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EL CRISTIANO AYMARA FRENTE A SU CULTURA En los años 1970 y 80, el Himnario evangélico en aymara “CALA” fue calificado como un himnario mundano por su contenido de ritmos del folklore de su cultura. Este caso fue un tema de discusión en casi todas las iglesias de habla aymara. Sus líderes pensaban que solamente los himnos traídos por los misioneros eran los himnos espirituales apropiados para alabar a Dios. La iglesia católica ya había enfrentado problemas culturales en medio de los aymaras desde el principio de la colonización. Los evangélicos, cuando comenzaron a predicar entre los aymaras, lo hicieron en base a lo que los católicos habían hecho; sea para corregirlos en la mayoría de los casos o de afirmar algunas doctrinas que se comparten con ellos. Pues, ser católico era obvio, y todos los aymaras eran considerados como tales aunque sus prácticas eran contrarias a las enseñanzas de su iglesia. Uno de los cronistas de la época colonial afirma, “los indios aymaras pudieron a sombra de la religión católica, disimular sus costumbres”, como lo sucedido en la localidad de Carabuco (norte del altiplano de La Paz) en la celebración de la festividad de “Corpus Christi” en el siglo XVI, en el que los aymaras, estaban celebrando un t’inku (encuentro violento de dos bandos adversarios en una ceremonia). Se dio por sentado que los aymaras ya habían dejado sus prácticas religiosas y sus costumbres paganas, o que por lo menos ya estaba desechado totalmente, siendo que la creencia católica cristiana estaba establecida definitivamente. En esos tiempos se decía que el 100% de la población aymara era católica. Sin embargo la realidad no era así. Los aymaras hicieron una resistencia pasiva pero efectiva para la supervivencia de sus creencias a pesar de la prohibición colonial de toda práctica pagana supersticiosa por el virrey Toledo y la intervención de la iglesia, especialmente con el visitador Arriaga, llamado “el extirpador de las idolatrías”. La historia conocida no da detalles de esta resistencia que los católicos lo ignoraron, o voluntariamente se sugestionaron para consuelo suyo, cuando la realidad era otra. A ese ambiente de “dominio católico” ingresó la iglesia protestante. Construyó sus fundamentos sobre esas bases de calificación de supersticiones a todas las creencias no cristianas de los aymaras. Por esa razón, nuestra predicación y doctrina en el principio de la iglesia protestante fue anticatólica, anti idolátrica de las imágenes del catolicismo. El fundamento de la iglesia evangélica se hizo sobre una base falsa, supuesta. Su solidez era seriamente débil, como se demostró con el resurgimiento de las identidades originarias en el país como producto de los movimientos de los pueblos originarios. Esto se acrecentó en América Latina con motivo de la rememoración de los 500 años de coloniaje español. En los últimos años del siglo pasado y en los primeros de éste, ha surgido el movimiento de identificación de los pueblos precoloniales, especialmente sudamericanos desde Los Andes hasta los llanos amazónicos, e incluso de los pueblos del sur chileno y argentino. Pero su identidad pasó por la consideración de sus creencias y de sus costumbres que mostraron claramente que no fueron afectados por el mensaje y la intervención de la iglesia católica, sino que se sintieron con la libertad de manifestar quienes eran realmente. Allí hubo conflicto.

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EL CRISTIANO AYMARA FRENTE A SU CULTURA

En los años 1970 y 80, el Himnario evangélico en aymara “CALA” fue calificado como un himnario mundano por su contenido de ritmos del folklore de su cultura. Este caso fue un tema de discusión en casi todas las iglesias de habla aymara. Sus líderes pensaban que solamente los himnos traídos por los misioneros eran los himnos espirituales apropiados para alabar a Dios. La iglesia católica ya había enfrentado problemas culturales en medio de los aymaras desde el principio de la colonización.Los evangélicos, cuando comenzaron a predicar entre los aymaras, lo hicieron en base a lo que los católicos habían hecho; sea para corregirlos en la mayoría de los casos o de afirmar algunas doctrinas que se comparten con ellos. Pues, ser católico era obvio, y todos los aymaras eran considerados como tales aunque sus prácticas eran contrarias a las enseñanzas de su iglesia. Uno de los cronistas de la época colonial afirma, “los indios aymaras pudieron a sombra de la religión católica, disimular sus costumbres”, como lo sucedido en la localidad de Carabuco (norte del altiplano de La Paz) en la celebración de la festividad de “Corpus Christi” en el siglo XVI, en el que los aymaras, estaban celebrando un t’inku (encuentro violento de dos bandos adversarios en una ceremonia).Se dio por sentado que los aymaras ya habían dejado sus prácticas religiosas y sus costumbres paganas, o que por lo menos ya estaba desechado totalmente, siendo que la creencia católica cristiana estaba establecida definitivamente. En esos tiempos se decía que el 100% de la población aymara era católica. Sin embargo la realidad no era así. Los aymaras hicieron una resistencia pasiva pero efectiva para la supervivencia de sus creencias a pesar de la prohibición colonial de toda práctica pagana supersticiosa por el virrey Toledo y la intervención de la iglesia, especialmente con el visitador Arriaga, llamado “el extirpador de las idolatrías”. La historia conocida no da detalles de esta resistencia que los católicos lo ignoraron, o voluntariamente se sugestionaron para consuelo suyo, cuando la realidad era otra.A ese ambiente de “dominio católico” ingresó la iglesia protestante. Construyó sus fundamentos sobre esas bases de calificación de supersticiones a todas las creencias no cristianas de los aymaras. Por esa razón, nuestra predicación y doctrina en el principio de la iglesia protestante fue anticatólica, anti idolátrica de las imágenes del catolicismo. El fundamento de la iglesia evangélica se hizo sobre una base falsa, supuesta. Su solidez era seriamente débil, como se demostró con el resurgimiento de las identidades originarias en el país como producto de los movimientos de los pueblos originarios. Esto se acrecentó en América Latina con motivo de la rememoración de los 500 años de coloniaje español.En los últimos años del siglo pasado y en los primeros de éste, ha surgido el movimiento de identificación de los pueblos precoloniales, especialmente sudamericanos desde Los Andes hasta los llanos amazónicos, e incluso de los pueblos del sur chileno y argentino. Pero su identidad pasó por la consideración de sus creencias y de sus costumbres que mostraron claramente que no fueron afectados por el mensaje y la intervención de la iglesia católica, sino que se sintieron con la libertad de manifestar quienes eran realmente. Allí hubo conflicto.

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La Iglesia Católica optó por alinearse del lado de las culturas originarias para aceptarlas como expresiones pre cristianas. Se está proponiendo que las culturas originarias no son anti cristianas, sino una preparación para un cristianismo real, como sucedió con el pueblo israelita, que de un pueblo de sacrificios de animales desarrolló hasta las formas del cristianismo espiritual y sin sacrificios. Ahora se dice que los propios dioses andinos son expresiones diferentes del mismo Dios cristiano. Que la Pachamama es una expresión religiosa equiparable con la Virgen María. Esta serie de posturas del catolicismo muestra un giro dramático de una iglesia católica dispuesta a cambiar de una postura anti idolátrica y anti supersticiosa del principio de la colonia a una postura más conciliatoria, subordinada a la religiosidad aymara; confirmándose de esta manera la sugerencia del católico Jolicoeur, de que “el cristianismo ha sido aymarizado, y no, que el aymara haya sido cristianizado”Cuando surgió la libertad de ser lo que en realidad eran, y que podían no ser católicos, comenzaron a rechazar las iglesias católicas e incluso las evangélicas con sus doctrinas. La una señalada como “colonizadora”, y la otra como “imperialista” soportadora del sistema económico y político occidental. Este rechazo resulta más político que cultural o religioso. Pero, como un pueblo no puede vivir sin religión, y aun más un pueblo como el aymara, está en el afán de recuperar sus creencias religiosas y su identidad como pueblo. Además como ya lo afirmamos, las creencias propias quedaron suspendidas dentro de las expresiones católicas o en la clandestinidad en muchos casos. Entonces, tanto lo disimulado como lo clandestino afloró en su expresión libre. Las posesiones de mando presidencial del Estado en las últimas gestiones, los actos celebrativos públicos muestran la recuperación de la esencia y realismo de los mismos hechos del pasado. Dentro de esta postura de recuperación de identidad de los pueblos originarios surgen con fuerza sus creencias y costumbres de una visión integral de la naturaleza y la sobrenaturaleza, bastante diferente del pensamiento dicotomista occidental, de separación de lo natural y lo sobrenatural, e incluso de una negación de lo sobrenatural por la postura racionalista de la ciencia experimental que ha dominado el pensamiento del hombre moderno.Pienso que todo este esfuerzo es válido y legítimo, porque todo pueblo tiene derecho a recordar su pasado para edificar su futuro en base a ello. Sólo que en este esfuerzo por la lejanía en el tiempo de más de 500 años, muchas expresiones han perdido su memoria básica. Por lo mismo corre el riesgo de cometer imprecisiones históricas y filosóficas que dan la autenticidad y veracidad de sus maneras de ser de cada cultura.¿Por qué tanto espacio en la introducción de este tema? Es que si no tomamos los antecedentes históricos referentes a los acontecimientos de esta problemática, no podríamos entender la razón de la situación actual que estamos viviendo en el ámbito andino aymara. Pues, la temporalidad de la sucesión de acontecimientos como la presencia de los aymaras antes que los incas, su dominación por el imperio incaico y las formas de dominación que se han dado, conformaron una condición propicia del colaboracionismo aymara a las fuerzas coloniales españolas para la liberación de los incas y una mejor condición de vida libre de presiones, pero la ilusión de una liberación derivó en una dominación más cruel.En cuanto a la fe religiosa, que es el tema que nos ocupa, el cristianismo

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individualista occidental está en conflicto con la religiosidad comunitaria de los aymaras. La consigna de “todos o nadie” de la cultura aymara no concuerda con la parcialidad de los cristianos que generalmente constituye la minoría de sus comunidades. Por eso las festividades, los ritos, las funciones de autoridades, las celebraciones de matrimonios o funerales que se efectúan comunitariamente, constituyen la división de una parte en contra de sus prácticas. El catolicismo, prácticamente no ha afectado la vida del aymara, al contrario, tanto los símbolos, como los “santos” y “vírgenes del catolicismo fueron asimilados a las figuras de sus divinidades y fuerzas espirituales.La incursión de la tecnología traída por los colonizadores, pasaron como posesión del patrimonio de los aymaras, como el arado, los adobes, los telares verticales. Posteriormente, instrumentos tecnológicos agrícolas o de transporte o de construcciones fueron asimilados como suyos, pero dentro de la óptica de integralidad y personalidad de los mismos para el bien de los que los utilizan. Por eso se hacen las “Ch’allas” o libaciones a esos instrumentos en tiempos de carnavales, especialmente; o al comienzo de su uso.Con la declaración de la nueva Constitución Política del Estado de que se debe respetar los “usos y costumbres” de los pueblos, se refuerza la postura de la imposición de sus prácticas a todos los miembros de su comunidad. Esto es lo que afecta a los cristianos en medio de los aymaras.Esta situación demanda un fortalecimiento de la fe de los cristianos evangélicos en relación a las creencias culturales de sus paisanos. Pero también, de un reconocimiento de los valores de su misma cultura para tomar una posición que busque la reconciliación de su pueblo con Dios, en vez de una polarización y confrontación. Esto es lo que pretendemos proponer en este trabajo.

Cuando pensamos en Jesús en el tiempo de su predicación en medio de su pueblo judío que creía en un Dios, aceptaban la ley de Dios contenida en su libro sagrado, adoraba a un solo Dios, suponemos que no tendría problemas para que ellos acepten su mensaje; pero increíblemente no fue así. Lo mismo ocurrió con los apóstoles en la predicación del evangelio en medio de los pueblos no judíos a los que fueron, especialmente el apóstol Pablo. Estas experiencias vividas por el mismo portador del Evangelio y el representante más sobresaliente del cristianismo del primer siglo como es el apóstol Pablo, nos sirven de modelo para nuestro accionar como cristianos en medio de nuestro pueblo. Por eso vamos a analizar estas experiencias para conseguir un modelo de vida y experiencia del evangelio para tratar de hacerlo en nuestro contexto.El ejemplo para la vida de todos los cristianos en todo tiempo y en toda circunstancia de Cristo sigue vigente. El modelo para el cristiano es Cristo. La Biblia dice claramente que el que dice ser cristiano debe andar o vivir como él (I Juan 2:6). La vida humana de Jesucristo es el modelo de vida a seguir para todos sus discípulos.

1SIGAMOS EL EJEMPLO DE CRISTO

En tiempos difíciles y de confrontación como el presente, como la revalorización de la cultura de los pueblos originarios después de un tiempo largo de opresión y negación de su identidad, la vida de Jesús nos sirve para imitar su conducta. La

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acción de los cristianos en su pueblo y cultura tiene que seguir las pautas del Maestro, que enfrentó serias confrontaciones con su puebloEn este punto, Jesús el Hijo de Dios, no es solo “todo Dios”, sino también “todo hombre”. Sólo si tomamos en cuenta su humanidad verdadera y real, nos servirá de modelo y ejemplo. Como hombre, ¿estaba expuesto a condiciones como lo estamos todos los hombres?

Jesucristo como judío. Evidentemente, así como lo dice la Biblia, Jesús nació en medio de un pueblo que tenía su propia cultura y su propia manera de ser. Por lo tanto, tenía sus propias costumbres, su propia manera de ser: Jesús era judío.

Su familia era judía. A todos los hombres, la nacionalidad lo da el nacimiento. Jesús era judío porque nació en medio de una familia judía, muy judía, sus padres fueron judíos devotos y muy temerosos de Dios. Además, pertenecía a una de las familias más importantes de los israelitas, la familia del rey David, por lo cual fue llamado muchas veces como hijo de David (Mateo 21:9). En la introducción de su evangelio, Juan describe a Jesús el Logos de Dios que vino a su pueblo, diciendo: “a lo suyo vino, y los suyos no le recibieron” (Juan 1:11), lo suyo, era su pueblo, y los de su pueblo no le recibieron como quien era, el Hijo y Enviado de Dios. Jesús fue un judío y fue conocido como “el Galileo” por su lugar de residencia en el norte de Palestina. Y las genealogías de Mateo y de Lucas, dan la referencia de Jesús como el descendiente del rey David, y descendiente de Abraham, el padre de todos los israelitas. ¿Podría ser necesaria mayores referencias de familia para ser reconocido como un verdadero judío o israelita? Esto queda fuera de duda. Por eso afirmamos que Jesús fue un hombre de carne y hueso (y sangre), como lo indica el texto bíblico como todos los hombres, además, uno que pertenecía a un pueblo de la sociedad humana del primer siglo, en el tiempo de la dominación romana de la hoya mediterránea. Estos detalles que parecen superficiales, son dados detalladamente por el escritor Lucas en su evangelio. Esto nos hace ver a Jesús un ser humano y un ser cultural que aprendió desde su infancia lo que era ser judío. Y nos indica su relación con todos los humanos de todos los pueblos como los aymaras, muy lejos del mundo bíblico, pero humanos a la vez como el Maestro. De manera que su naturaleza nos fortalece nuestra condición de humanos cristianos sujetos a los condicionamientos culturales y todas sus costumbres. Por lo mismo, cuando dice a sus paisanos “hermanos”, también lo dice a nosotros, porque somos humanos como él, ya que es descendiente también de Adán, el padre de todos los humanos e hijo de Dios por creación (Lucas 3:38).

