ser relacionadas. Y es ese punto

de conexión, o interfaz, un aspecto central para el realismo morfogenético. Es en este

elemento de conexión donde deben realizarse los esfuerzos de investigación intensiva en el

enfoque morfogenético, porque si no tiene teorización sobre la interfaz siempre se corre el

riesgo de caer en conflación. Donde la conflación implica determinaciones, como

sobresocialización del agente y reificación a la estructura, aunque sea distribuida en fases

temporales.

Para Archer, ese punto de conexión al interior del individuo es la “conversación interna”.

Esa conversación interna se produce entre las preocupaciones primordiales agenciales y la –

necesaria representación mental- de los contextos socioculturales, desde cuyo procesamiento

como conversación interna, se diseñarán los proyectos agenciales frente a los contextos

socioculturales. Así, el agente reflexivo de Archer, que es irremediablemente un individuo,

siendo este punto no baladí, no actúa por instinto natural o por una sobresocialización, sino

que por medio de una reflexividad desarrollada desde sus distintas fases de ego, que implica un

proceso de tres fases de preocupaciones, proyectos y prácticas. Donde la conversación interna

se produce en el espacio lógico –y temporal- entre las preocupaciones y los proyectos del

agente. Y de la forma de la conversación interna es que dependen los proyectos a realizar, ya

que los cursos de acción se diseñan como resultado de ese proceso. Así, de cierto modo o

forma de conversaciones internas se generarán cierto tipo de proyectos, teniendo una

secuencia lógica en el argumento de Archer.

Es este elemento el que será objeto de crítica en este apartado. De esta forma, sostendré que

no se puede argumentar que de un tipo de predominante de reflexividad resulte una forma

característica de proyecto. Criticando el punto del juego mutuo al interior de la agencia, que

entiendo solo como un juego mutuo mental o interno. El juego mutuo de carácter práctico o

empírico, no tiene forma, a menos que se acepte el argumento del tiempo en las fases del ciclo

morfogenético. Y como es históricamente anterior al juego mutuo mental se presentó primero,

aunque sería lógicamente -bajo una reconstrucción del argumento general de Archer- posterior.

O, de otra manera, la acción de la agencia desarrollada frente al condicionamiento de la

configuración institucional es siempre posterior al diseño de acción de la agencia, que se realiza

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en la conversación interna, por la representación del condicionamiento frente a las

preocupaciones.

Un primer elemento a destacar es que para que haya conversación interna hay que mantener

relaciones con el mundo. Tener relaciones con el mundo es mantener una situación dentro del

orden institucional, donde las relaciones pueden ser de facto, sin reglas vinculantes entre

sujetos o entre instituciones sociales, dando mayor radio de posibilidades a los cursos de

acción. O, de modo contrario, las situaciones pueden ser relaciones normadas, implicando

reglas vinculantes entre agentes, restringiendo las posibilidades de acción. En ambos casos se

pueden generar relaciones como de complementariedad contingente o contradicción

contingente, o de complementariedad necesaria o contradicción necesaria. Así, bajo el

argumento de Archer, el tipo de conversación interna dependerá de la situación estructural

donde el agente esté incrustado. La estructura institucional implica los elementos de su

condición de entidad, su configuración y sus atributos o propiedades. La estructura

institucional es una entidad relacional con propiedades emergentes que se forma por las

relaciones entre instituciones con una forma específica, derivada del juego mutuo entre las

propiedades de la agencia y las propiedades de la estructura en un tiempo anterior. Pero, que

sea emergente no implica solo que es nueva, como resultado del juego mutuo del pasado con

una historia analítica propia modelable en tres fases, sino que es otro nivel de relaciones

sociales en tiempo presente que toman forma y propiedades a partir de las de nivel menos

complejo (Elder-Vass 2007a).

La estructura institucional entonces, a pesar de su historia y con ella, es ahora, hoy, en esta

coyuntura, en este período y en esta época. El pasado puede mostrar cómo ha llegado a ser por

medio del juego mutuo, no cómo es en todas sus relaciones presentes. La estructura social se

debe entender conceptualmente como una configuración institucional con propiedades

emergentes. Y las instituciones sociales han de entenderse como conjuntos de normas que

definen el tipo de relación que se deben y/o se pueden realizar como actividad tanto entre

sujetos y entre sujetos con objetos. La carga moral en las acciones de los agentes es inevitable

para que la estructura social se reproduzca o transforme. Ya que no solo es una forma práctica

como frente el orden los artefactos, sino que conjunta esa practicidad como posibilidad fáctica,

con condicionamientos morales sobre si se debe hacer o no. Lo que vuelve a la reflexividad

aún más necesaria frente a la estructura institucional. Así, los agentes deben resolver las

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situaciones condicionantes que genera la estructura contemporánea. Cómo los agentes actuarán

en la vida social, en medio situaciones no voluntarias y no creadas por ellos mismos, resulta ser

el problema central de Archer.

Es la reflexividad la que permite al agente, dilucidar cómo desenvolverse ante las situaciones

sociales que enfrenta. Pudiendo diseñar las actividades prácticas que implica el estar en el

mundo: “El pensamiento reflexivo es sinónimo de conversación interna porque la reflexividad

no es una vaga autoconciencia, sino que un cuestionamiento y exploración del sujeto en

relación al objeto, uno el cual necesita tener un producto práctico o un intento” (Archer

2007a:73). La reflexividad debe darse tanto en el plano de la agencia primaria con las

posiciones. De los individuos y sus roles. De la agencia corporativa con las instituciones. Y de

las poblaciones con el nivel sistémico. De esta forma, las propiedades emergentes de cada nivel

ejercen su capacidad de generar situaciones diversificadas. Por lo tanto, las personas

enfrentadas a estas situaciones definen por medio de la reflexividad sus cursos de acción. Este

elemento para Archer se define en tres fases respondiendo a la pregunta “¿Cómo podría hacer

esto?”. En tanto, “preocupaciones-proyectos-prácticas” (Archer 2007a:88). Donde la

reflexividad frente a las situaciones puede generar la arquitectura de acción que necesitan las

preocupaciones primordiales para cumplirse, pudiendo desarrollar cursos de acción y prácticas

sistemáticas como modus vivendi “…los agentes con la reflexividad examinan sus

preocupaciones personales a la luz de sus propias circunstancias sociales y evalúan sus

circunstancias a luz de sus propias preocupaciones” (Archer 2007b: 41).

El punto de Archer es que esto no es un proceso automático de ninguna forma de ajuste

previo entre la agencia y la estructura: “las ventajas objetivas tienen que ser consideradas

subjetivamente ventajosas, los beneficios objetivos tienen que subjetivamente valer la pena y

los avances objetivos han de ser subjetivamente deseables11” (Archer 2007a:89). Precisamente

como resultado del juego mutuo que se da en la subjetividad de las personas como conversación interna. Así, el

punto es que la reflexividad juega el papel de hacer el vínculo entre estructura y agencia,

“Podemos justificar esto si atendemos a la conversación interna como modo de articulación

entre personas y realidad” (Archer 2000a:319). O, en otro registro: “…la conversación interna

11 Es precisamente en este punto donde la teoría del realismo morfogenético se distancia de la teoría del habitus de Bourdieu, la primera hará énfasis en la relación reflexiva del agente con la estructura, la segunda hará énfasis en el sentido práctico entre agente y estructura.

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como proceso de mediación a través de la cual los agentes responden a las formas sociales”

(Archer 2003: 16). Esta conversación interna tiene modos de realizarse, entre las cuales Archer

modeliza: la reflexividad autónoma (consigo mismo); comunicativa (con otros); meta reflexiva

(reflexión sobre su propia reflexividad); o fracturada (que no genera cursos prácticos de acción)

(Archer 2007b: 93). El punto hasta aquí no ofrece problemas. Se puede discutir, y lo haré, que

los modos de reflexividad no son todos modos de reflexividad como tipos ideales de la

formulación weberiana. Sin embargo, el argumento parece tener claridad.

Son dos los elementos de mayor desacuerdo respecto a la tipología de reflexividad en Archer:

el primero es su rol teórico sustantivo en el diseño de proyectos y el segundo la capacidad de

distinción que pueden tener directamente los tipos de reflexividad entre sí. El primer punto de

crítica da cuenta de un formalismo en el rol de los modos de reflexividad en la teoría. Este

formalismo es la secuencia lógica, de que de los modos reflexividad se siguen posturas y

proyectos, habiendo correlación positiva entre tipos de contextos estructurales, modos de

reflexividad y proyectos agenciales. Donde sí se supiera cómo un grupo reflexionará se pueden

saber sus posibles proyectos, conllevando a una des-sustantivización de las preocupaciones de

los agentes en relación con el mundo. Ya que en el proceso reflexivo, Archer relativiza el

asunto de reflexividad y las preocupaciones del individuo, destacando la forma en que se

desarrolla este proceso. Implicando esto último, una falacia al caracterizar a una colectividad y

a una época por medio de una forma de reflexividad, ya que hay una conflación del

procedimiento de reflexión sobre la relación sustantiva entre preocupación agencial y asunto

del mundo. Y el segundo, es que mostraré que la distinción de los modos de reflexividad de

Archer, no corresponden a una tipología de conversación interna como categorías de una

misma variable, que es la forma efectiva en que Archer las ocupa. Ya que se encuentran

interpenetradas entre sí, generando conflación en los modos de reflexividad. No pudiendo

distinguir entre modos de reflexividad, ya que las categorías de Archer refieren a elementos

distintos como asuntos que son objeto de reflexividad, modos sociales de reflexividad y

condiciones de realización del proyecto.

El argumento de Archer es tan profundo, al respecto de la relevancia e impronta de los modos

de reflexividad en los cursos de acción, que los modos de reflexividad, como proceso de conversación

interna, llegan a anticipar los proyectos de los agentes. Lo que harán los agentes tiene como

mediación sustantiva a los modos de reflexividad:

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…este breve análisis de relación {a} sigue siendo indeterminado acerca de lo qué miembros

de la sociedad (en qué proporción) en realidad van a hacer. En mis dos últimos libros

(Archer 2003, 2007) he argumentado que esto depende del modo de reflexividad. (Archer

2010: 278).

Así, los modos de reflexividad llegan a ser característicos de tipos de identidad personal

(Archer 2003). Pueden caracterizar a cierto tipo de colectividad (Archer 2007a). Y pueden ser

característicos de una determinada época (Archer 2012). Siendo esto un argumento constante

de su época de teorización sobre el agente reflexivo.

Archer en el año 2003, realiza quizás el argumento crucial de esta correlación teórica, donde

establece una secuencia lógica entre lo que denomina: “posturas hacia la sociedad” la cual

divide en “orígenes, orientaciones y productos” (Archer 2003: 343). Los orígenes de los modos

de reflexividad están puestos, según Archer, en los nexos entre contextos y preocupaciones,

donde “la continuidad contextual propone una vida comunicativa de la mente, a aquellos

quienes tienen esa experiencia; y la discontinuidad contextual una forma autónoma de

subjetividad, a aquellos quienes han sido objeto de eso” (Archer 2003:348). Mientras que la

meta-reflexividad deriva de “la fuerza de sus preocupaciones culturales, y ellos necesitan

personificar eso como un propósito, llevándolos entonces hacia la meta-reflexividad.

Correspondientemente, abarcando movimientos ascendentes, laterales y descendentes”

(Archer 2003:348) De esta forma, el modo de conversación interna implica una relación con

los tipos de contextos en los cuales están los sujetos. Discontinuidad y continuidad contextual

son los identificados más fácilmente. Y algo que llamará posteriormente volatilidad contextual

o contextos incongruentes. Donde unos favorecen desarrollos de reflexión autónoma,

comunicativa y meta-reflexividad respectivamente.

A este punto, se agrega un segundo elemento, no solo del tipo de contexto frente a las

preocupaciones de los agentes, como preeminencia de cierto tipo de reflexividad. Sino que de

cierto tipo de reflexividad resultan posturas específicas, con esto ya se ha rebasado el problema

del juego mutuo. Así, de una reflexividad comunicativa se sigue una postura evasiva, de una

reflexividad autónoma una postura estratégica y de una reflexividad meta-reflexiva una

subversiva. Instalando con esto una correspondencia que depende, al menos en principio, de

las formas de los contextos -pasando por las formas de reflexividad- a los tipos de postura

agencial frente a la sociedad. Un cuarto elemento se suma a esta condición, que es lo que

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Archer denomina orientación. La orientación establece condiciones sobre la acción de los

sujetos, en cambio las posturas, solo marca visiones sobre la sociedad. La orientación implica,

de alguna forma, qué tipo de proyectos realizarán. Ya que el punto es hacia dónde se orientan,

momento en que Archer juega el argumento final de la secuencia, en tanto los sujetos meta-

reflexivos de contextos volátiles, con posturas subversivas tienen orientaciones transcendentes

sobre los contextos sociales, estableciendo que “Los contextos siempre serán inadecuados para

las preocupaciones” (Archer 2003:353). Y, las orientaciones acomodaticias de las posturas

estratégicas, de los reflexivamente autónomos, sobre contextos discontinuos, en tanto “Los

contextos son medios para la realización de las preocupaciones” (Archer 2003:353). Y, en

cambio, para los reflexivos comunicativos, de contextos continuos con posturas evasivas, las

orientaciones son colectivistas, ya que “preocupaciones y contextos son inseparables” (Archer

2003:353). En este último caso, el punto central sobre lo inseparable, argumento muy raro al

dualismo filosófico, es que las preocupaciones y los contextos son adecuados entre sí. Lo que

los lleva a buscar en los demás las reafirmaciones y terminar su conversación interna con otros

que comparten la condición de miembros de la colectividad. En la figura 7 puede verse el

modelo general de la reflexividad.

Figura 7: Tipos de reflexividad, contextos, postura agencial y orientación. Fuente: Elaboración propia desde Archer 2003, 2007.

Tipo de reflexividad Contexto Postura Orientación Producto Comunicativa

Continuo

Evasiva

Colectivista

Morfoestasis

Autónomo

Discontinuo

Estratégica

Acomodaticia

Morfogénesis

Meta-reflexivo

Volátil

Subversiva

Trascendental

Morfogénesis

Fracturada

Cuando he ocupado la idea de: sujetos meta-reflexivos, sujetos de reflexividad autónoma,

sujetos de reflexividad comunicativa o sujetos de reflexividad fracturada. No he hecho algo

fuera del argumento de Archer, ya que precisamente se trata de tipos de identidad personal,

como rastro subjetivo e histórico de la experiencia agencial frente a los contextos estructurales,

sino no tendría sentido describir posturas y proyectos. Así, del tipo de identidad personal en su

encaje en los contextos es que se desarrollarán las formas de reflexión con consecuencias sobre

lo que los sujetos harán en los contextos. Entonces, se debe entender que empieza a

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caracterizar a los agentes por el tipo de reflexividad que realizan. De hecho, Archer relaciona a

los sujetos con cierto tipo predominante de reflexividad con sus formas de movilidad social.

Así, los inmóviles son caracterizados por la reflexividad comunicativa, los ascendentes por la

reflexividad autónoma y los que tienen una condición volátil como meta-reflexivos (Archer

2007a:101). No importando para dónde se muevan y desde dónde se muevan. Lo relevante es

el resultado de la experiencia de movilidad misma, como modos de reflexividad. Así, ya no hay

una subjetividad característica de una colectividad derivada de su posición de clase, sino un

modo de reflexividad que surge del proceso de movilidad. Y, grupos móviles e inmóviles, hay

en todas las colectividades que tienen una posición estructural.

El argumento que propone Archer, por ejemplo, es que las personas con reflexividad

comunicativa dominante,

permanecen profundamente incrustados en sus contextos sociales natales. Evadiendo

ambos costos objetivos que podrían incurrir en la resistencia de las limitaciones y también

los objetivos extra asociados con sus habilidades, la combinación de sus acciones los hacen

entonces socialmente inmóviles. (Archer 2007a:98).

De la misma manera, pueden ser vistos los de reflexividad autónoma, como personas que han

tenido procesos de discontinuidad contextual como movilidad social, los cuales “buscan evitar

a las serpientes de la sociedad para subir sus escaleras” (Archer 2007a:98). Así mismo, las

personas que son meta-reflexivas están en “contextos incongruentes”. Por eso, “Ellos

son subversivos hacia las constricciones y habilitaciones sociales, por su voluntad de pagar

el precio de las primeras y perder los beneficios de las últimas, en el intento de vivir su ideal”

(Archer 2007a:98). Como se puede apreciar, está caracterizando colectividades o agencias

primarias por un tipo de reflexividad, que aunque no excluyente ya que puede desarrollar todas

las otras, tienen en las formas de conversación interna un modo predominante, que es parte de

su identidad personal. Si Ud. es más comunicativo sobre sus decisiones relevantes, y completa

su deliberación interna con otros, entonces podría ser una persona que ha estado y está en un

contexto continuo. Lo que para ojos de Bourdieu, por ejemplo, podría denotar inseguridad en

sus prácticas y temor a la reprobación social, ya que viene de contextos discontinuos por el

ascenso social, no siendo inmóvil. Por lo que, precisamente, busca completar su conversación

interna con los otros, para diseñar una acción correcta, como ir por primera vez a una

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entrevista de trabajo. Sin embargo, el argumento es que reflexividad comunicativa es seña de la

inmovilidad y de continuidad contextual.

El argumento de correlación prodigiosa es llevado aún más allá. A un punto de diagnóstico

epocal. Este argumento es central y se enarbola con el objetivo teórico de la morfogénesis

estructural: “…los humanos adultos practican elementos de los cuatro modos de reflexividad

todos los días, sin embargo casi todos han desarrollado un modo dominante, por lo que todas

las configuraciones sociales también” (Archer 2012:17). Y esto es, que cierto tipo de

reflexividades podrían tener tendencia a ir disminuyendo, no se puede decir desaparecer, como

rastro de los tipos de contextos desarrollados en una época específica. Así, por ejemplo, si una

época es de alto nivel de discontinuidad, o al menos está marcada por eso, siendo una de sus

características, como podría decirse del comienzo de una fase 2, se desarrolla un tipo de

reflexividad predominante. Esta época de modernidad tardía, o sociedad del riesgo, llena de

encrucijadas de la configuración institucional, podría dar pie a que la reflexividad comunicativa

vaya perdiendo proporción y la reflexividad autónoma gane terreno, “En resumen, la

reflexividad comunicativa no es un adecuado equipamiento para los sujetos que confrontan el

imperativo reflexivo y el naciente orden morfogenético desde el cual deriva, de este modo

explicamos la disminución que ocurre en estos practicantes” (Archer 2012:165).

Esto se debe, según Archer, a que a) la reflexividad comunicativa se da entre personas

propias del contexto natal de los entrevistados, ya que hay “suficiente confianza y

preocupación mutua entre algunos miembros de la familia, al llegar a ser un interlocutor sobre

quienes el sujeto puede confiar, al completar y confirmar prácticas distintivas de la reflexividad

de pensar y hablar” (Archer 2012:164); b) la reflexividad comunicativa está potencialmente

amenazada por la formación de nuevos amigos, ya que se forman relaciones negativas entre el

contexto familiar y los nuevos amigos; c) porque la relacionalidad negativa “tiene serios y

perjudiciales consecuencias para la operatoria de la reflexividad comunicativa como una

efectiva guía de acción”, ya que confrontan “mensajes mixtos” desde la sociedad general y

desde el hogar, “llegando a ser un obstáculo que inhibe sus respuestas a la necesidad de

selección y por lo tanto a compartir una vida” (Archer 2012:165); y d) porque “cuando la

reflexividad comunicativa continúa siendo practicada con interlocutores incongruentes, el

resultado es progresivamente inmovilizar al sujeto quien es capturado a contracorriente”

(Archer 2012:165). Y así, extrema Archer el argumento, diciendo que “En vez de su distintiva

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forma de conversación interna sea la guía de su acción, ellos declinan la responsabilidad de ser

agentes activos y descansan en la pasividad” (Archer 2012:165). Como se puede entender, una

sociedad como la de la modernidad tardía sería especialmente fuerte en mensajes mixtos. Por

lo que la posibilidad de una reflexividad comunicativa, y al mismo tiempo el imperativo

sociológico de la reflexividad, puede ir minando a los sujetos dejándolos en la inacción, como

“reflexividades fracturadas” en el peor de los casos.

No seguiré ahondando en la conjunción teórica que propone Archer, ya que con los

ejemplos teóricos de 2003, aplicados a los contextos de movilidad en 2007 y a las contextos

epocales en el 2012, queda suficientemente de manifiesto el punto. De hecho, no solo Archer

argumenta un declinamiento epocal de la reflexividad comunicativa, sino también un auge de la

reflexividad autónoma como “el nuevo espíritu de la empresa”. Así, se debe entender que los

comunicativos, que son evasivos, disminuyen frente a los autónomos que son estratégicos y

suben también los meta-reflexivos que son subversivos. Estos últimos Archer los propone

como

Modo dominante de deliberación interna íntimamente asociado con la naciente

morfogénesis. Durante el período transicional, cuyo asentamiento comienza en el nuevo

milenio, este modo de conversación interna está listo para adelantar a la práctica de la

reflexividad autónoma, inducida por la modernidad, y complementaria a las situaciones

lógicas de competencia, y la hegemonía institucional del mercado y el Estado. (Archer

2012:206).

Como se ve, Archer afirma que los meta-reflexivos serán parte fundamental del proceso de

salida de esta época de transición. El argumento del imperativo reflexivo en la modernidad

tardía se juega hasta aquí. Hubo cierto tipo de sociedad estable, donde éramos más

reflexivamente comunicativos como los muchachos políticos del siglo XX corto; el período de

transición fue mayormente autónomo con los entusiastas consumidores del fin de la historia en los

noventa y viene una salida con un auge de la meta-reflexividad en los clientes indignados del

principio de siglo XXI.

Sin embargo, el argumento denota un problema central, extremamente relevante para la

sociología realista. Y que, de alguna forma, desborda la pretensión de Archer de desempacar el

modo en que las estructuras influencian a los agentes. Como siempre al desempacar, no se

puede volver a empacar todo, sin que algo no quede bien ajustado. Me gustaría partir

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cuestionando a las formas de reflexividad, como modos de diseño de acciones, desde un

argumento sustantivo sobre el proceso reflexivo, que vuelve sobre las preocupaciones de los

individuos y los asuntos que tratan. A partir de la paradigmática posición que tiene la meta-

reflexividad en Archer, como base de una postura subversiva con consecuencias

morfogenéticas futuras, una vez que se pase a un curso de acción. Argumento en el cual estoy

de acuerdo y, sin embargo, en desacuerdo en un punto crucial. El cual tiene consecuencias

relevantes para el argumento general del modo de conversación interna y su relación con las

acciones de los agentes. No tengo problema en asumir que una postura subversiva es un

resultado de una reflexión interna, que modifica algunas preocupaciones del agente frente a un

contexto que entra en inestabilización, transmitiendo incertidumbre a las preocupaciones

primordiales, las cuales se rejerarquizan.

Mi punto central es que la meta-reflexividad no es una forma de reflexividad, sino un asunto

de reflexión, donde el agente tiene a sus propias preocupaciones como materia de reflexión.

“…el sujeto está conversando internamente acerca de sí mismo no acerca de sus acciones

externas” (Archer 2003:256). Así, en vez de ser una relación de forma entre las preocupaciones

y los contextos, es una relación interna de y entre las preocupaciones mismas, al interior del

individuo. Lo cual implica que hay un elemento de reflexión aún más importante que la

necesidad de generar productos prácticos de acción frente a los contextos, esto puede

entenderse porque las preocupaciones son variadas y presentan una configuración derivada de

la identidad personal. La meta-reflexividad entonces, implica una deliberación de las

preocupaciones primordiales sobre las preocupaciones primordiales, las cuales pueden

reafirmarse o modificarse. Pudiendo ocurrir que una de las fases de ego de la identidad

personal, comience a regir sobre otra, ya que los asuntos de preocupación primordial han sido

modificados. La meta-reflexividad es una introspección del sujeto, un ejercicio mental sobre sí

mismo, sobre sus propias preocupaciones.

