el catolicismo popular y el culto a las imágenes

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El catolicismo popular y el culto a las imgenes ante la nueva evangelizacin. 1. Introduccin. La religiosidad popular es una realidad que se encontraba presente en la Iglesia pero que permaneca ajena a cualquier tipo de reflexin, tanto desde la teologa, como desde el Magisterio, no siendo hasta despus de la celebracin del Concilio Vaticano II cuando se comience a ser tenida en cuenta por la oficialidad de la Iglesia, pudindose afirmar que hasta entonces no haba emergido ningn tipo de acercamiento a dicha realidad en el horizonte de la conciencia eclesial, ni que tampoco centrara el inters de los padres conciliares.1 Concretamente sera la Iglesia latinoamericana la que habra mostrado su intencin de plantear el tema de la religiosidad popular, teniendo al mismo tiempo una intuicin certera y profunda. Cabra resaltar, antes de seguir en nuestra profundizacin, que el fenmeno de una religiosidad apartada, en cierto grado de la oficialidad, no ser exclusiva de la religin cristiana, sino que la podemos encontrar en cualquier construccin religiosa ms o menos evolucionada, pudindola situar en lo ms profundo del hecho religioso humano. Ser con la celebracin de los snodos de los obispos latinoamericanos en las ciudades de Puebla (Mxico) y Medelln (Colombia) durante los aos 70 del pasado Siglo XX, cuando se emitan los primeros documentos oficiales sobre el catolicismo popular. A la hora de afrontar y analizar el estudio sobre el catolicismo popular no se podran dejar de lado las aportaciones que las ciencias humanas, tales como la antropologa cultural, la sociologa, la psicologa e incluso la historia, hayan venido haciendo en relacin al tema, siendo estas ltimas la que han tomado la delantera en estas cuestiones. Tambin sera digno subrayar, que aunque el avance en el estudio de la religiosidad popular haya sido en principio mayor en el terreno de las ciencias humanas, estos aparecen ciertamente sesgados, siendo desplazado el componente religioso desde el lugar principal que le corresponde a uno menos importante.

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Luis Maldonado. El catolicismo popular. Editorial Verbo Divino. Estella (Navarra). 1990. Tema II. Pg. 19.

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En la conferencia de Medelln, quedara claramente establecido que la religiosidad popular ser el resultado de una sntesis peculiar entre la fe cristiana suscitada por medio de la evangelizacin y la cultura propia de cada pueblo que va recibiendo dicha evangelizacin. Se puede definir como una evangelizacin inculturada. Se caracterizar como la forma mediante la cual se produce el sincretismo entre dos realidades religiosas que tienden a converger.2 Se trata de una religiosidad de votos y promesas, de peregrinaciones y devociones, basada en la recepcin de los sacramentos, de forma especial el bautismo y la primera comunin, que se relaciona ms directamente con cuestiones sociales que religiosas. Aunque se le advierte virtudes autnticamente cristianas en el orden de la caridad, en su conducta moral presenta numerosas deficiencias, aadiendo una casi nula participacin en los cultos y en la organizacin de la Iglesia. Esta religiosidad, no permanecera ajena a la sociedad en la que se desarrolla llegando a entrar en crisis al mismo tiempo que la sociedad actual, colocando a la Iglesia en el dilema de continuar siendo universal, o de convertirse en una secta, si no se siente capaz de incorporar de forma plena a quienes se manifiestan con este tipo de religiosidad y que por ser Iglesia, se debe ver capacitada para llevar a todos los hombres el mensaje de salvacin, independientemente que sepa correr el riesgo de que todos no sepan aceptarlo y vivirlo de la misma forma. Desde el punto de vista del hecho religioso esto debe ser aceptable, ya que incluso es claro que ni todos los hombres aceptan y viven el mismo de idntica forma, ni una misma persona lo experimenta por igual en las distintas etapas de su vida.3 En la Conferencia de Puebla se llegar a referir con tres trminos sinnimos, religin del pueblo, religiosidad popular o piedad popular, y que en el caso concreto de la fe cristiana catlica se identificar con catolicismo popular, definindolos como la forma de la existencia cultural que la religin adoptar en un pueblo determinado; el conjunto de hondas creencias selladas por Dios, de las actitudes bsicas que de esas convicciones derivan y las expresiones que las manifiestan.42 3

dem nota n 1. Pg. 22. Conferencia general del Episcopado Latinoamericano. Documentos finales de Medelln. Segunda Conferencia. (Medelln-Colombia).1968. Capitulo I. Apartados 2-3 4 Documentos de Puebla. III Conferencia del episcopado latinoamericano. Segunda Parte. Captulo II. Apartado 3. (Puebla-Mxico).1979.

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En un informe presentado por el presidente del Consejo episcopal latinoamericano en 1974, monseor Pironio, aparece la siguiente declaracin; Cuando se habla de catolicismo popular, se entender la manera segn la cual el cristianismo se ha encarnado en las culturas y grupos tnicos diferentes y gracias a la cual se halla arraigado en el pueblo como una vivencia profunda5 Posteriormente a los snodos iberoamericanos antes citados sern los obispos del sur de Espaa los que traten la cuestin del catolicismo popular, publicando una serie de documentos entre los aos 1975 y 1988. En el estudio que los obispos del sur de Espaa realizaron y editaron en el ao 1975, estos colocan una serie de bases sobre las cuales sustentan el fenmeno de la religiosidad popular, indicando que en lo ms profundo de la existencia humana, individual y colectiva, existe siempre una base de religiosidad, que podramos llamar innata, y que es caracterstica de todo hombre, la cual se sita siempre bajo cualquier tipo de construccin religiosa, ya sea ms primitiva o ms evolucionada. En ese lugar es donde se arraigarn todas las religiones, y cultivarn el espritu religioso del hombre.6 Todas estas experiencias del sustrato religioso se relacionarn con todos los momentos de la vida humana, llegando a tocar todos los aspectos ms profundos de la existencia, reflejndose al mismo tiempo en el comportamiento tico del hombre. La religiosidad popular constituir uno de los accesos ms directos y penetrantes hasta el corazn y el ser de un pueblo, el cual se reconocer al mismo tiempo en aquellas formas y expresiones que le evocan sus experiencias religiosas y que le permitirn realizar sus valores humanos.7 2. Catolicismo popular. El Catolicismo popular en Andaluca. Como ya hemos indicado anteriormente, el catolicismo popular vendr originado por la inculturacin que tiene lugar al producirse el encuentro del cristianismo y las religiones primitivas autctonas de los lugares a los que aquel iba llegando, originando al final, una sntesis entre la fe cristiana que se iba transmitiendo por medio de la5

