el desvanecimiento del saber en el no-saber
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La experiencia interior se resiste a ser un texto filosófico coherentemente ordenado, más bien sedeja llevar como un movimiento. Se aleja, por tanto, de la filosofía en la medida en que es loopuesto al proyecto, como orden del discurso. Sin embargo, retorna, porque no podría tener lugar enninguna otra parte que un suelo filosófico. Es entonces un proyecto de la negación del proyecto.Todo se monta sobre la paradoja, lo que se puede explicar no es más que la negación, y el intento defranquear el límite de lo posible es constante.TRANSCRIPT
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Escuela de filosofa - ffyh unc Bataille: filosofa, arte y literaturaDr. Silvio Mattoni, Lic. Emilio Garbinomagdalena crdoba
El desvanecimiento del saber en el no-saber- El embrin nietzscheano de la experiencia interior -
La experiencia interior se resiste a ser un texto filosfico coherentemente ordenado, ms bien se
deja llevar como un movimiento. Se aleja, por tanto, de la filosofa en la medida en que es lo
opuesto al proyecto, como orden del discurso. Sin embargo, retorna, porque no podra tener lugar en
ninguna otra parte que un suelo filosfico. Es entonces un proyecto de la negacin del proyecto.
Todo se monta sobre la paradoja, lo que se puede explicar no es ms que la negacin, y el intento de
franquear el lmite de lo posible es constante.
Un primer acercamiento conceptual nos conduce inmediatamente a un juego de binomios entre lo
real y lo aparente. Donde pareciera que lo aparente est representado por el mundo ordinario y lo
real se encuentra en este juego indecible que es el oscuro no-proyecto de la experiencia interior. No
obstante, a medida que se avanza, aparece una serie de complejidades entretejidas que disuelven las
dicotomas ms obvias. Una aproximacin burda nos lleva a pensar la experiencia interior como una
especie de meditacin profunda y mstica1 (adjetivo tan poco querido por Bataille), que nos permite
ponernos en contacto con la verdad, el ser, la esencia, el fundamento, etc. Sin embargo, la
experiencia interior es mucho ms una filigrana destructora de las filosofas de la cosa-en-s que una
intensa meditacin en su bsqueda.
Ahora bien, en el momento en que comenzamos a pensar la experiencia interior desde una
perspectiva puramente filosfica no podemos pasar por alto el trazo nietzscheano que sta tiene.
Sobre todo si nuestra pretensin es alcanzar el sentido ms profundo de este movimiento
batailleano. Por esto creemos que es necesario hacer un breve recorrido por los ltimos aos de la
produccin de Nietzsche en donde encontraremos, mezclados con principios ontolgicos y ticos,
elementos constitutivos de la experiencia que sern de gran influencia en el pensamiento de Bataille
sobre este tpico. Como tan bien Martin Jay resume la influencia general de Nietzsche en Bataille, y
en especial sobre el concepto de experiencia interior: La interpretacin de Bataille del trmino
1 Entiendo por experiencia interior lo que habitualmente se llama experiencia mstica: los estados de xtasis, de arrobamiento, cuando menos de emocin meditada. Pero pienso menos en la experiencia confesional, a la que ha habido que atenerse hasta, que en una experiencia desnuda, libre de ligaduras, incluso de origen, con cualquier confesin. Por esta razn no me gusta la palabra mstico. Bataille, G., La experiencia interior, Taurus, 1981, pg. 13.
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(experiencia interior) le debe mucho a su lectura de Nietzsche, celebrado por los adeptos de la
vivencia (Erlebnis) irracional, en Alemania y en otras partes del mundo. Bataille procuraba
distanciarse, sin embargo, de la interpretacin simplista de su legado.2
De esta manera, la intencin de nuestro escrito es encontrar en el interior del texto batailleano los
puntos lgidos de su relacin con aquellas ideas nietzscheanas en donde la experiencia interior se
encontraba de modo germinal. Cuando intentamos traspolar la experiencia interior a los textos
nietzscheanos y buscamos las races que hasta all se extienden encontramos un rizoma con sus
nudos desplegados. Como los puntos de encuentro son mltiples, y los textos nietzscheanos,
particularmente de su ltima dcada productiva, son prolficos y densos en profundidad, aqu
trataremos de hacer un planteo que condense el ncleo de sentido, que creemos nos proveer de las
pistas necesarias para comprender las lecturas que Bataille hizo de Nietzsche. No haremos
referencia a ningn texto en particular, sino que trataremos de extraer quirrgicamente de una gran
extensin, el tejido donde est latente la experiencia interior.
