el antiguo palacio episcopal de astorgaantecedentes del palacio el palacio de astorga, cuyo estudio...

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Nada sabemos sobre la residencia que pudieron utilizar los obispos de Astorga durante los primeros siglos de existencia de la diócesis asturicense. Desde principios del siglo V hasta que la ciudad quedó desierta o semidesierta a mediados del VIII, es posible que residieran en el monasterio que fundó San Dictino (350?-430?) 1 , que se encontraba en el actual barrio de Puerta del Rey, en las afueras de la ciudad. Indisclo, que rigió la diócesis desde 853 a 879, y varios de sus sucesores pudieron seguir utilizándolo 2 . Existen pruebas de que esta residencia pasó al centro de la ciudad después de 1120, ocupando el mismo lugar desde esa fecha hasta la actualidad; aunque desde 1886 no sea utilizada con ese fin. ¿Cuántos edificios distintos ocuparon este último solar desde el siglo XIII? No lo sabemos, pero en 1875 se promueve una reparación de lo que existía entonces, que se encontraba en “estado ruinoso y lamentable”, por lo que se levantan planos de esa construcción. El “nuevo” palacio es destruido por un incendio el 23 de diciembre de 1886. En consecuencia, lo único conocido del edificio anterior al actual diseñado por Gaudí es lo que mostraban aquellos planos. Su apariencia es la de una casona del siglo XIX, pero parece que se trató sólo de una “reparación”, como acabamos de comentar, por lo que en ella se encontraría presente de una u otra forma gran parte de su pasado arquitectónico. Sin embargo, no es probable que se mantuvieran numerosos restos antiguos significativos según se deduce del artículo de José María Luengo publicado en la revista LEÓN en 1978 y que reproducimos como anexo al final. Lo cierto es que en el solar que hoy ocupa el palacio de Gaudí existió una edificación anterior que pudo ser fotografiada durante su etapa final, en las décadas en las que el monumento estaba allí y se disponía de la técnica fotográfica para reproducirlo. Sin embargo, no se tenía noticia de ninguna imagen de este tipo, y las esperanzas de encontrarla eran escasísimas: José María Luengo, que disponía de una gran colección de fotografías acumuladas durante su larga vida, no dio con ninguna sobre él; los estudiosos que le sucedieron tampoco; en las colecciones conocidas de fotógrafos del siglo XIX no hay fotos en las que aparezca; y, el mayor coleccionista de material relacio- nado con Astorga y con la provincia de León (postales, fotografías, grabados…), Fernando Alonso García, hijo de Luis Alonso Luengo, tampoco había sido capaz de encontrar nada sobre él. Las esperanzas de descubrir algo eran, pues, casi nulas. Pero, esta última Semana Santa, en una charla casual del citado Fernando Alonso con los astorganos Enrique y Carlos Moreno Gómez, éstos le informaron de la existencia de una fotografía, perteneciente a su familia, en la que se veían la catedral y el antiguo palacio. En poco tiempo, una reproducción digital de esta imagen le fue amablemente facilitada al hijo de nuestro recordado Cronista, que, a su vez, nos la ha hecho llegar a nosotros, por lo que la incorporamos al artículo que sigue y también al lado del editorial, con el fin de difundir el conocimiento de este excepcional documento gráfico. Con motivo de este descubrimiento, reproducimos, previa autorización de Mª Jesús Alonso Gavela, lo que ésta contaba en su libro Gaudí en Astorga sobre los antecedentes del antiguo palacio episcopal, añadiendo al final a modo de anexo el pequeño artículo al que hemos hecho referencia, y que José María Luengo publicó en 1978 en la revista de la Casa de León en Madrid. Agradecemos a los hermanos Moreno su autorización para que sea reproducida la foto de la familia Moreno de Castro; a don Fernando Alonso el habernos facilitado copia de ésta, así como todos sus esfuerzos para encontrar y salvar todo el patrimonio gráfico relacionado con la ciudad; y a Mª Jesús Alonso Gavela el permitirnos reproducir la parte de su libro que hace referencia al palacio antiguo, que incluimos a continuación. EL ANTIGUO PALACIO EPISCOPAL DE ASTORGA Mª Jesús Alonso Gavela 2º SEMESTRE 2008 ARGUTORIO nº 21/37

