el devenir de los árboles: ejemplares históricos vinculados a josé de san martín (siglos xix y...

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37 Hist. Crit. No. 56, Bogotá, abril – junio 2015, 240 pp. ISSN 0121-1617 pp 37-60 María Elida Blasco Artículo recibido: 21 de octubre de 2013 Aprobado: 06 de marzo de 2014 Modificado: 02 de abril de 2014 Investigadora Asistente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Licenciada en Historia de la Universidad Nacional de Luján (Argentina) y Doctora en Historia de la Universidad de Buenos Aires (Ar- gentina). Integrante del grupo de trabajo Historia Argentina del Siglo XX del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”. Entre sus publica- ciones más recientes se encuentran: “La intervención de los historiadores en la organización del Museo Histórico del Cabildo y la Revolución de Mayo (Buenos Aires —Argentina— 1938-1943)”, Patrimonio e Memoria 10: 1 (2014): 4-27; “El pe- regrinar del gaucho: del Museo de Luján al Parque Criollo y Museo Gauchesco de San Antonio de Areco”, Quinto Sol 17: 1 (2013): 1-22; y “Museografía y recrea- ción de la historia: la formación del Museo Pampeano y Parque ‘Los Libres del Sur’ (Chascomús, 1939-1943)”, Corpus. Archivos virtuales de la Alteridad Americana 3: 1 (2013): 2-18. [email protected] El devenir de los árboles: ejemplares históricos vinculados a José de San Martín (siglos XIX y XX) Ï Ï Este trabajo es producto de una investigación más amplia sobre los agentes que intervinieron en la emergencia, el desarrollo y el diseño de políticas culturales vinculadas a la divulgación de la historia y a la construcción de la memoria colectiva en Argentina durante la primera mitad del siglo XX. La misma se encuentra financiada por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y se desarrolla bajo la dirección del profesor Alejandro Cattaruzza. La autora agradece los valiosos comentarios de Joel Horowitz, Raúl Fradkin y de los integrantes del grupo de trabajo sobre Historia Argentina del Siglo XX del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”. También, a los evaluadores anónimos, cuyas sugerencias contribuyeron a mejorar la calidad del artículo. DOI: dx.doi.org/10.7440/histcrit56.2015.02

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María Elida Blasco

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    Hist. Crit. No. 56, Bogot, abril junio 2015, 240 pp. ISSN 0121-1617 pp 37-60

    Mara Elida Blasco

    Artculo recibido: 21 de octubre de 2013

    Aprobado: 06 de marzo de 2014

    Modificado: 02 de abril de 2014

    Investigadora Asistente del Consejo Nacional de Investigaciones Cientficas y Tcnicas (CONICET). Licenciada en Historia de la Universidad Nacional de Lujn (Argentina) y Doctora en Historia de la Universidad de Buenos Aires (Ar-gentina). Integrante del grupo de trabajo Historia Argentina del Siglo XX del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani. Entre sus publica-ciones ms recientes se encuentran: La intervencin de los historiadores en la organizacin del Museo Histrico del Cabildo y la Revolucin de Mayo (Buenos Aires Argentina 1938-1943), Patrimonio e Memoria 10: 1 (2014): 4-27; El pe-regrinar del gaucho: del Museo de Lujn al Parque Criollo y Museo Gauchesco de San Antonio de Areco, Quinto Sol 17: 1 (2013): 1-22; y Museografa y recrea-cin de la historia: la formacin del Museo Pampeano y Parque Los Libres del Sur (Chascoms, 1939-1943), Corpus. Archivos virtuales de la Alteridad Americana 3: 1 (2013): 2-18. [email protected]

    El devenir de los rboles: ejemplares histricos vinculados a Jos de San Martn (siglos XIX y XX)

    Este trabajo es producto de una investigacin ms amplia sobre los agentes que intervinieron en la emergencia, el desarrollo y el diseo de polticas culturales vinculadas a la divulgacin de la historia y a la construccin de la memoria colectiva en Argentina durante la primera mitad del siglo XX. La misma se encuentra financiada por el Consejo Nacional de Investigaciones Cientficas y Tcnicas (CONICET) y se desarrolla bajo la direccin del profesor Alejandro Cattaruzza. La autora agradece los valiosos comentarios de Joel Horowitz, Ral Fradkin y de los integrantes del grupo de trabajo sobre Historia Argentina del Siglo XX del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani. Tambin, a los evaluadores annimos, cuyas sugerencias contribuyeron a mejorar la calidad del artculo.

    doi: dx.doi.org/10.7440/histcrit56.2015.02

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    El devenir de los rboles: ejemplares histricos vinculados a Jos de San Martn (siglos XIX y XX)

    Resumen:Este artculo propone reconstruir la historia de un tipo de prctica cultural desarrollada en Argentina, entre fines del siglo XIX y mediados del siglo XX, que propici la produccin, la reproduccin y el consumo de argumentos que asignaron valor histrico a los asociados a Jos de San Martn (1778-1850), considerado padre de la Patria dentro del panten de prceres de Argentina. As, pues, el objetivo general es analizar las particularidades de los procesos de construccin de relatos de la nacin, enfatizando en el culto a los hroes y explorando el surgimiento de entidades en las cuales se depositaron sentimientos identitarios asociados a ellos.

    Palabras clave: Argentina, historia nacional, memoria colectiva, identidad nacional, Jos de San Martn.

    The Future of Trees: Historical Specimens Linked to Jos de San Martn (19th and 20th Centuries)

    Abstract:This article seeks to reconstruct the history of a type of cultural practice developed in Argentina between the end of the 19th century and the middle of the 20th century, which propitiated the production, reproduc-tion and consumption of arguments that assigned historical value to the associates of Jos de San Martn (1778-1850), who is considered the Father of the Country within the pantheon of the founding fathers of Argentina. Hence, the general objective is to analyze the particularities of the process of constructing the foundational myths of the nation, emphasizing the cult of the heroes, and exploring the rise of entities in which the feelings of national identity associated with them are enshrined.

    Keywords: Argentina, national history, collective memory, national identity, Jos de San Martn.

    O devir das rvores: exemplares histricos vinculados a Jos de San Martn (sculos XIX e XX)

    Resumo:Este artigo prope reconstruir a histria de um tipo de prtica cultural desenvolvida na Argentina, entre o final do sculo XIX e meados do sculo XX, que propiciou a produo, a reproduo e o consumo de argu-mentos que deram valor histrico aos associados a Jos de San Martn (1778-1850), considerado pai da ptria dentro do panteo de prceres da Argentina. Deste modo, o objetivo geral analisar as peculiari-dades dos processos de construo de histrias da nao, enfatizando o culto aos heris e explorando o surgimento de entidades nas quais se depositaram sentimentos de identidade associados a eles.

    Palavras-chave: Argentina, histria nacional, memria coletiva, identidade nacional, Jos de San Martn.

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    El devenir de los rboles: ejemplares histricos vinculados a Jos de San Martn (siglos XIX y XX)

    Introduccin

    E n noviembre de 2012 la prensa argentina anunci con dramatismo que el pi-no que habra dado sombra a Jos de San Martn, luego de la batalla de San Lorenzo, librada el 3 de febrero de 1813 entre las fuerzas independentistas de las Provincias Unidas del Ro de la Plata1 y el Ejrcito realista, podra desaparecer, debido a los efectos de un temporal. Los comentarios de los lectores culpaban al Gobierno nacional por el descuido al que, segn aseguraban, estaba sometido el rbol. Luego del hecho, una comisin ad hoc de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Rosario evalu el estado general del enfermo y deline los cuidados pertinentes. Nada pudo detener la agona, ya que, segn el informe tcnico, fechado el 12 de enero de 2013, se declar su muerte. Pero los especialistas conservaban esperanzas, debido a que esa misma semana advirtieron [] el nacimiento espontneo de dos hijos proveniente de semillas debajo del pino original2. La conservacin de la descendencia pareca asegurada: la historia continuaba siendo tangible, posible de poder ser tocada.

