el arte de la mentira politica

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  • 7/27/2019 El Arte de La Mentira Politica

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    Arte de la mentira poltica

    Jonathan Swift

    y John Arbuthnot

    Introduccin deJean-Jacques Courtine

    sequitur

  • 7/27/2019 El Arte de La Mentira Politica

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    Indice

    Introduccin: El cabal mentir 7

    Jean-Jacques Courtine

    The Art of Political Lying 22

    El arte de la mentira poltica 23

    THE EXAMINER, November 9th, 1710 65

    The Examiner, 9 de noviembre de 1710 66

    Notas 82

    John Arbuthnot, biografa 88

    Jonathan Swift, el propagandista 92

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    Introduccin: El cabal mentir*

    Jean-Jacques Courtine

    El saber ms prctico

    consiste en disimular

    Baltasar Gracin

    1733, Amsterdam: se publica, en traduccin fran-

    cesa, con firma de un llamado Jonathan Swift, un

    Arte de la mentira poltica.1 Curioso opsculo, sin

    duda: no se trata en verdad de un libro sino de una

    oferta de suscripcin a dos volmenes de prximapublicacin bajo ese mismo ttulo. El texto del folle-

    to promocional viene atribuido a Swift, s, pero nada

    se dice del autor de esos volmenes "en prensa". Slo

    sabemos de su compromiso a "entregar el primer

    volumen a los suscriptores antes del da de San

    Hilario, si el nmero de suscripciones le anima aello". No parece que as fuera, ya que los dos vol-

    menes nunca llegaron a ver la luz. No sabemos si los

    eventuales suscriptores fueron reembolsados.

    Un opsculo atribuido a Swift, que viene a abrir

    una suscripcin a un libro finalmente inexistente,

    7

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    obra de un autor annimo: mejores auspicios no

    poda tener un Arte de la mentira poltica!

    Ha quedado, por tanto, el breve panfleto que aqu

    podemos leer y cuya carga satrica sin duda responde

    al estilo de Swift, o tambin al de sus amigos Pope,

    Gay o Arbuthnot junto con los cuales fustig las cos-

    tumbres polticas de su poca. Este arte de la mentira

    o "pseudologa" poltica pretende ser, en efecto, una

    stira de la vieja tradicin de las artes del gobierno:

    por fin, celebra el autor, se ha conseguido reunir los

    dispersos saberes del arte de la mentira poltica; por

    fin, se ha sabido organizarlos en un sistema riguroso

    y racional, merecedor de figurar en laEnciclopediay

    de convertirse en un elemento indispensable en "la

    educacin del prncipe hbil".

    Conviene engaar al pueblo por su propio bien?

    El texto empieza sealando las bases fisiolgicas

    de la mentira: el alma tiene un lado plano, que le

    viene dado por Dios y que refleja fielmente los obje-

    tos; tambin tiene un lado cilndrico, heredado delDiablo, que los deforma sistemticamente. Satans,

    como indican los Evangelios, es el padre de la menti-

    ra. La mentira poltica tiene, as, su localizacin cere-

    bral en el lado cilndrico. Pero esto no es lo ms

    importante. El tratado no se ocupa tanto de los fun-

    8

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    damentos fisiolgicos o espirituales del disimulo

    como de sus efectos polticos. Efectos que remiten,

    en definitiva, a una cuestin fundamental, presente en

    toda la reflexin poltica desde la Repblicade Platn

    hasta el Prncipede Maquiavelo: conviene ocultar la

    verdad al pueblo por su propio bien, engaarlo para

    salvaguardarlo?2 El arte de la mentira poltica es, en

    efecto, "el arte de hacer creer al pueblo falsedades

    saludables con vistas a un buen fin".

    Porque el pueblo "no tiene ningn derecho a la ver-

    dad poltica" como tampoco debera poseer bienes,

    tierras o castillos. La verdad poltica debe seguir sien-

    do, como esos otros patrimonios, una propiedad pri-

    vada: como pensaba Disraeli, slo el gentlemansabe,

    por su propia condicin, cuando conviene decir la

    verdad y cuando callarla o disfrazarla. El pueblo,como aquel personaje de La Fontaine, es "hielo ante

    las verdades y fuego ante las mentiras". La masa es

    crdula, miente, y puede ser engaada del mismo

    modo en que, como suele decirse, se engaa a las

    mujeres y a los nios.3 La mentira es su elemento

    natural, el aire que respira; as, se necesita de "msarte para convencer al pueblo de una verdad saluda-

    ble que para hacerle creer en una falsedad saludable".

