el ayuntamiento y su intervención en la producción y el

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1 El ayuntamiento y su intervención en la producción y el comercio de cueros en el Río de la Plata colonial. Buenos Aires, 1723-1759 Prof. Esp. Mauro Luis Pelozatto Reilly UM-UNLu-UNLaM [email protected] El presente capítulo se detendrá en el análisis de los cambios que tuvieron lugar en las prácticas productivas durante el período que va desde la extinción del ganado cimarrón y las vaquerías tradicionales hasta la consolidación de otras como las estancias de cría de vacunos, pasando por las ya caracterizadas recogidas de ganado alzado y la explotación de cimarrones de la Banda Oriental. Sería un grave error tener en cuenta las transformaciones solamente desde el punto de vista local. Es preciso retomar la idea de que esta región estaba inserta en diferentes redes de producción, intercambio y comercio interregional y ultramarino. Y las variaciones que se produjeron en la campaña de Buenos Aires no escaparon a las modificaciones sufridas en el mercado virreinal 1 e ‘‘internacional’’ de la época. Como ya es sabido, desde muy tempranamente existía un ‘‘espacio peruano’’ (siguiendo la ya explicada teoría elaborada por Carlos Assadourian) con su centro político-administrativo y económico en Lima y Potosí como principales ejes articuladores de la economía colonial. El mismo abarcaba e integraba lugares distantes y diversas que iban desde Quito hasta el Río de La Plata, y se encontraba articulado gracias al capital mercantil que se concentraba en el centro, generado fundamentalmente por la minería altoperuana 2 . Sin embargo, hay que tener muy en cuenta que desde la segunda parte del siglo XVIII, se fue intensificando crecimiento en importancia del complejo portuario rioplatense, integrado por las ciudades-puerto de Buenos Aires, Montevideo (desde 1724-1726) y Colonia del 1 Para esa época, la región rioplatense formaba parte del Virreinato del Perú. 2 PAZ, Gustavo (1999). ‘‘A la sombra del Perú: mulas, repartos y negocios en el Norte Argentino a fines de la colonia’’. En Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana ‘’Dr. Emilio Ravignani’’, Tercera Serie, Nº 20, p. 45.

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Page 1: El ayuntamiento y su intervención en la producción y el

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El ayuntamiento y su intervención en la producción y el comercio de cueros en el Río

de la Plata colonial. Buenos Aires, 1723-1759

Prof. Esp. Mauro Luis Pelozatto Reilly

UM-UNLu-UNLaM

[email protected]

El presente capítulo se detendrá en el análisis de los cambios que tuvieron lugar en las

prácticas productivas durante el período que va desde la extinción del ganado cimarrón y

las vaquerías tradicionales hasta la consolidación de otras como las estancias de cría de

vacunos, pasando por las ya caracterizadas recogidas de ganado alzado y la explotación de

cimarrones de la Banda Oriental. Sería un grave error tener en cuenta las transformaciones

solamente desde el punto de vista local.

Es preciso retomar la idea de que esta región estaba inserta en diferentes redes de

producción, intercambio y comercio interregional y ultramarino. Y las variaciones que se

produjeron en la campaña de Buenos Aires no escaparon a las modificaciones sufridas en el

mercado virreinal1 e ‘‘internacional’’ de la época. Como ya es sabido, desde muy

tempranamente existía un ‘‘espacio peruano’’ (siguiendo la ya explicada teoría elaborada

por Carlos Assadourian) con su centro político-administrativo y económico en Lima y

Potosí como principales ejes articuladores de la economía colonial. El mismo abarcaba e

integraba lugares distantes y diversas que iban desde Quito hasta el Río de La Plata, y se

encontraba articulado gracias al capital mercantil que se concentraba en el centro, generado

fundamentalmente por la minería altoperuana2.

Sin embargo, hay que tener muy en cuenta que desde la segunda parte del siglo XVIII, se

fue intensificando crecimiento en importancia del complejo portuario rioplatense, integrado

por las ciudades-puerto de Buenos Aires, Montevideo (desde 1724-1726) y Colonia del

1 Para esa época, la región rioplatense formaba parte del Virreinato del Perú. 2PAZ, Gustavo (1999). ‘‘A la sombra del Perú: mulas, repartos y negocios en el Norte Argentino a fines de la

colonia’’. En Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana ‘’Dr. Emilio Ravignani’’, Tercera Serie,

Nº 20, p. 45.

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Sacramento (ocupada por portugueses hasta el último tercio de la centuria) como mercado

más importante del espacio colonial. La integración de la economía pecuaria con el

mercado ultramarino del Atlántico de iría acentuando. Esto tuvo como resultado, entre otras

cosas que no serán desarrolladas puntualmente en esta investigación, una mayor orientación

hacia el mercado mundial, pese a que la continuidad del tráfico con el Alto Perú y el Perú

como otra alternativa de valor, a través del comercio de productos ganaderos como las

mulas en pie3, pero ese es otro tema que amerita ser analizado aparte.

Sin dudas, las actividades productivas rurales estaban orientadas hacia diferentes circuitos

comerciales y puntos de consumo: siguiendo nuevamente la idea de Garavaglia, por una

parte estaba el abasto de carne de la ciudad, sus cercanías y las zonas rurales; y por el otro,

las explotaciones de vacunos cuyo fin era hacer cueros, sebo y grasa4. Al mismo tiempo,

hay que traer a discusión la cuestión de la producción y el tráfico de mulares desde los

establecimientos productivos de Buenos Aires y el Litoral, las cuales eran mucho más

importantes que las vacas, debido a que estaban directamente vinculadas a la producción de

plata en Potosí. Se focalizará más sobre ello en el capítulo correspondiente a las unidades

productivas.

En este contexto, los cueros representaban, como se verá, el principal producto pecuario

de exportación desde esta región hacia los mercados europeos. Por eso, a la hora de discutir

distintas cuestiones vinculadas al mercado atlántico y al complejo portuario rioplatense, es

preciso analizar la producción de cueros en la campaña, los niveles de exportación, las

diferentes alternativas mercantiles de dicho producto, y la intervención de las autoridades y

diferentes actores sociales en todo el proceso. Para cumplir con los objetivos, se tomaron

para el análisis diversas fuentes como los Acuerdos del Extinguido Cabildo de Buenos

Aires (donde se pueden apreciar las iniciativas, medidas e intereses de dicho organismo y

sus representantes), las estadísticas elaboradas por otros especialistas en el tema más los

datos obtenidos de los Libros de la Real Hacienda y los registros del Archivo capitular

(para observar y analizar los niveles de cueros exportados). Asimismo, para comparar la

3 FRADKIN, Raúl y GARAVAGLIA, Juan Carlos (2009). La Argentina colonial. El Río de la Plata entre los

siglos XVI y XIX. Buenos Aires, Siglo XXI Editores, p. 87. 4 GARAVAGLIA, Juan Carlos (1999). Pastores y labradores de Buenos Aires. Una historia agraria de la

campaña bonaerense 1700-1830. Buenos Aires, Ediciones de la flor, pp. 216-218.

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intervención del gobierno local en Buenos Aires y Santa Fe, se tomaron los testimonios de

las actas de este último, con el fin de tener una perspectiva aunque sea un poco más

regional dentro del espacio rioplatense.

El complejo portuario rioplatense y el proceso de ‘‘atlantización’’

En este apartado se pondrán en discusión dos conceptos teóricos relacionados

directamente con este período y las transformaciones económicas que tuvieron lugar dentro

del mismo, tanto en las prácticas agropecuarias como en el espacio colonial antes descripto,

sobre todo en torno a los cueros vacunos.

El concepto de ‘‘complejo portuario’’ seguido en esta parte de la investigación viene

siendo trabajado a partir de distintas problemáticas y fuentes de información, desde hace

algunos años a esta parte por autores como Fernando Jumar e Isabel Paredes. El mismo es

definido por estos como un entramado de puertos que tenían relación entre sí de diferentes

maneras (ya sea mediante el comercio legal o el contrabando) y que en su momento de

pleno funcionamiento estaba integrado por las ciudades-puerto de Buenos Aires, Colonia

del Sacramento y Montevideo, más otros desembarcaderos clandestinos de menores

dimensiones y relevancia, ubicados fundamentalmente sobre la costa de la actual Provincia

de Buenos Aires, como por ejemplo la Ensenada de Barragán5.

A su vez, Jumar distingue diferentes etapas de desarrollo para este complejo portuario,

entre las cuales interesan directamente solo algunas para los objetivos de este trabajo: la

que comienza en 1715-1716 con la devolución de Colonia del Sacramento a los

portugueses (que ya la habían ocupado y dominado entre 1683-1705, cuando los españoles

lograron evacuar dichos poblados) y la instalación del Asiento Inglés, en manos de la South

Sea Company (tras el cuasi-monopolio francés de la Compañía de Guinea desde la Guerra

de Sucesión, es decir, entre 1701-1715 aproximadamente).

5 JUMAR, Fernando (2004). ‘‘Colonia del Sacramento, la bibliografía y la creación de las memorias

nacionales’’, en Mailhe, Alejandra y Reitano, Emir (Comp.). Pensar Portugal. Reflexiones sobre el legado

histórico y cultural del mundo luso en Sudamérica. Universidad Nacional de La Plata, Facultad de

Humanidades y Ciencias de la Educación, p. 165.

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4

A partir de entonces, para el autor, el complejo funcionó, pasando por distintas

coyunturas, hasta 1776-1778, es decir, hasta la formación del Virreinato del Río de la Plata,

la toma definitiva de Colonia bajo dominio español y el establecimiento del Libre

Comercio. Dentro de dicha etapa, habría que resaltar otros acontecimientos importantes

como el sitio y bloqueo de Colonia (1735-1737) y la continuidad –con algunos años de

interrupciones- de la Compañía Británica hasta 1739 (fundamental en el comercio de cueros

desde la jurisdicción de Buenos Aires)6.

Por otra parte, durante el período tomado para esta investigación, tuvo lugar la fundación

de Montevideo, como respuesta a la zona de influencia que tenían los lusitanos en la Banda

Oriental. Sin embargo, desde 1726, comenzaría a configurarse como un punto de conflictos

sobre todo para Buenos Aires, debido al surgimiento de intereses encontrados,

principalmente por la explotación del ganado disponible en aquella banda y los intereses

que se desprendían del comercio internacional y el contrabando. Gracias a su papel

predominante en la región, los porteños y su Cabildo pudieron, al menos durante este

período, alcanzar el equilibrio dentro de todo el entramado colocando a Montevideo y

Colonia del Sacramento en el lugar que les correspondía según sus necesidades: la primera

de dichas ciudades desempeñaría el papel de puerto de amarraje para navíos que circulaban

dentro del circuito español, pero siempre con una limitada posibilidad de explotar

plenamente los vacunos orientales; por su parte, la otra funcionaba como una especia de

‘‘pivote’’ entre las economías del Brasil, el interior del ‘‘espacio peruano’’, el Río de la

Plata y el Atlántico, por lo que eran un punto fundamental para los comerciantes españoles,

luso-brasileños y británicos7.

