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1 EL CURRÍCULO Y LA CUARTA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL (4RI) GALO ADÁN CLAVIJO CLAVIJO “Cada rector debería preguntarse: ¿el gobierno de mi universidad está en condiciones de hacer cambios reales que tengan un efecto real?” (Brunner, 2019) RESUMEN Dice Juan Carlos Tedesco (2011, pp. 31- 47) hablando de la educación para el siglo XXI: Las respuestas educativas deben ser elaboradas en el marco de un proyecto de sociedad” A lo largo de las dos últimas décadas ha ido surgiendo un movimiento mundial que aboga por un nuevo modelo de aprendizaje para el siglo XXI. Actualmente existe una cantidad notoria de bibliografía centrada fundamentalmente en tres aspectos, a saber: las razones que justifican un nuevo modelo de aprendizaje, las competencias que resultan necesarias en el siglo XXI, y la pedagogía que se requiere para estimular dichas competencias, por lo tanto, el currículo ha de ser repensado y cambiado. Este es un ensayo basado en un análisis de la bibliografía existente y consultada por el autor. Es necesario hacer un alto en el camino en las Universidades y comenzar a pensar en el currículo y en lo que realmente representa para el logro de la misión y visión de la Institución. En este punto habría que preguntarse si las metas planteadas a corto mediano y largo plazo se van logrando desde la propuesta curricular y si esta responde a los requerimientos del contexto y de cada miembro de la comunidad universitaria. Ahora bien, las respuestas pueden variar de acuerdo con el trabajo que se esté haciendo, en algunos casos, las respuestas serán positivas, pero en otros habrá que reevaluar el currículo y pensar que caminos tomar para que responda a las necesidades de la sociedad del siglo XXI y más allá. En este ensayo se refiere al currículo universitario no tanto en el sentido más tradicional y de uso común, es decir inflexible y un conjunto de planes y programas de estudio organizados por disciplinas, sino y sobre todo como el producto de un proceso orientado a definir cuáles son los conocimientos indispensables, las competencias esenciales y los valores más importantes que la Universidad tiene que privilegiar y cuáles son en efecto los aprendizajes fundamentales que es necesario asegurar a fin que las nuevas generaciones estén efectivamente preparadas a vivir en la sociedad que se aspira construir. Se quiere resumir algunas de las tensiones y cuestiones abiertas que caracterizan el debate actual sobre el currículo universitario organizándolas alrededor de cuatro dimensiones vinculadas entre sí, es decir: (i) cuáles principios tiene que reflejar y qué contenidos (en el sentido más amplio) fundamentales tiene que incluir el currículo del siglo XXI; (ii) cuáles son las competencias a aprender y desarrollar; (iii) qué hay que utilizar para que el currículo se concrete en aprendizajes efectivos y significativos; y (iv) cómo hay que aprender esos contenidos. El mundo digital está transformando la sociedad en la que vivimos y es precisamente en el ámbito de la educación donde su impacto es mayor. Una enseñanza basada únicamente en la transmisión

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1

EL CURRÍCULO Y LA CUARTA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL (4RI)

GALO ADÁN CLAVIJO CLAVIJO

“Cada rector debería preguntarse: ¿el gobierno de mi universidad está en condiciones de hacer

cambios reales que tengan un efecto real?” (Brunner, 2019)

RESUMEN

Dice Juan Carlos Tedesco (2011, pp. 31- 47) hablando de la educación para el siglo XXI: “Las

respuestas educativas deben ser elaboradas en el marco de un proyecto de sociedad”

A lo largo de las dos últimas décadas ha ido surgiendo un movimiento mundial que aboga por un

nuevo modelo de aprendizaje para el siglo XXI. Actualmente existe una cantidad notoria de

bibliografía centrada fundamentalmente en tres aspectos, a saber: las razones que justifican un

nuevo modelo de aprendizaje, las competencias que resultan necesarias en el siglo XXI, y la

pedagogía que se requiere para estimular dichas competencias, por lo tanto, el currículo ha de ser

repensado y cambiado. Este es un ensayo basado en un análisis de la bibliografía existente y

consultada por el autor.

Es necesario hacer un alto en el camino en las Universidades y comenzar a pensar en el currículo

y en lo que realmente representa para el logro de la misión y visión de la Institución. En este punto

habría que preguntarse si las metas planteadas a corto mediano y largo plazo se van logrando desde

la propuesta curricular y si esta responde a los requerimientos del contexto y de cada miembro de

la comunidad universitaria. Ahora bien, las respuestas pueden variar de acuerdo con el trabajo que

se esté haciendo, en algunos casos, las respuestas serán positivas, pero en otros habrá que reevaluar

el currículo y pensar que caminos tomar para que responda a las necesidades de la sociedad del

siglo XXI y más allá.

En este ensayo se refiere al currículo universitario no tanto en el sentido más tradicional y de

uso común, es decir inflexible y un conjunto de planes y programas de estudio organizados por

disciplinas, sino y sobre todo como el producto de un proceso orientado a definir cuáles son los

conocimientos indispensables, las competencias esenciales y los valores más importantes que la

Universidad tiene que privilegiar y cuáles son en efecto los aprendizajes fundamentales que es

necesario asegurar a fin que las nuevas generaciones estén efectivamente preparadas a vivir en la

sociedad que se aspira construir.

Se quiere resumir algunas de las tensiones y cuestiones abiertas que caracterizan el debate actual

sobre el currículo universitario organizándolas alrededor de cuatro dimensiones vinculadas entre

sí, es decir: (i) cuáles principios tiene que reflejar y qué contenidos (en el sentido más amplio)

fundamentales tiene que incluir el currículo del siglo XXI; (ii) cuáles son las competencias a

aprender y desarrollar; (iii) qué hay que utilizar para que el currículo se concrete en aprendizajes

efectivos y significativos; y (iv) cómo hay que aprender esos contenidos.

El mundo digital está transformando la sociedad en la que vivimos y es precisamente en el ámbito

de la educación donde su impacto es mayor. Una enseñanza basada únicamente en la transmisión

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de información no es una educación para el siglo XXI. Las nuevas generaciones deben utilizar

modos diferentes de aprender, de trabajar, ser capaces de extraer conocimientos relevantes de la

información que nos rodea, aprender de manera colaborativa, aprender y desarrollar nuevas

competencias.

La preocupación por la educación y la difusión tecnológica es notoria. Por ejemplo, el World

Economic Forum, WEF (2015) delinea cuáles son las competencias básicas en el siglo XXI, cuál

la brecha para alcanzarlas y de qué manera la tecnología puede ayudar a conseguirlas. MGI indica

la necesidad de “mejorar las habilidades básicas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas

(…) y poner un nuevo énfasis en la creatividad y el pensamiento crítico” (2017, p. 12). Para

identificar los efectos de 4RI en la economía, la sociedad y la educación, en Canadá se constituyó

el grupo de trabajo que concluyó en la necesidad de insistir en el principio expuesto por Alvin

Toffler en 1970: “aprender cómo se aprende, desaprende y reaprende” (Grupe Media-TFO, 2017).

La Cuarta Revolución Industrial ya no es un hecho lejano y esto se evidencia en la convergencia

de las tecnologías que anticipan un cambio en el mundo, modificando no solo la forma de vida de

los seres humanos, sino también la forma de relacionarse con el entorno.

Esta transición de la tercera a la Cuarta Revolución Industrial ha sido acelerada y sorprendente

para la mayoría de las personas dado los impactos que ha generado en la sociedad. Razón por la

cual, se configura en un nuevo reto para las sociedades contemporáneas, generando

transformaciones educativas y consigo grandes desafíos.

PRESENTACIÓN

Es evidente que el currículo no puede abarcar todo lo que es preciso aprender en los planos

personal, social, profesional, ético y cultural; por tanto, no hay algo sustancialmente nuevo en este

proceso – político y social, más que técnico – de selección y legitimación que se lleva a cabo desde

los sistemas educativos nacionales. Lo nuevo son las profundas y rápidas transformaciones que

están afectando a nuestras sociedades, y los dilemas y las tensiones que se han acumulado en la

búsqueda de un acuerdo político y social sobre qué, para qué y cómo educar para responder

eficazmente a las expectativas y demandas de los jóvenes y de los diversos sectores sociales en un

siglo caracterizado por las incertidumbres y la celeridad de los cambios.

Las sociedades enfrentan cuestiones muy difíciles de resolver acerca del futuro y la sustentabilidad

de los actuales patrones de producción y consumo, incluyendo el rol que debe tener la educación

en la formación integral de los ciudadanos de hoy y de mañana. Vivimos en un contexto saturados

de informaciones y a la vez asistimos a un proceso de explosión de conocimientos sin precedentes

asociado a su banalización en términos de acceso gracias a las tecnologías de la información y la

comunicación; esto hace que la Universidad ya no sea necesariamente el lugar principal donde

pueden ser adquiridos, además de volver la tarea de su selección siempre más compleja y

disputada.

El mercado laboral se transforma a gran velocidad a raíz de dinámicas de innovación permanente

y es muy difícil evitar la impresión que el desfase entre sus exigencias y la formación ofrecida por

la universidad sigue aumentando. La economía, el comercio, las finanzas, las comunicaciones y

los movimientos migratorios se han extendidos a escala planetaria y muchos de los desafíos

contemporáneos y de los que habrá que enfrentar en el futuro van más allá de las fronteras

nacionales, lo cual alimenta el debate creciente donde se confrontan visiones educativas

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contrapuestas sobre el tipo de equilibrio que hay que encontrar entre identidades, saberes y valores

locales y universales.

Cuando se está en el umbral de la tercera década del siglo XXI y todavía hablando de Universidad

inclusiva, de equidad y de calidad me surge la duda de si estamos trabajando en la dirección

correcta o nos hemos deslumbrado por una idea que en sí mismo puede ser excluyente.

La sociedad de hoy en día es más diversa, intercultural y heterogénea que nunca, y la Universidad,

como subsistema, igual. Por tanto, hablar de la Universidad inclusiva, de equidad y de calidad que

hay en algunas universidades, puede ser una contradicción si no es entendida como una

Universidad para todos, porque ésta es la Universidad que tenemos, ésta es la Universidad del siglo

XXI que nos toca vivir; no es simplemente la que incluye a las personas con deficiencia, a las

minorías, a las identidades sexuales,… incluye infinidad de otras diferencias que hacen casi que

un aula tenga tantas singularidades como estudiantes.

En este contexto ¿qué hacer? Soy de la opinión, junto con otros muchos pensadores en la

idea de refundar la Universidad, lo que supone repensar la Universidad que tenemos y la

Universidad que queremos desde dentro de ella. Y ello desde los planteamientos macro,

como son programas y proyectos de la universidad, considerando esta como una entidad con

la autonomía que la legislación le da, hasta la parte más micro como son los trabajos con los

estudiantes en concreto a través de metodologías innovadoras y variadas para el desarrollo de un

currículo inclusivo, de calidad y flexible. La Universidad del siglo XXI tiene la necesidad de

cambiar de los modelos decimonónicos que la dominan.

En este sentido Fullan (2002), manifiesta que es necesario que administradores y gestores de

la Universidad piensen en que es preciso conceptualizar la manera de cambiar el sistema actual

de una forma profunda y específica y se añade: que los gestores de las universidades hagan

que eso ocurra promoviendo el cambio desde dentro bajo la concepción de organizaciones que

aprenden.

Inclusión y calidad van juntas, porque ambas están dentro de los objetivos tanto de los sistemas

educativos como de sus instituciones; de la misma manera que la inclusión educativa va

ligada a reorganización del qué aprender y del cómo aprender, desde los planteamientos de la

pedagogía crítica del aprendiza y el socio constructivismo.

Teniendo en cuenta que el currículo debe responder a las expectativas educativas de la sociedad,

proponemos una revisión crítica del currículo desde tres paradigmas: la complejidad, la

interculturalidad y la democracia (Cépeda García, 2006, pp. 5- 44)

El paradigma de la complejidad cuestiona la simplificación del conocimiento y la manera de

relacionarse con este en el ámbito de la cultura escolar. Por una parte, nos plantea la necesidad de

revisar los contenidos y su organización en el currículo universitario. Por otra, hace un llamado a

comprender y valorar distintos tipos de conocimiento.

La interculturalidad como paradigma cuestiona la escuela homogeneizadora, cuyo resultado es la

deslegitimación de la diversidad tanto de los sujetos que participan en el sistema escolar

(estudiantes, maestros, comunidades) como de su capacidad para producir conocimiento. Plantea

la necesidad de construir currículos abiertos a la diversidad, que más que llevar a cabo procesos

de diversificación curricular desde un planteamiento central, exige un proceso de ida y vuelta.

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Por su parte, el paradigma de la democracia constituye un referente muy importante para que la

educación asuma su rol de formadora de ciudadanos, más aún cuando la falta de equidad es

reconocida como uno de los problemas fundamentales en la educación colombiana.

Complejidad, interculturalidad y democracia son paradigmas que cuestionan no solo a la

educación sino a la sociedad colombiana y están estrechamente relacionados. No es posible vivir

en democracia sin reconocer el derecho a la diversidad y viceversa. Tampoco es posible educar

desde y para la democracia y la diversidad sin reconocer la complejidad como una condición de la

sociedad actual, especialmente para el desarrollo del conocimiento.

Se opta por la complejidad, la interculturalidad y la democracia como paradigmas para una revisión

y reflexión crítica sobre el currículo escolar, porque nos sugieren cambios no solo en su forma,

sino en su concepción, con el fin de responder a los problemas que la sociedad actual debe resolver

con el aporte de la educación: baja calidad de los aprendizajes, exclusión y falta de equidad. Para

responder a las demandas sociales actuales y futuras la educación —y particularmente el

currículo— debe interrogarse desde perspectivas o paradigmas que van emergiendo desde el

campo epistemológico y social. (op.cit)

La complejidad, la interculturalidad y la democracia marcan un cambio en la mentalidad de la

época postmoderna, por lo cual nos llevan a identificar las posibilidades y límites de la educación,

frente a problemas como la falta de pertinencia, de calidad y equidad educativas, de modo que

sean percibidos en relación al contexto social, político, económico, que traspasan los linderos

educativos. Esto pone de relieve la necesidad de que las políticas educativas, así como las

propuestas pedagógicas, se gesten y desarrollen en un diálogo entre la pedagogía, la economía, la

ética, la ciencia y la vida en general, de modo que el derecho a la equidad y a la calidad educativa

esté garantizado para todos

El paradigma de la complejidad cuestiona la forma simplista de abordar la realidad natural y social

mediante la división del todo en sus partes como método de conocimiento, así como el paradigma

empírico que privilegia la objetividad como criterio fundamental del conocimiento científico

ignorando aspectos subjetivos del sujeto (motivación, autoestima) en el proceso de conocer. Desde

la perspectiva de la complejidad, se formulan cambios fundamentales en la manera de concebir el

conocimiento y de acceder a él. Por eso, se considera que este paradigma contribuye a una revisión

crítica del currículo escolar y de los supuestos teóricos implícitos en las propuestas y cambios

curriculares, más allá de sus aspectos técnicos. (op.cit)

El paradigma de la interculturalidad cuestiona el etnocentrismo y sus consecuencias, expresadas

en discriminación, exclusión y racismo, promoviendo la valoración y el diálogo entre lo diverso.

La migración interna y mundial y el avance de los medios de comunicación —y de la tecnología

en general— han puesto en evidencia la diversidad cultural de los pueblos que habitan la Tierra y

que se encuentran cada vez más en espacios comunes. Este hecho viene acompañado de múltiples

conflictos cuyo origen se sitúa en una concepción etnocentrista que valora la propia cultura y

descalifica a otras, y que incluso llega a expresiones de xenofobia y racismo. Sin embargo, también

es oportunidad para el intercambio de prácticas culturales. (op.cit).

El paradigma de la democracia cuestiona la concentración del poder y sus beneficios en unos

pocos, por lo que promueve la participación activa de los ciudadanos en los asuntos públicos como

una forma de garantizar los derechos de todos los miembros de una sociedad. Colombia, un estado

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de social derecho, aún no ha logrado consolidar una sociedad de ciudadanos iguales, ni tampoco

generar relaciones de respeto entre las distintas culturas que lo habitan. La democracia todavía es

más formal que real. Falta mucho para que se traduzca en condiciones de vida digna, educación y

salud de calidad y oportunidades de desarrollo humano para todos. Se vienen realizando

experiencias de educación ciudadana democrática, cuyo propósito es convertir la escuela en un

lugar para educar en y para la democracia; sin embargo, aún es poco lo que se ha logrado. El

reconocimiento de otros como ciudadanos legítimos aún es un deseo, no una práctica cotidiana, en

los distintos espacios de la vida, privados o públicos. De esta manera, los conflictos interpersonales

y entre grupos sociales siempre están latentes; de ahí la necesidad de construir una cultura

democrática desde la escuela, pero que la trascienda a toda la sociedad. (op.cit)

Estos acontecimientos están planteando nuevos retos a la educación. Hasta la fecha, se plantea la

diversificación curricular como una respuesta que, por lo general, es entendida como cambios

específicos y aislados en el conjunto del currículo. Lo más significativo en este caso, son los

proyectos educativos institucionales, que deben resolver adecuadamente la relación entre lo global,

lo nacional, lo regional y lo local.

Sabemos que la escuela y los currículos homogéneos como vía de integración de los diferentes a

un modelo único de sociedad no es la respuesta adecuada. El reconocimiento y el respeto por lo

diverso es una necesidad para una convivencia democrática y pacífica, por lo cual el paradigma de

la interculturalidad constituye en una alternativa en el campo de la educación en general.

Como se ve, la complejidad, la interculturalidad y la democracia como paradigmas constituyen

formas alternativas de acercarse a la realidad para conocerla, comprenderla y actuar en ella. En

cada caso, implica un cambio de mentalidad, actitud y práctica que cuestiona formas excluyentes

de concebir el conocimiento y las relaciones sociales y que pueden aportar a revisar y modificar la

cultura escolar y el propio currículo. (op,cit)

Las sociedades actuales se encuentran en constantes transformaciones, producto entre otras cosas

por los efectos de la globalización, las personas requieren ser competentes, solamente así se pueden

desarrollar plenamente en la profesión o trabajo; los individuos que no acceden a las competencias

se quedan “marginadas” no sólo en su ámbito laboral sino en el contexto en que se desenvuelven.

Se habla mucho de cuarta revolución industrial (4Ri), sus consecuencias, oportunidades y retos

desde lo educativo, económico, político, social y los negocios. ¿Qué compone la revolución

industrial? Inteligencia artificial, machine learning, robótica, modelos predictivos autónomos; big

data, realidad virtual y aumentada, blockchain, impresión 3D y drones, entre otros. (Amézquita

Zárate, 2018, pp. 185–200)

Donde se deben afrontar el mayor número de retos, es en el impacto que tiene la 4Ri en los seres

humanos, su empleabilidad y educación. En cuanto a lo laboral, las competencias requeridas por

el mundo laboral han tenido un cambio significativo y según el Foro Económico Mundial (2016),

para el 2020 el 35 % de los talentos importantes para el ámbito laboral hoy, habrán cambiado. El

desafío es grande, dado que el crecimiento y el impacto de la 4Ri se vive actualmente y seguirá

creciendo.

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Desde el punto de vista de la educación, las Universidades deben estar preparadas para formar

personas con competencias relevantes hacia las temáticas que se desarrollan en el presente y hacia

el futuro.

Entonces, ¿cómo nos adaptamos para proporcionar las competencias, mentalidad y los talentos

necesarios para que nuestros ciudadanos profesionales del presente y del futuro puedan afrontar de

manera ágil el cambio?

Primero, debemos empezar por formar a nuestros maestros para que puedan compartir todo el

conocimiento necesario y tengan la experiencia y las herramientas necesarias para hacerlo. Algunas

de las competencias en las cuales debemos formar a nuestros maestros y las cuales deben estar

alineadas con las ofertas académicas son: Creatividad para resolver problemas y retos complejos

de manera colaborativa. Inteligencia emocional y pensamiento crítico. Innovación,

emprendimiento y metodologías ágiles para crear nuevas estrategias de aprendizaje. Mentalidad

sostenible enfocada hacia el largo plazo. Manejo, diseño y programación en nuevas tecnologías.

Segundo, también debemos cambiar la forma y las metodologías con las que educamos. Debemos

transformar las Universidades desde su raíz, para que puedan brindar opciones más flexibles,

rápidas, prácticas y enfocadas en competencias. Hoy, el conocimiento no tiene fronteras, es

democrático y puede ser adquirido de muchas maneras. ¿Cómo diferenciarse? Los maestros deben

traer a las aulas la experiencia, la práctica, las herramientas y los retos para un aprendizaje haciendo

y construyendo, basados en las tendencias y tecnologías actuales. (Ferguson, R et.al, 2017)

Tercero, para lograr esta transformación se debe contar con el apoyo gubernamental, el cual debe

entender el cambio y apropiarlo dentro de sus instituciones. Esto sería beneficioso inclusive para

solucionar algunos de los retos que afrontan los gobiernos tales como corrupción, distribución y

extracción de recursos.

Es importante entender que el rol de los maestros en la 4Ri es sumamente importante ¿Quién

formará a las jóvenes para los trabajos del futuro relacionados con la 4Ri? ¿Quién preparará a los

jóvenes para resolver los problemas más relevantes del mundo? Pero, las Universidades y los

maestros no pueden hacerlo solos, se requiere del apoyo de las empresas y el Estado.

Debemos enfocarnos en resolver los desafíos del presente y del futuro de la humanidad, viendo la

4Ri y su impacto como una oportunidad positiva para formar mejores seres humanos. No es fácil,

y como país y región todavía hay un camino largo por recorrer. Es necesaria la articulación

universidad, empresa y Estado para formar a nuestros maestros, formar a nuestros ciudadanos

profesionales y garantizar un futuro que ponga la tecnología al servicio de lo humano (Khanna,

2017)

Hoy en día casi todos los valores agregados que daba la Universidad hace pocos años (acceso a

contenidos, visión global, multilenguajes, amistades, interdisciplinariedad, experimentación….),

ha sido desplazada por la tecnología, la telefonía celular, las redes sociales, la web, los videos…

entonces, ¿qué le queda a la Universidad, si difícilmente puede ponerse al mismo nivel de la

tecnología? Aprovechar esa tecnología pero, por sobre todo, no olvidar la razón de ser del

conocimiento al servicio de la verdad, de los valores y principios como forma de asegurar la

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supervivencia humana fundada en la solidaridad y el compromiso social, y el fortalecimiento de

las habilidades sociales que, difícilmente, podrá reemplazar la tecnología. (Observatorio dela

Universidad Colombiana, 2019)

El rescate de la humanidad, más que la apuesta por la tecnología, debería ser el rol de la Universidad

en la cuarta revolución industrial. (op,cit)

Generalmente, cuando las IES hablan de cuarta revolución industrial se refieren a algunos de

estos aspectos:

• Indentifican prácticas de virtualidad, LMS, softwares académicos y afines, adaptados de

empresas comerciales, para decir que están en la cuarta revolución industrial, lo que no

es del todo correcto.

• Realización de algunos prototipos, patentes, programaciones y desarrollos, generalmente

relacionados con alguno de sus programas de ingeniería, automatización, robótica,

digitalización…. con lo que buscan responder a algunas inquietud intelectual de sus

programas académicos (p.e., sistemas de riego, alimentación de animales, cadenas de

logística, lectores especiales…). Esto es un desarrollo académico, pero tampoco significa

que la universidad esté en la cuarta revolución industrial.

• Hablar de la disposición de la universidad o de su modelo educativo para responder a las

necesidades de los nuevos profesionales, en la cuarta revolución industrial (incluso,

algunas IES ya se promoción así), pero en la realidad eso tampoco significa que la

Universidad ya esté abordando como debe ser el tema.

Lo cierto es que la adopción de la cuarta revolución industrial en la Universidad conlleva un

cambio radical en su concepción, prácticas, modelos de “negocios” y expectativas frente a

titulación, enfoques curriculares, duración de planes de estudio, interdisciplinariedad, relación

con otros sectores sociales e, incluso, hasta la continuidad o no de algunos de sus programas y

áreas de gestión.

Es decir, significa sobre todo, que la Universidad se atreva a hacer algo que ha hecho muy poco

desde su creación y posicionamiento como tal hace casi mil años: Repensarse y cambiar.

(Observatorio de la Universidad Colombiana, 2019)

LA CUARTA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL Y SUS DESARMONÍAS

“El capitalismo tiene un poder enorme transformador que puede construir o destruir”. Y

agrega: “Cómo aplicar inteligencia artificial en las universidades si aún no sabemos cómo

financiarlas”. (Brunner, 2019)

La Cuarta Revolución Industrial, también llamada Revolución 4.0, es la revolución mundial

enmarcada por la transformación de la humanidad asociada a la convergencia de sistemas digitales,

físicos y biológicos. Plantea unos desafíos importantes con relación a la preservación de la

naturaleza humana, en el sentido en que propone una discusión profunda entre el deseo de mejorar

al ser humano según su naturaleza y la pretensión de transformarlo, de modo que niega dicha

naturaleza y la pretensión de transformarlo, de modo que niega dicha naturaleza. Ante esta cuestión

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se han planteado, principalmente, tres formas de entenderlo: desde el humanismo avanzado o el

nuevo humanismo o desde el transhumanismo.

El transhumanismo es un movimiento que pretende transformar la condición humana mediante el

uso del de la ciencia y la tecnología (se simboliza a veces como H+). No sólo quiere mejorar la

mente sino superar condiciones que considera “innecesarias” como la muerte, el sufrimiento o el

envejecimiento. La primera vez que surgió este término fue en 1957 (Julian Huxley), pero su uso

se ha popularizado desde los años 80.

Julian Huxley al inventar el sustantivo "transhumanismo", lo hace para no hablar más de

"eugenesia", palabra difícil de utilizar después de la eugenesia nazi. Sin embargo, se quiere lo

mismo: la redención del hombre a través de la técnica. Cito el texto de 1957 que inventa el término,

en él se explicita este "nuevo principio": "La calidad de las personas, y no solamente la cantidad,

es lo que debemos obtener: en consecuencia, es necesaria una política concertada para impedir

que la oleada creciente de la población sumerja todas nuestras esperanzas de un mundo mejor".

El "mundo mejor" de Julian no está tan lejos del "Nuevo mundo" de Aldous Huxley. Se trata

precisamente de mejorar la "calidad" de los individuos, al igual que se mejora la "calidad" de los

productos, y entonces, probablemente, eliminar o impedir el nacimiento de todo lo que pueda

aparecer como anormal o deficiente.

Alberto Cortina (2017) para comprender este cambio “disruptivo” y construir “urgentemente” una

alternativa Cortina propone un “humanismo avanzado” basado en una “ética universal integradora

de los principios y valores de la humanidad”

El nuevo humanismo es una corriente filosófica reciente que inicia al final de la década de los 90s

(Brockman, 2007). Por ejemplo, un blog que se fundó en Harvard, el cual dio fundamento a una

red de científicos de distintos campos en las ciencias informáticas, las ciencias biológicas, la

psiquiatría y las ciencias duras. Ellos avanzaron hablando de

su programa para conciliar las nuevas ciencias, la inteligencia artificial, la biotecnología, las

ciencias de la conducta contemporánea, la robótica, con el humanismo, pero no buscando

nostálgicamente revivir el cadáver del viejo humanismo demoliberal, renacentista,

sino postulando que no existe contradicción entre lo humano, versus lo maquínico y la

tecné maquínica, incluyendo la virtualidad.

John Brockman plantea que los saberes de los intelectuales más vanguardistas del momento (los

científicos) han dado nacimiento a una “tercera cultura”; una síntesis transdisciplinar donde la

palabra “humanismo” recupera el sentido de intelectualidad global y conciencia holística que tuvo

en el pasado. Son estos “nuevos humanistas” quienes, al combinar ciencias y letras, conforman en

la actualidad la vanguardia del pensamiento moderno.

En estos tiempos hipermodernos, y ante la ideología del transhumanismo y su intención de

construir una sociedad posthumana, emerge con fuerza los paradigmas del humanismo avanzado

o el nuevo humanismo en un contexto de responsabilidad colectiva.

La cuarta revolución industrial necesita más graduados en carreras humanísticas, por lo tanto,

las Universidades han de fortalecer estas carreras o crearlas y la formación humanística en las

otras carreras

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Empezamos a vislumbrar los primeros signos y efectos de la Revolución de la Inteligencia –la

cuarta revolución industrial– donde las biotecnologías producirán cambios radicales incluso en la

propia naturaleza e interioridad humana. El desarrollo y convergencia de la inteligencia artificial

y de las tecnologías emergentes (nanotecnología, biotecnología, tecnología de la información,

tecnología cognitiva, inteligencia artificial, robótica, computación cuántica…) tendrán un impacto

directo sobre nuestra esencia como seres humanos, sobre la biosfera y la noosfera.

Necesitamos, pues, formarnos para actuar con responsabilidad tecnológica en esta nueva etapa de

la evolución humana. Próximamente conviviremos, en paisajes, hábitats y ciudades inteligentes,

humanos mutantes, cíborgs y robots autónomos con personalidad electrónica legalmente

reconocida. Por lo tanto, debemos preparar las bases culturales, educativas, psicológicas,

ambientales, sociales, políticas, económicas, legales, éticas y espirituales de esa situación inédita

en nuestra civilización.

Estamos, pues, en el momento más crucial de la historia humana y lo que se está poniendo en juego

no es lo que haremos o dejaremos de hacer, sino lo que SEREMOS de ahora en adelante.

“El concepto de digitalizarlo todo se está volviendo una realidad. Automatización, inteligencia

artificial, IoT, aprendizaje de máquina y otras tecnologías avanzadas pueden rápidamente

capturar y analizar una riqueza de datos que nos da cantidades y tipos anteriormente no

imaginables de información para trabajar a partir de ella. Nuestro desafío está en movernos hacia

la siguiente fase – cambiar cómo pensamos, entrenamos y trabajamos usando datos – para crear

valor a partir de los hallazgos obtenidos mediante tecnologías avanzadas.” Brian Householder,

President and Chief Operating Officer, Hitachi Vantara

Richard Sennett (2006 a) nos introduce en lo que lleva siendo uno de sus intereses académicos

durante los últimos años: las influencias del actual capitalismo y la organización empresarial sobre

las identidades, los sentimientos y las pulsiones de la gente. La característica peculiar de este libro

es que tuvo su origen a raíz de un ciclo de conferencias impartidas por el autor en la Universidad

de Yale resumiendo sus aportaciones teóricas en el ámbito de las relaciones laborales. Aunque

Sennett no se limita a la mera auto-recopilación analítica de su obra, y amplía sus reflexiones a

otros ámbitos tales como el papel del consumo y las formas políticas en la cultura del actual

capitalismo.

Sennett reflexiona sobre algunas de las consecuencias no previstas por los economistas al hablar

de la flexibilidad tan en boga: ¿Cómo seguir metas a largo plazo en una economía entregada al

corto plazo?, ¿cómo sostener la lealtad y el compromiso recíproco en instituciones que están en

continua desintegración o reorganización? Su materia de análisis es el moderno sistema capitalista

y las formas en que corroe nuestros valores sociales, nuestra experiencia de comunidad y nuestra

manera de vincularlos, en otras palabras: cómo fragmenta nuestras vidas

En La corrosión del carácter (2006 b) y en La cultura del nuevo capitalismo (2006 a), Sennet nos

brinda las bases conceptuales que permiten comprender las razones más profundas de la crisis de

la educación y de lo que ha dado en llamarse “el malestar docente”. Sus hipótesis sostienen que en

el marco cultural del nuevo capitalismo, un sujeto enfrenta tres grandes desafíos. (Sennett, 2006

a, pp. 11- 12)

El primero de ellos tiene que ver con el tiempo. A diferencia del tiempo racionalizado e

institucionalizado del capitalismo tradicional, ahora vivimos en una cultura que Sennett sintetiza

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como el “nada a largo plazo”. En el nuevo capitalismo, el pasado es vivido como obsoleto y el

futuro como incierto y amenazante. En un contexto de este tipo, se erosionan los vínculos de

confianza entre los sujetos, particularmente entre los adultos y los jóvenes, y se desvalorizan los

conocimientos básicos y las operaciones cognitivas que adquieren sentido en el marco de procesos

prolongados de aprendizaje. El “nada a largo plazo” es la expresión más clara del déficit de sentido

que caracteriza a la cultura del nuevo capitalismo y erosiona los pilares fundamentales sobre los

cuales se construye la tarea de los educadores, sean estos los padres, los maestros o cualquier otro

sector o grupo responsable de la transmisión del patrimonio cultural y de la preparación para un

determinado futuro.

El segundo desafío tiene que ver con el contenido de las competencias que un individuo debe

desarrollar a lo largo de su vida. En palabras de Sennett, “la cultura moderna propone una idea

de meritocracia que celebra la habilidad potencial, más que los logros del pasado”. Dicho en

términos pedagógicos y cognitivos, se valora más la capacidad para cambiar que la experiencia.

Con una prosa sutil y por momentos muy cautivante, Sennett describe este fenómeno en términos

donde la belleza del texto no disimula el dramatismo de la experiencia subjetiva. En esta cultura,

nos dice Sennett, “... el destino importa menos que el acto de partir”.

El tercer desafío se refiere a la conducta que un sujeto debe desarrollar para desprenderse del

pasado. ¿Qué conducta es la que permite al individuo moverse en un contexto cultural que obliga

a la renovación permanente? Sennett identifica en este punto la existencia de una suerte de avidez

de consumo, que impulsa a dejar de lado lo viejo –aunque válido– por la adquisición de nuevos

bienes, ellos mismos de corta duración

Los tres desafíos están estrechamente articulados y atravesados por una preocupación central: las

relaciones sociales, los vínculos entre los sujetos o, para decirlo en términos más sociológicos, por

la cohesión social. En definitiva, para seguir con la sutileza del estilo narrativo de Sennett, por el

análisis del pronombre “nosotros”, el pronombre maldito del nuevo capitalismo

En este punto, la obra de Sennett adquiere una dimensión disruptiva con buena parte del

pensamiento pedagógico moderno, tanto con el que responde al paradigma neoliberal como

también, en ciertos puntos, al pensamiento progresista. Para quienes se interesen por el tema, les

resultarán muy ilustrativas, por ejemplo, las reflexiones de Sennett sobre el significado y valor de

operaciones cognitivas tan denostadas por la pedagogía moderna, como la repetición y la

memorización. O, socialmente aún más significativo, leer sus análisis acerca del vínculo de

dependencia.

“Todos los dogmas del nuevo orden tratan la dependencia como una condición vergonzosa”, nos

dice Sennett. Pero “la vergüenza de ser dependiente –agrega– tiene una consecuencia práctica,

pues erosiona la confianza y el compromiso mutuos, y la falta de estos vínculos sociales amenaza

el funcionamiento de cualquier empresa colectiva”. En el nuevo capitalismo, la ruptura del vínculo

de dependencia no está asociada a la liberación o al abandono del ejercicio del poder de

dominación, sino a la indiferencia, a la idea según la cual cada uno debe cuidarse por sí mismo y,

si no, será prescindible. “La indiferencia del viejo capitalismo de clase era crudamente material;

la indiferencia que irradia el capitalismo flexible es más personal porque el sistema mismo está

menos marcado, es menos legible en su forma”

11

En sus últimas obras (particularmente en El Artesano, 2009), Sennett arriesga ideas sobre posibles

líneas de acción que permitan enfrentar estos rasgos culturales del nuevo capitalismo desde la

perspectiva de una sociedad más justa. Conceptualmente, estas ideas se apoyan en el pragmatismo

americano, cuyo representante más conocido por los educadores fue John Dewey. Según Dewey,

educamos a través de las experiencias de aprendizaje que realizan nuestros estudiantes. El desafío,

en consecuencia, consiste en definir qué tipo de experiencias son las que promueven solidaridad,

cooperación, compromiso con la calidad y responsabilidad por los resultados de nuestro trabajo,

por ejemplo.

Al respecto, Sennett sostiene la hipótesis según la cual la variable clave para promover este tipo de

experiencias de aprendizaje es el modelo de organización del trabajo. El taller artesanal recupera,

desde este punto de vista, toda su vigencia. Las relaciones entre el maestro y el aprendiz, el vínculo

con el objeto a construir, el manejo de las herramientas, las formas que adoptan las instrucciones,

son algunas de las cualidades del taller que pueden servir de inspiración para organizar el trabajo

de la escuela.

Sintetizando, la cultura del nuevo capitalismo produce principalmente tres déficits sociales en la

vida de los individuos. Primero, en términos temporales, si en el pasado el tiempo social se

conformaba dentro de las estables instituciones burocráticas -creando, de esta forma, la posibilidad

de una auto-compresión por parte del individuo en relación a los “escalones” o cargos conseguidos

en la institución e insertando así el pasado en el presente-, en la actualidad las institucionales

empresariales del capitalismo “de avanzada” imposibilitan la auto-comprensión que los sujetos

tienden a darse a sí mismos, en la medida que erosionan la “capacidad de relato” e integración del

trecho vital pasado y presente, instaurando entre ambos una radical separación. Esta fragmentación

de la auto-percepción existencial sería consecuencia de la reinvención continua de las instituciones

en el neocapitalismo, orientadas al corto plazo y al benéfico rápido. Segundo, y en consonancia

con lo anterior, los talentos y habilidades requeridos han sido redefinidos, si en el pasado se

premiaba la antigüedad y la experiencia adquirida a lo largo del tiempo, fomentando de este modo

un conocimiento profundo de la tarea desempeñada, hoy en día las habilidades y los talentos

buscados son mucho más difusos como la versatilidad, la flexibilidad adaptativa a situaciones

imprevisibles o la tolerancia a la ambigüedad y al riesgo. Finalmente, un tercer déficit social se

produciría ante la incesante renuncia a cualquier responsabilidad dentro del reajuste permanente de

las instituciones, pues desaparece cualquier compromiso establecido en el pasado y/o enfocado

hacia el futuro entre la institución y los sujetos, produciéndose un debilitamiento de la confianza y

la lealtad mutua, necesarias para cualquier construcción duradera, personal o colectiva.

Afirma Sennett en su libro La corrosión del carácter (2006 b)

“… las organizaciones suelen estar tan a menudo en un estado de flujo interno que es inútil

intentar tomar decisiones racionales sobre el futuro personal basándose en la estructura actual de

la empresa”.

Dos objetivos, dos tendencias divergentes y, sin embargo, de plena actualidad

Por un lado la dinámica de la innovación, la flexibilidad y el cambio continuo, exige ciudadanos -

profesionales con capacidad de adaptación a las nuevas circunstancias, que acepten los cambios,

que aprendan, que se motiven en este entorno acelerado y cambiante.

12

Por otro, el propio interés del profesional, su desarrollo como tal e, incluso, si me apuran, la

coherencia con su marca personal, exigen una dirección, una coherencia. No es resistencia al

cambio…sino la necesidad de una línea argumental, una coherencia, una lógica en los cambios que

permitan al profesional planificar de alguna forma su carrera y su propio desarrollo. Se trata de que

los cambios supongan una evolución y no unos meros eventos desestructurados.

Difícil conciliar estos extremos. En cualquier caso, de lo que todo profesional debe ser consciente

es de que, aunque no completamente, sí hasta un cierto punto, la carrera profesional está en sus

manos. La propia carrera profesional es su interés y responsabilidad y debe buscar y promover de

forma activa el camino que desea para sí.

Aún en medio del caos y el cambio continuo, nunca debemos renunciar a gobernar nuestro propio

destino.

Precht (2009) sostuvo: “El sentido de la digitalización consiste en el reemplazo del trabajo

humano. Las máquinas trabajarán entre ellas ocasionando que, en los procesos complejos, ya no

se necesiten personas. Tenemos que plantearnos cómo será el trabajo en el futuro si finalmente

todo termina siendo reemplazado por las máquinas”.

Asimismo, Precht indicó que “los modernistas de la economía” explican estos cambios de forma

positiva “con el argumento de que los avances técnicos generarán más puestos de trabajo”. Sin

embargo, el filósofo se mostró escéptico: “Las tres revoluciones industriales potenciaron la

ampliación de los mercados, es decir, generaron globalización. La cuarta revolución industrial no

ampliará los mercados, pero hará que los ya existentes sean más eficientes”.

La transformación digital actual va a modificar radicalmente los procesos de producción que

utilicen tecnologías de vanguardia y robótica y cuyo objetivo es agilizar el crecimiento de

productividad de las compañías. Sin embargo, esto también puede llevar a la pérdida de puestos de

trabajo y a un deterioro considerable de la situación laboral.

El movimiento de innovación tecnológica y de automatización digital no es reversible. De lo que

se trata es de insertarlo en un paradigma económico y social justo.

En la actualidad estamos experimentando una gran transformación en la manera como se fabrican

las cosas. Los productos que antes eran elaborados por seres humanos ahora están siendo fabricados

por máquinas automatizadas y robots. Nos encontramos en medio de una “revolución industrial

4.0”, como lo denomina el argot contemporáneo, causado por la digitalización de la economía.

Lo que nos enseña la historia

La historia nos demuestra cómo la fabricación industrial ha estado en un proceso de permanentes

cambios tecnológicos desde los comienzos de la industrialización, empezando por el uso del agua

y el vapor que impulsaron la primera revolución industrial y que dio origen a determinadas

industrias como la textil, pasando por el desarrollo de líneas de montaje y cintas transportadoras

del período del fordismo de principios del siglo XX, para dar paso a la tercera revolución industrial

con la era informática de los setenta, y finalmente llegar a la cuarta revolución industrial de ahora

que fusiona la tecnología digital de avanzada con la fabricación de productos. Si bien al principio

el potencial productivo facilitado por la digitalización fue limitado en su alcance y espacio, éste

aumentó considerablemente cuando la tecnología de la información se aplicó a las

13

telecomunicaciones. Gracias a ello se empezaron a conectar a las computadoras entre sí mediante

herramientas de última tecnología y una conexión de Internet veloz.

Durante estas tres revoluciones industriales, muchos trabajadores perdieron su trabajo y en general

su situación laboral empeoró. No obstante, también se crearon nuevos puestos de trabajo,

mayormente en el sector industrial y en aquellos sectores que requieren de una mano de obra

intensa. Después, fue mejorando paulatinamente la situación de los trabajadores en el hemisferio

norte, en países como el Reino Unido y Estados Unidos, gracias a la implementación de

regulaciones gubernamentales y a la ejecución de medidas innovadoras por parte de los

empresarios industriales.

La historia nos enseña que todas las revoluciones tienen ganadores y perdedores. Un deber urgente,

por lo tanto, es garantizar que tantas personas como sea posible sean empoderadas y participen en

un futuro guiado por unas tecnologías cada vez más sofisticadas, una tarea exigente si tenemos en

cuenta que la inversión necesaria para entender las complejidades de las innovaciones es cada vez

mayor.

Las revoluciones industriales no afectan solo a la tecnología. A lo largo de la historia, estas han

transformado sistemas enteros, económicos, políticos, sociales y medioambientales. La Cuarta

Revolución Industrial no es diferente. Su impacto se está haciendo visible: las tecnologías

emergentes crean nuevas formas de movernos, comunicar, crear valor y distribuir oportunidades.

El reto más importante que todos tenemos que afrontar hoy es garantizar que estas oportunidades,

así como las externalidades y riesgos que inevitablemente surgirán, se distribuyan de modo

equitativo.

Todas las revoluciones industriales se han edificado sobre las anteriores. Las tecnologías que

impulsan la Cuarta Revolución Industrial –desde los nuevos materiales y los nuevos enfoques a la

edición genómica hasta la inteligencia artificial y las neurotecnologías– son inimaginables sin las

comunicaciones digitales y la potencia de almacenamiento y procesamiento propios de la Tercera

Revolución Industrial.

Durante las cinco últimas décadas, los avances tecnológicos en el campo digital han cambiado

completamente la forma en que nos comunicamos, cómo comerciamos y cómo vemos el mundo.

La Cuarta Revolución Industrial promete basarse en dichos avances para transformar aún más las

industrias existentes, así como los modelos económicos y sociales.

Estos cambios significativos en la fabricación forman parte de dos revoluciones que están

ocurriendo en paralelo: la revolución social y la revolución tecnológica. La transformación digital

actual va a modificar radicalmente los procesos de producción que utilicen tecnologías de

vanguardia y robótica y cuyo objetivo es agilizar el crecimiento de productividad de las compañías.

Sin embargo, esto también puede llevar a la pérdida de puestos de trabajo y a un deterioro

considerable de la situación laboral.

De hecho, los discursos en torno al impacto de la industria 4.0 se encuentran polarizados. Por un

lado, los optimistas sostienen que la digitalización del mercado laboral va a crear más empleos con

salarios más altos, y más puestos de trabajo con salarios relativamente altos para trabajadores

altamente cualificados con mayores niveles de autonomía y flexibilidad que resultarán más

atractivos para los trabajadores jóvenes. Por otro lado, los pesimistas señalan que habrá un

“desempleo tecnológico” masivo cuando se incorporen las nuevas tecnologías ya que se perderán

14

puestos de trabajo para aquellos trabajadores que estén menos cualificados y se crearán más puestos

más precarios. Asimismo, esta tendencia tecnológica probablemente cause una migración de los

puestos de trabajo localizados en países subdesarrollados hacia los países con economías más ricas

y mucho más desarrolladas. Según un informe de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre

Comercio y Desarrollo (UNCTAD), “el retorno de actividades económicas a los países

desarrollados es un mecanismo que podría provocar una descenso de la producción y del empleo

en el sector industrial de países subdesarrollados”. Estas visiones opuestas deben ser consideradas

como un desafío que ya existe hace tiempo y que está pidiendo respuestas nuevas.

La tecnología y sus disonancias

EL cuadro de disonancias que promueve la era de la digitalización y la economía que la sostiene

amplifica sus efectos más allá de los aspectos sociotécnicos. Los territorios donde se pueden

entender cómo son y qué consecuencias deparan no están en la vida que describen algunas utopías

tecnológicas o en los papeles que destacan los constructores de la industria 4.0 o la fabricación

avanzada. Si se quiere conocer qué es, cómo, por qué y para qué el poder tecnológico, hay que

invertir tiempo e inteligencia para seguir el cuadro de disonancias que promueve (Gurrutxaga

Abad, 2018)

Para dar vida a la idea es tentador seguir caminos más amplios que los estrictamente tecnológicos.

El análisis de Michael Ignatieff en el libro Virtudes Cotidianas (2018) es muy sugerente, “vivimos

-dice- en tiempos de fractura. Los movimientos nacionalistas están poniendo a prueba la unidad

de los estados. Los partidos consolidados están perdiendo su dominio sobre el centro y los

ciudadanos están desplazándose hacia los extremos, mientras que la parcialidad política es más

intensa que nunca. Nuestra convicción tranquila de que la historia nos estaba conduciendo hacia

un futuro estable compuesto por democracias liberales se ha desvanecido, al igual que desapareció

durante la crisis económica global de 2008 una creencia similar en la estabilidad a largo plazo

del capitalismo”.

Si la globalización no nos va a salvar, no hay grandes respuestas que lo abarquen todo; ni la

tecnología, ni la democracia, ni el renacer espiritual. Solo hay respuestas pequeñas y locales, que

muy bien pueden incorporar la tecnología o la política concebidas por la imaginación de los

benevolentes globalizadores.

“En un tiempo de fractura, ¿dónde podemos encontrar orden y estabilidad? Debemos fijarnos en

los pequeños detalles, pasar del amplio mundo de la política, los mercados y el sistema

internacional al mundo más pequeño y más íntimo de la familia, el barrio y la esquina.” ..

Las soluciones pequeñas no nos llevarán al cielo, pero nos mantendrán alejados del infierno.

En una época de inseguridades como la nuestra, virtudes cotidianas como la confianza, la

tolerancia, el perdón, la reconciliación o la resilencia tienen una importancia trascendental.

Las virtudes ordinarias son, por definición, antipolíticas y antiideológicas. Se aprecia claramente

la formación en filosofía clásica del autor en su creencia de que las virtudes se afianzan a partir de

la lucha contra los vicios, y menciona algunos como la avaricia, la ambición, la enemistad y el

odio. Al igual que su maestro, Isaiah Berlin, Michael Ignatieff es un defensor del legado de la

Ilustración, aunque reconozca sus deficiencias derivadas del fuste torcido de la humanidad, en

conocida expresión de Kant. Frente al pesimismo de quienes creen que vivimos en un mundo

15

hobbesiano regido por depredadores, Ignatieff parece apostar por una moral de tipo kantiano, en la

que lo individual, lo local, alcance una dimensión universal.

Son tiempos de soberanismo a escala global, y esto no es privativo de Rusia y China, sino que ese

discurso soberanista es apoyado también por ciudadanos de países democráticos. Ignatieff subraya

el poder de las virtudes cotidianas por encima de los regímenes políticos. En cualquier sistema

pueden darse situaciones de oligarquía, corrupción e injusticia, pero se les debería hacer frente por

medio de las virtudes.

En este contexto y bajo estas características, la pregunta es pertinente: ¿dónde se puede encontrar

orden y estabilidad? “Debemos dejar de lado -señala Ignatieff- la visión general y fijarnos en los

pequeños detalles, pasar del amplio mundo de la política, los mercados y el sistema internacional

al mundo más pequeño y más íntimo de la familia, el barrio y la esquina. Es ahí donde nos

encontramos con el ámbito de las virtudes cotidianas -la tolerancia, la resiliencia, la confianza y

el perdón- del que depende el sistema operativo moral de cada sociedad. Se trata de un mundo a

pequeña escala de interacciones diarias y cara a cara por medio de las cuales, con el tiempo, los

desconocidos llegan a confiar los unos en los otros, se hacen favores, aprenden a aceptar las

diferencias de cada cual y, en ocasiones, cuando sobreviene la desgracia, muestran su resiliencia

uniéndose”.

El desplazamiento de la vida tecnológica a los espacios de la vida cotidiana es una de las respuestas

a la pregunta por más que la cuestión no sea tan directa ni sencilla como se intuye siguiendo las

indicaciones de los planes de la industria 4.0. En la obra Capitalismo Big Tech (2018), Evgeny

Morozov diseña el modelo comprensivo del orden industrial desde la hegemonía productiva del

imperio tecnológico y la ocupación del espacio productivo de las nuevas tecnologías. Desde este

punto de vista, lo nuevo está claro: “Las big tech se apoderan del recurso o servicio más valioso

del momento (la inteligencia artificial-IA) y el resto de la sociedad y de la economía deben

encontrar la forma de introducirlo en sus actividades, a través de estas empresas y bajo las

condiciones que estas quieren imponer”

Que el capitalismo con tecnología digital nos llevaría a una sociedad igualitaria y con mayores

niveles de riqueza para todos es una ficción, que lógicamente tiene poco que ver con la realidad. De

hecho, la economía de plataformas que acompaña la digitalización está generando una economía y

una sociedad mucho más desigual y más desestructurada. Un mundo de ganadores y perdedores

absolutos, entre unos pocos que gracias a su posición intermediadora apoderan de buena parte de

la riqueza generada, mientras que gran parte de la sociedad ve como la precarización, la falta de

trabajo y las pocas expectativas para poder desarrollar un proyecto de vida se van imponiendo. De

ello habla Evgeny Morozov (2018), de cómo la tecnología actual está encaramando unas pocas

grandes empresas que se constituyen en monopolio en los diferentes ámbitos, mientras la adicción

a internet y las redes sociales están haciéndonos perder nuestra privacidad, condiciona la

información que nos llega, nos induce a un pensamiento sesgado y debilita el sistema democrático.

