el diablo en el salvador
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7/31/2019 El Diablo en El Salvador
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Danilo Vsquez | Edicin 2004
EL DIABLO EN EL SALVADOR.
Guerra en Palestina, en Afganistn, en Irak, Chechenia, Torres, Sars, por todos los
confines, guerras montonas, sin amagos de terminarse, guerras y conflictos
sempiternos, sin nada novedoso, sangre por aqu, por all, una que otra bomba. Un
avin se estrella, un barco se explota contra otro barco; un ser humano se inmola, teas
humanas; rezos, oraciones, misas, cultos, veladas; llamados a la negociacin, a la
concordia, a la paz... Y nada. Y all en el reino del infierno, el Diablo bosteza bocanadas
de humo y aburrimiento; se mece en su ardiente hamaca de hierro, para aqu, para
all, tomndose una aburrida taza de caf negro y fumndose un inmenso cigarro
negro.
Oye los clamores de la humanidad, no le alegran, siente hasta angustia el pensar que
millones de inquilinos llenarn los espacios infinitos del infierno. Miles y miles llegan a
cada segundo, largas colas de paisanos de la humanidad esperan su pase al infierno.
Sus ngeles rojos y negros no descansan pasando interminables listas. El Diablo est
aburrido. Huracanes, ciclones, pestes, guerras, ya no alegran su ardiente y mortecino
corazn. El Diablo est cansado de gobernar el mundo.
De un pas, de un pequeito pas le llegan noticias raras, pocas veces el seor de los
infiernos sube a la tierra. Y ya tiene una eternidad de no subir. Y le siguen llegando
noticias de un paisito de veintin mil kilmetros de descuadradas sinrazones.
Decide por fin emerger de su letargo. Abre un tnel desde el centro de su hogar y llega
al pueblo de Santa Rosa de Lima, exactamente a un templo evanglico de la ciudad. El
Diablo ha llegado a El Salvador. Y lo reciben con gritos y alabanzas, con espasmos y
tembladerales, con msica de guitarras, rganos y bateras. El ambiente es festivo en
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la ciudad, el corazn de los coetneos vibra contando dlares; venden en abundancia
mercaderas varias. Se juegan los dados, se bebe cerveza que es hermosura, se dispara
a diestro y siniestro, se corre a grandes velocidades, se comercia droga, se venden
cuerpos y almas a bajos precios, hay ofertas, combos de espritus malolientes, esto es
bueno, es agradable, sabroso; se respira un vaho a infierno moderno. El Salvador, El
Salvador! Exclama el Diablo, mi segunda patria, mi segundo hogar, tierra maldita
baada en sudor y sangre.
Viva el hambre! Viva el contrabando! Que vivan por siempre las iglesias! Redil
predilecto de mis sbditos; -Hgase el miserable diezmo para mis arcas-
Suenan a lo cerca las campanas de la Catedral de San Miguel. El amo de la tierra se
extasa viendo la locura y remedo de parque frente a la iglesia. Entran y salen mortales
a un costado; va y entra y ve detenidamente las imgenes raras, dibujadas en la pared
de la alcalda; feas para cualquier mortal; pero a l le cae en gracia y re
desaforadamente del mal gusto de los migueleos. Dal, Picasso, Siqueiros, Diego y
otros, jams hubiesen logrado ni a ojos cerrados tan malos trazos, en tan malos
personajes. El diablo
Se retir expulsando gases y petrleo de la risa, pensando en jugar en el Volcn
Chaparrastique y mirar desde ah la
Sodoma que como muestra viva del arte migueleo, se exhibe en el tringulo que se
divisa a la salida de San Salvador. El diablo se carcajeaba y disfrutaba del maldito calor
que embriaga al ambiente de los habitantes de la ciudad de San Miguel.
Regresa a La Unin y ve con alegra a los hijos de Cervantes, pescar atunes en las sucias
y ftidas aguas del golfo por cuarenta aos y cuarenta noches.
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Satans suspira y suelta slabas tamboriles con olor a mar... Ah! Cutuco de mi alma,
infiernito de mi corazn...