Así, cuando Archer habla de contextos incongruentes, de mensajes mixtos; muestra

precisamente el hecho de que los asuntos del hogar y de la sociedad general no coinciden, hay

una contradicción lógica entre ellos que es representada mentalmente por las personas. Esos

elementos son asuntos de preocupación, como el tema del trabajo para las primeras

generaciones profesionales; quienes no pueden encontrar coincidencias o respaldos en sus

padres de formas morales o técnicas, ya que estos no tienen experiencia en el mundo

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profesional. De esta manera, se puede decir que se debilita la reflexividad comunicativa con la

familia respecto a los asuntos laborales, lo que no implica que no se desarrolle con otros, al

menos en ese asunto. La vida profesional es la materia para generar acciones correctas. Y eso

se puede hacer con los padres o los nuevos amigos o simplemente solos. Sin embargo, se

puede desarrollar reflexión respecto a si este aspecto del mundo es tan relevante para la vida o

no, y eso sí se puede hacer con los padres como un asunto existencial.

Por lo tanto, la meta-reflexividad no es un modo en que se desarrolla la conversación interna,

sino un asunto de preocupación primordial, de la cual se espera un producto práctico del

agente en tanto curso de acción. El objeto es uno mismo y las cosas del mundo que son

relevantes. Nótese que se puede generar mucha reflexividad comunicativa, siendo el objeto de

preocupación las mismas preocupaciones, o de otra forma ir a terapia psicológica. Haciendo que

esa reflexividad comunicativa, que se desarrolla con el terapeuta o grupo de terapia, refuerce el

ejercicio de la reflexividad autónoma para tomar decisiones correctas; lo que implica mayor

nivel de autoconfianza en un proceso reafirmación de la identidad personal. O, puede hacer

variar aquellos asuntos que tanto preocupaban en un principio, pero que luego de la terapia

pasen a un segundo plano, transformando la identidad. Siendo un proceso meta-reflexivo,

porque se trata una situación donde uno mismo es el asunto.

El problema del argumento anterior, es que ahora las formas de reflexividad como formas,

pierden su condición explicativa, recuperando plano lógico los asuntos, las materias que son

objeto de reflexividad. Sobre las cuales se ejercen los poderes de la reflexividad. Esto porque

los modos de reflexividad, no solo pueden estar en todos los agentes individuales de distintas

colectividades, como Archer afirma y refuerza empíricamente; sino que en muchas situaciones

distintas dado el tipo de contexto y el nivel de emergencia estructural en que estén las

personas. Así, pueden tener reflexividad comunicativa con los vecinos sobre el clima;

reflexividad autónoma en el trabajo sobre la política nacional; meta- reflexividad sobre sí

mismos con sus amigos y con muchos cruces más. El tipo de reflexividad que se ocupe,

entonces, aceptando aún que son categorías de la misma variable, está asociada al tipo de asunto

que los agentes importen del contexto sociocultural. De hecho, en “The reflexive imperative”

Archer ejemplifica el declive comunicativo, desde las relaciones pérdidas entre las generaciones

de jóvenes estudiantes con sus hogares, el aumento de la reflexividad autónoma con el

emprendimiento económico y la meta-reflexividad con posturas críticas sobre el mercado y el

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Estado. Mostrando la conjunción entre sus modos de reflexividad con los asuntos del mundo que

son objeto de preocupación. El punto central, es que llega ser predominante un modo de

reflexividad, en una persona o colectividad, porque depende del tipo de asunto importado por

las preocupaciones, al menos en ese momento tanto histórico general como histórico personal.

Y las situaciones del mundo que pueden ser importadas por las preocupaciones pueden ser

muy variadas y no todos están equipados para diseñar proyectos para estos asuntos de la

misma forma. El asunto importado desde el mundo, seleccionado por la estructura de

preocupaciones, dependerá de la forma de identidad personal del agente y del tipo de contexto.

Entonces, lo que puede diseñar acciones correctas en las personas, haciendo variar los

proyectos en las colectividades, es el proceso reflexivo entre la preocupación interna del agente

frente a los asuntos del mundo, no el modo de reflexividad como una forma.

De esta manera, el tipo de reflexividad no puede ser dominante en alguna colectividad y

tener consecuencias sustantivas sobre los proyectos. Ya que, como recuerda Archer, cuando

nos enfrentamos a un “médico o un mecánico”, la reflexividad autónoma no puede indicarnos

qué camino seguir, así se debe generar la conversación interna con un otro experto (Archer

2007a:101). A menos que se posean estos conocimientos producto de una socialización, en

cuyo caso si podría practicar la reflexividad autónoma, lo cual intensifica el problema de la

forma de reflexividad frente a los asuntos y las preocupaciones. De esta manera, todos los

modos de reflexividad se pueden dar en las mismas personas, dependiendo del tipo de asunto

del mundo que importan sus preocupaciones y no como una característica personal o colectiva

asociada a modos de reflexividad. Ya que, “Seamos claros, el agente social y el actor social no

son distintas personas- la distinción es solo temporal y analítica” (Archer 2009:371). Siendo de

hecho, las posibles formas en que se pueden caracterizar a las colectividades serían en procesos

sumativos de reflexividades diferenciadas. No pudiendo otra vez caracterizar una colectividad

por el tipo de reflexividad, ya que implicaría una frecuencia relativa mayor de un tipo de

reflexividad. De hecho, Archer establece que en su muestra el 21,1% de los sujetos ocupa

como modo dominante la reflexividad comunicativa (Archer 2007a:93). Lo que no implica que

ese porcentaje de sujetos no ocupe otro modo de reflexividad, siendo casi el 25% de cuatro

posibilidades; además de no saber a qué asuntos aplicaron esa forma de reflexividad, siendo

poco informativo sobre las preocupaciones y por lo tanto de la identidad personal. De esta

forma, el punto central es que Archer cuando desarrolla el argumento de los comunicativos o

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meta-reflexivos o los autónomos; como tipos de personas por medio de los tipos de

reflexividad, que tienen consecuencias sustantivas sobre los proyectos. Está soslayando,

conflacionando, los asuntos sometidos a la reflexividad agencial importados de las

preocupaciones agenciales con los modos de reflexividad incorporados al tratamiento de esos

asuntos. Dejando de lado, no solo los asuntos, sino también las preocupaciones primordiales,

que son la base de las metas para los proyectos de vida desde la configuración de la identidad

personal.

La relación de un profesional con sus preocupaciones primordiales frente a los asuntos

importados del mundo depende del despliegue de su identidad personal. Por ejemplo, si es

miembro de una organización política, la fase de ego en tanto Nosotros, como parte de una

agencia corporativa es la que se activa. Y la reflexividad comunicativa resulta en una obligación

ya que está condicionado por la organización. Así, para completar su conversación interna,

modifique o no -por medio de la comunicación con otros- sus primeras posiciones respecto a

un asunto, debe realizar la reflexividad comunicativa para actuar en conjunto, como es la

necesidad de una agencia corporativa sobre todo en la política. De hecho, solo podría

transformarla o reproducirla y/o ser morfogenética o morfoestática, respecto a su postura

inicial. Pero, al mismo tiempo, puede tener reflexividad autónoma, como normalmente se da

cuando se trata de su participación como empleado en un trabajo, donde se le ha contratado

para resolver problemas profesionales. Donde su forma Mí, que ha adquirido una importante

cuantía de conocimientos, o el llamado capital cultural, debe diseñar acciones sobre los asuntos

laborales, tanto técnicos como normativos. Así, cuando debe realizar su labor de profesional,

ocupa la reflexividad autónoma, donde despliega su Nosotros como miembro de una

organización, a través de su Mí capacitado en un conocimiento, ya que de eso se trata su

contratación. Aunque si se pusiera a una persona no capacitada en estos asuntos, la reflexividad

autónoma no podría servirle para diseñar las acciones necesarias de este tipo de trabajo. Así,

los asuntos donde debe poner su capacidad cognitiva son puestos por la organización y como

miembro los entiende a través de fase de Nosotros. Y, sin embargo, lo que se espera es que

realice reflexividad autónoma con sus conocimientos, resolviendo dilemas para mejorar el

desempeño de la organización; siendo de hecho que si practica demasiado la reflexividad

comunicativa sobre estos asuntos, su posición se desvaloriza pudiendo ser reemplazado.

Condición que no se daría dentro de la organización política, donde podría ser más valorado,

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por desarrollar la reflexividad comunicativa. Además, debo anotar que, es posible que su forma

Nosotros sienta mayor nivel de compromiso a la organización política que a la organización

económica; ya que en la vida de una persona, la segunda puede variar más que la primera. Y

además, una de estas formas de agrupamiento organizacional es directamente voluntaria,

mientras que la otra es derivada de la situación de complementariedad necesaria, entre el salario

individual y la producción económica.

Esto hace que se realice una conexión entre la fase de identidad personal, los asuntos que

resulten relevantes para ésta y el tipo de reflexividad que se desarrolle, donde el tipo de

reflexividad depende del asunto que es importado por las preocupaciones. De hecho Archer,

cuando cita el argumento de la disminución de la reflexividad comunicativa, tiene relación con

el problema de la descontextualización de los estudiantes con sus hogares o amigos de infancia.

Lo cual es relativamente entendible, ya que la posibilidad de compartan asuntos para generar

reflexividad comunicativa, se basa en el hecho de que puedan ser parte de una misma

colectividad, pero como hay una distancia generacional, de capital cultural, económico y

muchas veces social, esta no puede desarrollarse. Sobre todo en las primeras generaciones de

profesionales, frente a familias no profesionales; ya que hay un proceso de movilidad social que

afecta tarde o temprano a la conjunción de la identidad personal. Ya que ahora pertenecen a

colectividades diferentes. O, cuando trata el problema de la meta-reflexividad, el punto es

cómo los agentes reflexionan sobre sus preocupaciones, respecto al poder estatal y del

mercado. Las cuales pueden ser importados como asuntos desde la preocupación del Mí como

¿Necesito realmente el último modelo del último año de esa marca de automóvil? O desde el

Nosotros, ¿Nuestro país debe comportarse de esa forma tan excluyente frente a los

inmigrantes? La primera pregunta es muy interna, propia de una preocupación que cuestiona

reflexivamente a un asunto personal; la segunda pregunta sigue siendo interna, pero solo se

puede completar afuera de uno, no es un asunto personal sino público o colectivo donde la

persona está involucrada, al menos a nivel de opinión. De hecho, el primer asunto podría

resolverlo hablando con otra persona o conmigo mismo, que podría decir que en verdad no lo

necesito, pudiendo completar la reflexión a partir de una reflexión comunicativa o autónoma y

suspender la acción de comprarlo. Y con la segunda pregunta podría decir autónomamente que

está mal, buscar otros que compartan mi opinión y diseñar alguna acción colectiva. El punto

central de esto, es que estos todos estos elementos, asuntos contextuales y preocupaciones,

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pueden tener asociados distinto tipo de conversaciones internas en distintos momentos.

Dependiendo del tipo de preocupación que marque la identidad personal de un agente, donde

un diálogo interno con contenidos derivados de la identidad personal de las personas hace que

se importen asuntos y se diseñen acciones al respecto, no dependiendo de ninguna forma de

reflexividad.

Pero, lo anterior, no es todo el problema con los modos de reflexividad. Hasta aquí, solo he

discutido el punto de la correlación sustantiva entre modo de reflexividad y proyectos, donde

mostré que hay una diferencia conflacionada en el argumento de Archer, entre modo de

conversación interna y el asunto de conversación interna. Utilizando como ejemplo a la meta-

reflexividad, no como un modo de reflexión, sino como un objeto de esta, donde las

preocupaciones tienen como asunto a las mismas preocupaciones. Desde donde se puede

derivar el hecho, de que los asuntos importados por las preocupaciones resultan lo relevante en

el diseño de proyectos. Sin embargo, esto implica que los otros modos de reflexión que describe

Archer, son todos modos plenamente distintos, como categorías de una forma de variación. Ahora, me

gustaría poner en tensión este punto mismo. Ya que dado el argumento no de modo, sino de

asunto de la meta-reflexividad, se puede pasar a cuestionar a las otras formas de reflexividad.

Los modos de conversación interna no son formas, siendo una tipología que no tiene un

punto de referencia uniforme desde el cual desplegar su variabilidad categorial. El punto crítico

es que en los cuatro tipos que ha construido hay categorías de variabilidad reflexiva que están

interpenetradas. Esto resulta bastante relevante, ya que el punto es que la variabilidad de la

conversación interna, presenta en el modelo de Archer, cuatro variaciones: autónoma,

comunicativa, meta-reflexiva y fracturada. Sin embargo, las dos primeras formas corresponden

a un modo interaccional de la reflexividad, donde lo que se indica es que la conversación

interna sobre diversos asuntos, se completa solo o con otros, implicando que son dos

categorías de una misma posibilidad reflexiva. La segunda forma de reflexividad es la meta-

reflexividad, reflexionar sobre las mismas preocupaciones, la cual puede ser perfectamente

autónoma y comunicativa lo que hace que no se nieguen entre sí. Implicando –negativamente-

que hay una reflexividad que no vuelve sobre sus modos de reflexividad sino sobre el mundo

externo. Dando cuenta de que esta reflexividad se distingue del resto por el asunto que trata,

cosa que ya había advertido. Y la cuarta, solo es caracterizada como una reflexión que no

genera un producto práctico o curso de acción a seguir. Y, este bloqueo de conversación

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interna con productos prácticos, puede ser nuevamente interaccionalmente en solitario o

acompañado o sobre sus propios modos de reflexividad o sobre el mundo. El cual se opone a

una reflexividad que sí generaría productos prácticos en tanto acción, como sería una

reflexividad uniforme, sin fracturas.

De esta manera, los cuatro tipos de reflexividad no cumplen con un requisito básico de

distinción entre sí, ya que todas tratan de diversos elementos de variación, por lo que no se

pueden distinguir y oponer. Así, una es un tipo respecto a la interacción, la otra se distingue

respecto al asunto y la última sobre si desarrolla productos prácticos o no. Pudiendo todas

combinarse de forma compleja. De esta forma, no se puede decir que un grupo sea

característicamente más comunicacional que otro, o más meta-reflexivo que otro, ya que no

son categorías de una misma forma de variación. Ya que este argumento, no solo conflaciona

asuntos con forma de conversación interna, sino que no se pueden distinguir entre ellos a

través de categorías que sean plenamente diferentes entre sí. Así, los asuntos como

constricciones o habilitaciones, que son las formas en que las condicionantes situacionales de la

estructura se internalizan en los agentes, cuando se procesan en conjunto o en solitario, se

puede saber si la reflexividad es autónoma o comunicativa, aunque no se sabe mucho sobre su

contenido. En cambio, cuando son jerarquizados, sopesados o puestos en cuestión; como un

proceso deliberativo sobre el asunto y la relación con las preocupaciones, revela si la

reflexividad es meta-reflexiva o mundana. En esta última se acepta la relación entre asunto y

preocupación sin cuestionarse, donde el problema es qué y cómo realizar la acción correcta, no

si es correcta la preocupación frente al asunto; en este punto lo relevante son los asuntos. De la

misma forma, cuando hay un bloqueo para que los diseños de proyectos se lleven a cabo como

productos prácticos, Archer habla de reflexividad fracturada. En esta forma de reflexividad, el

punto está en que el agente no puede desarrollar productos prácticos desde su reflexión,

estando bloqueado. Y esto, no depende de la forma interaccional, ni de la problematización del

asunto, sino de condiciones prácticas del mundo. Lo que hace que no sea una forma de

reflexividad, sino la posibilidad práctica de llevar a cabo el proyecto, lo que es lógicamente

posterior al diseño de un proyecto, no pudiendo ser ni siquiera un modo de reflexividad.

De esta forma, se puede decir que la meta-reflexividad en verdad se opone, no a la autónoma

y tampoco a la comunicativa, sino al asunto de las preocupaciones; ya que tiene por objeto

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reflexivo a sus propias preocupaciones, la cual obviamente puede ser autónoma o

comunicativa, tal como lo muestran Porpora y Shumar:

Una pregunta más específica es cómo los diferentes estilos reflexivos, considerados hasta el

momento, se relacionan con la meta-reflexividad. Como se recordará, de la sección de

métodos, la meta-reflexividad es medida por la pregunta a las personas, de si reflejaban en

sus emociones lo qué más les importa en la vida. Se les preguntó si ellos participan en esta

reflexión, en primer lugar, en sus mentes y, en segundo lugar, con la familia o amigos. Por

lo tanto, se crearon dos medidas separadas de meta-reflexividad, una que refleja un estilo

autónomo y otra forma comunicativa (Porpora y Shumar 2010:215)

Donde su opuesto, solo puede ser aquello que deja afuera, el mundo. Así, la meta-reflexividad

es el opuesto de una reflexividad mundana, que no se pregunta mayormente por sus

preocupaciones, sino que trata de resolverlas12. Y de la misma forma, la reflexividad fracturada,

solo puede distinguirse de la reflexividad que sí genera productos prácticos como proyectos.

Esto revela al menos tres variables distintas sobre la posible reflexividad: el modo

interaccional, las diferencias en los asuntos y las capacidades prácticas de llevar a cabo el

diseño. Las cuales se cruzan todas, sin mayor relevancia en sí mismas por separado sobre el

diseño del proyecto, conversar más no hace que se tomen decisiones adaptativas, de hecho

podría ser al revés. Estar impedido de actuar los diseños de proyectos, no impide que se

puedan seguir diseñando, autónoma o comunicativamente, teniendo como objeto uno mismo

o el mundo. Esto hace que los modos de reflexividad de Archer, dejen de ser modos de

reflexividad, conllevando que su capacidad explicativa en el enfoque se pierda. Ahora no hay

modos de reflexividad, exceptuando el modo interaccional –solo o con otros-, sino un proceso

de reflexividad entre preocupaciones del agente y asuntos del mundo, el cual puede ser solo o

con otros, sobre diversos asuntos del mundo con diversas capacidades de realización. Los

modos de reflexividad ya no pueden distinguirse entre sí, no pueden tener impronta sobre los

proyectos y no pueden caracterizar a los individuos. El juego mutuo como conversación 12 Un elemento interesante sobre esta derivada lógica de la meta-reflexividad como reflexividad mundana, donde se distinguen preocupaciones sobre asuntos de forma radical, yo o el mundo. Es su similaridad o “aire de familia” con la idea de Bourdieu de “sentir el juego” del sistema de disposiciones del habitus, el cual tiene una constante e inmediata inclinación al mundo por medio de la doxa del campo donde el agente de desenvuelve. Un estado contrario en el agente es la idea de ataraxia, como no inclinación o no interés en el mundo, lo cual nuevamente muestra el “aire de familia” con la idea de meta-reflexividad.

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interna se encuentra formalizado y con categorías que no son, siquiera, posibles de distinguir

entre sí.

La consecuencia lógica: la necesidad de diferenciar la reflexión de la acción.

Una consecuencia lógica, extremamente relevante, sobre los rechazados modos de reflexividad

de Archer, es su estatus de juego mutuo entre agencia y estructura, de vínculo perdido entre

agencia y estructura. No tengo dudas de que la conversación interna se produce, a pesar de las

críticas que he puesto. Esa relación deviene de la importación de las situaciones del mundo,

como asuntos problemáticos, por parte de las preocupaciones del agente. Las preocupaciones

primordiales entran en relación con el asunto importado desde el mundo estableciendo qué

hacer y cómo hacerlo. Y se ha producido un juego mutuo. Solo que hasta ese momento es

mental, representativo, escondido al interior del individuo. Aún debe entrar en una relación

práctica, de juego mutuo por cierto, con la realidad social, práctica y natural. Lo que hace que

se genere después de la reflexividad un segundo juego mutuo. Curiosamente entre agencia y

mundo. No solo entre agencia y estructura social. Ya que las personas, cuando actúan, cuando

son agentes, están en juego mutuo multidimensional con todos los órdenes del mundo a la vez.

Este proceso de relación no es tratado por Archer en la última parte de su obra, resolviendo el

punto a través de los proyectos y los modos de vida sustentables, donde queda la duda de

cómo juegan ahora con la estructura de forma práctica. Un modo de vida sustentable es

también una relación de juego mutuo entre agencia y estructura. De esta manera, queda solo la

opción de asumir la condición de la diferencia de temporalidad entre agencia y estructura como

fases morfogenéticas; ya que es la forma en que Archer resuelve el problema de la acción de la

agencia frente a la estructura como juego mutuo práctico. Que es lo que he criticado en la

primera parte de este capítulo.

Así, reflexionar y actuar resultan dos momentos distintos de juego mutuo en la teoría de

Archer. Y, sobre todo, son dos tipos distintos de relación de juego mutuo entre agencia y

estructura. Ya que solo se afecta a la estructura cuando se desarrollan los proyectos de forma

práctica. Antes de eso, pueden permanecer como no preocupación o como proyecto no

realizable y, por lo tanto, no se desenvuelven de forma empírica. Por mucho que se piense y

diseñen cursos de acción, la situación estructural y cultural puede impedir que la preocupación

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se desarrolle en proyecto. Lo que implica que cuando se lanzan los agentes a estos proyectos

con obstáculos, algo ha cambiado dentro de sus preocupaciones primordiales, en su estructura

identitaria. Como cuando se considera una situación estructural, valorándola culturalmente

como injusta, se puede llegar a un proyecto inicial de subversión colectiva. Sin embargo, dadas

las condiciones agenciales, de agencias corporativas asertivas que puedan llevar a cabo alguna

transformación, se puede decidir que lo mejor es un proyecto evasivo individual. Restringiendo

a la fase “Nosotros” de la identidad personal, a organizaciones como la familia o la empresa;

donde las fases de ego como el “Mí” se interrogan con el “Nosotros”, sobre qué hacer, si es

que se puede hacer algo. Así, la condición de actor como un “Nosotros” llega solo a

organizaciones que no tienen capacidades morfogenéticas sistémicas abiertas, como las del

sistema económico. Agregando que el ingreso del agente a la organización, se basa en la

complementariedad necesaria que tienen las empresas con las familias. Cuando se activan las

acciones diseñadas por la reflexividad como proyectos se desarrollan sucesos sociales en el

mundo.

Sin un argumento como este se pierde la relación entre agencia y estructura de forma

práctica, como tipos de cursos de acción frente a un condicionamiento estructural, en tanto

fenómeno sociológico central para el estudio de la morfogénesis estructural, reduciendo el

proceso de acción solo a fases temporales. Quedando la sustantividad de la acción de los

agentes, como proyectos frente a la estructura real, suspendida en las formas de reflexión o en

una temporalización de fases. Siendo que un aspecto muy relevante, en Archer misma, son los

diseños y puesta en práctica de proyectos, ya que de estos dos procesos derivan los variabilidad

de los hechos sociales en las sociedades complejas. Tal como Archer lo muestra en un ejemplo:

...los niños de clase media tienden a tomar como camino principal la universidad, mientras

que la educación extendida de la clase obrera tiende a incluir un precio absoluto más bajo;

ocurre en un ambiente más conocido y cercano, y es más corto y seguro en términos de

retornos vocacionales. (Archer 2009: 281).

Estos caminos como proyectos, son derivados de los procesos reflexivos, pudiendo ser el

asunto de preocupación el mismo -aunque posiblemente no en la misma jerarquía-, pero

generan diferentes cursos de acción dadas las condiciones estructurales y las capacidades

agenciales. Sin embargo, los efectos estructurales solo se realizan cuando se ejercen estos

cursos de acción derivados de la reflexividad. Ya que, por mucho que se propongan: “Los

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poderes causales de la reflexividad” (Archer 2003:40). Esta solo es causa si se ejecutan en

acciones, porque de esto depende la modificación de las estructuras socioculturales (Archer

2009: 124). Y la crítica realizada en la primera parte de este capítulo muestra que al final no

existe una teoría del juego mutuo práctico, sino un ordenamiento temporal de una secuencia de

prácticas o de flujos de acción en el tiempo. La deliberación interna de las distintas fases de

ego, importa asuntos del mundo, diseña la acción a seguir por parte de los agentes, pero es la

acción de los agentes la que entra en relación con la estructura en un segundo momento.

