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LA TIERRA, EL ESPACIO Y LAS PERSONAS: LAS LIMITACIONES DE LA ECONOMÍA-MUNDO CAPITALISTA Immanuel Wallerstein Department of Sociology Yale University [email protected] ABSTRACT El arribo a la existencia de la economía-mundo capitalista ha creado nuevas restricciones en la utilización de la tierra con fines productivos. El cambio más importante es que se estableció una base legal sistemática para lo que se llama derecho a la tierra. La titularidad de la tierra es fundamentalmente una cuestión política enmascarada por un barniz legal. La cantidad de tierra que es regida por título no es, incluso hoy en día, el 100% de la superficie terrestre mundial. Pero ha crecido como porcentaje de la superficie terrestre mundial total a lo largo de la historia del sistema-mundo moderno. El crecimiento demográfico ha dado lugar a dos formas de expansión. Hay crecimiento extensivo, la incorporación de más y más áreas de tierra al sistema de la tierra titulada. Pero también hay un crecimiento intensivo, por la cada vez mayor concentración de la población del mundo en áreas de contacto cercano. Llamamos a esto urbanización. La izquierda mundial se enfrenta a un dilema fundamental. Por un lado, ha defendido las medidas necesarias para reducir la enorme brecha real entre Norte y Sur. Por otro lado, la izquierda mundial (o al menos una creciente porción de ella) está de pie contra una mayor mercantilización de los derechos a la tierra y una mayor degradación ecológica del mundo. Las dos estrategias son contradictorias e incompatibles una con la otra. Los derechos sobre la tierra se destacan como el punto decisivo crucial. INTRODUCCIÓN La tierra estaba allí antes de la existencia de una economía-mundo capitalista. Y la gente vivía en la tierra y de la tierra. Las

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LA TIERRA, EL ESPACIO Y LAS PERSONAS: LAS LIMITACIONES DE LA ECONOMÍA-MUNDO CAPITALISTA

Immanuel Wallerstein

Department of Sociology

Yale University

[email protected]

ABSTRACT

El arribo a la existencia de la economía-mundo capitalista ha creado nuevas restricciones en la utilización de la tierra con fines productivos. El cambio más importante es que se estableció una base legal sistemática para lo que se llama derecho a la tierra. La titularidad de la tierra es fundamentalmente una cuestión política enmascarada por un barniz legal. La cantidad de tierra que es regida por título no es, incluso hoy en día, el 100% de la superficie terrestre mundial. Pero ha crecido como porcentaje de la superficie terrestre mundial total a lo largo de la historia del sistema-mundo moderno. El crecimiento demográfico ha dado lugar a dos formas de expansión. Hay crecimiento extensivo, la incorporación de más y más áreas de tierra al sistema de la tierra titulada. Pero también hay un crecimiento intensivo, por la cada vez mayor concentración de la población del mundo en áreas de contacto cercano. Llamamos a esto urbanización. La izquierda mundial se enfrenta a un dilema fundamental. Por un lado, ha defendido las medidas necesarias para reducir la enorme brecha real entre Norte y Sur. Por otro lado, la izquierda mundial (o al menos una creciente porción de ella) está de pie contra una mayor mercantilización de los derechos a la tierra y una mayor degradación ecológica del mundo. Las dos estrategias son contradictorias e incompatibles una con la otra. Los derechos sobre la tierra se destacan como el punto decisivo crucial.

INTRODUCCIÓN

La tierra estaba allí antes de la existencia de una economía-mundo capitalista. Y la gente vivía en la tierra y de la tierra. Las relaciones que los diferentes pueblos tenían con la tierra que utilizaban de una manera u otra han variado considerablemente. Había diferentes normas consuetudinarias sobre los derechos para utilizar la tierra. El punto crucial era que estas reglas muy rara vez existían en forma escrita.

