el consuelo en san juan de la cruz

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  • 8/3/2019 El Consuelo en San Juan de La Cruz

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    CONSUELO/CONSOLACIN

    Un tema de la espiritualidadsanjuanista1

    ALFONSO BALDEN SANTIAGO, OCSO

    Al tratar este tema de los escritos sanjuanistas, entramos en unterreno de ambivalencias, pues para San Juan de la Cruz los"consuelos" y "consolaciones" tanto pueden tener una connotacinpositiva como negativa, segn sea el origen de los mismos, o la actituddel hombre ante ellos, o el grado de evolucin o madurez espiritual de

    la persona. Se impone, por tanto, en este campo como en tantos otrosla necesidad de un discernimiento espiritual sereno y objetivo,requisito indispensable para clarificar situaciones y orientar caminos.

    1. "BUSCAR CONSUELOS", SNTOMA DE INMADUREZ ESPIRITUAL

    Hombre de gran capacidad de observacin, Juan de la Cruz es agudo ala hora de reflejar los rasgos ms sobresalientes de la inmadurez delos "espirituales", tantas veces disfrazada de piedad, pero que, en elfondo, lo nico que revela es la necesidad radical de una purificacinprofunda que los lleve a superar la imperfeccin en que se hallan

    inmersos.

    Son almas que quieren "andar seguras y consoladas en las cosas delespritu" (LlB 2, 28), para los cuales "sus gustos son las penitencias,sus contentos los ayunos, y sus consuelos usar de los sacramentos ycomunicar en las cosas divinas" (1N 1, 3). No buscan propiamenteesas realidades espirituales, sino "sus" gustos, "sus" contentos, "sus"consuelos: se buscan a s mismas. Estn ego-centradas, y todo lo quevivan, aun lo ms "espiritual", lo vivirn desde su ego y en funcin delmismo. Esa es su inmadurez espiritual. "Todo se les va en buscargusto y consuelo de espritu" (1N 6, 6), pues estn "asidos" a ello (3S28, 7), ms an, "son movidos a estas cosas y ejercicios espiritualespor el consuelo y gusto que all hallan" (1N 1, 3), y as "andan a cebary vestir su naturaleza de consolaciones y sentimientos espirituales (2S7, 5).

    No slo, a causa de su egocentrismo espiritual, se hallan comobloqueados para su bsqueda teologal de Dios, sino que incluso vivenuna verdadera instrumentalizacin de su relacin con Dios,degenerando as por el inters lo que debera ser una relacin vivida

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    en y desde la gratuidad: "Ay, Dios y Seor mo, cun muchos hay queandan a buscar en ti consuelo y gusto, y a que les concedas mercedesy dones" (2N 19, 4). En su relacin con Cristo "los vemos andarbuscando en l sus gustos y consolaciones, amndose mucho a s; masno sus amarguras y muertes, amndole mucho a l" (2S 7, 12).Amarse a s mismo - amar al Seor: ah est la clave deldiscernimiento espiritual, pues la orientacin del amor estevidenciando el "dnde" vivimos y permanecemos, en nosotrosmismos o en el Seor.

    Estos "espirituales" centrados an en s mismos no aman de veras aDios, pues "por l no quieren hacer casi cosa que les cueste algo...sino que as se les viniese el sabor de Dios a la boca y al corazn, sindar paso y mortificarse en perder alguno de sus gustos, consuelos yquereres intiles" (CB 3, 2). No saben discernir, y as "lo que menosvale, que es hallar su consuelo y gusto... tienen por mejor" (2N 18, 4),y si no lo hallan "andan muy desconsolados y quejosos" (1N 3, 1). De

    estos tales sentencia el Santo: "No hallarn galardn en Dios,habindole ellos querido hallar en esta vida de gozo o consuelo... ensus obras" (3S 28, 5).

    2. LA DESCONCERTANTE EXPERIENCIA DE LA "NOCHE"

    Para llegar a la madurez espiritual, es imprescindible atravesar unlargo recorrido de purificacin personal, llevados de la mano de Dios,el nico que puede llegar a las ms recnditas profundidades del serhumano y renovarlo desde sus races ms profundas. Esta tarea derenovacin y purificacin tiene lugar, en gran parte, a travs de los

    "trabajos interiores" que "son de los que ms eficazmente purgan elsentido de todos los gustos y consuelos a que con flaqueza naturalestaba afectado" (1N 14, 4). Y as "conviene que sea puesta el alma envaco y pobreza de espritu, purgndola de todo nimo, consuelo yaprehensin natural acerca de todo lo de arriba y de abajo" (2N 9, 4).

