el criterio - version latinoamericana siglo xxi

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EL CRITERIO JAIME BALMES, S.J. Versión adaptada para Latinoamérica (2008)

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El Criterio de Jaime BalmesFilósofoLógica

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  • EL CRITERIO

    JAIME BALMES, S.J.

    Versin adaptada para Latinoamrica (2008)

  • 2

    Prlogo

    El ttulo de esta obra expresa exactamente su objeto. En ella se hace un ensayo para dirigir las

    facultades del espritu humano utilizando un sistema diferente de los utilizados hasta ahora. En

    un conjunto de principios, de reglas, de observaciones, y sobretodo de ejemplos en escena, se

    ha procurado hermanar la variedad con la unidad, lo ameno con lo til. Creemos que el mejor

    medio para dar una idea de la obra es copiar a continuacin el ltimo acpite de su ltimo

    captulo:

    Un criterio es un medio para conocer la verdad. La verdad en las cosas, en la realidad.

    La verdad en el entendimiento es conocer las cosas tal como son. La verdad en la voluntad es

    quererlas como es debido, conforme a las reglas de la sana moral. La verdad en la conducta es

    obrar por impulso de esta buena voluntad. La verdad en proponerse un fin es proponerse el fin

    conveniente y debido, segn las circunstancias. La verdad en la eleccin de los medios es

    elegir los que son conformes a la moral y mejor conducen al fin.

    Hay verdades de muchas clases porque hay realidad de muchas clases; hay tambin muchos

    modos de conocer la verdad. No todas las cosas se han de mirar de la misma manera, sino del

    modo que cada una de ellas se ve mejor.

    Al hombre le han sido dadas muchas facultades. Ninguna es intil. Ninguna es intrnsecamente

    mala. La esterilidad o la malicia tienen su causa en nosotros, que las empleamos mal.

    Una buena lgica debera abarcar al hombre entero, porque la verdad est en relacin con

    todas las facultades del hombre. Cuidar de la una y no de la otra es a veces esterilizar la

    segunda y malograr la primera.

    El hombre es un mundo pequeo, sus facultades son muchas y muy diversas; necesita armona,

    y no hay armona sin un plan atinado; y no hay un plan atinado si cada cosa no est en su lugar,

    si cada cosa no ejerce sus funciones o las suspende en el tiempo oportuno. Cuando el hombre

    deja sin accin alguna de sus facultades se parece a un instrumento al que lo faltan cuerdas;

    cuando las emplea mal es un instrumento desafinado.

    La razn es fra, pero ve claro; los sentimientos deben darle calor y no ofuscar su claridad; las

    pasiones son ciegas, pero dan fuerza; la razn debe darles direccin y aprovecharse de su

    fuerza. El entendimiento sometido a la verdad, la voluntad sometida a la moral, las pasiones

    sometidas al entendimiento y a la voluntad, y todo ilustrado, dirigido, elevado por la religin:

    he aqu el hombre completo, el hombre por excelencia. En l la razn da luz, la imaginacin

    pinta, el corazn vivifica, la religin diviniza.

  • 3

    1. Consideraciones preliminares

    El pensar bien puede consistir en dos cosas:

    1. en conocer la verdad;

    2. en dirigir el entendimiento por el camino que conduce a la verdad.

    Qu es la verdad?

    La verdad es la realidad de las cosas.

    Cuando conocemos las cosas como son en s, alcanzamos la verdad; de otra suerte, caemos en

    error.

    Cuando conocemos que hay Dios conocemos una verdad, porque realmente Dios existe;

    Cuando conocemos que las estaciones dependen del Sol, conocemos una verdad,

    porque, en efecto, es as;

    Cuando conocemos que el respeto a los padres, la obediencia a las leyes, la buena fe en

    los contratos, la lealtad a los amigos, son virtudes, conocemos la verdad; caeramos en

    el error pensando que la perfidia, la ingratitud, la injusticia, la destemplanza, son cosas

    buenas y laudables.

    Si deseamos pensar bien, es nuestra obligacin procurar conocer la verdad, es decir, la

    realidad de las cosas. De qu sirve discurrir con sutileza, o con profundidad aparente, si el

    pensamiento no est conforme con la realidad?

    Un sencillo labrador, un modesto artesano, que conocen bien los objetos de su

    profesin, piensan y hablan mejor sobre ellos que un presuntuoso filsofo, que en

    encumbrados conceptos y altisonantes palabras quiere dar lecciones sobre lo que no

    entiende.

    Hay diferentes modos de conocer la verdad

    A veces conocemos la verdad, pero de un modo vulgar. Al conocer de modo vulgar, la realidad

    no se presenta a nuestros ojos tal como es, sino con alguna mudanza:

    1. con alguna falta;

    2. con alguna aadidura.

    Si desfila a cierta distancia una columna de hombres, de tal manera que veamos brillar

    los fusiles, pero sin distinguir los trajes, sabemos que hay gente armada, pero

    ignoramos si es una tropa de paisanos o si son gente enemiga; el conocimiento es

    imperfecto, porque nos falta distinguir el uniforme para saber la pertenencia. Mas si por

    la distancia u otro motivo nos equivocamos, y les atribuimos una prenda de vestuario

    que no llevan, el conocimiento ser imperfecto, porque aadiremos lo que en realidad

    no hay.

    Entonces:

    1. Si tomamos una cosa por otra, mudamos lo que hay, pues hacemos de ello una cosa diferente;

    2. Si conocemos perfectamente la verdad, nuestro entendimiento se parece a un espejo en el cual vemos retratados, con toda fidelidad, los objetos como son en s;

  • 4

    Cuando caemos en error, nuestro entendimiento se asemeja a un holograma, que nos presenta

    algo que realmente no existe;

    Cuando conocemos la verdad a medias, podra compararse a un espejo mal azogado, o

    colocado en tal disposicin que, si bien nos muestra objetos reales, sin embargo, nos los ofrece

    deformados, con los tamaos y las formas alteradas.

    Hay una gran variedad de ingenios

    El buen pensador procura ver en los objetos todo lo que hay, pero no ms de lo que hay.

    Ciertos hombres tienen el talento de ver mucho en todo; pero les cabe la desgracia de

    ver lo que no hay, y no ver nada de lo que hay. Una noticia, una ocurrencia cualquiera,

    les suministran abundante materia para discurrir con locuacidad, formando, como suele

    decirse, castillos en el aire. Estos suelen ser grandes proyectistas y charlatanes.

    Otros adolecen del defecto contrario: ven bien, pero poco; el objeto no se les ofrece

    sino por un lado; si ste desaparece, ya no ven nada. stos se inclinan a ser sentenciosos

    y aferrados en sus temas. Se parecen a los que no han salido nunca de su pas: fuera del

    horizonte a que estn acostumbrados, creen que no hay ms mundo.

    Un entendimiento claro, capaz y exacto, abarca el objeto entero; le mira por todos sus lados,

    en todas sus relaciones con lo que le rodea.

    La conversacin y los escritos de estos hombres privilegiados se distinguen por su

    claridad, precisin y exactitud. En cada palabra encuentran una idea, y podemos ver que

    esta idea corresponde a la realidad de las cosas. Nos ilustran, nos convencen, nos dejan

    plenamente satisfechos; decimos con total asentimiento: S, es verdad, l tiene razn.

    Para seguirlos en sus discursos no necesitamos esforzarnos; parece que andamos por un

    camino llano, y que el que habla slo se ocupa de hacernos notar, con oportunidad, los

    objetos que encontramos a nuestro paso. Si explican una materia difcil y compleja,

    tambin nos ahorran mucho tiempo y fatiga. El sendero es tenebroso porque est en las

    entraas de la tierra; pero nos precede un gua muy prctico, llevando en la mano una

    antorcha que resplandece con vivsima luz.

    Necesidad de conocer bien el mbito propio de una actividad

    El perfecto conocimiento de las cosas:

    a. en el orden cientfico: forma los verdaderos sabios;

    b. en el orden prctico: forma los prudentes (sirve para guiar nuestra conducta en los asuntos de la vida);

    c. en el manejo de los negocios del Estado: forma los grandes polticos;

    d. en todas las profesiones: cada cual ser ms o menos aventajado, proporcionalmente al mayor o menor conocimiento de los objetos que trata o maneja.

    Este conocimiento ha de ser prctico, ha de abrazar tambin los pormenores de la ejecucin,

    que son pequeas verdades, por decirlo as, de las cuales no se puede prescindir, si se quiere

    lograr el objeto. Estas pequeas verdades son muchas en todas las profesiones; bastando para

    convencerse de ello el or a los que se ocupan aun en los oficios ms sencillos.

    Cul ser, pues, el mejor agricultor? El que mejor conozca las cualidades de los

    terrenos, climas, semillas y plantas; el que sepa cules son los mejores mtodos e

    instrumentos de labranza y que mejor acierte en la oportunidad de emplearlos; en una

    palabra: el que conozca los medios ms a propsito para hacer que la tierra produzca

    muchos y buenos frutos, a bajo costo, y en su tiempo oportuno. El mejor agricultor ser,

    pues, el que conozca ms verdades relativas a la prctica de su profesin.

  • 5

    Cul es el mejor carpintero? El que mejor conoce la naturaleza y la cualidad de cada

    tipo de madera, el modo particular de trabajarlas y el arte de disponerlas del modo ms

    adaptado al uso a que se destinan. Es decir, que el mejor carpintero ser aquel que sabe

    ms verdades sobre su arte.

    Cul ser el mejor comerciante? El que mejor conozca los productos que compra, los

    lugares de donde es ms ventajoso traerlos, los medios ms a propsito para

    transportarlos sin deterioro, de un modo rpido y barato, los mercados ms

    convenientes para venderlos con rapidez y ganancia; es decir, aquel que posea ms

    verdades sobre los objetos del comercio, el que conozca ms a fondo la realidad de las

    cosas en que se ocupa.

    A todos interesa el pensar bien

    El arte de pensar bien no interesa solamente a los filsofos, sino tambin a las personas ms

    sencillas.

    El entendimiento es un don precioso que Dios nos ha dado, una luz para guiarnos en nuestras

    acciones. Por eso, uno de los primeros cuidados en el cual el hombre debe ocuparse es en tener

    bien arreglada esta luz. Si ella falta, nos quedamos a obscuras, andamos a tientas, y por este

    motivo es necesario no dejar que ella se apague. Cmo lograr esa importante tarea? Ante todo,

    debemos tener nuestro entendimiento en accin, pues de lo contrario se pone obtuso y

    estpido; por otra parte, cuando nos proponemos ejercitarle y avivarle, conviene que su luz sea

    buena para que no nos deslumbre, y bien dirigida para que no nos desve.