    Inspirado por algunas de las formulaciones ya clsicas de Roger Chartier acerca de las representaciones colectivas, este artculo se propone indagar acerca de una serie de prcticas culturales que, a travs de la produccin de nuevos discursos simblicos y representaciones, contribuyeron a nutrir el imaginario nacional y a redefinir las identidades colectivas de di-versos grupos de la sociedad argentina. Sin duda, una categora como representaciones sociales o colectivas no slo ocupa un lugar central en las ciencias sociales contemporneas, sino que atra-viesa prcticamente casi todo su desenvolvimiento, sin que exista pleno consenso en la forma

    1 El combate que culmin con la victoria patriota constituy el bautismo de fuego delRegimiento de Granaderos a Caballo organizado por San Martn.

    2 Sobre noticias en la prensa argentina, ver: Agencia Tlam, El pino que dio sombra al general San Martn podra desaparecer, lanacin.com, Buenos Aires, 26 de noviembre, 2012 ; Un rbol histrico en grave riesgo, clarn.com, 27 de noviembre, 2012 ; Rubn M. Coniglio, Comunicacin. Pino Histrico de San Lorenzo. Un ejemplo de extensin desde nuestra Facultad, Revista Agromensajes 35 (2013): 45.

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    de entenderla3. Aqu, por tanto, se emplea en el sentido que le ha dado Chartier, al definir los esquemas generadores de los sistemas de clasificacin y percepcin como verdaderas institu-ciones sociales que incorporan bajo la forma de representaciones colectivas las divisiones de la organizacin social4. En particular, se centrar la atencin en la construccin de un orden simblico sobre los prceres nacionales, producido por los agentes sociales en Argentina entre fines del siglo XIX y mediados del XX, y sus posibles relaciones con las formas y categoras de percepcin y de clasificacin que buscaban imponerse desde el Estado. Estos modos de percepcin son la manifestacin de un proceso mucho ms temprano y ms amplio vinculado al culto a los hroes nacionales, que abarc a toda Hispanoamrica y que cobr enorme cen-tralidad con el desarrollo de la literatura e historiografa romnticas, sin dejar de incidir en los modos en que se disputan las maneras de ver y entender el pasado5.

    De igual modo, se considera la produccin de discursos histricos que han asociado la natu-raleza autctona a la cuestin de la construccin identitaria de la nacin durante el siglo XIX. En este sentido, y siguiendo las consideraciones de Bronislaw Baczko, el inters se centra en pres-tarle preferente atencin a ese tipo de representaciones colectivas a travs de las cuales grupos o sociedades enteros construyen sus identidades y conforman su imaginario social, de modo que la dominacin de ese campo de las representaciones constituye una aspiracin central del poder estatal6. Por ello, aqu se consideran dos problemas centrales: por un lado, las particularidades de los procesos de construccin de discursos historiogrficos, relatos e imgenes de la historia nacio-nal, y, por el otro, el surgimiento de entidades en las cuales los grupos humanos han depositado

    3 Vase al respecto, Carlos Andrs Charry Joya, Nuevos o viejos debates? Las representaciones sociales y el desarrollo moderno de las ciencias sociales, Revista de Estudios Sociales 25 (2006): 81-94. Un balance sobre las discusiones historiogrficas en Argentina, en el nmero especial dedicado al Bicentenario de la Revolucin de Mayo: Alejandro Cattaruzza, Las representaciones del pasado: historia y memoria, Boletn del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani 33 (2011): 155-192.

    4 Roger Chartier, El mundo como representacin. Estudios sobre historia cultural (Barcelona: Gedisa, 1992), 56.

    5 Un anlisis sobre la percepcin del hombre sobre el pasado y cmo interviene en el presente, en David Lowenthal, El pasado es un pas extrao (Madrid: Akal, 1998). Sobre el culto a los hroes nacionales, ver, entre otros, Manuel Chust y Vctor Mnguez, eds., La construccin del hroe en Espaa y Mxico (1789-1847) (Valencia: Publicaciones de la Universidad de Valencia, 2003), y Frdrique Langue, Reinvencin del Libertador e historia oficial en Venezuela, Araucaria 13: 25 (2011): 26-45.

    6 Bronislaw Baczko, Los imaginarios sociales. Memorias y esperanzas colectivas (Buenos Aires: Nueva Visin, 2005). Respecto a la materialidad de los discursos simblicos en Francia, ver: Maurice Agulhon, Marianne au combat: limagerie et la symbolique rpublicaines de 1789 1880 (Pars: Flammarion, 1979); Marianne au pouvoir: limagerie et la symbolique rpublicaines de 1880 1914 (Pars: Flammarion, 1989). Sobre Espaa, Carlos Serrano, El nacimiento de Carmen: smbolos, mitos y nacin (Madrid: Taurus, 1999). Para Amrica Latina, ngela Arruda y Martha de Alba, coords., Espacios imaginarios y representaciones sociales. Aportes desde Latinoamrica (Mxico: Anthropos, 2007).

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    sentimientos de identidad hasta cristalizarlas en lo que con precisin ha sido calificado como lugares comunes7 constitutivos de lo que se considera el patrimonio cultural de la nacin. Con este objetivo, se busca reconstruir la historia de un conjunto de prcticas culturales consisten-tes en evocar, rastrear, coleccionar, exhibir, multiplicar y hacer circular especies arbreas que propiciaron la produccin, la reproduccin y el consumo de argumentos y representaciones que asignaron valor histrico a los rboles dentro del territorio argentino.

    En un estudio anterior se analiz el trabajo colectivo que culmin en 1913 con la publica-cin de rboles histricos de la Repblica Argentina, del publicista Enrique Udaondo. All se ilustr el proceso de transformacin de los rboles en objetos histricos para la veneracin patritica, asocindolos a figuras o hechos considerados dignos de recuerdo para el pasado nacional; al mismo tiempo que se destac el lugar preponderante que ocupaba en ese relato el pino de San Lorenzo8. Poco despus, el por entonces vocal-secretario de la Comisin Nacional de Museos y Monumentos Histricos (CNMyMH)9 reconstruy la intervencin de la entidad en el proceso de declaratorias de los rboles como histricos, una tarea que fue ejecuta-da por el Poder Ejecutivo Nacional (PEN) desde 1946, en adelante advirtiendo acerca de la importancia que se le asign en el mbito estatal10. Retomando estos aportes, este artculo se circunscribe a un conjunto particular constituido por ms de una docena de rboles que fueron asocindose a la figura de San Martn.

    El recorte resulta interesante porque implica explorar la complejidad de mecanismos cul-turales sobre los cuales se constituy la consagracin de Jos de San Martn en la cima del panten de prceres nacionales. Se trata de una configuracin que incluye una dimensin poltica e historiogrfica, promovida durante el siglo XIX, que puede considerarse institucio-nalizada en 1950, cuando el presidente Juan Domingo Pern declar el Ao del Libertador

    7 Graciela Silvestri, El lugar comn. Una historia de las figuras de paisaje en el Ro de la Plata (Buenos Aires: Edhasa, 2011), 24-25.

    8 Mara Elida Blasco, Un panten para la naturaleza nacional: la transformacin de los rboles en reliquias histricas argentinas, 1910 y 1920, LOrdinaire Latino-americain 212 (2010): 75-104.

    9 Con el paso de los aos, el nombre de la institucin fue cambiando: el decreto del Poder Ejecutivo Nacional de 1938 estableca la creacin de la Comisin Nacional de Museos y Lugares Histricos (CNMyLH), pero en el Proyecto de Ley elaborado por el historiador Ricardo Levene pocos meses despus, figuraba como Comisin Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Histricos (CNMyMyLH). Aunque la ley fue sancionada en 1940 respetando este nombre, a partir de 1942 la denominacin cambi por Comisin Nacional de Museos y Monumentos Histricos (CNMyMH). En la actualidad, la institucin volvi a ser designada con el nombre con el que estableci la ley, pero a efectos de unificar su denominacin, en este texto utilizaremos Comisin Nacional de Museos y Monumentos Histricos (CNMyMH).

