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El deshielo nórdico La literatura escandinava calienta la Feria del Libro de Madrid Babelia 965 NÚMERO 965. EL PAÍS, SÁBADO 22 DE MAYO DE 2010

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Page 1: El deshielo nórdico - AULA 31 | Bitácora de … escritor Francisco Ferrer Lerín, en su casa de Jaca (Huesca). Foto: Hermínia Sirvent F RANCISCO F ERRER L ERÍN tiene todo su piso

El deshielo nórdicoLa literatura escandinava calienta la Feria del Libro de Madrid

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EDel Retiro al ciberespacio La Feria del Libro de Madrid tendrá este año una presencia especial y diariaen este blog de Babelia, en ELPAÍS.com. Papeles Perdidos será la plataforma-escenario desde la cual la revistacultural de este periódico cubrirá, con programación propia, la cita literaria más importante de España. Cadadía la jornada la abrirá un vídeo de un escritor respondiendo a una pregunta que los lectores podráncomplementar; seguirá la escritura coral de un cuento que irán escribiendo cada día los lectores del blog,cuyo primer párrafo lo hace Andrés Neuman, premio nacional de la Crítica por El viajero del siglo; luegohabrá una crónica sobre la jornada del Retiro, y a las seis de la tarde, un encuentro digital de los lectorescon autores hispanohablantes y de otros idiomas como William Boyd, Boris Pahor y John Irving.

PARA UN ESCRITOR es difícil hablar de la Feria del Libro sinuna pizca de nostalgia y otra de ilusión. La literatura es alfin y al cabo una dialéctica entre ambas. El libro es tansólo su resultado final. La Feria del Libro se me antoja unespejismo repleto de ilusiones, pero también de nostal-gias. El libro muere en cada feria, y el que en esta esnovedad será en la próxima olvido. Pero después de unlibro viene el siguiente y es en ese persistir donde reside lailusión del escritor y del lector. Muchos años después,frente a este ordenador en el que escribo, aún he derecordar la tarde remota en que mis padres me llevaron aconocer la feria. El paseo de Coches del Retiro se transfor-maba de repente y entre los árboles brotaban las casetas.Aquel año la primavera pegaba espléndida de olores. Po-len y algarabía. Me compraron una novela de aventuras.Esa emoción infantil del libro nuevo entre las manos aúnperdura. Desde entonces nunca he faltado. Al principiocoleccionaba escritores. Para un amante de los libros noexiste otro placer que el de ver en carne y hueso a losautores de las obras que lee. Me acercaba a ellos, conversa-ba, les pedía sus firmas autógrafas en un ejercicio incons-ciente de fetichismo feroz. A Gabriel Celaya le preguntéque cómo siendo ingeniero se había dedicado a la poesía.“Así nos va, hijo, así nos va”, me respondió, Amparitxu, sumujer, más resignada que otra cosa. A Borges le estrechéla mano, pero era sólo ausencia y ni me vio. A RafaelAlberti, que aquel año vendía dibujos al por mayor, le pedímedio en broma que me pintara una paloma en el interiorde una caja de cerillas y aunque gruñendo, lo hizo. Váz-quez Montalbán me llamó pájaro en la dedicatoria de susPájaros de Bangkok. Terenci Moix me habló de una tristecrónica de adolescencias solitarias, y a mi adorado ÁngelGonzález le hice escribirme ese poema que tanto me gus-taba: “Manolo go, interiormente za, cuando su mujer dicefornica, por formica”. ¡Cuántos chaparrones no me ha-brán caído encima paseando por la feria, cuántas tardessoleadas fantaseando con mi futuro de escritor! La reco-rría de arriba abajo, ojeaba los libros, veía a los personajesque la habitaban; aquel poeta canario que iba vendiendosu “alma guanche entre los surcos del destino”; ese señormayor que vociferaba por el paseo “¡ediciones libertarias,del autor al lector!”. El tiempo vuela rápido y un día fui yoel que estaba en la caseta, parapetado en mis novelas,bolígrafo en ristre, dispuesto a firmar sin parar. Siente unocierta perplejidad al ser expuesto a la curiosidad de loslectores, cierta vanagloria al mismo tiempo y hasta sepuede caer en la tentación de pretender convertirse enmonstruo de feria, de esos con largas colas en plan losmás vendidos. Un año más la feria ha vuelto. Hoy para míno sólo es un lugar en el que se entrecruzan ilusión ynostalgia sino también una oportunidad para saludar alectores y a amigos. Allí estarán firmando sus nuevas nove-las Marta Sanz, Marcos Giralt, Blanca Riestra, José Oveje-ro, y muchos otros más. Pero la feria también es el futuro,y los niños que hoy pasean de la mano de sus padres,conociendo por primera vez la feria, tal vez sean los escri-tores que recojan el testigo de nuestro amor por la escritu-ra, por la literatura, por los libros. La feria es así. O

Fernando Royuela Yin (Madrid, 1963) es autor, entre otros libros,de La mala muerte, Violeta en el cielo con diamantes y El rombo deMichaelis, publicados por Alfaguara. Actualmente está terminandola novela La mujer que se tiró por un balcón antes del fin del mundo.

La Feria del Libro de Madrid se celebrará entre los próximos días28 de mayo y 13 de junio en el paseo de Coches del Retiro. www.feria-libromadrid.com.

La feria es así

EN PORTADA / FERIA DEL LIBRO DE MADRID

Herbjørg Wassmo Amelia Castilla 4Los países nórdicos son los invitados especiales de la 69ª Feria del Libro de Madrid, del 28 de mayo al 13 de junio, enel paseo de Coches del parque del Retiro. Buen momento para recordar que la creación literaria de aquellos países esmás que la novela policiaca que los ha puesto en el mapa literario internacional en los últimos años con autores comoMankell o Larsson. La noruega Herbjørg Wassmo es una prueba de esa diversidad y cuenta desde Oslo la riqueza deese legado cultural y literario. Foto: Chema Madoz

LOS ELEGIDOS Los autores nórdicos indispensables. J. Ferrero / R. Mora / S. Rodríguez Prieto 6

Seductora Dinesen José María Guelbenzu 8

IDA Y VUELTA En la feria Antonio Muñoz Molina 10

EL LIBRO DE LA SEMANA La Guerra de Sucesión de España, de J. Albareda C. Geli 11

Entrevistas con Diana Bellessi y Mercedes Castro Raquel Garzón / Rosa Mora 12 / 14

PENSAMIENTO Aladas palabras Javier Gomá Lanzón 18

SILLÓN DE OREJAS Intelectuales en el parque temático M. Rodríguez Rivero / Max 19

ARTE Arte contra las máscaras de la economía Fietta Jarque 22

MÚSICA Van Dyke Parks: genio de estudio al descubierto Ramón Fernández Escobar 24

PURO TEATRO El TNC se apunta dos tantos Marcos Ordóñez 26

MITOLOGÍAS Van Meegeren, la vanidad del falsificador Manuel Vicent 27

+

Babelia965Fernando Royuela Yin

Una vez más educandoa la burguesía intelectual

(2010), de BeaSchlingeloff.Obra de la exposición

Fetiches críticos.

SUMARIO

2 EL PAÍS BABELIA 22.05.10

Page 3: El deshielo nórdico - AULA 31 | Bitácora de … escritor Francisco Ferrer Lerín, en su casa de Jaca (Huesca). Foto: Hermínia Sirvent F RANCISCO F ERRER L ERÍN tiene todo su piso

El escritor Francisco Ferrer Lerín, en su casa de Jaca (Huesca). Foto: Hermínia Sirvent

FRANCISCO FERRER LERÍN tiene todo su piso de Jaca, incluido un pequeño apartamentoanexo, a su servicio. En un rincón del salón comedor, se instala en un viejo sillón de orejascuando quiere pensar. Se refugia en el apartamento cuando sus hijos o amigos invaden lacasa. “Necesito ese punto de soledad para poder escribir”. Pero su lugar preferido es unpequeño despacho atiborrado de diarios, revistas, carpetas, el ordenador… y los objetos quele gusta tener cerca. Como los prismáticos de la URSS que compró a principios de lossetenta. “Gracias a ellos puede hacer una observación capital en mi vida ornitológica: la citaexcepcional de un buitre negro, especialidad mediterránea, en el Pirineo”. Una botellita demadera de su abuelo, que era médico dentista, y de su padre, también dentista. “Guardabanen ella argentofenol para combatir las aftas”. Unas balanzas antiguas, de su abuelo. Y lo másimportante: El tesoro de la lengua castellano española, de Covarrubias. “Es fundamental parami trabajo”. El despacho da a una terraza, frente a la peña Oroel, donde observa a las aves.

La ornitología ha ocupado una parte muy importante en la vida del poeta y narrador.“Ver un buitre leonado volando en busca de carroña es un placer arqueológico”. A finales delos años sesenta, Ferrer Lerín dejó Barcelona, donde nació en 1942, y se fue a Jaca como

becario del Centro Pirenaico de Biología Experimental. Allí ha permanecido salvo periodosen Andalucía o en Barcelona, donde estudió Filología Hispánica. “Mi pasión es el lenguaje”.Publicó su primer libro de poesía, De las condiciones humanas en 1964 y La hora oval en1971. Dejó de escribir. Hizo una breve incursión en 1987 con Cónsul, poemas de los setenta.Y se convirtió, sin quererlo en una leyenda. Enrique Vila-Matas lo convirtió en uno de suspersonajes en Bartleby y compañía; Félix de Azúa lo retrató en Diario de un hombrehumillado. Veinticinco años estuvo sin escribir. Pero ha vuelto a la palabra. Lerín tiene untalento natural para jugar al póquer y por esa razón fue invitado a dar una conferencia sobrela pasión del juego. Allí cambió todo. “Me encontré con un grupo de lectores durmientesque habían seguido mis libros durmientes y me pidieron que volviera a escribir”. Lo hizo:Níquel, una novela autobiográfica en 2005; Ciudad propia (2006), la reunión de su poesíaanterior; Bestiario (2007); Papur (2008) y Fámulo (Tusquets, 2009), el libro que le ha mereci-do el Premio de la Crítica de poesía 2010. “Ha sido una gran sorpresa. Una alegría enorme, lamayor de mi vida”. Y anda con nuevos proyectos, como llevar a la letra las entradas de sublog. “Ahora mi vida es la literatura”. Rosa Mora O

El mundo de Ferrer LerínEl poeta se siente feliz por el Premio de la Crítica a su libro Fámulo y prepara nuevos proyectos

EL RINCÓN

EL PAÍS BABELIA 22.05.10 3

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VIKINGOS, ABBA, IKEA, sol de mediano-che, premios Nobel, Círculo Polar,bosques para el papel periódico, igual-dad de derechos, escritores de novelanegra, altos índices de lectura, SantaClaus, H&M… Son señas de identi-dad de los países nórdicos, pero ellosson mucho más que eso. Sobre todoen el campo de la creación literaria. Yeso es lo que va a mostrar la 69ª Feriadel Libro de Madrid, del 28 de mayoal 13 de junio, al ser los invitados de lacita en el parque del Retiro.

Islandia, Noruega, Finlandia, Sue-cia y Dinamarca son los cinco paísesque tendrán un gran despliegue du-rante los 15 días de la feria. Días pararecordar a clásicos como Henrik Jo-han Ibsen o Isak Dinesen, repasar apopulares autores de novela negra yrecordar a otros grandes narradores ypoetas contemporáneos. Veinticincode ellos estarán en Madrid, desde Jos-tein Gaarder, que en 1991 tuvo unéxito planetario con El mundo de So-fía (estará el día de la inauguración,además tendrá un chat con los lecto-res de Babelia), hasta Dag Solstad,que participará en la mesa redondade EL PAÍS, el último día, domingo 13de junio.

La feria contará este año con 408expositores, distribuidos como siem-pre a lo largo del paseo de Cochesdel Retiro. Contará con dos pabello-nes (Carmen Martín Gaite y Círculode Lectores) para conferencias, me-sas redondas y presentaciones de li-bros; otros dos pabellones para acti-vidades infantiles (Mapfre y el de laferia), más los de las universidades,la Comunidad y el Ayuntamiento.Una edición más a cargo de Pilar Ga-llego, presidenta de la feria, y Teodo-ro Sacristán, como director.

Este año ELPAÍS.com y Babeliatendrán una presencia muy activa enla Feria del Libro a través de unaprogramación propia que comple-mentará la cita madrileña, como yahizo el año pasado. En esta ocasiónla plataforma-escenario será el blogde Babelia: Papeles Perdidos, con elfin de informar y, sobre todo, de queparticipen los lectores de todo el ci-berespacio, como ya hiciera con elCongreso Virtual de la Lengua enmarzo pasado, a través de vídeos,crónicas y chats con escritores de to-do el mundo. La programación sal-drá el miércoles en el blog. W. M. S. O

HA SOBREVIVIDO al éxito y alfracaso. Logró que cicatri-zaran sus heridas de in-fancia y supo asimilar elboom literario que supu-so su primera y deslum-

brante novela. Flaca, coqueta, con el pelocorto completamente blanco y puro ner-vio, Herbjørg Wassmo (Vesteralen, Norue-ga, 1942) debutó en la literatura con Lacasa del mirador ciego, publicado en supaís en 1981 y editado ahora en España.Wassmo es una de las escritoras más popu-lares en un país de apenas cinco millonesde habitantes, donde un 93% de los norue-gos leyeron uno o más libros en 2007. Lacifra, que no es mala, mejora cuando seconoce que el promedio se sitúa en 16títulos al año, según datos de Norla (cen-tro para la literatura en extranjero).

La casa del mirador ciego no fue unlibro trazado concienzudamente duranteaños. Sencillamente inundó su cabeza. Es-tamos en la sede de la editorial Gylden-dal, uno de los grupos editoriales máspotentes de su país, en un edificio moder-nista, ubicado en pleno centro de Oslo, yreconvertido en un impresionante espa-cio diáfano. El libro que cambió su vidacomenzó con un sonido: el viento y elhielo que se resquebraja y una niña a laorilla del mar. La pequeña movió un pie yrompió el hielo. Iba vestida con ropa anti-gua y usaba unos zapatos como los quellevaban los críos noruegos en los añoscuarenta para esquiar. Herbjørg Wassmono sabía nada, en ese momento, sobreTora, el personaje que empezaba a creceren su cabeza. “Cada día de trabajo resultatan excitante para mí como para el lec-tor”, cuenta la escritora noruega sobre losorígenes de La casa del mirador ciego conla que ganó todos los premios literariosde su país. “Tal vez sea el libro más crudoy menos elaborado de toda mi carrera;apenas construyo las frases, si lo hago nofunciona. Me importaba más entrar en elcorazón de esa niña que escribir literatu-ra correcta”.

Wassmo decidió seguir su instinto. Pa-ra la geografía y el paisaje servirían los desu infancia. Creció rodeada de brezo, abe-dules y grosellas, y su personaje viviría enun lugar que la escritora conocía bien,una comunidad pequeña, en un pueblopesquero del norte de Noruega, con unacasa que antiguamente pertenecía a unafamilia rica, pero que al acabar la Segun-da Guerra Mundial la habitaban personascon problemas. Antes era la mansión deldueño del pueblo, pero ahora no tenía nicristales. En su lugar clavaron tablones.Wassmo se puso como tarea describir lasrelaciones entre los personajes de la infra-vivienda y entender que, aunque vivíanmuy juntos, ninguno quería saber porqué la gente lloraba durante la noche.Más adelante, descubrió que Tora habíanacido de la relación de un soldado ale-mán y una noruega, y sentía una vergüen-za terrible: “Su madre siempre sería unaputa de los alemanes”. La segunda ver-güenza era el abuso sexual de su padras-tro, algo que Tora debía ocultar a todos.

“Manos que llegaban en la oscuridad.Eso era la peligrosidad. Manos duras queapretujaban y aplastaban. Después ape-nas alcanzaba llegar al servicio antes deque fuera demasiado tarde”. Ya desde lasprimeras páginas de esta conmovedoranovela, el lector conoce los secretos deTora. Su sentimiento de culpa y su poderdestructivo, pero también su capacidadde superación. La novela de Wassmo selee como un thriller y, entre otras muchassensaciones, como ocurre con buena par-te de los autores nórdicos cuando descri-ben los paisajes nevados, te deja helado.“Los niños víctimas de abusos tratan deesconderlos para proteger a sus padres ytratar de mantener la armonía. Sobre esosé mucho, ahora lo puedo decir”, aclara laautora.

Ambientada en los años que siguieronal final de la guerra mundial, tras la ocupa-ción nazi del norte de Noruega, la novelaaborda el problema con los hijos de losalemanes. Durante años, en esa zona casi

despoblada la proporción llegó a ser de unalemán por cada ocho personas. En algu-nos casos se metieron en las casas y enotros expulsaron a sus habitantes. La hui-da de los nazis dejó un reguero de niñosque no volvieron a saber nada de su proge-nitores. Niños como Tora para la que elterror también se encontraba fuera de suvivienda.

En los ochenta, cuando se publicó lanovela, los hijos de los alemanes seguíansiendo algo tabú. “Sencillamente los ni-ños ignoraban quiénes habían sido sus pa-dres. Las familias los cuidaban, claro, peroellos habían perdido su identidad. En laescuela de mi pueblo teníamos un maes-tro muy valiente que paraba cualquier cla-se de abuso contra estos niños, pero enotros sitios no fue así”. De alguna manera,la novela de Wassmo se anticipó a las re-cientes investigaciones historiográficasque han empezado a desvelar el dolor delos civiles que perdieron la guerra y que

simplemente pusieron su corazón en ellugar equivocado. “Los nuevos héroes —al-gunos se habían marchado a Inglaterracuando empezó la contienda y regresaroncuando los alemanes habían huido— apli-caron su justicia y en el mismo saco entrógente que había colaborado abiertamentecon los nazis y jóvenes que más que trai-cionar sus ideas, simplemente se enamora-ron”, añade Wassmo. La escritora recalcaque la justicia popular en los lugares pe-queños es muy fuerte y, sobre todo, queno resulta fácil escapar a ella puesto queno hay donde huir. “Nunca se ha habladode las mujeres que fueron expulsadas delpaís o las jóvenes que fueron rapadas enpúblico. Recuerdo el caso de una mucha-cha de 14 años que fue castigada duramen-te porque no encontraron a su hermana.Eso es algo que nunca se ha aclarado y loshéroes siguen siendo héroes”.

Wassmo sabe bien de lo que habla. Du-rante años impartió clases en una escueladel archipiélago de Vesteralen, una profe-sión que abandonó en cuanto se publicóLa casa del mirador ciego. Su debú litera-rio y la explosión que generó le allanaronel camino. “No estaba tan desesperada co-mo para seguir trabajando con los jóve-nes”, dice sonriente. El éxito le facilitó tam-bién mudarse a Oslo donde militó en elmovimiento feminista y apoyó la discrimi-nación positiva que ¡en esos años! promo-vió el Ministerio de Igualdad. “Tuve lasuerte de formar parte de esa revolución,no tanto por las manifestaciones comopor la manera de vivir”. Noruega es ahorauno de los países más libres y con mayorrenta de Europa, aunque “todavía los hom-bres ocupan mejores posiciones y gananmás, algo que acabará corrigiéndose pues-to que los hombres y las mujeres norue-gos son bastante fuertes”, añade Wassmo.

La escritora no padeció ninguno de losproblemas que sufren algunos autorescuando se enfrentan a su segundo títulotras un éxito apabullante. Al contrario,acumuló tanto material que tuvo texto su-ficiente para una trilogía. La cosa no paróahí. Su siguiente éxito y quizás su libromás conocido fuera de su país y del queincluso se ha realizado una adaptacióncinematográfica, Dina, también fue unatrilogía. Wassmo aclara que no lo planifi-ca, las trilogías le salen solas. Los persona-jes se enganchan a ella como un alcohóli-co a la botella de ginebra.

El rostro afilado de Wassmo y sus viva-ces ojos azules se clavan en su interlocu-tor. Parte de su carrera como escritora seha movido en el espinoso terreno de lasrelaciones paterno filiales, como la trilo-gía de Dina, publicada en español y lleva-da al cine, y Cien años, su última novela,en la que recrea la vida de cuatro genera-ciones de mujeres de su propia familia yen la que habla directamente del miedoque le inspiraba su padre y de experien-cias personales parecidas a las de Tora.

A primera vista parece que Wassmosea una persona que se implica en todo loque le rodea. Como buena parte de losautores escandinavos, apoya abiertamen-te la política de protección que desarrolla

el Gobierno de su país a la literatura que,entre otras medidas, adquiere mil copiasde prácticamente todos los títulos nuevosy los distribuye por la red de bibliotecaspúblicas. La política de protección y apo-yo incluye también ayudas a la edición ytraducción de su obra en el extranjero.Wassmo rechaza cualquier acusación deendogamia o excesivo proteccionismo ala creación. “Gracias a ella nuestros librosse encuentran lo mismo en el metro deMoscú que en el Retiro de Madrid”, dice.“No merece la pena defender a un paísque no protege su cultura. El Estado debeser el primero en conocer que los artistastienen que trabajar y vivir, no sólo pasarhambre”.

Los primeros frutos de esa política yaempiezan a notarse. La Feria del Libro deMadrid —Wassmo no podrá acudir porproblemas de promoción con su nuevanovela— tiene este año como invitado alos países escandinavos y sus ventas sehan disparado en el mundo, especialmen-te en Alemania y Francia. “Quiero pensarque, con un idioma tan pequeño, si somoscapaces de romper fronteras es porquenuestra literatura es buena, no sólo exóti-ca o pintoresca”. Como profesional de lasletras reconoce que en origen cualquiercreador noruego le debe mucho a Ibsen y,por supuesto, a Jostein Gaarder —“unacometa que ha hecho que se nos conoz-ca— y su Mundo de Sofía, traducido acincuenta idiomas y el libro más vendidodel mundo en 1995, pero Wassmo tam-bién le echa un capote a la novela negra,un género que no conoce en absoluto: “Mifilosofía es que si conseguimos que la gen-te lea, eso es bueno, especialmente si setrata de jóvenes”.

Han pasado casi tres décadas desdeque se publicó La casa del mirador ciego, yel libro se lee en las escuelas para que losjóvenes dispongan de información sobreel incesto. Todavía recibe cada semanacorreos electrónicos de alumnos que quie-ren hablar sobre su literatura en sus redac-ciones escolares. Son tantos que HerbjørgWassmo ha redactado una carta tipo conla respuesta a las preguntas más frecuen-tes. “No puedo contestar a todas”, dicedisculpándose. Pero el asedio fue mayorcuando se publicó la novela. Wassmo sevio obligada a cambiar su número de telé-fono y protegerse. De noche, recibía en sudomicilio llamadas de personas anóni-mas, desesperadas, contando los abusosde que habían sido objeto y le pedían con-sejo: “¿Qué podía decirles? Yo no soy psi-cóloga”.

Finalizada la entrevista, la autora se dis-culpa. Se acerca un largo puente laboral yse marcha al campo a ejercer como abuelade su nieto de 13 años. O

La casa del mirador ciego.HerbjørgWassmo. Tra-ducción de Cristina Gómez. Editorial Nórdica. Ma-drid, 2010. 282 páginas. 18,75 euros.

Del Retiroal ‘blog’ de‘Babelia’

E Primeras páginas de La casa delmirador ciego, de Herbjørg Wassmo.

+ .com

Literatura y redenciónLa escritora noruega Herbjørg Wass-mo. Foto: Jean Claude Gisbert / Opale

Herbjørg Wassmo es un clásico de la literatura noruega por su novela La casa del mirador ciego.“Tal vez sea el libro más crudo y menos elaborado de mi carrera”, reconoce la autora de unode los cinco países nórdicos que protagonizan la 69ª Feria del Libro de Madrid. La cita, del 28de mayo al 13 de junio, mostrará su diversidad de temas y géneros literarios. Por Amelia Castilla

“Apenas construyo lasfrases, si lo hago nofunciona. Preferí entrar enel corazón de Tora queescribir literatura correcta”

“Si somos capaces deromper fronteras, con unidioma tan pequeño, esporque nuestra literaturaes buena, no sólo exótica”

ESPECIAL FERIA DEL LIBRO DE MADRID / Literatura Nórdica

4 EL PAÍS BABELIA 22.05.10

Page 5: El deshielo nórdico - AULA 31 | Bitácora de … escritor Francisco Ferrer Lerín, en su casa de Jaca (Huesca). Foto: Hermínia Sirvent F RANCISCO F ERRER L ERÍN tiene todo su piso

VIKINGOS, ABBA, IKEA, sol de mediano-che, premios Nobel, Círculo Polar,bosques para el papel periódico, igual-dad de derechos, escritores de novelanegra, altos índices de lectura, SantaClaus, H&M… Son señas de identi-dad de los países nórdicos, pero ellosson mucho más que eso. Sobre todoen el campo de la creación literaria. Yeso es lo que va a mostrar la 69ª Feriadel Libro de Madrid, del 28 de mayoal 13 de junio, al ser los invitados de lacita en el parque del Retiro.

Islandia, Noruega, Finlandia, Sue-cia y Dinamarca son los cinco paísesque tendrán un gran despliegue du-rante los 15 días de la feria. Días pararecordar a clásicos como Henrik Jo-han Ibsen o Isak Dinesen, repasar apopulares autores de novela negra yrecordar a otros grandes narradores ypoetas contemporáneos. Veinticincode ellos estarán en Madrid, desde Jos-tein Gaarder, que en 1991 tuvo unéxito planetario con El mundo de So-fía (estará el día de la inauguración,además tendrá un chat con los lecto-res de Babelia), hasta Dag Solstad,que participará en la mesa redondade EL PAÍS, el último día, domingo 13de junio.

La feria contará este año con 408expositores, distribuidos como siem-pre a lo largo del paseo de Cochesdel Retiro. Contará con dos pabello-nes (Carmen Martín Gaite y Círculode Lectores) para conferencias, me-sas redondas y presentaciones de li-bros; otros dos pabellones para acti-vidades infantiles (Mapfre y el de laferia), más los de las universidades,la Comunidad y el Ayuntamiento.Una edición más a cargo de Pilar Ga-llego, presidenta de la feria, y Teodo-ro Sacristán, como director.

Este año ELPAÍS.com y Babeliatendrán una presencia muy activa enla Feria del Libro a través de unaprogramación propia que comple-mentará la cita madrileña, como yahizo el año pasado. En esta ocasiónla plataforma-escenario será el blogde Babelia: Papeles Perdidos, con elfin de informar y, sobre todo, de queparticipen los lectores de todo el ci-berespacio, como ya hiciera con elCongreso Virtual de la Lengua enmarzo pasado, a través de vídeos,crónicas y chats con escritores de to-do el mundo. La programación sal-drá el miércoles en el blog. W. M. S. O

HA SOBREVIVIDO al éxito y alfracaso. Logró que cicatri-zaran sus heridas de in-fancia y supo asimilar elboom literario que supu-so su primera y deslum-

brante novela. Flaca, coqueta, con el pelocorto completamente blanco y puro ner-vio, Herbjørg Wassmo (Vesteralen, Norue-ga, 1942) debutó en la literatura con Lacasa del mirador ciego, publicado en supaís en 1981 y editado ahora en España.Wassmo es una de las escritoras más popu-lares en un país de apenas cinco millonesde habitantes, donde un 93% de los norue-gos leyeron uno o más libros en 2007. Lacifra, que no es mala, mejora cuando seconoce que el promedio se sitúa en 16títulos al año, según datos de Norla (cen-tro para la literatura en extranjero).

La casa del mirador ciego no fue unlibro trazado concienzudamente duranteaños. Sencillamente inundó su cabeza. Es-tamos en la sede de la editorial Gylden-dal, uno de los grupos editoriales máspotentes de su país, en un edificio moder-nista, ubicado en pleno centro de Oslo, yreconvertido en un impresionante espa-cio diáfano. El libro que cambió su vidacomenzó con un sonido: el viento y elhielo que se resquebraja y una niña a laorilla del mar. La pequeña movió un pie yrompió el hielo. Iba vestida con ropa anti-gua y usaba unos zapatos como los quellevaban los críos noruegos en los añoscuarenta para esquiar. Herbjørg Wassmono sabía nada, en ese momento, sobreTora, el personaje que empezaba a creceren su cabeza. “Cada día de trabajo resultatan excitante para mí como para el lec-tor”, cuenta la escritora noruega sobre losorígenes de La casa del mirador ciego conla que ganó todos los premios literariosde su país. “Tal vez sea el libro más crudoy menos elaborado de toda mi carrera;apenas construyo las frases, si lo hago nofunciona. Me importaba más entrar en elcorazón de esa niña que escribir literatu-ra correcta”.

Wassmo decidió seguir su instinto. Pa-ra la geografía y el paisaje servirían los desu infancia. Creció rodeada de brezo, abe-dules y grosellas, y su personaje viviría enun lugar que la escritora conocía bien,una comunidad pequeña, en un pueblopesquero del norte de Noruega, con unacasa que antiguamente pertenecía a unafamilia rica, pero que al acabar la Segun-da Guerra Mundial la habitaban personascon problemas. Antes era la mansión deldueño del pueblo, pero ahora no tenía nicristales. En su lugar clavaron tablones.Wassmo se puso como tarea describir lasrelaciones entre los personajes de la infra-vivienda y entender que, aunque vivíanmuy juntos, ninguno quería saber porqué la gente lloraba durante la noche.Más adelante, descubrió que Tora habíanacido de la relación de un soldado ale-mán y una noruega, y sentía una vergüen-za terrible: “Su madre siempre sería unaputa de los alemanes”. La segunda ver-güenza era el abuso sexual de su padras-tro, algo que Tora debía ocultar a todos.

“Manos que llegaban en la oscuridad.Eso era la peligrosidad. Manos duras queapretujaban y aplastaban. Después ape-nas alcanzaba llegar al servicio antes deque fuera demasiado tarde”. Ya desde lasprimeras páginas de esta conmovedoranovela, el lector conoce los secretos deTora. Su sentimiento de culpa y su poderdestructivo, pero también su capacidadde superación. La novela de Wassmo selee como un thriller y, entre otras muchassensaciones, como ocurre con buena par-te de los autores nórdicos cuando descri-ben los paisajes nevados, te deja helado.“Los niños víctimas de abusos tratan deesconderlos para proteger a sus padres ytratar de mantener la armonía. Sobre esosé mucho, ahora lo puedo decir”, aclara laautora.

Ambientada en los años que siguieronal final de la guerra mundial, tras la ocupa-ción nazi del norte de Noruega, la novelaaborda el problema con los hijos de losalemanes. Durante años, en esa zona casi

despoblada la proporción llegó a ser de unalemán por cada ocho personas. En algu-nos casos se metieron en las casas y enotros expulsaron a sus habitantes. La hui-da de los nazis dejó un reguero de niñosque no volvieron a saber nada de su proge-nitores. Niños como Tora para la que elterror también se encontraba fuera de suvivienda.

En los ochenta, cuando se publicó lanovela, los hijos de los alemanes seguíansiendo algo tabú. “Sencillamente los ni-ños ignoraban quiénes habían sido sus pa-dres. Las familias los cuidaban, claro, peroellos habían perdido su identidad. En laescuela de mi pueblo teníamos un maes-tro muy valiente que paraba cualquier cla-se de abuso contra estos niños, pero enotros sitios no fue así”. De alguna manera,la novela de Wassmo se anticipó a las re-cientes investigaciones historiográficasque han empezado a desvelar el dolor delos civiles que perdieron la guerra y que

simplemente pusieron su corazón en ellugar equivocado. “Los nuevos héroes —al-gunos se habían marchado a Inglaterracuando empezó la contienda y regresaroncuando los alemanes habían huido— apli-caron su justicia y en el mismo saco entrógente que había colaborado abiertamentecon los nazis y jóvenes que más que trai-cionar sus ideas, simplemente se enamora-ron”, añade Wassmo. La escritora recalcaque la justicia popular en los lugares pe-queños es muy fuerte y, sobre todo, queno resulta fácil escapar a ella puesto queno hay donde huir. “Nunca se ha habladode las mujeres que fueron expulsadas delpaís o las jóvenes que fueron rapadas enpúblico. Recuerdo el caso de una mucha-cha de 14 años que fue castigada duramen-te porque no encontraron a su hermana.Eso es algo que nunca se ha aclarado y loshéroes siguen siendo héroes”.

Wassmo sabe bien de lo que habla. Du-rante años impartió clases en una escueladel archipiélago de Vesteralen, una profe-sión que abandonó en cuanto se publicóLa casa del mirador ciego. Su debú litera-rio y la explosión que generó le allanaronel camino. “No estaba tan desesperada co-mo para seguir trabajando con los jóve-nes”, dice sonriente. El éxito le facilitó tam-bién mudarse a Oslo donde militó en elmovimiento feminista y apoyó la discrimi-nación positiva que ¡en esos años! promo-vió el Ministerio de Igualdad. “Tuve lasuerte de formar parte de esa revolución,no tanto por las manifestaciones comopor la manera de vivir”. Noruega es ahorauno de los países más libres y con mayorrenta de Europa, aunque “todavía los hom-bres ocupan mejores posiciones y gananmás, algo que acabará corrigiéndose pues-to que los hombres y las mujeres norue-gos son bastante fuertes”, añade Wassmo.

La escritora no padeció ninguno de losproblemas que sufren algunos autorescuando se enfrentan a su segundo títulotras un éxito apabullante. Al contrario,acumuló tanto material que tuvo texto su-ficiente para una trilogía. La cosa no paróahí. Su siguiente éxito y quizás su libromás conocido fuera de su país y del queincluso se ha realizado una adaptacióncinematográfica, Dina, también fue unatrilogía. Wassmo aclara que no lo planifi-ca, las trilogías le salen solas. Los persona-jes se enganchan a ella como un alcohóli-co a la botella de ginebra.

El rostro afilado de Wassmo y sus viva-ces ojos azules se clavan en su interlocu-tor. Parte de su carrera como escritora seha movido en el espinoso terreno de lasrelaciones paterno filiales, como la trilo-gía de Dina, publicada en español y lleva-da al cine, y Cien años, su última novela,en la que recrea la vida de cuatro genera-ciones de mujeres de su propia familia yen la que habla directamente del miedoque le inspiraba su padre y de experien-cias personales parecidas a las de Tora.

A primera vista parece que Wassmosea una persona que se implica en todo loque le rodea. Como buena parte de losautores escandinavos, apoya abiertamen-te la política de protección que desarrolla

el Gobierno de su país a la literatura que,entre otras medidas, adquiere mil copiasde prácticamente todos los títulos nuevosy los distribuye por la red de bibliotecaspúblicas. La política de protección y apo-yo incluye también ayudas a la edición ytraducción de su obra en el extranjero.Wassmo rechaza cualquier acusación deendogamia o excesivo proteccionismo ala creación. “Gracias a ella nuestros librosse encuentran lo mismo en el metro deMoscú que en el Retiro de Madrid”, dice.“No merece la pena defender a un paísque no protege su cultura. El Estado debeser el primero en conocer que los artistastienen que trabajar y vivir, no sólo pasarhambre”.

Los primeros frutos de esa política yaempiezan a notarse. La Feria del Libro deMadrid —Wassmo no podrá acudir porproblemas de promoción con su nuevanovela— tiene este año como invitado alos países escandinavos y sus ventas sehan disparado en el mundo, especialmen-te en Alemania y Francia. “Quiero pensarque, con un idioma tan pequeño, si somoscapaces de romper fronteras es porquenuestra literatura es buena, no sólo exóti-ca o pintoresca”. Como profesional de lasletras reconoce que en origen cualquiercreador noruego le debe mucho a Ibsen y,por supuesto, a Jostein Gaarder —“unacometa que ha hecho que se nos conoz-ca— y su Mundo de Sofía, traducido acincuenta idiomas y el libro más vendidodel mundo en 1995, pero Wassmo tam-bién le echa un capote a la novela negra,un género que no conoce en absoluto: “Mifilosofía es que si conseguimos que la gen-te lea, eso es bueno, especialmente si setrata de jóvenes”.

Han pasado casi tres décadas desdeque se publicó La casa del mirador ciego, yel libro se lee en las escuelas para que losjóvenes dispongan de información sobreel incesto. Todavía recibe cada semanacorreos electrónicos de alumnos que quie-ren hablar sobre su literatura en sus redac-ciones escolares. Son tantos que HerbjørgWassmo ha redactado una carta tipo conla respuesta a las preguntas más frecuen-tes. “No puedo contestar a todas”, dicedisculpándose. Pero el asedio fue mayorcuando se publicó la novela. Wassmo sevio obligada a cambiar su número de telé-fono y protegerse. De noche, recibía en sudomicilio llamadas de personas anóni-mas, desesperadas, contando los abusosde que habían sido objeto y le pedían con-sejo: “¿Qué podía decirles? Yo no soy psi-cóloga”.