    Dar el criterio y poner el ejemplo

    Cmo se debe ensear a pensar bien? Hay dos maneras de hacerlo: con los criterios y con los

    ejemplos. Pero es mejor poner el ejemplo que quedarse solamente en las reglas. Muchos tratan

    de ensear a fuerza de preceptos y observaciones analticas, y se apegan a esa forma. No est

    mal transmitir las reglas. Pero s sostengo que deben darse con ms calma, con menos

    pretensiones filosficas y, sobre todo, de una manera sencilla, prctica: al lado de la regla,

    poner el ejemplo. Por ejemplo, cuando se ensea a los nios a andar y a hablar:

    Un nio pronuncia mal ciertas palabras; para corregirle, qu hacen sus padres o

    maestros? Las pronuncian ellos bien y hacen que en seguida las pronuncie el nio:

    Escucha bien como yo lo digo; a ver, ahora t; mira, no pongas los labios de esta

    manera, no hagas tanto esfuerzo con la lengua, y otras cosas por este tenor. He aqu el

    precepto al lado del ejemplo; la regla y el modo de practicarla.

    NOTA:

    Verum est id quod est, dice San Agustn (lib. 2, Solil, cap. V). Puede distinguirse entre la verdad de la

    cosa y la verdad del entendimiento: la primera es la cosa misma, y podr llamarse objetiva; la segunda, que es la conformidad del entendimiento con la cosa, se llamar formal o subjetiva. Por ejemplo: el oro es un metal, independientemente de nuestro conocimiento, aqu tenemos una verdad

    objetiva; el entendimiento conoce que el oro es un metal, aqu tenemos una verdad formal o subjetiva.

    Sera mucha presuncin el despreciar las reglas para pensar bien. Nulla dicere maximarum rerum esse

    artem, cum minimarum sine arte nulla sint, hominum est parum considerate loquentium. Es de hombre

    ligeros deca Cicern el afirmar que para las grandes cosas no hay arte, cuando vemos que de arte no carecen ni las cosas ms ligeras (Lib. 2, De offic.). Los sabios antiguos y modernos han estado de

    acuerdo con la utilidad de las reglas. La dificultad est, pues, en saber cules son stas, cul es el mejor

    modo de ensear a practicarlas. Don de los dioses llam Scrates a la lgica; mas, por desgracia, no nos

    aprovechamos lo bastante de este don precioso, y las cavilaciones de los hombres la hacen intil para

    muchos. Los aristotlicos han sido acusados de embrollar el entendimiento de los principiantes con la

  • 6

    abundancia de las reglas y la frivolidad de las discusiones abstractas; en cambio, las escuelas que les

    han sucedido, y particularmente los idelogos ms modernos, no estn libres del todo de un cargo

    semejante. Algunos reducen la lgica a un anlisis de las operaciones del entendimiento y de los medios

    con que se adquieren las ideas, y en ella se agrupan las ms altas y difciles cuestiones que se puede

    ofrecer a la humana filosofa.

    Quisiramos un poco menos de ciencia y un poco ms de prctica, recordando lo que dice Bacon de

    Verulamio sobre el arte de la observacin cuando lo llama una especie de sagacidad, del olfato

    cazador, ms bien que ciencia. Ars experimentalis sagacitas potius est et odoratio quoedam venatica

    quam scientia (De augm. scient., lib. 5, cap. II).

    NOTA PSTUMA: La lgica se apellida tambin ciencia cuando demuestra las reglas que prescribe. Por

    ejemplo, la agricultura es arte cuando da las reglas para labrar bien, y es ciencia cuando seala las

    razones en que se fundan sus reglas. Procurar no escribir sin demostrar, enlazando de esta manera la

    ciencia y el arte.

    A propsito de las reglas para pensar bien, deben evitarse dos extremos opuestos: una importancia

    excesiva y un desprecio completo. Es cierto que la naturaleza, por s sola, puede mucho; pero no es

    menos cierto que a la naturaleza son muy tiles los auxilios del arte. Es de hombres ligeros deca Cicern el afirmar que para las grandes cosas no hay arte, cuando vemos que de arte no carecen ni las cosas ms ligeras. Nullam dicere maximarum rerum esse artem, cum minimarum sine arte nulla sit,

    hominum est parum considerate loquentium (Lib. 2, De offic.). La razn y la experiencia confirman el

    juicio de la docta antigedad (aqu citas y textos).

  • 7

    2. La atencin

    Hemos visto que el pensar bien consiste en conocer la verdad. Ahora bien, hay medios que nos

    conducen al conocimiento de la verdad y obstculos que nos impiden llegar a l. Pensar bien

    es el arte de ensear a emplear los medios y remover los obstculos.

    Qu es la atencin? Por qu es necesaria?

    La atencin es la aplicacin de la mente a un objeto.

    Hemos hablado anteriormente sobre el arte de ensear a poner los medios para pensar bien.

    Pues bien, el primer medio para pensar bien es atender.

    El hacha no corta si no es aplicada al rbol;

    La guadaa no siega si no es aplicada al tallo.

    Algunas veces el conocimiento ofrece los objetos al espritu, sin que ste atienda; pero ese

    conocimiento es siempre ligero, superficial, a menudo inexacto o totalmente errado.

    A veces vemos, pero no miramos; a veces omos, pero no escuchamos.

    Sin la atencin estamos distrados, nuestro espritu se halla, por decirlo as, en otra parte, y por

    lo mismo no ve aquello que se le muestra. Es de la mayor importancia adquirir un hbito de

    atender a lo que se estudia o se hace. Si observamos bien, lo que muchas veces nos falta no es

    la capacidad para entender lo que vemos, leemos u omos, sino la concentracin en los asuntos

    que tratamos.

    Nos cuentan una ancdota, pero escuchamos la narracin con atencin floja. Mientras

    nos hablan, intercalamos mil observaciones y preguntas. Y si hay algn objeto que nos

    llama la atencin, lo manoseamos o lo miramos distrados. Resultado: se nos escapan

    pormenores interesantes, se nos pasan por alto cosas esenciales, y al tratar de contar la

    misma ancdota a otros, o de meditarla nosotros mismos para formar un juicio, se nos

    presenta el hecho desfigurado, incompleto. As caemos en errores que no proceden de

    la falta de capacidad, sino de no haber prestado al narrador la atencin debida.

    La atencin nos trae muchas ventajas

    Son muchas las ventajas de un espritu atento:

    a) multiplica sus fuerzas de una manera increble;

    b) aprovecha el tiempo atesorando siempre una gran cantidad de ideas;

    c) percibe las ideas con ms claridad y exactitud;

    d) ordena las ideas en la cabeza de un modo muy natural;

    e) recuerda las ideas con ms facilidad.

    La falta de atencin nos trae muchos inconvenientes

    Son muchos los inconvenientes de un espritu que atiende flojamente:

    a) el entendimiento se pasea por distintos lugares a un mismo tiempo;

    b) se reciben diferentes impresiones, se acumulan cien cosas inconexas que, lejos de ayudarse mutuamente para la aclaracin y retencin de las ideas, se confunden, se

    embrollan y se borran unas a otras;

  • 8

    No hay lectura, no hay conversacin, no hay espectculo, por insignificantes que parezcan, que

    no nos puedan instruir en algo. Con la atencin notamos las preciosidades y las recogemos;

    con la distraccin dejamos, quiz, caer al suelo el oro y las perlas como cosa insignificante.

    Cmo debe ser la atencin

    Creern algunos que semejante atencin fatiga mucho, pero se equivocan. Cuando hablo de

    atencin no me refiero a aquella fijeza de espritu con que ste se clava, por decirlo as sobre

    los objetos, sino de una aplicacin suave y reposada que permite hacerse cargo de cada detalle,

    dejndonos, no obstante, con la agilidad necesaria para pasar sin esfuerzo de unas ocupaciones

    a otras.

    Esta atencin no es incompatible con la diversin y el recreo, pues es claro que el

    esparcimiento del nimo no consiste en no pensar sino en no ocuparse de cosas trabajosas y

    en entregarse a otras ms llanas y ligeras.

    El sabio que interrumpe sus estudios profundos saliendo a solazarse un rato por la

    amena campia no se fatiga, antes se distrae cuando atiende al estado de las mieses, a

    las faenas de los labradores, al murmullo de los arroyos o al canto de las aves.

    Por lo tanto, la atencin no es una abstraccin severa y continuada. Muy al contrario, cuento

    en el nmero de los distrados no slo a los atolondrados, sino tambin a los ensimismados.

    Aqullos se derraman por la parte de afuera; stos divagan por las tenebrosas regiones de

    adentro; unos y otros carecen de la conveniente atencin que es la que se emplea en aquello de

    que se trata.

    El hombre atento posee la ventaja de ser ms urbano y corts, porque el amor propio de los

    dems se siente lastimado si notan que no atendemos a lo que ellos dicen. Ntese que la

    urbanidad o su falta son tambin comnmente llamadas atencin o desatencin.

    Las interrupciones

    Adems son pocos los casos, aun en los estudios serios, que requieren atencin tan profunda

    que no pueda interrumpirse sin grave dao.

    Ciertas personas se quejan amargamente si una visita a deshora o un ruido inesperado

    les cortan, como suele decirse, el hilo del discurso; esas cabezas se parecen a las

    cmaras fotogrficas, que con el menor movimiento echan a perder la foto de un bello

    paisaje.

    En algunas personas, tal vez ser un defecto natural; en otras, una afectacin vanidosa por

    hacerse pensador; y en no pocas, falta de hbito de concentrarse. Como sea, es preciso

    acostumbrarse a tener la atencin fuerte y flexible a un mismo tiempo.

    NOTA:

    Los hombres ms clebres en el mundo cientfico se han distinguido por una gran capacidad para

    prestar atencin. Algunos de ellos gozaron de una gran capacidad de abstraccin, que raya en lo

    increble. Arqumedes1, ocupado en sus meditaciones y operaciones geomtricas, no se percat del

    alboroto que se haba desatado en las calles de su propia ciudad, tomada por los enemigos; Vite2 pas

    das y noches ininterrumpidas absorto en sus combinaciones algebraicas, sin acordarse de s mismo,

    1 Arqumedes (287-212 a.C.). Notable matemtico e inventor griego, que escribi importantes obras sobre

    geometra plana y del espacio, aritmtica y mecnica. 2 Franois Vite (1540-1603). Matemtico francs, considerado uno de los principales precursores del lgebra.

    Fue el primero en representar los parmetros de una ecuacin con letras. Conocido tambin en su poca como un

    fiel y competente sbdito del rey, fue consejero privado de los reyes de Francia Enrique III y de Enrique IV.

  • 9

    hasta que sus parientes y amigos le arrancaron de tamaa enajenacin; Leibniz3 malbarat

    lastimosamente su salud, estando muchos das sin levantarse de la silla. Esta abstraccin extraordinaria

    es respetable en los hombres que enriquecieron a las ciencias con admirables inventos. Ellos tenan

    verdaderamente una misin que cumplir, y en cierto modo eso justificaba que por tan alto objeto

    sacrificasen su salud y su vida.

