el clasismo en la actual educación española

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195 . LXVI1 EL CLASISMO EN La ACTUAL EDUCACION ESPAÑOLA [153 ] 21 TORRENT, JOAN, Y TASIS. RAFAEL: Història de la Prem- sa Catalana. Bruguera. Barcelona, 1966. Dos tomos. Consultar para este capitulo el tomo II. «El Trujamán del Retablo». «Lloro pueril en la muer- te de un dibujante de revistas infantiles». La Esta- feta Literaria. Madrid, 15 de enero de 1966. VÁZQUEZ. O. P.. Jesús MARÍA: La Prensa Infantil en España. Doncel. Madrid. 1963. 206 pp. Consultar para este capitulo pp. 37 a 40. VIÑA, ALBERTO: Conferencia sobre el TBO. Curso de Altos Estudios en Salou, 1957. Inédita. Al finalizar este capitulo de la historia de los te- beos encuentro, manejando datos y referencias, una relación de trabajos de las alumnas de la Escuela de Bibliotecarias de Barcelona. Allí aparece reseñado el siguiente : 47 (1935). RAMÍREZ y MORALES, ADELA: «Historia del Periòdic infantil a Catalunya». (Fragment del treball Historia del Periòdic Infantil a Espanya.) No he podido consultar este trabajo bibliográfico, que no dudo ha de ser del mayor interés. Incluyo aquí su referencia para los lectores. APENDICE BIBLIOGRAFICO Considero sumamente importante el estudio de la relación existente entre el dibujante y el tebeo. Para situarla existen numerosos trabajos. De la época pue- den consultarse : FRANCÉS, Jose : La caricatura española contemporánea. Imprenta de Juan Pueyo. Madrid, 1915, 62 pp. El mundo ríe. Renacimiento. Madrid, 1920. 257 PP. La caricatura. CIAP. Madrid. 1930. 33 pp. y 21 láminas. SÁNCHEZ DE PALACIOS, MARIANO: Los dibujantes de Es- paña. Ediciones Nuestra Raza. Madrid, s. f., 188 pp. El clasismo en la actual educación española JOSE MARIA QUINTANA CABANAS Hay unos cuantos temas pedagógicos que de cuando en cuando suscitan el interés y la cri- tica de la opinión pública, que se deja escuchar desde la prensa y demás medios de difusión. Uno de tales temas es la existencia de colegios que parecen destinados casi exclusivamente a los niños de familias ricas. Tanto algunos edu- cadores privados como ciertas congregaciones religiosas regentan establecimientos docentes de este tipo. Será por razones de negocio o por creerse en el deber de educar especialmente a las «clases dirigentes» e influyentes, pero el caso es que los colegios para los hijos de la alta bur- guesía son un hecho entre las instituciones edu- cativas de nuestro país. REALIDAD DE LOS COLEGIOS CLASISTAS Quizá en otro tiempo podia un colegio vana- gloriarse de estar destinado a educar a lo que se llamaba «lo mejor» de la sociedad. Pero las ideas han ido cambiando; una oleada de demo- cracia ha saneado la mentalidad social de las personas, y sin duda que ningún colegio tendría hoy el poco rubor de expresarse en semejantes términos. Ningún centro educativo quiere decirse ahora para ricos. Las realidades, con todo, son muy otras. Pues se dan, ciertamente, colegios situados en zonas residenciales. montados con suntuosidad y un notable lujo y, sobre todo, que hacen pagar unas mensualidades solamente al alcance de familias muy acomodadas. Este último factor es decisivo para determinar una discriminación social en los alumnos que acuden a tales colegios; y así ve- mos que se reúnen allí tan sólo los hijos de familias muy pudientes. En vano se alegará que la existencia de becarios gratuitos tiende a im- posibilitar el clasismo, pues los becarios son una ínfima minoría, y eso no llega a impedir que la clase rica consiga, según palabras de J. Vicens Vives, «la educación esmerada de la juventud en centros de enseñanza exclusivos». Tales centros pueden ser muy variados, desde los grandes colegios de religiosos a pequeños co- legios con nacionalidad extranjera o que se dicen de enseñanza especializada; últimamente ha pro- liferado bastante, también, otra modalidad, cons- tituida por ciertos parvularios. La discriminación social de los alumnos llevada a cabo en tales centros es una realidad patente a la vista de todos. Con todo eso, en nuestra actual educación la distinción de clases sociales no puede estar ya más marcada. Se dan escuelas donde acuden los niños de clase media, otras para hijos de obreros y gratuitas, y otras para ricos. (Y aún menos mal si estas dos últimas no se construyen unas al lado de otras, como a veces se ha hecho, pres- tándose a toda clase de distinciones y contras- tes.) Con razón. pues. ha podido señalar Jorge