Experiencia interior y escepticismo experimental
La experiencia interior, tal como la captamos en Bataille, podra ser asimilada como un modo de
vida con espritu potico. Sin embargo, Martin Jay nos dice que as como Nietzsche no era
Zaratustra y lo saba, Bataille, el bibliotecario profesional y revolucionario de caf, no poda
soportar la condicin exttica de la experiencia interior en su propia vida.3 De esta manera
podemos apreciar cmo Bataille y Nietzsche eran conscientes de la imposibilidad de suplantar la
experiencia directa, mundana y ordinaria del mundo, y que ni uno ni el otro estaba pensando en un
modo de vida como un instructivo de pasos a seguir; sino ms bien, que proponan el desarrollo de
una filosofia de la metfora que pusiera en cuestin los modos de vida existentes, que socavara los
fundamentos incuestionados de la cotidianeidad.
Debemos notar aqu que la diferencia entre modo de vida y metfora es de gran importancia.
Mientras que con un modo de vida nos estaramos refiriendo a un principio tico que posee valor
prescriptivo sobre la vida; la metfora refiere, en este preciso contexto, a un principio ontolgico, y
por lo tanto, se define por su finalidad descriptiva de la existencia misma. Esto quiere decir que en
la trama nietzscheana y tambin, de cierto modo, en la trama batailleana la ontologa aparece de un
modo muy peculiar, sta tiene un carcter hipottico y puramente experimental que acuerda
especialmente con una actitud crtica escptica a rajatabla.
2 Jay, M., Cantos de experiencia, Paids, 2009, pg. 426.3 Ibid., pg. 427.
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Este valor adjudicado a la metfora como principio de dilucidacin de la realidad, cuyo origen
encontramos en Nietzsche y reutilizado en Bataille, implica una negacin a cualquier tipo de
concepcin absoluta de la cosa-en-s. En lo que a Nietzsche respecta, no hay posibilidad de conocer
lo incondicionado, siempre conocer es ponerse en relacin con alguna cosa. Es entrar en una
relacin de condicionamiento con algo a su vez condicionado por otras relaciones. Por tanto, no hay
realidad ms real que la que vivimos en el mundo ordinario. Eso que vemos que es, es lo nico que
hay, un juego de relaciones compuestas de acuerdo a la mirada que arrojamos. Es decir que si
todava podemos caracterizar como verdaderas a algunas creencias y representaciones, no ser
debido a que las mismas se encuentren implicadas en una relacin de correspondencia con una
realidad exterior a ellas, sino que la propiedad de la verdad les pertenecer como resultado de una
constitucin supeditada al juego de relaciones prcticas que configura cada distinta forma de vida o
perspectiva.4
Dentro de este contexto nietzscheano, lo que resulta entonces de esta experiencia es que el mundo
que hasta ahora se nos presentaba como aparente y degradado, es todo lo que tenemos, es lo nico
real. Fuera de esto no hay nada, ms an, no hay fuera. Y por esto, la experiencia interior puede ser
comprendida como la experiencia de la nada, mejor dicho, la experiencia de nada.
Verdad, creencia e interpretacin
Si avanzamos un poco ms en el pensamiento de Nietzsche, vemos que, para l, nuestra lgica y
nuestro lenguaje son concreciones que se han formado de acuerdo a la disciplina de un instinto
gregario5. No slo conocer es ponerse en una relacin de condicionamiento con la cosa, sino que la
verdad, la creencia y la interpretacin son formas que el hombre ha adoptado para sobrevivir. Por
esto mismo, el lenguaje se conforma arbitrariamente, su misma construccin sienta las bases en la
metfora, es decir que un concepto cualquiera se forma en funcin del olvido de las diferencias
individuales de cada cosa en particular6.