    Que sea por tanto gobernado, por su propio bien, con

    la mentira: as resuelve el tratado esta cuestin. Pero

    de inmediato se plantea otra: a quin corresponde el

    9

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    derecho a fabricar esas "falsedades saludables"?

    Monopolio de la verdad, por un lado, y comunin

    democrtica en la mentira, por otro: apartado de la

    verdad, el pueblo s tiene, en contrapartida, un dere-

    cho inalienable a la mentira activa: un "debido privi-

    legio" a cuyo ejercicio no pretende renunciar y por el

    que demuestra tener un "obstinado apego". Todo el

    mundo miente: los ministros engaan al pueblo para

    gobernarlo y ste, para librarse de aqullos, hace cir-

    cular chismes calumniosos y falsos rumores.

    Pero consideraciones tan genricas no podran bas-

    tar: un arte tan necesario requiere de mayor precisin

    y rigor, exige que se enuncien sus normas y leyes.

    As, el texto propone una clasificacin de las falsifi-

    caciones polticas, distinguiendo tres tipos: la menti-

    ra calumniosa que disminuye los mritos de un hom-bre pblico, la mentira por aumento que los infla y la

    mentira por traslacin que los traslada de un persona-

    je a otro. En todos estos casos debe imperar una irre-

    nunciable regla de oro: la verosimilitud. Nada peor

    que la exageracin, "esa prostitucin de la reputa-

    cin". Deca Gracin: "Son las exageraciones prodi-galidades de la estimacin, y dan indicio de la corte-

    dad del conocimiento y del gusto".4 El arte del

    engao no se rige por los excesos y s por un clculo

    cuyas bases establece el texto: se trata de un arte

    sabio, del justo medio, una sutil tcnica de la medida.

    10

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    El engao debe mantener su proporcin frente a la

    verdad, ante las circunstancias y respecto a los fines

    pretendidos. El texto se prodiga en este punto en

    ejemplos y recomendaciones. As, esas mentiras que

    anuncian catstrofes para aterrorizar al pueblo con un

    futuro sombro e inducirle a que se contente con su

    triste presente: deben usarse con moderacin, "no

    deben mostrarse al pueblo objetos terribles, no sea

    que le acaben resultando familiares y se acostumbre

    a ellos". O tambin, esas promesas que anuncian,

    para los que sepan escoger el camino debido, un futu-

    ro radiante: "no sera prudente fijar las predicciones

    para el corto plazo: se corre el riesgo de quedar

    expuesto a la vergenza y a la turbacin de verse

    pronto desmentido y acusado de falso". Sustraer las

    mentiras a cualquier posible verificacin o refuta-cin; no superar nunca los lmites de lo verosmil;

    diversificar las "falsedades saludables": he aqu algu-

    nas de las normas esenciales de este verdadero men-

    tir5 cuyo uso el autor prescribe a todo aquel que

    gobierne. Quin puede dudar de la actualidad de

    estos antiguos preceptos?Las enseanzas de este Arte de la mentira poltica

    pretenden ser atemporales y universales, cosa que, sin

    embargo, no impide que el texto trate oportunamente

    de los mritos y defectos de los mentirosos de su

    poca. As, de los dos partidos que se disputan con

    11

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    dureza el poder en la Inglaterra de principios del siglo

    XVIII, cul, de entre losWhigso los Tories, es ms

    diestro en el arte del engao? O, dando a la pregunta

    toda su actualidad: mienten mejor en la derecha o en

    la izquierda? Difciles preguntas. Aunque se adivinen

    las simpatas aristocrticas de Swift y de sus amigos

    por el partido Tory, el autor no se decanta: "ambos

    cuentan en sus filas con grandes genios", verdaderos

    artistas de la ilusin, prncipes del espejismo poltico.

    Sus fracasos, cuando advienen, se deben a que pre-

    tenden hacer tragar al pueblo demasiado de una sola

    vez, a que los anzuelos son demasiado visibles o el

    cordel demasiado grueso. La mentira se calcula, se

    sopesa, se destila, se dosifica. El texto arremete en

    este punto contra los periodistas, "folletinistas y gace-

    teros", esos burdos mentirosos, y contra "su escasotalento y su falta de ingenio para soltar mentiras".