    An en los genios ms eminentes, la intensidad de la atencin no ha estado enemistada con la

    flexibilidad. Descartes estaba elaborando sus colosales concepciones entre el estruendo de los

    combates. Luego, cuando cansado de la vida militar, se retir del servicio en que se haba alistado

    voluntariamente, continu viajando por los principales pases de Europa. Con semejante estilo de vida,

    es muy probable que el ilustre filsofo haba sabido enlazar la intensidad con la flexibilidad de la

    atencin, y que no sera tan delicado en la materia como Kant4, de quien se dice que el solo desarreglo o

    cambio de un botn en uno de sus oyentes era capaz de hacerle perder el hilo del discurso. Esto no es

    tan extrao, si se considera que el filsofo alemn jams sali de su patria, y que, por tanto, no debi de

    acostumbrarse a meditar sino en el retiro de su gabinete.

    Pero, sean como sean las rarezas de algunos hombres clebres, es importantsimo esforzarse en adquirir

    esa flexibilidad de atencin que puede muy bien ir de la mano con su intensidad. En esto, como en

    todas las cosas, pueden mucho el trabajo y la repeticin de los actos, que llega a engendrar un hbito

    que no se pierde en toda la vida.

    Esta disposicin de nimo, ya sea para fijarse largas horas sobre un punto, ya sea para hacer

    suavemente la transicin de unas ocupaciones a otras, se consigue lentamente, acostumbrndose a

    pensar sobre cuantos objetos se ofrezcan, y a dar constantemente al espritu una direccin seria. Cuando

    no se posee esta flexibilidad, el espritu se fatiga y enerva con la concentracin excesiva, o se disipa

    con cualquier distraccin. Lo primero, adems de ser ms nocivo para la salud, tampoco suele servir

    mucho para progresar en la ciencia; lo segundo inutiliza el entendimiento para los estudios serios. Tanto

    el espritu como el cuerpo tienen necesidad de un buen rgimen de vida, y en este rgimen hay una

    condicin indispensable: la templanza.

    3 Gottfried Wilhelm von Leibniz (1646-1716). Filsofo, matemtico, jurista y poltico alemn. Educado en leyes y

    filosofa, jug un importante papel en la poltica y diplomacia europea de su poca. Ocupa un lugar igualmente

    grande en la historia de la Filosofa y en la de las Matemticas. Descubri el clculo infinitesimal,

    independientemente de Newton, y su notacin es la que se halla desde entonces en uso general. Tambin invent

    el sistema binario, en que se basan casi todas las arquitecturas de computacin actuales. En este sentido puede

    considerrsele, con justa razn, el abuelo de la informtica. 4 Immanuel Kant (1724-1804). Filsofo alemn, considerado como uno de los pensadores ms influyentes de la

    Europa moderna y del ltimo periodo de la Ilustracin. La piedra angular de la filosofa kantiana (en ocasiones

    denominada filosofa crtica) est recogida en una de sus principales obras, Crtica de la razn pura (1781). En ella, Kant renuncia a conocer las cosas como son, dando paso a la quiebra de la analoga y a una nueva etapa de la

    historia de la filosofa en la cual su objeto, es decir, el conocimiento de las cosas como son (realismo), se cambia

    por el intento de explicar los lmites del propio conocimiento humano. En la Metafsica de las costumbres (1797)

    Kant describi su sistema tico, basado en la idea de que la razn es la autoridad ltima de la moral. Defendi la

    idea ilustrada de la abolicin de los dogmas, y de un pensamiento independiente de todo tutor o pedagogo externo

    a la persona, lo cual signific un importante escaln para las corrientes relativistas de la filosofa moderna. Las

    ideas ticas de Kant son el resultado lgico de su creencia en la libertad fundamental del individuo, como

    manifest en su Crtica de la razn prctica (1788). Como consecuencia, su moral afirma la exclusin de Dios y

    la autonoma del sujeto, siendo el nico imperativo moral lo que l llama el imperativo categrico. Entre su abundante produccin escrita tambin sobresalen Prolegmenos a toda metafsica futura que pueda presentarse

    como ciencia (ms conocida por el nombre de Prolegmenos, 1783), Principios metafsicos de la ciencia natural

    (1786), Crtica del juicio (1790) y La religin dentro de los lmites de la mera razn (1793). La influencia de

    Kant en la filosofa moderna y contempornea es incalculable. En primer lugar, influenci al filsofo alemn

    Georg Wilhelm Friedrich Hegel, quien a su vez estableci los cimientos sobre los que se edific la estructura

    bsica del pensamiento de Karl Marx. El mtodo dialctico, utilizado tanto por Hegel como por Marx, no fue sino

    el desarrollo del mtodo de razonamiento articulado por antinomias aplicado por Kant. El filsofo alemn Johann

    Gottlieb Fichte, alumno suyo, rechaz la divisin del mundo hecha por su maestro en partes objetivas y

    subjetivas, y elabor una filosofa idealista que tambin influy de una forma notable en los socialistas del siglo

    XIX. Uno de los sucesores de Kant en la Universidad de Knigsberg, Johann Friedrich Herbart, incorpor

    algunas de las ideas kantianas a sus sistemas de pedagoga. En la actualidad, Kant contina teniendo sobrada

    vigencia en diversas disciplinas.

  • 10

    3. Eleccin de carrera

    La palabra talento tiene un significado muy vago

    Cada cual ha de dedicarse a la profesin a la cual experimenta ms aptitud.

    Considero de mucha importancia esta regla. Estoy convencido de que muchos no salen

    adelante en las ciencias y las artes por que se olvidan de esta regla.

    La palabra talento expresa para algunos una capacidad absoluta. Existe la creencia equivocada

    de que quien est dotado de felices disposiciones para una cosa lo estar igualmente para

    todas. Nada ms falso; un hombre puede ser sobresaliente, extraordinario, de una capacidad

    monstruosa para una determinada materia, y ser muy mediano, y hasta negado, con respecto a

    otras.

    Napolen5 y Descartes

    6 son dos genios y, sin embargo, en nada se parecen. El genio de

    la guerra no hubiera comprendido el genio de la filosofa, y si en el hipottico caso de

    que se encontrasen en una conversacin, es probable que ambos hubiesen quedado poco

    satisfechos. Napolen no le habra exceptuado entre los que con aire desdeoso

    apellidaba idelogos.

    Podra escribirse una obra de los talentos comparados, manifestando las profundas diferencias

    que median aun entre los ms extraordinarios. Sin embargo, la experiencia de cada da nos

    manifiesta ya esta verdad de una manera palpable. Nos enteramos de que algunos hombres

    discurren y obran sobre una materia con acierto admirable, mientras que en otra se muestran

    muy vulgares y hasta torpes y despistados. Pocos sern quizs nadie los que alcancen una capacidad igual para todo. La observacin ensea que hay disposiciones que se embarazan y se

    daan recprocamente.

    Quien tiene el talento generalizador no es fcil que posea el de la exactitud minuciosa;

    el poeta, que vive de inspiraciones bellas y sublimes, no se adaptar sin trabajo con la

    acompasada regularidad de los estudios geomtricos.

    Hay un instinto que nos gua hacia la carrera que mejor se nos adapta

    El Criador, que distribuye a los hombres las facultades en diferentes grados, les comunica un

    instinto precioso que les seala su destino. Podemos sealar dos criterios para identificar cul

    es nuestra aptitud propia:

    a) la inclinacin muy duradera y constante hacia una ocupacin es indicio bastante seguro de que nacimos con aptitud para ella;

    5 Napolon Bonaparte, aunque su nombre de pila sea Napoleone di Buonaparte (naci en Crcega, 1769; muri

    exilado en la isla Santa Helena, el 5 de Mayo de 1821). Comand a Francia desde el ao 1799, adoptando el ttulo

    de Napolen I. Fue Imperador de Francia desde el 18 de Mayo de 1804 hasta el 6 de Abril de 1814, posicin que

    volvi a ocupar rpidamente entre los das 20 de marzo y el 22 de junio de 1815 (tiempo que qued acuado en la

    historia como el Gobierno de los Cien Das). Conquist y gobern gran parte de la Europa central y occidental.

    Fue el ms grande de los llamados monarcas ilustrados, buscando aplicar a la poltica las ideas del Iluminismo. 6 Ren Descartes (1596-1650). Filsofo, fsico y matemtico francs. Considerado el padre del racionalismo

    moderno, se destac por el giro obrado en la filosofa al reducir el conocimiento a lo humano. Su conocida frmula Cogito, ergo sum abre las puertas al subjetivismo y tuvo mucha (y corrosiva) influencia en el pensamiento ulterior. Adems, obtuvo un gran reconocimiento por sus aportes en la matemtica, al sugerir la

    fusin del lgebra con la geometra, de la cual surgi la geometra analtica y un sistema de coordenadas que hoy

    lleva su nombre. Por todo ello, jug un papel clave en la revolucin cientfica, influenciando lo que se conoce

    como el Clculo moderno, y los posteriores desarrollos de Leibniz y Newton.

  • 11

    b) de modo anlogo, el desvo y repugnancia que no puede superarse con facilidad, nos seala que el Autor de la Naturaleza no nos ha dotado de felices disposiciones para

    aquello que nos desagrada.

    Dios no ha tenido menos cuidado del alma que del cuerpo. Los alimentos que nos

    convienen se adaptan bien a un paladar y olfato (a no ser que stos estn viciados por

    malos hbitos o alterados por alguna enfermedad); de igual manera, el sabor y olor

    desagradables nos advierten cules son los manjares y bebidas que, por su corrupcin u

    otros ingredientes, podran daarnos.

    Los padres, los maestros, los directores de los establecimientos de educacin y enseanza

    deben fijar mucho la atencin en este punto para precaver la prdida de un talento que, bien

    empleado, podra dar los ms preciosos frutos, y evitar que no se le haga consumir en una tarea

    para la cual no ha nacido.

    El mismo interesado ha de ocuparse tambin en este examen:

    El adolescente de doce aos tiene, por lo comn, suficiente grado de reflexin para

    darse cuenta de sus preferencias, qu es lo que le cuesta menos trabajo, cules son los

    estudios en que tiene mejores resultados con ms facilidad, cules las tareas en que

    experimenta ms ingenio y destreza.

    Experimento para discernir el talento peculiar de cada nio

    Sera muy conveniente ofrecer a los nios una variedad de objetos. Conviene realizar con ellos

    la visita a diferentes establecimientos, de modo que la disposicin particular de cada uno

    pudiese ser excitada con la presencia de lo que mejor se le adapta. Al dejarlos abandonados a sus instintos, un observador inteligente formara, desde luego, diferentes clasificaciones.

    Si ponemos un reloj a la vista de un grupo de diez a doce nios, veremos que, si entre

    ellos hay algn genio inclinado a lo mecnico, probablemente tendr la curiosidad de

    examinar, aunque quizs a travs de preguntas discretas, el funcionamiento de la

    mquina, a causa de su facilidad para comprender la construccin que est

    contemplando.

