el corto siglo xx

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EL CORTO SIGLO XX: ENTRE LAS CATÁSTROFES Y EL PROGRESO MATERIAL. (Eric Hobsbwam) En 1914, el estallido de la Primera Guerra Mundial marcó el fin de la pretensión de los países capitalistas europeos y estadounidenses de unificar el mundo bajo su dominio, según declaraban, con el objetivo de acercar los beneficios del ‘progreso’ a todos los habitantes del planeta. Durante los decenios transcurridos desde entonces hasta la conclusión de la Segunda Guerra Mundial, los cimientos de la sociedad burguesa y capitalista fueron profundamente conmovidos. Los imperios coloniales que se habían formado antes y durante la segunda mitad del siglo XIX se derrumbaron y quedaron reducidos a cenizas. Para los trabajadores de todo el mundo el triunfo de la revolución bolchevique en Rusia en 1917, y la posterior constitución de la Unión Soviética, se transformaron en ejemplo de que el socialismo podía ser una alternativa real al capitalismo liberal. A partir de 1930 se desencadenó una crisis económica sin precedentes que sacudió las economías capitalistas más sólidas. Mientras la economía se tambaleaba, las instituciones de la democracia liberal desaparecieron en varios países europeos como consecuencia del fascismo y del nazismo. Desde 1945, luego de sobrevivir al triple reto de la depresión económica, el nazismo y la guerra, el capitalismo liberal tuvo que hacer frente al avance global de las revoluciones socialistas en Asia, África y América Latina, apoyadas por la Unión Soviética, convertida luego del conflicto bélico en una superpotencia. Desde las explosiones, en 1945, de las bombas atómicas en dos ciudades japonesas, con las que Estados Unidos puso fin a la Segunda Guerra Mundial y, hasta la disolución de la Unión Soviética, la historia de la humanidad estuvo dominada por la llamada Guerra Fría. El enfrentamiento constante entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, las dos superpotencias surgidas luego del conflicto mundial, atravesó todas las dimensiones de la vida social de la mayoría de los habitantes del planeta e instaló la amenaza cotidiana de un conflicto nuclear global que podía estallar en cualquier momento. En este contexto, las multitudinarias y explosivas rebeliones estudiantiles en Francia en 1968 y en otros países europeos, asiáticos y latinoamericanos ese mismo año y en los años siguientes, parecían confirmar que ‘la revolución’ no estaba muy lejos. Pero ‘la revolución’ no llegó. Durante las décadas de 1960 y 1970, en casi todos los países de América Latina, se instalaron cruentas dictaduras militares. A partir de 1973, una nueva crisis económica puso fin a la ‘edad de oro’ del capitalismo y los comienzos de los años ’80 presentaban el llamado ‘deshielo’ de la guerra fría, con el desmoronamiento económico de la URSS y una expansiva cultura de masas que igualaba en todos los habitantes del planeta gustos y hábitos de consumo. En este sentido, hacia 1990, el mundo era incomparablemente más rico de lo que había sido nunca en relación a su capacidad de producir un enorme volumen y una infinita variedad de bienes y servicios. La población mundial llegó a ser más numerosa que en cualquier otro periodo de la historia del mundo, la mayor parte de la gente vivía mejor que sus padres y, en los países industrializados, mejor de lo que nunca sus padres hubiesen imaginado. Según el historiador Eric Hobsbwam, el siglo XX es un siglo ‘corto’, que comenzaría en 1914, ya que la Primera Guerra Mundial marco un cambio sustancial, en la manera de concebir las relaciones internacionales, políticas, culturales. Un siglo que estuvo signado por la dicotomía capitalismo versus socialismo, el enfrentamiento entre Estadios Unidos y la URSS. Un siglo que culminaría, desde el análisis histórico, en 1989 cuando el muro de Berlín es destruido y la Unión Soviética, una de las potencias del conflicto, se desmorona y desaparece.

