el concepto de virtud

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Será oportuno dar en primer lugar una definición del término “virtud”. La virtud es una disposición estable de la inteligencia y de la voluntad; tal disposición regula nuestros actos orientándolos hacia el bien. Con la expresión “disposición habitual”, se quiere decir que la virtud no es fruto de un impulso ocasional, sino que es una inclinación hacia el bien que la persona construye dentro de sí en el transcurso de los años. Lo mismo hay que decir del vicio: el vicio es una disposición habitual del ánimo humano hacia el mal. La virtud y el vicio no se pueden inventar, no son hechos episódicos u ocasionales, son en cambio inclinaciones habituales maduradas en el transcurso de los años. Para un hombre que no ha construido dentro de sí la disposición habitual de la virtud, será dificilísimo, por ejemplo, llevar adelante con perfección los propios deberes de trabajo y tenderá siempre hacia la aproximación, o bien encontrará muchos obstáculos para ser fiel a la palabra dada, para ser leal, para ser justo y así sucesivamente. La disposición interior de la virtud humana es construida por consiguiente en el tiempo, y así la exigencia de la virtud, incluso la más ardua, es observada sin dificultad por el sujeto. Incluso el vértice del heroísmo cristiano, como es el martirio, no es el impulso de un momento, sino el resultado de una vida vivida en la progresiva y constante maduración de las virtudes evangélicas. Incluso la persona que vive inmersa en los vicios no llega a los vértices del pecado de manera inmediata, sino solamente a través de un largo descenso gradual. Las virtudes morales cristianas se llaman también “virtudes cardinales”, en el sentido que son el quicio en torno al cual gira la vida moral del creyente. Alrededor de esas se reagrupan todas las demás virtudes. Según el libro de la Sabiduría estas virtudes basilares son cuatro: “la templanza y la prudencia, la justicia y la fortaleza (8,7). Recordamos que ésas difieren sustancialmente de las virtudes teologales porque, mientras que estas últimas se reciben por infusión en el acto de recibir el bautismo, las cuatro virtudes morales crecen bajo el influjo del Espíritu pero son adquiridas por una decisión personal de la voluntad.

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Ser oportuno dar en primer lugar una definicin del trmino virtud

Ser oportuno dar en primer lugar una definicin del trmino virtud. La virtud es una disposicin estable de la inteligencia y de la voluntad; tal disposicin regula nuestros actos orientndolos hacia el bien. Con la expresin disposicin habitual, se quiere decir que la virtud no es fruto de un impulso ocasional, sino que es una inclinacin hacia el bien que la persona construye dentro de s en el transcurso de los aos. Lo mismo hay que decir del vicio: el vicio es una disposicin habitual del nimo humano hacia el mal. La virtud y el vicio no se pueden inventar, no son hechos episdicos u ocasionales, son en cambio inclinaciones habituales maduradas en el transcurso de los aos. Para un hombre que no ha construido dentro de s la disposicin habitual de la virtud, ser dificilsimo, por ejemplo, llevar adelante con perfeccin los propios deberes de trabajo y tender siempre hacia la aproximacin, o bien encontrar muchos obstculos para ser fiel a la palabra dada, para ser leal, para ser justo y as sucesivamente. La disposicin interior de la virtud humana es construida por consiguiente en el tiempo, y as la exigencia de la virtud, incluso la ms ardua, es observada sin dificultad por el sujeto. Incluso el vrtice del herosmo cristiano, como es el martirio, no es el impulso de un momento, sino el resultado de una vida vivida en la progresiva y constante maduracin de las virtudes evanglicas. Incluso la persona que vive inmersa en los vicios no llega a los vrtices del pecado de manera inmediata, sino solamente a travs de un largo descenso gradual.

Las virtudes morales cristianas se llaman tambin virtudes cardinales, en el sentido que son el quicio en torno al cual gira la vida moral del creyente. Alrededor de esas se reagrupan todas las dems virtudes. Segn el libro de la Sabidura estas virtudes basilares son cuatro: la templanza y la prudencia, la justicia y la fortaleza (8,7). Recordamos que sas difieren sustancialmente de las virtudes teologales porque, mientras que estas ltimas se reciben por infusin en el acto de recibir el bautismo, las cuatro virtudes morales crecen bajo el influjo del Espritu pero son adquiridas por una decisin personal de la voluntad.