    Y para aquellos que hubieren mentido en demasa

    o demasiado mal, mermando as su credibilidad, el

    tratado propone una original cura de inspiracin

    mdica: ponerse en el dique seco, iniciar una severa

    dieta, evitando excesos verbales, y obligarse durantetres meses a no decir ms que verdades, para poder

    recuperar as el derecho a mentir de nuevo, con toda

    impunidad. Bien es cierto, se lamenta el autor, que

    nunca ningn partido u hombre poltico supo sopor-

    tar semejante dieta.

    12

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    Pero todo esto resulta an insuficiente: para confe-

    rir a la mentira poltica la dignidad que le correspon-

    de en el firmamento de las Artes, debe ser elevada a

    la categora de sistema. El texto propone entonces

    crear una "sociedad de mentirosos" dedicada exclusi-

    vamente al engao poltico. Para llevar a cabo tan

    ambicioso proyecto deben cumplirse determinadas

    condiciones: hay que poder contar, ante todo, con una

    masa de crdulos dispuestos a repetir, difundir, dise-

    minar por doquier las falsas noticias que otros hayan

    inventado. La funcin transmisora de los crdulos e

    ingenuos resulta indispensable ya "que no hay ningn

    hombre que con mejor suerte suelte y propague una

    mentira como el que se la cree". Esta cofrada servir

    tambin para desarrollar en su seno una prctica

    experimental de la mentira, debe servir para contras-tar "mentiras de prueba" (proof-lies), globos sonda

    que, "como una primera carga que se coloca en una

    pieza de artillera para probarla", permitan averiguar

    si dan pie al engao. Por otro lado, conviene descon-

    fiar como de la peste de los personajes cabales y apar-

    tar a cualquier individuo del que se tenga alguna sos-pecha de que puede ser sincero: "si se advierte que

    alguno de los miembros de la sociedad al soltar una

    mentira se sonroja, pierde la compostura o falla en

    algo exigido debe ser excluido y declarado incapaz".

    Hacer de la mentira obligacin y producir mentirosos

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    imperturbables, que mienten mejor que respiran: la

    Historia conoce partidos polticos que han sabido

    aplicar al pie de la letra estos principios. Pero aqu

    nuevamente, el legtimo empeo por alcanzar una

    organizacin sistemtica no debe mermar la debida

    moderacin: precaverse contra "el celo, el exceso, el

    ardor vehemente por los que unos a otros acaban per-

    suadindose de que lo que se desea o dice verdadero

    lo es efectivamente". As, el autor acaba advirtiendo a

    los jefes de partido que "no se crean demasiado sus

    propias mentiras". La Historia nos indica que no

    todos suelen recordar este consejo.

    Mentira totalitaria, mentira democrtica

    Conserva este antiguo arte de la mentira polticasu pertinencia? S, sin ninguna duda. Su evidente

    actualidad permite suponer que existe una gran esta-

    bilidad en los usos polticos. La mentira de hoy se

    parece curiosamente a la del pasado. El autor supo

    entrever esta permanencia de la mentira poltica, pero

    no pudo predecirlo todo e imaginarse los notablesprogresos habidos desde su poca en el arte de la

    saludable falsedad; los grandes descubrimientos, los

    continentes vrgenes desbrozados desde entonces. El

    panfleto describe en definitiva lo que no era sino una

    fase artesanal del disimulo: rumores, chismes, usos

    14

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    verbales, una acumulacin y distribucin primitivas

    de ruidos falaces, un entramado pre-moderno de la

    calumnia.

    Pasados los tiempos de Swift, la mentira poltica

    logr hacer su propia revolucin industrial: con el

    desarrollo de la prensa escrita, en el siglo XIX, dej

    atrs la fase de la oralidad, se mecaniz y alcanz as

    una sistematizacin y una difusin que Swift y sus

    amigos nunca podran haber soado. Pero no sera

    todo: en el siglo XX, la mentira poltica entr en la

    era de la produccin y del consumo en masa. La men-

    tira es hoy en da electrnica, instantnea, global; el

    producto de una organizacin racional y de una rigu-

    rosa divisin del trabajo: "un artculo estandarizado y

    uniforme es elaborado por disciplinados grupos de

    trabajadores; cada uno de ellos ejecuta una sola ope-racin bsica, y no realiza ms que una parte nfima

    del proceso de produccin, no teniendo ninguna res-

    ponsabilidad sobre el producto terminado; y si ste

    dura poco, tanto mejor: la obsolescencia instantnea

    es una de las grandes ventajas del nuevo arte de la

    mentira poltica".6

    El siglo XX fue el de una nueva era de la mentira,

    la tecnolgica. Conoci, asimismo, la invencin de

    unas formas inditas de la ilusin poltica, unas for-

    mas enormes, inimaginables. Mentiras producidas a

    gran escala, por unas burocracias ante las cuales la

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    "sociedad de mentirosos" soada por el autor del pan-

    fleto se queda en una simple tribu primitiva o, mejor,

    una corporacin medieval: no ya una cofrada de

    mentirosos sino un Ministerio de la Verdad entera-

    mente dedicado, como supo vislumbrar George

    Orwell, a fabricar Mentira.