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Page 1: EL ANTIGUO PALACIO EPISCOPAL DE ASTORGAANTECEDENTES DEL PALACIO El palacio de Astorga, cuyo estudio nos va a ocupar, estuvo destinado a morada de los obispos sucesivos que rigieron

Nada sabemos sobre la residencia que pudieron utilizar los obispos de Astorga durante los primeros siglos deexistencia de la diócesis asturicense. Desde principios del siglo V hasta que la ciudad quedó desierta o semidesierta amediados del VIII, es posible que residieran en el monasterio que fundó San Dictino (350?-430?)1 , que se encontrabaen el actual barrio de Puerta del Rey, en las afueras de la ciudad. Indisclo, que rigió la diócesis desde 853 a 879, yvarios de sus sucesores pudieron seguir utilizándolo2 .

Existen pruebas de que esta residencia pasó al centro de la ciudad después de 1120, ocupando el mismo lugar desdeesa fecha hasta la actualidad; aunque desde 1886 no sea utilizada con ese fin. ¿Cuántos edificios distintos ocuparoneste último solar desde el siglo XIII? No lo sabemos, pero en 1875 se promueve una reparación de lo que existíaentonces, que se encontraba en “estado ruinoso y lamentable”, por lo que se levantan planos de esa construcción. El“nuevo” palacio es destruido por un incendio el 23 de diciembre de 1886.

En consecuencia, lo único conocido del edificio anterior al actual diseñado por Gaudí es lo que mostraban aquellosplanos. Su apariencia es la de una casona del siglo XIX, pero parece que se trató sólo de una “reparación”, comoacabamos de comentar, por lo que en ella se encontraría presente de una u otra forma gran parte de su pasadoarquitectónico. Sin embargo, no es probable que se mantuvieran numerosos restos antiguos significativos según sededuce del artículo de José María Luengo publicado en la revista LEÓN en 1978 y que reproducimos como anexo alfinal.

Lo cierto es que en el solar que hoy ocupa el palacio de Gaudí existió una edificación anterior que pudo serfotografiada durante su etapa final, en las décadas en las que el monumento estaba allí y se disponía de la técnicafotográfica para reproducirlo. Sin embargo, no se tenía noticia de ninguna imagen de este tipo, y las esperanzas deencontrarla eran escasísimas: José María Luengo, que disponía de una gran colección de fotografías acumuladasdurante su larga vida, no dio con ninguna sobre él; los estudiosos que le sucedieron tampoco; en las coleccionesconocidas de fotógrafos del siglo XIX no hay fotos en las que aparezca; y, el mayor coleccionista de material relacio-nado con Astorga y con la provincia de León (postales, fotografías, grabados…), Fernando Alonso García, hijo deLuis Alonso Luengo, tampoco había sido capaz de encontrar nada sobre él. Las esperanzas de descubrir algo eran,pues, casi nulas.

Pero, esta última Semana Santa, en una charla casual del citado Fernando Alonso con los astorganos Enrique yCarlos Moreno Gómez, éstos le informaron de la existencia de una fotografía, perteneciente a su familia, en la que seveían la catedral y el antiguo palacio. En poco tiempo, una reproducción digital de esta imagen le fue amablementefacilitada al hijo de nuestro recordado Cronista, que, a su vez, nos la ha hecho llegar a nosotros, por lo que laincorporamos al artículo que sigue y también al lado del editorial, con el fin de difundir el conocimiento de esteexcepcional documento gráfico.

Con motivo de este descubrimiento, reproducimos, previa autorización de Mª Jesús Alonso Gavela, lo que éstacontaba en su libro Gaudí en Astorga sobre los antecedentes del antiguo palacio episcopal, añadiendo al final a modode anexo el pequeño artículo al que hemos hecho referencia, y que José María Luengo publicó en 1978 en la revista dela Casa de León en Madrid.

Agradecemos a los hermanos Moreno su autorización para que sea reproducida la foto de la familia Moreno deCastro; a don Fernando Alonso el habernos facilitado copia de ésta, así como todos sus esfuerzos para encontrar ysalvar todo el patrimonio gráfico relacionado con la ciudad; y a Mª Jesús Alonso Gavela el permitirnos reproducir laparte de su libro que hace referencia al palacio antiguo, que incluimos a continuación.

