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Estudios Turísticos, n.° 130 (1996), pp. 51-69 Instituto de Estudios Turísticos EL ANÁLISIS ECONÓMICO Y EL TURISMO Francisco Muñoz de Escalona* Resumen: Frente al caos conceptual y temático de la economía convencional del turismo, el autor propone la economía de la producción turística, basada en un esquema metodológico similar al que se aplica en el análisis económico de sectores productivos. Un elemento esencial de su propuesta lo constituye la identificación del producto turístico como un plan de desplazamiento de ida y vuelta cualquiera que sea el mo- tivo, la distancia y el tiempo. La difusión tiene el carácter de postulado y se formula de un modo deliberadamente genérico, quedando a la apli- cación de la lógica económica la determinación del producto concreto que interesa a los fines del análisis. Teniendo en cuenta que no parece ha- berse entendido correctamente el matiz apuntado, como se desprende de la crítica realizada por Elíes Furió, el artículo se ocupa de desarrollar las precisiones oportunas y, al mismo tiempo, de responder a las críticas recibidas. Abstract: As opposed to the conceptual and thematic chaos of the conventional economic of tourism, the author proposes the economic of turistic production, based on a similar methodology to that applied to the economic analysis of the productive sectors. A crucial element in his proposal is constituted by the identification of "turistic product" with any journey plan regardless of its motive, distance and time. His defini- tion functions as a postúlate, and is deliberately formulated generally, determining the specific modalities interesting to the aims of the analysis will depend on economic logic. As it seems obvious from Elies Furió (1995) critique, this point hasn't been correctly understood. This article is therefore devoted to ma- king the necessary clarifications, as well as to responding to the criticism received. El clisé verbal es dañoso por que encierra en sí el clisé mental y juntos perpetúan la anquilosis, la inmovilidad. (RUBÉN DARÍO, "El canto errante", 1907) I. UNA INQUIETANTE CUESTIÓN ¿QUÉ ES EL TURISMO? Con esta pregunta formulaba en la déca- da de los cincuenta el profesor Kurt Krapf su convencimiento de que en el caso del tu- rismo nos encontramos ante un fenómeno social de difícil clasificación, cuyo adecua- do y acertado conocimiento escapa en gran parte a las posibilidades cognoscitivas de las ciencias sociales consolidadas (sociolo- gía, economía, geografía, historia y psicolo- gía). Dos tendencias se fueron abriendo pa- so desde finales del siglo XIX en el estudio del turismo. Por un lado, la que lideró el austríaco Josepf Stradner, caracterizada por partir de la industria turística (Fremde- nindustrie), conjunto de empresas orienta- das a la satisfacción de las necesidades de los "forasteros", es decir, de los no-residen- tes (visitantes). Por otro, la que inició von Schullern, también austríaco, en 1911, para quien "turismo es el conjunto de todos aquellos procesos, sobre todo económicos, que ponen en marcha las llegadas, las es- tancias y las salidas de turistas a/desde una ' Investigador del CSIC. Departamento de Economía. Instituto de Economía y Geografía 51

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Estudios Turísticos, n.° 130 (1996), pp. 51-69 Instituto de Estudios Turísticos

EL ANÁLISIS ECONÓMICO Y EL TURISMO

Francisco Muñoz de Escalona*

Resumen: Frente al caos conceptual y temático de la economía convencional del turismo, el autor propone la economía de la producciónturística, basada en un esquema metodológico similar al que se aplica en el análisis económico de sectores productivos. Un elemento esencialde su propuesta lo constituye la identificación del producto turístico como un plan de desplazamiento de ida y vuelta cualquiera que sea el mo-tivo, la distancia y el tiempo. La difusión tiene el carácter de postulado y se formula de un modo deliberadamente genérico, quedando a la apli-cación de la lógica económica la determinación del producto concreto que interesa a los fines del análisis. Teniendo en cuenta que no parece ha-berse entendido correctamente el matiz apuntado, como se desprende de la crítica realizada por Elíes Furió, el artículo se ocupa de desarrollarlas precisiones oportunas y, al mismo tiempo, de responder a las críticas recibidas.