Finalizada la entrevista, la autora se dis-culpa. Se acerca un largo puente laboral yse marcha al campo a ejercer como abuelade su nieto de 13 años. O

La casa del mirador ciego.HerbjørgWassmo. Tra-ducción de Cristina Gómez. Editorial Nórdica. Ma-drid, 2010. 282 páginas. 18,75 euros.

Del Retiroal ‘blog’ de‘Babelia’

E Primeras páginas de La casa delmirador ciego, de Herbjørg Wassmo.

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Literatura y redenciónLa escritora noruega Herbjørg Wass-mo. Foto: Jean Claude Gisbert / Opale

Herbjørg Wassmo es un clásico de la literatura noruega por su novela La casa del mirador ciego.“Tal vez sea el libro más crudo y menos elaborado de mi carrera”, reconoce la autora de unode los cinco países nórdicos que protagonizan la 69ª Feria del Libro de Madrid. La cita, del 28de mayo al 13 de junio, mostrará su diversidad de temas y géneros literarios. Por Amelia Castilla

“Apenas construyo lasfrases, si lo hago nofunciona. Preferí entrar enel corazón de Tora queescribir literatura correcta”

“Si somos capaces deromper fronteras, con unidioma tan pequeño, esporque nuestra literaturaes buena, no sólo exótica”

EL PAÍS BABELIA 22.05.10 5

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(Suecia, 1936)(Suecia, 1934)Per Olov Enquist

NOVELISTA, POETA y ensayista de formaciónfilosófica que a pesar de la edad y la distan-cia (vive en Austin, Tejas, desde hace uncuarto de siglo) sigue siendo una figura cen-tral de la literatura sueca. Sus novelas se pu-blican en España desde finales de los ochen-ta y ahora mismo el lector puede encontraren las librerías Muerte de un apicultor (Nór-dica) y una trilogía ambientada en Tejascompuesta por Windy habla, La historia delperro y El decano (Akal). Su obra —abundan-te, profunda y diversa— cobra auténtico re-lieve cuando es apreciada desde una pers-pectiva de conjunto; toda ella es fruto de unlento proceso de sedimentación durante elcual ha ido abordando cuestiones éticas, filo-sóficas e incluso teológicas que, en lugar deentorpecer la lectura de sus textos, le sirvenpara vertebrarlos y dotarlos de un equilibrioadmirable entre fondo y forma. S. R. P.

(Suecia, 1938)Torgny Lindgren

(Suecia, 1926-1975 y 1935) (Noruega, 1929) (Suecia, 1931) (Islandia, 1932)

(Oslo, 1952) (Suecia, 1954-2004) (Dinamarca, 1957)

PER OLOV ENQUIST ha ido construyendo suobra con inteligencia y sufrimiento, ahon-dando de forma admirable en el abismo hu-mano, en sus mismos límites, con lirismo yagudeza. Y al hablar de los límites humanosha de entenderse esa frontera en que la hu-manidad se ve obligada a convivir con lamonstruosidad. Nacido en una región delnorte de Suecia de la que suele hablar conmelancolía y pavor, ha experimentado dra-mas personales de mucho calado. En susobras ha frecuentado el mundo contemporá-neo, como en su estremecedora novela Elángel caído (E. de la Torre), pero también laantigüedad clásica, como en su drama ParaFedra (Libros del Innombrable), o el sigloXVII, como en su novela La visita del médicode cámara (Destino). No sería aventuradodecir que Enquist es uno de los mejores escri-tores europeos de nuestro tiempo. J. F.

Lars Gustafsson

(Islandia, 1961)

LINDGREN inició su trayectoria literaria co-mo poeta, y sus primeros poemarios inci-den en cierta mística del ser, de tonos cla-ramente religiosos, como en Poemas deVimmerby, donde accedemos a un mundoque evoca de alguna manera el de Sinfoníapastoral de Gide. Lindgren es un novelistanotable, autor de obras como El camino dela serpiente sobre la roca (Bassarai), o Betsa-bé (Nórdica), donde narra, con una profun-didad tan asentada como la de ThomasMann en José y sus hermanos, pero más ágily vivaz, el episodio bíblico en el que el reyDavid se desprende de su amigo Urías paraacceder a Betsabé y desposarla. Se trata deun melodrama muy hábil y profundamenteexistencial, donde Lindgren conquista unacierta redondez en la que pone en funciona-miento todo lo que ha aprendido como poe-ta y narrador hasta ese momento. J. F.

(Islandia, 1962)

(Noruega, 1941)

LA PAREJA Maj Sjöwall y Per Wahlöö revolu-cionó la novela nórdica entre los años sesen-ta y setenta con la serie Novela de un cri-men, concebida como un proyecto político.Marxistas —dejaron el partido comunista en1969—, planificaron minuciosamente cadauna de las 10 novelas. Los principales objeti-vos de la pareja eran criticar el liberalismocapitalista y la socialdemocracia sueca que,denunciaron en sus historias, traicionó a laclase trabajadora. Para llevar adelante esteempeño utilizaron la novela negra. El prota-gonista es Martin Beck, un antihéroe, prime-ro inspector y luego comisario de la Brigadade Homicidios de Estocolmo. La serie es es-pléndida y plenamente vigente. Incluye títu-los como El coche de bomberos que desapare-ció, El policía que ríe o El hombre del balcón.RBA y Columna, en catalán, las están publi-cando por orden cronológico. Rosa Mora

Per Wahlöö y Maj Sjöwall

(Finlandia, 1942)

EN ESTA Europa envejecida y cínica la obrade Askildsen actúa como un espejo roto.“Escribo sobre nuestra época, sobre el espíri-tu de esta época”, explica en una entrevistaeste maestro indiscutible del relato corto,experto en pulir el texto —con papel de li-ja— para conservar en la página lo estricta-mente esencial. Sus personajes fríos, mez-quinos, víctimas crueles que no pretendencaerle bien ni al lector ni al autor ni a símismos, se regodean en su miseria existen-cial. Su rompedor debut literario, Desde aho-ra te acompañaré a casa (1953), ha sidopublicado por Lengua de Trapo, que ha pu-blicado sus principales títulos: Un vasto ydesierto paisaje, Últimas notas de Thomas F.para la humanidad y el magnífico Los pe-rros de Tesalónica, disponibles también enun solo volumen: Todo como antes (Debolsi-llo). Sergio Rodríguez Prieto

Kjell Askildsen

(Dinamarca, 1945)

TRANSTRÖMER es un poeta fundamentalque tras un derrame cerebral dejó atráspara siempre las palabras. Se dice que supoesía está vinculada al surrealismo, perono es cierto, a no ser que pensemos queEliot y Pound fueron surrealistas. Lo únicoque hicieron Eliot y Pound fue introducir laley de la discontinuidad en poesía, de for-ma que el poema aparecía siempre fraccio-nado y a ratos más resplandeciente por lapureza molecular de sus fragmentos. Es loque ocurre en los poemas de Tranströmer,por otra parte admirables porque lo contie-nen todo: musicalidad exquisita y sabia-mente temblorosa. Poemas suyos como‘Soledad’, donde el poeta nos confiesa queestuvo a punto de morir, y ‘Carrillón’ sonbuena prueba de ello. Es autor de diez poe-marios. (Nórdica ha publicado su antolo-gía El cielo a medio hacer). Jesús Ferrero

Tomas Tranströmer

(Suecia, 1948)

NACIDO EN la ínsula más remota de Europasi excluimos Groenlandia, Gudbergur Bergs-son conoce muy bien la cultura española, yla conoce bien hasta el punto de poder tra-ducir a Cervantes y a Borges. En 1967 sunovela Tomas Jonson, metsölubúk, traduci-da al español por Tomas Jonson. Best seller(Alfaguara), fue una revelación gloriosa, enun país no demasiado acostumbrado agrandes revelaciones literarias. Los jóvenesislandeses de diferentes generaciones hansido devotos de esta novela enrevesada yaudaz en la que se mezclan hiperrealismo ysurrealismo en partes iguales, sin llegar nun-ca a lo que entendemos por realismo mági-co, en parte porque todo parece presididopor un humor tan ácido y tan extraño comoel humor islandés. Bergsson es un apasiona-do de la picaresca española, y parte de suhumor tendría también ahí su matriz. J. F.

Gudbergur Bergsson

ARRASÓ EN 1991 con una novela pedagógica:El mundo de Sofía, que lo convirtió en unacelebridad. Casi todas las narraciones de Jos-tein Gaarder tienden a ser pedagógicas, y yaantes de su éxito, en su novela El misteriodel solitario, Gaarder quería ser pedagógicoal narrarnos el viaje de un muchacho a Gre-cia lleno de reflexiones sobre el misterio dela vida. Las intenciones pedagógicas se perci-ben igualmente en El enigma del espejo, Losniños de Sukhavati y, por supuesto, El librode las religiones, su última obra narrativo-pe-dagógica hasta el momento. Sin negar sushabilidades como fabulador y tejedor de tra-mas deslumbrantes, el problema reside enel vínculo tan tenaz que Gaarder ha estable-cido entre pedagogía y literatura, sobre todosi pensamos que ya desde el siglo XIX litera-tura y pedagogía conforman mundos bas-tante excluyentes. J. F.

LA TRILOGÍA Millennium es una historiatransversal de esas que gustan a todo tipode lectores. Los hombres que no amaban alas mujeres, La chica que soñaba con unacerilla y un bidón de gasolina y La reina enel palacio de las corrientes de aire tienentodos los elementos para hacerlas explosi-vas. Dos protagonistas fabulosos, MikaelBlomkvist y Lisbeth Salander. Unas tra-mas tremendas en las que puede pasarcualquier cosa, desde el incesto a la tortu-ra y algo tan sencillo y complejo a la vezcomo la lucha permanente entre el bien yel mal. Un retrato más: Suecia peor quemal. Pasan tantas cosas que el escritor nopermite el sosiego al lector. La reflexiónsobre la ética del periodismo o sobre lastrampas financieras es oportuna y estimu-lante. Las publica Destino en castellano yColumna en catalán. R. M.

Stieg Larsson

A HØEG se le suele relacionar con el realis-mo mágico, pero es un error, a no ser queconsideremos que las ficciones de Borgesson realismo mágico, y que sería tambiénun error pues son más bien de una lógicadevastadora, como algunas de las ficcionesde Høeg. Su relato Retrato de un joven enequilibrio es muy revelador a ese respecto.Høeg consigue una ficción aterradora sobreel mundo de los espejos y sobre el fenóme-no de la repetición, la repetición de gestos yde clichés, la repetición de afectos y de de-seos, y donde el espejo es visto como unapantalla en la que el hombre proyecta susañoranzas de equilibrio y de horror, de felici-dad y de espanto. Su novela La señorita Smi-la y su especial percepción de la nieve es unaadmirable inmersión en la soledad, el tiem-po y el deseo. Lo mismo se podría decir deLos fronterizos (ambas en Tusquets). J. F.

Peter Høeg

CUANDO EN 2006 se publicó en España Lasmarismas, de Arnaldur Indridason, no se ha-bía producido aún la moda nórdica desata-da por los libros de Stieg Larsson. Pero fueLa mujer de verde (2008) la que le lanzó a lafama. Le siguió La voz (2010). El escritor sedistingue por dos características. Primero,estas novelas narran historias que sucedenen el pasado y estallan en el presente. EnLas marismas, la exhumación del cadáverde una niña muerta hace 40 años provoca elregreso de viejos fantasmas. En La mujer deverde, el descubrimiento de un cadáver ente-rrado hace al menos 50 años sacará a la luzun hecho aterrador. En La voz, la tragediade un niño prodigio que perdió la voz con laadolescencia. La segunda es un auténticohallazgo: el viejo inspector Erlendur, unhombre honesto, solitario, que no juzga si-no que escucha y trata de comprender.R. M.

Arnaldur Indridason

BAJO EL seudónimo Sjón se esconde Sigur-jón B. Sigurðsson, una figura central delpanorama cultural de Reikiavik, agitador su-rrealista y polifacético que publicó su pri-mer libro de poemas cuando tenía 15 añosy desde entonces no ha parado: además deuna decena de poemarios, siete novelas ytres libros infantiles, ha compuesto cancio-nes y vídeos musicales para Björk, pasajesde banda sonora para Lars von Trier o elguión de una parodia de las películas deterror ambientada en un ballenero. Hacealgo más de un año irrumpió en Españacon la novela El zorro ártico (Skugga-Bal-dur, Nórdica Libros), una historia excepcio-nal inspirada en las sagas y merecedora delPremio del Consejo Nórdico de 2005. Subuena acogida por la crítica internacionalexplica que ya haya sido traducida a casiuna veintena de idiomas. S. R. P.

SjónJostein Gaarder

AUTOR E INTELECTUAL de pasado maoísta, afinales de los ochenta dio un giro a su trayec-toria para reflejar la crisis de la sociedad no-ruega como una crisis de la conciencia indivi-dual producida, en gran medida, por el finde las utopías y el paso de una cultura deciudadanos a un mercado de consumidores.A partir de entonces sus personajes (como elBjørn Hansen de Novela once, obra diecio-cho o el Elias Rukla de Pudor y dignidad,ambas en Lengua de Trapo) luchan consigomismos, y lo hacen por medio de ejerciciosde rebeldía pasiva que justifican misteriosa-mente los caprichos de su conducta. En estenuevo realismo de la conciencia el discursofluye de forma sinuosa, con rodeos y reitera-ciones a la Bernhard, una de sus principalesinfluencias junto a Ibsen, cuya obra clásicaEl pato salvaje sirve de inspiración metalite-raria en las dos novelas mencionadas. S. R. P.

HACE SEIS años Anagrama fichó al autor máspopular de Finlandia después de que Edicio-nes de la Torre publicará su primer librotraducido al castellano: El año de la liebre.Desde entonces este novelista especialmen-te prolífico —su producción desde 1972 has-ta la fecha es de una novela por año— se haido ganando progresivamente a los lectoresespañoles con su prosa sencilla y probada-mente eficaz para acometer una sátira so-cial feroz y divertida. Sus dotes cómicas lepermiten abordar temáticas tan delicadaspara los finlandeses como el suicidio (Deli-cioso suicidio en grupo), el extravío existen-cial de un pastor luterano (El mejor amigodel oso) o la estigmatización del diferente (Elmolinero aullador) a través de historias pro-tagonizadas por espíritus libres y de compor-tamiento excéntrico que recurren a la fugapara encontrarse a sí mismos. S. R. P.

A PRINCIPIOS de este año la colección De-bolsillo publicó Nuestro amor es comoBizancio, una extensa antología de estepoeta viajero que cambió el Báltico porel Mediterráneo para dejar en el caminouna riquísima colección de instantáneassobre su experiencia y percepción de losgrandes temas universales: la distancia, elsueño, la pérdida, el olvido y, cómo no, elamor. La potencia sensorial de su lenguajele permite trasladar al lector desde el deta-lle más nimio hasta dimensiones infinitasen poemas fugaces que adereza con unafina ironía para evitar caer en el sentimen-talismo. No es casual que su larga carrerahaya sido reconocida con galardones detanto prestigio como el Premio Nórdicode la Academia Sueca (conocido como elpequeño Nobel) y el Premio del ConsejoNórdico. S. R. P.

Henrik Nordbrandt

HENNING MANKELL es el mejor discípulo deSjöwall y Wahlöö. Pero hay grandes diferen-cias entre el comisario Martin Beck y el ins-pector Wallander. El primero pensaba queaún era posible un mundo mejor; Wallan-der sabe que es imposible. La primera nove-la que se publicó en España, La quinta mu-jer, fue una revelación. Luego Tusquets, encastellano y en catalán, las ha ido publican-do todas en orden cronológico. Mankell seha dedicado en la serie de Wallander —nue-ve novelas y un libro de relatos— a desmon-tar nuestras ideas preconcebidas de la Sue-cia del bienestar. Es implacable. Todas susnovelas atrapan, pero la última, El hombreinquieto, en la que Wallander nos diceadiós, es espléndida. Por sus páginas pasanlas excelentes Asesinos sin rostro, Los perrosde Riga, La leona blanca, El hombre sonrien-te… Le echaremos en falta. R. M.

Henning Mankell

Escritores del Báltico que conquistan el MediterráneoNarradores y poetas contemporáneos de Islandia, Suecia, Finlandia, Noruega y Dinamarca ocupan un lugar cada vez más destacado entre las apuestas de las editoriales y las preferencias de los lectores

Dag Solstad

Arto Paasilinna

ESPECIAL FERIA DEL LIBRO DE MADRID / Literatura Nórdica

6 EL PAÍS BABELIA 22.05.10

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(Suecia, 1936)(Suecia, 1934)Per Olov Enquist

NOVELISTA, POETA y ensayista de formaciónfilosófica que a pesar de la edad y la distan-cia (vive en Austin, Tejas, desde hace uncuarto de siglo) sigue siendo una figura cen-tral de la literatura sueca. Sus novelas se pu-blican en España desde finales de los ochen-ta y ahora mismo el lector puede encontraren las librerías Muerte de un apicultor (Nór-dica) y una trilogía ambientada en Tejascompuesta por Windy habla, La historia delperro y El decano (Akal). Su obra —abundan-te, profunda y diversa— cobra auténtico re-lieve cuando es apreciada desde una pers-pectiva de conjunto; toda ella es fruto de unlento proceso de sedimentación durante elcual ha ido abordando cuestiones éticas, filo-sóficas e incluso teológicas que, en lugar deentorpecer la lectura de sus textos, le sirvenpara vertebrarlos y dotarlos de un equilibrioadmirable entre fondo y forma. S. R. P.

(Suecia, 1938)Torgny Lindgren

(Suecia, 1926-1975 y 1935) (Noruega, 1929) (Suecia, 1931) (Islandia, 1932)

(Oslo, 1952) (Suecia, 1954-2004) (Dinamarca, 1957)

PER OLOV ENQUIST ha ido construyendo suobra con inteligencia y sufrimiento, ahon-dando de forma admirable en el abismo hu-mano, en sus mismos límites, con lirismo yagudeza. Y al hablar de los límites humanosha de entenderse esa frontera en que la hu-manidad se ve obligada a convivir con lamonstruosidad. Nacido en una región delnorte de Suecia de la que suele hablar conmelancolía y pavor, ha experimentado dra-mas personales de mucho calado. En susobras ha frecuentado el mundo contemporá-neo, como en su estremecedora novela Elángel caído (E. de la Torre), pero también laantigüedad clásica, como en su drama ParaFedra (Libros del Innombrable), o el sigloXVII, como en su novela La visita del médicode cámara (Destino). No sería aventuradodecir que Enquist es uno de los mejores escri-tores europeos de nuestro tiempo. J. F.

Lars Gustafsson

(Islandia, 1961)

LINDGREN inició su trayectoria literaria co-mo poeta, y sus primeros poemarios inci-den en cierta mística del ser, de tonos cla-ramente religiosos, como en Poemas deVimmerby, donde accedemos a un mundoque evoca de alguna manera el de Sinfoníapastoral de Gide. Lindgren es un novelistanotable, autor de obras como El camino dela serpiente sobre la roca (Bassarai), o Betsa-bé (Nórdica), donde narra, con una profun-didad tan asentada como la de ThomasMann en José y sus hermanos, pero más ágily vivaz, el episodio bíblico en el que el reyDavid se desprende de su amigo Urías paraacceder a Betsabé y desposarla. Se trata deun melodrama muy hábil y profundamenteexistencial, donde Lindgren conquista unacierta redondez en la que pone en funciona-miento todo lo que ha aprendido como poe-ta y narrador hasta ese momento. J. F.

(Islandia, 1962)

(Noruega, 1941)

LA PAREJA Maj Sjöwall y Per Wahlöö revolu-cionó la novela nórdica entre los años sesen-ta y setenta con la serie Novela de un cri-men, concebida como un proyecto político.Marxistas —dejaron el partido comunista en1969—, planificaron minuciosamente cadauna de las 10 novelas. Los principales objeti-vos de la pareja eran criticar el liberalismocapitalista y la socialdemocracia sueca que,denunciaron en sus historias, traicionó a laclase trabajadora. Para llevar adelante esteempeño utilizaron la novela negra. El prota-gonista es Martin Beck, un antihéroe, prime-ro inspector y luego comisario de la Brigadade Homicidios de Estocolmo. La serie es es-pléndida y plenamente vigente. Incluye títu-los como El coche de bomberos que desapare-ció, El policía que ríe o El hombre del balcón.RBA y Columna, en catalán, las están publi-cando por orden cronológico. Rosa Mora

Per Wahlöö y Maj Sjöwall

(Finlandia, 1942)

EN ESTA Europa envejecida y cínica la obrade Askildsen actúa como un espejo roto.“Escribo sobre nuestra época, sobre el espíri-tu de esta época”, explica en una entrevistaeste maestro indiscutible del relato corto,experto en pulir el texto —con papel de li-ja— para conservar en la página lo estricta-mente esencial. Sus personajes fríos, mez-quinos, víctimas crueles que no pretendencaerle bien ni al lector ni al autor ni a símismos, se regodean en su miseria existen-cial. Su rompedor debut literario, Desde aho-ra te acompañaré a casa (1953), ha sidopublicado por Lengua de Trapo, que ha pu-blicado sus principales títulos: Un vasto ydesierto paisaje, Últimas notas de Thomas F.para la humanidad y el magnífico Los pe-rros de Tesalónica, disponibles también enun solo volumen: Todo como antes (Debolsi-llo). Sergio Rodríguez Prieto

Kjell Askildsen

(Dinamarca, 1945)

TRANSTRÖMER es un poeta fundamentalque tras un derrame cerebral dejó atráspara siempre las palabras. Se dice que supoesía está vinculada al surrealismo, perono es cierto, a no ser que pensemos queEliot y Pound fueron surrealistas. Lo únicoque hicieron Eliot y Pound fue introducir laley de la discontinuidad en poesía, de for-ma que el poema aparecía siempre fraccio-nado y a ratos más resplandeciente por lapureza molecular de sus fragmentos. Es loque ocurre en los poemas de Tranströmer,por otra parte admirables porque lo contie-nen todo: musicalidad exquisita y sabia-mente temblorosa. Poemas suyos como‘Soledad’, donde el poeta nos confiesa queestuvo a punto de morir, y ‘Carrillón’ sonbuena prueba de ello. Es autor de diez poe-marios. (Nórdica ha publicado su antolo-gía El cielo a medio hacer). Jesús Ferrero

Tomas Tranströmer

(Suecia, 1948)

NACIDO EN la ínsula más remota de Europasi excluimos Groenlandia, Gudbergur Bergs-son conoce muy bien la cultura española, yla conoce bien hasta el punto de poder tra-ducir a Cervantes y a Borges. En 1967 sunovela Tomas Jonson, metsölubúk, traduci-da al español por Tomas Jonson. Best seller(Alfaguara), fue una revelación gloriosa, enun país no demasiado acostumbrado agrandes revelaciones literarias. Los jóvenesislandeses de diferentes generaciones hansido devotos de esta novela enrevesada yaudaz en la que se mezclan hiperrealismo ysurrealismo en partes iguales, sin llegar nun-ca a lo que entendemos por realismo mági-co, en parte porque todo parece presididopor un humor tan ácido y tan extraño comoel humor islandés. Bergsson es un apasiona-do de la picaresca española, y parte de suhumor tendría también ahí su matriz. J. F.

Gudbergur Bergsson

ARRASÓ EN 1991 con una novela pedagógica:El mundo de Sofía, que lo convirtió en unacelebridad. Casi todas las narraciones de Jos-tein Gaarder tienden a ser pedagógicas, y yaantes de su éxito, en su novela El misteriodel solitario, Gaarder quería ser pedagógicoal narrarnos el viaje de un muchacho a Gre-cia lleno de reflexiones sobre el misterio dela vida. Las intenciones pedagógicas se perci-ben igualmente en El enigma del espejo, Losniños de Sukhavati y, por supuesto, El librode las religiones, su última obra narrativo-pe-dagógica hasta el momento. Sin negar sushabilidades como fabulador y tejedor de tra-mas deslumbrantes, el problema reside enel vínculo tan tenaz que Gaarder ha estable-cido entre pedagogía y literatura, sobre todosi pensamos que ya desde el siglo XIX litera-tura y pedagogía conforman mundos bas-tante excluyentes. J. F.

LA TRILOGÍA Millennium es una historiatransversal de esas que gustan a todo tipode lectores. Los hombres que no amaban alas mujeres, La chica que soñaba con unacerilla y un bidón de gasolina y La reina enel palacio de las corrientes de aire tienentodos los elementos para hacerlas explosi-vas. Dos protagonistas fabulosos, MikaelBlomkvist y Lisbeth Salander. Unas tra-mas tremendas en las que puede pasarcualquier cosa, desde el incesto a la tortu-ra y algo tan sencillo y complejo a la vezcomo la lucha permanente entre el bien yel mal. Un retrato más: Suecia peor quemal. Pasan tantas cosas que el escritor nopermite el sosiego al lector. La reflexiónsobre la ética del periodismo o sobre lastrampas financieras es oportuna y estimu-lante. Las publica Destino en castellano yColumna en catalán. R. M.

Stieg Larsson

A HØEG se le suele relacionar con el realis-mo mágico, pero es un error, a no ser queconsideremos que las ficciones de Borgesson realismo mágico, y que sería tambiénun error pues son más bien de una lógicadevastadora, como algunas de las ficcionesde Høeg. Su relato Retrato de un joven enequilibrio es muy revelador a ese respecto.Høeg consigue una ficción aterradora sobreel mundo de los espejos y sobre el fenóme-no de la repetición, la repetición de gestos yde clichés, la repetición de afectos y de de-seos, y donde el espejo es visto como unapantalla en la que el hombre proyecta susañoranzas de equilibrio y de horror, de felici-dad y de espanto. Su novela La señorita Smi-la y su especial percepción de la nieve es unaadmirable inmersión en la soledad, el tiem-po y el deseo. Lo mismo se podría decir deLos fronterizos (ambas en Tusquets). J. F.

Peter Høeg

CUANDO EN 2006 se publicó en España Lasmarismas, de Arnaldur Indridason, no se ha-bía producido aún la moda nórdica desata-da por los libros de Stieg Larsson. Pero fueLa mujer de verde (2008) la que le lanzó a lafama. Le siguió La voz (2010). El escritor sedistingue por dos características. Primero,estas novelas narran historias que sucedenen el pasado y estallan en el presente. EnLas marismas, la exhumación del cadáverde una niña muerta hace 40 años provoca elregreso de viejos fantasmas. En La mujer deverde, el descubrimiento de un cadáver ente-rrado hace al menos 50 años sacará a la luzun hecho aterrador. En La voz, la tragediade un niño prodigio que perdió la voz con laadolescencia. La segunda es un auténticohallazgo: el viejo inspector Erlendur, unhombre honesto, solitario, que no juzga si-no que escucha y trata de comprender.R. M.

Arnaldur Indridason

BAJO EL seudónimo Sjón se esconde Sigur-jón B. Sigurðsson, una figura central delpanorama cultural de Reikiavik, agitador su-rrealista y polifacético que publicó su pri-mer libro de poemas cuando tenía 15 añosy desde entonces no ha parado: además deuna decena de poemarios, siete novelas ytres libros infantiles, ha compuesto cancio-nes y vídeos musicales para Björk, pasajesde banda sonora para Lars von Trier o elguión de una parodia de las películas deterror ambientada en un ballenero. Hacealgo más de un año irrumpió en Españacon la novela El zorro ártico (Skugga-Bal-dur, Nórdica Libros), una historia excepcio-nal inspirada en las sagas y merecedora delPremio del Consejo Nórdico de 2005. Subuena acogida por la crítica internacionalexplica que ya haya sido traducida a casiuna veintena de idiomas. S. R. P.

SjónJostein Gaarder

AUTOR E INTELECTUAL de pasado maoísta, afinales de los ochenta dio un giro a su trayec-toria para reflejar la crisis de la sociedad no-ruega como una crisis de la conciencia indivi-dual producida, en gran medida, por el finde las utopías y el paso de una cultura deciudadanos a un mercado de consumidores.A partir de entonces sus personajes (como elBjørn Hansen de Novela once, obra diecio-cho o el Elias Rukla de Pudor y dignidad,ambas en Lengua de Trapo) luchan consigomismos, y lo hacen por medio de ejerciciosde rebeldía pasiva que justifican misteriosa-mente los caprichos de su conducta. En estenuevo realismo de la conciencia el discursofluye de forma sinuosa, con rodeos y reitera-ciones a la Bernhard, una de sus principalesinfluencias junto a Ibsen, cuya obra clásicaEl pato salvaje sirve de inspiración metalite-raria en las dos novelas mencionadas. S. R. P.

HACE SEIS años Anagrama fichó al autor máspopular de Finlandia después de que Edicio-nes de la Torre publicará su primer librotraducido al castellano: El año de la liebre.Desde entonces este novelista especialmen-te prolífico —su producción desde 1972 has-ta la fecha es de una novela por año— se haido ganando progresivamente a los lectoresespañoles con su prosa sencilla y probada-mente eficaz para acometer una sátira so-cial feroz y divertida. Sus dotes cómicas lepermiten abordar temáticas tan delicadaspara los finlandeses como el suicidio (Deli-cioso suicidio en grupo), el extravío existen-cial de un pastor luterano (El mejor amigodel oso) o la estigmatización del diferente (Elmolinero aullador) a través de historias pro-tagonizadas por espíritus libres y de compor-tamiento excéntrico que recurren a la fugapara encontrarse a sí mismos. S. R. P.

A PRINCIPIOS de este año la colección De-bolsillo publicó Nuestro amor es comoBizancio, una extensa antología de estepoeta viajero que cambió el Báltico porel Mediterráneo para dejar en el caminouna riquísima colección de instantáneassobre su experiencia y percepción de losgrandes temas universales: la distancia, elsueño, la pérdida, el olvido y, cómo no, elamor. La potencia sensorial de su lenguajele permite trasladar al lector desde el deta-lle más nimio hasta dimensiones infinitasen poemas fugaces que adereza con unafina ironía para evitar caer en el sentimen-talismo. No es casual que su larga carrerahaya sido reconocida con galardones detanto prestigio como el Premio Nórdicode la Academia Sueca (conocido como elpequeño Nobel) y el Premio del ConsejoNórdico. S. R. P.

Henrik Nordbrandt

HENNING MANKELL es el mejor discípulo deSjöwall y Wahlöö. Pero hay grandes diferen-cias entre el comisario Martin Beck y el ins-pector Wallander. El primero pensaba queaún era posible un mundo mejor; Wallan-der sabe que es imposible. La primera nove-la que se publicó en España, La quinta mu-jer, fue una revelación. Luego Tusquets, encastellano y en catalán, las ha ido publican-do todas en orden cronológico. Mankell seha dedicado en la serie de Wallander —nue-ve novelas y un libro de relatos— a desmon-tar nuestras ideas preconcebidas de la Sue-cia del bienestar. Es implacable. Todas susnovelas atrapan, pero la última, El hombreinquieto, en la que Wallander nos diceadiós, es espléndida. Por sus páginas pasanlas excelentes Asesinos sin rostro, Los perrosde Riga, La leona blanca, El hombre sonrien-te… Le echaremos en falta. R. M.

Henning Mankell

Escritores del Báltico que conquistan el MediterráneoNarradores y poetas contemporáneos de Islandia, Suecia, Finlandia, Noruega y Dinamarca ocupan un lugar cada vez más destacado entre las apuestas de las editoriales y las preferencias de los lectores

Dag Solstad

Arto Paasilinna

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Por Sergio Rodríguez Prieto

EL DESEMBARCO NÓRDICO que este diario anunció haceapenas dos años tiene visos de convertirse en toda unaavalancha de nieve negra, provocada en gran medidapor el eco de dos estallidos con nombre propio: prime-ro fue Mankell con su serie del inspector Wallander ypoco después Larsson, cuya trilogía Millennium ha cau-sado el furor de un Harry Potter para adultos. Comoconsecuencia, un repentino interés por el polar estácatapultando en las listas de ventas a autores como JoNesbø, Arnaldur Indriðason, Jens Lapidus o Åsa Lars-son, pero amenaza con sepultar otros nombres y títulosde gran valor literario que han llegado a nuestro paísgracias a la importante labor de un puñado de traducto-res y editores comprometidos.

Conviene por lo tanto poner en contexto un fenóme-no que no es exclusivamente español sino europeo, yaque el interés masivo por la literatura de esos países hasido provocado por un efecto dominó tardío desencade-nado a principios de los noventa por otros dos best sellerssin fronteras: La señorita Smila y su especial percepción dela nieve, del danés Peter Høeg, y El mundo de Sofía, delnoruego Jostein Gaarder. Desde entonces los lectores es-pañoles han podido ir poco a poco accediendo a traduc-ciones de calidad de grandes autores clásicos y moder-nos, y las librerías han ampliado el número de estantesdedicados a la literatura nórdica. Pero que la rúbrica com-

partida no llame a engaño porque, como bien advierteHalldór Guðmundsson —un reconocido editor y biógrafoislandés—, los empeños teóricos por encontrar un deno-minador común en los escritores del frío están abocadosal fracaso. Estupenda noticia, porque es la diversidad yno el exotismo lo que hace interesante cualquier literatu-ra, venga de la latitud que venga. Es de esperar que seaeste motivo y no sólo las cifras de ventas lo que ha llevadoa la comisión organizadora a dedicar la Feria del Libro deMadrid a los países nórdicos, brindándonos la ocasiónperfecta para desmontar algunos tópicos, no vaya a serque al lector español le dé por pensar que las guiris deantaño han cambiado el biquini por la gabardina.

En estas páginas presentamos una selección de auto-res actuales que el día de mañana podrían convertirseen clásicos, pero también animamos a quienes se acer-quen hasta el paseo de Coches del Retiro a que aprove-chen la oportunidad de asomarse a las sagas fundado-ras de la literatura nórdica, a la jerarquía celestial delvisionario Swedenborg, al infierno particular de Strind-berg o a la obra de autores fundamentales para la nove-la europea del último siglo como Knut Hamsun, KarenBlixen o Halldór Laxness. Puede que entre sí no tenganun denominador común, pero, en lo que respecta allector español, comparten un factor esencial, a saber,un tono a la vez íntimo y distante que resulta especial-mente original, convincente y atractivo. Quién sabe: talvez el secreto del polar nórdico no sea más que el (re)descubrimiento de ese ingrediente mágico. O

Negro sobre blanco

Carnaval y otros cuentosIsak DinesenTraducción de Jaime SilvaNórdica. Madrid, 2010336 págs. 20,95 euros

Por José María Guelbenzu

ISAK DINESEN fue calificada por TrumanCapote como una “seductora por conver-sación”. Lo que se constata leyendo susrelatos es que se trata de una seductorapor narración. Hay algo en su manera decontar que la hace única; tanto da si lohace al modo clásico del estilo alto comosi se adentra en lo gótico o en lo maravillo-so. La baronesa Karen Blixen nació en Di-namarca, se casó con un primo con el quese trasladó a una plantación en Sudáfrica,donde encontró los dos alicientes de suvida: al cazador Denys Finch-Hatton y lapropia África, como cuenta en su hermo-sísimo y mundialmente célebre libro Me-morias de África (llevado al cine) y enSombras en la hierba. Al cine han pasadotambién dos piezas suyas convertidas enobras maestras del séptimo arte: Una his-toria inmortal, de Orson Welles, y El festínde Babette, de Gabriel Axel.

Carnaval reúne un conjunto de relatosde diversas épocas que fueron publicadosdespués de su muerte. Los relatos de Dine-sen ejercen todos ellos una fascinaciónespecial en el lector. Hay en ellos unamezcla de poesía, misterio y leyenda tansingular que los hace únicos y que hacenpensar en una escritora fuera de las mo-das y modos establecidos. Ella cuenta có-mo relataba historias a los nativos de suplantación y es muy posible que su pure-za narrativa provenga de esa experiencia;porque son narraciones en el sentido másestricto de la palabra, que recogen al lec-tor en una especie de clima creado y pro-tegido por una dicción elegante, cuidada,afectuosa e inteligente a la vez, pero noajena a la eficiencia del relato oral, y lollevan por el camino de la fascinación (lo“seducen”) a través de historias contadascon una muy elevada sensibilidad.

En Carnaval encontraremos una mues-tra excelente de su quehacer. Desde elrelato titulado ‘Anna’, una historia de en-redo muy bien narrada, con un finalabrupto y colgado, lo que hace pensar enun cuento sin terminar; pero en su estiloestá un modo de construir que es el de

tomar un camino para abandonarlo porotro aunque dejando una estela sutil quelos une, como sucede con el excelente‘Tío Séneca’. La sutileza se muestra tam-bién en relatos como ‘Caballos fantas-mas’, cuyo tratamiento de la relación en-tre pasado y presente a través de unas

joyas desaparecidas tiene las calidades delas mejores historias de fantasmas. ‘La da-ma orgullosa’ es un prodigio de construc-ción a favor de un final al que lo haceadmirable no sólo el expectante transcur-so de la situación sino, sobre todo, el mi-nucioso ordenamiento del relato, que eslo que paso a paso carga de sentido talfinal; por no hablar de la prodigiosa at-mósfera del que da título al libro y quecuenta una velada de carnaval de un gru-po de jóvenes disfrazados, un complejo ybrillante juego de figurines que cruzansus sentimientos por debajo de sus disfra-ces. En fin, ninguno de los cuentos desme-rece de su gran estilo. En cierto modo,cabe pensar que en todos o casi todos loscuentos de Isak Dinesen hay un compo-nente mítico, una especie de baño intem-poral que los eleva a esa categoría sin de-jar de posar, sin embargo, sus pies en latierra. Probablemente ese sea su mayorencanto, que se refleja admirablementeen libros tales como Anécdotas del destinoo Cuentos de invierno y que aquí, en Car-naval, podemos reconocer igualmente.