Su pueblo tenía su propia cultura. “La cultura es la forma de vida aprendida y compartida por un grupo humano que comparte un espacio geográfico”. El pueblo judío como cualquier pueblo tenía su propia cultura o forma de ser. Tenía una manera de ver el mundo integrado, lo natural y sobrenatural, donde quien rige el desarrollo de todas las cosas era Dios. En este sentido el pueblo judío era semejante a los aymaras, comprendiendo el mundo una interacción muy estrecha entre lo natural y lo sobrenatural, entre lo físico y espiritual. Es en ese modo de pensamiento que nació el cristianismo, muy diferente a la conformación filosófica del cristianismo posterior dicotomista y dual influido por la

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cultura grecorromana de espíritu – materia; cielos – tierra; cuando las naturalezas natural y sobrenatural se trascienden mutuamente, afectando la una a la otra. De otra manera, ¿cómo se puede entender la declaración de Jesús: “todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos”? (Mateo 16:19).Tenía sus creencias indudables como la creación de todos los hombres por Dios, creador de todas las cosas materiales y espirituales. También tenían creencias de que el espíritu del hombre después de muerto estaba cerca del difunto por el lapso de tres días, y que recién luego se separaban definitivamente, como los aymaras creen que el alma está presente por una semana, y recién cuando hacen el despacho de “ocho días” el alma se va definitivamente. Por eso, Jesús esperó hasta el cuarto día para ir donde Lázaro que había muerto, y así, hacer evidente el poder de Dios de resucitar “realmente” al muerto Lázaro, de quien Marta dijo que ya hedía (Juan 11:39-44). La creencia de que los hacía diferente por ser descendientes de un hombre como Abraham y ser el pueblo escogido, que Moisés fue el siervo de Dios que dio los mandamientos divinos como la máxima expresión de la ley de Dios que debía ser obedecida bajo pena de sanciones severas hasta de muerte. La creencia de que Dios enviaría a un Mesías para la salvación y liberación de su pueblo en algún momento de la historia del pueblo, los mantenía unidos y expectantes ante el favor de Dios.Por supuesto que tenían otras creencias que las tradiciones de sus antepasados estaban presentes para justificar sus acciones, que muchas veces contradecían las leyes divinas. Las personalidades como Abraham, Moisés, los profetas, eran muy respetadas porque habían sido los conductos por medio de los cuales el pueblo había recibido los favores de su Dios. También creían en lo especial de su pueblo con un trato preferencial de parte de Dios. Todas estas creencias también fueron tergiversadas y torcidas con fines egoístas y de conveniencia personal o de grupo para justificar sus actos, que de otra manera eran malas. Esto lo veremos más adelante.Tenían sus propios valores que regían su comportamiento como pueblo. La máxima ley que regía la vida nacional de los judíos era la ley de Moisés que contenía todos los aspectos de la vida nacional, pública y privada para la armonía de la vida de sus componentes. Todas estas leyes estaban escritas en sus libros sagrados que regían tanto los aspectos ceremoniales de su adoración religiosa como la vida civil entre todos sus ciudadanos. Un delito o falta a la ley en contra de los demás constituía una falta ante Dios. Esa era la integralidad de la vida judía. Muy semejante a la vida entre los aymaras, quienes no necesitan la intervención de las autoridades civiles nacionales, sino que se juzga en la misma comunidad con sus propias autoridades, en base a las leyes aceptadas por la comunidad, aunque no estén escritas. El Imperio Romano reconocía las leyes y las autoridades de los judíos, a menos que afectara los intereses de Roma. Por eso podemos ver la manera cómo los ancianos, autoridades de la nación judía juzgan a Jesús; y se ve también cómo podían acusarle en base a sus propias leyes. Esta era la cultura de Jesús en el tiempo en que vivió cumpliendo su comisión divina en la tierra.

Su fin fue transformar su cultura. Pero, ¿cuál era la finalidad de la venida y la vida de Jesús, el Hijo de Dios en medio de su pueblo, sujeto a las leyes y las costumbres de

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los judíos? Jesús vino al mundo para transformar su pueblo y su cultura de acuerdo a los principios de Dios. Pero, ¿no se suponía que su pueblo estaba cumpliendo con lo ordenado por Dios en medio de un pueblo que estaba organizado y establecido sobre fundamentos divinos que Dios había hecho por medio de Moisés desde su manifestación en el monte Sinaí? Sus líderes pensaban que estaban cumpliendo con lo ordenado por él, como lo veremos luego. La comisión de Jesús se ve claramente que venía a transformar su cultura, a establecer un Nuevo Pacto. El Pacto antiguo había sido invalidado por su pueblo. El espíritu de su contenido se había perdido. Jesús tenía que establecer un Pacto que sea permanente y sólido, no solo con Israel, sino con todos los pueblos del mundo como había sido el propósito inicial de rescatar o redimir a todo el mundo a través de Israel (Isaías 49:6). La declaración de Jesús en la sinagoga de Nazaret con motivo de la lectura del rollo de Isaías 61, demuestra el contenido de la predicación del evangelio. Jesús vino para enfrentar estos aspectos de la vida de Israel:

-Fue en contra de las injusticias sociales y económicas. A pesar de tener leyes justas y dadas por Dios, el pueblo no estaba cumpliendo cabalmente estas normas, sino que estaban cometiendo toda clase de injusticias en contra de los humildes, los pobres y los que no tenían algún poder en medio del pueblo. Todos estos delitos constituían pecados en contra de Dios. También en Israel se traficaba con las influencias de los poderosos a favor de sus allegados. No se hacía justicia al huérfano y a las viudas que no tenían influencias para lograr defensa de las autoridades.

-En contra de la pobreza. Su mensaje fue en contra de las condiciones de desigualdad entre sus miembros. Los pobres no podían salir de su condición de pobreza, y los ricos se hacían más ricos. El mensaje del evangelio es una denuncia en contra de esta desigualdad. En varias ocasiones se toca este tema en forma de alusiones a personas ricas que no hacen misericordia con los pobres como el rico con Lázaro, que sufre las consecuencias en la otra vida. Como el hombre rico que es demandado a repartir sus riquezas entre los pobres (Mateo 19:23,24). Como que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que el rico entre al reino de los cielos (Marcos 10:25). O el rico necio que amontona sus cosechas y se muere de repente (Lucas 12:16-21). El evangelio es la anunciación de un sistema de justicia para la distribución de los recursos a favor de los pobres que siempre han vivido en condiciones desventajosas en todos los sistemas humanos de vida y regímenes, sean totalitarios o democráticos como los ensayos en que nos encontramos en el país. La justicia equitativa y justa para todos los hombres de toda la tierra vendrá solamente con el establecimiento del reino permanente de Dios que será la celebración continua del jubileo predicho por el profeta Isaías. Parece que el pueblo de Israel nunca hizo el jubileo que Dios había decretado a favor de una distribución de los medios de vida para todos los israelitas, ya que el exilio en Babilonia de 79 años iba a ser de reposo para la tierra de Canaán (II Crón. 36:21). La cual debía ser realizada cada 50 años inmediatamente luego de la celebración del séptimo año sabático con la devolución de las tierras vendidas por necesidad, la anulación de todas las deudas, la liberación de todos los presos por cuestiones de préstamos u obligaciones no cumplidas, y la redistribución de la tierra de acuerdo a

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las necesidades de la población en la ocasión, de modo que la tierra nunca fue propiedad perpetua de sus poseedores (Levítico 25:8-13). Al contrario, se explotó la tierra incluso los años sabáticos de cada siete años, hubo acaparamiento de tierras de parte de los poderosos, de los reyes, aun a fuerza de la violencia y muerte como lo hecho por Acab para arrebatar la propiedad (I Reyes 21:15,16). Por haber hecho esa sobreexplotación de la tierra por casi 500 años, Dios envió a Israel al cautiverio en Babilonia.

-A favor de las mayorías. Cuando Jesús vino a predicar y enseñar al pueblo, vio a las multitudes de gente de su pueblo, al común de la gente, a los desprotegidos, y las mayorías en todas las sociedades son las que tienen menores posibilidades de vida. Su atención fue a los pobres a los que estaban en desventaja. Esto trajo por supuesto un descontento y desconfianza entre la gente poderosa de su pueblo que veían en Jesús un enemigo de sus intereses. Esa fue la política de Jesús de apoyar y de favorecer a los que necesitaban apoyo, pues los poderosos, los que tenían posesiones no necesitaban apoyo alguno, más bien ellos son los que estaban ocasionando la pobreza y desdicha de su gente. Esta debe ser la política de los cristianos a favor de los desfavorecidos del pueblo, no para hacerlos poderosos, sino para allanar y hacer menores las brechas de diferencia entre ricos y pobres, el que todos los hombres sean iguales en posesiones, en oportunidades, en compartir las bendiciones de Dios que encontramos en la naturaleza.

-A favor del bienestar integral del hombre. Cuando leemos la declaración de la identificación del Mesías en Lucas 4:18,19, vemos la intención del evangelio de lograr la liberación de los cautivos, de las opresiones, de sanidad a los quebrantados de corazón (desdichados), dar vista a los ciegos, está enfocando la liberación y la concesión de salud (shalom, bienestar) integral en todos los aspectos de la vida. Pues el interés de Dios es de bienestar total, porque el hombre es espíritu y también es cuerpo; es emoción y es acción; es mente, corazón y es voluntad. Así era el judío de aquel tiempo, como es el aymara de nuestros días como lo fue en el pasado. No hubo esa separación de material, espiritual; o físico, ideal, como es la concepción griega platónica de la materia y el mundo de las ideas puras. Esta vida trasciende la vida permanente de la eternidad en la presencia de Dios. Si el cuerpo está bien alimentado, saludable, está en condiciones de servir mejor a su Señor. Y las condiciones desventajosas son resultado de injusticias en el medio. Pues los pobres no tienen buena salud, porque no tienen medios de conseguir su sanidad, y de no tener las condiciones de salud corporal por falta de buena nutrición que es producto de bajos ingresos que no le permiten adquirir sus requerimientos mínimos aunque tiene que pasar mucho esfuerzo físico en sus trabajos diarios. Paradojas e ironías de la vida en este mundo. Pues al contrario, hay gente que pasa menores esfuerzos, pero comen y se alimentan bien y tienen mejores atenciones médicas de salud.Esta condición de desigualdad había entre el pueblo de Jesús. Contra esta condición estaba dirigido el evangelio de Jesús, la cual portamos todos los cristianos, si es que mantenemos el contenido genuino y completo de ese mensaje de vida que trajo Jesús. Solo el reino de Dios puede proveer este genuino bienestar o el “buen vivir” que aspira la gente.

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-A favor de una fe genuina en vez de tradiciones. El pueblo judío en el tiempo de Jesús se encontraba en medio de tradiciones humanas en vez de un fiel cumplimiento de los mandamientos de Dios que era el contenido de sus Escrituras. Los que dictaban la forma de vida que debería tener el pueblo estaban dados por la dirección de sus líderes espirituales como los rabinos, escribas y ancianos del pueblo. Pero ellos habían “arreglado” los mandamientos de Dios que favorezcan a las clases dominantes de la sociedad como los sacerdotes y las autoridades de los ancianos. Las tradiciones se habían hecho costumbre aceptada completamente por el pueblo. Además ¿Qué podían decir los del pueblo común que no tenían la preparación y posición en medio del pueblo? Ellos dictaban lo que se debía hacer en el cumplimiento de sus leyes, debidamente argumentados, y el pueblo no tenía el tiempo ni capacidad para rebatir las disposiciones de sus líderes. De esa manera, el pueblo se encontraba condicionado a creer lo que estos doctores de la ley decían. Esta es la razón por la que el pueblo judío común no pudo reconocer a Jesús como el Mesías de Dios, pues es muy clara por las Escrituras la identificación de Jesús como el Enviado de Dios.Entre estas tradiciones encontramos las costumbres de dar ofrendas antes que honrar a sus padres (Marcos 7:9-13). También encontramos lo referente a los lavamientos de las manos, lo referente a los divorcios por cualquier pretexto en contra de la mujer, en general la superficialidad del cumplimiento de la ley de Dios. Esta observación de Jesús podemos encontrar en su Sermón del Monte (Mateo 5—7).Estas son algunas de las condiciones de su cultura que tenía que ser transformada, cambiada para recuperar la verdadera intención y plan de Dios de una vida justa, de amor entre los hombres y de una comunidad que realmente se convierta en el reino de Dios, de un Jubileo eterno en el cual sólo Dios reinaría con justicia real.

El hombre como aymara. Así como Jesús, el aymara cristiano pertenece a un pueblo y una cultura por haber nacido en medio de este pueblo andino con sus características particulares de vida pública como privada, abarcando todos los aspectos de la existencia humana. Así como Jesús, el aymara cristiano es hijo de Dios, y esto le hace alguien especial, se una doble naturaleza en medio de un medio natural como es su ambiente natural y social.

El aymara ha nacido en medio de su pueblo. Quizás alguno hubiera preferido nacer en medio de otro pueblo con mejores condiciones de vida. Pero esta opción no estuvo a nuestra disposición. Quizás otros hubieran preferido nacer en otro tiempo más propicio, pero nos tocó vivir en este tiempo con sus desventajas, aunque también con sus desafíos que nos dan la oportunidad de jugar un rol activo en medio de las contrariedades que estamos enfrentando. Nos tocó nacer en medio de una familia aymara que vive en estas regiones andinas. Algunos en medio del altiplano, otros en medio de valles o los yungas, valles profundos, pero todos compartimos una manera de vivir más o menos igual con sus distintas variaciones de región en región. Las diferencias de ubicaciones entre los distintos grupos asentados en regiones diferentes han hecho que el aymara tenga las distinciones propias aunque comparten la misma cultura. La rivalidad entre los distintos señoríos precolombinos produjo una adversidad entre ellos y sus familias

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por ende, como también entre sus miembros. Las condiciones climáticas y geográficas del medio ambiente en que vivimos nos han condicionado las formas de vida, sea más triste y melancólica como la naturaleza misma. Pareciera que el medio no diera nada, lleno de terrenos pedregosos, donde apenas crece la paja brava, y valles accidentados que requiere una habilidad especial para sacar el provecho de su suelo. Y el aymara supo cómo sacar ventajas para su subsistencia. Ese es el pueblo donde hemos nacido, y donde nos encontramos dentro de una nacionalidad más amplia como es la de todo el país, sea Bolivia, Perú o Chile, y por medio de las migraciones formando colonias en Argentina (Buenos Aires) o España o los Estados Unidos. Donde sea que nos encontremos llevamos las marcas de nuestra identidad cultural como perteneciente al pueblo aymara, del cual debemos estar orgullosos, ya que no nos podemos hacer miembros de otro pueblo. Éste es nuestro pueblo.A la vez, de haber nacido naturalmente en medio del pueblo aymara, los cristianos hemos nacido de nuevo en Dios, Hemos adquirido la naturaleza de Dios al ser hijos de Dios como lo indica el Evangelio de San Juan (Juan 1:12). Esto nos da una especie de doble nacionalidad: Aymara y divina a la vez. Entonces, tenemos una doble lealtad; así lo tuvo Jesús al ser Hijo de Dios y ser leal a su Padre y a su pueblo. Constantemente tuvo que escoger obedecer a su Padre en vez de las de su pueblo judío.

El aymara tiene su propia cultura. Asimismo, el aymara tiene su propia cultura que le identifica y le hace diferente a los demás. Se encuentra en medio del cosmos. Es parte de él y el aymara, cree que se convertirá en parte de él en definitiva después de la muerte dependiendo de su prominencia en esta vida. Cree que toda la naturaleza es viviente y sagrada a la vez, que tiene que tratarle con todo respeto y temor y pleitesía para lograr sus beneficios, de lo contrario no recibirá nada, y con ello corre riesgo su vida misma. Toda la naturaleza está poblada de espíritus vivientes que tienen sus dominios en distintas partes de la naturaleza que tienen efecto sobre los que se encuentran en sus parajes. Por eso permanentemente tiene que tener presente y saludar y temer esos espíritus, muchas veces desconocidos que representan un peligro para su integridad sino actúa adecuadamente con ellos. Cree que puede tratar con las fuerzas espirituales de la naturaleza para lograr sus favores por medio de sacrificios y ofrendas en actitudes de adoración hacia los mismos. Cree que puede aplacar la ira de las fuerzas airadas en contra suya pagando lo correspondiente, sean fuerzas benignas o malignas. En resumen puede tener contacto y comunicación con los espíritus de la naturaleza por medio de los especialistas que median en esta comunicación cósmica.Cree en la integralidad de la vida y de la naturaleza física como sobrenatural. En este sentido es como el pueblo judío que cree que lo natural y sobrenatural esta integrada por fuerzas sobrenaturales que trascienden esta naturaleza como la acción de los humanos que afectan lo sobrenatural. Por supuesto, las fuerzas sobrenaturales son diferentes; mientras en el concepto hebreo bíblico la intervención sobrenatural es de Dios como el poder que tiene de obrar el bien en beneficio de los hombres, y el diablo y los demonios que operan en contra del bienestar del hombre, aunque no puede actuar en total independencia del control de Dios.