Como juego mutuo ahora práctico o empírico.

Esto no quiere decir que no se tenga una capacidad de reflexividad como ser humano,

siendo el sello distintivo de nuestra especie. Y que ésta no esté involucrada en el proceso de

diseño de cursos de acción. Sino que la morfogénesis y morfoestasis de la estructura está

engranada o enarbolada en el despliegue de ambos juegos mutuos. La idea de juego mutuo

implica necesariamente un modo de representar el hecho de que ambas entidades no

correlacionan, que varían independientemente formándose entre ellas lo que Archer ha

denominado interfaz (Archer 1997:17). Es en esta interfaz entre los agentes y la estructura,

donde se debe producir “el ámbito de investigaciones intensivas” para el enfoque

morfogenético (Archer 1997:17). Si esto no es así se pierde el problema de las acciones

humanas frente a la estructura. Ya que, aunque reflexionemos largamente sobre un asunto, las

condicionantes estructurales siguen ahí, porque no están en el agente, sino precisamente fuera

de él, generando situaciones que debe resolver. Y en esta resolución es donde se da el juego

mutuo, solo que ahora ya no en el agente sino en el mundo. Es esta actividad práctica otra

forma de interfaz, un vínculo empírico entre agencia y estructura. La reflexividad puede indicar

qué caminos tomar, siempre que se tengan metas que impliquen moverse por esos caminos,

pero los caminos hay que andarlos aún. A ese proceso de desarrollar proyectos enfrentando

situaciones empíricas devenidas de las estructuras, es lo que se puede denominar experiencia en

el mundo, la que resulta de la relación de los proyectos frente a la estructura. Y entonces, los

dos juegos mutuos, práctico y mental, empírico y representacional, no tienen una forma de

distinguirse y complementarse consistentemente en el realismo morfogenético de Archer. Por

vacío teórico en el juego mutuo práctico y por formalismo en el juego mutuo reflexivo.

Conclusiones: proyecciones morfogenéticas para el enfoque morfogenético.

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El argumento de la primera parte de este capítulo puede resumirse en que la modelación

temporal en tres fases del realismo morfogenético de Archer, para dar cuenta de la relación de

juego mutuo entre actividad agencial y configuración institucional de forma no conflacionaria,

resulta en formas de conflación. Porque no tiene una forma de conceptual de juego mutuo

entre actividad agencial y condicionamiento sistémico, sino que los énfasis teóricos están

ordenados temporalmente, lo cual es una solución analítica a Giddens, no conflacionaria al

final del proceso, pero conflacionaria en cada una de las fases. Ya que no existe un elemento

distinguible como juego mutuo en el proceso, sino solo las fases que resultan del juego mutuo

práctico, el cual resulta ignoto, un misterio sociológico. Las cuales, como mostré, están sin

caracterización interna específica en las fases y como procesos de cambio de fase. Tal como lo

muestra Stephen Bates:

…Archer no puede proporcionar conceptos con los cuales explicar el cambio. Más bien se

limita a describir el cambio al permitir la comparación de diferentes períodos históricos.

Esto tiene la consecuencia de dejar sin efecto la utilidad del enfoque y socava sus críticas a

otros. (Bates 2006:147).

Así, si bien el modelo sirve para representar el proceso general e histórico de morfogénesis

estructural, tanto en la dimensión de la estructura como de la agencia, aún deben ponerse a

jugar mutuamente, respetando la base del hiato ontológico entre sociedad y personas de la

etapa realista de Archer.

En el argumento del segundo apartado debe entenderse que la teoría del juego mutuo, como

forma de conversación interna, presenta el problema de que elude la estructura de

preocupaciones y el proceso de importación de asuntos del mundo, basando el argumento de

diseño de acción solo en la manera o forma en que se desarrolla el pensamiento en el diseño.

Lo que sin duda es un formalismo. No pudiendo derivarse de las formas de reflexividad, de

manera a-sustantiva, algún tipo de proyecto. Donde el ejemplo ejemplar de una forma de

reflexividad que no es una forma, sino un objeto de reflexividad, es la meta-reflexividad. Lo

que implica, que la conversación interna se desarrolla entre las preocupaciones del agente en

diversas formas de ego y los asuntos importados desde el mundo, sin que tenga mayor

relevancia la forma o modo de reflexividad en el diseño de una acción. Seguido de esto,

critiqué a los modos de reflexividad como una tipología que se encuentra interpenetrada,

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pudiendo distinguirse por su modo social, su asunto y su posibilidad práctica. Donde el modo

es lo comunicacional o autónomo de la conversación interna, el asunto una relación sustantiva

de las preocupaciones con el mundo de la conversación interna y la posibilidad práctica un

momento posterior al diseño de un proyecto. Siento todos elementos distintos presentes en el

proceso reflexivo, sin ser modos de reflexividad per se, ya que se requieren todos entre sí para

diseñar un proyecto. Así, en principio todo parte, por el tipo preocupación de un agente y

asunto de un contexto estructural, generando un proceso reflexivo solo o con otros, para

diseñar un proyecto realizable. No teniendo mayor relevancia de variación en el proyecto, si se

pensó solo o con otros, ya que el problema del agente con el mundo siempre es sustantivo.

Las consecuencias que tienen estos dos argumentos críticos y sus consecuencias son

relevantes para la teoría realista en sociología. Ya que abre la puerta a un nuevo desempaque,

de teorización social y realista, distinta a la que Archer elabora. Una primera consecuencia es

que el modelo de las tres fases metodológicas del enfoque morfogenético, y su objetivo de no

conflacionar agente y estructura a través del tiempo devela un plano de sociología general

realista de forma negativa. En aquello que deja fuera de su método temporal, pero que una

teoría realista en sociología no capturada por la temporalidad podría sostener. Esto se debe

entender desprendido de la idea de que el “enfoque morfogenético” trata específicamente el

cómo ha llegado a ser esto que es ahora. O dar cuenta del presente desde el pasado. Donde he

mostrado que le propone pasos metodológicos al contingentismo de Giddens, sin alejarse en

demasía de la teoría de la estructuración, ya que la no conflación se produce en el ciclo

completo y no al interior de los ciclos. Esto al menos hasta que hace el compromiso con el

realismo crítico. De esta forma, ante la pregunta de cuáles son las condiciones del cambio

social, que es la intención de las distinciones analíticas de Lockwood y su crítica a las formas

sociológicas unidimensionales, o conflacionistas en la idea de Archer desde 1982 hasta 2012, el

enfoque morfogenético da una serie de respuestas que al ser criticadas por medio de sus

mismos argumentos puede tomar otros ribetes y rumbos. Comenzando, teóricamente, desde la

crítica a la conflación en el juego mutuo práctico entre agencia y estructura del enfoque

morfogenético.

Así, el argumento que se juega aquí, es que el hecho de que la estructura tenga mayor

duración que los agentes, al punto de poder transcenderlos temporalmente, condicionándolos

en situaciones no buscadas, en las cuales deben dedicar esfuerzo a la modificación estructural

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involucrando tiempo en el proceso, más que de tiempo muestra condiciones de entidades

diferenciadas y con propiedades emergentes. Donde la diversidad de tiempo con los agentes,

que es uno de los elementos que Archer detecta y trabaja, es una de las propiedades emergentes

de las estructuras institucionales, ya que éstas duran más que los agentes que las crearon,

reprodujeron y modificaron. Así, una cosa resultan ser las estructuras sociales y otra cosa los

agentes. El tiempo no permite diferenciarlos en sí mismos, ya que solo es una de sus

propiedades diferenciales. De esta forma, se debe entender que Archer trabajó sobre una de las

propiedades de diferenciación entre agencia y estructura. Por lo que se puede sostener un juego

mutuo entre ambos, que se da en el tiempo y en el espacio, pero que no depende del tiempo. Y

esto es irremediable, ya que las acciones humanas suceden en el mundo. Y el juego mutuo a

través del tiempo deben ser aún desenmarañado como forma de juego mutuo, ya que cada fase

debe tener una forma característica de este juego mutuo. El cual ya no depende del tiempo,

sino que se sitúa en un corte transversal. Y en este caso no basta con saber cómo ha llegado a

ser este presente, sino como es hoy. Y, si se me permite, cómo será mañana, sino las políticas

públicas o los proyectos de vida no tendrían sentido. Este cómo es implica los

condicionamientos materiales e ideales; los aspectos de la vida social que son objeto de

preocupación; su importancia en las preocupaciones primordiales individuales; los asuntos que

resultan relevantes y jerarquizados en esas preocupaciones por grupo; los cursos de acción

visualizados para responder a los condicionamientos; las elecciones que se toman y que se

siguen como cursos de acción; la caracterización de esos cursos de acción; y el despliegue de

esas acciones de forma continua como proyectos de vida. Y por lo tanto, el juego mutuo

activo, que van desarrollando los agentes frente a la estructura.

Así mismo, si los condicionamientos sociales son condicionamientos materiales y los

culturales ideales, y las personas reflexionan sobre estas condiciones para ejercer acciones

como proyectos, el juego mutuo para la modificación estructural está con precisión entre la

actividad agencial y la situación condicionante externa, humana o natural, que la actividad

modifica o reproduce. Lo que no implica que no sean reflexivas, ya que son diseñados por los

agentes, sino que se siguen cursos de acción prácticos porque la agencia comprende, bien o

mal, las condiciones del mundo que la rodea.

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Capítulo IV

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El doble juego mutuo entre agencia y estructura: conversación interna, proyecto y fricción.

La vida siempre es un predicamento y nunca un espectáculo, porque no podemos ceder nuestra condición de participantes. Margare t Archer . Being Human: The prob lem o f Agency . 2000. Es mi creencia que en las ciencias sociales, como en la vida cotidiana, podemos entender mejor a las personas, si tomamos en cuenta seriamente sus disposiciones morales, preocupaciones y racionalidades. Andrew Sayer . The moral s i gn i f i cance o f c lass . 2010. Introducción:

El juego mutuo entre agencia y estructura, que Archer ha teorizado en el enfoque

morfogenético, presenta dos procesos distintos de relación como reflexividad y acción. El

juego mutuo entre agencia y estructura como acción, trabaja sobre flujos de actividad en una

secuencia de morfogénesis estructural separada en tres fases temporales, donde se relacionan

las agencias corporativas frente a las estructuras institucionales. Este argumento temporal

comienza a construirse en 1979 y llega a su forma final en 1995. Este juego mutuo es de tipo

práctico, de nivel macro y se secuencializa en tres fases. Un segundo tipo de juego mutuo

comienza a ser teorizado desde el año 2000, donde se desarrolla por primera vez el argumento

de reflexividad como modo de juego mutuo a través de las formas de “conversación interna”

de las personas, desde cuyo procedimiento los agentes diseñan los cursos de acción. Este juego

mutuo es de la conciencia, de nivel micro y tiene distintas modalidades. Esto implica que en

todo proceso de transformación histórica de las estructuras institucionales, se desarrollaron

cursos de acción por parte de los agentes, los cuales son fruto de los modos de reflexividad de

las personas. Ambas formas de juego mutuo están presentes en toda fase del ciclo

morfogenético. Así, la transversalidad temporal de ambos juegos mutuos, diseñando proyectos

por medio de la reflexividad y poniéndolos en práctica por medio de la acción, se devela como

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un momento de la longitudinalidad de las fases. O, de otra forma, la horizontalidad teórica

diacrónica del enfoque, como fases de un ciclo morfogenético, contiene una verticalidad

sincrónica de juegos mutuos entre agencia y estructura, tanto de la conciencia del individuo

como práctico. Teniendo ambos modos de juego mutuo, el proceso de diseño de un proyecto

y la puesta en práctica de los proyectos, un rol distinto en los procesos de transformación o

reproducción estructural.

Dar cuenta de la relación entre agencia y estructura en este sentido, es distinguir entre dos

tipos distintos de procesos de la agencia frente a la estructura. Ya que tomar en cuenta el

mundo en la conversación interna de los agentes no resuelve el condicionamiento del mundo,

porque este sigue ahí y presenta obstáculos reales. De esta manera, dos juegos mutuos se

deben realizar antes de la transformación o reproducción de una estructura. Un juego mutuo

interno propio de la conversación interna que relaciona al mundo con la conciencia del agente.

Y un juego mutuo práctico que relaciona la actividad del agente con el mundo. Si se cancela

cualquiera de las dos formas de juego mutuo, o se cancela su relación, se está disolviendo

alguna de las relaciones entre agencia y estructura; dejando el hiato ontológico de la agencia

con la estructura sin poder desplegarse.

Las soluciones que ha presentado Archer en sus teorías del juego mutuo han resultado

problemáticas, ya que la “conversación interna” ha sido conceptualizada en base a un

argumento formalista. Donde los cursos de acción que siguen los agentes frente a la estructura

dependen de los “modos” de reflexividad, des-sustancializando la relación entre

preocupaciones de los agentes y asuntos importados del mundo. Así, por ejemplo, las formas

comunicativas resultan estabilizadoras de las estructuras institucionales, impidiendo los rizos

morfogenéticos en el tiempo. Y la secuencia de morfogénesis estructural se ha quedado sin

conceptos operadores internos, haciendo que el proceso de morfogénesis estructural dependa

del transcurrir del tiempo. No teniendo una teoría del juego mutuo entre actividades agenciales

y condicionamientos estructurales que no sea la secuencia temporal. Siendo este punto un

problema de tipo práctico, que no puede depender del tiempo en sí mismo, aunque se gaste

tiempo como toda actividad humana.

Para poder salir de estos dos problemas, se debe presentar un argumento que permita

complementar estas dos teorías del juego mutuo de manera sistemática, sin arrastrar los

problemas internos a las formas de juego mutuo. Lo que no implica, o más bien implica, no

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conflacionarlos. Desplegar estas formas de juego mutuo de forma compatible, acarrea la

necesidad de distinguir al interior de la relación entre agencia y estructura en un nuevo

desempaque. Los individuos y sus formas de ego son los que reflexionan al representarse –en

la conciencia- las posibilidades de acción en las situaciones estructurales, sobre las cuales

desarrollan posteriormente cursos de acción enfrentando a la estructura como agentes. De esta

manera, se debe distinguir entre el proceso de importación de asuntos por parte de los

individuos, el proceso de acción de los individuos en las situaciones estructurales y los

resultados estructurales derivados de la acción. Siendo tres elementos posibles de distinguir en

la doble relación de juego mutuo, aunque perfectamente dentro de una misma fase

morfogenética. De hecho, dentro de cualquier tipo de unidad de tiempo de la actividad

humana. Así, la conversación interna no completa el juego mutuo entre agencia y estructura,

sino que solo lo inicia, quedando aún los resultados prácticos de los cursos de acción de los

agentes frente a la estructura. Esto últimos pueden ser adecuados al diseño inicial, o pueden

tener efectos no deseados en el diseño, pero por sobre todas sus posibilidades, su consecuencia

es reproducir o transformar la estructura en cada fase.

En este capítulo mostraré, cómo es posible, partiendo desde la teorización de Archer y

manteniendo sus objetivos teóricos, que el doble juego mutuo puede ser tratado con los

mismos conceptos que Archer ha ido poniendo en el desempaque del enfoque morfogenético.

Donde realizaré unas intervenciones conceptuales que permiten desplegar una posición no

temporal del juego mutuo práctico y no formalizada del juego mutuo de la conciencia,

pudiendo compatibilizar ambas formas. Para esto, tomaré –libremente- los conceptos y

distinciones de Archer, para llevarlos a un plano donde en cada fase morfogenética sea posible

distinguir dos tipos distintos de juego mutuo entre tres entidades diferentes. Pudiendo con

esto, trabajar distintamente las relaciones de los individuos con las formas de agencia y de las

relaciones de la agencia con la estructura en dos juegos mutuos, tanto en la conciencia como en

la práctica, en diversos niveles de emergencia. Por lo tanto, este capítulo reconstruirá los dos

juegos mutuos presentes en Archer, bajo los conceptos de Archer, pero en una secuencia

argumental distinta, enfatizando en los dos tipos de juego mutuo.

El primer tipo de juego mutuo involucra la relación entre el individuo con sus

preocupaciones primordiales frente a los asuntos del mundo, proceso por medio del cual

diseñará proyectos para intervenir en la realidad empírica. Esta conversación interna, que ya

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no cuenta con el dispositivo formal de la tipología de los modos de reflexividad, generará un

producto que se puede denominar proyecto. El cual variaría y puede ser caracterizado,

conceptualmente hablando, no apostando al modo de reflexividad sino a las condiciones del

individuo frente a la estructura. De esta manera, mostraré como la condición sustantiva de las

preocupaciones primordiales, permite explicar tanto la identidad de los individuos como los

resultados de variación de los proyectos. Donde las formas de ego y sus contenidos, que como

mínimo, son conocimientos y disposiciones morales, pueden dar cuenta de los proyectos de las

personas a través de una conversación interna sustantiva.

Los proyectos cuando se ponen en práctica, como actividad con sentido de los individuos

en alguna forma de agencia, entran en contacto con la estructura, afectando sus posibilidades

por medio del condicionamiento de las lógicas situacionales de la estructura institucional. Este

contacto, que es un juego mutuo empírico entre la actividad agencial y condicionamiento

estructural, puede ser representado por medio de la noción de fricción. Ya que este concepto

denota el juego de dos entidades reales, la estructura como una entidad con propiedades

emergentes y los agentes que entran en relación a través de ella. Así, es posible establecer que

el juego mutuo empírico es una relación de fricción entre proyecto y condicionamiento. Donde

las posibilidades morfogenéticas dependerán de las capacidades de fricción sobre la estructura

que pueda poseer una agencia. De otra forma, habrá reproducción de los sistemas

institucionales, volviéndose su configuración muy estable, a pesar de poder presentar

incompatibilidades internas.

La sociedad no solo genera el imperativo de la reflexividad para el diseño de proyectos, sino

que obstaculiza empíricamente el desarrollo de estos, imponiendo rutas a las acciones de la

agencia en tanto relaciones sociales. Los proyectos de la agencia recorren estos caminos

estructurales. Son estos proyectos la forma histórica de la agencia como seres humanos puestos

en acción. De sus formas y de sus capacidades de fricción, es que se derivarán las posibilidades

de transformación estructural. Donde los proyectos son el resultado de la relación de juego

mutuo de la conversación interna, entre las preocupaciones de los agentes y los asuntos

importados desde el contexto estructural. Y es desde este proceso que emergen unas metas,

que cuando logran estabilizarse y tener continuidad, pueden desarrollarse como un proyecto de

vida para los individuos, dando continuidad a la parcialidad de las acciones en el tiempo.

Involucrando a distintos tipos de proyectos derivados desde las preocupaciones primordiales

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de los individuos, dotando de sentido a las personas, tanto en su actuar cotidiano o no-

cotidiano; privado o público. Así, las posibilidades de transformación estructural, dependerán

del enlace entre los proyectos de vida de las personas y de los proyectos colectivos de las

agencias corporativas históricas, los cuales serán evaluados y balanceados por las personas. Sin

esta deliberación por parte de las personas y su posterior despliegue en proyectos, las

relaciones sociales sistémicas no pueden ni reproducirse ni ser modificadas.

Estas dos formas de juego mutuo se secuencian temporal y lógicamente. Primero, los

agentes tienen unas preocupaciones primordiales resultado de los aprendizajes en una posición

específica de la estructura social. Esto implicará un proceso de reflexión frente a los asuntos

del mundo, en especial con las lógicas situacionales estructurales. Desde el cual se desarrollará

el diseño de un proyecto, los cuales se friccionarán con la estructura social en el proceso de

acción, completando el proceso de doble juego mutuo. Dependiendo del tipo de agencia es

que las fricciones pueden tener resultados morfogenéticos en la estructura, o solo para la

agencia, pero ninguna de las dos entidades quedará igual en el proceso de vinculación con la

estructura, aunque solo pueden ser cambios de carácter cuantitativo. Se ganan o se pierden

recursos; se reafirman proyectos o se pueden ir carcomiendo; las preocupaciones primordiales

pueden cambiar o mantenerse; las estructuras se vuelven más complejas desarrollando nuevos

niveles de emergencia perdiendo complementariedad interna y entre niveles. Necesitando de

nuevos conocimientos para su comprensión y análisis. Agregando, además, que los procesos de

transformación estructural requieren de agencias del mismo nivel, si el nivel de la estructura

que se quiere transformar es mundial, los agentes que intenten modificarla han de serlo

también. Cualquier otra forma, es una falacia ecológica, tanto analítica como práctica.

Los grados de integración sistémica y los grados de integración social, seguirán siendo uno

de los principales problemas de la sociología. La vinculación real de la agencia con la

estructura, no es un juego simple suma cero, sino que está llena de gradaciones y formas

paradojales. Una tensión propia de una Antígona reactualizada, que debe revisar sus

preocupaciones primordiales en diferentes momentos de su vida, constatando -muchas veces

de manera dolorosa- que estas han cambiado. O que, incluso, se tenía la meta de que

cambiaran. Ninguna estructura, ninguna agencia y ningún individuo son lo mismo después de

los procesos de juego mutuo. Ya que la vida social, como bien dice Archer, es siempre un

predicamento y nunca un espectáculo.

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Los elementos en juego: identidad personal, formas de agencia y formas estructurales.

Dos juegos mutuos requieren de una distinción en sentido fuerte de los elementos

involucrados, ya que de otra forma, no se puede tratar a los dos juegos mutuos. Así, el punto

central en este apartado es poder distinguir entre los elementos involucrados en los juegos

mutuos. Esto implicará dar cuenta de las formas de identidad personal, de las formas de

agencia y las formas estructurales. Sin tocar aún las formas mismas de juego mutuo. De esta

manera, colocaré los elementos que juegan entre sí, donde los individuos importan asuntos del

mundo por medio de sus preocupaciones y diseñan proyectos para resolverlas. Los cuales

como agencia desarrollan en la práctica, que al realizarse tienen diferentes resultados para la

estructura. Para Archer, el comienzo siempre es el condicionamiento estructural, por lo tanto

se da por descontado el proceso morfogenético de las personas de manera filogenética. Incluso

si están en formación, ya que es necesario para poder desarrollar el primer elemento que

entrará en juego mutuo: la configuración de preocupaciones como forma de identidad

personal.

Se nace en el mundo y en el mundo está la sociedad13. De hecho, se nace en una forma

histórica de sociedad y en un plano de ella, no en su dimensión abierta, sino dentro de

organizaciones de esfera privada que tienen una disponibilidad de recursos materiales e ideales,

que les da una posición en la estructura general. Es en estas organizaciones sociales, como la

familia y la escuela, donde comienzan los procesos de aprendizaje de las personas. Desde las

cuales desarrollarán sus formas de identidad personal hasta convertirse en agentes adultos e

independientes, pudiendo replicar estas organizaciones sociales como el caso de las familias.

Archer ha planteado que las identidades de las personas, en su configuración morfogenética en

el tiempo, de niños a adultos, son fases de ego. Donde existen diferentes formas de ego que se

configuran en el tiempo, como categorías con contenidos mediante las cuales las personas se

13 Este arranque argumentativo no es baladí, bajo las condiciones teóricas del realismo crítico, la sociedad es parte del mundo, uno de sus órdenes o dimensiones. Esto hace que sociedad y mundo no coincidan, no pudiendo conflacionarse. Esto tiene repercusiones para la disciplina que estudia la sociedad, la cual debe mantener una relación con las disciplinas específicas que trabajan sobre las otras dimensiones del mundo. E incluso con las disciplinas totales. Donde se debe destacar el principio de que mantener una relación implica tener una distinción.

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refieren a sí mismas. Todas estas formas son derivadas de la experiencia de los individuos en el

mundo y en el tiempo. Y en conjunto, de forma emergente, generan la identidad personal de

un individuo.