La tecnología se ha apoderado de nuestras vidas, y ya no es un instrumento para mejorar la

productividad y nuestras condiciones de bienestar, sino un mecanismo que nos ha pasado de la

condición de ciudadanos a la de consumidores constantemente subyugados.

Las grandes empresas tecnológicas se encuentran en una posición envidiable: durante casi dos

décadas han utilizado las más extravagantes fórmulas de extracción de datos a bajo precio, y en

16

este momento pocas instituciones, incluidas las gubernamentales, pueden competir con ellas.

Paradójicamente, han recibido numerosas ayudas gubernamentales así como fondos militares del

Pentágono e instituciones similares y ahora van a vender el fruto de esas ayudas a los gobiernos y

a los contribuyentes a precios elevados. No parece precisamente una transición a algún modelo de

poscapitalismo. (op.cit)

La industria tecnológica en su conjunto está pasando de una economía basada en bienes y servicios

gratuitos y fuertemente subvencionados a una economía que cobra cada bien y servicio e incluso

tenderá a personalizar el precio según la capacidad de pago. Es decir, una economía en la que

nuestra infraestructura rica en sensores puede cobrarnos precios flexibles dependiendo de cuánto

hayamos utilizado un determinado recurso y, tal vez, incluso de cuánto nos haya satisfecho, supone

que los consumidores actuales tienen el dinero para pagar estos bienes y servicios - y que el dinero

no sólo proviene de más deuda. Desde la perspectiva de los inversores de capital riesgo de Silicon

Valley, la agenda de una renta básica universal (RBU), asociada con una economía dominada por

rentistas que controlan gran parte de la infraestructura que impulsa la vida cotidiana, es una

fantástica subvención encubierta para Silicon Valley. (op.cit)

No comparto, dice Gurrutxaga Abad (2018), el tono utópico, optimista y alentador de muchos de

los escritos sobre los usos, las condiciones y las posibilidades de la tecnología moderna y no porque

no forme parte de los creyentes llamados a filas. No voy a negar las virtudes que asocian la

innovación y el crecimiento tecnológico con la mejora de las condiciones de vida, de igual manera

que soy receptivo a los usos, algunos cercanos a la magia, del conocimiento en manos del poder de

la tecnología que proponen empresas creativas de intangibles como Google, Facebook, Instagram,

WhatsApp, etc., o el alineamiento con el buen producto y el mejor precio con el que nos persigue

Amazon por tierra, mar y aire empleando la voz, la palabra, la imagen, la pantalla, Internet y

cualesquiera otras aplicaciones diversas. Mi sensibilidad es capaz de captar los enormes beneficios

de estos descubrimientos y sus aplicaciones, tanto como para aceptar que es hora de que los avances

de la industria 4.0 y del capitalismo tecnológico se vuelvan a mirar para analizar con más

consistencia las consecuencias que promueven. Morozov apunta alguna: “A diferencia de lo

sucedido en los años treinta, cuando las medidas keynesianas para estimular el pleno empleo

recibieron un amplio apoyo en ambos campos, hoy en día, objetivamente y siendo realista, no se

puede esperar el retorno del pleno empleo. La confianza de las empresas respecto al incremento

de la producción sigue siendo escasa, mientras que la irrupción de la inteligencia artificial hace

claramente innecesario emplear a tantas personas como antes”

La cuarta revolución industrial es de natural optimista con las disonancias que provoca -a veces las

transforma en distopías-, como la irrupción del paro tecnológico, los trabajos temporales o poco

cualificados, la formación cualificada, el uso del talento, etc. Las denominaciones características

citan el valor del talento, es decir, las referencias a personas con formación sociotécnica y

conocimiento experto, cuando el precariado, el desempleado tecnológico o los trabajadores

genéricos son también consecuencias del mismo tipo de fenómeno. La pregunta es explícita: ¿cómo

debe construirse el trabajo para los que se quedan fuera, no pueden o no saben engancharse a las

redes de reclutamiento que se extienden a lo largo del planeta, a la digitalización o la robotización?

Las disonancias abren un cráter significativo porque a la explicación de la crisis laboral que

promueve la innovación tecnológica se responde con más descubrimientos tecnológicos y más

innovación científica, cuando las disonancias laborales no tienen respuesta desde la robotización

17

al uso ni desde la digitalización radical. Las respuestas, por el contrario, siguen la autopista que

promueve la “sociedad auxiliar” que construye el denominado sector servicios con trabajos poco

cualificados, mal pagados y temporales. Lo que fallan no son las expectativas sino las

oportunidades, el resultado es la segregación laboral que crea la auxiliarización de los trabajos

fundamentales que dependen de la sociedad tecnológica de la Cuarta Revolución Industrial.

Las fronteras de la sociedad laboral en esta era beben del conocimiento reconocido: el tecnológico.

La mayor parte de los trabajos genéricos se definen desde la distancia o la no pertenencia a la

sociedad digital. Hay grupos sociales que no están inscritos en la Cuarta Revolución Industrial, no

disfrutan de la digitalización, no son contratados por empresas big tech ni diseñan ni hacen

programación, no crean en los términos previstos por el canon tecnológico ni disfrutan de la

formación técnica requerida para estar o tener el lugar relevante en la estructura social. Son

disonancias asociadas al principio general de la sociedad: se acabó la era del pleno empleo y la

tradición fordista del trabajo. El empleo -excepto en algunos trabajos asociados a la función pública

(funcionarios) o a los restos del naufragio de la sociedad industrial- no existe como algo previo al

individuo y al que después uno se integra: hay que inventarlo.

Richard Sennett, cuando analiza en La Corrosión del Carácter el mundo del trabajo, dice: “Nada a

largo plazo”. Si este principio puede establecerse, incluso entre aquellos con formación elevada, es

porque hay otros que no están entre los elegidos. Son disonancias de la maquinaria digital y de las

fórmulas big tech. No pueden ser contratados como analistas o diseñadores de programación por

Google, Facebook, Microsoft, Apple, etc, pero quizá puedan estar en labores de limpieza o

servicios de hostelería para mantener las instalaciones de la economía digital

Quienes presiden la cuarta revolución industrial son tanto los logros como las disonancias y los

problemas que crea. Allí donde se constituye la sociedad big tech nace, emerge y se reproduce la

sociedad auxiliar que existe para servir a la primera, plagada de empleos poco especializados,

temporales, mal pagados y alejados del talento tecnológico. La robotización y la automatización

no resuelven los problemas sino que los presentan como históricamente inevitables con la

esperanza de que los empleos llegarán, como lo hicieron tras la Primera Revolución industrial.

Las disonancias forman parte de las actividades asociadas a este tipo de sociedades, son inevitables,

propias de la revolución tecnológica, es “lo que toca vivir”. La desigualdad no desaparece, la

fragmentación laboral y los empleos precarios, tampoco; y nuevas turbulencias anuncian

movimientos caóticos que veremos cómo se enfrentan. La afirmación sociotécnica de la industria

4.0 es reconocible por el optimismo tecnológico que despliega y las disonancias que crea. El

empleo no es la única pero quizá hoy sea la más relevante.

Para no confundir el mundo del empleo y el mundo de las profesiones resulta útil iniciarse en la

hermenéutica de Richard Sennett, quien publicó hace varios años un interesante libro que llevaba

por título La corrosión del carácter. Partiendo de las historias de vida de numerosos trabajadores y

empleados, se plantea una pregunta sencilla pero radical: ¿qué relatos e historia personal

proporciona unidad y coherencia a la vida de los trabajadores del nuevo capitalismo? ¿Facilitan las

actuales relaciones laborales la forja de un carácter y, por tanto, una ética de la virtud? ¿En qué

medida la precariedad, la flexibilidad y la mercantilización del trabajo están modificando la

narrativa de los trabajos y, por extensión, el sentido de las profesiones?

18

La Industria 4.0 representa las maneras en que la tecnología inteligente, conectada, se incrusta en

las organizaciones, así como también en las vidas diarias de las personas. Esta revolución de las

tecnologías digital y física también da origen a enormes posibilidades – pero también puede

cambiar el status quo y crear casi tanta incertidumbre como oportunidad. Una idea recién llegada

puede generar disrupción en una industria establecida, o un conjunto amplio de datos digitales

aumentados por inteligencia artificial y modelos sofisticados puede rivalizar con la experiencia

obtenida durante muchos años de experiencia práctica. Tal y como es expresado por Chun-Yuan

Gu, “Este conocimiento, que a una organización le lleva décadas conseguir, se vuelve más

accesible para las nuevas organizaciones con menos experiencia, pero con la tecnología

correcta.” (Deloitte y Forbes Insights)

De esta manera, Industria 4.0 también permite que las organizaciones tomen ventaja de las

tecnologías digital y física basadas-en-red, orientada a-datos, autónomas y cognitivas, para crear

soluciones de negocio verdaderamente innovadoras – más que simplemente usar la tecnología para

buscar las mismas maneras viejas de hacer negocios. En el proceso, sin embargo, sus efectos

pueden ondular hacia afuera para tocar todo lo que la organización toque. Por consiguiente, es

crucial entender las conexiones importantes entre las necesidades de negocio y las necesidades

sociales; entre los resultados financieros y las estrategias innovadoras; entre la productividad de la

fuerza de trabajo y los sentimientos de las personas por estabilidad y bienestar; entre integrar

tecnologías existentes y crear soluciones completamente nuevas.

La investigación (Deloitte y Forbes Insights) ha revelado que, en general, los ejecutivos en todo el

mundo están en las etapas tempranas de preparar sus organizaciones para aprovechar el potencial

pleno de Industria 4.0. En la medida en que progresen, hay oportunidades para fortalecer las

conexiones clave que beneficiarán a sus clientes, sus gentes, sus organizaciones, sus comunidades

y la sociedad más ampliamente:

• Impacto social. Acepte que cada una y todas las organizaciones tienen el poder para influir,

de múltiples maneras, en la promesa de la Cuarta revolución industrial para crear un mundo

más equitativo y más estable.

• Estrategia. Tome un enfoque holístico para la planeación estratégica, explorando cómo las

capacidades centrales pueden ser mejoradas por unas nuevas para desarrollar nuevos

productos y servicios, y crear nuevo valor para un rango más amplio de stakeholders

• Talento y fuerza de trabajo. Haga de ello una prioridad para preparar a los trabajadores para

navegar la era de Industria 4.0 mediante crear una cultura de aprendizaje y colaboración, y

la creación de oportunidades de entrenamiento – tanto dentro de la organización como

también en comunidades desatendidas.

• Tecnología. Perciba la tecnología como el diferenciador más poderoso en el mundo de

Industria 4.0, e invierta en integrar nuevas aplicaciones que puedan respaldar nuevos

modelos de negocio. Y – muy importante – entienda que las tecnologías de Industria 4.0 no

deben ser limitadas a solo una parte de la organización; deben ser integradas a través de la

organización para apoyar de mejor manera un espectro amplio de responsabilidades y

stakeholders necesario para prosperar en el mundo de Industria 4.0

Si bien la Cuarta revolución industrial tiene el poder para cambiar muchas cosas a través de un

espectro amplio – trabajo, operaciones, seguridad – una cosa es cierta: está aquí, y los ejecutivos

necesitan estar preparados. Está claro que la vieja manera de hacer las cosas ya no es suficiente, y

19

que quienes generan el mayor impacto serán quienes acojan todas las facetas de Industria 4.0 y

todas las oportunidades que ofrecerá.

LA UNIVERSIDAD DEL SIGLO XXI: UNA ORGANIZACIÓN INTELIGENTE DE

CLASE MUNDIAL.

Con el avance que ha experimentado la sociedad del conocimiento en las últimas décadas, el

aprendizaje organizativo se ha convertido en un campo de interés fundamental para múltiples

disciplinas. A partir de la década de 1990 surgen varias corrientes teóricas que buscan explicar la

forma como las organizaciones adquieren y gestionan su conocimiento con el fin de mejorar su

competitividad, tales como la gestión del conocimiento (Nonaka y Takeuchi, 1995), el enfoque de

la empresa basada en recursos (Barney, 1991, pp. 99-120), las capacidades dinámicas (Teece,

Pisano y Shuen, 1997, pp. 509- 533), el capital intelectual (Bontis, 1998, pp. 63-76), la capacidad

de absorción (Cohen y Levinthal, 1990, pp. 128-152.) y la perspectiva del aprendizaje organizativo

(Huber, 1991, pp. 88-115.; Crossan, Lane, y White, 1999, pp. 522-537). Estas teorías comparten

conceptos similares y coinciden en subrayar la importancia estratégica que tiene el conocimiento

para fortalecer la ventaja competitiva de las empresas. Sin embargo, debido a la diversidad de

enfoques, no existe un consenso ampliamente aceptado sobre cuáles son los atributos que

caracterizan a las empresas que mejor desarrollan su capacidad de aprendizaje, es decir, a las

organizaciones que aprenden (the learning organizations).

De forma paralela al desarrollo de los modelos de aprendizaje organizativo que buscan responder

a la pregunta ¿cómo aprenden las organizaciones?, surgió otro enfoque teórico que busca

responder a la pregunta ¿qué caracteriza a las organizaciones que aprenden mejor? Dicho enfoque

se conoce como la organización que aprende.

El concepto de la organización que aprende se popularizó a raíz de la publicación de La quinta

disciplina (Senge, 1990), que propone cinco disciplinas que caracterizan a las empresas abiertas al

aprendizaje. Dichas disciplinas son el dominio personal, los modelos mentales, la construcción de

una visión compartida, el aprendizaje en equipo y el pensamiento sistémico. En términos

generales, la organización que aprende es una organización que es competente en la creación,

adquisición y transferencia de conocimiento y en la modificación de su comportamiento para

reflejar el nuevo conocimiento (Garvin, 1993, p. 78-91).

Se destaca entonces que las corrientes teóricas se refieren a un mismo fenómeno de estudio, aunque

existen algunas diferencias en sus objetivos y métodos (Easterby-Smith, 1997, pp. 1085- 1113);

Easterby-Smith, M.; Crossan, M., y Nicolini, D. (2000, pp. 783-796; Shipton, 2006, pp. 233-252.).

La Universidad del siglo XXI es una organización que aprende. Existe una gran cantidad de textos

en los que se definen las organizaciones que aprenden; aunque algunas difieren en algunos

aspectos importantes, coinciden en que el aprendizaje de las organizaciones es un proceso que

toma tiempo y que está relacionado con adquirir conocimientos y con la mejora del rendimiento o

resultados .

Además, se sabe que el aprendizaje transforma al individuo y a las organizaciones y que, para

poder medir esa transformación, se requiere identificar parámetros que nos indiquen el grado de

transformación logrado. Adicionalmente, el aprendizaje en la Universidad como organización es,

con mucho, un aspecto que está relacionado con los paradigmas y la cultura y, para lograrlo, se

debe cumplir al menos con dos requisitos: primero, romper paradigmas y, segundo, crear una

20

cultura que promueva un cambio de comportamiento, para que se fomente el intercambio de

conocimientos y se dejen atrás viejas prácticas de reservarse u ocultar información. El punto

central del aprendizaje organizacional en la Universidad está en el cambio de mentalidad, esto

implica transitar de sentirnos separados a sentirnos conectados (hacer parte de) con todos los

miembros de la organización a través de un sistema que busca socializar el conocimiento. Por ello,

es indispensable que además de adquirir conocimiento, éste se transfiera, ya que sin la

transferencia no hay transformación organizacional.

De esta forma podremos definir que una organización que aprende es aquella que tiene la habilidad

para generar, adquirir, mantener y transferir conocimientos en toda la organización, con el fin de

modificar su comportamiento a través de nuevos conocimientos y nuevas aplicaciones que se

convertirán en nuevos y mejores servicios.

Se puede afirmar que la calidad está asociada al término mejora, entendida como la

incorporación de “unas respuestas más aceptables que las existentes respecto a los valores o

prioridades que se hayan establecido” (Gairín, 2009, p.22). Bien, en la búsqueda de ese tipo de

respuestas mejores que las que se tienen es hacia donde se tiene que trabajar por todo el equipo

docente desde una perspectiva de trabajo en equipo, colaborativo y con una meta en común.

Parece mentira que todavía hoy en algunos de los proyectos educativos institucionales (PEI) haya

una disonancia tan grande entre la teoría y la práctica, que en algunas Universidades se planteen

por escrito unos objetivos y después estos son olvidados en la realidad del día a día.

Buscar el compromiso con la educación debería ser la meta de las comunidades

universitarias; pero, esta meta ha de plantearse de forma responsable y participada (democracia

consensuada), y sobre todo asumida. Las Universidades que realmente quieren crecer y cambiar

lo primero que asumen son metas comunes de compromiso por la educación de todos.

Y para que una Universidad aprenda sus protagonistas deben aprender y en este caso los que

también lo necesitan son los propios maestros, tanto en aspectos de organización y gestión del aula

como en los relativos a sus prácticas educativas. Un currículo por sí solo no vale, eso está

demostrado, es la puesta en práctica del mismo lo que lo hace diferente. Promover la formación

del profesorado es uno de los pilares básicos de esta perspectiva de nueva Universidad. Y

planteamos como elemento de reflexión la forma de realizar esta, es decir, ¿cómo es la formación

de una Universidad que aprende?; hemos de coincidir en que es una autoformación en el propio

seno de la institución donde esto aparece: en un contexto de aprendizaje entre iguales sobre las

mismas o similares problemáticas; sobre prácticas docentes exitosas con grupos de estudiantes de

las mismas características; acerca de metodologías activas y practicadas en la propia Universidad,

donde el objetivo es que todos aprendan.

El diálogo constante, los espacios de coordinación formales o informales, los momentos de

reflexión y formación, estos sí pautados, han de ser una característica que, por cierto, se una a la

gestión y que es capaz de organizar esto dentro de las propuestas del cómo enseñamos a partir de

aquellos objetivos compartidos de educar a todos con calidad.

Hay un autor que habla de que la escuela debe ser un espacio de felicidad, R. Schank (2013), que

haced reflexionar sobre lo que ocurre en la escuela y sus dinámicas, partiendo de la base que, para

muchos niños y jóvenes del siglo que vivimos activos, autoaprendentes y digitales, la escuela

es aburrida y no quieren aprender en ella. Este hecho hace que en contextos en los que se estimula

21

a los estudiantes a descubrir, conocer, experimentar, etc. aprender de otra forma, ésta se

convierte en un espacio agradable donde quieren ir a compartir sus experiencias y sí se produce

aprendizaje. En estos tiempos de reestructuración y reconversión del sistema de educación superior

heredado de la modernidad, las Universidades se ven obligados a aprender a responder a las

demandas de un entorno incierto, turbulento, inestable, sin esperar ni confiar en reformas

estructurales. De este modo, se pretende favorecer, en lugar de estrategias burocráticas, verticales

o racionales del cambio, la emergencia de dinámicas autónomas de cambio, que puedan devolver

el protagonismo a los agentes y, por ello mismo, pudieran tener un mayor grado de permanencia.

En estas coordenadas se inscribe -y puede ser productivo- el modelo de las organizaciones que

aprenden (learning organization, en la terminología originaria). Se ha advertido en otras ocasiones

de la necesidad de situar debidamente esta propuesta, de forma que pueda estimular iniciativas de

mejora, en lugar de distraernos con teorías novedosas que dejan intacta la realidad. Una

prometedora imagen de futuro como ésta tiene que tener presente tanto las realidades de que

partimos como a dónde queremos ir.

Criterios que debe cumplir una Universidad (organización) inteligente que aprende

Basándose en la literatura del campo y en su experiencias de trabajo con organizaciones, Pearn et

al. (1995) presentan un modelo de seis factores, como grandes componentes de una organización

que aprende. El modelo, además, permite valorar cada componente según el grado en que se

encuentre una organización, pudiendo representar un mapa gráfico inicial de su estado.

• Personas como aprendices. Los empleados como conjunto están motivados para aprender

continuamente, para aprender de la experiencia y comprometidos por el autodesarrollo de

la organización.

• Cultura favorecedora. Cultura que apoya el aprendizaje continuo, promueve el cambio del

status quo, cuestionando las asunciones y los modos establecidos de hacer las cosas.

• Visión para el aprendizaje. Visión compartida que incluye la capacidad de la organización

para identificar, responder y ver sus posibilidades futuras. Esta visión incluye también

reconocer la importancia a todos los niveles de la organización para autotransformarse a sí

misma de modo continuo, de modo que le permita sobrevivir en un contexto impredecible.

• Incremento del aprendizaje. La organización tiene estructurados procesos y estrategias para

aumentar y sostener el aprendizaje entre todos los empleados.

• Apoyo de la gestión. Los gestores creen, de modo genuino, que alentar y apoyar el

aprendizaje da lugar a mejores competencias y resultados que los actuales; por lo que, en

lugar de controlar, facilitan y apoyan esta línea (Bolívar, 2001, pp. 13-18).

• Estructura transformadora. La organización amplía los modos en que está estructurada y

opera para facilitar el aprendizaje entre diferentes niveles, funciones y subsistemas, y

permite la rápida adaptación al cambio. Está organizada para alentar y recompensar la

innovación, el aprendizaje y el desarrollo.

Si bien toda organización -de modo natural o implícito- aprende, calificarla de Organización que

Aprende significa que incrementa su capacidad de aprendizaje con un grado de valor agregado:

aumento de las capacidades profesionales y personales de los miembros, nuevos métodos de

trabajo o saberes específicos, y crecimiento de expectativas de supervivencia y desarrollo de la

organización, por sus mejores resultados e imagen, o capacidad de adaptación al entorno

22

cambiante. Entre aprender por saber utilizar la experiencia acumulada y explorar nuevas

acciones respondiendo de modo innovador, se juega el aprendizaje de la organización.

Vivimos en la sociedad del aprendizaje caracterizada por una enorme transformación precisamente

en lo que entendemos por conocimiento y por aprendizaje. “Una sociedad que es cada vez más

consciente de su no-saber y que progresa, más que aumentando sus conocimientos, aprendiendo

a gestionar el desconocimiento en sus diversas manifestaciones: inseguridad, verosimilitud, riesgo

e incertidumbre.” (Daniel Innerarity, 2011), donde “el aprendizaje no está limitado por la falta

de información, sino por la capacidad de convertirla en conocimiento” dice Julio Carabaña (citado

por Magro, 2018) hablando de las escuelas del futuro pero podría estar hablando sobre

las organizaciones del futuro.

Ahora bien, para calificar la Universidad como una organización inteligente que aprende, es

necesario tener como referencia la experiencia aportada por empresas que se han transformado en

organizaciones que aprenden, en las que se destacan como requisitos o elementos de construcción

necesarios para lograr el objetivo.

Resolver los problemas de manera sistémica.

El pensamiento sistémico trata de entender las pautas que determinan cómo se comportan sistemas

diferentes—algunos aparentemente no relacionados—, como interactúan y cómo influyen unos en

otros. Implica reunir y analizar grandes cantidades de información procedentes de múltiples

fuentes, y se utiliza principalmente para solucionar problemas que no se podrían solucionar de

manera aislada por ninguna persona, empresa o gobierno. Siempre tendemos a buscar la causa de

los problemas en situaciones cercanas en el espacio y tiempo. Sin embargo, a veces el problema

es consecuencia de la dinámica de uno o varios sistemas muchos mayores. Sistemas que no somos

capaces de ver.

Se apoya en el método científico, soportado en el ciclo de “planear, hacer, verificar y actuar”. Así

mismo, ha de buscarse que la toma de decisiones se apoye en hechos, no en supuestos, lo que

algunos directivos han llamado “dirección basada en hechos” y, por último, conviene utilizar

algunas técnicas estadísticas básicas como histogramas, paretos y diagramas de causa efecto, con

el objeto de ordenar la información y reconocer tendencias.

La exactitud y la disciplina son elementos necesarios para aprender de ese modo, los miembros de

la Universidad deben, a partir de la información, evaluar las causas de fondo que originan ciertos

problemas, de lo contrario, podrán tomar decisiones vitales que terminan por frenar el aprendizaje.

La mente sistémica es la nos permite identificar detalles sorprendentes en un amplio despliegue

visual y, según Daniel Golem (2013), para movernos con éxito por la vida necesitamos aprender

cómo funcionan los sistemas. “Aunque esto requiera un esfuerzo considerable, se trata de una

fortaleza necesaria hoy en día.”

23

Aprendiendo de lo hecho en el pasado

“El único hombre que no se equivoca es el que nunca hace nada” Goethe

Esto consiste en revisar los éxitos y los fracasos, evaluarlos y poner el resultado de la evaluación

a disposición de toda la organización, con el propósito de que los miembros de ésta los analicen,

comprendan las causas del éxito y del fracaso y analicen los conocimientos que se desprendan de

ello. Se debe tener en cuenta, además, que el conocimiento obtenido por fallar es frecuentemente

instrumental en el logro de los éxitos subsecuentes, en términos más simples: fallar es el mejor

maestro.

Cuando las universidades están dispuestas a reconocer el valor del fracaso, éste se vuelve

productivo, es decir, una falla es productiva cuando a partir de ella se entienden las causas del

fracaso y, por tanto, se aprende del error. En contraste, existen los éxitos no productivos, son

aquellos que cuando algo sale bien y nadie sabe por qué.

“El hombre que ha cometido un error y no lo corrige comete otro error mayor”. Confucio

Las autoevaluaciones, los informes de los pares del CNA y del CONACES son una fuente vital de

los éxitos y fracasos de una Universidad.

A continuación, se presentan cinco recomendaciones sobre cómo se puede facilitar el diálogo

sobre los errores y mejorar así los ambientes en las organizaciones.

1. Vincular el aprendizaje de la experiencia con la estrategia de innovación

La verdad inesperada sobre la innovación es que está intrínsecamente vinculada con el fracaso. La

ruta hacia una innovación exitosa está llena de intentos fallidos. De hecho, metodologías como

el Design Thinking promueven la iteración y experimentación antes de elegir una solución. Los

tiempos de innovación engendran naturalmente fracasos constantes.

2. Aprender del fracaso es doloroso, pero útil

Los intentos fallidos no son un fin en sí mismo. De hecho, ninguna persona, organización o país

quiere ser un “fracasado”. Pero el verdadero fracaso es el no capitalizar nuestras experiencias, para

mejorar nuestro futuro. De hecho, el reto es convertir los aprendizajes de fracasos en éxitos.

En Harvard Business Review (2011), se anunció los resultados preliminares de una investigación

sobre ¿Cuándo aprendemos del fracaso (y cuándo no)? Los investigadores resaltan dos factores

que favorecen el aprendizaje: (i) la responsabilidad (disminuir la ambigüedad en los roles de cada

uno de los miembros de la organización); y (ii) una cultura de “seguridad” psicológica”, en la cual

los individuos están motivados a reconocer el aprendizaje del fracaso.

3. Introducir estrategias de largo plazo

En un informe del Banco Mundial titulado ¿Cómo aprende el Banco, 2014?, se afirma que para

poder aprender es necesario que los empleados sintieran un ambiente seguro para experimentar,

plantear preguntas y preocupaciones, y proponer nuevas ideas. El informe dice que es conveniente

24

realizar una división clara entre los procesos de creación de nuevo conocimiento (“exploración”)

y el uso del conocimiento existente de varios recursos (“explotación”) y equilibrar la importancia

de cada uno. Esto puede conseguirse identificando metas a corto y largo plazo que permitan

entender qué debe priorizarse en cada momento.

4. Capitalizar las lecciones aprendidas

Se trata del desafío de extraer, interpretar, sistematizar y diseminar el conocimiento clave que se

deriva de la gestión de una Universidad. Específicamente, se busca identificar los factores que

permitan explicar el desempeño de proyectos específicos y de la Institución, para contribuir de

mejor manera al desarrollo futuro.

5. Aprendizaje vicario: aprendiendo a través de los demás

“Los hombres sabios aprenden de sus enemigos”. Aristófanes

Está claro que no todo el aprendizaje surge del autoanálisis o del interior de uno mismo, en ocasiones,

el aprendizaje proviene de otros dentro de la misma organización o de otras organizaciones. Cuando

esto sucede, no debemos detenernos para copiar. Milliken llama a este proceso ”robar ideas sin pena”

que, en términos más convencionales, se le conoce como benchmarking, el cual consiste en la

búsqueda de las mejores prácticas de otras organizaciones y concluye con el análisis de los resultados

e implementación en nuestra empresa. Copiar las mejores prácticas se traduce en ganar una

perspectiva externa. En este contexto se enmarca la cooperación inteligente como uno de los rasgos

más característicos de la Universidad inteligente que aprende (Holguín Brito).

De manera sencilla podemos definir al benchmarking como una técnica gerencial basada en la

comparación con otras realidades que dan muestra de un comportamiento y funcionamiento exitoso.

En este contexto, el benchmarking se convierte en una herramienta fundamental en la búsqueda

externa de ideas, estrategias y métodos para la mejora de la propia organización (Spendolini, 1994).

El benchmarking, “es definido a menudo como un instrumento de diagnóstico, una herramienta de

auto-mejoramiento, un ejercicio de aprendizaje colaborativo, una evaluación en permanente

desarrollo y un enfoque sistemático de procesos en constante monitoreo (…). De esta manera,

podemos describir al benchmarking como un proceso voluntario de autoevaluación y auto-

mejoramiento a través de la comparación sistemática y colaborativa de la práctica y el desempeño

con organizaciones similares”. (ESMU, 2008)

Otra fuente de ideas son los propios egresados, en este caso, los estudiantes, pues el contacto directo

con ellos es otra manera de estimular el aprendizaje, éstos tienen suficiente información para realizar

comparaciones con otras universidades; el contacto con ellos nos permite una retroalimentación sobre

el servicio proporcionado y nos da la posibilidad de hacer modificaciones en nuestros procesos.

No obstante, cualquiera que sea la fuente del aprendizaje, éste solo ocurrirá cuando se cuente con un

ambiente receptivo, en donde todos debemos estar abiertos a las críticas y a la discusión y dispuestos

a escuchar con atención. La práctica usual debería ser que los maestros experimentados transmitan

su conocimiento a los egresados. Se busca que el conocimiento tácito se haga explícito, lo que se

25

logra integrando equipos de trabajo en los que participa el personal de mayor experiencia apoyado

por la academia.

Existen diferentes clasificaciones de los tipos de benchmarking realizadas por diversos autores y

expertos en la materia, si bien la mayoría coincide en clasificar las categorías de benchmarking de

forma analítica de la siguiente manera (Hidalgo y Pavón, 1994, pp. 17-29; Valls 1995 y Prat, 1996):

• Benchmarking interno. Este tipo de benchmarking hace referencia a las comparaciones de las

prácticas que se realizan dentro de la propia empresa.

• Benchmarking externo. En este caso se realizan comparaciones con operaciones o actividades

de empresas similares externas del mismo o diferente país.

• Benchmarking funcional. Esta variante del benchmarking tiene como objetivo realizar

comparaciones entre funciones o procesos en empresas de diferentes sectores de actividad

económica.

Otra clasificación que suele hacerse de los tipos de benchmarking es la que nos ofrece Boxwell (1994:

26), el cuál distingue entre:

• Benchmarking competitivo. En este tipo de benchmarking se miden las funciones, procesos,

actividades, productos o servicios propios, comparándolos con los de los competidores

directos.

• Benchmarking cooperativo. En este caso, una organización que desee mejorar una actividad

particular mediante el benchmarking, contacta con las empresas mejores de su clase y les

pregunta si aceptaran compartir sus conocimientos con el equipo de benchmarking. Las

empresas objetivo no son normalmente competidores directos de la empresa que hace el

benchmarking.

• Benchmarking colaborador. En esta situación, un grupo de empresas comparte conocimientos

sobre una actividad en particular, esperando todas ellas mejorar basándose en lo que van a

aprender.

La Universidad y la gestión del conocimiento

La Universidad debe propender reformas estructurales que resuelvan problemas de tecnología,

globalización, acceso y participación; considerar nuevas formas de aprendizaje y formación de

nuevos académicos; y acometer reformas organizacionales y de financiamiento, en otros términos, el

papel de la Universidad debe ser visto dentro de un sistema de educación superior, como el centro de

una red que interconecta todo el conocimiento.

De manera sucinta se puede señalar que en una sociedad basada en el conocimiento, el tratamiento,

almacenamiento, intercambio y producción de conocimiento prevalece, y la Universidad; desde la

perspectiva de su principal misión en cuanto a la producción, trasmisión y transferencia de

conocimientos; puede y debe contribuir en la configuración de esa sociedad basada en el

conocimiento, transformándose y evolucionando hacia un modelo de docencia-investigación-

extensión donde se gestione el conocimiento orientado a fortalecer un sistema efectivo, sistemático y

coherente de interacción entre la universidad y su entorno.

26

El conocimiento organizacional, se refiere al conjunto de saberes y prácticas que, inscritos en la

memoria de las organizaciones universitarias, conforman su cultura, su modo particular de pensar,

sentir y hacer su práctica educativa.

Las instituciones de educación superior están dándose cuenta de lo importante que resulta “saber que

saben” (metaconocimiento) y ser capaces de maximizar el uso de este conocimiento, Esto es lo que

ha sido denominado su activo corporativo de conocimiento (Macintosh A, 1996). Estos activos de

conocimiento residen en bases de conocimientos, archiveros y en las cabezas de las personas de la

organización, por lo que contienen el conocimiento tácito y explícito que enunciara Nonaka en su

teoría de creación de valor del conocimiento, (Nonaka I. 1994).

Para que el conocimiento no se quede sólo en algunos, éste debe ser diseminado de manera eficiente

por toda la organización. El proceso inicia por identificar las necesidades de conocimiento que la

organización demanda y continúa con un inventario de los conocimientos de que dispone la

Universidad. Como resultado de lo que se requiere y se tiene, se genera una brecha o diferencia de

conocimientos. A partir de esta etapa, se elaboran los programas para la adquisición de

conocimientos, y éstos se empiezan a adquirir por diferentes medios. Una vez adquirido el

conocimiento, se debe de transferir, cuidando que vaya directamente a aplicaciones que den como

resultado nuevos servicios.

Nótese que el proceso anterior inicia con la detección de necesidades de conocimientos para su

aplicación. Esto tiene un mensaje, si el conocimiento adquirido no tiene aplicación, tiene poco valor

Para cumplir este requisito, las universidades deben diseñar un proyecto que coadyuve a lograr una

gestión efectiva del conocimiento. Este proyecto debe tener dos puntos de partida. Primero, definir

cuáles son los conocimientos requeridos para poder competir en el corto y mediano plazo, haciendo

énfasis en aquellos aspectos cuya reincidencia es más constante. Definido lo anterior, se debe buscar

la manera de resolver los problemas y mejorar los resultados.

El segundo punto de partida son los mapas funcionales, en los cuales se pueden descubrir los

conocimientos y competencias necesarias para llevar a cabo adecuadamente los procesos actuales

requeridos en la Universidad. Como complemento de lo anterior, se debe trabajar en el diseño de

fichas técnicas en las que el conocimiento adquirido (como producto de éxitos o fracasos en proyectos

ejecutados) sea transferido a todos los miembros de la organización.

El modelo de las Organizaciones que Aprenden es una línea sugerente, en la coyuntura actual, para

señalar nuevas vías para el desarrollo de las Universidades, pero -creemos- debe ser debidamente

reconstruida educativamente para que pueda contribuir a marcar un camino para guiar los cambios

educativos en este momento del milenio y comienzo de la tercera década del siglo XXI. Se trata de

proporcionar visiones de una "buena" Universidad y de proveer procesos que pudieran conducir a lo

que pretendemos.

Sin embargo, la vida cotidiana de las Universidades suele transcurrir, año tras año, sin dar lugar a un

aprendizaje institucional que, debidamente sedimentado en su memoria organizativa, pudiera tanto

contar con una historia propia, para no empezar siempre de nuevo, como implicarse en un aprendizaje

continuo. Mientras tanto, como ha dicho Fullan (1993), "que las escuelas deban llegar a ser

organizaciones que aprenden, es un feliz enunciado, pero un sueño lejano". La ironía de la realidad

27

universitaria es que son instituciones dedicadas al aprendizaje y ellas mismas no suelen aprender. Las

Universidades no suelen ser, por sus propias condiciones estructurales, organizaciones aptas para el

aprendizaje permanente. Concebir la Universidad como una comunidad de aprendizaje institucional,

aparte de algunos de los procesos internos descritos, exige reestructurar los contextos organizativos

de trabajo de los maestros.

Como señala Santos (2000), hay una serie de obstáculos que bloquean el aprendizaje de la

Universidad: rutinización de las prácticas profesionales, descoordinación de los directivos, maestros

y servidores públicos, burocratización de los cambios, supervisión temerosa, dirección gerencialista,

centralización excesiva, masificación de estudiantes, desmotivación del maestro, acción sindical sólo

reivindicativa, entre otras. Entiende el autor que el obstáculo clave de la falta de aprendizaje

institucional es el cierre (personal, institucional, y estratégico o del sistema) como actitud de no estar

abierto a la crítica, a lo nuevo, al aprendizaje.

EDUCACIÓN DISRUPTIVA: EL NUEVO CAMINO PARA EL APRENDIZAJE

Actualmente, vivimos en un momento de modernidad líquida, como cita Bauman (2002), en el que

el espacio y tiempo se han visto reducidos gracias a la revolución tecnológica. Las nuevas

tecnologías (TICs), invaden nuestras vidas en diversos aspectos: personal, profesional y académico.

Se habla mucho de cuarta revolución industrial (4Ri), sus consecuencias, oportunidades y retos

desde lo educativo, económico, político, social y los negocios. ¿Qué compone la revolución

industrial? Inteligencia artificial, machine learning, robótica, modelos predictivos autónomos; big

data, realidad virtual y aumentada, blockchain, impresión 3D y drones, entre otros.

Donde se deben afrontar el mayor número de retos, es en el impacto que tiene la 4Ri en los seres

humanos, su empleabilidad y educación. En cuanto a lo laboral, las competencias requeridas han

tenido un cambio significativo y según el Foro Económico Mundial (2016), para el 2020 el 35 %

de los talentos importantes para el ámbito laboral hoy, habrán cambiado. El desafío es grande, dado

que el crecimiento y el impacto de la 4Ri se vive actualmente y seguirá creciendo.

Desde el punto de vista de la educación, las instituciones deben estar preparadas para formar

personas con competencias relevantes hacia las temáticas que se desarrollan en el presente y hacia

el futuro.

Entonces, ¿cómo nos adaptamos para proporcionar las competencias, mentalidad y los talentos

necesarios para que nuestros ciudadanos- profesionales del presente y del futuro puedan afrontar

de manera ágil el cambio?

Connie Yowell, especialista en innovación educativa y CEO de Collective Shift, hace un

acercamiento a este tema en su conferencia “El futuro del aprendizaje en la era digital”. Yowell

menciona que el objetivo de la educación es preparar a los niños para que tengan un futuro

productivo y que puedan participar en distintas actividades económicas. Además, sostiene que la

formación actual todavía ofrece un aprendizaje que apunta a una economía de producción en masa,

lo que contrasta con la realidad laboral del siglo XXI, la que se ha visto llena de cambios

dramáticos por la influencia de la tecnología en todas sus actividades y escenarios.

Frente a este escenario, quienes están a cargo de la formación de estudiantes se cuestionan cómo

crear espacios innovadores que guíen a sus estudiantes para actuar en el futuro. Entre las

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posibilidades para crear una nueva cultura de aprendizaje, aparece la educación disruptiva como

una opción que rompe con el modelo tradicional e incluye herramientas que los acercan al manejo

de la tecnología y de la creatividad.

Para una educación disruptiva necesitamos provocar una ruptura educativa con respecto al estado

actual. Pero esta ruptura no significa destruir sino una disrupción educativa para crear.

En la actualidad hablar de educación disruptiva, es hablar de la forma de educación que rompe con

lo establecido, interrumpiendo el tradicional modelo de transmisión de conocimientos. Una

innovación disruptiva es aquella que rompe con el currículum, las metodologías y las modalidades

transmisión del conocimiento, abriendo nuevas alternativas de aprendizaje.

La educación disruptiva permite la introducción de avances e innovaciones en los procesos

educativos a través de las nuevas tecnologías y los nuevos usos que se abren en el ámbito

comunicativo.

El maestro actual, no puede ni debe permanecer al margen de las posibilidades que brindan las

tecnologías para profundizar en transformaciones metodológicas que, aunque puedan encontrar

nuevas denominaciones, lo cierto es que han estado presentes en el desarrollo histórico de la

pedagogía.

Es así como propuestas pedagógicas como las de Dewey, Montessori, Freinet, Decroly, Vygotsky

o Freire, encuentran actualmente una razón de convertirse en propuestas reestructurarles y de fácil

adaptación para los procesos de aprendizajes que se impulsan en las universidades actuales

Las innovaciones disruptivas parten del concepto del estudiante como constructor de su propio

aprendizaje. En este sentido, otorgan gran importancia al respeto de los ritmos personales de

aprendizaje, proponiendo el uso de un currículo abierto que garantice el acceso de todo el

estudiantado a una formación completa, haciéndole crecer personal y académicamente.

Por lo tanto, para llevar a cabo un proceso de educación disruptiva en el aula, la labor del maestro

se centra en propiciar espacios que generen nuevas experiencias en el estudiantado. Es necesario

tener claro que los actores del proceso de aprendizaje deben estar abiertos constantemente a

transformar los espacios, los horarios, la metodología y en definitiva, la forma en que organizamos

el aprendizaje en el aula, para permitir que puedan producirse transformaciones importantes y

disruptivas que amplíen los conocimientos, confiando que el aprendizaje, siempre se abre camino

desde el interés personal.

Entonces para que exista una educación disruptiva necesitamos provocar una ruptura educativa con

respecto al estado actual. Pero esta ruptura no significa destruir sino una disrupción educativa para

crear de acuerdo con nuestras propias diferencias y estilos de aprendizaje, la manera más sencilla

de entender nuestro entorno y prepararnos para crecer, innovar y transformarnos.

La educación disruptiva permite la introducción de avances e innovaciones en los procesos

educativos a través de las nuevas tecnologías y los nuevos usos que se abren en el ámbito

comunicativo. La evolución sufrida en la denominación de estas tecnologías, para acercarlas cada

vez más a las capacidades del estudiante y los maestros para reapropiarse de ellas, nos ha llevado

de las TIC´s (Tecnologías de la información y la comunicación), a las TEP´s (Tecnologías para el

empoderamiento y la participación), pasando por las TAC´s (Tecnologías del aprendizaje y el

conocimiento).

29

En conclusión, uno de los puntos de la propuesta María Acaso y sus cinco puntos de “La educación

disruptiva”; cuando nos propone: para habitar el aula es necesario construir espacios agradables;

cambiar los escenarios fríos y distantes por salones donde los estudiantes se sientan cómodos,

haciendo que los estudiantes personalicen sus espacios áulicos y así lo habiten cómodamente.

"Solo existe saber en la invención, en la reinvención, y en la búsqueda inquieta" (Paulo Freire).

La transformación de los tiempos, los espacios, las metodologías y las jerarquías educativas

establecidas desde la propia aula; y, la constante evolución de las tecnologías comunicativas, dan

lugar a una combinación que aporta el caldo de cultivo necesario para poner en marcha

innovaciones disruptivas, que propicien el desarrollo de nuevas formas de aprendizaje.

Puntos clave de la educación disruptiva.

Hay algunos puntos que se pueden tomar como ejes fundamentales al momento de hablar de

educación disruptiva. Entre estos puntos podemos destacar los siguientes:

1. La personalización del aprendizaje es fundamental

Cada persona tiene una manera de pensar particular, la individualidad es algo que no se puede

obviar en ningún sentido, y es que como se sabe, no somos exactamente iguales unos a otros. Somos

diferentes unos a otros, y esto se aplica en muchas cosas, incluyendo la manera en la que

aprendemos.

Todos los que estamos en la práctica de la enseñanza escolarizada estamos convencidos de que no

es posible personalizar el aprendizaje desde la homogeneización curricular. Lo estándar no se ajusta

siempre a todos. Esta evidencia nos tienta cada día a la deserción, a promover la a-curricularización

y campar a nuestras anchas por las tortuosas sendas de los objetivos y los contenidos.

No se trata de desechar los contenidos, pero parece inevitable que una de las primeras rupturas de

una escuela personalizada debe darse con las culturas educativas tradicionales basadas en

currículos que orientan a que todos necesitamos dominar los mismos contenidos y conseguir el

mismo nivel de objetivos.

Los contenidos no son nada más (y nada menos) que el soporte de las acciones de

aprendizaje. Consiguen que el aprendizaje sea manipulable y concreto. Ahora bien, los contenidos

son un medio pero no son aprendizaje. Los contenidos sirven como vehículo para la adquisición,

el desarrollo y la mejora de competencias mentales superiores. En la personalización del

aprendizaje la elección de un contenido u otro es aleatoria. Lo importante es la capacidad que

promueven. Lo repetimos incansablemente: aprender NO es memorizar contenidos.

La personalización del aprendizaje es uno de los ejes fundamentales de la educación disruptiva, ya

que esta toma en cuenta nuestras diferencias al momento de aprender, para poder desarrollar así el

potencial de todos los estudiantes sin excepción.

La personalización necesita de maestros capaces de desplegar un amplio dominio de metodologías

de base activa, interactiva e inclusiva. Así, modelos cooperativos (basados en la interacción del

alumnado); modelos inclusivos (basado en el diseño del aprendizaje con acceso, participación y

promoción para todos); modelos activos (basados en la actividad física y mental del estudiantado

mientras aprende); modelos neuropsicológicos (basados en la investigación sobre el funcionamiento

del cerebro con respecto al aprendizaje); modelos tecnológicos (basado en la incorporación de la

30

tecnologías al aprendizaje), modelos lúdicos(basados en la incorporación del juego y la motivación

en el aprendizaje) se expanden como un amplio mar donde un maestro que desee promover la

personalización del aprendizaje entre sus estudiantes, no solo tiene que saber navegar, sino

también, pescar y nadar. (INED 2, 2016)

2. ¿Cómo se puede personalizar el aprendizaje? (Vives, 2017)

El maestro debe de tener en cuenta los intereses y las opciones de cada estudiante y tomar las

decisiones oportunas para satisfacerlas. Así, el estudiante se sitúa en el centro del proceso de

aprendizaje, adquiriendo responsabilidades y diseñando sus propios entornos de aprendizaje, lo

cual comporta que aumente la curiosidad y la implicación en su propio proceso de aprendizaje.

• Plantear el aprendizaje personalizado de forma progresiva, como un proceso de

acompañamiento y de orientación. En esta metodología, la figura del maestro adquiere una

gran importancia, ya que adopta el rol de orientador y asesor

• Conecta el aprendizaje con la vida y la realidad de los estudiantes. Los intereses que surgen

de los estudiantes están fuertemente arraigados a su día a día. De esta manera, la

transferencia del aprendizaje a su realidad será mucho más efectiva.

• Proporciona instrumentos y recursos de diversa naturaleza (visuales, textuales, humanos,

etc.). La personalización del aprendizaje obliga a personalizar la acción educativa. Por eso,

para ayudar a los estudiantes a aprender contenidos y adquirir competencias que no

dominan, se deberá proporcionar recursos que, a menudo, irán más allá de los propios

conocimientos y de lo que se pueda encontrar dentro de la institución educativa. Las TIC

son una buena herramienta, pero no la única. La clave está en la variedad de los recursos

que se utilice.

• Apuesta por estrategias metodológicas que permitan desarrollar el talento de cada

alumno. Las metodologías deben ser activas, interactivas e inclusivas. Algunos de estos

métodos pueden ser el trabajo cooperativo, por proyectos, por retos, etc., basados en la

interacción, los intereses y la participación del alumnado; la gamificación, donde se

incorpora el juego para ludificar el aprendizaje; la flipped classroom que invita a utilizar la

tecnología en diferentes escenarios y fomenta la autonomía de los estudiantes, etc.

• Crea vínculos entre las escuelas y los escenarios y agentes educativos de la comunidad. De

esta manera, se busca aprovechar las oportunidades, los recursos y los instrumentos para

aprender, independientemente del lugar donde uno se encuentre. Además, gana

importancia al trabajo en equipo, en red y colaborativo generando y compartiendo

experiencias educativas que enriquecen el aprendizaje.

• Las evaluaciones no pueden sancionar el error ni considerar a un estudiante buen o mal

estudiante. No debes evaluar el aprendizaje desde una evaluación normativa, sino más bien

por criterios, es decir, no se puede comparar los resultados sino que la evaluación debe

centrarse en la evolución del propio alumno.

3. Las herramientas digitales están para aprovecharlas

Hoy en día la tecnología nos aporta tantas herramientas que se pueden aprovechar de innumerables

formas, y la educación disruptiva busca aprovechar al máximo las herramientas digitales que

tenemos hoy en día.

31

Hay tantas opciones para enseñar y aprender a través del uso de la tecnología y de las herramientas

que esta nos ofrece, que es imposible querer no usarlas. Desde aplicaciones móviles, hasta

programas para computadoras y plataformas online para enseñar, el denominado “e-learning”.

Este punto es algo de lo que se puede dar cuenta en la vida diaria, hay tanta información disponible

en Internet, que prácticamente podéis aprender todo desde la comodidad del hogar.

Entre las características más destacadas del e-Learning están:

• Desaparecen las barreras espacio-temporales. Permite un aprendizaje ubicuo,

personalizado y un cambio de paradigma de los espacios educativos.

• Formación flexible. La diversidad de métodos y recursos empleados, facilita el que nos

podamos adaptar a las características y necesidades de los estudiantes.

• El estudiante es el centro de los procesos de enseñanza-aprendizaje y participa de manera

activa en la construcción de sus conocimientos, teniendo capacidad para decidir el itinerario

formativo más acorde con sus intereses.

• El maestro, pasa de ser un mero transmisor de contenidos a un tutor que orienta, guía, ayuda

y facilita los procesos formativos.

• Contenidos actualizados. Las novedades y recursos relacionados con el tema de estudio se

pueden introducir de manera rápida en los contenidos, de forma que las enseñanzas estén

totalmente actualizadas.

• Comunicación constante entre los participantes, gracias a las herramientas que incorporan

las plataformas e-Learning (foros, chat, correo-e, etc.).

El sistema educativo se provee de modificaciones demasiado lentas en comparación con los

avances tecnológicos. Por ello, además de la personalización de la educación, el sistema educativo

ha de ser reestructurado por completo, no readaptado: disrupción.

4. Se aprende más a través de la experiencia

“La experiencia no es lo que le sucede al hombre, sino lo que el hombre hace con lo que le sucede".

Aldous Huxley

La formación más valiosa es la que procede de la experiencia personal. Los expertos en aprendizaje

organizacional sostienen que "aunque los conocimientos teóricos que se facilitan en las aulas son

necesarios, su puesta en práctica es lo que verdaderamente posibilita que se digieran y perduren así

con el paso del tiempo". Más que nada porque "lo que se vive nunca se olvida".

Uno de los principales cambios que busca la educación disruptiva es el aprendizaje práctico. En

un aula convencional de clases, una cantidad de estudiantes se sientan en filas organizadas

esperando una clase en las que los bombardean de información que probablemente vayan a olvidar;

un método que en muchos casos no da resultados verdaderos.

Sin embargo, el aprendizaje a través de la experiencia cambia por completo la situación. Y es que,

por lo general, el ser humano aprende más haciendo que escuchando o leyendo desde un libro. No

es que se quiera eliminar la información, sino que se busca complementarla con práctica; que los

estudiantes retengan la información a través de la experiencia.