EL ANTIGUO PALACIO EPISCOPAL DE ASTORGAMª Jesús Alonso Gavela

2º SEMESTRE 2008 ARGUTORIO nº 21/37

Page 2: EL ANTIGUO PALACIO EPISCOPAL DE ASTORGAANTECEDENTES DEL PALACIO El palacio de Astorga, cuyo estudio nos va a ocupar, estuvo destinado a morada de los obispos sucesivos que rigieron

ANTECEDENTES DEL PALACIO

El palacio de Astorga, cuyo estudio nos va a ocupar,estuvo destinado a morada de los obispos sucesivos querigieron la diócesis astorgana. Por tanto, palacio y dióce-sis han de ir unidos en la larga historia que se conoce deeste obispado y, asimismo, en los cambios y alteracionesque sufrió aquél en su emplazamiento, que como se verá,no es el mismo que hoy ocupa.

Quizás la primera vez que suena en nuestra documen-tación la residencia episcopal astorgana se refiera al pon-tificado, en la época medieval, de aquel grande y bene-mérito obispo que se llamó D. Nuño (el primero de estenombre), que regentó la diócesis en la primera mitad delsiglo XIII (1226-1241). Fue éste un obispo3 guerrero, po-lítico y emprendedor, que mereció los mejores aprecios,elogios y favores de Fernando III el Santo y de quien undiácono de la iglesia de León, su contemporáneo, nos haceesta sucinta relación de méritos: el noble Nuño, Obispode Astorga entre otras cosas que obró prudentemente,atendió a reparar hermosamente los muros de la ciudadastorgana, su residencia episcopal y el claustro de su igle-sia4 . Notemos que esta noticia es tardía: no se trata de laedificación del palacio Episcopal sino de su restauracióny adecentamiento. Su origen, pues, tendríamos que bus-carlo con mucha mayor anterioridad en la época en que ladocumentación calla. Por tanto, no sabemos con seguri-dad cuándo fue levantado por primera vez.

En el mejor de los casos tenemos otro dato que podríaorientarnos. Se remonta nada menos que a la época deSan Genadio (898-920). Es el propio santo quien nos lo

transmite en la importantísima escritura que se ha venidollamando su «testamento». Hablando de su forzada acep-tación del Pontificado, nos dice que fue llevado al Ponti-ficado de Astorga, a los arrabales de la ciudad. Estabapues, en aquel tiempo, la residencia episcopal, y con ellala catedral astorgana, en las afueras de la ciudad. Difíciltarea, ciertamente, llegar después de tantos siglos a unalocalización exacta de aquella antigua residencia de losprelados astorganos... Ahora bien, entre estos dos datosconocidos, uno del siglo X y otro del siglo XIII, que nospresentan la catedral y el palacio fuera y dentro respecti-vamente de las murallas, ¿no podríamos encontrar algúnindicio para saber la época, al menos aproximada, de esteimportante cambio?

Sabemos que hacia la mitad del siglo XI la Catedralhabía dejado los suburbios y estaba edificada en el recin-to amurallado de la ciudad. El dato, aunque incompletorespecto a nuestros propósitos, se nos ha conservado enuna escritura del Tumbo Negro de la catedral. Por estaescritura nos consta que el domingo 20 de diciembre delaño 1069 consagró la nueva catedral el obispo D. Pedro,que rigió la diócesis allá por los años 1066 a 1080, en quefue depuesto de su ministerio por el rey Alfonso VI5 .

La residencia episcopal, en cambio, no pasó al centrode la ciudad hasta poco después del año 1120. Tenemosun dato que lo atestigua: la reina Doña Urraca otorga enesa fecha, a petición del Obispo Pelayo, un amplio solardonde hubo edificado en la antigüedad un templo paga-no, para que si allí existían -dice textualmente la reina-los ídolos de los demonios vos lo dediquéis a honra deNuestro Señor Jesucristo6 .

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La escritura, mal traducida y peor interpretada7 , tieneuna importancia excepcional para el estudio de la topo-grafía medieval de la ciudad, así como para nuestro estu-dio, ya que tal donación real habrá de ser el emplazamientodefinitivo del palacio desde su concesión en esta fechahasta nuestros días.