La primera de las formas de identidad es el Yo. Esta fase de ego está asociada a un plano de

experiencia subjetiva en una relación directa con el mundo. El Yo siente de manera

espontánea, sin someterse a las reglas de espacio y de tiempo. El Yo es la relación de la

identidad personal con la individualidad corporal. Con el proceso morfogenético de todo

individuo, el Yo genera diferenciaciones por medio de la socialización, adquiriendo -vía

aprendizaje asistido o no asistido- nuevos contenidos, desarrollando un Mí. El Mí es la fase de

ego de la identidad personal, que contiene atributos compartidos con unas personas y

diferenciados con otras. Con estos elementos del Yo y del Mí, pasa a una dimensión colectiva

de la identidad personal como un Nosotros. El Nosotros es la forma de ego que se pone en

relación con las agencias corporativas. Personificando su forma de actor social, lo cual lo lleva

a tomar compromisos que repercuten en su Yo, generando una identidad personal con una

configuración propia. Esta es la forma morfogenética –en el tiempo- de la formación de las

identidades personales. Este proceso morfogenético que termina en una identidad personal y

que podría cambiar varias veces en la vida, no de modo no traumático, según lo testimonia y

advierte Richard Sennett, en su ya clásico “Corrosión del Carácter” (Sennett 2006). Trae

aparejado distintas formas de identidad, no solo como “fases de ego” estructuradas

morfogenéticamente en el tiempo, sino como estables y contemporáneas “formas de ego”14, lo

que implica que la identidad personal ahora es una configuración emergente de esas distintas

formas de ego.

El proceso de diferenciación, basado en la socialización, es lo que Archer denomina Mí,

implicando los elementos de conformación identitaria derivada de las posiciones estructurales,

con los contenidos asociados a esta condición. El Mí trae aparejado ser parte de colectividades,

marcando al Yo con contenidos derivados de las relaciones de género, posición social, etnia,

oficio y otras. Desde esta forma de identidad es que se lograrán trazar las otras fases de ego, sin

14 Al establecer la idea de “formas de ego” distinto de “fases de ego”, se hace hincapié en la formula sincrónica de la identidad personal. Las formas se generan desde las fases lo que hace que se mantengan en la identidad personal lograda en el tiempo, ciertas formas de ego que resultan estables y configuran la identidad personal de un individuo. Sin embargo, no todos pasan por las mismas fases y de similar manera, lo que hace que las formas varíen entre sí.

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embargo mantendrá su condición de diferenciación identitaria en los espacios estructurales,

donde esas formas de colectividad social sean relevantes. Pudiendo, por supuesto, cambiar en

procesos morfogenéticos, como la movilidad social, adquiriendo nuevos contenidos.

Transformando la configuración de las formas del Mí. Y por lo tanto, en algún momento, su

identidad personal.

Para que los procesos de movilidad social se produzcan las personas deben desarrollar una

forma identitaria que se relacione con la sociedad de forma organizada y pública, o ser

arrastrados por relaciones con otras personas que realicen esta forma de relacionamiento. En

este espacio de exposición se despliega la forma colectiva de la identidad personal, como es el

Nosotros. Esta forma identitaria implica compromisos identitarios con proyectos no derivados

de sí mismos15, pero que requieren el despliegue de sus capacidades contenidas en alguna

forma de “Mí” movilizando al Yo individual. La forma Nosotros, se configura a partir de los

roles públicos efectivos que desarrollan las personas en la vida social. El Nosotros importa los

asuntos de las agencias corporativas y las configuraciones institucionales. Este Nosotros como

forma de la identidad personal, de realización colectiva pública, puede darse en los más

diversas dimensiones de la vida social, desde las religiosas hasta las económicas. Pudiendo

participar, como realmente es posible, en varias agencias corporativas a la vez, implicando un

Nosotros ya de por sí complejo. Este Nosotros, por supuesto, está marcado por la

personificación identitaria en tanto miembro de una agencia corporativa, donde el Mí y el Yo

se incorporan bajo el Nosotros en la acción, suspendiendo o al menos dejando al interior de la

persona las preocupaciones propias de esas formas de ego. Así, el Nosotros importa los

asuntos del proyecto de la agencia corporativa y las formas institucionales donde esta actúa. Y

en base a esta forma de ego es que se desarrollan: “…los obvios cursos de acción que ellos

pueden tomar al promover sus agrupaciones –desde unirse a la asociación o sindicato

profesional, involucrándose en cabildeo político, o manifestaciones o acción directa” (Archer

2000:302).

15 Esta no derivación desde las personas del proyecto de la agencia corporativa, es restringida y tiene su condición de ejemplo ejemplar en el caso de los asalariados. Los empresarios pueden tener una relación distinta respecto a sus empresas, ya que son producto directo de su proceso reflexivo, sobre todo en las primeras generaciones de empresarios, posteriormente puede aplicarse la idea anterior.

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Estas formas de ego variarán dependiendo de las condiciones de pertenencia a

organizaciones: vecino/ feligrés/ padre. No obstante los contenidos de la forma Mí, se verán

involucrados en la manera de pertenencia a estas organizaciones. Esto, en primer lugar, porque

la calificación para un puesto de trabajo requiere de esos contenidos como la relación del Mí

profesional con su condición de Nosotros como trabajador en una organización, que requiere

de los contenidos de esa forma. Donde pondrá su condición de actor en base a los asuntos que

importe de la organización, poniendo en juego sus capacidades laborales derivadas de sus

formas de Mí. En segundo lugar, porque resulta imposible que las personas desarrollen sus

actividades abjurando completamente de los contenidos aprendidos, aunque para desarrollar

acción y reflexión acertada o correcta, se necesita distinguir fuertemente las formas de

identidad. Y en tercer lugar, porque se puede ser católico/no feligrés o profesional/cesante,

donde la forma Mí tiene una retracción respecto al Nosotros, porque no hay ningún asunto

práctico a importar para desplegar la identidad personal en su forma colectiva.

Todas estas formas se configuran y están contenidas en la identidad personal de un

individuo, generando unas preocupaciones que enfrentan al mundo: “Estas preocupaciones

que no son medios a nada más allá de ellos, constituyen quiénes somos y expresan nuestra

identidad. Quiénes somos es un asunto de qué es lo que más nos importa” (Archer 2003:18).

En la identidad personal, que es un resultado morfogenético, hay unos compromisos

primordiales, derivados de la relación compleja entre: la forma individual del Yo; la

diferenciación desarrollada por los contenidos sociales del Mí y las identidades colectivas del

Nosotros. Generando compromisos y personificaciones por parte de las personas. Por

supuesto, esta primera distinción solo es formal, no tiene elementos sustantivos aún, pero trae

aparejadas diversas formas de ego, con contenidos cognitivos y morales; donde se puede

apreciar las complejidades de las formas modernas de vida, en las cuales algunos de estos

elementos resultan más importantes que otros. Ya que esto implica contacto con el mundo y

diferentes valorizaciones de las formas de ego. Como la defensa filosófica de la vida corriente

como fuente ética del Yo, en la terminología de Archer de la importancia del Yo en la

identidad personal moderna, que ha hecho Charles Taylor (Taylor 2006:47). Sin embargo, por

ahora, solo se trata de las posibles formas en que la identidad personal de un individuo puede

tomar. O, de otra forma, el individualismo como contenido cultural apuntala en la

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configuración de la identidad personal moderna, una preeminencia de las preocupaciones de la

forma Yo.

Las personas tienen una identidad personal. Tienen propósitos internos estables o no

jerarquizados que los movilizan en la vida social: “Si las personas proveen el potencial de

actividad para los actores, entonces la agencia es un mediador necesario entre ellas para darle

un propósito a la actividad” (Archer 2009:342). Tener identidad personal, es tener una

configuración de preocupaciones construida en la experiencia social y los procesos reflexivos

sobre esta, donde quedaron rastros valóricos y cognitivos de los roles realizados. Esto trae

aparejado entrar en relación con el mundo, ya que los propósitos se desarrollan en acción. Y

cuando esta no se lleva a cabo, implica que están en orden jerárquico menor o que las barreras

de realización imponen altos costos para esos cursos de acción. En cualquier caso, se requiere

diseño de acción para desarrollar los propósitos en relación con el mundo.

Entre las preocupaciones de los agentes y los asuntos que importan del mundo, se desarrolla

la conversación interna, para posteriormente diseñar un curso de acción. La acción implica la

generación de un suceso en el mundo, la cual tiene un propósito, una razón para la persona.

Estos propósitos de las personas no pueden ser llevados por cualquier forma de agencia, ya

que propósitos muy claros no implica capacidad de llevarlos a cabo. Esta capacidad de

consumar los propósitos de las personas implica dar cuenta de la formas de agencia, ya que

muchos de estos propósitos llevan a aparejados formas de acción general que no están al nivel

del individuo aislado. De esta forma, Archer ha establecido distintas formas de agencia, que no

solo es el nivel estratificado de personas (persona humana-agencia-actor) que es el proceso

filogenético de toda persona, de morfogénesis de la identidad personal como forma de

configuración identitaria estable. Sino que es desarrollado como formas distintas de agencia,

como forma ontogenética de acción (agencia primaria- actores individuales- agencia

corporativa y poblaciones). La distinción central de las formas de agencia, son las diferentes

formas de acción, en la cual cada estrato responde a una forma estructural donde está

incrustada su actividad. De esta forma, se distingue las formas de identidad personal de las

formas de agencia, sino también las formas de agencia de los escenarios de despliegue en la

estructura.

Así, cada nivel tiene propiedades emergentes sobre el otro, haciendo que las formas de

acción deban variar, so pena de caer en falacias ecológicas. La agencia es más que una

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identidad personal que es un plano identitario, la agencia es un plano de acción o práctica. Los

agentes son realizadores bajo cualquier teoría sociológica que tenga un concepto de agencia, el

punto distintivo con las formas de conflacionismo es si tienen propiedades internas o

autonomía ontológica, no si son realizaciones. Ser agencia entonces es un hacer, un realizar

acciones. Y desde el realismo de Archer implica realizar los cursos de acción o proyectos que

se han diseñado. En el nivel inferior del estrato de la agencia en Archer está la “agencia

primaria” o colectividades, un hacer que es el agregado emergente de los proyectos similares de

los individuos, para posteriormente, en el tiempo, lograr ser un actor individual, ya que la

relación entre colectividad y posiciones da cuenta de las posibilidades de desempeñar roles. Sin

embargo, como en este argumento el final es el comienzo, las formas de agencia ya no comienzan

en la agencia primaria, sino en la condición de un actor individual. De esta manera, el punto

donde comienza las formas de agencia debe ser en el aspecto micro de los “actores

individuales”.

Los actores individuales se despliegan desde los propósitos de la identidad personal, la cual

ya tiene unas preocupaciones primordiales frente a los condicionamientos de las estructuras.

Estas preocupaciones son perseguidas con las capacidades que ha recogido en su proceso

morfogenético identitario y con las condiciones estructurales adjuntas. Su relación con la

estructura de forma constante es la realización de roles. Estas acciones puede ir de las formas

abiertas, episódicas y de prescripción laxa como las que se realizan siendo cliente o turista;

hasta las selectivas, continuas y altamente prescritas como las acciones profesionales o

políticas. De esta forma, la identidad personal del individuo desarrolla sus proyectos por medio

de los roles estructurales. Desplegando relaciones de juego mutuo de la identidad personal con

los proyectos de vida y los proyectos de vida con los roles. Hay que destacar que estos

proyectos están en el plano directo de los individuos, con todas las formas de identidad que

tienen, generando las formas de individualidad máxima diferenciación y particularidad. Los

proyectos de vida son propios de los individuos, con una identidad personal formada o en

formación, estando en el plano mínimo aditivo de relación con la estructura. Son los

individuos como actores quienes realizan los roles directamente, no hay ninguna forma de

reemplazo posible, aún. Las personas como actores individuales, desarrollan proyectos

individuales, que resultan ser proyectos de vida personales. Como lo hacen por medio de

características compartidas con otros como colectividades similares, engranados con otras

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personas con otras características al interior de una o varias organizaciones, generan procesos

de diferenciación y similaridad de esos proyectos de vida. Pero siguen siendo proyectos

propios de los actores individuales, los cuales activan las diversas formas de identidad en

determinados momentos y espacios donde se ven involucrados.

Una forma emergente de los actores individuales son las acciones de colectividad social, que

Archer llama agencia primaria. La agencia primaria es una forma emergente de los actores

individuales, ya que implica los atributos sociales compartidos y diferenciados de los

individuos, como características de acción que pueden activar. Donde los contenidos de las

formas de Mí son las relevantes, sobre las cuales hay expectativas propias y de otros. Por

decirlo así, puede haber muchos individuos en una determinada zona, pero pocos médicos,

generando baja capacidad de atención a los enfermos. Para atraerlos hay que generar

condiciones para que las acciones características de esa colectividad, que inevitablemente son

un grupo de actores individuales, se desarrollen. Así, son los contenidos de los individuos los

que resultan relevantes para desarrollar proyectos específicos, derivados de esas capacidades

específicas. En el despliegue de acción de las colectividades, que inevitablemente es un

momento espacial y temporal específico de los actores individuales, son relevantes las

capacidades de esas formas de agencia. Las formas de agencia primaria entran en juego mutuo

con las posiciones, no con los roles. Ya que es el actor individual quien realiza los roles, pero el

atributo relevante para desarrollar roles es su característica como colectividad, no su condición

de actor individual, porque debe realizar los proyectos prescritos por los roles. Donde las

propiedades como número, habilidades, eficiencia y certificación como colectividad; marcan su

relación con la estructura. Los contenidos del Mí de la identidad personal de los individuos

pueden desplegarse, pero de las condiciones generales de colectividad, como posibilidades de

despliegue de proyectos específicos, es que se generarán relaciones con las posiciones. Esto

hace que como atributo social de los individuos, los proyectos de vida varíen entre ellos, ya que

las características de colectividad tienen atributos no posibles de poseer y desarrollar por todos

los individuos. En el ejemplo de los médicos, se trata de la capacidad de desplegar proyectos

como prestaciones de salud a los enfermos, que son una parte de los proyectos de vida que le

son propios y característicos a esa colectividad, ya que tienen una relación específica con la

estructura como acceso a recursos por medio del ejercicio de roles.

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La tercera forma de agencia es un estrato superior de formas de acción, donde los individuos

con sus características de atributos sociales o sus capacidades de acción como colectividad, se

manifiestan en un Nosotros, desplegando acciones en una agencia corporativa. Ahora se trata

de que habiendo muchos individuos, pero menos personas con la categoría específica de

médicos, hay aún menos hospitales o clínicas para ser médico y realizar prestaciones de salud.

Por lo tanto, la capacidad organizada de dar prestaciones de salud en una determinada zona,

puede tener los individuos-médicos, pero no el conjunto organizado de acciones coordinadas

con recursos materiales que permita desarrollar las prestaciones de salud. Si los médicos deben

hacer todas prestaciones de un hospital, entonces no pueden ser médicos, ya que deben ser

médicos, camilleros, enfermeros, recepcionistas etc. De esta forma, la agencia corporativa es

una organización que tiene un proyecto en la cual las acciones propias de unas colectividades

se coordinan con las acciones de otras con otros atributos, en pro de un objetivo trascendente

a ambas. El cual está definido como proyecto en un nivel de emergencia de distinto del Yo y

del Mí, del proyecto de vida individual y del proyecto propio de las colectividades. Para esto,

algunos elementos de su condición de colectividad, como capacidades-habilidades-

conocimientos, incrustados en la identidad personal, son necesarios para desarrollar esta forma

organizada de acción. De esta manera, la agencia corporativa implica una forma de

organización donde los actores individuales desarrollan actividades coordinadas en base a sus

condiciones de colectividad, las cuales se orientan en un proyecto colectivo que no es propio.

Si una organización requiere un profesional para hacer un trabajo específico, son estos

atributos portados por la persona, los que se exigen y engranan con otros atributos de otras

personas, para desarrollar los objetivos de la organización. Estas agencias corporativas -como

organización- tienen como guía de acción los proyectos colectivos. Las agencias corporativas

tienen una relación de juego mutuo con la forma de ego Nosotros y con el ambiente de la

estructura institucional. Las agencias corporativas como proyectos colectivos, pueden estar

presentes en los distintos sectores de la estructura institucional. Por supuesto, las agencias

corporativas tienen consecuencias sobre los proyectos de agencia primaria y sobre los

proyectos de vida de los individuos.

La cuarta forma de agencia que Archer describe son las poblaciones. Las poblaciones cuando

se entienden como agencia, traen implicadas a todas las demás formas de acción, todos los

actores individuales, todas las formas de colectividades y todas las formas de organización que

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187

desarrollan proyectos. Como agencia es el conjunto de los distintos tipos de proyectos que se

realizan en una determinada sociedad. Desde las acciones que se realizan de manera cotidiana

hasta las no cotidianas; sociológicamente las poblaciones tienen plus más allá de su demografía,

entendiendo esta como el conjunto múltiple y con propiedades emergentes de los proyectos de

las personas. Las poblaciones como agencia son las que provocan las rupturas institucionales,

desarrollan las condiciones de escasez de algunos recursos, legitiman algunos liderazgos e

instituciones. Además, son las que evidencian las formas de desigualdad. Las poblaciones

tienen una relación de juego mutuo con los rasgos emergentes de las identidades personales y

con las formas emergentes de la estructura social.

En el caso de la estructura también se presentan estratos diferenciados como niveles de

emergencia. Archer comienza su argumento de niveles en las posiciones estructurales, sin

embargo otra vez asoma el problema del argumento temporal del enfoque morfogenético.

Esto es, las posiciones anteriores como conjuntos de recursos materiales e ideales que

repercuten longitudinalmente en las posibilidades de acceder a roles. Sin embargo, no se puede

partir como nivel emergente de la posición estructural, ya que esta se consigue a partir de los

roles, como los análisis empíricos de estratificación social, desde argumentos funcionalistas a

marxistas, lo han mostrado muchas veces (Wright 2005). Así, de esta forma, el proceso de

ascenso de lo simple a lo complejo en la estructura institucional está en los roles. Son los roles

como prescripciones de acción a los individuos, para lo cual deben tener algún atributo, desde

fuerza física pasando por conocimientos altamente especializados a ser un nodo de red social,

el primer elemento de relación con la estructura. Estos tienen una variada gama de

posibilidades, como: niveles de prescripción de acciones, niveles de acceso o niveles de

continuidad. Así, pueden ir de discontinuos, de acceso abierto y de prescripción laxa; a los

roles de acceso cerrado, de prescripción dura y exigencia continua. Los roles, que

necesariamente se dan en organizaciones, implican un involucramiento de los proyectos de

vida de los individuos en procesos de los cuales no tienen control. Los roles tienen una

relación directa con los actores individuales con sus proyectos de vida y la configuración de la

identidad personal.

El segundo nivel de la estructura son las posiciones. Las posiciones son resultados

emergentes del juego mutuo entre actores individuales y roles que se traducen en diferencias en

el acceso a recursos, tanto ideales como materiales, generando ventajas y desventajas entre

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188

colectividades. Las posiciones van de bajo a alto. Así, se generan posiciones de altos niveles de

acceso a recursos, unas con acceso medio y otras con bajo acceso, condicionando las

posibilidades de acción de las colectividades. Las posiciones pueden estabilizarse como modos

de acceso a recursos de ciertas colectividades, llegando a caracterizar a las colectividades por

medio de esos recursos. El control y manejo de algunas personas de atributos estructurales,

que repercuten en el acceso a recursos en tanto posiciones, como propiedad sobre

organizaciones o control de gestión sobre las organizaciones, o la realización de las

prestaciones, puede mantenerse en el tiempo pudiendo traspasarse entre generaciones de una

misma colectividad. De hecho, Eric Olin Wright llama directamente “huecos” a las clases en la

estructura, como espacios estructurales poblados, si esos espacios son clases o estratos es ya un

problema teórico, lo mismo si se definen por la propiedad de los medios de producción o por

prestigio por medio de una escala funcional (Wright 1994) (Davis y Moore 1972). Lo relevante

de las posiciones, es que a través de ellas se puede establecer por efecto estructural: el acceso

de manera diferenciada a los recursos, generando intereses creados para las colectividades en

las posiciones, ya que es un atributo de las posiciones. Por lo tanto, pueden o no, las

colectividades -esta es la dimensión de la agencia- realizar acciones que puedan mantener esas

posiciones estructurales en status quo, e incluso aumentar su ventaja en recursos. No está demás

anotar que la llegada de nuevas colectividades puede hacer variar la posición de cierta

colectividad, perdiendo su ventaja en recursos. La movilidad social o la migración, implica ese

ingreso de personas como colectividad, que puede hacer perder la posición ventajosa a otras

colectividades, pudiendo generar conflictos al interior de una misma posición. Las posiciones

entran en juego mutuo con las colectividades y las formas de ego Mí de la identidad personal.

La tercera forma de estructura son las instituciones, el punto central de las instituciones y lo

primero que hay que anotar, es que es un nivel emergente respecto a los roles y las posiciones.

No es que se formen de los roles y las posiciones, aunque en una forma regresiva –siempre que

se esté estudiando el origen de la sociedad- podrían verse argumentos al respecto, e iniciar una

discusión de arqueología sociológica. Sin embargo, el argumento aquí es que la base de la

distinción entre roles, posiciones e instituciones, está dada por los niveles de emergencia. Una

nueva forma institucional puede cambiar posiciones y generar nuevos roles, y por lo demás

afectar la estructura institucional, sin embargo el punto es que implican relaciones diferenciadas

de las personas con la estructura. Las instituciones son elementos complicados, Archer trata a

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189

las formas organizacionales como instituciones o puede tratarse del marco relacional donde

muchas organizaciones pueden desarrollarse; por ejemplo una institución es una empresa o la

institución es el marco relacional donde las empresas se desarrollan. Esta segunda forma de

entender las instituciones se asemeja más a las formas en que los enfoques institucionalistas

entienden la idea de institución, como relaciones, posiblemente reglamentadas, que rigen las

formas de interacción entre agentes (Commons 2003) (Lourau 2007) (Polanyi 2000). Las cuales

pueden desarrollar propiedades emergentes relativamente autónomas, sin por ello caer en la

conflación.

Además, debo señalar que las organizaciones en Archer tienen un símil más bien ligado a la

idea de agencia corporativa16, tal como he ocupado aquí esta noción. De esta forma, el punto

elemental sobre las instituciones es que son los marcos relacionales, formales como reglas

jurídicas de una determinada sociedad, e informales como convenciones desarrolladas desde las

prácticas, u otro tipo de coordinación social como relaciones de facto; desde las cuales se

desarrollan directrices de acción para los distintos tipos de agencia, en tanto agencia individual,

agencia primaria y agencia corporativa. Las instituciones implican las relaciones desde las cuales

se definen campos de acción para las agencias. En sociedades con diferenciación estas

instituciones deberán ser entendidas de forma sectorial. Así, existirán instituciones económicas,

políticas, parentales, eclesiásticas u otras. Las cuales tendrán sus propios modos de establecer

los marcos de acción para los agentes, además de presentar recursos ad-hoc de intercambio

respecto a las otras instituciones, como dinero o poder. Las instituciones entran en relación de

juego mutuo con las agencias corporativas y con la forma “Nosotros” de la identidad personal.

Los sistemas son las formas y/o configuración de las instituciones. Este nivel toma una

forma específica desde la relación que mantienen las instituciones entre sí, generando el marco

estructural de una determinada sociedad. Archer ha establecido que no tienen formas

predeterminadas por la teoría, ya que así como pueden alcanzar altos niveles de integración

entre ellas como complementariedad, de forma contingente o de forma necesaria. Pueden

16 Dentro del espectro del realismo en sociología hay otras soluciones al punto de la distinción entre instituciones y organizaciones. Quien ha tratado este punto es Dave Elder-Vass. La distinción fuerte que está presente aquí, entre instituciones y organizaciones, es que las organizaciones tienen proyecto y las instituciones son marcos reglamentarios para esos proyectos. Por lo tanto, una organización es más una agencia que una estructura. Aunque, siempre es complicado tratar el punto, sobre todo por los niveles de emergencia en los cuales están puestos.