Dentro de este contexto, ¿qué fue lo que permitió a la jurisdicción aquí analizada poseer

tanta importancia a nivel regional? En primer lugar, no hay que olvidar su papel de

cabecera de Gobernación y sede de autoridades coloniales. Por otro lado, las características

estructurales que le permitieron tener la capacidad de ofrecer diferentes bienes y servicios

para diversos mercados, tanto terrestres como ultramarinos (cueros, carnes, ganados, mulas,

6 Ibídem, pp. 165-168. 7 Ibídem, p. 168.

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5

cereales, servicios especializados para la navegación, contactos con el interior del espacio

colonial, etc.)8.

La ganadería jugaría aquí un papel central, sirviendo como nexo entre Buenos Aires y los

diversos mercados, es decir, a partir de las alternativas comerciales que tenían los bienes y

efectos generados por la producción rural: desde los productos destinados al abastecimiento

del mercado local (grasa, sebo, cueros, carne y ganados en pie, cereales, entre otras cosas),

hasta los que le servían para conectarse con el mercado atlántico (fundamentalmente

cueros)9.

Durante el período de este análisis, se fue desarrollando paralelamente un proceso que va

de la mano con lo expuesto anteriormente: lo que varios autores llamaron ‘‘Atlantización’’

de la economía colonial. Sobre esto existen diferentes postulados: según Vilma Milletich,

dicho proceso ‘‘supuso modificaciones en las pautas de producción y consumo y planteó

demandas crecientes de materias primas’’, y ‘‘aunque la hegemonía de la plata se mantuvo,

las cambiantes necesidades europeas condujeron a las regiones que conformaban los

espacios coloniales a iniciar una actividad comercial directa o indirecta con Europa’’10.

Para Fradkin y Garavaglia, el proceso comenzó en el siglo XVII pero se fue acrecentando

durante el próximo siguiente, siendo encabezado por Buenos Aires el movimiento de

reorientación de las economías regionales hacia el Litoral y el Atlántico, aunque la

atracción de los mercados mineros siguió siendo relevante, lo cual es innegable. En esta

época, y como consecuencia del mismo proceso, la Corona haría mayores esfuerzos por

reforzar la presencia colonial en el sur de sus dominios11, lo cual traería consecuencias

como el aumento demográfico y de la explotación rural.

Jorge Gelman sintetizó muy bien el contexto señalado: fue un proceso caracterizado por el

crecimiento sostenido de Buenos Aires y regiones de más reciente colonización como la

Banda Oriental, que comprendía un Litoral con una creciente actividad comercial, un

aumento de las explotaciones pecuarias, un constante crecimiento demográfico y de los

8 JUMAR, Fernando, BIANGARDI, N. y otros (2006). ‘‘El comercio ultramarino y la economía local en el

complejo portuario rioplatense. Siglo XVIII’’, en Anuario del IEHS, Nº 21, p. 236. 9 GARAVAGLIA, Juan Carlos (1999). Op. Cit., pp. 216-217. 10 MILLETICH, Vilma. ‘‘El Río de la Plata en la economía colonial’’, en Tandeter, Enrique (Dir.). Nueva

Historia Argentina. Tomo II: la sociedad colonial. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, p. 218. 11 FRADKIN, Raúl y GARAVAGLIA, Juan Carlos. Op. Cit., pp. 83-84.

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mercados locales, en donde los principales estímulos se volcaban fundamentalmente sobre

la producción agropecuaria. Sin embargo, la economía colonial seguía girando también en

torno a los centros mineros, los cuales se vinculaban con el Atlántico a través de Buenos

Aires y otros puertos, conformando un espacio en el cual las regiones se especializaban en

función de las demandas de los puntos económicos más importantes12.

En este marco, el Cabildo de Buenos Aires funcionó, al parecer, como un importante

organismo regulador de las prácticas productivas y administrador del ganado vacuno

disponible, destacado por tomar medidas en torno a los ajustes de cueros y el comercio

exterior. Durante los primeros años del siglo XVIII, el asiento estuvo controlado por la

Compañía de Guinea (francesa), que cumplía el papel de abastecer de esclavos a la región a

cambio de que pudieran ingresar barcos galos para comerciar diferentes productos

europeos. Cuando el Tratado de Utrecht dio por finalizada la Guerra de Sucesión, el asiento

quedó en manos de Gran Bretaña, representada por la South Sea Company, la cual se

comprometió a dar el aprovisionamiento de negros a cambio de un permiso para cargar

navíos por 500 toneladas13.

Dentro de este mismo período tuvieron lugar importantes reformas desde la Corona,

además del establecimiento del Asiento ya mencionado (1718-1739): en 1717 la Casa de

Contratación fue trasladada de Sevilla hacia Cádiz, y con esto se conformó el servicio de

avisos (navíos de correo) para mantener una comunicación más fluida entre la Metrópoli y

sus colonias. Por otra parte, hacia 1740 fue suprimido el sistema de flotas y galeones,

estableciéndose las partidas de navíos de registro, los cuales crecieron desde 1749 con la

incorporación de los puertos del Atlántico y del Pacífico en el tráfico imperial14.

Ya hacia fines del período que corresponde a este trabajo, tuvo vigencia el Tratado de

Permuta (1750-1759), que a pesar de su intento por regular las relaciones comerciales entre

12 GELMAN, Jorge Daniel (1998). ‘‘El mundo rural en transición’’, en Goldman, Noemí (Dir.). Nueva

Historia Argentina. Tomo 3: Revolución, República, Confederación (1810-1852). Buenos Aires, Editorial

Sudamericana, pp. 74-75. 13 MILLETICH, Vilma. Op. Cit., p. 218; PAREDES, Isabel y JUMAR, Fernando (2008). ‘‘El comercio

interregional en el complejo portuario rioplatense: el contrabando visto a través de los comisos, 1693-1777’’,

en América Latina en la Historia Económica, México, Nº 29, p. 40. 14 MILLETICH, Vilma. Op. Cit., pp. 218-219.

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hispano-criollos y luso-brasileños, no hizo más que favorecer el contrabando entre Buenos

Aires y Colonia del Sacramento15.

El ayuntamiento porteño tendría, como se verá, un papel muy importante relacionado al

tráfico legal, al trato con los representantes del Asiento Británico y con el contrabando,

principalmente vinculado a los portugueses de la Banda Oriental.

El cabildo, los ajustes y la intervención en la producción

Antes que nada, es preciso tener en cuenta que el cabildo fue una de las corporaciones con

trayectoria política más relevante en la América española, y como tal, fue un lugar donde se

expresaban los diferentes intereses (que muchas veces entraban en conflicto) de los sectores

dominantes dentro de su jurisdicción (comerciantes, propietarios rurales, hacendados, etc.).

Respecto a sus funciones, éstas eran bastante amplias y diversas, en cuanto se relacionaban

con los servicios públicos, el ordenamiento y la regulación de los mercados, las obras

edilicias y todas las funciones que se vinculaban a su definición de ‘‘Cabildo, justicia y

regimiento’’ (procesos judiciales ordinarios ‘‘de primera instancia’’)16. Siendo más

específicos en el plano económico y productivo, es importante para los intereses de esta

parte de la investigación por su papel como institución que tenía la atribución de autorizar

el comercio, decidir quién podía –o no- hacer vaquerías, negociar el número de piezas,

valores monetarios y formas de pago, es decir, el ajuste de cueros, y de cobrar el tercio real

correspondiente a la producción de esas pieles17.

En este capítulo se hace hincapié en la segunda de las atribuciones enumeradas y todas las

problemáticas y variantes que surgían dentro de la misma. Se parte de la base de que esta

institución tuvo una importante participación mediante diferentes iniciativas políticas con el

objetivo de regular las prácticas productivas, los recursos pecuarios disponibles y obtener la

mayor cantidad de beneficios económicos posibles para su jurisdicción, aunque sin obviar

que respondía más directamente a los intereses de ciertos sectores (la elite porteña) en torno

15 PAREDES, Isabel y JUMAR, Fernando. Op. Cit., p. 40. 16 FRADKIN, Raúl y GRAVAGLIA, Juan Carlos (2009). Op. Cit., p. 154. 17 HARARI, Emilio Fabián (2002). ‘‘Las vaquerías en Buenos Aires a comienzos del siglo XVIII’’, en Razón

y Revolución, Nº 10, p. 2.

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a la producción y comercialización de cueros18, acaso el principal producto rural de

exportación vinculado a Europa.

En primer lugar, dentro de las medidas capitulares, hay que destacar su intervención en los

ajustes. Todo aquel que quisiera comprar cueros debía negociar antes con el cabildo. Este

último se encargaba de los ajustes, es decir, de distribuir entre los vecinos accioneros y

criadores distintas porciones de cueros hasta llegar al total establecido en la negociación

previa con los compradores. Para sí, se quedaba con 1/3 del precio por todos los servicios

prestados, y el cual era luego invertido en obras públicas, la construcción de casas

capitulares, las reparaciones del presidio de la ciudad, etc.19. Este último punto se desarrolla

con otro aspecto que, si bien no es profundizado en esta investigación, es necesario tener en

cuenta: la aplicación de los fondos recaudados del comercio de cueros para la beneficencia

pública. En un contexto de extinción del vacuno salvaje, en el cual los accioneros fueron

siendo reemplazados por otras figuras vinculadas a estos mercados, como el recogedor de

alzados o vaqueador, se dio que:

‘‘…el cabildo, que volvió a controlar las ventas de corambre a los navíos de registro y los barcos

negreros, hizo depender sus políticas asistenciales de estos ingresos, como lo habían hecho

anteriormente los gobernadores. Los accioneros, como bien dijimos, no quedaron excluidos: su

matrícula fue depurada, expurgando de la misma a todos aquellos que presentaran títulos

imperfectos, pero se los agregó a un conjunto mucho más amplio de beneficiarios… varios cientos

de vecinos que aspiraban recibir limosna o se consideraban con derechos al tercio’’20.