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El aymara cree que después de la muerte continúa la acción de los seres antes vivos desde la esfera de los difuntos en contra o en bien de los suyos o de quienes estuvo relacionado en la vida de acuerdo al tratamiento de los suyos.Tiene leyes o normas que tienen que ser observados por todos sus miembros. No están escritos en algún texto sagrado, pero tienen claramente definido y conocido por conocimiento oral transmitido a viva voz de generación a generación a través de los siglos por medio de dichos o sentencias que tienen carácter de juicio sobre los infractores, como: “no hay que hacer llorar al padre o la madre, porque sus lágrimas son como gotas de aceite”, o sea, que no van a desaparecer. O “no se debe hurgar los nidos de los pájaros, porque su ropa va a envejecer como esos nidos”. “El tiempo va y viene, hay que ser considerado con los demás, porque puede ser que tú te encuentres en la misma situación en algún tiempo”. Esta clase de máximas conforman las leyes y normas para la vida y conducta del hombre aymara. También lo tienen expresado por medio de los cantos rituales o populares que expresan verdades aceptadas por todo el pueblo. Estas son las maneras de hacer conocer las normas a observarse entre los pueblos que no tienen escritura. Así fue la manera de fijar la ley de Dios entre los hebreos en los que tener una copia de las Escrituras era costoso, además facilitaba la fijación de sus creencias. Esta es la finalidad del libro de los Salmos que contienen las doctrinas más importantes del pueblo israelita.Su sociedad tiene características propias de conformación, de estratos de referencia como los sabios, los meteorólogos, los sacerdotes o mediadores entre los hombres y las fuerzas espirituales. Tiene la conformación de sus autoridades que no tienen carácter vertical autoritario como el cacicazgo, ni democrático como la práctica occidental, es de carácter horizontal y rotativo, en el que todos tienen la obligación y la oportunidad de servir a su pueblo. En estos casos, algunos tienen una gestión muy aceptable, y otros lo hacen medianamente y menos. Pero las decisiones se las realiza horizontalmente con la participación de todos sus miembros, incluso mujeres. Sus líderes de turno solo tienen la responsabilidad de hacer cumplir esas decisiones. Esto choca con las prácticas democráticas actuales. Se felicitan a los dirigentes salientes por los méritos logrados y no se les honra a los nuevos, pues, no se sabe cómo cumplirán sus gestiones.Las exigencias temporales de ciertas responsabilidades comunales requieren la organización de la gente para su cumplimiento. También las formas de organizaciones externas demandan organizaciones comunales que se lo tienen que hacer de forma rotatoria. De la misma manera, todos los miembros de la comunidad tienen la obligación de cumplir con las tareas y trabajos comunales. Todos participan, todos deciden, todos aportan, todos cumplen.La familia es el órgano central y vital de la comunidad. Mientras una persona no tenga familia o no sea casada, no tiene la calidad de ciudadano con derechos de participación en la comunidad, aunque sea mayor en edad. El hecho de tener responsabilidades serias como la de la familia le hacen apto para participar con seriedad, mientras, siguen siendo “jovenzuelos” sin derechos.El derecho de los individuos está supeditado a la convivencia comunitaria. El bienestar de la comunidad de su pueblo está por encima del individuo. Lamentablemente las formas de vida individual occidental están distorsionando la perspectiva del individuo aymara que se agudiza más por su envidia y egoísmo.

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Otro aspecto fundamental es la capacidad de su conocimiento de la sanidad y la salud por medio del uso de las hierbas, y otros elementos naturales como el barro, el agua. Sin embargo, esta práctica de sanidades de enfermedades está mezclada con la intervención de las fuerzas espirituales en medio de ellas. Esto ha hecho que los cristianos aymaras desechen el uso de esta terapia de las hierbas y otros como instrumentos de demonios a pesar de que su utilidad es efectiva dejando a un lado el aspecto espiritualizado.Sin embargo, existen otras prácticas de sanidad de enfermedades de diferentes tipos por medio de manipulaciones de fuerzas espirituales con ofrendas expresas a esas divinidades suyas. El efecto positivo de muchas de estas prácticas asombran a los especialistas en medicina occidental. La habilidad de este pueblo en las artes de las curaciones parece que hizo que los incas tuvieran consideraciones con los aymaras y no de sometimiento cruento como con los demás. El término “Colla” viene de “Kolla” que quiere decir medicina. La habilidad de curaciones es natural para el aymara común para el tratamiento de sus enfermedades. Esto es algo que se debe desarrollar y continuar para el bien común del mismo pueblo y de la humanidad. Estas características culturales de los aymaras condicionan la vida del individuo aymara, y en la actualidad, presiona el accionar de los aymaras cristianos. Este es el fondo de la problemática actual con la revalorización de la identidad del pueblo aymara. De lo que se trata no es de defenderse de esta corriente, sino de encontrar una manera saludable de ser beneficioso a nuestra cultura y a nuestro pueblo con el aporte del evangelio.

El aymara tiene que transformar su cultura. El cristianismo no tiene la intención de destruir la manera de vida de ningún pueblo del mundo. Esta intención está declarada puntualmente en la reprensión de Pablo a Pedro en Antioquía, donde le dijo: “Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿Por qué obligas a los judíos a judaizar?” (Gálatas 2:14). Las costumbres propias que tengan la característica de justicia y equidad deben ser resguardadas y reforzadas por los cristianos con el mensaje del evangelio y la palabra de Dios. Se debe mantener la solidaridad de comunidad como parte de un cuerpo, promover la justicia en el acceso a los medios y recursos para una vida digna. Muchas de estas perspectivas son fuertes en el ambiente, algunas otras son muy contradictorias dentro de la misma cultura. Pues todas las culturas, así como todos los seres humanos tienen aspectos caídos por la naturaleza de maldad que tiene el hombre en general, y el aymara no es una excepción, así como tampoco lo fue ni lo es el pueblo judío, el pueblo escogido de Dios. Lo que desea es cambiar y transformar las injusticias que se practican en su medio. Esta transformación solo se logrará por medio de la demostración de una vida de comunidad de aprecio, tolerancia, apoyo y solidaridad real en medio de su comunidad de fe en medio de su pueblo. Con razón dijo Jesús: “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos a los otros” (Juan 13:35). Una forma de vida demostrada de comunidad íntima de los discípulos que se formó después de Pentecotés en Jerusalén hizo un impacto tan grande que no se necesitaba predicar en las calles ni hacer campañas de evangelización para conseguir más adeptos, sino que la gente al ver esa calidad de vida, por su propia cuenta se añadía a la nueva comunidad de discípulos de Cristo (Hechos 2:47; 5:13,14)

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Esta es la clase de transformación que necesita nuestro pueblo para ver en el cristianismo una manera de vida comunal digna de ser deseada por los demás. Esta es una responsabilidad de todos los aymaras cristianos que se encuentran en medio de su pueblo.

El único problema o conflicto grave es lo referente a sus creencias religiosas, que tienen que ver con el panteísmo animístico que contradice los principios divinos de un Único Dios verdadero revelado al mundo a través de Israel en la persona de Jesucristo. Esto obviamente tendrá que rectificarse y encontrar la perspectiva real de la verdad de lo Supremo, más allá de las culturas humanas y la distorsión humana de la realidad sobrenatural que tiene toda cultura.

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CUMPLAMOS LA COMISIÓN DIVINA

Uno tiene que tener fundamentos y razones muy fuertes como para decidir transformar la cultura de un pueblo. Jesucristo tenía sus razones supremas para hacerlo con su pueblo, así como el aymara cristiano debe tener las suyas.

Jesucristo: La Comisión de su Padre (Juan 6:38-40). Jesús había recibido de su Padre, una Comisión, un mandato, la cual tenía que cumplir a cabalidad. Repetidas veces se refirió a su misión especial dado por su Padre como el cumplimiento de su voluntad (Juan 4:34; 5:30), o el cumplimiento de su mandamiento (Juan 12:49,50). Tenía clara la comisión recibida de su Padre (Juan 6:40). Su misión estaba fundada en el encargo de su Padre para que creyendo en él la gente tenga vida eterna, y que sea resucitada en el día del fin. Este es el propósito del mensaje del evangelio de Jesucristo: la liberación integral para vida eterna que comienza en esta misma vida y se prolonga por la eternidad. ¿En qué consistía esta comisión?

Rescatar a su pueblo para Dios. Desde la declaración de Juan de que Jesús vino a su pueblo (Juan 1:11), se ve claramente que la intención de Jesús y de Dios su Padre fue la redención o rescate de las ovejas perdidas de Israel (Mateo 10:6; 15:24). En todo esto se ve la fidelidad de Dios de cumplir primeramente con su pueblo por haberlo escogido. La predicación de su evangelio o buenas noticias, tenía el objetivo de rescatar a los perdidos dentro de su propio pueblo que se encontraba perdido en el pecado de las injusticias en contra de sus hermanos de sangre como en contra de su Dios. El libro de Hebreos en el capítulo 2 da a conocer cómo Israel estaba cautivo bajo las amenazas de muerte del diablo con lo que tenía bajo su dominio. Ciertamente, para no morir el hombre tiene que robar, matar, engañar, hacerse de muchas cosas, porque puede ser que no haya nada en el futuro, y amenaza la integridad de la vida. Todos los hombres tienen miedo a la muerte y hacen cualquier cosa, lícita e ilícita, para resguardar la vida de sí mismo y de los suyos. Pero el rescate de Jesús el Hijo de Dios les libró de la amenaza de muerte y les dio vida eterna, donde no hay cabida para la muerte.La condición de ser el pueblo escogido no daba la seguridad de la herencia de la vida eterna. Aunque los judíos pensaban que por ser descendientes de Abraham iban a

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ser librados de las consecuencias del pecado y del mal. Sin embargo, Dios estaba demandando la entrega personal de cada uno de los miembros de su pueblo para obedecerle. El creer y depositar la confianza en Dios era de carácter personal: “El que creyere”, “para que todo aquel que en el crea” como dice Juan 3:16 es el mensaje del evangelio del Señor. Esta demanda personal de Dios a un pueblo comunitario como el judío, debe llamarnos la atención para aplicarlo en nuestro pueblo que es comunitario. Pues la exigencia de responsabilidad es personal en el contexto de un pueblo comunitario como el aymara. Más adelante veremos cuáles eran los pecados de los que debía ser rescatado el pueblo de Israel. Todo esto se debía a la esclavitud que había impuesto el diablo como lo dice el autor de Hebreos en 2: 14, y a quienes vino Jesús para socorrerlos en su venida, a los suyos.

Pagar un precio muy alto. A pesar de la intención de su misión, su pueblo no le entendió ni le reconoció como el enviado de Dios. El cumplimiento de su comisión iba a ser muy costosa: La muerte propiciatoria de aplacar la ira de Dios por sus injusticias en la cruz.El cumplimiento de su misión en este mundo, fue doloroso y lleno de contrariedades que causaron dolor, llanto, pena y mucha preocupación. Su entrega a favor de su pueblo como lo declaró: “…El Hijo del Hombre no vino para ser servido (como rey), sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Marcos 10:45), constituyó una experiencia por demás dolorosa y de tormento y de recibir la ira de Dios por las faltas de su pueblo. Recibió el desprecio de su pueblo, el rechazo a su condición de Hijo de Dios, el Enviado, Mesías prometido desde tiempos antiguos. Al final tuvo que experimentar la muerte ignominiosa de un delincuente peor que mereció morir en una cruz. Pues, esa muerte pertenecía a los delincuentes más peligrosos y sanguinarios como un asesino. Era una muerte como la de linchamiento que algunas veces se hace cuando un delincuente es encontrado en el mismo hecho del delito, in fraganti. Todo su ministerio en el cumplimiento de su comisión fue muy dramático, pero era necesario para lograr los propósitos y objetivos que Dios tenía para rescatar a su pueblo, y después a toda la humanidad. Jesús sabía antes de venir a este mundo de lo que representaba hacerlo, y lo hizo: lo hizo por amor, por el amor de Dios a la humanidad para rescatarlo de su condición de perdición en la maldad. Jesús tenía un motivo muy alto y muy grande como para prestarse a hacerlo. Esta es la labor que el Señor nos da a compartir en su misión de rescatar a los pueblos de todo el mundo, como también al nuestro.

El apóstol Pablo: La Comisión del Evangelio en medio del Imperio romano (I Cor. 9:15-23). El apóstol más importante del cristianismo para el inicio de la iglesia a lo largo del imperio romano, fue Pablo de Tarso. El motivo para su trabajo, nada fácil, sino lleno de sinsabores, sufrimientos, rechazo, azotes, cárcel, enfermedades y muchas otras más, fue la comisión de Jesús, la predicación de su Evangelio. Pablo remarca esta comisión como una misión dada por el mismo Señor (Efesios 3:8). En sus relatos de su conversión afirma que Jesús le dio el evangelio y su comisión de predicar el mismo para perdón de pecados.

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Rescatar a la mayor cantidad de gente. ¿Cuál era la finalidad de su predicación del evangelio? En su testimonio de la razón de su trabajo (Hechos 22:14,15; 26:15-18) enfatiza su esfuerzo para participar activamente en el rescate de su pueblo y de los demás pueblos del mundo para Dios de las consecuencias del pecado, mal o injusticias que el hombre lo hace por su inclinación natural al mal.La predicación del evangelio fue difícil para Pablo, tanto entre los judíos como entre los gentiles. Los judíos lo trataban como traidor a su pueblo, a sus tradiciones y a sus creencias, y sobre todo a la ley de Moisés, que para los judíos era una personalidad tan venerada, que cualquier contradicción a su persona era considerado como un crimen digno de muerte. Los gentiles lo trataban como un intruso que estaba causando confusión y atentaba los intereses de sus negocios y sus actividades como en Filipos, donde Pablo quita el poder demoníaco de adivinación a una muchacha que hacía ganancia con sus actividades. Por esa razón fue encarcelado después de ser azotado (Hechos 16:16-24). Sin embargo, su meta era lograr que muchos sean salvos, y hacía todo lo posible para no interferir con su labor. En su defensa de su ministerio de apóstol, declara su decisión de hacer todos los esfuerzos para con toda clase de gente, y de identificarse con la gente sea quien sea para ganar por lo menos a algunos de ellos. Quería ser partícipe activo de la misión de rescatar a la humanidad de sus pecados para Dios. Esta es la declaración de I Corintios 9:19-23, que debería ser el modelo de la decisión como cristianos para proclamar el evangelio de Jesucristo tanto para los propios paisanos como para otra clase de gente.Algo que resalta en la labor de Pablo es que sentía una tremenda responsabilidad para la predicación efectiva del evangelio. Su fin era lograr que la gente sea redimida, que la gente deje su vida de pecado y se convierta en un siervo de Dios. Por eso puede exclamar diciendo: “¡Ay de mí si no anunciare el evangelio” (I Corintios 9:16). En la misma declaración dice que tenía la obligación de hacerlo. Cristianos aymaras, o de cualquier otro pueblo, deberíamos tener esta decisión y sentir la obligación de comunicar el evangelio a propios y extraños.

Reconciliar con Dios a los pueblos en medio del paganismo. Su interés era reconciliar la gente, los pueblos con Dios. Que sean libres de la ceguedad que el Enemigo había hecho en ellos. Pues, después de la caída en desobediencia de Adán y Eva, el hombre se extravió en sus propias ideas, buscando otros dioses que llenen su necesidad espiritual. Pablo mismo hace un examen de la conducta extraviada del hombre para adorar toda clase de ídolos y supuestas deidades en Romanos 1:18-32. Es cierto que los judíos o israelitas habían tenido la ventaja de haber sido escogidos para ser su pueblo, bajo sus normas y leyes que les dio por medio de Moisés, pero tampoco llenaron el requisito de ser dignos como para entrar a su presencia. Ellos tenían sus propios pecados como lo veremos más adelante. Pero los gentiles estaban totalmente perdidos en sus creencias sin sentido y sin valor que es el paganismo.En su predicación del evangelio entre la gente no judía, tuvo grandes conflictos en cuanto a sus creencias religiosas. Toda la gente tenía sus dioses, ídolos a quienes servían con toda clase de ritos y ceremonias que muchos de ellos estaban mezclados con prostitución sagrada como en Corinto o Efeso. También estaba lleno de ídolos de toda clase, a quienes tenían que presentar ofrendas, como la que se relata en Hechos 14, donde Pablo y Bernabé son confundidos con dioses romanos Júpiter y

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Mercurio, y quisieron sacrificar becerros ante ellos. En esa ocasión, Pablo y Bernabé gritaron asustados, y pidieron “que se conviertan de esas vanidades al Dios verdadero que hizo todas las cosas” (Hechos 14:13-15). En todo el desarrollo de su predicación por las distintas regiones del imperio romano tuvo conflictos con la idolatría como en Atenas (Hechos 17:16), una ciudad de filósofos que estaba llena de ídolos de dioses de toda clase, incluso uno “No conocido” (Hechos 17:16). Esto es lo que pasa y pasó en todos los pueblos que no reconocen al Dios único y verdadero revelado ante el pueblo israelita.