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presentar bajos niveles de integración presentando contradicciones internas, también de forma

necesaria o contingente. Y esto, no depende de ningún punto de vista teórico, que pueda ver

contradicción donde no la hay como en el ejemplo más clásico en sociología, contradicción

estructural necesaria en las relaciones capital/trabajo del marxismo. Las formas sistémicas

entonces, son estas formas relacionales entre distinto tipo de instituciones, las que pueden estar

normadas o funcionar solo de facto como propiedad emergente relacional.

Un ejemplo normado como relaciones entre distinto tipo de instituciones son las que

prohibían matrimonios entre personas de distintas colectividades, cuando las colectividades

eran definidas de forma jurídica como los estamentos, o el caso más radical conocido en la

historia social como las castas (Weber 1985). Donde las instituciones formales regían la vida de

las personas, en su aspecto parental, de alianza e incluso sus relaciones con los artefactos. O,

podrían ser convencionales, cuando ya no hay estamentos aunque sí clases, donde las

permisiones y prohibiciones de alianza se basan en normativas informales. El punto central es

que en la configuración institucional se forman distintas relaciones interinstitucionales. La más

estable es la complementariedad necesaria, donde hay relaciones de integración entre

instituciones, las cuales pueden ser internamente normadas formal o informalmente. La menos

estable es la complementariedad contingente donde se da una relación de “competencia”, la

cual establece escenarios donde las relaciones entre las instituciones, no solo no están

normadas, sino que están abiertas para el juego de los agentes.

En el ejemplo de los matrimonios, las relaciones integradas entre instituciones económicas,

políticas y parentales que definían las formas de alianzas impedían –aunque decir impedir es

conflacionario, ya que los humanos son capaces de toda acción- los matrimonios entre

personas de distinta casta o estamento. En cambio las relaciones de competencia entre

instituciones políticas, económicas y parentales; abren un espacio de autonomía para las

posibilidades de generación de alianza, al menos formalmente. Por supuesto, que antes de esta

situación deben haber pasado por procesos de diferenciación institucional. Sin embargo, la

diferenciación institucional no es constante en el tiempo, sino variable y la configuración de

sus relaciones no está asegurada. Se podría afirmar que los procesos de diferenciación

institucional, va provocando constante competencia entre instituciones generando

colonizaciones cruzadas, colisiones, traslapes, expansiones o des-diferenciaciones (Mascareño

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191

2009). Sin embargo, esto ya es un problema empírico y de diagnóstico epocal de las dinámicas

de las instituciones de la sociedad.

En el esquema de la figura 8 puede verse el panorama completo de la propuesta que estoy

llevando a cabo. En esta se puede distinguir la identidad de las personas en su forma emergente

como identidad personal frente a las formas emergentes de acciones como las poblaciones, las

cuales están incrustadas en sistemas complejos de relaciones sociales. Cada una de las

dimensiones de la agencia y estructura, que en una propuesta realista y no conflacionaria tienen

sus niveles de emergencia propios, pueden ser distinguidos. Las cuales muestran diversas

formas de juego mutuo, como la conversación interna que ha desarrollado Archer, además de

la relación entre actividad y condicionamiento. Nótese que estas relaciones de juego mutuo

pueden replicarse en cada una de las fases morfogenéticas de la estructura. Tomando ribetes

nuevos, expandiendo las posibilidades de morfogénesis de la agencia y la estructura. Donde ese

final es ahora el comienzo. La figura 8 presenta esquemáticamente, los tres elementos que

entran en juego mutuo y los tipos de juego mutuo en niveles de emergencia diferenciados.

Figura 8: Esquema general de doble juego mutuo de agencia y estructura. Fuente: Elaboración propia desde los esquemas de juego mutuo de Margaret Archer.

Identidad personal Juego mutuo mental Agencia Juego mutuo práctico Sociedad

Configuración de formas de ego

Conversación interna como diseño de acción

Configuración de las formas de agencia

Fricción como despliegue de prácticas

Configuración de relaciones sociales

Identidad personal Asuntos del mundo

Poblaciones Condicionamiento sociocultural Sistemas

Nosotros

Agencias corporativas Instituciones

Mí Preocupaciones

primordiales Agencias primarias Proyectos Posiciones

Yo Actores individuales Roles

El primer juego mutuo: conversación interna entre preocupaciones y asuntos.

La teoría del juego mutuo desarrollada por Archer desde el año 2000 en adelante, fue

denominada “conversación interna”, siendo propuesta como el vínculo perdido entre agencia y

estructura. Este eslabón perdido de la sociología es un proceso de la conciencia individual,

mediante el cual estos se representan el mundo. Y en esa representación importan los

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condicionamientos estructurales, logrando diseñar acciones con sentido o un proyecto. Esto

implica que la agencia conserva unas propiedades, unas especificidades relativamente

autónomas, que ni la estructura institucional ni el sistema cultural totalizan. La agencia,

entonces, tiene la posibilidad de ser una agencia activa. Que es una idea matriz de la relación

no conflacionaria entre agencia y estructura en el trabajo de Archer, tanto en su fase dualista

analítica como en su fase dualista realista. En ambas fases la agencia es activa. Esta condición

es entendida tanto por la reflexividad de los individuos y por la acción de la agencia, dando

cuenta de la no necesaria correlación de las personas con los condicionamientos

socioculturales. Y en el argumento realista morfogenético los proyectos de la agencia frente a la

estructura son resultado de los procesos reflexivos de los individuos.

Cuando el individuo ya no es espejo directo de la sociedad como en el conflacionismo

descendente, o ya no es el sujeto portador de estructuras, derivadas de su socialización del

conflacionismo central; emerge en la teoría de Archer la reflexividad como elemento que

vincula al sujeto con la estructura. Esta relación no es cualquier tipo de pensamiento, de los

cuales los humanos son capaces de todo dado su mundo interior e imaginación, sino una

forma específica y enarbolada con una situación del mundo, de la cual se espera un producto

práctico: el diseño de una acción. De esta forma, la reflexividad de la agencia en relación con el

mundo, no es cualquier forma de reflexividad, sino una que tiene al mundo social, de los

artefactos y el natural como asunto central de su proceso reflexivo. Esto es lo que Archer

llama: conversación interna.

La conversación interna permite a los individuos enfrentados al mundo resolver asuntos

prácticos. Ya que esta forma de reflexividad asume la pregunta de ¿Cómo podría hacer esto?

La cual se ubica como pregunta central entre las fases morfogenéticas de elaboración de un

proyecto, como es la de “preocupaciones-proyectos y prácticas” (Archer 2007:88). Lo que es

una forma de entender el proceso de importación del asunto, la elaboración de un proyecto ad-

hoc y su posterior implementación. Esto hace que entre las preocupaciones y el proyecto, se

produzca un diseño, una elaboración. Implicando que las preocupaciones están ya instaladas en

las personas. Y el problema es cómo llevar a cabo el curso de acción que contenga la

preocupación. Sobre esto hay que decir que las preocupaciones, sobre todo las primordiales,

no se disuelven sino que se resuelven y/o contienen, como la preocupación de los padres del

“bienestar de los hijos”. Lo cual hace que se les eduque lo mejor posible, incluso realizando

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traspasos directos de recursos como capital económico y social acumulado. Así, las

preocupaciones primordiales implican un elemento constante, que está presente en las

personas por estar incrustadas en relaciones sociales, con cuyo concurso diseñan los proyectos

que contienen o resuelven los problemas de las preocupaciones primordiales. De esta forma,

los agentes importan mediante una representación las situaciones estructurales, relevando que

de otra forma es imposible introducir al mundo al interior de los agentes. Si el mundo actual

está presente en una persona no es sino por su representación.

Esta condición antropológica de los seres humanos, de estar en el mundo social con otros

seres humanos, mediados entre ellos por relaciones sociales con propiedades emergentes,

obliga a todos a realizar la conversación interna, por muy rutinario que sea el asunto o

superficial la preocupación. Con distintas preocupaciones, asuntos, temporalidades y modos;

todos están obligados a pensar antes de actuar en las situaciones sociales. Más allá, incluso, del

tipo de época o estructura institucional y sistema cultural en el que las personas estén inmersas.

Las condicionantes socioculturales aumentan la necesidad de reflexionar, sin embargo no

puede haber épocas no reflexivas, ya que no puede haber acción no reflexiva. Poner a la

reflexividad como base de un vínculo entre personas y sociedad para diseñar acciones, implica

aceptarla como fundamento de la acción humana17. Implicando tomarse muy en serio la

fórmula sin sociedad no hay reflexividad.

En casos donde la situación implica condicionamientos ambiguos, contraponiendo posibles

cursos de acción en tanto guía direccional, como en situaciones de contradicción contingente

de la estructura. La relación entre dos instituciones con guía direccional contradictoria, puede

convertir a un individuo en una nueva Antígona, atrapada entre las leyes de la ciudad y las leyes

naturales. Donde enfrenta, en una batalla trágica al interior de su conciencia, a la preocupación

primordial de dar sepultura digna a su hermano y el asunto de que se había prohibido por la

ciudad, generando un diálogo interno entre sus formas de ego de hermana y de ciudadana,

17 Archer ha trabajado la noción de reflexividad en oposición a la de habitus como sentido práctico, sin embargo presenta algunos argumentos ambiguos al respecto, como que la modernidad actual sería propia de la reflexividad y la modernidad anterior era característica del habitus (Archer 2010). Sin embargo, creo que esta operación, dada la argumentación de la misma Archer, de reflexividad para el diseño de un proyecto frente a una propiedad del habitus, como es el sentido práctico, simplemente no es posible de hacer. O hay sentido práctico o hay reflexividad para el diseño de acción. Esto no quita, en todo caso, que existan disposiciones morales en el sentido de Sayer. Este último elemento se mostrará más adelante en el texto.

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haciendo que se encuentren en una conversación interna no solidaria. La reflexividad como

conversación interna resulta un imperativo para desarrollar una adecuada acción. Sobre todo

por el diagnóstico de Archer en “The reflexive imperative”, texto en el cual argumenta que

estamos en medio de un proceso típico de fase 2, donde las relaciones entre agencia y

estructura no se han estabilizado, o han intensificado sus relaciones de juego mutuo, o la

morfoestasis de la estructura ha ganado niveles de contingencia. Siendo un momento de

tránsito hacia otra forma de estructura social.

Archer ha tratado el proceso de reflexividad como conversación interna, a través de una

tipología de “modos de reflexividad”. A la cual he criticado por formalismo en su correlación

positiva con los proyectos y con la identidad de los individuos, además de presentar una

interpenetración en la tipología de los modos de reflexividad, tal como he argumentado en el

capítulo tres. De esta forma, debo volver sobre el proceso de reflexividad de los agentes.

Aunque esta vez haciendo una reelaboración que involucre condiciones sustantivas en la

conversación interna. Y esto es, la relación entre las preocupaciones de las personas frente a

los asuntos del mundo, como una conversación interna sustantiva. Para esto, el comienzo no

puede ser otro que trabajar sobre la agencia en su plano interior, ya que la conversación interna

de los individuos se produce por la importación de asuntos por parte de las preocupaciones

primordiales.

La pregunta central de Archer sobre el diseño de proyectos, en tanto “Cómo podría hacer

esto”, implica una conjunción de una serie de elementos, contraídos en una interrogante

práctica. El problema de esta pregunta, es que al momento de realizar la interrogante, el

individuo ya tiene una preocupación y un asunto importado, ya que “Cómo podría hacer esto”

es una representación sin contenido. De esta forma, las conversaciones internas derivadas de la

jerarquización de preocupaciones frente al mundo son sustantivas: “cómo pagamos las

colegiaturas de nuestros hijos”; o “cómo me comporto en la entrevista de trabajo”; o “dónde

nos vamos de vacaciones”; o “cómo determino la relación de una variable con otras para el

informe”; o “debería compartir más con mis padres”; o si “¿Dios tiene un plan y misión para

cada uno?”. Todos estos ejemplos remiten a distintos asuntos del mundo, como temas

familiares, espirituales y económicos; que también denotan distintos elementos presentes en las

preocupaciones de los agentes. Generando la necesidad de reflexionar para elaborar los

proyectos necesarios para contener las preocupaciones. De esta manera, y separándome del

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argumento formalista e interpenetrado de los modos de reflexividad de Archer; sostengo que

los elementos relevantes en el diseño de un proyecto, es la relación de juego mutuo que las

preocupaciones de los individuos mantienen con los asuntos del mundo. Para esto, por

supuesto, debo desplegar los elementos presentes en las preocupaciones primordiales de los

individuos.

Las preocupaciones de los individuos, primordiales o no, poseen elementos propios que

tienen relevancia en el diseño de proyecto. Ya que implican un involucramiento de las personas

en el mundo, incluso si se trata de aislarse. Estos elementos presentes en las preocupaciones

son las formas de ego, como aquellos modos de representarse y referirse a sí mismos por parte

de las personas, los cuales han ido adquiriendo en la práctica individual como rastro de la

experiencia social. Sobre las cuales la autoestima, positiva o negativamente, puede sostenerse

en relación con esa experiencia. Estas formas de ego tienen una jerarquía como compromisos

identitarios de las personas, además de unos contenidos como atributos cognitivos y morales.

Las personas resultan esa configuración de formas de ego que activan o desactivan

dependiendo de los contextos, como sectores específicos de acción en la estructura y sus

niveles de emergencia. En base a esos tres elementos de las formas de ego es que se importan

asuntos del mundo y se elaboran proyectos de acción. Así, estos tres elementos entran relación

al tratar los asuntos del mundo, teniendo una impronta en la elaboración de proyectos,

independiente del modo en que se trate la relación entre preocupaciones y asuntos. La cual

solo puede ser interaccional –con otros- o individual –solo- sin mayores efectos sobre el tipo

de proyecto. Ya que el proceso de elaboración de un proyecto implica un individuo con una

determinada configuración de identidad personal, como ordenamiento de sus compromisos

con las formas de ego, las cuales poseen determinados contenidos cognitivos y morales. Si esto

no fuera así, las personas no tendrían variaciones o similaridades subjetivas, tanto entre formas

societales como al interior de una unidad societal. Estos elementos son relevantes en la

conversación interna sustantiva, porque están en la identidad personal de los individuos y dada

esa identidad elaboran los proyectos. Pudiendo todos estos elementos no ser solidarios entre sí,

relacionándose de formas complejas. Los compromisos con alguna forma de ego pueden no

estar en relación con los conocimientos necesarios para ciertos proyectos, debiendo elaborar

otros, o incluso proyectos para obtener esos conocimientos o certificaciones de esos

conocimientos.

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Como por ejemplo: las variaciones de los proyectos en los jóvenes pueden ser: ¿Qué

estudiar? Y ¿Dónde estudiar? Y no ¿Cómo estudiar? O ¿Estudiar o trabajar? Como serían las

preocupaciones de distintas colectividades en posiciones estructurales definidas, respecto a la

continuidad de estudios terciarios. Donde puede haber o no, involucramiento de los padres en

los procesos de elección y financiamiento. No es que las colectividades con menos recursos no

piensen en si les hubiera gustado estudiar, o no piensen en la posibilidad de hacerlo en el

futuro, y sobre todo, no es negación de sentido práctico. Sino que, no es una preocupación

inmediata en los asuntos del mundo, como si podría serlo ingresar a un puesto de trabajo para

poder financiar los estudios. Aunque, si no alcanza con el ingreso esto se dificulta aún más,

debiendo pedir un crédito lo que puede implicar hipotecar el ingreso futuro. Así, no se trata de

una expresión de deseos, sino de una preocupación que requiere un diseño de acción práctico

para resolverse. Sobre la cual hay una forma de ego predominante como una forma de Mí,

incluso anhelada, de posible estudiante de nivel terciario, como proyecto de aprender los

conocimientos propios de una profesión. Elementos que se encuentran contenidos en la

preocupación, que entran en relación con el condicionamiento sociocultural para la elaboración

de un proyecto.

Tener preocupaciones primordiales implica que una forma de ego puede tener

predominancia en la persona, o es el pivote donde se afirma la identidad personal por alta

autovaloración o por continuidad experiencial, o ambos elementos a la vez. Aquellos asuntos

del mundo que son objeto de preocupación por parte de los agentes, y por lo tanto de uso

intensivo de la capacidad reflexiva, implican un especial compromiso identitario por parte de la

persona:

Siempre puede ser hoy el día en el cual renovar o cambiar nuestros compromisos a las

identidades sociales que hemos asumido: inexorablemente es uno o lo otro, precisamente

porque la personificación tiene que ser un proceso activo y reflexivo, invistiendo nuestros

roles de nuevas e improvisadas maneras hora por hora. (Archer 2000:303).

Aunque el estar la mayor parte del día trabajando, no tiene necesariamente que ver con la

importancia que le damos al trabajo en sí mismo, sino que puede ser un efecto condicionante

estructural, como las jornadas de trabajo del capitalismo de regiones subdesarrolladas. O,

puede haber un proyecto estratégico a esas jornadas, ya que la preocupación primordial implica

dedicar grandes partes de la vida diaria a ganarse el sustento, como la que se puede derivar de

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la relación entre trabajo de los padres y bienestar de los hijos. Para decirlo con Sayer, hay una

distinción importante entre los compromisos y las investiduras:

El concepto de compromiso es superior a la investidura en juegos, porque implica una

mayor y más intensa adhesión, una que tiene una dimensión emocional y envuelve objetos,

prácticas y relaciones con otros, importantes para nosotros. (Sayer 2010:40).

Así, los compromisos identitarios altamente valorizados pueden hacer desplegar los roles

laborales con gran gasto de tiempo vital, como las relaciones entre trabajo y familia, donde el

compromiso al trabajo es indirecto, motivado por otro compromiso. Así, las preocupaciones

primordiales del individuo, hacen que unos eventos se vuelvan asuntos relevantes y vuelve a

otros asuntos como secundarios, volviendo improbables otros proyectos. Ya que los costos en

recursos estructurales y agenciales son mayores respecto a la preocupación primordial y el

proyecto de vida.

Una de las formas de ego de la identidad personal toma un papel jerárquico dentro del

sujeto, la cual permite que los asuntos del mundo que las personas importan a su conciencia,

estén en asociación con las preocupaciones primordiales. Así, una preocupación primordial

puede estar asociada a la condición de padre o trabajador o feligrés, donde una de estas formas

logra organizar a todo el resto de las formas de identidad. Cuando Claus Offe se preguntaba en

los ochenta: ¿Es el trabajo una categoría sociológicamente clave? Ya que al parecer se había

vuelto poco significativo o informativo sobre los asalariados, en tanto “…la percepción de sus

intereses sociales, para su conciencia y para su comportamiento organizacional y político”

(Offe 1992:28). Se puede entender que se preguntaba si la forma de ego de trabajador lograba,

no consumir al sujeto, ninguna fase ni forma de ego con compromiso identitario lo logra

normalmente, sino organizar jerárquicamente las preocupaciones y proyectos de los sujetos.

Mismo caso con las fuertes identidades de las militancias políticas de los 60´, donde eran

capaces de subordinar a todas las formas de identidad personal bajo su intenso atributo moral.

Así, las personas presentan compromisos identitarios con alguna forma de ego predominante

en una determinada época. Lo cual activa los contenidos asociados a esas formas de ego,

pudiendo no ser solidarios entre sí, como lo es el ejemplo de Archer sobre Antígona. De esta

forma, el primer elemento puesto en la conversación interna, desde las preocupaciones

primordiales, es la jerarquía de las forma de ego, como un compromiso más relevante del

individuo dentro de la configuración de su identidad personal.

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En la configuración de la identidad personal como estructura de las formas de ego, existen

unos contenidos propios de esas formas, el cual puede distinguirse como contenidos

cognitivos y morales. Estos elementos son parte del proceso de conversación interna, ya que

están puestos no solo en la importación del asunto, sino en la deliberación para la elaboración

de un proyecto. El contenido cognitivo de las formas de ego resulta relevante, ya que las

posibilidades de elaborar un proyecto para resolver un problema, dependerá de la apreciación

subjetiva de cómo resolver el asunto importado. El cual puede ir desde dimensiones naturales

hasta sociales en tanto cómo tratar una enfermedad menor hasta cómo enfrentar un proceso

judicial. Donde en el proceso de reflexividad se despliegan los conocimientos, sino la

automedicación no sería un proyecto problemático en algunas colectividades. De esta manera,

se puede tener un compromiso muy importante con la forma de ego de Padre, en tanto otro

significativo de los hijos, que tiene atributos como los de jerarquía en la toma de decisiones y

mantenedor económico, sin embargo no disponer de los recursos para realizar algunos

proyectos como la educación terciaria para los hijos. Trayendo consigo que los proyectos sean

modificados en el proceso de elaboración por no contar con los recursos necesarios, sin

mencionar los efectos mortificantes morales del padre sobre sí mismo, al no poder cumplir con

los atributos del rol, exigidos y autoexigidos a esa forma de ego. Este elemento es un contenido

cognitivo de las formas de ego, ya que estos recursos podrían estar disponibles, incluso

mediante trámites burocráticos propios de las políticas públicas o puestas de acuerdo con otras

personas como capital social, pero no tener conocimiento de ello resulta al final en no poder

desplegar el proyecto.

El contenido cognitivo de las formas ego está puesto en la conversación interna, una vez

que se ha importado el asunto a tratar por la estructura de formas de ego, jugando un rol

relevante en el proceso de elaboración de proyectos. Ya que con los conocimientos disponibles

se puede deliberar sobre qué acción desarrollar dadas unas condiciones del mundo. Pudiendo

calcular costos y beneficios, incluso a largo plazo, sino las vacaciones de los trabajadores a

honorarios serían un salto a la contingencia, a la incertidumbre y el riesgo radical. Por

supuesto, los contenidos cognitivos variarán de persona en persona, dadas las experiencias

sociales que han tenido, haciendo que los proyectos, incluso en una misma colectividad, varíen.

No todos ven el mundo desde la misma forma de ego, o con los mismos contenidos en la

misma forma de ego; sino además no todos tienen los contenidos cognitivos necesarios para

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abordar los mismos asuntos del mundo. De esta forma, junto con los compromisos con

algunas formas de ego predominante, los contenidos cognitivos son parte de las

preocupaciones primordiales, en el juego mutuo que se produce al importar asuntos del mundo

como proceso de reflexividad. Demás está anotar que los contenidos cognitivos pueden ser

parcelados y específicos, además de poder cuantificarse en gradualidades. Lo cual, por

supuesto, repercute en la identidad personal, como autoestima, pudiendo variar los

compromisos con algunas formas de ego.

Debo agregar ahora el tercer elemento de las preocupaciones como configuración de las

formas de ego, que va más allá de los compromisos identitarios y los contenidos cognitivos;

que en el juego mutuo entre preocupaciones y asuntos son parte de la elaboración de proyectos

como son las disposiciones morales. Las disposiciones de los individuos son un asunto

complejo en el realismo morfogenético de Archer. Donde se ha generado una discusión

importante con el teórico del sistema de disposiciones como modo de dar cuenta de la acción

de la agencia, como es la teoría del habitus de Bourdieu (Bourdieu 2007) (Archer 2007, 2012) La

que, Archer califica como conflacionismo central, por su semejanza con la teoría de Giddens.

El punto central de Archer contra la teoría de Bourdieu, la cual es también una teoría de la

agencia frente a los poderes ineluctables del estructuralismo que intentaba disolver al sujeto, es

si las prácticas son resultado solo del sistema de disposiciones con sentido práctico del habitus,

o con la reflexividad que propone Archer (Archer 2007, 2012). Hay que anotar sobre este

punto, que la discusión es de impronta conceptual dentro de la teoría; Bourdieu da pie a pensar

en reflexividad, pero solo situado en experiencias sociales de quiebre de la normalidad. Como

los procesos de cambios relevantes de posición dentro de los campos sociales, como en el caso

de sus trabajos en Argelia con los sub-proletarios, donde el “efecto histéresis” del habitus

podría no funcionar18 (Bourdieu 2006). Mientras que para Archer la reflexividad es un proceso

cotidiano, aunque profundizado por las condiciones de alta modernidad (Archer 2012). Lo que

para Bourdieu es una anomalía al sentido práctico, para Archer es la condición normal de la

18 El efecto histéresis del habitus o sistema de disposiciones jugaba el rol en Bourdieu de que la socialización como incorporación del sentido de las prácticas sociales en los sujetos, era resistente a las experiencias que las ponen en tensión. La histéresis es un concepto tomado de la física, siendo una propiedad de los metales de ser golpeados y volver a su estado anterior. Esta propiedad es la que se intentaba destacar por parte de Bourdieu como característica del habitus.

