Un día, dos exploradores se encontraron con un jardín lleno de
plantas.
Ante el jardín, cada uno pensó cosas distintas…
- Algún jardinero ama este lugar y viene a cuidarlo en secreto –dijo
uno.
- No hay ningún jardinero. Yo no lo veo –dijo el otro.
Así que montaron sus tiendas y exploraron el lugar.
- Quizá sea invisible –pensaron.
Montaron alrededor una cerca hecha de alambres y púas.
Patrullaron con perros. No notaron ningún movimiento.
No veían nada extraño.
- Tiene que haber un jardinero invisible, al que no le afectan
nuestros alambres ni le asustan nuestros perros –dijo uno de ellos.
- Estoy seguro que de viene en secreto a cuidar este jardín que
ama –siguió diciendo.
El otro lo miró y le dijo: - ¿Cómo puedes saber que ese
jardinero invisible del que hablas es verdadero?
El primer hombre le contestó muy serio:
- Porque yo soy como este jardín al que el jardinero ama.