Algunos pueblos fueron esencialmente nómadas, lo que significaba que se movieron físicamente a través del tiempo de un lugar a otro, aunque el rango de lugares puede haber sido limitado por acuerdos consuetudinarios. Otros pueblos se dedicaron a la agricultura sedentaria, lo que por lo general implicaba algún derecho al uso de la tierra, y alguna posibilidad de herencia de estos derechos. En muchas situaciones, hubo personas que no utilizaron la tierra para la producción para sí mismos pero reclamaron el derecho a recibir transferencias de una forma u otra de los usuarios directos. Genéricamente, podemos llamarlos señores, que a menudo recompensaron

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estas transferencias ofreciendo algún tipo de protección a los productores directos. Paro era raro el caso de que las personas, ya fueran los usuarios directos o los señores, tuvieran algún tipo de título sobre la tierra que legitimara la venta de sus derechos a los demás. El arribo a la existencia de la economía-mundo capitalista cambió todo esto de manera fundamental, con la creación de nuevas restricciones en la utilización de la tierra con fines productivos. Son estas restricciones las que deseo explorar en este trabajo, el que plantea preguntas a las que ofrece una serie de proposiciones analíticas sobre los derechos a la tierra en el sistema-mundo.

EL TÍTULO A LA TIERRA

El cambio más importante impuesto por el sistema-mundo moderno es que se estableció una sistemática base legal para lo que se llama el derecho a la tierra. Es decir, se crearon reglas por las cuáles un individuo o una entidad corporativa podría "poseer" pura y simplemente tierra. Ser propietario de la tierra, esto es tener los derechos de propiedad, significaba que se podría utilizarla de la manera que se quisiera, sujeta únicamente a las limitaciones específicas establecidas por las leyes del estado soberano dentro de la cual se encuentra esta unidad de tierra. La tierra a la que se tenía título era tierra que se podría legar a sus herederos o vender a otras personas o entidades corporativas.

¿Cómo surgió el título para la adquisición de una tierra que no tenía previamente ningún título en el sentido jurídico específico? La respuesta por lo general es que alguien se apoderó de esas tierras y simplemente se proclamó a sí mismo dueño. A veces esto se produjo por la autorización legal de un supremo (como un rey). Y algunas veces ocurrió en situaciones de conquista de una región por un estado, que luego autorizó tales convulsiones. Por lo general, el estado conquistador autorizaba inicialmente esas apropiaciones a los participantes en la conquista. Y más tarde, esta autorización podría haber sido ampliada a cualquiera que el estado conquistador en cuestión deseaba permitirle apoderarse de la tierra.

Esto, generalmente, fue considerado como el "desarrollo" de la tierra, o como esa maravillosa expresión francesa, mise en valeur. Detengámonos por un momento en la expresión francesa (de extenso uso por lo menos hasta 1.945). Literalmente, la palabra valeur significa "valor". Así que si uno pone algo (mise) en valor, uno supone que luego adquirió valor dentro de un sistema económico capitalista. Es de suponer que, antes de la mise en valeur, no tenía tanto valor; y después sí lo tuvo.

Por supuesto, en casi todos los casos, esta tierra ya había sido "usada" para algún propósito por alguien. Sin embargo, una vez que se le concedió el título a un apropiador, la persona o grupo que anteriormente "utilizó" la tierra perdieron cualquier derecho consuetudinario que habían tenido, o que pensaban tener sobre la tierra. Muy a menudo, fueron literalmente expulsados de la tierra. O de lo contrario, se les permitió permanecer en ésta de alguna manera subordinada, según la definición de la persona que ahora tenía título de propiedad. Tal confiscación de tierras previamente sin título ha estado sucediendo durante los últimos cinco siglos. Todavía está

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ocurriendo hoy en cualquiera de las unidades de tierra que permanecen de alguna manera fuera del dominio de la tierra para la que hay un título legal.

Las tierras apropiadas pueden, bajo ciertas condiciones políticas, ser re-apropiadas por personas que no tienen título legal. Esto sucede en gran parte mediante lo que llamamos "ocupantes" sobre la tierra. Hay hoy movimientos sociales organizados que proclaman el derecho moral y político a “ocupar”, sobre todo si el terreno en cuestión no se está utilizando de forma activa, o si la persona que tiene el título es un propietario distante.