Volviendo específicamente a la venta de cueros, dentro del recorte cronológico realizado

para este trabajo, hubo diferentes compradores según el momento: entre 1701-1715 estuvo

en manos de la Compañía de Guinea (Francia); desde 1716 hasta 1739 fue controlado por

los británicos, aunque con varias interrupciones por las guerras que se dieron entre España

e Inglaterra, para finalmente volver a manos de particulares con premiso oficial21. Por otra

parte, vale la pena aclarar que siempre se le vendió cueros a los navíos de permiso, incluso

hasta las Reformas Borbónicas. Según autores como Fernando Jumar y Maximiliano

18 JUMAR, Fernando (2008). ‘‘El primer boom de la exportación de cueros y la sociedad local. Río de la

Plata. Fines del siglo XVII, comienzos del siglo XVIII, en XXI Jornadas de Historia Económica, Asociación

Argentina de Historia Económica, Universidad Nacional de Tres de Febrero, p. 9. 19 Ibídem, p. 12. 20 BIROCCO, Carlos María (2003). ‘‘Alcaldes, capitanes de navío y huérfanas. El comercio de cueros y la

beneficencia pública en Buenos Aires a comienzos del siglo XVIII’’, en III Jornadas Internacionales de

Historia Económica, Asociación Uruguaya de Historia Económica, pp. 2-4. 21 MILLETICH, Vilma (2000). Op. Cit., p. 232.

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Camarda, durante el siglo XVIII, se produjeron distintas e importantes transformaciones en

el comercio ultramarino, y con ellas, en la circulación de navíos entre el complejo portuario

rioplatense y la metrópoli. El primero de estos especialistas destacó las últimas décadas de

la centuria anterior, sobre todo el establecimiento de los portugueses en Colonia do

Sacramento (década de 1680), más el fin de la Guerra de Sucesión y el restablecimiento de

los vínculos comerciales con los representantes de la Corona británica, en este caso, la

South Sea Company, todos factores que ‘‘provocaron un proceso de comercio ascendente

durante el siglo XVIII, que permitió la conformación y florecimiento del Complejo

Portuario Rioplatense’’22. Dentro del período que llama de crecimiento para la circulación

de navíos y el comercio de cueros, Camarda establece 2 períodos, el primero de los cuales

recorre nuestro análisis: el asentamiento de los lusitanos en Colonia, el comercio sostenido

con los navíos españoles bajo el sistema de flotas y galeones, y el establecimiento de la

compañía negrera inglesa23, que se describirá en base a ejemplos de negociaciones,

conflictos, y también con la sistematización de los datos obtenidos de los acuerdos

capitulares.

En cuanto a dicho organismo, solía ser el encargado de negociar y resolver los problemas

que surgían con los representantes del Real Asiento de Gran Bretaña. Hay unos cuantos

ejemplos sobre esta función: el 3 de febrero de 1723 don Sebastián Delgado y don Matías

Solana dieron razón de que el presidente del Real Asiento de Inglaterra había dicho que no

podía pagar el dinero que le debían a la Ciudad por el anclaje de sus navíos y el valor de los

cueros que pensaban embarcar, por el hecho de encontrarse sin dinero, ante lo cual el

cabildo acordó unánimemente enviar nuevamente a dichos señores a cobrar el dinero que le

correspondía a la Ciudad24; meses después se presentó un escrito del principal representante

del mismo grupo de comerciantes, en el cual pedía que se suspendieran las faenas de cueros

y los libramientos en dinero que debía darles dicha compañía comercial a las personas que

debían hacer las faenas hasta el mes de marzo25. Por otra parte, se ocupó tanto de la

producción de los cueros acordados como de solucionar problemas que fueron surgiendo:

22 CAMARDA, Maximiliano (2013). ‘‘Circulación ultramarina de navíos del Complejo Portuario Riplatense

(1779-1806)’’, en Anuario del Instituto de Historia Argentina, Facultad de Humanidades y Ciencias de la

Educación, Universidad Nacional de La Plata, Nº 13, p. 2. 23 Ibídem. 24 AGN, AECBA, Serie II, Tomo V, p. 30. 25 Ibídem, p. 214.

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por ejemplo, el 30 de octubre de 1723 se ajustaron entre los vecinos 40.000 cueros a 11

reales cada uno, de los que el Real Asiento debía adelantar a esta Ciudad 4 reales de cada

cuero; el 11 de septiembre del año siguiente, se acordó mandar a hacer 60.000 pieles de

bovino, a 11 reales la unidad. De los 100.000 cueros anteriores, la South Sea Company

debía pagar de alcabala el 1,5%26. Los diputados del cabildo eran, por lo general, los

encargados de las negociaciones, aunque la última resolución quedaba en manos del

gobernador. Inclusive, no faltaron conflictos entre éste y la corporación municipal por las

facultades sobre el comercio de cueros: por ejemplo, años antes de nuestro período de

análisis (entre 1712-1716), se produjo un intenso conflicto entre facciones, agrupadas en

torno a las figuras del gobernador y capitán general y el ayuntamiento, respectivamente.

Dentro de tal conflicto, tuvieron mucha importancia como causa los privilegios en torno al

dominio de las transacciones portuarias, y en consecuencia de los mercados locales y

regionales, donde se destacaba el monopolio en la venta de cueros a los navíos de registro

peninsulares y a los buques de los asientos negreros27. Dicha posición de privilegio estuvo

en manos del gobernador entre 1690 y 1712, hasta que finalmente, por decisión del

monarca, se le restituyeron a la sala capitular los derechos sobre el ganado cimarrón y el

comercio de los productos de la corambre28.

En los casos anteriores, se puede ver a la sala capitular actuando directamente como

negociador con los ingleses, exigiéndoles que pagaran por los cueros que pedían, e incluso

suspendiendo las producciones por pedido de dicha compañía, que, al menos en el caso de

1723, no tenía el dinero suficiente para abonar lo acordado antes de que se mandara a hacer

corambre. En 1732, se especificó que por el derecho de anclaje de 44 navíos, el Real

Asiento pagó 60 pesos por cada barco, que sumaron 2.640 pesos. Por estos y otros derechos

correspondían a los Propios de la Ciudad 55.527 pesos29. Ya se ha mostrado como el

gobierno municipal nombraba comisionados para este tipo de negociaciones, pero vale la

pena resaltar que la última palabra solía tenerla el gobernador, y que hubo momentos en los

cuales las funciones sobre las vaquerías y la regulación comercial fueron concentradas por

26 AGN, Sala IX, Archivo del Cabildo, 19-1-8, folio 87. 27 BIROCCO, Carlos María (2011). ‘‘En torno a la ‘anarquía’ de 1714. La conflictividad política en Buenos

Aires a comienzos del siglo XVIII’’, en Anuario del Instituto de Historia Argentina, Universidad Nacional de

la Plata, pp. 73-74. 28 BIROCCO, Carlos María (2003). Op. Cit., pp. 1-2. 29 AGN, Sala IX, Archivo del Cabildo, 19-1-8, folio 87.

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11

este funcionario: durante su período, el gobernador Velasco permitió que solamente se

beneficiaran de tales negocios algunos vecinos allegados y funcionarios de la Real

Hacienda, lo cual terminó en varias denuncias en su contra, que condujeron a que Felipe V

ordenara la pesquisa realizada desde 1710 por Juan Joseph de Muntiloa y Andueza, además

de las reales cédulas de 1711, una de las cuales reconocía a los vecinos como únicos

poseedores del ganado vacuno cimarrón30

Asimismo, se ocupaba de representar los intereses de sus vecinos también en las

transacciones que se hacían con los navíos de registro españoles: el 20 de julio de 1723 se

presentó un pedido del capitán comandante de los navíos de registro, Salvador García de

Pose, pidiendo el ajuste de 20.000 cueros para cargar en los mismos, ante lo cual los

alcaldes ordinarios decidieron que concurriera al primer acuerdo para dicho ajuste y que

antes de ello el procurador general pidiera certificación por la cantidad de cueros que iban a

cargar los navíos de registro y del Asiento de Inglaterra31; un par de meses más tarde, se

respondió a García de Pose que ya había enviado gente a recorrer los campos para producir

piezas de cueros, pero que no sería posible tener las 20.000 solicitadas para el verano, lo

cual se le avisaba para que hiciera lo que creyera más conveniente. De esta manera, vemos

como el concejo trataba de responder a las cantidades demandadas por los registros,

siempre que lo creyera posible, y que intervenía regularmente cuando mandaba a hacer las

piezas, o cuando negociaba lo mejor posible si era dificultoso llegar a la cantidad

previamente establecida. Haciendo referencia al último caso citado, el mismo tuvo su

resolución, ya que días más tarde García de Pose propuso al ayuntamiento que, por no

poder cumplir la Ciudad con los 20.000 que pidió, se le vendieran al mismo precio fijado

para el último registro y que la Ciudad se encargara del transporte de los mismos32.

A su vez, era el que debía negociar por los precios de las pieles y decidir en qué parte de

su jurisdicción debían realizarse, especificando también las cantidades en todos los casos.

Por ejemplo, el 22 de septiembre de 1723 se modificó el precio a los 40.000 cueros pedidos

por los ingleses del Real Asiento, de los cuales 25.000 debían ser hechos en la Banda

Oriental y los 15.000 restantes en Buenos Aires, los cuales habían sido ajustados por los

30 BIROCCO, Carlos María (2011). Op. Cit., pp. 74-76. 31 AGN, AECBA, Serie II, Tomo V, p. 103. 32 Ibídem, pp. 133 y 136.

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diputados don Tomás de Monsalve y don Juan de Zamudio a 13 reales los de esta banda y a

11 los del Uruguay. El cabildo no acordó estos precios y ordenó a dichos diputados que

pusieran los de la Banda Oriental a 20 reales y los de ésta Ciudad a 2 pesos33. Antes de

establecer los precios, los cabildantes convocaron a 4 vecinos con experiencia en las faenas

de la campaña para que las analizaran y dijeran los costos que podrían tener los cueros de

toros que se hicieren. Finalmente sostuvieron que por hallarse las pampas muy destruidas y

por quedar muy poco ganado vacuno y muy disperso, más la amenaza que representaban

los indios, sería necesaria una escolta de por lo menos 100 hombres para la expedición y

que los cueros costarían 3 pesos cada uno34. En pocas palabras, el Cabildo fijaba los precios

y las cantidades a realizarse en cada parte de su jurisdicción según el ganado disponible o

las dificultades que presentaran las faenas. En ese caso, es importante tener en cuenta la

relación directa entre los precios asignados a los productos y la disponibilidad de ganado

cimarrón para hacer las vaquerías en la Banda Occidental y del otro lado del río. De allí que

los producidos en las tierras orientales fueran más baratos, ya que al haber planteles de

vacunos mucho más abundantes, las faenas resultaban menos complejas de efectuarse que

en los campos porteños, donde el ganado salvaje estaba prácticamente extinto.