dem nota 3. Cf. A. Verwilghen. La religiosit populaire Dans les documents recents du Magistre: Nouvelle Revue Thologique. 1987. 6 Obispos del Sur de Espaa. El catolicismo popular en el sur de Espaa. Documento de trabajo para la reflexin prctica pastoral. 1975. Primera parte. Apartado 6. Extrado de www.odisur.es 7 dem nota 6.

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evangelizacin y la cultura y las religiones existentes originariamente en los pueblos que iban siendo evangelizados. Ser necesario que se mantenga una presencia bsica de los elementos fundamentales de la verdadera fe cristiana, aunque tambin es cierto que estos, a veces, sufren determinadas desviaciones y necesitan de una profunda accin catequtica. El catolicismo popular ser el mejor ejemplo que se pueda utilizar para describir la denominada inculturacin de la fe, de cmo esta impregna a las realidades culturales con las que toma contacto, y cmo se deja impregnar por las mismas. El catolicismo popular, por tanto, se ha convertido en el arquetipo de inculturacin realizada de manera positiva. Pero ante este fenmeno tampoco podemos dejar de lado las dificultades con las que nos podemos encontrar, ya que nos tendremos que situar frente a realidades de muy diversa ndole y naturaleza, adems de la casi imposibilidad de determinar quines sern los sujetos de dicha manifestacin. Tampoco se puede dejar de lado que el catolicismo popular no es una realidad fijada para siempre. Este, a medida que se va produciendo un cambio en la sociedad, se ir viendo afectado de forma directa, de manera que se convierte en un fenmeno eminentemente dinmico y variable. Ya los obispos del sur de Espaa llamaron la atencin sobre estas dificultades, pero tambin dejaron claro que el catolicismo popular es parte del ser eclesial y por tanto est inscrito en la vida y comunidad de la Iglesia.8 Llegados a este punto, podemos destacar que un caso singular dentro del catolicismo popular es el que ha florecido en Andaluca, refirindose a ello los obispos del sur de Espaa en su documento de 1975. Estos destacaran que uno de los fundamentos para esta especialidad podra ser el carcter del pueblo andaluz, como seran la honradez, la limpieza moral la inteligente laboriosidad, su viva emotividad, la estimacin de la cultura y el gozo ante la belleza, as como una profunda filosofa de la vida y la muerte. Adems destacaran su capacidad de acogida y apertura, la facilidad para la comunicacin y el dilogo, su generosa solidaridad, un fortsimo sentimiento de afecto a la familia y un alegre sentido de la fiesta.98 9

dem nota 6. Introduccin. Apartado 3. dem nota 6.

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En sus manifestaciones el pueblo andaluz buscar exaltar ritualmente los momentos ms solemnes de la vida con el sentido de obtener para ellos la bendicin de dios, tendiendo a lo devocional ms que a lo litrgico y resaltando siempre la dimensin festiva. En este punto cabe destacar que esa dimensin festiva puede ser a la vez muestra de coherencia con el espritu festivo que refleja el anuncio del Reino de Dios y del Evangelio de Jesucristo. Aunque esta dimensin festiva, es una cuestin central den todo el catolicismo popular, en Andaluca toma una dimensin especial debido a la estrecha relacin entre fiesta y cofrada o hermandad, apareciendo ambas como un binomio estrecho e inseparable.10 En 1985, ya los obispos tambin llamaban la atencin sobre el auge y la revitalizacin que estaban tomando este tipo de manifestaciones religiosas, en especial las celebraciones de Semana Santa, las romeras y las fiestas patronales, destacando a su vez el creciente inters de los jvenes por integrarse en las asociaciones que las protagonizan, e incluso de fomentar la creacin de muchas de ellas, y por otro lado un progresivo aumento en el traspaso de elementos propios de la religiosidad popular a las celebraciones litrgicas. Al mismo tiempo hacan un llamamiento sobre el inters que estas despertaban sobre las autoridades civiles y polticas, basado en unos motivos de poca ndole religiosa y ms de promocin personal.11 Volviendo al tema de las celebraciones del catolicismo popular en Andaluca, podemos indicar que, aunque existen determinadas fiestas y devociones dedicadas a los santos, las que verdaderamente destacan son las celebraciones en honor a Cristo y al Stma. Virgen Mara. En torno a las mismas podemos incidir en las cuestiones que relacionan a estas con el culto iconogrfico, en las cuales podemos entender que existe una importante herramienta para el desarrollo de la labor de transmisin del mensaje evanglico, debindose incidir en que este se desarrolle dentro de un autntico camino que permita transmitir y recuperar el verdadero sentido cristiano.