    Si les leemos un trecho de un poema, y entre los muchachos hay algn Lope de Vega7,

    un Ercilla8, un Caldern

    9 o un Melndez

    10, veremos brillar sus ojos, y veremos que late

    su corazn, su mente se agita, su fantasa se inflama a causa de una intuicin que l

    mismo no comprende.

    7 Flix Lope de Vega (1562-1635). Dramaturgo y poeta espaol, autor de piezas teatrales, fundador de la comedia

    espaola y uno de los ms prolficos autores de la literatura universal. Naci en una familia modesta, recibi una

    formacin inicial jesuita y luego se puso al servicio del obispo Jernimo Manrique, que le proporcion una slida

    formacin y lo llev consigo a Alcal de Henares. Estudi en la Universidad de Salamanca (1580-1582), sirvi en

    la Armada Invencible (1588). Despus de la derrota contra Inglaterra se dedic a escribir. Fue secretario del

    Duque de Alba, vivi un tiempo en Toledo y finalmente en Alba de Tormes. 8 Alonso de Ercilla y Ziga (1533-1594). Poeta espaol autor de La Araucana.

    9 Pedro Caldern de la Barca (1600-1681). Dramaturgo y poeta espaol, considerado la ltima figura importante

    del Siglo de Oro de la literatura espaola. Nacido en una familia acomodada, con vnculos cortesanos, estudi en

    el Colegio Imperial de la Compaa de Jess. Luego, estudi en las universidades de Alcal de Henares y de

    Salamanca. Soldado de joven, obtuvo tambin cargos diplomticos (1620) y el de dramaturgo oficial de la corte.

    Retirado de la carrera militar en 1642, en 1651 es ordenado sacerdote. Fue nombrado capelln de honor del rey,

    dedicando los ltimos aos de su vida a escribir los grandes autos sacramentales, zarzuelas, comedias y otras

    piezas en la corte. Entre ellos destacan: El dragoncillo, El laurel de Apolo, La dama duende, El gran teatro del mundo, El gran mercado del mundo, El alcalde de Zalamea, Los encantos de la culpa y La vida es sueo. 10

    Juan Melndez Valds (1754-1817). Jurista, poltico y principal poeta neoclsico espaol. Recibe una gran

    influencia del pensamiento ilustrado y es considerado un precursor del romanticismo en Espaa, por su amor a la

    naturaleza y las descripciones que de ella ofrece en sus obras.

  • 12

    Pero hay que tener cuidado con no cambiar los papeles: de dos nios extraordinarios es muy

    posible que se formen dos hombres muy comunes.

    La golondrina y el guila se distinguen por la fuerza y ligereza de sus alas, y, sin

    embargo, jams el guila podr volar del mismo modo que la golondrina, ni sta imitar

    a la reina de las aves.

    El versate diu quid ferre recusent, quid valeant humeri11

    que Horacio inculca a los escritores,

    puede igualmente aplicarse a cuantos tratan de escoger una profesin cualquiera.

    NOTA:

    Un hombre dedicado a una profesin para la cual no ha nacido es como una pieza fuera de lugar: sirve

    de poco y, muchas veces, no hace ms que sufrir y estorbar. Quizs trabaja con celo, con ardor, pero sus

    esfuerzos son impotentes, o no corresponden de modo proporcionado a las exigencias intrnsecas de sus

    deseos. Quien haya observado algo acerca de este asunto, habr notado fcilmente los malos efectos de

    semejante dislocacin. Hombres muy bien dotados para un determinado oficio, cuando se ocupan de

    otros lo hacen de un modo lastimosamente mediocre. Conozco a una persona clebre en lo que son las

    ciencias morales y polticas, pero con respecto a las ciencias exactas, le considero muy por debajo del

    promedio; y al contrario, he visto a otros muy bien dotados en estas ciencias, y muy poco capaces para

    aquellas.

    Cada talento es tambin diferente, y lo singular de esa diferencia es que, aun tratndose de una misma

    ciencia, para determinados asuntos especficos hay unos ms bien dotados que otros.

    Eso lo podemos constatar en la enseanza de las matemticas, que la disposicin de un mismo alumno

    no es igual con respecto a la Aritmtica, lgebra o Geometra. En el clculo, unos se adiestran con

    facilidad en la parte de aplicacin, mientras que otros no avanzan igualmente en la de generalizacin; a

    unos les va muy bien en la Geometra, ms de lo que haban esperado en el estudio del lgebra y

    Aritmtica. En la demostracin de los teoremas, en la resolucin de los problemas, se ven diferencias

    muy marcadas; unos se aventajan en la facilidad de aplicar, de construir, pero quedndose, por decirlo

    as, en lo superficial, sin penetrar en el fondo de las cosas. Otros, no tan diestros en lo primero, se

    diferencian por el talento de demostracin, por la facilidad para generalizar, para ver resultados, para

    deducir sus consecuencias. Estos ltimos son hombres de ciencia, los primeros son hombres de prctica;

    a aquellos les conviene el estudio, a stos el trabajo de aplicacin.

    Si estas diferencias se notan en los lmites internos de una misma ciencia, cmo no habr diferencias

    cuando se trate de las ciencias que versan sobre objetos ms distantes entre s? Y, sin embargo, quin

    cuida de observarlas y mucho menos de dirigir a los nios y a los jvenes por el camino que les

    conviene? Resulta que a todos se nos arroja en un mismo molde: para la eleccin de las profesiones,

    solemos fijarnos en todo, menos en las caractersticas particulares de los destinados a ellas. Cunto nos

    falta perfeccionarnos en materia de educacin e instruccin!

    En la acertada eleccin de la carrera profesional, no slo debe interesarnos el xito del individuo, sino

    la felicidad de toda su vida. El hombre que se dedica a la ocupacin que se le adapta disfruta mucho,

    aun entre las fatigas del trabajo; pero el infeliz, que se halla condenado a tareas para las cuales no ha

    nacido, se est violentando continuamente para contrariar sus inclinaciones, para suplir con esfuerzo lo

    que le falta en habilidad.

    Algunos de los hombres que ms se han distinguido en sus respectivas profesiones habran sido,

    probablemente, muy mediocres si se hubiesen dedicado a otras que no les conviniera. Malebranche12

    se

    11

    Horacio orientaba a los escritores dicindoles: T que escribes, toma un tema a la altura de tus capacidades y

    considera, por mucho tiempo, lo que tus hombros son capaces de llevar y lo que no pueden soportar. 12

    Nicols de Malebranche (1638-1715). Filsofo, religioso y matemtico francs. Principal representante del

    cartesianismo, fue autor de una importante teora metafsica que recibi el nombre de ocasionalismo. Los

    ocasionalistas suponan que algunas acciones o modificaciones del cuerpo estn precedidas, acompaadas o

    seguidas por cambios en el alma. Esta supuesta relacin no presenta dificultad para la concepcin popular del

    cuerpo y el alma, segn la cual se supone que cada entidad acta de forma directa sobre la otra. Sin embargo,

    cuando estos filsofos sostienen que causa y efecto han de ser similares, no logran concebir la posibilidad de

  • 13

    ocupaba del estudio de las lenguas y de la historia, y no daba muestras de ninguna habilidad muy

    desarrollada, cuando entonces tuvo la suerte de entrar a una librera, donde cay en manos el Tratado del hombre, de Descartes. Le caus tanta impresin aquella lectura, que tuvo que interrumpirla ms de una vez, segn dicen, para calmar los fuertes latidos de su corazn. Desde aqul da, Malebranche se

    dedic al estudio que tan perfectamente se le adaptaba, y diez aos despus publicaba ya su famosa

    obra de la Investigacin de la verdad. La palabra de Descartes despert el genio filosfico adormecido en el joven bajo el caos de las lenguas y de la historia: se sinti otro, conoci que l era

    capaz de comprender aquellas altas doctrinas y, como el poeta al leer a otro poeta, exclam: Tambin yo soy filsofo.

    Una cosa semejante le sucedi a La Fontaine13

    . Haba cumplido veintids aos sin dar muestras de

    abrigar ninguna inspiracin potica. Ni siquiera l mismo la haba conocido, hasta que ley la oda de

    Malherbe sobre el asesinato de Enrique IV. El mismo La Fontaine, que tan alto ray en la poesa,

    cmo hubiera sido como hombre de negocios? Sus bromas inocentes, que tanto hacan rer a sus

    amigos, no son buen indicio de felices disposiciones para este gnero.

    He dicho que convena observar el talento particular de cada nio, para orientarlo a la carrera que mejor

    se le adapte, y que sera bueno observar lo que dice o hace cuando se encuentra con ciertos objetos.

    Madame Perier, en la Vida de su hermano Pascal, contaba que l, cuando era nio, se sorprenda y pona gran atencin en el fenmeno del sonido diferenciado que surga de un plato golpeado con un

    cuchillo, dependiendo de cmo le pona o retiraba el dedo, y que despus de reflexionar mucho sobre la

    causa de esta diferencia escribi un pequeo tratado sobre ella. Este espritu observador en tan tierna

    edad no anunciaba ya al ilustre fsico, que tiempos despus hara el experimento de Puy-de-Dme

    confirmando las ideas de Torricelli y Galileo?

    El padre de Pascal era, sin embargo, deseoso de formar el espritu de su hijo fortalecindole con otra

    clase de estudios antes de pasar al de las matemticas. Hasta evitaba el hablar de Geometra en

    presencia del nio, pero ste, encerrado en su cuarto, trazaba figuras y ms figuras con un carbn; y

    desenvolviendo la definicin de la Geometra que haba odo, logr demostrar hasta la proposicin 32

    de Euclides. El genio del eminente gemetra se debata bajo una inspiracin poderosa que todava no

    era l capaz de comprender.

    El clebre Vaucanson14

    , en cierta ocasin, se puso a examinar atentamente la forma como estaba

    construido un reloj en la antesala donde estaba esperando a su madre; en vez de juguetear, se puso a

    forcejear por las hendiduras de la caja intentando descubrir el mecanismo, hasta abrirlo, examinarlo, y

    luego despus intentar construir uno de madera. As se iba revelando el genio asombroso del ilustre

    inventor del primer torno industrial mecnico, en la dcada de 1780.