Otra función fundamental estaba compuesta, sin dudas, por los ajustes entre los vecinos

criadores. Quien quería acceder a los cueros, tenía que negociar con el ayuntamiento, donde

se resolvían los precios para las cargar de los navíos, se establecía la forma de pago, las

condiciones del mismo y todo lo que implicaba la defensa de los intereses locales. Una vez

hecha la negociación, el cuerpo se encargada de distribuir el total de cueros ajustados por

cuotas entre los accioneros de su jurisdicción, quedándose para sí con el tercio del valor

total35. Resulta valioso verlo a partir de ejemplos concretos: el 8 de marzo de 1730, don

Juan de Illescas, con Joseph de Rojas y Acevedo como fiador, se obligó por 4.000 cueros

puestos en el paraje de Las Vacas36. Ese mismo año, se ajustaron cueros en varios vecinos:

Cristóbal Cabral de Melo, con Juan Cristóbal de Sa Martín como fiador, por 3.000 cueros;

Manuel Machado, Pedro de Viera y Antonio Duarte se obligan a que Silvestre Pérez Bravo,

vecino de Montevideo, entregue 1.500 cueros; Joseph Gutiérrez Carvajal, con Juan de Sa

33 Ibídem, p. 139. 34 Ibídem, pp. 120-122. 35 JUMAR, Fernando (2008). Op. Cit., p. 7. 36 AGN, Sala IX, AC, 19-1-8, folio 4.

Page 13: El ayuntamiento y su intervención en la producción y el

13

Martín como fiador, por 5.000 cueros; Diego de Rocha, con Juan de Rocha como fiador,

por 1.500 cueros; el regidor Luis Navarro se comprometió a que el ayudante Bernardo

Gaitán, vecino de Montevideo, entregue 500 cueros; el depositario Joseph de Esparza se

obligó a que Joseph Romero, “vecino de esta ciudad y ausente en la otra banda de este río”,

entregara 2.000 cueros; el mismo depositario se ocuparía de que Juan González “vecino de

esta ciudad y corregidor de la reducción de Santo Domingo Soriano” entregara en un año

2.000 cueros de toro “al pelo de dar y recibir”; Juan Garzón, con Francisco Basurco como

fiador, por 500 cueros; Joseph Mancevillaga, con el alférez Bernardo Cebos como fiador,

por 2.000 pieles37.

Por otra parte, y de la mano a todas esas atribuciones, estaba la regulación del ganado

vacuno y la producción pecuaria. Durante la primera parte del período era el organismo que

se ocupaba de nombrar a los vecinos accioneros. Vale la pena recalcar que las acciones

sobre el ganado cimarrón fueron muy pocas y empezaron a desaparecer a comienzos del

período correspondiente a esta investigación. A fines de 1723 se presentó ante el cabildo

un pedimento de doña Bárbara Casco de Mendoza, mostrando una copia del testamento de

don Silverio Casco y las demás diligencias que se habían ejecutado en virtud del acuerdo

del día 24 de noviembre de ese mismo año. La misma fue aprobada por el cuerpo

municipal, quien declaró a doña Bárbara como una de las accioneras del ganado cimarrón

de esta jurisdicción38. El anterior es el último caso encontrado de concesión de acción sobre

el ganado vacuno salvaje dentro de la Banda Occidental del Río de la Plata otorgada por el

ayuntamiento porteño, lo cual conduce a pensar una posible extinción irreversible del

recurso en cuestión. De hecho, ya para esa fecha se mencionaban problemas para conseguir

vacunos y para hacer las faenas correspondientes: en ese mismo año del procurador general

don Juan de Ribas presentó una carta en la cual hacía referencia al estado de la campaña en

ese momento y la escasez de ganado vacuno, pidiendo que se hiciera una corrida general en

las pampas. Teniendo en cuenta que las tierras se encontraban en período de prácticas

agrícolas, el cabildo no vio conveniente hacer dicha corrida. Se prefirió mandar a 5

personas (3 españoles y 2 indios) para que reconocieran las campañas y que luego

37 Ibídem, folios 9-9b. 38 Ibídem, p. 223.

Page 14: El ayuntamiento y su intervención en la producción y el

14

informasen sobre su estado39; ese mismo año se discutió si reconocerle o no la acción a

Diego Ramírez Flores, justamente por la falta de ganado40.

Empero, parece ser que la situación no se desarrolló de la misma manera en toda la

jurisdicción de Buenos Aires, ni tampoco dentro de la región rioplatense. A modo de

comparación, podría contrastarse con la realidad que debía afrontar en ese entonces el

cabildo santafesino. A comienzos de 1723, se decidió continuar con las faenas sobre el

ganado cimarrón, aunque solo para las piezas destinadas al mercado local41, mientras que

los porteños ya no tenían para ese entonces; en 1729, tras casi seis años de suspensión,

volvieron a permitirse las faenas sobre el ganado cimarrón42, lo cual es indicio de un

marcado agotamiento del recurso en cuestión; en 1751 se suspendieron las faenas para

hacer corambre, ya que se necesitaba el ganado para el nuevo pueblo de charrúas43; el

último impedimento para hacer extracciones de ganado cimarrón para matanzas destinadas

al sebo, grasa y cueros data de 1754, tras varios años sin vaquerías tradicionales44, lo cual

quiere decir que durante muchos años este tipo de animales escasearon y faltaron. En

resumen, pueden apreciarse algunas diferencias entre las medidas tomadas por el gobierno

local en Buenos Aires y Santa Fe durante el mismo período, en gran medida debido a las

diferentes realidades que atravesaba el ganado vacuno salvaje: mientras en Buenos Aires

resulta muy difícil encontrarlo por los campos del margen Occidental del Río de la Plata, en

Santa Fe todavía había planteles, aunque con períodos importantes de falta, hasta la década

de 1750. Empero, hay que aclarar que los santafecinos, al agotar sus reservas de ganado

cimarrón de esta banda del Paraná, pasaron a extraerlo de otros puntos en donde abundaron

hasta bien entrado el siglo XVIII, como los campos de la actual Provincia de Entre Ríos,

donde se efectuaron durante esta misma época no solamente faenas, sino también recogidas

para repoblar las estancias de Santa Fe, y solucionar la falta de carne para el abasto, entre

otras cosas45. Sin embargo, y pese a que esta metodología se intensificó durante esta parte

de la centuria, no fue algo exclusivo de la época, ya que tanto las expediciones de caza

39 Ibídem, p. 59. 40 Ibídem, p. 214. 41 AGPSF, ACSF, Tomo IX, folios 46-48b. 42 AGPSF, ACSF, Carpeta 14 ‘‘A’’ 73, folios 105-107b. 43 AGPSF, ACSF, Tomo XII, folios 133-135b. 44 AGPSF, ACSF, Tomo XII ‘‘B’’, folios 243-246b. 45 PELOZATTO REILLY, Mauro Luis (2015). ‘‘El Cabildo, los vecinos y la utilización de la otra banda…’’.

Op. Cit., Ibídem.

Page 15: El ayuntamiento y su intervención en la producción y el

15

como las recolecciones de animales alzados se dieron desde prácticamente los primeros

años de vida de la jurisdicción, según la coyuntura que atravesara la disponibilidad de reses

para el abasto y la producción de cueros46.

Estas condiciones hicieron que los alcaldes porteños se enfocaran más en las recogidas de

alzados y en las vaquerías de la Banda Oriental, mientras sus pares de Santa Fe se ocupaban

al mismo tiempo de las pocas vaquerías tradicionales que podían hacer y las recogidas de

ganado que solían producirse en la otra banda del Paraná. Asimismo, hacia mediados de la

centuria, la cría de vacunos fue ganando importancia en relación al crecimiento de las

exportaciones de cueros, al mismo tiempo que se complementaban con la cría de otros

animales para responder a los distintos mercados coloniales del Alto Perú y las demandas

del abasto local de carne y otros productos47.

Inclusive dentro de la misma jurisdicción de Buenos Aires había distintas realidades en

relación al ganado cimarrón y las faenas para hacer cueros. De hecho, es de conocimiento

que importantes planteles de cimarrones persistieron hasta bien entrado este período en los

campos de la actual República Oriental del Uruguay, el cual fue explotado por los vecinos

de Buenos Aires, los españoles de Montevideo, los portugueses de Colonia y los

representantes de la Compañía de Jesús, entre otros48. Partiendo de esta idea es que

Garavaglia afirma que, al menos de 1719, solía conocerse como ‘‘ganado invernado’’ a

aquellos animales que eran traídos desde la Banda Oriental para distintos fines, entre ellos

46 PELOZATTO REILLY, Mauro Luis (2016). ''Administración pública del ganado y sus alternativas

comerciales en la jurisdicción del cabildo de Santa Fe de la Vera Cruz, Gobernación del Río de la Plata

(1576-1627) '', en Revista Estudios Digital, IIHAA, USAC, Guatemala, Año 4, Nº 9, Agosto de 2016. 47 HALPERÍN DONGHI, Tulio (1993). ‘‘Una estancia en la campaña de Buenos Aires, Fontezuela, 1753-

1809’’, en Fradkin, Raúl (Comp.). La historia agraria del Río de la Plata colonial. Los establecimientos

productivos (I). Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, p. 58; MAYO, Carlos y FERNÁNDEZ,

Ángela (1993). ‘‘Anatomía de la estancia colonial bonaerense (1750-1810) ’’, en Fradkin, Raúl (Comp.). La

historia agraria del Río de la Plata colonial. Los establecimientos productivos (I). Buenos Aires, Centro

Editor de América Latina, pp. 67-82; GARAVAGLIA, Juan Carlos (1993). ‘‘Las ‘estancias’ en la campaña de

Buenos Aires. Los medios de producción (1750-1850) ’’, en Fradkin, Raúl (Comp.). La historia agraria del

Río de la Plata colonial. Los establecimientos productivos (II). Buenos Aires, Centro Editor de América

Latina, p. 129. 48 PELOZATTO REILLY, Mauro Luis (2015). ''El Cabildo, los vecinos y la utilización de la otra banda…’’.

Op. Cit., Ibídem; PELOZATTO REILLY, Mauro Luis (2016). ''Las vaquerías rioplatenses desde una

problemática puntual: el cabildo de Santa Fe y su intervención en la concordia con Buenos Aires y la

Compañía de Jesús, 1721-1726'', en Revista Raíces, Uruguay, Nº 187, Mayo de 2016.

Page 16: El ayuntamiento y su intervención en la producción y el

16

el abasto local, el repoblamiento de estancias y diversos mercados regionales e

internacionales49.

Desde la perspectiva de análisis de este capítulo, es decir, desde una mirada centrada en la

producción y comercialización de los cueros, estas distintas realidades también pueden

considerarse. Por ejemplo, cuando se discutían entre los cabildantes, vecinos, capitanes de

registros y representantes del Asiento las cantidades a hacerse en uno u otro margen del río.