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Page 1: El clasismo en la actual educación española

195 . LXVI1 EL CLASISMO EN La ACTUAL EDUCACION ESPAÑOLA

[153 ] 21

TORRENT, JOAN, Y TASIS. RAFAEL: Història de la Prem-sa Catalana. Bruguera. Barcelona, 1966. Dos tomos.

Consultar para este capitulo el tomo II.«El Trujamán del Retablo». «Lloro pueril en la muer-

te de un dibujante de revistas infantiles». La Esta-feta Literaria. Madrid, 15 de enero de 1966.

VÁZQUEZ. O. P.. Jesús MARÍA: La Prensa Infantil enEspaña. Doncel. Madrid. 1963. 206 pp.

Consultar para este capitulo pp. 37 a 40.VIÑA, ALBERTO: Conferencia sobre el TBO. Curso de

Altos Estudios en Salou, 1957. Inédita.Al finalizar este capitulo de la historia de los te-

beos encuentro, manejando datos y referencias, unarelación de trabajos de las alumnas de la Escuelade Bibliotecarias de Barcelona. Allí aparece reseñadoel siguiente :

47 (1935). RAMÍREZ y MORALES, ADELA: «Historia delPeriòdic infantil a Catalunya». (Fragment del treballHistoria del Periòdic Infantil a Espanya.)

No he podido consultar este trabajo bibliográfico,que no dudo ha de ser del mayor interés. Incluyoaquí su referencia para los lectores.

APENDICE BIBLIOGRAFICO

Considero sumamente importante el estudio de larelación existente entre el dibujante y el tebeo. Parasituarla existen numerosos trabajos. De la época pue-den consultarse :FRANCÉS, Jose : La caricatura española contemporánea.

Imprenta de Juan Pueyo. Madrid, 1915, 62 pp.El mundo ríe. Renacimiento. Madrid, 1920. 257 PP.La caricatura. CIAP. Madrid. 1930. 33 pp. y 21 láminas.SÁNCHEZ DE PALACIOS, MARIANO: Los dibujantes de Es-

paña. Ediciones Nuestra Raza. Madrid, s. f., 188 pp.

El clasismo en la actualeducación española

JOSE MARIA QUINTANA CABANAS

Hay unos cuantos temas pedagógicos que decuando en cuando suscitan el interés y la cri-tica de la opinión pública, que se deja escuchardesde la prensa y demás medios de difusión.Uno de tales temas es la existencia de colegiosque parecen destinados casi exclusivamente alos niños de familias ricas. Tanto algunos edu-cadores privados como ciertas congregacionesreligiosas regentan establecimientos docentes deeste tipo. Será por razones de negocio o porcreerse en el deber de educar especialmente a las«clases dirigentes» e influyentes, pero el caso esque los colegios para los hijos de la alta bur-guesía son un hecho entre las instituciones edu-cativas de nuestro país.

REALIDAD DE LOS COLEGIOS CLASISTAS

Quizá en otro tiempo podia un colegio vana-gloriarse de estar destinado a educar a lo quese llamaba «lo mejor» de la sociedad. Pero lasideas han ido cambiando; una oleada de demo-cracia ha saneado la mentalidad social de laspersonas, y sin duda que ningún colegio tendríahoy el poco rubor de expresarse en semejantestérminos. Ningún centro educativo quiere decirseahora para ricos.