"En la escuela aprendemos la lección y luego nos someten a la prueba; en la vida, primero se nos

somete a la prueba y luego, sólo si estamos atentos, aprendemos la lección". Ernesto Yturralde

32

5. El acceso a un idioma.

¿Será necesario o conveniente aprender idiomas?

Hoy en día aprender idiomas es algo básico para poder desenvolvernos en el mundo que nos rodea.

Con la globalización y la multiculturalidad cada vez más extendida, el saber lenguas distintas a

nuestro idioma materno se ha convertido en algo esencial. La sociedad del siglo XXI avanza a

pasos agigantados, los cuales nos exigen saber y dominar multitud de opciones comunicativas.

Antes de intentar dar respuesta a la interrogante planteada, conviene mencionar el contexto mundial

que vive la gran mayoría de la sociedad global actual. El acelerado y dinámico proceso de

globalización que abarca prácticamente la totalidad de las dimensiones de la actividad y la esencia

humana, a nivel económico, financiero, político, cultural, científico, tecnológico, entre otros, ha

modificado drásticamente el entorno de las sociedades en el planeta, marcado por una permanente

interrelación e interdependencia que obliga a los Estados, naciones, sociedades e individuos de

toda raza, credo y características culturales, a ser parte de dicho proceso. Lo anterior y

especialmente gracias a los grandes avances tecnológicos alcanzados concretamente en materia de

comunicaciones, supone una vinculación directa del individuo con la totalidad de su entorno global.

El mundo es cada vez más pequeño y está prácticamente al alcance de un click para todos.

Ahora, intentado dar respuesta a la pregunta inicial sobre la necesidad o conveniencia de aprender

idiomas, resultarán útiles algunas consideraciones. Si bien no se puede negar la utilidad inmediata

de contar con una traducción que permita entender el significado de una expresión de diversa

naturaleza y propósito, en un idioma desconocido, tal utilidad se limita al simple entendimiento de

la expresión.

El dominio de un idioma va mucho más allá de simplemente “entender” el significado de un

vocablo, de una frase, un mero mensaje o las indicaciones básicas de un manual básico de

instrucciones de un aparato electrodoméstico. El dominio de un idioma constituye esencialmente

y a un mayor alcance, comprensión, empatía, comunicación de calidad e integración.

Existe una diferencia sutil pero a la vez muy profunda entre los conceptos de entender y

comprender. Entender es simplemente percatarse sobre el significado de algo. Comprender va

mucho más allá, pues implica la incorporación de ideas, vivencias y emociones. De tal forma que

el entendimiento no implica comprensión. Una traducción brinda entendimiento, mientras que el

dominio del idioma posibilita la comprensión

Con una verdadera comprensión se puede alcanzar una comunicación de calidad. Un elemento

clave para poder lograr una comunicación de calidad efectiva, es la empatía. La comprensión

permite alcanzar empatía y esta a su vez, implica la incorporación a la vivencia propia, de diversos

aspectos de la vivencia de otros, sentimientos, valores, creencias, etc.

El dominio de un idioma hace posible este proceso positivo iniciado por la comprensión inicial, el

desarrollo de la empatía y la apertura de un canal de comunicación de calidad, que en sí mismo

permite una interacción más profunda entre las personas y consecuentemente una mayor

integración.

Con base en las consideraciones anteriores, se puede afirmar que el dominio de un idioma abre

una infinidad de oportunidades, porque al margen del uso concreto del idioma este permite la

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absorción de la cultura y de la idiosincrasia del país, nación, pueblo o colectivo humano que lo

habla.

Si bien en la actualidad, el idioma inglés, ha ido consolidando su relevancia a nivel mundial como

Lengua franca o lengua vehicular, es decir, el idioma adoptado para un entendimiento común entre

personas que no tienen la misma lengua materna. Es evidente que el aprendizaje de otros idiomas

tiene la misma relevancia y validez, no debiendo caer en simplificar la importancia de un idioma

por sus alcances estadísticos.

En síntesis, el idioma es cultura, es comprensión efectiva, es empatía, es comunicación de calidad

y es sobre todo integración, y por tanto, su dominio implica una vivencia enriquecedora en muchos

sentidos, que va mucho más allá de un simple entendimiento para quien ha logrado maestría en su

manejo.

Sin embargo, a pesar de que los idiomas son cada vez más necesarios si hay algo claro es que “en

los niveles educativos hace falta refuerzo, lamentablemente los planes de estudios actuales están

más basados en principios teóricos que en la realidad de las aulas, con lo cual nunca consigue llegar

el sistema a los fines que se propone en el punto de vista de los idiomas”. Por eso en ocasiones las

academias y las escuelas oficiales de idiomas son cruciales para complementar esas carencias

educativas.

El aprendizaje de idiomas se tornó imprescindible cuando viajamos a algunos países o para

encontrar un futuro laboral propicio. En las entrevistas de trabajo se valora mucho saber hablar

varias lenguas, pero ¿cuáles son los idiomas más útiles actualmente? ¿Cuáles los que debido a su

importancia deberíamos tener en cuenta a la hora de empezar a aprender uno nuevo? A

continuación los idiomas más importantes del siglo XXI:

1. Inglés (lo hablan aproximadamente 600 millones de personas): Es el idioma más estudiado

del mundo, el idioma que se utiliza globalmente en el mundo de los negocios y en internet,

y la lengua oficial de los países más poderosos del planeta: Estados Unidos, Reino Unido,

Canadá, Australia… El único junto con el francés que se habla en los cinco continentes.

2. Español (lo hablan aproximadamente 500 millones de personas): Más de veinte países del

mundo son hispanohablantes. Es la segunda lengua más estudiada después del inglés.

3. Chino mandarín (lo hablan aproximadamente 1.000 millones de personas): Es la lengua

más hablada de acuerdo al número de personas. Se concentran en China y los países de

alrededor (Indonesia, Camboya, Malasia…). Su importancia aumenta gracias al

crecimiento de la economía china.

4. Francés (lo hablan aproximadamente 200 millones de personas): Lengua oficial en treinta

y dos países y hablada en casi cincuenta: Francia, Canadá, Bélgica, Suiza, Luxemburgo,

Andorra, Mónaco, Líbano, Vietnam, Marruecos, Túnez, Camerún… Es la única junto con

el inglés que se habla en los cinco continentes. En muchos territorios es la segunda lengua

que se estudia en los colegio.

5. Árabe (lo hablan aproximadamente 280 millones de personas): Arabia Saudí, Marruecos,

Egipto y hasta veinte países la tienen como lengua oficial. Además, también es el idioma

religioso del islam, lo que la convierte en uno de los más importantes del mundo (y el octavo

en número de hablantes).

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6. Ruso (lo hablan aproximadamente 260 millones de personas): Es el idioma oficial del país

más grande del mundo y la segunda lengua en las naciones surgidas de la antigua Unión

Soviética.

7. Alemán (lo hablan aproximadamente 150 millones de personas): La mayoría de los

germanohablantes se sitúan en Europa (Alemania, Austria y Suiza principalmente). Es el

idioma más hablado del continente después del ruso.

8. Japonés (lo hablan aproximadamente 130 millones de personas): Siendo Japón la tercera

economía mundial, no es extraño que se le considere uno de los idiomas más importantes

del mundo. Sin embargo la mayoría de las personas que lo hablan se concentran en territorio

nipón, aunque hay algunas comunidades que lo hablan en Hawái, Brasil y algunas islas del

Pacífico.

9. Portugués (lo hablan aproximadamente más de 260 millones de personas): Son casi veinte

los países que hablan portugués (y no sólo Portugal y Brasil como pueda parecerlo). Países

que fueron colonias portuguesas lo utilizan, lo que lo convierten en la sexta lengua más

hablada del mundo

10. Italiano (lo hablan aproximadamente 70 millones de personas): Italia, Suiza, San Marino y

Ciudad del Vaticano la tienen como lengua oficial, aunque hay otros once países en los que

se escucha hablar italiano, como Argentina, Alemania, Australia y Estados Unidos

Estos son los idiomas más importantes del siglo XXI, pero ¿qué pasará en el siglo XXII? Según el

doctor en lingüística John H. McWother, en el año 2115 habrán desaparecido aproximadamente el

90% de las lenguas, es decir, quedarán unas 600 de las 6.000 que actualmente existen en el planeta.

¿Y por qué sucederá esto? Porque poco a poco todos los idiomas van simplificándose, haciéndose

más accesibles para todo el mundo, lo que supone que la gente abandone todas esas lenguas más

complejas de aprender.

La tendencia parece ir encaminada hacia la consecución de un idioma universal hablado en todo el

mundo, un idioma que seguramente no será el chino mandarín debido a su complejidad (“si los

chinos gobiernan el mundo, es probable que lo hagan en inglés”, opina McWother). Sí que podría

ser el inglés, el idioma predominante actualmente, acompañado de otros más. Aunque lo que está

claro es que se perderá la riqueza lingüística que tenemos hoy en día…

Todos sabemos la importancia que tiene hoy en día la comunicación, y gracias a las nuevas

tecnologías poco a poco se van rompiendo las fronteras que existen entre las personas de diversos

países. Es justamente por ello que se hace tan importante el aprender a comunicarnos con personas

que no hablan nuestra lengua.

Por esta razón, la educación disruptiva propone otorgar acceso universal al inglés.

En un futuro, quizás se pueda trabajar no sólo con el inglés, sino también con otros idiomas que

nos permitan eliminar poco a poco las fronteras entre los países y permitir que el aprendizaje se

vuelva realmente universal, sin verse limitado por la comunicación con otras culturas.

Las nuevas tecnologías hacen posible por un lado acelerar el proceso de aprendizaje de un idioma

si decidimos dar el paso. Y por otro lado, si no podemos desplazarnos, nos posibilita el aprender a

distancia.

Existe un gran abanico de aplicaciones móviles que nos dan la posibilidad de aprender y practicar

un idioma independientemente del lugar en donde nos encontremos. Esa es su gran ventaja. Con

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el ritmo de vida que tenemos actualmente y los cada vez más complicados horarios de trabajo se

hace complicado adaptarse a un horario fijo en un centro. Las aplicaciones móviles nos ofrecen

esta flexibilidad. Además existen muchas como por ejemplo Duolingo, Babbel o Busuu,que

además de aprender lección a lección, hace que te diviertas jugando de una manera muy visual.

Además estas aplicaciones suelen ser gratuitas, aunque la mayoría también cuentan con una opción

Premium.

Normalmente las aplicaciones mencionadas tienen su correspondiente plataforma web. Ésta suele

ser más completa y con material descargable. Lo que la hace una herramienta aún mejor para

aprender un idioma. Además suelen incluir un apartado de soporte en línea o incluso un chat pot

si tienes dudas. Algunas como OpenCulture, Memrise o Lingualia son bastante completas.

Un paso más son aquellas que además de los recursos ofrecen tutorías online con profesores

nativos. Es el caso de Italki o Preply. Esta es una opción interesante, ya que es un plus el poder

hablar, escuchar y comentar tus dudas con una persona que además de hablar el idioma que quieres

aprender, puede resolver tus dudas y preguntas.

Paradigmas de la educación disruptiva

Ya sabemos que la educación disruptiva busca romper con los paradigmas de la educación

convencional, y a cambio propone nuevos modelos de educación que buscan un mejor futuro para

los estudiantes y un mejor aprendizaje para ellos. Entre los paradigmas de la educación disruptiva

encontramos:

1. Educación inversa

También conocida como “flipped classroom”, es un modelo educacional en el que la función del

aula y de la casa se intercambia. Cuando se trata de educación inversa, el estudiante por lo general

revisa previamente toda la información referente a la clase en su casa, mientras que en el aula se

enfoca más en resolver sus dudas, intercambiar ideas y opiniones con sus compañeros y maestros,

y finalmente poner en práctica lo aprendido. (Bergmann, J., Overmyer, J. y Willie, B., 2012)

En un principio puede parecer extraño, ya que muchos están acostumbrados a pensar que los

estudiantes necesitan de un maestro para poder aprender, cuando realmente no es así. De cierta

forma, se puede decir que el nuevo papel del maestro en la educación inversa es la de orientar a

sus estudiantes para que estos comprendan mejor la información que han estudiado previamente

en casa.

Así, la importancia del estudiante sube de manera exponencial mientras que la figura de autoridad

del maestro se diluye un poco. En sí, esto puede otorgar grandes beneficios para el aprendizaje, ya

que la presión que suele generar la presencia de un maestro en un aula convencional puede afectar

la educación de los estudiantes.

2. E-learning o aprendizaje en línea

Este paradigma educativo en particular está diseñado para la educación en todos los niveles. Hoy

en día ya casi todos somos participes del e-learning o aprendizaje en línea, bien sea de forma pasiva

o directa.

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Este paradigma consiste básicamente en aprovechar el Internet y todas las herramientas de

comunicación que este nos ofrece para llevar el aula a casa; con itinerarios más cómodos y sin

necesidad de transportarse largas distancias para ver clases.

La educación on-line es algo que lleva ya varios años, y es que, si lo vemos desde cierto punto de

vista, podemos darnos cuenta de que leer un artículo en Wikipedia o en alguna web de la red ya se

considera como aprender en línea, aunque a una escala menor.

Pero no todo es a una escala pequeña, y es que este modelo ha llegado al punto en que podemos

ver universidades enteras enseñando desde la distancia a través de Internet. Cursos de todo tipo se

puede enseñar a través de este método, desde publicidad y mercadeo hasta educación.

Cabe destacar que por los momentos hay cosas en las que este modelo se encuentra limitado,

mayormente cuando se trata de educación superior; sin embargo, es innegable los

grandes beneficios dela educación on-line durante los primeros años de educación. Quizás en un

futuro, con el avance de la tecnología, se puedan enseñar cursos como medicina completamente

desde Internet; poniendo así la educación al alcance de muchos.

Metodologías de la educación disruptiva

Muchos de los modelos de educación disruptiva utilizan diferentes metodologías, en algunos casos

estas varían completamente, mientras que en otros aprovechan diversas metodologías para

enseñar. Entre las metodologías de la educación disruptiva más comunes podemos encontrar las

siguientes:

1. Aprendizaje a través de la experiencia

Ya mencionamos al inicio que la práctica y la experiencia son fundamentales para la educación

disruptiva. Es por ello por lo que una de las metodologías más comunes es el aprendizaje a través

de la experiencia.

Es común en los modelos de educación disruptiva el uso de las prácticas para enseñar, esto se da

más que todo en clases en dónde la práctica sea aplicable, como por ejemplo pueden ser las ciencias

naturales y las matemáticas.

Otro factor clave de la práctica es la investigación, ya que de cierta forma se puede decir que la

investigación se puede convertir en una experiencia que a su vez ayudará a los alumnos a

desarrollar sus conocimientos.

2. Uso de la tecnología, herramientas de Internet y medios audiovisuales

Nuevamente retomamos un punto mencionado anteriormente; y es que la tecnología se considera

cómo un factor importante y muy beneficial cuando se trata de la educación. Es común usar medios

audiovisuales y recursos de Internet para ayudar en la educación en el aula.

La tecnología se vuelve un aliado para acercar toda clase de información a los alumnos, rompiendo

así fronteras y barreras que puedan formarse durante el proceso de aprendizaje.

El uso de la tecnología no se da exclusivamente en los modelos de educación en línea, sino que

además se pueden aplicar en el aula de clases. La manera de hacerlo varía dependiendo del objetivo

que se quiera lograr, pudiendo ir desde el uso de vídeos hasta el uso de programas y actividades

especiales como lo pueden ser las WebQuest o el aprendizaje a través de programas interactivos.

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3. Ludificación o gamificación de la educación

Ya que tocamos el tema del uso de la tecnología en la educación, hay que hablar también sobre

la ludificación o gamificación de la educación. Y es que no la educación no tiene por qué tratarse

de algo aburrido, hay muchas cosas que se pueden aprender aprovechando los juegos.

A través de los juegos, los estudiantes pueden experimentar de forma interactiva una serie de

eventos que de otra forma sería imposible; convirtiéndose en una herramienta valiosa para trabajar

tanto conocimientos como valores en el aula y en la casa. Sólo se requiere usarlos de la manera

correcta en el aprendizaje.

En muchas escuelas y universidades alrededor del mundo ya se está poniendo en práctica esta idea,

trayendo grandes beneficios a sus estudiantes. No importa si se tratan de videojuegos u otro tipo

de juegos, estos siempre se pueden aprovechar o modificar para enseñar.

Un claro ejemplo de esto puede ser el uso del videojuego Minecraft. Este juego multiplataforma

es aprovechado por muchos centros de estudios con el propósito de enseñar un poco sobre

urbanismo y arquitectura, y en algunos casos también para ayudar a trabajar la paciencia y la

creatividad de forma efectiva gracias a las características que ofrece a sus usuarios.

Ventajas de la educación disruptiva

Son muchos los beneficios y las ventajas de la educación disruptiva; comenzando por el hecho de

que es una nueva forma de aprender que está en constante evolución, creciendo más y más con

cada nuevo aporte e innovación. Si hay que enumerar algunos de los beneficios de la educación

disruptiva, seguramente empezaríamos por los siguientes:

1. Una educación más personalizada

Comenzamos la lista con una de las ventajas más apreciables, y es que la educación disruptiva

ofrece a los estudiantes un aprendizaje personalizado. De esta forma se puede llegar a desarrollar

el potencial de todos los estudiantes.

Hay que destacar que muchas personas se desenvuelven más en algunas cosas que en otras, es

debido a ello que es difícil juzgar la capacidad de todos bajo la misma lupa. Como bien es sabido

“no puedes evaluar a un pez por como trepan un árbol y compararlo con un mono”.

Gracias a la educación disruptiva, los estudiantes pueden explorar aquellas áreas en las cuales

demuestran interés y gracias a ello desarrollar sus propias habilidades. De igual forma, les permite

avanzar un paso a la vez, descubriendo que es lo que quieren hacer realmente sin miedo a las

críticas.

2. Un ambiente más ameno y aulas con menor presión

Una de las razones de la deserción escolar es la presión que se suele generar en los estudiantes. La

educación disruptiva busca justamente evitar ese problema, disminuyendo la presión que ejerce un

aula de clases sobre los estudiantes.

No es fácil crecer mientras lidias con la constate presión de que debes ser bueno en algo que

simplemente no se te da, en conjunto con un método que presta más atención a la enseñanza en

masa y no en si los alumnos aprenden realmente o no.

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A la larga, este ambiente tedioso y con mucha presión termina generando en los estudiantes una

aversión no solo a la Universidad sino también a la educación. Es por ello por lo que la educación

disruptiva busca emplear métodos diferentes, que ayuden a los estudiantes a aprender sin que se

sienta la presión común de un aula de clases.

La gamificación de la educación es uno de los ejemplos de este punto; ya que este es un método

sumamente efectivo para aprender y capta el interés de los estudiantes. A diferencia de los métodos

tradicionales de enseñanza, la gamificación hace de aprender una experiencia única.

3. Se disuelve más la jerarquía entre el maestro y el estudiante

Este es uno de los factores que permite que los estudiantes se desenvuelvan con mayor comodidad

dentro del aula de clases. Y es que, al no existir una jerarquía entre el maestro y el estudiante,

ambos pueden trabajar en pro de la educación.

Puede parecer extraño, sin embargo, el nuevo papel del maestro en el aula no será únicamente

facilitar la información al estudiante, sino que además deberá colaborar con este para trabajar en

las dudas que pueda presentar el estudiante durante el aprendizaje.

Tanto el estudiante como el maestro deberán trabajar juntos para desarrollar los temas en clases y

resolver los problemas, haciendo un ambiente más agradable y eficiente a la hora de enseñar.

De igual forma, los estudiantes deberán interactuar entre sí, trabajando en equipo, para fomentar

el crecimiento grupal y mejorar la experiencia de aprendizaje, además de incentivar el nacimiento

de nuevas ideas y opiniones para compartirlas con el resto del aula.

4. Mayor libertad al momento de escoger qué y cómo queremos aprender

Cuando trabajas con la educación disruptiva, tienes la posibilidad de optar por la educación on-

line, lo cual básicamente es un aprendizaje desde casa, con todos los beneficios que esto conlleva.

Con este tipo de modelos de educación en particular, el estudiante y sus padres pueden optar por

una educación personalizada e individual, que será impartida en casa a través de los recursos en

línea.

Los estudiantes podrán escoger que es lo que quieren aprender, cómo lo quieren aprender y en que

itinerario lo quieren aprender. La principal ventaja de esto es que el interés del alumno por aprender

aumentará considerablemente.

Claro está que aún hace falta la guía de alguien experimentado para que el aprendizaje sea

fructífero, sin embargo, hay muchos recursos e instituciones que ofrecen este tipo de educación, y

han demostrado no estar por debajo de otras instituciones educativas.

Esto se puede apreciar más cuando se trata de instituciones dedicadas a la enseñanza de idiomas

on-line; siendo una forma efectiva, rápida y muy accesible de aprender un nuevo idioma desde la

comodidad de tu casa.

La sociedad está inmersa en las TICs pero todavía falta un corpus de conocimiento para que

sepamos aprovechar todo el rendimiento y potencialidad que tienen éstas, en los diversos aspectos

anteriormente descritos. En este contexto, es importante formar al futuro profesorado de primaria,

secundaria e incluso universidad, en el uso y aplicación de las TICs, tanto para uso propio como

para su futuro estudiantado. Es decir, colaborar en su alfabetización digital (Domingo y Marquès,

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2011) así como en el desarrollo de competencias específicas respecto al uso de las nuevas

tecnologías (Sáenz, 2010; UNESCO, 2008). Cabe destacar que no solo basta con emplear

herramientas tecnológicas en el contexto educativo para conseguir los objetivos educativos

(Cebrian, 2011a), sino que se requiere de un salto cualitativo para que la integración de las TICs

implique cambios en los objetivos educativos pero también en el proceso de aprendizaje. En esta

línea, hallamos las pedagogías disruptivas (Vratulis, Clarke, Hoban y Erickson, 2011) o los

entornos de aprendizaje altamente personalizados (Brown, 2010), como propuestas y herramientas

referenciales y complementarias a la hora de integrar las TICs en las aulas. Bajo esta mirada, los e-

portafolios se pueden identificar como un claro ejemplo de instrumentos que permiten integrar

ambas propuestas ofreciendo una mejor introducción de las tecnologías de la web 2.0 en la

educación formal o informal.

La inclusión de las TICs – TACs promueve la creación de nuevos escenarios de aprendizaje para

obtener información, transformarla en conocimiento, poder compartirla y poder conectarnos con

otras personas. Podemos buscar la base del “aprendizaje colaborativo” en: Los planteamientos de

Vygotsky el aprendizaje social. La teoría social-constructivista. Un conectivismo más moderno.

Las características que han surgido del relevamiento de datos como las más significativas

han sido:

• La necesidad de considerar la enseñanza disruptiva dentro de la

formación en la cultura digital.

• La transformación de las nociones de tiempo y espacio

• La integración de los escenarios formales, no formales e informales.

• El maestro como provocador de ambientes de aprendizaje.

• Nueva concepción del conocimiento, la enseñanza y el aprendizaje.

• El estudiante como fuente de conocimiento y capacidad de gestión de su

aprendizaje.

• Utilización de diversas herramientas y medios de comunicación.

• Construcción colaborativa del conocimiento.

Varios estudios nacionales e internacionales, han puesto de relevancia las dificultades de usar e

integrar los ordenadores, y por ende las TICs, en las escuelas de primaria y secundaria. Esto es debido

a que es un proceso complejo, fruto de la combinación de múltiples factores como la naturaleza

política, empresarial, social y/o pedagógica de las diferentes instancias implicadas de forma directa

o indirecta en el sistema educativo (Area, 2010; Barrantes, Casas y Luengo, 2011).En esa línea, una

de las causas clave que se suelen señalar, en el empleo de las TICs para los proceso educativos, es

la reticencia del profesorado a integrar dichas herramientas en su práctica docente (Area, 2010;

Barrantes et al., 2011; Saéz, 2010; Valdés, Angulo, Urías, García y Mortis, 2011). Estas reticencias

del profesorado van en dos líneas: falta de confianza y competencias en relación a las TICs del

docente y las actitudes negativas ante el cambio (Barrantes et al., 2011).

Para mejorar la integración de las TICs en las aulas, debe fomentarse la alfabetización digital

(Marqués, 2011) y las competencias en el campo tecnoeducativo del personal docente, ya que la

carencia en estas competencias hace que el profesorado recurra a métodos tradicionales (Valdés et

al., 2011). En la misma línea, Perrenoud (2004, p.107) apunta que “los niños nacen en una cultura

en que se clica, y el deber de los profesores es integrarse en el universo de sus alumnos”. Aun así

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el autor señala que no por ello debemos dejar de ser críticos con las TIC, “ni todo lo viejo es malo

ni todo lo nuevo es bueno”

Por tanto, es necesario formar a los maestros, para poder llegar posteriormente al estudiante, en

algunas de las competencias en relación a las TICs que según el informe de la UNESCO (2008) son

básicas: Estar en capacidad de integrar en el currículo el uso de las TIC teniendo en cuenta a los

estudiantes y los estándares de éstas. Saber dónde, cuándo (también cuándo no) y cómo utilizar la

tecnología digital (TIC) en actividades y presentaciones efectuadas en el aula. Conocer el

funcionamiento básico del hardware y del software, así como de las aplicaciones de productividad,

un navegador de Internet, un programa de comunicación, un presentador multimedia y aplicaciones

de gestión. Estar en capacidad de utilizar las TIC durante las actividades realizadas con: el conjunto

de la clase, pequeños grupos y de manera individual. Además, deben garantizar el acceso equitativo

al uso de las TIC. Tener habilidades en TIC y conocimiento de los recursos Web, necesarios para

hacer uso de las TIC en la adquisición de conocimientos complementarios sobre sus asignaturas,

además de la pedagogía, que contribuyan a su propio desarrollo profesional.

En definitiva, se trata de formarse para formar, favoreciendo un aprendizaje activo, participativo y

constructivo (Castro, Guzman y Casado, 2007 en Valdés et al., 2011).De este modo, un maestro no

debe ser un especialista en programación, pero sí tener unos conocimientos básicos. Para ello es

clave recibir formación en tecnologías, permitiendo acceder a ellas y utilizarlas (Barrantes et al.,

2011). Como señalan Valdés et al. (2011, p. 213) “La formación inicial y continua del profesorado

en materia tecnológica es esencial para garantizar su perfecta adecuación al actual entorno

educativo”.

La investigación de Balanskar, Blamire y Kefala, (2006) para European Schoolnet patrocinados por

la Comisión Europea apuntó que el profesorado utilizaba las TIC para dar soporte a las pedagogías

ya existentes, pero que éstas no suponían una transformación de las prácticas docentes (Area, 2010;

Sigalés, Mominó, Meneses y Badia, 2008). Por tanto, ¿qué tipo de transformación es necesaria?,

¿basta con utilizar las TICs en el aula o se requiere de algo más?, a estas preguntas intentan contestar

Hedberg y Freebody (2007) con su mirada hacia las pedagogías disruptivas

LAS PEDAGOGÍAS DISRUPTIVAS

El concepto de nuevo es problemático para definir lo emergente (Veletsianos, 2010, p. 13). Y no

debemos confundir emergente con nuevo. Si bien muchas tecnologías emergentes son nuevas, el

mero hecho de ser nuevas no las convierte automáticamente en emergentes. Así pues, las tecnologías

emergentes en educación pueden ser nuevos desarrollos de tecnologías ya conocidas o aplicaciones

a la educación de tecnologías bien asentadas en otros campos de la actividad humana.

De la misma forma, en el caso de las pedagogías emergentes, las ideas sobre el uso de las TIC en

educación pueden suponer visiones inéditas de los principios didácticos o, como suele ser más

habitual, pueden beber de fuentes pedagógicas bien conocidas.

Por ejemplo, Beetham, McGill and Littlejohn (2009) han elaborado una tabla de “nuevas

pedagogías” en la que recogen como básicos los siguientes enfoques y autores: el “aprendizaje 2.0”

(Downes, 2012; Anderson et.al, 2001, Parkes et.al, 2010), algunas contraevidencias sobre

“aprendizaje 2.0” (Redecker), el conectivismo (Siemens, 2004), las comunidades de

aprendizaje/indagación (“enquiry”) (Wenger, 2000; Tarsen, 2011, pp. 312 -330 y Anderson et.al,

2002, pp. 87 -97) tanto desde el punto de vista teórico como práctico, las comunidades de

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aprendizaje/indagación (Vygotsky, 1979; Garrison et.al, 2005), el aprendizaje académico

(“academic apprenticeship”) (Holme) el e-aprendizaje y la e-pedagogía (Mayes y Fowler citado

por Adell y Castañeda, 2012, pp. 13- 32; Cronje citado por Adell y Castañeda, 2012, pp. 13- 32).

Attwell y Hughes (2010) por su parte, citan las “teorías pedagógicas” que según ellos, configuran

los nuevos procesos de enseñanza/aprendizaje mediados con TIC e incluyen: el constructivismo,

los “new pedagogic models” (en referencia a la lista de Beetham, McGill and Littlejohn de la que

hablábamos en el párrafo anterior), las comunidades de práctica, la teoría de la actividad, el

constructivismo social de Vigotsky, el aprendizaje andamiado (“scaffolding learning”), los

llamados objetos “fronterizos” (“boundary objects”), los modelos de “cajas de herramientas

pedagógicas” (“pedagogic toolkits”), el desarrollo rizomático del currículum, discurso,

colaboración y meta-cognición, el “bricolage” y, formalmente, los estilos de aprendizaje.

Como es evidente, la “nube” de referencias a enfoques, teorías y autores, mezcla lo ya conocido y

lo relativamente nuevo, Vygotsky y Siemens, (2012), por ejemplo, y no ayuda excesivamente al

lector a capturar las ideas esenciales de la “pedagogía emergente” que, sostenemos, está surgiendo

con las TIC. De hecho, es muy posible que la mezcla de todos estos enfoques pueda dar lugar a

propuestas contradictorias

Las pedagogías disruptivas o “perturbadoras” favorecen la integración de las tecnologías en las

aulas para provocar cambios en los métodos de aprendizaje, ello se logra produciendo nuevas

formas de enseñar y aprender (Hedberg y Freebody, 2007). Autores como Vratulis, Clarke, Hoban

y Erickson (2011), han trabajado sobre esta propuesta pedagógica, ofreciendo un resumen de las

características de las pedagogías disruptivas:

Se producen cambios observables en el proceso de enseñanza/aprendizaje cuando se usan TICs.

Se desarrollan actividades que requieren competencias transversales. Promueven el aprendizaje

transdisciplinario. Se fomentan múltiples modos de representación, no solo el alfabético. Se

estimula la participación activa: fomentan interacciones que permitan una construcción social de

conocimiento significativo. La evaluación está orientada hacia el proceso no solo hacia el producto.

Se evalúa el “Viaje de aprendizaje”. Se participa en la creación de repositorios digitales.

En síntesis, estas pedagogías obtienen un salto cualitativo transformando los procesos de

aprendizaje por consiguiente obteniendo mayor impacto educativo (Vratulis et al. 2011). Como

apunta Curtis Johson (2011), la innovación disruptiva promueve un cambio radical, provoca nuevas

maneras de aprender, personaliza las experiencias de aprendizaje y vincula la realidad con la

enseñanza. Todos ellos elementos fundamentales en los retos que se plantea la educación en la

actualidad.

En esta línea, hay diversos instrumentos formativos y evaluativos que se emplean en las aulas y

que se pueden re-construir teniendo en cuenta dichas pedagogías. Un ejemplo es el portafolio, un

instrumento de formación que fomenta el análisis, además de la reflexión, sobre el desarrollo de

determinadas competencias. El objetivo primario del portafolio es mejorar a la vez que acreditar

documentalmente el nivel de logro de dichas competencias (Valero, 2007). En definitiva, se puede

definir como “una colección útil del trabajo de los estudiantes que ilustra los esfuerzos, progresos

y logros en una o más áreas” (Barret, 2006, p.3).

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Las pedagogías disruptivas o “perturbadoras” favorecen la integración de las tecnologías en las

aulas para provocar cambios en los métodos de enseñanza, ello se logra produciendo nuevas formas

de enseñar y aprender (Hedberg y Freebody, 2007). Autores como Vratulis, Clarke, Hoban y

Erickson (2011, pp. 1179-1188), han trabajado sobre esta propuesta pedagógica, ofreciendo un

resumen de las características de las pedagogías disruptivas:

Se producen cambios observables en el proceso de enseñanza/aprendizaje cuando se usan TICs.

Se desarrollan actividades que requieren competencias transversales. Promueven el aprendizaje

interdisciplinario. Se fomentan múltiples modos de representación, no solo el alfabético. Se

estimula la participación activa: fomentan interacciones que permitan una construcción social de

conocimiento significativo. La evaluación está orientada hacia el proceso no solo hacia el producto.

Se evalúa el “Viaje de aprendizaje”. Se participa en la creación de repositorios digitales

En síntesis, estas pedagogías obtienen un salto cualitativo transformando los procesos de

aprendizaje por consiguiente obteniendo mayor impacto educativo (Vratulis et al. 2011). Como

apunta Curtis Johson (2011), la innovación disruptiva promueve un cambio radical, provoca nuevas

maneras de aprender, personaliza las experiencias de aprendizaje y vincula la realidad con la

enseñanza. Todos ellos elementos fundamentales en los retos que se plantea la educación en la

actualidad.

En esta línea, hay diversos instrumentos formativos y evaluativos que se emplean en las aulas y

que se pueden re-construir teniendo en cuenta dichas pedagogías. Un ejemplo es el portafolio, un

instrumento de formación que fomenta el análisis, además de la reflexión, sobre el desarrollo de

determinadas competencias. El objetivo primario del portafolio es mejorar a la vez que acreditar

documentalmente el nivel de logro de dichas competencias (Valero, 2007). En definitiva, se puede

definir como “una colección útil del trabajo de los estudiantes que ilustra los esfuerzos, progresos

y logros en una o más áreas” (Barret, 2006, p.3)

Como anota Jenson (2011), un portafolio fomenta que el alumnado realice una buena reflexión

pero, a la vez, también que analice su proceso de aprendizaje. El alumnado debe demostrar su

capacidad de integrar teoría y práctica, y además, poner ejemplos sobre cómo se ha dado el

aprendizaje y qué capacidad tiene de proyectar en el futuro metas a corto y largo plazo. En

definitiva, dicha herramienta facilita el desarrollo personal, académico y profesional.

Los portafolios se basan tanto en el proceso como en el producto final, por ello, es importante tener

en cuenta esas dos vertientes a la hora del seguimiento y evaluación. Por lo que respecta al proceso,

se dan diversas fases: recolección, selección, reflexión y proyección (Danielson y Abrutyn, 1999),

las cuáles según el portafolio están más o menos explícitas pero siempre presentes.

Así pues, dicha herramienta sitúa el estudiante en el centro de proceso de aprendizaje y permite al

que aprende mostrar qué ha aprendido y cómo lo ha aprendido de una manera muy personal y

completa, documentándolo con material representativo (Barrett, 2006; Jenson, 2011)

La diferencia principal entre portafolios y portafolios electrónicos (e-portafolios), es que los e-

portafolios utilizan las tecnologías electrónicas como plataforma (CD, DVD, webs, blogs),

permitiendo a los estudiantes recopilar y organizar las evidencias de su portafolio en múltiples

medios, como audio, vídeo, gráficos y texto (Barret, 2006).

43

El e-portafolio se puede considerar un entorno personal de aprendizaje (Cebrian, 2011b), en el que

las tecnologías de la información y la comunicación proporcionan espacios personales de

aprendizaje para todos los estudiantes. En los últimos años, las tecnologías de la web 2.0 han

permitido introducir herramientas que ofrecen una mayor profundidad en el nivel de

personalización (Brown, 2010; Ruiz-Palmero, Sánchez y Gómez, 2013). Cada vez más, el e-

portafolio se entiende como un mecanismo para compartir, comunicar, evaluar y retroalimentar.

Ésta aproximación centrada en el estudiante surge de la pedagogía socio constructivista de

Vygotsky (1978) que postula que el diálogo, la orientación, la retroalimentación y las interacciones

sociales son los elementos que provocan la transformación del desarrollo potencial de una

competencia determinada.

Así, los principales beneficios de los e-portafolios se podrían resumir en dos, por un lado, en el

hecho de ser una herramienta de evaluación formativa para desarrollar competencias determinadas

además de recibir un feedback útil durante el proceso y, por otro lado, como una herramienta para

socializar con una comunidad de prácticas (Stefani, Mason & Pegler, 2007).

TICS en educación: una innovación disruptiva

En los últimos años hemos asistido a un cambio extraordinario en educación. A lo largo de muchas

décadas, el conjunto de tecnologías de la información y la comunicación (TIC) disponibles en las

aulas había cambiado poco o nada. Pizarras, libros de texto, enciclopedias y cuadernos formaban

parte del “entorno tecnológico” habitual de la enseñanza y el aprendizaje. Educados en dicho

entorno, las TIC analógicas eran prácticamente invisibles para los maestros. En las últimas décadas,

el mundo ha cambiado y la Administración educativa ha decidido “llenar” las aulas de muchos

centros de TIC: pizarras digitales, ordenadores, proyectores de vídeo y, quizá lo más extraordinario,

ordenadores portátiles con conexión a Internet en las mochilas de los alumnos. La intención de

todos estos cambios, se afirma, es que los centros educativos preparen a los estudiantes para un

nuevo tipo de sociedad, la sociedad de la información, no solo enseñándoles a usar las TIC, ya

habituales en hogares y puestos de trabajo, sino también usándolas como herramientas de

aprendizaje.

La reacción de los maestros a todos estos cambios ha sido desigual. En nuestro país sobre los usos

de las TIC en las prácticas de enseñanza/ aprendizaje en el aula, se concluye que “los materiales

didácticos tradicionales (como son los libros de texto y las pizarras) siguen siendo los recursos

más empleados en las aulas Escuela 2.0 a pesar de la abundancia de la tecnología digital” y que

la mayoría del profesorado indica que la mayor parte de las actividades que desarrolla en el aula

con TIC se podrían enmarcar dentro de un paradigma didáctico que podríamos considerar clásico.

Es más, las tecnologías que mejor se han “integrado” en las aulas son en buena medida lo que

podría considerarse “versiones digitales” de herramientas sobradamente conocidas y usadas desde

hace mucho tiempo, como la pizarra digital interactiva o el libro de texto digital, tecnologías

decididamente apoyadas por las Administraciones educativas y cuyo potencial innovador es escaso.

George Veletsianos (2010) ha propuesto recientemente una definición de “tecnologías

emergentes”, específica para la educación: “Las tecnologías emergentes son herramientas,

conceptos, innovaciones y avances utilizados en diversos contextos educativos al servicio de

diversos propósitos relacionados con la educación. Además, propongo que las tecnologías

emergentes (“nuevas” y “viejas”) son organismos en evolución que experimentan ciclos de

44

sobreexpectación y, al tiempo que son potencialmente disruptivas, todavía no han sido

completamente comprendidas ni tampoco suficientemente investigadas.” (Veletsianos 2010, pp.

3- 4)

Esta definición, nacida según su autor con la finalidad de guiar “nuestro pensamiento,

investigación y práctica” (Veletsianos, 2010, p. 6), pretende englobar tanto a las herramientas que

enmarca el término como las ideas sobre su uso en educación.

Christensen y Horn (2013) adaptan el concepto de innovación disruptiva utilizado en entornos de

gestión de empresas para el fenómeno MOOC (Massive Open Online Courses). El fenómeno MOOC,

surgido en los Estados Unidos, está despertando un gran interés tanto entre académicos como entre

responsables políticos. Aunque complejo y cambiante, este fenómeno ha creado expectativas tanto

a nivel pedagógico como estratégico o económico en el ámbito de la educación superior.

La palabra disruptiva es de origen francés "disruptif" y del inglés "disruptive", y se utiliza para

definir un cambio determinante o brusco. Luego, aquella tecnología que propicia cambios

profundos en los procesos, productos o servicios es una tecnología disruptiva y generalmente

conlleva una estrategia de introducción, penetración y uso que la consolida y desplaza la tecnología

anterior lo que la convierte en una innovación disruptiva. Esta innovación se torna en un avance

que hace que lo viejo resulte arcaico en cuanto a sus prestaciones y se incorpore a las nuevas formas

de actuación y pensamiento social.

El concepto de innovación disruptiva fue definido inicialmente por Bower y Christensen (1995),

y reformulado por Christensen (2003) a raíz de la irrupción de las tecnologías de la información

en el sector informático. A diferencia de otros casos de innovación disruptiva, según Christensen

y Horn, el fenómeno MOOC ha sido iniciado por las instituciones líderes en educación superior a

nivel mundial.

Christensen (2008) identifica dos tipos de innovación que afecta a las organizaciones y empresas:

innovación incremental (o sostenida) e innovación disruptiva. La primera representa una mejora

progresiva sobre los productos o servicios ofrecidos por una organización. El segundo busca la

generación de un nuevo mercado a partir de estrategias de disminución de precios y a partir de la

adaptación de un producto existente para este nuevo mercado formado por usuarios con

necesidades, en principio, completamente diferentes. Habitualmente una innovación disruptiva

combina una nueva tecnología y puede llevar asociada también la definición de un nuevo modelo

de negocio para la propia organización.

Sin la incorporación seria, sistemática e integral de las TICs, los sistemas educativos no serán

capaces de adaptar su funcionamiento a las características de sus estudiantes y familias, y las

demandas del mercado laboral y la sociedad.

De ahí que proponemos considerar la incorporación de TICs en educación no sólo como un nuevo

insumo, sino como un elemento de innovación disruptiva, es decir, que obliga al cambio de las

prácticas educativas y, en definitiva, a un cambio importante de los sistemas escolares. Esto sólo

será posible si su irrupción en el espacio educativo ayuda significativamente a la mejoría de los

resultados de aprendizaje. (Cabrol y Severin, 2010, pp. 1 - 8)

Para ello, las TICs deben abrir una nueva oportunidad a la educación personalizada, en el contexto

de sistemas escolares masivos e inclusivos. También deben diseñarse, implementarse y evaluarse

45

de manera integral (considerando un conjunto de variables simultáneamente en el conjunto de la

política educativa).

Una innovación disruptiva es una solución nueva que ofrece respuesta a quienes, antes de su

aparición, no tenían opciones disponibles. Para que opere efectivamente, su aparición debe cumplir

con tres condiciones: precio accesible, calidad inicial suficiente y potencial de mejora continua.

La experiencia efectiva de los usuarios (maestros, estudiantes, directivos, familias, escuelas,

sistemas nacionales y sub-nacionales) es la clave para el mejoramiento continuo de estos

dispositivos, en relación a su potencial para el sistema educativo. Será la satisfacción concreta de

sus necesidades y demandas la que conducirá el desarrollo de soluciones tecnológicas que sean

cada vez más pertinentes, y eso requiere, para la industria TIC y para el diseño de las políticas

públicas educativas, responder adecuadamente tres preguntas: para quién, para qué y cómo.

Siguiendo las proposiciones de Michael Fullan y sus coautores (2006) y a partir de la experiencia

desarrollada en varios proyectos que en la región han contado con la participación del BID (Apoyo

Plan Ceibal en Uruguay, Paraguay Educa en Paraguay, Fundación Pies Descalzos en Colombia,

por nombrar algunos. ), proponemos que la implementación de proyectos TICs en educación debe

considerar dinámicamente al menos tres elementos si pretende cumplir el requisito indispensable

de modificar sustancialmente las prácticas educativas:

1. Personalización.

La educación del siglo XX, heredera de la industrialización y la masificación, con el consecuente

aumento de la diversidad al interior de las aulas, ha debido necesariamente considerar a los

estudiantes como un promedio de habilidades sobre los cuales se distribuyen los mismos

contenidos, con las mismas estrategias y al mismo ritmo. El sistema asume que la mayoría de los

estudiantes podrá ajustarse a dicha entrega promedio y que el costo aceptable es que algunos

alumnos, sobre dotados (con mayores estímulos, mejor contexto, mayores condiciones) se

aburrirán un poco, y en el otro extremo, otro grupo de menores condiciones, no alcanzará dichos

estándares.

La investigación reciente, aportada por la neurociencia y la psicología del desarrollo, y la

experiencia cotidiana de cientos de miles de docentes, da cuenta de cómo cada estudiante es

diferente: tiene diversos intereses, condiciones, características de personalidad, estrategias para

crear o adquirir conocimiento, ritmos de aprendizaje, etc. La fantasía de “One-size-fits-all” ha

dejado de tener vigencia en los sistemas escolares. La sociedad, y los propios estudiantes, reclaman

una educación diferente, capaz de reconocer, asumir, valorar y sacar partido a esa diversidad, en

lugar de ignorarla.

El desarrollo actual de las TICs permite imaginar, por primera vez desde las reformas educativas

que ampliaron sustancialmente la cobertura de los sistemas escolares, una educación al mismo

tiempo masiva y personalizada.

El desarrollo de nuevos modelos pedagógicos que permitan generar estrategias a medida de cada

estudiante, de sus habilidades y sus intereses (que permitan conectar aquello con los objetivos de

aprendizaje curriculares y las necesidades de la sociedad del conocimiento, ofreciendo itinerarios

personalizados) se traduce en nuevas oportunidades de conocimiento, de motivación y de

46

aprendizaje. No hay razones para no sostener altas expectativas sobre los logros de cada estudiante,

si podemos desarrollar para cada uno de ellos una estrategia adecuada.

2. Precisión.

La precisión se refiere al acceso y uso correcto de los datos y la información disponible con el fin

de desarrollar las estrategias adecuadas. En este sentido, la precisión es un requisito indispensable

que deben demandar los docentes con el fin de que sea posible el desarrollo de estrategias

personalizadas de aprendizaje. Sin información actualizada, segura, oportuna y accesible, no es

posible el desarrollo de una educación personalizada.

Esto requiere no sólo sistemas eficientes de recolección de los datos, ya bastante difíciles de

encontrar hoy, sino sobre todo una forma de acceder a los datos que facilite la acción, la toma de

decisiones y facilite el rol de los educadores. La precisión en este contexto implica conocer las

características y condiciones de cada estudiante, ofrecer opciones de retroalimentación permanente

y clara a cada uno de los involucrados, y ofrecer opciones específicas para abordar las posibles

dificultades.

Sólo con este nivel de precisión es posible generar dinámicas de aprendizaje continuo basadas en

la lógica de conocer la situación presente, la situación deseada, y el camino más efectivo (para este

estudiante en este contexto) de transitar entre la primera y la segunda.

Otra vez, el desarrollo actual de las TICs contribuye a facilitar enormemente el trabajo preciso de

los docentes en torno a los aprendizajes de cada estudiante, mediante el desarrollo de herramientas

y aplicaciones que fortalezcan este papel de gestor de procesos de aprendizaje en sus alumnos. El

desafío clave, en esta línea, es justamente resolver la forma en que el conocimiento (de los

estudiantes y sus resultados de aprendizaje) se conecta con nuevas estrategias y metodologías. De

ahí que el rol de los docentes será necesariamente diferente, pero también diferentemente

necesario: no hay espacio para el discurso que propone que ya no será necesaria la existencia

misma de los profesores ni las escuelas.

3. Aprendizaje Profesional.

El desafío de la personalización y la precisión requiere entonces un nuevo papel para los maestros,

que no se limita a una nueva formación inicial que entregue nuevos maestros a las escuelas.

Requiere una práctica permanente de los nuevos maestros hacia el aprendizaje y la formación

continua: los maestros han de ser aprendices cada día de los procesos que gestionan en las

Instituciones Educativas.

Lo anterior no propone una conducta que los maestros no hayan tenido ya. Los docentes están

siempre desafiados por su contexto para cambiar y aprender. Lo que se requiere es que el foco sea

el de las prácticas pedagógicas orientadas al aprendizaje de cada estudiante, en un proceso que se

da necesariamente en servicio, y que por lo tanto requiere mucho más del trabajo en equipo, con

pares, para detectar y fortalecer las prácticas educativas efectivas.

Muchas reformas educativas han visto limitado su impacto en los aprendizajes, justamente por la

dificultad - en última instancia- para modificar las prácticas educativas. De ahí que sea

indispensable considerar nuevos modelos de formación y aprendizaje profesional docente que se

ajusten mejor al contexto de una educación masiva y personalizada. Creemos que esto, más que

47

en las estrategias de formación tradicional, es factible de conseguir en el aprendizaje continuo,

intencionado y permanente que se puede encontrar en las prácticas cotidianas de los maestros.

La introducción de las TICs en los sistemas educativos es un fenómeno inevitable, que se está

haciendo realidad a pasos agigantados. Es muy difícil imaginar que en pocos años más, cada

estudiante tendrá, desde muy pequeño, una fuerte relación de acceso y uso intensivo de medios

digitales, mediante dispositivos móviles que lo acompañarán todos los días, todo el día. Incluso en

la escuela.

En el contexto de sociedad donde las TICs tienen una creciente presencia, en el mundo del trabajo

y en el del ocio, esto representa sobre todo, una oportunidad educativa inmensa, si los sistemas

escolares, las escuelas y los maestros, reformulan su tarea para sacar partido del potencial que ellas

ofrecen.

Tecnologías disruptivas

Las tecnologías más disruptivas y que han sentado momentos de cambio; en la actualidad

son:(Vidal Ledo, 2015; Boude Figueredo, 2017; Rodríguez Díaz, 2018; Mena Dia, 2018; Vidal

Ledo et.al, 2017; Naranjo Ornedo, 2018).

• Internet móvil: La conectividad universal a Internet desde dispositivos móviles de uso

personal que permite el monitoreo desde los signos vitales, el comercio electrónico,

funciones de geolocalización, educativas y otras facilidades.

• Tecnología de la nube: Aplicaciones y servicios en Internet de acceso remoto bajo sistemas

de seguridad de datos sincronizados, restringido o no, a múltiples dispositivos, redes

empresariales y sociales.

• Internet de las cosas: Redes de sensores de bajo costo para la recopilación de datos,

seguimiento, toma de decisiones y la optimización de procesos, como puede ser

Refrigeradores que hacen el inventario para el almuerzo y controlan las calorías, puertas

de se aseguran solas por la noche, por citar solo dos.

• Robótica avanzada: Robots con sensores mejorados, destreza e inteligencia utilizados para

automatizar tareas, por ejemplo, los utilizados en el rescate de personas en desastres

naturales, cuidado de adultos mayores, cirugías, ciencia espacial, etc.

• Inteligencia artificial. Combinación de algoritmos y aplicaciones con el propósito de que

las máquinas simulen las mismas capacidades que el ser humano. Ya es utilizada en

diferentes áreas como la educación, la salud, el procesamiento de imágenes, en cuanto a

identificadores de factores genéticos, sistemas de ayuda al diagnóstico, como asistentes

personales virtuales; en el campo de la agricultura, el clima, las finanzas y otros. Se aplica

cuando una máquina imita las funciones “cognitivas” que los humanos asocian con otras

mentes humanas; útil en el aprendizaje, resolución de problemas, etc.

• Realidad virtual y realidad aumentada: Aunque son conceptos y fines diferentes, van en

función del uso tecnológico en procesos sustantivos de la vida del ciudadano y contribuyen

sustancialmente al desarrollo y gestión de la información y conocimiento. La primera es la

forma más avanzada de relación entre el ordenador y la persona, permitiendo al usuario

interactuar con la máquina y sumergirse en un entorno generado artificialmente; mientras

que la segunda, por el contrario, mezcla la información virtual con el mundo real, creando

48

un ambiente en que coexisten objetos virtuales y reales en el mismo espacio, muy utilizado

en la educación y la medicina.