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dem nota 1. Tema 3. Pg. 29. Cf. Salvador Rodrguez Becerra. Las fiestas de Andaluca. Una aproximacin desde la Antropologa cultural. Sevilla. 1985. 11 Obispos del sur de Espaa. El catolicismo popular. Nuevas consideraciones pastorales. 1985. Cap. II. www.odisur.org

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3. El culto iconogrfico en la Iglesia Catlica. Si nos acercamos a la definicin del trmino culto, nos encontraremos ante un vocablo con una significacin excesivamente amplia, incluso circunscribindonos tan solo a su terminologa religiosa. El Diccionario de la Real Academia Espaola presentar nueve distintas acepciones de esta, dentro de las cuales nos podremos encontrar con tres que hacen referencia a su aspecto religioso. 4. Homenaje externo de respeto y amor que el cristiano tributa a Dios, a la Virgen, a los ngeles, a los santos y a los beatos. 5. Conjunto de ritos y ceremonias litrgicas con que se tributa homenaje. 6. Honor que se tributa religiosamente a lo que se considera divino o sagrado.12 En el culto religioso se establecer una relacin que une al hombre con Dios, y que naciendo del conocimiento de nuestra condicin de criatura coloca a Dios en una situacin totalmente distinta a la del hombre, a la vez que comprendindose dentro del mismo una serie de actuaciones externas e internas. Dentro de la amplitud del culto religioso nos podemos encontrar con diferentes categoras del mismo, establecemos la diferenciacin en dos tipos generales: culto de latra y culto de dula. As mismo, los cultos de latra y de dula se subdividirn en latra o dula absoluta y latra o dula relativa, adems el culto de dula presenta un caso especial que es el culto de hiperdula. El trmino latra proviene del latn latria, y a su vez del griego latreia, significando culto o adoracin. El culto de latra absoluta ser el que se tribute nicamente a Dios Trinidad; Padre, Hijo y Espritu Santo, as como a la Hostia consagrada y a las especies del pan y el vino en la Sagrada Eucarista. La actitud que debe prevalecer en dicho culto debe ser la de colocar a Dios por delante de todo, cumpliendo el mandato del primero de los mandamientos. No habr para ti otro Dios delante de m. (Ex 20, 3).12

REAL ACADEMIA ESPAOLA DE LA LENGUA, Diccionario de la Lengua Espaola. (Vigsimo segunda edicin. Edicin en CD-ROM multiplataforma. Versin 1,0; Madrid. 2003). Ver vocablo culto. ESPASA.

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Si nos atenemos a los que nos transmiten la Biblia y la Tradicin sobre el culto de latra absoluta, encontraremos numerosas citas dentro de sus escritos; (Ex 15, 2; Dt 12, 2-5; Lc 4, 8; Mt 28, 9; Jn 5, 23; Flp 2, 1011). Respecto del culto de latra relativa podemos decir que es el culto tributado a reliquias del mismo Cristo, tal cmo, el Sudario de Turn o el Lignum Crucis. A estos se les debe respeto y devocin, no por ellos mismos, sino por Cristo, quien las origin. El culto, por tanto debe ser relativo y nunca absoluto. El culto de dula absoluta consistir en la simple veneracin de los ngeles y los santos, debiendo ser una prctica reconocida como vlida en la doctrina. Slo es aceptado como tal por las Iglesias catlica y ortodoxa, considerndose como idoltrico en la mayora de las confesiones surgida de la reforma protestante. Aunque como tal, el culto de dula absoluta no aparece de forma expresa en la Escritura, si podemos determinar que se recogen algunos testimonios de un culto especfico a los ngeles y a la intercesin de los muertos ante Dios. (Jos 5, 13-14; Tb 12, 15-18; Col 3, 1-4). Dentro del culto de dula absoluto, nos encontramos con el caso especial del culto que se tributa a la Stma. Virgen Mara que se denominar culto de hiperdula y que consistir en el mismo que el culto de dula, pero en un mayor grado. Dicha veneracin especial le vendr otorgada por el reconocimiento, por parte de la Iglesia, de los dogmas marianos; Madre de Dios, Inmaculada Concepcin, Virginidad Perpetua y Asuncin a los Cielos en cuerpo y alma, estos dos ltimos reconocidos como tales nicamente por la Iglesia Catlica. Como ejemplo del mismo, dentro de las Sagradas Escrituras podemos remitirnos a algunos textos del Evangelio de Lucas y de los escritos veterotestamentarios. (Lc 1, 42-43; 48; Is 7, 14; Mi 5, 2-3). La devocin a Mara no debiera trasladar la centralidad que debe poseer el culto a Dios, evitando, al mismo tiempo, la alteracin dentro de la jerarqua de verdades. Su figura debe ir siempre en relacin a Cristo y a la Iglesia. Otra cuestin importante ser la de la realizacin de un culto descargado de excesos e impurezas que no siten a Mara en un lugar que no le corresponde.7

El culto de dula relativa quedar reservado para las representaciones que se realizan de Dios, de la Virgen, de los ngeles y de los santos, as como a las reliquias que se conservan principalmente de estos ltimos. Por medio de este se buscar fomentar el cuidado y la estima hacia estas, rindindole un culto respetuoso y relativo, sin olvidar que, a quien verdaderamente se venera es a quien estas representan. En la Escritura se recoger el culto a las imgenes unido generalmente al culto pagano e idoltrico, de modo que aparecer condenado por Yahv. Podemos considerar que esta prohibicin de realizar imgenes podra quedar relativizada si nos remitimos a ciertos pasajes bblicos en los cuales, incluso de manera expresa, el mismo Yahv permitir la realizacin de las mismas. Hars, adems, dos querubines de oro macizo, los hars en los dos extremos del propiciatorio. Haz el primero de los querubines en un extremo y el segundo en el otro. Los querubines formarn un cuerpo con el propiciatorio en sus dos extremos. Estarn con las alas extendidas por encima, cubrindose con ellas el propiciatorio, uno frente a otro, con las caras vueltas hacia el propiciatorio. (Ex 25, 18-20). Y dijo Yahv a Moiss: Hazte una serpiente abrasadora y ponla sobre un mstil. Todo el que haya sido mordido y la mire, vivir. Hizo Moiss una serpiente de bronce y la puso sobre un mstil. Y si una serpiente morda a un hombre y este miraba la serpiente de bronce, quedaba con vida. (Nm 21, 8-9) Respecto al culto a las reliquias nos encontramos en la misma situacin que con la realizacin de imgenes. Aunque no se reconoce una enseanza directa en favor del culto a las mismas en la Biblia, si encontramos textos que muestran el valor religioso y la importancia que estas llevan conjuntas. Ejemplos de los mismos podran ser: Moiss tom consigo los huesos de Jos, pues este haba hecho jurar solemnemente a los israelitas: Un da os visitar: entonces os llevaris de aqu mis huesos con vosotros. (Ex 13, 19).