Las realidades, con todo, son muy otras. Puesse dan, ciertamente, colegios situados en zonasresidenciales. montados con suntuosidad y un

notable lujo y, sobre todo, que hacen pagar unasmensualidades solamente al alcance de familiasmuy acomodadas. Este último factor es decisivopara determinar una discriminación social en losalumnos que acuden a tales colegios; y así ve-mos que se reúnen allí tan sólo los hijos defamilias muy pudientes. En vano se alegará quela existencia de becarios gratuitos tiende a im-posibilitar el clasismo, pues los becarios son unaínfima minoría, y eso no llega a impedir que laclase rica consiga, según palabras de J. VicensVives, «la educación esmerada de la juventuden centros de enseñanza exclusivos».

Tales centros pueden ser muy variados, desdelos grandes colegios de religiosos a pequeños co-legios con nacionalidad extranjera o que se dicende enseñanza especializada; últimamente ha pro-liferado bastante, también, otra modalidad, cons-tituida por ciertos parvularios. La discriminaciónsocial de los alumnos llevada a cabo en talescentros es una realidad patente a la vista detodos.

Con todo eso, en nuestra actual educación ladistinción de clases sociales no puede estar yamás marcada. Se dan escuelas donde acuden losniños de clase media, otras para hijos de obrerosy gratuitas, y otras para ricos. (Y aún menos malsi estas dos últimas no se construyen unas allado de otras, como a veces se ha hecho, pres-tándose a toda clase de distinciones y contras-tes.) Con razón. pues. ha podido señalar Jorge

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Gall. como característica del proceder educativode nuestro pais, «la realidad de la educación cla-sista secular».

EL IDEAL SOCIAL EN LA EDUCACION

Hoy día todos coinciden en admitir que no esasí como debe procederse. Por eso a menudo ve-mos que hay quien tira piedras contra los cole-gios especializados en altos niveles de la sociedad.La educación es algo que hay que poner igual-mente al alcance de todos, y por eso opina Ale-jandro Sanvisens que «una nación no debierapermitir que unas personas tuvieran más opor-tunidades que otras de educarse o instruirse, puesse trata de un derecho humano que todos com-parten en la misma medida».

Lo que nos parece mal no es tanto la imposi-bilidad en que se ven los económicamente débilesde poder asistir a los colegios caros; pues noopinamos, como muchos hacen, que tales colegiossean pedagógicamente mejores que otros másmodestos. Lo que nos parece mal es que se man-tengan aislados a los chicos de familias ricas, noobligándolos al contacto con muchachos de otrosambientes, y tal vez cultivándoles, más o menosa sabiendas, conciencia o prejuicios de clase.

Todos los pedagogos y sociólogos convienen enque la educación e instrucción no deben darsepor clases sociales. Lo ideal es que haya un tipoúnico de escuela y de educación, y que todos losniños, sin distinción de clases, se sienten en lasmismas aulas y convivan en las mismas institu-ciones. Y que la promoción de los alumnos sehiciera en todos los casos según sus capacidadespersonales, y no según las posibilidades eco-nómicas que tienen sus padres.

En los países de más alto nivel de vida estasideas se ven felizmente llevadas a la práctica.En Alemania, por ejemplo, asiste obligatoria-mente toda clase de niños, cualquiera que sea suposición social, a escuelas del mismo tipo. Ennuestro país, en cambio, un tal proceder parecedel todo imposible, pues la mentalidad social noestá lo bastante desarrollada como para comul-gar con estas ideas.

EL PORQUEDE LA DISCRIMINACION SOCIAL

EN NUESTROS COLEGIOS

Pero no nos precipitemos. Bien está proponerideales, mas un educador no ha de perder nuncael contacto con las situaciones reales. Y la si-tuación educacional de nuestro país, en relacióncon lo sociológico, es por demás compleja y di-fícil de solventar bien.

Muchos de nuestros colegios no proceden de-masiado bien en el asunto del clasismo. Pero,¿es verdaderamente suya la culpa? ¿No será que

se ven imposibilitados de proceder de otro modo?Sus fallos son a menudo graves, y cuesta creerque no los ven o no quieren remediarlos. Es muyfácil eso de acusar a los colegios; son bastanteslos que lo hacen, y es que a menudo se trata deindividuos que no conocen de cerca las dificul-tades prácticas, a menudo insuperables, con lasque debe enfrentarse la tarea educativa en unassituaciones dadas.