En 1931, la muerte de su Finch-Hattonen accidente aéreo y el fin de su planta-ción de café debida a la caída del merca-do la obligan a regresar a su casa natal enDinamarca. Allí empezaría su aventura li-teraria, casi con cincuenta años de edad.Su primer libro fue Siete cuentos góticos,varias veces rechazado hasta que lograpublicarlo en 1934. A partir de ahí, la cele-bridad y el elogio unánime de todos suscontemporáneos. O

E Primeras páginas de Carnaval y otroscuentos, de Isak Dinesen.

+ .com

Isak Dinesen (Rungstedlund, Dinamarca, 1885-1962).

Seductora DinesenLos relatos de la escritora poseen una mezcla de poesía, misterio y leyenda tan singular quelos hace únicos. Los cuentos reunidos en Carnaval tienen un componente mítico, una especiede baño intemporal que los eleva a esa categoría sin dejar de posar sus pies en la tierra

Vista de Helsinki (Finlandia). Foto: Elías Amor

ESPECIAL FERIA DEL LIBRO DE MADRID / Literatura Nórdica

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Page 10: El deshielo nórdico - AULA 31 | Bitácora de … escritor Francisco Ferrer Lerín, en su casa de Jaca (Huesca). Foto: Hermínia Sirvent F RANCISCO F ERRER L ERÍN tiene todo su piso

Por Carles Geli

FUE, BIEN MIRADO, la primera guerramundial (implicó a casi toda Euro-pa y parte de América) y, despuésde la Guerra Civil de 1936, el episo-

dio de la historia de España más ideologiza-do. Se trata de la Guerra de Sucesión. Elhistoriador Joaquim Albareda (Manlleu, Bar-celona, 1957) lleva desde 1985 a vueltas conel tema, como demuestra la bibliografía desu recién La Guerra de Sucesión de España:1700-1714 (Crítica): más de 600 referencias.Leído todo, digerido como pocos y rebusca-da la documentación en 18 archivos de cin-co países, su último libro pasa por ser, hoy,de los mejores compendios sobre el episo-dio, con tres ideas de las que rompen tópi-cos: no fue una guerra dinástica ni entre losnacionalismos catalán y español; la victoriaborbónica no comportó la modernidad deEspaña y el único que ganó fue Inglaterra.

PREGUNTA. Leído su libro, uno tiene lasensación de que la Guerra de Sucesiónespañola se ha enseñado muy mal.

RESPUESTA. El problema es que es unepisodio al que se ha vertido tanta cargaideológica que ha ocultado su esencia. Yano se puede explicar como una guerra estric-tamente dinástica. Y tampoco en clave na-cionalista en términos actuales porque noresponde a la realidad de la época.

P. ¿Entonces?R. Entonces, lo que se enfrentó fueron

dos modelos de entender la política y, porello, dos modelos de Estado: por un lado,una concepción jerárquica, de obedienciacasi sagrada al rey, en la que éste, representa-do por el Borbón Felipe V, gobierna porpragmática sanción, y un modelo más parla-mentarista, un republicanismo monárqui-co, donde las leyes, las constituciones catala-nas o los fueros valencianos o aragoneses,por ejemplo, se aprueban en Cortes, repre-sentado por Carlos III, de la casa de los Aus-tria. Pero los mitos sobre 1714 van cayendo.

P. ¿Mitos caídos?R. Sí, como ese de la pugna entre nacio-

nalismos o el de que, gracias a la victoria deFelipe V, España se convirtió en un Estadomoderno. Creer que los reyes transforma-ban la realidad es, como mínimo, ingenuo;lo hacían las fuerzas sociales emergentes yéstas, en el sistema austriacista, manteníanorganismos que les daban voz: ahí habíamás fluidez social y política. Decir que elabsolutismo borbónico aportó la moderni-dad a España es muy exagerado.

P. Se queja con nombres y apellidos dehistoriadores que van en esa línea, comoCarlos Martínez Shaw y Henry Kamen.

R. Es que es difícil ver modernidad allídonde, por ejemplo, se militarizan estructu-ras políticas con el Decreto de Nueva Planta:más del 90% de los corregidores que se im-ponen en la antigua Corona de Aragón ha-bían sido militares y eso acabó así en todo elpaís. ¿Es moderna la venta de cargos de laAdministración sistemática como se dio conFelipe V? ¿O las reformas pensadas sólo pa-ra fortalecer el poder del rey y de la dinastía?

P. El libro recuerda que la Guerra deSucesión afectó a toda España.

R. Es que también había austriacistas enel resto de la Península; ahí está el almirantede Castilla, que en 1704 ya conspira contraFelipe V. El mismo Consejo de Estado delrey, entre 1704 y 1705, le dice al monarca:“Así, sin respetar fueros y constituciones, nose gobierna”. Felipe V arrinconará a todaesa gente. Además, en Castilla también ha-bía una tradición política de siglos anterio-res, pero el pueblo estaba secuestrado poruna política en clave teológica, que exigía

fidelidad ciega al rey; la mentalidad castella-na era más jerárquica. Pero también hayresistencia en Valencia, en Aragón y en Cá-diz, que ahí si no cuajó fue por los excesosque las tropas inglesas hicieron tras su de-sembarco y que malograron la imagen y lasexpectativas austriacistas en Andalucía.

P. La represión borbónica, económica-mente fue más fuerte en Castilla, pero másnumerosa en Cataluña. ¿Cómo se explica?

R. Por un doble motivo: parte de las cla-ses dirigentes castellanas se dan cuenta deque Felipe V va introduciendo, por influen-cia de su abuelo Luis XIV, una notable canti-dad de franceses en la Administración y teme-n, no sin razón, que se lo acaben comiendotodo; por otro, desde finales del XVII en Cata-luña se dan mecanismos de ascenso socialmás flexibles y estas clases, más numerosas,tendrán una mayor adhesión a la causa aus-

triacista porque ésta les permite tribunas derepresentación que perderían con Felipe V.Los patrimonios, claro, eran distintos.

P. Asegura que hay que quitarle carganacionalista al tema, pero la Guerra de Su-cesión se da en el contexto de la formaciónde los Estados-nación en Europa…

R. Toda monarquía tiende entonces a in-crementar su Gobierno, fortalecidas las ma-quinarias de los Estados por las guerras. Elaumento de poder regio sólo quedaba limi-tado según las fuerzas sociales que podíanmantener a raya a esos monarcas. Eso es loque ocurre en Inglaterra en 1688, con loswhigs (liberales) y los tories (conservadores)y un parlamento en el mismo plano que elrey. Comparado con Escocia y Hungría, enla construcción del Estado-nación Cataluñafue la más perjudicada porque lo perdió to-do; Escocia, parcialmente, porque si bien sequedó sin parlamento firmó el Acta deUnión de 1707, reversible y que dio escañosa los escoceses en las salas de los Comunesy la de los Lores, o sea, nada que ver con elDecreto de Nueva Planta borbónico; los me-jor parados fueron los húngaros, que obtu-vieron la monarquía austro-húngara.

P. Ni Carlos III ni Felipe V quedan, co-mo monarcas, muy soberanos en el libro.

R. Los dos reyes tuvieron problemas eco-nómicos y políticos similares; por ello losdos acabaron siendo sendos títeres de dospotencias: Felipe V, de la Francia de su abue-lo, y Carlos III, de la ambiciosa Inglaterra dela princesa Ana. El factor internacional mar-có el conflicto, pero quien lo ganó de verasfue Inglaterra, que logró arrancar de Españaprebendas comerciales en América y logróque Francia le hiciera otras y además sequedara exhausta… El cinismo de los ingle-ses fue impresionante, por ejemplo, incitan-do a los catalanes a la guerra y luego abando-nándoles a su suerte… Trabajaron con tan-tas trampas y negociaciones a dos bandasque confundieron hasta a sus embajadores.

P. Es curioso que ganara Felipe V y lamonarquía borbónica porque en diversosmomentos estuvieron contra las cuerdas.

R. Felipe V tuvo suerte. Su abuelo intentóun acuerdo de paz cuatro veces con inglesesy holandeses, aliados de Carlos III; incluso,en 1710, estaba dispuesto a que Felipe V ab-dicara; pero la llegada de los tories al Gobier-no inglés, partidarios ya de dejar la guerra, yla muerte del emperador José I en Austriaque significó que Carlos III fuera empera-dor, dieron un vuelco a la situación.

P. ¿Felipe V estaba enfermo?R. Padecía un trastorno bipolar, melancó-

lico, de gran dependencia sexual de su mu-jer que compensaba confesándose inmedia-tamente y que hallaba consuelo en la gue-rra… ¡Si estuvo a punto varias veces de serhecho prisionero, la última en 1710 en labatalla de Almenar, de tanto que se exponía!

P. Como hoy, el ruido mediático estuvo.R. Fue la primera vez que se daba de una

manera tan planificada una guerra de plu-mas. En Inglaterra, Jonathan Swift y DanielDefoe estuvieron al servicio tory para queInglaterra saliera de la guerra y pactara conFrancia; y un pensador como Leibniz escri-bió a favor de la causa austriacista; en Espa-ña, Felipe V impulsó la Gaceta de Madrid yCarlos III, la Gaceta de Barcelona.

P. Triste modernidad…R. Sí, como todo el episodio en sí, raíz de

un grave problema que afecta al presente:una visión de España muy unitaria frente auna más plural. O el hecho de que vascos ynavarros conserven hoy sus fueros, graciasa que financiaron buena parte de la guerra aFelipe V… La Guerra de Sucesión marcó laentrada de España en la decadencia y enclave interna significó el fortalecimiento delos Borbones porque se gobernó al serviciode sus intereses; el XVIII acabó siendo unsiglo desierto de avances políticos y de hie-rro en lo social, con un alto grado de militari-zación y absolutismo liquidando sistemasconciliares: la Guerra de Sucesión la ganó ladinastía de los Borbones, no España. O

La Guerra de Sucesión de España (1700-1714).Joaquim Albareda. Crítica. Barcelona, 2010. 592páginas. 29 euros.

NO SÉ CÓMO encontré por primeravez el camino hacia el Retiro y laFeria del Libro de Madrid. Era en1970. Como fui a la escuela en

los tiempos anteriores a la pedagogía tengobuena memoria para las fechas y por lotanto puedo situar con precisión los recuer-dos. Era la primera vez que viajaba a Ma-drid, la primera vez que había subido a untren, que había pisado el territorio fantas-ma de las estaciones a medianoche, con susrelojes iluminados y sus luces rojas señalan-do la frontera de la oscuridad al final de losandenes. Viajaba con mis abuelos mater-nos, que tenían el proyecto de visitar la Fe-ria del Campo, El Escorial y el Valle de losCaídos, de pasear por el Retiro, poner unavela al Cristo de Medinaceli y tomar cañascon gambas en una taberna al parecer le-gendaria que se llamaba El Abuelo. En lataberna del Abuelo, decía con admiraciónla gente de mi provincia cuando volvía deMadrid, se consumían tantas gambas quelos pies se hundían entre las peladuras cru-jientes y hacía falta un esfuerzo heroico pa-ra abrirse paso entre los joviales bebedoresde cañas. En todo lo que contaban de Ma-drid había un esplendor que intrigaba mu-cho al niño gatuno que rondaba las con-versaciones de los mayores. El Cristo deMedinaceli era el más milagroso, el Retirocontenía un bosque y una extensión deagua que podía parecerse al mar, en el Vallede los Caídos estaba la cruz más alta delmundo, en la plaza de Las Ventas sólotriunfaban las grandes figuras del toreo, lasgambas frescas y la cerveza espumosa delAbuelo no tenían comparación. Manda-ban postales y en ellas el cielo de Madridsobre la Cibeles y la perspectiva de la callede Alcalá o sobre las torres de la plaza de

España tenía un azul más puro que el de losmares de los mapas.

La Feria del Campo resultó un largo tor-mento de maquinarias calentándose al solde finales de mayo o principios de junio. Enel mismo día de excursión en autobús ElEscorial y el Valle de los Caídos se nosconfundieron en un tedio de cámaras fune-rarias y explanadas graníticas. Una vagarebeldía antifranquista me acentuaba elmalhumor de adolescente cansado de ir aremolque de las expediciones de los adul-tos. El Museo del Prado y el Museo del Ejér-cito se mezclaban en una extenuadora suce-sión de cuadros de santos y cañones. Elestanque del Retiro no era esa especie demar que yo había imaginado desde muyniño escuchando los relatos fantasiosos delos adultos sino una gran alberca de aguaturbia sin mucho interés para quien habíanavegado desde antes de tener uso de ra-zón por los vibrantes mares del cine.

De vez en cuando me escapaba de latutela de mis abuelos y me aventuraba fue-ra de la pensión para explorar Madrid pormi cuenta, con la alegría y el miedo de en-contrarme solo en una ciudad que parecíainmensa. Me veía como un adulto: teníacatorce años, fumaba, llevaba pantalón lar-go aunque hiciera calor de verano, me pei-naba con raya. Por primera vez en mi vidalas calles por las que iba estaban habitadasexclusivamente por desconocidos. Se meiban los ojos detrás de las mujeres. Las mu-jeres en Madrid eran más altas, más desca-radas, más jóvenes. Uno las miraba a losojos y ellas le sostenían la mirada. Uno lasmiraba no por impertinencia ni desafío si-no porque se quedaba pasmado y no sedaba cuenta de la fijeza pueblerina con quelo miraban todo sus ojos. Hacía calor y las

chicas llevaban minifaldas y camisas negrascaladas. Se acostaba uno en el cuarto de lapensión, delante del balcón abierto en elque nunca cesaba el clamor del tráfico, y lasimágenes de la ciudad y de las mujeres se-guían agitándose en la cámara oscura de lamemoria y no lo dejaban dormir, a pesardel agotamiento de las caminatas.

No recuerdo si por azar o a propósitodesemboqué una mañana en la Feria delLibro. El único sitio en el que hasta enton-ces yo había visto muchos libros juntos erala biblioteca pública de Úbeda. Pero en sumayor parte se trataba de ediciones anti-guas, muy gastadas, con lomos de encuader-nación más bien lúgubre, todo de acuerdocon el aire un poco decrépito de aquel lu-gar, con las lámparas bajas que no disipa-ban la penumbra y con las toses espectralesde unos bibliotecarios ancianos.

Yo no estaba preparado para el asombrode tantos puestos alineados a la sombrafresca de los árboles, de tantos libros reciénimpresos, con portadas en colores vivosque exageraban su efecto por el hecho desu multiplicación. La Feria del Libro era elgentío de Madrid, la amplitud del espacio,el tamaño de los árboles, la anchura de lasperspectivas, el mareo de la soledad y delmiedo soterrado a perderme y de la excita-ción de las mujeres, todo junto. Los mu-seos, las exposiciones agrícolas y las bóve-das funerarias de El Escorial y del Valle delos Caídos pertenecían a otro mundo con elque yo, con mi soberbia de adolescente re-servón y enfadado, no tenía nada que ver.Lo mío era ir por la calle fumándome uncigarrillo sin miedo a que me pillara alguiende mi familia en una ciudad demasiado pe-queña en la que me conocía todo el mundo;era imaginar mirándome en los escaparates

que había cumplido unos años más, mehabía dejado el pelo largo y vivía en Madrid,y acudía con desenvoltura a los sitios en losque se encontraban los escritores, los cafés,la Biblioteca Nacional, la Feria del Libro.

En mi ciudad, en los escaparates de laspapelerías, solía quedarme mirando las cu-biertas de unos pocos libros que permane-cían meses en el mismo lugar invariable,entre cuadernos, pisapapeles, álbumes decomunión, estuches de lápices de colores.En algunos de aquellos escaparates los colo-res de las portadas se habían ido amorti-guando según pasaba el tiempo. En un solopuesto de la feria de Madrid había tantoslibros que uno podía estarse horas enterasmirando sin haberlos visto todos. No recuer-do si vi a algún escritor, aunque no creo quehubiera reconocido a ninguno. Los escrito-res a los que yo leía —Julio Verne, Dumas,Gustavo Adolfo Bécquer— llevaban muer-tos mucho tiempo, de modo que tal vez noacababa de imaginarme que la literaturafuese un oficio que alguien pudiera ejerceren el tiempo presente. Yo a veces me imagi-naba escritor, pero menos por vocaciónque por fantasía caprichosa, igual que meimaginaba astronauta o corresponsal deguerra o náufrago en una isla desierta. Co-mo un niño solo en el edificio entero de unajuguetería me mareé entre los libros, el ca-lor y la gente, mirando precios, contando elpoco dinero que llevaba, con mucha caute-la, porque me habían advertido que Madridera una ciudad llena de carteristas. Absurda-mente me acabé comprando el Martín Fie-rro y una historia de la Mafia. Volví tantarde a la pensión que mis abuelos ya te-mían que me hubiera perdido, que me hu-biera pasado algo, en aquella ciudad que enel fondo nos daba tanto miedo. O

Armas, muertos y exilio

E Inicio de La Guerra de Sucesión deEspaña (1700-1714), de JoaquimAlbareda.

LAS DIMENSIONES y la dureza de lo quedirimió la Guerra de Sucesión podríansimbolizarse en las siguientes cifras:O 1.300.000 soldadosen liza en 1710 por elconflicto en todo elmundo.O 1.251.000 muertos enEuropa; de ellos, 500.000en Francia.O 200.000 doblones fuela cifra en que se tasóMenorca, vendida a In-glaterra como pago delas deudas militares deCarlos III.O 72.000 armas requisa-das en Barcelona tras lavictoria de Felipe V.O 40.000 bombas caye-ron en Barcelona duran-te el asedio borbónico.O 39.000 soldados bor-bónicos sitiaban Barcelona en 1714.O 30.000 personas se exiliaron fuera deEspaña tras la victoria borbónica.

O 12.000 fusiles se comprometió a aportarInglaterra, junto a 8.000 hombres y 2.000caballos, en la alianza con Cataluña con-

tra los Borbones en elpacto de Génova del 20de junio de 1705.O 7.000 soldados per-dieron las tropas alia-das en la batalla de Al-mansa en 1707. Será elinicio del fin de la cau-sa austriacista.O 5.400 soldados resis-tentes en Barcelona en1714, 3.500 de la famosaLa Coronela, tropa paga-da por los gremios.O 61 días resistieron losbarceloneses con la mu-ralla abierta por las tro-pas del sorprendido du-que de Berwick.O 11 veces los resisten-

tes reconquistaron el Baluarte de San Pe-dro, clave para el acceso, en la madruga-da del 10 al 11 de septiembre de 1714. O

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Recreación de la batalla de Almenara, en 1710. Foto: Kunsthistorisches Museum, Viena

En la feriaPor Antonio Muñoz Molina

Joaquim Albareda“La Guerra de Sucesión marcó laentrada de España en la decadencia”El historiador rompe tópicos sobre el episodio bélico cuya esencia ha estado ocultapor “tanta carga ideológica” y sostiene que los vencedores fueron Inglaterra y los Borbones

Imagen de la Feria del Libro de Madrid, en el paseo de Coches del Retiro, en los años setenta. Foto: César Lucas

Joaquim Albareda.

IDA Y VUELTA

10 EL PAÍS BABELIA 22.05.10

Page 11: El deshielo nórdico - AULA 31 | Bitácora de … escritor Francisco Ferrer Lerín, en su casa de Jaca (Huesca). Foto: Hermínia Sirvent F RANCISCO F ERRER L ERÍN tiene todo su piso

Por Carles Geli

FUE, BIEN MIRADO, la primera guerramundial (implicó a casi toda Euro-pa y parte de América) y, despuésde la Guerra Civil de 1936, el episo-

dio de la historia de España más ideologiza-do. Se trata de la Guerra de Sucesión. Elhistoriador Joaquim Albareda (Manlleu, Bar-celona, 1957) lleva desde 1985 a vueltas conel tema, como demuestra la bibliografía desu recién La Guerra de Sucesión de España:1700-1714 (Crítica): más de 600 referencias.Leído todo, digerido como pocos y rebusca-da la documentación en 18 archivos de cin-co países, su último libro pasa por ser, hoy,de los mejores compendios sobre el episo-dio, con tres ideas de las que rompen tópi-cos: no fue una guerra dinástica ni entre losnacionalismos catalán y español; la victoriaborbónica no comportó la modernidad deEspaña y el único que ganó fue Inglaterra.

PREGUNTA. Leído su libro, uno tiene lasensación de que la Guerra de Sucesiónespañola se ha enseñado muy mal.

RESPUESTA. El problema es que es unepisodio al que se ha vertido tanta cargaideológica que ha ocultado su esencia. Yano se puede explicar como una guerra estric-tamente dinástica. Y tampoco en clave na-cionalista en términos actuales porque noresponde a la realidad de la época.

P. ¿Entonces?R. Entonces, lo que se enfrentó fueron

dos modelos de entender la política y, porello, dos modelos de Estado: por un lado,una concepción jerárquica, de obedienciacasi sagrada al rey, en la que éste, representa-do por el Borbón Felipe V, gobierna porpragmática sanción, y un modelo más parla-mentarista, un republicanismo monárqui-co, donde las leyes, las constituciones catala-nas o los fueros valencianos o aragoneses,por ejemplo, se aprueban en Cortes, repre-sentado por Carlos III, de la casa de los Aus-tria. Pero los mitos sobre 1714 van cayendo.

P. ¿Mitos caídos?R. Sí, como ese de la pugna entre nacio-

nalismos o el de que, gracias a la victoria deFelipe V, España se convirtió en un Estadomoderno. Creer que los reyes transforma-ban la realidad es, como mínimo, ingenuo;lo hacían las fuerzas sociales emergentes yéstas, en el sistema austriacista, manteníanorganismos que les daban voz: ahí habíamás fluidez social y política. Decir que elabsolutismo borbónico aportó la moderni-dad a España es muy exagerado.

P. Se queja con nombres y apellidos dehistoriadores que van en esa línea, comoCarlos Martínez Shaw y Henry Kamen.

R. Es que es difícil ver modernidad allídonde, por ejemplo, se militarizan estructu-ras políticas con el Decreto de Nueva Planta:más del 90% de los corregidores que se im-ponen en la antigua Corona de Aragón ha-bían sido militares y eso acabó así en todo elpaís. ¿Es moderna la venta de cargos de laAdministración sistemática como se dio conFelipe V? ¿O las reformas pensadas sólo pa-ra fortalecer el poder del rey y de la dinastía?

P. El libro recuerda que la Guerra deSucesión afectó a toda España.

R. Es que también había austriacistas enel resto de la Península; ahí está el almirantede Castilla, que en 1704 ya conspira contraFelipe V. El mismo Consejo de Estado delrey, entre 1704 y 1705, le dice al monarca:“Así, sin respetar fueros y constituciones, nose gobierna”. Felipe V arrinconará a todaesa gente. Además, en Castilla también ha-bía una tradición política de siglos anterio-res, pero el pueblo estaba secuestrado poruna política en clave teológica, que exigía

fidelidad ciega al rey; la mentalidad castella-na era más jerárquica. Pero también hayresistencia en Valencia, en Aragón y en Cá-diz, que ahí si no cuajó fue por los excesosque las tropas inglesas hicieron tras su de-sembarco y que malograron la imagen y lasexpectativas austriacistas en Andalucía.

P. La represión borbónica, económica-mente fue más fuerte en Castilla, pero másnumerosa en Cataluña. ¿Cómo se explica?

R. Por un doble motivo: parte de las cla-ses dirigentes castellanas se dan cuenta deque Felipe V va introduciendo, por influen-cia de su abuelo Luis XIV, una notable canti-dad de franceses en la Administración y teme-n, no sin razón, que se lo acaben comiendotodo; por otro, desde finales del XVII en Cata-luña se dan mecanismos de ascenso socialmás flexibles y estas clases, más numerosas,tendrán una mayor adhesión a la causa aus-

triacista porque ésta les permite tribunas derepresentación que perderían con Felipe V.Los patrimonios, claro, eran distintos.

P. Asegura que hay que quitarle carganacionalista al tema, pero la Guerra de Su-cesión se da en el contexto de la formaciónde los Estados-nación en Europa…

R. Toda monarquía tiende entonces a in-crementar su Gobierno, fortalecidas las ma-quinarias de los Estados por las guerras. Elaumento de poder regio sólo quedaba limi-tado según las fuerzas sociales que podíanmantener a raya a esos monarcas. Eso es loque ocurre en Inglaterra en 1688, con loswhigs (liberales) y los tories (conservadores)y un parlamento en el mismo plano que elrey. Comparado con Escocia y Hungría, enla construcción del Estado-nación Cataluñafue la más perjudicada porque lo perdió to-do; Escocia, parcialmente, porque si bien sequedó sin parlamento firmó el Acta deUnión de 1707, reversible y que dio escañosa los escoceses en las salas de los Comunesy la de los Lores, o sea, nada que ver con elDecreto de Nueva Planta borbónico; los me-jor parados fueron los húngaros, que obtu-vieron la monarquía austro-húngara.

P. Ni Carlos III ni Felipe V quedan, co-mo monarcas, muy soberanos en el libro.

R. Los dos reyes tuvieron problemas eco-nómicos y políticos similares; por ello losdos acabaron siendo sendos títeres de dospotencias: Felipe V, de la Francia de su abue-lo, y Carlos III, de la ambiciosa Inglaterra dela princesa Ana. El factor internacional mar-có el conflicto, pero quien lo ganó de verasfue Inglaterra, que logró arrancar de Españaprebendas comerciales en América y logróque Francia le hiciera otras y además sequedara exhausta… El cinismo de los ingle-ses fue impresionante, por ejemplo, incitan-do a los catalanes a la guerra y luego abando-nándoles a su suerte… Trabajaron con tan-tas trampas y negociaciones a dos bandasque confundieron hasta a sus embajadores.

P. Es curioso que ganara Felipe V y lamonarquía borbónica porque en diversosmomentos estuvieron contra las cuerdas.

R. Felipe V tuvo suerte. Su abuelo intentóun acuerdo de paz cuatro veces con inglesesy holandeses, aliados de Carlos III; incluso,en 1710, estaba dispuesto a que Felipe V ab-dicara; pero la llegada de los tories al Gobier-no inglés, partidarios ya de dejar la guerra, yla muerte del emperador José I en Austriaque significó que Carlos III fuera empera-dor, dieron un vuelco a la situación.

P. ¿Felipe V estaba enfermo?R. Padecía un trastorno bipolar, melancó-

lico, de gran dependencia sexual de su mu-jer que compensaba confesándose inmedia-tamente y que hallaba consuelo en la gue-rra… ¡Si estuvo a punto varias veces de serhecho prisionero, la última en 1710 en labatalla de Almenar, de tanto que se exponía!

P. Como hoy, el ruido mediático estuvo.R. Fue la primera vez que se daba de una

manera tan planificada una guerra de plu-mas. En Inglaterra, Jonathan Swift y DanielDefoe estuvieron al servicio tory para queInglaterra saliera de la guerra y pactara conFrancia; y un pensador como Leibniz escri-bió a favor de la causa austriacista; en Espa-ña, Felipe V impulsó la Gaceta de Madrid yCarlos III, la Gaceta de Barcelona.

P. Triste modernidad…R. Sí, como todo el episodio en sí, raíz de

un grave problema que afecta al presente:una visión de España muy unitaria frente auna más plural. O el hecho de que vascos ynavarros conserven hoy sus fueros, graciasa que financiaron buena parte de la guerra aFelipe V… La Guerra de Sucesión marcó laentrada de España en la decadencia y enclave interna significó el fortalecimiento delos Borbones porque se gobernó al serviciode sus intereses; el XVIII acabó siendo unsiglo desierto de avances políticos y de hie-rro en lo social, con un alto grado de militari-zación y absolutismo liquidando sistemasconciliares: la Guerra de Sucesión la ganó ladinastía de los Borbones, no España. O

La Guerra de Sucesión de España (1700-1714).Joaquim Albareda. Crítica. Barcelona, 2010. 592páginas. 29 euros.

NO SÉ CÓMO encontré por primeravez el camino hacia el Retiro y laFeria del Libro de Madrid. Era en1970. Como fui a la escuela en

los tiempos anteriores a la pedagogía tengobuena memoria para las fechas y por lotanto puedo situar con precisión los recuer-dos. Era la primera vez que viajaba a Ma-drid, la primera vez que había subido a untren, que había pisado el territorio fantas-ma de las estaciones a medianoche, con susrelojes iluminados y sus luces rojas señalan-do la frontera de la oscuridad al final de losandenes. Viajaba con mis abuelos mater-nos, que tenían el proyecto de visitar la Fe-ria del Campo, El Escorial y el Valle de losCaídos, de pasear por el Retiro, poner unavela al Cristo de Medinaceli y tomar cañascon gambas en una taberna al parecer le-gendaria que se llamaba El Abuelo. En lataberna del Abuelo, decía con admiraciónla gente de mi provincia cuando volvía deMadrid, se consumían tantas gambas quelos pies se hundían entre las peladuras cru-jientes y hacía falta un esfuerzo heroico pa-ra abrirse paso entre los joviales bebedoresde cañas. En todo lo que contaban de Ma-drid había un esplendor que intrigaba mu-cho al niño gatuno que rondaba las con-versaciones de los mayores. El Cristo deMedinaceli era el más milagroso, el Retirocontenía un bosque y una extensión deagua que podía parecerse al mar, en el Vallede los Caídos estaba la cruz más alta delmundo, en la plaza de Las Ventas sólotriunfaban las grandes figuras del toreo, lasgambas frescas y la cerveza espumosa delAbuelo no tenían comparación. Manda-ban postales y en ellas el cielo de Madridsobre la Cibeles y la perspectiva de la callede Alcalá o sobre las torres de la plaza de

España tenía un azul más puro que el de losmares de los mapas.

La Feria del Campo resultó un largo tor-mento de maquinarias calentándose al solde finales de mayo o principios de junio. Enel mismo día de excursión en autobús ElEscorial y el Valle de los Caídos se nosconfundieron en un tedio de cámaras fune-rarias y explanadas graníticas. Una vagarebeldía antifranquista me acentuaba elmalhumor de adolescente cansado de ir aremolque de las expediciones de los adul-tos. El Museo del Prado y el Museo del Ejér-cito se mezclaban en una extenuadora suce-sión de cuadros de santos y cañones. Elestanque del Retiro no era esa especie demar que yo había imaginado desde muyniño escuchando los relatos fantasiosos delos adultos sino una gran alberca de aguaturbia sin mucho interés para quien habíanavegado desde antes de tener uso de ra-zón por los vibrantes mares del cine.

De vez en cuando me escapaba de latutela de mis abuelos y me aventuraba fue-ra de la pensión para explorar Madrid pormi cuenta, con la alegría y el miedo de en-contrarme solo en una ciudad que parecíainmensa. Me veía como un adulto: teníacatorce años, fumaba, llevaba pantalón lar-go aunque hiciera calor de verano, me pei-naba con raya. Por primera vez en mi vidalas calles por las que iba estaban habitadasexclusivamente por desconocidos. Se meiban los ojos detrás de las mujeres. Las mu-jeres en Madrid eran más altas, más desca-radas, más jóvenes. Uno las miraba a losojos y ellas le sostenían la mirada. Uno lasmiraba no por impertinencia ni desafío si-no porque se quedaba pasmado y no sedaba cuenta de la fijeza pueblerina con quelo miraban todo sus ojos. Hacía calor y las

chicas llevaban minifaldas y camisas negrascaladas. Se acostaba uno en el cuarto de lapensión, delante del balcón abierto en elque nunca cesaba el clamor del tráfico, y lasimágenes de la ciudad y de las mujeres se-guían agitándose en la cámara oscura de lamemoria y no lo dejaban dormir, a pesardel agotamiento de las caminatas.

No recuerdo si por azar o a propósitodesemboqué una mañana en la Feria delLibro. El único sitio en el que hasta enton-ces yo había visto muchos libros juntos erala biblioteca pública de Úbeda. Pero en sumayor parte se trataba de ediciones anti-guas, muy gastadas, con lomos de encuader-nación más bien lúgubre, todo de acuerdocon el aire un poco decrépito de aquel lu-gar, con las lámparas bajas que no disipa-ban la penumbra y con las toses espectralesde unos bibliotecarios ancianos.

Yo no estaba preparado para el asombrode tantos puestos alineados a la sombrafresca de los árboles, de tantos libros reciénimpresos, con portadas en colores vivosque exageraban su efecto por el hecho desu multiplicación. La Feria del Libro era elgentío de Madrid, la amplitud del espacio,el tamaño de los árboles, la anchura de lasperspectivas, el mareo de la soledad y delmiedo soterrado a perderme y de la excita-ción de las mujeres, todo junto. Los mu-seos, las exposiciones agrícolas y las bóve-das funerarias de El Escorial y del Valle delos Caídos pertenecían a otro mundo con elque yo, con mi soberbia de adolescente re-servón y enfadado, no tenía nada que ver.Lo mío era ir por la calle fumándome uncigarrillo sin miedo a que me pillara alguiende mi familia en una ciudad demasiado pe-queña en la que me conocía todo el mundo;era imaginar mirándome en los escaparates

que había cumplido unos años más, mehabía dejado el pelo largo y vivía en Madrid,y acudía con desenvoltura a los sitios en losque se encontraban los escritores, los cafés,la Biblioteca Nacional, la Feria del Libro.

En mi ciudad, en los escaparates de laspapelerías, solía quedarme mirando las cu-biertas de unos pocos libros que permane-cían meses en el mismo lugar invariable,entre cuadernos, pisapapeles, álbumes decomunión, estuches de lápices de colores.En algunos de aquellos escaparates los colo-res de las portadas se habían ido amorti-guando según pasaba el tiempo. En un solopuesto de la feria de Madrid había tantoslibros que uno podía estarse horas enterasmirando sin haberlos visto todos. No recuer-do si vi a algún escritor, aunque no creo quehubiera reconocido a ninguno. Los escrito-res a los que yo leía —Julio Verne, Dumas,Gustavo Adolfo Bécquer— llevaban muer-tos mucho tiempo, de modo que tal vez noacababa de imaginarme que la literaturafuese un oficio que alguien pudiera ejerceren el tiempo presente. Yo a veces me imagi-naba escritor, pero menos por vocaciónque por fantasía caprichosa, igual que meimaginaba astronauta o corresponsal deguerra o náufrago en una isla desierta. Co-mo un niño solo en el edificio entero de unajuguetería me mareé entre los libros, el ca-lor y la gente, mirando precios, contando elpoco dinero que llevaba, con mucha caute-la, porque me habían advertido que Madridera una ciudad llena de carteristas. Absurda-mente me acabé comprando el Martín Fie-rro y una historia de la Mafia. Volví tantarde a la pensión que mis abuelos ya te-mían que me hubiera perdido, que me hu-biera pasado algo, en aquella ciudad que enel fondo nos daba tanto miedo. O

Armas, muertos y exilio

E Inicio de La Guerra de Sucesión deEspaña (1700-1714), de JoaquimAlbareda.

LAS DIMENSIONES y la dureza de lo quedirimió la Guerra de Sucesión podríansimbolizarse en las siguientes cifras:O 1.300.000 soldadosen liza en 1710 por elconflicto en todo elmundo.O 1.251.000 muertos enEuropa; de ellos, 500.000en Francia.O 200.000 doblones fuela cifra en que se tasóMenorca, vendida a In-glaterra como pago delas deudas militares deCarlos III.O 72.000 armas requisa-das en Barcelona tras lavictoria de Felipe V.O 40.000 bombas caye-ron en Barcelona duran-te el asedio borbónico.O 39.000 soldados bor-bónicos sitiaban Barcelona en 1714.O 30.000 personas se exiliaron fuera deEspaña tras la victoria borbónica.