    La experiencia subjetiva de quien atraviesa esta noche de purificacines sumamente desconcertante. El Santo la sintetiza globalmente conuna expresin magistral: "sienten gran novedad, porque se les havuelto todo al revs" (1N 8, 3). Todo del revs, efectivamente, pues siantes andaban asidos al gusto y consuelo que hallaban en las cosas deDios, ahora, por el contrario, "por maravilla halla gusto y consuelo

    sensible en alguna obra o ejercicio espiritual" (1N 13, 12); no halla ni"en las cosas de Dios" ni "en alguna de las cosas criadas" (1N 9, 2), yas "andan muy desconsolados y quejosos porque no hallan el consueloque querran en las cosas espirituales" (1N 3, 1; Cfr. 2N 19, 1).

    Estando en esta difcil situacin, la persona se siente comoabandonada a sus suerte, "no hallando en nada alivio, ni unpensamiento que la consuele" (LlB 1, 20), pues aunque crea que ama

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    a Dios tampoco esto le sirve de consuelo, pues cree que Dios no laquiere a ella, ni se siente digna de su amor (Cfr. 2N 7, 7). En estetrance cualquier ayuda externa resulta por dems ineficaz. Unos ledesconcertarn an ms dicindole "que vuelve atrs, pues no hallagusto ni consuelo como antes en las cosas de Dios" (S prl. 5). Otros,ms atentos a la realidad del momento que se atraviesa, le querranayudar hacindole ver que se trata de una experiencia positiva decrecimiento y maduracin espirituales, pero ella envuelta en su propiaexperiencia, "no lo puede creer", antes "parcele que como ellos noven lo que ella ve y siente, no la entendiendo dicen aquello, y en vezde consuelo, antes recibe nuevo dolor" (2N 7, 3). Lo ms que puedeentonces hacer el maestro espiritual es acompaar a estas personasprobadas "consolndolas y animndolas a que quieran aquello hastaque Dios quiera; porque hasta entonces, por ms que ellas hagan yellos digan, no hay remedio" (S prol. 5).

    Atravesada la noche, purificada ya el alma de su bsqueda inmadura

    de gustos y consuelos en las cosas espirituales, alcanzar muchamayor consolacin, no ya como algo que buscar compulsivamente,sino como don gratuito del "Dios de todo consuelo" (2 Cor 1, 3). As loreconocer el alma, "de manera que no hubo tribulacin, ni tentacin,ni penitencia, ni otro cualquier trabajo que en este camino hayapasado, a que no corresponda cierto tanto consuelo, deleite, etc., enesta vida" (LlB 2, 23), "conociendo aqu el alma... que como fueparticipante de las tribulaciones lo es ahora de las consolaciones y delreino" (LlB 2, 31).

    3. LA MADUREZ DEL HOMBRE ESPIRITUAL

    Si el Santo sealaba como uno de los rasgos de inmadurez espiritual elapego y la bsqueda de gustos y consuelos, es lgico que insista en lalibertad frente a los mismos como una de las caractersticas ms clarasdel espiritual maduro o perfecto

    A) Poner su consuelo en slo Dios

    Al sealar los provechos que causa en el alma la noche oscura, elSanto da la prioridad al nacimiento de un nuevo modo de tratar conDios y relacionarse con l, no ya desde el inters personal egocntrico,sino ms bien desde un profundo sentido de la gratuidad: "Ncele alalma tratar con Dios con ms comedimiento y ms cortesa, que es loque siempre ha de tener el trato con el Altsimo, lo cual en laprosperidad de su gusto y consuelo no haca; porque aquel saborgustoso que senta, haca ser al apetito acerca de Dios algo msatrevido de lo que bastaba y descorts y mal mirado" (1N 12, 3).

    En este sentido, es constante la exhortacin del Santo: "que despusque lo habemos dejado todo por Dios, es justo que no anhelemos

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    arrimo ni consuelo en cosa sino l" (Carta a Leonor de S. Gabriel,junio/julio, 1590), "porque l mismo es el que quiere ser su riqueza,consuelo y gloria deleitable" (Carta a Leonor Bautista 8.2.1588).

    Purificada ya en el crisol de la noche, liberada del afn de consuelos ygustos propios, "en ninguna manera aqu el alma busca su consuelo nigusto ni en Dios ni en otra cosa, ni anda deseando ni pretendiendopedir mercedes a Dios, porque ve claro que hartas le tiene hechas" (2N19, 4).

    He aqu, pues, el signo del progreso realizado, de la libertad adquirida,de la madurez alcanzada: "procurar (ante Dios) su honra y gloria entodas las cosas, enderezndolas slo a esto y desvindose en ellas dela vanidad, no mirando en ellas su gusto ni consuelo" (3S 20, 3). Estatal alma se mueve ya "no hallando ni queriendo hallar consuelo nirefrigerio sino slo l" (CA 33, 5), sus obras van hechas ya "con mspuro y entero amor de Dios" (3S 27, 5) y menos inters propio.