En el caso concreto de nuestro clasismo educa-tivo, por ejemplo, creemos que la culpa es, másque de los colegios, de la sociedad misma. Esnuestra sociedad la que tiene mentalidad clasistay establece compartimientos estancos entre losindividuos; y en los colegios no hace más quereflejarse esta actitud que. en principio, les vie-ne como impuesta y determinada.

En efecto. Las estructuras educativas de unanación no hacen otra cosa que reflejar sus es-tructuras sociales; suele creerse que las escue-las pueden configurar a un pueblo, pero quizásea más exacto decir que es el pueblo quien con-figura sus escuelas: en ellas quedan reflejadassus virtudes y defectos, y su misma fisonomíaespiritual.

Todo eso queda bien claro en el caso de nues-tro país y en el hecho a que nos referimos. Algúncolegio se ha excusado de su clasismo, y tienebastante razón: no son los colegios quienes ha-cen discriminación, sino más bien las familias;no se dan colegios que busquen cierto tipo dealumnos, sino padres que buscan cierto tipode colegios, que creen adecuados a la alta idea quese forman de su posición social.

Este razonamiento nos parece válido. Además,la raíz del mal no está tampoco en los colegios,sino en nuestro sistema educativo. En los paísesen que el Estado subvenciona todas las escuelaspuede crearse la escuela única para todos. Peroen cuanto una parte notable de la población hade acudir, para educarse, a la iniciativa privada—caso de España—. surge necesariamente el cla-sismo educativo. Lo vamos a ver. La educación escara: los colegios privados han de establecer unascuotas más o menos elevadas: sólo los económi-camente pudientes están en disposición de satis-facerlas; los de condición más modesta —que sonmuchos, también en el caso de España— se venobligados a beneficiarse de la gratuidad de loscentros estatales; y como que los pudientes sue-len preferir la enseñanza privada, por juzgarlamás idónea para la formación de sus hijos, ahítenemos el clasismo educativo como resultadode la situación económica de nuestra sociedad.Mientras haya colegios que exijan elevados ho-norarios y haya gente menesterosa que no puedacostear la instrucción de sus hijos, habrá nece-sariamente centros docentes que resulten espe-cializados en los distintos niveles sociales.

El mal de nuestro país es que las clases socialesestán demasiado diferenciadas: hay familiasmuy ricas y las hay muy necesitadas. En talescondiciones, vienen a establecerse, para unos y

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otros, organismos diversos, en todos los órdenes,igualmente muy diferenciados, como su mismoestilo de vida. Y así se explica que esta situacióngeneral haya de config trar también nuestra es-cuela.

Todo esto resulta muy comprensible desde quese consideran las características sociales de nues-tra nación. Dejan éstas bastante que desear. perosu presencia es un hecho inevitable, que no po-demos pasar por alto. Los diversos estilos de vidallegan a marcar diferencias entre el modo deser de las personas, hasta tal punto que cabeincluso que nos preguntemos si seria beneficioso.para la educación de los chicos, la convivenciaescolar de todos sin distinción, procedentes deambientes sociales muy diferenciados. En las na-ciones donde sólo hay gente rica y otra menosrica, pero de posición desahogada, la generalconvivencia no se hace problema; el problemgpuede surgir, en nuestro país, si obligamos achicos de suburbios obreros a relacionarse es-trechamente con chicos de familias muy aco-modadas.

DIFICULTADES PARAUNA INDISCRIMINACION SOCIAL

EN NUESTRA ESCUELA

Suprimir todo clasismo de la escuela significamezclar en ella, sin distinción alguna. a todotipo de muchachos. Pero. ¿hasta qué punto re-sulta ello aconsejable en las circunstancias so-ciales que se dan en nuestro país?

No habría problema si las clases sociales es-tuvieran más niveladas y no se apreciara tantadiferencia en las costumbres y manera de ser delas personas, sobre todo, que pertenecen a lasclases extremas, las más altas y las más bajas.Pero nos parece que la convivencia escolar demuchachos pertenecientes a familias ricas y afamilias muy humildes habría de acarrearles másinconvenientes que ventajas.