O 12.000 fusiles se comprometió a aportarInglaterra, junto a 8.000 hombres y 2.000caballos, en la alianza con Cataluña con-

tra los Borbones en elpacto de Génova del 20de junio de 1705.O 7.000 soldados per-dieron las tropas alia-das en la batalla de Al-mansa en 1707. Será elinicio del fin de la cau-sa austriacista.O 5.400 soldados resis-tentes en Barcelona en1714, 3.500 de la famosaLa Coronela, tropa paga-da por los gremios.O 61 días resistieron losbarceloneses con la mu-ralla abierta por las tro-pas del sorprendido du-que de Berwick.O 11 veces los resisten-

tes reconquistaron el Baluarte de San Pe-dro, clave para el acceso, en la madruga-da del 10 al 11 de septiembre de 1714. O

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Recreación de la batalla de Almenara, en 1710. Foto: Kunsthistorisches Museum, Viena

En la feriaPor Antonio Muñoz Molina

Joaquim Albareda“La Guerra de Sucesión marcó laentrada de España en la decadencia”El historiador rompe tópicos sobre el episodio bélico cuya esencia ha estado ocultapor “tanta carga ideológica” y sostiene que los vencedores fueron Inglaterra y los Borbones

Imagen de la Feria del Libro de Madrid, en el paseo de Coches del Retiro, en los años setenta. Foto: César Lucas

Joaquim Albareda.

ESPECIAL FERIA DEL LIBRO DE MADRID / El Libro de la Semana

EL PAÍS BABELIA 22.05.10 11

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Contrarrevolución o resistencia.La teoría política de Carl Schmitt(1888-1985)Carmelo Jiménez SegadoTecnos. Madrid, 2010320 páginas. 16,30 euros

ENSAYO. AL LADO DE ERNST Jünger y de LeniRiefenstahl, Carl Schmitt cierra el trío depersonajes que aporta un toque de gran-deza a la barbarie nazi. Como Jünger, lavinculación al régimen de Hitler no signifi-ca adhesión en todo y por todo, pero sí ensu caso un claro compromiso que ha ocu-pado en exceso a muchos comentaristas.Lo esencial es cómo el jurista católicoaborda la crisis revolucionaria sucesiva alfin de la Gran Guerra: una situación apo-calíptica que no admite las soluciones tra-dicionales de la derecha y que requiereun nuevo uso de los fundamentos religio-sos del orden. San Pablo proporcionará elconcepto, el katéjon, aquel que impone elfreno a la amenaza del Anticristo. La no-ción central de su pensamiento será la del“enemigo”. Pero como Carmelo JiménezSegado explica en su libro, el valor deSchmitt surge de su capacidad para ela-borar un nuevo planteamiento jurídicoacorde con la exigencia de la contrarrevo-lución. En su presentación del libro,Francisco Rubio Llorente destacó la ex-cepcional lucidez que caracteriza recu-rrentemente a esa elaboración. Añadiótambién que en su opinión Jiménez Sega-do es el autor español que mejor ha leídoy entendido a Carl Schmitt, tan influyenteentre nosotros. Antonio Elorza

La guerra: historia secretade la Casa BlancaBob WoodwardTraducción de Emilio Ortega ArjonillaEditorial Algón. Alcalá la Real (Jaén), 2010518 páginas. 24,95 euros

POLÍTICA. EL PERIODISTA norteamericanoBob Woodward, el rubio anglosajón de lapareja del caso Watergate, ya nos tieneacostumbrados a que cada pocos años pu-blique un tomo de vasta dimensión sobrela política, preferentemente exterior, desu país. Y la afición del último presidenteBush a invadir parajes de persuasión reli-giosa musulmana le ha provisto de abun-dante material para ello. “La guerra” deltítulo cabría pensar inadvertidamenteque es la de Irak, desencadenada en 2003por Estados Unidos en busca de unas ar-mas de destrucción masiva que casi todossabían que no existían, y de las que, es desuponer porque nadie lo ignoraba, tampo-co se habla en el texto, pero tiene más quever con la sorda contienda de trincherasen los corredores del poder en Washing-ton. Esta vez Bob Woodward, admirándo-nos como siempre por la extensión y mi-nuciosidad desplegadas para componerlo que es un gigantesco reportaje sobre loque dijeron un secretario de Defensa, unaconsejera de Seguridad Nacional y unapléyade de dramatis personae en un sin-

número de ocasiones, no ha calculado deltodo bien el tiro. Salvo para los entomó-logos de la pequeña historia el volumenes excesivo y el lector no superespecializa-do acaba perdido en el laberinto de con-tradicciones, cambios de estrategia y, enparticular, de obviedades que es capaz dedecir todo un presidente del país más po-deroso de la tierra. Aunque, en realidad yasumido o no por el autor, ese es el granvalor del libro: lo anodino de lo que diceny hacen unos actores de los que la mayo-ría debió acabar el bachillerato sin sabercuáles eran las capitales de Irak y Afganis-tán; eso y unas miniviñetas para presentara los actores por la acción sobrevenidos.De largo, en la versión de Woodward, losmás prudentes y mejor informados sonlos militares. Y un apunte para una edito-rial que debuta. Las excelentes notas con-trastan con una traducción —o traduccio-nes— en la que el original inglés araña lasuperficie y el número de erratas no espequeño. M. Á. Bastenier

El optimismo de la voluntadJorge HerraldeFondo de Cultura EconómicaMéxico, 2010329 páginas. 15 euros

ENSAYO. CON LA PUBLICACIÓN de El optimis-mo de la voluntad, el editor catalán JorgeHerralde suma cuatro libros escritos so-bre la tarea de la edición. Recordemos elprimero, Opiniones mohicanas (publica-do primero en México y luego en una

versión ampliada en España por Acantila-do en 2001), luego el segundo tituladoFlashes sobre escritores y otros textos edito-riales (publicado en México por Edicio-nes del Ermitaño, en 2003) y el tercero, Elobservatorio editorial (publicado en Ar-gentina por Adriana Hidalgo). El libroque hoy comentamos lleva por subtítuloExperiencias editoriales en América Lati-na, con lo cual el lector se puede dar unaidea exacta de su propósito: dibujar elterritorio de las iniciativas editoriales deJorge Herralde en el continente america-no. El libro reúne artículos, conferenciasy presentaciones en diferentes países lati-noamericanos. Al margen de las valora-ciones, muchas de ellas autobiográficas,sobre escritores que no figuran en sucatálogo, como es el caso de Borges oCortázar (por ejemplo, cómo descubrióFicciones en la Barcelona de posguerra),el editor abunda en el relato de su expe-riencia no sólo profesional sino funda-mentalmente humana. Algunos de los

trabajos han sido publicados en revistas,otros en los libros citados arriba: perotambién hay un buen pliego de artículosescritos especialmente para este volu-men. Recoge también el libro entrevistasque se le han hecho: comenta su activi-dad como editor u ojeador (un términobalompédico que seguramente al editorgustará) de nuevos valores narrativos:pero hay también referencias a su perfilbiográfico: su pasión por el fútbol, sucondición de culé, y ese sorprendenteconocimiento al dedillo de la delanteradel célebre San Lorenzo de Almagro delos años cincuenta. En este libro Herral-de confirma su fe casi religiosa en laficción que se hace al otro lado del Atlán-tico. De Piglia a Mario Bellatín, de Gui-llermo Fadanelli a Bolaño, de AlejandroZambra a Guadalupe Nettel y un largoetcétera. Promociona y defiende a susautores como muy pocos. Y lo hace conla autoridad que le otorga su prestigiocomo editor. También se puede extraerde este libro, necesario para cualquieraprendiz de editor, su conocimiento dela mecánica editorial, su sentido de laomnipresencia empresarial. Puede quecon algunos autores en general la quími-ca no haya funcionado todo lo bien queprometía. O que los autores necesitabano creían innegociable. Pero nadie podránegar que Jorge Herralde, en España yfuera de ella, sea una referencia ineludi-ble en el noble y complejo arte de hacerlibros, generar tendencias y otear talen-tos en ciernes y convertirlos en realida-des duraderas. J. Ernesto Ayala-Dip

El Rinoceronte y el Megaterio,un ensayo de morfología históricaJuan PimentelAbada. Madrid, 2010320 páginas. 18,20 euros

CIENCIAS NATURALES. EL TAMAÑO fue unacuestión importante. Lo fue en 1515, y tam-bién doscientos setenta años después, en1787. Esta es la historia de dos bichos muygrandes que colmaron el mundo de la ima-ginación y, a su vez, del conocimiento. Sondos gigantes distanciados por el tiempoque se encuentran gracias a la feliz analo-gía diseccionada por Juan Pimentel en Elrinoceronte y el megaterio: el primero ha-bía que verlo para creerlo y aceptar su evi-dencia por insólita que fuera; respecto alsegundo, lo hallado obligaba a imaginar ya admitir el efecto del tiempo sobre la viday el mundo. Uno era puro exterior, corazay cuerno, una armadura acorde con la fun-ción de gladiador que le impuso un rey. Elotro era todo estructura: los colosales ci-mientos de un gran edificio animal sin con-tornos, la imponente realidad de un serinvisible, una metáfora de lo inaudito, unareliquia. Ganda, el rinoceronte de dos tone-ladas y tres metros de longitud que llegóde India a la Lisboa manuelina, fue unregalo exótico, un prisionero, un legenda-rio guerrero que terminó sus días como elmás célebre de los náufragos, pero tam-bién sería, lo sigue siendo, el rinocerontede Durero. En siete cajas llegaron en 1788procedentes de América los huesos del me-gaterio al Real Gabinete de Historia Natu-ral de Madrid. Y se dibujó y se montó unesqueleto de casi cinco metros incompara-ble a nada existente, sin que estuviera aúninventado el nombre que designaría a tanquimérico animal, mezcla de herbívoro ycarnívoro, y cuando apenas había nacidoni la paleontología ni las edades del mun-do. Juan Pimentel avanza por las biogra-fías del rinoceronte y el megaterio desmi-gando las inquietudes intelectuales que

causaron, hasta crear una lección magis-tral de historia de las ciencias naturales, delos viajes renacentista e ilustrado, una his-toria de las ideas que demuestra que elsaber no es algo segmentado, sino transver-sal y conjunto. No abundan en España lasobras científicas de sólida erudición quereivindiquen la imaginación para meditarsobre el conocimiento y a su vez transmi-tan el placer de la investigación rigurosa yla tensión del ensayo que analiza e inter-preta. Es este un diálogo polifónico que,desde la historia intelectual de la ciencia,enseña que el saber (científico, humanísti-co, artístico) está hecho de los conflictosentre realidad y verdad, y que lo desconoci-do ha servido, sirve, para que el mundopueda ser aprendido. Isabel Soler

Las cien mejores películasdel siglo XXMiguel Ángel BarrosoEdiciones Jaguar. Madrid, 2010224 páginas. 18 euros

CINE. ESTE LIBRO no pretende ser una listade películas imprescindibles, tan sóloun viaje al espectador poco iniciado enel arte cinematográfico y algo de debatecon aquellos que ya son cinéfilos. Bien,porque hay que dejar al gusto de cadauno qué películas uno se puede perder ycuáles no. Para amar el cine, lo que sí esimprescindible es acudir a una sala, es-perar a que se apaguen las luces y esfor-zarse, a veces no cuesta demasiado, porentrar en la historia que se muestra en lagran pantalla. Pero siempre es saludableque se edite un título en el que se anali-ce el contenido y la forma, además deanécdotas y problemas. De las cien pelí-culas sólo cuatro pertenecen a directo-res españoles (Buñuel, Bardem, Berlan-ga y Erice). Quizás faltaría Almodóvar,pero como es una lista subjetiva, pocoque objetar. R. G.

Por Raquel Garzón

SI DIANA BELLESSI (Santa Fe, 1946)fuera un trago, sería explosivo, aunpeinando canas. Si fuera un libro—es muchos—, sería Tener lo que

se tiene (Adriana Hidalgo), un monumen-to de 1.200 páginas que reúne 35 años desu poesía y que ha ganado en la Feria delLibro de Buenos Aires el premio al mejorlibro argentino de creación literaria de2009. Ella prefiere considerar esa summapoética “inquietante” antes que consagra-toria. “Mete un poco de miedo, ¿no? Lospoetas somos autores de una única edi-ción, a los que muchas veces los lectoresllegan gracias a las fotocopias. Que a una lepubliquen un volumen así da alegría, peroinquieta, más cuando una no se ha muertoy continúa en franco proceso de produc-ción”, bromea la autora de La rebelión delinstante, mientras enciende el quinto ciga-rrillo de una entrevista que durará la cenizade 14 largos y rubios Virginia Slims.

De prestigio internacional, traducida alinglés por la emperatriz de la ciencia-fic-ción, Ursula K. Le Guin (con quien publicóGemelas del sueño, un volumen con poe-mas de ambas), y reconocida como una delas voces que más ha influido a generacio-nes posteriores de poetas argentinos (algoque ella niega: “Yo soy parte de un torren-te y es difícil discernir cuánto he podidoinfluir a otros y cuánto otros más jóveneshan influido en mí”), la travesía lírica deBellessi reconoce distintas temáticas yahondamientos. Comenzó marcada por

una fuerte tradición de ruptura y por eldescubrimiento de lo latinoamericano co-mo seña de identidad (Crucero ecuatorial,Danzante de doble máscara). Hacia finesde los ochenta (Eroica, 1988), militó en elcuerpo a cuerpo del deseo lésbico, por en-tonces una parcela poco frecuentada en lapoesía regional. Libros posteriores comoEl jardín (1994) y Sur (1998) la fueron acer-cando “con una agua que fluye más larga ymás tranquila” al paisaje del detalle comoADN literario, a “la apreciación de lo pe-queño, de lo inútil”.

“A mí”, dirá Bellessi cuando el humo haganado el espacio entre las dos (¿cuántoscigarrillos van ya?), “me cuesta hablar delo que no toco. Sólo escribo aquello quevivo, que siento, que experimento”. Confe-sión a tono con su “vida andariega”. Sien-do muy joven, con su último sueldo demaestra rural en el bolsillo, la “fascinacióndel camino” la llevó a viajar por AméricaLatina, haciendo autoestop. Esa experien-cia se desdobló en mil poemas y oficios.Fue contrabandista de poca monta, limos-nera en las calles, trabajadora de impren-tas, artesana del cuero, reportera especiali-zada en rock… Vivió en el sur del Bronxestadounidense como ilegal y de regreso aArgentina, en plena primavera democráti-ca, formó parte de un proyecto que incluíatalleres de redacción en las cárceles y dioclases para letristas de canciones. La do-cencia, los viajes y la escritura (en ese or-den o en cualquier otro) son las pasionesen las que invierte su tiempo.

Tener lo que se tiene puede leerse, pues,como una autobiografía poética: el entra-

mado cocido a fuego lento de su infanciaen el campo, en medio de la “pampa grin-ga”, trabajada por inmigrantes de origenitaliano (“de chica, yo veía pasar el tren alatardecer y para mí era como el Transibe-riano, de allí nació mi amor por la aventu-ra”), de sus lecturas (“una persona comoyo que se crió en casas ampliadas de pa-rientes donde muchos eran analfabetos,está marcada por la pasión por devorar elmundo ilustrado”), de sus diversos oficios“por deseo y por necesidad” y de su com-promiso social. Por eso uno puede encon-trar textos en los que, dictadura mediante,la escritura era resistencia: “Un aro de mú-sica para esta mañana. / Un viento del oes-te / y la decisión de sostener la vida / entrelos brazos abiertos”, como se lee en Tribu-to del mudo, de 1982. Otros protagoniza-

dos por “piqueteros” (manifestantes dedistintos movimientos sociales) o por unadrag queen de la noche rioplatense. Perotambién, la complejidad de la permanen-cia, el deseo de explorar cómo de intensoes lo conocido que regresa: “Tibio el pan yel café / en la juventud del día / ilumina-do apenas / por una nube de oro / que seexpande al oriente // como en mí la belle-za / de despertarme aquí / o donde fueraabrigada / por la sangre y el calor / deesta vida yéndose…” (‘Sin asidero’).

Tener lo que se tiene, la serie que danombre a esta poesía reunida, profundi-za su preocupación por la belleza como“diversidad extraordinaria de la existen-cia”. “El libro se detiene en la pequeñavoz del mundo, en la observación de ca-da una de estas pequeñas cosas —una

pareja de zorzales, el verano, las ra-nas…— , que mi ojo decreta de una belle-za descomunal”, sostiene Bellessi. “So-mos parte de lo existente en constantetransformación, donde el horror y lo ma-ravilloso son consecutivos y sincrónicos yestamos invitados a mirar eso, a pensar-lo. La belleza es también cómo se rebelaesa melancolía”. Allí, la tarea de la poesía:“Su sentido es recordar que lo pequeñoes enorme; que lo que importa, finalmen-te, es ese tonto pequeño corazón huma-no, que de tanto en tanto, a pesar de susordera, se escucha, escucha a los otros yescucha el concierto del mundo”. O

Tener lo que se tiene. Diana Bellessi. AdrianaHidalgo. Buenos Aires / Madrid, 2009. 1.226páginas. 32 euros.

Diana Bellessi“Sólo escribo aquelloque vivo, que siento,que experimento”La autora reúne 35 años de su poesía en Tener lo que se tiene,premio al mejor libro argentino de creación literaria de 2009

Diana Bellessi ha sido reconocida como una de las voces que más han influido en los jóvenes poetas. Foto: Archivo Clarín

ESPECIAL FERIA DEL LIBRO DE MADRID / Ensayo y Poesía

12 EL PAÍS BABELIA 22.05.10

Page 13: El deshielo nórdico - AULA 31 | Bitácora de … escritor Francisco Ferrer Lerín, en su casa de Jaca (Huesca). Foto: Hermínia Sirvent F RANCISCO F ERRER L ERÍN tiene todo su piso

Contrarrevolución o resistencia.La teoría política de Carl Schmitt(1888-1985)Carmelo Jiménez SegadoTecnos. Madrid, 2010320 páginas. 16,30 euros

ENSAYO. AL LADO DE ERNST Jünger y de LeniRiefenstahl, Carl Schmitt cierra el trío depersonajes que aporta un toque de gran-deza a la barbarie nazi. Como Jünger, lavinculación al régimen de Hitler no signifi-ca adhesión en todo y por todo, pero sí ensu caso un claro compromiso que ha ocu-pado en exceso a muchos comentaristas.Lo esencial es cómo el jurista católicoaborda la crisis revolucionaria sucesiva alfin de la Gran Guerra: una situación apo-calíptica que no admite las soluciones tra-dicionales de la derecha y que requiereun nuevo uso de los fundamentos religio-sos del orden. San Pablo proporcionará elconcepto, el katéjon, aquel que impone elfreno a la amenaza del Anticristo. La no-ción central de su pensamiento será la del“enemigo”. Pero como Carmelo JiménezSegado explica en su libro, el valor deSchmitt surge de su capacidad para ela-borar un nuevo planteamiento jurídicoacorde con la exigencia de la contrarrevo-lución. En su presentación del libro,Francisco Rubio Llorente destacó la ex-cepcional lucidez que caracteriza recu-rrentemente a esa elaboración. Añadiótambién que en su opinión Jiménez Sega-do es el autor español que mejor ha leídoy entendido a Carl Schmitt, tan influyenteentre nosotros. Antonio Elorza

La guerra: historia secretade la Casa BlancaBob WoodwardTraducción de Emilio Ortega ArjonillaEditorial Algón. Alcalá la Real (Jaén), 2010518 páginas. 24,95 euros

POLÍTICA. EL PERIODISTA norteamericanoBob Woodward, el rubio anglosajón de lapareja del caso Watergate, ya nos tieneacostumbrados a que cada pocos años pu-blique un tomo de vasta dimensión sobrela política, preferentemente exterior, desu país. Y la afición del último presidenteBush a invadir parajes de persuasión reli-giosa musulmana le ha provisto de abun-dante material para ello. “La guerra” deltítulo cabría pensar inadvertidamenteque es la de Irak, desencadenada en 2003por Estados Unidos en busca de unas ar-mas de destrucción masiva que casi todossabían que no existían, y de las que, es desuponer porque nadie lo ignoraba, tampo-co se habla en el texto, pero tiene más quever con la sorda contienda de trincherasen los corredores del poder en Washing-ton. Esta vez Bob Woodward, admirándo-nos como siempre por la extensión y mi-nuciosidad desplegadas para componerlo que es un gigantesco reportaje sobre loque dijeron un secretario de Defensa, unaconsejera de Seguridad Nacional y unapléyade de dramatis personae en un sin-

número de ocasiones, no ha calculado deltodo bien el tiro. Salvo para los entomó-logos de la pequeña historia el volumenes excesivo y el lector no superespecializa-do acaba perdido en el laberinto de con-tradicciones, cambios de estrategia y, enparticular, de obviedades que es capaz dedecir todo un presidente del país más po-deroso de la tierra. Aunque, en realidad yasumido o no por el autor, ese es el granvalor del libro: lo anodino de lo que diceny hacen unos actores de los que la mayo-ría debió acabar el bachillerato sin sabercuáles eran las capitales de Irak y Afganis-tán; eso y unas miniviñetas para presentara los actores por la acción sobrevenidos.De largo, en la versión de Woodward, losmás prudentes y mejor informados sonlos militares. Y un apunte para una edito-rial que debuta. Las excelentes notas con-trastan con una traducción —o traduccio-nes— en la que el original inglés araña lasuperficie y el número de erratas no espequeño. M. Á. Bastenier

El optimismo de la voluntadJorge HerraldeFondo de Cultura EconómicaMéxico, 2010329 páginas. 15 euros

ENSAYO. CON LA PUBLICACIÓN de El optimis-mo de la voluntad, el editor catalán JorgeHerralde suma cuatro libros escritos so-bre la tarea de la edición. Recordemos elprimero, Opiniones mohicanas (publica-do primero en México y luego en una

versión ampliada en España por Acantila-do en 2001), luego el segundo tituladoFlashes sobre escritores y otros textos edito-riales (publicado en México por Edicio-nes del Ermitaño, en 2003) y el tercero, Elobservatorio editorial (publicado en Ar-gentina por Adriana Hidalgo). El libroque hoy comentamos lleva por subtítuloExperiencias editoriales en América Lati-na, con lo cual el lector se puede dar unaidea exacta de su propósito: dibujar elterritorio de las iniciativas editoriales deJorge Herralde en el continente america-no. El libro reúne artículos, conferenciasy presentaciones en diferentes países lati-noamericanos. Al margen de las valora-ciones, muchas de ellas autobiográficas,sobre escritores que no figuran en sucatálogo, como es el caso de Borges oCortázar (por ejemplo, cómo descubrióFicciones en la Barcelona de posguerra),el editor abunda en el relato de su expe-riencia no sólo profesional sino funda-mentalmente humana. Algunos de los

trabajos han sido publicados en revistas,otros en los libros citados arriba: perotambién hay un buen pliego de artículosescritos especialmente para este volu-men. Recoge también el libro entrevistasque se le han hecho: comenta su activi-dad como editor u ojeador (un términobalompédico que seguramente al editorgustará) de nuevos valores narrativos:pero hay también referencias a su perfilbiográfico: su pasión por el fútbol, sucondición de culé, y ese sorprendenteconocimiento al dedillo de la delanteradel célebre San Lorenzo de Almagro delos años cincuenta. En este libro Herral-de confirma su fe casi religiosa en laficción que se hace al otro lado del Atlán-tico. De Piglia a Mario Bellatín, de Gui-llermo Fadanelli a Bolaño, de AlejandroZambra a Guadalupe Nettel y un largoetcétera. Promociona y defiende a susautores como muy pocos. Y lo hace conla autoridad que le otorga su prestigiocomo editor. También se puede extraerde este libro, necesario para cualquieraprendiz de editor, su conocimiento dela mecánica editorial, su sentido de laomnipresencia empresarial. Puede quecon algunos autores en general la quími-ca no haya funcionado todo lo bien queprometía. O que los autores necesitabano creían innegociable. Pero nadie podránegar que Jorge Herralde, en España yfuera de ella, sea una referencia ineludi-ble en el noble y complejo arte de hacerlibros, generar tendencias y otear talen-tos en ciernes y convertirlos en realida-des duraderas. J. Ernesto Ayala-Dip

El Rinoceronte y el Megaterio,un ensayo de morfología históricaJuan PimentelAbada. Madrid, 2010320 páginas. 18,20 euros

CIENCIAS NATURALES. EL TAMAÑO fue unacuestión importante. Lo fue en 1515, y tam-bién doscientos setenta años después, en1787. Esta es la historia de dos bichos muygrandes que colmaron el mundo de la ima-ginación y, a su vez, del conocimiento. Sondos gigantes distanciados por el tiempoque se encuentran gracias a la feliz analo-gía diseccionada por Juan Pimentel en Elrinoceronte y el megaterio: el primero ha-bía que verlo para creerlo y aceptar su evi-dencia por insólita que fuera; respecto alsegundo, lo hallado obligaba a imaginar ya admitir el efecto del tiempo sobre la viday el mundo. Uno era puro exterior, corazay cuerno, una armadura acorde con la fun-ción de gladiador que le impuso un rey. Elotro era todo estructura: los colosales ci-mientos de un gran edificio animal sin con-tornos, la imponente realidad de un serinvisible, una metáfora de lo inaudito, unareliquia. Ganda, el rinoceronte de dos tone-ladas y tres metros de longitud que llegóde India a la Lisboa manuelina, fue unregalo exótico, un prisionero, un legenda-rio guerrero que terminó sus días como elmás célebre de los náufragos, pero tam-bién sería, lo sigue siendo, el rinocerontede Durero. En siete cajas llegaron en 1788procedentes de América los huesos del me-gaterio al Real Gabinete de Historia Natu-ral de Madrid. Y se dibujó y se montó unesqueleto de casi cinco metros incompara-ble a nada existente, sin que estuviera aúninventado el nombre que designaría a tanquimérico animal, mezcla de herbívoro ycarnívoro, y cuando apenas había nacidoni la paleontología ni las edades del mun-do. Juan Pimentel avanza por las biogra-fías del rinoceronte y el megaterio desmi-gando las inquietudes intelectuales que

causaron, hasta crear una lección magis-tral de historia de las ciencias naturales, delos viajes renacentista e ilustrado, una his-toria de las ideas que demuestra que elsaber no es algo segmentado, sino transver-sal y conjunto. No abundan en España lasobras científicas de sólida erudición quereivindiquen la imaginación para meditarsobre el conocimiento y a su vez transmi-tan el placer de la investigación rigurosa yla tensión del ensayo que analiza e inter-preta. Es este un diálogo polifónico que,desde la historia intelectual de la ciencia,enseña que el saber (científico, humanísti-co, artístico) está hecho de los conflictosentre realidad y verdad, y que lo desconoci-do ha servido, sirve, para que el mundopueda ser aprendido. Isabel Soler

Las cien mejores películasdel siglo XXMiguel Ángel BarrosoEdiciones Jaguar. Madrid, 2010224 páginas. 18 euros

CINE. ESTE LIBRO no pretende ser una listade películas imprescindibles, tan sóloun viaje al espectador poco iniciado enel arte cinematográfico y algo de debatecon aquellos que ya son cinéfilos. Bien,porque hay que dejar al gusto de cadauno qué películas uno se puede perder ycuáles no. Para amar el cine, lo que sí esimprescindible es acudir a una sala, es-perar a que se apaguen las luces y esfor-zarse, a veces no cuesta demasiado, porentrar en la historia que se muestra en lagran pantalla. Pero siempre es saludableque se edite un título en el que se anali-ce el contenido y la forma, además deanécdotas y problemas. De las cien pelí-culas sólo cuatro pertenecen a directo-res españoles (Buñuel, Bardem, Berlan-ga y Erice). Quizás faltaría Almodóvar,pero como es una lista subjetiva, pocoque objetar. R. G.

Por Raquel Garzón

SI DIANA BELLESSI (Santa Fe, 1946)fuera un trago, sería explosivo, aunpeinando canas. Si fuera un libro—es muchos—, sería Tener lo que

se tiene (Adriana Hidalgo), un monumen-to de 1.200 páginas que reúne 35 años desu poesía y que ha ganado en la Feria delLibro de Buenos Aires el premio al mejorlibro argentino de creación literaria de2009. Ella prefiere considerar esa summapoética “inquietante” antes que consagra-toria. “Mete un poco de miedo, ¿no? Lospoetas somos autores de una única edi-ción, a los que muchas veces los lectoresllegan gracias a las fotocopias. Que a una lepubliquen un volumen así da alegría, peroinquieta, más cuando una no se ha muertoy continúa en franco proceso de produc-ción”, bromea la autora de La rebelión delinstante, mientras enciende el quinto ciga-rrillo de una entrevista que durará la cenizade 14 largos y rubios Virginia Slims.

De prestigio internacional, traducida alinglés por la emperatriz de la ciencia-fic-ción, Ursula K. Le Guin (con quien publicóGemelas del sueño, un volumen con poe-mas de ambas), y reconocida como una delas voces que más ha influido a generacio-nes posteriores de poetas argentinos (algoque ella niega: “Yo soy parte de un torren-te y es difícil discernir cuánto he podidoinfluir a otros y cuánto otros más jóveneshan influido en mí”), la travesía lírica deBellessi reconoce distintas temáticas yahondamientos. Comenzó marcada por

una fuerte tradición de ruptura y por eldescubrimiento de lo latinoamericano co-mo seña de identidad (Crucero ecuatorial,Danzante de doble máscara). Hacia finesde los ochenta (Eroica, 1988), militó en elcuerpo a cuerpo del deseo lésbico, por en-tonces una parcela poco frecuentada en lapoesía regional. Libros posteriores comoEl jardín (1994) y Sur (1998) la fueron acer-cando “con una agua que fluye más larga ymás tranquila” al paisaje del detalle comoADN literario, a “la apreciación de lo pe-queño, de lo inútil”.

“A mí”, dirá Bellessi cuando el humo haganado el espacio entre las dos (¿cuántoscigarrillos van ya?), “me cuesta hablar delo que no toco. Sólo escribo aquello quevivo, que siento, que experimento”. Confe-sión a tono con su “vida andariega”. Sien-do muy joven, con su último sueldo demaestra rural en el bolsillo, la “fascinacióndel camino” la llevó a viajar por AméricaLatina, haciendo autoestop. Esa experien-cia se desdobló en mil poemas y oficios.Fue contrabandista de poca monta, limos-nera en las calles, trabajadora de impren-tas, artesana del cuero, reportera especiali-zada en rock… Vivió en el sur del Bronxestadounidense como ilegal y de regreso aArgentina, en plena primavera democráti-ca, formó parte de un proyecto que incluíatalleres de redacción en las cárceles y dioclases para letristas de canciones. La do-cencia, los viajes y la escritura (en ese or-den o en cualquier otro) son las pasionesen las que invierte su tiempo.

Tener lo que se tiene puede leerse, pues,como una autobiografía poética: el entra-

mado cocido a fuego lento de su infanciaen el campo, en medio de la “pampa grin-ga”, trabajada por inmigrantes de origenitaliano (“de chica, yo veía pasar el tren alatardecer y para mí era como el Transibe-riano, de allí nació mi amor por la aventu-ra”), de sus lecturas (“una persona comoyo que se crió en casas ampliadas de pa-rientes donde muchos eran analfabetos,está marcada por la pasión por devorar elmundo ilustrado”), de sus diversos oficios“por deseo y por necesidad” y de su com-promiso social. Por eso uno puede encon-trar textos en los que, dictadura mediante,la escritura era resistencia: “Un aro de mú-sica para esta mañana. / Un viento del oes-te / y la decisión de sostener la vida / entrelos brazos abiertos”, como se lee en Tribu-to del mudo, de 1982. Otros protagoniza-

dos por “piqueteros” (manifestantes dedistintos movimientos sociales) o por unadrag queen de la noche rioplatense. Perotambién, la complejidad de la permanen-cia, el deseo de explorar cómo de intensoes lo conocido que regresa: “Tibio el pan yel café / en la juventud del día / ilumina-do apenas / por una nube de oro / que seexpande al oriente // como en mí la belle-za / de despertarme aquí / o donde fueraabrigada / por la sangre y el calor / deesta vida yéndose…” (‘Sin asidero’).

Tener lo que se tiene, la serie que danombre a esta poesía reunida, profundi-za su preocupación por la belleza como“diversidad extraordinaria de la existen-cia”. “El libro se detiene en la pequeñavoz del mundo, en la observación de ca-da una de estas pequeñas cosas —una

pareja de zorzales, el verano, las ra-nas…— , que mi ojo decreta de una belle-za descomunal”, sostiene Bellessi. “So-mos parte de lo existente en constantetransformación, donde el horror y lo ma-ravilloso son consecutivos y sincrónicos yestamos invitados a mirar eso, a pensar-lo. La belleza es también cómo se rebelaesa melancolía”. Allí, la tarea de la poesía:“Su sentido es recordar que lo pequeñoes enorme; que lo que importa, finalmen-te, es ese tonto pequeño corazón huma-no, que de tanto en tanto, a pesar de susordera, se escucha, escucha a los otros yescucha el concierto del mundo”. O

Tener lo que se tiene. Diana Bellessi. AdrianaHidalgo. Buenos Aires / Madrid, 2009. 1.226páginas. 32 euros.