La reina cede al obispo Pelayo este solar, que está cer-cano de la iglesia de Santa María -actual Catedral- y co-lindante con la muralla, en la que abarca hasta cinco «cu-bos». Por lo demás, sin que el documento explícitamentenos lo haga saber, quizás pudiéramos nosotros dar un pasomás y concluir que el destino real y auténtico del solardonado por la reina leonesa no era otro que el de laconstrucción de una residencia episcopal. De esta maneratendríamos aquí la primera localización del palacio de losobispos astorganos y, a la vez, el primer edificio situadoen el mismo lugar en que está el actual.

Por otra parte, al año siguiente de haber donado la rei-na el solar, muere el obispo Pelayo. Acaso dejaba ya ini-ciadas las obras de la nueva residencia o quizás fueransus sucesores inmediatos quienes las iniciasen. No lo sa-bemos de cierto, pero no se debieron demorar mucho yaque, un siglo más tarde, el obispo Nuño I encuentra elpalacio ya viejo y mal acondicionado y se gasta buenascantidades en acomodarlo a las exigencias que su destinoreclamaba, según hemos apuntado más arriba.

Después de este dato de la reparación efectuada en elS. XIII por el obispo D. Nuño, el edificio del PalacioEpiscopal se pierde nuevamente en el silencio y en el ol-vido. Han de pasar muchos años hasta que las fuentes his-

tóricas nos revelen una nueva reforma llevada a cabo enel mismo edificio.

Sabemos, sin embargo, que se convertía con muchafrecuencia en mansión real. Sobre esto conviene recordarla influencia grandísima de nuestros prelados en el ámbi-to que pudiéramos llamar nacional y político. Desde SanGenadio para acá, el influjo de estos obispos en el ánimode los reyes -sobre todo durante la época de la monarquíaleonesa-, es marcadísimo y en muchas ocasiones definiti-vo: son consejeros asiduos de los monarcas, compañeroscasi constantes de viajes y empresas, embajadores antereyes y papas en delicadas misiones, combatientes a sumismo lado en los lances de guerra, notarios mayores desus reinos en no pocas ocasiones, y, más de una vez, cro-nistas de la monarquía en obras imperecederas.

Por eso cuando los reyes venían a la ciudad -y no eranpocas las veces que lo hacían en aquellas fechas lejanasde la Edad Media- la familiaridad y el trato constante quecon nuestros obispos tenían, hacía que fuesen sus pala-cios estancia habitual para los monarcas. Tenemos en estesentido datos curiosísimos y elocuentes, por ejemplo enépoca de Sancho IV, a finales del mismo S. XIII8 .

Después de estas fechas, las noticias sobre el edificiodel palacio se vuelven a perder nuevamente, salvo la men-ción, en el siglo XV, de que un Álvaro Osorio (1440-1463),obispo de muy alta alcurnia, edificó una extraña galeríasubterránea introduciendo por lo mismo obras y reformasen el viejo caserón.

Por otra parte, si es verídico que el obispo Alcolea, aprincipios del siglo actual, quiso constituir en el nuevo

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palacio un museo de heráldica astorgana y que estos es-cudos por él recogidos provienen en su mayoría del anti-guo palacio destruido por el fuego, acaso de ello pudiéra-mos obtener algún indicio para completar nuestra indaga-ción del pasado. Y es que dos de estos escudos pertene-cen al obispo D. Alfonso Messia de Tovar, que estuvo alfrente de la diócesis desde 1616 hasta 1636. A él corres-ponderían, por tanto, obras y reformas llevadas a cabo enel palacio, durante las cuales se colocarían en sus paredesestas piedras que nos conservan ahora sus blasones.

Otro de los escudos, conservado hoy en el nuevo y de-finitivo Palacio, es del obispo Fr. Antonio de Sanjurjo,que lo fue desde 1693 a 1707. De éste se hace constar,aunque sólo de manera genérica, que reedificó el pala-cio9 . A muy pocos años de Messia de Tovar, acomete unareedificación que sería probablemente un arreglo de lasviejas estancias, puesto que lo hecho por su antecesor noparece que fuera de gran trascendencia, toda vez que muypocos años más tarde se hace necesaria esta reedificación.En su escudo hay una fecha, 1699, que acaso nos obliguea situar en ese año las obras que realizó.

Y no tenemos más datos sobre reedificaciones del pa-lacio que merezcan consignarse aquí. Baste como colo-fón al capítulo de citas, mencionar la estancia en el pala-cio de Napoleón Bonaparte, el 31 de diciembre de 1808,como mero descanso en su marcha hacia el Norte10.