La apariencia, que ms arriba mencionbamos como nica forma del mundo, es una construccin
que se sostiene en conjunto, pues el hombre slo puede sobrevivir en sociedad. Pero dado que la
4 Snchez, S., Nietzsche: la filosofa de los aos ochenta, s/p, pg. 44.5 El hombre tiene la necesidad de existir en sociedad y gregariamente, consecuentemente precisa de la convivencia pacfica, hecho que lo lleva fundamentalmente a la construccin de un tratado que tiene como resultado el ocultamiento de la mentira.6 El asunto es que creamos metforas, recibimos un impulso nervioso y lo transformamos en una imagen y transformamos esa imagen en un sonido: la palabra. A eso que vemos, acto primero, -la hoja- lo trocamos a una imagen -de hoja-, a esa imagen la volvemos sonido -palabra hoja-. Eso no es todo, no hay una sola imagen traspolada a sonido que luego se transforma en palabra, hay miles y miles se semejantes que tiene cada una su particularidad. Pero a todas las llamamos hoja y acordamos en olvidarnos de todo lo vacuo de ese pasaje, es ms simple as, conseguir la verdad.
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seguridad de nuestra existencia est cimentada sobre la ilusin de un mundo que no deviene. Las
condiciones que aseguran nuestra conservacin son las de un mundo idntico a s mismo, un mundo
que no cambia, que no deviene. El hombre, por lo tanto, en cuanto ser gregario, slo perseguir las
consecuencias agradables de la verdad y buscar ver, como su instinto de conservacin se lo
permite y necesita, verdades esenciales y divinidades celestiales.
He aqu la razn por la cual ni Nietzsche poda ser Zaratustra, ni Bataille poda ser ms que un
revolucionario de caf, pues al experimentar nuevas formas de existencia, formas no probadas, no
verificadas como seguras y, por tanto, no incorporadas por la sociedad, el individuo aparece ante
sta como el recuerdo viviente de que el fondo terrible de las cosas no ha sido dominado ms que en
apariencia.7
Podramos comprender la experiencia interior en trminos nietzscheanos como una forma de quitar
los velos que cuidadosamente cubren que detrs, simplemente, no hay nada. Pues ya lo dice
Bataille, la experiencia interior es adentrarse en la noche del no-saber. Todo individuo que se
aventure en esta direccin constituye una amenaza y, al igual que el individuo decadentista
nietzscheano, es rechazado por ser capaz de una penetracin refinada y por esto peligrosa -en la
medida en que se aproxima al Chaos de lo infinitamente plural y cambiante, descorriendo velo tras
velo hasta casi desnudar el rostro mismo de la Gorgona: el relmpago del devenir que alumbra el
hecho de que nada, ni el individuo, es8
Llegamos as al punto clmine en el debemos afrontar que no hay verdad en sentido absoluto, tal
como se ha comprendido tradicionalmente. No obstante, esto no significa que no haya veracidad. El
desmantelamiento de la verdad como un absoluto imposible est en ntima relacin con el
acontecimiento de la muerte de Dios, evento tan ambiguo como liberador.
Esto implica el desmantelamiento de los valores que se tenan por verdaderos, pero supone, al
mismo tiempo asumir la responsabilidad de tal liberacin. El escepticismo nietzscheano es la
condicin activa de la libertad () reivindica el valor de no cerrar los ojos ante la dura evidencia, el
valor de subordinar a sus fines (fines de una vida vigorosa, no despotenciada por la tensin hacia
ideales metafsicos, cognoscitivamente deslegitimados, pero afectivamente operantes) toda
conviccin y toda creencia9
7 Snchez, S., Op. Cit., pg. 72.8 bid., pg. 74.9 bid., pg. 79.
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Bataille
Hasta aqu hemos presentado un conjunto de ideas de la filosofa nietzscheana que han influido
fuertemente en la construccin de la idea de experiencia interior. Avanzamos ahora hacia una
definicin ms ceida de este concepto, para lo cual utilizaremos una de las frases ms ambiguas y
al mismo tiempo reveladoras de Bataille, en la cual nos dice que la experiencia es la puesta en
cuestin (puesta a prueba), en la fiebre y la angustia, de lo que un hombre sabe por el hecho de
existir10. Como advertimos gracias al espritu nietzscheano que tie toda esta especulacin,
podemos inferir que aquello que sabemos por el slo hecho de existir est directamente relacionado
con la condicin fctica de ser un hombre en una circunstancia concreta y determinada. Pero, si la
existencia y la conservacin del hombre estn edificadas sobre la ilusin de un mundo que no
deviene, entonces la experiencia interior significar un desgarramiento del sujeto, es decir, que
apunta precisamente al desenmascaramiento de la ilusin que supone la condicin misma de ser un
sujeto.
