el cabrón que me concedió la muerte
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Ana sufre de esquizofrenia. Toda su vida, desde la infancia, ha sido humillada y criticada. Ya no le
encuentra razón a su vida. Está esperando el momento de su muerte. No comete la acción de
suicidio porque no quisiera hacer sufrir a sus padres. Esta joven, de 16 años, ya está cansada de la misma
mierda todos los
días. Sale a la calle y la gente
se queda mirándola raro por
cómo se viste y por como
actúa. No es su culpa haber
nacido así.
Cuando era pequeña, todos querían jugar conmigo.
Era la nena más linda de la clase. Me gustaba
que se pelearan por mí. Eso me hacía sentir
segura. Toda mi vida era perfecta hasta que
mi padre abusó de mí. Por culpa de ese cabrón,
toda mi vida cambió. Por aquella velada
asquerosa y sangrienta, me atacó
la esquizofrenia. Ese día nunca
lo olvidaré.
Fue un día en el que mi madre tuvo que ir a trabajar por
la noche y yo me quedé con mi padre. Me llamó a su
cuarto y cuando entré, estaba desnudo. Estuve 3
segundos sin saber cómo reaccionar, y en lo que yo
pensaba, el me agarró y me amarró a su cama. Poco a
poco se le fue endureciendo el gusano, mientras me
tocaba. Luego introdujo la serpiente en la cueva y los
gritos no paraban por el inmenso dolor que causaba.
Cuando más gritaba por ayuda, el más duro le daba y
decía: “Anita, querida, siempre serás mía”. No sé como
nadie pudo oírme para salvarme de ese desgraciado
momento.
Al fin, luego de tanto tiempo, conocí a un muchacho
que me acepta como soy. Solo he hablado con él por
las redes sociales. Cuando empecé a hablar con él,
me di cuenta que era un hombre encantador. Aún
no lo he visto en persona, porque a mi madre no le
gusta eso de conocer a las personas por internet.
Ya lo conozco de hace un año y creo que ya es hora
de salir con él. Le pregunté a mi
madre si después del colegio podía
ir al cine con unas amigas, pero
en verdad voy a salir con él.
Cuando me recogió, lo vi detalladamente y se me
hacía algo conocido. Era un hombre guapo y
musculoso. Mientras él guiaba, tuvimos una larga
conversación acerca de nuestras impresiones. Lo
que me encantaba de él, era que a pesar de mi
condición aun así le gustaba. De momento veo que
nos pasamos de Plaza las Américas y le pregunté
que a dónde íbamos, no me contestó. Desde
entonces me puse nerviosa y me quería tirar del
carro, pero no quería que mi madre, después,
sospechara cuando viera los rasguños.
. De momento detuvo el carro al frente de una casa.
Me agarró por el brazo y me llevó al cuarto. Me
amarró y me violó. Mientras estaba clavándome,
me dijo: “Anita, querida, siempre serás mía”. No sé
de donde saqué las fuerzas, pero logré soltarme. Lo
golpeé y salí corriendo desnuda. Lo menos que me
importaba era la ropa. Lo
menos que me esperaba era
que ese hombre encantador fuera
mi padre. Cuando pensé que ya
estaba a salvo, paré de correr, me di la vuelta y…