En muchos casos, los ocupantes ilegales son cultivadores reales de la tierra que, sin embargo, no poseen legalmente. Por ejemplo, el Movimento dos Trabalhadores Sem Terra (MST) es un poderoso movimiento social en Brasil que trabaja específicamente para permitir re-apropiarse de la tierra.

Buscan ir m más lejos aún, hasta ahora sin mucho éxito, para que el gobierno de Brasil legitime tales re-apropiaciones. La “ocupación” también se produce en las zonas urbanas de edificios desocupados.

Claro que el propio gobierno puede re-apropiarse de tierras, por un proceso legal llamado dominio eminente. Esto a menudo ha ocurrido en diversas partes del mundo. Normalmente para invocar el dominio eminente el gobierno debe proclamar algún interés social del Estado en la apropiación del uso de la tierra. Pueden apropiar la tierra de los pequeños propietarios con el fin de dársela a los grandes terratenientes, con el fin de que éstos últimos "se desarrollen" de alguna manera que se considere más productiva. Pero el gobierno también puede hacerlo como un gesto político, tomando las tierras de personas consideradas “colonos extranjeros” y "restaurarlas" a personas consideradas en cierta medida indígenas por el Estado.

Tanto la apropiación del gobierno para el "desarrollo" y las ocupaciones pueden hacerse no sólo en las zonas rurales, donde se utiliza la tierra para algún propósito agrario, sino también en las zonas urbanas, donde la tierra es utilizada en primer lugar para la vivienda.

Las apropiaciones gubernamentales en nombre de los desarrolladores inmobiliarios corporativos ocurren con cierta frecuencia. Pero la incautación por ocupas también es un lugar común. En estos días, las grandes zonas urbanas, sobre todo en el Sur global, tienen amplias zonas de asentamientos (como bidonvilles, favelas, etc.) en las que hay tales ocupaciones (Toleradas a veces de facto por las autoridades judiciales, a veces reprimidas, siempre que el Estado tenga medios suficientes para suprimirlos).

El punto básico es que el título sobre la tierra es fundamentalmente una cuestión política enmascarada por un barniz legal. La titularidad de la tierra puede o no hacerse cumplir por las autoridades judiciales, que están realizando con ello una decisión política. En este sentido, el famoso lema de Proudhon "la propiedad es un robo" es, sin duda, la descripción más acertada de los títulos de propiedad.

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La principal cuestión jurídica y política en curso es lo que sucede después de la toma inicial. Si un pedazo de la propiedad es adquirida por robo, y a partir de entonces es transmitido a los descendientes de varias generaciones, o vendido a otros, ¿la continuidad de facto de la propiedad legal confiere derechos morales o legales a la tierra? Esta es la cuestión planteada hoy por los movimientos de los llamados pueblos indígenas que están clamando ya sea por la recuperación de la tierra (la plena propiedad) o por lo menos por una compensación económica por la tierra que ha sido apropiada en muchos casos en los siglos anteriores.

Prácticamente toda la superficie de las tierras llamadas de asentamiento fue capturada originalmente de esta manera. Esto se aplica sobre todo a las áreas de asentamiento europeo en ultramar -América del Norte, Australia, el cono sur de América Latina, el sur de África, y de Israel. Se aplica, sin embargo, también a las áreas de la extensión europea puramente basada en la expansión continental, como Rusia en Siberia y el Cáucaso. En realidad, por supuesto, el mismo proceso se encuentra en la expansión en aquellas áreas donde los grupos no europeos más fuertes se mueven hacia zonas adyacentes que son más débiles políticamente. Esto es lo que ha sucedido históricamente en China, en la India, y en las variadas partes de África que no eran zonas de colonos blancos.