    10 Oscar Andrs De Masi, rboles Histricos Nacionales. Las declaratorias de la Comisin Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Histricos y sus antecedentes (Buenos Aires: Eustylos, 2012).

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    Gral. San Martn con motivo de conmemorarse el centenario de su fallecimiento. Por otro lado, porque la aceptacin indiscutida de la figura de San Martn y su consagracin en ese lugar privilegiado del imaginario nacional como Padre de la Patria son ampliamente com-partidas y prcticamente indiscutidas por los ms amplios y diversos sectores sociales, polticos y culturales. Por tanto, esto amerita indagar cules fueron las prcticas y los agentes que inter-vinieron en esa construccin colectiva.

    1. Primeros rboles (c.1880-1930)

    Hasta 1930 puede comprobarse la existencia de cinco ejemplares de rboles con deno-minacin particular: el pino de San Lorenzo, el omb de la esperanza, el sauce de San Martn y OHiggins, el algarrobo de Pueyrredn y el quebracho de San Martn. La historia del valor cultural del pino de San Lorenzo se remonta a la dcada de 1880, cuando Bartolom Mitre public su Historia de San Martn y de la Emancipacin Sudamericana exaltando los valores e ideales del prcer, muerto en 185011. Es importante recordar que Mitre haba sido presidente de la Nacin entre 1862 y 1868, y que, como escritor e historiador abocado a disear un relato de la historia nacional, conoca las prcticas de proteccin y culto sobre el tilo de Friburgo y el roble de Guernica. Se trataba de rboles cargados de gran poder simblico para la construccin de identidades nacionales en Europa, y ello era sealado por Mitre al resear la importancia del pino, por entonces erigido en el huerto del convento de San Carlos en la localidad de San Lorenzo, provincia de Santa Fe y administrado por la Orden Franciscana.

    En 1880, cuando se iniciaba el camino para la consolidacin del Estado nacional, los restos de San Martn fueron repatriados desde Boulogne-sur-Mer, en Francia, a la Catedral Metropolitana de Buenos Aires. Ante este hecho, el pueblo de San Lorenzo ofrend una coro-na de oro y plata entrelazada con gajos del pino, mientras que las ramas eran utilizadas para adornar el fretro con las cenizas del hroe12: parece ser una primera prctica de preservacin y culto de origen firmemente catlica que asemejaba el pino con las reliquias de los santos. En combinacin con ello, tambin para la ocasin, Mitre volva a escribir sobre el aoso rbol

    11 Los tres volmenes fueron publicados entre 1887 y 1890. Al respecto, Tulio Halpern Donghi, Mitre y la formulacin de una historia nacional para la Argentina, Anuario del IEHS 11 (1996): 57-69. Los relatos construidos sobre San Martn desde 1880 y la bibliografa ocupada del tema, en Beatriz Bragoni, San Martn. De soldado del Rey a hroe de la nacin (Buenos Aires: Sudamericana, 2010), 176-198.

    12 Horacio Enrique Timpanaro, El pino de San Lorenzo, en El pino de San Lorenzo (San Lorenzo, Asociacin Cultural Sanmartiniana de San Lorenzo, 1989), 6.

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    que segn l marcaba el punto de partida de la gran campaa continental liderada por San Martn: en el relato discursivo y en el imaginario popular, el ejemplar quedaba indefec-tiblemente unido al acontecimiento ocurrido en el campo de batalla, en febrero de 181313.

    Las narraciones sobre el rbol continuaron recrendose, y hacia fines del siglo XIX algu-nas de sus ramas circulaban entre manos privadas y vitrinas de museos. En 1896, por ejemplo, un brote fue obsequiado por un vecino de San Lorenzo al jefe del Estado Mayor del Ejrcito, teniente general Pablo Ricchieri, oriundo del mismo pueblo. Y en 1898, un coleccionista ofreci una rama al director del Museo Histrico Nacional, asegurando que era trada desde el convento: afirmaba adems que uno de los gajos era un regalo para Mitre y que tena otro autentificado con la firma del guardin del convento14. Por ese entonces, el Museo Histrico Nacional comenzaba a ser reconocido por los historiadores como lugar de custodia para guar-dar las reliquias de la corta historia del pas15. Los retratos de San Martn se transformaban en objetos preciados del Museo y se divulgaban mediante las publicaciones institucionales dirigidas por Adolfo P. Carranza, pasando a integrar la cultura visual de Argentina e incor-poradas luego al universo escolar16. El escritor Ernesto Quesada consideraba que uno de los objetos ms valiosos del Museo era el sable corvo, que San Martn haba legado a Juan Manuel de Rosas gobernador de la Provincia de Buenos Aires entre 1829-1832 y 1835-1852, y hasta public un estudio sobre las reliquias de San Martn conservadas en la institucin17.

    Hacia los primeros aos del siglo XX, el inters historiogrfico por San Martn promovi medidas de mejoramiento y cuidado en los terrenos que albergaban el pino en San Lorenzo.

    13 El relato de Mitre, reproducido en Enrique Udaondo, rboles histricos de la Repblica Argentina (Buenos Aires: Imprenta Boullosa, 1916), 30-31. Se define el acontecimiento como el mecanismo decisivo y el elemento determinante del proceso histrico; metafricamente hablando, es el factor articulador de lo histrico. Materializa una ruptura y es el inductor del cambio sociohistrico; Julio Arstegui, La historia vivida: sobre la historia del presente (Madrid: Alianza, 2004), 91-101.

    14 Sobre el obsequio a Ricchieri, Pieza 1714. Donacin familia Ricchieri, Archivo del Museo Histrico Provincial de Rosario Dr. Julio Marc (AMHPR-JM), Rosario-Argentina, Fondo Coleccin Ricchieri. Un agradecimiento por este dato a Pablo Montini. Sobre la donacin al Museo, ver Carolina Carman, Los orgenes del Museo Histrico Nacional (Buenos Aires: Prometeo, 2013), 193.

    15 Ernesto Quesada, El Museo Histrico Nacional y su importancia patritica. Con motivo de la inauguracin del nuevo local en Parque Lezama (Buenos Aires: G. Kraft, 1897).

    16 Georgina Gluzman, Imaginar la nacin, ilustrar el futuro. Ilustracin Histrica Argentina e Ilustracin Histrica en la configuracin de una visualidad para la Argentina, en Atrapados por la imagen. Arte y poltica en la cultura impresa argentina, comps., Laura Malosetti Costa y Marcela Gen (Buenos Aires: Edhasa, 2013), 47-73; Laura Malosetti Costa, Verdad o belleza? Pintura, fotografa, memoria, historia, Crtica Cultural 4: 2 (2009): 111-123.

    17 Ernesto Quesada, Las reliquias de San Martn. Estudio sobre las colecciones del Museo Histrico (Buenos Aires: Imprenta Europea de M. A. Rosas, 1901).

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    El Centenario de la Revolucin de Mayo, en 1910, contribuy a la elevacin de la figura de San Martn entre el elenco de prceres fundadores de la nacin, y ello suscit que las ramas del rbol comenzaran a fundirse con los smbolos patrios18. Poco despus, Udaondo recopil la informacin sobre el ejemplar en rboles Histricos de la Repblica Argentina, acompaando la aparicin del libro, y en el marco de las conmemoraciones por el centenario de la batalla que daba nombre al rbol, en 1913 la Sociedad Forestal Argentina (SFA) coloc una placa recor-datoria en un muro cercano al pino consolidando el relato y la decisin de preservar el rbol.

    Mientras continuaba la circulacin de sus ramas, varios retoos comenzaron a ser plantados en otras localidades: el 17 de agosto de 1915, por ejemplo, la SFA conmemor el aniversario del fallecimiento del Gran Capitn auspiciando el acto de reproduccin de su semilla en el Regimiento de Granaderos a Caballo de Buenos Aires19. Casi diez aos des-pus, en una ceremonia similar realizada en los patios del Museo Histrico y Colonial de la Provincia de Buenos Aires, dirigido por Udaondo, se plant un vstago del pino cultivado y donado por el nieto de Mitre20. Tambin, a fines del siglo XIX comenzaron a divulgarse rela-tos sobre el omb de la esperanza, ubicado en terrenos que haban pertenecido a la chacra de Juan Martn de Pueyrredn, en la localidad de San Isidro, Provincia de Buenos Aires. En 1896, el historiador Mariano Pelliza (1837-1902) haba reconstruido lo sucedido bajo su copa argumentando que en 1816 San Martn, Pueyrredn y Toms Guido21 haban jurado all con-sumar la obra de la independencia. En 1913 Udaondo recopil los relatos, y un ao despus, la SFA coloc una placa sealizando el rbol.