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Inmol sobre los altares a todos los sacerdotes de los altozanos que se encontraban all y quem sobre ellos huesos humanos. Luego se volvi a Jerusaln. (2R 23, 20). Dios obraba por medio de Pablo milagros no comunes, de forma que bastaba aplicar a los enfermos los pauelos o mandiles que haba usado y se alejaban de ellos las enfermedades y salan los espritus malos. (Hch 19, 11-12). El uso de las imgenes en el culto cristiano se ira extendiendo de forma muy lenta y reservada. No sera hasta que se superara el paganismo idoltrico de los gentiles, cuando se llegara a reconocer, permitir y aceptar la veneracin a las mismas. 4. El uso de imgenes en el culto cristiano. Desde un principio predomin la prohibicin explcita del uso de las imgenes en el culto como aparece recogido en numerosos textos del Antiguo Testamento, heredando as el aniconismo judo13, no es menos cierto que pronto aparecer el uso de imgenes en las comunidades cristianas con una cierta inclinacin simblica y alegrica, pero nunca con una intencin directamente cultual. Siguiendo al profesor Casas Otero, podemos distinguir tres etapas diferenciadas en el desarrollo iconogrfico en el cristianismo. En una primera etapa, influenciado por las costumbres ornamentales romanas, se van introduciendo imgenes en la decoracin como simples ornamentos. En una segunda etapa, el desarrollo y evolucin que va experimentando el cristianismo producir un giro en el uso de las imgenes, pasando estas a tener un sentido didctico. La tercera y ltima etapa significar la evolucin definitiva hacia el uso de las imgenes para el culto cristiano.14 Las primeras representaciones de las que se tiene constancia, por los restos arqueolgicos que se conservan de algunas catacumbas y de casas de culto, aunque siempre con una intencin ornamental y decorativa, pudindose destacar que en un principio sern muy simples y13

En relacin al uso de las imgenes en el judasmo podemos hacer referencia que, al igual que ocurrira en otras religiones, el pueblo judo, en un principio, no hara objeciones al uso de elementos anicnicos en el culto, evolucionando posteriormente al desarrollo de una ornamentacin con imgenes como atestiguan los restos encontrados en algunas sinagogas. J. CASAS OTERO, Esttica y culto iconogrfico. Cap. V. y J. LVAREZ, Arqueologa cristiana. 92-93. 14 J. CASAS OTERO, Salvacin y Belleza. Fundamentos teolgicos de la esttica en la revelacin y el culto iconogrfico, Cristianisme i Justicia. (Marzo 2000.Barcelona). 19 y 20. En www.fespinal.com.

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posteriormente irn tomando mayor complejidad de forma progresiva. Un caso excepcional de restos de figuras narrativas anterior a la paz de la Iglesia y que son las nicas conservadas de esa poca en edificios de superficie sern las aparecidas en las ruinas de la capilla de la ciudad de Doura Europos15, a las orillas del ro ufrates.16 La primera intencin representativa ir siendo sustituida paulatinamente por una intencin didctica, llegando a afirmar Gregorio Magno mucho tiempo despus, ya en los comienzos del S. VII, que aquello que la escritura es para el lector, la imagen lo representa para quienes no saben leer.17 Dicho sentido didctico tambin haba sido defendido anteriormente por Gregorio de Nisa: las imgenes son la Biblia para los pobres y los ignorantes y por Basilio el grande: las imgenes hacen visible, a travs de la imitacin, cuanto el discurso manifiesta a travs del odo. Son como un libro abierto que estimula el deseo de las realidades espirituales.18 Tras la promulgacin del Edicto de Miln, en el ao 313, mediante el cual el emperador Constantino establecer la libertad de religin en el imperio, hay un cambio radical en el devenir de la historia la Iglesia. Este cambio provocar a su vez el establecimiento de una serie de circunstancias, que de manera conjunta, irn influyendo en la mentalidad cristiana, hasta llegar al desarrollo del culto iconogrfico. Estas causas, segn el profesor Otero Casas, vendrn motivadas por una profusin del culto a los santos y mrtires, la introduccin dentro de las costumbres cristianas de la tradicin helnica de los retratos funerarios, una nueva visin y consideracin de la esttica desde la teologa, la realizacin de representaciones del culto celeste en majestad, influenciados por la corte del emperador y los honores que se rendan a este y a otros dignatarios, buscando el arte asemejar la liturgia celeste a la vida en la corte, as como el mantenimiento de algunas costumbres religiosas de los paganos. Adems tambin influirn de forma notable las formulaciones y dogmas emanados de los primeros concilios15

Cabe resaltar los restos de la sinagoga juda de dicha ciudad, en los cuales se conservan escenas que muestran que el aniconismo no era una prctica general para los judos y que estos no eran totalmente ajenos al uso de imgenes. J. LVAREZ, Arqueologa cristiana. 93 16 J. PLAZAOLA, Historia del Arte Cristiano. (Sapientia Fidei. Serie de Manuales de Teologa, 20. Madrid 1999). 9. BAC. 17 J. LVAREZ, Arqueologa cristiana. 95. Cf. S. GREGORIO MAGNO, Epist. 11, Ad Serenum; PL 77, 1128. 18 J. LVAREZ, Arqueologa cristiana. 95.