El punto principal es que el proceso de legitimación de la propiedad por un título legal ha sido un proceso fundamental de la economía-mundo capitalista. Y su origen casi siempre estaba en la apropiación por la fuerza. Pero ya que ha sido una práctica casi universal, deshacer este proceso es similar a nivelar el Himalaya o los Alpes. Supongo que podría ser técnicamente posible, pero es políticamente imposible. Esto no significa que los ajustes no se puedan hacer como resultado de la presión por parte de los movimientos sociales. Pero los ajustes constituirían necesariamente compromisos insatisfactorios entre afirmaciones mutuamente incompatibles entre los derechos morales y legales.

¿Por qué la gente se apodera de la tierra? La respuesta primaria obvia es que es económicamente rentable hacerlo de alguna manera. Puede ser rentable debido a que la tierra ofrece buenas posibilidades para la producción para el mercado. Pero también puede ser indirectamente rentable porque expulsa a algunas personas de la tierra, y esas personas pueden luego tener que buscar un empleo remunerado en otro lugar y con ello servir a la necesidad de los productores capitalistas en otros lugares.

Por supuesto, algunas de las tierras apropiadas pueden en sí mismas no ofrecer muchas oportunidades para la producción rentable. Pero pueden ser aprovechadas por razones "estratégicas" -La defensa de la colectividad de propietarios frente contrapresiones o contramovimientos, para garantizar las posibilidades de transporte a largo plazo de las mercancías, o simplemente para negar el uso de la tierra a otros Estados o sus ciudadanos.

ESPACIO

La cantidad de tierra que es regida por un título no es, aún hoy, el 100% de la superficie terrestre mundial. Pero ha crecido como porcentaje de la superficie terrestre mundial total a lo largo de la

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historia del sistema-mundo moderno. Algunas personas siempre han defendido, resistido la demanda para crear título en la tierra que han usado habitualmente. Y algunas personas han escapado al tomar conocimiento de las consecuencias de la apropiación huyendo a otras áreas de la tierra que están más alejada de los apropiadores. Esto es lo que James Scott ha llamado "el arte de no ser gobernado".

Es responsable de la aparición y la creación de zonas en las altas zonas montañosas, por ejemplo, que son consideradas tanto "tradicionales" como "primitivas" por los titulares de derechos sobre las tierras con dueño. Estas mismas zonas, sin embargo, se consideran por tanto zonas de resistencia libertaria por quienes han escapado. Estas zonas son dudosamente "tradicionales" (es decir, pre-modernas) como la mayoría de otros fenómenos que nos gusta calificar negativamente como tradicionales.

La presión básica sobre los que han tratado de escapar del proceso de la afirmación de los derechos territoriales restrictivos ha sido el crecimiento de la población. Sabemos que la población del mundo ha crecido constantemente durante los últimos 500 años. Con excepciones solamente marginales - Los resultantes vertederos de basura- el área del mundo en el que las personas pueden vivir se ha mantenido igual. Así, hay continuamente más personas por milla cuadrada en todo el mundo.

El crecimiento demográfico ha dado lugar a dos formas de expansión. Hay un crecimiento extensivo, por la incorporación de más y más áreas de tierra al sistema de la tierra titulada. Pero también hay un crecimiento intensivo, por la cada vez mayor concentración de la población del mundo en áreas de contacto cercano. Llamamos a esto urbanización. Este es un proceso del que nadie duda y que, en los últimos cincuenta años, tiene un impresionante ritmo acelerado, de tal manera que se ha pasado a un mundo de múltiples megalópolis, con la perspectiva de ser todavía más grandes en las décadas por venir.

Los dos procesos juntos (la ocupación extensiva e intensiva de las zonas de tierras gobernadas por los procesos legales del sistema-mundo) han creado toda una serie de restricciones adicionales sobre la forma en que opera la economía-mundo capitalista. Parece elemental observar que la situación de más personas en la misma cantidad de tierra crea una presión sobre todos los tipos de recursos imaginables que los seres humanos necesitan para sobrevivir. También parece elemental observar que si los humanos se apropian de más tierra, inevitablemente tienen que eliminar usuarios en competencia - En su mayoría fauna, pero también la flora.