• Genómica de nueva generación : secuenciación rápida y de bajo costo de genes, la biología

sintética, análisis de grandes bases de datos, predicción de enfermedades, medicinas

personalizadas y otras aplicaciones constituyen nuevas formas de aplicación de estas

tecnologías en la salud para una medicina de precisión, adecuando la atención y el

tratamiento a las características individuales de cada paciente.

• Materiales avanzados: Materiales diseñados para tener características superiores o

funcionalidad, vidrios que no se quiebran, pantallas que se doblan, componentes para

equipos, elaboración de prótesis y también otros productos muy útiles en los avances

médicos, mediante novedosos métodos de preparación, modificación y caracterización de

materiales obtenidos para el funcionamiento de la materia a nivel atómico y molecular, que

permite crear y utilizar materiales en diminutos dispositivos para vigilar, controlar,

construir, reparar y proteger los sistemas biológicos, facilitando procederes menos

invasivos.

• Impresión en 3D: Tecnología que ya está aportando a la construcción de nuevos productos

de uso, consumo y fabricación directa, como prótesis aditivas, ya sean dentales, auditivas,

óseas y también objetos de uso general, elaborados a través del escaneo y diseños

personalizados con materiales avanzados, que sin dudas aportan nuevos beneficios.

• Vehículos autónomos o casi autónomos: Vehículos que pueden navegar y operar con

menor o ninguna intervención humana, con la liberación de tiempo de los conductores, el

aumento de la seguridad vial y la reducción de costos de operación vehicular.

• Almacenamiento de energía: Dispositivos o sistemas que almacenan energía para su uso

más tarde, en vehículos eléctricos e híbridos, energía distribuida y otras utilidades.

• Energías renovables: Uso de fuentes renovables y alternativas a los combustibles fósiles

para la generación de energía, estas generalmente son fuentes naturales como el agua, el

viento, las mareas o la energía del sol; orientadas fundamentalmente a la generación de

electricidad.

A ello se añaden herramientas tecnológicas, que van surgiendo y generalizando de forma

transversal para procesos de todo tipo, como es la Nanotecnología, el Big Data, que hacen posible

el almacenamiento, procesamiento y análisis de grandes volúmenes de datos en tiempo record,

o Blockchain, basada el registro compartido de las transacciones (ledger), el consenso para

verificar las transacciones, un convenio que determina las reglas de funcionamiento de las

transacciones y la criptografía, que es el fundamento de su seguridad, entre otras.(Universidad

Complutense, 2018; Duarte da Silva, 2017; Londoño, 2015)

Aunque las mencionadas son de uso general, para la docencia ellas marcan la diferencia en los

procesos de formación y perfeccionamiento en que se involucran e incluso las tendencias

educativas modernas. De esta forma, podría también presentarse una relación de aquellas

tecnologías que ya introducen cambios en la esfera pedagógica y didáctica, ya que mediante el

apoyo de las plataformas digitales se conseguirá una educación adaptada a cada individuo en el

que el espacio de las escuelas desaparecerá como las entendemos hoy en día y constituyen las

bases para la innovación disruptiva en la Educación Superior. (Almagro Pérez, 2014)

49

Siempre ha habido tecnologías disruptivas, aunque no se llamasen así. En el pasado más reciente,

principios del Siglo XX y todos sus cien años, empezando por el teléfono, el cine, la aviación y

terminando con toda la revolución en el campo de la informática y las comunicaciones, la

humanidad ha estado siempre rompiendo paradigmas y creando otros nuevos.

La investigación e innovación es fundamental para la evolución y el progreso de la sociedad. Los

términos tecnología e innovación disruptiva dan nombre a los procesos que han tenido lugar en la

vida del hombre relacionados con la introducción de tecnologías, ideas o eventos que modifican el

accionar del mismo y permiten lograr ventajas al incorporar nuevas opciones, habilidades,

equipamientos etc, y normalmente, reduciendo los costes de soluciones anteriores.

A diferencia de la denominada innovación evolutiva o incremental, que se define como una mejora

importante en un producto o servicio ya existente y que da a su creador una opción competitiva,

aunque relativamente fácil de copiar, la disruptiva, permite una ventaja competitiva difícilmente

salvable por la competencia y permite una posición dominante en el mercado al crear negocios que

cambian para siempre las reglas del juego.

Muchas de estas disrupciones han surgido en los centros de investigación de las universidades y,

en general, estas debieran estar siempre varios pasos por delante con respecto a la realidad. Desde

hace más de 20 años, las universidades del mundo han asumido el reto de transformar

esencialmente la manera en que sus estudiantes adquieren competencias, aprovechando de manera

creativa el amplio rango de posibilidades que brindan estas tecnologías. Esto va desde cuestiones

sencillas como puede ser el uso intensivo de las tecnologías en los procesos de enseñanza y

aprendizaje en entornos cada vez más virtuales y colaborativos -e-learning-, hasta mecanismos

complejos que incluyen la robótica o la inteligencia artificial, cuya penetración en las diferentes

esferas de la sociedad y la ciencia, introduce cambios sustanciales en las actitudes y aplicaciones

en todas las esferas de la vida, la medicina de precisión en el caso de la educación en ciencias

médicas.

Sin embargo, la educación superior en algunos centros de esta categoría y disciplinas, se han

quedado rezagadas no solo en las tecnologías propiamente dichas, sino también en la necesaria

evolución previa del pensamiento didáctico e investigativo como punto de partida, la preparación

de sus claustros docentes y en la integración y aplicación a los planes de estudio y la formación de

competencias de los estudiantes.

De ahí la importancia de romper esquemas, de introducir e integrar las tecnologías al proceso de

gestión del conocimiento de maestros y estudiantes a fin alcanzar competencias que instauren

nuevos paradigmas en la formación universitaria y contribuyan a cumplir el encargo social

asignado con nuevos modelos de desarrollo.

LA DISRUPCIÓN CURRICULAR

Yuval Noah Harari (2018, p. 12 y pp. 285-294) dice: “La humanidad se enfrenta a revoluciones sin

precedentes, todos nuestros relatos antiguos se desmoronan y hasta el momento no ha surgido

ningún relato nuevo para sustituirlos. ¿Cómo prepararnos y preparar a nuestros hijos para un

mundo de transformaciones sin precedentes y de incertidumbres radicales? Un recién nacido ahora

tendrá treinta y tantos años en 2050. Si todo va bien, ese bebé todavía estará vivo hacia 2100, e

incluso podría ser un ciudadano activo en el siglo XXII. ¿Qué hemos de enseñarle a ese niño o esa

niña que le ayude a sobrevivir y a prosperar en el mundo de 2050 o del siglo XXII? ¿Qué tipo de

50

habilidades necesitará para conseguir trabajo, comprender lo que ocurre a su alrededor y

orientarse en el laberinto de la vida?”

El debate en torno al futuro de la universidad es impostergable ante los desafíos de la 4RI, donde

convergen los desarrollos de la tecnología, la física y la biología. El arquetipo de la universidad

monolítica, conformada por islas disciplinarias centradas en la enseñanza esencialmente teórica, con

contenidos atomizados desvinculados de los problemas reales y con prácticas educativas

informacionales que fomentan aprendizajes repetitivos y contemplativos, los cuales son, además, de

bajo impacto en la elaboración de aportes prácticos y de escaza vinculación en la solución de enigmas

factuales, empíricos y humanos, este arquetipo, como se dice, está en vías de extinción

La universidad en la sociedad del conocimiento está obligada a reinventarse porque de lo contrario,

con su modelo tradicional, estará imposibilitada de responder a las necesidades y retos de un mundo

cada vez más dinámico. La experiencia reciente muestra una verdad histórica: las universidades que

caminan de la mano con los adelantos científicos y tecnológicos son las mejor posicionadas. Al

invertir en investigación y desarrollo, maestros altamente cualificados son creadoras de innovaciones

y adquieren protagonismo en la novedosa configuración tecnocientífica actual.

Al hablar de reinvención se habla tanto de la capacidad de desarrollo científico como de la habilidad

para la innovación tecnológica. Es la facultad que tiene la universidad para crecer, ser partícipe en

la apertura y en la solución de los desafíos presentes en los nuevos campos del conocimiento, tales

como la cognotecnología, biotecnología, nanotecnología, fotónica, optoelectrónica,

superconductores, inteligencia artificial, inteligencia aumentada y robótica, entre otros. Para lograr

la reinvención, la universidad debe poner en juego y fomentar la innovación en la enseñanza y el

aprendizaje, siempre basada en la investigación científica, a la par de promover nuevas formas de

organización, nuevos métodos, nuevas tecnologías de la información y del aprendizaje ( Pedroza

Flores, 2018)

Es casi un lugar común afirmar que el mundo se caracteriza, actualmente, por grandes crisis sociales,

económicas, políticas y ambientales, que han puesto en tela de juicio los modelos sociales,

económicos y políticos imperantes en la sociedad. En efecto, se reclama hoy una nueva

configuración del Estado y de la sociedad civil, de modo que se haga más eficaz su compromiso y

corresponsabilidad en temas de interés público y social. (Clavijo, 2018)

En esta época, que algunos llaman la cuarta revolución industrial, 4RI, (Schwab, 2016) y en la que

se aspira a ser una sociedad del conocimiento con el soporte de las tecnologías digitales, en América

Latina y en otros lugares del mundo podemos observar una obsesión por reformar los sistemas

educativos nacionales, con distintas estrategias y para distintas finalidades. Entre las estrategias,

destaca el aprovechamiento de los avances de la digitalización y el desarrollo de las

telecomunicaciones.

La Revolución 4.0 comenzó a principios de este siglo y se basa en la revolución digital. Apunta

Schwab que se caracteriza por un internet más ubicuo y móvil, por sensores más pequeños y potentes

que son cada vez más baratos, y por la inteligencia artificial y el aprendizaje de la máquina. Pero

también indica que su alcance es más amplio, dado que al mismo tiempo se producen oleadas de más

avances en ámbitos que van desde la secuenciación genética hasta la nanotecnología, y de las

energías renovables a la computación cuántica. Así concluye que es la fusión de estas tecnologías y

51

su interacción a través de los dominios físicos, digitales y biológicos lo que hace que la cuarta

revolución industrial sea fundamentalmente diferente de las anteriores (Schwab, 2016)

Por cuarta revolución industrial se entiende la situación tecnológica que ahora vivimos con el

surgimiento de diversos avances como son las nanotecnologías, la inteligencia artificial, los drones,

las impresoras 3D, el Internet de los objetos, los automóviles sin conductor y lo demás que puede

surgir y supone como revoluciones anteriores el uso del vapor, la electricidad y la automatización

Por apertura académica se entiende la disposición de los sistemas educativos, sus organizaciones y

sus estilos de gestión académica y administrativa, a la flexibilización y a abrirse a las posibilidades

de su renovación permanente, para adaptarse y estar en consonancia con el dinamismo social y sus

requerimientos educativos.

La educación 4.0. Al igual que la industria 4.0 está caracterizada por tres notas esenciales (más

flexibilidad en el proceso de producción a la medida de cada cliente individual, más velocidad para

reducir el tiempo necesario para colocar el producto en el mercado, y mayor eficiencia gracias al

análisis de datos que permite la digitalización y el IoT, internet de las cosas), se puede afirmar que -

paralelamente- la Educación 4.0 tiene tres características fundamentales:

• Aprendizaje flexible en función de las necesidades e intereses de cada estudiante.

• Aprendizaje al propio ritmo y a la velocidad de cada estudiante con independencia de su edad

y curso.

• Aprendizaje digital con feedback constante a partir del análisis de los datos derivados del

progreso del propio aprendizaje (Learning Analytics).

Por tanto, la clave de la educación 4.0 es el aprendizaje que podemos llamar 4.0: flexible, al propio

ritmo y basado en la analítica de datos. (Roberto Ranz)

Además de la tecnología, la carpa de la Educación 4.0 se asienta sobre otros tres postes no

directamente relacionados con la tecnología pero cuyo despliegue va ser decisivo gracias a la

transformación digital:

• La personalización del aprendizaje;

• Las escuelas como centros para el desarrollo del talento; y

• El aprendizaje de las competencias claves del siglo XXI.

Las escuelas como centros para el desarrollo del talento: la educación 4.0 se basa en políticas y

programas de gestión del talento de todos los estudiantes en función de su potencial de aprendizaje.

A tal fin, resulta fundamental identificar el potencial de aprendizaje de todos los alumnos mediante

procesos de talent search, enriquecer el currículo para todos los estudiantes y desarrollar programas

específicos para el desarrollo del talento de los más capaces que les permitan aprender a su propio

ritmo y velocidad.

“Si queremos una educación 4.0 necesitamos una transformación a nivel institucional, de nuestra

visión como institución y de cómo nos estamos desarrollando. Es a los académicos a los que hay

que aportarles todo el recurso, todo el entusiasmo y las políticas que permitan usar tecnologías para

52

desarrollar el talento, las capacidades, los conocimientos, las competencias y habilidades que un

estudiante requiere” (Diaz Sobac citado por David Sandoval Rodríguez, 2018).

En este nuevo modelo, existen coincidencias en identificar sus principales innovaciones académicas.

Mintz (2014) destaca las siguientes:

• Nuevas modalidades: Modelos híbridos, modelos virtuales sincrónicos y asincrónicos,

modelos configurativos de itinerarios formativos a la carta, modelo Station 1 y modelo just

in time.

• Nuevas certificaciones: Certificados en corto tiempo, menos de dos años (insignias,

nanogrados y MicroMasters).

• Nuevas prácticas pedagógicas: Aprendizaje basado en problemas, aprendizaje basado en

investigación, aprendizaje basado en proyectos, gramificación (aprendizaje divertido),

aprendizaje personalizado y flipped classroom (aprendizaje invertido).

• Nuevos roles del docente: Docente innovador, guía y facilitador y docente arquitecto del

aprendizaje.

• Innovaciones de nuevas tecnologías educativas: Laboratorios virtuales, laboratorios de

neuroaprendizaje digitales, simulaciones holográficas y presentaciones en séptima dimensión

(7D).

• Nuevas estrategias de evaluación: Evaluación formativa, evaluación basada en el

rendimiento, evaluación de las inteligencias múltiples y evaluación basada en la innovación.

• Nuevos modelos de apoyo a estudiantes: Modelos proactivos del aprendizaje, modelo

tutorial abierto, modelos con retroalimentación y modelo de mentores por pares.

• Redes de colaboración tecnológica. Cada vez más las universidades pueden compartir

servicios y tecnologías entre sí, con el fin de potencializar sus procesos y resultados de

aprendizaje y de aporte científico y tecnológico.

• Innovaciones curriculares: Este es un punto clave para el cambio disruptivo en la

universidad porque trastoca a todo el sistema universitario, de las modalidades por créditos

y competencias al diseño de currículos disruptivos.

La dirección que asumen los cambios mundiales en la universidad coincide en aspectos como

los siguientes:

• Transformaciones pedagógicas: se amplía el abanico de métodos de aprendizaje

basados en la investigación-innovación y en métodos de enseñanza dinámicos e

interactivos.

• Innovación en las modalidades: se diversifica la oferta con la apertura de modalidades,

mixtas, abiertas, a distancia y virtuales. Cambios en las tecnologías del aprendizaje: el

uso y diseño de tecnologías de aprendizaje se diversifica al considerar el aprendizaje en

línea, el aprendizaje móvil, la gamificación y la inteligencia de datos.

• Innovaciones curriculares: se transita del currículum flexible al currículum interactivo.

Como se puede observar, el énfasis se coloca en el binomio investigación innovación,

que incluye la renovación de procesos y acciones académicas para responder a los retos

actuales y futuros.

53

En las aulas se debe fomentar la innovación y el emprendimiento y éstos, no necesariamente se

demuestran “poniendo un negocio u obteniendo un ‘capital semilla’, o ganando el concurso de

cacahuates”. Se trata de competencias fundamentales en un estudiante porque la sociedad y el

mundo laboral requieren personas emprendedoras, que esté tratando de mejorar los sistemas de

producción.

El emprendimiento en ideas genera también un cambio de paradigma del trabajo en equipo al

transitar hacia un esfuerzo colaborativo que manifiesta una preocupación por mejorar el entorno y

los procesos. Innovación y emprendimiento no son necesariamente tener una empresa propia, que

no es malo, pero significa que se debe ser innovador en la docencia, en la gestión, en la

administración y para esto se requiere comenzar nuevos retos y estar constantemente

reinventándonos. Son un eje de mejora continua (op.cit)

Diseño curricular por competencias

La universidad constituye una institución de formación superior que tiene entre sus fines

principales la preparación de ciudadanos altamente cualificados que van a desempeñar múltiples

puestos de responsabilidad en distintos campos laborales. Junto a esta elevada formación de los

egresados, las Universidades tienen como propósitos esenciales la creación y difusión del

conocimiento científico y su contribución al desarrollo tecnológico, el crecimiento económico

sostenible, la extensión cultural y el progreso social. En realidad, en uno u otro sentido, las

universidades se han convertido en una de las instancias clave de las sociedades desarrolladas que

se han situado generalmente, al menos en lo referente a investigación científica y tecnológica, en

una posición avanzada. No obstante, en el ámbito de la docencia universitaria, las estrategias

didácticas y los métodos de enseñanza que mayoritariamente se han empleado han quedado

anclados en el pasado y en estos momentos pueden considerarse ciertamente obsoletos.

La introducción de competencias puede concebirse pues como una interesante y sistemática

tentativa para poner la formación universitaria a la altura de los nuevos tiempos. Son múltiples los

cambios que ha experimentado nuestro entorno en las últimas décadas, hasta el punto de que se ha

evolucionado desde la era industrial a la sociedad del conocimiento. Nuestro contexto social se ha

transformado en todas sus esferas constitutivas y esto plantea nuevas demandas y desafíos a los

sistemas de Educación Superior. Evidentemente, no es lo mismo preparar a los estudiantes para

que consigan una formación especializada y única que los capacite para desarrollar un puesto

específico de trabajo inmutable, que formar a los egresados polivalentes para dotarles de las

competencias necesarias que les van a permitir un desempeño eficaz en distintas ocupaciones a lo

largo de su vida.

En los últimos años el tema de las competencias ha tenido un extraordinario auge, particularmente

en la Declaración Mundial sobre la Educación Superior en el siglo XXI: Visión y Acción, de 1998,

en el marco de acción prioritaria para el cambio y desarrollo de la educación superior aprobados,

plantea que las nuevas generaciones deberán estar preparadas con nuevas competencias y nuevos

conocimientos e ideales. También en la conferencia de 2009: Las Nuevas Dinámicas de la

Educación Superior y de la Investigación para el Cambio Social y el Desarrollo, plantea en su

declaración final, dentro del acápite Responsabilidad Social de la Educación Superior que "la

educación superior no sólo debe proveer de competencias sólidas al mundo presente y futuro, sino

54

contribuir a la educación de ciudadanos éticos, comprometidos con la construcción de la paz, la

defensa de los derechos humanos y los valores de la democracia"

Los constantes cambios de los escenarios del trabajo y educativos han provocado

cuestionamientos de los perfiles que plantea el currículo de la universidad actual, por lo que cada

vez la idea de la formación por competencias adquiere más importancia, sobre todo, con el criterio

de que en la estructura de la competencia profesional participan formaciones psicológicas

cognitivas, motivacionales y afectivas. La formación concebida a través de un modelo por

competencias integradas, prioriza el aprendizaje por encima de la enseñanza. Esta manera de

proyectar el currículum en la educación universitaria, reviste una gran importancia para la

formación de los ciudadanos profesionales que requiere el mundo actual.

Vamos a articular los motivos que justifican los diseños por competencias en torno a tres ejes (Cano

García, 2008):

En primer lugar nos hallamos inmersos en la sociedad del conocimiento. Estamos rodeados de

información. Ésta se crea rápidamente y queda obsoleta también rápidamente. En los últimos años

ha crecido exponencialmente la información que circula por la red. De hecho, lo importante no es

la información, sino el conocimiento. Alfons Cornella (s/f) alerta de los riesgos de la

“intoxicación”, es decir, de un exceso de información que no podemos digerir y acaba por

sobrepasarnos e “intoxicarnos”. Por ello más que conocer ciertas informaciones que pueden dejar

de ser válidas en un cierto tiempo, se hace necesario ser capaz de buscar la información pertinente

a cada momento, ser capaz de seleccionarla (de entre un abanico vastísimo de posibilidades), ser

capaz de procesarla, tratarla, interpretarla y apropiarse de ella para generar el conocimiento

necesario que nos permita resolver las situaciones que se nos presenten. Eso es precisamente lo que

pretenden los diseños por competencias: que las personas desarrollen capacidades amplias, que les

permitan aprender, y desaprender, a lo largo de toda su vida para adecuarse a situaciones

cambiantes. Es posible que no ocupemos el mismo puesto de trabajo toda la vida. Quizá no

desempeñemos ni siquiera la misma profesión. Necesitamos conocimientos, habilidades y actitudes

que nos faciliten esa flexibilidad que se hará imprescindible.

En segundo lugar, y ligado al cambio acelerado del saber, hallamos la complejidad: el conocimiento

es cada vez más complejo, obedeciendo a una lógica posmoderna que nos cuesta articular porque

equiparamos complejidad y complicación. Las clásicas divisiones entre asignaturas o las

clasificaciones de los saberes parecen no servir en el contexto actual. Hay que eliminar la

fragmentación y apostar por un conocimiento integrado que, como sugiere Morin (2001), supere la

superespecialización y el reduccionismo que aísla y separa. Las competencias constituyen una clara

apuesta en esta línea, proponiendo la movilización de conocimientos y su combinación pertinente

para responder a situaciones en contextos diversos.

En tercer lugar, se hace cada vez más necesaria una formación integral que permita a las personas

enfrentarse a una sociedad incierta (sociedad red y primacía NTIC pero con riesgo de brecha digital;

sociedad globalizada pero con fuerte aumento de totalitarismos y fundamentalismos; sociedad del

bienestar pero con riesgo de un creciente consumismo compulsivo, etc.). Las propuestas por

competencias incluyen conjuntos de conocimientos, habilidades y actitudes de carácter muy

diferente, incorporando talentos o inteligencias que tradicionalmente desde los sistemas educativos

reglados no se habían tenido presentes. Ya hace más de una década que Gardner (1994) nos mostró

55

la importancia de tener presentes las inteligencias múltiples. En este sentido, con los diseños por

competencias tienen cabida en la formación inteligencias no estrictamente cognitivas, como la

inteligencia emocional, que pueden ayudarnos a dar respuesta a una situación de forma eficiente o

a adaptarnos a realidades cambiantes.

Así pues, en la línea de Perrenoud (2004a, 2004b), entendemos las competencias en sentido amplio,

flexible y creativo, desde una concepción más cercana a la perspectiva cognitiva, más rica y

profunda y que supone entender las competencias como capacidades muy amplias, que implican

elegir y movilizar recursos, tanto personales (conocimientos, procedimientos, actitudes) como de

redes (bancos de datos, acceso documental, especialistas,…) y realizar con ellos una atribución

contextualizada (espacio, tiempo, relación).

En este sentido, rescatamos tres elementos que caracterizan a las competencias, tal y como las

concebimos, y que nos pueden aproximar a su comprensión:

a) Articulan conocimiento conceptual, procedimental y actitudinal pero… van más allá: El

hecho de acumular conocimientos no implica ser competente necesariamente. El mero

sumatorio de saberes y capacidades no nos lleva a la competencia. El ser competente

implica un paso más: supone, de todo el acervo de conocimiento que uno posee (o al que

puede acceder), seleccionar el que resulta pertinente en aquel momento y situación

(desestimando otros conocimientos que se tienen pero que no nos ayudan en aquel contexto)

para poder resolver el problema o reto que enfrentamos.

b) Se vinculan a rasgos de personalidad pero… se aprenden: El hecho de poseer de forma

innata ciertas inteligencias es un buen punto de partida pero no me garantiza ser competente.

Las competencias deben desarrollarse con formación inicial, con formación permanente y

con experiencia a lo largo de la vida. Se puede ser competente hoy y dejarlo de ser mañana

o serlo en un contexto y dejarlo de ser en otro contexto que no me resulta conocido. Las

competencias tiene, pues, un carácter recurrente y de crecimiento contínuo. Nunca se “es”

competente para siempre.

c) Toman sentido en la acción pero… con reflexión: El hecho de tener una dimensión

aplicativa (en tanto que suponen transferir conocimientos a situaciones prácticas para

resolverlas eficientemente) no implica que supongan la repetición mecánica e irreflexiva de

ciertas pautas de actuación. Al contrario, para ser competente es imprescindible la reflexión,

que nos aleja de la estandarización del comportamiento.

Implicaciones de los diseños por competencias

Esta visión posee indudables implicaciones, tanto organizativas como para los maestros.

En primer lugar, a nivel organizativo, el documento “Propuesta para la renovación de las

metodologías universitarias” (Consejo de Coordinación Universitaria, 2006), ya señala que para

conseguir dicha renovación han de darse una serie de medidas institucionales de impulso

(información, motivación, sensibilización), formación y ejecución (proyectos piloto, guías,

redes,…). Estas medidas que superan la voluntad o campo de acción del profesorado son

imprescindibles para que una docencia diferente pueda darse. Entre las iniciativas más valoradas

tanto por equipos rectorales como por equipos decanales o departamentales, se hallan la

elaboración de un plan estratégico; la identificación, visualización y difusión de buenas prácticas;

la consolidación de programas de formación y la definición y dinamización de un modelo educativo

56

propio. Así pues, se requieren cambios en las políticas y estructuras de las instituciones

universitarias.

En segundo lugar, a nivel docente, en tanto que la atención se focaliza en el aprendizaje más que

en la enseñanza y en el rol activo por parte del alumno para construir su conocimiento, esto nos

obliga a un cambio cultural que pasa por…

• Revisar el modo en que entendemos nuestra función como maestro.

• Pasar de transmisores de contenidos a facilitadores de oportunidades de crecimiento

• Pensar tanto en el “qué” queremos que aprendan los estudiantes como en el “cómo”

creemos que pueden aprenderlo (y, por supuesto, en el “para qué”).

• Reducir sesiones presenciales dedicadas al conocimiento conceptual sobre el que

tradicionalmente pivotaban muchas asignaturas para buscar vías de apropiación del mismo

a partir de trabajo autónomo (permitiendo así que las sesiones presenciales se dediquen al

aprendizaje cooperativo, al debate, a la construcción de conocimiento).

Nada de esto es nuevo: ya venido trabajando en esta línea, por lo que hemos de partir de rescatar

aquello que ya hacíamos y que nos sirve y darle una dimensión colectiva, buscando con los

compañeros sinergias que lleven a diseños curriculares más coherentes y sostenibles, tanto para

nosotros como en términos de carga de trabajo que suponen para el estudiante. Quizá lo

verdaderamente nuevo sea un cambio de mirada: pasar de los planes de estudio construidos a partir

del sumatorio de fragmentos yuxtapuestos (que llevaban a que el estudiante, al finalizar sus

estudios, hubiera atesorado una cantidad de conocimientos, a veces inconexos y a veces poco

significativos) a los diseños curriculares que parten del perfil de graduado que deseamos. Este perfil

(que no debe de ser sólo profesional) es el que nos compromete a todos y cada uno de nosotros

como maestros y se trata de desagregar las competencias que caracterizan ese perfil, de modo que

pensemos conjuntamente cómo podemos contribuir desde cada materia (y, finalmente, si procede,

desde cada asignatura) a que el estudiante desarrolle dichas competencias. Por lo tanto, desde el

conocimiento de cada asignatura (en la base de la competencia se halla el conocimiento) se trata

de ofrecer experiencias de aprendizaje que permitan progresar en el desarrollo de las competencias

seleccionadas. Para ello…

• Hay que ser cuidadoso en el diseño de dichas competencias (se puede partir del libro blanco

elaborado para el grado, pero también se hacen necesarios otros documentos como las

competencias transversales por las que cada universidad haya apostado o estudios y análisis

que se hayan realizado para ese contexto y que ayuden a perfilar el ciudadano profesional

que se desea formar). A partir de estos documentos sería interesante seleccionar pocas

competencias, tanto específicas como transversales, pero muy relevantes.

• Hay que ser conscientes de que no todas las asignaturas trabajarán todas las competencias,

por lo tanto, que cada materia o, si procede, asignatura se comprometa a ofrecer

oportunidades de desarrollo únicamente de aquellas que, por la lógica de su disciplina, por

la metodología que utiliza, por su situación en el plan de estudios,… puede realmente

trabajar.

• Hay que asegurar que cada competencia es promovida desde diferentes cursos y campos de

conocimiento, diseñando una suerte de escala en la progresión de dicha competencia,

estableciendo niveles de competencias. Para ello puedo utilizar rúbricas o matrices de

57

valoración y pensar qué nivel de la escala de la rúbrica sería deseable que los alumnos

alcanzasen en un curso inicial y qué otro nivel, más elevado, deberían mostrar al finalizar

sus estudios.

• A la vez, si la titulación posee itinerarios o “especialidades”, hay que velar por asegurar

que las competencias más definitorias de ese itinerario sean especialmente trabajadas desde

las asignaturas que lo conforman.

Implicaciones de los diseños por competencias en el rol del maestro

Trabajar por competencias nos obliga a revisar nuestras propias competencias. Deberemos mejorar

nuestros conocimientos, capacidades y actitudes para lograr una mayor competencia en temas

pedagógicos

Por una parte, respecto a la planificación, puede que cada universidad ofrezca sus propios modelos

para la elaboración de los planes docentes. A la vez, disponemos ya de numerosos ejemplos

(Bernal, 2006); Zabalza, (2004); Yáñiz y Villardón (2006); Zabalza, 2007) que nos pueden ayudar

a una planificación por competencias. Sin embargo, más allá de los instrumentos para lograr esta

planificación se requiere un cambio cultural que supere la fragmentación disciplinar y que permita

una integración de saberes y una planificación conjunta

Por otra parte, respecto al cambio de metodologías, algunas universidades poseen sus propias guías

metodológicas que nos ayudan a conocer las posibilidades de las diversas propuestas

metodológicas. Sin embargo, más allá de conocerlas (para lo cual nos puede servir la aportación

de Fernández, s/f) y de tener destrezas para ponerlas en práctica, para ser realmente competentes

en este campo deberemos tener también una actitud proclive al aprendizaje activo por parte del

estudiante (Imbernon y Medina, 2005, pp. 23-43); Prieto, 2008) y asumir la transición de nuestro

rol de instructores (aunque quizá ningún profesor ha sido nunca simplemente instructor) a nuestro

rol de facilitadores de aprendizajes. Trabajar por proyectos, con simulaciones, casos, PBL

(Aprendizaje Basado en Problemas), aprendizaje cooperativo, introduciendo portafolios, wikis,

blogs, prácticas de diversos tipos, mini-congresos o simposios,… no es, en definitiva, nada nuevo.

Se trata no sólo de pensar qué conocimientos “conceptuales” aprehenden los alumnos con estas

actividades sino cómo los aprenden y de ensayar, en lo posible, propuestas que tengan una

dimensión colectiva (que no nos lleven a fragmentar el aprendizaje a partir de un sumatorio de

pequeñas tareas múltiples para cada asignatura, cosa que desvirtuaría el sentido de una propuesta

de aprendizaje significativo y, a la vez, daría la sensación de parcelación y, posiblemente, de

desproporción, al alumnado.

Respecto a la tutorización del estudiante, la selección y creación de materiales didácticos, el uso

de recursos tecnológicos al servicio del aprendizaje,… nuestro papel también incrementará.

Finalmente, respecto a la evaluación nuestra actividad –y nuestra cultura- deberá ser decididamente

diferente. Este es el aspecto que, en ocasiones, queda más descuidado y que, por tanto, vamos a

abordar en la sección correspondiente con mayor detalle

EL APRENDIZAJE Y LAS COMPETENCIAS DEL SIGLO XXI

Desde la aparición de un movimiento mundial que aboga por un nuevo modelo de aprendizaje para

el siglo XXI, se ha sostenido que la educación formal ha de transformarse para posibilitar nuevas

formas de aprendizaje, necesarias para afrontar los complejos desafíos mundiales. La bibliografía

58

sobre este tema ofrece argumentos convincentes a favor de la transformación de la pedagogía para

contribuir mejor a la adquisición de competencias del siglo XXI. Sin embargo, se pasa por alto en

gran medida la manera óptima de aprender y desarrollar esas competencias. Las personas expertas

reconocen que el modelo de clase tradicional o “de transmisión” es sumamente ineficaz para

aprender las competencias del siglo XXI, pero aun así sigue siendo ampliamente utilizado. A pesar

de que a escala mundial se opina que los estudiantes deben adquirir competencias tales como el

pensamiento crítico y la habilidad de comunicarse con eficacia, innovar y resolver problemas

mediante la negociación y la colaboración, raras veces se ha adaptado la pedagogía para hacer

frente a estos desafíos. Replantearse la pedagogía para el siglo XXI es tan indispensable como

identificar las nuevas competencias que los estudiantes de hoy necesitan aprender y desarrollar.

La personalización, la colaboración, la comunicación, el aprendizaje informal, la productividad y

la creación de contenido constituyen elementos esenciales de las competencias que se espera que

las personas desarrollen y de la manera en que se aprenden y desarrollan dichas competencias. Se

trata de elementos fundamentales en la visión general del aprendizaje del siglo XXI (McLoughlin

y Lee, 2008, pp. 10 27; Redecker y Punie, 2013, pp. 3 -17). Asimismo, las competencias personales

(capacidad de iniciativa, resiliencia, responsabilidad, asunción de riesgos y creatividad), las

competencias sociales (trabajo en equipo, trabajo en red, empatía y compasión) y las competencias

de aprendizaje (gestión, organización, capacidades metacognitivas y habilidad de convertir las

dificultades en oportunidades o de transformar la percepción del fracaso y la respuesta al mismo)

son capitales para lograr niveles máximos de rendimiento en el mundo laboral del siglo XXI

(Learnovation, 2009, pp. 1- 12). Aunque muchas de estas competencias y habilidades puedan

parecer modernas, “no son nuevas, sino simplemente nuevamente importantes” (Silva citado por

Salas-Pilco, 2013, pp. 10 -24).

Aprendizajes del siglo XXI.

La complejidad del mundo presente y del futuro conlleva que las personas deben estar

equipadas para hacer frente a circunstancias imprevistas. Los factores y los desafíos de más peso

obligan a revisar las competencias y aptitudes que se deberán adquirir en el futuro. Dichos

factores constituyen cambios y disrupciones significativas susceptibles de modificar

el panorama futuro de la educación y el trabajo y, asimismo, de alterar el modo de

aprendizaje. Entre ellos se destacan la evolución demográfica, el fenómeno de la

mundialización, la fluctuación del mercado de trabajo, la evolución del medio ambiente y

la presión que ejerce la inmigración y sus consecuencias para la pedagogía y el currículum

de las instituciones educativas. A la hora de imaginar la forma que revestirá el aprendizaje

del siglo XXI será preciso tener en cuenta asimismo los grandes adelantos que representan la

informática, Internet y las novedosas redes sociales (Davies, Fidler y Gorbis, 2011; Leadbeater

y Wong, 2010; Redecker y otros, 2 011).

Simplificando una realidad de por sí muy compleja, como lo es la educación escolar, parece que el

modelo de sistema educativo imperante que, con sus más y sus menos, ha llegado desde la

Revolución Industrial hasta las primeras décadas del siglo XXI, se muestra exhausto y sin

respuestas a un buen número de desafíos que, además, tienen un apremiante carácter de urgencia.

En cierta medida, pareciera que el modelo ya no da más de sí, mostrando síntomas innegables de

agotamiento. Podríamos resumir, siguiendo a Hill y Barber (2014) que dos han sido los motivos

básicos para llegar a este punto: por un lado, la irrupción de las tecnologías y, por otro, el escaso

59

rendimiento del propio sistema. En relación al primer punto, no hace falta detenerse en las

modificaciones que la Sociedad de Internet y del Conocimiento han producido en nuestras vidas,

las de todos con independencia de si uno pertenece a la generación Y, a la X o a la Z, de si uno es

alumno, profesor o director de un colegio: nos informamos de modo distinto, nos entretenemos de

modo distinto, nos comunicamos de modo distinto, nos relacionamos de otra manera y, en muchos

sentidos, pensamos y somos de forma distinta a cómo fueron y pensaron las generaciones

anteriores. Y la escuela no puede obviar la necesidad de hacerse coetánea de sus tiempos: el reto

no es la incorporación de dispositivos en las aulas; se trata más bien de educar en y para esa

sociedad digital. Con respecto al segundo punto, el movimiento de estandarización y globalización

de pruebas para medir el rendimiento de los alumnos y la productividad de los sistemas educativos

capitaneada por PISA, ha puesto en evidencia la eficiencia de la escuela incluso si es medida en

sus propios términos (matemáticas, comprensión lectora o competencia científica). Tan frustrante

es el panorama que proyectan los informes que nos ha sido más fácil recordar los pocos nombres

de los países con mayor éxito: Finlandia, Singapur, Corea o Polonia han ocupado posiciones en el

imaginario colectivo como los grandes referentes del peculiar atlas del éxito escolar. En síntesis,

podríamos entender que ha habido dos grandes fuerzas, dos corrientes o tendencias, que han puesto

al paradigma tradicional de la escuela industrial en entredicho: la mezcla indisociable de tecnología

con globalización junto a la gran oleada de la medición y la OCDE. Ambas realidades han generado

frustración: la escuela no ha sido capaz de integrar el aluvión de tecnologías en su propio beneficio

(cuando, sin embargo, tienen potencial para mejorar la educación siempre que no sean absorbidas

por la matriz de las viejas pedagogías) ni ha logrado cambiar sus prácticas para obtener mejores

rendimientos académicos. El resultado de ambas embestidas es la obvia necesidad de encontrar un

nuevo paradigma resumido bajo el eslogan de “la educación del Siglo XXI”.

El abordaje moderno del desarrollo de la ciencia se ve claramente influenciado por la aparición de

las neurociencias que, en esencia, son una amalgama de diversas disciplinas que intentan entender

el sistema nervioso y el cómo es el funcionamiento del cerebro y sus diversas actividades para

entender mejor la realidad del mundo (Redolar, 2002). En otro sentido, por neurociencia se

entiende a manera del proceso de medición de actividades cerebrales con aparatos tecnológicos,

para entender el cómo es que se dan las relaciones e interconexiones cerebrales, para a partir de ahí

tener un mapa más completo de ese gran dispositivo llamado cerebro (Flórez, 2015, pp. 2 –14).

La neuroeducación es un rizoma del cual emergen diversos tópicos que robustecen la función

docente, mediante los cuales se debe de buscar lograr una mayor cantidad de aprendizajes y, sobre

todo, que sean significativos para los alumnos del siglo XXI. Además de entender que la

neurociencia debe ser la base científica bajo la cual se puede lograr un mayor desarrollo de la

educación y de las naciones (González Tapia, 2016).

Si bien, la Neurociencia y el Neuroaprendizaje sustentan y explican las capacidades humanas, a

partir del funcionamiento del cerebro, éste, hace posible las potencialidades que ordenan procesos

y generan conductas adaptativas para solucionar problemas, según el contexto donde se

desenvuelve la persona. El ser humano aprende por condición natural y no por una sola vía. En la

medida que cada persona es consciente de su proceso de aprender, reconoce su estilo y mantiene

vivo el deseo de aprender, está en posibilidades de maximizar su propio aprendizaje. Las

aportaciones del Neuroaprendizaje, las teorías cognitivas y el aprendizaje significativo, son algunos

de los referentes indispensables para comprender los procesos de aprendizaje de los alumnos,

60

desarrollar habilidades básicas de pensamiento, potenciar las capacidades naturales para aprender

y ofrecer experiencias significativas por y para la vida en este siglo XXI.

Por otro lado, se tiene el concepto de neurodidáctica, que viene a complementar al proceso de

educación y se entiende como una: Disciplina parte de la capacidad de aprendizaje de la especie

humana e intenta encontrar las condiciones para que su desarrollo sea óptimo. La idea clave es la

convicción de la existencia de una íntima relación entre la plasticidad del cerebro y la capacidad

de aprendizaje. Los resultados de estudios neurológicos permiten investigar esta relación. La

misión de la neurodidáctica sería pues orientar los conocimientos neurológicos hacía la didáctica

y aplicarlos a los procesos de educación y formación humana. Es un primer intento, pionero, de

colaboración entre la investigación cerebral y la didáctica (Mayordomo Mas, 2015, p. 18).

1. Aprendizaje significativo.

La Teoría del aprendizaje significativo de David Ausubel (1963) aporta información para

diferenciar el aprendizaje de tipo memorístico del aprendizaje significativo. “Aprender

significativamente quiere decir poder atribuir significado al material objeto de aprendizaje” (Coll,

1989). La atribución del significado se realiza a partir de lo que ya se conoce (conocimientos

previos), mediante la ampliación de los esquemas de conocimiento.

¿Qué sé? ¿Cómo lo sé? ¿Cómo aprendo? ¿Para qué aprendo? ¿Por qué no lo olvido?, son algunas

de las preguntas que David Ausubel se hizo para poder formular su teoría y explicar cómo

aprendemos, e inmediatamente surge las preguntas, ¿realmente el ser humano es capaz de tener

aprendizajes significativos? y si ¿el maestro sabe cómo poder ofrecer aprendizajes significativos a

sus estudiantes?

La concepción de aprendizaje significativo supone que la información es integrada a una amplia

red de significados que la persona ha adquirido con anterioridad, ya sea en la escuela, la familia o

la vida misma; la cual se modifica progresivamente por la incorporación de nueva información

(datos, información,). Cada vez que al alumno se le presenta alguna información nueva o cuestiona

sobre algún tema, o lo que sabe de él, ocurre una activación inmediata de experiencias y saberes

previos; el conocimiento y el manejo de la información son indicadores que algo sabe del contenido

o del tema, de la asignatura o del fenómeno de estudio. El aprendizaje significativo no es la “Simple

conexión” de la información nueva con la ya existente en la estructura cognoscitiva de la persona

que aprende; el aprendizaje involucra la modificación de la nueva información, siempre y cuando

exista disposición e interés para aprender para transformar el conocimiento y el objeto real

El aprendizaje significativo es aquel aprendizaje que comprendemos perfectamente porque

tenemos experiencias que nos ayudan a entender los nuevos conceptos y que al momento de

incorporar esta nueva información es entendida claramente es decir, que la nueva información se

conecta con un concepto relevante (“subsunsor”) (Ausubel David, 1983), pero yo pienso que se

captará más rápidamente sólo si esa información te interesa conocerla y también la llevas a la

práctica, pues “la palabra arrastra pero el ejemplo convence”, y este es un claro ejemplo de un

aprendizaje significativo, no todo será un aprendizaje significativo, si no le doy el sentido o la

práctica que necesita.

Ausubel considera que el aprendizaje significativo no solo es una simple conexión, sino que es una

evolución de lo que se sabe con la nueva información y considera tres tipos de aprendizaje

61

significativo que son: de representaciones, de conceptos y de proposiciones (Alejandra, 2015); que

son los procesos por lo que pasamos, porque primero el niño aprenderá un vocabulario y a partir

de experiencias le dará significados y más adelante generará frases que integrara su estructura

cognitiva y este ciclo se llevará a cabo las veces que sean necesarias.

Uno de los paradigmas en Psicología de la educación, descrito por Gerardo Hernández Rojas (2000,

pp. 138-140) es el paradigma cognitivo, en este se ubica el aprendizaje significativo, y señala que

son necesarias varias condiciones para que el aprendizaje sea significativo:

• Que el material que se va aprender posea significatividad.

• Que entre el material de aprendizaje y los conocimientos previos de los alumnos exista una

distancia óptima, para que ellos puedan encontrarle sentido.

• Que exista disponibilidad, intención y esfuerzo de parte del alumno para aprender.

Por su parte, Carlos Zarzar, señala que el aprendizaje significativo se da en la medida que se

presentan las siguientes condiciones básicas:

• Motivación (Me interesa, tengo ganas de aprender…)

• Comprensión (Entiendo, relaciono, comparo…)

• Participación (Activa)

• Aplicación (Uso la información, aplico el conocimiento, pongo en práctico lo que aprendí)

2. Aprendizaje basado en problemas

El aprendizaje ha evolucionado de manera que en las aulas los maestros utilizan métodos con los

que los estudiantes tienen un papel más participativo. El aprendizaje basado en la resolución de

problemas, ABP, es un método en el que los estudiantes tienen un papel activo. El Aprendizaje

Basado en Problemas “es una metodología centrada en el aprendizaje, en

la investigación y reflexión que siguen los estudiantes para llegar a una solución ante un problema

planteado por el profesor”.

Como su nombre indica se debe resolver un problema y son los alumnos los que tienen el reto de

encontrar la solución. Lo harán trabajando en equipo, buscando y recopilando información

mientras el maestro tiene el papel de guiarles. Además, un aspecto importante a nivel educativo es

que este método favorece a motivarles a querer aprender, ya que cuando los alumnos encuentran

la solución surgen otras incógnitas que querrán resolver.

El aprendizaje basado en problemas es un proceso de aprendizaje cíclico compuesto de muchas

etapas diferentes, comenzando por hacer preguntas y adquirir conocimientos que, por su vez, llevan

a más preguntas en un ciclo creciente de complejidad.

Poner en práctica esta metodología no supone sólo el ejercicio de indagación por parte de los

alumnos, sino convertirlo en datos e información útil. De acuerdo con múltiples pedagogos, las

cuatro grandes ventajas observadas con el uso de esta metodología son:

62

• El desarrollo del pensamiento crítico y competencias creativas

• La mejora de las habilidades de resolución de problemas

• El aumento de la motivación del estudiante

• La mejor capacidad de transferir conocimientos a nuevas situaciones

Los maestros lo pueden aplicar a cualquier temática y a los estudiantes les aporta los siguientes

beneficios en su aprendizaje:

• Los estudiantes aprenden a relacionar la información que han encontrado con la que ya

tenían. Esto supone que "deben ser capaces de juzgar y decidir la pertinencia de los

conocimientos, detectar matices y diferencias, reformular o ampliar sus certezas".

• Tener un papel activo y participativo hace que los estudiantes sea más autónomos y tengan

más responsabilidades, por tanto, mientras trabajan desarrollan esas cualidades. Cuando

buscan información toman decisiones, se fomenta su capacidad de análisis, aprenden a

detectar las necesidades que surgen y a resolver los objetivos que se les han asignado.

• Estar tan involucrados les motiva a aprender y despierta su curiosidad.

• Desarrollan competencias que también les servirán en el futuro, se refiere a: la creatividad,

la adaptación a los cambios, el razonamiento, la lógica o el pensamiento crítico.

• Cuando se trabaja en el aula el aprendizaje basado en la resolución de problemas

combinado con el trabajo cooperativo potenciarás en los estudiantes la comunicación y

el respeto hacia los demás.

• Hoy en día existe la posibilidad de integrar en el aprendizaje las nuevas tecnologías y, sin

duda, también se puede hacer con el aprendizaje basado en la resolución de problemas. De

esta manera tus estudiantes también aprenderán a utilizar los diferentes soportes, programas

y aplicaciones como herramienta para buscar información y para comunicarse.

3. Aprendizaje basado en Proyectos

El Aprendizaje Basado en Proyectos, tiene una finalidad pedagógica concreta que es el aprendizaje

mediante el cual los estudiantes planean, implementan y evalúan proyectos que tienen un aplicación

en el mundo real más allá del aula de clase, esta metodología se conceptualiza y se pone en marcha

claramente a partir artículo “The Proyect Method”, escrito precisamente por Kilpatrick (1918, pp.

319–334)

En el Aprendizaje Basado en Proyectos se recomiendan actividades de aprendizaje

interdisciplinarias, de largo plazo y centradas en el estudiante, en lugar de lecciones cortas y

aisladas (Challenge 2000 Multimedia Project, 1999, Katz, 1994) , además implica dejar de lado la

enseñanza mecánica y memorística para enfocarse en un trabajo más retador y complejo; utilizar

un enfoque interdisciplinario en lugar de uno por área o asignatura y estimular el trabajo

cooperativo (Anderman y Midgley, 1998; Lumsden, 1994 )

El aprendizaje basado en proyectos se desarrolla de manera colaborativa que enfrenta a los

estudiantes a situaciones que los lleven a plantear propuestas ante determinada problemática.

Entendemos por proyecto el conjunto de actividades articuladas entre sí, con el fin de generar

productos, servicios o comprensiones capaces de resolver problemas, o satisfacer necesidades e

inquietudes, considerando los recursos y el tiempo asignado.

63

Los autores e investigadores que proponen los modelos por competencias en la educación

consideran que el proyecto es una estrategia integradora por excelencia, y que es la más adecuada

para movilizar saberes en situación (Díaz Barriga 2015; Jonnaert et. al. 2006). De esta manera, los

estudiantes pueden planear, implementar y evaluar actividades con fines que tienen aplicación en

el mundo real más allá del aula.

Algunos autores sugieren que los proyectos deben tener en común las siguientes características

(Dickinson et al, 1998; Katz y Chard, 1989; Martin y Baker, 2000; Thomas, 1998):

• Centrados en el estudiante, dirigidos por el estudiante: En este sentido el proyecto debe

contar con una estructura pertinente que permita que el aprendizaje sea un proceso

constructivo, donde los factores académicos, sociales y contextuales tienen influencia en su

adquisición.

• Un inicio, un desarrollo y un final claramente definidos: Antes de implementar la propuesta

con los estudiantes se debe tener formulada la estructura del proyecto con todos sus

componentes previo a la ejecución de éste.

• Contenido significativo para los estudiantes; directamente observable en su entorno: El

proyecto debe estar diseñado para permitir el logro de los diferentes objetivos a través de

diferentes estructuras de conocimiento que permiten establecer movilidad y conexión entre

la nueva información y las ideas previas de los estudiantes.

• Problemas del mundo real: El aprendizaje se obtiene de manera significativa cuando se

logra ubicar lo aprendido en situaciones reales, donde la motivación despierta el interés y

lleva a realizar tareas de investigación para resolver y decidir sobre las posibles soluciones.

• Investigación de primera mano: Los estudiantes son quienes realizan las investigaciones y

la búsqueda de información, el docente solo actúa como apoyo cuando éstos lo consideren

necesario. En el caso de búsqueda bibliográfica, se debe optar por la información obtenida

desde las fuentes originales y no por resúmenes o interpretaciones.

• Objetivos específicos relacionados tanto con el Proyecto Educativo Institucional (PEI)

como con los estándares del currículo: Los proyectos desde su origen tienen unos objetivos

pedagógicos transversales establecidos, los cuales no tienen que ser evidentes para los

estudiantes, pero que el docente como organizador, orientador y facilitador del proyecto

debe tener lo suficientemente claros.

• Un producto tangible que se pueda compartir: Del desarrollo del proyecto debe surgir un

trabajo que permita poner en evidencia los resultados, lo aprendido, como los estudiantes

desde sus diferentes perspectivas afrontaron las dificultades, y las fortalezas y debilidades

del proyecto y de los procesos tanto individuales como grupales, todo esto para realizar una

socialización que dé a conocer el trabajo realizado.

En su esencia, el ABP permite a los estudiantes adquirir conocimientos y competencias clave a

través de la elaboración de proyectos que dan respuesta a problemas de la vida real.

El aprendizaje basado en proyectos o tareas integradas, supone hoy la mejor garantía didáctica para

una contribución eficaz al desarrollo de las competencias clave y al aprendizaje de los contenidos

del currículo.