    En terrenos cercanos se erigi el algarrobo de Pueyrredn, cuyas primeras referencias databan de principios del siglo XX, cuando algunos escritores aseguraban que en 1818 Pueyrredn y San Martn haban conferenciado bajo el rbol22. En Mendoza, en la locali-dad de El Plumerillo, se encontraba el sauce de San Martn y OHiggins bajo el cual, se

    18 En 1911, un estudiante utiliz una rama del pino para hacer una talla con el escudo nacional obsequiada al general Pablo Ricchieri. Pieza 1715. Donacin familia Ricchieri, en AMHPR-JM, Coleccin Ricchieri.

    19 El regimiento fue recreado por decisin de Ricchieri en 1903 y se le asign el mismo nombre que San Martn le diera al que haba organizado en 1812; desde 1907 tiene asignada la funcin de ser la escolta del Presidente de la Nacin, y las instalaciones de su cuartel fueron declaradas monumento histrico nacional en 1997. Al respecto, ver: Historia del Regimiento, Regimiento de Granaderos a Caballo, .

    20 Mara Elida Blasco, Un museo para la colonia. El Museo Histrico y Colonial de Lujn (1918-1930) (Rosario: Prohistoria, 2011), 134.

    21 Juan Martn de Pueyrredn (1777-1850), hombre clave del perodo revolucionario. Fue Director Supremo de las Provincias Unidas del Ro de la Plata entre 1816 y 1819. Toms Guido (1788-1866), militar, diplomtico y poltico que adhiri a la Revolucin de Mayo de 1810.

    22 Enrique Udaondo, rboles histricos, 50-52.

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    argumentaba, se sentaron a conversar los prceres argentino y chileno: el episodio habra sucedido entre 1814 y 1817, mientras el primero formaba el ejrcito para cruzar la cordi-llera de los Andes. En 1913, Udaondo recopil la historia, y un ao despus, la SFA coloc la respectiva sealizacin.

    La variedad de historias construidas sobre el pasado nacional hizo posible que a media-dos de la dcada de 1910, estos cinco rboles se transformaran en los testigos principales de la ruta seguida por El Libertador. Pero el hroe haba pasado por muchos lugares, y algunos de los rboles que lo habran visto generaban controversias. El quebracho de San Martn, por ejemplo, se alzaba a un costado de la iglesia de la ciudad de San Luis, y, segn el organizador del archivo provincial, era recordado por los lugareos porque en l, algn da, entre 1816 y 1819, San Martn habra atado all su caballo. Hacia 1913 cuando apareci la primera edicin de rboles histricos de la Argentina, estos argumentos eran cuestionados por el ingeniero Felipe S. Velsquez, quien sealaba que el hecho no haba ocurrido23. La controversia podra explicar por qu el quebracho no fue incluido en la edicin de 1916 del libro de Udaondo, pero s en el estudio rboles histricos de San Luis, publicado en el mismo ao por Juan W. Gez.

    2. La proliferacin de rboles (1930-1940)

    Hacia la dcada de 1930, las disputas por apropiarse de la figura de San Martn empe-zaban a ser intensas: mientras la difusin del culto sanmartiniano se acrecentaba en la esfera oficial promovida por el gobierno de Agustn P. Justo (1932-1938), el emergente revisionismo histrico que cuestionaba el relato consagrado buscaba asociarlo a la figura de Rosas24. En este contexto de exaltacin sanmartiniana se cre el Instituto Nacional Sanmartiniano, se publica-ron las obras Historia del Libertador General Don Jos de San Martn (1932), de Jos Pacfico Otero, y El Santo de la Espada, de Ricardo Rojas (1933)25, y se sancion la Ley 11.866 mediante la cual se cre laFundacinSan Martn, destinada a honrar su memoria. Tambin comenzaron a adop-tar reconocimiento pblico nuevos rboles tenidos por testigos de hechos relevantes en la

    23 Carta de Velsquez a Udaondo, San Luis, 11 de agosto de 1913, en Archivo de la Academia Nacional de la Historia (AANH), Buenos Aires-Argentina, Fondo Enrique Udaondo, caja 55, ff.29-32.

    24 La cuestin fue suficientemente analizada en Diana Quattrocchi-Woisson, Los males de la memoria: historia y poltica en la Argentina (Buenos Aires: Emec, 1995), y Alejandro Cattaruzza, Descifrando pasados: debates y representaciones de la historia nacional, en Nueva Historia Argentina. Crisis econmica, avance del Estado e incertidumbre poltica (1930-1943), t. 7, dir., Alejandro Cattaruzza (Buenos Aires: Sudamericana, 2001), 429-476.

    25 Eduardo Hourcade, Ricardo Rojas hagigrafo (A propsito de El Santo de la Espada), Estudios Sociales VIII: 15 (1998): 71-89.

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    vida de San Martn. En 1935, el general Francisco Medina, integrante de la Sociedad Amigos del rbol, sugera revisar rboles histricos de la Argentina para incluir en futuras ediciones nue-vos ejemplares arbreos distinguidos por haber dado sombra a San Martn. Era el caso del algarrobo de La Ramada, en la estancia de Tucumn, donde San Martn habra ido a recu-perar su salud en 1814, y del nogal de Saldn, ubicado en una estancia de Crdoba, donde se habra alojado San Martn en junio del mismo ao26.

    Ambos acontecimientos haban sido descriptos por Rojas en El Santo de la Espada. Respecto al primero, el escritor narraba: la casa constaba de varios aposentos con galeras de horcones, y desde sta poda verse la montaa. Junto al edificio alzbase un gigantesco algarrobo que se conserva an y a cuya sombra descans el enfermo27. Sobre el nogal de Saldn, deca:

    [] en el sitio en el que el camino de Cosqun corta el arroyo Saldn, lzase una ba-

    rranca en donde est edificada la casa del fundo que hosped a San Martn, junto a un

    nogal centenario que todava se conserva [] Desde aquel rbol a cuya sombra muchas

    veces el husped medit en su destino, se ve hacia un lado la montaa oscura y hacia el

    otro un amplsimo horizonte azul28.

    No es extrao que Medina reclamara la inclusin de estos dos rboles sumando Tucumn y Crdoba al conjunto de provincias que ya contaban con ejemplares de rboles relacionados con San Martn. Sin embargo, para la dcada de 1930, la de Mendoza condensaba todos los elementos para ser percibida como el espacio en donde la naturaleza se transformaba en pa-tria: las montaas majestuosas se entrecruzaban con la gesta sanmartiniana fundadora de la Repblica y de la Amrica independiente29. Por esa poca, el artista cataln Fidel Roig Matns inici su ciclo de pinturas documentales sobre las rutas utilizadas en 1817 para la travesa de los Andes como parte de las guerras de independencia hispanoamericanas30. Y en este marco comenz a obtener visibilidad el manzano de San Martn, en la localidad de Tunuyn, bajo el cual, se argumentaba, haba pasado la noche el Libertador a mediados de enero de 1823,

    26 Carta de Ruiz Moreno a Udaondo, Buenos Aires, 4 de enero de 1935, AANH, Enrique Udaondo, caja 54, f.20.

    27 Ricardo Rojas, El Santo de la Espada. Vida de San Martn (Buenos Aires: Losada, 1950), 87.

    28 Ricardo Rojas, El Santo, 92

    29 Graciela Silvestri, El lugar comn, 331-406.

    30 Entre 1930 y 1938 retrat el Paso de Uspallata; entre 1938 y 1944, el Paso del Portillo, y entre 1945 y 1952, el Paso de Los Patos. Sobre el pintor y su obra, ver: Mariana Guzzante, Roig Matns: Cuyo como nadie lo pint, Los Andes on line, ; Sobre Fidel Roig Matns, el pintor de Los Andes, Grupo MAGMA Blog Oficial, .