Ventaja para los ricos si que la habria, en todocaso; pues nada necesitan tanto como un con-tacto con compañeros de ambiente modesto; elloles haría descubrir la importancia de los valorespersonales, por encima del valor dinero y de lavacua vanidad que suele éste inspirar, y les daríaocasión de que se formaran de la gente humildeun conocimiento más justo y exacto. Pero nostememos que a los chicos de condición modestales seria incómodo y hasta perjudicial la convi-vencia con unos compañeros en los que veríanunas costumbres y un tren de vida tan distantesde los suyos. Nos imaginamos que los primeroshabrían de sentirse, en su compañía, desplazadosy hasta con un sentimiento de inferioridad. Deello dan testimonio muchos educadores que hanpodido observarlo en casos bien concretos; yhasta señalan formas irregulares de conducta aque se han entregado algunos niños de condición

modesta para poder aparentar no ser menos quelos otros.

En vista de lo cual hemos de pensar si no estal vez precipitado, en el caso de nuestro país,proclamar la escuela única como lo más indi-cado para las necesidades educativas de nuestrasociedad. Seria lo más bello, sería lo ideal; pero.¿sería también lo más provechoso en nuestrasituación real?

EL CLASISMO COMO SOLUCIONPROVISIONAL

Es éste un problema que nos invita a seriasreflexiones. Y algunos que las han hecho creenllegar a una conclusión bien clara: la situaciónsocial de nuestro país no ha llegado todavía a unamadurez (es decir, a una igualación o a una di-ferenciación mínima de sus clases sociales) quepermita la convivencia de todo tipo de mucha-chos en una misma escuela. A eso último es adonde hay que tender; pero, mientras, convendráeducar a los muchachos por clases sociales se-paradas, si se trata de las más extremas entreéstas.

Esto es lo que mejor explica la presencia, ennuestro país, de colegios con régimen clasista.A nadie puede gustar tal tipo de colegios; pero,¿quién es capaz de proponer alguna soluciónmejor? Nos referimos a soluciones viables, realis-tas; porque las soluciones teóricas todos las sa-bemos. pero de poco nos sirven si no vemos cómoechar mano de ellas.

Se habla a menudo, por ejemplo, de la «socia-lización» de la escuela. También la piden, encierto modo, los religiosos; hace ya tiempo quesolicitan del Estado la subvención de sus cole-gios. alegando que si éstos resultan caros —dedonde se sigue, naturalmente, la selección eco-nómica de sus alumnos y el clasismo del cen-tro— es porque no tienen aquella subvención,pudiendo tan sólo los ricos pagarse el colegio.

Bien nos parecen estas iniciativas, pero cree-mos que es imposible, como ya hemos dicho,eliminar el clasismo educativo si no es anteseliminado el clasismo social, de lo cual andatodavía muy lejos nuestro pais. La socializacionde la escuela debe correr parejas con la socia-lización de la vida de un pueblo y. sobre todo.de la mentalidad de sus habitantes. Mientraslas clases inferiores no eleven su nivel eco-nómico, y mientras su estilo de vida no esté máscercano al de los ambientes sociales bienestan-tes, la convivencia forzada de todo tipo de alum-nos seria un desastre. La igualdad humana noes algo que pueda imponerse, sino que ha de re-sultar de los hechos; cuando la igualdad se dépreviamente, es entonces cuando desapareceránlos problemas que su ausencia provoca. La orga-nización de la escuela debe tener en cuenta la

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situación económica y social de aquellos paraquienes se establece.

Eso no significa que pactemos ya tranquila-mente con nuestra situación social-escolar. Noes la que debería ser, y eso no puede dejarnospasivos. Un sano inconformismo ha de obligar-nos a trabajar en la búsqueda de mejores solu-ciones, que siempre son posibles. al menos enparte. Y es con respecto a esta mejora parcialque pueden hacerse culpables aquellos que debe-rian aportarla y no lo hacen. En lo cual tienenbastante que ver los colegios; y es en este terre-no donde podemos preguntarnos por la posibi-lidad que tienen de combatir el clasismo edu-cacional y hasta qué punto vienen obligados allevar a cabo reformas internas en este sentido.