    Bossuet15

    , a la edad de diecisis aos, improvis un sermn en el palacio de Rambouillet, y por la

    profusin de sus pensamientos, su facilidad de expresin y su estilo suscit la admiracin en el

    auditorio, compuesto por lo talentos ms selectos con que Francia contaba en aquella ocasin.

    cualquier interaccin mutua y directa entre sustancias tan distintas como cuerpo y alma. Algunos empiristas

    radicales, como el filsofo y psiclogo estadounidense William James, intentaron dar una solucin a este

    problema, echando por tierra el dualismo de los ocasionalistas al negar la diferencia fundamental entre alma y

    materia. 13

    Jean de La Fontaine (1621-1695). Escritor francs que produjo las fbulas ms famosas de los tiempos

    modernos. Entre sus obras, cabe destacar los nueve volmenes de Cuentos y relatos en verso (1667-1674) y tres colecciones de sus Fbulas (1668-1694). Fbulas aparte, Lafontaine es un cuentista. Sus cuentos y novelas estn inspiradas por Ariosto, Boccacio, Franois Rabelais y Marguerite de Navarra, y lo convirtieron en uno de los

    hombres de letras franceses ms eminentes de la poca. Tambin es autor de Cuentos Galantes (libertinos), otra faceta de su talento, y que fueron adaptados al cine por Benazeraf. En 1863 se convirti en miembro de la

    Academia francesa, pese a la oposicin de Luis XIV. 14

    Jacques de Vaucanson (1709-1782). Gran ingeniero e inventor francs, al cul se le acredita la creacin del

    primer robot as como la creacin del primer telar completamente automatizado. 15

    Jacques Bnigne Bossuet (1627-1704). Sacerdote, destacado predicador e intelectual francs. Defensor de la

    teora del origen divino del poder para justificar el absolutismo de Luis XIV. Actu decisivamente en la Asamblea

    del Clero Francs de 1682, que sustent la doctrina del predominio del rey sobre la Iglesia Catlica en Francia,

    llamado galicanismo. Se le considera como uno de los historiadores ms influyentes de la corriente

    providencialista.

  • 14

    4. Preguntarnos si es posible

    Clasificacin de los actos de nuestro entendimiento

    Para mayor claridad dividir los actos de nuestro entendimiento en dos clases: a) especulativos

    y b) prcticos.

    a) Especulativos: son los actos del conocimiento que se limitan a conocer;

    Cuando tratamos simplemente de conocer alguna cosa, se nos pueden ofrecer las

    cuestiones siguientes:

    1. si es posible o no (cuestiones de posibilidad);

    2. si existe o no (cuestiones de existencia);

    3. cul es su naturaleza, cules sus propiedades y relaciones.

    Las reglas que se den para resolver con acierto estas tres soluciones comprenden todo lo

    tocante a la especulativa.

    b) Prcticos: son los actos del conocimiento que nos dirigen para obrar.

    Si nos proponemos obrar, es claro que intentamos siempre conseguir algn fin, de lo

    cual nacen las cuestiones siguientes:

    1. cul es el fin;

    2. cul es el mejor medio para alcanzarle.

    Advertencia:

    Ruego encarecidamente al lector que fije la atencin sobre las divisiones que preceden y

    procure retenerlas en la memoria, pues adems de facilitarte la inteligencia de lo que voy

    a decir le servirn muchsimo para proceder con mtodo en todos sus pensamientos.

    Posibilidad

    La idea expresada por esta palabra est encadenada con la idea de imposibilidad: la una

    envuelve necesariamente la negacin de la otra.

    Las palabras posibilidad e imposibilidad expresan ideas muy diferentes, segn se refieren a las

    cosas en s (lo que es) o a la potencia de una causa que las pueda producir (lo que es posible).

    Sin embargo, estas ideas tienen relaciones muy ntimas, como veremos luego.

    Cuando se consideran posibilidad o imposibilidad slo con respecto a un ser, prescindiendo de toda causa, se les llama intrnsecas;

    Cuando se atiende a una causa se las denomina extrnsecas.

    A pesar de la aparente sencillez y claridad de esta divisin, les hago notar que no es factible

    formar un concepto cabal de lo que significa la posibilidad hasta haber descendido a las diferentes clasificaciones, que expondr en los prrafos siguientes.

    Imposibilidad

    Ante que explicar la posibilidad, explicar primero la imposibilidad. A primera vista esto podr

    parecer extrao, pero reflexionando un poco se nota que este mtodo es muy lgico. La palabra

    imposibilidad, aunque suena como negativa, expresa, no obstante, muchas veces una idea que a

    nuestro entendimiento se le presenta como positiva; esto es, la repugnancia entre dos objetos,

  • 15

    una especie de exclusin, de oposicin, de lucha, por decirlo as; de modo que, en

    desapareciendo esta repugnancia, entonces concebimos la posibilidad. De aqu nacen las

    expresiones de esto es muy posible, pues nada se opone a ello; es posible, pues no se ve

    ninguna repugnancia. O sea que, si sabemos lo que es imposibilidad, sabemos lo que es la

    posibilidad, y viceversa.

    Clases de imposibilidad

    Algunos distinguen tres clases de imposibilidad: a) metafsica, b) fsica y c) moral. Yo

    adoptar esta divisin, pero aadiendo una ms, que ser d) la imposibilidad de sentido comn.

    En su momento, se ver la razn en que me fundo. Tambin advertir que tal vez sera mejor

    llamar imposibilidad absoluta a la metafsica; natural a la fsica, y ordinaria, a la moral.

    a) Imposibilidad absoluta o metafsica: es la que se funda en la misma esencia de las cosas. En otros trminos: es absolutamente imposible aquello que, si existiese, traera el

    absurdo de que una cosa sera y no sera a un mismo tiempo.

    Un crculo triangular es un imposible absoluto, porque sera crculo y no crculo,

    tringulo y no tringulo.

    Cinco igual a siete es imposible absoluto, porque el cinco sera cinco y no cinco y el

    siete sera siete y no siete.

    Un vicio virtuoso es un imposible absoluto, porque el vicio sera y no sera vicio a un

    mismo tiempo.

    Y la Omnipotencia divina? Cmo entender aquello de Todo es posible para Dios?

    Lo que es absolutamente imposible no puede existir en ninguna suposicin imaginable,

    pues ni aun cuando decimos que Dios es todopoderoso entendemos que pueda hacer

    absurdos. Que el mundo exista y no exista a un mismo tiempo, que Dios sea y no sea, que la blasfemia sea un acto laudable, y otros delirios por este tenor, es claro que no caen bajo la accin de la omnipotencia. Como observa muy sabiamente Santo

    Toms, en vez de decir que Dios no puede hacerlas ms bien debiera decirse que estas

    cosas no pueden ser hechas. De esto se sigue que la imposibilidad intrnseca absoluta

    trae consigo la imposibilidad extrnseca, tambin absoluta; esto es, que ninguna causa

    puede producir lo que de suyo es absolutamente imposible.

    Y los dogmas?

    Para afirmar que una cosa es absolutamente imposible es preciso que tengamos ideas

    muy claras de los extremos que se repugnan; de otra manera hay riesgo de apellidar

    absurdo, lo que en realidad no lo es. Hago esta advertencia para hacer notar la sinrazn

    de los que condenan algunos misterios de nuestra fe, declarndolos absolutamente

    imposibles.

    El dogma de la Trinidad y el de la Encarnacin son, ciertamente, incomprensibles al

    dbil hombre, pero no son absurdos. Cmo es posible un Dios trino, una naturaleza y

    tres personas distintas entre s, idnticas con la naturaleza? Yo no lo s, pero no tengo

    derecho a afirmar que esto sea contradictorio. Comprendo, por ventura, lo que es esta

    naturaleza, lo que son esas personas de que se me habla? No; luego cuando quiero

    juzgar si lo que de ellas se dice es imposible o no, fallo sobre arcanos desconocidos.

    Qu sabemos nosotros de los arcanos de la divinidad? El Eterno ha pronunciado

    algunas palabras misteriosas para ejercitar nuestra obediencia y humillar nuestro orgullo,

    pero no ha querido levantar el denso velo que separa esta vida mortal del ocano de

    verdad y de luz.

  • 16

    b) Imposibilidad natural o fsica: consiste en que un hecho est fuera de las leyes de la Naturaleza.

    Es naturalmente imposible que una piedra soltada en el aire no caiga al suelo;

    De igual manera, es naturalmente imposible que el agua, abandonada a s misma, no se

    ponga al nivel;

    Es naturalmente imposible que un cuerpo sumergido en un fluido de menor gravedad

    no se hunda;

    Es naturalmente imposible que los astros se detengan en su carrera, porque las leyes de

    la Naturaleza prescriben lo contrario.

    Dios, que ha establecido estas leyes, puede suspenderlas; el hombre, no. Lo que es

    naturalmente imposible lo es para la criatura, no para Dios.

    Cundo podremos afirmar que un hecho es imposible naturalmente?

    Si estamos seguros de que existe una ley que se opone a la realizacin de este hecho y

    que dicha oposicin no est destruida o neutralizada por otra ley natural.

    Es ley de la Naturaleza que el cuerpo del hombre, como ms pesado que el aire, caiga al

    suelo en faltndole el apoyo; pero hay otra ley por la cual un conjunto de cuerpos unidos

    entre s, que sea especficamente menos grave que aquel en que se sumerge, se sostenga y

    hasta se levante aun cuando alguno de ellos sea ms grave que el fluido; luego si unimos

    el cuerpo humano a un globo aerosttico dispuesto con el arte conveniente, podr

    remontar por los aires, y este fenmeno estar muy de acuerdo con las leyes de la

    Naturaleza.

    La pequeez de ciertos insectos no permite que su imagen se pinte en nuestra retina de

    una manera sensible; pero las leyes a que est sometida la luz hacen que, por medio de un

    vidrio, se pueda modificar la direccin de sus rayos de la manera conveniente para que,

    salidos de un objeto muy pequeo, se hallen amplificados al llegar a la retina y formen

    all una imagen de gran tamao. As no ser naturalmente imposible que, con la ayuda

    del microscopio, lo imperceptible a la simple vista se nos presente con dimensiones

    grandes.

    Por estas consideraciones es preciso tener mucha cautela para declarar que un fenmeno sea

    imposible naturalmente. Conviene no olvidar:

    1. que la Naturaleza es muy poderosa;

    2. que la conocemos muy poco.

    Estas dos verdades deben inspirarnos gran circunspeccin cuando se trate de sentenciar en

    materias de esta clase.

    Si a un hombre del siglo XV le hubiesen dicho que en el futuro sera posible recorrer

    100 km en menos una hora, y eso sin la ayuda de caballos ni animales de ninguna

    especie, habra mirado el hecho como naturalmente imposible. Sin embargo, los que

    hoy en da viajan en un tren, o en un auto, saben muy bien que estn siendo conducidos

    a aquella velocidad por factores puramente naturales.

    Quin sabe lo que se descubrir en los tiempos futuros y el aspecto que presentar el mundo

    de aqu a diez siglos? Es verdad: ms nos vale ser cautos en creer en la existencia de

    fenmenos extraos. No nos abandonemos con demasiada ligereza a sueos de oro; pero

    guardmonos de calificar de naturalmente imposible lo que un descubrimiento pudiera mostrar

    muy realizable; no demos livianamente fe a exageradas esperanzas de cambios inconcebibles,

    pero no las tachemos de delirios y absurdos.