Si bien estos procesos han estado en funcionamiento durante toda la historia de la economía-mundo capitalista, se han convertido en una cuestión cultural y política en los últimos cincuenta años en particular, ya que los efectos ecológicos del sistema-mundo moderno se han hecho cada vez más evidente y la aspectos negativos más y más flagrantes.

El primer problema es el agua. El agua es esencial para los procesos vitales. La cantidad de agua utilizable en el mundo no es ilimitada. Una de las características controvertidas de sobre los títulos de propiedad es el grado en que se trata de un control total de los recursos hídricos que son

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accesibles en la tierra en cuestión titulada. Los conflictos por el agua entre los agricultores y ganaderos asentados son tan importantes para el mundo moderno que mucha ficción moderna se dedicado a ello. El conflicto entre los usuarios rurales y los consumidores urbanos es igualmente notorio.

¿Qué sucede como consecuencia? Los gobiernos toman decisiones acerca de las asignaciones, que luego implementan mediante diversas alteraciones sobre la superficie de la tierra con el fin de garantizar ciertos tipos de flujos de agua que den acceso preferencial al agua a grupos particulares. La construcción de presas es una probada y verdadera técnica de hacerlo. Cuando las presas cambian el flujo de agua y el acceso a la misma, por supuesto que están afectando más inmediatamente los derechos territoriales de los propietarios y usuarios cercanos a la trayectoria de los ríos que se están represando.

Hay, sin embargo, un efecto adicional, más a largo plazo. El proceso de alterar los flujos y el acceso al agua conduce con el tiempo a un uso más extenso del agua disponible y eventualmente a la desertificación. Esto reduce así el suministro de agua disponible en el mismo momento que el número de personas en busca de agua a nivel mundial se ha incrementado.

Además, esto es más que una cuestión de la utilización del agua que se encuentra en los ríos y lagos y en el nivel freático por debajo de las superficies de tierra. La demanda de recursos alimentarios conduce a un más intensivo el uso de las áreas oceánicas como fuentes de suministro de alimentos. La titularidad de las zonas oceánicas ha sido afirmada cada vez más por los estados. La reclamación histórica de que una zona de tres millas en el borde de las fronteras terrestres cae bajo la soberanía de un estado se ha intensificado en las últimas décadas con las reclamaciones por una zona de 200 millas. Y mañana todavía es casi seguro que ser reclamará zonas todavía más amplias.

La mercantilización del agua (Por los individuos, por las empresas, y por los estados) se ha expandido enormemente, como también se hace más evidente la realidad de la escasez de agua en todo el mundo. Por supuesto, la mercantilización de un recurso vital significa una asignación cada vez más desigual del recurso. Por tanto, las luchas por el agua en todo el mundo se han convertido en un foco central de la lucha de clases.

Lo que es cierto para el agua es igualmente cierto para los recursos alimentarios y energéticos. Si hay más personas en el mundo, significa que se necesitan más recursos totales de alimentos. Desde que la tierra se apropia cada vez más para uso humano, hay menos espacio para los animales que deambulan. El mundo ha convertido, por tanto, a la agricultura los recursos de los animales (Es decir, concentrando su ubicación en pequeños lugares cerrados, controlados por empresas corporativas cada vez más grandes. Esto no sólo polariza la distribución, sino que tiene importantes consecuencias negativas para la salud, tanto de los seres humanos como de los animales.

Los conflictos interestatales por el acceso a la energía se han convertido en la historia cotidiana de los medios de comunicación. Lo que también se discute mucho en estos días son los peligros

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ecológicos derivados de las clases de la energía utilizada, y su impacto en las condiciones climáticas mundiales. Esto a su vez conduce a una de las últimas, pero no menos importante, mercantilizaciones, la del aire que respiramos. La titularidad de la tierra significaba inicialmente título sobre lo que estaba en su superficie. Pero muy rápidamente, se extendió en el sentido de lo que está por debajo de la superficie de la tierra, y más recientemente de lo que está en los océanos. Ahora se ha comenzado a hacerse valer los derechos del aire sobre la superficie terrestre.