    Aldeas indefensas sufren bombardeos areos, sus

    habitantes dispersos por los campos, el ganado ame-

    trallado, las chozas arrasadas por las llamas incen-

    diarias: esto se llamapacificacin. Arrebatadas sus

    granjas, millones de campesinos son arrojados a los

    caminos llevndose tan slo lo que puedan cargar:

    esto se llama traslado de poblacioneso rectificacin

    de fronteras. Se encarcelan personas durante aos

    sin juicio, o se les dispara en la nuca, o se les enva

    a morir a campos de trabajo del Artico: esto se llama

    eliminacin de elementos sospechosos.7

    No nos cansaremos de decirlo: nuestra poca ha

    sido el siglo de oro de la mentira poltica, y nuestros

    coetneos pueden incluso enorgullecerse por ello.Barridas las prudentes reservas y los escrpulos que

    an contenan al autor de nuestro opsculo: la menti-

    ra totalitaria, en un paso decisivo, acab modificando

    la naturaleza misma del lenguaje: la posibilidad de

    pensar la verdad y expresarla con palabras. Pero el

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    archipilago de la "mentira desconcertante"8 acab

    sucumbiendo, vctima de sus propias ambiciones. De

    haber ledo la advertencia del Arte de la mentira pol-

    tica, habran sabido que, si bien pretender procurar la

    felicidad de un pueblo an en contra de su voluntad

    puede hacerse, resulta extremadamente pernicioso

    para una mentira que acabe creyndose a s misma

    verdadera.9 Trgico error: la brutalidad de la cada

    estuvo a la altura de la enormidad de las ambiciones.

    La ingratitud de los pueblos no conoce lmites.

    El Arte de la mentira poltica nos invita as a some-

    ter las mentiras de nuestros das a unas necesarias dis-

    tinciones: debe diferenciarse la mentira totalitaria de

    las mentiras democrticas. La democrtica es plura-

    lista, no pretende ser exclusiva sino que coexiste,

    tolerante, con las de la competencia. Veamos un casoreciente: la V Repblica francesa. Se pens durante

    mucho tiempo que la mentira era, en Francia, un pri-

    vilegio natural de la derecha. Pero, ms all de sus

    loables esfuerzos, no supo conservar esa exclusivi-

    dad. La derecha perdi su monopolio de la mentira al

    igual que la izquierda perdi el suyo de la compasiny la virtud. Como dijera con acierto Tocqueville, la

    democracia acaba siempre igualando las condiciones.

    Abolidos todos los privilegios, la mentira se ha demo-

    cratizado. Humilde, ya no aspira a perpetuarse en la

    historia. Ha tenido que aprender a coexistir. La men-

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    tira democrtica es efmera, eclctica, postmoderna.

    Liberada de las cortapisas morales de otrora, vivifica-

    da por una tica mnima e "indolora", la mentira se ha

    difundido sutilmente a lo largo y ancho de la vida

    pblica. Se han conseguido as importantes progresos

    en la siempre delicada elaboracin de "falsedades

    saludables": la distincin entre verdad y mentira

    resulta cada vez ms compleja. Informacin o into-

    xicacin? Ya nadie sabe distinguirlas. Quiz nos este-

    mos aproximando a ese estado ideal en el que el dis-

    curso poltico conseguir, por fin, deshacerse de ese

    fantasma de la verdad, que cual atvico remordi-

    miento a veces an lo persigue.

    Donde se cuenta que el autor no es el que se crea

    He aqu lo que este Arte de la mentira aporta a las

    discusiones polticas del pasado, del presente y del

    futuro. Podremos encontrar en este opsculo materia

    para reflexionar, para distraernos o para sorprenderse

    de que cuestin tan grave sea tratada con semejante

    ligera. Quiz se prefiera anteponer la indignacin a lairona y optar por denunciar la corrupcin de la vida

    pblica, exigir su trasparencia y censurar la persis-

    tencia de la mentira en los usos polticos. Pero tam-

    bin puede aceptarse la invitacin ofrecida por este

    tratado: abordar desde la stira la cuestin del disi-

    18

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    mulo poltico tiene sobre la indignacin moral la ven-

    taja de evitar presuponer un inicial estado de virtud

    que la poltica habra corrompido. Permite resaltar los

    excesos de la mentira sin tener por ello que apelar al

    reino de la trasparencia y a la dictadura de la verdad.