  • 17

    Y los milagros de Jesucristo?

    De estas observaciones surge, al parecer, una dificultad que los incrdulos no han

    olvidado. Dicen: los milagros son tal vez efectos de causas que, por ser desconocidas, no dejarn de ser naturales; luego no prueban la intervencin divina, y, por tanto, de nada

    sirven para apoyar la verdad de la religin cristiana? Este argumento es tan engaoso

    como insignificante.

    Un hombre de humilde nacimiento, que no ha aprendido las letras en ninguna escuela, que

    vive mezclado entre el pueblo, que carece de todos los medios humanos, que no tiene

    donde reclinar su cabeza, se presenta en pblico enseando una doctrina tan nueva como

    sublime; se le piden las credenciales de su misin y l las ofrece muy sencillas: habla y los ciegos ven, los sordos oyen, la lengua de los mudos se desata, los paralticos andan,

    las enfermedades ms rebeldes desaparecen de repente, los que acaban de expirar

    vuelven a la vida, los que son llevados al sepulcro se levantan del atad, los que,

    enterrados de algunos das, despiden ya mal olor, se alzan envueltos en su mortaja y salen

    de su tumba, obedientes a la voz que les ha mandado salir afuera. Este es el conjunto de

    hechos histricos. El ms obstinado naturalista, se empear en descubrir aqu la accin

    de leyes naturales ocultas? Calificar de imprudentes a los cristianos por haber pensado,

    que semejantes prodigios no pudieran hacerse sin intervencin divina? Cree que con el

    tiempo se descubrir un secreto para resucitar a los muertos, y no como quiera, sino

    hacindolos levantar a la simple voz de un hombre que los llame? La operacin de las

    cataratas, tiene algo que ver con el restituir de golpe la vista a un ciego de nacimiento?

    Los procedimientos para volver la accin a un miembro paralizado, se asemejan, por

    ventura, a este otro: Levntate, toma tu lecho y vete a tu casa? Las teoras hidrostticas

    e hidrulicas, llegarn a encontrar en la mera palabra de un hombre la fuerza bastante

    para sosegar de repente el mar alborotado y hacer que las olas se tiendan mansas bajo sus

    pies y que camine sobre ellas, como un monarca sobre alfombras plateadas?

    Y qu diremos si sumamos a tan imponente testimonio: las profecas cumplidas, la

    santidad de una vida sin tacha, la elevacin la pureza de la moral por medio de su doctrina

    y, por fin, el heroico sacrificio de morir entre tormentos y afrentas, sosteniendo y

    publicando la misma enseanza, con la serenidad en la frente, la dulzura en los labios,

    articulando en los ltimos suspiros amor y perdn?

    No se nos hable, pues, de leyes ocultas, de imposibilidades aparentes; no se oponga a tan

    convincente evidencia un necio quin sabe?... Esta dificultad, que sera razonable si se

    tratara de un suceso aislado, envuelto en alguna obscuridad, sujeto a mil combinaciones

    diferentes, cuando se la objeta contra el cristianismo es no slo infundada, sino hasta

    contraria al sentido comn.

    c) Imposibilidad ordinaria o moral: es la oposicin al curso regular u ordinario de los sucesos.

    La idea de curso ordinario es tan elstica, puede significar tantas cosas y es aplicable a tan

    diferentes objetos que, en la prctica, se puede decir que no nos sirve de mucho. Esta

    imposibilidad nada tiene que ver con la absoluta ni la natural; las cosas moralmente imposibles

    no dejan, por eso, de ser muy posibles absoluta y naturalmente.

    De esta manera, podemos hacernos una idea muy clara y sencilla de la imposibilidad ordinaria

    si decimos que es imposible todo aquello que, atendido el curso regular de las cosas, acontece

    o muy rara vez o nunca.

    Veo a una persona muy prestigiosa, cuyo nombre y ttulos todos reconocen y a quien se

    tributan los respetos debidos a su clase. Es moralmente imposible que su reputacin sea

    fingida y que la persona sea impostora. Ordinariamente no sucede as; pero tambin se

    ha sufrido este chasco una que otra vez.

  • 18

    Vemos a cada paso que la imposibilidad moral desaparece cuando interviene una causa

    extraordinaria o imprevista, que tuerce el curso de los acontecimientos.

    Un capitn que acaudilla un puado de soldados viene de lejanas tierras, aborda a

    playas desconocidas y se encuentra con un inmenso continente poblado de millones de

    habitantes. Prende fuego a sus naves y dice: Marchemos. Adnde va? Se dirige a

    conquistar vastos reinos con algunos pocos centenares de hombres. Esto es imposible;

    el aventurero est demente? Dejmosle, que su demencia es la demencia del herosmo y del genio; la imposibilidad se convertir en suceso histrico. El capitn se

    llama Hernn Corts16

    ; es espaol, que acaudilla espaoles.

    d) Imposibilidad de sentido comn:

    La imposibilidad moral tiene a veces un sentido muy diferente del expuesto hasta aqu. Hay

    ciertas cosas que llamamos imposibles y que no puede decirse que lo sean con imposibilidad absoluta ni natural. Sin embargo, vivimos con tal certeza de su imposibilidad que esa certeza

    se equipara a la que nos infunde la natural, y poco le falta para producirnos el mismo efecto

    que la absoluta.

    Un hombre tiene en la mano un cajn de caracteres de imprenta, que supondremos de

    forma cbica para que sea igual la probabilidad de caer y sostenerse por una cualquiera

    de sus caras; los revuelve repetidas veces sin orden ni concierto, sin mirar siquiera lo

    que hace, y al fin los deja caer al suelo; ser posible que, por casualidad, resulten

    ordenados de tal manera que formen el Don Quijote de La Mancha? No, responde instantneamente cualquiera que est en su sano juicio; esperar este accidente sera un

    delirio.

    Tan seguros estamos de que las cosas no se dan por el azar que, si nuestra vida

    estuviera pendiente de semejante casualidad, y si se nos dijese que si al menos una frase

    de la obra de Cervantes se formara se nos matar continuaramos viviendo tan tranquilos como si no existiese tal condicin.

    Es de notar que aqu no hay imposibilidad metafsica o absoluta, porque no hay en la

    naturaleza de los caracteres una repugnancia esencial que les impida colocarse

    ordenados de dicha manera; de hecho, un cajista, en breve rato, los dispondra as muy

    fcilmente; tampoco hay imposibilidad natural, porque ninguna ley de la Naturaleza

    obsta a que los caracteres caigan al suelo por esta o aquella cara, ni el uno al lado del

    otro del modo conveniente al efecto; hay, pues, una imposibilidad de otro orden, que

    nada tiene de comn con las otras dos y que tampoco se parece a la que se llama moral

    (o sea, la que se da por slo estar fuera del curso regular de los acontecimientos).

    La teora de las probabilidades, auxiliada por la de las combinaciones, nos ensea esta

    imposibilidad, calculando, por decirlo as, la inmensa distancia en que este fenmeno se halla

    con respecto a la existencia. El Autor de la Naturaleza no ha querido que una conviccin que

    nos es muy importante dependiese del raciocinio. Si as fuera, muchos hombres careceran de

    esas convicciones; Dios nos la ha dado a todos a manera de instinto. As tambin lo hizo con

    otras cosas que nos son igualmente necesarias. Sera vano empearnos en combatir tales

    convicciones, ni an en el hombre ms rudo; l no sabra tal vez qu responder, pero movera

    la cabeza y dira para s: Este filsofo, que cree en la posibilidad de tales disparates, no debe

    de estar muy sano de juicio.

    No escuchar la Naturaleza cuando habla en el fondo de nuestra alma con voz tan clara y tono

    tan decisivo es necedad. Slo algunos hombres, llamados filsofos, se obstinan a veces en este empeo, no recordando que no hay filosofa que excuse la falta de sentido comn y que

    mal llegar a ser sabio quien comienza por ser insensato.

    16

    Hernando Corts Pizarro Altamirano (1485-1547). Conquistador espaol del imperio azteca, es decir, lo que

    hoy es el centro de Mxico.

  • 19

    NOTA:

    He dicho que la teora de las probabilidades, auxiliada por la de las combinaciones, pone de manifiesto

    la imposibilidad que he llamado de sentido comn, calculando, por decirlo as, la inmensa distancia que

    hay entre la posibilidad del hecho y su existencia, distancia que nos lleva a considerarlo como poco

    menos que absolutamente imposible. Para hacernos una idea, supongamos que se tengan siete letras: e,

    s, p, a, , o, l, y que disponindolas al azar se quiere que salga la palabra espaol. Es claro que no

    hay imposibilidad intrnseca, pues que lo vemos hecho todos los das cuando la inteligencia del cajista

    preside a la combinacin; pero si no hubiese esta inteligencia, no habra ms razn para que resulten

    combinadas de esta manera que de la otra. Ahora bien, teniendo presente que el nmero de

    combinaciones de diferentes cantidades es igual a 1 x 2 x 3 x 4... (n -1)n, expresando n el nmero de los

    factores, siendo siete las letras en el caso presente, el nmero de combinaciones posibles ser igual a 1 x

    2 x 3 x 4 x 5 x 6 x 7 = 5040.

    Ahora, recordando que la probabilidad de un hecho es la relacin del nmero de casos favorables al

    nmero de casos posibles, resulta que la probabilidad de que las letras, dispuestas al azar, salgan de tal

    manera que formen la palabra espaol es igual a 1/5040. De modo que la probabilidad de tal

    resultado sera la misma que la de sacar una bola negra de una urna donde hubiese 5039 bolas blancas.

    Si es tanta la dificultad que hay en que resulte formada una sola palabra de siete letras, cmo ser si

    tomamos, por ejemplo, un escrito en que hay muchas pginas y, por tanto, gran nmero de palabras? La

    imaginacin se asombra al considerar la inconcebible pequeez de la probabilidad cuando se atiende a

    lo siguiente: Primero, la formacin casual de una sola palabra es poco menos que imposible; cmo

    ser con respecto a millares de palabras? Segundo, las palabras sin el debido orden entre s no diran

    nada y, por tanto, sera necesario que saliesen del modo correspondiente para expresar lo que se

    quera. Siete solas palabras nos costaran el mismo trabajo que las siete letras. Tercero, esto es verdad,

    aun no exigiendo disposicin en lneas y suponindolo todo en una sola, qu ser si se piden lneas?

    Slo siete nos traern la misma dificultad que las siete palabras y las siete letras. Cuarto, para formarse

    una idea del punto a que llegara el guarismo que expresase los casos posibles, tomemos en cuenta que

    nos hemos limitado a un nmero de los ms bajos: el siete; consideremos que hay muchas palabras

    de ms letras, que todas las lneas habran de constar de algunas palabras y todas las pginas de muchas

    lneas. Quinto, y, finalmente, pensemos adnde va a parar un nmero que se forma con una ley tan

    aumentativa como esta: 1 x 2 x 3 x 4 x 5 x 6 x 7 x 8... (n -1)n. Sigamos la multiplicacin por tan slo un

    breve instante ms, y veremos que el incremento es asombroso.