Partiendo de un problema concreto y real, en lugar del modelo teórico y abstracto tradicional,

parecen evidentes las mejoras en la capacidad de retener conocimiento por parte del alumnado así

64

como la oportunidad de desarrollar competencias complejas como el pensamiento crítico, la

comunicación, la colaboración o la resolución de problemas.

4. Aprendizaje activo.

“Si, en lo que se refiere a la enseñanza, no todo se basa en "decir” El aprendizaje no es una

consecuencia automática de verter información en la cabeza de un estudiante. Requiere la propia

participación mental del estudiante y también la acción. Por si solas, la explicación y la

demostración jamás conducirán a una educación real y duradera. Sólo un aprendizaje que sea activo

lo logrará. (Silberman, 2006)

El aprendizaje activo implica que la mente del estudiante está activamente comprometida y con

ello las actividades pedagógicas que incitan a los estudiantes a hacer cosas y a reflexionar sobre lo

que hacen (Brauer, 2013). Los estudiantes que aprenden activamente son dinámicos en su

aprendizaje, reflexionando y monitoreando, tanto el proceso como los resultados (Barkley, 2010).

El aprendizaje activo es una aproximación metodológica centrada en el estudiantado, con la

premisa de que el conocimiento se construye a partir de la interacción con los demás individuos,

apoyándose en la reflexión y vivencias situadas en un contexto determinado (Howell en Koo, 1999,

pp. 89- 94; Schwartz y Pollishuke, 1998; Silberman, 2006), que busca desarrollar la capacidad de

pensamiento crítico (Revans, 1983, pp. 39 -50).

El maestro es un agente facilitador y guía que busca la formación integral del individuo,

estructurando actividades específicas de enseñanza que permitan una relación directa entre la

práctica y la teoría buscando la trascendencia y aplicación de los saberes a diferentes contextos y

situaciones de su vida (Huber, 2008). Para ello realiza un proceso reflexivo que visualiza su

aplicación en etapas: planificación, contextualización, reflexión individual, acción / práctica,

reflexión colectiva, evaluación y mejora continua (Chirino, Ramos y Lozano, 2015, pp. 164 -174;

Huber, 2008, pp. 59 81). Revans (1983 pp. 39 -50) menciona la importancia de reflexionar en

estrategias pedagógicas que faciliten el aprendizaje desde la movilización del estudiantado hacia

la reflexión, liderazgo y creatividad, considerando el aprendizaje entre pares.

¿Qué convierte al aprendizaje en "activa"? Cuando lo es, los alumnos realizan la mayor parte del

trabajo. Utilizan la mente: estudian ideas, resuelven problemas y aplican lo que aprenden. El

aprendizaje activo es ágil, divertido, útil y personalmente atractivo. ¿Por qué es necesario volver

activo el aprendizaje? Para aprender algo bien, conviene escucharlo, verlo, formular preguntas al

respecto y conversarlo con otros. Fundamentalmente, los estudiantes necesitan "hacerlo", descubrir

las cosas por su cuenta, encontrar ejemplos, probar sus aptitudes y realizar tareas que dependan de

los conocimientos que ya poseen o deben adquirir.

¿Por qué es necesario volver activo el aprendizaje? Para aprender algo bien, conviene escucharlo,

verlo, formular preguntas al respecto y conversarlo con otros. Fundamentalmente, los estudiantes

necesitan "hacerlo", descubrir las cosas por su cuenta, encontrar ejemplos, probar sus aptitudes y

realizar tareas que dependan de los conocimientos que ya poseen o deben adquirir.

5. Aprendizaje profundo.

La sociedad del conocimiento y de la información plantea nuevas demandas a la educación. Lo que

aprendíamos ayer ya no es válido para lo que se necesita hoy. El medio ambiente actual con sus

múltiples estímulos y fuentes proporciona un conocimiento a las nuevas generaciones y en cierta

65

forma ha desplazado los roles asignados tradicionalmente a la escuela. La comunicación entre las

personas ha cambiado rápidamente, tanto en sus formas como en sus contenidos. El aprendizaje

basado tradicionalmente en las funciones de la reproducción y memoria debe dar paso al desarrollo

de la comprensión y de los procesos cognitivos superiores de modo de conseguir autonomía

intelectual para el manejo de la información.

Para definirlo, vayamos directamente a las fuentes con dos textos de la Red Global de Aprendizajes

sobre las Nuevas Pedagogías para el Aprendizaje Profundo (Pereyras, 2015): “… se caracteriza

por integrar lo nuevo al conocimiento previo sobre el tema, favoreciendo con ello su comprensión

y su retención en el largo plazo; pudiendo, más adelante, utilizar lo aprendido en contextos

diferentes para la solución de problemas del mundo real…” - “… la tesis de Fullan se centró en

la necesidad de que estas tres fuerzas (pedagogía, tecnología y conocimiento para el cambio) se

conecten entre sí para revolucionar los aprendizajes. En su propuesta la pedagogía es la base, la

tecnología es el acelerador y el conocimiento para el cambio el amplificador…”

El aprendizaje profundo consiste dotar de significado una nueva información (Biggs y Tang, 2007),

es decir, se trata de una estrategia que tiene como finalidad incorporar una perspectiva crítica

sobre un determinado aprendizaje y, al hacerlo, favorecer su comprensión y permitir su retención

a largo plazo y con la posibilidad de que dicho aprendizaje sirva más adelante para la resolución

de un determinado problema en un contexto determinado. Si leemos con detenimiento esta

definición, no daremos cuenta de que, en definitiva, el aprendizaje profundo se centra en la

comprensión y en cómo se puede aplicar y fijar un aprendizaje para siempre.

Para Biggs (2006), la motivación es factor para promover el aprendizaje profundo, pues un

estudiante motivado por aprender y no sólo estudiar para acreditar los exámenes, tendrá más éxito

en su vida académica, personal y laboral. Para generarla el maestro juega un papel fundamental.

El aprendizaje profundo es un tema que cada vez adquiere mayor relevancia en el campo de

la inteligencia artificial (IA). Siendo una subcategoría del aprendizaje automático, el aprendizaje

profundo trata del uso de redes neuronales para mejorar cosas tales como el reconocimiento de voz,

la visión por ordenador y el procesamiento del lenguaje natural. Rápidamente se está convirtiendo

en uno de los campos más solicitados en informática. En los últimos años, el aprendizaje profundo

ha ayudado a lograr avances en áreas tan diversas como la percepción de objetos, la traducción

automática y el reconocimiento de voz (todas ellas áreas especialmente complejas para los

investigadores en IA).

6. Aprendizaje visible.

Otro de los cambios fundamentales para lograr el nuevo paradigma es la puesta en marcha de

estrategias para activar, reflexionar, valorar y rectificar el propio proceso de aprendizaje. Supone

que tanto el profesor como el alumno conversen sobre la marcha de su enseñanza/aprendizaje,

valorando si se están consiguiendo las metas. El aprendizaje visible implica dialogar y evidenciar

el proceso en sí mismo. John Hattie ha investigado sobre las maneras y estrategias más eficaces

66

dentro de un aula; en el siguiente texto podemos comprobar el significado de este aprendizaje

visible: - “… plantea una educación recíproca donde docentes y alumnos aprenden el uno del otro.

Ofrece retroalimentaciones personalizadas y promueve la interacción verbal con los estudiantes.

Plantea un aprendizaje metacognitivo haciendo explícito el proceso de pensamiento y metas que

presentan desafíos educativos ambicioso y realizable. El docente activador es un provocador que

aviva la curiosidad natural de los alumnos, movilizando aprendizajes que resultan estimulantes e

interesantes…” (Pereyras, 2015)

7. Aprendizaje personalizado.

Una de las grandes aportaciones de las tecnologías al futuro de la educación será acercarnos al

sueño de conseguir una educación personalizada. La investigación y el desarrollo de algoritmos de

lo que está llamando “aprendizaje adaptativo”, nos permitirá que cada alumno tenga un itinerario

individual de aprendizaje que tenga en cuenta su ritmo, su nivel de conocimientos previos, su estilo

cognitivo o su madurez en la materia. De forma automática, el propio sistema será quien interprete

los resultados para proponer a cada uno los siguientes pasos en el proceso de aprendizaje. Las

posibilidades del big data en educación son de una tremenda potencialidad: la información que deja

un usuario será utilizada para diseñar su propio camino

8. Aprendizaje social, en red y colaborativo

La estrategia de aprendizaje basado en proyectos colaborativos (ABPC) es una innovación en la

educación superior, caracterizada por la ejecución de un conjunto de actividades interrelacionadas

y coordinadas en la que participan de forma conjunta los miembros de un equipo. Se utiliza para la

enseñanza de diversas áreas de conocimientos, y, con frecuencia, para el trabajo de competencias

profesionales determinantes en el perfil del estudiante universitario. Integrar las TIC’s en el aula

mediante estrategias pedagógicas que promuevan el trabajo colaborativo y el aprendizaje activo,

permite construir un marco educativo que genera estudiantes autónomos y críticos, guiados por

docentes innovadores, capaces de integrar pedagogía y tecnología. Sin embargo, el acceso a

recursos tecnológicos en el aula de clase no va a la par con las necesidades digitales y pedagógicas

de un estudiante necesitado de nuevas formas de relación y comunicación.

En el nuevo paradigma cobran fuerza tres principios: en primer lugar, la idea de que el aprendizaje

y el conocimiento son construcciones sociales; en segundo lugar, la capacidad de trabajo en equipo

se presenta como una habilidad básica en el perfil de un ciudadano del siglo XXI y, por último,

Internet ha permitido el desarrollo de una sociedad de mentes conectadas en red. A ello se suma

que el aprendizaje en grupo tiene en sí mismo un valor educativo: potencia el sentido de

responsabilidad, pertenencia y solidaridad; fomenta las habilidades interpersonales y sociales;

incrementa la motivación por aprender; demanda de la autonomía personal y permite la evaluación

grupal y la autocrítica. Por todo ello, uno de los grandes ejes de la innovación educativa gira en

torno al concepto del aprendizaje colaborativo como la metodología para adquirir conocimientos

por medio de dinámicas de trabajo en grupo.

9. Aprendizaje de competencias en el siglo XXI.

Parece inevitable que nuevas competencias deberán ser incorporados a los programas de estudio y

a los curricula que para ello tendrán que aligerar su carga de contenidos de carácter más académico

o informativo. Varias organizaciones (UNESCO; World Economic Forum) se han encargado de

darnos el retrato robot del ese ciudadano del siglo XXI que debemos educar en nuestras aulas. Dada

67

la multitud de propuestas, podemos tomar el referente del Center for Curriculum Redesign que nos

sugiere tres dimensiones a considerar en los diseños curriculares: la del conocimiento, la de las

habilidades y la del carácter. En la primera de ellas, distingue las áreas tradicionales (como

Matemáticas) de la necesidad de incorporar tanto enfoques inter y transdisciplinares como nuevas

materias (emprendimiento, por ejemplo) y nuevos temas (cultura “global”); en la segunda

dimensión, referida a cómo usamos el conocimiento, propone cuatro habilidades básicas:

creatividad, pensamiento crítico, comunicación y colaboración; y en la esfera de la educación del

carácter -cómo nos comportamos y nos relacionamos con el mundo- apunta a la curiosidad, el

coraje, la ética o el liderazgo.

Resulta poco cuestionable la necesidad de actualizar los programas si sencillamente tenemos en

cuenta la transformación social que ha supuesto Internet o las previsiones que nos hablan de que el

ochenta y cinco por ciento de las profesiones del año 2030 no existen en la actualidad.

10. Aprendizaje extendido.

Las tecnologías nos permiten una conexión permanente y en tiempo real, lo que en educación se

traduce en la posibilidad de acceder a información más allá del espacio y del tiempo lectivo. El

simple hecho de disponer de un celular conlleva la posibilidad de educar en una dimensión de

veinticuatro horas diarias los siete días de la semana. Esto nos sitúa ante la extensión de la

educación formal escolar; un ejemplo ilustrativo de las posibilidades de este aprendizaje ubicuo

son las metodologías flip donde el contenido informativo es atendido por el alumno en su casa, es

decir, fuera del horario escolar mediante un formato video grabado por el profesor. Un dispositivo

tan familiar para cualquier alumno y docente como el celular sirve como herramienta de creación

del video, como plataforma de distribución del mismo y como soporte donde ser consumido

11. Flipped Classroom (Aula Invertida)

Una de los principales aportes de las Tecnología de la Información y la Comunicación (TIC) a la

educación, especialmente en los últimos años con la puesta en escena de aplicaciones y

herramientas de la llamada Web 2.0, han sido las distintas posibilidades que aparecen en el ámbito

del aprendizaje formal e informal en entornos abiertos y flexibles (Tucker, 2012, pp. 82-83). El

modelo tradicional, el que bien conoce nuestra sociedad, podría resumirse en la visión de que los

estudiantes asisten a las lecciones que los maestros imparten y, en casa, realizan los deberes que

les hayan sido asignados en clase (Bergmann y Sams, 2012)

“El aula invertida o flipped classroom es un método de enseñanza cuyo principal objetivo es que

el estudiante asuma un rol mucho más activo en su proceso de aprendizaje que el que venía

ocupando tradicionalmente” (Berenguer, 2016, p. 1466). En definitiva, supone una inversión con

el método anterior (Wasserman, Quint, Norris y Carr 2017, pp. 545-568), donde los estudiantes

estudiarán por sí mismos los conceptos teóricos que el maestros les facilite y el tiempo de aula será

aprovechado para resolver dudas, realizar prácticas e iniciar debates relevantes con el contenido.

Una reflexión relevante sería la de la autora Esteve (2016, pp. 75-95), que cita:

“En cualquier oficio, si uno va trabajando y analizando lo que hace bien, lo que hace mal y va

limpiando, irá mejorando. Si sólo trabaja y no hace balance de lo que ha hecho, seguirá siempre

igual por muchos años que pasen. Pero esto no es distinto de otras profesiones” (p.77).

68

Además, Flipped Classroom puede ser aplicado en todas las aéreas curriculares; primaria,

secundaria, educación superior e, incluso, educación para adultos (Blasco, Lorenzo y Sarsa

2016, pp. 12-20).

El Flipped Classroom o aprendizaje invertido es una metodología de trabajo en la que las dinámicas

del modelo tradicional de enseñanza cambian. Los estudiantes aprenden los contenidos en casa,

preferiblemente acompañados, a partir de vídeos o lecturas propuestas por el maestro y en el aula

se refuerzan los conocimientos adquiridos por medio del trabajo cooperativo.

La metodología Flipped Classroom trata de invertir los tipos de actividades aula- casa / casa-aula

en el modelo habitual, haciendo que los contenidos que antes se aprendían en clase ahora los

trabajen y aprendan en casa a través de vídeos y otras fuentes procedentes de internet, cada uno a

su ritmo; y el tiempo de clase se empleará para realizar las prácticas relacionadas con lo visto de

los vídeos y compartir los aprendizajes con los compañeros. Tanto los trabajos de casa como los

que se realicen en el aula se hacen en común con la familia o con los compañeros de clase

Ventajas de flipped classroom

Adaptación al ritmo del estudiante

Flipped classroom se adapta mucho mejor a los ritmos de trabajo de los estudiantes, evitando la

frustración de algunos de ellos. Y no solamente del estudiante, los maestros tienen que adaptarse a

los materiales, recursos y actividades de aula, para todas en las situaciones. Con la experiencia de

un maestro, su creatividad y su empeño las cosas probablemente salgan bien.

Repetición de contenidos

Al no estar atados a nadie, los estudiantes pueden repetir los procesos, actividades, visualización

de contenidos cuantas veces les sea necesario para su aprendizaje.

Pausas

Los estudiantes manejan su ritmo: pueden hacer una pausa cuando la precisen sin necesidad de ir

a la velocidad del maestro o de sus compañeros. Ellos forman su propio estilo de aprendizaje

Tiempo extra para el maestro

El maestro se ve liberado de la presentación de los contenidos ganando hasta cuatro veces más de

tiempo. De esta manera puede utilizar ese tiempo extra para individualizar su enseñanza,

aumentando el interés de los estudiantes.

Interacción social

Una de las mejores ventajas de Flipped Classroom, es que promueve la interacción social y la

resolución de problemas en el grupo de los estudiantes.

Además, se ha demostrado, que mejora las posibilidades de aprendizaje y disminuye gradualmente

los casos de bullyng, acoso y conflictos entre alumnos.

Resultados y mejoras

Con el modelo de Flipped Classroom, está comprobado que mejora la actitud del estudiante hacia

la materia y en su aprendizaje, sube el interés y la motivación, dota al estudiante en una mejora en

su autonomía e iniciativa personal, aumenta el compañerismo y la implicación de las familias, y

69

por sobre todas las cosas, aumenta el grado de satisfacción de todos los involucrados (estudiantes,

maestro, familias)

Tiempo de clase

En la enseñanza tradicional el maestro es el centro en este deja de ser el centro de atención para ser

un guía en los trabajos. El feedback producido será uno de los grandes fuertes de esta nueva

metodología.

El papel del maestro

El cambio metodológico que se produce cuando “invertimos” las clases, es esencialmente un

cambio en la mentalidad del maestro, un cambio en el centro de “interés” de todo el proceso de

aprendizaje. De ser el centro de atención, los maestros, pasan a ser unos los promotores del

conocimiento, siendo el estudiante el protagonista de su propio aprendizaje. El estudiante será

consciente y responsable de su propio aprendizaje, mejorará su autonomía e iniciativa personal, su

pensamiento crítico y su creatividad para llevar a cabo cada una de las tareas prácticas que les

encomendemos en clase.

Participación de las familias

Hacer partícipes y mantener al tanto de la dinámica del modelo a la familia en el proceso de

aprendizaje de un estudiante es recomendable y necesario. Transmitirles lo que esperamos de su

hijo. Además el aprendizaje en casa es mucho más fácil de la mano de los videos y lecturas

encomendadas al estudiante. La familia puede seguir el proceso de cerca: ver los videos y leer las

lecturas.

Videos

No deben exceder los 10 minutos, no tienen que ser profesionales ni tienen que emplear grandes

medios técnicos. Es acercar el conocimiento a los estudiantes lo más simple posible. Por ejemplo,

puede ser una presentación de las que usadas en clase, a la que le añadís o un texto explicativo o

cualquier recurso existente en la red.

Evaluación

La postura “moderna” de la evaluación tradicional, es que ahora no sólo se evalúa el resultado, si

no, el proceso entero. Hay que tener en cuenta los logros individuales, el proceso seguido, la

actitud, la motivación, los “Productos” realizados qué y cómo los hacen, el rendimiento en clase,

etc.

Responsabilidad del alumno en su propio aprendizaje

Uno de los principales temores que enfrentamos con este modelo de aprendizaje es que el

estudiante no visualice los videos o no lea las lecturas propuestas para casa. Hay que hacerles saber

que son responsables de una parte del proceso que no podemos hacer por ellos: su propio

aprendizaje. Además, la naturaleza de las actividades está pensadas para que el estudiante trabaje

en clase con lo que ha hecho en casa. Por lo que, si no cumple con sus deberes, el tiempo en el aula

será tiempo perdido. Tener en cuenta que si las actividades propuestas en el salón de clase

son atractivas, es casi seguro que los estudiantes se preparen para realizarlas.

12.Gamificación.

70

Los estudiantes que actualmente están ingresando a la universidad, son jóvenes nacidos, criados

y educados en ambientes cargados de tecnología. Esperan que el aprendizaje sea lo más rápido,

sencillo y entretenido posible, maximizando la relación entre resultados obtenidos y tiempo de

estudio. (Ibáñez, Cuesta, Tagliabue y Zangaro, 2008)

Para la docencia Universitaria resulta un desafío que los estudiantes se comprometan y se motiven

con las actividades de aprendizaje. (Biggs, 2004)

Quizás la palabra gamificación no nos suene a nada en concreto, pero, en cuanto nos enteramos de

que procede del anglicismo gamification, somos capaces de asociarla con el juego. Deterding et al.

(2011, p. 2) la definen como “the use of game designs elements, characteristic for games, in non-

game contexts”. Por su lado, Simões et al. (2013, pp. 345–353.) destaca la importancia de los

elementos sociales dentro de este campo, especialmente para aquellos usuarios que diariamente

hacen uso de las redes sociales

La sociedad del conocimiento y la tecnología han traído consigo un nuevo mapa en el que los

jóvenes sienten inquietudes que la educación no siempre ha sabido satisfacer. Estos nuevos

escenarios hacen que los intereses de los alumnos cambien, por lo que los profesores necesitan

explorar nuevas estrategias y recursos en sus clases para aumentar la motivación y el compromiso

con sus alumnos.

A pesar que desde la teoría, sobre todo en las más recientes investigaciones, la gamificación (o

ludificación) se vende como algo totalmente novedoso (Aunque la estrategia no es novedosa en el

contexto educativo, el término “gamificación” sí resulta de reciente data, pues fue acuñado por

primera vez en 2002 por el desarrollador de videojuegos británico Nick Pelling en la web de su

empresa “Conundra Ltd.” (Disponible en línea: https://goo.gl/WEP7ZH), no es menos cierto que

ha venido acompañando los procesos de enseñanza-aprendizaje desde que existen registros

(Torres-Toukoumidis et al., 201, pp. 37-49), sobre todo desde la revolución industrial, que

representó un hito importante en las dinámicas económicas y social aunado al aumento paulatino

del interés por la educación de los nuevos ciudadanos de las urbes.

Así pues “jugar en el aula” no es algo innovador, ni debe entenderse como una panacea que

mejorará automáticamente un mal diseño pedagógico, un currículo no adaptado a los tiempos

actuales o las propias falencias que genera tener docentes desactualizados y desmotivados. Incluir

este tipo de interacciones requiere una mayor planificación de estrategias didácticas, mayor

esfuerzo creativo por parte de los maestros y estar continuamente actualizados de las

potencialidades que brindan todos los entornos, herramientas, aplicaciones, plataformas y

modalidades para desarrollar este tipo de experiencias de aprendizaje significativo en el aula.

La gamificación consiste en el uso de mecánicas, elementos y técnicas de diseño de juegos en

contexto que no son juegos para involucrar a los usuarios y resolver problemas (Zichermann y

Cunningham, 2011; Werbach y Hunter, 2012)

Es importante además recalcar que la gamificación no es sinónimo de “jugar en el aula” o “aprender

jugando”, ni tampoco es lo mismo referirse al término para señalar el aprendizaje a través de

videojuegos, de aplicaciones móviles (apps) o de cualquier otra Tecnología de Información y

Comunicación (TIC); sino que se trata del uso de elementos de diseño de juegos en contextos

tradicionalmente no lúdicos (Deterding et al., 2011, pp. 9-15), siendo estos elementos las

mecánicas, las dinámicas y la estética.

71

La finalidad de toda estrategia de gamificación en el aula debe ser lograr la motivación intrínseca

de los alumnos, es decir, activar el deseo por continuar aprendiendo a través del compromiso de

atención e interacción (engagement) que la dinámica lúdica ofrece en forma de recompensas,

estatus, logros y competiciones. El carácter motivacional del uso de la gamificación en el aula ha

demostrado influir potencialmente en la atención a clase, el aprendizaje significativo y en promover

iniciativas estudiantiles

Elementos de los juegos que aplicamos a la gamificación:

• Voluntario: alguien obligado a jugar no juega

• Aprender o resolver un problema

• Balance entre estructura y libertad (explorar). Gamificación no es convertir todo en un

juego, no son mundos virtuales en 3D o juegos en el lugar de trabajo, no son simulaciones

o juegos serios. Tampoco se trata de poner badges o insignias, puntos o recompensas porque

sí, ni funciona para todos los contextos o es fácil aplicarla.

¿Por qué gamificar?

• Activa la motivación por el aprendizaje

• Retroalimentación constante

• Aprendizaje más significativo permitiendo mayor retención en la memoria al ser más

atractivo

• Compromiso con el aprendizaje y fidelización o vinculación del estudiante con el

contenido y con las tareas en sí.

• Resultados más medibles (niveles, puntos y badges).

• Generar competencias adecuadas y alfabetizan digitalmente

• Estudiantes más autónomos

• Generan competitividad a la vez que colaboración

• Capacidad de conectividad entre usuarios en el espacio online.

En el contexto educativo, la gamificación está siendo utilizada tanto como una herramienta de

aprendizaje en diferentes áreas y asignaturas, como para el desarrollo de actitudes y

comportamientos colaborativos y el estudio autónomo (Caponetto; Earp; Ott, 2014, pp. 50-

57). De hecho, no debe verse tanto como un proceso institucional sino directamente

relacionado con un proyecto didáctico contemplado. (Carolei, et al pp. 1253-1256.).

13.Aprendizaje Globalizado

Como apunta Miguel Melendro Estefanía "Las nuevas tecnologías están incidiendo también en

gran medida en la transformación de los sistemas educativos. La educación a distancia, el e-

learning, el papel cada vez más relevante de la educación informal a través de instrumentos como

la televisión, el cine, las conexiones a internet o los videojuegos,... y junto a ellos, las nuevas

ubicaciones de la educación no formal, con los significativos cambios que se han producido en la

educación en el seno de la familia, o la importante transformación de los fenómenos asociativos,

componen algunos de los fenómenos que dibujan también, o más bien ayudan a desdibujar las

fronteras de la educación del futuro, de la educación en un mundo globalizado."

72

En 1907 Decroly funda la "Escuela del ermitaje con el lema UNA ESCUELA POR LA VIDA Y

PARA LA VIDA", introduce los centros de interés y su teoría de la Globalización en la

Enseñanza.

Decroly, plantea una escuela libre, la cual permite una autonomía pedagógica con el fin de

trabajar mediante metodologías particulares y la de conservación de la propia identidad. El

objetivo central de esta escuela es la de formación de ciudadanos para la democracia.

a escuela ofrece diferentes actividades en la cual permiten el esparcimiento y la socialización

permanente, estas son: juegos de movimiento con un objetivo educativo en la cual pueden

explorar, construir, producir y la creación de proyectos por los mismos alumnos con

un propósito educativo.

En el centro de los cambios surgidos al interior de la estructura socioeconómica mundial se

encuentra la profundización y expansión del conocimiento, el cual se constituye en el determinante

de las ventajas comparativas de los países. Estas ventajas ya no se basan en la dotación de recursos

naturales, la mano de obra barata o la ubicación geográfica, sino en el desarrollo del talento

humano, cuyos conocimientos y habilidades no solo hacen posible mejorar las ventajas

competitivas en la economía mundial, sino también encontrar alternativas de solución a los

problemas económicos y sociales de los entornos nacionales y locales. A este proceso ha

contribuido en forma notoria la llamada revolución de la información.

El concepto globalización no hace referencia a una metodología concreta, ni comparte una

desvalorización de la función de las disciplinas.

En 1884 José Martí vislumbraba la importancia de la integración y globalización de los contenidos

en la enseñanza y en el Diario de las América escribió… de modo que unos conocimientos vayan

completando a otros y como saliendo estos de aquellos. La mente es como la rueda y como la

palabra, se enciende con el ejercicio, y corre más ligera. Cuando se estudia por un buen plan, da

gozo ver como los datos más diversos se asemejan y agrupan, y de los más variados asuntos surgen

tendiendo a una idea común alta y central las mismas ideas. Si tuviera tiempo el hombre para

estudiar cuanto ven sus ojos y el anhela, llegaría al conocimiento de una idea sola y suma,

sonreiría y reposaría.

Zabala, A. en su artículo El enfoque globalizador, plantea que la Globalización se refiere a como

nos acerquemos al conocimiento de la realidad y a como esta es percibida y comparte la

intencionalidad totalizadora en cuanto a los elementos que la componen.

La globalización es independiente a la existencia o no de las disciplinas ya que su objetivo es

hablarnos de cómo son las cosas y los acontecimientos en la realidad: globales y a su vez unitarios,

complejos y compuestos por múltiples elementos sumamente interrelacionados.

Globalizar es un requerimiento indispensable en la dinámica de las aulas en todos los niveles. Los

términos globalización e transversalidad más que términos antagónicos son visiones diversas de

una misma realidad pedagógica que entrañan metodologías diferentes. Lo importante es que el

estudiante logre su aprendizaje de forma global y que las estrategias mentales que va adquiriendo

sean integradas, con el fin de que en el futuro adquiera la necesidad de ser creativo, interesado por

la investigación y responsable de sus propios conocimientos.

73

El estudiante conoce la realidad y la percibe como un todo, y solamente analiza aquello por lo que

está interesado. Esta es la razón por la que vemos estudiantes que aprecian algunos elementos sí y

otros no, o se interesan por unos aspectos sí y otros no.

El estudiante parte siempre de sus propios intereses porque sus propios intereses son su realidad,

en la que vive y a partir de la cual se conecta con realidades más lejanas a su mundo. El adulto

aprende únicamente aquello que le interesa o que significa algo para sus vidas. El adulto parte de

realidades globales, como el que analiza la realidad o como el que la interpreta: el artista, el poeta,

el soñador o el creativo.

El primer paso del proceso trasversal es la percepción global de las cosas, de las realidades, para

posteriormente pasar a la individualización de los detalles, al análisis e investigación y

posteriormente a la síntesis.

Este es el proceso de la trasversalidad para entenderlo como un sistema completo.

Generalmente se ha venido entendiendo la globalización solamente como el primer paso, el punto

de partida, el centro de interés, la excusa o el pretexto, siguiendo a Decroly y a sus discípulos. No

rechazo este esquema pero pienso que se queda corto, que no agota la actual exigencia científica,

que no plantea elementos de revisión y retroalimentación y que es difícil plantear a partir de ahí la

evaluación continua.

Trasversalidad es:

Facilitar la integración de enseñanzas, aprendizajes, contenidos, métodos, técnicas, recursos y

experiencias. Buscar los puntos comunes de cualquier concepto, afecto, habilidad o experiencia.

Hacer horizontal lo que era vertical.

Pretendemos favorecer un aprendizaje que sea útil para formar ciudadanos críticos, con opinión

propia, con suficientes herramientas y conocimientos para ser autónomos y capaces de resolver los

retos vitales en cooperación con los demás. Vemos que todo lo que ocurre en la vida real, todo lo

que es auténtico, no está fragmentado ni simplificado, sino que es único, global y complejo. Pero

los procesos de aprendizaje que se plantean en la Universidad a menudo tienden a fragmentar y

simplificar el conocimiento con la loable intención de hacerlo más asequible. Por un lado, a lo

largo de la historia de la humanidad, el volumen de conocimientos ha ido aumentando y este hecho

ha provocado la especialización creciente de las disciplinas, disciplinas que se van trasladando al

mundo universitario en forma de materias o asignaturas. Por otra parte se ha depositado confianza

que se podían aprender los diferentes componentes de un conocimiento que más tarde acabaría

completándose.

La realidad actual es que cada vez más maestros ven que esta forma de trabajar implica una

fragmentación del conocimiento que no existe en la vida real y un alejamiento del estudiante del

verdadero objeto del aprendizaje y el conocimiento, dar respuesta a las grandes y pequeñas

preguntas que la vida nos plantea. Es por ello que actualmente son muchas las Universidades que

ven necesaria una mirada global y compleja del aprendizaje. Maestros que entienden que aprender

es un acto intencional y que sólo lo que responda a una necesidad de los estudiantes tiene

posibilidades de permanecer como un aprendizaje relevante. Que los estudiantes tengan conciencia

74

El concepto de “globalización” frente al de “interdisciplinariedad” se fundamenta en razones de

carácter psicológico relacionadas con la peculiar estructura cognitiva y afectiva del estudiante lo

cual nos lleva al diseño de modelos curriculares que respeten esa idiosincrasia del desarrollo y del

aprendizaje.

Hablar de globalización no encierra los mismos supuestos para todos los maestros y, por lo tanto,

las prácticas globalizadoras difieren notablemente según los casos. Recogemos tres supuestos:

a) La globalización como suma de materias. Es el planteamiento más generalizado que se produce

cuando el docente trata de establecer relaciones en torno a un determinado tema. Es un tipo de

globalización sumativa.

b) Globalización como interdisciplinariedad. Es más propia de la Universidad y surge como

necesidad cuando un equipo docente plantea la evidencia de que los estudiantes descubran las

interrelaciones entre las diferentes materias.

c) Globalización como estructura psicológica de aprendizaje. Desde esta perspectiva, centrada en

como el sujeto construye sus aprendizajes, se pretende avanzar a través de los conflictos cognitivos

que se establecen entre los conocimientos previos de los alumnos y los nuevos conocimientos a

aprender

Cada vez más materias están pensando en fusionar el curriculum, trabajar juntos por proyectos o

dimensiones. Es algo más que establecer puentes, se trata de derribar barreras previamente

considerando la totalidad del estudiante y organizando la jornada escolar sin secuenciarla de

manera improductiva en horas que se suceden una detrás de otra. ¿Se pueden globalizar los

aprendizajes de los estudiantes en todas las etapas? ¿Se pueden establecer este tipo de relaciones

en torno a algo más que proyectos y contenidos, en atención a las dimensiones propias del

estudiante? ¿No sería una forma de establecer seminarios en el aula de secundaria y bachillerato,

semanas temáticas, con aprendizajes profundos y construir un curriculum que responda

adecuadamente a las necesidades de un ciudadano en el siglo XXI?

LAS COMPETENCIAS DEL SIGLO XXI

Desde principios de la segunda década del siglo XXI proliferan informes de todo tipo tratando de

predecir las competencias consideradas necesarias para afrontar los tipos de cambios identificados

por Loshkareva et al. (2018, pp. 53-54). Incluso los hay bajo el título de "La Revolución de las

Competencias" (Manpower Group, 2017). Unos resaltan su previsible obsolescencia, sobre todo

en los trabajadores con menor nivel de cualificación y otros el declive de profesiones por la

emergencia de nuevas competencias o por las grandes transformaciones de las mismas (Manyika

et al., 2017), subyaciendo en todos ellos el interrogante sobre el impacto de la Revolución 4.0 en

la empleabilidad de las personas.

Entre los primeros informes más elaborados cabe mencionar "Future Work Skills 2020" (Davies,

Fidler y Gorbis, 2011), realizado en el Institute for the Future (IFTF) for the University of Phoenix

Research Institute. A través de su proceso "Foresight to Insight to Action"5 recurre a predicciones

en diversas áreas como educación, tecnología, demografía, trabajo y salud, así como a su pronóstico

anual "Ten-Year Forescast" que utiliza la metodología de señales. Estas suelen ser innovaciones o

interrupciones pequeñas y/o locales, que albergan potencial para crecer en tamaño y distribución

geográfica.

75

Si consideramos las situaciones descritas y las fuertes inercias tendenciales de las instituciones

educativas, con los factores que las determinan, sin duda no es fácil romper con las relaciones

educativas tradicionales. Queda claro que no es cuestión de conocimiento, la ciencia ha generado

suficiente conocimiento para que vivamos mejor; una muestra la tenemos en lo que ha avanzado la

ciencia y la tecnología en aportes para mejorar los procesos educativos, avances que no se saben

aprovechar al máximo. Un vistazo a esta situación nos lo da el estudio 2015-16 State of the future,

que evalúa las siguientes diez y nueve (19) posibilidades de mejorar la educación. Aprendizajes

también aplicables en diversas épocas, algunos con mirada especial en las tecnologías digitales y

las telecomunicaciones.

1. Programas nacionales de mejora de la inteligencia colectiva.

2. Conocimiento y aprendizaje justo a tiempo.

3. Educación individualizada.

4. Uso de simulaciones.

5. Evaluación continua del proceso individual de aprendizaje diseñado para evitar que las personas

crezcan inestables y/o se conviertan en enfermos mentales.

6. Mejora de la nutrición individual.

7. Inteligencia genéticamente aumentada.

8. Uso de simulaciones globales en línea como una herramienta primaria de investigación en

ciencias sociales.

9. Uso de las comunicaciones públicas para reforzar la búsqueda del conocimiento.

10. Dispositivos portátiles de inteligencia artificial.

11. Completar el mapeo de las sinapsis humanas para descubrir cómo ocurre el aprendizaje y así

desarrollar estrategias para mejorar el aprendizaje.

12. Medios para mantener a los cerebros adultos sanos durante períodos más largos.

13. Química para la mejora del cerebro.

14. Web 17.0 "Es probable que saltemos a la Web 17.0 mucho antes que resolver problemas mucho

más radicales o enfrentar desafíos mucho más cruciales". ( Informe del Proyecto Milenio ).

Actualmente, estamos en la era de la Web 2.0., Pero imagine la Web 17.0. Para darle una idea, los

componentes clave de la Web 2.0 son: Folksonomy (clasificación pública gratuita de información).

Participación del usuario (revisión, comentarios). Software como servicio (automatización de

servicios). Participación masiva (el acceso web universal permite que el medio web cambie y

crezca según sea necesario)

15. Sistemas integrados de aprendizaje permanente

16. Programas dirigidos a eliminar el prejuicio y el odio.

17. Enseñanza electrónica.

18. Computadoras más inteligentes que los humanos.

76

19. Microbios artificiales que mejoran la inteligencia. (Glenn, J. C., Florescu, E., The Millennium

Project Team, 2016, p. 3)

Preparar a los estudiantes para el trabajo, la ciudadanía y la vida en el siglo XXI constituye un

enorme reto. La mundialización, las nuevas tecnologías, las migraciones, la competencia

internacional, la evolución de los mercados y los desafíos medioambientales y políticos

transnacionales, las nuevas tecnologías son todos ellos factores que rigen la adquisición de las

competencias y los conocimientos que las y los estudiantes necesitan para sobrevivir y salir airosos

en el siglo XXI. Los maestros, los ministerios de educación y los gobiernos, las fundaciones, los

empleadores e investigadores se refieren a estas como competencias del siglo XXI, capacidades

de pensamiento de orden superior, resultados de aprendizajes profundos y capacidades complejas

de pensamiento y comunicación.

“La educación se ve obligada a proporcionar las cartas náuticas de un mundo complejo y en

perpetua agitación y, al mismo tiempo, la brújula para poder navegar en él.” (Delors, 1996)

En el Informe Delors (1996), elaborado por la Comisión Internacional sobre la

Educación para el Siglo XXI, se propuso uno de los primeros marcos para determinar

las competencias necesarias en este siglo. Las cuatro perspectivas del aprendizaje descritas en

este informe emblemático (a saber, conocimiento, comprensión, competencias para la

vida y competencias para la acción) siguen siendo puntos de referencia y principios de

organización pertinentes con miras a determinar las competencias para el aprendizaje en el

siglo XXI. Asimismo, en el Informe Delors se establecieron cuatro principios presentados

como los “cuatro pilares de la educación”: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a ser,

aprender a vivir juntos y, aprender a transformarse a uno mismo y la sociedad (UNESCO). El

marco de Delors sigue siendo de actualidad y se puede redefinir y ampliar para el siglo XXI.

A pesar de sus diferencias, todos los programas educativos deben apoyarse sobre cinco pilares

fundamentales del aprendizaje para así proveer una educación de calidad y fomentar un desarrollo

humano sostenible

Existen varios modelos curriculares eficaces y basados en la investigación que son capaces de guiar

el aprendizaje del siglo XXI. Sternberg y Subotnik (2006, p. 1) abogan por un plan de estudios

centrado en fomentar las capacidades de los educandos en “las otras 3 R: razonamiento

(pensamiento creativo para generar nuevas ideas, pensamiento práctico para implantar las ideas

y persuadir a otros de su valor, pensamiento inteligente para asegurar que las ideas ayudan al

bien común), resiliencia (deseo de sobrepasar los obstáculos a la hora de conseguir las metas,

deseo de transitar metas inexploradas competencias para la vida, pasión por las metas que se

manifiesta en la motivación e implicación personal, autoeficacia, competencias para la vida como

la flexibilidad, la adaptabilidad y la autonomía) y responsabilidad (sabiduría, seguir un itinerario

conducente al bien común y equilibrio entre los intereses propios y los de los demás, cuidado,

entendimiento genuino y empatía por el bienestar de los demás que va más allá del sentido

intelectual que uno debería cuidar, acción de derecho, no solo conocer el derecho para hacer algo,

sino hacerlo o la aplicación de la inteligencia, la creatividad y el conocimiento en pro de un bien

común)”.

Wagner (2010, p.4) y el Grupo sobre el Liderazgo para el Cambio de la Universidad de Harvard

determinan otro conjunto de competencias. Basándose en la información recabada en cientos de

77

entrevistas con dirigentes del mundo de las empresas, las organizaciones sin ánimo de lucro y la

educación, Wagner hace hincapié en que los estudiantes necesitan siete habilidades de

supervivencia a fin de estar preparados para la vida, el trabajo y la ciudadanía del siglo XXI:

• El pensamiento crítico y resolución de problemas.

• Colaboración usando redes y liderazgo por influencia.

• Agilidad y adaptabilidad.

• Iniciativa y espíritu emprendedor.

• La comunicación efectiva oral y escrita.

• Accesibilidad y análisis de la información

Wagner et al. (2006) apuestan por un currículo basado en principios muy distintos: “las nuevas 3

R” (por sus letras iniciales en inglés): rigor, relevancia y respeto. Con el “rigor” se hace referencia

a las aptitudes y capacidades que los estudiantes adquieren como resultado de su aprendizaje. Con

la “relevancia” se apunta a su comprensión de cómo su aprendizaje está conectado con los desafíos

del mundo real actual y con su trabajo futuro. Con el “respeto” se hace referencia a la promoción

de relaciones respetuosas entre docentes y estudiantes que fomenten las aptitudes académicas y

sociales (págs. 1-2).

Además, Wagner (2010, p. 4 – 5) propone nueve puntos que concretan su visión de la educación,

ellos son:

1. El sistema educativo está obsoleto y debe reinventarse. No son las escuelas las que deben

reformarse, porque no son lo que falla. Es el sistema educativo el que se ha alejado de la

realidad de las personas.

2. En el mundo actual, el conocimiento es una mercancía más. Ya no importa lo que se

sabe, la cantidad de información de la que dispone una persona, porque basta con buscar en

Google para obtener esa información. Lo importante es lo que esa persona es capaz de

hacer con el conocimiento, cómo lo utiliza y aprovecha. Y esto debe cambiar el enfoque

educativo.

3. Habilidad y voluntad son los dos nuevos pilares de la educación. La nueva educación

debe centrarse en formar a personas que tengan las habilidades, destrezas y

capacidades, por un lado, y por otro, el deseo, la motivación y la voluntad de manejar y

utilizar los conocimientos que han adquirido.

4. El sistema productivo y económico actual es insostenible. La crisis laboral que se sufre

en todo el mundo, con altos niveles de desempleo juvenil, no está causada por una

educación deficiente de nuestros jóvenes. Es decir, esos jóvenes preparados y con todas las

habilidades necesarias no encuentran trabajo porque el sistema no está hecho para

ellos: hemos creado una economía basada en que la gente gaste un dinero que no tiene

en comprar cosas que posiblemente no necesita, poniendo en peligro al planeta en el

proceso. Este sistema, según Wagner, es insostenible desde todos los puntos de vista:

económico, medioambiental y moral-espiritual.

5. La solución pasa por educar para la innovación. El nuevo sistema económico y

productivo debe estar basado en la creación de ideas nuevas y mejores, que solucionen

los verdaderos problemas actuales, que realmente interesen a las personas y que

78

generen empleos. Por lo tanto, debemos educar para la innovación, para crear jóvenes

innovadores.

6. La educación tradicional pone barreras a la innovación. Los maestros y los centros

escolares, por su organización y el sistema educativo tradicional en el que se han enmarcado

hasta ahora, no promueven la cultura del aprendizaje necesaria para la innovación, porque:

se premian los logros individuales, cuando la innovación es un trabajo de equipo;

se compartimenta el conocimiento en disciplinas y asignaturas, y la innovación es

interdisciplinaria y debe basarse en la resolución de problemas y el trabajo por proyectos;

se evita el riesgo y se penaliza el fracaso, mientras que la innovación implica correr

riesgos, equivocarse y aprender de los errores; se enseña de forma pasiva, cuando la

innovación es creativa y activa; se utilizan incentivos externos, cuando la innovación debe

motivarse de forma intrínseca.

7. El juego es una herramienta educativa fundamental. El juego exploratorio es muy

importante y debe hacerse de manera natural, con menos distracciones, medios y estructura,

para despertar la creatividad.

8. Lo esencial es la pasión. Encontrar la pasión, lo que entusiasma, mueve y motiva a un niño

o a un joven debe ser más importante que las notas o los logros académicos. Para ello hay

que darles tiempo para realizar proyectos, investigaciones o experimentos que les ayuden a

detectar y perseguir su pasión, ya sea artística o intelectual. De esa pasión surgirá el

propósito, la utilidad y el interés por aportar algo, por marcar la diferencia, por cambiar

el mundo.

9. Hay que innovar en la educación para crear jóvenes innovadores. Los maestros deben

ser los primeros en innovar en sus métodos de enseñanza para modelar los valores y las

conductas necesarias para la innovación. Al enseñar tenemos que asumir riesgos,

aprender de los errores, colaborar con el resto de maestros y con la comunidad educativa

y, sobre todo, fomentar en los estudiantes el juego, la pasión y la búsqueda de un

propósito.

Ackerman y Perkins (1989, pp. 80-81) respaldan que “las competencias relativas al pensamiento

se impartan como un “meta-currículo” entrelazado con las materias centrales tradicionales”.

Conley (2007) destaca la importancia que reviste que las y los estudiantes desarrollen “hábitos

mentales”, incluido el análisis, la interpretación, la precisión y la rigurosidad, la resolución de

problemas y el razonamiento para apoyar el pensamiento y la reflexión”.

Levy y Murnane (2004) dan preeminencia a las competencias de construcción en el “pensamiento

especializado” y al uso de meta-conocimientos y conocimientos detallados para apoyar la

adopción de decisiones” (p. 75).

Prensky (2012, pp. 23-25) aboga por un currículo centrado en los estudiantes y basado en “las

3 P”: pasión (incluido el carácter), resolución de problemas (incluida la comunicación) y

producción de lo necesario con creatividad y competencias”. Prensky (2011, pp. 41- 42) plantea,

además, cinco metacompetencias. Los estudiantes del siglo XXI, que serán los trabajadores del

mañana, necesitan que la educación les aporte elementos diferentes de los que necesitaban los

estudiantes de otras épocas. En la actualidad, sin embargo, nosotros no les estamos dando lo que

piden, a pesar de que muchas de las cosas que necesitan son evidentes. Lo que hoy en día estamos

79

ofreciendo a los alumnos del siglo XXI y a los trabajadores del mañana en las escuelas pertenece

casi por completo a la educación del pasado.

Casi todas las personas obtienen mejores resultados cuando trabajan utilizando estructuras

sencillas, coherentes y convincentes. Sin embargo, esto es algo que curiosamente las escuelas y la

educación actuales no suelen ofrecer. A diferencia de muchas de las cosas que la educación ofrece,

estas cinco metacompetencias pueden ser comprendidas y memorizadas por todos los estudiantes

y profesores. No obstante, hay un período en la vida más apropiado para utilizarlas y aplicarlas.

Las cinco metacompetencias nos indican que la educación no acaba en las escuelas, sino que el

trabajo de la escuela es el de aportar a los estudiantes los fundamentos de lo que utilizarán durante

todas sus vidas. El objetivo: poder realizar nuestras pasiones en la medida en que nuestras

capacidades lo permitan Para poder hacerlo, independientemente de lo que surja en el futuro, las

personas deberán dominar las siguientes competencias:

• Descubrir qué es lo correcto: Tener principios éticos, pensar con un punto de vista crítico,

definir los objetivos, tener una opinión adecuada y tomar las decisiones apropiadas

• Ponerlo en práctica: Planificar, resolver problemas, darnos indicaciones a nosotros mismos

y autoevaluarnos

• Repetir el proceso: Ponerlo en práctica con los demás, asumir el liderazgo,

comunicarse/interactuar con las personas y los grupos (sobre todo utilizando la tecnología),

comunicarse/interactuar con las máquinas (“programar”), comunicarse/interactuar con el

público de todo el mundo y comunicarse/interactuar con otras culturas

• Hacerlo de manera creativa: Adaptar, pensar con creatividad, entretenerse y diseñar, jugar

y encontrar nuestra manera de expresarnos

• Mejorar constantemente: Reflexionar, ser proactivo, asumir riesgos de forma prudente,

pensar a largo plazo y mejorar constantemente a través del aprendizaje

La tesis del autor es que si incorporamos todas estas competencias en el currículo y si logramos

que todos los estudiantes entiendan las opciones correctas, las pongan en práctica, las pongan en

práctica con los demás, lo hagan de manera creativa y mejoren constantemente en este proceso,

entonces, para cuando acaben el periodo escolar, nuestros estudiantes habrán practicado estas

competencias cientos o incluso miles de veces y las habrán interiorizado para realizar tareas de

forma eficaz. Éste es exactamente el tipo de preparación que necesitan los estudiantes para resolver

las dudas a las que se enfrentarán en sus vidas en el siglo XXI.

Tucker y Codding, del Centro Nacional sobre Educación y Economía basado en los EE.UU. (1998),

también instan a los centros educativos a adoptar “un plan de estudios relativo al pensamiento: un

plan que proporcione una comprensión más profunda del tema y la capacidad de aplicar dicha

comprensión a los problemas complejos del mundo real a los que las y los estudiantes jóvenes se

enfrentarán cuando sean adultos” (pp. 76-78).

Los rasgos más destacados de los modelos antes mencionados son la investigación, el diseño

general y el aprendizaje colaborativo para una docencia eficaz. Un plan de estudios basado en estos

métodos de aprendizaje, combinado con formas de docencia más directas, resulta necesario para

desarrollar el conocimiento, la comprensión, la creatividad y otras competencias del siglo XXI

(Trilling y Fadel, 2009, pp. 134-135).

80

La educación 4.0 se centra en aprendizaje y desarrollo de las competencias del siglo XXI,

especialmente de todas aquellas que no pueden desempeñar los robots: pensamiento crítico y

creativo, la creatividad e innovación, aprender a aprender, generar ideas originales, interpretar de

situaciones desde diferentes perspectivas, capacidad de plantear y analizar problemas y generar

soluciones, y autorregular el propio aprendizaje, la comunicación asertiva, de comunicación y

colaboración de las cuales hacen parte la expresión adecuada de ideas y pensamientos, la facilidad

para transmitir y comprender mensajes, la habilidad para mantener diálogos efectivos y la

capacidad para trabajar con otras personas para lograr un objetivo común, el trabajo en equipo, la

forja de redes de trabajo y de colaboración, la inteligencia emocional, la resiliencia, planeamiento

y fijación de metas, tolerancia a la frustración, resiliencia, capacidad de tomar decisiones y actuar

teniendo en cuenta aquello que favorece el bienestar propio, el de los demás y el del medio que lo

rodea, capacidad para acceder a la información de forma eficiente, evaluarla de manera crítica y

utilizarla de forma creativa y precisa, el conocimiento de la lengua materna y extranjera y la

habilidad para utilizarlas en una amplia variedad de situaciones y mediante diversos medios. (Chris

Dede, 2009; Binkley, M., Erstad, O., Hermna, J., Raizen, S., Ripley, M., Miller-Ricci, M., y

Rumble, M., 2012).

Además, se plantean unas competencias para el mejor vivir:

La responsabilidad personal y social capacidad de tomar decisiones y actuar considerando aquello

que favorece el bienestar propio, de otros y del planeta, comprendiendo la profunda conexión que

existe entre todos ellos.