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ecumnicos, principalmente a los referidos a la encarnacin del Verbo y la maternidad divina de Mara, la liturgia de los monasterios y la bsqueda del desarrollo teolgico a partir de los presupuestos del neoplatonismo.19 El desarrollo que se va produciendo en relacin al uso de las imgenes para el culto cristiano se producir, en principio, en torno a la masa popular, pero, al mismo tiempo se puede ir identificando un incipiente cambio de tendencia entre los santos padres y dems telogos en relacin a la posibilidad de un culto iconogrfico cristiano, apareciendo un posicionamiento ms favorable en la teologa de algunos de ellos que pondr las bases para una posterior fundamentacin de dicho culto sobre la encarnacin del Verbo como imagen perfecta de Dios. El arte cristiano se ira abriendo paso a pesar de las oposiciones que iba sufriendo y de los numerosos detractores que se oponan a su desarrollo. Ser cuando se le reconozca al arte un valor extrnseco a su valor religioso o social, cuando ir naciendo un convencimiento de que este podr ser positivo para la fe cristiana e irn surgiendo posiciones favorables al mismo. Paulatinamente ir naciendo una formulacin teolgica que establecer una dependencia absoluta del hombre con respecto a Dios, la cual deber ser exteriorizada, principalmente en la celebracin comunitaria de la liturgia, para ser captada por los sentidos. Las representaciones iconogrficas ayudarn a captar mediante los sentidos lo que el hombre cree mediante la fe. El arte se ir encaminando a expresar el contenido dogmtico de la revelacin a travs de las imgenes e ir cargando a estas de una cierta sacralidad, aparte de identificarlas como signos visibles de una realidad espiritual invisible, lo cual llevar a considerarlas como elementos tiles para el culto cristiano.20 A partir del S. VI, la iconografa sagrada comienza a formar parte de la liturgia, ya que la Iglesia, en mayor medida en el oriente cristiano, encuentra en las imgenes un elemento que le servir como mediacin entre la revelacin y la respuesta de su fe. En esta poca el cristianismo ya haba abandonado muchas costumbres y tradiciones provenientes del judasmo, a pesar de venir recogidas en el Antiguo19

J. CASAS OTERO, Salvacin y Belleza. Fundamentos teolgicos de la esttica en la revelacin y el culto iconogrfico. 22-23. 20 J. CASAS OTERO, Esttica y culto iconogrfico. 200-202 y J. PLAZAOLA, Historia del Arte Cristiano.24-26.

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Testamento, al mismo tiempo que haba comenzado a abrazar numerosas costumbres grecorromanas. Una de estas sera el rechazo por parte del mundo judo del uso de imgenes y la aceptacin de las mismas por las tradiciones helnicas y latinas. Con el paso del tiempo este uso iconogrfico se ira extendiendo rpidamente por la totalidad de la Iglesia, aunque, de forma diferente y sin que faltasen fuertes controversias. Aunque esta incorporacin es paulatina podemos seguir encontrando tres tendencias diferenciadas dentro de la Iglesia, una primera postura contraria a cualquier presencia iconogrfica, una segunda posicin que acepta el uso de las imgenes con un uso nicamente didctico y una tercera postura que se inclinara por la aceptacin del uso de la iconografa para el culto y la liturgia. La teologa buscar entonces un intento de formular el culto cristiano, de una manera legtima, ya que este haba empezado a caer en determinadas exageraciones dentro de la religiosidad popular de tal forma que se pudiese diferenciar claramente del culto pagano idoltrico. El desarrollo de la argumentacin teolgica a favor del culto iconogrfico vendr marcado por las aportaciones que sobre el mismo darn Juan Damasceno, los patriarcas Germn y Nicforo de Constantinopla y Teodoro Estudita. Para todos estos, la iconodulia nacer como una consecuencia directa de una revelacin determinada por su carcter cristocntrico y por la encarnacin del Verbo en la persona de Jesucristo. Juan Damasceno, en su defensa de las imgenes, afirmar que la materia como obra divina nunca podrn ser productos de la maldad. La creacin es la imagen y la huella de Dios y por lo tanto es lcito representar con la materia al propio arquetipo de todo, Dios. Para el Damasceno a lo espiritual se llega inseparablemente de lo corporal, por lo que reconocer en el arte material la capacidad de hacer visible aquello que por naturaleza es invisible. Tambin se posicionar en contra de la recurrencia a la prohibicin bblica de realizar imgenes, argumentando que la misma se destinaba a un momento y a un pueblo concreto de la historia, por lo cual no se deba de extraer de su contexto, adems de fundamentar la superacin que de la misma hace el Nuevo Testamento en el que Dios se sirve de la imagen material, fruto de su creacin, para manifestar su propia imagen increada. Adems se apoyar en la filosofa platnica que impregnaba la cultura de12

Bizancio en la cual la contemplacin de una imagen representa la contemplacin del arquetipo al que representa. Para Juan la forma humana de Cristo permite la representacin de Dios, en cuanto el Hijo es imagen directa del Padre. En su defensa al culto iconogrfico alertar del peligro que supone confundir el honor que se le tributa a la imagen con el que se debe rendir en la presencia real, siendo el primero que transluce una diferencia entre la veneracin o proskynesis que se tributa a la imagen y la adoracin o latra que se debe nicamente a Dios. Tampoco dejar de lado la argumentacin del sentido didctico que atesoran, siguiendo en parte la teologa capadocia. A partir del decreto de Nicea II, en el ao 787 y del Concilio de Constantinopla IV, entre los aos 869-870, cualquier reflexin teolgica que se haya realizado en torno al culto iconogrfico ha tenido que ir, de una manera casi obligatoria, de la mano de estos, principalmente del primero, ya que en l se fundamentarn y se colocarn todos los principios argumentativos de dicha teologa21. Tras Nicea II se aceptar que la imagen transmite de forma silenciosa lo mismo que nos muestra la palabra. En relacin a la veneracin de los santos acudir a admiracin de la obra que ha realizado sobre sus autnticos siervos, justificando al mismo tiempo su contemplacin, como modelos, por la participacin de estos de la resurreccin de Cristo.22 Nos transmitir la idea de la existencia de tres formas de participacin de la presencia del modelo en la imagen, signo, carcter y semejanza, las cuales constituirn a las imgenes como presencia del arquetipo, pero no identificadas por naturaleza o esencia, aunque tampoco como simple representacin exterior. Se puede decir que el Damasceno proclama la existencia de una forma de presencia en la imagen que nos posibilita el ascenso hasta la verdadera y definitiva presencia ante la divinidad. La imagen mostrar, al mismo tiempo, identidad y desemejanza, ser definida como la21