    Paradjicamente, es entonces, cuando no se pretende el consuelo enDios, cuando l lo da gratuitamente al alma desinteresada, libre ydesapegada: "donde es de notar que entonces est Dios bien prestopara consolar al alma y satisfacer en sus necesidades y penas, cuandoella no tiene ni pretende otra satisfaccin y consuelo fuera de l" (CB10, 6).

    B) Perseverar sin consuelos

    Cuando uno comienza a obrar ya as, no buscndose a s mismo, sinoen apertura a la gratuidad de Dios, no se echa atrs ante la carencia

    de consuelo espiritual. Por el contrario, descubre una oportunidad deexpresar el amor oblativo, gratuito y desinteresado ante Dios,perseverando en fidelidad aun sin ningn tipo de consolacin interior.

    El Santo sabe bien que "ms agrada a Dios el alma que con sequedady trabajo se sujeta a lo que es razn, que la que, faltando en esto,hace todas sus cosas con consolacin" (Av 1, 19). Los que an soninmaduros, "cuando se les ofrece alguna mortificacin mueren a susbuenas obras, dejndolas de hacer, y pierden la perseverancia, en queest la suavidad del espritu y consuelo interior" (3S 28, 7). A estostales "convineles que se consuelen perseverando con paciencia, noteniendo pena" (1N 10, 3), "sufriendo el perseverar en los espiritualesejercicios sin consuelo y sin gusto" (1N 13, 5).

    C) Su consolacin, en padecer

    Para Juan de la Cruz, slo hay un camino para llegar a la autnticamadurez espiritual en Cristo: el mismo por el que l fue, "el camino dela cruz, del Esposo Cristo" (CB 3, 5). Desde esa conviccin evanglicapuede exclamar con fuerza: "Oh, si se acabase ya de entender cmo

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    no se puede llegar a la espesura y sabidura de las riquezas de Dios, sino es entrando en la espesura del padecer de muchas maneras,poniendo en eso el alma su consolacin y deseo!" (CB 36, 13). Entraren la espesura del padecer. Y, entonces, la exclamacin sanjuanista seconvierte en exhortacin directa: "Oh almas que os queris andarseguras y consoladas en las cosas del espritu! Si supisedes cunto osconviene padecer sufriendo para venir a esa seguridad y consuelo..."(LlB 2, 28). Estamos de lleno dentro de la paradoja: el verdaderoconsuelo espiritual slo se alcanza desde la renuncia a buscar todoconsuelo y desde la aceptacin del sufrimiento y de los padecimientos.A quien est convencido de esto "le sera grande consuelo y alegraentrar por todos los aprietos y trabajos del mundo" (CB 36, 11).

    Es este, para el Santo, otro criterio seguro de discernimiento espiritual.Por ello afirma sin dudar que "el verdadero espritu... ms se inclina alpadecer que al consuelo, y ms a carecer de todo bien por Dios que aposeerle" (2S 7, 5). No es como los que buscan su acomodamiento y

    consuelo, o en Dios o fuera de l, sino el padecer, en Dios y fuera del, en silencio y esperanza y amorosa memoria" (Cta. a Mara deJess, 18.7.1589). Ha constatado, en efecto, que "comnmenteaquellas obras en que de suyo el hombre ms se mortifica... sean msaceptas y preciosas delante de Dios... que aquellas en que l halla suconsuelo" (3S 28, 8). Y eso mismo viene a decir en uno de susclebres aforismos: "Ms estima Dios en ti el inclinarte a la sequedad yal padecer por su amor, que todas las consolaciones y visionesespirituales y meditaciones que puedas tener" (Av 1, 14).

    4. RELATIVIZAR LAS CONSOLACIONES

    En definitiva, para nuestro Santo no se trata de rechazar todo consueloespiritual por principio. Dios nos concede su consolacin cuando lquiere y como l quiere, y ante su don debemos ser acogedores yagradecidos. Se trata de superar nuestra bsqueda compulsiva deconsolaciones y gustos espirituales que, en vez de abrirnos a Dios nosrepliega sobre nosotros mismos de forma egosta. Para lograr estalibertad de espritu, nada ms pedaggico y til que relativizar, porprincipio, todo gusto y consuelo espiritual, trascendindolo, parapermanecer en una actitud teologal ante Dios.

    Fray Juan sabe bien que "ninguna cosa del mundo puede dar

    fortaleza... ni consuelo" al espritu humano (Av 1, 43). Adems de lascosas del mundo, "tambin los consuelos y deleites espirituales, si setienen con propiedad o se buscan, impiden el camino de la cruz delEsposo Cristo" (CB 3, 5). Esto es ya motivo ms que suficiente pararelativizarlos sistemticamente; pero, adems de esto, recomienda elSanto no engaarse creyendo que el sentir gran consolacin osentimiento de Dios sea "tener ms a Dios o estar ms en Dios" (Cfr.CA 1, 2).