El aymara: La Comisión del Evangelio de Cristo en medio de su pueblo (II Cor. 5:18-20). El cristiano aymara tiene la responsabilidad, el deber y la misión de hacer todo lo posible para reconciliar a su pueblo con Dios como sus embajadores, así como Pablo llama a todos los cristianos corintios. Lo somos también todos los aymaras que tenemos la dicha de conocer al Dios verdadero mostrado por medio de la predicación del evangelio de Jesucristo proclamando el perdón de pecados por medio de su sacrificio de sustitución y el pago por los delitos cometidos. ¿Qué debe hacer en concreto?

Comunicar el evangelio de Jesucristo. La comisión del Señor de Mateo 28:19,20 es la misión sagrada que tiene el cristiano aymara para con su pueblo primeramente y luego para con todos los pueblos que consiste en la proclamación del arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones en el nombre de Jesucristo (Luc. 24:47). Esta proclamación tiene un significado muy grande, aunque muy desconocido en el ámbito andino aymara. Pero tiene un significado enorme para la condición de los aymaras que viven envueltos en el complejo de culpa. Todos en este medio, tratan de no tener la culpa de los hechos y para ello buscan culpables en todos los demás, pero no tienen el valor de reconocer su responsabilidad en los hechos. Si pudieran conocer el perdón de Dios, quien pagó las irresponsabilidades de los aymaras habiendo sufrido el castigo merecido de manos de Dios, el Juez supremo, podrían encontrar la paz que produce el saberse perdonados definitivamente, por Aquel que dijo: “Y nunca me acordaré de sus pecados e iniquidades” (Hebreos 10:17). ¿No sería una gran bendición para esta gente que se encuentra atormentada constantemente por la culpa?Ese perdón de pecados no es automático, ni universal que afecta de por sí, por el sacrificio de Cristo, sino que requiere la condición de fe, de creer que ese hecho es efectivo y real para uno que desea el perdón divino. Por eso se dice en el nombre, en el mérito, de Jesucristo. Pues Cristo es el centro de la redención de todos los hombres, antes y después de él. Sólo el sacrificio sustitutorio de Jesucristo logra el perdón efectivo de los pecado o culpas en contra de las leyes de Dios, sean escritas o fijadas en la mente de todos los humanos como muestra de su imagen. Por eso mismo, el perdón de pecados incluye todos los pecados, pasados y futuros. Pecado en todo el sentido de la palabra, en lo social, lo económico, y también de creencias.Esa es la buena noticia para cada uno de los humanos de entre los aymaras, los quechuas como los judíos, los griegos; de tiempos antiguos, como de los del presente, o como los que vendrán todavía. Pues el sentido de culpa no es simplemente una cosa cultural o de complejos que la gente se haya inventado, sino

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que es la voz del interior de la persona que le muestra que es culpable de algo no debido. Esa voz de la conciencia muestra el rompimiento de una ley dada por Dios en el interior del ser humano que él mismo puso para que el hombre se dé cuenta de su condición y la responsabilidad de sus actos. Esta es la exposición de Pablo en Romanos 2:14-16, fijando la responsabilidad del hombre para ser juzgado por el contenido universal del evangelio de Jesucristo.

Conocer la realidad de Dios. El apóstol Juan en su introducción a su primera carta (1:1-3) fundamenta qué es lo que les está escribiendo. Y verdaderamente, ¿cómo sabemos que lo que está escrito en la Biblia o en los libros de la Biblia es verdad? ¿Quién nos asegura de que lo que está escrito no son palabras y pensamientos de hombres con buenas intenciones, y que constituyen verdaderamente la Palabra de Dios? Juan da su respuesta: “Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida, …lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos”. Lo que Juan comunica y escribe no son pensamientos, son experiencias vividas realmente habiendo percibido por todos los sentidos humanos como oír, ver, tocar; sin lugar a dudas podemos también pensar en “oler” la presencia del Verbo de la vida que es Jesucristo.La verdad del evangelio es realidad y experiencia. Si no conocemos de cerca, si no podemos decir que “hemos visto” la presencia de Dios; si no podemos decir: “hemos oído” la voz de Dios, o incluso “hemos tocado” la realidad de Dios, no podemos testificar lo que es Dios en nuestras vidas, y lo que puede ser la realidad en nuestros paisanos aymaras. Por eso mismo es absolutamente necesaria la experiencia personal de Dios para testificar ante los demás como realmente cosa cierta. Por esa experiencia, Esteban pudo soportar el dolor de las piedras contemplando la presencia de Dios en su vida y decir: “Veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios” (Hechos 7:56). ¿Cuál es nuestra experiencia de la presencia de Dios, de su Hijo, en nuestras vidas? ¿Qué cosas concretas podemos testificar como algo que “hemos visto y oído, y tocado” con nuestros propios sentidos?Jesús dijo en su oración, que la vida eterna consiste en “Conocer al único Dios verdadero y a su Hijo a quien enviado” (Juan 17:3). Si tenemos la vida eterna de Dios, entonces, debemos conocer a Dios en una manera plena, clara y concreta. En una manera indudable, de que somos real y verdaderamente hijos de Dios. Que hemos llegado a la conciencia de que no somos hijos de los “achachilas” ni de las “awichas” o la Pachamama. Que si tenemos algo con nuestros antepasados, es eso, somos sus descendientes humanos. Que si tenemos algo con la Pachamama como la naturaleza, somos dependientes de sus dones y sus recursos que tiene para el sustento de la vida humana; pero que esa misma naturaleza es obra de la creación de Dios, no es ninguna personalidad divina como para generar vida y sustento por sí mismo. Pero conocer la realidad de Dios no es simple ni complicado a la vez. No se necesita tener un razonamiento filosófico profundo, ni tener una formación intelectual como para percibir con sentido sabio la verdad de Dios en nuestras vidas. Por un lado, lo

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conocemos porque lo sabemos en nuestro propio interior como que sabemos que somos hijos de tal o cual persona, indudablemente. Esto es lo que la Biblia llama testimonio del Espíritu a nuestro espíritu, de que somos (sin duda alguna) hijos de Dios (Romanos 8:16). Por otro lado, conocemos a Dios en sus obras concretas de milagros y señales en nuestras propias vidas. A algunos, Dios nos ha sanado, nos ha dado una solución en un caso sin remedio, por puro milagro de Dios. Las más de las veces hemos visto la acción del poder de Dios en los enfermos, en problemas, en intervenciones increíbles, los cuales no pudieron ser hechas sino por Dios mismo. Si conocemos a Dios de esa manera, no podemos ignorar el poder, y sobre todo la realidad de Dios. No podemos ser malagradecidos como solemos ser con otras personas, que fácilmente olvidamos los favores recibidos y recordamos por mucho tiempo los males que hemos pasado o nos han hecho. Por eso el salmista podía decir a sí mismo: “No olvides ninguno de sus beneficios” (Salmo 103:2). ¿Qué beneficios de Dios hemos recibido? Los hechos grandiosos e indudables de Dios son una muestra de la patente realidad y verdad de Dios. Eso tenemos que compartir con todos nuestros paisanos, para que ellos también entren a ese estado de reconciliación eterna con Dios por la obra de su Hijo, Jesucristo.

Reconciliar a su pueblo y cultura con Dios. El concepto de la reconciliación en el mundo aymara es muy importante y vital para la convivencia en comunidad y familia entre sus miembros. Cuando esto se ha roto, las relaciones han sido rotas, y no se puede tener comunión entre las partes afectadas. Muchas veces se atribuye las desgracias climáticas de granizo o de heladas a culpas de miembros de la comunidad que hicieron algo muy grave como para enojar a las potencias espirituales tutelares que dan sus buenas cosechas a todos los que se portan bien. Para lograr restablecer esa comunión o buenas relaciones, se tiene que hacer una serie de ritos y pagos por esos hechos para restablecer la relación positiva y de beneficio para todos; pero si no se cumple con estos requisitos, las consecuencias de sus hechos siguen castigando a la gente hasta que se reconoce la falta que ha hecho enojar y se aplaca y se restaura las relaciones por medio de sacrificios y ofrendas que reconcilian a la gente con las fuerzas espirituales enojadas por los hechos. Este conocimiento de sus hechos malos en contra de espiritualidades atribuidas es algo que tiene como un hecho real, aunque sea en contra de fuerzas supuestamente divinas. Pero la realidad es que esos hechos afectan las relaciones con el Dios verdadero que hizo los cielos y la tierra, las que han sido rotas, de los cuales el aymara está conciente. Este es un punto muy importante para establecer la verdadera reconciliación con el Dios verdadero.Como embajadores, tenemos el deber de hacer todo lo posible para que haya reconciliación y buenas relaciones con Dios. Los embajadores tienen el deber de hacer todos los esfuerzos para que haya reconciliación, incluso tiene que rogar para que haya reconciliación, un restablecimiento de buenas relaciones con el Creador de todas las cosas, tanto en el aspecto de una relación personal como comunitario o social. La palabra de Dios nos dice claramente esta verdad de la realidad de reconciliación hecha por Dios mismo por el sacrificio de Cristo el Hijo de Dios, quien fue tratado como un pecador recibiendo el juicio y castigo de Dios para que ese juicio sufrido

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por Cristo fuera para todos los que creyesen en él, y sean reconocidos justos por Dios. Esta es la realidad de la reconciliación que está disponible para todos los pueblos del mundo, y también para los aymaras, que pueden conseguir las buenas relaciones con Dios, así como todos los aymaras cristianos lo han conseguido por haber creído en Jesús.

Cumplir con sus responsabilidades dentro de su comunidad. Otro deber de todo aymara cristiano es su compromiso con su propio pueblo para el cumplimiento de sus responsabilidades comunales para mantener buenas relaciones con los de su comunidad y tener las facilidades de comunicar el evangelio. Pues, la gente aymara que no es creyente siempre ha calificado a los cristianos como divisionistas en sus comunidades. Los cristianos, también hemos reforzado esta impresión por negarnos a trabajar comunalmente los días domingos o participando en actos en los que se usan bebidas alcohólicas y que están envueltas en borracheras, que los cristianos hemos abandonado.Sin embargo, los cristianos aymaras debemos participar en todos los trabajos comunales, que si chocan con nuestra conciencia de fe, podemos trabajar en otros tiempos, sin resistirnos a hacerlo. Por otro lado, debemos cumplir con los roles de liderazgo y servicio a la comunidad con todo ánimo y voluntad, claro, sin renunciar a nuestros principios que signifiquen pecado en contra de Dios e infidelidad ante el Señor. Esto es fácil decirlo, pero, con la gracia de Dios podremos ser solidarios con nuestros paisanos y no mostrar una impresión divisionista.Cuando el apostol Pablo dijo: “…procurad lo bueno delante de todos los hombres” (Romanos 12:17b), estaba llamando a hacer toda obra buena en contextos fuera de la iglesia, así como el estar en paz con todos los hombres (Romanos 12:18). Toda buena obra es servir a la comunidad, hacer obras en bien de todos. A eso no nos podemos negar.

Recordar bien su propia cultura. Para lograr una reconciliación verdadera entre Dios y su pueblo, el aymara tiene que recordar su propia cultura y las razones por qué cree lo que cree su gente y su pueblo. Eso es precisamente identificarse, en este caso no necesita “hacerse aymara” para rescatar a los aymaras de su condición de maldad y que obtengan el perdón de Dios; solo necesita recordar que él mismo es aymara también. Con la reconciliación, los aymaras pueden convertirse en parte del pueblo universal de Dios que abarca todos los pueblos del mundo desde el comienzo de la predicación del evangelio de Cristo. Jesucristo conocía a su pueblo y su cultura con todas las particularidades propias. Por eso podía responder y juzgar sus hechos a la vista de Dios, que muestra las maldades de la humanidad. Pablo conocía las culturas de los pueblos a los que fue como apóstol para comunicarles el mensaje de Dios apropiadamente. El tratamiento de todos los problemas en sus distintas cartas es una muestra de ese conocimiento. Así el aymara debe reconocerse a sí mismo, como reconocer la cultura de su pueblo. Digo reconocer, porque no podemos abstraernos ni negar nuestras raíces culturales que hemos heredado y que hemos vivido conciente o inconcientemente. Pues, los actos culturales son automáticos, responden a patrones de conducta de valores aprendidos y aceptados por toda la comunidad. Todo aymara actúa como aymara, y cree que lo que está haciendo es lo correcto, así como lo hacen todos los pueblos. Todos estos actos, valoraciones, creencias de lo

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que es cierto para todos, tiene que entrar a un examen de si realmente es bueno con la percepción de Dios como el centro de todas las cosas, el centro de la razón de ser del mundo, lo crean o no. Pero cuando hemos conocido la verdad de Dios, la Verdad fuera de todos los pensamientos del hombre que piensa que lo que cree es verdadero, podemos ver las cosas claramente. La luz de Dios que trasciende todo y alumbra todo, nos muestra la realidad de todo, y entonces nos damos cuenta que lo que nuestra cultura lo tiene por cierto, en algunas cosas primordiales no lo son o están torcidas. Reconciliar al pueblo aymara con Dios, debería ser para el aymara cristiano su máximo deseo, como lo fue para Pablo el deseo de la reconciliación y la redención de su pueblo judío con Dios. En Romanos 9:1-5; 10:1, Pablo expresa patéticamente su anhelo y su tristeza y dolor por la condición de su propio pueblo deseando su salvación, por lo cual oraba continuamente. ¿No deberíamos tener este mismo sentimiento y dolor por nuestra gente que se pierde en sus equivocadas creencias?

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CAMBIEMOS NUESTRA CULTURA

El cumplimiento de la tarea divina fue muy duro, tanto para Jesús en medio de su propio pueblo como para el apóstol Pablo, frente a los pueblos gentiles a los que fue a predicar el evangelio. Así también lo fue para los aymaras cristianos en medio de su gente, desde el inicio de la predicación del evangelio. Muchas veces, los primeros aymaras cristianos fueron encarcelados, aborrecidos por sus paisanos y familiares, quitados sus propiedades, expulsados de sus pueblos. La tarea de la proclamación y la comunicación del evangelio siempre han sido dolorosas y dificultosas. El Enemigo que reina en este mundo, nunca dejará sus dominios tranquilamente.

Jesucristo frente a su pueblo. Si tomamos en cuenta que el ser humano es pecador desde sus primeros padres, entonces, todos los pueblos del mundo son pecadores y desobedientes a su Padre celestial, así también lo fue el pueblo judío, aunque había sido el portador de la revelación de Dios y su pueblo escogido. Pero ser escogido no significaba santidad o libertad del pecado automáticamente. Por eso Jesús mismo afirmó: “Si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Lucas 13:3,5). El pueblo judío se encontraba en una condición de pecado de injusticia en contra de los pobres y desamparados del pueblo y en medio de tradiciones que habían torcido los mandamientos de Dios. Ese fue el cuadro del ambiente en que se encontraba su pueblo al cual debía hacer conocer el mensaje de las buenas noticias de perdón de pecados a cambio del arrepentimiento de sus pecados

Un ambiente de injusticia general. Jesús con su predicación del evangelio del reino de Dios se enfrentó en contra de la dominación, la explotación de los poderosos en desmedro de los pobres. El contenido del Evangelio de Lucas 4:18-21 expresa su misión.Mucha gente se había hecho rica por sus negocios en perjuicio de los pobres.