Por otra parte, si nos enfocamos en la experiencia interior en cuanto a su proceder debemos
definirla como un arrobamiento, como salirse de s, perder justamente la calidad de sujeto. Tal como
se la describe en el texto, es un estado fuera de lo comn, un estado exttico. Bataille nos dice que
aqu se pone de manifiesto cierta necesidad humana de ponerlo todo en duda. Pero el
cuestionamiento que se transita no es metdico ni mucho menos, tampoco se apoya sobre lo
aprendido, sino que cuestiona aquello que no hemos aprendido, lo que sabemos por el hecho de
existir. No se trata de un saber cientificista, categorizable, clasificable; es ms bien vitalista.
Nuestra experiencia busca permanecer en el no saber. Tal como nos explica Jay: La experiencia
nietzscheana significaba para Bataille la voluntad de vivir la vida como un experimento radical, que
involucraba el cuerpo tanto como la mente, adems de arriesgarse a enfrentar los peligros implcitos
en la bsqueda de una cierta visin de redencin11
Del mismo modo sucede si dirigimos una mirada especulativa sobre la experiencia interior, nos
encontramos con la negacin nuevamente. En primera instancia se buscaba lograr la negacin del
sujeto, luego la negacin del saber, y ahora negamos la experiencia misma en cuanto proyecto, en
cuanto a la accin y en cuanto al discurso. El pensamiento discursivo es obra de un ser
comprometido en la accin, tiene lugar en l a partir de sus proyectos, sobre el modo de existencia
implicado en la accin, necesario a la accin, es una forma de ser en el tiempo paradjica: es el
10 Bataille, G., Op. Cit., pg. 14.11 Jay, M., Op. Cit., pg. 426.
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aplazamiento de la existencia.12 Si nuestra intencin es entenderla afirmativamente, el resultado
ser ftil, pues lo que se plantea es justamente escapar a los lmites de nuestro entendimiento. No
tenemos herramientas para abordarla, tal como si fuera una enfermedad para la que no podemos
desarrollar una cura. Un caos para el cual no hay orden posible. Como nos explica Jay Bataille se
opuso a convertir la experiencia interior en algo pasible de ser aprehendido en una afirmacin
directa.13 Nietzsche, a diferencia de Bataille, se encarg de pensar la tica, la moral, el
conocimiento, entre otros aspectos concretos del mundo, es decir de esta telaraa que hemos tejido
para flotar en las aguas insondables. Bataille dispensa de todo rodeo, no se ocupa de la telaraa, se
dirige explcitamente hacia lo insondable y desde all enuncia. Si Nietzsche es el filsofo, Bataille
es el poeta.
Hay una sentencia especfica cargada de misterio y poesa que ilustra la posicin de Bataille que
aqu presentamos: (...) bajo la especie de Dios, lo desconocido oscuro que el xtasis revela est
esclavizado a esclavizarme14 Esto podra interpretarse de manera tal que si dijramos que lo que
hemos visto era Dios, lo que podamos ver entonces, ya no sera lo mismo que vemos, se
transformara. Ya no estaramos frente a lo desconocido inconcebible, sino frente a una cosificacin
sin vida. Al intentar introducir parte de esa experiencia en una categora, lo desconocido se torna
domstico, lo inconcebible se torna conciencia; por tanto, lo salvajemente libre queda muerto y
encadenado. As vemos que para Bataille se puede asir la experiencia slo desde la experiencia.
No obstante, esto no quiere decir que la experiencia no sea aprehensible en absoluto. En la
experiencia potica es posible tomar lo que nos excede sin necesidad de volverlo un objeto, sino
asocindolo a algo familiar que uno contiene dentro de s, una emocin recndita de lo ms
profundo de nuestro ser. Lo potico es lo familiar disolvindose en lo extrao y nosotros con l15
Lo desconocido siempre reclama su espacio inconcebible, ah reside su autoridad. En ser
inagotablemente oscuro, salvaje y libre.
Ahora bien, la experiencia interior comporta cierta autoridad de carcter paradjico, la misma reside
en la capacidad de poner en cuestin la existencia del hombre, y al mismo tiempo es la puesta en
cuestin de la autoridad de quien la practica.