Abstract: As opposed to the conceptual and thematic chaos of the conventional economic of tourism, the author proposes the economic ofturistic production, based on a similar methodology to that applied to the economic analysis of the productive sectors. A crucial element in hisproposal is constituted by the identification of "turistic product" with any journey plan regardless of its motive, distance and time. His defini-tion functions as a postúlate, and is deliberately formulated generally, determining the specific modalities interesting to the aims of the analysiswill depend on economic logic.

As it seems obvious from Elies Furió (1995) critique, this point hasn't been correctly understood. This article is therefore devoted to ma-king the necessary clarifications, as well as to responding to the criticism received.

El clisé verbal es dañoso por queencierra en sí el clisé mental y juntosperpetúan la anquilosis, la inmovilidad.

(RUBÉN DARÍO, "El canto errante", 1907)

I. UNA INQUIETANTE CUESTIÓN¿QUÉ ES EL TURISMO?

Con esta pregunta formulaba en la déca-da de los cincuenta el profesor Kurt Krapfsu convencimiento de que en el caso del tu-rismo nos encontramos ante un fenómenosocial de difícil clasificación, cuyo adecua-do y acertado conocimiento escapa en granparte a las posibilidades cognoscitivas de

las ciencias sociales consolidadas (sociolo-gía, economía, geografía, historia y psicolo-gía). Dos tendencias se fueron abriendo pa-so desde finales del siglo XIX en el estudiodel turismo. Por un lado, la que lideró elaustríaco Josepf Stradner, caracterizada porpartir de la industria turística (Fremde-nindustrie), conjunto de empresas orienta-das a la satisfacción de las necesidades delos "forasteros", es decir, de los no-residen-tes (visitantes). Por otro, la que inició vonSchullern, también austríaco, en 1911, paraquien "turismo es el conjunto de todosaquellos procesos, sobre todo económicos,que ponen en marcha las llegadas, las es-tancias y las salidas de turistas a/desde una

' Investigador del CSIC. Departamento de Economía. Instituto de Economía y Geografía

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determinada comunidad, región o estado, yque se relaciona directamente con ellas".

Como hemos podido constatar, aunquela segunda tendencia destaca la importan-cia de los procesos económicos, los consi-dera sólo como una parte de un conjuntode procesos de todo tipo, es decir, de ca-rácter heterogéneo, en el que,además delos de naturaleza económica, hay que teneren cuenta los de carácter político, cultural,psicológico, sanitario, de seguridad, etc.,etc. Años más tarde, Hunziker y Krapf fun-dieron las dos tendencias, la que podemosllamar económica (centrada en la indus-tria) y la que desborda lo estrictamenteeconómico y que podemos caracterizar co-mo sociológica, pero poniendo el énfasisen esta última ya que, a juicio de los sui-zos, in mittel der Mann, es decir, que el su-jeto (el turista) ocupa el lugar central delfenómeno turístico y, por consiguiente, dela disciplina que lo estudia.

El obstáculo radica, sin embargo, en quetanto las dos tendencias originales como laresultante de ambas (la propuesta en 1942por Hunziker y Krapf) dependen de la po-sibilidad de definir la noción de turista. Sino disponemos de una definición sufi-cientemente precisa de turista, resulta in-viable la tendencia que pone el énfasis enla industria turística. A su vez, hasta que nosepamos qué entendemos por turista de na-da nos sirve la definición de turismo queaporta la tendencia sociológica.Consciente de ello, von Schullern dedicógran parte de su investigación a clarificarel concepto de turista. Para ello utilizó elconcepto de forastero (Fremder en ale-mán) o no-residente, pero acaba recono-

ciendo con modestia que "nos encontra-mos ante una considerable dificultad" a lahora de definir el turismo.

Hunziker y Krapf (1942) admiten expre-samente que el turismo es un fenómenmoespecialmente complejo y de difícil conoci-miento. La idea de complejidad la represen-tan por medio de un gráfico a través del cualsugieren la estructura de un diamante, esdecir, ese cristal que no sólo es el más va-lioso de los conocidos sino también el quemás facetas o caras presenta. En el centrodel gráfico sitúan el turismo (consideradocomo desplazamiento de la persona a la quellamamos turista) y en la periferia las si-guientes facetas: la sanidad, la técnica, lacultura, las cuestiones sociales en general,la política y la economía, leídas en el senti-do de las agujas del reloj. Para quien leaalemán cito la frase que utilizan los autores:"Er gleicht damit einem in vielen Facettenschillernden un nur in der Gesamheit derihn beleuchteten Elemente erkenbarenKristall", frase de no fácil traslación al cas-tellano pero cuyo sentido es el que hemosapuntado, la complejidad del fenómeno,aunque se aprecia otro más oculto, la extra-ordinario relevancia que los autores conce-den al estudio y a la realidad del turismo.Desde entonces, todos los expertos aceptanunánimemente que el turismo es un fenóme-no altamente complejo y que tiene una im-portancia incuestionable.