    El tratado reconoce, en cierto modo, aquello que

    Maquiavelo supo vislumbrar como los fundamentos

    propios de la poltica cuando se atrevi a pensarla

    desde su autonoma frente a la religin: la poltica es

    un juego de pasiones y de intereses opuestos, y el

    disimulo es una de sus reglas esenciales.

    Pero es menester saber encubrir ese proceder arti-

    ficioso y ser hbil en disimular y en fingir. Los hom-

    bres son tan simples y se sujetan a la necesidad en

    tanto grado, que el que engaa con arte halla siem-

    pre gente que se deje engaar. [...] No hace falta que

    un prncipe posea todas las virtudes de que antes

    hice mencin, pero conviene que aparente poseer-

    las. [...] Puede aparecer manso, humano, fiel, leal y

    aun serlo. Pero le es menester conservar su corazn

    en exacto acuerdo con su inteligencia para que, encaso preciso, sepa variar en sentido contrario.10

    El Arte de la mentira poltica reitera as, desde la

    stira, la leccin de Maquiavelo: "As es cmo se os

    miente" nos dice el autor annimo al abrir una sus-

    19

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    cripcin imaginaria a un tratado inexistente.

    Habremos de confiar en l? Sabemos al menos

    quin es el autor del panfleto?

    El Arte de la mentira poltica esconde una ltima

    sorpresa. A pesar de lo que afirman varios catlogos,11

    y determinadas autoridades,12 el texto atribuido a

    Swift no es de su puo. Se lo debemos a John

    Arbuthnot (1667-1735), mdico de la Reina Ana y

    autor satrico escocs que ha pasado a la posteridad

    como inventor de ese personaje, John Bull, que para

    siempre encarnar el estereotipo del carcter nacional

    britnico.13 Arbuthnot era un buen amigo de Jonathan

    Swift con el que tambin comparta ideas polticas.

    Ambos eran miembros destacados del "Scriblerus

    Club". Este club,14 muy exclusivo, congregaba hom-

    bres de letras vinculados al partido Toryy habitual-mente enfrascados en violentas polmicas contra los

    Whigs. Por entonces, la gran apuesta poltica de los

    Tories, y por la que se movilizaron Swift y sus ami-

    gos, era conseguir poner fin a la guerra de Sucesin

    Espaola iniciada con el siglo y que, por contra, los

    Whigs deseaban prolongar. Fue en este contextocuando en 1712 Arbuthnot public los cinco panfle-

    tos que componen la Historia de John Bull as como

    este Arte de la mentira poltica.15

    No debe sorprendernos el que la atribucin haya

    sido errnea. Arbuthnot era un autor reservado, que

    20

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    sola publicar annimamente y al que poco importa-

    ba el reconocimiento literario. Los lmites de su obra

    siguen siendo confusos y algunos de sus escritos se

    han atribuido errneamente a varios de sus amigos.16

    Por otro lado, la cuestin de la mentira poltica esta-

    ba por entonces de actualidad y tanto Swift en el

    Examiner como Addison en The Spectator as como

    toda una serie de artculos annimos publicados en el

    semanario The Plain Dealer haban tratado la cues-

    tin.17 El propio Swift deshace cualquier duda. En su

    Journal of Stellaatribuye a Arbuthnot la paternidad

    del tratado: "Arbuthnot me ha enviado desde Windsor

    una bella disertacin sobre la mentira [...], intente

    hacerse con ella cuando se publique".

    Esta paternidad de la que Arbuthnot se despreocu-

    paba cuando de sus escritos se trataba, la ejerci consumo cario con sus hijos. En esto coinciden todos

    sus bigrafos: despegado de sus escritos pero profun-

    damente apegado a sus hijos, dejaba que stos juga-

    ran con cualquier hoja de papel que encontraran por

    la casa. As los nios podan hacer cometas con los

    manuscritos del padre. Imaginar que los folios de esteArtepudieron flotar atados de un hilo siguiendo los

    caprichos del viento, para mayor gozo de la chiqui-

    llera, otorga a las pginas que siguen un aliento par-

    ticular, como un soplo de libertad. Los escritos vue-

    lan, y con ellos las mentiras.

    21