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200

reflexividad del individuo. Además de admitir Archer, que hay unas disposiciones, solo que

como se anotó antes, estas no bastan para diseñar cursos de acción (Archer 2012: 84-5).

Entonces existen unas disposiciones como contenidos morales de la identidad personal, que

es lo que hace que unos sucesos del mundo sean más sentidos que otros. Esas disposiciones

permiten calificar las relaciones con el resto, en un sentido moral como bueno o malo (Sayer

2010:51). Esto no implica, por supuesto, que no sean reflexionables, sino que no siempre lo

son o lo están siendo, al menos en términos de cotidianidad del desenvolvimiento individual,

no necesariamente por profundidad en la subjetividad. Además, la estructura institucional y el

sistema cultural siguen ahí afuera. Y aún más allá de los juicios morales derivados de las

disposiciones, hay que hacerse cargo de los asuntos del mundo por medio de la reflexividad.

Esto implica que las disposiciones son parte de las preocupaciones, como valores morales

generales encarnados en las formas de ego: “decir la verdad”; “respetar a los mayores”; “amar a

dios por sobre todas las cosas”; “tomar las oportunidades”; “los humanos son libres e iguales

en derecho”. Por poner principios morales que pueden incorporarse como disposiciones, que

pueden pasar de planos estrictamente individuales a planos generales. Como lo propone Sayer:

“Debemos pensar a los valores como sedimentadas valoraciones que llegan a ser actitudes o

disposiciones, las cuales llegamos a considerar justificadas” (Sayer 2011: 25). Mientras que las

preocupaciones son asuntos específicos derivados de la morfogénesis de la identidad personal,

donde las disposiciones están contenidas, no necesariamente conflacionadas, como: “dar

bienestar a los hijos”; “desarrollarme como profesional”; “participar en la vida comunitaria”;

“ir a la iglesia”; “salvar las ballenas” o “hacer una sociedad más justa”. Las disposiciones

morales, en este sentido, indican valores de una población o colectividad o individuo; en

cambio las preocupaciones son problemas derivados de estar en el mundo por parte de los

agentes, que se organizan en forma jerárquica con preocupaciones primarias y secundarias, las

que se logran enarbolar o no, estando contenidas en las formas de ego como identidad

personal.

El punto donde se cierra la discusión con Bourdieu, al menos en este plano, es que como no

basta para el diseño de acción las configuraciones disposicionales, en realidad no predisponen a

la acción. Sino que enjuician a las formas de ego predominante, el uso de los contenidos

cognitivos en la elaboración del proyecto y los posibles proyectos derivados del proceso

reflexivo, haciendo un juicio moral posterior. E incluso, a un modo de tratamiento de los

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201

asuntos o la forma de cómo se debe moralmente proceder en un proyecto. De esta forma,

aunque se pueda establecer la noción de habitus como símil de un sistema de disposiciones-

morales, esas disposiciones en Bourdieu son suficientes para el desarrollo de proyectos.

Conflacionando la distinción de Archer de preocupaciones- proyectos y prácticas, no

necesariamente agencia con estructura. En este sentido se puede sostener, que la conflación

posible de Bourdieu, al menos desde este plano netamente personal, va por dentro de

individuo. De las disposiciones a las prácticas, no necesariamente en la distinción entre habitus y

campos (Aguilar 2009).

Los individuos tiene unas preocupaciones que se generan desde las formas de ego como

rastros de la actuación social, con compromisos más intensos con algunas de esas formas de

ego, con unos contenidos cognitivos y morales puestos en esas formas. Desde las cuales, en los

procesos reflexivos de incorporación del mundo exterior al mundo interno, generan cierto tipo

de identidades personales relativamente estables hacia los contextos. Así, los individuos pueden

distinguirse por medio de las preocupaciones primordiales, dando cuenta de sus compromisos

con sus formas de ego, el nivel y tipo de conocimientos, además de los tipos de contenidos

morales. Para decirlo en una fórmula, las personas no se comprenden por alguna forma

predominante de reflexión, las personas se comprenden por su configuración de

preocupaciones, o para decirlo con Archer “…los agentes navegan con el compás de sus

propias preocupaciones” (Archer 2010:284). Los individuos se pueden describir desde la

organización de sus preocupaciones primordiales. Eso puede caracterizar a una identidad

personal de importancia sociológica, al menos en el nivel que el ser humano se vuelve un

objeto de relevancia para la sociología. Introducirse al interior de los individuos en su

inconsciente y otros fenómenos de carácter psicológico, implica traspasar fronteras. Lo que

siempre es bienvenido de forma interdisciplinaria, sin embargo se debe saber en qué terreno se

está trabajando, cosa de evitar la conflación y las falacias analíticas.

Lo que se importe al interior de la conciencia, o mundo interior del individuo, como asunto y

su juego mutuo con las preocupaciones del agente, es lo relevante de la conversación interna.

De esta relación, que importa, analiza y valora las posibilidades de acción, es que se elaboran

los proyectos de las personas. Los cuales variarán de acuerdo al proceso reflexivo de las

preocupaciones de los agentes frente a las condicionantes del mundo. Los cuales deben

desplegarse aún en el mundo exterior al agente. Los proyectos de los agentes son los cursos de

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acción que se tomarán y se constituyen desde las metas derivadas de una preocupación

primordial individual frente a los condicionamientos socioculturales. Para lo cual, deben

importar al interior de la conciencia, los asuntos relevantes para desplegar la preocupación

primordial en un proyecto, la cual debe traducirse en una meta. Incluso si la meta es calmar

una angustia interna, o la mantención de los lazos familiares, o pagar la educación de los niños

o, una casa propia, o una certificación de educación terciaria, o una vida completamente

distinta a la actual (Aedo 2010).

Para Archer, los proyectos son esas metas que se pueden llevar a cabo como logros, incluso

si se tratan de la transformación estructural de la vida social, meta que por sus propias

condiciones generales, implica un proyecto de carácter colectivo puesto en funcionamiento por

medio de unas agencias corporativas. Sin embargo, las preocupaciones pueden ser económicas,

como tener un mejor nivel de vida. La relación entonces, entre preocupaciones-proyectos y

prácticas, implica que la conversación interna sustantiva diseña proyectos. Proyectos que

persiguen metas derivadas de las preocupaciones. Cuando esas distintas metas logran cruzarse,

ordenarse, enarbolarse, correlacionarse, mantenerse en el tiempo, siendo plexos integrados de

metas, se puede decir que se está frente a un proyecto de vida individual robusto.

Las preocupaciones primordiales remiten a aquellos elementos de las personas, que para ellos

son más sentidos, con mayores compromisos identitarios. Donde las formas de ego se

despliegan con mayor intensidad. Esas preocupaciones son sustantivas, discernibles como

formas de ego, pero sustantivas a las personas. Derivando de sus actuaciones y experiencias en

el mundo. El compromiso de ser hijo no deriva solo de una disposición moral, la experiencia

misma de ser hijo en el vínculo relacional de la familia también tiene su impronta en cuanto al

compromiso que se desarrolla con ese rol y cuán importante resulta para la configuración de la

identidad personal. De hecho este es un rol, que inevitablemente termina, pero los contenidos

de esa forma de ego pueden permanecer. Esto por supuesto, no siempre es reflexionado, lo

que no implica que no sea reflexionable, como asunto de importancia. Por diversos motivos las

personas disminuyen sus compromisos con los proyectos necesarios para realizar algunos

roles, como carencia de recursos o rebalance de disposiciones morales, o por condiciones

estructurales como la cesantía; no pudiendo activar los contenidos de formas de egos para

ejercer los proyectos de esos roles. Así, las preocupaciones primordiales mediante el proceso

reflexivo, pueden tomar como asunto a las mismas preocupaciones, implicando por supuesto

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una conversación interna entre sus formas de egos predominantes, con sus contenidos

cognitivos y morales.

Los proyectos son entonces las metas que dan sentido a las acciones o prácticas de la

agencia que entran en relación con las estructuras. Los proyectos implican unas metas centrales

para las personas, engarzadas con las preocupaciones primordiales. El proceso reflexivo es

entre preocupaciones y asuntos del mundo, y lo que se elabora es un proyecto, una meta que

implica una serie de acciones y prácticas parciales para su logro. Por supuesto, las metas

relevantes o proyectos principales, variarán con el tiempo con las variaciones mismas de la

identidad personal, como por ejemplo en la edad como trayectoria vital de una persona

(Riesman 1957). Las similitudes y diferencias de proyectos entre las diversas formas de

agrupación social, dan luces de la impronta de las limitaciones estructurales en relación con las

formas de identidad personal. Así, al compartir contextos estructurales pueden presentar

preocupaciones similares y proyectos similares, como Archer reconoce:

Por supuesto, algunas regularidades son esperadas, entre aquellos que tienen localizaciones

similares, precisamente porque las circunstancias de aquellos con diferentes localizaciones

tienen diferentes costos en la ejecución del mismo proyecto. (Archer 2000:70).

Así, los procesos de movilidad social intrageneracional ascendentes son traslaciones de

posición que se producen por modificaciones, voluntarias u obligadas, en las “preocupaciones

primordiales”. Generando cambios posteriores en los proyectos que, dadas condiciones

estructurales favorables, los movilizan hacia otras posiciones en los contextos estructurales. De

la misma manera, se puede enfrentar los procesos de movilidad intergeneracional, como los

que experimentan la primera generación universitaria. Implicando cambios de preocupaciones

y proyectos respecto a sus padres, haciendo que la similaridad que antes se tenía se encuentre

disuelta o sea una meta a lograr.

Las metas constantes en el tiempo que derivan de los compromisos identitarios de los

agentes, ya que emergen como producto de la conversación interna entre preocupaciones y

asuntos del mundo relevantes, es lo que se puede denominar proyectos de vida. Los cuales son

plexos de metas enarbolados, que son ordenados y jerarquizados, teniendo asignadas

temporalidades con sentido. Los proyectos de vida son estos plexos de metas a largo plazo de

los agentes dependiendo de los asuntos que le sean relevantes a las preocupaciones. Donde

unas metas son bisagras de otras, pudiendo estar subordinadas o en estado de latencia. El

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proyecto de vida son unas metas constantes y para su logro se deben realizar acciones

parciales, en las cuales las situaciones estructurales están ya involucradas como contexto,

representado en la conversación interna sustantiva. Los proyectos son las razones de las

prácticas, y es un elemento oculto en la agencia que debe ser transparentado por la

investigación sociológica para determinar el sentido último de esas prácticas. Por medio de las

prácticas, se puede intentar describir retroactivamente los proyectos y por medio de estos las

preocupaciones primordiales. Así, se mantiene el esquema de preocupaciones-proyectos y

prácticas. El elemento explicativo de las prácticas, ya no es la forma de reflexividad, sino las

preocupaciones y proyectos de las personas.

Así, los proyectos son resultado de la conversación interna, entre preocupaciones y asuntos,

permitiendo a la investigación sociológica hacer preguntas que trabajen sobre la conversación

interna sustantiva. La conversación interna sucede al interior de los individuos; su despliegue

son las prácticas; su orientación los proyectos; su base las preocupaciones. Implicando un

proceso, que siendo de interés sociológico, aún sucede al interior de los individuos. Los

asuntos son importados, el mundo reducido por medio de la representación al interior de la

conciencia de los seres humanos. Sin embargo, solo vincula a la estructura con la agencia al

interior del individuo. La reflexividad puede cambiar los cursos de acción, eso no se discute. El

punto central es que eso depende del proceso reflexivo entre preocupaciones y asuntos. El

proceso reflexivo es una actividad mental del agente con el mundo, que es la interfaz entre las

preocupaciones sustantivas del agente en relación con los asuntos importados del mundo.

El proceso de despliegue de una relación entre agencia y estructura en la estructura, es un

problema aparte, que se pone en funcionamiento una vez que el proyecto está diseñado. Las

prácticas de los agentes no son el último momento de la relación agencia estructura, sino el

primer momento de la relación con los condicionamientos socioculturales empíricos. De otra

forma, no hay estructura real de la sociedad y del mundo, y la reflexividad se vuelve inútil y/o

fútil. La forma práctica de la relación agencia estructura es una relación activa de los agentes

con la estructura institucional y los sistemas culturales, que los media y condiciona

empíricamente. Ahora sucederán hechos sociales en el mundo.

El segundo juego mutuo: fricción entre proyectos y estructura institucional.

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Los plexos de proyectos de las personas cuando se despliegan como actividades o prácticas,

transforman o reproducen la estructura institucional y los sistemas culturales. Ya que, al guiarse

por el condicionamiento sociocultural, incluso por condicionamientos no previstos o no

previsibles, se genera un contacto entre los proyectos de los agentes y los condicionamientos

socioculturales. Estos proyectos entran en relación con la estructura institucional cuando se

transforman en acción. Generando un juego mutuo empírico entre la agencia y la estructura.

Este juego mutuo empírico, que quizás sea el punto más problemático de la relación agencia y

estructura, Archer lo ha caracterizado por medio de una relación de secuencias temporales. Sin

embargo, preocupación y asunto, proyecto y contexto, práctica y condicionamiento; se

encuentran contemporáneamente en relación. Y esto implica que, por muy diferente que sea la

temporalidad que tengan los agentes respecto a la estructura, hay un momento donde

estructura y agencia entran en juego mutuo práctico, intersecándose. Entonces en cada fase de

ciclo morfogenético, ambas entidades se encuentran en un juego mutuo práctico, entre las

condicionantes socioculturales y proyectos agenciales.

Describir este proceso de manera no conflacionaria, es el gran problema de la distinción

agencia y estructura en la teoría social realista. Los agentes tienen como propiedades

excluyentes la reflexividad y la acción, las cuales se despliegan como proyectos para poder vivir

en el mundo. Las estructuras tienen la propiedad de los condicionamientos mediante la

formación de lógicas situacionales, que ejercen una guía direccional al proyecto del agente,

momento en que estos entran en juego mutuo con la configuración institucional. Los agentes

entran en relación con las complejas formas de la estructura social para realizar un objetivo

propio, derivado de sus plexos de proyectos, muchas veces no alineado con las estructuras. A

este encuentro activo, entre agencia y estructura, entre práctica y condicionamiento, es lo que

se puede denominar juego mutuo empírico. Siendo empírico, porque es una experiencia

subjetiva derivada de un suceso o acontecimiento en el mundo, realizado por la agencia cuando

entra en relación con la estructura (Bhaskar 1998a: 41).

Este encuentro activo entre agencia y estructura, no puede ser simplemente esquematizado

como secuencias temporales, ya que cuando la agencia se despliega en prácticas con proyectos,

es el momento en que las estructuras se reproducen o modifican; en relación con las prácticas y

no en las prácticas. Y entonces la morfogénesis de la estructura o su morfoestasis depende de la

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entrada en actividad de los proyectos. Puede haber proyectos con metas muy transformadoras,

que no producen cambios por bajos niveles de recursos de las agencias corporativas. Y al revés

puede haber agencias corporativas con proyectos con poca profundidad transformativa, pero

que si logran cambios en la estructura institucional ya que poseen recursos. El encuentro entre

esos proyectos y el contexto estructural, como prácticas y condicionamientos, es el juego

mutuo entre agencia y estructura que el esquema de fases temporales de Archer termina

ocultando, ya que se encuentra vacío conceptualmente. Ese juego mutuo empírico es la forma

normal y constante, en que las agencias se relacionan con la estructura; implicando prácticas

que reproducen o transforman las configuraciones institucionales en una relación de juego

mutuo que se puede denominar fricción.

Para entender esta forma de juego mutuo, sin conflacionar agencia con estructura, hay que

tomar muy en serio la objetividad de la estructura frente a la agencia. Destacando el hecho de

que la estructura tiene unos atributos propios de su condición de estructura. No solo de niveles

de emergencia, en términos relacionales, donde las formas complejas son resultado de las

básicas, sino que en sí misma. Esto es, sostener que la estructura institucional retiene un

atributo intrínseco que la hace ser estructura, como: el objetivo y capacidad de guiar u orientar

las prácticas de los agentes. Que sin peligro de reificación ni antropomorfismo, ya que la

estructura institucional no es un agente y depende de este para generar sus efectos. Y por lo

tanto no actúa, no es reflexiva, no siendo un organismo vivo, ni tiene atributos asimilables.

Presenta una capacidad propia que resulta difícil de cambiar y modificar: relaciones sociales

estables que rigen las interacciones entre agentes, generando una situación sobre la cual están

impelidos a reflexionar para actuar.

Estas relaciones sociales, que a la observación positivista no se revela sino en los

comportamientos individuales, en el realismo crítico su invisibilidad física no es símil a su no

existencia, como el ejemplo físico de los campos electromagnéticos, siendo tipos de objetos

abstractos no simples abstracciones. Objetos que tienen sus propias condiciones de durabilidad

en el tiempo y resistencia a las acciones de las agencias (Bhaskar 1998b:225) (Sayer 1992:87)

(Archer 2009:273). Razón por la cual las relaciones de la agencia con la estructura como forma

práctica, pueden ser entendidas como un contacto entre entidades reales con capacidades

propias, como una intersección entre agencia y estructura. No entre agencias como

interacciones simplemente individuales. Sino entre agencias con instituciones mediadoras con

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207

formas específicas e históricas que desarrollan propiedades emergentes. La estructura media la

interacción entre distintas formas de agencias. Así, cuando las agencias despliegan proyectos,

reproducen o transforman las formas institucionales mediante sus prácticas.

Estos procesos de mediación entre distintos tipos de agencias que realiza la estructura es lo

que genera que las agencias entren en distintos tipos de relación entre sí. Y Archer las ha

clasificado como “confluencia de deseos, la obediencia inducida por el poder y el intercambio

recíproco” (Archer 2009: 391). Lo que implica que las agencias entran en relación, ya que están

condicionados por las formas institucionales en las que se encuentran. Son con estas formas

relacionales de las instituciones con las cuales los proyectos entran en juego mutuo práctico.

Así, por ejemplo, la confluencia de deseos es una relación de tipo simétrica donde hay un

objetivo en común. El intercambio recíproco es una relación donde unos recursos pasan de un

agente a otro, como objetivos cruzados, siendo simétrica la relación. Y la obediencia inducida

por el poder, es una relación asimétrica, donde se espera un comportamiento debido, o la

traslación de un tipo de recurso por parte del dominado. Por supuesto, las propiedades

emergentes de la estructura y las propiedades emergentes de la agencia pueden darle

variaciones al proceso, haciendo que el intercambio recíproco en términos formales, pueda

comportarse como una obediencia inducida por el poder o al revés. Estas formas relacionales,

a través de las cuales los proyectos de los agentes se despliegan son las que entran en fricción

con las actividades de la agencia.

La fricción es una noción no ajena al realismo morfogenético de Archer, de hecho la ocupa en

un texto de su tercera etapa, como descriptor de una relación entre contexto estructural y

prácticas del agente. En este caso, la ocuparé como noción generalizada que permita establecer

las condiciones de un juego mutuo práctico, que es la misma manera que Archer la utiliza:

“También hay indicios de que, para los reflexivos comunicativos, el contexto tenía que ser

suave, así como estable, de tal manera que sus preocupaciones podían desarrollarse en

prácticas establecidas, sin fricción del entorno” (Archer 2003:346). Que es curiosamente la

misma forma en que David Riesman, sociólogo norteamericano, lo hace casi 50 años antes:

El polvo, el ruido y el olor asociados ahora a la planta de producción, probablemente

desaparecerán de la fábrica del futuro, como la sucia habitación de roperos y el inclasificable

uniforme de fábrica del hombre con cuello azul, o sea del obrero. Entretanto, las lealtades y

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las tradiciones provocarán fricciones si el trabajador trata de vestir con elegancia en la

fábrica y “portarse como clase media” (Riesman 1957: 97).

En ambos casos se trata de la relación sociológica entre agentes y estructura. La fricción es la

descripción del juego mutuo entre las actividades de la agencia o los proyectos puestos en

acción con las condiciones estructurales. En el caso de Archer es la relación entre las prácticas

de los agentes y el condicionamiento del contexto.

Que haya fricción entre agencia y estructura, implica que hay una zona de relación entre el

proyecto y el condicionamiento, donde ambas entidades confluyen y se intersecan de forma

empírica, generando sucesos o hechos sociales. Para Archer, en la cita anterior, las prácticas de

los comunicativos, yo diría de las prácticas de proyectos alineados con la estructura, no se

friccionan con el entorno ya que son suaves en su deslizamiento. Sin embargo, fricción no

implica solo quiebres del entorno institucional, sino la rugosidad y dificultades de realizar los

proyectos de las personas, incluso los completamente alineados con la estructura. Los cuales

tienen como consecuencia reproducir la estructura. La relación de juego mutuo práctico como

fricción de la agencia con la estructura no se produce solo “en los momentos de peligro” como

decía Benjamin, o en las fases 2 de interacción social como plantea Archer, sino

constantemente (Benjamin en Löwy 2003:75) (Archer 2009: 391). Ya que la estructura

institucional está constantemente presente, aunque eso no implica omnipresencia. El relativo

aislamiento o desanclaje de los individuos de la estructura institucional es una posibilidad

concreta, como puede apreciarse por las calles de las ciudades modernas. Y de la cual ha

surgido toda una gama de interpretaciones, destacando conceptos como exclusión, riesgo y

vulnerabilidad (Castel 2006) (Luhmann 1998) (Beriain 1996).

Las estructuras de la sociedad o las configuraciones institucionales condicionan las

posibilidades de actuación de los agentes sin determinarlas, ya que las posibilidades de acción

están siempre abiertas. De esta forma, el condicionamiento sociocultural se desarrolla,

disuadiendo en acto o con pretensión de disuasión en potencia, a las posibilidades de acción de

los agentes. Lo que hace que tengan resultados más problemáticos en costos para los agentes,

cuando realizan prácticas no compatibles con la estructura (Outhwaite 1998:289). Esto no

quita que los agentes si siguen proyectos alineados con la estructura eviten problemas

relacionados con la estructura misma. Ya que, de todas formas, se deben relacionar con la

estructura y en ese proceso se intersecan con ella, en pro de llevar a cabo sus proyectos. De

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esta forma, los condicionamientos derivados de la estructura son un problema a solucionar por

parte de los individuos, para lo cual diseñan proyectos antes de actuar. Las configuraciones

institucionales son las relaciones que distinto tipos de instituciones tienen entre sí, generando

una forma emergente de esas instituciones, o relaciones de relaciones de relaciones sociales.

Así, una relación perfectamente diádica puede cargar con un peso estructural muy grande; como

las conversaciones entre líderes mundiales o las negociaciones de grandes corporaciones por

medio de sus gerentes generales, en las cuales propiedades emergentes del condicionamiento

sociocultural están incluidas en el proceso interaccional. El elemento estructural condicionante

es que se forman situaciones o escenarios relacionales de acción para los agentes. Estas

situaciones, que Archer denomina lógicas situacionales, implican que las estructuras ejercen un

poder sobre los agentes. Este poder o capacidad, es la forma de condicionamiento hacia los

agentes, como ubicación involuntaria, intereses creados, costos de oportunidad y grados de

libertad interpretativa. Siendo, en resumen, una “guía direccional” sobre los proyectos de los

individuos (Archer 2009).

Esta guía direccional es el poder generativo de la estructura, en positivo implica cuáles son

las prácticas estructuralmente exigidas por la configuración institucional y, en negativo, aquellas

que son disuadidas. La estructura no persuade, y tampoco determina, genera un escenario

relacional donde se puede actuar, sin entrar en altos grados de fricción con ella, para lo cual

hay que diseñar proyectos derivados de la reflexividad humana. Los proyectos posibles

derivados del proceso reflexivo pueden ser muy diversos, sin embargo solo algunos de estos

proyectos pueden realizarse, aminorando problemas de fricción para los agentes:

...los niños de clase media tienden a tomar como camino principal la universidad, mientras

que la educación extendida de la clase obrera tiende a incluir un precio absoluto más bajo;

ocurre en un ambiente más conocido y cercano, y es más corto y seguro en términos de

retornos vocacionales. (Archer 2009: 281).