A medida que más y más bienes se producen con menos y menos superficie de tierra por persona en el mundo, la cuestión de la eliminación de residuos tóxicos se cierne más pesadamente. ¿Quién tiene el título de los residuos tóxicos, y donde pueden depositarse en un sistema en el que hay título para la tierra? Sabemos lo que está pasando. Como los peligros de residuos tóxicos para la supervivencia humana se han vuelto más conocidos, se ha vuelto cada vez menos legítimo disponer los mismos en el dominio público. Esto no quiere decir que tal disposición ha cesado (lejos de eso), pero se ha vuelto menos legítimo y por lo tanto los depositadores actúan más en secreto.

La alternativa a la eliminación en el dominio público es la eliminación mediante el acceso comprado a las zonas de la tierra (o agua) de otros que tienen título. ¿Dónde se puede hacer esto está, por supuesto, en correlación directa con la fuerza relativa de las zonas dentro del sistema-mundo. En las zonas más ricas, la resistencia política a la compra de los sitios de disposición de residuos es fuerte y relativamente eficaz. Este es el llamado fenómeno NIMBY. Por tanto, la compra de los derechos tiende a ubicarse cada vez más en el Sur global, lo que aumenta aún más la polarización del sistema-mundo.

Una vez más, esto afecta a los derechos territoriales de los más cercanos a las áreas de disposición. Pero también afecta a la lucha de clases a largo plazo (En este caso no por el acceso sino por el no-acceso). La cuestión básica puede ser fácilmente resumida. Más gente es igual a más necesidades de recursos. En la medida en que los recursos se asignan dentro de un sistema de titularidad de derechos sobre la tierra, el resultado es un menor número de recursos por persona, más mercantilización, más daño ecológico y la lucha de clases más aguda en todo el mundo.

PERSONAS Y PUEBLOS

Después de 500 años de operación de una economía-mundo capitalista, ¿dónde estamos hoy, tanto en términos de las personas y de los pueblos? Es decir, ¿cuál ha sido el impacto en la vida de las personas? ¿Y cuál ha sido el impacto en la vida de los grupos? Y quizás lo más importante, ¿Qué pueden hacer los individuos o grupos con este impacto? Y ¿qué están haciendo al respecto?

Si empezamos con las personas como individuos o grupos muy pequeños como las familias, está muy claro que sus opciones y su libertad de acción está limitada en formas muy importantes como el resultado de la creación de un sistema en el que el uso de la tierra se rige por el llamado título, es decir, por las relaciones de propiedad.

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Es razonablemente importante examinar cuidadosamente el concepto de libertad de acción. En un nivel superficial, la adquisición de un título de propiedad parece mejorar los derechos individuales. El propietario puede disponer de este inmueble como él lo desee, sujeto a un pequeño número de limitaciones legales. El propietario, se argumenta, se beneficia directamente del ingreso de trabajo a la propiedad, por lo que el propietario puede retener los beneficios de la mejora de la propiedad.

Esto es, sin duda, más o menos preciso. Sin embargo, deja fuera de la ecuación la fuerza desigual de los diferentes propietarios de propiedad, y por lo tanto la capacidad de las más grandes, los más fuertes para competir con los más pequeños y, en efecto, forzar una transferencia de propiedad. Esto es lo que llamamos concentración del capital.

Un simple ejemplo obvio puede ilustrar esto. Tomemos dos casos en donde la propiedad colectiva sin derechos individuales al título existió y luego se transformó en derechos individuales a una pequeña parte de la propiedad colectiva. Una de ellas sería una zona rural en el Sur global previamente fuera del sistema de derechos de tierra con título. La segunda sería la propiedad colectiva en los estados ex comunistas en el período posterior a 1,989. En ambos casos, la privatización por mandato de la propiedad crea múltiples pequeños propietarios que, sin embargo, no fueron capaces de mantener la propiedad en una situación de mercado. Ellos luego vendieron sus derechos a algún empresario más grande. Al final de este proceso, habían perdido todos los derechos dentro de la propiedad colectiva antigua, y económicamente era probable que estuvieran peor que antes.