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Pensaban que Dios les estaba bendiciendo por sus buenas obras y que los pobres estaban sufriendo por sus propios pecados. Creían que todos estaban recibiendo las retribuciones divinas a cambio de sus actos. Eso es fácil de creer, y no ver que por despojar a los pobres es que uno se ha convertido en rico. La carta de Santiago es una clara denuncia de las injusticias entre el pueblo (Santiago 2:5-7). Esas costumbres malas, incluso, habían penetrado a la comunidad de los cristianos. Por esta misma carta se puede notar las discriminaciones de los ricos ante los pobres en sus preferencias y parcializaciones (Santiago 2:1-4, 8,9). Se denuncia el engaño de los ricos en no pagar los salarios a la gente (Santiago 5:1-6). Todas esas injusticias necesitaban una corrección dentro del pueblo de Dios. El evangelio demandaba cambiar sus costumbres injustas por la justicia y una consideración hacia los pobres. Sutilmente Jesús estaba predicando en contra de los ricos y los injustos en las acciones hipócritas como en la oración del fariseo que estaba despreciando al publicano que mostró su pesar por sus pecados, la historia del rico y Lázaro, la ofrenda de la viuda que dio todo lo que tenía en contraste con los ricos que daban de lo que les sobraba (Marcos 12:41-42). En su sermón del monte en las palabras del evangelista Lucas, dijo: “¡Ay de vosotros, ricos! Porque ya han gozado de las riquezas, ya no tendrán otra dicha” (Lucas 6: 24, DHH). El sistema económico de entonces era injusto, así como lo es hoy día.Jesús fue claro en su demanda de una vida justa en todos los actos de la vida. Esto estaba reclamando constantemente a su pueblo, a quienes les exigía su arrepentimiento por sus hechos para poder entrar al reino de Dios que estaba proclamando. Todas las injusticias hechas en contra de los hombres eran actos de injusticia delante de Dios. Por lo tanto eran pecados de los cuales tenían que arrepentirse, reconocer su maldad e injusticia y determinar cambiar su modo de vida. Sin embargo, ellos se consideraban sin faltas y sin pecados, creían que tenían todos los derechos de entrar en el reino santo de Dios. Por eso, cuando Juan el Bautista estaba predicando el arrepentimiento para ser bautizados y tener el derecho de entrar en el reino de Dios que estaba proclamando, no querían hacerlo. Querían ser bautizados sin ninguna clase de reconocimiento de su maldad (Mateo 3:7-9). Esa era la conducta de los líderes del pueblo que creían estar en condiciones espirituales dignas delante de Dios, engañándose a sí mismos. Todo el ministerio de Jesús fue en contra del pecado de injusticia en donde sea que se encuentre. Jesús predicó la igualdad entre los hombres, el servicio de los “mayores” a los menores, cumpliendo servicio de esclavos ante sus dependientes. Jesús traía una revolución en la vida de su pueblo. Pero ellos no querían cambiar y acomodarse ante la demanda de su Mesías, ellos querían que el Cristo, el Enviado de Dios esté de acuerdo a sus pensamientos; un líder político y militar que les libre de las condiciones de dominio que estaban ejerciendo los romanos.Esperaban que el Mesías reconociera sus actos como dignos de Dios, porque creían que estaban sirviendo a Dios realmente. Ese sistema era tan fuerte que cambiarlo era imposible, hasta el punto que alguien como Jesús que se opuso a ello fue condenado a la muerte por quebrantar los mandamientos de Moisés e ir en contra de los símbolos sagrados de los judíos como era el Templo (Marcos 14:57).

Un pueblo desamparado por sus gobernantes. El común de la gente estaba como “ovejas

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que no tienen pastor” (Mateo 9:36), los “pastores”, que deberían ser los que estuvieran acogiendo y uniendo a la gente para Dios, no estaban cumpliendo con su principal labor. Cada uno estaba velando por sus propios intereses. Los líderes como los ancianos, los sacerdotes, los levitas, los escribas, los rabinos y otros líderes del pueblo habían abandonado al pueblo. Estaba ocurriendo, lo mismo que habían hecho los líderes del pueblo antes de la caída de Judá en manos de los babilonios, seis siglos antes; estaban velando por sus propios intereses, y se habían olvidado de las mayorías, del pueblo. Como dijo entonces el profeta de Dios: “…y los pastores mismos no saben entender; todos ellos siguen sus propios caminos, cada uno busca su propio provecho, cada uno por su lado.” (Isaías 56:11). El profeta Jeremías denuncia la misma actitud de los pastores de Israel que en vez de cuidar el rebaño del Señor, su pueblo, estaban destruyendo y dispersando el pueblo (Jeremías 23:1,2). Esa era la condición del pueblo en el tiempo de Jesús. El pueblo necesitaba cuidado, no tenía rumbo que seguir, estaba desorientado. Sus líderes, sus maestros, sacerdotes, escribas, no cuidaban de la condición de su pueblo. En su denuncia en Mateo 23, podemos ver los desaciertos del pensamiento de esos líderes que en vez de cuidar al pueblo lo estaba confundiendo, torciendo la verdad de Dios. Jesús era el Pastor prometido que iba a cuidar verdaderamente del pueblo como la manifestación del reino de Dios (Isaías 40:11; Jeremías 31:10). Esa era la misión del Mesías que vio la condición de su pueblo para cuidarlo. Podemos notar la condición del pueblo que estaba viviendo en un extravío, siguiendo las equivocaciones de sus propios líderes que enseñaban y exigían lo que ellos mismos no podían cumplir. ¿No es parecido, la condición de nuestro pueblo en este tiempo de aires de cambio?Jesús censuró la actitud de los líderes del pueblo que habían abandonado a la gente a su suerte. Les demandó el servicio de conducirlos, de orientarlos, de cuidarlos, y no servirse de ellos. Jesús se presentó como el “Buen pastor” que da su vida por las ovejas (Juan 10:11). Estaba contraponiendo la figura de un pastor verdadero según Dios y de acuerdo a las necesidades de la gente para atender sus necesidades de cuidado ante los constantes peligros de sus enemigos. Les estaba desacreditando su condición de pastores que debían ser ellos, sacrificadamente, dedicadamente y con una actitud de servicio ante el pueblo. Este es el contenido de su famosa declaración de “no he venido para ser servido (como los demás), sino para servir; y para dar su vida en rescate por muchos” (Mateo 20:28). Eso era realmente quitar a sus líderes su autoridad frente a su pueblo.

Una fe tradicionalizada. En su práctica de fe en Dios, la ley y los mandamientos de Dios habían sido convertidos en mandamientos de costumbres que habían cambiado el contenido de la palabra de Dios a las conveniencias del sistema que sus líderes religiosos habían establecido, invalidando la ley de Dios con sus tradiciones (Marcos 7:13). Podemos notar la costumbre de declarar como ofrenda a Dios (Corbán) el dinero con que debían ayudar a sus padres. Y claro, lo que estaba ofrendado a Dios, al fin de cuentas iba a beneficiar a sus sacerdotes, y no a Dios. Esto convenía a estos líderes, aunque se quebrante el mandamiento de Dios de honrar padre y madre. Lo mismo pasaba con el establecimiento de los requisitos para el divorcio, en el que el sistema de dominio patriarcal o machista daba la potestad de despachar a la esposa

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con el pretexto de haber encontrado algo “indecente” en ella, aunque sea un lunar no visto antes. Esto permitía que los que tuvieran poderes y eran ricos tomar otras mujeres a su antojo. Como dijo el Señor, ese no fue el plan inicial de Dios (Mateo 19:8,9). Otra costumbre establecida en el pueblo era la regla de los juramentos con el fin de que la gente esté obligada a decir la verdad, cuando el deber de todos era decir siempre la verdad en su sencilla conversación. Esto es lo que condenó en su Sermón del monte (Mateo 5 34-37). En sus prácticas religiosas como los ayunos, tenían que mostrar una expresión triste y desaseada para que los demás sepan que estaban cumpliendo con esa disciplina piadosa (Mateo 6:16). Muchas prácticas religiosas seguían las direcciones que los comentadores, los escribas y otros, habían dado sus interpretaciones de la ley de Dios para observarlo a la manera de ellos. Por eso se habían convertido en mandamientos de hombres (Mateo 15:9) las prescripciones de sus líderes, pero no estaban en el contenido de la palabra de Dios, pero pesaban más fuerte que la misma ley de Dios en la práctica. Así observaban el lavarse las manos antes de comer para que no entre ninguna inmundicia en su cuerpo (Mateo 15:2).En todos los grupos religiosos se corre este peligro de sostener las tradiciones o costumbres más fuertemente que la misma ley de Dios. Los mismos cristianos aymaras, debemos tener cuidado de no hacer nuestras costumbres más fuertes que la misma enseñanza de los mandamientos de Dios. Muchas tradiciones se habían formado a lo largo de los años de la existencia del pueblo de Israel, que al fin de cuenta no eran otros mandamientos, sino la interpretación de los mandamientos de Dios a favor y criterio de los líderes del pueblo que dirigían el culto y su aplicación, que eran ley para toda la nación que abarcaba todos los aspectos de la vida del pueblo. Era un pueblo regido completamente con la palabra de Dios, un pueblo de Dios. Por ello mismo deberían tener un entendimiento para el cumplimiento de la voluntad de Dios siguiendo el texto dado por Dios, por medio de Moisés y de los profetas de todos los tiempos. Pero como no era posible cumplir la ley de Dios porque iba contra los intereses de los poderosos, y también del común del pueblo, se crearon las interpretaciones que acomodaban la enseñanza de Dios a las condiciones y facilidades de la gente. Ahí se desvirtuó el contenido real de la palabra y la ley de Dios. La misión de Jesús a este respecto crucial de la vida nacional de Israel era recuperar el sentido real de la ley de Dios. Esa renovación de los mandamientos de Dios con la misma base del principio, dio lugar a un Nuevo Pacto, diferente del Antiguo hecho en el Monte Sinaí con la mediación de Moisés. Este pacto iba a ser diferente, con mejores promesas, con mejores condiciones de cumplimiento, tomando en cuenta las dificultades que había tenido antes para no cumplirlo. El libro de Hebreos da una explicación de la realidad y el significado del Nuevo Pacto: Un nuevo mediador o sacerdote eterno, Jesucristo en vez del Sumo Sacerdote mortal; Un nuevo Templo, el Templo celestial donde está el mismo Dios donde Jesús entró para interceder por nosotros. Un nuevo sacrificio único, el de Jesucristo el Cordero de Dios, en vez de los animales. Una nueva condición espiritual con el Espíritu Santo dentro de la persona, en vez de una personalidad común. Una ley escrita dentro del corazón de la persona en vez de las piedras de los mandamientos del Antiguo Pacto. Un perdón eterno y para no recordar nunca más, en vez de un

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perdón temporal que requería repetir el mismo acto de sacrificio en el siguiente año. Una limpieza total de la mente y la conciencia por el sacrificio propiciatorio de Jesucristo, en vez de la limpieza ceremonial del cuerpo que no quitaba el poder del pecado los sacrificios de becerros. Todos estos aspectos dan a conocer el libro de Hebreos, especialmente en los capítulos 7-10.Este sistema de sacrificios es muy semejante a los sacrificios que los aymaras hacen a los poderes espirituales cuando se requieren hacer satisfacciones de demandas de ofrendas para dar sus bienes, o para sanar a los enfermos, o aplacar la ira por los males cometidos, o tener mejores cosechas, o la protección de ataques de la naturaleza, o muchas otras cosas semejantes. Pero el sacrificio de Cristo es mucho más superior a cualquier sacrificio que se ofrece, y mucho más superior como sacerdote que cualquier “maestro” sacerdote de los aymaras ofreciendo sus ofrendas a las deidades espirituales, porque el sacrificio de Jesucristo es dado a quien realmente corresponde. Esto lo veremos más adelante.

Un liderazgo legalista. Otro aspecto de la religiosidad de los judíos en el tiempo de Jesús era su legalismo. Es decir, el cumplimiento de la ley de Dios “al pie de la letra”; claro, de acuerdo a sus criterios. Para su observación, el liderazgo de los rabinos, ancianos, escribas, estaban exigiendo el cumplimiento de las leyes de Dios tal como expresa el mandamiento de Dios, pero, de acuerdo a sus interpretaciones y conveniencias. Eso se puede ver en la acusación a los fariseos y escribas en Mateo capítulo 23.Esto podemos ver en el caso de la mujer sorprendida en el acto de adulterio. Los escribas y fariseos exigieron a Jesús el cumplimiento del mandamiento de Moisés que ordenaba apedrear a las mujeres en esos casos (Juan 8:3-6). Jesús respondió con su intervención célebre: “El que esté libre de culpa, que arroje la primera piedra”. Nadie pudo hacerlo acusado por su conciencia. Jesús no estaba invalidando la ley de Dios, sino que estaba aplicando “lo más importante de la ley”: la justicia, la misericordia para con los pecadores. La actitud de justicia, misericordia y fe en la aplicación de los mandamientos de Dios era mucho más importante que aplicar fríamente y al pie de la letra los mandamientos divinos. Este es el contenido de la exhortación del profeta Miqueas que siempre demandará Dios del hombre en su comportamiento diario en todas sus acciones (Miqueas 6:8; Mateo 23:23).Moisés era para los judíos la base y el pretexto para todo lo que hacían. Pero lo que hacían estaba de acuerdo a sus conveniencias y la imposición de su poder sobre la gente común. Sin embargo, los que exigían el cumplimiento estricto de la ley, ellos mismos, no lo hacían, ni siquiera hacían el intento de cumplirlo (Mateo 23:4). El legalismo y el tradicionalismo iban muy juntos en las exigencias de los judíos. En contra de esta condición de vida religiosa tuvo que enfrentarse Jesús.¿En contra de qué iba Jesús en el cumplimiento de la ley? En ese tiempo, la ley se cumplía como un simple formalismo externo de la acción. Lo podemos ver en la apreciación de Jesús en el Sermón del Monte, en el que Jesús no va solo al cumplimiento de los mandamientos, sino a la intención de la mente y el corazón interno que realiza los actos. La enseñanza de Jesús apuntaba a la limpieza de la intención del corazón para que los actos del hombre sean correctos. En nuestro caso tenemos que pensar en la clase de legalismos que hemos establecido en nuestras iglesias, en nuestras prácticas. Debemos preguntarnos

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¿Cómo están nuestros corazones y nuestra mente para obedecer a Dios? ¿Lo estamos haciendo con agrado y complacencia en el cumplimiento de su voluntad, así como Jesús lo hacía como si se tratara de gustar una comida (Juan 4:31-34), o como obligación? Todos nuestros actos tienen que tener una motivación o intención grata de servicio a Dios que nos llene de satisfacción, como gustar una buena comida. Eso fue realmente revolucionario.

Con todas estas consideraciones de la vida de Israel en los tiempos de Jesús, podemos ver que el pueblo judío no era un pueblo “santo”, ni su cultura, era “la cultura de Dios” digna de imponer a los demás pueblos paganos. Por lo tanto, la intención de Jesús no fue de ninguna manera, legalizar la creencia ni la cultura de los judíos, aunque era su propio pueblo. Fue lo suficientemente justo e imparcial como para denunciar las faltas de su propio pueblo, y aun a costa de su misma vida. ¿No deberíamos hacer lo mismo, los cristianos en nuestras propias culturas?

Pablo frente a los gentiles. Los pueblos gentiles en el mundo grecorromano, no vamos a decir que se encontraban en condiciones peores que los judíos, se encontraban sumidos en otros tipos de pecado, que si bien no existían en medio de los judíos en el ambiente de Jesús, sin embargo ambos pueblos eran pecadores igualmente ante Dios. Esa condición no les permitía tanto a unos como a otros, tener comunión con el Dios verdadero, ni entrar en el reino de Dios que estaba anunciando el apóstol de los gentiles.

Pueblos en medio de toda clase de pecados. La predicación de Pablo no fue solamente en contra de los ídolos, la magia o las desviaciones sensuales, sino en contra de todas las injusticias que se estaban cometiendo en medio del imperio romano en esos tiempos como el odio, deslealtad, envidia homicidios, borracheras, desenfrenos, pleitos, iras, peleas, etc. (Gálatas 5:19,20). O como dice en Efesios 4:25ss., mentiras, hurtos, malas palabras, amarguras, gritería, maledicencia, y toda clase de malicia. La gente que no conoce a Dios comete toda clase de maldades en todas partes del mundo. Estos males que hemos enumerado anteriormente, son males que ocurren en todo género humano, y no corresponde solamente a la gente de aquellos tiempos en esas regiones de la tierra. También los cometemos nosotros que vivimos en estas partes del occidente de la tierra.Con el conocimiento de esta clase de maldades que cometieron los hombres y mujeres de esas regiones del imperio romano, donde predicó el apóstol Pablo, podemos confirmar que el hombre, sea donde sea que se encuentre está corrompido en la maldad que la Biblia llama pecado, y los aymaras llaman culpa. Es esa desviación de la conducta humana que perjudica a los demás y busca el beneficio propio, sea en medio de la pareja matrimonial como en la familia, la comunidad y la nación, y el mundo entero. Egoísmo, que impera en todas las esferas de la especie humana que es el centro de la maldad humana. Ese egoísmo, la envidia del hombre hace que el hombre ansíe el poder sobre sus semejantes en toda clase de intereses materiales y de superioridad. Así tenemos la injusticia en los negocios, en las empresas, en la política, en el abuso de autoridad sobre el común de la gente, la acumulación de las riquezas, de la tierra, la esclavitud, que era el dominio y posesión de alguna clase de personas que pertenecían completamente a sus dueños o amos.