En ese año de 1723, se ajustaron 20.000 cueros para los navíos de registro comandados por

don Salvador García de Pose y 40.000 para los de la South Sea Company, de entre los

cuales se decidió producir 25.000 en la Banda Oriental y los restantes del lado Oeste del

río. Asimismo, se especifica que los primeros serían más baratos que los segundos50, lo cual

es claro indicio de que había más ganados disponibles en aquella región, o al menos

menores dificultades para hacer las piezas establecidas en la negociación. En el año

próximo posterior, Robert Cross (director del Real Asiento), volvió a pedir cueros, esta vez

70.000, los cuales fueron mandados a hacer entre los vecinos ‘‘de esta banda y la otra’’, en

donde se haría una mayoría de los mismo (40.000)51.

Inclusive, hubo vecinos que solían ausentarse de su casas en la ciudad o en la campaña

Occidental del Plata para participar en las expediciones y faenas que se hacían en la Otra

Banda, como fueron los casos de Bartolomé Portillo, quien había abandonado sus tierras de

chacra para irse a la Banda Oriental en 1726, al igual que su vecino el capitán Cristóbal

Cabral, quien tenía peones instalados en aquellos campos52. Otros casos podrían

mencionarse, como el de Javier Mitre, estanciero de Luján, se encontraba haciendo faenas

en la Banda Oriental53.

Recordemos que a su vez, era el ayuntamiento el que organizaba las recogidas de ganado

alzado y las faenas de cueros en la Banda Oriental. Los casos recorren prácticamente todo

el período, con sus respectivas particularidades según la coyuntura: el 16 de junio de 1723

se leyó un auto presentado por el Gobernador en el cual se mencionaba una vaquería que se

49 GARAVAGLIA, Juan Carlos (1999). Op. Cit., p. 216. 50 AGN, AECBA, Serie II, Tomo V, pp. 136 y 139. 51 Ibídem, p. 376. 52 Academia Nacional de la Historia (ANH), Documentos para la Historia Argentina, Tomo X. Padrones de la

ciudad y campaña de Buenos Aires (1726-1810), Padrón de 1726, p, 149. 53 Ibídem, p. 156.

Page 17: El ayuntamiento y su intervención en la producción y el

17

intentaba hacer en la Banda Oriental en esos momentos54; tres años más tarde el Cabildo

ordenó que los encargados de las dos vaquerías en la Banda Oriental reintegraran el ganado

que había recogido de más55; en 1734 se mencionaba que don Juan de Rocha, principal

encargado de la recogidas en la Otra Banda, ya se encontraba en la Ciudad y que no había

cumplido anteriormente con las condiciones pactadas en el remate de las vaquerías anuales,

las de dar 12.000 cabezas para el abasto. Se mandó a informar a dicho Juan de Rocha a que

saliera nuevamente al campo para traer dentro de seis meses dichos ganados. Además se le

aplicó una multa de 2.000 pesos56. Mirando solo estos ejemplos, se puede ver a la

corporación mandando a hacer vaquerías y recogidas, nombrando encargados entre los

vecinos de Buenos Aires, encargándose de garantizar el abasto local y tratando de controlar

los excesos que pudieran surgir57.

Vale la pena remarcar que hubo intervenciones y conflictos en otros lugares como Santa

Fe. Éstos últimos fueron, más que nada problemas de jurisdicción y superposición de

intereses entre ambas ciudades: a modo de ejemplo, se puede mencionar cuando en 1726 el

gobernador mandó a su lugarteniente en Santa Fe que librara los autos necesarios para que

no se permitiera que ningún vecino pasara a hacer recogidas ni faenas en la Banda Oriental,

puesto que don Juan de Rocha ya se encontraba haciéndolas para el abasto de Buenos

Aires58; ese mismo año los alcaldes santafesinos exigieron a Buenos Aires la transferencia

de 6500 cabezas de ganado para el abasto local, las cuales serían abonadas al rematador

Fernando Valdés a 5 reales cada una59; en 1730, se presentó un apoderado en Buenos Aires

para defender el papel del Cabildo de Santa Fe como concesionario de licencias para hacer

vaquerías y faenas para los vecinos dentro de su jurisdicción60; diez años más tarde, se trató

una problemática relacionada a las transacciones de ganado, cueros, sebo y grasa por parte

de los vecinos de Los Arroyos (jurisdicción de Buenos Aires) dentro de los dominios del

54 AGN, AECBA, Serie II, Tomo V, p. 84. 55 Ibídem, p. 636. 56 AGN, AECBA, Serie II, Tomo VII, Libros XXIII y XXIV, p. 106. 57 PELOZATTO REILLY, Mauro Luis (2014). ''El Cabildo, la ganadería y el abasto local en el litoral

rioplatense, 1723-1750'', en Actas de las Quintas Jornadas de Historia Regional de La Matanza, 29 al 31 de

octubre de 2014, pp. 230-244. 58 AGN, AECBA, Serie II, Tomo V, Libros XVIII y XIX, p. 597. 59 AGPSF, ACSF, Tomo IX, folios 351-355b. 60 AGPSF, ACSF, Carpeta 14 ‘‘C’’ 83, folios 207-209b.

Page 18: El ayuntamiento y su intervención en la producción y el

18

cabildo santafesino, lo cual era supuestamente más conveniente por los gastos e

inconvenientes de transporte que causaba viajar hacia Buenos Aires61.

Pese a todo, la relación Buenos Aires-Santa Fe no siempre fue conflictiva. Muchas veces

aparecen en las fuentes ambos ayuntamientos trabajando en conjunto en relación al ganado

vacuno disponible, las faenas y sus productos. Por ejemplo en 1725, ante la falta de

animales para el mercado local, la sala capitular de Santa Fe accedió a tomar 500 cabezas

de las recogidas por el vecino porteño don Juan de Rocha a 5 reales cada una, lo cual había

sido establecido en el remate de la vaquería62; una década más tarde, el mismo vecino de

Buenos Aires aparecía acercando ganados hacia la jurisdicción de Santa Fe para

venderlos63. Ese mismo año, se trató una participación conjunta en las vaquerías y faenas

entre Santa Fe, Buenos Aires y la Compañía de Jesús, cuando se ordenó al Alcalde de la

Hermandad de Los Arroyos que mandara a Rocha a que entregara los 5.407 animales que

tenía de las recogidas al Padre Rector Miguel de Benavides, representante de los jesuitas,

como se había establecido previamente entre las tres partes involucradas64.

El carácter de las intervenciones capitulares

Más allá de enumerar y describir las principales intervenciones del Cabildo de Buenos

Aires en materia de cueros, su producción y sus mercados, es necesario diferenciar bien las

políticas tomadas y su importancia a lo largo del período de esta investigación. Para ello, se

han tomado grupos de años basados en la compilación de los acuerdos capitulares, para

poder apreciar cambios y continuidades. Entre 1723-1727, dentro de las problemáticas

vinculadas a la corambre (tratadas en 93 ocasiones por el cabildo), se destacaron los

pedidos de licencias para comprar y cargar cueros (en 73 sesiones se intervino sobre las

mismas, destacándose el papel de los representantes del asiento esclavista y comercial

británico), seguidos por la distribución de los cueros a realizar entre los vecinos productores

(15 veces), las negociaciones por los precios de estos productos (6 veces), el nombramiento

61 AGPSF, ACSF, Tomo X ‘‘B’’, folios 501-503b. 62 AGPSF, ACSF, Tomo IX, folios 228-229b. 63 AGPSF, ACSF, Tomo X ‘‘A’’, folios 241-243b. 64 AGPSF, ACSF, Tomo X ‘‘B’’, folios 309-310b.

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19

de accioneros y la realización de vaquerías específicamente para producir cueros (1 vez

cada tema). Recordemos que todos aquellos que quisieran comprar de manera legal debían

recurrir al ajuste con el municipio:

‘‘en donde éste negociaba el precio para la totalidad de la compra (generalmente la carga

completa de un navío), sino que además arreglaba la forma de pago, condiciones de entrega

y todo lo demás que significaba la real defensa de los intereses locales. Una vez negociado

el contrato o ajuste de cueros con el exportador, el Cabildo pasaba a distribuir cuotas de

provisión entre los accioneros y quedaba con 1/3 del precio de los cueros (siempre obtenido

de la parte pagada en moneda) a título de propio’’65.

En el sub-período siguiente (1729-1733), estos temas se discutieron en 103 oportunidades,

entre las cuales se destacaron nuevamente los permisos para cargar navíos y comerciar (59

veces), seguidos de las intervenciones dentro de las negociaciones con el ya mencionado

Francisco de Alzaibar (49 veces) y el Real Asiento (42 veces). También se trataron otros

problemas como el permiso para comprar, cargar y comercializar que García de Pose quería

hacer efectivo (9 veces), la distribución de cueros entre criadores (7 veces) y la regulación

de licencias para hacer corambre (4 veces). Entre 1734-1738, las intervenciones bajaron

considerablemente (51 en total), destacándose el conflicto con la compañía inglesa por el

pedido de reintegro de 32.000 cueros por parte de la misma (tema tratado 36 veces en el

ayuntamiento), seguido por la continuación de las negociaciones con Alzaibar, que buscaba

cargar más de los 15.000 cueros que el cabildo consideraba necesarios (9 veces), las

licencias para extraer pieles (4 veces) y el establecimiento de los precios para la venta de

cueros en el mercado local (2 veces), algo que no volvió a repetirse durante todo el período

estudiado.