Como hemos visto, esto es sólo una pequeña parte de la historia. Si nos fijamos en las consecuencias demográficas y ecológicas del sistema luego de más de 500 años, se observa una polarización considerable y creciente del sistema-mundo que, a nivel individual, se ha traducido en una vasta población creciente que vive por debajo de lo que se considera el "nivel de pobreza". Esto es a menudo enmascarado porque la situación mejoró considerablemente quizá para el 15-20% de la población mundial.

Lo que ha sucedido a las personas individuales es quizá menos dramático que lo que ha sucedido a los pueblos. A todos los grupos de personas (los pueblos) les gusta afirmar su existencia eterna y su eterno derecho moral a existir y persistir. Esto es, por supuesto, la mitología. Los grupos vienen y van a la existencia todo el tiempo, y siempre los hay.

¿Hay algo diferente en este proceso en el marco del sistema-mundo moderno? Bueno, sí y no. La respuesta es no si se hace hincapié en el hecho de que los grupos tienen vidas, que están en constante cambio en su estructura y diseño, en los valores y límites, en tamaño e importancia.

Pero la respuesta es sí, si nos fijamos en cómo los grupos entran en y salen de la existencia en el sistema-mundo moderno, en contraste con la forma en que lo hicieron anteriormente. Esto tiene mucho que ver con el derecho a la tierra. El sistema-mundo moderno ha hecho posible, a través de las mejoras tecnológicas, movimientos más grandes y más rápidos de los pueblos. Solemos agrupar todos estos movimientos bajo la vaga etiqueta de la migración. Pero esta mayor facilidad

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tecnológica de movimiento se ha producido al mismo tiempo que se ha creado un sistema histórico que se compone de los llamados Estados soberanos dentro de un sistema interestatal. Estos estados tienen límites (aunque cambiantes). Y por definición sistémica, ya no hay zonas fuera este mundo tallado con estados soberanos (excepto marginalmente, y quizás no por mucho tiempo más, la alguna vez totalmente deshabitada Antártida).

Los estados soberanos, como parte de su mecanismo de supervivencia como instituciones, han buscado todos por lo general convertirse en estados-nación. Es decir, todos (o casi todos) practicaban una ideología jacobina subyacente de integración. Ellos han insistido en que los múltiples pueblos situados dentro de sus fronteras se conviertan en parte del único pueblo que se hace valer como expresión legítima de la membresía en la comunidad del estado. Además, a los inmigrantes se les ha pedido regularmente abandonar sus identidades culturales anteriores y someterse a nación dominante del estado-nación putativo.

Una vez más, sin embargo, se trata fundamentalmente de una cuestión política. Y en el último medio siglo, ha habido movimientos importantes de resistencia a este proceso. La primera de todas las resistencias ha sido el trabajo de los grupos que se consideran de alguna manera más autóctona de la región que otros - Por ejemplo, dentro de los estados colonizadores. O ha sido la resistencia de los grupos que han sido conquistados por los vecinos más poderosos y están buscando "revivir" su lengua o sus instituciones autónomas. Hoy las fuerzas centrífugas están llegando a ser por lo menos igual a las fuerzas centrípetas dentro de la vida política-cultural de los Estados del mundo. Las virtudes de ser un estado plurinacional o un estado multicultural están siendo proclamadas en algunos países.

El hecho duro, frío, es que no hay ninguna posibilidad real de crear estados verdaderamente multi-nacionales con políticas diferentes en diferentes zonas referente a los derechos sobre la tierra, excepto posiblemente cuando las poblaciones llamadas indígenas son la mayoría absoluta de la población, como en Bolivia. El ejemplo más claro de esta imposibilidad está ocurriendo ahora mismo en Ecuador.