El Diablo vol extasiado y conforme de su paseo en un pas de seis millones de
habitantes que durante tanto tiempo haban pasado totalmente desapercibidos por el
ngel del mal; lleg al parque Libertad y no le agrad, haba un panorama
ornamentado, crotos, grama, flores, sillas pintaditas, sombras agradables, verjas
uniformes ... total, un lugar desagradable para Lucifer. Y se sent, cruz una pierna y le
cogi un peridico a un vendedor. Abri las pginas de un matutino y se enajen de
alegra, sus ojos fulguraban al recorrer cada letra, cada imagen contenida en el diario.
Un peridico digno del infierno dijo el Calumniador de la humanidad- . Guard unos
ejemplares para llevarlos de plantillas y cada vez su ardiente corazn volva a la vida a
tal grado que exclam con inusitada alegra milenaria las siguientes frases: Este es mi
segundo hogar, mi segundo infierno y quien sabe que me vaya de aqu por largo
tiempo. El dueo, el amo, haba encontrado su ansiada tranquilidad; el pas al cual se
haba acercado sin esperanza de nada le estaba correspondiendo y unos de los detalles
en que repar Belfagor fue en la abundancia de iglesias evanglicas que pululaban
como pequeos estancos, emborrachando a ingenuos parroquianos con la oferta del
cielo, con la vida eterna. El Diablo se ri y, otra vez expeli sustancias qumicas y
petrleo de las carcajadas producidas por tan terco afn de querer vivir eternamente
Y para qu quiere esta gente vivir perennemente se preguntaba el Diablo- sin
darse tan siquiera una respuesta que satisficiera su crdulo corazn. Qu piensan
hacer imperecederamente en el cielo? All no habr negocios, empresas, gentes a
quien emplear y mandar. Qu pensar sta pobre gente? Por supuesto que l lo
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saba, pero trataba de ponerle salsa a su visita, para no hacerla tan simple, tan a secas.
El trfico era precioso: las doce del da en San Salvador: Humo, calor, gritos, rtulos, el
p-p, constante de los autobuses que bastaban para sofocar al ms tolerante y pasivo
de los mortales. Pero ver al que antes fuera Luzbel, sentado en las gradas de Catedral
disfrutando del panorama salvadoreo, era nico. Pareca querer cambiar su condicin
de amo y seor de la tierra, su categora de eterno, de infinito, de hijo de Dios; aunque
fuera hijo desterrado; pero era, a pesar de los mortales: hijo del dueo total del
universo y hermano de uno de los dioses hecho hombre: Jesucristo hombre, salvador
de la humanidad. An y todo lo supradicho, Satans deseaba cambiar su inmortalidad
con cualquier mortal, para vivir finitamente aqu en El Salvador de nada. Lucifer se fue
a meditar al volcn San Salvador y divis desde las alturas la luz intermitente de un
faro que perteneca a otro de los peridicos digno de imitar en el infierno.
Ahora voy recordando la historia de este paisito, van llegando a mi memoria aquellas
frases que me encantaran dichas por el padre Las Casas, en relacin a la conducta de
Alvarado en Cuzcatln: De infinitas obras horribles que en este reino hizo este infelice
mal aventurado tirano y sus hermanos ... La conquista fue una de las grandes obras
que encargu al Rey, por supuesto que l manejaba los hilos y tena a su disposicin
lindos malvados como el gentil y noble caballero baezano Diego de Nicueza y el
experto navegante Alonso de Ojeda y otros no menos lindos. El Diablo realmente
gozaba en El Salvador; en eso estaba cuando el poeta Ral Contreras le invit al
Pen de las nimas, al Nido de la gaviota, a la Gruta acstica, o del Eco, o al
Balcn de los sueos y a la Roca de las vrgenes. Estos terrenos situados en el
Cerro El Chulo pertenecieron a los seores Harrison Step y a Eliseo Rovira , ellos
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donaron para mi gloria La puerta del Diablo. Jams olvidar al Nequepio de los
inicios; al Zalcoatitn de entonces, al Cozcatln de mis recuerdos, a El Salvador de mis
amores...