Esto no implica que siempre se decida utilitariamente, las motivaciones de los proyectos que se

friccionan con la estructura, también pueden ser morales y con cargas emocionales muy

sentidas.

El poder de la guía direccional de la estructura, implica que la agencia siempre debe dejar

algo en el camino del curso de acción, ya que hay un contacto con la estructura, sino la

estructura no tendría la condición de entidad. Comprar el diario es una práctica, un proyecto

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parcial, incrustado en otro más extenso como informarse, demasiado normalizado y abierto

para todos como para considerarlo una fricción entre agencia y estructura. Sin embargo,

existen no solo perfiles de personas que compran generalmente un diario, sino diarios

específicos para esas personas; ya que el proyecto de preferencia tiene distintas preocupaciones

a resolver, desde el estado de las bolsas de comercio a los acontecimientos de la industria del

espectáculo. En el proceso de adquisición de los periódicos se desarrolla una relación práctica

con un otro a través de y con la estructura, una fricción que está involucrada en el intercambio

de dinero por el bien. La instituciones mercantiles como normas formales (pago por el bien),

además de las convenciones (crédito informal), que median las formas de intercambio entre

distintos tipos de agentes como personas u organizaciones; implican un proceso en el cual

demandante y oferente, ganan y pierden algo, dinero e información, siguiendo la

institucionalidad vigente y usando los recursos disponibles. El juego mutuo práctico entre los

agentes y con la estructura se ha realizado, los agentes obtuvieron diversos tipos de recursos y

la estructura institucional se ha reproducido. Un cotidiano intercambio está contenido en el

sistema económico histórico, aunque no esté contenido este objetivo en las preocupaciones y

proyectos de los agentes directos; e incluso si estuviera el proyecto de la transformación del

sistema económico en el individuo, su condición de posibilidad no pasa por su subversión

interaccional diádica. La interacción como práctica exigida por la estructura se debe desplegar,

siguiendo la guía direccional de la estructura institucional, so pena de otros costos: “Entonces

las personas no contraen matrimonio para reproducir la familia nuclear o trabajan para

sustentar la economía capitalista. Sin embargo, esto es una consecuencia no deseada (un

inexorable resultado) como también una necesaria condición para su actividad” (Bhaskar

1998b: 215)

Las estructuras ejercen sus poderes por medio de la acción humana, eso no puede dudarse.

Pero eso no puede llevar a la conflación, la guía direccional desarrollada por las lógicas

situacionales, hace que unas prácticas tengan más probabilidades de desplegarse que otras, lo

cual es siempre un problema de preocupaciones primordiales agenciales. Hay veces que el

proyecto corre más riesgos en recursos, en búsqueda de mayores beneficios, como los

proyectos de emprendimiento económico. Sin embargo, también hay proyectos que

directamente rompen las normas, contraviniendo la forma de acceso a recursos, como innovación

sobre los medios legítimos para alcanzar unas metas culturales, como diría Merton, en su teoría de la

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adaptación individual (Merton 2010). En cuyo caso, el proyecto contradice la exigencia

estructural de prácticas, sin embargo la norma sustantiva podría volverse más firme, como lo

planteara Durkheim sobre las acciones desviadas que confirman las instituciones (Durkheim

2006:99).

El argumento central aquí, es que como principio sociológico general, de la relación de

fricción de la agencia con la estructura, ningún agente termina la práctica de su proyecto de la

misma forma en que empezó. Y no solo por los efectos no deseados o las propiedades

emergentes que se pueden desarrollar. Algo deben dejar en el camino los agentes, ya que se

intersecan en un punto con la estructura, para que la estructura se modifique o reproduzca. Si

esto no es así no se puede comprender el proceso de morfogénesis, ya que de otra forma

habría paralelismo entre agencia y estructura. Incluso si el proyecto se ha completado,

desarrollado a plenitud y de manera completamente alineada con la estructura. No trasgredir

ninguna relación, sea formal informal, no implica que no haya fricción con la estructura. Las

prácticas alineadas son reproductoras de la estructura haciendo que resista por más tiempo. De

esta forma, los proyectos de los agentes pueden estar alineados con la estructura, aunque no

ser paralelos, pudiendo también ser evasivos, trascendentes y subversivos a la estructura; pero

en algún punto se deben intersecar con la estructura para poder realizarse. El encuentro del

proyecto de las agencias con sus propias metas y el condicionamiento de la estructura con su

guía direccional, que exige unas prácticas específicas a los proyectos de los agentes, es lo que la

idea de fricción viene a representar en vista del proceso de morfogénesis estructural. Y es lo

que permite, teóricamente hablando, que agencia y estructura no correlacionen.

De esta forma, colocar a la fricción como noción de juego mutuo práctico, permite llevar

más allá la teoría del juego mutuo de Archer, recuperando el propósito del estudio del cambio

social a través de una teoría no conflacionaria. Desde Lockwood en los sesenta en su distinción

entre integración sistémica e integración social, y el argumento de fases diferenciadas de

integración sistémica e integración social de Archer, el problema siempre está situado en el

proceso de morfogénesis, tanto de la estructura como de la agencia. Donde se deben distinguir

ambas entidades, en procesos que se desarrollan en el tiempo pudiendo tener fases

características, sin embargo esto depende de los proyectos de los agentes y del

condicionamiento estructural en tiempo presente.

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212

De esas condiciones o capacidades de fricción de los proyectos agenciales frente a la

estructura, es que se puede distinguir entre etapas y procesos morfogenéticos en la estructura.

Para esto, por supuesto, se debe entender las capacidades condicionantes de la estructura y las

capacidades de acción de la agencia, no solo en sus distintos momentos como en Archer, sino

en sus distintos niveles de emergencia. Por eso, no es lo mismo que una persona contravenga

unas normas para obtener un tipo de recurso como una “acción delictual”, a que muchas

personas contravengan unas normas como procedimiento para obtener modificaciones

institucionales, como los movimientos sociales. Los niveles de emergencia de la agencia y la

estructura, se implican en procesos de juego mutuo, donde es su juego a nivel macro las que

permiten los procesos de morfogénesis. Donde lo macro y lo micro, no dependen del

observador, hay niveles más macro y complejos que otros. Lo que implica propiedades

emergentes tanto de la agencia como de la estructura, con diversos tipos de resultados sobre la

estructura. Dependiendo la estabilidad estructural del tipo proyecto, tipo de agencia y

capacidades de la agencia.

Si la estructura condiciona a la agencia, en todas las fases del ciclo morfogenético, ejerciendo

una guía direccional sobre los proyectos de la agencia, entonces se debe poder describir que

elementos son los que los proyectos tocan. Ya que, como anticipe, proyectos por muy

alineados que sean siempre se friccionan con la estructura. Por esto abrir y desempacar, los

elementos del condicionamiento sociocultural resulta un problema fundamental. Recorrer este

camino es inevitable para entender el proceso de fricción, ya que se trata de entender como las

entidades juegan mutuamente. Donde las dudas sobre las propiedades de la agencia, resultan

menos problemáticas, ya que es proyecto puesto en acción, colectivo o individual. Así, la

puesta en práctica de los proyectos es lo que juega mutuamente con otra entidad, como es la

estructura institucional. Por lo tanto, introducirse desde la noción de guía direccional a los

elementos que generan condicionamiento sociocultural en sí, resulta el problema central para

dar cuenta de la idea fricción. O de otra manera, el condicionamiento sociocultural hacia los

agentes, se genera dados unos elementos que realizan este proceso.

Archer tiene una teoría de la morfogénesis estructural desde 1979, del condicionamiento

estructural desde 1995, de las formas de la estructura desde 1978 y completada en 1995. Y sin

embargo, no posee una teoría directa sobre las estructuras institucionales, pareciendo ser un

elemento sobre entendido. Esto puede deberse a que la noción sobre la idea de estructura

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213

social es relativamente uniforme en el realismo, en tanto configuración de instituciones sociales

(Bhaskar 1998b) (Archer 2009) (Elder-Vass 2010). Aunque, por supuesto, no está libre de

discusión desde otras perspectivas, como ya mostré en el capítulo tres. Las estructuras son

relaciones sociales de relaciones sociales con propiedades emergentes. Donde en último

término se trata de entender a las instituciones, como sistemas de relaciones que ejercen

orientación sobre las interacciones y las acciones de sujetos con objetos. Las instituciones

sociales, no son solo sistemas relacionales, muchas veces normados, sino relaciones que

direccionan con éxito la acción de los agentes. De hecho, el objetivo de intentar orientar la

acción, es lo que las distingue como normas sociales o reglas sociales o convenciones sociales,

de simples conjuntos de palabras. Así, la diferencia entre una doctrina cultural y una institución

social puede fijarse aquí, entre principios generales con los cuales se desarrollan valoraciones

sobre el mundo y las formas reglamentarias de acción que intentan direccionar prácticas. Si no

se siguen, si no orientan la acción, serían letra muerta en términos sociológicos institucionales,

aunque no necesariamente culturales.

Las instituciones sociales se vuelven estructuras con propiedades y niveles emergentes,

cuando unas instituciones entran en relación con otras. Siendo estas relaciones entre

instituciones las que generan las condiciones de una configuración sistémica, desarrollando

nuevos “contextos estructurados de acción” a los agentes (Outhwaite 2006:95). No

contemplados en ninguna institución por sí, de manera aislada, pero sí en conjunto. Así,

instituciones que rigen diversos aspectos de la vida de las personas entran en relación,

generando nuevos escenarios relacionales en su complementariedad o contradicción entre sí.

Una configuración sistémica puede funcionar con sistemas institucionales complementarios

y/o contradictorios, de manera necesaria o contingente. En la medida que las configuraciones

institucionales comienzan a presentar propiedades emergentes, se generan escenarios nuevos a

los agentes, abriendo variaciones a las posibilidades de proyectos, obligando a las agencias a

profundizar sus procesos de reflexividad para generar proyectos acertados.

Estas formas complejas de institucionalidad social presentan otro elemento central en

Archer, ya que por medio de la estructura, circulan recursos tanto materiales como ideales. Lo

que hay en los procesos de relaciones entre agentes mediados por la estructura, son recursos

como “sanciones políticas, recursos en efectivo y conocimiento técnico” (Archer 2009: 393).

Los objetos del mundo, naturales o culturales, ideales o materiales; son recursos cuando se

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214

utilizan para algún fin. Estos objetivos hay que buscarlo en los proyectos de las agencias. Estos

recursos pueden adosarse a las agencias o ser exteriores a ellas, y pueden ponerlos en

circulación o retenerlos, mejorando sus capacidades y posiciones dentro de los sectores donde

actúan. La reflexividad cuando se despliega como proceso en las agencias, toma en cuenta –

conocimiento mediante- a la cantidad de recursos disponibles para ejercer los proyectos, sobre

los cuales se espera obtener otra cantidad y variedad. La forma sociológica de las instituciones,

será el modo por el cual se produzcan, circulen y consuman los recursos producidos por los

agentes. De esta forma, es que se puede decir que los recursos son resultado de las relaciones

entre agencia y estructura, como producto de la vida en común de los humanos.

A los recursos y normas institucionales de la estructura, se debe agregar un elemento no

institucional, pero relevante en los argumentos sobre el condicionamiento de la sociedad y la

morfogénesis en Archer, como son los sistemas culturales. Solo desde los principios ideales

generales, no las disposiciones que son internas al agente, es que se puede hacer un juicio sobre

las instituciones mismas, la distribución de recursos y los proyectos de los agentes. Archer

asume este problema con su idea de sistema cultural, y hay que notar que, también lo hace

Giddens con la idea de “principios estructurales” (Archer 1997) (Giddens 1995). La estructura

está formada por relaciones sustantivas y recursos que circulan a través de ella, acumulándose

en algunas formas de agencia. Pero estos elementos están en relación de conjunción o

disyunción con los sistemas culturales. De esta forma, la estructura institucional está alineada

con unas formas ideales de principios morales, los cuales sirven como forma ideológica a las

instituciones.

No puede haber instituciones modernas y estructuras institucionales modernas, sino se tiene

un referente de carácter ideal con el cual se pueda contrastar, tanto las instituciones mismas

como sus resultados en la distribución de recursos. Al capitalismo salvaje se le crítica por poco

racional y generar escasez artificial. Al socialismo burocrático se le crítica por ser poco

democrático y no respetar la libertad individual. Juicios que solo pueden ser realizados, desde

un plataforma ideal que valora las prácticas y las instituciones, donde se espera su alineamiento

y expresión institucional. De esta forma, se puede decir que el condicionamiento sociocultural

está compuesto por tres elementos: unos principios ideales como sistema cultural, unas

instituciones como sistemas normativos y unos recursos tanto materiales e ideales. Todos estos

elementos generan el condicionamiento sociocultural, sin ser todo el contexto sociológico; ya que

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215

habría que incluir en los contextos, también la presencia de otros agentes con sus proyectos y

recursos. Sin embargo, el punto hasta aquí, es que el condicionamiento sociocultural como guía

direccional, que Archer disecciona en propiedades como: ubicación involuntaria, intereses

creados, costos de oportunidad y grados de libertad interpretativa; son atributos derivados de

los elementos del condicionamiento como los sistemas culturales, las estructuras institucionales y

los recursos disponibles. Los cuales alcanzan niveles y propiedades emergentes en su

relacionamiento. Entonces la fricción entre agencia y estructura, se realiza por la relación de

juego mutuo entre las prácticas de la agencia con sus proyectos con los elementos del

condicionamiento sociocultural. Intersecándose los proyectos con la guía direccional de la

estructura institucional histórica, los sistemas culturales hegemónicos y los recursos presentes;

como institucionalidad sustantiva, principios ideales y recursos accesibles.

De esta forma, los proyectos de los agentes pueden ser consistentes o inconsistentes con los

sistemas culturales, los cuales pueden ser universales o particulares. En este caso, se trata de la

relación de juego mutuo entre el nivel sociocultural y el sistema cultural (Archer 1997). En

tanto punto interpretativo entre agencia y estructura, no las relaciones lógicas entre

componentes del sistema cultural. El nivel sociocultural de Archer, cuando realiza valoraciones

y juicios, o cualquier elemento que pertenezca al mundo III o de las ideas, entra en

inconsistencia o consistencia con los principios ideales del sistema cultural hegemónico, sean

estos sistemas contradictorios o complementarios (Archer 1997). Entre estos hechos

culturales, derivados de proyectos, pueden estar: la producción de libros, la realización de

conferencias, los discursos públicos, realización de cátedras, las conversaciones entre personas

e incluso la conversación interna.

En sistemas culturales con problemas de integración sistémica como contradicciones

necesarias o contingente, bajo lógicas situacionales ideales de sincretismo o pluralismo, la

inconsistencia o consistencia de los proyectos será más compleja de establecer. Ya que varios

sistemas culturales conviven con sus propios principios en el sistema cultural, aunque se podría

decir que emerge un meta-sistema que permita que todos estos sistemas estén presentes, con

sus relaciones lógicas. Así, se puede ser consistente con un sistema e inconsistente con otro,

debiendo establecer nuevos criterios con lo que se considera bueno o malo, justo o injusto,

verdadero o falso; en un sistema ideal complejo. Donde el relativismo cultural o los principios

universalistas, se ubican como formas de dirimir estos problemas en las relaciones internas del

Page 216: El doble juego mutuo entre agencia y estructura en la obra de Margaret Archer: conversación interna, proyecto y fricción

216

sistema cultural. Si no hay un meta-sistema disponible, este puede ser producido mediante

intervención agencial, desde las complementariedades lógicas entre sistemas particulares, o

sobre condiciones trascendentes a cada uno de estos sistemas culturales. Permitiendo resolver

los problemas de manera no relativista, o como costumbre atávica o con mero pragmatismo;

como el rol que puede cumplir la cultura moderna en nuestros días, como contenido desde el cual

se enjuicia la modernidad de la sociedad moderna. Argumento del que se tiene rastros desde Kant

con su metafísica de las costumbres (Kant 1975).

Las configuraciones institucionales pueden ser coherentes o no con los sistemas culturales.

Problema complejo sin principios generales; ya que la coherencia siempre puede ser sometida a

crítica, dependiendo desde dónde se argumente. Sin embargo, la relación de juego mutuo

práctico que guardan con la agencia es distinta a la consistencia. Las estructuras sociales

históricas son institucionalidad sustantiva, y en estricto rigor permiten establecer qué prácticas

son incitadas o disuadidas a los distintos tipos de agencia. Las instituciones tienen sus parcelas

sustantivas como campos de acción, sobre las cuales desarrollan sus poderes de guía

direccional. Así, las instituciones definen qué se debe hacer y qué no, dependiendo del campo y

la forma en que intente regir las prácticas de los proyectos. Sin embargo, relacionadas todas en

conjunto, como una estructura institucional se desarrollan propiedades emergentes. Lo que

implica nuevos escenarios relacionales, con lógicas situacionales nuevas, para la elaboración y

despliegue de proyectos. La normatividad sustantiva del gobierno y de las empresas, es más

restrictiva que las de la familia. Y las lógicas situacionales que se forman de las relaciones entre

las instituciones, da como resultado la caracterización de un sistema social como abierto y

democrático, o burocratizado y autoritario.

No debe pensarse por eso que los sistemas institucionales son un completo clon de las leyes,

aunque el derecho y las leyes son fuentes importantes de elaboración de instituciones sociales.

Ya que, de hecho, las fuentes normativas sustantivas que guían estructuralmente las prácticas

de las personas, tienen planos no normados de manera legal. Sino que funcionan por medio de

convenciones sociales como instituciones informales. Estos códigos no escritos, pero que

funcionan como institucionalidad sustantiva, permiten ciertas prácticas que podrían no estar

reconocidas como permisibles por la ley, pudiendo disputarle la guía direccional a la misma ley

formal. La relación entre estos dos tipos de instituciones pueden tener efectos relevantes sobre

los proyectos de los agentes en los contextos estructurales en donde actúan, como las redes

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interpersonales en el acceso a cierto tipo de recursos. De esta forma, pueden entrar en

contradicción o complementariedad en el mismo tipo de sistema institucional que regulan. Sin

embargo, fuera del mismo problema de las instituciones informales, se debe sumar los

problemas de relación en los sistemas, aunque sean incluso todos formales, ya que se generarán

problemas internos de contradicción y complementariedad. De esta forma, los parlamentos

son generadores de leyes que pretenden ser instituciones sociales. Las que aún deben pasar el

proceso de la incorporación a la vida social que esperan regir: como las relaciones con las

instituciones informales, los problemas de integración con las otras instituciones formales y,

sobre todo, las propiedades emergentes que se generarán al funcionar contemporáneamente en

conjunto en la trama institucional.

Una institución puede recorrer un camino desde una relación derivada de unas prácticas

sociales, reproducirse como institución informal, para luego ser formalizada por medio del

derecho e insertarse dentro del sistema general de instituciones formales. De esta forma, puede

ir cambiando lentamente el proceso morfogenético hasta dar con un nuevo panorama de

estructura institucional. Esto puede denominarse proceso de normativización, de la práctica

regular a la formalización, vía legitimación formal. O, puede recorrer el camino inverso,

directamente desde la formalización, para hacerse parte de las prácticas regulares, como un

intento de normativización de la vida social. Por supuesto, esto no genera control sobre los

proyectos y preocupaciones de las personas, sino que genera condicionantes a las prácticas, ya

que genera nuevos escenarios institucionales con costos diferenciados. Siendo una elaboración

que depende de los grados de fricción que se puedan desarrollar en los espacios, formales e

informales, de poder instituyente.

La relación de juego mutuo práctico de los proyectos, como fricción con las instituciones

sociales formales e informales, son la contravención o confirmación de las configuraciones

relacionales. Esto es, en el punto de contacto entre los proyectos de los agentes y las prácticas

requeridas por la estructura, se produce un acontecimiento o evento que contraviene o

confirma la exigencia institucional. Los proyectos pueden contravenir las relacionales

sustantivas y estar ajustadas al sistema cultural, o confirmar las relaciones y ser inconsistentes

con el sistema cultural. O, pueden estar confirmando a instituciones informales y contravenir

instituciones formales, como por ejemplo el acceso a puestos de trabajo como mercados de

trabajo que pueden ser aparentemente abiertos, sin embargo se accede mayormente mediante

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218

redes. Las posibilidades sociológicas son abiertas, siendo las instituciones informales y las

relaciones de facto, una fuente constante de investigación, tanto en sí como en su relación con

la estructura general, ya que no aparecen directamente de la observación de normas. Cuando

estas instituciones son las que constituyen la mayoría de las relaciones sociales, o tienen más

poder de guía estructural que las instituciones formales, las contravenciones pueden ser

extremadamente problemáticas. Como lo era, o lo es, quizás, aún, contravenir la omertá o

código de silencio de las mafias italianas. Estas fricciones entre agencia y estructura, pueden ser

bastante complejas para las personas, porque sus resultados implican proyectos y prácticas por

parte de otros agentes, que se despliegan como momento posterior a la contravención de la

relación. A pesar de esto, las contravenciones relacionales no son la forma de fricción más

normalizada. Por eso llaman tanto la atención de las poblaciones.

La fricción más normal de las relaciones entre agencia y estructura, entre prácticas y

condicionamientos, son las fricciones de recursos. Los recursos en tanto medios de

intercambio como el dinero, o recursos concretos materiales como bienes y servicios, o

recursos ideales como información y conocimiento. Son la forma generalizada de fricciones

entre agencia y estructura, entre proyecto y contexto, entre práctica y condicionamiento. Los

recursos son parte de las propiedades emergentes de las estructuras socioculturales. Esto se

nota de inmediato cuando se posee dinero que no corresponde al país, ni es la moneda general

de las transacciones mundiales, o, casi trágicamente, en las devaluaciones. Lo cual no depende

de la moneda en sí, sino de la estructura institucional formal e informal que le da soporte y

viabilidad. Sin embargo, otro tipo de recursos pueden tener una condición menos dependiente

de la estructura, como por ejemplo los libros. Los libros como recursos no dependen tanto de

la estructura, ya que son en todos lados lo mismo, recursos ideales con formato y soporte

material variado, pero sobre todo son escritos e ideas de otros humanos. A menos que no se

pueda entender el libro o este sea peligroso para las instituciones imperantes por inconsistencia

cultural, en cuyo caso el libro afirma la puerta, queda haciendo masa en la biblioteca o es

quemado en una pira por cuestionar la hegemonía cultural.

Los recursos entonces son objetos o servicios que son producidos, intercambiados y

consumidos por los seres humanos. Algunos no son producidos como los naturales, pero son

intercambiados y consumidos, o de otra forma algunos elementos que son usados como

recursos no fueron producidos como recursos en términos estrictos, como los seres humanos

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o la naturaleza (Polanyi 2000). Y el juego mutuo de la agencia con la estructura, está

generalmente asociada a la obtención de recursos, cualquiera sea el tipo de recurso que se

requiera. Los recursos en el proceso de fricción, cualquiera sean estos, solo pueden aumentar o

disminuir, no teniendo mayores posibilidades, aunque si propiedades sinérgicas entre ellos.

Pueden configurarse como estructuras de factores entre capital económico y capital político,

correlacionarse en el tiempo como la relación entre educación de los padres y resultados

académicos de los hijos. Pudiendo haber desequilibrios, como cantidades diferenciadas de

recursos que una persona posea, alto capital cultural y bajo capital económico. Sin embargo, el

punto es el mismo, los recursos aumentan o disminuyen.

