el correo espaÑol

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EL CORREO ESPAÑOL DIARIO TRADICIÓN ALISTA AÑO X V Madrid, OSA pesata al ass. ~Fraviceíca, 8 pesata* «¡üitóirit, IO SÌ-- .««atra y SO al ano; por corresponsal £ librero, 18 pesotaa wziw.tr* y 24 ti lio.—Extranjorc: Palies de la Union Postal, XO ptas. trimojrtre, 80 ao- it-.aatra y 85 »1 «So.—Loa deato paisa*, 80 pta» ecmeatre. ~ X'ngo *.&*• Untada. — Sa ae admita* asilos. «tunare ia«l«*. té4ulM6¿ is Madrid.=Miércoles 6 de Agosto de 1902 aaepe'.ia ÍKinim», a librari** d«lsfca» I correapoiisalaa. A^arícde ás Bufets £Si V*i*iws&a «."¿'esa. üGMa NÚM. 4.086 ^ucacionj^odernista. .^duca!5 I o , m i s m o educar que instruir. Peccion, i Peda ,g°g° ó moralista, que per- íZ i v o u n t a d d e su prójimo eride- Besoí 6 n Cia el b 'P n ; ¿ i n s l l u 6 1 P ro " mient ¡ríf ' q u e Perfecciona el enten- ''íticas A s u discípulo con noticias ar- fe 5 lentlfi cas. lay homh 6 S l g u e 4 u e P u e d e haber y ^ e edueaH r e S m u y instruí dos pésimamen- dos casi j ' y h o m b r e s muy bien educa- tir , homr ° r a r ) t e s ó C0 menos, es de- É ^oran l, es £ a b l 0 s bri bones, y personas l K S ' p e r o honradas. Nez v H C 'i a P Uí? sta al servicio de la hon- las; D ¿L i v i r t u d e s n i i e l s o b r e hojue- PaldadLk s e r v i c 'o de la inmoralidad es omovm 11Ial dad. Nadie tan peligroso Portf l e n t í í U ' , M n a I °- * instru a ? t o ' ' a educación nacional y no s^ma riff r debiera serla aspiración su- H los rn! ^ slado » d e l P a dre de familia y Cusiros todos. , uena v ^ U e s ' e n d o e n sí, como lo es, r'«»i rj P P ¡ r 0 v e c h o s a l a ciencia, el deside- Rue S e r , i a s naciones bien regidas tiene ^ k i n .¿ ? ació)l P or <'« instrucción, y * : ^otal , C °- ÓnpvT l a uluc ición, pues el -fin c i ?? siempre superior y anterior %>máe ; y e n e s l e sentido, el peda- I mundo n m i n e n t e d o España, y tal vez del I 'octrinafj 1 " 0 P eda g°go 1 u e acredita sus ' íctica manera más brillante y * ' Cañón; C O n , e l ejemplo, es el catedrático ' d e Granada D. Andrés Man- * ^«s d*j? r y dir ector ilustre de las Es- N o n - n ? u< l c o m o e l concepto de edu- ií diento v . ai ~ ia I a idea de perfecciona- 1 ; on p e *f >* todas Iqs facultades humanas as, y 'jct'bles, cabe aplicar aquél á és- I ac I q ue s pedagogos nos Q e educación física, intelectual, •oraqLpktica; pero preferentemente, y fiene soh lrn P er i ° Que el apetito racional M e< luca ^ as demás potencias anímicas, 'juntad sp 1 ? 11 Propiamente dicha á la vo- ast)i n „ refiere, y consiste en la incesan- rCrK l 0 n d e l hombre hacia la verdad, r^de y l a helleza, triple manifesta- F'orai Unas ola esencia eminentemente I Y ¡ £ , e r fir e m b a r g 0 ' na da tan distante de la Nerrii % e d u a a c i ó n como las tendencias jii es. p e '• a s de los Estados ateos y docen- facto ,-puen, a lo sumo, un bien abs- i aent 0 ' n Uso rio, convencional, sin funda- ej 0s j 'Bhnq religioso, ni metafísico, que / nucij ^ ?eryir para la educación de las I 'ies'vrn r e s lu s entregan, atadas de los liL^ auos , á todos los desenfrenos de L Taj e s[ 1In 9s apetitos concupiscentes. I e)a infl i a s y Prácticas, prescindiendo de p e n £' i a religiosa y moral, han he- rf |el m *t s P a ña el pueblo menos educado f»p80q tt6 n 0 ' P ue s en otras naciones queda •Ue BurT/ a n l o s franceses politesse y ,№, corto - r a m o s tr aducir por buena crian- ^'¿ejt, e n e l tr ato, maneras finas, etc., ¡¡ l& ción q U e e s l a moneda falsa de la edu- } ión, eS s Pueblos sin cultura, sin educa- ?»' erarrtent 1 D ^ a n de europeizarse! Verda- l v an »pi? hacen falta misioneros que R if re f '?en y eduquen, no á los zulús y ,¡i >s e ra ' i n o a nuestros cafres y zulús de H\an es : capitales. En las calles v pla- le Doia aFlS ' L o n d r e s , Madrid, Barcelona, 1 j r e lihr e l C - ' s e necesitan pulpitos al Mam. ur e para educar á esa golfería an- r'oiicn ul «go, apearean las procesiones \ i 0 ^ s Y a los frailes, incendian y asal- \\\ T 1 1 conventos, cierran las escuelas I ° s miti Cl ? nis -tas, disuelven á garrotazos s ?ñoras s u s enemigos, insultan á las »' v °s d P r °^ e r e n blasfemias y gritos ofen- loda s ]a o d o género, y faltan, en suma, á i Y ei conveniencias. I • e stri Ca es 1 u e " o s directores ocultos y en A lne<iuca dos, los papeles que les , biblia, confundiendo la instruc- 0: iina? e ducación, claman á grito heri- ¡ ^4ses c c i ó n » instrucción, instrucción!, a se& Ur Cue )as y menos iglesias y conventos!, s Yar\ m u y s e r i o s que l a c i e n c i a de c *an^ Uls triunfó de nuestra ignorancia, ^enu "uestro fracaso colonial principal- c orr 0e e s hijo de la inmoralidad que nos [ nv adtf S i m a educación modernista ha Nta ^?i tam hien los campos, y eso los transeúntes diciendo: ¡Ave María Pu- rísima!, mientras hoy se entretienen en hablar como carreteros, apedrean canes y £ veces transeúntes, búrlanse de las seño- ras y acércanse á los caballeros para decir- les: tío, dame usté una perra; las mujeres, antes tan devotas y comedidas, tienen aho- ra lenguas de hacha, blasfeman y ensartan interjecciones á todo pasto, de esas que hacen enrojecer á un coracero; y, por úl- timo, los hombres, con tanta instrucción y progreso, se han civilizado tanto, y agu- zan tan prodigiosamente su intelecto, que pocos días hace presencié la siguiente es- cena en las afueras del pueblo. Un labrador llevaba del ronzal para pa- searlo ó bañarlo á un macho suyo enfer- mo, que se empeñó en revolcarse sobre el polvo del camino, mientras su amo ha cía esfuerzos heroicos para impedirlo. Aunque el labrador opinaba que el ma- cho podría ganarle á entendimiento, pero á fuerza no, el macho se salió con la suya, y mientras el irracional se refocila- ba lanzando los cuatro remos al aire, apostrofábale el racional diciendo: «¡Cochino.... , marrano , poco hom- bre .... , si no tiés vergüenza, ni la conoció nenguno de tu familia! .... ¡Miá que te rompo el alma! .... ¡Miá que te empuer- cas, morrazos! .... », y por el estilo conti- nuó nuestro montañés, dando pruebas inequívocas de que la educación moder- nista ha transformado á los lugareños y villanos, de puercos, ignorantes y zafios que eran con el antiguo régimen, en per- sonas ilustradas, cultas y finísimas, como ' corresponde á ciudadanos europeizados por la libertad, la igualdad, la fraterni- . dad, el anliclericaíismo y el progreso, que es verdadero regreso al salvajismo, i como probado queda en el precioso libro ¡ del P. Saj, 'titulado La Europa salvaje. \ M. P OLO Y P EYROIÓX. Terremoto en Italia. (POR TELÉGRAFO) (DE LA AGENC I A FABRA) Roma 5.