El escoramiento de la doctrina generaldel turismo hacia la sociología y su corres-pondiente alejamiento del análisis económi-co posibilitó que, en la práctica, se admitie-ra su localización metodológica en una es-pecie de tierra de nadie, que es lo mismo

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que decir en tierra de todos. Pero esto no esóbice para que, en el campo de los hechos,los estudios del turismo se ocupen predomi-nantemente de las cuestiones económicas,lo que equivale a admitir que lo que verda-deramente interesa del turismo son estascuestiones, es decir: sus posibles aportacio-nes a la apertura de nuevos negocios, la ge-neración de puestos de trabajo y, en defini-tiva, la ganancia de divisas. Todo lo demás,a pesar de su pregonada importancia (la pazuniversal, las relaciones entre pueblos yculturas diferentes, la difusión cultural, etc.)queda de hecho en segundo plano o inclusomaltratado por la literatura disponible, loque no deja de ser ciertamente lamentable.

A través de mis trabajos creo haber dejadoclaro que el origen de esta confusa situaciónteórica se encuentra en la aceptación acríticapor parte de los expertos de la noción vulgarde turista, noción que parte de la necesidadde distinguir a unos visitantes "sui géneris"de otros más convencionales. Para ello, losresidentes en los lugares elegidos por estosvisitantes atípicos trataron de aportar notasdiferenciales capaces de caracterizarlos porcontraste con los visitantes típicos, es decir,conocidos o habituales: diplomáticos, repre-sentantes del comercio, vagabundos, malhe-chores, familiares de residentes, estudiosos,etc. La historia del pensamiento turístico de-muestra claramente que tal pretensión resul-ta poco menos que imposible y que los ex-pertos por su parte no han hecho otra cosaque aportar nuevas notas diferenciales a lasutilizadas por el vulgo, pero, desgraciada-mente, con el mismo resultado, hasta el ex-tremo de que aun hoy se sigue sin disponerde una noción de turista aceptada en virtudde su precisión indiscutible.

El problema fue finalmente arrinconadoaceptando con ello que no es posible adop-tar una definición precisa de turista y queello es una consecuencia inevitable de lacomplejidad del fenómeno. Por consiguien-te, se impuso la necesidad de adoptar unadefinición consensuada por la comunidadde expertos y que fuera sostenida por susinstituciones más solventes (AIEST, OMT,etc.).

Ante tal estado de cosas se abre paso unasituación marcada por una especie de esqui-zofrenia científica: mientras que se aceptaque el turismo es tan complejo que el análi-sis económico, un método analítico limita-do, no permite conocer el turismo en todasu amplitud, en la práctica es casi el únicométodo que se utiliza por todos aquellosque lo estudian, estén o no facultados parahacerlo con solvencia. Ante una situacióncomo ésta, es frecuente oir acusaciones aleconomicismo (entendido en sentido fuerte-mente peyorativo) en el que suelen caer losestudios de turismo. En general, quienes ha-cen estas acusaciones no son economistas,pero, al mismo tiempo, no se privan de ha-cer estudios del turismo con fines econó-micos. Por su parte, los economistas hacengala de cierto exagerado sentido del pudor yse excusan cuando aplican al turismo unmétodo tan limitado como el análisis eco-nómico.

Sin embargo, como creo haber demostra-do a través de mis trabajos, ni unos ni otrosparecen haberse percatado de que el enfo-que de demanda al que conduce la doctrinageneral del turismo (centrada en el sujeto oturista) sólo permite aplicar el análisis ma-croeconómico, pero no el microeconómico.