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    Hist. Crit. No. 56, Bogot, abril junio 2015, 240 pp. ISSN 0121-1617 pp 37-60

    cuando volva de Chile a Mendoza por el paso de El Portillo. El 7 de febrero de 1938, el rbol fue declarado monumento histrico por el gobierno mendocino, y pronto se construy en el lugar una hostera turstica promocionada por el Automvil Club Argentino (ACA).

    Hasta 1938, eran ocho los rboles sanmartinianos, y tanto la recopilacin de historias como las prcticas tendientes a conservarlos haban sido impulsadas por agentes con alguna aficin por la historia, vinculados de manera directa o indirecta con la actividad poltica o el funcionamiento de las reparticiones pblicas. Por otro lado, los argumentos respecto a la valoracin histrica de los rboles haban generado cierto consenso entre algunas asociaciones civiles interesadas por motivos diversos en la preservacin de la naturaleza y el fomento del turismo: la SFA, primero, y la Sociedad Amigos del rbol y el ACA, despus, lucharon por sealizar los rboles evitando su deterioro. Pero debe recordarse que slo el gobierno de la provincia de Mendoza haba profun-dizado sus acciones declarando monumento histrico al manzano de Tunuyn.

    A principios de 1938, una nueva entidad estatal, ahora con jurisdiccin nacional, comenz a involucrarse tambin en la prctica de sealizacin y culto a los rboles relacionados con algn episodio histrico, lo que inclua tambin los ejemplares vinculados a San Martn: en abril de 1938, un decreto del presidente Roberto M. Ortiz (1938-1940) estableci un cuerpo colegiado de funcionarios pblicos destacados en el conocimiento y estudio de la historia patria para actuar de forma sistemtica y unificada en la supervisin de museos, ereccin de monumen-tos y proteccin de sitios de inters histrico. Ello dio origen a la CNMyMH, dependiente del Ministerio de Justicia e Instruccin Pblica de la Nacin y puesta bajo la direccin del historia-dor Ricardo Levene, mximo referente dentro del mbito historiogrfico, educativo y cultural31.

    La CNMyMH auspici algunas de las prcticas de proteccin y sealizacin de los rboles gestadas en aos anteriores. Pero para los historiadores, la delimitacin de tareas era clara: ellos se ocuparan de los rboles relacionados ntimamente con algn episodio histrico, mientras que los otros deberan ser recordados por la Sociedad Amigos del rbol u otra similar destinada al fomento de la arboricultura32. Actuando en consecuencia, una de las

    31 Sobre Levene, Diana Quattrocchi-Woisson, Los males, 141-162; Alejandro Cattaruzza, Descifrando pasados, 442-451; Martha Rodrguez, Cultura y educacin bajo el primer peronismo: el derrotero acadmico institucional de Ricardo Levene, en La historiografa rioplatense en la posguerra, comps., Nora Pagano y Martha Rodrguez (Buenos Aires: La Colmena, 2001), 39-65, y Fernando Devoto y Nora Pagano, Historia de la historiografa (Buenos Aires: Sudamericana, 2009), 139-200. Pormenores de la organizacin de la CNMyMH en: Mara Elida Blasco, De objetos a patrimonio moral de la nacin: prcticas asociadas al funcionamiento de los museos histricos en la Argentina de las dcadas de 1920 y 1930, Nuevo Mundo Mundos Nuevo Debates (2012): s/p. [En lnea] .

    32 Comisin Nacional de Museos y Monumentos Histricos, Actas. Sesin del 22 de diciembre de 1941, Boletn de la Comisin Nacional de Museos y Monumentos Histricos 4 (1942): 787.

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    primeras acciones tuvo lugar en 1939, cuando, de acuerdo con lo solicitado por la Comisin Pro Camino a Chile por El Portillo, constituida en el marco del recorrido por la Cordillera realizado por Roig Matns, la CNMyMH, debi gestionar la proteccin del manzano de Tunuyn ante el gobierno de la provincia de Mendoza33.

    En marzo de 1941, la CNMyMH comenz a recibir informacin sobre lugares histricos del interior del pas recopilada por sus delegados provinciales. Adems del manzano, en el releva-miento realizado por el delegado de Mendoza, se mencionaban las casas de San Martn en la Hacienda de los Barriales, donde se encontraba el olivo de San Martn supuestamente plantado por el prcer34. Poco despus, el mismo delegado solicit declarar lugar histrico al sitio donde se eriga el olivo pero la solicitud fue denegada por cuestin de espacio: Levene argument que habindose ya completado la lista de monumentos y lugares histricos de Cuyo, se deba proceder con criterio restrictivo35. Como se observa, las solicitudes tenan que ver con la declaracin de lugar o monumento al sitio donde se eriga el rbol, y no al rbol en s mismo.

    Con el mismo criterio, en agosto de 1941, dos integrantes de la CNMyMH propusieron decla-rar lugar histrico al sitio conocido como nogal de San Martn, en la provincia de Crdoba. Es importante recordar que Ricardo Rojas haba mencionado el rbol en El Santo de la Espada y que en 1935 uno de los miembros de la Sociedad Amigos del rbol sugera agregarlo a futuras ediciones del libro de Udaondo. Ahora se solicitara al Gobierno la declaracin de lugar histrico al sitio donde se eriga, para lo cual era necesario una inspeccin ocular del terreno. En efecto, en septiembre de 1941, Levene expuso a sus colegas que en su viaje a la provincia haba visitado el paraje: segn sus palabras, aunque el rbol y la casa no alcanzaban la categora de monumento, bien podra declararse lugar histrico, lo que fue aceptado dos meses despus36. En 1942 llegara el turno al otro de los rboles mencionados por Rojas, el algarrobo de La Ramada, cuando el diputado por Tucumn y propietario de la estancia donde se eriga pidi adhesin a la CNMyMH para su proyecto de resguardarlo, junto a la antigua casa, y esta entidad lo consider pertinente37.

    33 Comisin Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Histricos, Actas. Sesin del 4 de julio de 1939, Boletn de la Comisin Nacional de Museos y Monumentos Histricos 2 (1940): 440.

    34 Fernando Morales Guiaz, Lugares histricos de Mendoza, Boletn de la Comisin Nacional de Museos y Monumentos Histricos 3 (1941): 173.

    35 Comisin Nacional de Museos y Monumentos Histricos, Actas. Sesin del 1 de septiembre de 1941, Boletn de la Comisin Nacional de Museos y Monumentos Histricos 4 (1942): 745-746; Oscar Andrs De Masi, rboles Histricos Nacionales, 44.

    36 Comisin Nacional de Museos y Monumentos Histricos, Actas, Boletn de la Comisin Nacional de Museos y Monumentos Histricos 4 (1942): 726, 733, 739-740, 768.

    37 Comisin Nacional de Museos y Monumentos Histricos, Actas. Sesin del 14 de septiembre y 15 de octubre de 1942, Boletn de la Comisin Nacional de Museos y Monumentos Histricos 5 (1943): 556 y 584.

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    Las acciones promovidas por la CNMyMH, en lo que respecta a la organizacin de actos patriticos y conmemorativos, fueron sistematizndose a medida que se afianzaba su organizacin institucional. Una de las primeras celebraciones en la sede de la institucin el edificio donde haba funcionado el Cabildo de Buenos Aires fue el 17 de agosto de 1941, cuando se planta-ron retoos de rboles relacionados con la figura sanmartiniana, que se trataba del pino de San Lorenzo, del nogal de Saldn y del omb de la esperanza. Al parecer, para reforzar el carcter simblico, el propio Levene empu la pala y dio comienzo a la operacin de plantado. Tambin, propuesta por Levene, se impuls la idea de construir un parque en San Lorenzo, en el lugar donde se haba librado la batalla. En un contexto de proliferacin de parques nacionales y provinciales impulsados por diferentes reparticiones pblicas para dinamizar el turismo, la pro-puesta fue solicitada al Ministerio de Agricultura de la Nacin y recogida por la prensa38.