El desarrollo de la inteligencia, sta que entendemos filosficamente como la capacidad de divisin
analtica, la comprensin, y vinculado a sta, el instinto gregario nietzscheano, devino en un
alejamiento de la oscuridad inconcebible. Arrojar la luz de la razn sobre el mundo provoc que la
12 Bataille, Op. Cit., pg. 55.13 Jay, M., Op. Cit., pg. 431.14 Bataille, G., Op. Cit., pg. 15.15 Ibid.
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autoridad se reposase ms sobre la lgica que sobre la experiencia. Se tom, probablemente por
comodidad, la costumbre de pensar de manera mucho ms dogmtica que destructora. Bataille nos
dice que la experiencia une lo que el pensamiento discursivo debe separar16.
La autoridad de la experiencia interior reside en la disolucin del sujeto, de aquel que intenta ser el
conocedor, el depsito de todo saber; y del objeto como lo conocido, lo escudriado, seccionado,
estudiado. Esto implicara una comunicacin, una unin como consecuencia de la disolucin del
sujeto y objeto. El s mismo no es el sujeto que se asla del mundo, sino un lugar de
comunicacin, de fusin del sujeto y el objeto.17
La dramatizacin, el detonante de la experiencia y el principio de una comunidad
La operacin del discurso, del lenguaje, sobre nosotros es lo que evita una experiencia interior
plena, mejor dicho, somos esclavos del discurso, servidores de la lgica, pero libres y salvajes en la
experiencia. Sin embargo, lo cierto es que puede vivirse una vida doblegada al discurso y estar al
tanto de que se est viviendo de esa manera, pero no puede hacerse lo mismo con la experiencia
interior. sta no lo permite, al disolverse el espritu y quedar desnudo, uno se abandona a s mismo.
El no-saber
Bataille dice: Esta proposicin es la cumbre, pero debe ser entendida as: desnuda, luego veo lo
que el saber esconda hasta entonces, pero, si veo, s. En efecto, s, pero, a lo que he sabido, el no
saber lo desnuda de nuevo. Si el sinsentido es el sentido, el sentido que es el sinsentido se pierde, se
convierte en sinsentido (inacabablemente)18
Entrar en contacto con el no saber pone de manifiesto que el saber con el cual nos manejamos en el
mundo y la vida cotidiana se devela como sinsentido. Todo aquello que usamos como herramienta
para sobrevivir en el mundo del discurso, que es bsicamente bajo lo cual se puede subsumir el
mundo artificial del humano, no tiene un trasfondo esencial donde se encuentra el fundamento
ltimo del hombre. El nihilismo de Bataille, podramos decir, es la superacin del nihilismo
negativo tradicional, tal como sucede en Nietzsche. Luego de develar la mentira sobre la cual se
asienta el mundo humano, ese que vivimos todos los das, encontramos el sinsentido
inmediatamente despus del sentido, y ste adquiere su propia autoridad, de la misma forma que la
verdad da paso a la veracidad y a una razn escptica y experimental.
En la experiencia pura se alcanza el punto extremo del saber. Supongamos que un sujeto x imita el
16 Cfr., Bataille, G., Op. cit., pg 19. 17 Bataille, bid., pg. 19.18 bid., pg. 61.
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saber absoluto, hace el esfuerzo infinito del espritu que quiere saberlo todo. Entonces, cae en la
cuenta de que irremediablemente no sabe nada. El contacto sincero con la hiptesis de lo absoluto
no tiene otra respuesta que la socrtica. Lo que nico que se puede saber (absolutamente) es que no
se sabe nada. La vieja y sabia solucin que no hace ms que quitarle todo sentido a los contenidos
particulares de aquello que llambamos saber. Nuestro sujeto ha querido serlo todo, como nos dice
Bataille, por tanto la angustia ahora lo abraza. Mientras nuestro sujeto persevere en la voluntad de
saber y en el deseo de poseer el objeto, todo teir de una angustia profunda. Pero en el momento
en el que el sujeto se abandona, se entrega al no saber. El sujeto se pierde. Ahora el sujeto tiene un
nuevo saber. El saber del no saber.
El movimiento comienza otra vez. Llego a esta nocin (nos dice Bataille): que sujeto, objeto, son
perspectivas del ser en el momento de inercia, que el objeto al que se tiende es proyeccin del
sujeto ipse que quiere llegar a serlo todo, que toda representacin del objeto es fantasmagora de
esta voluntad ingenua y necesaria (..) que es preciso llegar a hablar de comunicacin dndose
cuenta de que la comunicacin le quita la silla tanto al objeto como al sujeto.19
En este segundo movimiento la experiencia llega a su cumbre, la comunicacin que se tornaba
inaccesible toca el smmun de la angustia, nuestro sujeto se abandona nuevamente y en el arrobo
descubre un nuevo sentido de la comunicacin donde sujeto y objeto estn disueltos. Ya no son
existencias separadas, ya no hay una voluntad de saber del uno sobre el otro. Tanto como
desaparecen las preguntas, se disipa as tambin la posibilidad de cualquier respuesta.