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Esta misma inclinación a tener más que los demás, ser más que los otros, conseguir más que otros, tener más facilidades, más derechos, más oportunidades, más privilegios, que los demás de sus semejantes produjo las desigualdades en toda clase de sistemas de vida nacional. Han producido injusticias de toda clase, que tuvieron la legitimidad en base a derechos arbitrarios y egoístas de ciertas clases de gente, los cuales la enseñanza de Jesús condena, y el apóstol Pablo tuvo que denunciar y llamar a un arrepentimiento para conformarse a los ideales y mandamientos de Dios.Esa predicación en contra de la maldad humana de llamado al arrepentimiento extirpó la esclavitud del sistema humano, conquistó los derechos de los que estaban en desventaja. Trajo mejor trato a las mujeres que solamente eran considerados como objetos de posesión de los hombres en medio de un machismo extremo, que por el mínimo desagrado, podía despedir a su mujer con una simple “carta de divorcio”. Construyó una comunidad plural de seres humanos de diferentes culturas y nacionalidades en medio de la comunidad de los discípulos de Cristo. Una comunidad más justa en el trato de los negocios y de las relaciones como si se trataran de hermanos de sangre, lo cual era realmente sagrada, y no como sucede entre algunos hermanos de sangre de los aymaras que están enfrascados en la lucha por las posesiones materiales, en el que se olvida los vínculos familiares. Sin embargo, su estrategia no fue de afuera para dentro, una imposición; sino de un cambio de pensamiento y de acción de adentro hacia afuera, de la respuesta del corazón del hombre ante la autoridad de su Señor que reclamaba justicia y amor entre los humanos. Sus maneras fueron sutiles, fueron de motivación intrínseca, en vez de imposiciones. En el caso del esclavismo, introdujo la concepción de que todos somos hermanos, como lo vemos en la carta a Filemón, en el que Pablo dice que Onésimo es su hermano, y que cualquier deuda lo cobre a él mismo. Dijo también que los amos tienen un Amo, un Señor al que también tendrían que rendir cuentas. En el caso del trato mejor a las mujeres, aceptó la hegemonía del hombre, pero, reclamó el amor a la mujer así como Cristo a la iglesia, el trato de la mujer como si fuera el mismo cuerpo del hombre (Efesios 5:25-28). Esa fue la manera sutil de Pablo para cambiar y transformar los pueblos con la intervención del mensaje de justicia del evangelio. Esta forma de proclamación del evangelio trajo cambios permanentes en vez de una confrontación directa que hubiera causado resistencia entre la gente. Pueblos en medio de la idolatría. Fuera de los judíos, todos los pueblos del imperio romano eran idólatras y politeístas. Este fue el punto de mayor confrontación con los pueblos a los que fue. Pues, ninguno de los pueblos del imperio romano, reconocían al único Dios verdadero fuera de los judíos. Comenzando con los vecinos sirios de Antioquía, y siguiendo con los demás pueblos de Tesalónica, Grecia, Roma, y los demás, tenían sus dioses y sus representaciones de ídolos de toda clase, causó gran desagrado y contradicción con la personalidad de Pablo, que no podía imaginar la idolatría de los atenienses o de los de Listra, en el que los sacerdotes de los dioses romanos quisieron ofrecer sacrificios a Pablo y Bernabé, creyendo que se trataba de dioses que habían sanado a un paralítico de nacimiento (Hechos 14:8-15). La idolatría era común entre los pueblos de entonces. Sus dioses tenían

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representaciones de figuras de estatuas que eran adorados con sacrificios por sus creyentes en esos pueblos. Por un lado la dominación griega y romana había impuesto sus dioses y sus ídolos, y por otro lado, los mismos pueblos seguían adorando a sus propios dioses. Los romanos toleraron las prácticas propias siempre que también aceptaran la autoridad romana.El concepto de que los ídolos eran dioses falsos que suplantaban al único Dios verdadero, hizo que los cristianos rechazaran toda clase de manifestaciones de este tipo. Pero, no porque los ídolos, como figuras hechas de materiales físicos sean alguna clase de dioses o algo, no. Sino que detrás de esos ídolos estaban los demonios aprovechando y manifestándose en poderes como respuesta a la adoración o peticiones de sus fieles.Para los apóstoles, y para Pablo en particular, la idolatría representaba la adoración a los demonios con toda clase de muestras de culto. Esto lo expresa claramente en I Corintios 10:19-22, donde demuestra con su razonamiento que adorar a los ídolos es adorar a los demonios. Y lo que es más grave, todavía, que Dios no puede compartir ese honor que solamente le corresponde a Dios. Además, los demonios y el diablo son adversarios de Dios que desde su caída se oponen y quieren suplantar a Dios. Esto es completamente contrario a la esencia de la divinidad y contra los planes de Dios. Debemos recordar que la pretensión de Lucifer, o Satanás o el Diablo era ser igual a Dios. Este es el contenido del relato de la rebelión de este ángel y de sus seguidores en la figura del rey de Babilonia (Isaías 14:12-15) que es derribado hasta las profundidades del abismo por su rebelión. De la misma manera se relata la rebelión de Lucifer en Ezequiel 28, donde hablando del rey de Tiro pasa a dirigirse como a “querubín protector” por su orgullo y arrogancia delante de Dios que fue arrojado fuera de la presencia de Dios, fuera del Edén celestial (Ezequiel 28:12-17). El pecado de soberbia y de desafío a Dios por su grandeza de belleza y sabiduría con que fue creado y su pretensión de ser igual a Dios, le costó la expulsión de la presencia de Dios. Ofreciendo esa ambición a las nuevas criaturas, fue a tentar al hombre y la mujer en el Edén terrenal. Lamentablemente, logró seducirlos, y el hombre cayó en la misma ambición que cayó Lucifer: “Ser igual a Dios”. Por esta ambición con que cayó Satanás trata de lograr que los hombres en diferentes partes del mundo le adoren, le reconozcan como Dios, con los mismos honores. Y casi en todas partes, y entre todos los pueblos del mundo lo ha logrado. Es en contra de esta pretensión diabólica que se pone el cristianismo que reconoce la única Deidad y Soberanía del Rey de reyes y Señor de señores de todos los tiempos por siempre jamás: la de Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo.Esta confrontación que sobrepasa las dimensiones del tiempo (entre la temporalidad y la eternidad) y el espacio (lo natural y sobrenatural) enfrenta el evangelio de Jesucristo con las distintas culturas del mundo a lo largo de la historia humana. Ya lo dijo Jesús (Juan 17:3): “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo a quien has enviado”. De acuerdo a esta declaración del Señor, no hay otro dios fuera del Dios único, Padre de Jesucristo, que ha enviado a su Mesías, el Cristo que es su propio Hijo.La predicación del desconocimiento de estos “dioses” y las prácticas de adoración de los mismos trajo consecuencias difíciles para la integridad del apóstol. En el caso de la predicación en Listra, le costó el apedreamiento por la misma gente que había estado dispuesto a rendirle culto como a los dioses Júpiter y Mercurio.

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En Éfeso (Hechos 19), los adoradores y negociantes de idolillos de la diosa Diana (Artemisa) le acusaron frente a las autoridades romanas de perturbar y desconocer a su diosa. Sin embargo, la actitud del evangelio frente a la idolatría estaba muy clara: la idolatría no concordaba por nada con la verdad del evangelio del reino de Dios que era el reconocimiento del único Rey: Dios revelado y confirmado por la predicación de Jesucristo.

Pueblos sumidos en la magia y la adivinación. Junto con la práctica de la idolatría, se practicaba la magia y la adivinación basado en los poderes que estos dioses tenían para el “conocimiento” del futuro, de las suertes, del porvenir que daba al hombre para su “tranquilidad y seguridad” en este mundo lleno de incertidumbres. También se usaba la magia como un medio para producir efectos sobrenaturales con la intervención de los poderes de estos “dioses” a favor de sus creyentes en sanidades de enfermedades, de hechos portentosos que beneficiaban a la gente que les servía. Esta práctica era común para todos los aspectos de la vida cotidiana. Era muy parecida a la práctica que se hace entre los aymaras, que consultan con sus adivinos para los negocios, para el casamiento, la curación de las enfermedades, para conocer el porvenir. Estas prácticas fueron hechas desde la antigüedad. El afán del conocimiento del futuro siempre fue la preocupación del hombre para conocer de antemano los acontecimientos venideros. Así también representa los medios de adivinaciones actuales de la astrología, la quiromancia, las cartas de ciertos tipos que practica la gente refinada y “civilizada” para conocer su porvenir. La producción de efectos de favorables con la intervención de poderes sobrenaturales siempre constituyó un afán para el hombre de todos los tiempos. Pues, magia es la manipulación de los poderes sobrenaturales para producir efectos deseados. En algunos casos, el poder de Dios en la demostración de los poderes del reino fue confundido como un poder mágico que se podía poseer para lograr los efectos deseados. Esto fue lo que Simón el mago pretendía para tener la facultad de conceder el Espíritu Santo a quienes ponga las manos encima (Hechos 8:18,19). Estas prácticas de magia y adivinaciones persistieron en la vida moderna actual y en nuestro medio, donde se ofrece por medio de la prensa y la radio como servicio para la gente que quiera sus efectos a su favor en distintas áreas de la vida. Incluso se la ofrece como capacidades profesionales de niveles académicos. Todo esto resulta la misma práctica con procedimientos más refinados para gente que tiene ciertos modos de vida, también refinados.El mensaje del evangelio también fue una predicación y enseñanza en contra de estas prácticas, porque constituían la manipulación y el uso de poderes malignos de espíritus demoníacos como lo sucedido en Chipre (Hechos 13:6-12), donde un mago judío, llamado Elimas (Barjesús) estorbaba y confundía la del procónsul Sergio Paulo. O la adivina de Filipos que estaba siguiendo la predicación de Pablo, incluso gritando a favor de los apóstoles con el fin de confundir la proclamación del evangelio (Hechos 16:16-18). En estos casos Pablo fue drástico al deshacer las obras de poder de estos magos y adivinos con la intervención del poder de Dios en forma asombrosa y quitando sus poderes o demostrando que Dios tiene muchísimo más poder que esos “poderes”, que eran malignos, demoníacos. Estas acciones de Pablo con el poder del Espíritu Santo constituyen una pauta del tratamiento que debe tener siempre esta clase de manifestaciones en cualquier parte

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en que se encuentren. El relato bíblico demuestra claramente que todos los hechos sobrenaturales, fuera de los hechos del poder de Dios son producidos por los poderes malignos. Pues solamente existen dos clases de poderes: el poder de Dios y el poder del diablo y sus demonios. Esto era claro para Pablo, y no había duda alguna de cómo tratar con ellos. Esta clase de acciones tuvo consecuencias muy graves para la integridad de él mismo. En el caso de la adivina de Filipos, le costó ser azotado y encarcelado por haberles quitado la fuente de las ganancias a los amos de la adivina. Tenemos que tomar en cuenta estos hechos de la predicación del evangelio en los primeros años del cristianismo para deducir cuál debe ser la actitud de nuestra enseñanza y la predicación del evangelio en nuestro medio con respecto de estas prácticas que son semejantes en su esencia y naturaleza. Los medios de adivinación han cambiado, los instrumentos de esas artes no son las mismas, pero el poder que produce esos hechos es el mismo poder maligno de demonios, fuerzas malignas opuestas a Dios.

Pueblos en medio de sensualismo idolátrico. La práctica idolátrica de estos pueblos, en muchos casos degeneró en la adoración con rituales pecaminosos como la prostitución sagrada en sus templos con la participación de sacerdotisas en sus prácticas como en Corinto o Efeso y muchos otros lugares. Lo fue también común en la adoración a Astarte en Canaán. Estas prácticas estaban relacionadas con la creencia de los efectos multiplicadores de sus ganados y la fecundidad de la tierra para la producción agrícola. Entonces no eran prácticas sin razones ni sin sentido. Tenían significado sagrado para ellos. Pero esta práctica trajo el pensamiento de que no era malo la prostitución y la práctica sexual entre la gente en la vida común. Este aspecto de la vida, siempre constituyó la debilidad del género humano en todos los tiempos. El instinto de la práctica sexual responsable o libre produjo el desarrollo o la ruina de las civilizaciones desde la antigüedad hasta nuestros días. Esto fue demostrado por el Dr. Unwin, que estudió 80 sociedades y 16 civilizaciones en un período de 4.000 años, en los que cuando escoge la promiscuidad sexual, decae; o cuando impone disciplina y responsabilidad sexual, prospera. Lamentablemente, cuando las civilizaciones prosperan y llegan a un grado alto de desarrollo, las restricciones a la moralidad también se alivianan, y luego viene su hundimiento.La predicación del evangelio fue en contra de esta práctica sexual indebida como el adulterio y la fornicación como muestra de la inmundicia de la condición de la conducta humana. En todas las cartas instructivas de Pablo se nota de una u otra manera el rechazo categórico de esta práctica inmoral común en todo el mundo del imperio romano de entonces.

Los aymaras frente a su pueblo. Aunque en la actualidad se ha conceptuado a la cultura aymara como un ejemplo de conducta moral alta, el pueblo aymara tiene sus propios defectos y pecados en su conducta cotidiana. Sus prácticas son muy semejantes a los pueblos gentiles del imperio romano, por supuesto con sus características propias y mucho más en la actualidad en que se hace énfasis en sus particularidades culturales. ¿Cómo puede el aymara cristiano aportar en la transformación de su pueblo?

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Recuperando realmente la identidad cultural. La nueva Constitución Política del Estado reconoce a los pueblos originarios como nacionalidades con derechos compartidos con todos los demás pueblos del Estado boliviano. Los aymaras están en pleno proceso de recuperación de su identidad como pueblo con características propias. Después de más de quinientos años de ruptura de su desarrollo y continuidad, no es posible distinguir claramente sus manifestaciones sin hacer una mezcla con las influencias de otros pueblos originarios precolombinos. Por ejemplo está en discusión el uso y presencia de la bandera aymara (wiphala) como emblema cultural de antes de la colonia por varios antropólogos, como Montaño Aragón, que hizo declaraciones por Televisión en ese sentido en un programa de Canal 11 de La Paz (“Que no me pierda”, dirigida por John Arandia).Lamentablemente, esta recuperación de identidad aymara sólo se están enfatizando los valores referentes a sus tradiciones religiosas que se contraponen con las creencias de aymaras cristianos, tanto católicos como evangélicos. Pero sabemos que no son los únicos valores culturales que tiene un pueblo. Pues su identidad es mucho más amplia y rica que abarca todo el desarrollo de la vida que trasciende, incluso, más allá de este mundo.Tenemos alrededor de 36 etnias o culturas en el ámbito nacional boliviano. Después de la negación de ser quienes eran a los pueblos nativos por el coloniaje español y la imposición cristiana del catolicismo, cuesta a la gente de estos pueblos conformar de nuevo su identidad con sus características propias. Pues, las posiciones de sus proponentes de caracterización de identidad cultural se mueve entre dos extremos: Una radical, que propugna la recuperación del estado de los pueblos “originarios” tal y como eran antes de la llegada de los colonizadores; y la otra, la aceptación de las condiciones actuales con todas las influencias que se han sufrido a lo largo de los siglos con énfasis en recuperar el realismo de lo recuperable sin ser retrógrados como el de volver a las condiciones de antes. Esta es una tarea que llevará mucho tiempo, y donde los actores de los representantes genuinos de los pueblos tendrán que mostrarse con mayor claridad. Esta también es la condición de la búsqueda de identidad del pueblo aymara. Aquí debemos intervenir los cristianos para recuperar y enfatizar los valores culturales perdidos u olvidados o descuidados por nuestro pueblo, como el respeto a la naturaleza, el respeto y consideración a los mayores y ancianos, la dieta originaria, las ciencias de agricultura, la salud, y muchas otras, que son positivas para el bienestar del pueblo.Esta identificación cultural propia dará una seguridad de sentirse tal y como es el miembro de la cultura aymara para poder relacionarse entre los mismos aymaras, y con los miembros de otros pueblos con sus propias culturas en el ámbito del estado boliviano en el que compartimos este espacio geográfico llamado Bolivia.