    Volviendo a la coleccin de rboles, hacia 1940 los ejemplares eran diez. A su vez, algunos de ellos se multiplicaban como retoos, plantados en otras ciudades imitando lo sucedido con el pino de San Lorenzo. Otros se resistan a la muerte, como obra de un verdadero milagro sanmartiniano. Por ejemplo, era el caso del omb de la esperanza, que, segn relatos de vecinos de San Isidro, al comenzar la dcada de los aos 1940, enferm. Un ingeniero agrnomo intent salvarlo hasta que una tormenta le quit la vida. La municipalidad plant en ese lugar otro omb, y los troncos del original fueron arrojados como restos de poda a un terreno cercano. Pero, segn se cree, ante el asombro de la gente, el omb que pareca muerto cobr vida al crecer solo, sin ningn cuidado, solamente con la ayuda de Dios, pues ni siquiera haba sido plantado39.

    El conjunto de rboles se diversificaba al calor de una atmsfera crecientemente naciona-lista. El 17 de agosto de 1943, los capellanes militares y oficiales del Ejrcito coincidieron en celebrar a un San Martn eminentemente catlico40. Luego, algunos de los representantes del gobierno de facto, encabezado por el general Pablo P. Ramrez41, asistieron a una ceremonia en el Museo Histrico Nacional, junto al Arzobispo de Buenos Aires. En ella, y en nombre del PEN, el ministro Elbio Anaya disert enfatizando el carcter militar del Gran Capitn,

    38 Sobre la celebracin del 17 de agosto y la iniciativa del parque en San Lorenzo, ver Oscar Andrs De Masi, rboles Histricos Nacionales, 18 y 47. Sobre la instalacin de parques provinciales, ver Mara Elida Blasco, Museografa y recreacin de la historia: la formacin del Museo Pampeano y Parque Los Libres del Sur (Chascoms, 1939-1943), Corpus. Archivos virtuales de la Alteridad Americana 3: 1 (2013): 1-18.

    39 Debieron podar a retoo del omb de la Esperanza, San Isidro/prensa, .

    40 Loris Zanatta, Pern y el mito de la nacin catlica. Iglesia y Ejrcito en los orgenes del peronismo (1943-1946) (Buenos Aires: Sudamericana, 1999), 72.

    41 El 4 de junio de 1943, un movimiento militar derroc al presidente Ramn Castillo. Las Fuerzas Armadas denominaron el Golpe de Estado como una revolucin.

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    mientras honraba su uniforme de soldado de la Patria42. Era evidente que el Ejrcito que acababa de tomar a su cargo el destino del pas pasara a administrar tambin el culto a San Martn con acuerdo de los historiadores.

    Por estos aos comenzaba a adquirir visibilidad el iba-poy o higuern de San Martn en la ciudad de Yapey, Provincia de Corrientes, bajo el cual, argumentaban los lugareos, haba jugado de nio El Libertador. La tesis fue confirmada por un ingeniero agrnomo, quien le atribuy al higuern una edad superior a los cuatrocientos aos43. El rbol comenz su puesta en valor en 1944, cuando la CNMyMH solicit al PEN la declaracin de lugar histrico al pueblo de Yapey, por ser la cuna de San Martn: era la primera vez que la entidad solicitaba que una ciudad o un pueblo fuera designado lugar histrico. Junto al pedido, tambin recomendaban la construccin de un alojamiento para guarecer a los turistas y una mejora en la red de acceso al pue-blo. Respecto al higuern, sugeran colocar en un lugar adecuado y prximo al rbol una placa explicativa sobre su valor histrico, aunque se tenan dudas respecto a cul era el higuern que deba sealizarse: si el que se encontraba en la plaza o el que se levantaba prximo al templete44. Poco despus, la incertidumbre comenz a dilucidarse, en el intento de dar solucin a cuestiones prcticas sobre la ubicacin de la cartelera, por lo que en el Boletn de la CNMyMH, el delegado por la Provincia de Corrientes public una nota sobre Yapey dando a conocer los trabajos de restauracin realizados en el pueblo. All mencionaba los rboles conservados citando entre ellos al frondoso higuern, que situaba sin atisbo de duda en el centro de la plaza45.

    3. Las declaratorias de los rboles y el ao sanmartiniano

    En agosto de 1944, el Instituto Sanmartiniano pas a depender del Ministerio de Guerra, y la ceremonia de oficializacin del nuevo estatus cont con la presencia del presidente, ge-neral Edelmiro Farrell (1944-1946), y del vicepresidente, coronel Juan D. Pern. Pocos meses

    42 Comisin Nacional de Museos y Monumentos Histricos, Homenaje a San Martn, Boletn de la Comisin Nacional de Museos y Monumentos Histricos 6 (1944): 323-326.

    43 Lucas A. Tortorelli, Un rbol histrico. El Iba-poy o higuern de San Martn, SAARA 1 (1943): 15. Puede presumirse que el higuern adquiri relevancia hacia 1940, cuando se conoci la iniciativa de la Direccin General de Arquitectura de la Nacin de crear un parque en Yapey, en torno a la casa natal de San Martn. La propuesta haba sido aprobada por la CNMyMH, quien haba sugerido el carcter indgena del parque. Oscar Andrs De Masi, rboles Histricos Nacionales, 46.

    44 Comisin Nacional de Museos y Monumentos Histricos, Actas. Sesin del 4 de septiembre de 1944, Boletn de la Comisin Nacional de Museos y Monumentos Histricos 7 (1945): 551 y 564.

    45 Francisco Manzi, Yapey y un poco de historia, Boletn de la Comisin Nacional de Museos y Monumentos Histricos 8 (1946): 133.

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    despus, un decreto del PEN estableci que la administracin del capital de la Fundacin San Martn, creada en 1934, quedara a cargo de la CNMyMH46, pero el acercamiento entre los historiadores y el gabinete de Farrell se profundiz hacia mediados de 1945. Ante la solicitud de un particular, en mayo de ese ao Levene pidi al ahora ministro de Guerra, Juan D. Pern, la colocacin de una verja para proteger el omb de Caseros, bajo el cual, se argumentaba, Rosas haba redactado su renuncia a la Gobernacin de Buenos Aires, el 3 de febrero de 1852, luego de ser derrotado por el ejrcito liderado por Justo Jos de Urquiza. En junio, Pern respondi favorablemente al pedido pero el expediente fue derivado a la Aeronutica, que por ese entonces elaboraba un proyecto de construccin de pistas de aterrizaje en Caseros y consideraba que el omb estorbaba el emprendimiento. Ante la decisin de derribar el rbol, la CNMyMH solicit al PEN la declaratoria como rboles histricos del omb y del clebre pino de San Lorenzo, que dotaba de legitimidad al pedido47. La estrategia burocrtica fue aceptada y deriv en el decreto firmado por Farrell el 30 de enero de 1946. Era la primera vez que la CNMyMH solicitaba que un rbol vinculado a San Martn fuera declarado bien histrico, pero ello resultaba, a su vez, de prcticas previas: en 1940 se haba declarado mo-numento histrico al convento de San Carlos, donde se eriga el pino, y lugar histrico al campo de batalla de San Lorenzo48.

    Aun as, el omb de Caseros y el pino de San Lorenzo no dejaban de tener alto grado de connotacin poltica, ya que eran consagrados como rboles histricos en el contexto de una campaa electoral intensa y decisiva, y en la cual las referencias al pasado eran insistentes. Debe recordarse que en febrero de 1946, los referentes de la Unin Democrtica celebraban un nuevo aniversario de la batalla de Caseros comparando el rgimen nazi-peronista con el despotismo de Rosas49. El acercamiento entre Levene y los funcionarios del Gobierno dur poco ms de un ao; con la asuncin de Pern a la Presidencia de la Nacin en junio de 1946 y el comienzo de las disputas en torno al campo cultural, Levene y los dems integrantes de la CNMyMH renunciaron a sus cargos.