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    En consecuencia, la consigna ser no "asentar el corazn en el gusto,consuelo y sabor" espirituales (3S 27, 5), o tambin, citando el Salmo62, "no queris aplicar a ellas el corazn. Lo cual entiende as de losgustos sensuales, como de los ms bienes temporales y consuelosespirituales" (CB 3, 5). Y as podr buscar al Amado sin que se loimpida ningn otro apego ni inters, sino con plena libertad deespritu.

    A) Inclinarse voluntariamente al consuelo

    Para el Santo "el verdadero espritu antes busca lo desabrido en Diosque lo sabroso, y ms se inclina al padecer que al consuelo, y ms acarecer de todo bien por Dios que a poseerle, y a las sequedades yaflicciones que a las dulces comunicaciones, sabiendo que esto esseguir a Cristo y negarse a s mismo, y esotro, por ventura, buscarse as mismo en Dios, lo cual es harto contrario al amor. Porque buscarse as mismo en Dios es buscar los regalos y recreaciones de Dios; mas

    buscar a Dios en s es no slo querer carecer de eso y de esotro porDios, sino inclinarse a escoger por Cristo todo lo ms desabrido, ahorade Dios, ahora del mundo; y esto es amor de Dios" (2S 7, 5).

    Es sumamente clebre la consigna sanjuanista que exige "procuresiempre inclinarse... no a lo que es consuelo, sino antes al desconsuelo(1S 13, 6; Cfr. Av 3, 3). Hay que entenderla en su contexto, comocorrectivo medicinal para quien, desde su estado de imperfeccinespiritual, se inclina siempre, ms bien, a buscar gustos y consuelos,como ya vimos anteriormente. Una tendencia tan arraigada en elespritu no se puede superar sino con un esfuerzo radical, casi

    exagerado, en sentido contrario, hasta lograr en su momento elequilibrio justo de quien no busca ya intencionalmente ni una cosa niotra, sino que vive, arraigado en la gratuidad, sin ms anhelo ni deseoque slo Dios, buscado en fe y amor. Hasta llegar a esa meta, la fuertepedagoga sanjuanista es necesaria para el "despegue". Llegada a estameta el alma puede mirar atrs y reconocer en el camino recorridocmo se quiso "sustentar en soledad de todo gusto y consuelo y arrimode las criaturas por llegar a la compaa y junta de su Amado" (CB 35,2).

    B) Siguiendo el camino de Cristo

    Todo el afn del Santo en su magisterio y pedagoga espirituales secentra en ayudar al hombre a decidirse a emprender el seguimientoradical de Cristo, pues slo Cristo es el camino del hombre hacia Dios(Cfr. 2S 7, 9), y "el aprovechar no se halla sino imitando a Cristo" (2S7, 8).

    A quien quisiere "alguna palabra de consuelo", el Padre le responde:"mira a mi Hijo" (2S 22, 6), ese Hijo que "al punto de la muerte qued

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    aniquilado en el alma sin consuelo y alivio alguno", aniquilado "acercadel amparo y consuelo espiritual del Padre, pues en aquel tiempo ledesampar" (2S 7, 11). Si fue as, sin consolacin alguna, "el derechocamino de Cristo" (CB 3, 5), cmo puede pretender el espiritualcaminar asido a consuelos y gustos sensibles que, como bien dice elSanto, "impiden el camino de la cruz del esposo Cristo"? (CB 3, 5)

    5. CONCLUYENDO

    Podemos concluir este breve recorrido constatando cmo, al hilo de untema tan concreto como es el del "consuelo" "consolacin", se nos hanabierto una vez ms las grandes lneas del pensamiento y de laenseanza sanjuanistas. Y esto, adems, en un horizonteeminentemente dinmico: salir de la inmadurez del hombre imperfectoque se ama y se busca a s mismo, incluso en su relacin con Dios,procurando afanosamente los gustos y consuelos que deleitan susensibilidad; entrar por el camino purificador de la noche a travs del

    repentino carecer de tales experiencias sensibles y de la impotenciaradical ante ellas; llegar, por fin, a una apertura gratuita, libre deinters, ante el Dios de todo consuelo, que nos invita, en ltimainstancia, a recorrer el mismo camino de despojo y de cruz del Cristo-Hijo, quien nicamente ha de constituir todo deleite y consuelo delverdadero espiritual.

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    1. El presente trabajo era, en su origen, una aportacin al Diccionario de SanJuan de la Cruzrecientemente publicado por la Editorial Monte Carmelo. En lalista de colaboradores aparece anunciado, pero inexplicablemente queddespus fuera del cuerpo de dicho Diccionario. Tratndose de un temaimportante del magisterio y la doctrina sanjuanistas, parece oportunoofrecerlo aqu a los estudiosos y lectores del Santo.