—L H noche última Re sintió en Ge- nova y en Pisa un temblor de tierra que duró tras Btgiindos, notáudüte duraate el híjxómeao un ligero ruido subterráneo. No hay desgracias que lamentar. Roma 5. —El terremoto de que anteriormen- te dimo3 cuenta ha abarcado una zona máB extensa de lo que ee <;reyó en principio. Las cuidados de C.irra'ra y Masea sintieron tam- bién anoche el fenómeno seísmico, que ee pro- dujo allí con giande intensidad. Uránicas cortas. que an s l) e r ^ a s aldeas más pequeñas circu.- llns (raj d e l a ilustración, y las gentes №n L f. ¿ moderna se disputan como Trein. 0 1<)s Periódicos aotatioos. % s " t a afios atrás los montañeses de ^W r a n ' a sabían menos,y estaban, sin '^ e siaf°' me jor educados.'Llenaban las e H a ^' ÍI Ue ahora se ven desiertas hasta I ^Hte Precepto; saludábanse afable- i? e n rH n ° s a o t r o s ' y sombrero ó pañue- Sun a n o a l°s Sacerdotes y personas ^iran ! . 10r .dase social, cuando ahora se "io, y pasan <ltl °s al N n desc a r o , casi con odi Nrat. , d o de otros sin decir por ahí te tW chicos de la escuela besaban 0 a los Sacerdotes y saludaban á En medio de esa terrible carestía de víveres ¡ periodísticos, la prensa toda se ha arrojado i pon verdadera furia sobre el pedazo de carne ¡ fresca que facilitó Sagasta por conducto de ' un redactor de El Imparcial, bajo la forma de ! anuncio de su retirada. La carne esa se ha servido al público con . toda clase de salsas, según las aficiones culi- narias de cada uno. , Hace bien en retirarse no hace bien en 1 retirarso ; la Patria ganará con esta retí- ; rada. . ., la Patria perderá con ella , será i uua retiriula hermosa.... , no será una retira- da, sino uua huida Y así por el estilo. Todo esto se ha dicho, dando por cierto que Sagasta ha hablado en serio, que ha mani- 1 festaiio un deseo formalmente sentido y con honradas ganas d,e realizarlo. Pero yo ro lo eren. ¡Bueno fuera que nos la j dejáramos pegar por Sagasta! ¡Como si no nos ! coi ocióramos lo bastaute para no saber hasta ¡ dónde llegan las marrullerías gitanescas de ¡ D. Práxedes! i Guando tiene alguna madeja enmarañada en su gestión ministerial, ó por causa de los \ sucesos, ó por culpa de SU3 ministros, conocí- j do es el recurso de que echa mano. El clásico catarro. Ahora, el enredo en que está metido alean- i za una extensión extraordinaria. La cuestión religiosa que dejó provocar y cuya resolnción ha venido aplazando por medio de catarros, va á tomar caracteres agudos. Diversos as- pectos de la cuestión social, la cuestión eco- nómica, envenenada per el déficit, y otras va- rias cuestiones, pondrán en breva el horiaon- í te tan negro que Sagasta, que tiene los ojos i pequeños'pero la vi; ta larga, lio se ve c«n ánimo de afrontar con el simple paraguas de los catarros. Y como no tiene á su disposición otra rotu- ra del peroné, ni los diviesos ofrecen resisten- cia bastante, el hombre ha discurrido el truc que le puede sacar de apuros. Hé aquí el fundamento de la noticia de su retirada do la vida política. El, allá para Octubre, presentará la deman- da de retiro; le será negada, io reiterará con insistencia, y en estos dimes y,diretes sepa- sarán los meses hasta que llegue la hora de dejar el Poder álosconeervadores. La gente, entretenida con el espectáculo de la supuesta retirada, no se fijará en los pro- blemas que están tiObre el tapete. ¡Y que le echen Canr.lejas á Sagasta! Tiene que nacer todavía el que le gane á re- cursos. Desahucio genera! de un pueblo Todo el veeinil&rio á la eaHe. El gobernador de Salamanca telegrafía que el juez de Ciudad Rodrigó ha aordado para el próximo viernes el lanzamiento de tocios loa vecinos de Campocerrado, en virtud de auto de ejecución y sentencia de desahucio á instancia diel Sr. Cobaleda, dueño de todo el coto Redon- do, incluso las casas por compra al conde de Santa Coloma. Como la sentencia comprende á todo el ve- cindario, incluso al alcalde y c jncejalee, el go- bernador ha oficiado al alcalde de Martín del Río, pueblo limítrofe, para que se presente en Campocerrado y te haga cargo provisional de la documentación. El Juzgarlo ha pedido el auxilio de la Guar- dia civil para mantener el orden. El gobernador pide á su vez instrucciones. ¿Imbéciles? El Heraldo, para dar amenidad á sus co- lumnas este verano, ha contratado A Euse- bio Blasco. Eusebio Blasco escribe un par de cuartillas diarias, y al anunciar su la- bor veraniega dijo que no se metería con nadie, que hablaría de sus ordinarios asuntos, de sus notes personales, de sus amistades con archiduques, reyesj empe- radores. Y en efecto, anteayer nos habló Eusebio Blasco de que comía en la mesa redonda con D. Pedro, el emperador del Brasil. Pero ayer rompió esa consigna, y sin poderlo remediar se fué arrastrado por sus aficiones á otros terrenos. Ayer Blas- co, tomando pie del famoso diálogo de Oviedo, soltó la espita de sus resabios antirreligiosos, y arrojó al público el cho- rro siguiente: «¡Gracias á Dioe que oímos á un rey y á un Prelado hablar á la moderna, sin la sugestión de lo legendario y tradicional y absurdol No se sabe á quién admirar más en este breve y_ elocuente diálogo, al Obispo que, en vez de invocar lo sobrenatural y empeñarse en hacer creer á su rey que hay ángeles imagi- neros, le dice con noble franqueza que las le- yendas se acaban, ó al joven rey que, á pesar de haberse criado entre faldas y educado por reaccionarios, declara que no teme á la muer- te por abrir una arquilla bendita. Contrasta esta real y juvenil sinceridad, que infunde esperanzas, oon la ignorancia