Ciudadanía local y global capacidad de asumir un rol activo, reflexivo y constructivo en la

comunidad local, nacional y global, comprometiéndose con el cumplimiento de los derechos

humanos y de los valores éticos universales.

La capacidad de auto-aprendizaje, de renovar en forma permanente las competencias propias,

trasciende le espacio de la educación formal. De nada servirá la acumulación de títulos en el

sistema formal de educación si los profesionales y técnicos no cuentan con la competencia de

procurar el acceso al conocimiento (disponible en múltiples formas en la red) por sus propios

medios.

La formación ciudadana es un requisito sine qua non en las economías contemporáneas:

ciudadanos responsables (incluida la dimensión del medio ambiente) y conscientes de sus deberes

y derechos, solidarios, críticos de la calidad de los bienes y servicios en los mercados, por una

parte, y de la transparencia en la gestión pública, por otra, son algunos de los aspectos relevantes

de la nueva cultura ciudadana en la era digital en la que la humanidad incursiona.

En el ámbito educativo, una innovación disruptiva es aquella que rompe con currículum, las

metodologías y las modalidades transmisión del conocimiento, abriendo nuevas alternativas de

aprendizaje. Las innovaciones disruptivas parten del concepto del estudiante como constructor de

su propio aprendizaje

Un aspecto que sobresale en estas innovaciones académicas es la redefinición de la enseñanza-

aprendizaje porque trastoca varios puntos del modelo, así como de los procesos y prácticas

académicas universitarias. La tendencia del aprendizaje es hacia un modelo adaptativo

81

Hay también un llamado a que, en esta revolución industrial (4RI), las universidades acerquen lo

físico a lo digital, pero también a lo humano. Sin duda vienen avances importantes de la tecnología

que significan formas distintas de interacción en la docencia o en la investigación, pero lo anterior

no puede ni debe desligarse de una universidad que se preocupe por mejorar la experiencia del

estudiante para que se forme en la empatía, para que tenga esperanza en el futuro, para educar

liderazgos más horizontales y menos verticales, para que construyan puentes en una sociedad que

debe ser más universal y equitativa para que se forme críticamente, para que actúe éticamente y

para que, en síntesis, se fortalezca el humanismo como sello distintivo.

Thomas Friedman (2018) sostiene que para vivir en el siglo XXI es necesario comprender que tres

grandes fuerzas, la tecnología, la globalización y el cambio climático viven en aceleración

simultánea y que, además, interactúan de modo tal que se complican y re aceleran mutuamente.

Estas fuerzas transforman cinco ámbitos fundamentales de las sociedades humanas: la política, el

trabajo, la geopolítica, la comunidad y la ética

Esta situación exige que la universidad se cuestione, permanentemente, sobre los principios que

orientan su quehacer y sobre la naturaleza de su acción transformadora del entorno social. En

efecto, no solo ha de cumplir con la formación de nuevos profesionales competentes y

responsables, sino que está llamada a asumir un rol protagónico como agente que investiga y

propone alternativas de superación de problemáticas sociales, económicas, culturales, ambientales

y políticas que la afectan.

La sociedad actual pide a gritos cambios, transformaciones a todos los niveles, los cambios

organizacionales no deben quedarse en mero deseo sino que deben volverse una realidad si se desea

estar posicionados a nivel local, regional, nacional, mundial y planetario

La Universidad continúa inmersa en tensiones propias de una sociedad atrapada entre demandas y

necesidades claramente contradictorias, aun cuando desde hace más de un siglo no ha dejado de

evidenciarse su sujeción a la acción de fuerzas opuestas entre realidades sociales, económicas y

culturales diversas, entre una gran variedad de intereses que han girado en torno a ella y la

manifiesta desigualdad de las trayectorias generadas.

Desde la línea de investigación en complejidad y competencias, retomamos varios de los elementos

planteados en estas definiciones, como actuación, idoneidad, flexibilidad y desempeño global, y a

partir de ello desde el año 2000 (véase Tobón, 2001, 2002, 2005, 2006a, b y 2008) proponemos

concebir las competencias como:

Procesos complejos de desempeño con idoneidad en determinados contextos, integrando diferentes

saberes (saber ser, saber hacer, saber conocer y saber convivir), para realizar actividades y/o

resolver problemas con sentido de reto, motivación, flexibilidad, creatividad, comprensión y

emprendimiento, dentro de una perspectiva de procesamiento metacognitivo, mejoramiento

continuo y compromiso ético, con la meta de contribuir al desarrollo personal, la construcción y

afianzamiento del tejido social, la búsqueda continua del desarrollo económico-empresarial

sostenible, y el cuidado y protección del ambiente y de las especies vivas (Tobón, 2008).

Esta definición muestra seis aspectos esenciales en el concepto de competencias desde el enfoque

complejo: procesos, complejidad, desempeño, idoneidad, metacognición y ética. Esto significa que

82

en cada competencia se hace un análisis de cada uno de estos seis aspectos centrales para orientar

el aprendizaje y la evaluación, lo cual tiene implicaciones en la didáctica, así como en las

estrategias e instrumentos de evaluación.

Las competencias son un enfoque para la educación y no un modelo pedagógico, pues no pretenden

ser una representación ideal de todo el proceso educativo, determinando cómo debe ser el tipo de

persona a formar, el proceso instructivo, el proceso desarrollador, la concepción curricular, la

concepción didáctica, la concepción epistemológica y el tipo de estrategias didácticas a

implementar. Al contrario, las competencias son un enfoque porque sólo se focalizan en unos

determinados aspectos conceptuales y metodológicos de la educación y la gestión del talento

humano, como por ejemplo los siguientes: 1) integración de saberes en el desempeño, como el

saber ser, el saber hacer, el saber conocer y el saber convivir; 2) la construcción de los programas

de formación acorde con la filosofía institucional y los requerimientos disciplinares, investigativos,

laborales, profesionales, sociales y ambientales; 3) la orientación de la educación por medio de

criterios de calidad en todos sus procesos; 4) el énfasis en la metacognición en la didáctica y la

evaluación de las competencias; y 5) el empleo de estrategias e instrumentos de evaluación de las

competencias mediante la articulación de lo cualitativo con lo cuantitativo. En este sentido, como

bien se expone en Tobón (2005), el enfoque de competencias puede llevarse a cabo desde

cualquiera de los modelos pedagógicos existentes, o también desde una integración de ellos. Es por

ello que antes de implementar el enfoque de competencias en una determinada institución

educativa, debe haber una construcción participativa del modelo pedagógico dentro del marco del

proyecto educativo institucional. Para ello es necesario considerar la filosofía institucional respecto

a qué persona formar, como también las diversas contribuciones de la pedagogía, los referentes

legales y la cultura. Esto se constituye en la base para llevar a cabo el diseño curricular por

competencias, y orientar tanto los procesos didácticos como de evaluación.

En numerosas fuentes se identifican diversas competencias y que merecen ser consideradas y que

en su mayor parte están ausentes de los procesos de aprendizaje actuales. A raíz de la creciente

preocupación sobre las posibles crisis económicas y mundiales futuras, se plantea la cuestión de

saber si las y los estudiantes de hoy en día cuentan con la combinación de pensamiento crítico,

creatividad y habilidades de colaboración y de comunicación que resulta necesaria para lidiar con

las nuevas situaciones inesperadas que afrontarán. (Scott, C.L., 2015)

A continuación se enumeran las diferentes competencias planteadas por diversos autores para el

siglo XXI con sus correspondientes referencias bibliográficas (op.cit)

Nota: APEC, Alianza para las competencias del siglo XXI en lo sucesivo denominada “P21”

Aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a ser, aprender a vivir juntos y aprender a

transcender

Delors, J.; Al Mufti, I.; Amagi, I.; Carneiro, R.; Chiung, F.; Geremek, B.; Gorham, W.; Kornhauser,

A.; Manley, M.; Padrón Quero, M.; Savané, M-A.; Singh, K.; Stavenhagen, R.; Won Suhr, M.; y

Nanzhao, Z. (199). La educación encierra un tesoro. Informe a la UNESCO de la Comisión

Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI. París: UNESCO. F

83

Las otras 3 R: razonamiento (pensamiento analítico y crítico y capacidades de resolución de

problemas); resiliencia (flexibilidad, adaptabilidad y autonomía); y responsabilidad

(aplicación de la inteligencia, la creatividad y el conocimiento en pro de un “bien común”.

Sternberg, R.J. y Subotnik, R.F. (compiladores). (2006). Optimizing Student Success in School with

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Competencias de pensamiento emprendedor: capacidad para “improvisar sobre la marcha”,

observar y evaluar oportunidades e ideas que tal vez sean nuevas, autonomía, capacidad para

pensar al margen de los lugares comunes, concebir nuevas hipótesis y poner en tela de juicio

la sabiduría convencional

P21. (2007a). The Intellectual and Policy Foundations of the 21st Century Skills Framework.

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%20achievement%20gap%20brief%205-10.pdf

Trabajo en equipo e interconexión: capacidad para trabajar en equipo de forma colaborativa,

buenas competencias de presentación oral y escrita, profesionalidad, buena ética laboral,

capacidad de fomentar la cooperación interdisciplinaria y el intercambio mundial de ideas,

capacidad para contrarrestar la discriminación por razón de origen, género o edad

Conference Board, Corporate Voices for Working Families, la alianza Partnership for 21st Century

Skills y Society for Human Resource Management. (2006). Are They Really Ready To Work?

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84

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y Hoogveld, B. (2011). The Future of Learning: Preparing for Change. Luxemburgo: Oficina de

Publicaciones Oficiales de la Unión Europea

Las 4 C (comunicación, colaboración, capacidad de pensamiento crítico y creatividad)

impartidas en el contexto de las materias fundamentales: competencias sociales e

interculturales; dominio de idiomas que no sean el inglés; comprensión de las fuerzas

económicas y políticas que afectan a las sociedades y de los ámbitos temáticos

interdisciplinarios del siglo XXI; concienciación mundial; alfabetización o adquisición de

conocimientos básicos sobre finanzas, economía, mundo de los negocios y emprendimiento;

alfabetización o adquisición de conocimientos básicos sobre civismo y sobre salud, incluida la

concienciación en materia de salud y bienestar.

Conference Board, Corporate Voices for Working Families, la alianza Partnership for 21st Century

Skills y Society for Human Resource Management. (2006). Are They Really Ready To Work?

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Competencias de innovación, creatividad, pensamiento divergente, audacia para “abordar”

problemas, experimentación entusiasta; capacidad de “abrir nuevos caminos”, aplicar

maneras de pensar originales, proponer ideas y soluciones nuevas, plantear cuestiones

desconocidas y llegar a respuestas inesperadas.

Barry, M. (2012). What skills will you need to succeed in the future? Phoenix Forward (en línea).

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Sternberg, R.J. 2007. Finding students who are wise, practical, and creative. Chronicle of Higher

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Capacidad de colaborar y trabajar en equipo empleando un auténtico aprendizaje basado en

proyectos; habilidad de enseñar a los pares en grupos; capacidad de participar en

colaboraciones en red tanto locales como a distancia.

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Comunicación y colaboración: capacidad de articular ideas de manera clara y convincente

tanto oralmente como por escrito, expresar opiniones, comunicar instrucciones congruentes y

motivar a los demás a través de la palabra.

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Rigor, pertinencia y respeto: rigor (lo que los estudiantes pueden hacer como resultado de su

aprendizaje); relevancia (comprensión de cómo el aprendizaje está conectado con los retos del

mundo real actual y con el trabajo futuro); respeto (promoción de relaciones respetuosas entre

profesores y estudiantes que fomenten las aptitudes académicas y sociales)

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California: Jossey-Bass.

Pensamiento crítico; capacidad de indagación y reflexión activa e investigadora; habilidad

para acceder a la información, analizarla, interpretarla, aplicarla y sintetizarla; habilidad

para examinar, interpretar y evaluar datos empíricos y plantear preguntas pertinentes;

86

habilidad para integrar ideas procedentes de distintas disciplinas o ámbitos en un todo

coherente y comunicar dicha integración a los demás.

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Competencias colaborativas, de empatía y sociales; competencias de comunicación.

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Conocimientos académicos y aplicados; capacidad de establecer un vínculo entre

conocimientos y habilidades, aprendizajes y competencias, aprendizaje inerte y aprendizaje

activo, conocimiento codificado y conocimiento tácito, y aprendizajes creativos y aprendizajes

adaptadores.

Carneiro, R. (2007). The big picture: understanding learning and meta-learning challenges. European

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Las materias fundamentales son las siguientes: inglés, lectura y lengua y literatura; idiomas

del mundo; arte; matemáticas; economía; ciencia; geografía; historia; y gobierno y educación

cívica, con un equilibrio entre, por un lado, la educación en materias técnicas y de ciencias

naturales y, por el otro, en cultura y humanidades; conocimiento de las principales escuelas de

pensamiento, incluidas las ciencias, las matemáticas y la historia.

87

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Competencias técnicas y complejas de resolución de problemas; comunicación; colaboración;

voluntad de lidiar con retos arduos y problemas de difícil solución; comunicación clara y eficaz

tanto oral como por escrito.

Conference Board, Corporate Voices for Working Families, la alianza Partnership for 21st Century

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Ciudadanía cívica: alfabetización cívica, capacidad de entender las implicaciones que tienen

las cuestiones cívicas en los planos local y mundial.

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Competencias metacognitivas: aprendizaje autónomo; planificación; establecimiento de

objetivos; seguimiento de los avances propios; capacidad de adaptación; habilidad para

marcar objetivos de aprendizaje y organizar y hacer un seguimiento del aprendizaje propio;

capacidad de evaluar los avances y actuar con resultados; autoeficacia

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Alfabetización o adquisición de conocimientos básicos sobre información, medios de

comunicación y tecnologías: habilidad de saber acceder a la información, evaluarla y

utilizarla; capacidad para entender y analizar la naturaleza de los mensajes transmitidos por

88

los medios de comunicación; habilidad para analizar, evaluar y crear mensajes de diversas

formas; habilidad de crear mensajes para la autoexpresión y de influir e informar a otras

personas; ciudadanía digital.

Davies, A.; Fidler, D.; y Gorbis, M. 2011. Future Work Skills 2020. Palo Alto, California: Instituto

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of Educational Purpose, Vol. 13. Dordrecht (Países Bajos): Springer.

Competencias sociales e interculturales: capacidad para interactuar eficazmente con los demás

(saber cuándo es importante escuchar y cuándo hablar y cómo comportarse de manera

respetuosa y profesional); habilidad para trabajar de manera eficaz en equipos diversos

(respetando las diferencias culturales y colaborando con personas de un amplio abanico de

orígenes sociales y culturales); conciencia y valoración de las diferencias existentes entre

individuos y comunidades; capacidad de apertura a ideas y valores diferentes; competencias

sociales; resiliencia emocional; empatía.

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Pink, D. (2008). Una nueva mente. Una fórmula infalible para triunfar en el mundo que se avecina.

Ilustrae.

Competencias relativas al pensamiento y la reflexión impartidas como un “metaplan de

estudios” y entrelazadas con las materias centrales tradicionales; “hábitos mentales” (análisis,

interpretación, precisión y rigurosidad, resolución de problemas, razonamiento); capacidad

para dar sentido; y uso del pensamiento especializado (conocimientos detallados y

metaconocimientos) para apoyar la adopción de decisiones.

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Capacidades interculturales: capacidad para entender a los demás y comunicar con ellos;

respeto y tolerancia; capacidad de escuchar con atención a los demás; capacidad de flexibilidad

y negociación; competencias globales; habilidad para cooperar con los colaboradores en

equipos interdisciplinarios e interculturales.

Barrett, M.; Byram, M.; Lázár, I.; Mompoint-Gaillard, P.; y Philippou, S. (2014). Developing

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Curiosidad, capacidad de adaptación, compromiso para con el aprendizaje permanente.

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Maneras de pensar, maneras de trabajar, herramientas para el trabajo y competencias para

vivir en el mundo.

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Buscar y valorar la diversidad: capacidad de vivir y trabajar juntos en sociedades y

organizaciones culturalmente diversas; capacidad de acoger con beneplácito, buscar y atraer

los talentos y las ideas de participantes diversos; capacidad de respetar y dar valor a las

preocupaciones de personas y culturas diferentes; voluntad de adquirir las competencias

sociales e interculturales necesarias para buscar los planteamientos de otras personas;

habilidad para valorar y practicar el vivir pacíficamente en el seno de una población mundial

muy diversa; capacidad de Buscar y valorar la diversidad: capacidad de vivir y trabajar juntos

en sociedades y organizaciones culturalmente diversas; capacidad de acoger con beneplácito,

buscar y atraer los talentos y las ideas de participantes diversos; capacidad de respetar y dar

valor a las preocupaciones de personas y culturas diferentes; voluntad de adquirir las

competencias sociales e interculturales necesarias para buscar los planteamientos de otras

personas; habilidad para valorar y practicar el vivir pacíficamente en el seno de una población

91

mundial muy diversa; capacidad de entender cómo negociar soluciones para los conflictos

políticos y los retos ambientales de todo el mundo

Barrett, M.; Byram, M.; Lázár, I.; Mompoint-Gaillard, P.; y Philippou, S. 2014. Developing

Intercultural Competence through Education. Pestalozzi Series, No. 3. Estrasburgo: Consejo de

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Naciones Unidas. Nueva York: Naciones Unidas

Responsabilidad personal, autogestión y reflexión: capacidad de liderazgo, capacidad de

inventiva, autocontrol, empatía, ética, integridad, flexibilidad, adaptabilidad, iniciativa,

independencia, pensamiento inventivo, asunción de riesgos, reflexión, productividad,

rendición de cuentas, cumplimiento de las responsabilidades propias como trabajador y como

ciudadano; trabajo en equipo y gestión del tiempo.

Departamento de Trabajo de los Estados Unidos, SCANS. (1991). What Work Requires of Schools:

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Retos para la Universidad

En 1994, la Unesco advirtió que avanzar hacia la inclusión no es un trabajo de reestructuración de

la educación, sino de reorientar los servicios especiales y del conocimiento del experto, para lograr

construir una escuela que responda a la diversidad de necesidades de los estudiantes, en un intento

por mejorar la calidad de todo el sistema educativo, lo cual incluye a la comunidad educativa y a la

sociedad.

La Universidad se enfrenta a un gran reto que es formar a los estudiantes para un mundo

desconocido, incierto y complejo. No es este un hecho nuevo, ya que las universidades han debido

adaptarse continuamente a su entorno a lo largo de casi ocho siglos de existencia. La diferencia que

92

introduce esta cuarta revolución está dada por la magnitud y la velocidad del cambio en materia de

información, conocimiento y trabajo. (Brunner, 2000).

Refiriéndose a esta cuestión, Tedesco dice que, en el pasado, el conocimiento y la información

adquirida en el período de formación inicial en las escuelas o universidades permitían a las personas

desempeñarse por un largo período de su vida activa. De ahora en adelante, la obsolescencia será

cada vez más rápida, obligando a que las personas deban someterse a procesos de reconversión

profesional permanente a lo largo de toda su vida. A esa significativa velocidad en la producción de

conocimientos, hay que agregarle esa posibilidad de acceder a una cantidad enorme de información

y de datos que exigen seleccionar, organizar y procesar la información, para que pueda ser utilizada

(Tedesco, 2003).

Por lo tanto, en la era digital los sistemas de educación y formación deberán ser flexibles para

permitir que el trabajador siga aprendiendo a lo largo de su carrera (educación permanente).

Este enfoque de aprendizaje permanente, también denominado de aprender a aprender cobra

relevancia en la educación del futuro, e implica que el proceso de enseñanza -aprendizaje ya no

puede estar dirigido a la transmisión de conocimientos y de informaciones sino a desarrollar la

capacidad de producirlos y de utilizarlos (Tedesco, 2003).

La consultora internacional McKinsey & Company en el estudio titulado “Educación para el empleo:

Diseñando un sistema que funcione”, identificó una serie de competencias que revisten especial

interés para los empleadores al momento de contratar de personal y que responden a esta noción del

aprendizaje permanente. Entre ellas las buscadas por las empresas se destacan la resolución de

problemas, la capacitación teórica y práctica en la disciplina, la creatividad, el liderazgo, el trabajo

en equipo, la comunicación escrita y oral, matemáticas, el manejo de ordenadores, la ética de trabajo

y el dominio del idioma inglés (Mourshed, Farrell y Barton, 2013).

Estas competencias son fundamentales para que las empresas puedan ganar competitividad o

asegurar su supervivencia en el mundo deberían constituir el output irrenunciable de los sistemas

educativos del siglo XXI (Confederación Española de Organizaciones Empresariales, 2009).

En consecuencia, resulta necesario que la universidad reformule el currículo a estas nuevas

exigencias sociales, políticas y del mundo de trabajo, para que la oferta de cualificaciones y

competencias se ajuste lo mejor posible a estos nuevos requerimientos y puedan aprovecharse las

nuevas oportunidades laborales que surgirán.

A modo de ejemplo, se señalan algunos trabajos que ya están despuntando o cuya demanda aparecerá

en las próximas dos décadas y que sorprenden por su extrañeza: a) fabricantes de partes del cuerpo,

con los siguientes negocios de venta y reparación de las partes del cuerpo vivas que se puedan

comprar, b) nano -médicos para administrar tratamientos de los dispositivos y tratamientos

subatómicos, c) farmacéuticos / granjeros para ganado y cultivos genéticamente modificados, d)

consultores en bienestar de la tercera edad, e) cirujanos de aumento de memoria, f) guías de turismo,

arquitectos y pilotos del espacio, g) granjeros verticales, h) policías de modificación del tiempo, i)

abogados virtuales y j) comunicadores personalizados ( Melamed, 2017)

Sin duda el cambio más importante en la noción de la calidad de la educación en el país, se origina

con la introducción del enfoque basado en el desarrollo de competencias. Anteriormente la calidad

se asociaba de manera directa con la capacidad que tenía el sistema educativo de transmitir

93

contenidos, muchas veces sin relación con los contextos vitales de los estudiantes, actualmente la

calidad se asocia con la capacidad de ese mismo sistema para desarrollar en los niños y jóvenes

habilidades, conocimientos y valores que les permitan comprender, transformar e interactuar con el

mundo en el que viven. Esto implica pasar de un aprendizaje de contenidos y de una formación

memorística y enciclopédica, a una educación pertinente y conectada con el país y el mundo.

Igualmente, concebir la educación como un proceso que no se agota en el sistema educativo, sino

que se desarrolla de manera permanente en interacción con el mundo.

Este cambio en la concepción de calidad tiene distintos orígenes. Por un lado, las grandes

transformaciones en la educación durante el siglo XX y que estuvieron focalizadas en poner al

estudiante como el centro del proceso de enseñanza-aprendizaje; por otro, los cambios en la

producción del conocimiento científico y tecnológico en la segunda mitad del siglo XX y que

implicaron la configuración de una sociedad cada vez más dependiente del conocimiento y la

información y, finalmente, una crisis del sistema educativo en la que las familias y los estudiantes

encuentran la educación poco pertinente con las necesidades vitales de la supervivencia, el mundo

del trabajo, la vida en comunidad y la sociedad. La nueva noción de calidad, entonces, va a tener

como ejes centrales el reconocimiento de los cambios en la forma de concebir al estudiante, la forma

de producción de conocimiento y la necesidad de una educación pertinente

Cardona (2002) menciona que el aprendizaje no se da simplemente con reemplazar el punto de vista

(incorrecto) por otro (el correcto), sino se da en la transformación del conocimiento a través del

pensamiento activo y original que tiene cada estudiante. Por ello la educación constructivista de este

siglo, implica la experimentación y la resolución de problemas, por lo tanto se parte de los errores

como base del sustento del aprendizaje y del proceso de aprendizaje.

Cardona (2002) alude que los estudiantes comprenden mejor cuando están envueltos en tareas y

temas que cautivan su atención y con ello los maestros implican a los estudiantes en el proyecto del

aprendizaje, facilitando la expansión del conocimiento, la apertura de aprender a aprender.

• Del refuerzo al interés

• De la obediencia a la autonomía.

Cardona también menciona que los profesores deben dejar de exigir sumisión y fomentar más la

libertad y la responsabilidad. Dentro del marco constructivista del siglo XXI, la Autonomía se

desarrolla a través de las interacciones recíprocas y se manifiesta por medio de la integración de

consideraciones sobre uno mismo, los demás y la sociedad. Con ello extrapolar las actividades

microgenéticas, esto es, aquellos cambios que da el sujeto como consecuencia del aprendizaje,

llevo los conocimientos del aula al contexto.

• De la Coerción a la Cooperación.

Con todo lo anterior, Cardona (2002) centra el último punto en las relaciones entre los alumnos

como vitales y necesarias, partiendo de los principios éticos de igualdad, justicia, democracia como

progreso del proceso de aprendizaje colaborativo. Sostiene que el ejercer presión sobre un

estudiante para el cambio de una conducta o voluntad no son necesarias en el siglo XXI, lo que se

requiere es partir de elementos sustanciales como la cooperación y la colaboración para el éxito del

aprendizaje en la Educación de este tiempo

94

PRINCIPIOS PARA EL DISEÑO CURRICULAR

De acuerdo con Albert Einstein: “Los problemas relevantes a los que nos enfrentamos no pueden

solucionarse aplicando el mismo nivel de pensamiento que los ha creado”. En este sentido, la

sostenibilización curricular supone revisar las categorías con las que se comprende la sociedad, la

ciencia, la tecnología, la economía, el territorio, la educación, etc. y reorientarlas hacia la

sostenibilidad. Es necesario cambiar las lentes para mirar y entender el mundo y dar soluciones a

los problemas sociales, políticos, culturales y económicos que hemos generado

Una rápida mirada a las discusiones y los debates contemporáneos permite constatar que prevalece

una concepción instrumental más que integral de la educación y una visión del currículo que

destaca sobre todo sus deficiencias. Por un lado, se tiende a percibir la educación como un proceso

meramente técnico que tiene que producir ‘resultados’ estrictamente alineados con las exigencias

de la economía y a reducir su función a la preparación de personas competitivas en el mercado

nacional, local y global. Los resultados de evaluaciones estandarizadas a nivel nacional e

internacional en un número muy limitado de áreas curriculares (principalmente lenguaje,

matemáticas y ciencias) se interpretan a la luz de esas exigencias y se están transformando en el

principal indicador de ‘calidad’ (a veces asociado a la ‘competitividad’) que se utiliza para justificar

reformas sin duda necesarias. Se sugiere además que los resultados de las evaluaciones – por cierto

con frecuencia por debajo de las expectativas y a veces francamente desalentadores – indican una

“crisis mundial del aprendizaje”, aunque parece temerario suponer que la capacidad de aprendizaje

de los seres humanos esté en crisis.

Por otro lado, los análisis y las evaluaciones del currículo enfatizan sobre todo sus carencias. Por

ejemplo, se argumenta que el currículo tiende a mirar más hacia el pasado que hacia el futuro; que

está basado en concepciones muy tradicionales del aprendizaje y de la enseñanza además de tener

poco en cuenta la heterogeneidad de los estudiantes y la diversidad de sus estilos de aprendizaje;

que está organizado de una manera fragmentada que no refleja nuestro desempeño en la vida real;

y que tiende a centrarse en conocimientos y necesidades socio-económicas que se desactualizan

rápidamente.

Las evaluaciones nacionales e internacionales indican carencias a veces preocupantes en materia

de adquisición de saberes básicos (lecto-escritura, matemáticas) así como brechas significativas en

su distribución social. Además, alimentan de manera creciente las críticas dirigidas hacia un

currículo cuyos principios básicos de organización no han cambiado mucho desde el

establecimiento de los sistemas educativos públicos, y que sigue privilegiando la acumulación de

hechos, informaciones y saberes en lugar de favorecer la comprensión de lo que se puede hacer con

esos saberes.

Una de las respuestas que viene ganando terreno para superar estos problemas es el progresivo

desplazamiento de la atención desde los contenidos e insumos hacia los resultados del proceso

educativo, expresados en términos de competencias genéricas o transferibles que los estudiantes

deberían haber aprendido a desarrollar y aplicar al completar su educación general. Hay numerosas

propuestas y marcos de referencia de competencias que utilizan un vasto repertorio de enfoques,

clasificaciones y terminologías, lo cual puede contribuir a generar ambigüedad y confusión. Lo que

está claro es que, si se quiere promover el desarrollo efectivo de competencias, es necesario

repensar la estructura disciplinar tradicional del currículo, la organización de las experiencias de

95

aprendizaje, las maneras de enseñar y aprender y los sistemas de evaluación. Existe también el

riesgo de considerar las competencias como capacidades que los individuos poseen de manera

permanente e independientemente del actuar concreto en un contexto socio-cultural específico y

en interacción con otras personas. En otras palabras, sin problemas que resolver la “resolución de

problemas” no parece tener mucho sentido, así como la “empleabilidad” sin oportunidades de

conseguir un empleo que permita vivir dignamente.

Responder a las demandas de un sistema económico- productivo en constante mutación es una

preocupación para la cual aún no parece que se hayan encontrado respuestas convincentes y

consensuales, pese a que existen evidencias que indican la conveniencia de una educación básica

comprehensiva para poder comprender, adaptarse y actuar en contextos que se transforman de

forma permanente. En cambio, sabemos que la construcción de sociedades más justas requiere una

serie de conductas y valores ciudadanos. Enseñar y aprender a respetar y a vincularse con el

diferente, desarrollar fuertes sentimientos de adhesión a la justicia social, asumir valores de

solidaridad y de resolución pacífica de conflictos, así como cambiar hábitos de consumo para

contribuir a la protección del medio ambiente, exigen un fuerte compromiso cognitivo, ético y

emocional.

El Informe Delors (1996) postuló desde hace bastante tiempo la vigencia de los pilares de la

educación del siglo XXI, donde se destacaba la centralidad del aprender a aprender desde el punto

de vista cognitivo y el aprender a vivir juntos desde el punto de vista social. Pero dicho Informe

también enfatizaba la necesidad de considerar esos pilares como un bloque unitario y no como

dimensiones disociadas en las estrategias educativas y las propuestas curriculares. No es

conveniente desarrollar competencias cognitivas desligadas de valores ético-sociales que orientan

la construcción de sociedades más justas. Una política de este tipo puede llevarnos a destinos ya

conocidos en la historia de la humanidad, donde personas con alto desarrollo cognitivo fueron

capaces de cometer las peores atrocidades.

PROCESO SOCIAL DE CONSTRUCCIÓN DEL CURRÍCULO

Las ideas que actualmente tenemos sobre el currículo han sido el resultado de un proceso largo,

complejo, contradictorio y tenso de construcción, al que han hecho aportes significativos las más

variadas escuelas del pensamiento pedagógico. Es la historia de una idea, que, como todas, tiene

un origen, un desarrollo y un proceso cargado de contradicciones y tensiones. Posee una filogenia

y una ontogenia, como suelen decir los psicólogos evolutivos.

Una sociedad produce los objetos materiales y simbólicos necesarios para la vida y también sus

condiciones de producción, es decir de la reproducción social. La complejización de este proceso

hace que la producción y la reproducción sean dos instancias separadas que dan lugar a dos

contextos sociales: los contextos de producción y los contextos de reproducción.

El currículum es el discurso educativo que expresa el problema de la representación del proceso

social de reproducción, esta representación conforma el conocimiento socialmente válido. Y es

en sí una selección de contenidos y fines para la reproducción social; una organización del

conocimiento y las destrezas y una indicación métodos relativos la enseñanza de los

contenidos. En el proceso construcción del currículum se produce una separación del contexto de

reproducción en dos contexto sociales: el contexto de la formulación y el contexto de la realización

(Lundgren, 1992).Ambos implican diseño de propuestas que dan cuenta de la secuencia

96

de continuidad política entre ambas instancias. Cuando se plantea la clasificación de tipos

de currículo, se hace referencia a esta secuencia, que pone en evidencia la relación que guarda

el currículo prescripto con el real y a los supuestos políticos que hacen evidente el

curriculum oculto. Esta secuencia de acciones es producida por los sujetos sociales del currículo

(De Alba, 1995)

Currículum es una “palabra clave” en todo el sentido de la definición de Raymond Williams

(Williams, R, 1976.). El uso de dicha palabra y su lugar en nuestro discurso debe examinarse

detenidamente porque “como cualquier otra reproducción social es el ámbito donde se desarrollan

todo tipo de movimientos, intereses y relaciones de dominación”. “Currículum” es una palabra

clave con potencial importante para la exhumación, el examen y el análisis eruditos. (Penalva

Buitrago, 2006, pp. 343-364)

En efecto, los conflictos sobre la definición del currículum ofrecen la evidencia palpable, pública

y documental de la perpetua pugna sobre las aspiraciones y objetivos de la educación. Sólo por esta

razón es importante desarrollar nuestros conocimientos sobre este tipo de conflictos curriculares.

Pero el conflicto en torno al currículum escrito tiene a la vez un “significado simbólico” y un

“significado práctico”: al expresar públicamente las aspiraciones e intenciones que deben inspirar

el currículum se establecen criterios para la evaluación y estimación pública de la educación. En

este sentido, se establecen con ello públicamente las “normas básicas” para la evaluación o la

comparación de la práctica. La asignación financiera y de recursos está vinculada análogamente a

estas normas básicas de los criterios curriculares

Ahora bien, las formas anteriores —pasadas— de reproducción nos limitan aunque nos

convirtamos en creadores de formas nuevas. Para el caso del currículum, la relación entre las

definiciones anteriores y el potencial presente tiene una enorme importancia para el estudio del

currículum. Jackson (1968) describió tal situación (en una dicotomía en cierta medida falsa) como

definición preactiva del curriculum y realización interactiva del currículum (Jackson, P., 1977, pp.

151-152). Maxine Green (1971) desarrolló una noción doble del currículum que favorece nuestra

comprensión de la distinción. Esta autora describe la concepción generalizada del currículum como

“una estructura de conocimiento presentado socialmente, externo al conocedor y que está ahí para

ser dominado” (Greene, M., 1971). Esto supone presentar la definición preactiva corno currículum,

pero frente a ello, Greene yuxtapone una noción del currículum como: “una posibilidad para el que

aprende, en cuanto persona real fundamentalmente interesada en darle sentido a su mundo vital”.

M. F. D. Young (1977) utilizó esta distinción para desarrollar dos enfoques del currículum. Al

primero le llama el “currículum como hecho”. Young sugiere que: “El currículum como hecho”

debe considerarse algo más que un mero espejismo o un barniz superficial en las prácticas de

estudiantes y maestros profesores en el aula; debe concebirse como una realidad social histórica

específica que expresa un modo particular de relación entre los hombres. El “curriculum de hecho”

resulta engañoso porque se presenta como dotado de vida propia y enmascara las relaciones

humanas en las que se encuentra inmerso, como cualquier otra concepción del conocimiento. Así,

la educación se convierte en algo incomprensible e incontrolable para el hombre.), El autor

continúa argumentando que la noción de “currículum como práctica” puede igualmente

desorientarnos en la medida en que: “Reduce la realidad social del “currículum” a las

intervenciones y acciones subjetivas de profesores y alumnos, lo que limita nuestra comprensión

del proceso de aparición histórica y la persistencia de concepciones concretas, del conocimiento y

97

de convenciones concretas (por ejemplo, las materias escolares). En la medida en que tenemos

limitada nuestra capacidad para ubicar históricamente los problemas de la educación

contemporánea, sufrimos también una limitación para la comprensión y el control” (Young, M. y

Whitty, G., 1977, p. 237.).

Contra la neutralidad del conocimiento en la educación tradicional, en línea con la Nueva

Sociología de la Educación, esta corriente crítica de orientación sociológica postula la idea de que

el currículum escolar no es ajeno a los valores y las actitudes de la sociedad dominante. Por ello se

reivindica que la pedagogía es una realidad cultural y política, y se afirma que encubrir su

naturaleza socio-política implica la justificación de la ideología dominante (En línea con la Nueva

Sociología de la educación, se presentan argumentos teóricos y pruebas empíricas que demuestran

que las escuelas son de hecho agentes de reproducción social, económica y cultural: la escuela es

un instrumento para reproducir las relaciones capitalistas de producción y de la ideología

dominante que legitima el grupo en el poder; como mucho, la enseñanza pública ofrece una

movilidad individual a miembros de clases trabajadores o de grupos oprimidos. (Giroux, H. A.

(1983). Un ejemplo también conocido en este sentido está representado en: Bowles y Gintis, 1985).

En contra de la educación tradicional, se afirma, pues, en síntesis, lo siguiente

• No hay una teoría de la enseñanza “neutra” (aprendizaje); toda teoría supone unos intereses.

• La teoría de la enseñanza (aprendizaje) debe incorporar la crítica, para desvelar y

desmitificar los intereses, valores y supuestos que mitifica y oculta el lenguaje educativo

• Todo análisis de la realidad educativa, si no queremos que sea reduccionista, debe contar

con un marco teórico (acerca de la naturaleza de la sociedad) que permita poner al

descubierto los valores, intereses, cuestiones de poder y control.

Sin duda una de los aportes más interesantes a los estudios sobre el currículo desde la Sociología

de la educación y desde la Historia social del currículo es el haber subrayado el hecho de que el

|currículo escolar es una creación social, una construcción humana (Goodson, 1995) que está

mediada, por tanto, por las circunstancias histórico-sociales en las que se produce, como ocurre

con cualquier otro producto cultural. De manera que tiene sentido e interés indagar acerca de esas

circunstancias y de la influencia que ejercen en la configuración de los contenidos y de las

prácticas pedagógicas, pues no se trata de algo que venga dado de forma natural ni pueda ser por

este motivo incuestionable.

Utilizando una término acuñado por Hobsbawn, para Goodson el currículo es una "tradición

inventada" en un ámbito de la producción y reproducción social gobernado por prioridades

políticas y sociales, es decir, el currículo es un producto socio-histórico resultante de un conflicto

largo y continuo en el que intervienen intereses de diverso tipo y que tiende a naturalizarse

mediante la repetición, hasta convertirse en tradición, aparentemente ajena ya a los valores que

realmente le subyacen. En este sentido, afirma Goddson que la construcción del currículo puede

considerarse como un proceso de invención de la tradición. Pero, como toda tradición, no es un

hecho inmutable sino que tiene que redefinirse y reconstruirse en el tiempo; de aquí la importancia

del análisis socio histórico del currículo que nos permita desvelar las claves explicativas de la

existencia y significado del currículo tradicional.

Un elemento de novedad es la ampliación de la participación en los procesos de definición del

currículo más allá de los ámbitos técnicos, académicos y pedagógicos tradicionales. Así, el

98

currículo se ha transformado en un tema importante de las discusiones políticas donde se

confrontan las visiones y propuestas no siempre concordantes de diferentes sectores sociales y

grupos de interés. Consultas públicas, debates parlamentarios, procesos de concertación,

comisiones o consejos que integran representantes de sindicatos, organizaciones empresariales,

asociaciones de Facultades y de profesionales y sectores de la sociedad civil, son algunas de las

modalidades a través de las cuales se está tratando de asegurar que el currículo represente el

resultado de un proceso de construcción ciudadana que refleje el tipo de sociedad que se aspira

forjar, comprometiendo diversidad de instituciones y actores.

El debate político y social en torno al currículo, vinculado a imaginarios de sociedad que sean

convocantes y realizables, tiene la ventaja de poner en evidencia los dilemas y muchas de las

tensiones que caracterizan nuestras sociedades en curso de transformación. Por ejemplo, ¿qué

tipo de equilibrio y combinación más apropiada hay que promover entre identidades locales y

dimensión global, tradición y modernidad, valores particulares y universales, intereses individuales

y colectivos, competitividad y solidaridad, finalidades económicas y exigencias democráticas,

formación general y preparación para el trabajo? Se trata de discusiones importantes que deben

contribuir a crear un amplio consenso social en torno a las finalidades de la educación y sus

contenidos. Existen sin embargo por lo menos dos riesgos. En primer lugar, la connotación política

que está tomando el currículo puede llegar a sobrecargarlo con una pluralidad de expectativas y

‘resultados’ esperados que van mucho más allá de lo que puede razonablemente pretenderse de

la Universidad. En segundo lugar, en los procesos de consulta y negociación pueden prevalecer las

opiniones y visiones de los sectores sociales y grupos de interés más organizados y con más

capacidad de presión, como de hecho suele suceder en muchos contextos.

Otro elemento de novedad en los procesos nacionales de diseño y desarrollo curricular es la

influencia creciente que ejercen marcos y modelos transnacionales, comparaciones, tendencias,

agendas y ‘estándares’ internacionales, así como los resultados de evaluaciones internacionales.

Vivimos en un mundo interconectado donde enfrentamos desafíos comunes, así que ya no se estima

ni conveniente ni suficiente que el currículo tome en cuenta solamente necesidades y prioridades

nacionales. En varios casos, además, se utilizan como referencia y se trata de aplicar modelos que

‘funcionan’ bien en términos de resultados, aunque se tiende a considerar los mismos

independientemente del contexto y de los procesos que los han producido.

EL DISEÑO CURRICULAR COMO FACTOR DE CALIDAD EDUCATIVA

El Decreto 1330 de 2019, Artículo 2.5.3.2.1.1. Concepto de calidad. Es el conjunto de atributos

articulados, interdependientes, dinámicos, construidos por la comunidad académica como

referentes y que responden a las demandas sociales, culturales y ambientales. Dichos atributos

permiten hacer valoraciones internas y externas a las instituciones, con el fin de promover su

transformación y el desarrollo permanente de sus labores formativas, académicas, docentes,

científicas, culturales y de extensión.

El concepto de calidad es algo casi intangible, variable, dinámico, que cambia con el tiempo y con

las personas que lo definen, con las ideologías, con las creencias, con los presupuestos pedagógicos

de los que se parte…, ciertamente no es fácil llegar a un consenso sobre lo que supone la calidad

99

en la educación. El debate está abierto -y, de momento, sin cerrar-, con múltiples facetas desde las

que enfocar las diferentes vertientes que componen esa pretendida calidad, por todos buscada pero

en muchos casos malentendida o supuestamente lograda con la aplicación de programas parciales

(deporte, idiomas, paz, interculturalidad, etc.) que, en la realidad, no contribuyen a su consecución

como tal, globalmente considerada, derivando en personas formadas integralmente y no solo en

estudiantes bien adiestrados en determinados elementos instructivos más o menos de actualidad,

que es lo que se busca en muchos casos para “vender” la calidad de un sistema o de una IES.

El logro de la calidad adecuada en cada momento pasa por la consecución de un diseño curricular

que ofrezca respuestas válidas a los estudiantes: para su vida y para su sociedad. Si esa deseada

calidad no se traslada a un currículum apropiado, se queda en una mera declaración de buenas

intenciones (demasiado frecuentes). Por ello, es preciso reflejar las decisiones filosóficas, teóricas,

sobre la calidad educativa, en el establecimiento de un currículum y una organización de la

Universidad que las haga viables, que permita su llegada real al aula, al conjunto del estudiantado

que tiene que beneficiarse de ellas.

Haciendo una referencia especial a las implicaciones del concepto de calidad que se aplique a la

situación actual, en relación con otros de años (o décadas) pasados, se ha de destacar que en estos

momentos es preciso insistir en que esa calidad debe llegar “a todos”, es decir, que la equidad debe

acompañar ineludiblemente al modelo pedagógico que se intenta promover. Las características de

la sociedad actual han derivado en una realidad pluricultural (que tiende a la interculturalidad con

fuerza), en gobiernos democráticos que deben respetar las diferencias de sus ciudadanos y

enriquecerse con ellas, en la disponibilidad de múltiples medios tecnológicos que permiten el

acceso a la información de diferentes sectores sociales, etc. Pero, por otra parte, y en paralelo a las

ventajas que implican estos planteamientos iniciales, también hay que constatar que las diferencias

sociales (en cultura y en economía) también aumentan tanto a nivel internacional (entre unos y

otros países) como dentro de las propias naciones, entre unos grupos y otros. Dentro de un país

encontramos sectores sociales muy desfavorecidos y marginados de la mayoría, grupos étnicos con

desventajas claras sobre el resto, personas con necesidades específicas de apoyo para poder salir

adelante en igualdad de oportunidades…, en fin, población que tiene el mismo derecho a la calidad

educativa y que requiere de medidas adecuadas, generalizadas en el sistema, para que este sea capaz

de adecuarse al conjunto de la población, es decir, para que la educación inclusiva sea un hecho

cierto, no solo una enunciación teórica.

El maestro es pieza fundamental en todo el proceso de aprendizaje y tiene la llave para mejorar el

futuro del estudiantado, y cuando comparte el conocimiento y se le facilita formación, al transmitir

aprendizajes y valores universales fomenta la creación de ciudadanos activos que comprenden los

principios democráticos, promueven la tolerancia y participan en la sociedad en la que viven de

forma responsable. El poder transformador de la educación de calidad permite el desarrollo

personal, la equidad de género y la erradicación de la pobreza, la primera condición para lograrlo

es una rigurosa formación de los maestros.

Los conocimientos y competencias de maestros constituyen el factor de mayor importancia para la

educación de calidad dado que el progreso humano es directamente proporcional a la calidad de la

educación y ésta sólo la podemos asegurar formando y estimulando al profesorado en la

100

actualización de aprendizajes adecuados para su labor docente; una educación deficiente margina

a enormes sectores sociales y los excluye de mejores oportunidades y condiciones de vida.

La manera cómo los maestros actúan en los procesos de aprendizaje, repercute directamente en los

resultados de los procesos de desarrollo de la calidad educativa, tanto a nivel de estudiantes como

de instituciones; si un estudiante o una institución educativa fracasa en alcanzar los objetivos de

calidad que se trazan, también fracasa el profesorado; si la institución o modelo pedagógico pierde

vigencia, también lo hacen los maestros que lo integran.

Los elementos curriculares como factores de calidad son: las competencias para la cohesión

curricular; objetivos de calidad para el sistema; contenidos “selectos” para la formación

universitaria actual y una metodología diversificada, facilitadora de la calidad para todos; la

evaluación, ¿Hacia la calidad o hacia la estandarización humana? (Casanova, 2012)

Diez factores para una educación de calidad para todos en el siglo XXI

Braslavsky (2004, pp. 21- 36) propone diez factores:

Factor 1. El foco en la pertinencia personal y social como foco de la educación.

Una educación de calidad es aquella que permite que todos aprendan lo que necesitan aprender, en

el momento oportuno de su vida y de sus sociedades y además con felicidad. La educación de

calidad para todos tiene que ser pertinente, eficaz y eficiente.

En general, cuando se discute acerca de la calidad de la educación se discute sólo acerca de su

eficacia tanto así que cuando se trata de definir si una educación es de calidad, se definen

indicadores de rendimiento en los logros de los aprendizajes planteados. Eso es lo que hizo TIMMS

y recientemente CIVICS, los primeros grandes operativos de evaluación comparada. Sin embargo

PISA se posiciona no sólo en la eficacia sino especialmente en la pertinencia porque evalúa ciertas

competencias comunicativas y matemáticas claves y ciertas habilidades para seguir aprendiendo a

lo largo de toda la vida.

Factor 2. La convicción, la estima y la autoestima de los estratos involucrados.

Los estratos involucrados se refieren a las sociedades, sus dirigencias políticas y las

administraciones que valoran de manera especial la educación de sus pueblos y su capacidad de

aprendizaje, pero además estiman a sus profesores. A su vez, los profesores estimados por sus

sociedades se estiman a sí mismos y no se culpabilizan de los errores, sino que los corrigen y sacan

provecho de ellos; estos maestros precisamente no culpabilizan a sus alumnos por los errores que

puedan cometer al aprender, generando así una atmósfera de bienestar que constituye una

experiencia educativa de calidad.

La convicción acerca de las posibilidades de la educación fue una de las claves del éxito en los

períodos en que la educación pudo más y estuvo siempre asociada a la valoración de los

profesionales de la educación.

Factor 3.La fortaleza ética y profesional de los maestros.

El círculo virtuoso en la relación entre los profesores y la sociedad es la configuración de valores

de los docentes y su competencia para elegir las estrategias más adecuadas en los momentos

oportunos para lograr una educación de calidad para todos. La desprofesionalización técnica de los

101

profesores parece haber originado la pérdida de reconocimiento profesional y social y literalmente

ha conducido a un desarme intelectual docente.

La construcción profesional de los profesores exige de cuatro condiciones indispensables: que la

formación en la profesión al llegar el momento de graduarse sea de calidad; que la actualización y

el perfeccionamiento sean periódicos o permanentes y de calidad; que la dirección y la supervisión

efectiva funcione en cada escuela; que los profesores participen en la producción de didácticas,

dispositivos de mediación entre el saber elaborado y el saber escolar.

Factor 4. La capacidad de conducción de los directores y el personal intermedio.

Se sabe con evidencias la alta correlación que hay entre las funciones reales y efectivas de los

directores y la gestión de instituciones educativas apropiadas para promover aprendizajes de

calidad. Tres son las características que distinguen a estos directores son: directores que otorgan

un gran valor a la función formativa de sus instituciones educativas; directores con capacidad para

construir sentido para su institución en su conjunto y para cada uno de los grupos y de las personas

que la integran; directores con capacidad para construir eficacia en su institución, es decir que los

grupos y las personas corroboren la existencia de una relación aceptable entre la inversión

razonable de tiempo y energía y el beneficio que se obtiene con el sentido buscado

conscientemente.

Factor 5. El trabajo en equipo al interior de la escuela y del sistema educativo.

En este mundo de cambios acelerados, interdependencias crecientes y conocimientos en constante

evolución y reemplazo llegamos a la conclusión que nadie puede todo solo. Los estudios revelan

que las escuelas que logran construir una educación de calidad son aquellas en las que los adultos

trabajan juntos y que éste trabajo en equipo se promueve más y mejor cuando todo el sistema

educativo trabaja en conjunto.

En la construcción de una educación de calidad para todos son importantes las experiencias de

desarrollo curricular compartido entre docentes de diferentes instituciones educativas, de reunión

periódica de directores, de realización de evaluaciones externas y devolución y diálogo sobre

resultados.

Factor 6. Las alianzas entre las escuelas y los otros agentes educativos.

Las familias, los empresarios y los medios de comunicación son factores importantes en el

compromiso conjunto de construir educación de calidad a través de las escuelas. Los padres de

familia deben respetar y apoyar las más elementales pautas de funcionamiento de los profesores y

las escuelas; pero a su vez los profesores deben percibir los gestos de compromiso y de

preocupación de las familias. Los empresarios deben saber qué pedirle a las escuelas y no pedirles

lo imposible en el tiempo y las condiciones reinantes.

Evaluar y evaluarse, tomar distancia y construir cercanías son algunas de las actitudes y prácticas

que facilitan la construcción de alianzas exitosas entre padres de familia, empresarios y medios de

comunicación para mejorar ostensiblemente y de manera sostenida la educación.

Factor 7. El currículo en todos sus niveles.

¿Qué saberes necesita la actual sociedad? La pertinencia de la educación se establece a través del

currículo en especial en sus aspectos estructurales, disciplinares y cotidianos.

102

Los aspectos estructurales del currículo son disposiciones político administrativas necesarias,

aunque no suficientes, para alcanzar una educación de calidad. En ellos se debe contemplar un

mínimo de 700 horas de clase efectivas y planificadas al año para que los alumnos aprendan lo que

tienen que aprender en el momento oportuno; una combinación adecuada entre las horas dedicadas

a ciertos contenidos claves de Matemáticas y Lengua con otras horas de libre disposición de las

escuelas para atender a las características de la diversidad de sus estudiantes.