Recuperando una auto imagen propia y sincera. La identidad de la nacionalidad aymara carece de pensamiento propio. En la actualidad no tiene características identificadas propiamente por la misma percepción aymara. Han sido académicos con influencias occidentales, Organizaciones no gubernamentales (ONGs) con financiamientos externos de Estados Unidos y de Europa que han elaborado una imagen imprecisa que distorsiona la propia imagen de los aymaras. No debemos ignorar que las agencias externas tienen sus propios intereses y sus propias ideas acerca de los

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aymaras, que tratan de confirmar en sus trabajos y sus intervenciones en los trabajos prácticos. Un aspecto distorsionador de esta imagen ha sido la presunción de que la cultura aymara es una cultura noble que no tiene defectos en sí misma, y que los defectos que actualmente tiene son efectos de la dominación y la influencia colonial. De esta manera, la envidia, el egoísmo, la corrupción, son males coloniales. Esta es la imagen que circula entre los académicos, especialmente en el exterior. Pero, ¿es eso cierto? ¿Qué podemos decir de las afirmaciones de Rigoberto Paredes en “El Kollasuyo”, de los defectos aymaras anteriores al coloniaje español y anterior a los quechuas?Otro aspecto obligatorio de consideración es la necesidad de diferenciación entre lo aymara y lo quechua. El lema de “ama súa, ama khella, ama llulla” corresponde a la cultura incaica quechua (pues incluso está expresado en quechua y no en aymara) y no pertenece a la cultura aymara. Algunos aymaras hablan de la recuperación de las condiciones del incario que es quechua o incaica y no aymara propiamente, pues los aymaras han sido conquistados por los incas, y cuando llegaron los españoles estaban dominado por ellos. ¿Qué queremos recuperar?En este aspecto de la recuperación de identidad cultural hay mucho que trabajar y donde los cristianos debemos aportar con sinceridad; pero desde la perspectiva propia, interna, del mismo aymara, al mismo tiempo con honestidad, objetividad y realismo. De lo contrario, nos estaremos engañando a nosotros mismos. Esto nos ayudará a enfatizar qué aspectos de nuestra cultura tenemos que cambiar, transformar o perfeccionar, si tomamos en cuenta que toda cultura como todo ser humano está torcida por la maldad como consecuencia de la caída en el pecado desde nuestros primeros padres. Pablo tenía identificado el perfil de los distintos pueblos para trabajar consecuentemente con ellos. Por ejemplo, en su carta a Tito dice que debería tomar en cuenta las características de los cretenses de acuerdo a sus defectos en su enseñanza (Tito 1:12,13).

Mostrando la necesidad de armonía entre todos los miembros. La historia conocida de los aymaras muestra la constante rivalidad que había entre los distintos señoríos en el pasado. Estas se muestran en la actualidad en las rivalidades entre regiones aymaras, entre comunidades, entre familias en las mismas comunidades, entre organizaciones similares. Esto lo podemos ver en la rivalidad, división entre políticos aymaras en la actualidad.Una muestra clara actual es la enemistad entre los pueblos Kakachacas y Laimes en el sector de Oruro y Potosí. Son aymaras, pero están enemistados a muerte. Las disputas por tierras en los linderos siempre han sido causa de conflictos entre grupos aymaras. Las discriminaciones entre regiones aymaras de los valles y del altiplano y los yungas es una muestra de esta rivalidad en el pasado. Esa constante tensión entre los distintos grupos aymaras no ha permitido que este pueblo haya hecho grandes edificaciones o monumentos que muestren su grandeza de sus habilidades arquitectónicas. Algunos aymaras pretenden mostrar a Tihuanacu como muestra de su grandeza arquitectónica, lo cual es falso, pues los tihuanacotas fueron mucho más anteriores a los aymaras. La división de las corrientes políticas en el medio aymara evidencian esta rivalidad entre regiones o zonas dentro del mismo ambiente aymara. La existencia de diferentes tendencias como entre los de Achacachi, Omasuyos y los de Ingavi, Pacajes o los de Aroma, o los de Carangas, hace ver esta realidad.

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La aparición de líderes como Víctor Hugo Cárdenas a favor de la corriente conservadora política, la radicalidad de Felipe Quispe, la parcialidad de Rufo Calle, la inclinación del aymara académico Fernando Untoja a favor de los empresarios en las últimas elecciones, como la misma posición de un sector de campesinos que apoyaron al ex candidato a gobernador Félix Patzi, la figura del mismo presidente Evo Morales, que parece establecer su hegemonía, muestran claramente la diversidad de posiciones personales de grupo o regiones. Esta rivalidad entre regiones se replica entre comunidades, y dentro de las comunidades entre familias, dentro de las familias entre hermanos por conseguir ventajas temporales de adquisición de posesiones materiales predomina en todo el ambiente aymara. Es en medio de estas rivalidades de distinto orden en que los cristianos aymaras nos encontramos. Y son esas las realidades que debemos tomar en cuenta para nuestra predicación y proclamación del evangelio como la enseñanza de la palabra de reconciliación que Dios nos ha dado. ¿Qué podemos lograr en medio de desconocimiento de unidad dentro de un mismo pueblo o cultura? ¿No vamos a ser presas fáciles para cualquier clase de enemigos que están al acecho? El mensaje del evangelio tiene mucho que ofrecer a este mundo aymara. La comunidad de la iglesia con la expresión de un amor sincero como lo mandó Jesús, puede ser la demostración de una comunidad realmente armoniosa, el cual se constituirá en un modelo que no existe en la cultura aymara. La expresión de amor es la muestra de pertenecer realmente a Jesús como sus discípulos (Juan 13:35)Esta comunión de unidad entre cristianos debe expresarse no solo en medio de uan congregación local, sino a nivel de las denominaciones, de grupos distintos que nos llamamos cristianos, aunque tengamos grandes diferencias doctrinales. De lo contrario, simplemente estaremos reforzando un defecto de nuestra cultura, lo cual no puede ser, ni debe ser.

Luchando en contra de la envidia y el egoísmo. Todas las rivalidades anotadas anteriormente, son una muestra de envidia, egoísmo y codicia que existe entre nuestra gente, tanto en las familias, en las regiones, entre personas, etc. Decir que somos un pueblo de solidaridad proverbial, deja muchísimo que desear. Es verdad somos muy solidarios en la desgracia en las desdicha, podemos partir nuestro pan con los hambrientos. Esta es la razón por qué las campañas para los pobres, los afectados, aun para los chilenos que sufrieron los graves terremotos últimos (pues no olvidemos nuestra deuda marítima) se hicieron grandes contribuciones para aliviar sus situaciones aflictivas. Programas como la solidaridad del desaparecido compadre Palenque que levantaba recursos para las necesidades de los pobres, tuvo un éxito tremendo. Pero casi nunca, los aymaras somos solidarios para apoyarnos a surgir, a desarrollar en el aspecto económico. Un grupo de bolivianos que fueron a Argentina en los primeros años del presidente Perón (50’s) ayudaban a todos sus paisanos que recién habían llegado de Bolivia. Se turnaban para invitarle su comida hasta que encuentren trabajo y tengan sus propios ingresos. Cuando tenía ingresos, él también entraba en el mismo acto de ayuda a sus compañeros recién llegados. Conformaron una colonia unida, muy afectiva y grande. Esta comunidad envidiable terminó cuando uno de ellos apareció con una camioneta al frente del restaurante en que compartían todos los días. Al ver a su paisano con una posesión tan preciada, lo aislaron, luego otros consiguieron sus

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propios talleres o negocios. El aymara que me contó, fue aislado cuando los demás se enteraron de que ya había conseguido sus propias máquinas de maestranza de madera. Al fin toda la colonia “solidaria” desapareció.Esta es una experiencia que se repite en muchas partes, dentro y fuera del país. Cuando alguien prospera, todos los demás le aíslan porque tienen envidia de que otros tengan lo que ellos no pudieron obtener. Esto pasa aun entre parientes de sangre. El egoísmo es parte de la cotidianidad aymara. No se pueden ayudar entre colegas de un mismo rubro. Abundan los casos de destrucción de organizaciones de toda clase por la malversación de fondos o sustracción de los mismos, de aprovechamiento de recursos comunes. El favoritismo de los dirigentes a favor de sus preferidos, ganar perjudicando a otros no les importa. El egoísmo y la envidia son males culturales que tienen que ser enfrentados en la predicación y enseñanza de la palabra de Dios. El evangelio de Cristo nos llama a una comunidad solidaria, armónica, unida en las buenas y en las malas. Parece que a nosotros nos falta estar unidos en las “buenas”, porque en las “malas” somos muy unidos. Para tratar estos temas entre los aymaras no tenemos que ser especialistas o muy perspicaces, estos defectos están a la vista, y la gente y el pueblo lo admite y reconoce. ¿Qué estamos haciendo al respecto? Una cooperación entre cristianos aymaras en las comunidades de las iglesias para desarrollar y progresar, puede ser realmente como la sal y luz en medio de una sociedad dominada por la codicia, la envidia y el egoísmo. Practiquemos la alabanza entre los hermanos, aun de la misma profesión u oficio, “gozándonos con los que se gozan”, en vez de envidia (Romanos 12:10,15). Busquemos, “no… cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros”, en vez de egoísmo (Filipenses 2:4). Este es nuestro desafío. Las modalidades de ayuda como el ayni, la ayuda para determinada labor que debe ser retribuida luego, la mink’a, tarea convocada por el dueño de una siembra grande, la sataka, o cesión de surcos a favor de los necesitados sin compensación alguna; el waki, o cesión de un terreno sobrante a alguien que no tiene terreno y tiene necesidades, serán perfeccionadas con la enseñanza del evangelio. Al contrario, en palabras de Jesús: “…Si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres” (Mateo 5:13)

El conocimiento de nuestra cultura nos ayuda a identificar nuestras debilidades para enfrentarlos con objetividad y realismo. El evangelio puede cambiar esta perspectiva torcida de nuestra mente. El concepto del “bien limitado” es muy fuerte en nuestro medio como dijo el antropólogo Bill Kornfield de la SIM en Bolivia en una conferencia hacia los años 80’. Pues, el entendimiento de que existe una cantidad limitada de bienes, el hecho de haberlo conseguido otros, hace pensar que él mismo ya no tiene posibilidades de obtenerlo.

Predicando la adoración al único Dios verdadero. El punto de mayor confrontación con el cristianismo es la práctica de la adoración de los espíritus ancestrales o tutelares o fuerzas que dominan y presionan a los aymaras . Se cree que si un aymara ya no practica las creencias y costumbres religiosas aymaras, deja de ser aymara. Sin embargo, podemos sostener sin lugar a dudas, que para ser cristianos no tenemos que dejar de ser aymaras.

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Más bien, con Cristo y con el evangelio, podemos ser un verdadero aymara. Es decir, un aymara que encuentra al Dios verdadero (Juan 17:3) que respeta su manera de pensar y concebir el mundo cambiando y transformando todo lo que está mal en su comportamiento dañado por la naturaleza caída en el pecado y la maldad.Ya hemos visto que las fuerzas espirituales, sea como sea que se llamen no son manifestaciones divinas de Dios, sino indicaciones de la presencia de fuerzas malignas que llenan el mundo entero. Por eso al diablo se le conoce también como “el príncipe de este mundo” (Juan 14:30). Esas manifestaciones espirituales o sobrenaturales en el medio físico son constantes en el mundo andino aymara.Así como detrás de los ídolos estaban los demonios en sus manifestaciones como dice Pablo en I Corintios 10:20, así también los demonios están presentes en las manifestaciones de las fuerzas espirituales de sus ancestros de los espíritus tutelares de los “achachilas” (ancianos antepasados), las “awichas” (ancianas antepasadas), la Pachamama relacionada como la “madre naturaleza”, así como los supayas (diablos, demonios) y los ñankhas (malignos), que obviamente son reconocidos como espíritus malignos. Es ante esta clase de relaciones con el mundo espiritual al que se refiere el apóstol Pablo, señalando claramente que el cristiano no puede adorar a Dios y a los demonios al mismo tiempo. Esto es precisamente lo que ha estado ocurriendo en los últimos siglos de dominación colonial y la dominación católica (I Corintios 10:20-22).La cultura aymara es tan fuerte que toda influencia extraña es reelaborada inmediatamente y expresada en sus propias formas. De ese modo la cultura con toda su concepción ha permanecido sin alteraciones en el fondo. Por eso se puede decir que en este tiempo de dominación colonial y externa en sus creencias, “el cristianismo ha sido aymarizado”, y no que el aymara haya recibido la influencia del cristianismo, como lo indicamos al principio. Así ha podido adoptar formas de adivinaciones por medio de las cartas, el cigarrillo, las oraciones cristianas. Todos estos medios han sido adoptados como medios de adivinación, pero dentro de su forma de uso al igual que la hoja de coca. El sistema de ofrendas y sacrificios son en esencia pagos o retribuciones a las fuerzas espirituales a quienes adora o sirve con un fin determinado. Es el pago de alguna ofrenda para recibir algún favor necesario. Por otro lado, los sacrificios constituyen el sustituto del afectado por los ataques de los espíritus que reclaman pagos en sacrificios en cambio de la vida de la misma persona afectada. Si no hace ese reemplazo “trueque” la persona enferma, atacada por las fuerzas espirituales, perderá la vida y será la ofrenda que desea un espíritu determinado. Pero no es una satisfacción completa, algún día en el futuro, el mismo espíritu, generalmente maligno, se cobrará la vida de esa persona como la ofrenda deseada. Entonces, resultan negociaciones temporales para prolongar la vida de la persona afectada. Cada lugar, espacio de la tierra o del agua o de los cerros o cualquier lugar, tiene espíritus que reclaman el derecho de ser ofrendado por la gente que vive en esos lugares. Al fin de cuentas cualquier lugar o espacio, incluso el aire de todo lugar tiene espíritus que desean y reclaman sacrificios y ofrendas. ¿Cuándo terminará esa dependencia de los espíritus en ofrendas y sacrificios? Nunca. Mucho más fuerte es la fuerza de los poderes espirituales de los interiores de las minas, donde un demonio, “el tío” es el espíritu que tiene la posesión de las riquezas de las entrañas de la tierra. Este espíritu requiere ofrendas mucho más

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significativas; de vidas humanas, mejor. Por eso cuando hubo el derrumbe del cerro sobre el campamento aurífero de Llipi, donde murieron casi doscientas personas, la gente se consoló, porque la “ofrenda” fue muy grande, y así el “tío” retribuiría con mucha producción de oro.

Llamando a la confianza en el poder y la soberanía de Dios. Como dijimos antes, las adivinaciones dominan la vida de los aymaras. Casi nada de las acciones significativas de la vida de los aymaras se realiza sin la adivinación: si habrá los resultados positivos que se espera, se hace, si no, no debe hacerlo; depende de la suerte en las adivinaciones. Puede ser un viaje, un negocio, matrimonio, separaciones, enfermedades, todas las actividades que tengan significado y que represente algo de riesgo lo somete a la adivinación de especialistas como “los que saben”, los “yatiris”Los sueños, las cábalas como sueños placenteros, o perturbadores de ánimo u objetos determinados tienen significado específico. Cábalas como ver cosas, personas, el declarar algo deseado o indeseado, puede tener consecuencias funestas para la vida cotidiana del aymara. Entonces, el hombre aymara vive en constante inseguridad y el capricho de las contingencias de sueño o hechos que señalan designios lamentables y funestos. Pues el hecho de haberse soñado con un matrimonio puede ser la muerte, o el posarse de un búho, lo mismo. O lo que es más frecuente, el susto en lugares de mala fama que puede acarrear la muerte si no se actúa adecuadamente y oportunamente.El poder de Dios por el evangelio de la reconciliación de Dios con el hombre da al hombre aymara, la tranquilidad de una vida protegida por el poder divino, ya que Dios es el Espíritu más poderoso, a Quien nadie le puede vencer por más fiero que sea.Aquí se aplica el cuadro de Hebreos 2:14,15: “Jesús participó de carne y sangre (y hueso también) para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es al “diablo”, y librar a todos los (aymaras) que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre (esclavitud)”. ¿No es esta la liberación que el aymara quisiera tener definitivamente y ser libre de toda clase de ataques de las fuerzas espirituales que constantemente amenazan su vida? Los aymaras que han sido liberados por Dios por medio de la vida en el evangelio de Jesucristo, podemos testificar que vivimos libres de toda clase de ataques de cualquier espíritu maligno. No necesitamos llamar el ánimo (ajayu) porque alguien se ha asustado en algún lugar especial.

Estas son algunas muestras de la necesidad de la predicación del evangelio de Cristo que tiene la intención de rescatar, librar a todos los pueblos del mundo de sus imperfecciones y reconciliarlos con Dios sin perder de ninguna manera su identidad nacional ni cultural (Romanos 3:29)

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EMPRENDAMOS UNA INTERCULTURALIDAD ACTIVA

No podemos ignorar que nos encontramos en medio de una mezcla de culturas, pueblos y nacionalidades. Los aymaras no están aislados en el Estado boliviano. Ni

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tampoco los cristianos aymaras están aislados de los demás. Esto demanda la práctica de una convivencia intercultural en medio de un estado en un ambiente físico y social que comparte con gente de distintas perspectivas de vida y de manera de ver el mundo.