de mu- ¡ chísimos subditos del rey nuevo. Porque la se- mana pasada, como todos los años, ha estado llena la iglesia de un convento de madrileños que han ido á ver liquidarse la sangre de San Pantaleón, y por sdli han pasado millares de imbéciles de uno y otro sexo, convencidos de que todos los veranos la sangre del santo cho- rrea > Sobre este particular de las arquillas cerradas y las imágenes angélicas y los milagros, ya decíamos ayer cuanto hay que decir en el asunto, y no hay por qué repetirlo. Pero cualquiera ve en esas líneas de Blasco el concepto que él se forma de los Obispos y de los católicos. A la cuenta le arece que los demás Obispos creen en rujas y que el Obispo de Oviedo no cree en los milagros. Y en el colmo de su alegría, Blasco, que de ordinario es culto en la forma, se permite llamar imbéciles á los fieles que van á adorar todos los años la reliquia de San Pantaleón. Para decir eso y hacer gracia con insultos podía haberse ahorra- do un colaborador el Heraldo. Se gasta ignominiosamente el dinero. Porque aun las pocas líneas de la charla de anoche son un refrito de otros años. No es la primera vez que Eusebio Blasco se ha burlado de la sangre de San Panta- león; antes bien, parece que eso ya lo tiene por costumbre, y si no estamos equi- vocados, de año en año viene haciéndola blanco de una ironía iracunda y rabiosa. ¿Por qué será esa antipatía de Blasco á San Pantaleón? ¿Qué perjuicios se le se- guirán á ese hombre ae que los asturianos crean que antaño tuvieron reyes tan cató- lictís que merecieron favores del Cielo y cruces de los ángeles, y de que los madri- leños besen la ampolla con la sangre de un Santo en el altar de un convento pala- tino? ¿O es que necesitarán los católicos permiso de Blasco para ir á la iglesia? ,, ¡Qué cosas, Señor, qué cosas! Política ameitai. Se conoce que á El Coireo no le hicieron buen cuerpo las declaraciones del Sr. Sagasta respecto á sus propósitos de retirarse, como Salisbury, de la vida pública, cuando anoche escribe, entre otras cofae, en PU Balance políti- co lo siguiente: «Las manifestaciones que en conversación tenida ayer con el Sr. Sagasta le atribuye hoy nuestro colega El Imparcial, especial- mente los propósitos de retirarse de la vida pública que se ponen en booa del señor presi- dente del Co. sejo, han prestado, como era natural, extraordinaria animación á los cen- tros donde se reúnen políticos y periodistas, hasta que pudo saberse qae se trata de una interpretación equivocada de lo que dijo el Sr. Sagasta. »Claro es qvte con esto se desvanecieron los comentarios á que la conversación de referen- cia habia dado lugar.» Ea efecto, tanto ss desvanecieron que ano- ¡ che era la supuesta retirada del Sr. Sagasta j objeto de todas las conversaoiones y de todos i los comentarios. . | Como es hoy, de nuevo, materia principal ea los periódicos de diecu&ión y de interés. Pero como el Sr. Sagasta tieae siete vidas como los gatos, ea lo político, |t3adría gracia que eea su formal y decisiva resolucioa de abandonar el Poder fuera una nueva manio- bra de su geaial travesura para fines que no alcanzamos! Y que ea vez de marcharse so aferrara más fuertemente á la poltroaa de la Presidencia del Consejo de Ministros. ¡Tendría gracia! Con toda clase de respetos, y á propósito de las iatencioaes que sa atribuyea al Sr. Sagas- ta, escribe El Liberal: «Con el respeto debido á la ancianidad, afir- mamos que de la renuncia del Sr. Sagasta no ha de derivarse para la Nación ningún género de perjuicios. »Y con el respeto que á la verdad se debe, opinamos y decimos que la desaparición dol partido liberal histórico será un bien para la Patria.» Pues nosotros, oon los mismos respetos, afir- mamos cuanto afirma El Liberal. Y además añadimos, tambiéa coa el mayor respeto, y afirmamos además, que ti con lá desaparicióu del partido liberal histérico des- apareciera el partido histérico coaservador y todos los organismos histéricos del régimea y de las instituciones parlamentarias, España se había calvado. Negamos ea absoluto lo que ha dicho el ee- ñor Silvela, y que ua periódico aprovecha para arrimar el ascua á su sardina. Los Poderes públicos en España no haa es- tado ea huelga permaaente desde hace treinta años. Han estado y siguea estando, por el contra- rio, ea actividad pasmosa laborando toda cla- se de desastres, de ruiaas y de desdichas para la Patria. Esa, esa ha sido su labor desde la Restaura- ción aígarrobeña. ¿Algo del viaj ? Pues allá va. Nos lo va á coatar Castell, el incomparable y detallista correspoasal de El Imparcial. Y es taa curieso lo que va á contar por tra- tarse de una ascensión al monte Naranco, que nos vamos á permitir pouer al cuento los co- rreepondieates epígrafes,á fin deque la ascen- sión no resalte fatigosa para el lector. Empecemos pues: Empresa temeraria. Dancio las boqueadas. «Muchas personas califican de temeraria' esta empresa, y no les falta razón, pues más que las escabrosidades del terreno, contribuía á hacerla difícil y peligrosa el asfixiante ca- lor que se respiraba. »¡ Así llegamos todos á aquellas alturas! .... ¡A punto de dar las boqueadas!» Delicia para el rey. «Pero la ascensión fué para el rey una deli- cia, y e3toy seguro de que pocas veces habrá disfrutado tanto.» Como en « E l r e y q u e rabió». «Cuando vio que el general Pacheco había tenido que cambiar el delicado bastón de con- cha con puño de oro por el burdo cayado de nn pastor, un verdadero garrote, rióse de lo lindo.» Como el otro se reía ?. Tiendo á su propio ministro De recluta en un cuartel. ; A g á r r a l e bíeu! «Al improvisado tren de vagonetas de mine- ral, que caminaba muy despacio por precau- ción, seguíale una turba de chiquillos. Uno de éstos se abarró descaradamente al bastón dol rey, y S. M., diciéndole: «Agárrate bien», lo llevó así largo trecho.» El rey fotograflando pelotas humanas, «Al entrar el tren en una pendiente, adqui- riendo mayor velocidad las. vagonetas, los chi- quillos, no pudiendo seguirlas, adoptarou el cómodo procedimiento de echarse á rodar co- mo pelotas por el declive de los montes. El rey celebró esto con grandes risas y se puso á sa- car fotografías con su maráscopo.» Chico tartamudo. ¡Viva e l m o el mo el uto .... ! «Entre los chicos que lo vitoreaban había uno que debía ser tartamudo, porque sus vivas resultaban entrecortados, y al gritar «¡viva el monarca!», no pasaba de repetir tres ó cua- tro veces la primera sílaba El rey, riendo, le interrumpió, terminando el viva.» Todos ¡guales e u l a s alturas. «Ya en las alearas, D. Alfonso compitió con los muchachos en saltar peñas y correr por los repechos arriba.» De prisa y corriendo.