Ecuador es considerado por los estándares mundiales un estado gobernado por fuerzas de izquierda, uno de los más radicales políticamente en América Latina. El actual presidente, Rafael Correa, fue elegido con el firme apoyo de la federación de los movimientos indígenas de Ecuador, CONAIE. Pero él está hoy en serios conflictos con la CONAIE. ¿Qué pasó?

Las políticas que hacen de la imagen de Correa un político radical en el mundo de hoy son en primer lugar las que los distancian geopolíticamente de los Estados Unidos, y en segundo lugar su postura en relación a las empresas mineras extranjeras que han llevado a cabo diversos tipos de concesiones de minerales ricos en Ecuador. Él se decidió a revocar muchas de estas concesiones con el fin de obligar a las empresas mineras a renegociar los términos de sus acuerdos. Lo hizo con el fin de obtener mucho mayores ingresos para el gobierno de Ecuador con el fin de "desarrollar" de varias maneras el país. Tales intentos de reducir las ventajas de las empresas extranjeras a favor de mayores ingresos para los estados en los que estas empresas operan han sido un

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elemento estándar en la política mundial durante al menos medio siglo y se han considerado generalmente como una señal de una posición de izquierda en la política mundial.

La CONAIE no se opone a la reducción del poder y de las ventajas de las corporaciones mineras extranjeras. Pero representan aquellas partes de la población que están todavía en gran parte viviendo en la tierra que no está bajo títulos de propiedad. Los grupos que representa también están desproporcionadamente ubicados en las regiones en las que ha sido o va a ser emprendida la minería. Por lo tanto, son los más inmediatamente sujetos a las consecuencias ecológicas negativas de este tipo de operaciones, así como a las consecuencias del desplazamiento de las tierras que se han producido o que pueden producirse en el futuro.

La posición de la CONAIE es que Ecuador debe cambiar su constitución y proclamarse a sí mismo como un estado plurinacional. Además, exigen el derecho de las comunidades indígenas a dar su consentimiento previo antes de que ocurran los proyectos extractivos en su región. En parte, tienen la intención de negar tales derechos, aunque es posible que lo hagan también, en parte, simplemente exigiendo el control sobre los ingresos que puedan provenir del consentimiento, el control que de otro modo caerá en el Estado ecuatoriano.

Correa y CONAIE también han entrado en conflicto por el agua. En este tema también, el gobierno deseaba controlar el acceso a los recursos hídricos, incluyendo la posibilidad de privatizarlos. CONAIE insistido en el control absoluto público y comunitario sobre los recursos hídricos.

Por último, hubo una disputa sobre la prospección de petróleo en un área del parque nacional llamado Yasuní. Correa asumió la posición de que el gobierno podría renunciar a dicha prospección si los países del Norte global lo compensaban por la pérdida de ingresos, una propuesta que no fue muy lejos. Él se ha reservado el derecho de proceder a la prospección, con el firme apoyo de la corporación nacional de petróleo, PetroEcuador.

Esta contabilización de los recientes acontecimientos en Ecuador ilustra el dilema fundamental de la izquierda mundial. Por un lado, la izquierda mundial, especialmente en el Sur global, ha defendido las medidas que reducirían la enorme brecha real con el Norte global. Correa simplemente está llevando a cabo este objetivo. Por otro lado, la izquierda mundial (o al menos una parte cada vez mayor de la misma) está de pie contra una mayor mercantilización de los derechos a la tierra y una mayor degradación ecológica del mundo. CONAIE simplemente está llevando a cabo este objetivo.

Las dos estrategias son contradictorias e incompatibles una con la otra. Los derechos sobre la tierra se destacan como el punto decisivo crucial. No está del todo claro hoy qué camino tomará la izquierda mundial como movimiento social. Por el momento, en conjunto parece estar tratando de ir en ambas direcciones al mismo tiempo. Esto es difícil, de hecho probablemente imposible. Los conflictos dentro de la izquierda mundial acerca de su estrategia fundamental para el cambio global corre el riesgo de cancelar toda posibilidad de un resultado exitoso en la lucha continua sobre el sistema sucesor de una economía-mundo capitalista que está en crisis estructural.