    En la mayor parte de los casos en que el sentido comn nos dice que hay imposibilidad, son muchas las

    cantidades por combinar entendiendo por cantidades todos los objetos que han de estar dispuestos de cierto modo para lograr el objeto que se desea. Por poco elevado que sea este nmero, el clculo demuestra ser tan pequea la probabilidad que ese instinto con el cual, entonces, sin reflexionar,

    decimos esto no puede ser, es admirable, por lo fundado que est en la sana razn. Pondr otro

    ejemplo. Suponiendo que las cantidades son en nmero de 100, el de las combinaciones posibles ser: 1

    x 2 x 3 x 4 x 5 x... 99 x 100. Para concebir la increble altura a que se elevara este producto,

    consideremos que se han de sumar los logaritmos de todas estas cantidades y que las solas

    caractersticas es decir, la cifra que expresa la parte entera del logaritmo, prescindiendo de las mantisas es decir, la parte decimal del logaritmo, dan 92, lo que por s solo da una cantidad igual a la unidad seguida de 92 ceros. Smense las mantisas y adase el resultado de los enteros a las

    caractersticas y se ver que este nmero crece todava mucho ms. Sin fatigarse con clculos, se

    puede formar idea de esta clase de aumento. As, suponiendo que el nmero de las cantidades

    combinables sea diez mil, por la suma de las solas caractersticas de los factores se tendra una

    caracterstica igual a 28894; es decir, que aun no llevando en cuenta lo muchsimo que subira la

    suma de las mantisas resultara un nmero igual a la unidad seguida de 28894 ceros. Concbase si se

    puede lo que es un nmero, que por poco espesor que en la escritura se d a los ceros tendr la longitud

    de algunos metros, y vase si no es muy certero el instinto que nos dice ser imposible una cosa cuya

    probabilidad es tan pequea que est representada por una fraccin cuyo numerador es la unidad y cuyo

    denominador es un nmero tan colosal.

  • 20

    5. Preguntarnos si existe

    Tenemos necesidad del testimonio de los sentidos

    Establecidos los principios y reglas que deben guiarnos en pregunta sobre la posibilidad

    pasemos ahora a la pregunta sobre la existencia. ste consiste en un campo ms vasto, y las

    aplicaciones son ms tiles y frecuentes.

    De la existencia o no existencia de un ser, o bien de que una cosa es o no es, podemos

    asegurarnos de dos maneras:

    a) por nosotros mismos;

    b) por medio de otros.

    El conocimiento de la existencia de las cosas que es adquirido por nosotros mismos, sin

    intervencin ajena, proviene de los sentidos mediata o inmediatamente:

    inmediatamente: cuando los sentidos nos presentan el objeto;

    mediatamente: cuando el entendimiento, desde las impresiones que los objetos nos causan, pasa a deducir la existencia de lo que no es (o no se hace) sensible.

    La vista me informa inmediatamente de la existencia de un edificio que tengo adelante;

    En cambio, las ruinas de un edificio antiguo (un trozo de columna, algunos restos de un

    pavimento, una inscripcin u otras seales) me hacen conocer que en tal o cual lugar

    existi un templo romano.

    En ambos casos debo la noticia a los sentidos: en el primero, inmediatamente; en el

    segundo, mediatamente.

    De esto se deduce que si a una persona le faltasen los sentidos, sera imposible que ella llegase

    a conocer la existencia de los seres espirituales. Si su entendimiento estuviera adormecido, no

    podra adquirir tales ideas ni por la razn ni por la fe, a no ser que Dios le favoreciera por

    medios extraordinarios. Pero de esto no hablaremos ahora.

    Existen muchas teoras que tratan de explicar el origen de las ideas. Ninguna de ellas se opone

    a la distincin arriba explicada: algunos hablan de que las ideas son adquiridas, otros dicen que

    las ideas son solamente excitadas por los sentidos; lo cierto es que nada sabemos, nada

    pensamos si los sentidos no han estado en accin.

    A los idelogos les dejamos la tarea de imaginar lo que bien les parezca sobre las

    funciones intelectuales de un hombre que carezca de todos los sentidos; podemos darles

    tamaa libertad sin correr ningn riesgo, puesto que nadie aclarar jams lo que en

    ello habra de verdad, ya que el paciente no sera capaz de comunicar lo que le pasa, ni

    por palabras ni por seas.

    Finalmente, de lo que se trata es que los hombres estn dotados de sentidos, y la experiencia

    ensea que su conocimiento deviene de lo que sienten o por lo que sienten.

    A pesar de los sentidos, podemos equivocarnos

    El conocimiento inmediato que los sentidos nos dan de la existencia de una cosa es, a veces,

    errado. Eso pasa porque, si bien el Autor de la Naturaleza nos ha concedido estos admirables

    instrumentos (los sentidos, que no se equivocan), no los utilizamos como debemos.

    El proceso es el siguiente:

    los objetos actan sobre alguno de nuestros rganos, por los cuales sentimos;

  • 21

    obrando sobre el rgano de los sentidos, los objetos causan una impresin a nuestra alma (conocemos su existencia);

    Estas son las reglas para no errar en esos asuntos:

    debemos asegurarnos bien de cul es esta impresin;

    debemos saber hasta qu punto le corresponde la existencia de un objeto.

    Quizs estos ejemplos nos ayuden a entender mejor la idea:

    Veo a larga distancia un objeto que se mueve, y digo: All hay un hombre;

    acercndome ms descubro que no es as, y que slo hay un arbusto mecido por el

    viento.

    Me ha engaado el sentido de la vista?

    Respuesta: No. Por qu? Porque la impresin que la vista me transmita era

    nicamente la de un bulto que se mova. Si yo hubiese prestado la debida atencin a la sensacin recibida por la vista, habra notado que no me pintaba un hombre. Cuando,

    pues, yo he querido hacerme la idea de que haba visto a un hombre, no debo culpar al sentido (y decir: He visto mal). La culpa es de mi poca atencin.

    Lo que, quizs, podra haber pasado es que, notando yo alguna semejanza entre el bulto

    y un hombre visto de lejos, me haya convencido de que aquello deba de ser un hombre;

    en efecto, no advert que la semejanza y la realidad son cosas muy diferentes.

    Otro ejemplo:

    Tengo algunas noticias de que la polica est por enfrentarse con algunos delincuentes,

    o que quiz se arme un conflicto con un gran grupo de manifestantes en la plaza

    pblica. Me da la impresin de haber odo caonazos, y me quedo con la creencia de

    que alguien ha abierto fuego. Noticias posteriores me hacen saber que no se ha

    disparado un tiro; quin tiene la culpa de mi error? No mi odo, sino yo.

    Es cierto: el ruido se oa; pero eran fuegos artificiales que un grupo de personas lanzaba

    al aire celebrando la victoria de su club deportivo; era el ruido de una puerta que se

    haba cerrado en los pasillos anchos y vacos del edificio, cuyo estrpito retumbaba por

    sus cercanas; era el de otra cosa cualquiera, que produca un sonido semejante al del

    lejano disparo de un arma de fuego.

    Tendra yo que cuestionarme: Era yo conciente de que la causa del ruido (que me

    produca la ilusin) no se hallaba cerca de m?

    Estaba yo suficientemente ejercitado para distinguir la verdad, tomando en cuenta la

    distancia del supuesto disparo, la direccin a la que se diriga, la influencia del viento

    que entonces soplaba?

    No es, pues, el sentido quien me ha engaado, sino mi ligereza y precipitacin. La

    sensacin no se ha equivocado: era tal cual deba ser; pero yo le he hecho decir lo que

    ella no me deca. Si yo me hubiese contentado con afirmar que oa un ruido parecido al de caonazos distantes no me hubiera equivocado, y tampoco hubiera llevado a que otros se equivocasen.

    Otro ejemplo:

    A uno le hacen probar un alimento de excelente calidad. Pero al probarlo, dice: Es

    malo, intolerable; est hecho con tal o cual ingrediente porque, en efecto, su paladar lo

    experimenta as.

    Le enga el sentido? No.

    Ahora bien, por qu lo sinti malo, intolerable? Resulta que esa persona est sufriendo de una indisposicin gstrica, y por ello su lengua est cubierta de una flema

    que vuelve malo todo lo que prueba. Todo le parece amargo, y no podra suceder de

  • 22

    otra manera. A este hombre, le bastaba un poco de reflexin para no condenar tan

    fcilmente al sirviente o al vendedor el alimento.

    Conclusin: cuando el paladar est bien dispuesto, sus sensaciones nos indican las

    calidades del alimento; en el caso contrario, no.

    A veces necesitamos de ms de un sentido

    Conviene notar que a veces no basta el uso de un solo sentido para conocer la existencia de un

    objeto, sino que es preciso emplear otros sentidos al mismo tiempo. Hay veces en que uno debe

    estar atento a las circunstancias, para estar prevenidos contra la ilusin. Siempre hay que

    comparar para discernir hasta qu punto la existencia de un objeto corresponde a la sensacin

    que recibimos. Comparar es fruto de la experiencia.

    Una persona ha tenido cataratas en los ojos durante gran parte de su vida. Una ciruga la

    cura, pero al empezar a ver bien, no es capaz de calcular con exactitud las distancias,

    juzgar los tamaos y figuras. Necesita adquirir la prctica de ver. Desde nios,

    adquirimos esa capacidad sin darnos cuenta, y as creemos que basta abrir los ojos para

    diferenciar los objetos, tales como son en s.

    Una experiencia muy sencilla y frecuente nos convencer de lo contrario. Un hombre

    adulto y un nio de tres aos estn sentados en la sala, asistiendo la televisin. Por la

    pantalla, pueden ver diferentes paisajes, animales, ejrcitos; ambos reciben la misma

    impresin.

    El adulto sabe bien que no ha salido al campo, y que se halla en un aposento cerrado.

    No se altera ni por la cercana de las fieras ni por los desastres del campo de batalla. Lo

    que le cuesta trabajo es conservar la ilusin. Incluso el adulto, a veces, siente la

    necesidad de buscar la realidad, de suplir las carencias de lo que escucha en la radio o

    de lo que ve por la televisin, y sentir el placer de asistir un verdadero espectculo. Pero

    el nio, que no compara, que slo atiende a la sensacin de modo muy aislado, se

    espanta y llora, temiendo que se lo han de comer las fieras o viendo qu tan cruelmente

    se matan los soldados.

    Todava un ejemplo ms:

    Frecuentemente notamos que un diseo en perspectiva nos causa una ilusin, nos hace

    tomar por objetos de relieve los que en realidad son planos, si es que lo vemos desde

    una determinada distancia. La sensacin no es errada; pero el juicio que por ella

    formamos s lo es. Si considersemos la posibilidad de que hay reglas geomtricas que

    se aplican al dibujo, de tal modo que el diseo de un objeto plano produce en la retina

    la impresin de que es abultado, no nos equivocaramos y elogiaramos la habilidad del

    artista. El error habra desaparecido, pues no slo habramos mirado el objeto desde

    puntos diferentes, sino que adems lo tocaramos.