—Se acabó. «En San Miguel firmó en el álbum de prisa, porque le interesaba más sacar fotografías. »En Covadonga se hizo cargar el maráscopo con doce placas. Ya' no debe quedarle nin- guna.» Esto nos cuenta Castell, Y la cosa es divertida; Jamás los nacidos vieron Cosa igual ni.pareoida. Esa que es democracia, Y esa que es libertad; Ahora nos regeneramos Con toda seguridad. La Huerta de Murcia. Su representación en Madrid. Ha llegado á esta capital la Comisión de huertanos que ayer nos anunció nuestro oo- rrespoaeal ea Murcia, interesada ea la probi- bicióa de la mézala del pimentón coa el aceite. PJstá presidida por el diputado D. Jeeualdo Cañada, y la forman individuos de las si- guientes Asociaciones: Sociedad de San Miguel Arcángel, Blas Mu- ñoz López.—La Esperanza Benéfica de San Miguel Arcángel, Antonio Sánchez Vivaacos. Saa Isidro, Francisco Sánchez Meseguer.— Nuestra Señora del Carmen, José Morales Tor- tosa y Santiago Marín Saura.—Nuestra Seño- ra de la Antigua de Mouteagudo, Juaa Maa- resay Vicente.—-La Caridad, Ramóa Hernán- dez Pascual.—San Aatonio de Padua de Ca- bezo de Torres, Andrés Rabadáa Pardo.—Nues- tra Señora del Guadalupe, Jerónimo Meseguer Lorente y Domingo Res Lorente.—Unión de Libradores de Era Alta y Aljucer, Pedro Mon- piáa Figueras.—Unión Agrícola de Llaaos de Brujas, Juan Noguera Navarro.—Nuestra Se- ñora del Rosario del Puente de Tociao, J OBO Hidalgo Hernández.—Unión Agrícola de lh- niajáa, Vicente Ruiz Sánchez. Hoy han llegado otros diputados de Muroia que, unidos al Sr. Cañada y á la ComiHióa, visitaráa al Sr. Moret. -o-—• Letras nuevas y cosas viejas. Enfrascado estaba en el estudio de la con quista de España por los árabes, y dolíame de los bocados de filfa histórica que nos han he- cho engullir, cuando llegó á mis manos el ar- ticulo Amor antiquitatis de E L C OBRKO ES- PAÑOL . Aparte del incienso que se quema en pro de mi afición (bien haya ella con él, porque yo no gasto esos humos aromáticos), me halagó el saber que existen aún personas que sabo- rean las bellezas de lo antiguo, prefiriéndolas k ese aluvión del modernismo, flor anémica que brota de entre las ruinas que sepultan nuestra antigua raza de héroes. Ya no aguardo á la hora de la muerte, como el otro, para decir: -Me revienta al modernis- mo», no; prefiero mil veces aquellas imágenes del tiempo de los celtas y de los godos, que con cuatro rasgos toscos dejan adivinar la mano vigorosa del que los trazó, á estas pin •, turas modernistas délas que mis ojos instin- tivamente se desvían oomo si les pusieran de- lante un telarañón colgado de una escoba mal atada, Y con razón hacen mis ajos este desvio. ¿Qué pupila puede fijarse en el retrato de una señorita que saca una pierna como por el desierto de Sahara, hace luego un recodo in- definible con el medio del cuerpo hasta la re gión de la nubes, y después asoma un brazo larguiruoho y enclenque allá por los quintos infiernos? Una estampa de mujer en esa facha ni pue- de ser copia de la que Dios creó en el Paraíso, ni cabe más que en una cabeza de aquellas que, según Horacio, no se curan ni cou el bál- samo de las tres Autichas. Si de la pintura pasáramos á La literatura modernista y á otras plagas de tan desencuadernada índole agotaríase la paciencia sin recesidad; por esto, mejor quo fijarse en esas loeuras del ex travío, es lamentar el que en España haya tantos dedicados á propagar ese género de obras, como si lo que es de verdadero interés estuviera estudiado y sabido. Grande y transcendental error es éste, pues hace que se desoonozca lo que en realidad es nuestra Patria. Cada día que pasa mo pqne más de relieve que España está todavía por conquistar en casi todos los ramos del humano saber, asi eu ciencias como en letras. Allá va una prueba. La mayor parte de los españoles siguen cre- yendo como verdad la tradición referente á la Cava; muchos están persuadidos de que el padre de la tal se llamaba Julián; gran nú- mero afirma aún que la batalla que dió en- trada á los árabes en España se dió en »1 Gua- dalete, y todo esto es, sin embargo, una so- lemne farsa nacida de la manía de copiar unos historiadores k otros sin examinar el origen verdadero de las noticias. Estos erro- res históricos se deben k la confusión de le- tras árabes que los primeros cronistas hicie- ron; pues según trabajos recientes del sabio arabista Sr. Codera, el verdadero nombre del llamado padre de la Cava era Orbán, lo cual está conforme con !o que asegura Isidoro Pa- cense, y este Orbán no era español, sino bere- bere. No me detengo en probar este y otros asertos parecidos, porque ya están amplia- mente escritos y publicados. Lo que conviene k mi entender es vulgarizar estos estudios de cosas antiguos, y al decir vulgarizar no en- tiendo solamente hacer mucha propaganda de ellos, sino propagarlos por medio de una literatura llana, hasta festiva y juguetona, de tal manera que se pegue al cerebro menos cultivado. Hace uno3 años estnve en un pueblo, en el que vi á una vieja que so pasaba por la fronte siete veces una^ piedrecita con una seriedad digna do piejor causa. Preguntando la sigifi- ficación de aquel 8oto, me dijo que aquella piedra era una centolla que habia caído en su casa hacía muchos años, y que pasándola por la frente curaba la jaqueca, y teniéndola en la faldriquera vo dolían l &s muelas. Cuando la deshice su error, dieiéndola que aquella piedra no era rayo ni centella, sino una punta de flecha de los primitivos ef-pañoles, y la ex- pliqué el uso que hacían de esas y otras pie- © Biblioteca Nacional de España