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El enfoque de demanda no plantea proble-mas insalvables cuando se trata de estudiarel turismo aplicando los métodos sociológi-co, geográfico, psicológico o histórico. Sinembargo, cuando se aplica el análisis eco-nómico nos encontramos con una ofertamultisectorial o, dicho de otro modo, agre-gada. Por ello, la casi totalidad de los quepasan por ser estudios económicos del turis-mo no son más que estudios de la demandaque creen poder situarse al margen del pro-blema de la identificación de la oferta. Losrestantes estudios económicos del turismoestán constituidos por los que se proponenanalizar los efectos del gasto de los turistasen las llamadas economías receptoras.

Existen otros estudios del turismo su-puestamente económicos que, ignorando laincompatibilidad entre el enfoque conven-cional de demanda y el análisis microeco-nómico, hablan de las propiedades del pro-ducto turístico, de las características de laempresa turística y hasta de cómo son lascurvas de oferta y demanda que actúan enel mercado turístico. Los estudios que asíproceden no dudan en reproducir el conte-nido teórico de los textos de microecono-mía al uso, al mismo tiempo que utilizanejemplos de las empresas dedicadas a pro-ducir servicios de alojamiento hotelero.Para colofón, los estudios al uso dedicadosa conocer el complejo mundo del turismono dudan en afirmar que es el sector másimportante de esta o de aquella economía,pasando por alto que no es posible compa-rar un sector delimitado con criterios deagregación horizontal (heterogeneidad delproducto) con sectores delimitados con cri-terios de agregación vertical (homogenei-dad del producto).

Resumiendo, afirmo que sólo si el adjeti-vo turístico puede ser aplicado a un únicoproducto identificado en función de sus ca-racterísticas intrínsecas (objetivas) quedaráabierta la posibilidad de utilizar el análisiseconómico micro o sectorial tal y como ve-nimos aplicándolo a los demás sectores pro-ductivo que componen una economía.Dicho de otro modo, lo que pretendemossolo será posible si podemos estudiar el tu-rismo con enfoque de oferta, lo que implicarechazar que el turismo sea un fenómentodifícil, complejo y sui géneris y aceptar que,a los efectos de la economía, el turismo po-dría resultar analizable como un productocualquiera y como un sector convencionalde la economía. Si esto resultara metodoló-gicamente viable habríamos contestado a lapregunta de Krapf: ¿Qué es turismo?, di-ciendo: A los efectos de la microeconomía,el turismo es un producto perfectamenteidentificable que se obtiene a través de lautilización de una tecnología específica ypropia.

II LOS FUNDAMENTOS DE LAECONOMÍA DE LAPRODUCCIÓN TURÍSTICA.

La crítica de la economía turística con-vencional que venimos realizando en elCSIC desde 1986 nos permite conocer laevolución de lo que podemos llamar pensa-miento turístico, un pensamiento que adole-ce de imprecisión conceptual y que, sin em-bargo, alumbró el intento (fallido) de crearuna nueva ciencia social, la turismología(Zivadin Jovicic, 1972) o la teorología(Ángel Alcaide, en Pulido, 1966). A pesarde la imprecisión, se habla del producto tu-

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rístico y de sus supuestas características co-mo si se tratara de un desagregado. Nadieparece dudar de, por ejemplo, clasificar elturismo en el sector terciario sin reparar enque es un agregado en el que pueden parti-cipar los tres sectores clásicos de la econo-mía. Llamo a tales incongruencias anomalí-as en el sentido de Kuhn y hablo del para-digma convencional del turismo en el senti-do apuntado, aunque no dejo de reconocerque se trata de una terminología presuntuo-sa que debe ser utilizada con prudencia ymesura, evitando que nos pueda hacer creerque estamos ante cuestiones propias de laepistemología o la filosofía de la ciencia.

Nuestra aspiración es mucho más modes-ta: evidenciar las incoherencias lógicas dela economía del turismo al uso y, al mismotiempo, proponer una solución viable meto-dológicamente de cara al análisis del turis-mo considerado como un sector productivoy no solo como una actividad consuntiva.