Un cristianismo aymara. El cristiano no puede hacerse de otro pueblo o etnia. Aunque la cultura es aprendida, tendría que nacer en medio de otra cultura o formarse desde muy pequeño para ser culturalmente de otra cultura, pero nunca será étnicamente de otra nación o pueblo.El aymara será aymara hoy y siempre aunque se deje influir y adopte otras formas de vida. En el fondo será un aymara. Como dicen Grunlan y Mayers, lo que se aprende en la familia, determina la personalidad de un individuo. Lo que hace el evangelio es transformar a una persona, pero no haciéndole otro, sino, reafirmando su identidad, como dijo Samuel Kamalesson, un líder indio (de la India), dijo que “cuando entró Cristo en su vida, le hizo un indio completo”. La acción que tiene la fe cristiana, es limpiar lo malo de las culturas y pueblos por su naturaleza humana caída, que tiene que ser redimida, y reafirmar o confirmar la estabilidad de la imagen de Dios en su medio. Una muestra de su religiosidad de lo supremo y divino era la necesidad de presentarse ante la Divinidad sin calzados, y él predicaba sin calzados porque estaba en la presencia del Dios Soberano real y verdadero. La actitud de rodillas muestra la sumisión y respeto de la superioridad divina que debe seguir permaneciendo en el relacionamiento del aymara con su Dios. El concepto de la naturaleza divinizada en la personalidad de la Pachamama, debe seguir manteniendo el respeto y consideración como el medio ecológico que da vida a todos los seres vivientes, aunque de ninguna manera deberá ser mantenida su divinidad, pues ha sido creada por Dios. El concepto de los sacrificios y de ofrendas a las divinidades espirituales deberá ser dirigido al Único Dios verdadero de los cielos y de la tierra sin necesidad de sacrificios de sangre, ya que Jesucristo llenó todos los requisitos necesarios como una ofrenda efectiva y final dado al que le corresponde verdaderamente, a Dios. Entonces las ofrendas serán de materiales y de recursos de cualquier clase como la vida misma, ofrecidos para servir a Dios como un sacrificio pleno y continuo, y no solamente en ocasiones o necesidades de riesgos o crisis. Esto indica Romanos 12:1,2.El concepto del llamamiento a la función específica de sacerdote aymara tiene su paralelo en la concesión de los dones espirituales que el Señor lo da en el momento de su conversión como hijo de Dios, pero que a la vez, así como todos los aymaras tienen la función de sacerdotes en medio de sus casas, también las mujeres, el cristianismo establece a todos los hijos de Dios de cualquier cultura como una comunidad de sacerdotes aptos para servir al Dios único y verdadero Espíritu, porque Dios es Espíritu (Juan 4:24).La idea de un buen sacrificio, una buena ofrenda produce un beneficio mayor, tiene en Jesucristo el sacrificio perfecto ofrecido a Dios que es el Espíritu Supremo (Hebreos 9:26). La idea de la sustitución en el cambio o trueque de vida por vida, hace de Jesús el mejor sustituto y perfecto aceptado por Dios una vez para siempre (Efesios 5:2), sacrificio de Cristo hecho voluntariamente y de su propia decisión (Hebreos 10:8-10). Así como sustituyó con enormes creces los sacrificios del Antiguo Testamento, no tiene comparación alguna con las ofrendas dadas a quienes no

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correspondía a los aymaras dar. Jesucristo es el sacrificio y la ofrenda excelente hecha una vez para siempre a favor de todos los hombres del mundo entero, y por supuesto para los aymaras. El cristiano debe seguir agradeciendo a Dios con cosas concretas de su esfuerzo, y debe seguir haciéndolo en alabanzas, en buenas obras, en la ayuda mutua, en productos y pertenencias de toda naturaleza para ser invertidas en la misión de Dios para la redención de los aymaras y de toda clase de gente. Un criterio sugerido por Mayers puede servirnos como guía de evaluación de qué afirmar, o qué desechar:

“1. ¿Cuál es la norma cultural? (Esta es la expresión de relatividad cultural)2. ¿Está la norma en armonía con los principios bíblicos (Esta es la expresión de autoridad bíblica)3. ¿Está la acción en armonía con la norma cultural (Esta define la situación)4. ¿Viola la acción ya sea la norma cultural o principios bíblicos? (Esta es la integración de autoridad bíblica y relatividad cultural)”

Una identidad madura. Pablo dice “Cada uno, hermanos, en el estado en que fue llamado, así permanezca para con Dios” (I Corintios 7:24). Si uno ha sido llamado siendo aymara, no tiene por qué pensar en negarlo. El aymara cristiano debe tener la madurez y el orgullo de identificarse como perteneciente a su pueblo. De hecho no puede negarlo. Pero no tiene que ocultar sus debilidades, sino reconocerlas y trabajar en conformarse a la voluntad de Dios, de sus enseñanzas, principios, creencias y verdades reales. Debe reconocer y sentirse orgullo de sus valores y de sus características propias como la lengua, su pensamiento, sus dichos proverbiales, de los cuales es rico para la aplicación a toda clase de experiencias de la vida. Debe sentirse orgulloso de su nombre, como por ejemplo “Villca”, que quiere decir “Sol”, o de “Mamani”, que quiere decir “águila”.Sólo cuando una persona tiene la seguridad de ser quien es y está orgulloso de lo mismo, puede relacionarse con personas de otras culturas o pueblos o etnias en igualdad de condiciones, sin prejuicios ni complejos; con respeto y sin afectaciones. Al aymara le falta la autoestima correcta debida que debe tener toda persona, debemos dejar los prejuicios y complejos y reconocer la dignidad con que Dios nos trata y nos ve. Somos individuos dignos porque poseemos la imagen de Dios como descendientes de Noé y su familia (Génesis 9:6). Jesucristo se dignó entregar su vida por todo el mundo, también por el aymara, porque somos componentes de toda la raza humana. No existe ninguna razón valedera como para sentirnos inferiores a otros. Este reconocimiento de los aymaras de igualdad en dignidad le ayudará a relacionarse con otros libremente. Este es el principio elemental de una relación con personas de otras culturas. Además, tenemos una forma particular de ser que podemos enriquecer a los demás con nuestra manera de ser, así como podemos aprender de los demás.El aymara no tiene que dejar su lengua, debe mantenerla. No tiene que dejar su vestido de poncho, manta, ojotas, que son prácticas en el medio en que vive y está al alcance de sus recursos. No tiene que dejar su dieta tan rica en valor alimenticio, en vez de hacerse afectar por formas de comida de otros pueblos, solamente porque piensa que son de otros pueblos “superiores”. No tiene por qué dejar su forma de

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organización y liderazgo horizontal compartido para que todos compartan sus derechos y obligaciones en la comunidad. ¿Por qué no hacerlo en la iglesia, perfeccionando sus deficiencias como los dones espirituales?Debe seguir practicando sus modos de solidaridad complementando lo que falta en la solidaridad también en las “buenas” ayudándose en desarrollar. No dejará sus utensilios de cocina y de “mesa” con platos de barro cocido, ¿por qué hacerlo siempre con utensilios occidentales? El uso de mesas y sillas no hace a uno más superior ni inferior. Use lo que cree que debe usar. Los que han adoptado las formas occidentales no se preocupen, solamente que no critiquen a los que siguen con sus utensilios o comidas tradicionales. No podemos violentar la división de roles en la pareja matrimonial, solamente que no abusen de su condición de superioridad en la familia. Que la unidad del matrimonio sea el amor y el respeto como dice la enseñanza de la Biblia para el uno y para la otra (Efesios 5: 33). La enseñanza de la palabra de verdad tendrá sus efectos de acuerdo al aprendizaje personal de cada uno de sus miembros. ¿Quiénes son las “autoridades” eclesiásticas para entrometerse en los asuntos internos de la pareja? Al fin si lo hacen o no de una determinada manera, no influirá para que tales personas sean condenadas a sufrir eternamente. Como dijo el Hno. Pablo Finkenbinder (Mensaje a la conciencia) en una Conferencia “Mini Ámsterdam” realizado en La Paz en 1983, esos son “pecados culturales”. El evangelio no tiene la intención de judaizar a los no judíos como los aymaras (Gálatas 2:14), sino que todos los pueblos vengan a reconocer la autoridad del Rey, Jesús, la soberanía de Dios sobre todas las cosas. Tampoco los aymaras citadinos tenemos el derecho de exigir que los aymaras se urbanicen en sus formas de vida. Lo que importa es que realmente sirvan al Dios verdadero por siempre jamás.

Un respeto hacia las demás culturas. Todos los pueblos somos diferentes, incluso, somos diferentes entre familias, entre comunidades aymaras. Por eso en los aspectos superficiales de costumbres propias, se necesita la madurez de respeto hacia los demás. Respeto que debe caracterizar al aymara hacia los demás pueblos. Madurez como para ser capaces de respetar aunque los demás no tengan la madurez ni el respeto hacia los aymaras. El que respeta es el que tiene madurez, no el que la reclama. Respeto mutuo debe ser la conducta del cristiano aymara, y también de las mismas culturas con las culturas con las que convivimos en el país, aunque sus formas de vida no nos convenzan. En estos casos debemos valorar a los demás como quisiéramos que nos valoren a nosotros. Tendremos que dejar nuestro etnocentrismo aymara para no criticar a los demás con nuestras formas de vivir. Probablemente, nunca podremos entendernos completamente entre las distintas culturas, tan diversas y tan diferentes. Tal vez, aun siendo cristianos tendremos que desarrollarnos separadamente entre los cristianos de distintas culturas, sea por diferencia de lenguaje o formas de música o prácticas culturales irreconciliables. No tendremos que esforzarnos para imponer una forma arbitraria que afecte a alguno de ellos. En la ciudad de Santa Cruz en los años 90’, había un solo presbiterio de las iglesias de las Asambleas de Dios. Sin embargo, los hermanos quechuas de esas iglesias, querían cantar en su lengua, con sus instrumentos, no podían hacerlo con la modalidad urbana castellano hablante de los demás. Cuando se creó el presbiterio

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quechua independiente, los cristianos quechuas, se movieron como liberados de la prisión para cantar con sus instrumentos y usar su lengua en sus cultos, y ese presbiterio, ¡pronto se convirtió en un presbiterio más grande que los de habla castellana, y este presbiterio también creció y se desarrolló significativamente! No necesitamos seguir insistiendo estérilmente en el desarrollo unido “porque somos un solo pueblo de Dios”. Seamos valientes para tomar la misma decisión de trabajar paralelamente entre la iglesia entre los judíos de Jerusalén, y la iglesia cristiana gentil (griega) con centro en Antioquía de Siria. No por eso dejaron de ser cristianos, sino que se dieron libertad de ser cristianos como judíos y como gentiles (Gálatas 2:7-10).Otro caso sucedido en la ciudad de Santa Cruz entre los aymaras y los quechuas confirmó esta modalidad de trabajar separadamente sin desconocerse como hijos de Dios. Un grupo de hermanos aymaras decidieron abrir una congregación de habla aymara para usar su lengua, su himnario en aymara y sus instrumentos en sus cultos alquilando un local comercial en una de las tantas galerías comerciales que existen en el sector de la Ramada. El grupo creció y tuvo un éxito en alcanzar a muchos aymaras, pero al escuchar los tonos de música familiares, los quechuas comenzaron a ingresar a la congregación. Ellos se integraron en su forma de culto y la lengua; pero pronto ya fueron la mayoría de la congregación “aymara”, y alcanzaron el liderazgo de la misma. Entonces comenzaron las fricciones. Los aymaras se sintieron incómodos por la “intromisión” de esos extraños quechuas que eran diferentes a ellos. Disconformes, salieron de la congregación y como antes decidieron abrir otra congregación aymara en otro local alquilado. Pero, allí ocurrió lo propio con la incursión de quechuas en la comunidad aymara. Salieron de nuevo, y la historia se repitió. Esto demuestra que la composición de grupos mixtos en medio de una misma congregación con valores culturales muy distintos, no pueden compartir los mismos espacios de actividades, ni liderazgo, ni intereses. Los cristianos de todas las culturas debemos ser maduros como para reconocer el valor de sí mismos y el valor de los demás, y no tratar de imponer sus patrones de conducta a otros. El fracaso casi es seguro, por lo menos el estancamiento de las partes que se perjudican y se estorban mutuamente. No es que alguno de ellos sea más o menos espiritual, sino que las diferencias culturales no se pueden borrar, son parte de la vida de la gente que tiene diferentes expresiones que no son las propias de otra gente. Esta es mi proposición, por el momento, no analizaremos en detalle el tema. Por el momento, seamos maduros como para valorarnos en la misma cultura, y valorar a los demás, aunque sean diferentes, muy diferentes. Seamos maduros para compartir puntos comunes de adoración, de expresión, pero no de forzarnos a aceptar obligatoriamente el uno del otro. Como dijo alguien, no se puede hacer mestizaje cultural; pues, en uno de los casos anteriores, se es aymara o se es quechua, no se puede ser de ambas culturas.El cuadro de la comunidad del reino en el futuro compuesto por culturas y pueblos de distintas partes de mundo con igualdad de dignidad y presencia delante de Dios en los cielos eternamente, es una muestra clara de que las identidades culturales permanecerán, aún en la presencia de Dios (Apocalipsis 7:9).

El tiempo actual es un desafío para todos los bolivianos, para los aymaras en particular, para convivir y relacionarse entre todos en un ambiente de respeto, de

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tolerancia y tener la valentía de apreciar los valores mejores que tienen otros pueblos. Esto solo se conseguirá con mucha madurez para una interculturalidad en las relaciones y expresiones como reconocimiento de un solo pueblo y cuerpo de Cristo. Y el evangelio de Jesucristo puede aportar fundamentalmente para su construcción, siguiendo la ley máxima de Cristo: el amor.

CONCLUSIÓN

El modelo de Jesucristo como el Hijo de Dios entre muchos hermanos que son todos los cristianos es el ejemplo que deben seguir los cristianos aymaras para cumplir su misión en medio de su pueblo tomando en cuenta sus valores y creencias culturales para transformarlos positivamente para ser reconciliados con Dios y ser parte de su reino celestial que abarca a todas naciones del mundo. Estamos viviendo tiempos que dan lugar a emociones de revanchismo y venganza en contra de otra clase de gente, diferente a nosotros. No podemos justificar los abusos cometidos en el pasado pues, “la misericordia triunfa sobre el juicio” (Santiago 2:13). Esto en cuanto a la gente de otras culturas y otras clases sociales.Pero en cuanto a nuestro propio pueblo, los cristianos estamos llamados a ser parte de la reconciliación y de la identificación con nuestra gente de nuestra propia cultura. Identificarnos con sus necesidades y sus aspiraciones nos darán un acercamiento para seguir manteniendo las relaciones personales y tener los canales abiertos para seguir alcanzando el testimonio del evangelio, aunque no sea en forma verbal, pero sí de testimonio de vida y de actitud cristiana.Si bien tenemos grandes diferencias en la perspectiva de la concepción de las creencias y prácticas religiosas, pero tenemos muchas cosas en común. Tenemos las mismas necesidades, tenemos las mismas aspiraciones, compartimos los mismos espacios de trabajo en el campo y en las ciudades, compartimos la educación de nuestros hijos, los mismos problemas económicos, sociales, tenemos necesidad de orientación social, política y sobre todo de un enfoque sincero y realista de las condiciones en que vivimos, así como, tenemos los mismos desafíos en la construcción del futuro. En todos esos aspectos tenemos intereses comunes que los cristianos tenemos que estar preparados para compartir con toda honestidad y sobre todo con el amor y misericordia que Dios nos brindó en Cristo Jesús. Finalmente, debemos tener el mismo sentir de Pablo que tenía gran tristeza y dolor por la salvación de sus paisanos, los judíos (Romanos 9:1-5). Que tengamos la misma actitud de Moisés por su pueblo que estaba perdido y entregado a la idolatría en el desierto, pero que, en vez de desear la destrucción de esos infieles y desarrollar el pueblo escogido de su propia familia, prefería ser desechado por Dios antes que su pueblo (Éxodo 32:31,32). ¡Dios bendiga con su redención en Cristo Jesús a nuestro pueblo aymara!

HUMBERTO GUTIÉRREZ ALEGRÍALa Paz, Bolivia, 3 de mayo de 2010

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