Diana Bellessi“Sólo escribo aquelloque vivo, que siento,que experimento”La autora reúne 35 años de su poesía en Tener lo que se tiene,premio al mejor libro argentino de creación literaria de 2009

Diana Bellessi ha sido reconocida como una de las voces que más han influido en los jóvenes poetas. Foto: Archivo Clarín

EL PAÍS BABELIA 22.05.10 13

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Alba CrommVicente Luis MoraSeix Barral. Barcelona, 2010263 páginas. 17 euros

NARRATIVA. VICENTE LUIS MORA (Córdoba1970) ha figurado en la vanguardia guerri-llera de la nueva literatura hasta hacecuatro días como narrador, como poeta ysobre todo como crítico y ensayista dis-puesto a examinar la literatura actualcon la perspectiva del nuevo frente after.La crítica ha sido el medio más solventede este responsable de un buen blog lla-mado Diario de lecturas y quizá todo elloexplica parte de la naturaleza narrativade Alba Cromm: ni la historia narrada nisus protagonistas ni el uso intensivo delas tecnologías actuales se alejan de loscódigos televisivos y narrativos más ac-tuales, pero la novela despliega tambiénun nuevo gesto escéptico ante tanta pre-sunta novedad. La articulación fragmen-tada de la novela combina materiales he-terogéneos de modo muy calculado y elsentido procede de la manipulación diri-gida de las fuentes porque ninguna deellas por separado ha de bastar para com-prender la historia (los pedazos del dia-rio de Alba, los informes técnicos de lapolicía, las transcripciones de chats,blogs o conversaciones grabadas y porsupuesto el e-mail). Es un proceder habi-tual de la novela y aquí se hace explícito:la cocina del novelista se detiene justoantes de inventar una voz que cohesionay agrupa el sentido de todo para que seanlas partes ordenadas del todo las que denel sentido. Lo más agudo de Alba Crommestá en la invitación a desconfiar de hoyposponiendo la acción narrada a 2017(cuando se ha restringido drásticamentela edición en papel por motivos ecológi-cos). Ese puzle organizado de informa-ción se lee como si fuese el dossier centralde la revista Upman, desprejuiciadamen-te neomachista y desde la perspectiva ac-tual poco menos que delictiva (aunque eslo menos convincente del libro). La sátirasobre las fijaciones abusivamente protec-cionistas sobre la infancia se junta conlas relaciones peligrosas entre policía yperiodismo, más el relato ambivalente delas frustraciones vitales de Alba Cromm yde su persecución del delito, a ratos consu cosa de CSI y a ratos con meditacionesde altura y serie seria. El final desbaratalas expectativas y deja en evidencia quizátanto las obsesiones paranoicas como lafragilidad inevitable de los todopodero-sos instrumentos telemáticos para la ave-

riguación de la verdad. Por eso es unaparábola burlona y vivaz sobre los feti-chismos tanto éticos como técnicos delpresente. Jordi Gracia

La estrategia del aguaLorenzo SilvaDestino. Barcelona, 2010380 páginas. 18,50 euros

NARRATIVA. CONVERTIDOS YA en personajesfamiliares al lector, la admirable pareja deguardias civiles compuesta por el brigadaBevilacqua y la cabo Chamorro vuelve aser protagonista de una historia criminal

que transcurre esta vez en Madrid, escena-rio importante en varias novelas recien-

tes, y que en esta se erige en símbolo delsentir del protagonista. El brigada, que,como siempre, es la voz narrativa que noscuenta el caso, empieza por explicar entérminos muy dolidos su frustración porla puesta en libertad de unos detenidosrecientes a causa de la benignidad de unajueza. A esas primeras páginas llenas dereproches y palabras apasionadas, seguiráa continuación un relato en que las cues-tiones racionales serán fundamentales pa-ra la resolución del caso contando con lapresencia de una jueza que, esta vez sí,con su actuación sobria pero decidida faci-litará las pesquisas. Se ha producido alcabo un movimiento narrativo de equili-

brio y reconciliación. Al de Vila, nombrepopular del brigada, y los jueces se añadeotro apaciguamiento, el de Chamorro y lacabo Salgado, personajes opuestos por sumanera de entender la feminidad dentrodel servicio, que de la enemistad pasan ala simpatía. La estrategia del agua, una delas mejores novelas de la serie, compensa-da y serena, se lee, sin embrago, en tensióny sin tregua, mientras vamos conociendocómo es verosímilmente una investiga-ción policial. Silva muestra con más empe-ño que nunca el papel de los investigado-res policiales, la función de los jueces y laactuación de técnicos como psicólogos ymédicos forenses. No hay una gran sorpre-sa en la resolución final, sino una progresi-va inmersión en los antecedentes y lasconsecuencias de un crimen especialmen-te maligno producido a causa de una sepa-ración matrimonial conflictiva que sirvepara cuestionar la ley contra la violenciade género, un tema que es políticamenteincorrecto, pero muy pertinente e ilustra-tivo en esta novela. Una escena estupen-damente resuelta es aquella en que sedescribe el levantamiento del cadávermientras se dan explicaciones sobre có-mo se produjo el asesinato, se proponenhipótesis sobre los motivos del crimen yjueza, técnicos y policías se mueven porlos alrededores para hacer su trabajo yun dispositivo recurrente importante esaquel por el que el brigada, analizandolos libros que leía la víctima, reconstru-ye su carácter, sus sentimientos y susfrustrados proyectos. En conjunto, elejercicio de la lógica y la actuación apro-piada en la investigación del delito permi-ten desterrar los fantasmas y las tensionesinteriores que envuelven a nuestro guar-dia civil preferido. Lluís Satorras

El cielo se caeLorenza MazzettiTraducción de Francisco de Julio CarbolesPeriférica. Cáceres, 2010200 páginas. 17,50 euros

NARRATIVA. LA VOZ de una niña sirve paradesnudar como pocas veces antes el al-ma de la niñez y el desvarío del mundode los adultos. Lorenza Mazzetti (Floren-cia, 1928) consigue la proeza de hacerreal y sorprendente el diario de Penny, lahuérfana acogida con su hermana menorBaby en la villa toscana de su tío, unalemán de origen judío. La mezcla deingenuidad y clarividencia, el modo co-mo la inocua dureza infantil pone en ri-dículo la debilidad del mundo, hacen deEl cielo se cae una de las raras obras queatraviesan el corazón de ese limbo perdi-do, la infancia, tan difícil de penetrardesde la escritura. Además, es un relatobasado en la experiencia de su autora. Eltío Wilhem es el reflejo de Robert Eins-tein, hermano de Albert, cuya familia fueasesinada por las SS en una villa cercanaa Florencia un día de agosto de 1944. Es,por tanto, un documento histórico a la

par que un logro literario. Mazzetti escapaz de distanciarse de los horrores deaquel tiempo y revivirlos como si fueranpresente y no hubiese nada de lo queuna niña pudiese extrañarse demasiado.Penny y sus amigos hacen trastadas, jue-gan con seriedad a ser “pequeñas italia-nas” y se toman el catecismo al pie de laletra. La novela avanza a base de precisasanotaciones y diálogos que describen elambiente de ocupación de la casa y lacada vez más cercana guerra, envolviendoal lector en el misterio del crecimiento y laperplejidad ante la muerte. El tono es ob-sesivo y poético. En una redacción esco-lar Penny escribe: “Amo a Jesús un pocomás que a Dios, y a Dios igual que aMussolini, y a Italia y a la Patria menosque a Dios, pero más que a mi oso amari-llo”. José Luis de Juan

La pesca de la trucha en AméricaRichard BrautiganTraducción de Pablo Álvarez EllacuríaBlackie Books. Barcelona, 2010158 páginas. 19 euros

NARRATIVA. EN LA COLECCIÓN Contraseñas,ahora un tanto inarticulada, Anagramapublicó, a principios de la década de1980, tres novelas lisérgicas de RichardBrautigan (1935-1984), y veinte años des-pués Debate acogió su última obra, Unamujer infortunada. Pero el libro que leencumbró (vendió tres millones de ejem-plares en 1967), La pesca de la trucha enAmérica, permanecía sorprendentemen-te inédito en nuestro país. Con entusias-mo reparador, la editorial Blackie Books(que inicia así una Biblioteca Brautigan)rescata esta extraña obra, que no se sabebien si es un viaje onírico, una amalga-ma de viñetas poéticas o el fervorosodelirio de una imaginación a la que legusta hacer travesuras. Lo cierto es queel espíritu marcado de la época de enton-ces, muy beat, anárquico y formalmentetransgresor, impulsa estas páginas quellevan al lector a una experiencia muyparecida al modo actual de leer propicia-do por Internet, conectando temas nonecesariamente afines y saltando de unconcepto a otro, donde los significadosescapan de su campo semántico paraconvertirse en cualquier cosa. Esto suce-de con el propio título, que apunta mása un sentido evocativo que a una activi-dad. De hecho, no hay propiamente pescade la trucha, a la manera en que supuesta-mente se declara en portada, aunque símucha mención a “la pesca de la truchaen América”, que es todo aquello quequeramos que sea, incluso un personajebuscado por el FBI, y vitales sugerenciassobre la vida rural en América. No envano el libro surge de una excursión delautor con su mujer y su hija, y es justa-mente ese estado de conmoción feliz ylibérrimo movimiento lo que lo convier-te en algo mucho más impertinente queser un curioso rescate editorial, tal veznecesario. Francisco Solano

El caso KurílovIrène NémirovskyTraducción de José Antonio Soriano MarcoSalamandra. Barcelona, 2010156 páginas. 13 euros

NARRATIVA. TRAS LA PUBLICACIÓN en Españade la sorprendente Suite francesa(2005), el éxito de Irène Némirovsky(Kiev, 1903-Auschwitz, 1942) se afianzacon cada nuevo título suyo que se tradu-ce. Desde David Golder, su primera no-vela, hasta las imprescindibles El maes-tro de almas o El ardor de la sangre nadadecepciona de esta genial escritora. Né-mirovsky poseía todas las virtudes delos mejores novelistas europeos de en-treguerras, tales como Stefan Zweig oJoseph Roth: historias bien contadas, sa-bia administración de la trama y unaprofunda psicología para retratar a lospersonajes. También el espíritu de Tur-guénev, Maupassant o Wilde parecenanimar su manera de narrar tan natural,sin bucles ni reiteraciones, incisiva yágil, justa y equilibrada. El caso Kurílov(1933) sitúa su acción una década antesde la Revolución Rusa de 1917, decisivapara la familia Némirovsky, que tuvoque partir al exilio. Un joven bolchevi-que, terrorista primero y luego futurochequista, León M., recibe la orden deasesinar a un gerifalte “enemigo del pue-blo”. Haciéndose pasar por médico con-vivirá durante unos meses con su futuravíctima, un hombrón enfermo de cán-cer de hígado: el todopoderoso ministrode Instrucción Pública Kurílov. Temidohasta el paroxismo, este curtido políti-co, engolado y orgulloso, se muestra an-te su futuro asesino como un simplemortal; con sus miserias, su apasionadoamor por una antigua querida que aho-ra es su esposa, y sus razonamientossobre lo que aprendió y desaprendió enla vida. El terrorista observa todo, pare-ce ser capaz de reflexión y vacila frenteal deber de asesinar por “el bien delpueblo”, pues aunque siente despreciopor el cínico personaje nace en él unaempatía con el ser humano al que acasotermina por asemejarse. Una tranquilay señorial villa en las cercanías de SanPetersburgo, el estío y el otoño que seavecina descritos con sabias pincela-das, y un puñado de eficaces personajessecundarios proporcionan la extrañasensación de viveza y de melancolíaque se desprende del relato. Y comosiempre sucede con la literatura de Né-mirovsky, la narración incita a reflexio-nar, lo mismo con el suave roce de unasdulces palabras que con la contunden-cia de sus certeras sentencias. ¿Cómoson esos hombres que manejan el desti-no de tantos seres humanos? Revolucio-narios o zaristas, en el fondo, parecentíteres y máscaras de aire, o locos y ni-ños chillones que juegan con juguetespeligrosos, inconscientes de cuán in-menso es el poder que detentan y de lastempestades que desencadenan.Luis Fernando Moreno Claros

Mi madreRichard FordTraducción de Marco Aurelio GalmariniAnagrama. Barcelona, 201079 páginas. 12 euros

Por Benjamín Prado

NARRATIVA. ESTE LIBRO NO CUENTA NADA, ex-cepto una historia inolvidable; es unaautobiografía que narra la vida de casitodo el mundo y no enseña nada que nosepamos, pero nos obliga a aprenderlo.Todo eso parecen simples paradojas, pe-ro no lo son, porque al escribir el retrato

de su madre, una mujer cuya existenciaresume diciendo que llevó “una vida queno requiere ningún comentario”, peroque a él le dio “lo que una gran obraliteraria conferiría a su lector devoto”, loque hace Richard Ford (Jackson, Misisi-pi, 1944) es ponernos en los ojos o lo queya nos ha pasado o lo que nos espera: lapérdida de nuestros padres y, con ella, lade una parte esencial de nuestra identi-dad; y antes de eso, la entrada del doloren una realidad que, de pronto, se llenade ambulancias, servicios de urgencia,transfusiones de sangre y noches queamenazan con ser la última y que te obli-gan a buscar tu sitio en la muerte de tus

padres. Hay que tener cuidado al hacerlopara evitar después el remordimientoque tortura a Ford: ¿pudimos ser másgenerosos, ponerle más impedimentos ala mezquindad y al egoísmo?

Antes del final, el autor de Incendiosdescubre que investigar a nuestros pa-dres nos lleva siempre a un territorioextraño por dos motivos: nos emparen-ta con otra época y nos hace ver comodesconocidos a personas de las quepensábamos saberlo todo y a las quecuesta aceptar en otro papel que el deadultos responsables. Todo lo que nose puede imaginar es un misterio, y esdifícil figurarse a nuestros padres co-

mo dos jóvenes despreocupados que lopasaban bien y no miraban atrás, feli-ces aunque atrapados “en un torbelli-no que no ofrecía en realidad un sitioadonde ir”.

La muerte del padre lo cambió todo,y Ford explica que a partir de ese mo-mento su madre empezó su propiacuenta atrás. El cáncer acabó el trabajoy Ford, que es uno de esos escritores enlos que cada frase es un rastro que teobliga a ir a la siguiente, lo cuenta conemoción, sin patetismo, de modo quela simple vida de su madre exprese lacomplejidad de la existencia en gene-ral. Una pequeña joya. O

Por Rosa Mora

TETÉ, LA protagonista de Mantis, se-gunda novela de Mercedes Cas-tro, lo deja muy claro desde laprimera línea de la primera pági-

na: “Esto funciona así: tú te dejas ver yellos se dejan comer”. No engaña. “Es unamujer fatal sin pudor ni vergüenza que lle-va a los hombres a su perdición”. No tienenada que ver con la policía Clara Deza de Ypunto, su primera novela, que fue muybien recibida. Teté ahora es una reputadacocinera y posee el restaurante más de mo-da de Madrid. Sus platos más jaleados, losEfímeros, llevan ingredientes secretos, queproceden de los enormes congeladores desu palacete. “¿De dónde sacas tanta carnefresca?”, le pregunta su fiel colaboradora,Estrella. Ella echa pelotas fuera. Los nom-bres de las recetas son reveladores: Milho-jas de librero anarquista al vino añejo, conesencia de maría y sal; Sesos de consejerodelegado con espinas de rosa y clavos degrasa de cerdo sobre lecho de cardos; Menu-dencias de joven artista rebozado de galletamaría, acompañadas de patatas fritas y sal-sa de refresco de naranja. Hay muchas mástan siniestramente sugerentes.

“No conozco la alta cocina, pero conocía una publicista a la que contrató un res-taurante para que redactara sus recetas.Las de mi libro me las he inventado, peroluego cotejé que se pudieran hacer. En Fe-rrol comemos pulpo cocido con pimentóno cogemos un centollo, le echamos a una

olla, lo sacamos y lo comemos tal cual”.La novela parece, a veces, una burla de

la alta cocina, pero también del mundoeditorial, de los jóvenes artistas que nacie-ron para comerse el mundo o de los arqui-tectos famosos. “No me corto un pelo. Jue-go mucho con la ironía, pero a la gallegacon segundas, aunque la gente lo entiendea la primera”. “Siempre me pregunto si es-te plato tan de moda vale lo que cuesta yeso pasa con todo, con los libros, con elcine… Esta película ¿es buena de verdad ohe ido a verla porque ha ganado tantososcars? Es una sospecha permanente”.

Castro escribe con deliberada ambigüe-dad. Apenas aparece la palabra asesinato yhay muy poca sangre. A Teté, por ejemplo,no le gustan los ajos ni se mira en el espejo,chupa la sangre de la herida que se ha he-cho un amigo. ¿Es una vampira? ¿Conviertea sus clientes sin éstos saberlo en caníba-les? “Somos nosotros quienes creamos losmonstruos modernos”.

“Me gusta jugar con los géneros litera-rios, con el fantástico, con el gótico, con elnegro, con el estereotipo de los vampiros,con los cuentos de hadas o con el suspensey destrozarlos… para bien”. También juegacon el lenguaje. “Con el de la gastronomía,con el del sexo, con el de la sensualidad,con el de la pasión como límite: un abrazopuede convertirse en una estrangulación”.Hay otros personajes excelentes, como Ofe-lia, la madre de Teresa, ya muerta pero muyviva en su memoria. Es malvada. Una mez-cla de la madre de Psicosis y el ama de llavesde Rebeca, dos mujeres que le fascinan.

La escritora nos va dejando pistas des-de las primeras páginas, cuando aún nocomprendemos por qué Teresa es comoes. A medida que avanza el libro empeza-mos a dudar si es una mala malísima ouna víctima. Castro, que es editora freelance y que ha hecho una Antología poéti-ca de Rosalía de Castro, responde con unejemplo: “La noche que murió Rosalía, sumarido, quemó sus cartas y ha permaneci-do su imagen de mujer dulce, pero era

combativa. Hay un poema suyo muy po-co conocido en el que cuenta cómo unamujer cogió una hoz y se tomó la justiciapor su mano, y tú te imaginas qué le pudopasar para llegar a esto. Hay un momentoen que la mujer se levanta y dice ‘ya nopuedo más”.

Hay otro juego en el libro interesante.Castro intercala palabras de escritores,poetas, músicos. Desde García Márquez,muy evidente, a muchas del poeta José

María Fonollosa, de Antonio Vega, de Mi-guel Bosé, de Santiago Auserón… “No esun juego mío con el lector sino con ellibro, sobre cómo lo escribo”. No se tratade un juego de hipertextualidad, pero en-tre unas cosas y otras, el lector llega a laúltima página casi sin aliento. O

Mantis. Mercedes Castro. Alfaguara. Madrid,2010. 456 páginas. 18,50 euros. blogs.alfaguara.com/mercedescastro.

Nada que contar, sólo una historia inolvidable

Mercedes Castro“Me gusta jugar con losgéneros y destrozarlos”En Mantis, la novelista gallega se burla de la alta cocinay el mundo editorial. “No me corto un pelo”, adelanta

La protagonista de Mantis, segunda novela de Mercedes Castro, “es una mujer fatal, sin pudor ni vergüenza, que lleva a los hombres a su perdición”. Foto: Tejederas

ESPECIAL FERIA DEL LIBRO DE MADRID / Narrativa

14 EL PAÍS BABELIA 22.05.10

Page 15: El deshielo nórdico - AULA 31 | Bitácora de … escritor Francisco Ferrer Lerín, en su casa de Jaca (Huesca). Foto: Hermínia Sirvent F RANCISCO F ERRER L ERÍN tiene todo su piso

Alba CrommVicente Luis MoraSeix Barral. Barcelona, 2010263 páginas. 17 euros

NARRATIVA. VICENTE LUIS MORA (Córdoba1970) ha figurado en la vanguardia guerri-llera de la nueva literatura hasta hacecuatro días como narrador, como poeta ysobre todo como crítico y ensayista dis-puesto a examinar la literatura actualcon la perspectiva del nuevo frente after.La crítica ha sido el medio más solventede este responsable de un buen blog lla-mado Diario de lecturas y quizá todo elloexplica parte de la naturaleza narrativade Alba Cromm: ni la historia narrada nisus protagonistas ni el uso intensivo delas tecnologías actuales se alejan de loscódigos televisivos y narrativos más ac-tuales, pero la novela despliega tambiénun nuevo gesto escéptico ante tanta pre-sunta novedad. La articulación fragmen-tada de la novela combina materiales he-terogéneos de modo muy calculado y elsentido procede de la manipulación diri-gida de las fuentes porque ninguna deellas por separado ha de bastar para com-prender la historia (los pedazos del dia-rio de Alba, los informes técnicos de lapolicía, las transcripciones de chats,blogs o conversaciones grabadas y porsupuesto el e-mail). Es un proceder habi-tual de la novela y aquí se hace explícito:la cocina del novelista se detiene justoantes de inventar una voz que cohesionay agrupa el sentido de todo para que seanlas partes ordenadas del todo las que denel sentido. Lo más agudo de Alba Crommestá en la invitación a desconfiar de hoyposponiendo la acción narrada a 2017(cuando se ha restringido drásticamentela edición en papel por motivos ecológi-cos). Ese puzle organizado de informa-ción se lee como si fuese el dossier centralde la revista Upman, desprejuiciadamen-te neomachista y desde la perspectiva ac-tual poco menos que delictiva (aunque eslo menos convincente del libro). La sátirasobre las fijaciones abusivamente protec-cionistas sobre la infancia se junta conlas relaciones peligrosas entre policía yperiodismo, más el relato ambivalente delas frustraciones vitales de Alba Cromm yde su persecución del delito, a ratos consu cosa de CSI y a ratos con meditacionesde altura y serie seria. El final desbaratalas expectativas y deja en evidencia quizátanto las obsesiones paranoicas como lafragilidad inevitable de los todopodero-sos instrumentos telemáticos para la ave-

riguación de la verdad. Por eso es unaparábola burlona y vivaz sobre los feti-chismos tanto éticos como técnicos delpresente. Jordi Gracia

La estrategia del aguaLorenzo SilvaDestino. Barcelona, 2010380 páginas. 18,50 euros

NARRATIVA. CONVERTIDOS YA en personajesfamiliares al lector, la admirable pareja deguardias civiles compuesta por el brigadaBevilacqua y la cabo Chamorro vuelve aser protagonista de una historia criminal

que transcurre esta vez en Madrid, escena-rio importante en varias novelas recien-

tes, y que en esta se erige en símbolo delsentir del protagonista. El brigada, que,como siempre, es la voz narrativa que noscuenta el caso, empieza por explicar entérminos muy dolidos su frustración porla puesta en libertad de unos detenidosrecientes a causa de la benignidad de unajueza. A esas primeras páginas llenas dereproches y palabras apasionadas, seguiráa continuación un relato en que las cues-tiones racionales serán fundamentales pa-ra la resolución del caso contando con lapresencia de una jueza que, esta vez sí,con su actuación sobria pero decidida faci-litará las pesquisas. Se ha producido alcabo un movimiento narrativo de equili-

brio y reconciliación. Al de Vila, nombrepopular del brigada, y los jueces se añadeotro apaciguamiento, el de Chamorro y lacabo Salgado, personajes opuestos por sumanera de entender la feminidad dentrodel servicio, que de la enemistad pasan ala simpatía. La estrategia del agua, una delas mejores novelas de la serie, compensa-da y serena, se lee, sin embrago, en tensióny sin tregua, mientras vamos conociendocómo es verosímilmente una investiga-ción policial. Silva muestra con más empe-ño que nunca el papel de los investigado-res policiales, la función de los jueces y laactuación de técnicos como psicólogos ymédicos forenses. No hay una gran sorpre-sa en la resolución final, sino una progresi-va inmersión en los antecedentes y lasconsecuencias de un crimen especialmen-te maligno producido a causa de una sepa-ración matrimonial conflictiva que sirvepara cuestionar la ley contra la violenciade género, un tema que es políticamenteincorrecto, pero muy pertinente e ilustra-tivo en esta novela. Una escena estupen-damente resuelta es aquella en que sedescribe el levantamiento del cadávermientras se dan explicaciones sobre có-mo se produjo el asesinato, se proponenhipótesis sobre los motivos del crimen yjueza, técnicos y policías se mueven porlos alrededores para hacer su trabajo yun dispositivo recurrente importante esaquel por el que el brigada, analizandolos libros que leía la víctima, reconstru-ye su carácter, sus sentimientos y susfrustrados proyectos. En conjunto, elejercicio de la lógica y la actuación apro-piada en la investigación del delito permi-ten desterrar los fantasmas y las tensionesinteriores que envuelven a nuestro guar-dia civil preferido. Lluís Satorras

El cielo se caeLorenza MazzettiTraducción de Francisco de Julio CarbolesPeriférica. Cáceres, 2010200 páginas. 17,50 euros

NARRATIVA. LA VOZ de una niña sirve paradesnudar como pocas veces antes el al-ma de la niñez y el desvarío del mundode los adultos. Lorenza Mazzetti (Floren-cia, 1928) consigue la proeza de hacerreal y sorprendente el diario de Penny, lahuérfana acogida con su hermana menorBaby en la villa toscana de su tío, unalemán de origen judío. La mezcla deingenuidad y clarividencia, el modo co-mo la inocua dureza infantil pone en ri-dículo la debilidad del mundo, hacen deEl cielo se cae una de las raras obras queatraviesan el corazón de ese limbo perdi-do, la infancia, tan difícil de penetrardesde la escritura. Además, es un relatobasado en la experiencia de su autora. Eltío Wilhem es el reflejo de Robert Eins-tein, hermano de Albert, cuya familia fueasesinada por las SS en una villa cercanaa Florencia un día de agosto de 1944. Es,por tanto, un documento histórico a la

par que un logro literario. Mazzetti escapaz de distanciarse de los horrores deaquel tiempo y revivirlos como si fueranpresente y no hubiese nada de lo queuna niña pudiese extrañarse demasiado.Penny y sus amigos hacen trastadas, jue-gan con seriedad a ser “pequeñas italia-nas” y se toman el catecismo al pie de laletra. La novela avanza a base de precisasanotaciones y diálogos que describen elambiente de ocupación de la casa y lacada vez más cercana guerra, envolviendoal lector en el misterio del crecimiento y laperplejidad ante la muerte. El tono es ob-sesivo y poético. En una redacción esco-lar Penny escribe: “Amo a Jesús un pocomás que a Dios, y a Dios igual que aMussolini, y a Italia y a la Patria menosque a Dios, pero más que a mi oso amari-llo”. José Luis de Juan

La pesca de la trucha en AméricaRichard BrautiganTraducción de Pablo Álvarez EllacuríaBlackie Books. Barcelona, 2010158 páginas. 19 euros

NARRATIVA. EN LA COLECCIÓN Contraseñas,ahora un tanto inarticulada, Anagramapublicó, a principios de la década de1980, tres novelas lisérgicas de RichardBrautigan (1935-1984), y veinte años des-pués Debate acogió su última obra, Unamujer infortunada. Pero el libro que leencumbró (vendió tres millones de ejem-plares en 1967), La pesca de la trucha enAmérica, permanecía sorprendentemen-te inédito en nuestro país. Con entusias-mo reparador, la editorial Blackie Books(que inicia así una Biblioteca Brautigan)rescata esta extraña obra, que no se sabebien si es un viaje onírico, una amalga-ma de viñetas poéticas o el fervorosodelirio de una imaginación a la que legusta hacer travesuras. Lo cierto es queel espíritu marcado de la época de enton-ces, muy beat, anárquico y formalmentetransgresor, impulsa estas páginas quellevan al lector a una experiencia muyparecida al modo actual de leer propicia-do por Internet, conectando temas nonecesariamente afines y saltando de unconcepto a otro, donde los significadosescapan de su campo semántico paraconvertirse en cualquier cosa. Esto suce-de con el propio título, que apunta mása un sentido evocativo que a una activi-dad. De hecho, no hay propiamente pescade la trucha, a la manera en que supuesta-mente se declara en portada, aunque símucha mención a “la pesca de la truchaen América”, que es todo aquello quequeramos que sea, incluso un personajebuscado por el FBI, y vitales sugerenciassobre la vida rural en América. No envano el libro surge de una excursión delautor con su mujer y su hija, y es justa-mente ese estado de conmoción feliz ylibérrimo movimiento lo que lo convier-te en algo mucho más impertinente queser un curioso rescate editorial, tal veznecesario. Francisco Solano

El caso KurílovIrène NémirovskyTraducción de José Antonio Soriano MarcoSalamandra. Barcelona, 2010156 páginas. 13 euros

NARRATIVA. TRAS LA PUBLICACIÓN en Españade la sorprendente Suite francesa(2005), el éxito de Irène Némirovsky(Kiev, 1903-Auschwitz, 1942) se afianzacon cada nuevo título suyo que se tradu-ce. Desde David Golder, su primera no-vela, hasta las imprescindibles El maes-tro de almas o El ardor de la sangre nadadecepciona de esta genial escritora. Né-mirovsky poseía todas las virtudes delos mejores novelistas europeos de en-treguerras, tales como Stefan Zweig oJoseph Roth: historias bien contadas, sa-bia administración de la trama y unaprofunda psicología para retratar a lospersonajes. También el espíritu de Tur-guénev, Maupassant o Wilde parecenanimar su manera de narrar tan natural,sin bucles ni reiteraciones, incisiva yágil, justa y equilibrada. El caso Kurílov(1933) sitúa su acción una década antesde la Revolución Rusa de 1917, decisivapara la familia Némirovsky, que tuvoque partir al exilio. Un joven bolchevi-que, terrorista primero y luego futurochequista, León M., recibe la orden deasesinar a un gerifalte “enemigo del pue-blo”. Haciéndose pasar por médico con-vivirá durante unos meses con su futuravíctima, un hombrón enfermo de cán-cer de hígado: el todopoderoso ministrode Instrucción Pública Kurílov. Temidohasta el paroxismo, este curtido políti-co, engolado y orgulloso, se muestra an-te su futuro asesino como un simplemortal; con sus miserias, su apasionadoamor por una antigua querida que aho-ra es su esposa, y sus razonamientossobre lo que aprendió y desaprendió enla vida. El terrorista observa todo, pare-ce ser capaz de reflexión y vacila frenteal deber de asesinar por “el bien delpueblo”, pues aunque siente despreciopor el cínico personaje nace en él unaempatía con el ser humano al que acasotermina por asemejarse. Una tranquilay señorial villa en las cercanías de SanPetersburgo, el estío y el otoño que seavecina descritos con sabias pincela-das, y un puñado de eficaces personajessecundarios proporcionan la extrañasensación de viveza y de melancolíaque se desprende del relato. Y comosiempre sucede con la literatura de Né-mirovsky, la narración incita a reflexio-nar, lo mismo con el suave roce de unasdulces palabras que con la contunden-cia de sus certeras sentencias. ¿Cómoson esos hombres que manejan el desti-no de tantos seres humanos? Revolucio-narios o zaristas, en el fondo, parecentíteres y máscaras de aire, o locos y ni-ños chillones que juegan con juguetespeligrosos, inconscientes de cuán in-menso es el poder que detentan y de lastempestades que desencadenan.Luis Fernando Moreno Claros

Mi madreRichard FordTraducción de Marco Aurelio GalmariniAnagrama. Barcelona, 201079 páginas. 12 euros

Por Benjamín Prado

NARRATIVA. ESTE LIBRO NO CUENTA NADA, ex-cepto una historia inolvidable; es unaautobiografía que narra la vida de casitodo el mundo y no enseña nada que nosepamos, pero nos obliga a aprenderlo.Todo eso parecen simples paradojas, pe-ro no lo son, porque al escribir el retrato

de su madre, una mujer cuya existenciaresume diciendo que llevó “una vida queno requiere ningún comentario”, peroque a él le dio “lo que una gran obraliteraria conferiría a su lector devoto”, loque hace Richard Ford (Jackson, Misisi-pi, 1944) es ponernos en los ojos o lo queya nos ha pasado o lo que nos espera: lapérdida de nuestros padres y, con ella, lade una parte esencial de nuestra identi-dad; y antes de eso, la entrada del doloren una realidad que, de pronto, se llenade ambulancias, servicios de urgencia,transfusiones de sangre y noches queamenazan con ser la última y que te obli-gan a buscar tu sitio en la muerte de tus

padres. Hay que tener cuidado al hacerlopara evitar después el remordimientoque tortura a Ford: ¿pudimos ser másgenerosos, ponerle más impedimentos ala mezquindad y al egoísmo?

Antes del final, el autor de Incendiosdescubre que investigar a nuestros pa-dres nos lleva siempre a un territorioextraño por dos motivos: nos emparen-ta con otra época y nos hace ver comodesconocidos a personas de las quepensábamos saberlo todo y a las quecuesta aceptar en otro papel que el deadultos responsables. Todo lo que nose puede imaginar es un misterio, y esdifícil figurarse a nuestros padres co-

mo dos jóvenes despreocupados que lopasaban bien y no miraban atrás, feli-ces aunque atrapados “en un torbelli-no que no ofrecía en realidad un sitioadonde ir”.

La muerte del padre lo cambió todo,y Ford explica que a partir de ese mo-mento su madre empezó su propiacuenta atrás. El cáncer acabó el trabajoy Ford, que es uno de esos escritores enlos que cada frase es un rastro que teobliga a ir a la siguiente, lo cuenta conemoción, sin patetismo, de modo quela simple vida de su madre exprese lacomplejidad de la existencia en gene-ral. Una pequeña joya. O

Por Rosa Mora

TETÉ, LA protagonista de Mantis, se-gunda novela de Mercedes Cas-tro, lo deja muy claro desde laprimera línea de la primera pági-

na: “Esto funciona así: tú te dejas ver yellos se dejan comer”. No engaña. “Es unamujer fatal sin pudor ni vergüenza que lle-va a los hombres a su perdición”. No tienenada que ver con la policía Clara Deza de Ypunto, su primera novela, que fue muybien recibida. Teté ahora es una reputadacocinera y posee el restaurante más de mo-da de Madrid. Sus platos más jaleados, losEfímeros, llevan ingredientes secretos, queproceden de los enormes congeladores desu palacete. “¿De dónde sacas tanta carnefresca?”, le pregunta su fiel colaboradora,Estrella. Ella echa pelotas fuera. Los nom-bres de las recetas son reveladores: Milho-jas de librero anarquista al vino añejo, conesencia de maría y sal; Sesos de consejerodelegado con espinas de rosa y clavos degrasa de cerdo sobre lecho de cardos; Menu-dencias de joven artista rebozado de galletamaría, acompañadas de patatas fritas y sal-sa de refresco de naranja. Hay muchas mástan siniestramente sugerentes.

“No conozco la alta cocina, pero conocía una publicista a la que contrató un res-taurante para que redactara sus recetas.Las de mi libro me las he inventado, peroluego cotejé que se pudieran hacer. En Fe-rrol comemos pulpo cocido con pimentóno cogemos un centollo, le echamos a una

olla, lo sacamos y lo comemos tal cual”.La novela parece, a veces, una burla de

la alta cocina, pero también del mundoeditorial, de los jóvenes artistas que nacie-ron para comerse el mundo o de los arqui-tectos famosos. “No me corto un pelo. Jue-go mucho con la ironía, pero a la gallegacon segundas, aunque la gente lo entiendea la primera”. “Siempre me pregunto si es-te plato tan de moda vale lo que cuesta yeso pasa con todo, con los libros, con elcine… Esta película ¿es buena de verdad ohe ido a verla porque ha ganado tantososcars? Es una sospecha permanente”.

Castro escribe con deliberada ambigüe-dad. Apenas aparece la palabra asesinato yhay muy poca sangre. A Teté, por ejemplo,no le gustan los ajos ni se mira en el espejo,chupa la sangre de la herida que se ha he-cho un amigo. ¿Es una vampira? ¿Conviertea sus clientes sin éstos saberlo en caníba-les? “Somos nosotros quienes creamos losmonstruos modernos”.

“Me gusta jugar con los géneros litera-rios, con el fantástico, con el gótico, con elnegro, con el estereotipo de los vampiros,con los cuentos de hadas o con el suspensey destrozarlos… para bien”. También juegacon el lenguaje. “Con el de la gastronomía,con el del sexo, con el de la sensualidad,con el de la pasión como límite: un abrazopuede convertirse en una estrangulación”.Hay otros personajes excelentes, como Ofe-lia, la madre de Teresa, ya muerta pero muyviva en su memoria. Es malvada. Una mez-cla de la madre de Psicosis y el ama de llavesde Rebeca, dos mujeres que le fascinan.

La escritora nos va dejando pistas des-de las primeras páginas, cuando aún nocomprendemos por qué Teresa es comoes. A medida que avanza el libro empeza-mos a dudar si es una mala malísima ouna víctima. Castro, que es editora freelance y que ha hecho una Antología poéti-ca de Rosalía de Castro, responde con unejemplo: “La noche que murió Rosalía, sumarido, quemó sus cartas y ha permaneci-do su imagen de mujer dulce, pero era

combativa. Hay un poema suyo muy po-co conocido en el que cuenta cómo unamujer cogió una hoz y se tomó la justiciapor su mano, y tú te imaginas qué le pudopasar para llegar a esto. Hay un momentoen que la mujer se levanta y dice ‘ya nopuedo más”.

Hay otro juego en el libro interesante.Castro intercala palabras de escritores,poetas, músicos. Desde García Márquez,muy evidente, a muchas del poeta José

María Fonollosa, de Antonio Vega, de Mi-guel Bosé, de Santiago Auserón… “No esun juego mío con el lector sino con ellibro, sobre cómo lo escribo”. No se tratade un juego de hipertextualidad, pero en-tre unas cosas y otras, el lector llega a laúltima página casi sin aliento. O

Mantis. Mercedes Castro. Alfaguara. Madrid,2010. 456 páginas. 18,50 euros. blogs.alfaguara.com/mercedescastro.

Nada que contar, sólo una historia inolvidable

Mercedes Castro“Me gusta jugar con losgéneros y destrozarlos”En Mantis, la novelista gallega se burla de la alta cocinay el mundo editorial. “No me corto un pelo”, adelanta

La protagonista de Mantis, segunda novela de Mercedes Castro, “es una mujer fatal, sin pudor ni vergüenza, que lleva a los hombres a su perdición”. Foto: Tejederas

EL PAÍS BABELIA 22.05.10 15

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Contrarrevolución o resistencia.La teoría política de Carl Schmitt(1888-1985)Carmelo Jiménez SegadoTecnos. Madrid, 2010320 páginas. 16,30 euros

ENSAYO. AL LADO DE ERNST Jünger y de LeniRiefenstahl, Carl Schmitt cierra el trío depersonajes que aportan un toque de gran-deza a la barbarie nazi. Como Jünger, lavinculación al régimen de Hitler no signifi-ca adhesión en todo y por todo, pero sí ensu caso un claro compromiso que ha ocu-pado en exceso a muchos comentaristas.Lo esencial es cómo el jurista católicoaborda la crisis revolucionaria sucesiva alfin de la Gran Guerra: una situación apo-calíptica que no admite las soluciones tra-dicionales de la derecha y que requiere unnuevo uso de los fundamentos religiososdel orden. San Pablo proporcionará el con-cepto, el katéjon, aquel que impone el fre-no a la amenaza del Anticristo. La nocióncentral de su pensamiento será la del “ene-migo”. Pero como Carmelo Jiménez Sega-do explica en su libro, el valor de Schmittsurge de su capacidad para elaborar unnuevo planteamiento jurídico acorde conla exigencia de la contrarrevolución. En supresentación del libro, Francisco RubioLlorente destacó la excepcional lucidezque caracteriza recurrentemente a esa ela-boración. Añadió también que a su juicioJiménez Segado es el autor español quemejor ha leído y entendido a Carl Schmitt,tan influyente entre nosotros. Antonio Elor-za

La guerra: historia secreta de laCasa BlancaBob WoodwardTraducción de Emilio Ortega ArjonillaEditorial Algón. Alcalá la Real (Jaén), 2010518 páginas. 24,95 euros

EL PERIODISTA norteamericano Bob Wood-ward, el rubio anglosajón de la pareja delcaso Watergate, ya nos tiene acostumbra-dos a que cada pocos años publique untomo de vasta dimensión sobre la política,preferentemente exterior, de su país. Y laafición del último presidente Bush a inva-dir parajes de persuasión religiosa musul-mana le ha provisto de abundante mate-rial para ello. ‘La guerra’ del título cabríapensar inadvertidamente que es la de Irak,desencadenada en 2003 por Estados Uni-dos en busca de unas armas de destruc-ción masiva que casi todos sabían que noexistían, y de las que, es de suponer por-que nadie lo ignoraba, tampoco se hablaen el texto, pero tiene más que ver con lasorda contienda de trincheras en los corre-dores del poder en Washington.