El transcurrido entre 1739-1744 fue un recorte de intervenciones casi exclusivamente sobre

los excesos en las compras de cueros (sobre 16 sesiones, en 14 se discutieron estas

cuestiones), mientras que apenas una vez se discutió sobre el tercio correspondiente a la

Corona y otra vez sobre el decomiso de cueros embargados. Y durante todos aquellos años,

tuvo particular protagonismo Francisco de Alzaibar, quien poseía una Real Cédula que le

permitía comerciar cueros libremente en la región sin que las autoridades locales pudieran

impedirlo. Sin embargo, el cabildo se esforzó por evitar los abusos por parte de dicho

capitán de navíos de registro: en marzo de 1739, se trató sobre una petición del procurador

65 JUMAR, Fernando (2008). Op. Cit., p. 7.

Page 20: El ayuntamiento y su intervención en la producción y el

20

general, en la cual daba cuenta de los autos presentados en contra de Alzaibar por el exceso

cometido en la compra de cueros, ante el cual decidieron que continuara la demanda en

todos los grados e instancias posibles66. Meses más tarde, don Joseph Romero, vecino de la

Ciudad, pidió que se hiciera declaración de lo que se encontraba comprando el apoderado

de Alzaibar en Montevideo y demás puntos de la otra banda67. En julio de ese mismo año,

se produjo una interesante discusión sobre el tema en el seno del Cabildo de Buenos Aires,

donde se manifestaron distintas posturas al respecto: se redujo a votación acerca de los

cueros que se decía estaba comprando el mencionado Achucarro. El alcalde de primer voto

sostuvo la postura del gobernador, quien le había pedido verbalmente que no prosiguiera

con la toma de declaraciones, puesto que Alzaibar tenía permiso del Rey para hacer

corambre sin intervención del cabildo, y que había 1/3 asignado a la Ciudad de

Montevideo, resumiendo que a su parecer debía ser sobreseída la petición. Aquí se ve como

el Tercio de los Accioneros pasó a la ciudad de Montevideo luego de su fundación. El

alcalde de segundo voto dijo que hallándose el ayuntamiento, según la Real Cédula del 28

de septiembre de 1716, en la ‘‘quita y pacífica posesión’’ del privativo conocimiento a los

repartimientos de cueros que se hacían para ser cargados en los registros españoles y del

asiento de negros que navegaban por el puerto, no se podía dudar de la obligación del

cabildo de averiguar lo solicitado por el procurador general, ya que se trataba de excesos

cometidos sobre los ganados de la otra banda, cuya conservación debía procurar el cuerpo

municipal, ya que eran importantes para el mantenimiento de las ciudades de Buenos Aires

y Montevideo. Dijo que lo más conveniente era sacar copia de la Real Cédula en cuestión y

presentarla ante el gobernador. Don Matías Solana argumentó que respecto a la facultad del

ayuntamiento para ajustar los precios de los cueros según Real Cédula mencionada,

cantidad ante la cual Alzaibar se había excedido en mucho más de lo que realmente

necesitaba para cargar sus naves. Su posición era la de mandar a cesar la actividad de

Achucarro, por ser esta perjudicial para ambas jurisdicciones y su mantenimiento, ya que

las corambres se estaban realizando a muy bajo precio. Don Juan de la Palma y don Miguel

Gerónimo de Esparza dieron su parecer adhiriendo a lo expuesto por el alcalde de segundo

voto68 . En este caso vemos como hacia el interior del gobierno municipal predominaron los

66AGN, AECBA, Serie II, Tomo VIII, p. 49. 67 Ibídem, p. 63. 68 Ibídem, pp. 73-74.

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21

intereses del ‘‘bien público’’ por sobre los intereses particulares de Alzaibar y los

comerciantes vinculados a él, los cuales a su vez encontraron representación política en las

figuras del alcalde de primer voto y del gobernador y capitán general.

Si bien quedó claro que lo establecido por la Real Cédula no se podía incumplir, el

concejo municipal encontró la manera de intervenir en el problema, controlando que el

comerciante beneficiado no se excediera en las cantidades que correspondían. A fines de

ese mismo año de 1739, en forma unánime dijeron, siguiendo la Real Cédula ya analizada y

discutida, que se le concedía libertad al personaje en cuestión para que comprara los cueros

que fuesen necesarios para cargar sus navíos, los cuales no debían ser más de los 15.000

que según los oficiales reales había cargado en el registro San Bruno, más los 6.250 de la

fragata Nuestra Señora de la Encina. Sin embargo, contando los vendidos al Real Asiento

en ese año, totalizaron 71.388 cueros, lo cual fue reconocido como ‘‘grave exceso’’. Se

decidió informar al gobernador para que diera lugar al embargo y depósito de los cueros

que tenía juntados en Montevideo, prohibiendo mediante un bando la concesión de las

licencias para hacer cueros sobre los ganados de aquella banda, bajo graves penas contra

quienes lo hicieran. Nombraron al vecino don Nicolás de Echeverría como comisario

destinado a intervenir en la situación69. Esto representa un indicador de la existencia del

complejo portuario, en el sentido de que ambas regiones se complementaban también en lo

productivo.

Desde mediados de la década de 1740 predominaron como problemáticas centrales el

control de la producción y el comercio, más otros temas tratados en menor cantidad de

acuerdos como la persecución de los ‘‘changadores’’, personas que hacían cueros de forma

ilegal para comerciar clandestinamente dentro y fuera de la jurisdicción. Era normal que los

oficiales de los navíos se procuraran los cueros comprándolos en pequeñas cantidades a

diferentes personas, no siempre autorizadas a hacer corambre por parte del cabildo

porteño70. Entre 1745-1750 las problemáticas vinculadas a los cueros se trataron en 21

ocasiones, entre las cuales 11 veces se intervino sobre la producción de cueros (licencias y

controles) (52,4%), 10 sobre la carga de navíos y el comercio con los mismos (47,6%), 3

69 Ibídem, pp. 101-102. 70 MOUTOUKIAS, Zacarías (1988). ‘‘Burocracia, contrabando y auto transformación de las elites. Buenos

Aires en el siglo XVIII’’, en Anuario del IEHS, Nº 3, Tandil, p. 236.

Page 22: El ayuntamiento y su intervención en la producción y el

22

veces de discutió sobre el pago pendiente de cueros (14,3%), y una sola vez se tomaron

medidas contra el comercio ilegal que practicaban los changadores (4,8%). Respecto al

primer aspecto, fueron varias y diversas las medidas políticas tomadas por la corporación

municipal: por ejemplo, en enero de 1745, en forma unánime, se resolvió, por iniciativa del

alcalde de primer voto, ordenar y despachar comisiones a los alcaldes de la Hermandad y

jueces comisionados de todos los partidos para que reconocieran todas las faenas de

corambre que se hicieron hasta el momento o se estuvieran haciendo con licencia o sin ella,

y que se embargaran tanto las pieles como la grasa realizadas sin permiso oficial, por ser

productos necesarios para el abasto de la Ciudad71. Vale la pena destacar que tanto buena

parte de los cueros como de las mercancías que desembarcaban los navíos peninsulares y

extranjeros terminaban distribuidos entre los tendejones y pulperías72. Más adelante ese

mismo año, se trató que no era conveniente que don Pedro de Lea ni ningún otro vecino

compraran más cueros, debido a la ‘‘gran ruina’’ que sufrían los ganados, hasta que los

rodeos se reanudaran, por no haber navíos con qué cargarlos. Además, se ordenó que el

gobernador se sirviera a romper bando para que todos los que tuvieran pieles de toro lo

declarasen para saber si se tenía lo suficiente como para cargar el presente registro, siendo

castigado el que no cumplieran con lo solicitado73. Tres años después, se ordenó a los

comisionados de los partidos impedir mediante la aplicación de apercibimientos la

extracción y carga de cueros. Solo estaban permitidos los permisos concedidos a los

registros por el Rey74. En definitiva, el cabildo trataba de mantener lo más alto posibles los

niveles de comercio de cueros, pero sin poner en peligro el abasto de los productos

pecuarios indispensables para su población, como el ya descripto y analizado abasto de

carne, que siempre fue prioridad para las autoridades por sobre los intereses mercantiles.

En cuanto al segundo punto, por lo general se trató de controlar las cantidades cargadas

por los navíos comerciales, y así evitar excesos: por ejemplo, en 1749, se trató sobre el

navío San Francisco, próximo a salir hacia España, el cual estaba a cargo de don Pedro de

Lea y don Ramón Palacios, encontrándose embarcados 100 cueros de 3 varas con la marca

correspondiente al Maestre. El Cabildo decidió dar los 100 cueros en primera instancia a

71 AGN, AECBA, Serie II, Tomo IX, p. 22. 72 MOUTOUKIAS, Zacarías (1988). Op. Cit., pp. 234-235. 73 AGN, AECBA, Serie II, Tomo IX, p. 78. 74 Ibídem, pp. 396-397.

Page 23: El ayuntamiento y su intervención en la producción y el

23

don Juan Antonio de Zevallos y en segundo lugar a don Pedro de Álvarez, comerciantes

asentados en Cádiz. Se diputó al procurador general para prever la remisión del producto de

dichas piezas75. Asimismo, estas iniciativas del gobierno local se relacionaban directamente

con el control de la producción, como bien se puede apreciar en un ejemplo del año 1750:

el procurador general pidió que se pusiera ‘‘eficaz y pronto remedio’’ al gran desorden que

experimentaban las matanzas de ganado vacuno que se encontraban realizando los

criadores para extraer los cueros, e incluso quienes no eran propietarios, los cuales solían

salir de la jurisdicción para comprar pieles de toro, siendo beneficiados sus propios

intereses y no los de todos. Además, advirtió que si el problema no se solucionaba, podía

dar lugar a hambrunas, y que también era preciso regular las extracciones de trigo, las

cuales causaron el aumento de los precios. De común acuerdo decidieron que debían dar

más comisiones a personas ‘‘de celo y experiencia’’, para que se encargaran de controlar

estas prácticas bajo penas de hasta 500 pesos. Por otra parte, se informó que los dueños de

registros, con excepción del marqués de Casa Madrid, teniendo en cuenta que ya tenían

cargados los cueros suficientes, no pudieran adquirir más por parte de los criadores o

alguna otra persona, debiendo dar razón jurada al cabildo de sus cargas. Si se les hallaba a

partir de entonces con más cantidad, se les pasaría a decomisar los productos excedentes76.

En el siguiente sub-período (1751-1755), se intervino sobre los cueros 30 veces, entre las

cuales se destacaron nuevamente los controles sobre las cargas y el comercio, con 26 veces

(86,7%), seguidos por las regulaciones sobre las matanzas para corambre (5 veces, un

16,7% del total de cabildos dedicados a estos temas) y los impuestos sobre la producción y

el comercio de pieles de toro (3 veces, 10% del total). Sobre este último punto, nos

referimos fundamentalmente al derecho de un real por cada cuero que le correspondía

cobrar al Estado, como trataron de hacer efectivo las autoridades locales: en enero de 1752,

se intervino sobre los problemas que se causaban sobre el ganado en las faenas, y sobre la

contribución de un Real por cuero que debían pagar los dueños de navíos, que se veían

afectados por los ataques de los indios sobre el ganado, los cuales causaban las demoras en

las cargas y salidas de los barcos. Se resolvió establecer compañías armadas con gente

75 Ibídem, pp. 493-494. 76 Ibídem, pp. 584-586.

Page 24: El ayuntamiento y su intervención en la producción y el

24

pagada77. Días más tarde, se discutió sobre el modo en el cual se iba a efectuar el derecho

que se pensaba imponer sobre los cueros, tercios y petacas que salían de la jurisdicción, con

el fin de recaudar fondos para el establecimiento de compañías de frontera. De común

acuerdo decidieron dar razón de todo al Rey y prevenir que todos los cueros que se

entraban a Buenos Aires pagaran 2 reales por cada unidad como contribución, uno por parte

del comprador y el restante por el vendedor, debiéndose registrar las transacciones, así

como las cantidades de pieles de vacuno78. De esta manera, encontramos relación entre los

impuestos sobre el comercio y el sostenimiento de las compañías armadas de frontera, las

cuales fueron fundamentales para defender no solamente a las personas, sino también a las

unidades productivas y a las haciendas de los posibles ataques de ‘‘indios infieles’’, los

cuales generaban demoras y entorpecimientos en el comercio, además de complicar las

faenas y como consecuencia encarecer a los cueros.