    Los sanos de cuerpo y enfermos de espritu

    Los que se preocupan en utilizar bien los sentidos suelen cuidarse de cualquier indisposicin

    que pueda afectar a los rganos, pues de lo contrario las sensaciones que ellos nos comunican

    pueden engaarnos. Ese cuidado es, sin duda, muy prudente, pero no tan til como se cree. Los

    enfermos raras veces se dedican a estudios serios; y as sus equivocaciones son de poca

    trascendencia; adems, ellos mismos o sus allegados bien pronto notan la alteracin del rgano,

    con lo cual el error se previene oportunamente. Los que necesitan reglas son los que, estando

    sanos de cuerpo, no lo estn de espritu. Son los que, obstinados en un determinado

    pensamiento, ponen todos sus sentidos a disposicin y servicio de esa idea. Al fin y al cabo, la

    obstinada idea hace que los sentidos perciban, quiz con la mayor buena fe, todo lo que le

    conviene y le sirva de apoyo.

  • 23

    Qu no descubrir en los cuerpos celestes el astrnomo que maneja el telescopio con

    un espritu inquieto y no ajeno de parcialidad, sino con vivo deseo de probar una teora

    aventurada con sobrada ligereza?

    Qu no ver con el microscopio el naturalista que se halle en disposicin semejante?

    A propsito he dicho que una persona podra, quiz, cometer esos errores con la mayor buena

    fe; porque sucede muy a menudo que el hombre se engaa primero a s mismo antes de

    engaar a otros. Dominado por su opinin favorita, ansioso de encontrar pruebas para sacar

    la verdadera, examina los objetos no para saber, sino para vencer; y as acontece que halla en

    ellos todo lo que quiere.

    Muchas veces los sentidos no nos dicen nada acerca de lo que queremos; pero nos

    ofrece algo diverso. Entonces decimos alborotados: Esto es; he aqu lo que yo

    buscaba, es lo mismo, que yo sospechaba; y cuando se levanta en nuestro espritu

    alguna duda, procuramos sofocarla. Atribuimos la duda a la poca fe que tenemos en

    nuestra incontrastable doctrina. Nos esforzamos por satisfacer a nosotros mismos, por

    auto-convencernos, cerrando los ojos a la luz, para poder engaar a los otros sin vernos

    obligados a mentir.

    Basta haber estudiado el corazn del hombre para conocer que estas escenas no son raras y que

    lamentablemente jugamos con nosotros mismos.

    Necesitamos una conviccin? Pues de un modo u otro trabajemos en formarla; al

    principio la tarea es costosa, pero en seguida viene el hbito a fortalecer nuestra

    debilidad; se allega el orgullo para no permitir retroceso. Finalmente, el que comenz

    luchando contra s mismo con un engao que no se le ocultaba del todo acaba por ser

    realmente engaado y se entrega a su parecer con obstinacin incorregible.

    Sensaciones reales, pero sin objeto externo

    Adems, no siempre sucede que el alucinado atribuya a la sensacin ms de lo que ella le

    presenta. Resulta que una imaginacin muy viva acerca de un objeto puede obrar sobre los

    sentidos y hacer que realmente se sienta lo que no hay, alterando el curso ordinario de las

    funciones. Para comprender cmo esto se verifica conviene recordar que la sensacin no se

    verifica en el rgano del sentido, sino en el cerebro, por ms que estemos acostumbrados a

    pensar que la impresin viene del punto de donde la recibimos.

    Estando el ojo muy sano nos quedamos completamente ciegos si el nervio ptico se

    lesiona; o sea, si se corta la comunicacin de un miembro cualquiera con el cerebro, se

    extingue el sentido. De esto se deduce que el verdadero receptculo de todas las

    sensaciones es el cerebro, y que si en una de sus partes se excita por un acto interno la

    impresin que suele ser producida por la accin del rgano externo, existir la

    sensacin sin que haya habido impresin exterior.

    Es decir, que si el rgano externo recibe la impresin de un cuerpo, el rgano la

    comunica al cerebro, causando en el nervio A la vibracin u otra alteracin B. Ahora

    bien, si por una causa cualquiera, que no tenga nada que ver con un estimulo exterior,

    produce en el mismo rgano A la misma vibracin u alteracin B, se experimentar una

    sensacin idntica, como si el rgano externo fuese afectado en la realidad.

    En este punto se hallan de acuerdo la razn y la observacin. El alma se informa de los objetos

    exteriores mediatamente por los sentidos, pero inmediatamente por el cerebro. Cuando una

    determinada impresin se transmite al cerebro, porta consigo los siguientes datos:

    el lugar de donde ella suele proceder;

    el objeto que normalmente la produce.

  • 24

    Si uno es conciente de que sus propios sentidos estn alterados, se precaver contra el error. No

    dejar de recibir la sensacin, pero desconfiar de su testimonio.

    Pascal17

    , segn cuentan, a veces vea un abismo a su lado, pero en realidad se estaba haciendo una ilusin. l saba muy bien que en realidad lo que vea no era un abismo;

    pero no dejaba de recibir la misma sensacin, como si realmente hubiese un abismo a

    su costado. Tena que hacer un gran esfuerzo por vencer esa ilusin. Este fenmeno se

    verifica muy a menudo. Pero si uno tiene ciertas nociones, como las que estamos

    estudiando, esas experiencias no le resultan del todo extraas.

    Maniticos y ensimismados

    La mente puede ponerse enfermiza si es que, por una causa cualquiera, la imaginacin se

    exalta debido a alguna preocupacin. De esa forma, sucede lo mismo que sucedera en estado

    de enfermedad cerebral. Qu son las manas sino la realizacin de este fenmeno? Pues

    entindase que las manas estn distribuidas en muchas clases y graduaciones: unas son

    continuas, otras intermitentes; unas extravagantes y arregladas, otras vulgares y cientficas.

    Esto explica porque Don Quijote converta los molinos de viento en desaforados

    gigantes, y los rebaos de ovejas y carneros en ejrcitos de combatientes.

    Tambin puede ser que, movido por ese impulso, un sabio testarudo se dedique a

    descubrir, con la ayuda de sus telescopios, microscopios y dems instrumentos, todo

    cuanto desee llevar a cabo.

    Los hombres muy pensadores y ensimismados corren gran riesgo de caer en manas sabias, en

    ilusiones sublimes. La msera humanidad, por ms que se cubra con diferentes mscaras y

    roles, segn las varias situaciones de la vida, lleva siempre consigo su patrimonio de flaqueza.

    Para una dbil mujercilla el susurro del viento es un gemido misterioso, la claridad de la

    luna es la aparicin de un finado y el chillido de las aves nocturnas es el grito de las

    evocaciones del averno para asistir a pavorosas escenas. Desgraciadamente no son slo

    las mujeres las que tienen delirios segn su imaginacin; no son slo ellas las que

    toman por realidades los sueos de su fantasa.

    NOTA:

    He considerado intil comentar, en esta obra, la gran discusin que existe hoy en da acerca de los

    sentidos en sus relaciones con los objetos externos y la generacin de las ideas. Esto me hubiera

    desviado de mi propsito, y adems no habra servido de nada para ensear a hacer buen uso de los

    mismos sentidos. En otra obra, que tal vez no tarde en dar a luz, me propongo examinar estas cuestiones

    con la extensin que su importancia reclama.

    17

    Blaise Pascal (1623-1662), matemtico, fsico y filsofo religioso francs. Sus contribuciones a las ciencias

    naturales y aplicadas incluyen la invencin y construccin de calculadoras mecnicas, estudios sobre la teora de

    probabilidad, investigaciones sobre los fluidos y la aclaracin de conceptos tales como la presin y el vaco.

    Despus de una experiencia religiosa profunda en 1654, Pascal abandon las matemticas y la fsica para

    dedicarse a la filosofa y a la teologa. Si bien muchas de sus aproximaciones filosficas van de acuerdo a la

    perspectiva catlica, Pascal fue un gran defensor de la hereja jansenista. Sus principales obras fueron Lettres provinciales y Penses.

  • 25

    6. Hay cosas que conocemos indirectamente

    Transicin de lo sentido a lo no sentido

    Los sentidos nos dan inmediatamente noticias de la existencia de muchos objetos. Pero existen

    muchas otras cosas, en mayor nmero que los objetos corpreos, que no ejercen ninguna

    accin sobre los rganos materiales. La razn de esto es que:

    o son incorpreos;

    o, siendo corpreos, no estn capacitados para afectar a los sentidos.

    Todo conocimiento tiene, como punto de partida, las cosas que nos comunican los sentidos.

    Sobre esas cosas se levanta un tan extenso y elevado edificio de conocimientos de todas clases

    que, al mirarle, se hace difcil percibir cmo tan grande conjunto de ideas ha podido cimentarse

    sobre tan reducida base.

    Adonde los sentidos no llegan, el entendimiento puede llegar. Cmo? Conociendo la

    existencia de objetos insensibles por medio de los sensibles.

    La lava esparcida sobre un terreno nos hace conocer la existencia pasada de un volcn

    que no hemos visto;

    Las conchas encontradas en la cumbre de un monte nos recuerdan la elevacin de las

    aguas: nos llevan a imaginar una catstrofe que no hemos presenciado;

    Ciertos trabajos subterrneos nos muestran que en tiempos anteriores se benefici all

    una mina;

    Las ruinas de las antiguas ciudades nos sealan la morada de hombres que no hemos

    conocido.

    As, los sentidos nos presentan un objeto y el entendimiento llega con este medio al

    conocimiento de otros muy diferentes.

    Si bien se observa este trnsito de lo conocido a lo desconocido, no lo podemos hacer sin que

    antes tengamos alguna idea ms o menos completa, ms o menos general del objeto

    desconocido, y sin que, al propio tiempo sepamos que hay entre los dos alguna relacin de

    dependencia. As, en los ejemplos aducidos, si bien no hemos conocido aquel volcn

    determinado, ni las olas que inundaron la montaa, ni a los mineros, ni a los moradores, no

    obstante todos estos objetos me eran conocidos en general. Y tambin eran conocidas las

    relaciones entre lo imaginado y lo que me ofrecan los sentidos.

    De la contemplacin de la admirable mquina del universo no pasaramos al conocimiento del

    Creador si no tuviramos idea de efectos y causa, de orden y de inteligencia. Y dicho sea de paso, esta sola observacin basta para desbaratar la teora de que los pensamientos no son ms que sensaciones transformadas.

    Coexistencia y sucesin

    Cmo saber si de la existencia de un objeto depende la del otro? La nica forma de saberlo es

    conociendo