El aspecto disciplinar del currículo tiene que ver con la orientación de cada disciplina cada una de

las cuales debe tener un foco claro y pertinente. En Lengua el foco debe ser la comunicación y la

metacognición; en Matemáticas, la organización y presentación de la información y la

modelizacion de la realidad; en Formación ética y ciudadana y en Religión, el cultivo de la

dignidad, la diversidad y la solidaridad; en Ciencias Sociales, la comprensión para emprender en

común construcciones sociales trascendentes; en Tecnología, el aprender a utilizar para innovar;

en Ciencias Naturales, la comprensión para conservar y convivir con la naturaleza a través del

desarrollo sustentable.

El aspecto cotidiano del currículo es asumido por los profesores y a veces no está priorizado en los

currículos oficiales. Los básicos cotidianos del currículo son: leer un volumen semanal porque

ayuda sustantivamente a abrir el mundo del conocimiento; llevar a cabo encuestas, organizar,

procesar e interpretar la información, presentarla discutirla y enriquecerla; estudiar un tema social

emergente por mes, a nivel mundial, nacional, local o comunitario, planteando preguntas y

buscando respuestas; usar activamente una tecnología moderna en un proyecto real y no solo

percibirla pasivamente; asistir a un espectáculo audiovisual acorde con la oferta comunitaria (cine,

fiesta cívica, teatro, etc.); llevar a cabo una actividad solidaria y evaluarla; identificar y resolver

algún problema propio de la escuela en forma conjunta; desafíos cognitivos o mentales, prácticos

o emocionales.

Ayuda también la identificación y jerarquización de conceptos, ideas e información; analizar y

argumentar a favor y en contra de ellas; buscar evidencias para refutarlas o apoyarlas; presentar las

ideas propias y ajenas usando evidencias; negociar conflictos y construir todo tipo de cosas

Factor 8. La cantidad, calidad y disponibilidad de materiales educativos.

Los estudiantes de los países que obtuvieron mejores resultados en las evaluaciones PISA leen más

que en otros países y leen más variado. En general no es el libro de texto el que hace la diferencia,

sino el buen libro de texto asociado con la utilización de una gama amplia de materiales impresos

o concretos. No hay calidad educativa sin un entorno rico en materiales de aprendizaje y con

profesores éticamente comprometidos en el diseño, uso dinámico e innovador de los materiales

educativos. Así como la televisión, el cine, Internet, los mapas y los museos son recursos

educativos bien utilizados, también lo pueden ser la frutería o la tienda del barrio, la naturaleza que

rodea a la escuela, los conocimientos y la experiencia de los padres de familia, etc.

Factor 9. La pluralidad y calidad de las didácticas.

Además de variados recursos para el aprendizaje, es necesario buenas y variadas didácticas que

estén al alcance de los profesores. La calidad de la educación se construye mejor cuando hay más

cercanía entre los productores y los usuarios de las didácticas porque ello le otorga pertinencia a

las mismas. Se enseña y se aprende mejor cuando se acepta que diversos caminos pueden conducir

al aprendizaje con sentido y en bienestar, precisamente porque los estudiantes son diversos como

103

lo son los profesores y los contextos. Una didáctica específica sirve si los profesores la conocen y

creen en ella y además la didáctica es consistente con la sociedad y con las prácticas familiares de

cada país o región.

Factor 10. Los mínimos materiales y los incentivos socioeconómicos y culturales.

El presupuesto dedicado a la educación y los salarios inciden en la calidad de la educación. No

cabe duda de que existen ciertos mínimos materiales por debajo de los cuales es muy difícil

conseguir calidad educativa para todos. Esos mínimos deben garantizar que los niños vayan

debidamente alimentados a las escuelas, que los salarios de los profesores sean dignos y que el

equipamiento esté disponible.

La existencia de mínimos materiales y de incentivos al desarrollo de los contextos y de los

profesores y poblaciones escolares debe ser considerada como una condición indispensable pero

no suficiente para el mejoramiento de la calidad de la educación.

LA EVALUACIÓN CURRICULAR

Se ha de considerar a la evaluación curricular e institucional como modo de “comenzar a

mejorar el curriculum”, esto significa correrla del lugar del control y de parámetros

eficientistas, para considerarla como un insumo imprescindible para iniciar procesos de

mejoramiento de la calidad educativa. La evaluación es vista como cuestión intrínseca al

proceso curricular, de allí deviene la necesidad de coherencia de sus aspectos teóricos y

metodológicos con las concepciones curriculares que se sustenten.

Se puede decir, que si bien la cuestión de la revisión del currículum no es nueva para las

Universidades, esta revisión no incluye, por lo general, una crítica de los supuestos básicos ni la

consideración del currículum de manera global. El interés por la evaluación curricular ha

aumentado como consecuencia de nuevas ideas que cobran fuerza en el discurso pedagógico

actual, tales como la mayor autonomía y responsabilidad social de estas instituciones; la

preocupación por buscar mayor coherencia y eficacia en su funcionamiento y resultados; el

desarrollo profesional del profesorado. Todas estas cuestiones están ligadas al problema de la

necesaria mejora de las prácticas de enseñanza y de aprendizaje, por lo tanto a la mejora de la

calidad de la educación.

Evaluar el currículum desde una perspectiva global, es un tarea compleja que implica no sólo

hacerlo desde sus aspectos explícitos y objetivables como formato, modos de desarrollo y

concreción, sino también en cuanto a sus supuestos básicos que fundamentan y otorgan

sustentabilidad a la propuesta curricular.

Es preciso destacar que las tradiciones en evaluación que siguen impregnando las prácticas

educativas se han encargado de transformar una cuestión fundamental, con fuerte carga ética y

política, en una cuestión preponderantemente técnica y administrativamente viable, restándole

espacio a un debate profundo que atienda a las posibilidades formativas que realmente debe tener

la evaluación, si es que a través de la misma se logra obtener información válida y que pueda ser

adecuadamente valorada y utilizada.

104

Lo expresado anteriormente significa que es necesario tener conciencia del carácter axiológico de

la evaluación ya que ella implica siempre un juicio de valor que deberá ser correctamente tenido

en cuenta de acuerdo con las finalidades que se hayan planteado con respecto a los resultados de

la evaluación y a su utilización.

También es pertinente señalar que la evaluación es uno de los aspectos más conflictivos y

complejos del planeamiento y desarrollo curricular. Lo es en tanto estudiar y reflexionar acerca de

la evaluación significa entrar en el análisis de todas las prácticas pedagógicas que tienen lugar en

la institución y por lo tanto implica y compromete a todos sus miembros y a las condiciones

contextuales.

Otro aspecto que tiene que ver con la evaluación curricular, es el referido a la exigencia de

coherencia con respecto a las concepciones sustentadas frente a cada uno de los componentes del

currículum (objetivos, contenidos, enseñanza, aprendizaje, etc.), lo que supone la construcción de

metodologías adecuadas y de criterios de valoración pertinentes.

Es claro que un proceso evaluativo complejo como lo es el curricular, requerirá de apertura de

enfoque para poder permitir la obtención de datos tanto de proceso como de resultados, y para

abordar las distintas dimensiones curriculares a ser evaluadas. De lo anterior se deduce la

necesidad de mantener también, la necesaria apertura metodológica, que dé lugar a la utilización

de diferentes técnicas y procedimientos de recolección de datos, para indagar adecuadamente los

múltiples aspectos del desarrollo curricular, y para permitir al mismo tiempo la contrastación de

los datos obtenidos.

Todo proceso evaluativo debe atender adecuadamente a la rigurosidad en la construcción de

instrumentos pertinentes e idóneos y a los cuidados en su aplicación, teniendo en cuenta qué es lo

que se pretende evaluar en cada caso, pero dando lugar al mismo tiempo a la consideración de

procesos, situaciones o resultados no previstos.

LA EVALUACIÓN DISRUPTIVA

“Hay quien trata de repetir aquellas categorías consideradas como universales durante siglos

para intentar explicar la práctica política que viene, y me temo que muchas de éstas ya no sirven. A

un ritmo vertiginoso todo ha cambiado y todo se reinventa. Michel Serres piensa que incluso ha

nacido un nuevo ser humano: «la pulgarcita», que se comunica tanto con los pulgares como con

el resto de instrumentos tradicionales. Pulgarcita y pulgarcito viven en una sociedad en red, están

creando un orden nuevo y se quedarán atrás los viejos gruñones que no lo entiendan. La derecha

no lo acierta a comprender, pero muchos representantes de la izquierda clásica tampoco. Las

actuales estructuras, las instituciones vigentes, las jerarquías y las diferencias son dinosaurios

moribundos: nace un consenso que las juzga obsoletas cuando no indecentes”. José Ignacio

González

105

Recobran especial sentido en los tiempos que corren, las palabras de León Tolstoi de "todos piensan

en cambiar el mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo" y con relativa frecuencia se

asume la imposibilidad de hacer lo que nos proponemos. Pero, difícilmente se puede transformar

esta sociedad, en la que contribuimos a generar colectivamente resultados que nadie desea, sin

cambiar el nivel de consciencia desde el que actuamos. Desarrollar tal capacidad es lo que nos

puede permitir crear un futuro con mayores posibilidades.

Quizás la mayor crisis de nuestro tiempo sea la del modelo de pensar, el cómo abordamos los

problemas. Afrontar los retos del porvenir exige ver el mundo desde nuevas perspectivas. Con

mente abierta, corazón abierto y voluntad abierta, para conectar con las posibilidades emergentes

y hacerlas realidad (Scharmer, 2017).

No por muy citada deja de tener vigencia la afirmación de Santos Guerra (1993) "Dime

cómo evalúas y te diré que tipo de profesional y de persona eres". También la podemos leer

como “dime como evalúas y te diré cómo enseñas”. Enseñanza y evaluación son dos caras

de la misma moneda: El aprendizaje.

La evaluación según Santos Guerra (op.cit) es un fenómeno que permite dejar al descubierto todas

nuestras concepciones. Más que un proceso de naturaleza técnica y aséptica es una actividad

penetrada de dimensiones psicológicas, políticas y morales. Por el modo de practicar la evaluación

podríamos llegar a las concepciones que tiene el profesional que la práctica sobre la sociedad, las

instituciones de enseñanza, el aprendizaje y la comunicación interpersonal

Uno de los mayores problemas que enfrenta hoy la educación tiene que ver con la forma de evaluar.

No es un tema nuevo y aunque ha estado en la agenda educativa por mucho tiempo, hoy la discusión

en torno a esto parece tomar fuerza con la aparición de las nuevas tecnologías.

Se trata de uno de los puntos más polémicos a nivel educativo, ya que se sigue planteando una

evaluación que pareciera ser anticuada, y que ha evolucionado poco. Y aunque si bien existen

algunas nuevas propuestas, se suele caer en el mismo esquema de tabulación numérica y

evaluaciones tradicionales.

Pensemos en la clásica evaluación a través de exámenes que sirve para arrojar un número. Dicho

número no representa en realidad todo lo aprendido por los estudiantes, si no que sólo mide una

fracción a partir del criterio de quién realizó dicho examen, es decir, es una evaluación parcializada

y subjetiva.

Por otro lado, ya el mero hecho de catalogar con un número implica que estamos dando una opinión

sesgada del aprendizaje, en la que pueden entrar en juego infinidad de factores, algo que con los

exámenes puede suceder habitualmente: “Los estudiantes suelen calificar los exámenes como

desagradables. El efecto que produce en los alumnos no es uniforme, sino que está en función de

múltiples variables” (Bausela, 2005, pp. 553-558). Y sin mencionar que la retroalimentación suele

quedarse solo en un “aprobado” o “desaprobado”.

Nuestra sociedad ha demostrado que ha sabido sobreponerse a innumerables adversidades. Hoy

por hoy, los problemas que la acucian son de sobra conocidos: “crisis”, “desempleo”, “recortes”,

“corrupción”. Pese a todo, como en otras épocas, sabremos levantarnos. Ahora bien, el momento

actual supone una coyuntura diferente; puesto que no podemos “levantarnos” –así, sin más– para

106

mejorar lo que ya existe. Necesitamos provocar una ruptura con respecto al estado de cosas

anterior.

En este sentido, debemos ser “rompedores”; pero no para destruir, sino para crear. Veamos el

siguiente gráfico:

¿Por qué hablar de evaluación disruptiva? Lo primero que habría que observar es que, no sólo en

Colombia, si no que en gran parte del mundo, el tema de la evaluación ha generado gran polémica

en la sociedad. Pero esto también se debe a que no nos hemos puesto totalmente de acuerdo sobre

qué significa evaluar, y mucho menos, en cómo debemos hacerlo hoy, considerando que estamos

frente a nuevas opciones educativas.

Es curioso que por ejemplo, maestros que están acostumbrados a evaluar a sus estudiantes todo el

tiempo, tengan miedo o se nieguen a ser evaluados. Eso quiere decir, que desde un inicio, la

evaluación es vista como algo malo. Si resulta malo para los maestros, imaginemos lo que sentirán

los estudiantes ante dichos procesos.

107

Esto en parte quizá se deba a conceptos asociados por la evaluación que a veces parecen sólo

referirse a determinados aspectos, tal como lo plantea Santos (1999) al proponer nuevos sistemas

de evaluación:

“Se habla de evaluación refiriéndose a procesos de carácter comparativo aplicados a mediciones

de resultados, se llama evaluación a fenómenos de rendimiento de cuentas impuestos por la

autoridad, se denomina evaluación al análisis diagnóstico realizado mediante instrumentos que

permiten cuantificar los datos, se habla de evaluación cuando se realiza la comprobación del

aprendizaje de los alumnos…” (p.2)

Así pues, se hace necesario pensar en una nueva forma de evaluar, que no genere esa tensión en el

estudiante, pero que a la vez les permita entender cuáles son sus áreas de oportunidad reales. En

este sentido, pareciera que resulta más efectiva la retroalimentación, el problema es que al momento

de pasarla a una escala como suelen solicitar casi todos los sistemas educativos que predominan

actualmente, ésta suele sesgar la visión del estudiante, que sólo recordará que tuvo un 3 ó 4, pero

pronto olvidará el por qué.

Si queremos hablar de evaluación, es importante que comprendamos el concepto en su contexto

histórico y actual, para entonces poder plantear nuevas alternativas que se adapten al “nuevo

normal” que vivimos en la educación actual y que está cambiando a las instituciones educativas

(Piscitelli, 2015, pp. 13 -23).

Como ya lo hemos señalado anteriormente, una evaluación pareciera estar más enfocada a “medir”

de manera cuantitativa los resultados obtenidos, lo cual es muy conocido en el contexto educativo.

La calificación, se ha convertido en la forma de determinar el aprendizaje de los alumnos, con ese

número sabemos si acredita o no una materia, si es bueno o mal estudiante, pero no nos señala

específicamente qué se tiene que mejorar

Los sistemas escolares de casi todo el mundo, siguen este patrón, y piden que las instituciones

educativas generen año con año números en los alumnos que medirán sus avances, indicarán si

saben o no, si son capaces de algo o no. Se cataloga a los estudiantes con un número, dejando de

lado otros aprendizajes que no pueden ser medidos de esta manera. Sin embargo, es importante que

comencemos a pensar que “la evaluación no debe ser un arma, sino una ayuda, debe ser una

herramienta para que el aprendizaje suceda en vez de ser precisamente su freno” (Acaso, 2015).

Además, hay factores que no se están evaluando adecuadamente, como las habilidades sociales, la

inteligencia emocional, y otras competencias que el mundo actual exige. Hoy la prueba más famosa

de evaluación mundial, el Programa para la Evaluación Internacional de los Alumnos (PISA, por

sus siglas en inglés), que maneja la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos

(OCDE), basa su medición a través de un examen escrito que se aplica a los estudiantes de 15 años,

que se realiza en dos horas, y que sólo toma en cuenta áreas de lectura, matemáticas y ciencias

(OCDE, s/f), dejando de lado todos los demás aprendizajes.

Pero curiosamente esta posición dista mucho de las nuevas tendencias educativas, que buscan un

aprendizaje integral, como lo planteado por Delors (1996, pp. 91-103) con respecto a los cuatro

pilares de la educación:

“Aprender a conocer, es decir, adquirir los instrumentos de la comprensión; aprender a hacer,

para poder influir sobre el propio entorno; aprender a vivir juntos, para participar y cooperar con

108

los demás en todas las actividades humanas; por último, aprender a ser, un proceso fundamental

que recoge elementos de los tres anteriores. Por supuesto, estas cuatro vías del saber convergen

en una sola, ya que hay entre ellas múltiples puntos de contacto, coincidencia e intercambio.”

En este sentido, la evaluación entonces, debe cumplir un papel que lo transforme en parte del

proceso de aprendizaje, pero integrando la mayoría de los conocimientos adquiridos.

El cambio en la evaluación es irremediable. Si partimos que los aprendizajes son continuos,

horizontales y desjerarquizados; que en ellos... la información es plural; los contenidos forman una

amalgama entre lo formal, lo no formal; si lo que pensamos es diverso, lo que hablamos,

escribimos, y compartimos,...es abierto... ¿cómo compararlo por medio de pruebas estandarizadas?

Siendo coherente, pues, la disrupción evaluativa deberá tener esas mismas características: continua,

horizontal, desjerarquizada, plural, personalizada, diversa, abierta...

Iniciativas como portfolio, evaluación por pares, rúbricas personalizadas, reflexiones

grupales, evaluadores diversos, evaluación-aprendizaje,...nos alejan de la ciencia ficción y

nos ponen en el posibilismo real.

La Cuarta Revolución nos trae nuevos paradigmas y algunos lineamientos básicos para pensar los

sistemas de monitoreo y evaluación (Sola):

1. Construir Confianza: Al no depender de variables profusamente duras, necesitamos construir

confianza con los sujetos para obtener una medición real. Se deben analizar experiencias,

impresiones, sentimientos, observaciones y otras interacciones complejas.

2. Indicadores Creativos: Ya no se trata de ordenar indicadores pre-desarrollados y solo medirlos,

sino de comprender la dinámica humana y organizacional (sea en un proceso de aprendizaje, en

una transformación social, en un proceso industrial) para crear indicadores acordes a esas

dinámicas.

3. Capacidad de Adaptabilidad: Los sistemas de medición deben ser dinámicos en un paradigma

de incertidumbre y de cambio constante, buscando un equilibrio entre mantener series comparables

a lo largo del tiempo y por otro lado hacer sistemas adaptables a los cambios en el contexto y las

reglas del juego.

4. Enfoques Multidimensionales: Un mundo complejo nos exige analizar múltiples dimensiones

para evaluar un mismo fenómeno. En educación, ya no se puede pensar la medición del aprendizaje

sin dar un contexto escolar, cultural o social. En la medición de la pobreza, la medición tradicional

que básicamente evaluaba sólo los ingresos económicos, empezó a ser reemplazada por la medición

de la pobreza multidimensional que analiza múltiples variables para poder comprender la

complejidad de este fenómeno.

5. Mediciones Multifocales e Invertidas: Las mediciones en los diferentes ámbitos deben darse a

partir de la mirada de múltiples actores. El funcionamiento de un sistema productivo ya no es solo

la mirada del gerente, sino también la del operario, la de un consumidor o la de un externo. Así

también, en los procesos educativos no se trata solo de la mirada del docente, sino también de la

mirada del alumno, de su familia, de la propia comunidad.

6. Integralidad Sistémica: Se precisan sistemas integrales de evaluación y seguimiento. Se deben

entender las variables a medir como parte de un “sistema” con objetivos y puntos de partida. La

109

idea de un aula escolar como un elemento aislado de su contexto local y aislado de una perspectiva

de futuro no puede ser comprendido como un “sistema” educativo. Así tampoco, las

transformaciones sociales o productivas. Es ahí donde los sistemas de evaluación deben preguntar

y cuestionar, respondiendo con modelos integrales y sistémicos.

En contextos dinámicos y de incertidumbre como los que se proyectan, los sistemas de evaluación

y monitoreo pasan a tomar un rol aún más importante y significativo para comprender el presente

y construir el futuro de cada une.

Sin dudas, nos enfrentamos a evaluar y dar seguimiento a sistemas vivos, con intangibles, en

interacciones mucho más humanas y complejas, pero también más sorprendentes. La Cuarta

Revolución nos presenta un nuevo desafío, pero también la oportunidad de poder pensarnos y

entendernos desde una perspectiva más Humana.

La evaluación por competencias

Para abordar la evaluación por competencias, deseamos hacer referencia a un doble marco: la

concepción de evaluación y la concepción de competencia que ya hemos abordado anteriormente.

En primer lugar, respecto a la evaluación en la educación superior, tomamos como puntos de

partida las siguientes consideraciones

• La evaluación se halla en la “encrucijada” didáctica, en el sentido de que es efecto pero a

la vez es causa de los aprendizajes. En palabras de Miller, la evaluación orienta el

currículum y puede, por lo tanto, generar un verdadero cambio en los procesos de

aprendizaje. Barberá (1999), Allen (2000), McDonald et al. (2000) Dochy et al. (2002) o

Bain (2006) nos han ayudado a entender que la evaluación no puede limitarse a la

calificación (sino que ésta es un subconjunto de la evaluación); no puede centrarse en el

recuerdo y la repetición de información (sino que se deben de evaluar habilidades

cognitivas de orden superior) y que no puede limitarse a pruebas de “lápiz y papel”, sino

que se requieren instrumentos complejos y variados. La evaluación se halla en la

“encrucijada” didáctica, en el sentido de que es efecto pero a la vez es causa de los

aprendizajes. En palabras de Miller, la evaluación orienta el currículum y puede, por lo

tanto, generar un verdadero cambio en los procesos de aprendizaje. Barberá (1999), Allen

(2000, pp. 41-72.), Dochy et al. (2002, pp. 3-29) o Bain (2006.) nos han ayudado a entender

que la evaluación no puede limitarse a la calificación (sino que ésta es un subconjunto de

la evaluación); no puede centrarse en el recuerdo y la repetición de información (sino que

se deben de evaluar habilidades cognitivas de orden superior) y que no puede limitarse a

pruebas de “lápiz y papel”, sino que se requieren instrumentos complejos y variados.

• La evaluación debe de constituir una oportunidad de aprendizaje y utilizarse no para

adivinar o seleccionar a quien posee ciertas competencias, sino para promoverlas en todos

los estudiantes. Esta dimensión formativa formulada por Scriven ha sido abordada

ampliamente en los últimos años por Hall y Burke (2003) y Kaftan et al. (2006, pp. 44-49.).

• La evaluación por competencias nos obliga a utilizar una diversidad de instrumentos y a

implicar a diferentes agentes. Tenemos que tomar muestras de las ejecuciones de los

alumnos y utilizar la observación como estrategia de recogida de información sistemática.

Ésta puede acompañarse de registros cerrados (check-list, escalas, rúbricas) o de registros

abiertos, y puede hacerse por parte del profesorado, por parte de los compañeros o por parte

110

del propio estudiante (o por todos ellos, en un modelo de evaluación de 360º), pero en

cualquier caso debe proporcionar información sobre la progresión en el desarrollo de la

competencia y sugerir caminos de mejora. En este sentido, autores como McDonald et al

(2000, pp. 41-72.), Stephen y Smith (2003, pp. 97-107), Scallon (2004), Gerard (2005, pp.

24-26), Laurier (2005, pp. 14-17), De Ketele (2006, pp. 135-147) o Gerard y Bief (2008)

han realizado un análisis de lo que son los diseños por competencias y de lo que implica la

evaluación por competencias.

• La evaluación ha de ser coherente con el resto de elementos del diseño formativo, ha de

hallarse integrada en el mismo. Por ello las experiencias metodológicas más coherentes con

los diseños por competencias, como son las simulaciones, los proyectos, el PBL,… llevan

asociadas actividades evaluativas muy relevantes para la evaluación por competencias. Los

trabajos de Segers y Dochy (2001, pp. 327- 339 o de Gijbels et al. (2005, pp. 73-86) han

resultado muy ilustrativos en este punto.

• La evaluación ha de hacer más conscientes a los estudiantes de cuál es su nivel de

competencias, de cómo resuelven las tareas y de qué puntos fuertes deben potenciar y qué

puntos débiles deben corregir para enfrentarse a situaciones de aprendizaje futuras. Este

proceso de autorregulación, tratado, entre otros, por Boekaerts, Pintrich y Zeidner (2000)

va a ser esencial para seguir aprendiendo a lo largo de toda la vida (Life Long Learning) y,

constituye en sí mismo, una competencia clave.

En segundo lugar, respecto a lo que entendemos por competencia, de las múltiples definiciones

aportadas podemos extraer los elementos más reiterativos. Una competencia implica…

• Integrar conocimientos: ser competente supone no sólo disponer de un acervo de

conocimientos, habilidades, capacidades, actitudes,… sino saberlos seleccionar y combinar

de forma pertinente.

• Realizar ejecuciones: ser competente va ligado al desempeño, a la ejecución; es indisociable

de la práctica.

• Actuar de forma contextual: no se es competente “en abstracto” sino en un contexto

(espacio, momento, circunstancias) concreto. Se trata, pues, de analizar cada situación para

seleccionar qué combinación de conocimientos necesito emplear (desestimando otras

posibilidades que no resulten pertinentes).

• Aprender constantemente: la competencia se adquiere de forma recurrente, con formación

inicial, permanente y/o experiencia en el trabajo (o fuera de él). Por ello se halla en

progresión constante.

• Actuar de forma autónoma, con “profesionalidad”, haciéndose responsable de las

decisiones que se tomen y adquiriendo un rol activo en la promoción de las propias

competencias.

Veamos estas implicaciones de modo separado:

1. La integración de conocimientos puede hacerse de modo especialmente interesante en los

proyectos finales o en las experiencias de prácticum o prácticas externas (de titulación). El

prácticum constituye un escenario privilegiado para que el alumnado integre y aplique

conocimientos (Tejada, 2005), aunque debemos estar atentos para que no suponga la

reproducción de roles estereotipados y mecánicos, como alerta Pérez Gómez (2007, pp. 7-

111

36). En este marco se pueden aplicar modelos de evaluación de 360 grados, donde se

combina la autoevaluación con la evaluación del supervisor, del tutor, de los compañeros e

incluso, si procede de los usuarios que reciben las consecuencias de la actuación del

estudiante en prácticas. Sin embargo, tampoco podemos “dejar recaer” la evaluación de

competencias en esos marcos puesto que si ésta resultase no ser satisfactoria, ¿qué medidas

deberían tomarse para garantizar que ese alumno las adquiera? Al ser períodos de final de

estudios

2. Las ejecuciones deberán evaluarse, en su proceso y como producto. Por ello la observación,

acompañada tanto de registros cerrados (listas de control, escalas de valoración, rúbricas)

como de registros abiertos (diarios, registros anecdóticos, registros observacionales

sistemáticos) (Padilla, 2002), puede ser una estrategia de recogida de información

indispensable para la evaluación de ciertas competencias. Es decir:

La mejor forma de evaluar competencias es poner al sujeto ante una tarea compleja, para

ver cómo consigue comprenderla y conseguir resolverla movilizando conocimientos. Los

instrumentos de evaluación empleados no pueden limitarse a pruebas para ver el grado de

dominio de contenidos u objetivos sino proponer unas situaciones complejas,

pertenecientes a la familia de situaciones definida por la competencia, que necesitará por

parte del alumno, asimismo, una producción compleja para resolver la situación, puesto

que necesita conocimiento, actitudes, pensamiento metacognitivo y estratégico (Bolívar,

2008, p. 184).

3. El hecho de que la competencia sea contextual, implica que se promuevan resoluciones en

diversos contextos (Villardón, 2006, pp. 57-76). Las empresas simuladas, las simulaciones

con la ayuda de la tecnología (e incluso, en algunos casos, con la ayuda de actores), la

resolución de casos, el aprendizaje por resolución de problemas,… pueden ubicarnos en

escenarios diferentes y ayudarnos a proyectar nuestros conocimientos y a mostrar, en

consecuencia, nuestro grado de competencia.

4. La competencia está en constante evolución, se actualiza constantemente. Lo que importa

es, pues, progresar en su desarrollo. Habrá personas que, por su capacidad innata o por su

experiencia laboral o personal ya posean ciertas competencias en mayor grado. Quizá un

reto que tengamos las universidades sea el de acreditar las competencias adquiridas por vías

no académicas, como ya sucede en otros países. Por ello las evaluaciones diagnósticas

toman gran importancia en la evaluación por competencias. Hasta el momento quizá

hayamos practicado poco la evaluación diagnóstica y, si lo hemos hecho, probablemente

hayamos intentado averiguar los conocimientos previos del alumnado y/o sus expectativas

sobre la materia. Como la evaluación de competencias es difícil que pueda evaluarse

únicamente con pruebas escritas (requeriría observación, toma de muestras de ejecuciones

del alumnado,…), quizá la evaluación diagnóstica deba hacerse, sobre todo, a través de

procesos de autoevaluación (Brown y Glasner, 2003)

5. La competencia requiere actuar con criterio, revisando los procesos a cada paso y

mejorando constantemente nuestro trabajo. A lo largo de la vida necesitaremos aprender (y

desaprender) constantemente. Para ello, por una parte, necesitaremos la capacidad de

gestionar la información (competencia que interacciona muy directamente con la

competencia digital). Gestionar la información pasa por reconocer que necesitamos dicha

información, por disponer de estrategias para localizarla, por extraerla, por organizarla y

evaluarla. No es una mera capacidad instrumental, es “tener criterio” para, según la

112

finalidad y el contexto, aplicar los conocimientos para buscar y aplicar la información que

deseamos. Pero más allá de la información, aprender a aprender es la capacidad para

proseguir y persistir en el aprendizaje, organizar el propio aprendizaje, lo que conlleva

realizar un control eficaz del tiempo y la información, individual y grupalmente. Esta

competencia incluye la conciencia de las necesidades y procesos del propio aprendizaje, la

identificación de las oportunidades disponibles, la habilidad para superar los obstáculos con

el fin de aprender con éxito. Incluye obtener, procesar y asimilar nuevos conocimientos y

habilidades así como la búsqueda y utilización de una guía (Martín y Moreno, 2007). Esta

capacidad de autorregulación del propio proceso de aprendizaje, tratada sobradamente por

Boekaerts et al. (2000), nos lleva a reflexionar cuál puede ser nuestro rol como profesores,

que podemos desagregar en dos tareas principalmente:

• Por una parte, tendremos que articular mecanismos de feed-back valioso (Nicol y

MacFarnale-Dick, D, 2006, pp. 199–218) que ayude a nuestros estudiantes a

aprender.

• Por otra parte, tendremos que establecer mecanismos y estrategias que ayuden al

alumnado a este proceso de tomar conciencia de qué aprende y cómo lo hace.

Establecer procesos de autoevaluación, de evaluación entre iguales (López, 2007),

narrar sus principales aprendizajes, llevar un diario, tener que verbalizar sus

principales dificultades, levantar actas de las sesiones de trabajo, trabajar con

cuestionarios KPSI y retomarlos al final de cada unidad didáctica, establecer

relaciones entre las actividades y los objetivos de la asignatura, o elaborar

portafolios (Giné, 2007) pueden ser algunas propuestas que mejoren esta capacidad

de autorregulación.

Por ello, el cambio está fundamentalmente en el “cómo” se pueden aprender los contenidos (en un

contexto donde la información es fácilmente accesible) y afecta a la planificación, a la metodología

y a la evaluación. Se requieren nuevos marcos de trabajo, colegiados, donde tenga cabida el

desarrollo de experiencias de aprendizaje atractivas e integradas. Y todo ello ha de llevar aparejado

un cambio en la evaluación en la línea de lo que hemos señalado anteriormente. Si cambiamos la

evaluación (no sólo la instrumentación y los agentes implicados, sino su propia lógica y la finalidad

al servicio de la cual la ponemos), probablemente cambiaremos todo el proceso. Pasemos de una

evaluación de los aprendizajes a una evaluación para los aprendizajes y busquemos que ésta logre

el impacto último que cualquier reforma educativa debiera buscar: que nuestros estudiantes

aprendan mejor y estén más preparados para afrontar el futuro.

LOS RETOS DEL MAESTRO EN EL SIGLO XXI.

“La relación entre maestro y alumno debe ser una relación liberadora y no de poder o disciplina

únicamente. Dicha relación se genera cuando comparten conocimientos y herramientas útiles para

la vida; un maestro puede transmitir a sus alumnos el amor por la materia que imparte, por la

investigación, por el trabajo, por la riqueza de las relaciones con los demás, por la vida y sobre

todo, por el descubrimiento y la construcción de sí mismo”. Fundación UNAM.

En la última década del siglo veinte, el debate sobre el futuro de la educación superior ha estado

presente en todo el mundo. En los temas abordados ANUIES (2000, p. 3) destaca el carácter de los

sistemas educativos y la necesidad de revisarlos y transformarlos para enfrentar demandas de una

113

nueva naturaleza asociada en un mundo globalizado en el que se encuentran insertas las sociedades

nacionales.

En este mismo sentido, De Zubiría (2013) afirma que la escuela actual no se corresponde con el

mundo actual. Afirma que el mundo es flexible, cambiante y diverso y la escuela sigue siendo

rutinaria, inflexible, descontextualizada y estática. El mundo exige flexibilidad y creatividad para

adaptarse a este espacio cambiante y la escuela asume currículos fijos, delimitados desde siglos

atrás. Los maestros en estos momentos requieren asumir con compromiso la tarea de repensar el

sentido y la función de la Universidad en la época actual.

Uno de los puntos más rescatables de las propuestas de Zubiría es que propone abordar al ser

humano en toda su complejidad dimensional entre las que se encuentran: una dimensión cognitiva,

comunicativa, social, valorativa y también desde la propia praxis. Refiere Zubiría (2013) atender

al estudiante en toda su diversidad e integridad, desde su pensamiento, lenguaje atendiendo cómo

piensa, se comunica, interactúa, ama y actúa, un individuo que vive en la interacción con afectos y

sentimientos y desde luego con acción en su contexto.

Cabe señalar que dentro de las propuesta que hace De Zubiría (2013) es la formación de individuos

más autónomos donde el docente pueda favorecer el interés en ellos por conocer, la solidaridad y

la diferencia individual, y sin duda el desarrollar la inteligencia intrapersonal e interpersonal para

apoyar la complejidad dimensional de la que se menciona anteriormente.

Por su parte, Santizo (2013) infiere, en tres elementos necesarios: 1) el profesor es un aprendiz que

vive en un tiempo y en un espacio sociocultural permanente y de cambiante configuración; 2) la

relación entre maestro y estudiante debe ser una relación liberadora y no de poder o disciplina

únicamente y 3) compartir conocimientos y herramientas útiles y trascendentales para la vida;

descubrimiento y la construcción de sí mismo durante el proceso de aprendizaje. Con lo anterior,

el reto del docente será un cambio integral en el proceso de aprendizaje.

Por lo anterior, el nuevo perfil docente solicita un alto compromiso hacia ellos mismo para seguir

preparándose y actualizando, demanda una opción de vida orientada a lo humano y a la

construcción de una sociedad más justa colaboradora y equitativa, con valores dirigidos a la paz,

el respeto a la vida y a la diversidad.

Por otro lado, se asume en el rol del maestro en el siglo XXI que los procesos de aprendizaje deban

tener una naturaleza dinámica y flexible, además de que se requieren profesionales capaces de

resolver problemas de su entorno para que los estudiantes alcancen aprendizajes que permitan

potenciar su desarrollo y calidad de vida.

Trabajo en equipo y Colaborativo en el aula

El trabajo de equipo y la colaboración en los retos del siglo XXI, conlleva a lograr más que todos

los miembros trabajando individualmente, apoyando y complementando el trabajo de los demás.

La conformación del equipo implica la selección de sus miembros, si se tiene opción, además de

establecer un vínculo personal y grupal bajo una visión compartida. Para ello, se sugiere llevar una

comunicación eficaz, respetar las normas, responsabilizarse de la tarea, además, mantener

relaciones sanas y vínculos afectivos que logren al menos las 3 “C” propuestas por Friedman al

inicio de este trabajo: comunicación, colaboración y conexión como un vínculo de sinergia y de

relación.

114

Para Perrenoud (2013, pp. 1-17) el trabajar en equipo dentro del aula permite desarrollar más de

una competencia que facilita el desarrollo de habilidades sociales, intrapersonales e interpersonales

entre las que se encuentran: a) Competencias de las que depende el funcionamiento o la

desaparición de un equipo de trabajo; b) también la competencias sobre las que se constituye la

base del funcionamiento del equipo pedagógico y por último c) las herramientas de enseñanza de

las que dispone para desarrollar estas habilidades.

Con respecto al trabajo colaborativo existen varios autores como Loya (2013) que afirman que es

necesario aprender a dar y recibir así como ofrecer y dar como elementos fundamentales para la

interacción humana e implica además tomar consciencia profunda de lo que se requiere para tener

apertura al intercambio y a la comunicación.

Rodríguez (2009) por su parte, indica que compartir la información no sólo es comunicarse, sino

requiere de una comunicación efectiva necesaria para aprender a escuchar a los demás desde la

realidad de ellos y no desde la nuestra. Para ello, se requiere, comprender el mensaje que se desea

transmitir a los demás, considerando que puedan evaluarlo y retroalimentar la información. El

diálogo entonces implica conversar, dialogar, comprender la postura de otros y la de si mismo, con

la finalidad de ampliar la visión mediante la escucha y con ello lograr los acuerdos que beneficien

a todos los integrantes del equipo.

Asimismo también, Figueiredo, citado por Ramírez (2012), sostiene que la comunicación, los

valores y las emociones son determinantes para los equipos, depende de una meta, una visión de

futuro atractivo y desafiante, de estrategias claras y bien comunicadas, aceptación de la cultura y

un clima de confianza que permita y aliente un estilo de vida de excelencia.

De ahí que, comunicarse conlleva a aprender más sobre sí mismos, ya que permite reconocer la

naturaleza de los pensamientos en la medida que se intercambian las ideas con otros.

Cabe resaltar, que dentro del aula, también será necesario fortalecer a los estudiantes con la

implementación de actividades colaborativas, en equipos de trabajo, donde se busque promover

valores y habilidades relacionadas con el trabajo en equipo, la cooperación, responsabilidad,

comunicación efectiva, la motivación, el liderazgo, además de fortalecer a través de la

autoevaluación y reflexión, una cultura de colaboración.

Para finalizar es importante vincular las TIC´s con el trabajo en el aula y que los estudiantes puedan

aprender a aprender; aprender hacer; aprender a ser, aprender a convivir, aprender a transcender

Delor´s en la conferencia internacional de 1998 informó, llevándolo a una analogía como a

continuación se presenta:

• Aprender a aprender, en disposición a un aprendizaje permanente, con alfabetización en

medios tecnológicos y habilidades de comunicación y para adquirir los instrumentos de la

comprensión.

• Aprender a hacer, para identificar, seleccionar, analizar y reflexionar además formular y

solucionar problemas con apoyo de tecnología. Y para poder influir sobre el propio entorno

• Aprender a Ser, fortaleciendo el pensamiento crítico, creativo, reflexivo en pro del

conocimiento y su espíritu emprendedor.

• Aprender a convivir, desarrollando relaciones interpersonales y de colaboración, la

comunicación centrándose en su capacidad de adaptación con responsabilidad social.

115

• Aprender a transcender, alcanzar el desarrollo sostenible que requiere acciones individuales

y colectivas.

Cada uno de esos cinco “pilares del conocimiento” debe recibir una atención equivalente a fin de

que la educación sea para el ser humano, en su calidad de persona y de miembro de la sociedad,

una experiencia global y que dure toda la vida en los planos cognoscitivos y prácticos.

El maestro del siglo XXI tiene un alto compromiso hacia sí mismo y está preocupado por su

continua formación y actualización. Su labor se orienta “a lo humano y a la construcción de un

sociedad más justa colaboradora y equitativa, con valores dirigidos a la paz, el respeto a la vida

y a la diversidad”.

El maestro como mediador o facilitador del aprendizaje.

Los cambios que se producen en la sociedad y que determinan el desplazamiento del modelo

tradicional de formación, generan la necesidad de redefinir el papel del maestro y, en consecuencia,

de proponer nuevas alternativas para su formación y desarrollo profesional.

El maestro debe actuar como mediador del aprendizaje, ubicándose más allá del modelo de profesor

informador y explicador del modelo tradicional. Esto supone que pueda seleccionar adecuadamente

los procesos básicos del aprendizaje en cada asignatura y subordinar la mediación a su desarrollo,

a través del uso de estrategias cognitivas y metacognitivas.

Los cambios en la función docente han sido expresados por Collins (1997, pp. 11-15.) y suponen

el tránsito:

• De una enseñanza general a una enseñanza individualizada

• De una enseñanza basada en la exposición y explicación a una enseñanza basada en la

indagación y la construcción

• De trabajar con los mejores estudiantes a trabajar con grupos diversos

• De programas homogéneos a programas individualizados

• Del énfasis en la transmisión verbal de la información al desarrollo de procesos de

pensamiento

Se requiere, en consecuencia, de un maestro entendido como un “trabajador del conocimiento”

(Marcelo, 2000, pp. 27-56), más centrado en el aprendizaje que en la enseñanza, diseñador de

ambientes de aprendizaje, con capacidad para optimizar los diferentes espacios en donde éste se

produce, atendiendo particularmente la organización y disposición de los contenidos del

aprendizaje, con un seguimiento permanente de los estudiantes.

Se espera que el maestro, en esta nueva orientación centrada en el aprendizaje del estudiante, sea

capaz de responder a los rápidos cambios en el conocimiento científico tecnológico y en las

concepciones del aprendizaje, que utilice de manera creativa e intensiva las nuevas tecnologías,

que reoriente su enfoque pedagógico hacia un aprendizaje más personalizada, a partir de la

comprensión de las diferencias individuales y socioculturales; que conozca y pueda aplicar nuevas

concepciones de gestión del proceso educativo, generando liderazgo académico, y que pueda

vincularse con diversas instituciones e instancias que promueven aprendizajes formales e

informales.

116

El aprendizaje universitario, particularmente, muestra una gran preocupación por lograr un

desempeño docente de mejor calidad. En este nivel educativo el interés por la transformación del

personal docente es mayor, considerando que muchos profesionales llegan a la docencia sin

elementos de formación específicos para realizar actividades de aprendizaje. .

La interacción de los individuos en su ambiente natural es fundamental en la construcción de

aprendizajes, Vygotsky (1987) ha resaltado la importancia de la interacción social en el

aprendizaje; en sus postulados da especial relevancia a la manera cómo los individuos desarrollan

sus procesos mentales, y cómo estos se mediatizan en el entorno a través de los signos, las

herramientas, o los diferentes conceptos; elementos que combinados orientan la actividad

psicológica humana y facilitan el desarrollo de los procesos superiores del pensamiento - atención,

memoria, lenguaje, etc.

Desde los planteamientos de Vigotsky el estudiante cumple un papel activo en la construcción del

conocimiento, al cual se llega a través de diferentes medios a saber:

• Prácticas educativas que motivan la reflexión, la crítica y la participación.

• Estrategias que utilizan los estudiantes para desarrollar una tarea.

• Estrategias propuestas por los maestros para guiar a los estudiantes a realizar actividades

de forma autónoma.

• Planteamiento de diferentes tipos de tareas y la intencionalidad de las mismas

“Mediación pedagógica es el tratamiento de contenidos y de las formas de expresión de los

diferentes temas a fin de hacer posible el acto educativo, dentro del horizonte de una educación

concebida como participación, creatividad, expresividad y racionalidad” (Gutiérrez y Prieto,

2004) (León G, 2014, p. 141)

Muchos autores entre los que se encuentran Serrano y Pons (2011), en sus trabajos sobre enfoques

constructivistas en educación, además de los tres elementos ya mencionados, tienen en cuenta un

cuarto elemento: los objetivos de aprendizaje (Los objetivos suponen metas a conseguir a través de

los contenidos y hacen alusión a determinadas competencias que los estudiantes han de alcanzar.

Serrano, J. M. y Pons, R. M. (2008, pp. 681-712). Así que la construcción de significados, y la

atribución de sentido es un proceso que depende de las interacciones entre el profesor, los

estudiantes, los contenidos y los objetivos de aprendizaje propuestos.

El maestro como mediador ayuda al estudiante a lograr la finalidad última de la educación

“aprender a aprender”, para que desarrolle sus propios esquemas mentales que le permitan realizar

aprendizajes significativos y dotados de sentido -aprendizajes en lo conceptual, en lo procedimental

y en lo actitudinal -, donde además de procesos cognitivos también están implicados procesos

afectivos y emocionales.

El maestro mediador fija las metas y objetivos de aprendizaje y orienta su consecución, organiza y

dirige el ritmo del curso con lo que genera responsabilidad y disciplina. Diseña el proceso

formativo orientado a proponer estrategias basadas en la interacción-interactividad, con el fin de

lograr que todos los estudiantes participen en el proceso formativo. El profesor mediador hace de

117

intermediario entre los contenidos y el estudiante, ofreciendo ayuda para que el estudiante descubra

los significados compartidos a través de dichos contenidos.

Una última función del maestro mediador, muy necesaria en todo proceso formativo, es diseñar la

evaluación tanto de los aprendizajes como de la enseñanza. La evaluación de los aprendizajes

permite identificar el nivel de logro de las metas u objetivos propuestos, mientras que la evaluación

de la enseñanza permite identificar aspectos a mejorar del proceso de enseñanza y aprendizaje.

A continuación se detallan algunas funciones que debe atender el maestro mediador, tomando como

referencia las características del docente mediador según León (2014, pp. 136-155).

• Propiciar espacios de colaboración para que tanto el maestro como los estudiantes

participen activamente de los procesos didácticos, trabajen en equipo, intercambien

experiencias y conocimientos en una relación dialogante entre pares donde todos tienen

algo que aportar.

• Fomentar el desarrollo de la autonomía de los estudiantes con acciones encaminadas a

descubrir métodos eficientes de estudio que les permitan aprender a aprender.

• Facilitar el aprendizaje significativo con estrategias guiadas que apunten al desarrollo de

habilidades y a la solución de problemas en la vida real.

• Fomentar la creatividad ofreciendo espacios para que los estudiantes enfrenten y resuelvan

situaciones problema, y que se aventuren a proponer ideas originales en un ambiente de

respeto por las ideas divergentes.

• Incentivar el desarrollo de valores humanos como la responsabilidad y disciplina, la

solidaridad, el respeto, la tolerancia, y la humildad ante el conocimiento; todo con el fin de

formar sujetos útiles a la sociedad.

• Desarrollar habilidades comunicativas que le permitan por un lado hacer la representación

simbólica de los contenidos, y por otro, relacionarse con los estudiantes en forma cercana

y afectuosa, para conocer las dificultades y demandas de cada estudiante en particular, y

poder ofrecerle asesoría personalizada que genere seguridad, motivación y confianza en los

estudiantes.

• Promover mediante procesos de evaluación de los aprendizajes habilidades metacognitivas

en el estudiante, con el fin, de que este reflexione sobre la eficacia de sus métodos de

aprendizaje, para que autoevalúe sus logros, busque mejorar sus esquemas internos de

comprensión de significados y atribución de sentido y, para que construya conocimientos

autorregulados acorde sus capacidades y habilidades de aprendizaje.

No podemos pretender comprender el presente y trazar una ruta hacia el horizonte con la mirada

clavada en el retrovisor. Mucho menos cuando la velocidad y la aceleración continúan de las

innovaciones nos increpan sobre el futuro de la formación docente. No se trata de abrazar el

discurso ideológico sobre el presente como referencia significante, que desestima el peso de lo

histórico concreto en la modelación del mañana. El problema surge cuando las afirmaciones que

formaban parte del “marco conceptual” resultan insuficientes y caemos en cuenta que la necesaria

cultura de la tradición pedagógica no siempre logra empalmar con la aceleración epocal de la

innovación y su impacto en los procesos de aprendizaje. Se trata entonces de una revaloración

dialéctica del vínculo indisoluble entre tradición, presente y futúrica para garantizar que la

118

formación docente le siga resultando útil como referente epistémico y paradigmático al ejercicio

de la profesión docente.

La digitalización, la llamada “Internet de las cosas”, la robótica y los sistemas ciberfísicos están

llamando a la educación a tener grandes transformaciones; y a los maestros a lidiar con diferentes

imaginarios que se tejen alrededor de las nuevas generaciones de la cuarta revolución industrial.

A criterio de Klaus Schwab, director ejecutivo del Foro Económico Mundial o Foro de Davos, la

cuarta revolución industrial “no se define por un conjunto de tecnologías emergentes en sí mismas,

sino por la transición hacia nuevos sistemas que están construidos sobre la infraestructura de la

revolución digital (anterior)” (2016, p.18). Cinco años antes (2011) de la definición expuesta por

Schwab, el salón de tecnología de la Feria de Hannover fue escenario de debates que anunciaban

la inminente llegada de la cuarta revolución industrial. En ese mismo escenario, en el año 2013,

fue presentado un informe detallado que ilustraba el surgimiento de este nuevo ciclo de cambios

estructurales en las tecnologías que reconfigurarían el propio modo de producción capitalista. En

el año 2016 Klaus Schwab presentaría su libro La cuarta revolución industrial, en el cual se esbozan

los rasgos que distinguen este nuevo ciclo del capitalismo.

La columna vertebral de lo que requiere el modo de producción capitalista en los albores de la

cuarta revolución industrial es una formación concentrada en las cuatro áreas de aprendizaje

(Pensamiento lógico-matemático, lectura y escritura, nociones básicas de ciencias y cada vez más

contenidos que se asocian al manejo tecnológico.) sobre las cuales PISA fundamenta su trabajo.

Precisamente los informes PISA se han encargado de hacer ver estas áreas como un fin en sí mismo

de la educación primaria y el bachillerato, proceso que algunos se atreven a mencionar que puede

ser adelantado sin la presencia física de maestros o preferiblemente desde la casa. Ello tensiona a

la formación docente, por una parte, entre su instrumentalización para cualificar el trabajo en el

aula conforme a la cultura evaluativa y el impacto de la nueva ola tecnológica, mientras que, por

la otra, para que incorporando estas nuevas “expectativas” se actualice la visión humanista de la

construcción de ciudadanía y el desarrollo integral de la personalidad conforme a las exigencias

del siglo XXI. En cualquier caso, la crisis civilizatoria y la vorágine de innovación científico

tecnológica asociada al modo de producción demandan movimiento, revolución, actualización de

la formación docente.