La experiencia interior es una metafilosofa, es una filosofa de la filosofa. Es la metfora potica
que intenta mezclar lo absolutamente indescifrable con lo insoportablemente familiar, el saber con
el no saber. Es como dira Nietzsche el hchster Zustand, el estado ms alto al que el filsofo
puede llegar es ese permanecer con los ojos abiertos frente al universal devenir () permanecer
dionisacamente frente a la monstruosa verdad.20
La experiencia interior, su alcance
A lo largo del recorrido de este texto, luego de leer Nietzsche y Bataille por separado, y luego de
leer Bataille a travs de Nietzsche, comienza la transfiguracin. Comenzamos a comprender que
cada uno de nosotros vive su vida con un complejo de palabras que conforman su discurso de todos
los das. Todos tenemos nuestro propio cuerpo que llevamos de aqu para all, con nuestra propias
palabras que paseamos de aqu para all, las cambiamos y no las cambiamos. Una bolsa llena de
ruidos que transportamos como smbolo de nuestra humanidad.
19 Bataille, G., Op. cit., pg. 63. 20 Snchez, S., Op. cit., pg. 80.
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Si lo analizamos cualitativa o cuantitativamente, dada la existencia de la cantidad de palabras con
las que contamos, la combinacin se vuelve, digamos, infinita. Presuponiendo adems el carcter
arbitrario y metafrico con el que formamos las palabras y los conceptos la situacin se torna cada
vez ms inmanejable. Cada uno puede, sencillamente, tener su propia bolsa distinta de la del otro,
que ya, no slo es smbolo de su humanidad, por ser los nicos animales parlantes y llenos de
conciencia sobre la faz de la tierra, sino que cada uno tiene su propia bolsa que lo define en la
diferencia. Cada uno es un sujeto conservndose en conjunto, en la ilusin, tal como si furamos
portadores de la verdad.
Lo que nos mancomuna, entonces, es la diferencia, pero esto slo explica la superficie de la
diferencia. Pues el hecho que lo comn sea la diferencia slo tiene que ver con un detalle de grado,
es decir que esto es slo un pliegue de la superficie. El discurso que cada uno de nosotros porta
como estandarte, al ser diferente del resto, tiene altas probabilidades de toparse con otro discurso
que deje sin efecto el propio, una versin diferente que resulte contradictoria. La condicin de que
existan versiones es la imposibilidad del discurso ltimo, o como a muchos les gusta decir, la
verdad. No podemos ser indefinidamente lo que somos: palabras que se anulan las unas a las otras
y, juntamente, basamentos indestructibles, que nos creemos el fundamento del mundo.21
Esto no sera un problema, para nosotros por cierto, pero dado que el discurso viene soportado por
aquella misma lgica que lo vuelve estril, la lgica de la invencin, resulta que compartir la
diferencia implica algo ms. Que el discurso o el saber, como quiera llamrsele, slo es un modo de
existencia y el ms simple, o el que mejor soportamos. Es nuestra herramienta de subsistencia. En
lugar de garras, tenemos palabras brotadas de la alteridad.
Ocultamos as, que la verdad es lo que cada humano crea a su gusto y placer. Es nuestra forma de
ser parte de la existencia. El contenido de la verdad es lo que se hace propio de cada sujeto, por
tanto, es necesario exceder el sujeto, traspasarlo, abandonarlo, para ver que la verdad a pesar de su
aires absolutos no es mucho ms que una invencin nica y particular.
Lo que, en definitiva tenemos en comn, no es la verdad, sino la ausencia de saber, o como Bataille
nos dice, el no saber. El no saber es lo que nos comunica. En la experiencia, no hay ya existencia
limitada. Un hombre no se distingue en nada de los otros: en l se pierde lo que en otros es
torrencial. Ese mandamiento es tan sencillo: Se t ese ocano, que une con el punto extremo,
hace juntamente de un hombre una multitud y un desierto. Es una expresin que resume y precisa el
sentido de una comunidad.22
21 Bataille, G., Op. cit., pg. 42. 22 bid., pg. 38.
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