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A Ñ O X V

Madrid, O S A pesa ta al a s s . ~Fraviceíca, 8 pesata* «¡üitóirit, IO SÌ--.««atra y SO al ano; por corresponsal £ librero, 18 pesotaa wziw.tr* y 2 4 ti lio.—Extranjorc: Palies de la Union Postal, XO ptas. trimojrtre, 8 0 ao-it-.aatra y 8 5 »1 «So.—Loa dea to paisa*, 8 0 pta» ecmeatre. ~ X'ngo *.&*• U n t a d a . — S a ae admita* as i l o s .

«tunare ia«l«*. S» té4ulM6¿ i s

Madrid.=Miércoles 6 de Agosto de 1902 aaepe'.ia ÍKinim»,

a librari** d«lsfca» I correapoiisalaa.

A^arícde ás Bufets £ S i V*i*iws&a «."¿'esa. üGMa

NÚM. 4.086

^ucacionj^odernista. . duca!5 I o , m i s m o educar que instruir. Peccion, i P e d a , g ° g ° ó moralista, que per-№íZ i v o u n t a d d e su prójimo eride-Besoí 6 n

C i a e l b'Pn;¿ i n s l l u ™ 6 1 P r o "

1¡mient¡ríf ' q u e Perfecciona el enten-''íticas A • s u discípulo con noticias ar­

fe 5 l e n t l f i c a s . lay homh 6 S l g u e 4 u e P u e d e haber y ^ e edueaH r e S m u y i n s t r u í d o s pésimamen-dos casi j ' y h o m b r e s muy bien educa-t i r , homr ° r a r ) t e s ó P ° C 0 menos, es de -

É^oran l , e s £ a b l 0 s b r i b o n e s , y personas l K S ' p e r o honradas. Nez v H C'ia P U í ? sta al servicio de la hon-

las; D ¿ L i v i r t u d e s n i i e l s o b r e hojue-PaldadLk s e r v i c ' o de la inmoralidad es

omovm • 1 1 I a l d a d . Nadie tan peligroso

P o r t f l e n t í í U ' , M n a I ° -* instru a ? t o ' ' a educación nacional y no

s^ma riff r debiera serla aspiración su-H los rn! ^ s l a d o » d e l P a dre de familia y

C u s i r o s todos.

, uena v ^ U e s ' e n d o e n sí, como lo es, r'«»i r j P

P ¡ r 0 v e c h o s a l a ciencia, el deside-R u e S e r , i a s naciones bien regidas tiene ^ k in.¿ ? a c i ó ) l Por <'« instrucción, y * : ^otal ,C°-ÓnpvT l a ulucición, pues el

- fin c i ?? siempre superior y anterior %>máe • ; y e n e s l e sentido, el peda-

I mundo n

m i n e n t e d o España, y tal vez del I 'octrinafj1"0 P e d a g ° g o 1 u e acredita sus ' íct ica manera más brillante y * ' Cañón; C O n , e l ejemplo, es el catedrático ' d e Granada D. Andrés Man-* «s d*j?r y d i r e c t o r ilustre de las Es-

N o n - n ? u < l c o m o e l concepto de edu-ií diento v . a i ~ i a I a idea de perfecciona-1 ;on p e *f >* todas Iqs facultades humanas

as, y 'jct'bles, cabe aplicar aquél á és-I a c I u í q u e l ° s pedagogos nos

Q e educación física, intelectual, •oraqLpkt ica ; pero preferentemente, y fiene soh l r n P e r i ° Que el apetito racional

M e<luca • a s demás potencias anímicas, 'juntad sp 1 ? 1 1 Propiamente dicha á la vo­lé ast)in„ refiere, y consiste en la incesan-r C r K l 0 n d e l hombre hacia la verdad, r ^ d e y l a helleza, triple manifesta-F'orai U n a s o l a esencia eminentemente I Y ¡

£ , e r f i r e m b a r g 0 ' n a d a tan distante de la Nerrii% e d u a a c i ó n como las tendencias

jii es. p e ' • a s de los Estados ateos y docen-facto ,-puen, a lo sumo, un bien abs-

i aent 0 'n U s o r io , convencional, sin funda-e j 0 s j 'Bhnq religioso, ni metafísico, que

/ nucij ^ ?eryir para la educación de las

I 'ies'vrn r e s l u s entregan, atadas de los l i L ^ a u o s , á todos los desenfrenos de L Taj e s[ 1 I n 9s apetitos concupiscentes. I e ) a i n f l i a s y Prácticas, prescindiendo r ° de p e n £ ' i a religiosa y moral, han he-

rf|el m *t sP aña el pueblo menos educado f»p80qtt6 n 0 ' P u e s en otras naciones queda

•Ue BurT/ a n l o s franceses politesse y ,№, corto - r a m o s t r aducir por buena crian-

^'¿ejt, e n e l t r a t o , maneras finas, etc., ¡¡ l&ción q U e e s l a moneda falsa de la edu-

} ión,e S!° s Pueblos sin cultura, sin educa-?»' erarrtent1 D ^ a n de europeizarse! Verda-

lvan»pi? hacen falta misioneros que R i f r e f ' ? e n y eduquen, no á los zulús y ,¡i >s e r a ' i n o a nuestros cafres y zulús de n» H\anes: capitales. En las calles v pla-

• l eDoia a F l S ' L o n d r e s , Madrid, Barcelona, tí1 j r e lihr e l C - ' s e necesitan pulpitos al

Mam. u r e para educar á esa golfería an-

r'oiicn u l « g o , apearean las procesiones \ i 0 ^

s Y a los frailes, incendian y asal-\ \ \ T 1 1 conventos, cierran las escuelas I ° s miti C l ? n i s - t a s , disuelven á garrotazos

s?ñoras s u s enemigos, insultan á las »'v°s d P r ° ^ e r e n blasfemias y gritos ofen-lodas ]a

o d o género, y faltan, en suma, á i Y ei conveniencias. I • estriCa ° e s

1 u e " o s directores ocultos yen A lne<iucados, los papeles que les

, biblia, confundiendo la instruc-0 : iina? educación, claman á grito heri-

¡^4ses c c i ó n » instrucción, instrucción!, ase&Ur

C u e ) a s y menos iglesias y conventos!, s Yar\ • m u y s e r i o s que l a c i e n c i a de

c * a n ^ U l s triunfó de nuestra ignorancia, ^enu "uestro fracaso colonial principal-c orr 0 e

e s hijo de la inmoralidad que nos

[ n vadtf S i m a educación modernista ha Nta^?i t a m hien los campos, y eso

los transeúntes diciendo: ¡Ave María Pu­rísima!, mientras hoy se entretienen en hablar como carreteros, apedrean canes y £ veces transeúntes, búrlanse de las seño­ras y acércanse á los caballeros para decir­les: tío, dame usté una perra; las mujeres, antes tan devotas y comedidas, tienen aho­ra lenguas de hacha, blasfeman y ensartan interjecciones á todo pasto, de esas que hacen enrojecer á un coracero; y, por úl­timo, los hombres, con tanta instrucción y progreso, se han civilizado tanto, y agu­zan tan prodigiosamente su intelecto, que pocos días hace presencié la siguiente es­cena en las afueras del pueblo.