Hay recursos que dejan huellas indelebles en los sujetos, ya que se insertan en ellos como

parte de su identidad personal, como la educación de tercer nivel. La cual les permite acceder a

plazas de trabajo altamente especializadas, donde deben saber cómo desenvolverse. Sin

embargo, esto requiere ocuparse de estos asuntos en la universidad, invirtiendo tiempo en

aprendizaje. Además en países altamente mercantilizados, esta educación no solo implica

tiempo de la existencia de la persona, sino también recursos monetarios pudiendo desequilibrar

los presupuestos familiares. De hecho, hay familias que ahorran durante años para poder pagar

las universidades de sus hijos. Los aumentos y disminuciones de recursos, sus posibles

acumulaciones y propiedades sinérgicas, es la más forma más normal de fricción. Siendo de

hecho esta fricción la que condiciona la realización de presupuestos familiares como un

proyecto. Donde el juego mutuo que se produce entre prácticas y condicionamientos, implica

aumento y disminución de recursos relevantes para los agentes, a través de proyectos alineados

con la configuración de instituciones imperantes y consistentes con los sistemas culturales

hegemónicos.

Un elemento muy relevante del problema del acceso, retención e intercambio de recursos

por parte de los agentes, es que este proceso les otorga una posición en la estructura. Por esta

razón, las estructuras institucionales pueden ser ventajosas para unos y desventajosas para

otros, donde una institución formal de intercambio recíproco puede funcionar como una

forma de obediencia inducida por el poder, por propiedades no contenidas en la norma formal,

pero que se despliegan como una relación derivada de una situación de desventaja. La enorme

discusión sociológica sobre los mercados de trabajo, han argumentado una y otra vez que los

intercambios de trabajo por remuneración, que son en estricto rigor bajo las normas

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institucionales formales del capitalismo, un intercambio recíproco entre personas

individualmente establecido, son afectados por los sindicatos que, según la teoría económica

liberal, actúan como un cartel, generando sesgos a los precios del trabajo, imposibilitando la

competencia. En este caso por medio de una organización no mercantil, rompiendo el

equilibrio del intercambio recíproco individual (Neffa 2007).

Controlar recursos que tienen sentido en la relación de juego mutuo con la estructura,

permite a los agentes acceder a nuevas posiciones, enfrentarse a nuevos intereses creados,

pudiendo modificar sus proyectos y preocupaciones. Los recursos pueden adosarse a las

personas como el conocimiento o pueden ser exteriores a las personas como los materiales. Sin

embargo, en su relación de juego mutuo con la estructura, algunos se perderán por la fricción

con la estructura, que es la única forma de ponerlos en juego. De esta forma, el juego mutuo

práctico se completa. La fricción, entonces, es de consistencia o inconsistencia con los sistemas

culturales, contravenciones y confirmaciones con las estructuras institucionales y aumentos o

disminuciones de los recursos. Pudiendo, de hecho, generar consistencia, contravención y

disminución. Como pueden generar inconsistencia, confirmación y aumento. Y así, seguir una

secuencia compleja de fricciones de los proyectos, con el condicionamiento de las estructuras

institucionales y los sistemas culturales. Tal como aparece en la figura 9.

Figura 9: Esquema de los elementos de fricción entre agencia y estructura. Fuente: Elaboración propia

Objeto de fricción sociocultural. Tipo de fricción de los proyectos sociocultural Negativa Positiva Sistemas culturales (universales o particulares) Inconsistencia Consistencia Instituciones (formales e informales) Contravención Confirmación Recursos (materiales, ideales, sanciones, poder) Disminución Aumento

El condicionamiento de la estructura se genera por medio de la guía direccional, como

disuasión o exigencias de prácticas hacia los agentes, esto es de la estructura hacia la agencia. Y

el juego mutuo práctico entre agencia y estructura se realiza por medio de la fricción, la cual se

genera con la puesta en práctica de los proyectos. Se desarrolla reflexión para llevar a cabo los

proyectos porque se está condicionado, y porque se entra en juego mutuo práctico con la

estructura es que se deja algo en el proceso. No hay proyecto por muy alternativo que sea, sin

algún problema para el agente y sin consecuencias para la estructura. Estos problemas para las

personas puede ser: desbalance en la estructura de la identidad personal, rejerarquización

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constante de preocupaciones primordiales, mortificación de una forma de ego,

desmembramiento de agencias corporativas, deterioro de posiciones por pérdida de recursos,

etc. O, puede darse en sentido positivo: aumento de recursos materiales e ideales, expansión de

una forma de ego, autovaloración, estabilidad en la configuración de la identidad personal.

Aunque, por sobre todo, en el proceso de los juegos mutuos con la estructura, los individuos

dejan tiempo de vivencia individual, consumen tiempo existencial. El propio, y escaso, tiempo

de vida natural, es uno de los elementos que se deja en el juego mutuo con la estructura social,

tanto elaborando proyectos como desarrollándolos en fricción con la estructura. No hay

proyecto que no involucre alguna forma de fricción con la estructura institucional.

Un elemento central que tiene esto es que los proyectos pueden ser trascendentes,

subversivos, evasivos o alineados con la estructura; dependiendo del plexo de metas que

tengan los agentes, teniendo con esto diversos tipos de fricción con la estructura. Pudiendo

establecer que agencia y estructura no correlacionan, ya que los proyectos de la agencia tienen

objetivos propios. Y es este elemento, en un sentido formal aún -de ninguna forma sustantivo,

lo que hace que la estructura se reproduzca o transforme. La realidad social, al observador

positivista y conflacionista, solo puede dar cuenta de lo repetitivo de una práctica. Sin

embargo, el meollo central en los sujetos, son las razones de la práctica que están contenidas

en los plexos de proyectos de las personas.

La morfogénesis estructural depende de la fricción con agencias del mismo nivel de

emergencia, de los tipos de proyectos y de los recursos disponibles. Los niveles de emergencia

y las lógicas situacionales de la estructura, son elementos a comprender por la agencia,

incorporándolos en su proceso reflexivo, evitando las falacias ecológicas analíticas y prácticas.

Las consecuencias de la fricción de un grupo de individuos frente a la estructura, aunque sea

un proyecto trascendente y masivo, pero no coordinado; no tiene el mismo grado de fricción,

que el mismo proyecto que se realiza de forma coordinada por las agencias corporativas,

incluso menos masivas. Friccionando las estructuras institucionales históricas, los sistemas

culturales hegemónicos y las distribuciones de recursos. Por eso, las intervenciones focalizadas

y aislantes, las resistencias individuales y todo proyecto de transformación de una estructura

institucional que no tome en cuenta los niveles de emergencia sistémicas a los que enfrenta,

están condenadas a resultar impotentes si intentan transformar la estructura. Ya que su

capacidad de fricción con las estructuras institucionales es baja. Estos elementos son la base

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del juego mutuo práctico entre agencia y estructura, que puede derivar en una morfogénesis

estructural por medio de la fricción entre agencia y estructura.

Conclusiones: los juegos mutuos en el proceso de morfogénesis.

La teoría realista morfogenética presenta dos juegos mutuos, uno que es un proceso de la

conciencia y uno que es práctico. Estos dos juegos mutuos, son centrales para entender las

relaciones que mantienen los seres humanos con las estructuras sociales y los sistemas

culturales, donde el juego mutuo como deliberación y fricción son, de alguna forma,

ineludibles para quien quiera vivir y estudiar la vida en común de los seres humanos. Estos

juegos mutuos estaban contenidos y sin desempacar en la obra de Archer, la cual ha sido

puesta en tensión en estos dos elementos centrales, sin embargo se mantuvieron los objetivos

centrales de la teoría realista morfogenética: a) elaborar una teoría no conflacionista de la

morfogénesis social; b) en base a una distinción ontológica entre agencia y estructura; c) que

describa sus formas de relación como juego mutuo y; d) dando cuenta de este proceso en el

tiempo. El juego mutuo es contemporáneo, aunque tengan agencia y estructura temporalidades

diferenciadas. Y no correlacionan, porque los proyectos de las agencias tienen objetivos

propios. De esta manera, cuando se intersecan con las estructuras institucionales y sistemas

culturales, desplegando las prácticas incitadas por las estructuras, lo hacen para un fin propio y

posiblemente distinto de las estructuras. Como las extrañas paradojas de ir a comprar artículos

en tiendas para protestar contra el sistema capitalista, o el hecho de que los sistemas

económicos deban incentivar y monitorear la competencia que las empresas tratan de evitar, ya

que su objetivo es aumentar sus niveles de ganancia. Y ese elemento, resulta un problema

inexorable a la teoría realista morfogenética, sobre el cual he puesto una forma de solución

basada en la noción de fricción.

Las relaciones de juego mutuo entre agencia y estructura, elaborando proyectos y

desarrollándolos, es lo que hace que la sociedad sea como es y de ninguna otra forma. Donde

la forma general de la sociedad se desarrollará desde los resultados del momento más álgido de

fricción entre agencia y estructura en el nivel macro. Este momento “de peligro”, que puede

definir el futuro, es representado como fase 2 de “interacción” de agencia con estructura en el

esquema de Archer. Implicando un cambio importante en los proyectos de las agencias desde

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la fase 1 de condicionamiento, aumentando los niveles de fricción. La fricción es aquello que se

ha abierto en el proceso de desempaque teórico, desplegándolo como modelo en todas las

fases. Todas las fases morfogenéticas tienen en su interior ambas formas juego mutuo. Así, la

característica relevante de la fase 2 como juego mutuo, no es la simple interacción entre

agencia y estructura, sino la intensidad de fricción de los proyectos de las agencias frente al

condicionamiento de la estructura institucional. Si es un momento de incertidumbre subjetivo

y de contingencia estructural, es dado por los tipos eventos o acontecimientos que resultan de

la intensidad de fricción a nivel macro. Así, todas las fases de la morfogénesis tienen diversas

formas de fricción, las cuales dan pie a eventos diversos. Y solo esto último, puede caracterizar

a las fases en sí de forma vertical y a los cambios de fases de manera horizontal.

Las propiedades emergentes derivadas de la configuración institucional, formal e informal,

generan nuevos escenarios para las preocupaciones individuales y los proyectos de las agencias.

Donde las fricciones con la estructura, de los distintos tipos de agencia, pueden desembocar en

procesos de cambio, o en una consolidación momentánea de las condiciones estructurales

anteriores. Por supuesto, de estas posibilidades no se encarga la historia, sino la relación de

juego mutuo de la agencia con la estructura, ya que estas posibilidades no son de la historia,

sino de la relación de juego mutuo entre agencia y estructura. De esta manera, las fases de

Archer, pueden ser caracterizadas como fases con una forma característica de juego mutuo

reflexivo y práctico, tal como aparece en la figura 10. En este esquema, se puede observar la

diferencia del argumento general que he levantado desde la obra de Archer. Mientras en

Archer, los procesos morfogenéticos del juego mutuo se desarrollan en y por el tiempo, donde

la estructura es anterior a la agencia, representado por las líneas de puntos discontinuos entre

las fases. En el esquema presentado el cambio de fase se deriva de la fricción entre proyectos y

estructuras, donde se acepta la propiedad de desfase temporal, pero no se acepta que esto sea

el juego mutuo o la base de distinción entre agencia y estructura.

Además, aunque no está representado en la figura 10, las formas de reflexividad de Archer

serían predominantes en algunas de las fases, ya que le son características y tienen resultados

sustantivos. Así, habría predominio de reflexividad comunicativa y autónoma en la primera

fase, predominio meta-reflexivo en la segunda y, de nuevo, predominio de reflexividad

comunicativa y autónoma en la tercera. Sin embargo, desde el argumento propuesto, más que

cambios en los modos de reflexividad, hay cambios en las configuraciones de preocupaciones

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de los individuos como modificaciones en las formas de ego de la identidad personal, con sus

contenidos cognitivos y morales asociados. Las cuales cambian de lugar en la jerarquía de esas

preocupaciones y por lo tanto pueden modificar proyectos. Se puede decir que en las fases dos,

hay una mayor importancia de los asuntos públicos sustentados en una nueva jerarquía de la

forma de ego Nosotros, en una mayor porción de la población generando nuevas formas de

agrupamiento, sin decir poder decir mucho sobre su contenido de forma pre-empírica. Y así

mismo, se puede hipotetizar sobre predominio privado en otros grupos en las fases 1 o 3, sin

embargo son solo hipótesis, que deben aún ser puestas a prueba. Pero, ya no se trata de modos

de reflexividad, sino de la configuración de preocupaciones de las personas y los proyectos que

se pueden poner en acción.

Figura 10: Esquema superpuesto del ciclo morfogenético temporal con fricción. Fuente: Elaboración propia desde Archer 2009. Ciclo morfogenético de la estructura con juego mutuo entre agencias y estructuras macro.

Fase 1 Fase 2 Fase 3 Morfoestasis institucional Inestabilidad institucional Morfogénesis institucional

Morfoestasis institucional T1 T2 ----------------------------------------------- T2 ----------------- Estabilidad sistémica (Fricción de recursos) Proyectos alineados

-------------- T2 T3 ------------------------------------------------- T3 --------------------- Contingencia sistémica (Fricción de normas y principios) Proyectos subversivos y trascendentes

------------------- T3 T4 ------------------------------------------------- Estabilización sistémica (Fricción de recursos) Proyectos alineados

“En nuestro final está nuestro comienzo” es una frase usada por Archer, en su primera

aproximación a la morfogénesis de la agencia en 1995, siendo esta frase una caracterización de

la necesidad de distinguir de forma no conflacionaria la identidad social y la personal, aunque

ampliable a toda forma de conflación teórica, que argumente desde un solo plano de la realidad

social y en solo un punto del tiempo (Archer 2009: 386). El final de Archer ha sido mí

comienzo: la distinción analítica entre agencia y estructura de Lockwood, el desfasamiento

como modo de distinción elaborado por Archer, la posterior crítica a la conflación en la teoría

sociológica, la complementariedad con el realismo crítico de Bhaskar y la teoría de la agencia

con sus modos de reflexividad. Todos estos elementos han sido el comienzo para realizar esta

solución, con las herramientas conceptuales con las que se cuenta hasta este instante. Por

supuesto, como la misma profesora Archer establece por ahí, vendrán otros con más ingenio a

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225

trabajar de forma no conflacionista, pudiendo retomar las hebras dejadas en el camino. Sin

embargo, el problema sigue siendo el mismo desde el comienzo con Lockwood y, quizás, de

gran parte de la historia de la teoría sociológica. Y si, se me permite, de la teoría social en

general (Chernilo 2011). Esto es, la morfogénesis de las sociedades.

La cual seguirá siendo un problema que debe ser comprendido en conjunto entre agencia y

estructura, donde no basta uno de los elementos entre sí de forma aislada para generar los

cambios. La diferencia es que ahora se cuenta con la distinción y desfase de la estructura con la

agencia, el condicionamiento estructural y la reflexividad de la agencia, sumado a los niveles de

emergencia de ambas entidades como contexto para la interpretación sociológica. Y por sobre

todo un tipo de relación no determinista ni elisionista: el juego mutuo. Donde he postulado el

doble juego mutuo de la conversación interna sustantiva y la fricción. Como juego mutuo de

las preocupaciones con los asuntos, con el resultado de proyectos. Y el juego mutuo de la

fricción de los proyectos con la estructura, con el resultado de la morfogénesis o morfoestasis

sociocultural. Y con esto se puede retomar el problema principal: la morfogénesis de la

estructura como resultado de los juegos mutuos entre agencia y estructura. Pero, eso es otra

historia o, quizás, es la historia.

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226

A modo de conclusión general: posibilidades para la investigación sociológica

Por supuesto que un argumento general como el planteado en este trabajo, derivado de la

reconstrucción histórica y analítica del argumento de un autor, de la crítica de algunos de sus

elementos relevantes y de una propuesta de cómo de salir de la crítica; trae en su interior una

serie compromisos teóricos y empíricos inevitables, que como consecuencias lógicas derivadas,

siempre resulta importante desempacar, aunque sea someramente, ya que implica un más allá

de la tesis contenida en el texto. Donde termina este trabajo comienza otro. Y las primeras

luces del puerto deben ser reconocidas, al menos para saber si se está en camino a algún lado o

regresando al punto de origen. Si bien no hay compromisos sustantivos específicos, sobre la

forma que pueden tomar las sociedades, como las teorías con principios metodológicos duros,

sino solo formas de conceptualización descriptiva, ya que las posibilidades sociales son

extremadamente variadas. Las derivadas lógicas, sobre todo en el plano de la investigación

sociológica, deben ser destacadas para completar el trabajo y de hecho justificarlo, en un plano

diferenciado del teórico puro. Esto, obviamente, no bloquea algunos elementos normativos

sobre la vida social que puedan argumentarse en el futuro, como podría ser la posibilidad de

desarrollar proyectos de vida que no sean estigmatizados, o que estén brutalmente

condicionados por la disposición de recursos de las posiciones iniciales, o que estén abiertos al

mérito de cada individuo para que pueda diseñarlos e implementarlos libremente. Sin embargo,

por ahora, solo destacaré los compromisos para la investigación empírica, sobre los objetos de

investigación sociológica que resultan relevantes para esta idea de doble juego mutuo. Que

implica una rearticulación y modificación respecto a los que se desprenden de Archer.

El primer compromiso lógico es la importancia que toma la noción de proyecto. Ya que

hace de puente teórico entre las preocupaciones de la agencia frente a los condicionamientos

empíricos de la estructura. Los proyectos derivados del proceso reflexivo, que cuando se

ponen en práctica se friccionan con la estructura, resultan el objeto sociológico preferente de

esta propuesta. De su caracterización es que dependerán las hipótesis posibles de fricción con

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la estructura. Los proyectos, pueden ser caracterizados según diversos elementos de variación,

como: asuntos relevantes, objetivos o metas, alcance temporal de estos objetivos o metas,

integración interna y estabilidad temporal. No obstante de que en el futuro se puedan

desarrollar nuevos elementos de variabilidad. Sin embargo, el punto es que, para esta

propuesta, el proyecto de la agencia en sus diversos niveles de emergencia, desde el proyecto

de vida del individuo hasta los proyectos de las agencias corporativas, resulta el elemento

central de investigación. De esta forma, los posibles procesos morfogenéticos o morfoestáticos

dependen de la investigación de los proyectos y su caracterización, ya que la fricción posible

con la estructura, está contenida en este objeto, en sus formas, objetivos y capacidades.

La caracterización de los proyectos como objeto también puede prestar ayuda en la

comprensión de la identidad de las personas. Esto ya que ahora no se trata solo de las

prácticas, sino de un elemento interno como son los proyectos. Y tampoco de la forma de

reflexión interna, ya que he argumentado que no tiene mayor impronta sobre el proyecto. El

proyecto es lo que media entre las preocupaciones de la agencia y la fricción con la estructura.

Ya que es resultado del juego mutuo interno y es lo que se pone en funcionamiento en el juego

mutuo práctico. Así, se pone en el medio de ambos juegos mutuos, enarbolándolos, lo que no

implica conflación sino solo un elemento que conjunta ambos procesos. El proyecto como

objeto de investigación sociológica, permite interpretativamente adentrarse en el proceso

reflexivo, de preocupaciones agenciales y asuntos del mundo, pudiendo dar cuenta de este

proceso en las personas. Dando pistas por medio de la configuración de preocupaciones, de

aquellas formas de ego que resultan con mayor peso específico en las personas. La identidad

personal siempre será un objeto complejo y elusivo en la investigación sociológica, pero la

estructura de preocupaciones, como una configuración de las diversas formas de ego, donde

hay una jerarquía, contenidos cognitivos y disposiciones morales, puede dar un elemento de

juicio sustantivo de las configuraciones de identidad personal predominantes en una persona,

colectividad, agencia corporativa o población. Desde la cual se realizan las autovaloraciones y

la autoconceptualización de las personas.

De la misma forma, se puede hacer investigación sobre asuntos específicos del mundo,

aplicándolos a las personas, midiendo su jerarquía en las preocupaciones personales, como

puede entenderse que lo hacen las escalas de Likert. O, se puede medir elementos cognitivos

sobre diversos asuntos, como conocimientos asociados a prácticas. La investigación de los

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228

proyectos y preocupaciones, puede llegar hasta elementos más elusivos como en la

investigación de disposiciones morales o de valores. Sobre las cuales se pueden desarrollar

investigaciones, que traten la relación entre disposiciones culturales y los sistemas culturales,

como la determinación del nivel de hegemonía ideológica, en tanto expansión de una doctrina

o sistemas de valores en una población.

Desde la relación entre proyecto y condicionamiento, desde donde se desarrolla lo que

denomine fricción, también presta utilidad a la periodización histórica. La fricción como

evento del juego mutuo práctico, puede ayudar a trazar los límites temporales de los procesos

históricos. Los proyectos se pueden identificar en la investigación histórica frente a la

estructura, donde sus grados de fricción son lo que marca los eventos históricos. La línea

temporal de los eventos históricos colectivos y personales, pueden ser iluminados como

fricciones entre proyectos de las agencias frente a la estructura institucional de un momento.

Así, los cambios de fases dependen de la fricción de los proyectos frente a la estructura, dando

cuenta esta vez de los procesos por medio de eventos, los cuales han sido altamente

friccionantes con la estructura. No solo líneas discontinuas de acción realizadas por un

investigador de forma arbitraria, sino niveles de fricción que pueden ayudar a distinguir los

eventos relevantes en los procesos históricos. Y través de los niveles de fricción de los eventos,

se puede distinguir las fases, las fases de los períodos y los períodos de las épocas. La fricción

como evento derivado del juego mutuo, entre proyecto de la agencia y condicionamiento

estructural, va dejando huellas en el desarrollo histórico de la sociedad, como acontecimientos

de impronta general dependiendo del nivel de agencia y estructura involucrado.

La fricción puede servir como noción, incluso para el trabajo en políticas públicas, ya que

muchas de estas políticas tratan de evitar procesos friccionantes de recursos como costos,

como por ejemplo, las políticas de educación o salud, en las cuales se hace asistencia directa de

prestación de servicios. O, en el mismo caso, las políticas de exención de impuestos para la

localización de empresas en determinadas regiones, lo que hace que se compense la lejanía y

los gastos de distribución, por medio de la generación de empleo regional y la disminución de

los gastos de hundimiento. De la misma manera, puede haber políticas que intentan dar

viabilidad a proyectos iniciados por medio de la inyección de recursos materiales e ideales a

determinados beneficiarios, como las políticas económicas de emprendimiento lo realizan. O,

incluso, en algunas políticas extremadamente complejas, de mucho contenido subjetivo a nivel

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individual, ya que se trata de la modificación y reelaboración asistida de proyectos de vida;

como lo atestiguan las políticas de reinserción social en los procesos post-penitenciarios, donde

se intenta evitar la reincidencia por parte de los ex penados. De esta manera, los procesos de

elaboración, aplicación y evaluación de resultados, pueden resultar iluminados por medio de las

nociones de fricción entre proyectos y condicionamientos. Ya que implica, o medir los niveles

de fricción antes y después de la aplicación de la política o la mantención de proyectos

iniciados o la transformación de los proyectos.

El doble juego mutuo de agencia con estructura, tiene varias posibilidades de aplicación en

investigación sociológica empírica como se logra apreciar a primera vista. Quedando un largo

camino por recorrer, para mostrar si realmente tenía las capacidades que se han presentado

como compromisos de investigación. Sin embargo, ese camino, al menos personalmente,

comienza ahora. Y el proceso de comprensión, crítica y reelaboración del enfoque

morfogenético de Archer ha terminado, al menos en este aspecto. Quedan muchas variantes y

posibilidades, y es mi propio proyecto de investigación poder desarrollarlas, pero esa

posibilidad no solo depende de mí, hay una condición estructural y cultural propia de las

formas de investigación sociológica del país, con la cual aún debo entrar en relación. Desde

cuyo resultado puede generarse un cambio de proyecto o la mantención del actual. Pero, eso

no puede saberse, y no por contingencia radical, sino, quizás, por lo contrario; las posibilidades

no son equiprobables para todos, ya que las fricciones son diferenciadas. Si esto no fuera así,

en verdad no habría que diseñar proyectos, ya que no habría ni sociedad ni mundo. Entonces,

yo no debiera tener que reelaborar un proyecto. Y, de esta manera, comenzar una vez más.

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