DZ. (Cap. 2. Desde Pelagio II a Urbano III. Definicin sobre las sagradas imgenes y la tradicin. Concilio II de Nicea. 600-603) en http://es.catholic.net/biblioteca/libro.phtml? consecutivo=218&capitulo=2821#XV 22 J. CASAS OTERO, Esttica y culto iconogrfico. 224-228, J.Y. LACOSTE (Dir.), Diccionario crtico de Teologa. 594-598 y M. J. CARRASCO TERRIZA, La imagen sagrada, misterio de comunin y comunicacin. Races teolgicas de la imagen sagrada. (Ponencia en el Primer Simposio Nacional de Imaginera. Actas. Sevilla 11 y 12 de Noviembre de 1994, Sevilla, 1995). En http://personal.telefonica.terra.es/web/mjcarrascoterriza/teologia_de_la_imagen.htm

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semejanza que expresa un prototipo. Aunque no muestra oposicin con lo representado, entraa cierta diferenciacin con este.23 La humanidad de Cristo es el abajamiento que realiza Dios para encarnarse en su criatura. Los iconos de Cristo ayudarn a comprender esa kenosis divina, siendo la imagen muestra y reflejo verdadero del misterio de la encarnacin. Al intentar mostrar las diferencias esenciales que existen entre la veneracin tributada a las imgenes y el autentico culto de adoracin que se realiza nicamente a Dios, nos aportarn que ni Mara, ni los santos, ni sus imgenes reciben el amor y la adoracin que profesamos a la gloria de Dios, pero mediante su contemplacin y veneracin podemos encontrar una va de acceso a Este. Por su naturaleza, el hombre se ve obligado a ayudarse de los sentidos para llegar a comprender de una forma ms satisfactoria y reforzar las verdades que residen en su alma.24 La fundamentacin teolgica que sustenta el culto iconogrfico ser, por tanto, el misterio de la encarnacin del Verbo. Ser la persona de Jesucristo, Dios hecho hombre, quien sea capaz de mostrarnos la nica va de acceso que nos lleva desde la imagen hasta su prototipo. El argumento usado por S. Juan Damasceno de la encarnacin intenta justificar la realizacin de las imgenes de Cristo desde la perspectiva de que estas harn posible la evocacin de la humanidad de Cristo, mientras que el culto a las mismas servir como va de acceso al modelo al cual representan. En otros tiempos Dios no haba sido representado nunca en una imagen, al ser incorpreo y no tener rostro. Pero dado que ahora ha sido visto en la carne y ha vivido entre los hombres, yo represento lo que es visible en Dios (S.J. Damasceno; Contra imaginum calumniatores I, 16)25 La iconodulia ser, por tanto, como hemos indicado anteriormente, una consecuencia del aspecto cristocntrico que toma la revelacin despus de la encarnacin del Verbo. La imagen se puede entender,23

J. C. CAAMAO, La dinmica simblica en la teologa de las imgenes de S. Juan Damasceno, Revista Teolgica de la Facultad de Teologa de la Pontificia Universidad Catlica de Argentina. Tomo XLI, n 85. (2004). 68-74. En http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2050437. 24 SAN GERMN DE CONSTANTINOPLA, Cartas acerca de las imgenes sagradas, I, Trad. de G. Pons, Ed. Ciudad Nueva, Segunda Ed., 2001 (1991), Madrid, pp. 161-170.En http://orientecristiano.blogspot.com/2009/11/breve-vistazo-sobre-la-querella-de-las.html 25 C. M. SUSPICHIATTI BACARREZA, S. Juan Damasceno, telogo de las imgenes. Su importancia e injerencia en la defensa icondula durante la primera Querella Iconoclasta en Bizancio (726-787) y su aporte a las definiciones conciliares de Nicea II. Revista Electrnica Historias del Orbis Terrarum. N 4. (Santiago de Chile. 2010). 106. En http://www.orbisterrarum.cl

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desde esa ptica, como una continuacin del primer anuncio del kerigma apostlico. La fe cristiana se encuentra con la peculiaridad del encuentro directo con Dios en la historia, a travs de la encarnacin del Verbo divino en la persona de Jess de Nazaret, en quien se producir la plenitud de la revelacin. Jesucristo, pues, el Verbo hecho carne, hombre enviado a los hombres, habla palabras de Dios (Jn 3, 34) y lleva a cabo la obra de salvacin que el Padre le confi (Jn 5, 36; 17, 4). Por tanto, Jesucristo , ver al cual es ver al Padre, (Jn 14, 9) con toda su presencia y manifestacin personal, con palabras y obras, seales y milagros, y, sobre todo, con su muerte y resurreccin gloriosa de entre los muertos, finalmente, con el envo del Espritu de verdad, completa la revelacin y confirma con el testimonio divino que vive Dios con nosotros para liberarnos de las tinieblas del pecado y de la muerte y resucitarnos a la vida eterna. (DV, 4) Cristo se configurar como imagen visible del ser ntimo de Dios, pero con la particularidad de participar de la misma esencia divina increada. En l se reflejar la plenitud de la gloria divina, a la vez que quedarn unidas de una forma plena e ntegra dos naturalezas totalmente distintas.26 Con Cristo se hace posible la visibilidad del Dios invisible, producindose el definitivo nexo de unin entre Dios y el hombre, establecindose mediante la encarnacin en signo visible de la divinidad. Por medio de la encarnacin de Cristo se romper la barrera de la invisibilidad de Dios, hacindose posible su contemplacin desde lo visible, al mismo tiempo que se convierte la materialidad del cuerpo en elemento de la revelacin. La encarnacin del Verbo, al presentar la persona de Cristo como la imagen visible de Dios, justificar teolgicamente la utilizacin de la imagen como mediadora en el culto en virtud de la participacin en esta del original al que representa. El culto a la imagen formar parte, al igual que otros aspectos del culto litrgico, de la mediacin y la comunicacin de la gracia divina. 5. Desviaciones en la religiosidad popular y en el culto cristiano a las imgenes.26