DESCRIPCIÓN DEL PALACIO ANTIGUO

Así pues, aquel viejo caserón alzado sobre los cincocubos de la muralla en los tiempos lejanos de Doña Urra-ca, que perduró hasta los años finales de la pasada centu-ria, aunque «vetusto» y «antiguo», estaba cargado de his-toria. El paso de los años había amontonado sobre él re-cuerdos y leyendas de profundo sabor; hechos y anécdo-tas de sumo interés y curiosidad que le hacían enorme-mente apreciable y digno de consideración.

Es interesante señalar el expediente hecho en 1875 parauna reparación total del edificio, puesto que estaba en es-tado ruinoso y lamentable. La obra se acometió en consi-deración a haberse nombrado un obispo para esta Dióce-sis11, y a fin de que pueda habilitarse con cierta comodi-dad dicho palacio. En este sentido, se conservan diversascartas remitidas por el arquitecto Sr. Daura (encargadopor entonces de las obras de la Catedral de León) al go-bernador eclesiástico de Astorga y al Ministerio de Gra-cia y Justicia en relación con el proyecto y presupuesto,ya que éstos fueron devueltos varias veces por los órga-nos oficiales por parecer excesivamente elevado el costede las obras. Al fin, en 1876 quedan definitivamente ad-judicadas las obras por un valor de 20.465,81 pesetas re-duciéndose la reparación a lo más indispensable y hacién-dose cargo de las mismas D. Eduardo Gallan, contratistade León. Con este motivo se levantaron planos del edifi-cio, que nos permiten conocer perfectamente su fachada,distribución de los dos pisos y del bajo de que constaba.Por fin, en abril de 1879 estaban terminadas las obras, yaque se devuelve al contratista su fianza.

QUEMA DEL PALACIO

El 16 de octubre de 1886 tomaba posesión de su cargoel limo. Sr. D. Juan Bautista Grau y Vallespinós12, yendo

ANEXO

José María Luengo y Martínez

RESTOS DEL ANTIGUO PALA-CIO EPISCOPAL DE ASTORGA

El venerable primer cronista de Astorga, don MatíasRodríguez17, al tratar del palacio episcopal asturicense, dacuenta de un hallazgo que acaeció al efectuarse las obraspara el nuevo edificio, que es de capitalísima importanciapara el conocimiento del arte astorgano. Dice así: Al hacer-se la excavación para cimentar las obras del nuevo pala-cio, se halló, entre dos paredes paralelas, más bajas que elnivel del terreno por ellas ocupado, una hermosa arcadacon cinco arcos, sobrepuestos a otros cinco, con esbeltascolumnas estriadas, en cuyos capiteles se veían las armasdel obispo don Alvaro Osorio, de la ilustre familia del mar-qués.

Aunque es curiosa la noticia, nada se desprende en ellaque pudiera testimoniarnos cómo era esa arquería, si nohubiera el mismo don Matías obtenido su fotografía, aun-que, por desgracia, ya tardíamente, cuando el hallazgohallábase incompleto. Dos copias de su cliché obran en mipoder, pero en tan mal estado, a consecuencia de un defi-ciente baño de fijador, por lo que están desvanecidas y, enconsecuencia, en pésimas condiciones para obtenerse porellas un mediano fotograbado. Con paciencia, y valiéndomede ambas pruebas, conseguí repasar una de ellas con lápiz, afin de obtener un documento gráfico publicable.

Por lo que de las fotografías he podido deducir, el primi-tivo palacio episcopal asturicense era una obra arquitectó-nica verdaderamente notable, que fue adulterada con refor-mas posteriores, posiblemente durante el siglo dieciocho,con las que dieron al traste con lo más noble del primitivoedificio.

De la referencia de don Matías se deduce que eran dosgalerías superpuestas, pertenecientes al patio —señorial, porcierto— del edificio antiguo que había quedado sepultado

a vivir, como sus predecesores, al palacio episcopal exis-tente. Esta normalidad se vio interrumpida el 23 de di-ciembre del mismo año, cuando, a las ocho de la mañana,ardía inesperadamente el antiguo y varias veces reforma-do edificio13.