Esta vez Woodward, admirándonos co-mo siempre por la extensión y minuciosi-dad desplegadas para componer lo que esun gigantesco reportaje sobre lo que dije-ron un secretario de Defensa, una conseje-ra de seguridad nacional y una pléyade dedramatis personae en un sinnúmero deocasiones, no ha calculado del todo bienel tiro. Salvo para los entomólogos de lapequeña historia el volumen es excesivo yel lector no super-especializado acaba per-dido en el laberinto de contradicciones,cambios de estrategia y, en particular, deobviedades que es capaz de decir todo unpresidente del país más poderoso de latierra. Aunque, en realidad y asumido ono por el autor, ese es el gran valor dellibro: lo anodino de lo que dicen y hacenunos actores de los que la mayoría debióacabar el bachillerato sin saber cuáleseran las capitales de Irak y Afganistán; esoy unas mini-viñetas para presentar a losactores por la acción sobrevenidos. De lar-go, en la versión de Woodward, los másprudentes y mejor informados son los mili-tares.

Y un apunte para una editorial que de-buta. Las excelentes notas contrastan conuna traducción -o traducciones- en la queel original inglés araña la superficie y elnúmero de erratas no es pequeño. M. A.BastenierEl optimismo de la voluntadJorge HerraldeFondo de Cultura EconómicaMéxico, 2010

329 páginas. 15 euros

ENSAYO. CON LA PUBLICACIÓN de El optimis-mo de la voluntad”, el editor catalán JorgeHerralde suma cuatro libros escritos sobrela tarea de la edición. Recordemos el pri-mero, Opiniones mohicanas (publicadoprimero en México y luego en una versiónampliada en España por Acantilado en2001), luego el segundo titulado Flashessobre escritores y otros textos editoriales(publicado en México por Ediciones delErmitaño, en 2003) y el tercero, El observa-torio editorial (publicado en Argentinapor Adriana Hidalgo). El libro que hoy co-mentamos lleva por subtítulo Experien-cias editoriales en América Latina, con locual el lector se puede dar una idea exactade su propósito: dibujar el territorio de lasiniciativas editoriales de Jorge Herralde enel continente americano. El libro reúneartículos, conferencias y presentacionesen diferentes países latinoamericanos. Almargen de las valoraciones, muchas deellas autobiográficas, sobre escritores queno figuran en su catálogo, como es el casode Borges o Cortázar (por ejemplo, cómodescubrió Ficciones en la Barcelona de pos-guerra), el editor abunda en el relato de suexperiencia no sólo profesional sino funda-mentalmente humana. Algunos de los tra-bajos han sido publicados en revistas,otros en los libros citados arriba: pero tam-bién hay un buen pliego de artículos escri-tos especialmente para este volumen. Re-coge también el libro entrevistas que se lehan hecho: comenta su actividad comoeditor u ojeador (un término balompédicoque seguramente al editor gustará) de nue-vos valores narrativos: pero hay tambiénreferencias a su perfil biográfico: su pa-sión por el fútbol, su condición de culé, yese sorprendente conocimiento al dedillode la delantera del celebre San Lorenzo deAlmagro de los años cincuenta. En estelibro Herralde confirma su fe casi religiosaen la ficción que se hace al otro lado delAtlántico. De Piglia a Mario Bellatín, deGuillermo Fadanelli a Bolaño, de Alejan-dro Zambra a Guadalupe Nettel y un largoetcétera. Promociona y defiende a sus au-tores como muy pocos. Y lo hace con laautoridad que le otorga su prestigio comoeditor. También se puede extraer de estelibro necesario para cualquier aprendiz deeditor, su conocimiento de la mecánicaeditorial, su sentido de la omnipresenciaempresarial. Puede que con algunos auto-res en general la química no haya funcio-nado todo lo bien que prometía. O que losautores necesitaban o creían innegocia-ble. Pero nadie podrá negar que Jorge He-rralde, en España y fuera de ella, sea unareferencia ineludible en el noble y comple-jo arte de hacer libros, generar tendenciasy otear talentos en ciernes y convertirlosen realidades duraderas. J. Ernesto Ayala-Dip

El rinoceronte y el megaterio, unensayo de morfología históricaJuan PimentelAbada. Madrid, 2010320 páginas. 18,20 euros

CIENCIAS NATURALES. EL TAMAÑO fue unacuestión importante. Lo fue en 1515, ytambién doscientos setenta años después,en 1787. Esta es la historia de dos bichosmuy grandes que colmaron el mundo dela imaginación, y a su vez, del conocimien-to. Son dos gigantes distanciados por eltiempo que se encuentran gracias a la felizanalogía diseccionada por Juan Pimentelen El rinoceronte y el megaterio: el primerohabía que verlo para creerlo y aceptar suevidencia por insólita que fuera; respectoal segundo, lo hallado obligaba a imaginary a admitir el efecto del tiempo sobre lavida y el mundo. Uno era puro exterior,coraza y cuerno, una armadura acordecon la función de gladiador que le impusoun rey. El otro era todo estructura: loscolosales cimientos de un gran edificio ani-mal sin contornos, la imponente realidadde un ser invisible, una metáfora de loinaudito, una reliquia. Ganda, el rinoce-ronte de dos toneladas y tres metros delongitud que llegó de la India a la Lisboamanuelina, fue un regalo exótico, un pri-sionero, un legendario guerrero que termi-

nó sus días como el más célebre de losnáufragos, pero también sería, lo siguesiendo, el rinoceronte de Durero. En sietecajas llegaron en 1788 procedentes deAmérica los huesos del megaterio al RealGabinete de Historia Natural de Madrid. Yse dibujó y se montó un esqueleto de casicinco metros incomparable a nada existen-te, sin que estuviera aún inventado el nom-bre que designaría a tan quimérico ani-mal, mezcla de herbívoro y carnívoro, ycuando apenas había nacido ni la paleon-tología ni las edades del mundo.

Juan Pimentel avanza por las biografíasdel rinoceronte y el megaterio desmigan-do las inquietudes intelectuales que causa-ron, hasta crear una lección magistral dehistoria de las ciencias naturales, de losviajes renacentista e ilustrado, una histo-ria de las ideas que demuestra que el sa-ber no es algo segmentado, sino transver-sal y conjunto. No abundan en España lasobras científicas de sólida erudición quereivindiquen la imaginación para meditarsobre el conocimiento y a su vez transmi-tan el placer de la investigación rigurosa yla tensión del ensayo que analiza e inter-preta. Es este un diálogo polifónico que,desde la historia intelectual de la ciencia,enseña que el saber (científico, humanísti-co, artístico) está hecho de los conflictosentre realidad y verdad, y que lo descono-cido ha servido, sirve, para que el mundopueda ser aprendido. Isabel Soler

Cuadernos de notas (1914-1916)Ludwig WittgensteinTraducción de Juan David Mateu AlonsoSíntesis. Madrid, 2010páginas. euros

La editorial Síntesis presenta una nuevaedición de las páginas de la derecha de lostres cuadernos que quedan de los diariosque Wittgenstein escribió durante la Pri-mera Guerra Mundial. En las páginas de laizquierda, en clave, apuntaba considera-ciones más bien personales, que están pu-blicadas en Alianza (1991) como “Diariossecretos”. Estas páginas de la derecha, enescritura normal, contienen las reflexio-nes más bien teóricas del Wittgensteinque en las tremendas condiciones del fren-te iba cavilando lo que sería el Tractatus.Ya estaban publicadas en Ariel (1982) conel título de “Diario filosófico”. Sin ellas nopuede entenderse como es debido el Trac-tatus, no sólo su génesis, como es obvio,ni la aventura personal “heroica” que su-puso, sino también el verdadero alcancede sus ideas. Casi es seguir con él los movi-mientos de su pensar, con su propia sor-presa a veces. Y recordemos que se tratadel libro de filosofía quizá más famoso eimportante del siglo XX y de una personali-dad filosófica prototípicamente genial,quizá -también- como ninguna despuésde Sócrates.

¿Por qué esta nueva edición, que ade-más -cosa extraña en la bendita acade-mia- respeta y encomia expresamente laanterior? (Desde luego, la otra no era malay ésta no es peor que la otra.) Por lo queuno alcanza, hay tres detalles que la justifi-can. No tanto la nueva traducción, que esmuy buena y que quizá haya limado algu-nos detalles de la anterior, pero que por loque el propio traductor dice elogiosamen-te de la otra resultaría un tanto superflua.Cuanto dos añadidos valiosos. Uno, muyde agradecer: que sea bilingüe. Otro, esen-cial: lo que de verdad justifica de plenoderecho esta nueva edición es el excelenteprólogo del Prof. Vicente Sanfelix Vidarte,“La filosofía de un héroe”, que conjuga elrigor analítico técnico, que facilita la a ve-ces difícil comprensión del texto, con unavena existencial añadida, que lo enmarcacomo es debido (por el texto mismo) enotros ámbitos más amplios que el de lalógica. Lógica y ética (Weininger), ética yestética (Wittgenstein), son lo mismo. ElProf. Sanfelix no olvida esto. No sólo no loolvida, sino que ese enriquecimiento de lalógica, en una dirección, y de lo que conWittgenstein llamaríamos místico, en laotra, es una brillante característica de suexcepcional personalidad filosófica. Isido-ro Reguera

BambúWilliam BoydTraducción de Miguel Martínez-LageDuomo Ediciones. Barcelona, 2009311 páginas. 19 euros

Por Vicente Molina Foix

ESTE LIBRO ES un desafío a la mala prensaque puede tener, para un escritor, escribiren prensa. El fenóme-no es sobradamenteconocido en España,país donde muy pocasmanos de escritorespodrían tirar la prime-ra piedra del escánda-lo; apenas hay poetisa,dramaturgo o novelis-ta de cualquier sexoque no practique elperiodismo, uno delos tres enemigos dela promesa literariasegún el dictamen deCyril Connolly (losotros dos eran el ma-trimonio y el dinero).Quizá pensando enConnolly, a quien de-dica uno de los másjuiciosos artículos re-cogidos en Bambú,William Boyd ve preci-so justificarse en unabreve introducción aesta selección de escri-tos ocasionales de di-verso género, quecomprende sólo unaparte (pactada con élpor sus editores encastellano) de los re-cogidos en la edicióninglesa de Bamboo;Boyd habla de que, alcontrario de lo que su-cede en Francia o Es-tados Unidos, los lite-ratos británicos sue-len ser reseñistas ycolaboradores de periodicals, descono-ciendo sin duda el autor de Las nuevasconfesiones la proliferación periodística—de efecto tumoral según los contadosnombres que no la practican— de sushomólogos españoles.

La miscelánea que ofrece Duomo,muy bien traducida por Miguel Martínez-Lage, tiene piezas memorables, tantoevocativas (Recuerdos de la mosca salchi-cha, Las penas del león, Montevideo) co-mo estrictamente críticas, apartado en elque destacan sus tres textos sobre Evelyn

Waugh, el examen del acto íntimo o ges-to para la galería de Llevar un diario, y supeculiar compendio de El relato breve,donde establece una tipología del géne-ro en siete apartados que sólo tiene undefecto: en ninguno de los siete le cabeHenry James, a mi juicio el más grandecuentista —al lado de Chéjov y Maupas-sant— de la literatura universal. El artícu-lo sobre los diarios muestra el habitualcommon sense inteligente y nada conven-

cional del magnífico escritor que es Wi-lliam Boyd; inclemente consigo mismoal juzgar sus diarios de juventud, recono-ce lo mucho que le sirvieron para una desus mejores novelas, Las aventuras de unhombre cualquiera, compuesta a partirde las anotaciones del diario de su ficti-cio protagonista. Pero Boyd también sedeja llevar a veces por una malicia iróni-ca muy refrescante: al sugerir que algu-nas traducciones pueden mejorar el origi-

nal (en Ser traducido, divertidísimo re-cuento de sus experiencias propias) y, enel citado Llevar un diario, calificando losdiarios publicados en vida del autor co-mo una “autobiografía bastarda” en laque el escritor sacrifica “la potente com-binación alquímica que surge de la confe-sión y la confidencialidad, indispensableen todos los buenos diarios, a cambio deuna satisfacción rápida a base de contro-versia y renombre”. En la literatura espa-ñola del momento se da, al menos enuno de sus diaristas más pertinaces, el

vivo ejemplo de esta falsía de corte exhi-bicionista.

Boyd nació en Ghana de una familiaescocesa y vivió largos años en Nigeria,habiendo siempre figurado el continen-te africano en sus escritos de no ficcióny en su narrativa, que se inició en 1981con Un buen hombre en África, una no-vela ya muy lograda gracias a la cual, y asu siguiente libro de cuentos On theYankee Station, entró dos años después

en el primer equipode grandes promesaselaborado por la revis-ta Granta.

Aunque queda untanto descolocado enel conjunto de Bam-bú, estremece leer elperfil en tres etapasdel escritor, perio-dista y editor nigeria-no Ken Saro-Wiwa,amigo suyo ahorcadoen una vendetta tribalpor el dictador de tur-no de su país. En con-traste con ese extensotexto de contenido cí-vico está el Boyd mun-dano que plasma elambiente del Festivalde Cine de Cannes endos visitas distintas,1971 y 1999. La prime-ra, rememorada enclave de humor, es lade un estudiante de laUniversidad de Nizaque va en autoestopcon una novia alema-na a La Croissette y ju-ra haber visto a JohnLennon y Yoko Onoen la terraza del hotelCarlton. El Boyd de1999, por el contrario,acude a la Costa Azulcomo director de unapelícula, la única queha realizado hasta lafecha, titulada La trin-

chera y situada en los escenarios de laPrimera Guerra Mundial.

William Boyd fílmico y cinéfilo: otromotivo por el que siempre me ha atraídoeste novelista viajero y culto, africanistay afrancesado, que no teme meter su cu-chara en los más variados guisos de lacocina del arte. O

E Primeras páginas de Bambú, deWilliam Boyd.

Tormentas cotidianasWilliam BoydTraducción de Victor V. ÚbedaDuomo Ediciones. Barcelona, 2010444 páginas, seguidas de unapéndice de VII. 19,80 euros

TORMENTAS COTIDIANAS está dejando unaestela, en sus traducciones recientes alespañol (marzo) y al francés (abril),que puede parecer de origen volcánico.Ya era un thriller de actualidad cuandosalió hace un año en inglés, pero sutrama de conspiración farmacéutico-política (que por momentos hace pen-

sar en El jardinero fiel, de Le Carré) hacobrado ahora otra resonancia, en fun-ción de que el protagonista del libro esun climatólogo apresado por azar enuna erupción criminal de imprevisiblesconsecuencias tóxicas. El escenario pordonde se mueve el inocente culpableAdam Kindred es Londres, y la capitalllega a ser, con el eje central del Táme-sis, sus barcazas, su fauna comestible ysu enredada flora, otro coprotagonistade una novela que, sin dejar nunca decumplir con las normas del género,también aspira a ser un cuadro de cos-tumbres y actitudes contemporáneas al

modo de los grandes frescos de intrigasocial de Dickens.

No diremos que Boyd está a la altu-ra del autor de Nuestro común amigo,último título novelesco completado an-tes de morir por su compatriota deci-monónico. Tormentas cotidianas se leesin embargo, en esta por lo general co-rrecta traducción, como el espejo litera-rio no muy profundo pero sí muy vivazde una galería de personajes que algu-nas veces pueden parecer prototípicos;de hecho, el nombre de su antihéroe,Adam Kindred, podría traducirse alegó-ricamente como Adán Común o Adán

Afín, una especie de everyman tritura-do (aunque no del todo) por la maqui-naria implacable de unas poderosasfuerzas dirigidas —desde las más altasinstancias— contra él.

No sorprenderá a los lectores de Boydla riqueza del trazo figurativo, en par-ticular en la pintura de Ly-on, el simpley a la vez perceptivo hijo de la prostitu-ta, de la avispada policía Rita y de unperro de importancia casi filosófica.Destaca también el autor, como de cos-tumbre, en tanto que paisajista, no só-lo de los ambientes urbanos (esa esqui-na fluvial frente a una de las siluetaslondinenses más características, la esta-ción eléctrica de Battersea) sino de losespacios morales: la secta religiosa, laredacción periodística, el alto mundode los happy few. V. M. F. O

+ .com

Marcha en recuerdo del defensor de los derechos humanos Ken Saro-Wiwa por Port Harcourt (Nigeria), en 2005, 10 años después de sumuerte. Foto: Pius Utomi Ekpei / AFP

Boyd policiaco

Boyd también se dejallevar a veces por unamalicia irónica muyrefrescante: al sugerir quealgunas traduccionespueden mejorar el original

William Boyd misceláneoViajero y culto, africanista y afrancesado, el autor británico nacido en Ghana publica dos libros. Bambú es una selecciónde memorables y evocativos artículos de diversos géneros que incluyen pasajes del Festival de Cine de Cannes o textosde contenido cívico y críticas. Y Tormentas cotidianas, un thriller que involucra a las farmacéuticas y a la política

ESPECIAL FERIA DEL LIBRO DE MADRID / Narrativa

16 EL PAÍS BABELIA 22.05.10

Page 17: El deshielo nórdico - AULA 31 | Bitácora de … escritor Francisco Ferrer Lerín, en su casa de Jaca (Huesca). Foto: Hermínia Sirvent F RANCISCO F ERRER L ERÍN tiene todo su piso

Contrarrevolución o resistencia.La teoría política de Carl Schmitt(1888-1985)Carmelo Jiménez SegadoTecnos. Madrid, 2010320 páginas. 16,30 euros

ENSAYO. AL LADO DE ERNST Jünger y de LeniRiefenstahl, Carl Schmitt cierra el trío depersonajes que aportan un toque de gran-deza a la barbarie nazi. Como Jünger, lavinculación al régimen de Hitler no signifi-ca adhesión en todo y por todo, pero sí ensu caso un claro compromiso que ha ocu-pado en exceso a muchos comentaristas.Lo esencial es cómo el jurista católicoaborda la crisis revolucionaria sucesiva alfin de la Gran Guerra: una situación apo-calíptica que no admite las soluciones tra-dicionales de la derecha y que requiere unnuevo uso de los fundamentos religiososdel orden. San Pablo proporcionará el con-cepto, el katéjon, aquel que impone el fre-no a la amenaza del Anticristo. La nocióncentral de su pensamiento será la del “ene-migo”. Pero como Carmelo Jiménez Sega-do explica en su libro, el valor de Schmittsurge de su capacidad para elaborar unnuevo planteamiento jurídico acorde conla exigencia de la contrarrevolución. En supresentación del libro, Francisco RubioLlorente destacó la excepcional lucidezque caracteriza recurrentemente a esa ela-boración. Añadió también que a su juicioJiménez Segado es el autor español quemejor ha leído y entendido a Carl Schmitt,tan influyente entre nosotros. Antonio Elor-za

La guerra: historia secreta de laCasa BlancaBob WoodwardTraducción de Emilio Ortega ArjonillaEditorial Algón. Alcalá la Real (Jaén), 2010518 páginas. 24,95 euros

EL PERIODISTA norteamericano Bob Wood-ward, el rubio anglosajón de la pareja delcaso Watergate, ya nos tiene acostumbra-dos a que cada pocos años publique untomo de vasta dimensión sobre la política,preferentemente exterior, de su país. Y laafición del último presidente Bush a inva-dir parajes de persuasión religiosa musul-mana le ha provisto de abundante mate-rial para ello. ‘La guerra’ del título cabríapensar inadvertidamente que es la de Irak,desencadenada en 2003 por Estados Uni-dos en busca de unas armas de destruc-ción masiva que casi todos sabían que noexistían, y de las que, es de suponer por-que nadie lo ignoraba, tampoco se hablaen el texto, pero tiene más que ver con lasorda contienda de trincheras en los corre-dores del poder en Washington.

Esta vez Woodward, admirándonos co-mo siempre por la extensión y minuciosi-dad desplegadas para componer lo que esun gigantesco reportaje sobre lo que dije-ron un secretario de Defensa, una conseje-ra de seguridad nacional y una pléyade dedramatis personae en un sinnúmero deocasiones, no ha calculado del todo bienel tiro. Salvo para los entomólogos de lapequeña historia el volumen es excesivo yel lector no super-especializado acaba per-dido en el laberinto de contradicciones,cambios de estrategia y, en particular, deobviedades que es capaz de decir todo unpresidente del país más poderoso de latierra. Aunque, en realidad y asumido ono por el autor, ese es el gran valor dellibro: lo anodino de lo que dicen y hacenunos actores de los que la mayoría debióacabar el bachillerato sin saber cuáleseran las capitales de Irak y Afganistán; esoy unas mini-viñetas para presentar a losactores por la acción sobrevenidos. De lar-go, en la versión de Woodward, los másprudentes y mejor informados son los mili-tares.

Y un apunte para una editorial que de-buta. Las excelentes notas contrastan conuna traducción -o traducciones- en la queel original inglés araña la superficie y elnúmero de erratas no es pequeño. M. A.BastenierEl optimismo de la voluntadJorge HerraldeFondo de Cultura EconómicaMéxico, 2010

329 páginas. 15 euros

ENSAYO. CON LA PUBLICACIÓN de El optimis-mo de la voluntad”, el editor catalán JorgeHerralde suma cuatro libros escritos sobrela tarea de la edición. Recordemos el pri-mero, Opiniones mohicanas (publicadoprimero en México y luego en una versiónampliada en España por Acantilado en2001), luego el segundo titulado Flashessobre escritores y otros textos editoriales(publicado en México por Ediciones delErmitaño, en 2003) y el tercero, El observa-torio editorial (publicado en Argentinapor Adriana Hidalgo). El libro que hoy co-mentamos lleva por subtítulo Experien-cias editoriales en América Latina, con locual el lector se puede dar una idea exactade su propósito: dibujar el territorio de lasiniciativas editoriales de Jorge Herralde enel continente americano. El libro reúneartículos, conferencias y presentacionesen diferentes países latinoamericanos. Almargen de las valoraciones, muchas deellas autobiográficas, sobre escritores queno figuran en su catálogo, como es el casode Borges o Cortázar (por ejemplo, cómodescubrió Ficciones en la Barcelona de pos-guerra), el editor abunda en el relato de suexperiencia no sólo profesional sino funda-mentalmente humana. Algunos de los tra-bajos han sido publicados en revistas,otros en los libros citados arriba: pero tam-bién hay un buen pliego de artículos escri-tos especialmente para este volumen. Re-coge también el libro entrevistas que se lehan hecho: comenta su actividad comoeditor u ojeador (un término balompédicoque seguramente al editor gustará) de nue-vos valores narrativos: pero hay tambiénreferencias a su perfil biográfico: su pa-sión por el fútbol, su condición de culé, yese sorprendente conocimiento al dedillode la delantera del celebre San Lorenzo deAlmagro de los años cincuenta. En estelibro Herralde confirma su fe casi religiosaen la ficción que se hace al otro lado delAtlántico. De Piglia a Mario Bellatín, deGuillermo Fadanelli a Bolaño, de Alejan-dro Zambra a Guadalupe Nettel y un largoetcétera. Promociona y defiende a sus au-tores como muy pocos. Y lo hace con laautoridad que le otorga su prestigio comoeditor. También se puede extraer de estelibro necesario para cualquier aprendiz deeditor, su conocimiento de la mecánicaeditorial, su sentido de la omnipresenciaempresarial. Puede que con algunos auto-res en general la química no haya funcio-nado todo lo bien que prometía. O que losautores necesitaban o creían innegocia-ble. Pero nadie podrá negar que Jorge He-rralde, en España y fuera de ella, sea unareferencia ineludible en el noble y comple-jo arte de hacer libros, generar tendenciasy otear talentos en ciernes y convertirlosen realidades duraderas. J. Ernesto Ayala-Dip

El rinoceronte y el megaterio, unensayo de morfología históricaJuan PimentelAbada. Madrid, 2010320 páginas. 18,20 euros

CIENCIAS NATURALES. EL TAMAÑO fue unacuestión importante. Lo fue en 1515, ytambién doscientos setenta años después,en 1787. Esta es la historia de dos bichosmuy grandes que colmaron el mundo dela imaginación, y a su vez, del conocimien-to. Son dos gigantes distanciados por eltiempo que se encuentran gracias a la felizanalogía diseccionada por Juan Pimentelen El rinoceronte y el megaterio: el primerohabía que verlo para creerlo y aceptar suevidencia por insólita que fuera; respectoal segundo, lo hallado obligaba a imaginary a admitir el efecto del tiempo sobre lavida y el mundo. Uno era puro exterior,coraza y cuerno, una armadura acordecon la función de gladiador que le impusoun rey. El otro era todo estructura: loscolosales cimientos de un gran edificio ani-mal sin contornos, la imponente realidadde un ser invisible, una metáfora de loinaudito, una reliquia. Ganda, el rinoce-ronte de dos toneladas y tres metros delongitud que llegó de la India a la Lisboamanuelina, fue un regalo exótico, un pri-sionero, un legendario guerrero que termi-

nó sus días como el más célebre de losnáufragos, pero también sería, lo siguesiendo, el rinoceronte de Durero. En sietecajas llegaron en 1788 procedentes deAmérica los huesos del megaterio al RealGabinete de Historia Natural de Madrid. Yse dibujó y se montó un esqueleto de casicinco metros incomparable a nada existen-te, sin que estuviera aún inventado el nom-bre que designaría a tan quimérico ani-mal, mezcla de herbívoro y carnívoro, ycuando apenas había nacido ni la paleon-tología ni las edades del mundo.

Juan Pimentel avanza por las biografíasdel rinoceronte y el megaterio desmigan-do las inquietudes intelectuales que causa-ron, hasta crear una lección magistral dehistoria de las ciencias naturales, de losviajes renacentista e ilustrado, una histo-ria de las ideas que demuestra que el sa-ber no es algo segmentado, sino transver-sal y conjunto. No abundan en España lasobras científicas de sólida erudición quereivindiquen la imaginación para meditarsobre el conocimiento y a su vez transmi-tan el placer de la investigación rigurosa yla tensión del ensayo que analiza e inter-preta. Es este un diálogo polifónico que,desde la historia intelectual de la ciencia,enseña que el saber (científico, humanísti-co, artístico) está hecho de los conflictosentre realidad y verdad, y que lo descono-cido ha servido, sirve, para que el mundopueda ser aprendido. Isabel Soler

Cuadernos de notas (1914-1916)Ludwig WittgensteinTraducción de Juan David Mateu AlonsoSíntesis. Madrid, 2010páginas. euros

La editorial Síntesis presenta una nuevaedición de las páginas de la derecha de lostres cuadernos que quedan de los diariosque Wittgenstein escribió durante la Pri-mera Guerra Mundial. En las páginas de laizquierda, en clave, apuntaba considera-ciones más bien personales, que están pu-blicadas en Alianza (1991) como “Diariossecretos”. Estas páginas de la derecha, enescritura normal, contienen las reflexio-nes más bien teóricas del Wittgensteinque en las tremendas condiciones del fren-te iba cavilando lo que sería el Tractatus.Ya estaban publicadas en Ariel (1982) conel título de “Diario filosófico”. Sin ellas nopuede entenderse como es debido el Trac-tatus, no sólo su génesis, como es obvio,ni la aventura personal “heroica” que su-puso, sino también el verdadero alcancede sus ideas. Casi es seguir con él los movi-mientos de su pensar, con su propia sor-presa a veces. Y recordemos que se tratadel libro de filosofía quizá más famoso eimportante del siglo XX y de una personali-dad filosófica prototípicamente genial,quizá -también- como ninguna despuésde Sócrates.

¿Por qué esta nueva edición, que ade-más -cosa extraña en la bendita acade-mia- respeta y encomia expresamente laanterior? (Desde luego, la otra no era malay ésta no es peor que la otra.) Por lo queuno alcanza, hay tres detalles que la justifi-can. No tanto la nueva traducción, que esmuy buena y que quizá haya limado algu-nos detalles de la anterior, pero que por loque el propio traductor dice elogiosamen-te de la otra resultaría un tanto superflua.Cuanto dos añadidos valiosos. Uno, muyde agradecer: que sea bilingüe. Otro, esen-cial: lo que de verdad justifica de plenoderecho esta nueva edición es el excelenteprólogo del Prof. Vicente Sanfelix Vidarte,“La filosofía de un héroe”, que conjuga elrigor analítico técnico, que facilita la a ve-ces difícil comprensión del texto, con unavena existencial añadida, que lo enmarcacomo es debido (por el texto mismo) enotros ámbitos más amplios que el de lalógica. Lógica y ética (Weininger), ética yestética (Wittgenstein), son lo mismo. ElProf. Sanfelix no olvida esto. No sólo no loolvida, sino que ese enriquecimiento de lalógica, en una dirección, y de lo que conWittgenstein llamaríamos místico, en laotra, es una brillante característica de suexcepcional personalidad filosófica. Isido-ro Reguera

EL PAÍS BABELIA 22.05.10 17

Page 18: El deshielo nórdico - AULA 31 | Bitácora de … escritor Francisco Ferrer Lerín, en su casa de Jaca (Huesca). Foto: Hermínia Sirvent F RANCISCO F ERRER L ERÍN tiene todo su piso

MIENTRAS LOS griegos con rentasmás bajas caen en la cuenta delo que vale el peine del ajusteduro (con su pizquita de toque

racista) a costa de las charranadas que otroshan perpetrado, aquí ponemos nuestras bar-bas a remojar mientras nos enteramos deen qué va a quedar la tan cacareada reformadel capitalismo anunciada desde comienzosde la crisis: más palo y escasa zanahoria. Laalianza de mercados, bancos centrales y go-biernos para que todos nos sinta-mos igualmente culpables y nosaprestemos a apechugar con lasfracturas y simas de un sistemaque nunca ha favorecido a la ma-yoría es ahora más patente, co-mo siempre que llegan las vacasflacas. La llamada a arrimar elhombro “solidario” (en plan esto-lo-arreglamos-entre-todos y de-más farfolla dialéctica) no es másque otra muestra del apabullantecinismo con que los poderososconvocan a todos a combatir lascrisis que ellos provocan para po-der seguir gozando del privilegiode poder provocarlas en el futu-ro. En otro tiempo se habría ha-blado de lucha de clases, perocon la deriva “sensata” de los sin-dicatos, la desmovilización pro-gramada y el silencio cansino delos intelectuales en la izquierda,más vale que nos vayamos resig-nando a los recortes y crucemoslos dedos para que el ataque a losderechos sociales no nos hagaañorar la época de la acumula-ción primitiva.

Cuando lleguen las eleccio-nes, ya veremos: a lo mejor, en-tre la pared inoperante y cínicade unos, la espada ultraliberal ycorrupta de otros, y el oportunis-mo de los de más allá haya llega-do el momento de que la genteque nunca gana se quede en ca-sa o vote colectivamente en blan-co, como los ciudadanos del Ensayo sobre lalucidez (2004, Alfaguara), de Saramago. Encuanto a los intelectuales, cuyo perfil se ha-ce más huidizo, y cuyas voces —ahogadaspor otras más televisivas y con más audien-cia que las suyas— tienden a buscar el ecoque le es negado recurriendo al aumento delos decibelios (como aquel Estentor de laIlíada que gritaba como cincuenta guerre-ros), últimamente suelen no saber y no con-testar salvo para poner a parir al “misera-ble” adversario. Poco que ver (y no siemprepara bien) con el papel que los clercs (perotambién chiens de garde) tuvieron en elpasado siglo, y que refleja El siglo de losintelectuales, de Michel Winock, un estu-pendo ensayo histórico publicado en 1997 ycuya traducción acaba de aparecer en Edha-sa. De Barrès y Zola a Foucault y Glucks-

mann, Winock repasa la época dorada de laintelligentsia (francesa), incluyendo los en-carnizados rifirrafes ideológicos que prota-gonizaron sus representantes más notorios.El único inconveniente es que, al final, unotiene la sensación de haber recorrido unextraño parque temático con pocos visitan-tes o, quizás, las salas de un museo de histo-ria natural en cuyas vitrinas se exhibieran,convenientemente embalsamados, ejem-plares de una especie ya extinguida.

CineDAVID SIMON, creador, guionista y produc-tor de la serie televisiva The Wire, en miopinión la mejor que ha dado la HBO (Ti-me Warner) desde The Sopranos, tiene unafórmula mágica para hacer verosímiles susrelatos: “Que se joda el lector medio”. Enla serie por él ideada, el espectador “me-dio” (suponiendo que tal expresión no seaun vicioso pleonasmo) tarda en entrar, qui-zás desconcertado por una narración queno reclama complicidades instantáneas.Claro que, cuando lo hace, se ve atrapadoen una red de historias apasionantes yadictivas que, poco a poco, se revela comouno de los más ácidos comentarios socia-les (y políticos) producidos por la “indus-tria del entretenimiento” en lo que va de

siglo. Las historias de The Wire se desarro-llan sobre el telón de fondo de algunos delos asuntos que más inquietan a los ciuda-danos del país más poderoso del mundo:el narcotráfico, el tráfico de influencias y elcontrol de los sindicatos, la corrupción delos gobiernos locales, las insuficiencias deun sistema educativo deteriorado por lapresión electoral y la corrección política,las fragilidades de la prensa escrita. Rela-tos protagonizados por personajes “redon-

dos” (en el sentido que da E. M. Forster altérmino en su Aspectos de la novela) y na-da maniqueos, cuya evolución siempre senos muestra, lo que es muy de agradecer.Del entusiasmo suscitado por la serie sur-ge el volumen The Wire, 10 dosis de lamejor serie de la televisión (Errata Natu-rae), que reúne colaboraciones de otrostantos devotos, incluyendo las del propioSimon (del que, además, se reproduce unaentrevista realizada por Nick Hornby) y lasde novelistas como George Pelecanos, Ro-drigo Fresán o Jorge Carrión. El libro coin-cide en las mesas de novedades con Lossoprano y la filosofía (Ariel), un volumencolectivo coordinado por Richard Greeney Peter Vernezze, en el que se pasa revistaa toda una panoplia de cuestiones mora-les, religiosas y sociales suscitadas por la

serie que más juego ha dado en los últimosaños en las clases de ética de los collegesestadounidenses (con asuntos del tipo“¿es Carmela Soprano una feminista?”).De cine, en un sentido mucho más tradi-cional y un punto elegiaco, habla tambiénel estupendo volumen ilustrado La huellaen los ojos (Alianza), de Juan Tébar, uncinéfilo de los de antes que consigue con-vertir la crónica (contextualizada) de su“novela de formación” cinematográfica en

la de una generación de adoles-centes en cuyas vidas el cine “secoló” a 24 imágenes por segun-do y en la atmósfera protectorade aquellas inolvidables salasde programa doble.

NórdicosAPROVECHANDO que el Pisuergapasa por Valladolid y el Alna porOslo, algunos leyeron equivoca-damente mi crítica a ciertas deci-siones de la organización de laFeria del Libro de Madrid comodesinterés mío hacia la literatura“nórdica”, invitada especial dela convocatoria de este año. Na-da más lejos de mí. Uno de losprimeros libros “adultos” queme compré fue la traducción (enAustral) de Synnoeve Solbakken,una novela de BjørnstjerneBjørnson (de cuya muerte, porcierto, se acaba de conmemorarel centenario), que me gustó tan-to que hasta aprendí a pronun-ciar el nombre del autor, pararegocijo de mis compañeros decolegio. Luego, cuando me dedi-qué a la edición, contribuí a enri-quecer el catálogo extranjero dela editorial en que trabajaba conobras de “nórdicos” muy varia-dos, desde Aleksis Kivi o TorgnyLindgren a Isak Dinesen, Stig Da-german, o Gudbergur Bergsson.Sin olvidar, por supuesto, a Knut

Hamsun, que tradujo Kirsti Baggethun. Demodo que bienvenidos sean los “nórdicos”,sobre todo si entre unos y otros consegui-mos que los lectores españoles se conven-zan de que no es Larsson todo lo que reluceo de que no todos los escandinavos tienenun thriller superventas esperando en un ca-jón. Para demostrar lo contrario las casetasexhibirán este año paletadas de ficcionesescandinavas, entre otras cosas porque algu-nos editores (Nórdica, sin ir más lejos) sehan empeñado en publicar la mejor literatu-ra de allí. Entre las novedades les recomien-do vivamente La casa del mirador ciego(Nórdica), de la noruega Herbjørg Wassmo,una magnífica historia (parte de una trilo-gía) protagonizada por mujeres muy dife-rentes de Lisbeth Salander. Si les gusta, tó-mense un Aquavit a mi salud. O

SI BIEN SE mira, no sería estrictamen-te necesario que los debates parla-mentarios fueran orales, porquecon no menor eficacia los repre-

sentantes de los partidos políticos en lascámaras legislativas podrían defender susposiciones intercambiándose documen-tos escritos antes de votar; tampoco lo esque los juicios penales exijan la compare-cencia presencial de las partes —imputa-dos, acusadores, testigos— ante el tribu-nal que decide, en lugar de tramitar elproceso por escrito, como sucede en losjuicios civiles: no sería difícil multiplicarlos ejemplos, pero los dos aducidos sugie-ren que, para cuestiones de elevada impor-tancia, la oralidad —curiosamente— aña-de una gravedad, seriedad y garantía quefaltan a la comunicación escrita. Y la pre-sencia física en las concentraciones ciuda-danas, en las lecturas poéticas, en las con-ferencias, en las funciones de teatro, enlas ceremonias de culto religioso, propor-ciona también una inmediación irreduc-tible, un ingrediente celebratorio y co-munitario, que faltan sin remedio en latraducción de esos actos a los códigos delpapel escrito. ¿Por qué?