M. J. CARRASCO TERRIZA, La imagen sagrada, misterio de comunin y comunicacin. Races teolgicas de la imagen sagrada.

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La devocin y el culto, tanto a las imgenes, como a Mara, y a los santos, as como, las manifestaciones de la religiosidad popular, deben constituirse como camino que nos conduzca a Dios Trinidad, pero existen caractersticas dentro de estas que pueden llegar a impurificarla y a alterar sus principios cristianos, dndose el caso de que una supervaloracin en el culto a estos, sobre todo a la Virgen y a los santos, pueda llegar a eclipsar el papel propio del nico mediador y salvador en la persona de Cristo. En palabras de Juan Pablo II, el culto a las imgenes es legtimo en la Iglesia, pero siempre sin ignorar el peligro latente que existe de un resurgir de prcticas idoltricas. Un culto mal entendido y absolutizado sobre las imgenes, utilizndolas como simples fetiches que sirven para remediar nuestras frustraciones y egosmos, se desviar de un verdadero sentido cristiano y de la celebracin comunitaria de la fe, lo cual nos podra arrastrar hacia una fanatizacin y una idolatrizacin del culto, pasando al mismo tiempo por una humanizacin, tanto de la imagen como de lo que esta representa.27 La religiosidad popular puede llegar a verse alterada por un reduccionismo cultural, antropolgico o sociolgico que pretenda eliminar del mismo cualquier vestigio de la naturaleza religiosa del mismo. As nos lo referan los obispos del sur de Espaa en sus ya citados documentos sobre el catolicismo popular, recomendando, entre otras cuestiones, la necesidad de poner bien de relieve el carcter religioso y eclesial de las manifestaciones del catolicismo popular, manteniendo una presencia que seale y evite los desvos, apoyando y manteniendo el sentido original. Siguiendo los documentos de los obispos del sur de Espaa, emitidos entre los aos 1975 y 1988, podemos afirmar que en la religiosidad popular y en el culto a las imgenes confluyen un numeroso compendio de elementos y factores de naturaleza diversa. No podemos negar, por tanto, sus caractersticas como acontecimiento social, cargado de numerosos tintes, y que ha tomado un proceso expansivo y peligroso que lo puede hacer trascender de su espritu inicial. Este proceso de expansin ha llamado la atencin de personas con nimo de promocionarse27

Para profundizar en las desviaciones o patologas del hecho religioso ver: Jos Luis Snchez Nogales. Filosofa y fenomenologa de la religin. Editorial Secretariado trinitario. Serie AGAPE. (Salamanca).2003 Vol. 32. Pg. 907-932.

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socialmente, dejando lejos el mbito religioso que es lo que debe dar forma su columna principal. Eso ya fue advertido por nuestros prelados en sus ya citados documentos pastorales. Pero de la misma forma no podemos extraer de ellos el elemento religioso que los fundamenta, y que algunos sectores interesados, pretenden ocultar. Sin la presencia de ese sustrato religioso, las manifestaciones de la religiosidad popular se transformaran en unas fiestas ms del calendario. Se debe, por lo tanto, intentar transmitir la sinceridad de nuestra devocin a Dios y que una vez finalizada la fiesta todo nuestro espritu quedara inundado de la vida divina. Todo lo vivido durante el culto se debe traspasar a la vida diaria, transformando todos los acontecimientos en smbolos de vida cristiana, y haciendo de esta un autntico testimonio de fe cristiana. Nuestras vivencias dentro de las manifestaciones de religiosidad popular y en relacin al culto iconogrfico deben ser muestras de una autntica comunin de la Iglesia, que nos ayude a superar las vicisitudes de nuestro existir humano. Hemos visto como el catolicismo popular no es una manifestacin vaca de contenido cristiano, pero debemos cuidar que es este se realcen las definiciones ms profundas de la teologa cristiana como va de transmisin de las mismas de una forma comprensible a la masa popular. 6. La religiosidad popular ante la nueva evangelizacin. La conciencia pastoral de la Iglesia ha adoptado actualmente una actitud ms constructiva, pero al mismo tiempo ms crtica, en relacin a la religiosidad popular, con la intencin de intentar superar los radicalismos minoritarios y los extremismos masivos con los cuales no podemos encontrar en sus manifestaciones, evitando caer en las posiciones de desprecio de antao, pero buscando superar tambin las posiciones inamovibles y las expresiones imperfectas de la piedad popular. Nuestras formas populares de catolicismo contienen elementos vlidos para constituirse en base real de partida para una accin evangelizadora, debindose purificar de todo aquello que aparezca incompatible con la fe evanglica y que les impida comunicar de una forma profunda su autntico ser eclesial. Este posicionamiento les permitir erigirse como verdaderos agentes de transmisin de la fe cristiana y de ayuda en la educacin y el desarrollo del cristiano ante la vida social.17