    46 Ricardo Levene, Memoria correspondiente al ao 1944, Boletn de la Comisin Nacional de Museos y Monumentos Histricos 7 (1945): 7. Comisin Nacional de Museos y Monumentos Histricos, Actas. Sesin del 7 de noviembre de 1944, Boletn de la Comisin Nacional de Museos y Monumentos Histricos 7 (1945): 571.

    47 Ricardo Levene, Memoria correspondiente al ao 1945, Boletn de la Comisin Nacional de Museos y Monumentos Histricos 8 (1946): 28-29. Comisin Nacional de Museos y Monumentos Histricos, Seccin monumentos y Lugares Histricos, Boletn de la Comisin Nacional de Museos y Monumentos Histricos 8 (1946): 440-446.

    48 Comisin Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Histricos, El convento de San Carlos, en San Lorenzo declarado monumento nacional, Boletn de la Comisin Nacional de Museos y Monumentos Histricos 3 (1941): 459-461.

    49 Diana Quattrocchi-Woisson, Los males, 233-239.

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    En este marco, el 4 de julio, el PEN emiti un decreto que, recogiendo las solicitudes previas de Levene, reconoca seis nuevos rboles histricos. De ellos, tres estaban direc-tamente vinculados a San Martn: el sauce de San Martn y OHiggins y el algarrobo de Pueyrredn en Buenos Aires y el nogal de Saldn en Crdoba50. El decreto daba cumplimiento al artculo cuarto de la Ley 12.665, sancionada en septiembre de 1940, referida al registro de bienes histricos e histricos-artsticos dentro de la jurisdiccin nacional, y autorizaba a la CNMyMH a acordar con los propietarios de los terrenos don-de se ubicaban, el modo de asegurar su conservacin51. En sntesis, la decisin del PEN no haca ms que legitimar iniciativas previas surgidas desde el seno de la CNMyMH; aunque la ley no mencionaba concretamente los rboles, el decreto los consideraba bie-nes histricos y daba autonoma a los miembros de la entidad para adoptar medidas de preservacin sobre ellos.

    Sin embargo, que, a slo un mes de asumir la Presidencia, Pern y sus funcionarios se hayan ocupado de los rboles vinculados a San Martn constituye un dato significativo, ya que algunos estudios advierten que durante los primeros aos Pern evit mezclar el pasado con el presente y que recin hacia 1950 comenz a revertir esa prctica52. Otro dato tampoco menor, es que en agosto de 1946, a slo un mes de las declaratorias, se haya inaugurado en el barrio de Palermo de Buenos Aires la reproduccin de la casa de Gran Bourg que San Martn haba ocupado en las afueras de Pars hasta 1848 como sede del Instituto Nacional Sanmartiniano. Segn algunas versiones, un trozo del leo seco del manzano de Tunuyn de Mendoza haba sido recolectado por los miembros del Instituto para exhibirlo en la nueva sede53.

    Durante 1947, la CNMyMH permaneci desintegrada, a cargo del capitn de Fragata Jacinto R. Yaben y del director interino, Anbal F. Imbert. A pesar de ello, se realiz un en-sayo de censo, y se encomend a los intendentes y comisionados municipales informacin sobre la existencia de edificios, lugares, sepulcros e, incluso, rboles de reconocido valor

    50 Anbal F. Imbert, Memoria correspondiente al ao 1946, Boletn de la Comisin Nacional de Museos y Monumentos Histricos 9 (1947): 7-8 y 11-12. Comisin Nacional de Museos y Monumentos Histricos, Seccin monumentos, lugares, sepulcros y rboles histricos, Boletn de la Comisin Nacional de Museos y Monumentos Histricos 9 (1947): 303-306.

    51 Comisin Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Histricos, Ley N 12.665 sobre Museos, Monumentos, Lugares y Documentos Histricos y sus antecedentes, Boletn de la Comisin Nacional de Museos y Monumentos Histricos 3 (1941): 274-275.

    52 Diana Quattrocchi-Woisson, Los males, 303.

    53 Augusto Marc del Pont, El rbol en la vida del Libertador. Homenaje del autor (Buenos Aires: Talleres Grficos CESA, 1951), 75.

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    histrico54. Estas prcticas, sumadas al sealamiento de ejemplares histricos realizado en aos anteriores y a las declaratorias dictadas por el PEN en 1946, dieron el marco para que los rboles se constituyeran finalmente en coleccin. El intento corri por cuenta del teniente coronel Lenidas Juan Montaa, quien en octubre de 1947 public un artculo en la Revista Militar dedicado a recopilar los rboles histricos que recordaban la vida de San Martn55. El hecho de que se publicara en la Revista Militar no puede pasar desapercibido, ya que desde la dcada de 1930 la cultura sanmartiniana haba echado races profundas en la tradicin militar. La lista de rboles de Montaa comenzaba por los ejemplares ms conocidos, pero agregaba dos nuevos: la higuera de batn, de Tejada, recordada por haber provisto de hi-gos al general San Martn, y la parra de batn, de Tejada, de la cual habra extrado uvas mientras preparaba su ejrcito para el cruce de los Andes. En total, eran trece los ejemplares de rboles vinculados al Padre de la Patria.

    Al diseo de esta prolfica coleccin de rboles histricos originales deben aadirse otras prcticas destinadas a reproducirlos y perpetuar su imagen. La figura del manzano de Tunuyn cobr visibilidad luego de 1943, cuando Roig Matns public el estudio que reconstrua su trabajo en la Cordillera de los Andes y explicaba los detalles de la produccin de las obras, incluido el cuadro que retrataba al famoso rbol56. En diciembre de 1944, la CNMyMH consider que, por su valor artstico y documental, los cuadros podran ser adqui-ridos por el Estado57, mientras que las imgenes comenzaron a ser reconocidas por gran parte de los argentinos al ilustrar el almanaque calendario de 1945 de la empresa estatal Yacimientos Petrolferos Fiscales. La reproduccin de hijuelos y vstagos de los rboles histricos origina-les y su traslado a otras ciudades del pas comenzaron a tornarse masivos desde finales de la dcada de 1940. Pero tambin fueron puestas en marcha otras prcticas de perpetuacin por los miembros de la Sociedad Amigos del rbol de la Repblica Argentina (SAARA).

    En diciembre de 1948, su presidente solicit al director de Industrias y Fomento Agropecuario de Mendoza que le remitiera un trozo de rama del manzano de Tunuyn58.

    54 Anbal F. Imbert, Memoria correspondiente al ao 1947, Boletn de la Comisin Nacional de Museos y Monumentos Histricos 10 (1948): 23.

    55 Lenidas Juan Montaa, Arboles histricos que nos recuerdan hechos de la vida del General San Martn, Revista Militar 88 (1947): 1415-1418.

    56 Fidel Roig Matns, Glosas sanmartinianas. Segundo ciclo pictrico 1939-1943 (Mendoza: Best Hermanos, 1943).

    57 Comisin Nacional de Museos y Monumentos Histricos, Actas. Sesin del 9 de octubre de 1944, Boletn de la Comisin Nacional de Museos y Monumentos Histricos 7 (1945): 592.

    58 Carta de Ruiz Moreno a Enrique Udaondo, el 9 de mayo y el 22 de agosto de 1950, en AANH, Enrique Udaondo, caja 54, facs. 127 y 130.

  • 54 El devenir de los rboles: ejemplares histricos vinculados a Jos de San Martn (siglos XIX y XX)

    Historia Critica No. 56, Bogot, abril junio 2015, 240 pp. ISSN 0121-1617 pp 37-60

    La madera, acompaada de una nota de certificacin que atestiguaba procedencia y auten-ticidad, lleg a Buenos Aires en momentos en que se ideaban los actos recordatorios por celebrarse en agosto del ao siguiente, cuando se cumplira el centenario de la muerte del Gran Capitn. En este marco, el objeto por ser resguardado pas a transformarse en poten-cial materia prima para construir un recuerdo histrico, tal como lo haba sido la madera del pino de San Lorenzo a principios de siglo. As, pues, para mayo de 1950, la comisin di-rectiva de la SAARA haba decidido utilizar parte del tronco del manzano para la confeccin de una medalla para sus socios. El anverso del distintivo llevaba el emblema de la entidad en metal, y en el reverso estaban consignados la procedencia de la madera y el nombre del posee-dor. Las medallas estuvieron listas en agosto de 1950, justo para las celebraciones oficiales por el centenario de la muerte de San Martn.