En cuanto a lo más importante de aquellos años, de más está decir que fue el control de los

navíos de registro, que prácticamente monopolizaron el comercio legal y casi todas las

medidas aplicadas por el Cabildo de Buenos Aires. Era el municipio el que trataba los

pedidos para cargar pieles en dichos barcos, como cuando en 1752 don Manuel del Arco

ofreció llevar 100 cueros en su navío sin que su flete ocasionara gastos a la Ciudad. Por no

haber vendedor, se decidió fueran prestados por don Juan Benito González, y que el

mayordomo les colocara la marca de la jurisdicción. En cuanto al reintegro, se debía tener

en cuenta cuales eran de toro o de novillo79. También se ocupaba de registrar y controlar el

recorrido de estos buques mercantiles, como cuando en septiembre del mencionado año el

procurador don Domingo de Marcoleta informó haber recibido los papeles del navío ‘‘El

gran poder de Dios’’, conducido por don Domingo González, el cual había arribado a Río

de Janeiro y remitido en el navío ‘‘El soberbio’’80. Además, podía embarcar cueros por

cuenta de la Ciudad, lo cual se dio en 1754, cuando don Juan Manuel Lavardén, entre otras

cosas, expuso dos conocimientos de 100 cueros embarcados por cuenta del ayuntamiento

en manos de don Manuel del Arco81. Al año siguiente, se recibió una carta del apoderado de

77 Ibídem, p. 162. 78 Ibídem, p. 168. 79 Ibídem, p. 185. 80 Ibídem, p. 240. 81 Ibídem, p. 434.

Page 25: El ayuntamiento y su intervención en la producción y el

25

Cádiz, don Juan Antonio Zevallos, con fecha del 3 de agosto del año anterior, avisando la

recepción de los 100 cueros que habían sido remitidos en el navío ‘‘La concepción del

arco’’, habiendo producido 367 pesos y 7/4 en virtud del apoderado82. Esto confirma que el

municipio porteño tenía un representante en la metrópoli, el cual se encargaba de que se

desarrollara con normalidad el comercio entre Buenos Aires y los compradores que había

en la Península.

Hacia el final del período recorrido por esta investigación, se encontraron muy pocas

intervenciones como para tener en cuenta los porcentajes que se desprenden de las mismas,

ya que prácticamente todas se trataron sobre los permisos para cargar y vender cueros, más

unos pocos pedidos de exención impositiva. En estos últimos casos, se presentaron distintos

fundamentos por parte de los productores, como fue el caso del padre prefecto del Hospital

Betlemita, quien pidió al cabildo que se los relevara de pagar la contribución

correspondiente a cada cuero, sobre los 200 que tenían reunidos en sus haciendas con el fin

de remitir a España y así juntar el dinero necesario para las medicinas del hospital. El

ayuntamiento decidió no poner trabas a esto, pero se derivó el tema al gobernador para que

tuviera conocimiento83.

En síntesis, la postura del cabildo frente a la producción y el comercio de cueros fue activa

durante todo el período seleccionado, ya que se ocupaba de conceder o negar las licencias

para realizar corambre, de negociar las cantidades, precios y lugares de realización con los

comerciantes demandantes, de controlar las cargas en los navíos mercantiles, de repartir los

cueros a elaborar entre los vecinos criadores, de embargar lo que fuera necesario, y de

controlar el cobro de los impuestos oficiales sobre estos productos, entre otras cuestiones.

Asimismo, era necesario, además de hacer las descripciones de las medidas, mostrar cómo

las medidas fueron cambiando a través de los años, como ya se ha explicado y se muestra

en el siguiente gráfico.

82 Ibídem, p. 541. 83 AGN, AECBA, Serie III, Tomo II, pp. 248-249.

Page 26: El ayuntamiento y su intervención en la producción y el

26

Fuente: AGN, AECBA, Serie II, Tomos V, VI, VII, VIII y IX; Serie III, Tomos I y II.

La exportación de cueros durante el período

Resulta preciso en este apartado, hacer mención de la importancia que tuvo la exportación

de cueros para la economía de Buenos Aires y mostrar algunas cuantificaciones al respecto.

Sin embargo, si bien no es posible elaborar estadísticas verdaderamente exactas sobre el

tema (en gran medida, debido a las carencias de las fuentes, más la relevancia conocida

pero no detallada en números precisos del comercio de contrabando), sí se pueden hacer

algunas aproximaciones sobre las cantidades de pieles de vacunos exportadas desde la

jurisdicción de Buenos Aires. Asimismo, es necesario tener presente que dentro del período

aquí estudiando se desarrollaron distintos tráficos legales: el del Real Asiento de Gran

Bretaña (South Sea Company) y el de los navíos de registro españoles, además de la ya

mencionada presencia del circuito portugués vía Colonia del Sacramento.

El propósito de esta parte de la investigación consiste en apreciar las cantidades de cueros

exportadas a lo largo de todo el período y, dentro de este, los distintos tráficos registrados.

A su vez, se intentará llegar a algunas conclusiones sobre las alteraciones que sufrieron a lo

largo del recorte cronológico los niveles de exportación.

0

10

20

30

40

50

60

70

80

90

1723-1727 1729-1733 1734-1738 1739-1744 1745-1750 1751-1755 1756-1759

Gráfico Nº 1: El carácter de las intervenciones del cabildo en

relación a la producción y el comercio de cueros (1723-1759)

Control de cargas y comercio Regulación de la producción

Impuestos Real Asiento

Navíos de registro Otros

Page 27: El ayuntamiento y su intervención en la producción y el

27

En primer lugar, vale considerar que las cantidades exportadas varían según el recorte

temporal tomado, la ruta comercial que se considere (y cómo se haga dicha consideración)

y las fuentes analizadas para todo ello. ‘‘Alrededor del 85 por ciento del valor de las

exportaciones está compuesto por metales preciosos (sobre todo, plata altoperuana, aun

cuando el oro- en especial, chileno- representa el 10 por ciento en el período 1715-1778).

El resto son mercancías locales, entre las que se destaca el cuero vacuno que alcanza casi el

10 por ciento del valor de las exportaciones…’’84, cantidades que fueron creciendo

prácticamente durante toda la centuria, como sostienen –aunque con cifras que no siempre

coinciden- varios especialistas. Por ejemplo, Juan Carlos Garavaglia85, citando a Emilio

Coni, establece, a partir de una división en dos períodos ampliados iguales, que entre 1700-

1725 salieron desde Buenos Aires 75.000 pieles de toro, mientras que en el siguiente (1725-

1750) la cantidad fue de 50.000; si uno consulta un período prácticamente idéntico al

último citado (1723-1750) desde los catálogos de buques salientes del puerto de Buenos

Aires, se llega a una aproximación bastante diferente:

Cuadro Nº 1: Exportación de cueros desde Buenos Aires

(1723-1750)

Años Nº de cueros

1723-1725 12.000

1725-1727 10.000

1728-1731 3.960

1731-1734 2.840

1735-1737 700

1737-1738 18.000

1740-1741 6.000

1741-1744 20.536

1745-1748 3.000

1748-1750 34.964

Totales 112.000 Fuente: MARILUZ URQUIJO, J. M. ‘‘Catálogo de los buques llegados al Río de la Plata (1700-1775) ’’, pp.

116-128. http://200.16.86.50/digital/9/revistas/th/rth00040.pdf

Por su lado, Jumar elaboró un análisis mucho más detallado y preciso, separando los

cueros exportados en el marco de los diferentes circuitos mercantiles que supo identificar:

84 FRADKIN, Raúl y GARAVAGLIA, Juan Carlos (2009). Op. Cit., p. 90; HALPERÍN DONGHI, Tulio

(2010). Historia Contemporánea de América Latina. Buenos Aires, Alianza Editorial, pp. 40-41. 85 CONI, Emilio (1979). Historia de las Vaquerías de Río de la Plata. Buenos Aires, Platero, p. 24;

GARAVAGLIA, Juan Carlos (1999). Op. Cit., pp. 221.

Page 28: El ayuntamiento y su intervención en la producción y el

28

el español, el portugués (contacto comercial con Colonia del Sacramento) y el del Asiento

Inglés.

Cuadro Nº 2: Cueros exportados desde el Río de la Plata por

unidades

1722-1760

Período Circuito

español

Asiento inglés Circuito

portugués

Total en pesos

1722-1724 - 76.682 213.440 290.122

1725-1727 31.076 81.046 213.439 325.561

1728-1730 6.252 20.971 148.019 175.242

1731-1733 30.440 35.500 321.290 387.230

1734-1736 - 5.918 39.665 45.583

1737-1739 36.036 18.700 - 54.736

1740-1742 - - - -

1743-1745 74.002 - - 74.002

1746-1748 36.011 - 80.000 116.011

1749-1751 175.822 - - 175.822

1752-1754 138.664 - - 138.664

1755-1757 186.737 - - 186.737

1758-1760 108.553 - 96.000 204.553

Total 823.593 238.817 1.111.853 2.174.263 Fuente: JUMAR, Fernando (2004). ‘‘Colonia del Sacramento y el complejo portuario rioplatense, 1716-

1778’’, en SILVA, H. (Dir.). Los caminos del Mercosur: Historia económica regional. Etapa Colonial.

México, Instituto Panamericano de Geografía e Historia, p. 196.

A partir de estos datos, pueden apreciarse varias cosas de importancia para este tema: a)

en primera instancia, la enorme importancia numérica del comercio de cueros con los

portugueses, principalmente durante la primera parte de este período (1722-1736), la cual

coincide con los diferentes períodos en los cuales se fue alternando el Asiento Británico

(entre 1715-1739, con varios períodos de suspensión); b) la compra de cueros por parte de

este último fue considerablemente menor al primer caso y al del comercio español,

contabilizándose un total de 238.817 cueros, aunque no se pueden tener en cuenta en el

muestreo los que salían mediante el comercio ilegal por otros puertos alternativos de

Buenos Aires, ante lo cual se podría concluir que el comercio con los mercaderes británicos

era superior a lo aquí expuesto en números; c) si bien parece que se dio en menores

cantidades que en el circuito lusitano, el español fue el más regular de los tres a lo largo de

todo el período, ya que solamente no se tienen datos para los años 1734-1736 y 1740-1742,

siendo las cantidades exportadas bastante parejas a lo largo del tiempo, con el caso

Page 29: El ayuntamiento y su intervención en la producción y el

29

excepcional del bienio 1728-1730 (6.252 unidades), lo cual llama poderosamente la

atención.