Un labrador llevaba del ronzal para pa­searlo ó bañarlo á un macho suyo enfer­mo, que se empeñó en revolcarse sobre el polvo del camino, mientras su amo ha • cía esfuerzos heroicos para impedirlo. Aunque el labrador opinaba que el ma­cho podría ganarle á entendimiento, pero á fuerza no, el macho se salió con la suya, y mientras el irracional se refocila­ba lanzando los cuatro remos al aire, apostrofábale el racional diciendo:

«¡Cochino...., marrano , poco hom­bre. . . . , si no tiés vergüenza, ni la conoció nenguno de tu familia!.... ¡Miá que te rompo el alma!.... ¡Miá que te empuer­cas, morrazos!....», y por el estilo conti­nuó nuestro montañés, dando pruebas inequívocas de que la educación moder­nista ha transformado á los lugareños y villanos, de puercos, ignorantes y zafios que eran con el antiguo régimen, en per­sonas ilustradas, cultas y finísimas, como ' corresponde á ciudadanos europeizados por la libertad, la igualdad, la fraterni- . dad, el anliclericaíismo y el progreso, que es verdadero regreso al salvajismo, i como probado queda en el precioso libro ¡ del P. Saj, 'titulado La Europa salvaje. \

M. POLO Y PEYROIÓX. Terremoto en Italia.

( P O R T E L É G R A F O )

(DE LA AGENCIA FABRA) Roma 5.—LH noche última Re sintió en Ge­

nova y en Pisa un temblor de tierra que duró tras Btgiindos, notáudüte duraate el híjxómeao un ligero ruido subterráneo.

No hay desgracias que lamentar. Roma 5. —El terremoto de que anteriormen­

te dimo3 cuenta ha abarcado una zona máB extensa de lo que ee <;reyó en principio. Las cuidados de C.irra'ra y Masea sintieron tam­bién anoche el fenómeno seísmico, que ee pro­dujo allí con giande intensidad.

Uránicas cortas.

que an • s l ) e r ^ a s aldeas más pequeñas circu.-

llns(raj d e l a ilustración, y las gentes №n L f. ¿ moderna se disputan como

Trein. 0 1 < ) s Periódicos aotatioos. % s " t a afios atrás los montañeses de ^ W r a n ' a sabían menos,y estaban, sin '^ esiaf°' m e j o r educados.'Llenaban las eH d í a ^ ' Í I U e ahora se ven desiertas hasta I Hte Precepto; saludábanse afable-i? en rHn°s

a o t r o s ' y sombrero ó pañue-Sun a n o a l°s Sacerdotes y personas

^iran ! . 1 0 r . d a s e social, cuando ahora se "io, y pasan < l t l°s alN n d e s c a r o , casi con odi

N r a t . , d o de otros sin decir por ahí te t W chicos de la escuela besaban

0 a los Sacerdotes y saludaban á

En medio d e esa terrible carestía de víveres ¡ periodísticos, la prensa toda se ha arrojado i pon verdadera furia sobre el pedazo de carne ¡ fresca que facilitó Sagasta por conducto de ' un redactor de El Imparcial, bajo la forma de ! anuncio de su retirada.

La carne esa se ha servido al público con . toda clase de salsas, según las aficiones culi­narias de cada uno. ,

Hace bien en retirarse no hace bien en 1

retirarso ; la Patria ganará con esta retí- ; rada. . ., la Patria perderá con ella , será i uua retiriula hermosa.... , no será una retira­da, sino uua huida Y así por el estilo.

Todo esto se ha dicho, dando por cierto que Sagasta ha hablado en serio, que ha mani- 1 festaiio un deseo formalmente sentido y con honradas ganas d,e realizarlo.

Pero yo ro lo eren. ¡Bueno fuera que nos la j dejáramos pegar por Sagasta! ¡Como si no nos ! coi ocióramos lo bastaute para no saber hasta ¡ dónde llegan las marrullerías gitanescas de ¡ D. Práxedes! i

Guando tiene alguna madeja enmarañada • en su gestión ministerial, ó por causa de los \ sucesos, ó por culpa de SU3 ministros, conocí- j do es el recurso de que echa mano. El clásico catarro.

Ahora, el enredo en que está metido alean- i za una extensión extraordinaria. La cuestión religiosa que dejó provocar y cuya resolnción ha venido aplazando por medio de catarros, va á tomar caracteres agudos. Diversos as­pectos de la cuestión social, la cuestión eco­nómica, envenenada per el déficit, y otras va­rias cuestiones, pondrán en breva el horiaon- í te tan negro que Sagasta, que tiene los ojos i pequeños'pero la vi; ta larga, lio se ve c«n ánimo de afrontar con el simple paraguas de los catarros.

Y como no tiene á su disposición otra rotu­ra del peroné, ni los diviesos ofrecen resisten­cia bastante, el hombre ha discurrido el truc que le puede sacar de apuros.

Hé aquí el fundamento de la noticia de su retirada do la vida política.

El, allá para Octubre, presentará la deman­da de retiro; le será negada, io reiterará con insistencia, y en estos dimes y,diretes sepa-sarán los meses hasta que llegue l a hora de dejar el Poder álosconeervadores.

La gente, entretenida con e l espectáculo de la supuesta retirada, no se fijará en los pro­blemas que están tiObre el tapete.

¡Y que le echen Canr.lejas á Sagasta! Tiene que nacer todavía el que le gane á re­

cursos.

Desahucio genera! de un pueblo

T o d o e l v e e i n i l & r i o á l a e a H e .

El gobernador de Salamanca telegrafía que el juez de Ciudad Rodrigó ha aordado para el próximo viernes el lanzamiento de tocios loa vecinos de Campocerrado, en virtud de auto de ejecución y sentencia de desahucio á instancia diel Sr. Cobaleda, dueño de todo el coto Redon­do, incluso las casas por compra al conde de Santa Coloma.

Como la sentencia comprende á todo el ve­cindario, incluso al alcalde y c jncejalee, el go­bernador ha oficiado al alcalde de Martín del Río, pueblo limítrofe, para que se presente en Campocerrado y te haga cargo provisional de la documentación.

El Juzgarlo ha pedido el auxilio de la Guar­dia civil para mantener el orden.

El gobernador pide á su vez instrucciones.

¿Imbéciles? El Heraldo, para dar amenidad á sus co­

lumnas este verano, ha contratado A Euse-bio Blasco. Eusebio Blasco escribe un par de cuartillas diarias, y al anunciar su la­bor veraniega dijo que no se metería con nadie, que hablaría de sus ordinarios asuntos, de sus notes personales, de sus amistades con archiduques, r eyes j empe­radores. Y en efecto, anteayer nos habló Eusebio Blasco de que comía en la mesa redonda con D. Pedro, el emperador del Brasil.

Pero ayer rompió esa consigna, y sin poderlo remediar se fué arrastrado por sus aficiones á otros terrenos. Ayer Blas­co, tomando pie del famoso diálogo de Oviedo, soltó la espita de sus resabios antirreligiosos, y arrojó al público el cho­rro siguiente:

«¡Gracias á Dioe que oímos á un rey y á un Prelado hablar á la moderna, sin la sugestión de lo legendario y tradicional y absurdol

No se sabe á quién admirar más en este breve y_ elocuente diálogo, BÍ al Obispo que, en vez de invocar lo sobrenatural y empeñarse en hacer creer á su rey que hay ángeles imagi­neros, le dice con noble franqueza que las le­yendas se acaban, ó al joven rey que, á pesar de haberse criado entre faldas y educado por reaccionarios, declara que no teme á la muer­te por abrir una arquilla bendita.