Partiendo de la evidencia de que el turis-mo alude entre otras cosas a un desplaza-miento en el espacio de un individuo y deque el prefijo tur significa en los idiomas ro-mances vuelta o giro, me encontré casi intui-tivamente con la idea de plan de desplaza-miento de ida y vuelta, es decir, el abandonodel lugar habitual de residencia para regresaral mismo más tarde. La noción alude tam-bién a los conceptos de espacio (el de resi-dencia habitual y su entorno) y tiempo, con-ceptos que, aunque básicos, no son ni únicosni excluyentes. La reflexión permite perca-tarnos de que el concepto de destino es ino-perante por impreciso (en una vuelta hay tan-tos destinos como espacios que pueden seridentificados en el circuito o círculo, es decir,

teóricamente infinitos y prácticamente nu-merosos). A pesar del ímprobo esfuerzo quehicieron los clásicos para distinguir el estu-dio del turismo del estudio del transporte nopudieron evitar que se tomaran de la econo-mía del transporte conceptos como origen ydestino, tan profusa e incorrectamente utili-zados en los estudios convencionales de tu-rismo. Y no sólo los conceptos citados sino lamisma idea de viaje ha sido claramente to-mada de los estudios de transporte hasta elextremo de que se utiliza unas veces comosimilar aunque distinto y otras como equiva-lente de turismo olvidando la advertencia deDeferí (1958) (1). De aquí el manido bino-mio los viajes y el turismo, tan frecuente enla literatura, con el que parece querer decirseque lo que no quede cubierto por los prime-ros será atendido por lo segundo.

Pero la expresión desplazamiento de iday vuelta alude también a una ausencia tem-poral o pasajera del lugar de residencia ha-bitual y ambas a un comportamiento con-creto o, por decirlo de otro modo, a la rea-lización del mismo, a su ejecución real. Sinos situamos en el ámbito delimitado por elanálisis económico y aceptamos que esta-mos tratando con un agente racional (el ho-mo economicus que tanto disgusta a algu-nos), podemos suponer que antes de poneren acto el comportamiento lo habrá planifi-cado. La consecuencia lógica de esta líneade razonamiento no es otra que la de propo-ner una equivalencia biunívoca entre el pro-ducto turístico que buscamos y el plan dedesplazamiento de ida y vuelta o, si se quie-re, el plan de ausencia pasajera del lugarde residencia habitual, que, a su vez, equi-vale a un plan de estancia pasajera en unlugar en el que no se reside habitualmente.

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A la formulación anterior debemos aña-dir la siguiente precisión: cualquiera quesea la distancia, el tiempo y los motivos, locual ha de entenderse como la única salidaposible a la descomunal confusión creadapor las notas diferenciales que se han veni-do proponiendo alrededor de los tres con-ceptos apuntados, con tímidos desarrollosen los casos de la distancia y el tiempo ycon tratamientos más que abundantes en elcaso de los motivos, aunque en sendos ca-sos con los mismos resultados a efectos te-óricos: la indeterminación y la ambigüedad.En nuestra opinión, lo que procede es nopredeterminar ninguna de estas nociones, almenos en el terreno de lo conceptual, y de-jar que sea la lógica económica la queofrezca los criterios de selección más acor-des y correctos.

Resulta así la formulación de un concep-to de producto turístico que ha de ser en-tendido como un postulado, es decir, comouna verdad que se admite sin demostraciónnecesaria para ulteriores razonamientos yque se acepta o se rechaza según se com-porte con respecto a los fines que se preten-den, en este caso, abrir la posibilidad deaplicar plenamente el análisis microeconó-mico al turismo.

Una vez formulado el postulado quedanpor realizar las tareas necesarias para com-probar si el contenido del mismo se com-porta como un producto y, de ser así, si esdiferente a los demás. Empezamos por laenumeración de los elementos que formanparte del plan/programa: Fijación del perío-do de ausencia/estancia (comprendido entrela fecha señalada para salir y la establecidapara regresar), identificación del medio o