La quema de este enorme caserón cuadrangular14 , ve-tusto edificio con extenso patio y numerosas y destartala-das habitaciones15 , no debió de suponer artísticamenteuna gran pérdida; enorme, sin embargo, en cuanto a losefectos personales e íntimos del Prelado: muebles, uten-silios, libros... Apenas hubo lugar para desalojarlo, ha-biendo sido preciso arrojar por los balcones varios mue-bles y objetos y la mayor parte de las obras de la riquísi-ma biblioteca del Prelado16 .

No obstante, la desaparición del Palacio planteó un serioy enmarañado problema al obispado astorgano que, pesea los 80 años transcurridos desde entonces, no ha encon-trado aún adecuada y satisfactoria solución para la mora-da del prelado de la Diócesis. El obispo Grau establecióprovisionalmente su residencia en el Seminario Diocesano.Y el seminario sigue guardando al obispo asturicense hastanuestros mismos días sin que nunca haya dejado, hastaahora, de abrigarse la idea de volver al lugar primitivo.

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1 Eso es al menos lo que cree Augusto Quintana Prieto. “La Astorgaque encontraron los repobladores de la Edad Media”, Astórica nº 9,p.32, Astorga, 1990.2 QUINTANA PRIETO, A., op. cit., p. 33.3 RODRÍGUEZ LÓPEZ, Episcopologio asturicense, T. II, pp. 263-272, 1907.4 FLÓREZ, España Sagrada, T. XVI, p. 234.5 FLÓREZ , ob. cit. p. 184. Por un documento de Alfonso VI, fechadoen 25 de abril de 1087, parece deducirse que por entonces ya estaba lacatedral dentro de los muros, en tanto que el Palacio Episcopal seguíaen las afueras. En el preámbulo del privilegio se lamenta el monarcade que la Catedral se hallase aislada dentro de los muros, sin casasni moradores en sus inmediaciones, concediendo especiales gracias alos clérigos que construyesen sus casas en las cercanías del templo, afin de remediarlo, y para que estuviese más resguardada. Historia dela Ciudad deAstorga, pp. 189-190.6 FLÓREZ, Ob. Cit. T. XVI, apéndice 24, p. 476.7 RODRÍGUEZ DÍEZ, M., Historia de la Muy Noble, Leal y BeneméritaCiudad de Astorga, p. 195, 1909.8 RODRÍGUEZ DÍEZ, ibid., pp. 200-201. Se refiere a unas mercedes rea-les hechas al Concejo de Astorga en las cuales intervino el obispo D.Martino en favor del pueblo ante el rey para que las tierras se repartie-sen con justa igualdad al pueblo, privando de ellas a un poderoso con-de, don Lope de Haro, que ejercía gran influencia sobre el monarca ypretendía adueñarse de las mismas.9 RODRÍGUEZ LÓPEZ, ob. cit. T. III, pp. 132-133.10 RODRÍGUEZ DÍEZ, M., ob. cit., pp. 405 y ss.11 Se trata de D. Mariano Brezmes Arredondo, 1875-1885.12 RODRÍGUEZ LÓPEZ, ob. cit. T. IV, p. 369.13 RODRÍGUEZ LÓPEZ, ob. cit. T. IV, p. 370.14 ALONSO LUENGO, L., Gaudí en Astorga, p. 2.15 RODRÍGUEZ DÍEZ, M., ob. cit., p. 565.16 RODRÍGUEZ DÍEZ, M., ob. cit., p. 566.17 Historia de la muy noble, leal y benemérita ciudad de Astorga,Astorga, 1909, página 567, nota.18 Aparte de los arcos de herradura que existen en el antiguo campa-nario románico del siglo XI, embutido en el testero de la iglesia deSan Bartolomé, hubo otro en Astorga, que yo alcancé a ver. Hallábasecobijando otro arco apuntado, pequeñito, que se alzaba en la plaza deSan Martín, próximo a la entrada de la calle de la Culebra, entre ésta yla casa de don Enrique Alonso Goy, detrás de una fuentecilla de hierroque allí había. Era, sin duda, un resto del monasterio de San Martín,que allí estuvo emplazado, al igual que otra portada, adintelada, conmochetas laterales talladas, que se abría a la calle de la Culebra, quetambién ha desaparecido, aunque, si no recuerdo mal, me pareció verlas mochetas en el museo de los Caminos.19 Libro de actas, folios 34 y 35 vuelto.

por otras fábricas. En la fotografía por élobtenida habían desaparecido ya los ar-cos altos, conservándose sólo, al lado iz-quierdo, uno de sus pilares de arranque, yde la baja, se ven los cinco arcos de unade las crujías, que nos ponen de manifiestoel subido valor arquitectónico de la obra,y el pormenor de sus caracteres artísticos.