La presencia de una asamblea reunidaante un orador compromete a éste de dosmaneras. En primer lugar, a la vista de unpúblico que se ha reunido para escucharlo,el orador no puede incurrir en la desconside-ración de declarar conceptos, ocurrencias ocaprichos banales de interés exclusivamen-te particular que sólo a él le conciernen,sino que, si es mínimamente consciente dela situación, adoptará el tono adecuado ydisertará “en nombre de todos”, asumiendola posición de un “yo generalizado” en elque todos los oyentes pueden hallar un pun-to de encuentro. De ahí ese acento grave,moral, edificante, de alta responsabilidad,que es intrínseco al registro oral.

En segundo lugar, en el acto público loscomparecientes prestan su atención al ora-dor; ahora bien, la atención es sagrada, por-que somos seres atencionales y donde estánuestra atención está nuestro corazón ynuestro ser por entero. Por consiguiente,prestar nuestra atención es prestar nuestraalma. De modo que, ¡por los dioses!, losoradores harían bien en recordar siempreque la amable audiencia les presta su aten-ción pero no se la regala y que, una vezterminada su intervención, vencido el prés-

tamo, han de devolverla sin grave quebran-to atencional y, mientras la tienen provisio-nalmente en depósito, están obligados enconciencia, si conservan aún porciones debuen juicio, a respetarla, a cuidarla y, si esposible, a entretenerla y entretener a suslegítimos poseedores. De ahí ese segundoelemento de la buena oralidad: el hechizo,el encantamiento, el carisma, la santa ameni-dad. Y cuando el orador, sensible a la natura-leza de las formas orales de comunicación,cumple con los dos compromisos expresa-dos —el de ser responsable en la elección detemas de común interés y el de tratar con eldebido respeto a la atención confiada enpréstamo—, la asamblea expectante sientela emoción de estar asistiendo colectiva-mente a un momento único, por lo quetiene de acontecimiento performativo, vívi-do, irrepetible.

Hasta el siglo XIX, la entera cultura euro-pea es un formidable flatus vocis, esto es,una cultura hablada regida por la ley de las“aladas palabras”, en expresión de Homero.Incluso tras la recepción griega de la escritu-ra fenicia, incluso tras la invención renacen-tista de la imprenta, durante la época pre-moderna la producción literaria se hallasiempre de una forma o de otra bajo el sig-no de la oralidad, cuya esencia se resumeen el “instruir deleitando” que Horacio reco-mendaba a los poetas en su Epístola a losPisones.

Cuando pasamos de la palabra dicha a laescrita, nos introducimos en un mundo es-piritual distinto: la arbitrariedad de los sig-

nos escritos (Saussure), la fijeza y la disponi-bilidad perpetua del texto —que puede de-jarse y volverse a tomar cuantas veces unoquiera— favorecen el rigor, la lógica, el siste-ma, en detrimento de la seducción, la per-suasión y la gracia que derrama la musacuando se materializa comunalmente. Noes casual que la severa ciencia, los secoscódigos jurídicos y la abstracta metafísicanacieran con la recepción del alfabeto. Conel libro se pierde la comunidad entre el ha-blante y el oyente, creándose una media-ción editorial entre ellos que los une tantocomo los separa, y desde entonces escribir yleer se convierten en dos vicios solitarios. Ycomo, a diferencia de las manifestacionesorales, presididas por el principio de unidadde acto, los signos escritos admiten combi-naciones innumerables sin límite tasado, elRomanticismo encontró en ella su mediode expresión predilecto, porque al alma ro-

mántica, de anhelos infinitos, se le quedabacorto el elemento oral, con sus restriccionesespacio-temporales y sus compromisos mo-rales implícitos, y en cambio encontró en elpapel, que lo aguanta todo, un soporte idó-neo para abandonarse a una orgía de expre-sividad subjetiva. El escritor romántico, enel secreto de su gabinete, no se preocupa deinstruir ni deleitar a un público que no ve,sino sólo de “dejar por escrito” su mundoíntimo que, aunque sólo suyo, imagina poralgún motivo de interés general, y desdelontananza invita al lector anónimo a com-partir su intensidad expresiva, sin prometer-le, eso sí, entretenimiento ni informaciónsobre temas comunes, despreciados acha-ques del pasado. Con el Romanticismo deci-monónico, la cultura se torna literaria engrado eminente y, durante el siglo XX, laburocratización general del mundo exaspe-ra aún más esa tendencia, toda vez que laescritura y el texto son aliados naturales dela razón instrumental, que porfía por el con-trol de las masas y su obediencia.

Investigaciones recientes descubren unrenacimiento de la oralidad en nuestro tiem-po: la radio, el teléfono y la televisión recupe-ran estilos orales, y ahora la cibernética ysobre todo las nuevas redes sociales, aun-que usan medios escritos, acusan visible-mente la impronta de una oralidad de ori-gen entre sus usuarios, que actúan y secomunican gozosamente como miembrosde una renacida comunidad. ¿Será el sigloXXI el del retorno al arte y la cultura de laresponsabilidad y la sociabilidad perdidas? O

Intelectuales en el parque temático

Barack Obama, uno de los grandes oradores actuales, se dirige al equipo de béisbol New York Yankees, ganadores del campeonato el pasado abril. Foto: Jason Reed

AladaspalabrasLos medios audiovisualesy digitales, y sobre todo lasredes sociales, recuperan laoralidad entre sus usuarios

Ilustración de Max.

Por Javier Gomá Lanzón

El orador asumela posición de un“yo generalizado”en el que todos losoyentes pueden hallarun punto de encuentro

PENSAMIENTO

18 EL PAÍS BABELIA 22.05.10

Page 19: El deshielo nórdico - AULA 31 | Bitácora de … escritor Francisco Ferrer Lerín, en su casa de Jaca (Huesca). Foto: Hermínia Sirvent F RANCISCO F ERRER L ERÍN tiene todo su piso

MIENTRAS LOS griegos con rentasmás bajas caen en la cuenta delo que vale el peine del ajusteduro (con su pizquita de toque

racista) a costa de las charranadas que otroshan perpetrado, aquí ponemos nuestras bar-bas a remojar mientras nos enteramos deen qué va a quedar la tan cacareada reformadel capitalismo anunciada desde comienzosde la crisis: más palo y escasa zanahoria. Laalianza de mercados, bancos centrales y go-biernos para que todos nos sinta-mos igualmente culpables y nosaprestemos a apechugar con lasfracturas y simas de un sistemaque nunca ha favorecido a la ma-yoría es ahora más patente, co-mo siempre que llegan las vacasflacas. La llamada a arrimar elhombro “solidario” (en plan esto-lo-arreglamos-entre-todos y de-más farfolla dialéctica) no es másque otra muestra del apabullantecinismo con que los poderososconvocan a todos a combatir lascrisis que ellos provocan para po-der seguir gozando del privilegiode poder provocarlas en el futu-ro. En otro tiempo se habría ha-blado de lucha de clases, perocon la deriva “sensata” de los sin-dicatos, la desmovilización pro-gramada y el silencio cansino delos intelectuales en la izquierda,más vale que nos vayamos resig-nando a los recortes y crucemoslos dedos para que el ataque a losderechos sociales no nos hagaañorar la época de la acumula-ción primitiva.

Cuando lleguen las eleccio-nes, ya veremos: a lo mejor, en-tre la pared inoperante y cínicade unos, la espada ultraliberal ycorrupta de otros, y el oportunis-mo de los de más allá haya llega-do el momento de que la genteque nunca gana se quede en ca-sa o vote colectivamente en blan-co, como los ciudadanos del Ensayo sobre lalucidez (2004, Alfaguara), de Saramago. Encuanto a los intelectuales, cuyo perfil se ha-ce más huidizo, y cuyas voces —ahogadaspor otras más televisivas y con más audien-cia que las suyas— tienden a buscar el ecoque le es negado recurriendo al aumento delos decibelios (como aquel Estentor de laIlíada que gritaba como cincuenta guerre-ros), últimamente suelen no saber y no con-testar salvo para poner a parir al “misera-ble” adversario. Poco que ver (y no siemprepara bien) con el papel que los clercs (perotambién chiens de garde) tuvieron en elpasado siglo, y que refleja El siglo de losintelectuales, de Michel Winock, un estu-pendo ensayo histórico publicado en 1997 ycuya traducción acaba de aparecer en Edha-sa. De Barrès y Zola a Foucault y Glucks-

mann, Winock repasa la época dorada de laintelligentsia (francesa), incluyendo los en-carnizados rifirrafes ideológicos que prota-gonizaron sus representantes más notorios.El único inconveniente es que, al final, unotiene la sensación de haber recorrido unextraño parque temático con pocos visitan-tes o, quizás, las salas de un museo de histo-ria natural en cuyas vitrinas se exhibieran,convenientemente embalsamados, ejem-plares de una especie ya extinguida.

CineDAVID SIMON, creador, guionista y produc-tor de la serie televisiva The Wire, en miopinión la mejor que ha dado la HBO (Ti-me Warner) desde The Sopranos, tiene unafórmula mágica para hacer verosímiles susrelatos: “Que se joda el lector medio”. Enla serie por él ideada, el espectador “me-dio” (suponiendo que tal expresión no seaun vicioso pleonasmo) tarda en entrar, qui-zás desconcertado por una narración queno reclama complicidades instantáneas.Claro que, cuando lo hace, se ve atrapadoen una red de historias apasionantes yadictivas que, poco a poco, se revela comouno de los más ácidos comentarios socia-les (y políticos) producidos por la “indus-tria del entretenimiento” en lo que va de

siglo. Las historias de The Wire se desarro-llan sobre el telón de fondo de algunos delos asuntos que más inquietan a los ciuda-danos del país más poderoso del mundo:el narcotráfico, el tráfico de influencias y elcontrol de los sindicatos, la corrupción delos gobiernos locales, las insuficiencias deun sistema educativo deteriorado por lapresión electoral y la corrección política,las fragilidades de la prensa escrita. Rela-tos protagonizados por personajes “redon-

dos” (en el sentido que da E. M. Forster altérmino en su Aspectos de la novela) y na-da maniqueos, cuya evolución siempre senos muestra, lo que es muy de agradecer.Del entusiasmo suscitado por la serie sur-ge el volumen The Wire, 10 dosis de lamejor serie de la televisión (Errata Natu-rae), que reúne colaboraciones de otrostantos devotos, incluyendo las del propioSimon (del que, además, se reproduce unaentrevista realizada por Nick Hornby) y lasde novelistas como George Pelecanos, Ro-drigo Fresán o Jorge Carrión. El libro coin-cide en las mesas de novedades con Lossoprano y la filosofía (Ariel), un volumencolectivo coordinado por Richard Greeney Peter Vernezze, en el que se pasa revistaa toda una panoplia de cuestiones mora-les, religiosas y sociales suscitadas por la

serie que más juego ha dado en los últimosaños en las clases de ética de los collegesestadounidenses (con asuntos del tipo“¿es Carmela Soprano una feminista?”).De cine, en un sentido mucho más tradi-cional y un punto elegiaco, habla tambiénel estupendo volumen ilustrado La huellaen los ojos (Alianza), de Juan Tébar, uncinéfilo de los de antes que consigue con-vertir la crónica (contextualizada) de su“novela de formación” cinematográfica en

la de una generación de adoles-centes en cuyas vidas el cine “secoló” a 24 imágenes por segun-do y en la atmósfera protectorade aquellas inolvidables salasde programa doble.

NórdicosAPROVECHANDO que el Pisuergapasa por Valladolid y el Alna porOslo, algunos leyeron equivoca-damente mi crítica a ciertas deci-siones de la organización de laFeria del Libro de Madrid comodesinterés mío hacia la literatura“nórdica”, invitada especial dela convocatoria de este año. Na-da más lejos de mí. Uno de losprimeros libros “adultos” queme compré fue la traducción (enAustral) de Synnoeve Solbakken,una novela de BjørnstjerneBjørnson (de cuya muerte, porcierto, se acaba de conmemorarel centenario), que me gustó tan-to que hasta aprendí a pronun-ciar el nombre del autor, pararegocijo de mis compañeros decolegio. Luego, cuando me dedi-qué a la edición, contribuí a enri-quecer el catálogo extranjero dela editorial en que trabajaba conobras de “nórdicos” muy varia-dos, desde Aleksis Kivi o TorgnyLindgren a Isak Dinesen, Stig Da-german, o Gudbergur Bergsson.Sin olvidar, por supuesto, a Knut

Hamsun, que tradujo Kirsti Baggethun. Demodo que bienvenidos sean los “nórdicos”,sobre todo si entre unos y otros consegui-mos que los lectores españoles se conven-zan de que no es Larsson todo lo que reluceo de que no todos los escandinavos tienenun thriller superventas esperando en un ca-jón. Para demostrar lo contrario las casetasexhibirán este año paletadas de ficcionesescandinavas, entre otras cosas porque algu-nos editores (Nórdica, sin ir más lejos) sehan empeñado en publicar la mejor literatu-ra de allí. Entre las novedades les recomien-do vivamente La casa del mirador ciego(Nórdica), de la noruega Herbjørg Wassmo,una magnífica historia (parte de una trilo-gía) protagonizada por mujeres muy dife-rentes de Lisbeth Salander. Si les gusta, tó-mense un Aquavit a mi salud. O

SI BIEN SE mira, no sería estrictamen-te necesario que los debates parla-mentarios fueran orales, porquecon no menor eficacia los repre-

sentantes de los partidos políticos en lascámaras legislativas podrían defender susposiciones intercambiándose documen-tos escritos antes de votar; tampoco lo esque los juicios penales exijan la compare-cencia presencial de las partes —imputa-dos, acusadores, testigos— ante el tribu-nal que decide, en lugar de tramitar elproceso por escrito, como sucede en losjuicios civiles: no sería difícil multiplicarlos ejemplos, pero los dos aducidos sugie-ren que, para cuestiones de elevada impor-tancia, la oralidad —curiosamente— aña-de una gravedad, seriedad y garantía quefaltan a la comunicación escrita. Y la pre-sencia física en las concentraciones ciuda-danas, en las lecturas poéticas, en las con-ferencias, en las funciones de teatro, enlas ceremonias de culto religioso, propor-ciona también una inmediación irreduc-tible, un ingrediente celebratorio y co-munitario, que faltan sin remedio en latraducción de esos actos a los códigos delpapel escrito. ¿Por qué?

La presencia de una asamblea reunidaante un orador compromete a éste de dosmaneras. En primer lugar, a la vista de unpúblico que se ha reunido para escucharlo,el orador no puede incurrir en la desconside-ración de declarar conceptos, ocurrencias ocaprichos banales de interés exclusivamen-te particular que sólo a él le conciernen,sino que, si es mínimamente consciente dela situación, adoptará el tono adecuado ydisertará “en nombre de todos”, asumiendola posición de un “yo generalizado” en elque todos los oyentes pueden hallar un pun-to de encuentro. De ahí ese acento grave,moral, edificante, de alta responsabilidad,que es intrínseco al registro oral.

En segundo lugar, en el acto público loscomparecientes prestan su atención al ora-dor; ahora bien, la atención es sagrada, por-que somos seres atencionales y donde estánuestra atención está nuestro corazón ynuestro ser por entero. Por consiguiente,prestar nuestra atención es prestar nuestraalma. De modo que, ¡por los dioses!, losoradores harían bien en recordar siempreque la amable audiencia les presta su aten-ción pero no se la regala y que, una vezterminada su intervención, vencido el prés-

tamo, han de devolverla sin grave quebran-to atencional y, mientras la tienen provisio-nalmente en depósito, están obligados enconciencia, si conservan aún porciones debuen juicio, a respetarla, a cuidarla y, si esposible, a entretenerla y entretener a suslegítimos poseedores. De ahí ese segundoelemento de la buena oralidad: el hechizo,el encantamiento, el carisma, la santa ameni-dad. Y cuando el orador, sensible a la natura-leza de las formas orales de comunicación,cumple con los dos compromisos expresa-dos —el de ser responsable en la elección detemas de común interés y el de tratar con eldebido respeto a la atención confiada enpréstamo—, la asamblea expectante sientela emoción de estar asistiendo colectiva-mente a un momento único, por lo quetiene de acontecimiento performativo, vívi-do, irrepetible.

Hasta el siglo XIX, la entera cultura euro-pea es un formidable flatus vocis, esto es,una cultura hablada regida por la ley de las“aladas palabras”, en expresión de Homero.Incluso tras la recepción griega de la escritu-ra fenicia, incluso tras la invención renacen-tista de la imprenta, durante la época pre-moderna la producción literaria se hallasiempre de una forma o de otra bajo el sig-no de la oralidad, cuya esencia se resumeen el “instruir deleitando” que Horacio reco-mendaba a los poetas en su Epístola a losPisones.

Cuando pasamos de la palabra dicha a laescrita, nos introducimos en un mundo es-piritual distinto: la arbitrariedad de los sig-

nos escritos (Saussure), la fijeza y la disponi-bilidad perpetua del texto —que puede de-jarse y volverse a tomar cuantas veces unoquiera— favorecen el rigor, la lógica, el siste-ma, en detrimento de la seducción, la per-suasión y la gracia que derrama la musacuando se materializa comunalmente. Noes casual que la severa ciencia, los secoscódigos jurídicos y la abstracta metafísicanacieran con la recepción del alfabeto. Conel libro se pierde la comunidad entre el ha-blante y el oyente, creándose una media-ción editorial entre ellos que los une tantocomo los separa, y desde entonces escribir yleer se convierten en dos vicios solitarios. Ycomo, a diferencia de las manifestacionesorales, presididas por el principio de unidadde acto, los signos escritos admiten combi-naciones innumerables sin límite tasado, elRomanticismo encontró en ella su mediode expresión predilecto, porque al alma ro-

mántica, de anhelos infinitos, se le quedabacorto el elemento oral, con sus restriccionesespacio-temporales y sus compromisos mo-rales implícitos, y en cambio encontró en elpapel, que lo aguanta todo, un soporte idó-neo para abandonarse a una orgía de expre-sividad subjetiva. El escritor romántico, enel secreto de su gabinete, no se preocupa deinstruir ni deleitar a un público que no ve,sino sólo de “dejar por escrito” su mundoíntimo que, aunque sólo suyo, imagina poralgún motivo de interés general, y desdelontananza invita al lector anónimo a com-partir su intensidad expresiva, sin prometer-le, eso sí, entretenimiento ni informaciónsobre temas comunes, despreciados acha-ques del pasado. Con el Romanticismo deci-monónico, la cultura se torna literaria engrado eminente y, durante el siglo XX, laburocratización general del mundo exaspe-ra aún más esa tendencia, toda vez que laescritura y el texto son aliados naturales dela razón instrumental, que porfía por el con-trol de las masas y su obediencia.

Investigaciones recientes descubren unrenacimiento de la oralidad en nuestro tiem-po: la radio, el teléfono y la televisión recupe-ran estilos orales, y ahora la cibernética ysobre todo las nuevas redes sociales, aun-que usan medios escritos, acusan visible-mente la impronta de una oralidad de ori-gen entre sus usuarios, que actúan y secomunican gozosamente como miembrosde una renacida comunidad. ¿Será el sigloXXI el del retorno al arte y la cultura de laresponsabilidad y la sociabilidad perdidas? O

Intelectuales en el parque temático

Barack Obama, uno de los grandes oradores actuales, se dirige al equipo de béisbol New York Yankees, ganadores del campeonato el pasado abril. Foto: Jason Reed

AladaspalabrasLos medios audiovisualesy digitales, y sobre todo lasredes sociales, recuperan laoralidad entre sus usuarios

Ilustración de Max.

Por Javier Gomá Lanzón

El orador asumela posición de un“yo generalizado”en el que todos losoyentes pueden hallarun punto de encuentro

SILLÓN DE OREJAS Por Manuel Rodríguez Rivero

EL PAÍS BABELIA 22.05.10 19

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EXTRAVÍOS Progenitores

Los sitios de laabstracción latinoamericanaColección Ella Fontanals-CisnerosMuseo Es BaluardPlaza Puerta de Santa Catalina, s/nPalma de MallorcaHasta el 20 de junio

Por Josep M. Sarriegui

EN EL PÁRRAFO final de su ensayo Los hijosdel limo, Octavio Paz escribe que “entreel pasado abigarrado y el futuro desha-bitado, la poesía es el presente”. La ger-minación del arte abstracto (un sigloredondo nos contempla, tomando la re-ferencia canónica inaugu-ral: el libro De lo espiritualen el arte, de Kandinsky, es-crito en 1910, y su Primeraacuarela abstracta, que al-gunos datan en ese mismoaño) tuvo mucho que vercon esa voluntad de instau-rar una mirada nueva,atemporal y autónoma, so-bre el arte y el mundo. Apa-recía una contemplaciónque se quería poéticamen-te pura, en la que la tradi-ción dejaba de pesar comoun lastre y el porvenir, consus temidos presagios, que-daba suspendido, encerra-do en una suma de presen-tes sin término.

Transitar sin prisas porla muestra titulada Los si-tios de la abstracción latino-americana, procedente dela imponente colección ate-sorada por la cubano-vene-zolana Ella Fontanals-Cis-neros, equivale a recorrertodas las preguntas que elarte abstracto le ha venidohaciendo a la cultura y a lasociedad a lo largo de esteprimer siglo de existenciaoficial. Con una interesan-te particularidad añadida,que no es otra que hacerlodesde un ángulo excéntri-co para lo que ha sido el canon occiden-tal: desde Latinoamérica.

La exposición requiere un visitantecómplice, activo, a ser posible informa-do. No es imprescindible que así sea,porque hay piezas que atraviesan visto-samente las puertas de la percepción,desde Tteia (1976-2004), la sutilísima es-cultura/partitura como hilos de seda deLygia Pape, hasta los agradecidos colo-ritmos cinéticos de Alejandro Otero, in-

teligentemente ubicados como apertu-ra del recorrido de la muestra, pasandopor las lúdicas Formes Virtuelles par Dé-placement du Spectateur (1966) de JulioLe Parc, esculturas que el propio visitan-te activa presionando unos botones.

Ahora bien, toda la riqueza desplega-da se amplifica si se realiza, siquiera seacomo acercamiento, una inmersión pa-ciente en la ambiciosa propuesta teóri-ca elaborada por el comisario Juan Le-dezma. Su argumento está contenidoen el mismo montaje y parte de los pic-togramas de Torres García (Grafismo in-ciso con dos figuras, 1930), reminiscen-tes aún de las fuentes iconográficas delarte indígena, hasta desembocar en la

fotografía urbana como nú-cleo de reunión del arteabstracto con el realismobrusco de la ciudad con-temporánea.

Por el camino (compues-to por 132 obras de 66 artis-tas, la mayor parte vincu-lados a la abstracción geo-métrica), nos esperan pie-zas envolventes. Como Phy-sichromie nº 91 (1963), deCarlos Cruz-Díez, una desus mejores pinturas cinéti-cas, en la que el espectadorcrea la obra con su movi-miento, o como ConcettoSpaziale (1960), de LucioFontana, tela, cómo no,tan equilibradamente ras-gada. Por tramos, el monta-je se articula en torno a em-parejamientos pintura/fo-tografía estratégicamentesituados, como hitos de laexposición, a modo de ri-tornello musical, que vanfijando su tesis, la de lanueva mirada sobre la reali-dad que la abstracciónabrió y consolidó en la sub-jetividad humana.

Un círculo parece cerrar-se: la fotografía, que haceun siglo dinamitó los últi-mos vestigios de naturalis-mo en el arte y dio paso a

la abstracción, acaba hermanándosecon unas artes plásticas transformadas.Se diluyen las fronteras visuales entreuna escultura abstracta en alambre deGego como Reticulárea (1969-1970) yuna fotografía constructivista de LeoMatiz como Estructura de petróleo(1950). La mirada humana se ha meta-morfoseado. Esta muestra levanta actade cómo ha tenido lugar tan inmensamutación. O

“DE MI MADRE”, escribe el novelista estado-unidense Richard Ford (Jackson, Misisipi,1944) en su libro Mi madre (Anagrama),“no conservo más que recuerdos sueltoshasta los 16 años, en 1960, un año decisivopara los dos: el año en que mi padre sedespertó jadeando un sábado por la maña-na y murió antes de poderse levantar”. Setrata, pues, de una declaración que, enprincipio, emplaza la relación materno-fi-lial en los veinte años posteriores, cuandoese hijo único, a la sazón un adolescenteatribulado, inicia sus primeros años comoadulto, que le acabarán convirtiendo enun gran narrador. Pero Ford, que escribióesta historia unos años después del falleci-miento de su madre y que fue publicadaoriginalmente en 1988, no se limita a con-tar sólo la época en la que ambos debie-ron sobrevivir juntos, sino que rememoralos primeros recuerdos dispersos de su in-fancia y, todavía más, se remonta, comopuede, hasta los de la de su madre. A losrecuerdos personales se suman, por tanto,los indirectos de su indagación, como de-be hacerse cuando alguien quiere explicar-se de verdad a sí mismo.

En Tiempo de vida (Anagrama), el escri-tor español Marcos Giralt Torrente (Ma-drid, 1968), otro hijo único, tras la muertede su padre, el pintor Juan Giralt (Madrid,1940-2007), también necesitó reflexionarsobre su propio andamiaje existencial,aunque en su caso, habiéndose divorcia-do sus padres cuando era todavía un niño,centrando su relato en la historia de suconflictiva recuperación de la efigie delpadre ausente, algo que afortunadamentelogra cuando éste está ya al borde de lamuerte. Pero, como Ford, Marcos Giraltno sólo se limita a narrar el largo lapso de

sus desencuentros con el padre, que per-dió en su primera infancia y reencontró alinicio de su madurez, sino que tambiénhace acopio de toda la información quedispone acerca de la vida completa de suprogenitor para que su memoria autobio-gráfica no se quede, nunca mejor dicho,sin patrón.

Hijos únicos o no, hay una abundantísi-ma literatura en la que escritores han hur-gado en el misterio de su propia identidada través de captar la de sus padres, por-que, al fin y al cabo, es allí, en medio deestos velados entresijos, donde se escondeel tesoro, fascinante y terrible, de quién ycómo somos. El relato esencial, o, si sequiere, el más veraz: la historia que enca-dena todas las historias. El testamento otestimonio del patrimonio familiar. El tér-mino latino patrimonium significa el con-junto de bienes que se heredan de lospadres, siendo su tasación económica fi-nalmente lo más irrelevante de esta adqui-sición, porque siempre el problema estáen el ser más que en el tener.

Cuando, al final de su evocación mater-na, la de una mujer sin el menor relievepúblico, Ford intenta dar un sentido a suhistoria, le atribuye el que ella hiciera paraél posibles “sus afectos más verdaderos” yla aceptación de la realidad, “un acto deconocimiento que confirma el amor”.Tras anunciar que está esperando un hijo,la última frase del libro de Marcos GiraltTorrente enuncia el siguiente deseo: “Megustaría conservar algo de lo mejor de mipadre para que le llegue a través de mí”. Yes que el relato patrimonial planta en elhorizonte el vertical árbol que enlaza laraíz con el cielo, el pasado con el futuro: laauténtica progresión de la memoria. O

Por Fietta Jarque

ES LA ECONOMÍA, ESTÚPIDO”. La fraseacuñada durante la campaña deClinton contra Bush en 1992 ha so-brevivido más allá de su contexto

original. Y hoy la oímos gritar desde todoslos rincones del planeta. Los artistas con-temporáneos lo hacen a través de su lengua-je, y con una beligerancia y profundidadque se levanta como un reto a los análisisconvencionales. Dos exposiciones hetero-doxas que coinciden en Madrid proponeninteresantes tesis que indagan en las causasde la presente crisis de la economía capita-lista: Principio Potosí (Museo Reina Sofía) yFetiches críticos. Residuos de la economíageneral (Centro de Arte 2 de Mayo). Ambascuentan con un trío de comisarios-artistas-críticos de arte (alemanes los primeros,mexicanos los segundos) que han invitadoa una serie de artistas de diferentes países aadherirse a sus planteamientos teóricos.

“El fetiche crítico es, en nuestro marcode referencia, la operación de objetos queexploran la falsa racionalidad del mercadoy los intercambios que establecen nuestrasociedad moderna”, explica CuauhtémocMedina, uno de los comisarios mexicanosjunto a Mariana Botey y Helena ChávezMcGregor. “En otro plano, si quieres, el con-cepto implica el rescate de una cierta ramade reflexión económica surrealista disiden-te, en contra de las suposiciones ilustradasde la hegemonía conceptual”.

La exposición, que se inaugura el próxi-mo martes, es la primera producida poreste colectivo que publica un periódico dedebate titulado El espectro rojo. “Nuestroproyecto consiste en agitar, pensar y hacer,sin conceder tregua”, continúa Medina. En-tre los veinte artistas que se presentan en lamuestra madrileña están Santiago Sierra,Francis Alys, Karmelo Bermejo, AlfredoJaar, Teresa Margolles o Raqs Media Collec-tive, entre otros.

“Queremos generar un circuito de artis-tas y pensadores que se propongan rein-ventar la noción de pensamiento radicaldesde las cenizas, pero con la alegría ele-mental de asumir el mundo como un cons-tante juego de poder y una construcciónhistórica honda y de largo plazo. Sin en-sueños cristianos disfrazados, y con plenaconciencia de que hacemos cultura en el

mundo, pero que éste no acaba dondesupone el sentido común”.

¿Nos encontramos ante el arte políticodel siglo XXI? “Lo que usualmente designa-mos como ‘arte político’ se ha convertido,en términos generales, en la categoría conque aislamos cierta producción para anular-la, precisamente porque aparece como ‘polí-tica’. El arte es político todo el tiempo, puesvehicula y hace posibles ciertas subjetivida-des y acompaña ciertas formaciones socia-les”, dice Medina. “Esas dos hipótesis tienenuna consecuencia: estar políticamente acti-vo en el campo cultural supone trabajar enel borde en que cada operación estética estambién un desplazamiento de poder, opi-nión, afecto y pensamiento, que faculta o nodeterminadas posibilidades de pensamientoy actividad social. No nos interesa hacer unaexposición política: lo que cuenta en estecaso es la clase de política que nuestra cola-boración con artistas, teóricos y públicos di-buja como una alternativa”.

Para abrir boca, un poco de anarquíacontra uno de los padres del anarquismo.Karmelo Bermejo (Málaga, 1979) presentasu acción titulada 3.000 euros de dinero pú-blico utilizados en comprar libros de Baku-nin para quemarlos en una plaza (2009).Una pira de libros a los que se prendió fue-go una noche en el centro de Madrid. Tam-bién el chileno Alfredo Jaar utiliza el fuegoen su destrucción artística titulada SkoghallKonstall (2000). La mexicana Fritzia Irizarhace un molde en oro del desgaste de unaherramienta de trabajo, en este caso, unallave de la serie Prótesis objetuales (2007).

Jota Izquierdo (Castellón, 1972) ha reali-zado, en colaboración con Abel Carranza,La obra de arte en su época de la reproducti-bilidad pirata (2010), basándose en docu-mentación sobre formas de producción ydistribución de los vagoneros en México. YVicente Razo, que ha inundado los serviciosde correo comercial gratuito con argumen-tos de crítica de la teoría crítica, un trabajoque titula Capitalism is dead, de la seriePublic Address (2009).

Por otro lado, Principio Potosí, la exposi-ción en el Reina Sofía, también escapa a loscánones. El montaje se desarrolla en dosplanos, hay que subir a unas plataformas osillas como de árbitro de tenis para obser-var otro ángulo de su recorrido. Los comisa-rios Alice Creisher, Max Jorge Hinderer yAndreas Siekmann son artistas, comisarios

y críticos de arte. En Alemania esta “espe-cie”, los Kritiker/Kuratoren/Künstler se co-noce como KKK. “Pertenecemos a una ge-neración que empezó a autoorganizarseporque no estábamos contentos de las cu-radurías de nuestras exposiciones. Comoartista, te veían a menudo como una sim-ple pieza de un trabajo de conjunto queno nos reflejaba y preferimos generarnuestras propias ideas. Muchas veces sepone una cartela sólo con el nombre, lu-gar y fecha de nacimiento, como si esoexplicara algo de la obra”, dice Siekmann.

Principio Potosí analiza el concepto demodernidad desde una óptica distinta.“Nos interesa explicar al público que se pue-de comprender la modernidad tomando co-mo punto de inicio la distribución globaldel sistema capitalista, que empieza con lacolonización de América”, comenta Hinde-rer. La inmensa montaña de plata en territo-rio boliviano, explotada por el virreinato es-pañol, permitió que esa riqueza circularahacia mercados del otro lado del globo. Loscomisarios han seleccionado 13 pinturas co-loniales andinas que muestran diversos as-pectos del reflejo de ese intercambio y delimpacto económico y social de esa explota-ción, junto a las que han realizado la misma

cantidad de artistas contemporáneos, quehan partido de ellas para su traslación a larealidad actual.

“La primera aproximación a las pinturascoloniales fue desde el punto de vista de laeconomía internacional”, explica Creisher.“Porque si sigues la Ruta de la Plata de Poto-sí, ésta llega a España, sigue a través deEuropa y termina en la India. Por eso es queno nos hemos concentrado en lo que es lapintura colonial en sí —como pudo ser lamás conocida Escuela de Cusco—, sino só-lo las que se sitúan en el contexto de Potosí.Nuestro proyecto histórico encaja bien conlas reflexiones sobre lo que el neoliberalis-mo hace al mundo globalizado de hoy. Mu-cha gente se empieza a dar cuenta de lo queeste fenómeno significa, mejor que lo quepodía entenderlo en los años noventa, conla euforia financiera. La crisis de hoy nospermite echar la vista atrás al siglo XVI. Poreso invitamos a artistas internacionales desitios del mundo que provienen de lugaresdel mundo que son los nuevos potosíes”.

Entre los artistas que participan en estamuestra, que es más un recorrido que unaexposición al uso, están Rogelio LópezCuenca, Harun Farocki, León Ferrari, Ma-tthijs de Brujine, Zhao Liang, Marcelo Expó-sito o The Migrant Workers Home.

“Todo lo que empobreció a Europa en elsiglo XVI y XVII fue en gran parte debido ala circulación de la plata de Potosí”, afirmaCreicher. “Así es que no se trata simplemen-te de un continente que explota a otro, haytodo un proceso de explotación y enriqueci-miento que abarca todo el mundo. Y esa esla historia que nos ha fascinado”, segúnCreisher. “Esto tiene que ver con el concep-to de acumulación primitiva (u originaria)acuñado por Marx. Todo el proceso de em-pobrecimiento de un lado y de enriqueci-miento del otro culmina con el inicio de laindustrialización del siglo XIX, y está muybien descrito por Marx. Ahora, con el cono-cimiento que tenemos de lo que ocurriócon Potosí, sabemos que ahí se puede en-contrar la prehistoria de ese término. Y esosigue funcionando así, no es sólo un casohistórico”. O

Fetiches críticos. CA2M. Avenida de la Constitu-ción, 23. Móstoles (Madrid). Del 25 de mayo al 29de agosto.Principio Potosí.Museo Reina Sofía. Santa Isabel,52. Madrid. Hasta el 6 de septiembre.

Por Francisco Calvo SerrallerA la izquierda, Descripción del cerro rico e imperial Villa de Potosí (1758), de Gaspar M. de Berrio. A la derecha, imagen de 3.000 euros de dinero público utilizados en comprar libros de Bakunin para quemarlos en una plaza (2009), de K. Bermejo.

El pintor Juan Giralt, padre del escritor Marcos Giralt Torrente, ante una de sus obras.

Arte contra las máscaras de la economíaLas paradojas y fracturas del sistema capitalista quedan al descubierto a través de dos exposiciones en Madrid que reúnen lostrabajos de artistas contemporáneos. En ellas se analiza desde el concepto de modernidad hasta los de desarrollo y producción

Coloritmo 41 (1959), de Alejan-dro Otero.

Mutaciones de lamirada humana

“La exposición‘Fetiches críticos’ rescatauna cierta rama dereflexión económicasurrealista disidente”

Los comisarios de lamuestra ‘Principio Potosí’dicen: “La crisis de hoynos permite echar la vistaatrás, al siglo XVI”

ARTE / Exposiciones

22 EL PAÍS BABELIA 22.05.10

Page 23: El deshielo nórdico - AULA 31 | Bitácora de … escritor Francisco Ferrer Lerín, en su casa de Jaca (Huesca). Foto: Hermínia Sirvent F RANCISCO F ERRER L ERÍN tiene todo su piso

EXTRAVÍOS Progenitores

Los sitios de laabstracción latinoamericanaColección Ella Fontanals-CisnerosMuseo Es BaluardPlaza Puerta de Santa Catalina, s/nPalma de MallorcaHasta el 20 de junio

Por Josep M. Sarriegui

EN EL PÁRRAFO final de su ensayo Los hijosdel limo, Octavio Paz escribe que “entreel pasado abigarrado y el futuro desha-bitado, la poesía es el presente”. La ger-minación del arte abstracto (un sigloredondo nos contempla, tomando la re-ferencia canónica inaugu-ral: el libro De lo espiritualen el arte, de Kandinsky, es-crito en 1910, y su Primeraacuarela abstracta, que al-gunos datan en ese mismoaño) tuvo mucho que vercon esa voluntad de instau-rar una mirada nueva,atemporal y autónoma, so-bre el arte y el mundo. Apa-recía una contemplaciónque se quería poéticamen-te pura, en la que la tradi-ción dejaba de pesar comoun lastre y el porvenir, consus temidos presagios, que-daba suspendido, encerra-do en una suma de presen-tes sin término.