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Page 1: El corto siglo xx

EL CORTO SIGLO XX: ENTRE LAS CATÁSTROFES Y EL PROGRESO MATERIAL. (Eric Hobsbwam)

En 1914, el estallido de la Primera Guerra Mundial marcó el fin de la pretensión de los países capitalistas europeos y estadounidenses de unificar el mundo bajo su dominio, según declaraban, con el objetivo de acercar los beneficios del ‘progreso’ a todos los habitantes del planeta.

Durante los decenios transcurridos desde entonces hasta la conclusión de la Segunda Guerra Mundial, los cimientos de la sociedad burguesa y capitalista fueron profundamente conmovidos. Los imperios coloniales que se habían formado antes y durante la segunda mitad del siglo XIX se derrumbaron y quedaron reducidos a cenizas. Para los trabajadores de todo el mundo el triunfo de la revolución bolchevique en Rusia en 1917, y la posterior constitución de la Unión Soviética, se transformaron en ejemplo de que el socialismo podía ser una alternativa real al capitalismo liberal.

A partir de 1930 se desencadenó una crisis económica sin precedentes que sacudió las economías capitalistas más sólidas. Mientras la economía se tambaleaba, las instituciones de la democracia liberal desaparecieron en varios países europeos como consecuencia del fascismo y del nazismo.

Desde 1945, luego de sobrevivir al triple reto de la depresión económica, el nazismo y la guerra, el capitalismo liberal tuvo que hacer frente al avance global de las revoluciones socialistas en Asia, África y América Latina, apoyadas por la Unión Soviética, convertida luego del conflicto bélico en una superpotencia.

Desde las explosiones, en 1945, de las bombas atómicas en dos ciudades japonesas, con las que Estados Unidos puso fin a la Segunda Guerra Mundial y, hasta la disolución de la Unión Soviética, la historia de la humanidad estuvo dominada por la llamada Guerra Fría. El enfrentamiento constante entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, las dos superpotencias surgidas luego del conflicto mundial, atravesó todas las dimensiones de la vida social de la mayoría de los habitantes del planeta e instaló la amenaza cotidiana de un conflicto nuclear global que podía estallar en cualquier momento.

En este contexto, las multitudinarias y explosivas rebeliones estudiantiles en Francia en 1968 y en otros países europeos, asiáticos y latinoamericanos ese mismo año y en los años siguientes, parecían confirmar que ‘la revolución’ no estaba muy lejos. Pero ‘la revolución’ no llegó. Durante las décadas de 1960 y 1970, en casi todos los países de América Latina, se instalaron cruentas dictaduras militares.

A partir de 1973, una nueva crisis económica puso fin a la ‘edad de oro’ del capitalismo y los comienzos de los años ’80 presentaban el llamado ‘deshielo’ de la guerra fría, con el desmoronamiento económico de la URSS y una expansiva cultura de masas que igualaba en todos los habitantes del planeta gustos y hábitos de consumo. En este sentido, hacia 1990, el mundo era incomparablemente más rico de lo que había sido nunca en relación a su capacidad de producir un enorme volumen y una infinita variedad de bienes y servicios. La población mundial llegó a ser más numerosa que en cualquier otro periodo de la historia del mundo, la mayor parte de la gente vivía mejor que sus padres y, en los países industrializados, mejor de lo que nunca sus padres hubiesen imaginado.

Según el historiador Eric Hobsbwam, el siglo XX es un siglo ‘corto’, que comenzaría en 1914, ya que la Primera Guerra Mundial marco un cambio sustancial, en la manera de concebir las relaciones internacionales, políticas, culturales. Un siglo que estuvo signado por la dicotomía capitalismo versus socialismo, el enfrentamiento entre Estadios Unidos y la URSS. Un siglo que culminaría, desde el análisis histórico, en 1989 cuando el muro de Berlín es destruido y la Unión Soviética, una de las potencias del conflicto, se desmorona y desaparece.