Consta, pues, lo que en la fotografía seve, de un podio corrido, sobre el que sealzaban seis columnas, dos adosadas ycuatro exentas, con basas áticas, fustes —no “estriados” como don Matías dijo—sino torsos, con capiteles prismáticos, enlos que campeaban los lobos de losOsorios, y cimacios moldurados. Sobrelas columnas volteaban cinco arcos demedio punto, trasdosados con volteles —herencia arcaizante del románico— debastante vuelo y moldurados con unbaquetón entre filetes.

Esto es todo, no mucho, ciertamente, lo que puede verseen la fotografía, pero lo suficiente para poderse precisar laépoca en que el palacio fue edificado y concretar el preladoque lo hizo.

Dice don Matías que los escudos correspondían al obis-po don Alvaro Osorio. ¿Cuál?... En Astorga existieron dosfamosos prelados con el mismo nombre y primer apellidoOsorio. Es menester, a vista de la obra, a quién de los doshay que adjudicarla.

Don Alvaro Osorio de Moscoso gobernó la diócesisastorgana desde 1515 a 1539, y permaneció en la ciudadpoco tiempo, pues fue preceptor del infante don Fernando yestuvo en Roma como emisario real, donde falleció, circuns-tancias ambas poco favorables para que fuese el promotorde la obra, cuyo estilo no se compagina muy bien con lasindicadas fechas. Más de acuerdo están las del pontificadode don Alvaro Osorio y Aldonza de Guzmán (1440-1463),prelado que tuvo muchas actividades en la población, y a élpuede adjudicarse la obra primitiva del palacio, más anti-gua que la de la catedral, comenzada en 1471, ya que ellaestá de acuerdo con otros monumentos de su estilo que enEspaña tenemos, y cuya principal característica es el em-pleo de columnas torsas. Su orden sucesivo es el siguiente:

Lonja de Palma de Mallorca, edificada entre 1420 a 1451.Palacio de Astorga, edificado entre 1440 a 1463.Lonja de Valencia, de 1483 a 1498.Palacio del Infantado de Guadalajara, galería alta del

patio, 1483.Patio del Colegio de San Gregorio, de Valladolid, de

1487-1496.Y, finalmente, la sala capitular del Monasterio de Osera

(Orense), edificada ya a principios del siglo XVI, con co-rrientes platerescas.

Fue, pues, el palacio astorgano, un bello ejemplar delestilo gótico isabelino, en su fase más primitiva, y que deconservarse, se podía codear dignamente con sus monumen-tos coetáneos.

Detrás de la arquería se percibe el arranque como de ungran arco de herradura, que ignoro si formaba conjunto conella, siendo también parte del palacio antiguo, lo que nosería extraño, ni desentonaba tampoco con la época, en laque el mudéjar tuvo difusión18.

Lo que no se explica es cómo un arquitecto de los «vue-los y talla» de Gaudí dejara perderse esta obra del antiguo

palacio y no procediese a numerarla y des-montarla para poderla reconstruir en otrositio, como debió haberse hecho, y que elAyuntamiento y Cabildo no tomaran car-tas en el asunto, y fueron advertidos deello, porque la Comisión de Monumen-tos Históricos y Artísticos de León tomócartas en el asunto, que se trató en la juntacelebrada el 21 de abril de 188719. Peronada se consiguió en concreto, y los mag-níficos restos del palacio episcopalastorgano desaparecieron por completo,dejándonos un vacío absoluto en la histo-ria del arte leonés, ya que, en toda ella, nohay nada semejante. La diligencia de donMatías como fotógrafo nos proporcionóel conocimiento de una parte de la obradescubierta, sin la cual hubiéramos que-dado privados de darnos idea exacta decómo eran los palacios astorganos de ladecimoquinta centuria, que, por la mues-

tra, nada tenían que envidiar a los del resto de España, comono lo tienen tampoco el ábside y el magnífico conjunto debóvedas de nuestra catedral.

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