EXAMEN DE CONCIENCIA DE LOSCOLEGIOS CLASISTAS

No condenamos nosotros la presencia de nues-tros colegios clasistas, ya se ve. Y es que siemprese hace difícil condenar a alguien, cuando seconsideran bien las cosas, puesto que tan com-plejas suelen ser. Queremos tan sólo dar a esoscolegios algunos motivos de reflexión y, en todocaso, que se condenen ellos mismos sus defectos.Y. sobre todo, que los enmienden y se decidana trabajar, en cuanto de ellos dependa, en la su-peración de esta situación social-escolar tan im-perfecta que estamos soportando.

Con todo, y a pesar de lo dicho, no es que sehaga absolutamente indispensable la existenciadel clasismo educativo. Sabemos de algún co-legio barcelonés que se esfuerza en lograr unafusión social de sus alumnos, real y educativa.y lo consigue de un modo sorprendente. Peroeso es ya labor de artista, y nos parece que esasfiligranas no se pueden pedir a la generalidadde los colegios y de los educadores.

Es por eso que nos vemos obligados a aceptarlos hechos, al menos por el momento y a modo decompás de espera. Y los hechos (consumados,por cierto) son que existen colegios que albergana grandes y exclusivos contingentes de hijos dela alta burguesía. No los vamos a suprimir de unpinmazo. Lo que sí podemos hacer, al menos, ypor el momento, es invitarlos a renovarse en suespíritu, a sacudir toda inercia y rutina, y a to-mar una más clara conciencia de la responsabi-lidad social que les incumbe.

Sepan. por empezar, que no son colegios comolos demás. No porque sean de más categoría o

porque tengan un mayor nivel pedagógico, sinoporque cuentan con un tipo especial de edu-candos. Es decir: son distintos, pero no por de-dicarse a una clase social privilegiada, sino por-que este hecho les plantea un problema educativosingular, y la sociedad les pide un esfuerzo lealen resolverlo bien.

A muchos niños de clase acomodada. en efecto.el ambiente en que viven y son criados les con-fiere un modo peculiar de ser. con problemaseducacionales específicos. Los colegios donde acu-den deben conocerlos bien y solventarlos delmodo oportuno. No basta con que preparen asus alumnos para pasar el consabido examende grado. sino que deben también vacunarlos efi-cazmente contra todos los peligros que supone elvivir en un ambiente en el que nada les falta nilos preocupa, y que los hace mimados de la for-tuna.

No siempre lo hacen así esos colegios. De mu-chos juicios que sobre los mismos hemos reco-gido, de personas autorizadas, se deduce que di-chos colegios a veces caen en notables defectos.tales como cierta vanidad u ostentación, el ha-lagar a sus alumnos y el cuidar poco de sanear-les su mentalidad social. Cuando debieran, másbien, evitar todo lujo en sus instalaciones, bus-cando sólo el funcionalismo, y emplear el dineroen la mejor y verdadera educación de sus alum-nos; la cual habrá de hacerse a base de un tratoduro y austero dado a los mismos, contrarrestan-do así la molicie del ambiente en que se crían.

Y. sobre todo, han de darles una adecuada for-mación social, lo mismo teórica que práctica.Pues al tratar de conseguir, asi, que los ricos delmañana tengan en nuestra sociedad un papelbastante más positivo, justo y socializante quemuchos de los de hoy, es tal vez el modo máseficiente como puedan los mencionados colegiostrabajar por la superación del clasismo educa-cional de que estamos adoleciendo.

Esos colegios de ambiente social cerrado y ex-clusivo están destinados a desaparecer. Pero,mientras, es cierto que tienen en su mano el des-empeñar. en los hijos de la burguesía, una mi-sión educativa y una función socializadora enla que nadie, por ahora, podría comprometersecon más ventaja que ellos. Aplíquense. pues, arealizar con empeño este cometido que pesasobre sus espaldas; pues es esta la única razónque puede justificarlos, ante la sociedad, de lasituación anómala —y transitoria— en que se en-cuentran respecto de imperativos lo mismo peda-gógicos que sociales.