Ahora bien, sería útil separar el análisis de las relaciones entre el cabildo porteño y los

distintos demandantes de cueros, para ver si dentro de las mismas puede encontrarse algo

que influyera sobre los niveles de comercio.

Ya se ha visto cómo el Ayuntamiento de Buenos Aires intervenía en las negociaciones por

las cantidades, los precios por unidad, las formas y tiempos de pago, las licencias para

hacer faenas, entre otras cuestiones. Además de todo eso, se encargaba de contar las pieles

de bovinos que salían desde su puerto, como por ejemplo las que fueron vendidas a los

ingleses entre 1726-1731. Gracias a este registro capitular, se puede ver detalladamente las

cantidades cargadas en cada uno de los navíos presentados por dicha compañía comercial,

lo cual no es poca cosa.

Cuadro Nº 3: Cueros embarcados en navíos ingleses (1726-1731)

Navíos Nº de cueros

Briston 6.935

Diview 3.310

Rey Guillermo 10.003

La Sirena 12.183

Essex 8.878

El Asiento 3.075

San Miguel 8.113

El Día 7.000

El Lorenzo 5.896

El Ayton 1.511

Ciudad de Londres 5.129

Sin nombre 2.086

Sin nombre 3.960

Total 78.079 Fuente: AGN, Sala IX, AC, 19-2-3, pp. 17-18

A simple vista, puede apreciarse que las cantidades de cueros cargadas por navío eran

bastante variables, y en los casos más importantes eran abultadas, como en el del barco

llamado ‘‘La Sirena’’, quien en esta parte del período se cargó 12.183 cueros.

Page 30: El ayuntamiento y su intervención en la producción y el

30

En definitiva, todos los cuadros anteriormente citados ponen en discusión las cifras

elaboradas hace varias décadas por Emilio Coni y citadas por Juan Carlos Garavaglia (ver

cuadros correspondientes). Más bien parece que la exportación durante este período fue

marcadamente superior en sus cantidades, y diversa en cuanto a los diferentes mercados

que supo integrar en torno a la ganadería colonial de Buenos Aires. En el cuadro siguiente

puede observarse el notorio crecimiento a partir del boom señalado por Fernando Jumar

desde el decenio de 1740 (sobre todo, desde la segunda mitad, lo cual es visible tanto en los

ajustes como en la cantidad de cueros cargados y exportados), que a su vez coincide con el

comienzo del período de ‘‘Atlantización’’ señalado por varios autores de los consultados.

Fuentes: JUMAR, Fernando (2004). Op. Cit., p. 196; MARILUZ URQUIJO, J. M. ‘‘Catálogo de los buques

llegados al Río de la Plata (1700-1775) ’’, pp. 116-128 http://200.16.86.50/digital/9/revistas/th/rth00040.pdf ;

AGN, AECBA, Serie II, Tomos V, VI, VII, VIII y IX; Serie III, Tomos I y II; AGN, Sala IX, AC, 19-1-8, 19-

2-2, 19-2-3.

Al mismo tiempo, el gráfico anterior nos permite ver algo muy influyente para los niveles

de exportación: el riesgo de guerra. En este período, se interrumpió en parte el comercio

atlántico, incidiendo consecuentemente sobre el flujo de pieles de vacunos a Europa. La

caída entre 1737 y 1751 se debió a la Guerra de Sucesión Austríaca, que enfrentó a España

con Gran Bretaña, y el repunte posterior a las paces firmadas por Fernando VI con sus

0

50.000

100.000

150.000

200.000

250.000

300.000

350.000

400.000

450.000

Gráfico Nº 2: Número de cueros ajustados y exportados (Buenos Aires y

Río de la Plata, 1722-1760)

Ajustes Buenos Aires Complejo portuario rioplatense

Page 31: El ayuntamiento y su intervención en la producción y el

31

contendientes. Fernando Jumar comparó el contexto de guerras que se abrió desde 1796 y

que limitó el comercio con los ingleses, con la coyuntura presentada por la Guerra de

Sucesión a comienzos del siglo, ante la cual los comerciantes también habían solicitado la

derogación temporaria de las cláusulas restrictivas al comercio. Asimismo, resalta la

importancia de este tipo de acontecimientos y coyunturas para el comercio de cueros, lo

cual resulta innegable86.

Conclusiones

Luego de analizar distintas fuentes bibliográficas y elaborar datos en función de diversas

fuentes, se pueden expresar algunas conclusiones sobre el papel del Cabildo de Buenos

Aires en relación a la producción de cueros y su comercialización entre 1723-1759:

a) Entre las medidas del ayuntamiento se destacaron, en primer término, los ajustes, es

decir, su intervención negociando las cantidades y precios con los demandantes,

además de ‘‘ajustar’’ dichas piezas entre los vecinos criadores de la jurisdicción,

que quedaban como obligados a cumplir con determinado número de pieles de toro. b) La sala capitular y sus miembros también se preocuparon por controlar las licencias

de carga, las cantidades que se cargaban en cada navío de manera legal, y de

registrar los barcos habilitados para comerciar con Buenos Aires. c) Vale la pena destacar de forma separada las intervenciones directas en las

negociaciones y problemas que hubo con los representantes de la compañía negrera

británica y con los capitanes de los navíos de registro. Sin dudas, un caso particular

durante este período, por las razones ya expuestas, fue el de Francisco de Alzaibar. d) Hubo otras cuestiones tratadas en menor medida por el gobierno municipal, pero

que no por eso deben ser pasadas por alto, como el control del cobro de impuestos

sobre los cueros, o la persecución de ‘‘changadores’’. En cuanto al desarrollo de la producción y comercialización de cueros durante aquellos

años, habría que sostener:

86 JUMAR, Fernando (2007). ‘‘Comercio, comerciantes y revolución en el Río de la Plata: Siglo XVIII-

principios del siglo XIX’’, en GUERRA MARTINIÉRE, M., MAZZEO DE VIVÓ, C., ROUILLON

ALMEIDA, D. (Eds.). Historias compartidas: Economía, sociedad y poder, siglos XVI-XX. Lima, Pontificia

Universidad Católica del Perú, pp. 307-343.

Page 32: El ayuntamiento y su intervención en la producción y el

32

a) Efectivamente se puede apreciar la existencia de un complejo portuario, en la

medida de que Buenos Aires y la Banda Oriental estaban permanentemente

conectadas, y no solamente por sus puestos y las funciones de éstos, sino porque la

abundancia de ganado vacuno de la segunda fue funcional para los intereses de los

vecinos criadores y comerciantes que residían en la primera. Buenos Aires y la

Banda Oriental estaban claramente conectadas, ya que un tercio del territorio

oriental era parte de la jurisdicción del cabildo porteño, y éste reservaba los recursos

de dicho territorio para la vecindad a la que representaba.

b) El comercio español fue mucho menos regular, al menos en los registros oficiales,

que en el resto de los circuitos. En este punto, sorprende que ante semejantes

cantidades de cueros, prácticamente no se mencionen las transacciones dentro del

circuito portugués. Las dificultades para poder evaluar intervenciones en este

circuito tiene que ver con que el tráfico desde Colonia del Sacramento era

considerado ilegal87.

c) No existe una relación directamente proporcional entre el número de cueros

ajustados por el concejo municipal y las piezas exportadas. Esto quiere decir que el

cabildo se ocupaba directamente de una parte del comercio de estos productos

pecuarios.

d) Siguiendo lo señalado por autores como Fernando Jumar, es correcto señalar que

desde la década de 1740 se produjo cierto despegue en el comercio de cueros,

apreciable tanto en las cifras de las exportaciones como de los ajustes capitulares

(Ver Cuadros Nº 6, 7 y 8; Gráfico Nº 12). En simultáneo a la desaparición del

cimarrón, creció la exportación de cueros: entre 1714-1718 se exportaron

209.981,50 pesos en dicho producto, mientras que entre 1719-1723 (cuando se

declaraba extinto dicho recurso en la Banda Occidental porteña), la cifra ascendió a

388.359,939 pesos, creciendo todavía más desde 1723 (entre 1724-1728 salieron de

Buenos Aires 754.755,868 pesos en cueros)88. Esto tiene que ver con que a partir de

la extinción de dichas haciendas en la región, fueron tomando cada vez mayor

relevancia los campos orientales y su stock pecuario, y la Banda Oriental se

87 FRADKIN, Raúl y GARAVAGLIA, Juan Carlos (2009). Op. Cit., p. 89. 88 JUMAR, Fernando (2008). Op. Cit., p. 32.

Page 33: El ayuntamiento y su intervención en la producción y el

33

consolidó como la principal región productora de pieles de toro para exportación

durante prácticamente todo el período virreinal, gracias a sus rodeos y abundantes

planteles de bovinos cimarrones en una época en la cual Buenos Aires carecía de los

mismos89, lo cual se puede apreciar no solamente en las medidas tomadas por la sala

capitular en torno a la corambre, sino también en relación a la organización de las

recogidas de ganado y las vaquerías, el abasto de carne y la elaboración de piezas de

sebo y grasa (Ver ejemplos y datos de los Capítulos 1 y 2).

e) En cuanto al boom que plantea Jumar, hay que decir que según las cifras se aprecia

a partir de la segunda mitad de la década de 1740, tanto en el número de cueros

ajustados, como por las cantidades exportadas (Ver Cuadro Nº 7 y Gráfico Nº 12) y

en el valor monetario de las exportaciones: en el período 1749-1753 los cueros

exportados (en dinero) subieron a 511.573,889 pesos, contra los 241.331,014 de los

años anteriores (1744-1748), y siguieron subiendo ininterrumpidamente hasta la

época del Virreinato del Río de la Plata90

Luego de este análisis descriptivo y cuantitativo, resulta necesario hacer una aproximación

a las unidades productivas de la campaña bonaerense, sus características y sus orientaciones

mercantiles, para poder comprobar hasta qué punto, a partir de la extinción del ganado

cimarrón, fue creciendo la cría de vacunos en los establecimientos, en relación a la

recuperación en los niveles de las exportaciones desde el Río de la Plata.

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89 AZCUY AMEGHINO, Eduardo (1995). El latifundio y la gran propiedad colonial rioplatense. Buenos

Aires, Fernando García Cambeiro, pp. 49-50. 90 JUMAR, Fernando (2008). Op. Cit., Ibídem.

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