Las expresiones del catolicismo popular deben evitar establecerse en simples objetos pasivos de la accin evangelizadora de la Iglesia, pasando a jugar un propio papel como signos y testimonios religiosos y eclesiales, convirtindose, desde un primer momento, en objeto activo de la renovacin de la Iglesia, como porcin viva, que es, de ella. Por su naturaleza, la religiosidad popular, se constituye como un elemento privilegiado de acercamiento de la Iglesia a aquellos miembros de la misma que se encuentran alejados o separados e incluso enfrentados con Ella. Se antojar fundamental la calidad del testimonio que sean capaces de dar, evitando ambigedades en el mismo, para que este aparezca como signo visible de la vida de la Iglesia alejado de cualquier imagen deformada de Esta ltima. En su reunin con la Asamblea Plenaria de la Comisin Pontificia para Amrica Latina, Benedicto XVI puso de relieve la enorme riqueza que aporta la religiosidad popular a la nueva evangelizacin, alertando, al mismo tiempo, sobre la existencia de formas desviadas de religiosidad popular que, lejos de fomentar una participacin activa en la Iglesia, pueden llegar a crear confusin y a descafeinar la fe, proponiendo criterios, de paso tambin aplicables para Espaa, para poder vivir una religiosidad popular que acerque a los fieles a Dios, en lugar de arrastrarlos hasta lugares alejados de Este. Las tradiciones religiosas y las muestras de piedad popular, tan comunes en Iberoamrica y en Espaa, nos dice el Papa que suponen un espacio de encuentro con Jesucristo y una forma de expresar la fe de la Iglesia que no puede ser considerada como algo secundario de la vida cristiana, pues son manifestacin de la accin del Espritu y la iniciativa gratuita del amor de Dios, poniendo de relieve el papel que juegan las muestras de piedad popular en determinados lugares, ante el reto de una nueva evangelizacin. Benedicto XVI reconoce que las expresiones populares de la fe constituyen el precioso tesoro de la Iglesia catlica en Amrica Latina y en Espaa, que se debe proteger, promover y, en lo que fuera necesario, purificar. Tan relevante es la riqueza de estas muestras de fe, que, para llevar a cabo la nueva evangelizacin dentro de un proceso que impregne todo el ser y quehacer cristiano, no se pueden dejar de lado. Reconoce tambin que, tanto en el culto a Cristo, como en las devociones a la Virgen y a los santos, existen ciertas formas desviadas de religiosidad popular que, lejos de fomentar una participacin activa en la Iglesia, crean confusin y pueden favorecer una prctica religiosa meramente exterior y desvinculada de una fe bien arraigada e interiormente viva. Advirtiendo que la piedad popular puede derivar hacia lo irracional y, quizs tambin, quedarse en lo externo, por lo cual18

estas prcticas tienen siempre la necesidad de buscar su purificacin y apuntar hacia el centro de la fe. En la ya citada anteriormente Asamblea con la Comisin Pontificia de Amrica Latina, Benedicto XVI aportara algunos criterios de discernimiento para encauzar por una correcta senda las manifestaciones del catolicismo popular y con el nimo de evitar que estas se confundan con muestras ms o menos fervorosas de folclore, pero sin relevancia para la vida de fe de la persona. Al mismo tiempo reclamara que estas muestras de piedad popular deberan estar bien encauzadas y debidamente acompaadas, pues slo as, seran capaces de propiciar un fructfero encuentro con Dios, una intensa veneracin del Santsimo Sacramento, una entraable devocin a la Virgen Mara, un cultivo del afecto al sucesor de Pedro y una toma de conciencia de pertenencia a la Iglesia. Se debe, para ello, buscar que la fe se convierta en la fuente principal de la piedad popular, de modo que sta no se reduzca a una simple expresin cultural de una determinada regin, colocndose, al mismo tiempo en estrecha relacin con la Sagrada Liturgia, la cual no puede ser sustituida por ninguna otra expresin religiosa, ya que se presenta como la principal va de comunicacin de Dios con su Iglesia, dando tambin primaca a la palabra de Dios, para que sta sea el alimento permanente de la vida cristiana y eje principal de toda accin pastoral de nuestra Iglesia. Tambin nos dir el Papa que de esta forma de vivir la religiosidad popular ser la nica manera de llegar a convertir la misma en instrumento de evangelizacin, comunicacin de la fe, acercamiento de los fieles a los sacramentos, fortalecimiento de los lazos de amistad y de unin familiar y comunitaria, as como, de sentimiento de pertenencia a la Iglesia de Cristo, e incremento de la solidaridad y el ejercicio de la caridad cristiana. Anteriormente, esta cuestin tambin haba sido tratada por Su Santidad Pablo VI, en la encclica Evangelii nuntiandi, en la cual nos transmitira la siguiente reflexin en torno a la religiosidad popular; esta realidad es un aspecto de la evangelizacin que no puede dejarnos insensibles, ya que, bien orientada, sobre todo mediante una correcta pedagoga de evangelizacin, contiene muchos de los valores cristianos Tambin Juan Pablo II destacara el papel de las muestras de religiosidad popular como forma de evangelizacin, representando para l una sntesis entre la cultura y la fe como fruto de una doble exigencia, una fe que no se hace cultura, es una fe no plenamente acogida, no totalmente pensada ni fielmente vivida.28 Las referir como destinadas a servir al pueblo cristiano, instruirlo en la fe y llevarlo a una coherencia de vida. Siendo tambin famosa su siguiente alocucin en un discurso emitido ante ms de un millar de religiosos en Italia en unas jornadas28

dem nota n 1. Pg. 25. Cf. LOsservatore Romano n. 701; 6/06/1982.

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acerca de las misiones y la religiosidad popular y que tambin se podran aplicar a nuestras asociaciones y miembros que forman las mismas, id a los hombres de nuestro tiempo. No esperis a que vengan a vosotros! Intentad vosotros alcanzarlos! El amor de Cristo nos impulsa. Toda la Iglesia os lo agradecer. Miguel ngel Jan Torres.

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