medios de transporte a utilizar, lugares enlos que se pernoctará y en los que se reali-zarán las comidas (servicios de alojamientoy servicios de refacción que habrá que ad-quirir para satisfacer las mencionadas nece-sidades biológicas), actividades a realizardurante el período de estancia/ausencia pa-sajera y montante o suma de dinero necesa-rio para pagar el conjunto de mercancías(inputs) incluidas en el plan (presupuesto oprecio). Aunque la elaboración de unplan/programa de este tipo puede pareceruna tarea elemental, no hay que descartarque, en muchos casos, requiera cierta espe-cialización y poseer determinados conoci-mientos o habilidades. De aquí que la ela-boración del plan/programa constituya unatarea que puede ser llevada a cabo por cual-quiera, por ejemplo, el mismo individuoque va a ejecutarlo, o que requiera la exis-tencia de una empresa ad hoc que la con-temple como una actividad productiva,orientada por regla general al mercado. Nimás ni menos que las opciones que tiene an-te sí el individuo que se propone consumircualquier producto: elaborarlo por sí mismo(autoconsumo) o adquirirlo en el mercado.Por consiguiente, no parece que el postula-do esté reñido ni con la lógica general nicon lo lógica específicamente económica(en el sentido de productiva o transforma-dora).

Del mismo modo que llamamos produc-to turístico al plan/programa-de-desplaza-miento de-ida-y-vuelta, podemos llamarempresa turística a la empresa que se dedi-ca a su elaboración excedentaria orientadaal mercado. En ambos casos estamos em-pleando el adjetivo turístico al margen dequien sea el sujeto consumidor, es decir,

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con criterios objetivos. Estamos, por tanto,en presencia de un proceso productivo queconsume determinados productos interme-dios (inputs), que aplica factores primarios(trabajo) y que utiliza técnicas específicascon un equipo capital para obtener un pro-ducto diferente (output). Formalmente almenos, no parece aventurado decir que es-tamos en presencia de un proceso transfor-mador de unos productos en otro diferente,y que ésto es perfectamente comparable concualquier otro proceso productivo.

Si utilizamos este esquema convencionalpara estudiar lo que acontece en la realidadveremos que existen empresas a las que habi-tualmente se conoce como organizadoras deviajes. A tales empresas se las conoce tam-bién como turoperadores, expresión equiva-lente a la de operadores de turismo, los cua-les se dedican a producir y vender lo que lla-mamos pacakges en inglés (paquetes turísti-cos en castellano), denominación que obede-ce a la creencia de que estamos ante un en-voltorio que guarda en su interior un conjun-to de productos que son turísticos porque seorienta su venta a turistas (aplicando el con-vencional enfoque de demanda). Sin embar-go, los llamados paquetes turísticos puedenser considerados como planes de desplaza-miento de ida y vuelta en su más elementalexpresión (un asiento en un medio de trans-porte más una cama en una empresa alojado-ra). Pero nada se opone a la elaboración deplanes más complejos y de hecho se observauna clara tendencia a incluir cada vez máselementos o inputs (comida, "transfer", guías,entradas a espectáculos y otros muchos). Porconsiguiente, aunque el término turoperadorse use para designar en la realidad una em-presa multinacional y multisectorial, nada se

opone a que podamos utilizarlo para designara la empresa turística, en economía aplicadaal turismo.

Paralelamente, si repasamos la historiadel pensamiento turístico podemos darnoscuenta de que el turoperador, consideradotodavía por los expertos más convenciona-les como un mero intermediario entre la de-manda (el turista) y la oferta (básica: hote-les, restaurantes y transportistas), está pa-sando a ser considerado ya por bastantes ex-pertos (2) como una empresa transformado-ra. En definitiva, la aplicación del esquemaconvencional utilizado en los estudios eco-nómicos de los sectores productivos al tu-rismo, conforme al postulado en observa-ción, parece comportarse de un modo posi-tivo a través de las siguientes vías:

- es coherente con la lógica común- se adapta a la lógica económica (pro-

ductiva-transformadora)- no contradice la realidad manifestada

por la práctica de las empresas exis-tentes.

- potencia y lleva hasta sus últimas con-secuencias las tendencias que laten enla historia del pensamiento en materiade economía del turismo.

La aceptación del postulado propuestotiene la propiedad de hacer del turismo unsector productivo más, comparable con losrestantes que constituyen el sistema produc-tivo de un país, acabando así con su su-puesta complejidad y atipicidad. Permiteclasificarlo sin acotaciones oportunistas co-mo un servicio e incluirlo en el terciario porderecho propio, prescindiendo del consensoque así lo propone por haberlo reducido

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previamente a meros servicios de aloja-miento. La comparación con otros sectores"verticales" es perfectamente factible y lacuantificación de su aportación al PIB unaconsecuencia diáfana de la estimación di-recta del valor añadido que genera el sectorasí definido. Etc., etc., pues no creo que seapreciso enumerar más ventajas a quienesestén habituados a realizar estudios econó-micos de sectores productivos.