    Los imponentes homenajes impulsados por el gobierno de Pern para celebrar El ao del Libertador incluyeron la participacin de infinidad de instituciones, y uno de los grandes eventos que marc su finalizacin fue el Congreso de Historia del General San Martn, realizado en diciembre en Mendoza. El congreso, al que asisti el presidente Pern, marc un punto de inflexin en la historiografa, dado que, mientras la Academia Nacional de la Historia y su presidente Levene fueron marginados de las celebraciones, la trada San Martn-Rosas-Pern comenzaba a ser aceptada de manera explcita por buena parte de los historiadores definidos como revisionistas59. A tono con los homenajes, el teniente coronel Augusto Marc del Pont decidi hacer un modesto aporte al movi-miento de evocacin sanmartiniana recopilando las historias de los ejemplares arbreos vinculados al Padre de la Patria. El escrito era similar al de su colega Juan Montaa, pero se limit a describir lo que su autor haba visto recorriendo las zonas geogrficas vinculadas a su hroe, y agreg un nuevo ejemplar arbreo: las palmeras de Yapey, visitadas en 1936, donde, segn la tradicin, haba jugado el nio San Martn60. Ahora eran catorce los ejemplares reconocidos como sanmartinianos, y en el marco de los ho-menajes, no dejaban de aparecer nuevos: era el caso del omb de San Martn en San Antonio de Areco, donde, segn la tradicin oral, habra descansado San Martn al marchar hacia San Lorenzo en diciembre de 181261.

    59 Diana Quattrocchi-Woisson, Los males, 292-309.

    60 Augusto Marc del Pont, El rbol, 15-26.

    61 Oscar Andrs De Masi, rboles Histricos Nacionales, 57.

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    Hist. Crit. No. 56, Bogot, abril junio 2015, 240 pp. ISSN 0121-1617 pp 37-60

    Conclusin

    La reconstruccin de las prcticas de identificacin y preservacin sobre los rboles sanmartinianos permiti explorar una parte de la infraestructura material de produccin de discursos simblicos en la Argentina de la primera mitad del siglo XX, sealando los momentos significativos de emergencia y resignificacin. En un contexto de consolidacin del Estado nacional donde era evidente la necesidad de enraizar el sentido de identidad, diversos actores de la sociedad civil se preocuparon por construir, afirmar y legitimar un relato histrico, en donde la figura de San Martn ocup un lugar preponderante en el pan-ten de prceres nacionales. Los primeros discursos historiogrficos que destacaban como acontecimiento trascendental los sucesos ocurridos en San Lorenzo fueron elaborados por Mitre entre 1870 y 1880.

    Pero las prcticas de conservacin, multiplicacin y culto sobre el pino promovidas por los frailes del convento de San Carlos y agentes sin vinculacin directa con el mbito histo-riogrfico permiten observar de qu modo los escritos de Mitre podran haber operado sobre prcticas de carcter religioso aceptadas por gran parte de la sociedad de fines del siglo XIX. En el marco de una cultura histrica maleable, que exceda la cultura letrada62, los rboles pasaron a ser concebidos como reliquias que acompaaban la ritualidad sobre un hroe muerto en un pasado bastante reciente: se debe recordar que en 1880 haban transcurrido slo sesenta aos de la batalla de San Lorenzo y treinta de la muerte de San Martn. Y ha-cia 1910, en el marco de las celebraciones por el centenario del acontecimiento considerado fundador de la nacin argentina, el imaginario respecto a la centralidad de la actuacin del hroe se acentu adquiriendo materialidad en los rboles, que ahora no slo rememoraban acontecimientos, sino todo tipo de sucesos vinculados a la presencia de San Martn en el territorio nacional.

    Durante la dcada de 1930, la produccin de discursos simblicos sobre San Martn se acentu, modelados ahora desde el Estado, que haca suyas y encauzaba iniciativas que ha-ban emergido de la sociedad civil. Como se ha visto, se trata de un aspecto central de estas prcticas, en cuyo desarrollo la accin estatal no fue siempre la primera, pero result decisiva para su reproduccin ampliada y firme inscripcin en el imaginario social. Parece evidente que las autoridades estatales fueron sensibles al xito y a la aceptacin social que estaban ge-nerando estas prcticas y representaciones, y terminaron por incluirlas dentro del repertorio

    62 Sobre la ritualidad patritica promovida desde fines del siglo XIX, ver: Lilia Ana Bertoni, Patriotas, cosmopolitas y nacionalistas. La construccin de la nacionalidad argentina a fines del siglo XIX (Buenos Aires: FCE, 2001).

  • 56 El devenir de los rboles: ejemplares histricos vinculados a Jos de San Martn (siglos XIX y XX)

    Historia Critica No. 56, Bogot, abril junio 2015, 240 pp. ISSN 0121-1617 pp 37-60

    de acciones simblicas que el mismo Estado pasaba a desplegar. Y se entienden las razones para que as haya sido, puesto que, como ha sostenido Pierre Bourdieu, para comprender ver-daderamente el poder del Estado es preciso atender a lo que tiene de ms especfico: la forma particular de eficacia simblica que ejerce. Si se acepta que todas las relaciones de fuerza son al mismo tiempo relaciones simblicas y que los actos de sumisin y obediencia son tambin actos que ponen en marcha estructuras cognitivas, el Estado pas a estar en condiciones de imponerlas e inculcarlas constituyendo un acuerdo tcito, pre-reflexivo, inmediato, sobre el sentido del mundo, en el que se asienta la experiencia del mundo como mundo del sentido comn63. En esas condiciones, el Estado les fue imponiendo un marco a esas prcticas, a fin de inculcar formas y categoras especficas de percepcin, de entendimiento o de memoria.

    De esta manera, se fue reformulando un imaginario social, en el cual adquiri enor-me centralidad la afirmacin de la unidad territorial de Argentina, y uno de sus recursos fue enfatizar que haba sido transitada y, por lo tanto, construida por San Martn. Los rboles, entonces, venan a ser una materializacin de la exaltacin sanmartiniana que proliferaba en ciudades y pueblos diversos del pas: era una idea de patria sostenida por la figura del hroe y transfigurada en el liderazgo poltico de Justo. Ellos marcaban y se-alizaban el territorio y el imaginario nacionales, transmutando la omnipresencia de San Martn en el Estado. Los rboles sanmartinianos, surgidos durante el siglo XIX como afirmacin identitaria, hacia la dcada de 1940 estaban adquiriendo nuevos significados al ser utilizados con fines polticos: a travs de la resignificacin de prcticas previas, la identificacin de Pern como el gran conductor de la Nacin dotaba a los ejemplares de otra carga simblica, de seas de identidad y rasgos especficos que an en la actualidad distinguen a Argentina de los pases vecinos.

    Si, como ha sostenido Baczko, una de las aspiraciones de accin estatal al intervenir activamente en los imaginarios sociales es organizar y dominar el tiempo colectivo sobre el plano simblico, podra pensarse que estas acciones destinadas a marcar simblica-mente el territorio tendran una funcin en parte anloga. De este modo, el territorio y la naturaleza habran de convertirse en parte central de la simbologa nacionalista, un rasgo que parece haber sido particularmente empleado en la experiencia argentina de construc-cin de un imaginario nacional64.

    63 Pierre Bourdieu, Razones prcticas. Sobre la teora de la accin (Barcelona: Anagrama, 1997), 115-117.

    64 Luis A. Romero, coord., La Argentina en la escuela. La idea de nacin en los textos escolares (Buenos Aires: Siglo XXI, 2004).

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    Hist. Crit. No. 56, Bogot, abril junio 2015, 240 pp. ISSN 0121-1617 pp 37-60

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