Contrasta esta real y juvenil sinceridad, que infunde esperanzas, oon la ignorancia de mu- ¡ chísimos subditos del rey nuevo. Porque la se­mana pasada, como todos los años, ha estado llena la iglesia de un convento de madrileños que han ido á ver liquidarse la sangre de San Pantaleón, y por sdli han pasado millares de imbéciles de uno y otro sexo, convencidos de que todos los veranos la sangre del santo cho­rrea >

Sobre este particular de las arquillas cerradas y las imágenes angélicas y los milagros, ya decíamos ayer cuanto hay que decir en el asunto, y no hay por qué repetirlo.

Pero cualquiera ve en esas líneas de Blasco el concepto que él se forma de los Obispos y de los católicos. A la cuenta le

arece que los demás Obispos creen en rujas y que el Obispo de Oviedo no cree

en los milagros. Y en el colmo de su alegría, Blasco,

que de ordinario es culto en la forma, se permite llamar imbéciles á los fieles que van á adorar todos los años la reliquia de San Pantaleón. Para decir eso y hacer gracia con insultos podía haberse ahorra­do un colaborador el Heraldo.

Se gasta ignominiosamente el dinero. Porque aun las pocas líneas de la charla de anoche son un refrito de otros años. No es la primera vez que Eusebio Blasco se ha burlado de la sangre de San Panta­león; antes bien, parece que eso ya lo tiene por costumbre, y si no estamos equi­vocados, de año en año viene haciéndola blanco de una ironía iracunda y rabiosa. ¿Por qué será esa antipatía de Blasco á San Pantaleón? ¿Qué perjuicios se le se­guirán á ese hombre ae que los asturianos crean que antaño tuvieron reyes tan cató-lictís que merecieron favores del Cielo y cruces de los ángeles, y de que los madri­leños besen la ampolla con la sangre de un Santo en el altar de un convento pala­tino? ¿O es que necesitarán los católicos permiso de Blasco para ir á la iglesia? ,, ¡Qué cosas, Señor, qué cosas!

Política ameitai. Se conoce que á El Coireo no le hicieron

buen cuerpo las declaraciones del Sr. Sagasta respecto á sus propósitos de retirarse, como Salisbury, de la vida pública, cuando anoche escribe, entre otras cofae, en PU Balance políti­co lo siguiente:

«Las manifestaciones que en conversación tenida ayer con el Sr. Sagasta le atribuye hoy nuestro colega El Imparcial, especial­mente los propósitos de retirarse de la vida pública que se ponen en booa del señor presi­dente del Co. sejo, han prestado, como era natural, extraordinaria animación á los cen­tros donde se reúnen políticos y periodistas, hasta que pudo saberse qae se trata de una interpretación equivocada de lo que dijo el Sr. Sagasta.

»Claro es qvte con esto se desvanecieron los comentarios á que la conversación de referen­cia habia dado lugar.»

Ea efecto, tanto ss desvanecieron que ano- ¡ che era la supuesta retirada del Sr. Sagasta j objeto de todas las conversaoiones y de todos i los comentarios. . |

Como es hoy, de nuevo, materia principal ea los periódicos de diecu&ión y de interés.

Pero como el Sr. Sagasta tieae siete vidas como los gatos, ea lo político, |t3adría gracia que eea su formal y decisiva resolucioa de abandonar el Poder fuera una nueva manio­bra de su geaial travesura para fines que no alcanzamos!

Y que ea vez de marcharse so aferrara más fuertemente á la poltroaa de la Presidencia del Consejo de Ministros.

¡Tendría gracia!

Con toda clase de respetos, y á propósito de las iatencioaes que sa atribuyea al Sr. Sagas­ta, escribe El Liberal:

«Con el respeto debido á la ancianidad, afir­mamos que de la renuncia del Sr. Sagasta no ha de derivarse para la Nación ningún género de perjuicios.

»Y con el respeto que á la verdad se debe, opinamos y decimos que la desaparición dol partido liberal histórico será un bien para la Patria.»

Pues nosotros, oon los mismos respetos, afir­mamos cuanto afirma El Liberal.

Y además añadimos, tambiéa coa el mayor respeto, y afirmamos además, que ti con lá desaparicióu del partido liberal histérico des­apareciera el partido histérico coaservador y todos los organismos histéricos del régimea y de las instituciones parlamentarias, España se había calvado.

Negamos ea absoluto lo que ha dicho el ee­ñor Silvela, y que ua periódico aprovecha para arrimar el ascua á su sardina.

Los Poderes públicos en España no haa es­tado ea huelga permaaente desde hace treinta años.

Han estado y siguea estando, por el contra­rio, ea actividad pasmosa laborando toda cla­se de desastres, de ruiaas y de desdichas para la Patria.

Esa, esa ha sido su labor desde la Restaura­ción aígarrobeña.

¿Algo del viaj ? Pues allá va. Nos lo va á coatar Castell, el incomparable

y detallista correspoasal de El Imparcial. Y es taa curieso lo que va á contar por tra­

tarse de una ascensión al monte Naranco, que nos vamos á permitir pouer al cuento los co-rreepondieates epígrafes,á fin deque la ascen­sión no resalte fatigosa para el lector.

Empecemos pues:

E m p r e s a t e m e r a r i a . — D a n c i o l a s b o q u e a d a s .

«Muchas personas califican de temeraria' esta empresa, y no les falta razón, pues más que las escabrosidades del terreno, contribuía á hacerla difícil y peligrosa el asfixiante ca­lor que se respiraba.

»¡ Así llegamos todos á aquellas alturas!.... ¡A punto de dar las boqueadas!»

D e l i c i a p a r a e l r e y . «Pero la ascensión fué para el rey una deli­

cia, y e3toy seguro de que pocas veces habrá disfrutado tanto.»

C o m o e n «El r e y q u e r a b i ó » . «Cuando vio que el general Pacheco había

tenido que cambiar el delicado bastón de con­cha con puño de oro por el burdo cayado de nn pastor, un verdadero garrote, rióse de lo lindo.»

Como el otro se reía ?. Tiendo á su propio ministro De recluta en un cuartel.

; A g á r r a l e b í e u ! «Al improvisado tren de vagonetas de mine­

ral, que caminaba muy despacio por precau­ción, seguíale una turba de chiquillos. Uno de éstos se abarró descaradamente al bastón dol rey, y S. M., diciéndole: «Agárrate bien», lo llevó así largo trecho.»