Defender la escuela pública como espacio de aprendizaje y de construcción de sociedad implica

una revaloración del impacto de la aceleración de la innovación y la tecnología en los procesos

educativos. La formación docente juega un papel clave en esta redefinición de la escuela como

espacio de aprendizaje. Algunas de las pistas que considera Bonilla fundamentales asumir para

abrir los necesarios debates para alcanzar una formación docente en el presente están referidas a:

(a) redimensionar el perfil del docente, quien pasa de ser el que más sabía en el salón de clases a

quien tiene mayores habilidades para armonizar los distintos tipos de inteligencias y la

multiplicidad de aprendizajes que convergen en el hecho educativo; (b) preparar al maestro para

que vuelva a ser el/la gran comunicador(a) de lo nuevo en el aula, armonizando tradición e

innovación como procesos complementarios; (c) preparar para la actividad en el aula centrada en

aprender a aprender y resolver problemas concretos; (d) Lo universal debe expresarse en clave

local y la localidad debe emerger conectada a lo global. Ante los problemas de resistencia

aislacionista debemos insistir en la dialéctica de lo local con lo global; (e) conocer y defender que

el adecuado manejo de la singularidad de la cultura propia pasa por conocer y trabajar puntos de

119

encuentro y la diferenciación con las otras culturas, como camino para la construcción de la

identidad amigable con la diversidad; (f) Enseñar a pasar del currículo cosificado como referente,

a estándares por año, nivel y modalidad como guías interactivas para el desarrollo creativo y en

permanente expansión de la base curricular del ejercicio pedagógico; (g) Actividad en el aula que

cuente con una fuerte base disciplinar articulada con desarrollo transdisciplinario para la

comprensión y el abordaje transformador de la realidad; (h) nuevo pacto ético de la escuela con la

vida, en el marco del crecimiento exponencial de la tecnología, especialmente de la inteligencia

artificial.(Bonilla Molina, 2018)

Cerrar la distancia que frecuentemente separa las intenciones y las aspiraciones consignadas

en los documentos curriculares de la realidad cotidiana de las Universidades y de lo que los

estudiantes efectivamente aprenden, es posiblemente uno de los desafíos principales de

todo sistema educativo. Los resultados de las evaluaciones estandarizadas, tanto nacionales

como internacionales, son útiles para identificar las brechas aún existentes y establecer

prioridades de política educativa y de reforma curricular. Sin embargo, estas evaluaciones

sumativas – evaluaciones del aprendizaje – se focalizan en los resultados más que los

procesos, se concentran en unas pocas áreas disciplinares (lenguaje, matemáticas, ciencias)

prestando poca atención a la riqueza y variedad de experiencias de aprendizaje que el

currículo tiene que ofrecer para contribuir a la formación integral de los sujetos, y dejan de

lado aspectos que tienen una influencia considerable en el aprendizaje, como por ejemplo

el desarrollo social y emocional, el compromiso y la motivación, el bienestar físico y la

evaluación formativa – evaluación destinada a apoyar el proceso de aprendizaje –, sin

olvidar de mencionar la incidencia del currículo oculto y de las prácticas pedagógicas.

No cabe duda que es oportuno evaluar y medir el alcance del aprendizaje en relación a

criterios como estándares, objetivos y competencias, pero existe también mucha

preocupación con respecto a un discurso dominante que valora la calidad y riqueza del

aprendizaje únicamente sobre la base de lo que se puede medir en un número muy limitado

de disciplinas, por más fundamentales que se les considere. De hecho, existe el riesgo que

las decisiones tomadas sobre una base tan restringida de “evidencias” distorsionen el sentido

de las reformas curriculares y tengan una influencia negativa en la labor del maestro.

Asimismo, es posible constatar que sigue abierto el debate en torno a la centralización y

descentralización tanto en la definición como en la aplicación del currículo. Es bastante

frecuente que las autoridades educativas se interroguen sobre qué tipo de decisiones tienen

que tomarse a nivel central y las que en cambio hay que dejar en manos de las Universidades

y de las comunidades educativas locales; cuál es el balance más apropiado entre contenidos

comunes y contenidos definidos a nivel local; cuán prescriptivo tiene que ser el currículo

diseñado a nivel central y qué grado de autonomía en los procesos de toma de decisiones

debe conferirse a los docentes para su adaptación y aplicación en el aula. Es evidente que

se trata de tensiones que no pueden ser resueltas de manera definitiva y que no existe un

modelo ideal y universalmente aplicable. Cabe no obstante señalar que actualmente este

debate está predominantemente influenciado por criterios economicistas (costo-beneficios,

eficiencia, rentabilidad, rendición de cuentas) más que por preocupaciones pedagógicas.

Por último, se puede observar que las expectativas relativas a la tarea de educar y al rol del

maestro han cambiado considerablemente. Para mencionar algunos de los aspectos más

120

destacados en las políticas educativas y los currículos contemporáneos, hoy se aboga por

una enseñanza que favorezca el aprendizaje activo; centrada en las necesidades y

expectativas de los estudiantes considerados como los protagonistas principales en el

proceso de construcción y regulación de sus aprendizajes; que tome en cuenta que en todo

proceso de aprendizaje las dimensiones cognitiva, ética y emocional están interrelacionadas

y no pueden ser disociadas arbitrariamente; que se adapte a la diversidad de características

y estilos de aprendizaje de los estudiantes; que facilite la comprensión y la aplicación de

conocimientos más que su acumulación; y que haga el mejor uso posible del potencial de

las tecnologías de la información y comunicación. Las modalidades de formación y de

desarrollo profesional de los maestros, así como su rol tradicional, se encuentran

frecuentemente en el centro de las críticas y se nota una desconfianza creciente hacia su

profesionalismo.

Al mismo tiempo, se reconoce que el maestro sigue teniendo un papel clave como facilitador

de las experiencias y de los procesos de aprendizaje, y que su tarea se ha vuelto más

compleja. Sin embargo, sobrecargados por una pluralidad de funciones y responsabilidades

que van más allá de lo pedagógico, llamados a resolver problemas sociales de toda índole,

abrumados por listados interminables de estándares de desempeño y objetivos a alcanzar,

presionados a rendir cuentas sobre resultados que no se contextualizan, obligados a aceptar

condiciones de trabajo frecuentemente precarias e insatisfactorias, los maestros tienen que

cohabitar con las inconsistencias y tensiones que atraviesan las propuestas curriculares (a

cuya elaboración muchas veces no participan) y pueden fácilmente llegar a perder de vista

el aspecto más desafiante y apasionante de su labor – cómo educar los ciudadanos del

mañana. En este contexto, uno de los grandes interrogantes que enfrenta la cultura

contemporánea – y la educación como proceso social – consiste en saber si tenemos algo

legítimo que transmitir a las nuevas generaciones y cómo habría que hacerlo.

MODELOS DE DISEÑO CURRICULAR

La competencia no existe por sí sola, lo que existen realmente son personas más o menos

competentes. ICFES/INTEP 2005

“El camino que lleva a la formulación de una propuesta curricular es más bien el fruto de una

serie de decisiones sucesivas, que el resultado de la aplicación de principios firmemente

establecidos y unánimemente aceptados. Lo que importa, en consecuencia, es justificar y

argumentar la solidez de las decisiones que vayamos tomando y sobre todo velar por la coherencia

del conjunto.” CINTERFOR/OIT, 2004

“Si la noción de competencia está en crisis es porque su contenido tradicional no le permite hacer

frente a los nuevos desafíos de la competencia y de las situaciones de trabajo. Hay que dotarse de

nuevas herramientas conceptuales y prácticas.” Le Boterf (1994)

Las consecuencias del desarrollo actual se han convertido en desafíos y retos que implican un papel

distinto de las formas de conocimiento existentes. Situaciones y condiciones, como un entorno cada

más cambiante, incierto, y competitivo, llevan a plantear la siguiente pregunta: ¿Cómo formar un

profesional competente para enfrentar los retos de la sociedad del siglo XXI?

121

Esto se puede lograr a través del desarrollo de procesos de construcción del conocimiento acordes

a las nuevas circunstancias, y con los retos y desafíos que nos plantea el nuevo orden de las cosas,

así como prospectando nuevos escenarios que posibiliten un ser humano transformador de dichas

realidades para el ahora y el después.

El desarrollo de una competencia, va más allá de la simple memorización o aplicación de

conocimientos de forma instruccional en situaciones dadas. La competencia implica la

comprensión y transferencia de los conocimientos a situaciones de la vida real, exige relacionar,

interpretar, inferir, interpolar, crear, aplicar, transferir los saberes a la resolución de problemas,

intervenir en la realidad o actuar, previniendo la acción y sus contingencias.

El diseño curricular con un enfoque en competencias es un proceso que requiere de la participación

de diversos actores tanto institucionales como externos, cada uno jugando un papel importante ya

sea aportando información, construyendo propuestas, analizando, discutiendo reflexionando, etc.

Para lograr los propósitos, habrá que conjugar una serie de estrategias que permitan desde el

análisis y reflexión de problemáticas, necesidades, tendencias y orientaciones, hasta la

determinación de saberes, competencias y perfiles a incorporar en los planes y programas de

estudio. Las exigencias de este enfoque involucran a todos los actores en una metodología

deliberativa que favorece la construcción conjunta de una propuesta curricular.

Un modelo curricular basado en competencias es una estructura conceptual, que integra acciones,

objetivos, operaciones, contenidos, recursos, metodologías, procedimientos, etc (Goñi Zabala,

2014, p. 182), articulados al contexto de un proyecto educativo institucional (En lo específico, el

Proyecto Educativo Institucional privilegiará el paradigma que se ajuste de mejor manera a la

cultura, visión y misión institucionales y que apoye su consecución.) y al desarrollo humano. Esta

estructura se construye sobre la base de la realidad social, cultural, económica, normativa,

ideológica etc. que determina la creación de un programa teórico-metodológico, filosófico y

pedagógico para el desarrollo del diseño curricular.

El modelo, al ser una representación de la realidad establece el qué, el cuándo, y cómo; aprender,

enseñar y evaluar; además, debe desarrollar todas las estrategias que lleven a la práctica lo que

corresponda a las teorías planteadas en esa estructura o diseño. Aparece como un contraste a la

sociedad de la información, en donde la máquina puede realizar procesos repetitivos y reducir

vertiginosamente el tiempo de realización, pero el papel del ser humano es reivindicado por este

enfoque; a diferencia de las máquinas, el ser humano puede resolver problemas de la realidad e

incidir en ella, lo que conlleva a pensar en el desarrollo de las competencias como la acción

humana, guiada por sus conocimientos, para comprender y transformar la realidad. Por tal motivo,

este enfoque pone especial énfasis en la acción. Dicho enfoque consiste en que

el diseño, desarrollo y evaluación curricular se orienta a la probabilidad de movilizar un conjunto

de recursos (saber, saber hacer, saber ser, saber convivir y saber transcender), para resolver una

situación - problema. Este modelo de educación, por tanto, permite articular la educación con el

mundo. Lo regional, nacional y local, pues permite que los conocimientos de los estudiantes puedan

ser desarrollados y aplicados en el ámbito social y laboral. (Vargas, 2008)

122

El modelo permite definir los conceptos de: currículo, pedagogía, didáctica, diseño curricular,

desarrollo curricular, determinar las competencias que son incluidas en el currículo, la evaluación

y la gestión curricular.

Las universidades están adoptando Proyectos Educativos Institucionales (PEIs) que favorecen la

universalidad y la solución de problemas que demanda la sociedad del conocimiento, buscando

desarrollar procesos educativos desde una perspectiva de formación que refleje flexibilidad,

sensibilidad social, capacidad de comunicación e interés por el aprendizaje durante toda la vida. El

principal objetivo de ello, es lograr una comprensión de la dialéctica y la dinámica del mundo a

partir del desarrollo del pensamiento complejo y acorde a la praxis real para actuar con

responsabilidad, creatividad y ética (Monte de Oca y Machado, 2014).

El currículum universitario es considerado de carácter complejo y multidimensional, lo cual

dificulta su análisis desde un solo punto de vista, a pesar de ser el núcleo de la educación y un

factor normativo que regula los procesos que se desarrollan en una universidad, ya que para su

desarrollo se requiere de un trabajo consciente y reflexivo que permita la articulación de sus

elementos en los diferentes niveles de concreción (Mercado y Mercado, 2015; pp. 126 -138; Icarte

y Labate, 2016).

Existen diversos enfoques para el diseño curricular en educación superior, siendo uno de ellos el

enfoque por competencias, el cual ha sido integrado al campo educativo a partir de la evolución

hacia la sociedad del conocimiento y la globalización. Este proceso de cambio ha generado una

crisis en la formación tradicional, haciéndose necesario un análisis crítico por parte de la

comunidad universitaria con el fin de mejorarla (Tobón, 2013).

La Universidad se enfrenta a un gran reto que es preparar a los ciudadanos- profesionales para un

mundo desconocido, incierto y complejo.

No es este un hecho nuevo, ya que las universidades han debido adaptarse continuamente a su

entorno a lo largo de casi ocho siglos de existencia. La diferencia que introduce esta cuarta

revolución está dada por la magnitud y la velocidad del cambio en materia de información,

conocimiento y trabajo. (Brunner, 2000)

Refiriéndose a esta cuestión, Tedesco dice que, en el pasado, el conocimiento y la información

adquirida en el período de formación en las universidades permitían a las personas desempeñarse

por un largo período de su vida activa. De ahora en adelante, la obsolescencia será cada vez más

rápida, obligando a que las personas deban someterse a procesos de reconversión profesional

permanente a lo largo de toda su vida. A esa significativa velocidad en la producción de

conocimientos, hay que agregarle esa posibilidad de acceder a una cantidad enorme de información

y de datos que exigen seleccionar, organizar y procesar la información, para que pueda ser utilizada

(Tedesco, 2003).

Por lo tanto, en la era digital los sistemas de educación y formación deberán ser flexibles para

permitir que el trabajador siga aprendiendo a lo largo de su carrera.

123

Este enfoque de aprendizaje permanente, también denominado de aprender a aprender cobra

relevancia en la educación del futuro, e implica que el proceso de aprendizaje ya no puede estar

dirigido a la transmisión de conocimientos y de informaciones sino a desarrollar la capacidad de

producirlos y de utilizarlos (Tedesco, 2003)

Para entregar a la sociedad ciudadanos -profesionales preparados para afrontar las

transformaciones inherentes a la era digital, la universidad debe estructurar el currículo de modo

que promueva la formación continua y el aprendizaje y desarrollo de nuevas competencias.

Resultan acertadas las palabras de Camilloni cuando propone que, en la elaboración de un

currículo, las calificaciones que hoy debiera tener un ciudadano – profesional universitario

deberían comprender (Camilloni, 2001):

• La capacidad de generar, identificar y definir problemas y de plantear preguntas

importantes, no solamente resolver problemas sino también plantear preguntas.

• La capacidad de pensar y encontrar soluciones racionales a los problemas.

• La capacidad de usar la tecnología con propósitos propios y no ser usado por la tecnología.

• La capacidad de actuar con autonomía en situaciones inesperadas porque si un profesional

universitario no es capaz de hacerlo fue mal formado.

• La capacidad de actuar efectivamente en la sociedad del nuevo siglo y tomar decisiones de

valor ético.

• La capacidad de conservar la coherencia y de conceptualizar e integrar diversos enfoques

conceptuales y conocimiento heterogéneo y poder usarlo para construir, integrar los

conocimientos aún de distinta naturaleza y diverso enfoque, de manera útil, aplicable y

comprensible.

• Proponerse trabajar por un mundo nuevo y mejor, guiado por las interrelaciones entre

conocimiento objetivo, propósito moral y práctica social.

• La capacidad de construir una relación comprensiva entre él, como experto, y el público,

trascendiendo la competencia de un especialista de visión estrecha; capacidad muy

importante, por ejemplo, en la relación médico paciente.

El desarrollo curricular por competencias significa para los maestros significa enfrentar un desafío

pedagógico y didáctico que es el de abandonar la actual postura de la enseñanza basada en

contenidos y en lograr hacer “enseñable”, la dimensión de los conocimientos tácitos, para asegurar

que la formación en competencias realmente adquiera la magnitud de la diversidad y complejidad

de componentes que integran una competencia. Esto requiere entre otras cuestiones que los

maestros disminuyan las exigencias memorísticas a cambio de una actitud inquisitiva, una actitud

más creativa para aplicar conocimientos y una disposición a la formación continua (Abate y

Orellano, 2005).

Por este motivo, como recomienda Litwin, cuando se trata de innovar hay que volver a pensar en

la evaluación de los aprendizajes de los estudiantes e incorporar criterios de evaluación centrados

en la calidad de los procesos del aprender y, fundamentalmente, brindar ofertas de actualización o

124

ayuda a los maestros, tales como el desarrollo e implementación y jerarquización de las carreras

docentes, maestrías en pedagogía, currículo y en didáctica superior, etc. (Litwin, 2006)

Diseñar el currículum con el fin de fomentar el desarrollo de competencias, convierte a la

universidad en un medio para el aprendizaje a lo largo de la vida.

Promover la formación continua ayudará a cerrar la brecha educación – trabajo y puede evitar el

desaprovechamiento de las nuevas oportunidades que generarán los cambios disruptivos de la

Cuarta Revolución Industrial.

En el análisis realizado por Díaz Barriga y Lugo (2003, pp. 63-123) se plantea una definición de

los términos modelo, propuesta y tendencia curricular

• Por modelo curricular se entiende una construcción teórica o una forma de representación

de algún objeto o proceso (en este caso, en el ámbito del currículo) que describe su

funcionamiento y permite explicarlo e intervenir en él. Incluye la selección de los elementos

o componentes que se consideran más importantes, así como de sus relaciones y formas de

operación. Representa un ideal o prototipo que sirve como un ejemplo para imitar o

reproducir, por lo que además de describir, es prescriptivo. Un modelo curricular es una

estrategia potencial para el desarrollo del currículo y, dado su carácter relativamente

genérico, puede ser aplicado y resignificado en una variedad más o menos amplia de

propuestas curriculares específicas, posibilitando su concreción y ubicación en contexto.

• Una propuesta curricular se refiere a un plan, idea o proyecto curricular específico que

contiene diversas recomendaciones e indicaciones y se ofrece para un fin, buscando un

beneficio concreto. Una propuesta se presenta usualmente para ser sometida a análisis y

decidir si es conveniente llevarla a cabo. Es sobre todo en el ámbito de la propuesta

curricular concreta donde se plasma el carácter situado del Proyecto Educativo Institucional

(PEI) y el curricular elegido.

• Una tendencia remite a la dirección u orientación de un movimiento que cobra fuerza y

predomina en un momento determinado; en nuestro caso, se trata de las tendencias en boga

o predominantes en la segunda década del siglo XXI en materia de desarrollo del currículo,

en sus diferentes modalidades y niveles educativos

El diseño y el desarrollo curricular, establece lo siguiente:

El proyecto curricular concebido se plasma en un diseño; el término ‘diseño del currículum’ se

reserva entonces para el proyecto que recoge tanto las intenciones o finalidades más generales

como el plan de estudios… de modo que dicha representación opere como guía orientadora a la

hora de llevar á el proyecto curricular a la práctica. Por otra parte, el desarrollo del currículo hace

referencia a la puesta en práctica del proyecto curricular: la aplicación del currículum sirve para

realimentar, rectificar, ratificar, etc., y de esta forma ajustar progresivamente el currículo formal al

currículum real.

El alcance de la planeación hace necesario contemplar las dimensiones que se relacionan con ella,

entre las que destacan (Díaz et al, 2008)

125

• Dimensión Social: Ya que la planeación es realizada por grupos humanos, no puede escapar

de su carácter social pues son los propios individuos quienes se verán afectados con la

implantación de algún plan, programa o proyecto.

• Dimensión Técnica: Toda planeación supone el empleo de conocimientos organizados y

sistemáticos derivados de la ciencia y la tecnología.

• Dimensión Política: Planear es establecer un compromiso con el futuro, para que una

planeación sea variable, debe ubicarse en un marco juridicoinstitucional que la respalde

aunque en ocasiones es necesario promover algún cambio en el marco en que se

circunscribe la planeación.

• Dimensión cultural: Cultura entendida como un contexto, un marco de referencia, un sujeto

de identidad o una alternativa en el sistema de valores, está siempre presente en toda

actividad

• Dimensión prospectiva: Esta es una de las dimensiones de mayor importancia en la

planeación, pues al incidir en el futuro hace posible proponer planteamientos inéditos o

nuevas realidades.

En esta sección se hace mención de manera sucinta de tres modelo de diseño curricular por

competencias, los lectores interesados en profundizar en ellos se les sugiere acudir a las

referencias bibliográficas citadas en este ensayo.

1. Desarrollo Curricular Centrado en los Procesos Intelectuales

El modelo de Desarrollo Curricular Centrado en los Procesos Intelectuales: es divergente,

disruptivo, innovador, emancipatorio, irrazonable (la razón trascendida por otras razones), racional,

flexible y sistémico. (Martínez, 2017)

Desde luego, los antecedentes teóricos están en la Pedagogía de Freire, en la Escuela filosófica de

Frankfurt, en el Modelo Interpretativo cultural y las corrientes reconceptualista y la función social

del curriculum, amén de otros autores que dan solidez a la argumentación.

El modelo interpretativo cultural surge como una crítica al modelo tecnológico en los años 70, pero

toma mayor fuerza en los años 80 con la era industrial y el nacimiento de la sociedad de la

información.

El Modelo interpretativo Cultural afirma que el currículum posee una dimensión de selección

cultural y una dimensión de modelo de aprendizaje, se va a entender el currículum como integrador

de la cultura, donde posee los cuatros elementos básicos: capacidades, valores, contenidos y

métodos. Los dos últimos son medios para conseguir los objetivos y valores. De esta manera,

entendemos que el currículum es un desarrollo de procesos cognitivos y afectivos, donde la

enseñanza se orienta al desarrollo de la cognición y de la afectividad del que aprende

Esta corriente busca comprender los procesos de aprendizaje y enseñanza, y la interacción de

estudiante y maestro, estudiante- estudiante analizando el contexto en donde se desarrolla. Se

entienden que la realidad y la práctica educativa influyen sobre el currículum.

126

De tal modo, el currículo interpretativo cultural, es un método que busca conocer el interior de las

personas (motivaciones, significaciones y su mundo), sus interacciones y la cultura de los grupos

sociales, a través de un proceso comprensivo, llamado paradigma cualitativo, fenomenológico,

naturalista, humanista o etnográfico. Se caracteriza principalmente por;

• Intenta explicar los pensamientos del profesor y alumno, considerándose la más relevante.

• Este modelo busca comprender los procesos del aprendizaje, enseñanza e interacción de los

y las estudiantes y maestros, y estudiantes con estudiantes, aplicando el contexto en la

realidad y la práctica educativa el cual influye sobre el currículo.

• Considera al currículo como formación de la teoría y práctica. En la práctica queda

plasmada la teoría, desarrollándose en un contexto y a lo que quiere el maestro.

• Tiene una visión crítica frente a los modelos curriculares actuales.

• Entiende la importancia de las acciones e intenciones que guían una conducta.

En tal sentido, este modelo entiende el curriculum, como una propuesta política pedagógica,

surgida de un contexto histórico-social específico, según Díaz Barriga (1994), sintetiza que

elementos culturales, conocimientos, valores, costumbres, creencias, hábitos; pensada e impulsada

por diversos grupos y sectores sociales, de intereses diversos y contradictorios, negociados o

impuestos socialmente

El reconceptualismo pretende unarevisióncrítica de los modelos curriculares de tipoacademicista,

propios de la Escuela clásica y la Escuela Activa y de los modelos conductuales positivistas.

Existen corrientes y enfoques diferentes, pero lo común a todos ellos es una búsqueda de la escuela

humanista, más allá de los modelos del hombre máquina de corte positivista. Pinar (1978)

considera al reconceptualismo como una nueva teoría del currículum, que reacciona ante la visión

tradicionalista del mismo y ante la visión empírico conceptual. Lo sustantivo no son las conductas

sino las acciones e intenciones que subyacen en ella.

En la visión Reconceptualista actual podemos distinguir tres grandes áreas:

• Una visión escéptica ante la Ciencia Social y más concreto ante su forma de hacer, lógico

positivista. Frente a esta situación proponen variedad de métodos de conocimiento, frente

a la vía única de !hacer ciencia del positivismo y el conductismo.

• Una visión perfectiva global, basada en la psicología humanista y sobre todo

Maslow y Rogers. Supone una reacción frente al conductismo, que ha ignorado la

dimensión personal y experiencial. Afirma que la persona es una realidad integrada de

rasgos cognitivos, afectivos y psicomotores que opera globalmente ante el medio.

• Una visión introspeccionista e intuitiva, que se apoya en la múltiple capacidad del ser

humano para tomar conciencia de sí mismo y de la realidad externa, Deikman (1974)

concreta una afirmación profunda y pesimista: nuestra raza está reducida aherrojada por la

técnica, que ha obstaculizado la relación yo / tú

En el Modelo de Diseño Curricular Centrado en Procesos Intelectuales se privilegia la totalidad del

conocimiento, per se sistémico, no fragmentado. Es decir, el conocimiento fragmentado no ve la

totalidad del conocimiento con todos sus objetos, complejidades y conjuntos (Morin, 1999). Este

saber pensar crítico, reflexivo, científico y sistémico abre las puertas para la educación sólida

127

(Bauman, 2007) y para la educación emancipadora y autónoma (Freire, 1971), que nos prepara

para la vida y no para un trabajo.

Los objetivos del Modelo de Diseño Curricular Centrado en Procesos Intelectuales, es privilegiar

el conocimiento reflexivo, crítico, científico, sistémico y dialéctico que sea la base para la praxis

social concreta, con fundamento en el diálogo fecundo entre docente y alumno para que el

resultado final, sea una comunidad de estudiantes, independientes, autónomos, solidarios con los

demás (“los otros”), así como creativos e innovadores. El objetivo complementario, es buscar al

“hombre culto” en contra del “hombre ignorante”, el hombre intelectual versus el hombre iletrado.

Los objetivos específicos coinciden con los ejes principales del modelo:

• Privilegiar la lectura previamente a la práctica.

• Auspiciar la comprensión (Hermenéutica del conocimiento recordando, de alguna manera,

el Trivium, por supuesto mutatis mutandis con la época actual.

• Hacer un balance entre la teoría y la praxis social.

• Valerse del razonamiento matemático.

• Favorecer la investigación como base de experiencias de aprendizaje.

• Apoyar las actividades extracurriculares: arte, deportes y actividad lúdica (Vigotsky)

El sustento teórico se halla en os siguientes autores, modelos y corrientes:

• La función social del curriculum

• La escuela filosófica de Frankfurt

• La Pedagogía de Freire

• El curriculum como práctica social y educativa

• El Modelo Interpretativo-cultural

• La corriente reconceptualista.

El diseño curricular en esta propuesta, abre la educación hacia la problematización permanente y

persistente, necesaria de indagación y exploración del futuro (en perpetua revisión y

reconstrucción), como práctica social. Es una contra enseñanza a la manera de Foucault (citado por

Esquivel Marín, en el tema de la historia universal), una contra enseñanza de lo dado en materia de

diseño curricular, por eso es un acto de rebeldía contra lo conocido y aceptado.

Asimismo, los procesos intelectuales están relacionados con la inteligencia, como habilidad de

razonar, de planificar, de pensamiento abstracto y de resolver problemas. En este sentido, el modelo

propuesto destaca la inteligencia a la manera de Eisner (1994), en donde acentúa de que es la hora

de que el curriculum refleje los múltiples aspectos de la inteligencia (Román, Martiniano y Diez

López, 2009); también es reconceptualista porque propone una variedad de métodos de

conocimientos, frente al único camino de hacer ciencia del positivismo y el conductismo.

El modelo reúne los antecedentes teóricos, las características, el enfoque, los factores, los ejes, los

elementos y la secuencia de pasos para diseñar el Modelo de Diseño Curricular Centrado en

Procesos Intelectuales.

Las características del Modelo de Diseño Curricular Centrado en Procesos Intelectuales, son las

siguientes:

128

• Holístico: sistémico, observa todos los fenómenos en forma multifacto

• Reflexivo: los grupos interesados están en permanente autorreflexión.

• Crítico: tanto los docentes como los alumnos están en constante crítica del contexto social

• Plural: incluyente con todas las ideas y respetuoso de todas las concepciones

• Disruptivo: en permanente reflexión contra lo dado.

• Emancipatoria: en perpetua búsqueda de la libertad.

Los enfoques son:

• Humanista: favorecedora de la construcción personal, individual y social, en el marco de

un desarrollo armónico de la personalidad, potenciando capacidades y valores (Román et,

al. 2009).

• Cualitativo y formativa: cualitativa y formativa, favorecedora del aprendizaje basado en la

acción y en el protagonismo del estudiante

(Román et, al. 2009).

• Dialéctica: la negación de la negación como resultado del pensamiento lógico racional

Eisner (1988) en su obra Procesos cognitivos y currículum., realiza una fuerte crítica al actual

movimiento de retorno a lo básico y se opone con vehemencia a la disminución o eliminación de

las artes en el currículum. Afirma con rotundidad: es hora de que el currículum refleje;

los múltiples aspectos de la inteligencia. Entre los autores más representativos de esta corriente

podemos citar a: McDonald, Stenhouse, Pinar Green y Huebner. Marsh (1992, pp. 201- 202),

considera que los principios fundamentales que resumen el pensamiento Reconceptualista son los

siguientes:

• El currículum debe ser percibido como una visión holística, global y orgánica de la gente y

en relación con la naturaleza.

• El individuo es el principal agente en la construcción del conocimiento y es tanto portador

de la cultura como creador de ella.

• El significado se obtiene desde nuestra experiencia base, por ello es necesario

identificar, reconstruir y reorganizar experiencias de base tanto individuales como

grupales.

• Las experiencias previas son importantes en el desarrollo significativo del currículum

• La libertad personal y el logro de altos niveles de conciencia son valores centrales.

• La diversidad y el pluralismo son a la vez fines y medios para lograr estas metas.

• Son necesarias nuevas formas de lenguaje para construir nuevos significados sobre el

currículum.

El Modelo de Diseño Curricular Centrado en Procesos Intelectuales, es una alternativa a los

modelos de diseño curricular basados en competencias que privilegian la educación practica-

utilitaria, por ende, fragmenta del conocimiento, en detrimento de los aspectos culturales y

humanos, que nos preparan para la vida, haciendo de los egresados universitarios “lumpen

profesionales” (Torres/Vargas 2010), caracterizados por el pseudo-intelecto o pseudo-cultura

(Adorno 2004). Diría Kosik (1991) caracterizados por la pseudo-concreción. El modelo

propuesto no busca el mejor desempeño laboral, en las habilidades y destrezas que se requieren en

el sector productivo, sino buscan la reafirmación del intelecto contra la liquidación de este mismo

129

que supone el diseño curricular por competencias, en un acto de rebeldía contra los intereses

creados por poder y en contracorriente con la mente fracasada que estamos viviendo actualmente.

En esta parte nos acercamos a Adorno (2004) en la crítica de la psuedocultura con la educación

controlable que se convertido a sí misma en norma…no es ya, en cuanto tal, más que cultura general

degenerada en parloteo de agente de ventas. (Martínez, 2017)

Los procesos intelectuales aquí están definidos por los procesos de la razón, procesos cognitivos

que enfatizan la investigación en la educación, como manera de aprender la “cosa en sí”, es decir,

la verdad de los fenómenos culturales y naturales seguido de una praxis dialéctica, que asume que

los conocimientos se transforman, no son estáticos, son dinámicos y por consecuencia son

complejos. (op.cit)

2. Sistémico Complejo

“Las ciencias de la complejidad instauran efectivamente una nueva forma de racionalidad, distinta

a las conocidas en la historia de occidente, y en la que no caben ya oposiciones entre los planos

teórico y práctico, o filosófico y científico, o teórico y social, que fueron los que marcaron al

grueso de la historia de la ciencia tanto como de la historia de la filosofía.” (Maldonado 2003,

p.153).

El pensamiento sistémico implica una visión de la realidad compleja en sus múltiples elementos

y con sus diversas interrelaciones. Es simplemente el reconocimiento de la naturaleza sistémica

del mundo. Observa sus objetos como fenómenos complejos.

El estilo de pensar que denominamos “pensamiento sistémico” (systems thinking) se distingue

de otros modos de pensar por varias características (Senge, 1990). Lo esencial de esta nueva

forma de pensar consiste en un cambio de enfoque frente al anterior estilo de pensamiento

científico, orientado a la explicación por las causas, y que se caracteriza por:

• Observar los problemas en una visión “holística” – en el polo opuesto al reduccionismo

metodológico – que haga justicia a las características del campo estudiado sin reducir

inadecuadamente esa complejidad.

• Observar relaciones dinámicas (redes de-) en lugar de buscar cadenas lineales de causas-

efectos.

• Pasar de ver simples “instantáneas” – visión de lo estático – al seguimiento de procesos

dinámicos.

• Reemplazar la consideración unidimensional por planteamientos pluridisciplinares.

• Completar el tratamiento analítico de los aspectos cuantitativos con la consideración en

visión sintética de los aspectos cualitativos.

• Sustituir el planteamiento determinista, deductivista y cerrado, por planteamientos abiertos,

en recursividad circular y apoyados en la creatividad que posibilita la innovación

• Abandonar el paradigma de la racionalidad calculatoria, que presupone una ontología de lo

estable, bien regulado y dominable (con técnicas adecuadas) para ingresar al paradigma de

la incertidumbre y la inseguridad (“sociedad del riesgo”; filosofía de la complejidad).

• Pasar del planteamiento en modelos de “máquina trivial” a los modelos de “máquina no

trivial”.

130

Hay diversos enfoques para diseñar el currículum por competencias. Cada enfoque tiene unos

determinados énfasis en la metodología del diseño curricular como puede observarse en Tobón

(2007). En la práctica hay que decir, sin embargo, que no existen enfoques puros, que los límites

son difusos y que muchas veces en los procesos de diseño curricular se tienen en cuenta

contribuciones de varios enfoques.

Desde el enfoque complejo, el diseño curricular consiste en construir de forma participativa y con

liderazgo el currículum como un macro proyecto formativo autoorganizativo que busca formar

seres humanos integrales con un claro proyecto ético de vida y espíritu emprendedor global, lo cual

se debe reflejar en poseer las competencias necesarias para la realización personal, el afianzamiento

del tejido social y el desempeño profesional-empresarial considerando el desarrollo sostenible y el

cuidado del ambiente ecológico (Tobón, 2007). El fin del diseño curricular por competencias desde

el enfoque complejo es generar en una institución educativa un claro liderazgo y trabajo en equipo

que gestione con calidad el aprendizaje, con base en un proyecto educativo institucional compartido

por toda la comunidad educativa, con estrategias de impacto que promuevan la formación integral

de los estudiantes (finalidad), y dentro de ésta el desarrollo y fortalecimiento del proyecto ético de

vida, el compromiso con los retos de la humanidad, la vocación investigadora y la idoneidad

profesional mediante competencias genéricas y específicas.

El Grupo Cife (Centro de Investigación en Formación y Evaluación) ha construido y validado una

metodología sistémico – compleja para elaborar el currículum por competencias mediante diez

fases interrelacionadas, organizadas en tres macroprocesos: Direccionamiento de la Formación,

Organización Curricular y Planeamiento del Aprendizaje (Tobón, 2007). El diseño del currículum

desde el enfoque complejo tiene como esencia el liderazgo, el trabajo en equipo, el acuerdo de los

procesos, el pensamiento sistémico y la planeación rigurosa

¿Qué caracteriza las competencias desde el enfoque complejo? El enfoque complejo tiene muchos

puntos de encuentro con los demás enfoques de las competencias, como el énfasis en estudiar con

rigurosidad el contexto, la planeación de la formación por módulos y la consideración de las

competencias como el elemento organizador clave de los perfiles y mallas curriculares. Sin

embargo, también tiene varias diferencias que le dan identidad, las cuales pueden sintetizarse en

los siguientes puntos (Tobón, 2007, p. 1)

1) las competencias se abordan desde el proyecto ético de vida de las personas, para afianzar la

unidad e identidad de cada ser humano, y no su fragmentación; 2) las competencias buscan reforzar

y contribuir a que las personas sean emprendedoras, primero como seres humanos y en la sociedad,

y después en lo laboral y empresarial para mejorar y transformar la realidad; 3) las competencias

se abordan en los procesos formativos desde unos fines claros, socializados, compartidos y

asumidos en la institución educativa, que brinden un PARA QUÉ que oriente las actividades de

aprendizaje, enseñanza y evaluación; 4) la formación de competencias se da desde el desarrollo y

fortalecimiento de habilidades de pensamiento complejo como clave para formar personas éticas,

emprendedoras y competentes; y 5) desde el enfoque complejo la educación no se reduce

exclusivamente a formar competencias, sino que apunta a formar personas integrales, con sentido

de la vida, expresión artística, espiritualidad, conciencia de sí, etc., y valores

131

El modelo de identificación, normalización y descripción de competencias es el Sistémico

Complejo (Tobón, 2008). Este modelo se basa en identificar y normalizar las competencias con

base en tres componentes: problemas, competencias y criterios. El modelo ha surgido con el fin de

hacer más ágil y rápido el proceso de describir las competencias y establecerlas como el centro de

un perfil académico profesional de egreso, sin dejar de lado la pertinencia y la integralidad del

desempeño humano ante los problemas.

El modelo complejo normaliza las competencias con base en los siguientes principios:

• Las competencias se determinan a partir de la identificación de problemas sociales,

profesionales y disciplinares, presentes o del futuro.

• Los problemas se asumen como retos que a la vez son la base para orientar la formación.

• Cada competencia se describe como un desempeño íntegro e integral, entorno a un para

qué.

• En cada competencia se determinan criterios con el fin de orientar tanto su formación como

evaluación y certificación.

• Los criterios buscan dar cuenta de los diferentes saberes que se integran en la competencia.

Es así como se tienen criterios para el saber ser, criterios para el saber conocer, criterios

para el saber convivir y criterios para el saber hacer

3. Holístico – Configuracional

La holística alude a la comprensión epistémica según la cual el conocimiento es variado y

complejo y ha de apreciarse de manera amplia, interdisciplinaria y transdisciplinariamente

hablando en el contexto en el cual se origina, de forma que pueda ser apreciado de mejor manera,

de acuerdo con las sinergias y eventos que lo caracterizan y según las variadas interpretaciones

que en él subyacen a fin de apreciar el sustrato común, los aspectos esenciales que determinan el

sentido tanto de la actividad de conocer como de lo que se conoce. Para la holística lo uno es

complejo y la realidad es integral, multidimensional y trascendente (Barrera, 2008, p. 102).

La posición epistemológica alude no sólo a la naturaleza consciente,

holística y dialéctica de los procesos sociales, sino al hecho de que al ser esto

entendidos como sistemas de procesos objetivos – subjetivos, que se estructuran de

diversas formas en el curso de su desarrollo gracias a la actividad y la comunicación de

los sujetos, se configuran a través de las relaciones de significación que en los mismos se

producen. Lo que determina que el estudio y comprensión de las regularidades que los

caracterizan requiera de métodos y enfoques que respeten estas estructuras de relaciones

y se adapten a éstas

La perspectiva holística del currículo, es la percepción integral de la dinámica del conocimiento y

la acción humana. Esta perspectiva centra su plan de acción desde el desarrollo humano y por tanto

se ha de involucrar a un proyecto de sociedad y a un proyecto de cultura Cuando se habla de

currículo en términos de perspectivas, se le aprecia desde un contexto o una faceta del mismo, se

refiere a la malla de significados que se establecen a partir de los principios, la misión y las metas

que delimitan su acción y precisan las diversas opciones que se reconocen en la selección y

organización del conocimiento estimado como legítimo o institucional.

132

El modelo teórico se basa en los aportes de la teoría Holístico - Configuracional, que reconoce e

incorpora la concepción de que los objetos y fenómenos de la naturaleza, la sociedad y el

pensamiento, como realidad, constituyen procesos de carácter holístico, complejo y dialéctico, así

como el reconocimiento del sujeto consciente y participativo, capaz de observar, comprender,

explicar e interpretar la realidad dentro de un contexto histórico, social y cultural en la relación

sujeto-objeto. Desde esta perspectiva, el modelo propuesto adopta los presupuestos de la teoría

Holístico-Configuracional. Se reconoce la formación intercultural como proceso holístico,

dialéctico y complejo se desarrolla a través de una sucesión de eventos en un espacio y un tiempo

determinados, comprendidos e interpretados por los sujetos participantes, al desarrollar sus

conocimientos, habilidades y afectos, los que se expresan en su desempeño y transformación en el

contexto social. Los procesos humanos conscientes son inherentes a la propia condición humana

como esencia del mismo, donde los sujetos son capaces de revelar niveles ascendentes de

relaciones dialéctica subjetivas que expresan las relaciones dialéctica objetivas de movimiento de

la realidad, sobre la base de representaciones conscientes que determinan su intencionalidad socio

individual, conciencia y comportamientos que asumen consigo mismo y con los sujetos con que

interactúan, en su autorregulación, formación y desarrollo o en su participación en el proyecto

social en el que están comprometidos. También se hace consciente porque a través de sus métodos

y estrategias, se propicia el compromiso y la responsabilidad de los sujetos con el propio desarrollo

y transformación individual y social, propiciando además que se tracen nuevas metas. (Fuentes,

2009). Esta concepción holística y dialéctica permite construir el modelo intercultural a través de

configuraciones, dimensiones, eslabones y estructura de relaciones.

La Concepción Científica Holística Configuracional constituye el apartado teórico esencial, que

desde el punto de vista epistemológico permite comprender e interpretar los procesos y fenómenos

de la naturaleza, la sociedad y el pensamiento estudiados por los sujetos a partir del sistema

categorial que le es intrínseco, desde el cual se logra redescubrir la esencia de los objetos

investigados, pudiéndose revelar la esencia de las configuraciones, como síntesis de orden superior,

y las estructuras de relaciones que denotan la existencia de dichos procesos en su complejidad y a

la vez holismo. (Fuentes, 2002, 2008, 2009, 2010).

En correspondencia con lo anterior, la teoría que se expone incorpora una concepción de proceso

que revela el carácter constructivo y de desarrollo humano de los procesos, objeto y fenómenos de

la naturaleza, la sociedad y el pensamiento; el papel activo, consciente y participativo de los sujetos

implicados, en un contexto interactivo, donde la comunicación, la motivación, la relación entre lo

individual y lo social, lo reflexivo y constructivo, constituyen sustentos fundamentales en la

apertura de espacios al respeto, la confiabilidad, la responsabilidad y el papel que desempeñan los

sujetos implicados. (Fuentes y Clavijo, 2002, pp. 133 - 171)

Las categorías de naturaleza holística y compleja que están en el sustento de la teoría son las

siguientes:

• Configuraciones.

• Dimensiones.

• Eslabones.

• Estructura de relaciones.

133

“La categoría configuración la hemos utilizado para expresar la constitución subjetiva de los

distintos tipos de relaciones y actividades que caracterizan la vida social de la persona. Las

configuraciones son categorías complejas, pluridimensionales, que representan la unidad

dinámica sobre la que se definen los diferentes sentidos subjetivos de los eventos sociales vividos

por el hombre” (Fuentes, 2007).

Considerando que las configuraciones se identifican con las expresiones del objeto, interpretado

como un todo, éstas al interactuar dialécticamente permiten revelar las leyes que explican el

movimiento del sistema, para lo cual se consideran como configuraciones: el problema, el objeto,

el objetivo, el contenido el método y el resultado, que en otras palabras son denominados los

componentes del proceso.

Las configuraciones del modelo están determinadas por aquellos rasgos y cualidades que hacen

posible una relación dialéctica entre los participantes de la intercultural. A pesar de tener referentes

culturales distintos, se integran en una unidad para comprender, explicar, interpretar y trasformar

una realidad determinada, lo cual sin esta relación dialéctica no sería posible y la comunicación se

vería obstaculizada. Las dimensiones del modelo están dadas por cualidades referidas a algunos de

los estadios por los que atraviesa el proceso, como son las dimensiones del diseño (gnoseológica,

metodológica y profesional), de la dinámica (motivadora, comprensible y sistematizadora) y de la

evaluación (impacto, pertinencia y optimización). Los eslabones del modelo expresan la sucesión

de complejos movimientos desde que se inicia la formación intercultural hasta que finaliza la

participación de los sujetos involucrados en dicho acto.

Dentro de estas configuraciones encontramos los eslabones, los cuales se constituyen en los

estadios de un proceso único y totalizador que tienen una misma naturaleza y que se identifican

como: Dentro del proceso de formación del profesional − Macrodiseño − Microdiseño Dinámica

del proceso de formación profesional − Motivación del contenido − Comprensión del contenido −

Sistematización del contenido Evaluación de pertinencia − Pertinencia − Optimización

El núcleo teórico de la concepción radica en:

• El Principio de lo Configuracional.

• La ley del Carácter Sintético – Configuracional del Conocimiento Científico.

Principios.

• Carácter Consciente.

• La Totalidad.

• La complejidad.

• Las Contradicciones Dialécticas

• El Carácter Configuracional

• La Infinitud del Conocimiento.

La determinación del modelo se lleva a cabo como consecuencia de la relación entre el problema

profesional, el objeto de la profesión y el objetivo del profesional, constituyendo esta última la

configuración más dinámica en la tríada problema profesional, objeto de la profesión, objetivo del

profesional. (Clavijo, 2016, pp. 13- 30)

134

Del modelo se derivan las tendencias sociales, políticas, educativas, económicas, de las ciencias y

la tecnología, la pertinencia, los núcleos de conocimiento, la demanda ocupacional, el objeto de

estudio de un programa académico, los objetivos, campos de estudio y de actuación, competencias,

perfiles y trayectorias de los sujetos que aprenden.

El Macrodiseño Curricular el momento más externo, donde se configura la concepción de la

profesión y del profesional, así como la organización y planificación de la formación de los

profesionales en el Plan de Estudios. En éste el modelo plantea esta configuración a través de la

dialéctica entre el problema- objeto- objetivo.

Como primera aproximación se desarrolla una descripción cualitativa de las características de la

profesión a través de la respuesta a las siguientes interrogantes:

¿Qué es la profesión?, ¿Qué resuelve el profesional?, ¿De qué se ocupa?, ¿Qué persigue?,

¿Qué relaciones se dan?, ¿Dónde se requiere del profesional?, ¿En qué condiciones se

desarrolla?

Ello permite la caracterización de los pormenores esenciales de la profesión, lo que incluye las

características y exigencias para el profesional y de los ámbitos en que desarrollará su labor, todo

lo cual permite estipular la amplia gama de cualidades y actividades profesionales que

condicionaran la profesión como un todo y serán determinantes en la precisión de las competencias.

El objeto de la profesión constituye la cultura profesional y comprende los diferentes campos de la

cultura que son apropiados en el proceso de formación. Se delimitan a partir de la respuesta a las

preguntas:

¿Con qué trabaja?, ¿Dónde trabaja?, ¿Cómo trabaja?

Implica una síntesis de la contradicción entre las sistematizaciones epistemológica y metodológica

de la cultura que se desarrolla en unidad con el problema profesional y como respuesta a éstos.

Se determina lo que tradicionalmente aparece en la literatura curricular como: Perfil profesional y

Perfil ocupacional, que se pueden utilizar como alternativa.

El desarrollo del aprendizaje pedagógico y curricular deberá contener procesos de calidad,

pertinencia, flexibilidad, transversalidad e integración de saberes, estar centrado en los sujetos de

aprendizaje; y, orientarse a la generación difusión y preservación de conocimientos científicos,

tecnológicos, profesionales y de saberes interculturales.

El proyecto curricular debe expresar una ruptura epistemológica, en consecuencia, el aprendizaje

al igual que el conocimiento se deberá construir y reconstruir en los mismos contextos de su

aplicación. Este planteamiento proporciona al currículo la posibilidad de integrar en la gestión

curricular, las funciones sustantivas de la educación superior, esto es, docencia, investigación e

interacción universitaria.

El proceso de formación de un ciudadano profesional es: consciente, dialéctico, holístico y

el proceso de formación de los profesionales se configura en su desarrollo

Es el enunciado que postula de manera sintetizada alguna relación de carácter esencial y

estable capaz de explicar algún comportamiento del proceso. Desde la teoría holístico

configuracional el establecimiento de regularidades es el resultado de los análisis e

135

interpretaciones de las relaciones entre configuraciones, dimensiones y eslabones y

representan, por consiguiente, la manera del planificador de comprender los

comportamientos del proceso

Los objetivos deberán ser planteados respondiendo a las preguntas: ¿qué se quiere lograr?, ¿Para

qué y por qué? y ¿cómo se va a lograr?

Son tres las lógicas que se manifiestan en los campos de actuación:

La lógica de la formación profesional enmarcada en la pertinencia, que permite responder de forma

relevante al proyecto de sociedad, con el conocimiento adecuado y los métodos congruentes con

las tensiones que se aborda.

La lógica de la investigación-acción-innovación para el desarrollo de la comprensión disciplinaria

y la construcción de alternativas innovadoras para el mejoramiento y optimización de las

soluciones que se presenten a las problemáticas y situaciones profesionales.

La lógica de la sistematización para la generación de narrativas académicas y científicas vinculadas

de forma creativa e innovadora a los métodos de desarrollo de la profesión.

De estas tres lógicas se derivan las tensiones básicas del campo de actuación: Dinámica

Institucional/Pensamiento crítico-emancipatorio/Modo de Actuación,

Contextos/Investigación/Conocimiento y Mercado Laboral/emprendizajes sociales/espacio

profesional.

El microcurrículo en toda su estructura propiciará el cumplimiento del objetivo supremo de la

educación promulgado por Delors (1996) en el Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional

sobre la educación para el siglo XXI: “aprender a aprender” y por el mismo Delors (1994, pp. 91-

103) en los cinco pilares fundamentales: “aprender a ser”; “aprender a conocer”; “aprender a

hacer”, “aprender a vivir juntos” , “aprender a transcender” (UNESCO) y consecuentemente

aprender a emprender, con miras a lograr una verdadera educación integral, holística y sistémica.

El micro currículo será la columna vertebral que integra de modo dinámico la teoría y la praxis, en

la ejecución de todos sus componentes, se auxiliará de los métodos deductivo-inductivo;

experiencial; problémico, que forma al estudiante para desarrollar el pensamiento crítico, creativo

y potenciarla independencia cognoscitiva; método mayéutico o de interrogación y el método

hermenéutico dependiendo de las temáticas, objeto de estudio de cada una de las cátedras

integradoras, métodos que orientarán el proceso de construcción, transferencia y aplicación del

conocimiento. Será indispensable acudir al método inferencial para la aplicación de la teoría en

casos particulares y/o singulares; a su vez estos casos se convertirán en una nueva plataforma para

la recreación y para la generación de nuevos conocimientos.

Con el Microdiseño se identifica el diseño que va desde las áreas hasta los temas, aquí se delimita

el contenido y se lleva a la sistematicidad del proceso, la disciplina, la asignatura y el tema. En este

casos las interrelaciones son: objeto – problema – contenido , objeto – objetivo – contenido, y

objeto – método – contenido, contenido– método – evaluación siendo así las dimensiones

gnoseológica, profesional y metodológica o de comprensión del contenido.

Es de relevancia conceptualizar y categorizar las prácticas pedagógicas que se desarrollan al

interior del aula de clase no es un espacio físico (cafetería, la clínica, el parque, la plaza de mercado,

136

la granja, etc.), lo que le permite al docente reflexionar sobre el acto educativo: ¿qué se aprende?,

¿para qué se aprende?, ¿cómo se aprende?, ¿Cuándo se aprende?, ¿Con qué se aprende?, ¿cómo

se lo que se aprende? y ¿cómo los estudiantes construyen el conocimiento a partir de unas

prácticas dadas por su docente?

El modelo curricular con base en competencias parte del supuesto, el proceso de formación de

ciudadanos profesionales se diseña a partir de una concepción de competencias que permita tomar

en consideración, desde un programa académico, el saber, el ser el hacer, el convivir y el

transcender que debe enfrentar el ciudadano profesional para poder resolver problemas y

situaciones de su quehacer, así como la integración transdisciplinar para dar solución a las

insuficiencias que se manifiestan en el desempeño profesional.

SUPERAR EL ESCEPTICISMO

Los desafíos de educar y aprender en el siglo XXI son considerables, las tensiones y

cuestiones abiertas abundan, y no faltan los escépticos en cuanto a la aspiración de asegurar

una educación de calidad para todos. Pero si construir sociedades más democráticas, justas

y garantizar el acceso equitativo a un aprendizaje pertinente y eficaz para todas y todos

no se considera como una utopía necesaria y realizable, ¿cuál es entonces la alternativa?

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