Transitar sin prisas porla muestra titulada Los si-tios de la abstracción latino-americana, procedente dela imponente colección ate-sorada por la cubano-vene-zolana Ella Fontanals-Cis-neros, equivale a recorrertodas las preguntas que elarte abstracto le ha venidohaciendo a la cultura y a lasociedad a lo largo de esteprimer siglo de existenciaoficial. Con una interesan-te particularidad añadida,que no es otra que hacerlodesde un ángulo excéntri-co para lo que ha sido el canon occiden-tal: desde Latinoamérica.

La exposición requiere un visitantecómplice, activo, a ser posible informa-do. No es imprescindible que así sea,porque hay piezas que atraviesan visto-samente las puertas de la percepción,desde Tteia (1976-2004), la sutilísima es-cultura/partitura como hilos de seda deLygia Pape, hasta los agradecidos colo-ritmos cinéticos de Alejandro Otero, in-

teligentemente ubicados como apertu-ra del recorrido de la muestra, pasandopor las lúdicas Formes Virtuelles par Dé-placement du Spectateur (1966) de JulioLe Parc, esculturas que el propio visitan-te activa presionando unos botones.

Ahora bien, toda la riqueza desplega-da se amplifica si se realiza, siquiera seacomo acercamiento, una inmersión pa-ciente en la ambiciosa propuesta teóri-ca elaborada por el comisario Juan Le-dezma. Su argumento está contenidoen el mismo montaje y parte de los pic-togramas de Torres García (Grafismo in-ciso con dos figuras, 1930), reminiscen-tes aún de las fuentes iconográficas delarte indígena, hasta desembocar en la

fotografía urbana como nú-cleo de reunión del arteabstracto con el realismobrusco de la ciudad con-temporánea.

Por el camino (compues-to por 132 obras de 66 artis-tas, la mayor parte vincu-lados a la abstracción geo-métrica), nos esperan pie-zas envolventes. Como Phy-sichromie nº 91 (1963), deCarlos Cruz-Díez, una desus mejores pinturas cinéti-cas, en la que el espectadorcrea la obra con su movi-miento, o como ConcettoSpaziale (1960), de LucioFontana, tela, cómo no,tan equilibradamente ras-gada. Por tramos, el monta-je se articula en torno a em-parejamientos pintura/fo-tografía estratégicamentesituados, como hitos de laexposición, a modo de ri-tornello musical, que vanfijando su tesis, la de lanueva mirada sobre la reali-dad que la abstracciónabrió y consolidó en la sub-jetividad humana.

Un círculo parece cerrar-se: la fotografía, que haceun siglo dinamitó los últi-mos vestigios de naturalis-mo en el arte y dio paso a

la abstracción, acaba hermanándosecon unas artes plásticas transformadas.Se diluyen las fronteras visuales entreuna escultura abstracta en alambre deGego como Reticulárea (1969-1970) yuna fotografía constructivista de LeoMatiz como Estructura de petróleo(1950). La mirada humana se ha meta-morfoseado. Esta muestra levanta actade cómo ha tenido lugar tan inmensamutación. O

“DE MI MADRE”, escribe el novelista estado-unidense Richard Ford (Jackson, Misisipi,1944) en su libro Mi madre (Anagrama),“no conservo más que recuerdos sueltoshasta los 16 años, en 1960, un año decisivopara los dos: el año en que mi padre sedespertó jadeando un sábado por la maña-na y murió antes de poderse levantar”. Setrata, pues, de una declaración que, enprincipio, emplaza la relación materno-fi-lial en los veinte años posteriores, cuandoese hijo único, a la sazón un adolescenteatribulado, inicia sus primeros años comoadulto, que le acabarán convirtiendo enun gran narrador. Pero Ford, que escribióesta historia unos años después del falleci-miento de su madre y que fue publicadaoriginalmente en 1988, no se limita a con-tar sólo la época en la que ambos debie-ron sobrevivir juntos, sino que rememoralos primeros recuerdos dispersos de su in-fancia y, todavía más, se remonta, comopuede, hasta los de la de su madre. A losrecuerdos personales se suman, por tanto,los indirectos de su indagación, como de-be hacerse cuando alguien quiere explicar-se de verdad a sí mismo.

En Tiempo de vida (Anagrama), el escri-tor español Marcos Giralt Torrente (Ma-drid, 1968), otro hijo único, tras la muertede su padre, el pintor Juan Giralt (Madrid,1940-2007), también necesitó reflexionarsobre su propio andamiaje existencial,aunque en su caso, habiéndose divorcia-do sus padres cuando era todavía un niño,centrando su relato en la historia de suconflictiva recuperación de la efigie delpadre ausente, algo que afortunadamentelogra cuando éste está ya al borde de lamuerte. Pero, como Ford, Marcos Giraltno sólo se limita a narrar el largo lapso de

sus desencuentros con el padre, que per-dió en su primera infancia y reencontró alinicio de su madurez, sino que tambiénhace acopio de toda la información quedispone acerca de la vida completa de suprogenitor para que su memoria autobio-gráfica no se quede, nunca mejor dicho,sin patrón.

Hijos únicos o no, hay una abundantísi-ma literatura en la que escritores han hur-gado en el misterio de su propia identidada través de captar la de sus padres, por-que, al fin y al cabo, es allí, en medio deestos velados entresijos, donde se escondeel tesoro, fascinante y terrible, de quién ycómo somos. El relato esencial, o, si sequiere, el más veraz: la historia que enca-dena todas las historias. El testamento otestimonio del patrimonio familiar. El tér-mino latino patrimonium significa el con-junto de bienes que se heredan de lospadres, siendo su tasación económica fi-nalmente lo más irrelevante de esta adqui-sición, porque siempre el problema estáen el ser más que en el tener.

Cuando, al final de su evocación mater-na, la de una mujer sin el menor relievepúblico, Ford intenta dar un sentido a suhistoria, le atribuye el que ella hiciera paraél posibles “sus afectos más verdaderos” yla aceptación de la realidad, “un acto deconocimiento que confirma el amor”.Tras anunciar que está esperando un hijo,la última frase del libro de Marcos GiraltTorrente enuncia el siguiente deseo: “Megustaría conservar algo de lo mejor de mipadre para que le llegue a través de mí”. Yes que el relato patrimonial planta en elhorizonte el vertical árbol que enlaza laraíz con el cielo, el pasado con el futuro: laauténtica progresión de la memoria. O

Por Fietta Jarque

ES LA ECONOMÍA, ESTÚPIDO”. La fraseacuñada durante la campaña deClinton contra Bush en 1992 ha so-brevivido más allá de su contexto

original. Y hoy la oímos gritar desde todoslos rincones del planeta. Los artistas con-temporáneos lo hacen a través de su lengua-je, y con una beligerancia y profundidadque se levanta como un reto a los análisisconvencionales. Dos exposiciones hetero-doxas que coinciden en Madrid proponeninteresantes tesis que indagan en las causasde la presente crisis de la economía capita-lista: Principio Potosí (Museo Reina Sofía) yFetiches críticos. Residuos de la economíageneral (Centro de Arte 2 de Mayo). Ambascuentan con un trío de comisarios-artistas-críticos de arte (alemanes los primeros,mexicanos los segundos) que han invitadoa una serie de artistas de diferentes países aadherirse a sus planteamientos teóricos.

“El fetiche crítico es, en nuestro marcode referencia, la operación de objetos queexploran la falsa racionalidad del mercadoy los intercambios que establecen nuestrasociedad moderna”, explica CuauhtémocMedina, uno de los comisarios mexicanosjunto a Mariana Botey y Helena ChávezMcGregor. “En otro plano, si quieres, el con-cepto implica el rescate de una cierta ramade reflexión económica surrealista disiden-te, en contra de las suposiciones ilustradasde la hegemonía conceptual”.

La exposición, que se inaugura el próxi-mo martes, es la primera producida poreste colectivo que publica un periódico dedebate titulado El espectro rojo. “Nuestroproyecto consiste en agitar, pensar y hacer,sin conceder tregua”, continúa Medina. En-tre los veinte artistas que se presentan en lamuestra madrileña están Santiago Sierra,Francis Alys, Karmelo Bermejo, AlfredoJaar, Teresa Margolles o Raqs Media Collec-tive, entre otros.

“Queremos generar un circuito de artis-tas y pensadores que se propongan rein-ventar la noción de pensamiento radicaldesde las cenizas, pero con la alegría ele-mental de asumir el mundo como un cons-tante juego de poder y una construcciónhistórica honda y de largo plazo. Sin en-sueños cristianos disfrazados, y con plenaconciencia de que hacemos cultura en el

mundo, pero que éste no acaba dondesupone el sentido común”.

¿Nos encontramos ante el arte políticodel siglo XXI? “Lo que usualmente designa-mos como ‘arte político’ se ha convertido,en términos generales, en la categoría conque aislamos cierta producción para anular-la, precisamente porque aparece como ‘polí-tica’. El arte es político todo el tiempo, puesvehicula y hace posibles ciertas subjetivida-des y acompaña ciertas formaciones socia-les”, dice Medina. “Esas dos hipótesis tienenuna consecuencia: estar políticamente acti-vo en el campo cultural supone trabajar enel borde en que cada operación estética estambién un desplazamiento de poder, opi-nión, afecto y pensamiento, que faculta o nodeterminadas posibilidades de pensamientoy actividad social. No nos interesa hacer unaexposición política: lo que cuenta en estecaso es la clase de política que nuestra cola-boración con artistas, teóricos y públicos di-buja como una alternativa”.

Para abrir boca, un poco de anarquíacontra uno de los padres del anarquismo.Karmelo Bermejo (Málaga, 1979) presentasu acción titulada 3.000 euros de dinero pú-blico utilizados en comprar libros de Baku-nin para quemarlos en una plaza (2009).Una pira de libros a los que se prendió fue-go una noche en el centro de Madrid. Tam-bién el chileno Alfredo Jaar utiliza el fuegoen su destrucción artística titulada SkoghallKonstall (2000). La mexicana Fritzia Irizarhace un molde en oro del desgaste de unaherramienta de trabajo, en este caso, unallave de la serie Prótesis objetuales (2007).

Jota Izquierdo (Castellón, 1972) ha reali-zado, en colaboración con Abel Carranza,La obra de arte en su época de la reproducti-bilidad pirata (2010), basándose en docu-mentación sobre formas de producción ydistribución de los vagoneros en México. YVicente Razo, que ha inundado los serviciosde correo comercial gratuito con argumen-tos de crítica de la teoría crítica, un trabajoque titula Capitalism is dead, de la seriePublic Address (2009).

Por otro lado, Principio Potosí, la exposi-ción en el Reina Sofía, también escapa a loscánones. El montaje se desarrolla en dosplanos, hay que subir a unas plataformas osillas como de árbitro de tenis para obser-var otro ángulo de su recorrido. Los comisa-rios Alice Creisher, Max Jorge Hinderer yAndreas Siekmann son artistas, comisarios

y críticos de arte. En Alemania esta “espe-cie”, los Kritiker/Kuratoren/Künstler se co-noce como KKK. “Pertenecemos a una ge-neración que empezó a autoorganizarseporque no estábamos contentos de las cu-radurías de nuestras exposiciones. Comoartista, te veían a menudo como una sim-ple pieza de un trabajo de conjunto queno nos reflejaba y preferimos generarnuestras propias ideas. Muchas veces sepone una cartela sólo con el nombre, lu-gar y fecha de nacimiento, como si esoexplicara algo de la obra”, dice Siekmann.

Principio Potosí analiza el concepto demodernidad desde una óptica distinta.“Nos interesa explicar al público que se pue-de comprender la modernidad tomando co-mo punto de inicio la distribución globaldel sistema capitalista, que empieza con lacolonización de América”, comenta Hinde-rer. La inmensa montaña de plata en territo-rio boliviano, explotada por el virreinato es-pañol, permitió que esa riqueza circularahacia mercados del otro lado del globo. Loscomisarios han seleccionado 13 pinturas co-loniales andinas que muestran diversos as-pectos del reflejo de ese intercambio y delimpacto económico y social de esa explota-ción, junto a las que han realizado la misma

cantidad de artistas contemporáneos, quehan partido de ellas para su traslación a larealidad actual.

“La primera aproximación a las pinturascoloniales fue desde el punto de vista de laeconomía internacional”, explica Creisher.“Porque si sigues la Ruta de la Plata de Poto-sí, ésta llega a España, sigue a través deEuropa y termina en la India. Por eso es queno nos hemos concentrado en lo que es lapintura colonial en sí —como pudo ser lamás conocida Escuela de Cusco—, sino só-lo las que se sitúan en el contexto de Potosí.Nuestro proyecto histórico encaja bien conlas reflexiones sobre lo que el neoliberalis-mo hace al mundo globalizado de hoy. Mu-cha gente se empieza a dar cuenta de lo queeste fenómeno significa, mejor que lo quepodía entenderlo en los años noventa, conla euforia financiera. La crisis de hoy nospermite echar la vista atrás al siglo XVI. Poreso invitamos a artistas internacionales desitios del mundo que provienen de lugaresdel mundo que son los nuevos potosíes”.

Entre los artistas que participan en estamuestra, que es más un recorrido que unaexposición al uso, están Rogelio LópezCuenca, Harun Farocki, León Ferrari, Ma-tthijs de Brujine, Zhao Liang, Marcelo Expó-sito o The Migrant Workers Home.

“Todo lo que empobreció a Europa en elsiglo XVI y XVII fue en gran parte debido ala circulación de la plata de Potosí”, afirmaCreicher. “Así es que no se trata simplemen-te de un continente que explota a otro, haytodo un proceso de explotación y enriqueci-miento que abarca todo el mundo. Y esa esla historia que nos ha fascinado”, segúnCreisher. “Esto tiene que ver con el concep-to de acumulación primitiva (u originaria)acuñado por Marx. Todo el proceso de em-pobrecimiento de un lado y de enriqueci-miento del otro culmina con el inicio de laindustrialización del siglo XIX, y está muybien descrito por Marx. Ahora, con el cono-cimiento que tenemos de lo que ocurriócon Potosí, sabemos que ahí se puede en-contrar la prehistoria de ese término. Y esosigue funcionando así, no es sólo un casohistórico”. O

Fetiches críticos. CA2M. Avenida de la Constitu-ción, 23. Móstoles (Madrid). Del 25 de mayo al 29de agosto.Principio Potosí.Museo Reina Sofía. Santa Isabel,52. Madrid. Hasta el 6 de septiembre.

Por Francisco Calvo SerrallerA la izquierda, Descripción del cerro rico e imperial Villa de Potosí (1758), de Gaspar M. de Berrio. A la derecha, imagen de 3.000 euros de dinero público utilizados en comprar libros de Bakunin para quemarlos en una plaza (2009), de K. Bermejo.

El pintor Juan Giralt, padre del escritor Marcos Giralt Torrente, ante una de sus obras.

Arte contra las máscaras de la economíaLas paradojas y fracturas del sistema capitalista quedan al descubierto a través de dos exposiciones en Madrid que reúnen lostrabajos de artistas contemporáneos. En ellas se analiza desde el concepto de modernidad hasta los de desarrollo y producción

Coloritmo 41 (1959), de Alejan-dro Otero.

Mutaciones de lamirada humana

“La exposición‘Fetiches críticos’ rescatauna cierta rama dereflexión económicasurrealista disidente”

Los comisarios de lamuestra ‘Principio Potosí’dicen: “La crisis de hoynos permite echar la vistaatrás, al siglo XVI”

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Por Ramón Fernández Escobar

DISCOS ETERNOS cruelmente igno-rados y un toque mágico en casitodas las salsas ajenas, de TheBeach Boys a Joanna Newsom,

pasando por Randy Newman, Ry Cooder oVic Chesnutt: “Siempre me ha tocado bailarcuando nadie miraba, ese es mi sino”, admi-te Van Dyke Parks (Hattiesburg, 1943) desdesu refugio en Los Ángeles, en vísperas de suprimera actuación en España. Una rareza:“Hasta hace dos meses ni siquiera teníaagente. Sí he tocado varias veces en Holan-da, quizá porque por mi nombre piensanque soy de allí. Ya no corro, pero caminorápido, y mientras pueda, quiero salir de miburbuja y ver algo de mundo”.

El compositor y cantante, pianista de for-mación clásica, productor y virtuoso de losarreglos siempre prefirió el anonimato.“Desde que me asenté en California en lossesenta, ambicioné crecer como músico enel estudio —The Byrds, Judy Collins o TimBuckley le disfrutaron como sesionero—, nolos dólares ni la fama. Nunca me atrajo to-car la guitarra eléctrica frente a un tropel dechicas que gritaban. Me gustan las que nochillan”. Parks vive ajeno al faranduleo: “Nome interesan los Grammy ni los Oscar nimirarse tanto el ombligo. Por eso admiro aPaolo Conte, uno de los pocos al margen deeso, y para mí el más grande. El mundodiscográfico que conocí ya no existe por cul-pa de la codicia de las compañías. Pero yoaún pretendo fajarme con las canciones: es-toy preparando un álbum. Y acabo de termi-

nar una banda sonora —ha trabajado paraRobert Altman, Walter Hill o Jack Nichol-son— y casi también un proyecto de músicapanamericana con sabor spanglish”.

El interés de Parks por otras culturas(“anoche mismo toqué algo de Granados”),desde su rincón californiano y siempre enrelación con la estadounidense, no debe sor-prender: hay en su obra incluso un par deacercamientos al mundo oriental, el scorede la miniserie televisiva Broken trail (2007),sobre la inmigración china en el Far West, y

un arriesgado disco de canciones, Tokyo Ro-se (1989), a propósito de la emergencia deJapón. “Quería comprender a los japonesesy la crisis psicológica que su auge producíaen mi país”, asegura. Su ansia por redefinirlo americano le había llevado antes a miraral Caribe: publicó Discover America (1972),una zambullida en el calipso de Trinidad yTobago, con letras de perspectiva yanqui.Obra maestra incomprendida, a la que qui-ta hierro: “Era más reflejo que creatividad,dado mi amor por esa música, por su caden-

cia y la agudeza con la que habla de lasnecesidades”. En el álbum participó LittleFeat. “El líder, Lowell George, llamaba drivegauche a tomar la carretera menos transita-da, algo que yo he hecho a menudo”. Otroejemplo: en su época de ejecutivo en War-ner, su sello de siempre, fue pionero delvídeo promocional “para paliar tanta gira,una invitación entonces a la sobredosis”.

Brillante letrista, Parks ha ido abando-nando la libre asociación de Smile, su míticaentente con Brian Wilson, por un lenguajemás accesible. “Nadie ha igualado en aque-llo a Bob Dylan, y yo no buscaba ser crípti-co, sino confortar. Aun así, sigo creyendoque escribir canciones es un proceso incons-ciente”. La relación con The Beach Boys da-ría para un best seller, desde que conoció aWilson en 1966. “Sus hermanos resultabanamables, pero Mike Love, el vocalista, decíacosas como ‘¿por qué un chelo? Nadie en elgrupo lo toca’. Yo nunca discutí, mi trabajono era con él. Mike representaba a muchosfans que no querían que Brian creciera so-lo”. Parks se bajó de un barco al que la psi-quis alterada del genio de The Beach Boyshizo encallar. Aunque antes de que éste porfin mostrara al mundo Smile en 2004 huboun reencuentro, Orange crate art (1995),compuesto por Parks para Brian Wilson.“Fue como cruzar el Rubicón. El disco pasódesapercibido, pero le sacó de su lecho deenfermo y le convenció para continuar”.

La versión definitiva de Smile y su posoagridulce: “Sólo me pidieron unas letras. Noaspiraba a otro rol, sino a una amistad másactiva con Brian. No hablé con él: todo através de su mujer, como si fuera un prisio-nero. Por eso las nuevas amistades me re-frescan tanto, jóvenes a veces menores quemis nietos”, confiesa Parks. Alude a sus arre-glos o cameos para Rufus Wainwright, InaraGeorge y Clare Muldaur, hijos de músicosamigos (con la última y su grupo, Clare andthe Reasons, comparte esta gira). O

Van Dyke Parks actuará en el festival PrimaveraSound de Barcelona el 29 de mayo.

El compositor, cantante y pianista Van Dyke Parks.

Genio de estudio al descubiertoEl músico estadounidense Van Dyke Parks, tras medio siglo de carrera, visita Barcelonaen su primera actuación en España. “Quiero salir de mi burbuja y ver algo de mundo”

MÚSICA / Libros

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1EL MAYOR desafío a la hora de mon-tar Noche de Reyes, umbral del perio-do de madurez de Shakespeare, esque continuamente cambia de cen-

tro. La pasión secreta que Viola, travestidaen Cesario, siente por el duque Orsino cedeprotagonismo a la que Cesario provoca en lacondesa Olivia; pasamos de un palacio aotro, de un deseo a otro, y a mitad de la obrael mayordomo Malvolio asciende a primertérmino en una triple mutación (puritanoengreído, loco de amor, víctima doliente)que sintetiza los giros tonales de esta extrañí-sima comedia, donde coexisten el lirismo, elenredo, el frenesí demencial y la crueldadsalvaje. Quizás su emblema sea el bufón Fes-te, mensajero entre dos mundos y criaturainaprensible: sabio y oscuro, detonante yobservador, ahora dentro y ahora lejos. Sha-kespeare nos mueve continuamente la al-fombra bajo los pies. Olivia abandona suluto riguroso a las primeras de cambio; elhedonista Sir Toby, que contaba con todasnuestras simpatías, engaña por puro placerperverso a Sir Andrew, su bobalicón (y adora-ble) compañero de juergas (para luego sal-varle in extremis de un duelo fatal), y el me-canismo funciona en sentido contrario conMalvolio, a quien primero detestamos y lue-go compadecemos como si se tratara de unnuevo Shylock. La paradoja mayor es queViola, el personaje más claro, sin nubes nidobleces, haya de recurrir al disfraz para pro-tegerse, y sea ese disfraz lo que le impidamanifestar su deseo. Hay un parentesco cer-vantino en Noche de Reyes: la estructuraepisódica, el perfil quijotesco del mayordo-mo, la mezcla de poesía y ferocidad. No cabehablar de influencia directa (el Quijote no sepublica en inglés hasta 1612) sino más biende confluencia: tanto Shakespeare como Cer-vantes escribían, para decirlo a la manera deBrook, “con un pie en el barro, un ojo en lasestrellas y una daga en la mano”, aunque elBardo gana siempre la partida: pisaba másfirme, miraba más lejos y clavaba más hon-do. Y tenía muchísimo mejor oído.

De oído (para las cadencias del verso ylos patrones rítmicos de cada escena) andatambién sobrado Josep Maria Mestres, quetras el éxito de Un marido ideal en el Goyaha conseguido con la puesta en escena deNoche de Reyes en el TNC (Nit de Reis, ensoberbia y sonora versión catalana de JoanSellent, otra oreja de aúpa), uno de los mejo-res espectáculos de la temporada: con idén-tico brillo en lo luminoso y en lo sombrío,con todos los matices en su punto. El esce-nógrafo Alfons Flores ha creado un espaciovacío, abstracto, libre. Una playa (“de vera-neantes perpetuos”, subraya Mestres) rodea-da de espejos y techada por un cielo conbombillas a guisa de estrellas o luciérnagas.Al fondo y en lo alto, invisible pero omnipre-

sente, el quinteto casi jazzístico del maestroLluís Vidal, desgranando una partitura lige-ra, melancólica, atmosférica. Elegantísimo eimaginativo vestuario de María Araujo, queconvierte a Orsino en un granadero de LuisaFernanda, a Olivia en Milady de Winter y alos fools en miembros honorarios del clubPickwick sin que el amable guiño irónicoincurra en parodia. Silvia Bel (Viola) y AnnaYcobalzeta (Olivia) son las reinas de la fun-ción: ambas dicen formidablemente el ver-so, con claridad y pasión; Bel con el corazónen la boca, una Viola siempre apasionada,siempre alerta, siempre caminando sobre elfilo; Ycobalzeta con un humor sutil y unamajestad sorprendente en una actriz tan jo-ven. Lluís Soler es uno de los mejores Malvo-lios que he visto, impecable en cada uno desus tránsitos y desgarrador en su cautiverio.Quimet Pla (Sir Toby), Carles Martínez (SirAndrew) y Mercè Comes (la sirvienta María)son tres dinamos de energía constante: sucomicidad está sustentada en la verdad hu-mana, sin desafueros farsescos y sin esqui-var nunca los contrapuntos dolorosos. PepAnton Muñoz compone un Feste casi decomedia musical (canciones incluidas) y ha-ce pensar en el Joel Grey de Cabaret, sinmaquillaje expresionista pero con la maligni-dad de un muñeco de ventrílocuo que ha

cobrado vida. Creo (única pega) que PepPlanas (Orsino) tiene un mal arranque: Mes-tres parece haberle marcado un tono cerca-no a la caricatura del enamorado románti-co, y recita el maravilloso pasaje de “si lamúsica es el alimento del amor” como si setratara de un texto del duque de Rivas. Feliz-mente abandona pronto esa senda y pisafirme a medida que avanza la función: laescena en la que cree percibir la naturalezafemenina de Viola es una de las mejores delespectáculo. Noche de Reyes debería teneruna larga y amplia gira por España.

2HABLANDO DEL Nacional catalán, to-davía no había encontrado tiempopara aplaudir una iniciativa extraor-dinaria de Sergi Belbel, su director

artístico. Extraordinaria porque no creo (co-rríjanme si me equivoco) que se esté produ-ciendo en ningún otro centro dramático. ElProyecto T6 de Nueva Autoría, ya en su quin-ta edición, ha optado esta temporada, encolaboración con la SGAE, por crear unacompañía fija de nueve intérpretes (JordiBanacolocha, Rosa Boladeras, Òscar Castell-ví, Míriam Iscla, Anna Moliner, Joan Negrié,Àngels Poch, David Vert y Lluís Villanueva) yofrecer la dirección a los propios dramatur-gos. Esto quiere decir que los autores selec-

cionados pueden trabajar con la compañíay el equipo “desde los inicios de cada textohasta la última representación”. Han reduci-do el número de estrenos (ahora tres alaño), pero ampliando la permanencia encartel, cosa que también me parece formida-ble. La semana pasada vi Lejos de Nuuk(Lluny de Nuuk), de Pere Riera. Aún es pron-to para celebrar el nacimiento de un nuevoautor (la obra, que narra un enfrentamientofamiliar por el control de su empresa, tieneen su haber excelentes diálogos y solidezestructural, y en su debe una sobredosis demelodramatismo culebronero), pero sí diríaque aquí tenemos a un notable director deescena: los actores están estupendos, desta-cando a Míriam Iscla en un dibujo de perso-naje que recuerda poderosamente a la jovenRosa María Sardá. ¿Alguien se anima a se-guir la propuesta del TNC? O

Nit de Reis, de Shakespeare. Dirección de JosepMaria Mestres. Lluny de Nuuk, de Pere Riera.Dirección de Pere Riera. Ambos en el TNC de Barce-lona hasta el 30 de mayo. www.tnc.cat.

E Fragmentos de los montajes Nit deReis y Lluny de Nuuk.

Escena de Noche de Reyes, de Shakespeare, dirigida por Josep Maria Mestres. Foto: David Ruano

+ .com

El TNC se apunta dos tantosDos estupendas compañías en el Teatre Nacional de Catalunya: la de Josep Maria Mestres, que sirve una memorableNoche de Reyes de Shakespeare, y la que se ha creado para el Proyecto T6 de Nueva Autoría: un ejemplo a seguir

PURO TEATRO Por Marcos Ordóñez

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MIGUEL ÁNGEL le vendió al papaJulio II como esculturas grie-gas algunas que él mismo ha-bía esculpido de propia mano.

Era una estafa, pero no dejaban de ser escul-turas auténticas de Miguel Ángel y sin dudacon el tiempo fue el Vaticano, como siem-pre, el que salió ganando. Muchas veces lellevaban a Picasso uno de sus cuadros paraque lo autentificara. Hubo casos en que elpintor se negó a reconocer su propia obra siesta ya no le gustaba. “¿Pero, maestro, norecuerda que le he com-prado esta pintura a us-ted en persona en estemismo taller?”, exclamóun coleccionista angustia-do. “Es que yo tambiénpinto a veces Picassos fal-sos”, contestó el pintor.

A principios del siglopasado el marchante Am-broise Vollard, el descu-bridor de Picasso, se pa-saba el día dormitandoen su tienda de la Rue LaBoétie a la espera de quecayera por allí algún co-leccionista a comprarleun cuadro. Un día sonóla campanilla y entró unamericano de Oklahoma.Quería un Cézanne. Elmarchante le mostró seisóleos del pintor, los úni-cos que tenía, a quinien-tos francos cada uno. “Sime hace un precio, lecompro los seis”, dijo elcomprador muy sobra-do. “En ese caso le cobra-ré 3.000 francos por cua-dro”. El americano quisosaber el motivo de seme-jante veleidad. “Tiene sulógica”, contestó el mar-chante. “Usted sólo meda dinero y a cambio yome quedo sin un solo Cé-zanne”. Otro día sonó lacampanilla y entró en latienda un clochard muyandrajoso con un pequeño lienzo en la ma-no. Estaba firmado por un tal Van Gogh yrepresentaba a un tipo de mirada salvaje, labarba rojiza, el rostro anguloso bajo un som-brero de fieltro. Era un autorretrato. El clo-chard estaba dispuesto a cedérselo por cual-quier cantidad que le permitiera comprarseuna botella de calvados. El señor Vollardreconoció la figura del lienzo a primera vis-ta y le dijo al clochard que el cuadro erafalso. El autorretrato auténtico de VanGogh se lo había vendido el propio marchar-te al barón de Rothschild y estaba colgadoen la chimenea del salón principal de sumansión en París. Puesto que era una copiamala que no valía siquiera una botella decalvados el clochard abandonó el lienzo enla tienda y se largó sin dejar rastro. El falsoautorretrato de Van Gogh quedó arrumba-do en el suelo entre otros cuadros y cachiva-ches, de forma que desde la mesa Vollardtenía siempre a la vista aquella figura derostro de cuchillo, que no le apartaba sumirada salvaje como si le recriminara supasividad disuelta siempre en una continuamodorra. Después de algunos meses esa

figura se había convertido en una obsesión.Aquellos ojos estaban vivos y expresabanuna verdad. Para salir de dudas, con el lien-zo bajo el brazo el marchante se dirigió a lamansión del banquero y pidió comparar losdos autorretratos. Le bastó un solo minutopara llegar a la conclusión de que el VanGogh auténtico era el del clochard, perocuando preguntó por él en Montmartre ledijeron que se había arrojado al Sena.

Todos los cuadros son falsos mientrasno se demuestre lo contrario. Cuando An-

dré Malraux fue nombrado por De Gaulleministro de Cultura inició la labor en elministerio con dos actos simbólicos: prime-ro obligó a limpiar todas las fachadas deParís y después se paseó por todos los mu-seos, tiendas de cuadros y galerías, requisólos lienzos falsos de Utrillo y de Corot queencontraba, hizo con ellos una pira en laplaza de Ravignan y así ardieron al menostrescientos lienzos atribuidos a estos dospintores. Si un ángel exterminador realizaraun vuelo rasante sobre todos los museos ypinacotecas del mundo y acercara su espa-da flamígera a todas las obras de arte falsaso mal atribuidas desde el tiempo de los fa-raones hasta hoy serían muy escasas lasque resistirían la prueba del fuego hasta elpunto de que gran parte de la historia que-daría vacía. Pero demostrar que un cuadroes falso es casi tan difícil como demostrarque es auténtico. Este detalle estuvo a pun-to de llevarle a la horca a Van Meegeren, alfalsificador de Vermeer.

Cuando al final de la Segunda GuerraMundial en la Bélgica liberada comenzó lacaza de colaboradores con los nazis la inves-

tigación llegó hasta las oficinas de un ban-quero en cuyos papeles constaba la ventaal mariscal Goering de un cuadro de Ver-meer, titulado Mujeres sorprendidas enadulterio. El banquero se sacudió las pul-gas de encima delatando al verdadero ven-dedor, un tal Van Meegeren, pintor de terce-ra categoría, quien fue detenido el 29 demayo de 1945 y después de un juicio rápidose le condenó a muerte por traición a lapatria y colaboración con el enemigo. En eljuicio Van Meegeren manifestó en su defen-

sa que había falsificado ese cuadro. No sóloese, perteneciente a la colección privada deGoering, sino también otros del mismo pin-tor. Durante años se había vengado de laindiferencia que despertaba su talento falsi-ficando al más grande artista holandés delsiglo XVII, del que sólo se conocían 37obras. De hecho uno de sus cuadros falsos,Los discípulos de Emaús, había sido certifi-cado por Brodius, el especialista de másprestigio, como una obra maestra de Ver-meer y la Sociedad Rembrandt la había ad-quirido por 170.000 dólares. Los jueces no

le creyeron, dada la perfección del trabajo.Pero en este caso su vanidad de artista en-tró en colisión con la muerte. Pudo haberrepetido la hazaña del general Della Rove-re, un impostor que se dejó fusilar comohéroe, siendo un simple falsario con dotesde actor que había engañado a los nazis.Aunque a Van Meegeren le halagaba que sutalento fuera reconocido públicamente an-te un tribunal, no estaba dispuesto a arras-trar su vanidad hasta el pie de la horca.

Para demostrar su inocencia pidió quele llevaran a la celda unlienzo y todos los colo-res, aceites y pinceles ne-cesarios. Comenzó a falsi-ficar el cuadro de Ver-meer titulado Jesús entrelos doctores. Dada la habi-lidad de su mano, a mi-tad del trabajo, los juecescambiaron de opinión.La pena de muerte portraición a la patria, mal-versación del patrimonionacional y colaboracióncon el enemigo fue con-mutada por una conde-na a dos años de cárcelpor simple falsificación.Viendo que había salva-do el pellejo Van Meege-ren se negó a descubrirsu secreto. Cómo enveje-cía el lienzo, cómo obte-nía los mismos pigmen-tos que usaba Vermeer,cómo disolvía las tintasviejas, cómo sometía alhorno la tela para conse-guir el craquelado pecu-liar del siglo XVII, cómopegaba al lienzo pelos decomadreja sacados delos pinceles de la época yotras manipulaciones to-davía más elaboradas selas llevó Van Meegeren ala tumba.

Queda dicho que de-mostrar la falsedad de uncuadro es a veces una la-

bor muy ardua. En este caso, más allá de lasentencia del tribunal, el juicio continuóentre historiadores y estetas por un lado,físicos y químicos por otro. Unos seguíandefendiendo la autenticidad de los Ver-meer, pese a la propia confesión del falsifi-cador. Las palabras que adornan los senti-mientos estéticos ante cualquier obra dearte pueden formar un laberinto del que esimposible salir. Así sucedía con el cuadroLos discípulos de Emaús, hasta que fue so-metido a un examen químico en un labora-torio inglés donde se demostró que VanMeegeren había usado fenol formaldehídopara disolver las tintas secas y el azul cobal-to mezclado en el lapislázuli, dos sustan-cias que no fueron descubiertas hasta elsiglo XIX. Finalmente Van Meegeren habíasido científicamente desenmascarado, pe-ro de esta afrenta ya no se enteró, puestoque murió antes de un ataque al corazónen la cárcel, en 1947. Algunas esculturasgriegas del Vaticano son de Miguel Ángel yen el Rijksmuseum de Amsterdam los fal-sos Vermeer son tanto a más visitados quelos auténticos. O

Los discípulos de Emaús, de Van Meegeren, en una exposición del Museo Boijmans van Beuningen de Rotterdam (hasta el 22 de agosto). Foto: Efe / Robin Utrecht

Van Meegeren, la vanidad del falsificadorDemostrar que un cuadro es falso es casi tan difícil como demostrar que es auténtico. Este detalle estuvo a punto de llevara la horca al copista de Vermeer, autor de una versión perfecta de Los discípulos de Emaús, que se llevó su secreto a la tumba

Viendo que había salvadoel pellejo Van Meegeren senegó a descubrir su secreto.Cómo envejecía el lienzo,cómo disolvía las tintas

MITOLOGÍAS Por Manuel Vicent

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