E l r e y f o t o g r a f l a n d o p e l o t a s h u m a n a s ,

«Al entrar el tren en una pendiente, adqui­riendo mayor velocidad las. vagonetas, los chi­quillos, no pudiendo seguirlas, adoptarou el cómodo procedimiento de echarse á rodar co­mo pelotas por el declive de los montes. El rey celebró esto con grandes risas y se puso á sa­car fotografías con su maráscopo.»

C h i c o t a r t a m u d o . — ¡ V i v a e l m o e l m o e l u to . . . . !

«Entre los chicos que lo vitoreaban había uno que debía ser tartamudo, porque sus vivas resultaban entrecortados, y al gritar «¡viva el monarca!», no pasaba de repetir tres ó cua­tro veces la primera sílaba El rey, riendo, le interrumpió, terminando el viva.»

T o d o s ¡ g u a l e s e u l a s a l t u r a s . «Ya en las alearas, D. Alfonso compitió con

los muchachos en saltar peñas y correr por los repechos arriba.»

D e p r i s a y c o r r i e n d o . — S e a c a b ó . «En San Miguel firmó en el álbum de prisa,

porque le interesaba más sacar fotografías. »En Covadonga se hizo cargar el maráscopo

con doce placas. Ya' no debe quedarle nin­guna.»

Esto nos cuenta Castell, Y la cosa es divertida; Jamás los nacidos vieron Cosa igual ni.pareoida.

Esa sí que es democracia, Y esa sí que es libertad; Ahora nos regeneramos Con toda seguridad.

La Huerta de Murcia.

S u r e p r e s e n t a c i ó n e n M a d r i d . Ha llegado á esta capital la Comisión de

huertanos que ayer nos anunció nuestro oo-

rrespoaeal ea Murcia, interesada ea la probi-bicióa de la mézala del pimentón coa el aceite.

PJstá presidida por el diputado D. Jeeualdo Cañada, y la forman individuos de las si­guientes Asociaciones:

Sociedad de San Miguel Arcángel, Blas Mu­ñoz López.—La Esperanza Benéfica de San Miguel Arcángel, Antonio Sánchez Vivaacos. Saa Isidro, Francisco Sánchez Meseguer.— Nuestra Señora del Carmen, José Morales Tor­tosa y Santiago Marín Saura.—Nuestra Seño­ra de la Antigua de Mouteagudo, Juaa Maa-resay Vicente.—-La Caridad, Ramóa Hernán­dez Pascual.—San Aatonio de Padua de Ca­bezo de Torres, Andrés Rabadáa Pardo.—Nues­tra Señora del Guadalupe, Jerónimo Meseguer Lorente y Domingo Res Lorente.—Unión de Libradores de Era Alta y Aljucer, Pedro Mon-piáa Figueras.—Unión Agrícola de Llaaos de Brujas, Juan Noguera Navarro.—Nuestra Se­ñora del Rosario del Puente de Tociao, JOBO Hidalgo Hernández.—Unión Agrícola de lh-niajáa, Vicente Ruiz Sánchez.

Hoy han llegado otros diputados de Muroia que, unidos al Sr. Cañada y á la ComiHióa, visitaráa al Sr. Moret.

- o - — •

Letras nuevas y cosas viejas.

Enfrascado estaba en el estudio de la con quista de España por los árabes, y dolíame de los bocados de filfa histórica que nos han he­cho engullir, cuando llegó á mis manos el ar­ticulo Amor antiquitatis de EL COBRKO E S ­PAÑOL.

Aparte del incienso que se quema en pro de mi afición (bien haya ella con él, porque yo no gasto esos humos aromáticos), me halagó el saber que existen aún personas que sabo­rean las bellezas de lo antiguo, prefiriéndolas k ese aluvión del modernismo, flor anémica que brota de entre las ruinas que sepultan nuestra antigua raza de héroes.

Ya no aguardo á la hora de la muerte, como el otro, para decir: -Me revienta al modernis­mo», no; prefiero mil veces aquellas imágenes del tiempo de los celtas y de los godos, que con cuatro rasgos toscos dejan adivinar la mano vigorosa del que los trazó, á estas pin •, turas modernistas délas que mis ojos instin­tivamente se desvían oomo si les pusieran de­lante un telarañón colgado de una escoba mal atada,

Y con razón hacen mis ajos este desvio. ¿Qué pupila puede fijarse en el retrato de una señorita que saca una pierna como por el desierto de Sahara, hace luego un recodo in­definible con el medio del cuerpo hasta la re gión de la nubes, y después asoma un brazo larguiruoho y enclenque allá por los quintos infiernos?

Una estampa de mujer en esa facha ni pue­de ser copia de la que Dios creó en el Paraíso, ni cabe más que en una cabeza de aquellas que, según Horacio, no se curan ni cou el bál­samo de las tres Autichas. Si de la pintura pasáramos á La literatura modernista y á otras plagas de tan desencuadernada índole agotaríase la paciencia sin recesidad; por esto, mejor quo fijarse en esas loeuras del ex travío, es lamentar el que en España haya tantos dedicados á propagar ese género de obras, como si lo que es de verdadero interés estuviera estudiado y sabido.

Grande y transcendental error es éste, pues hace que se desoonozca lo que en realidad es nuestra Patria.

Cada día que pasa mo pqne más de relieve que España está todavía por conquistar en casi todos los ramos del humano saber, asi eu ciencias como en letras. Allá va una prueba.

La mayor parte de los españoles siguen cre­yendo como verdad la tradición referente á la Cava; muchos están persuadidos de que el padre de la tal se llamaba Julián; gran nú­mero afirma aún que la batalla que dió en­trada á los árabes en España se dió en »1 Gua-dalete, y todo esto es, sin embargo, una so­lemne farsa nacida de la manía de copiar unos historiadores k otros sin examinar el origen verdadero de las noticias. Estos erro­res históricos se deben k la confusión de le­tras árabes que los primeros cronistas hicie­ron; pues según trabajos recientes del sabio arabista Sr. Codera, el verdadero nombre del llamado padre de la Cava era Orbán, lo cual está conforme con !o que asegura Isidoro Pa­cense, y este Orbán no era español, sino bere­bere. No me detengo en probar este y otros asertos parecidos, porque ya están amplia­mente escritos y publicados. Lo que conviene k mi entender es vulgarizar estos estudios de cosas antiguos, y al decir vulgarizar no en­tiendo solamente hacer mucha propaganda de ellos, sino propagarlos por medio de una literatura llana, hasta festiva y juguetona, de tal manera que se pegue al cerebro menos cultivado.

Hace uno3 años estnve en un pueblo, en el que vi á una vieja que so pasaba por la fronte siete veces una^ piedrecita con una seriedad digna do piejor causa. Preguntando la sigifi-ficación de aquel 8oto, me dijo que aquella piedra era una centolla que habia caído en su casa hacía muchos años, y que pasándola por la frente curaba la jaqueca, y teniéndola en la faldriquera vo dolían l&s muelas. Cuando la deshice su error, dieiéndola que aquella piedra no era rayo ni centella, sino una punta de flecha de los primitivos ef-pañoles, y la ex­pliqué el uso que hacían de esas y otras pie-

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