La tarea que aún sigue abierta no es otraque la de trabajar seriamente a fin de conse-guir tipologías operativas para clasificar co-rrectamente los sectores auxiliares del tu-rismo y sus productos. Por el momento,proponemos hacer dos grandes grupos: enprimer lugar hay que contar con las empre-sas auxiliares por incentivación, aquellasque cumplen la función de ser el correlatoen la oferta de la motivación del consumi-dor, y, en segundo lugar, las empresas auxi-liares por facilitación, esto es, las que sir-ven para hacer que el producto turístico re-sultante sea consumido en adecuadas con-diciones de confort (accesibilidad, transpor-te, alojamiento, refacción, guías, planos,etc.). Frente a las caóticas propuestas delenfoque de demanda, que habla de ofertabásica, oferta complementaria, recursos,servicios públicos, e infraestructuras, laeconomía de la producción turística postulaque el turismo se produce consumiendo in-puts incentivadores y facilitadores, pero queel núcleo de la producción turística resideante todo en las técnicas de ensamblaje y enla incentivación. De aquí la urgencia quetiene proceder cuanto antes a una correctatipología de los elementos incentivadoresya que los facilitadores se encuentran mejorestudiados por las aportaciones del enfoque

convencional. Como puede verse, la econo-mía de la producción turística asume plena-mente el patrimonio teórico acumulado du-rante el siglo largo de historia del pensa-miento turístico. Algunos interpretarán lapropuesta como un simple cambio termino-lógico, pero lo cierto es que con el nuevoenfoque que propongo, dirigido exclusiva-mente a quienes se dedican a la economíadel turismo, cada término refleja un papelespecífico en la función de producción, loque sin duda repercute en una mayor efica-cia del análisis. Como ya apuntó AntonioPulido (1966), "los desacuerdos definicio-nales no son simples cuestiones de termino-logía sino que guardan tras de sí una ampliapolémica de tipo doctrinal". A esta mismacuestión alude magistralmente la frase deRubén Dario con la que abro este trabajo. Elclisé verbal y la comodidad que ofrecen losplanteamientos convencionales se poten-cian mutuamente generando un corpus doc-trinal sobre turismo especialmente confuso.

Frente a él, el esquema propuesto paraestudiar el turismo no sólo permite la apli-cación del análisis microeconómico sinoque abre nuevos horizontes analíticos de ca-ra a la adopción de una política turísticamás eficaz y, por si fuera poco, asume y re-ordena ciertas aportaciones interesantesaunque parciales, debidas a la secular apli-cación del enfoque convencional.

III LA COMUNIDAD DE EXPERTOSY LA ECONOMÍA DE LAPRODUCCIÓN TURÍSTICA.

A pesar del esfuerzo realizado por com-prender y asumir las aportaciones del enfo-

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que convencional tuve siempre claro que lacomunidad de expertos no iba a recibir bienmis propuestas. No se me oculta que, aunquenada de genial hay en ellas (todo lo contrario:se limitan a recoger un esquema conocido), lacrítica del enfoque de demanda y de la eco-nomía del turismo resultante es lo suficiente-mente negativa y radical como para que mu-chos expertos se sientan incómodos y tal vezperplejos. Entre las diferentes reacciones po-sibles había una que parecía la más probable:el silencio, ese silencio que no comprometepero del que puede desprenderse el rechazomás paladino y tal vez incluso el desprecio.Como había que romper ese silencio, que escomo un arma contra mi pensamiento, perotambién contra la economía del turismo, de-cidí participar en el primer congreso de laAsociación Española de Expertos Científicosen Turismo (Marbella, nov. 1994) presentan-do una comunicación libre titulada La econo-mía de la producción turística: ¿un reto cien-tífico?. Puede decirse que allí estaba la planamayor de la comunidad española de expertos,pero la solución del silencio volvió a haceracto de presencia: nadie respondió a la pre-gunta formulada. Lo que yo esperaba se cum-plió una vez más y el debate quedó de nuevoescamoteado.

De repente, el día 6 de marzo de 1996,cae en mis manos el número 18 de la revis-ta Papers de Turisme correspondiente alaño 1995 (obviamente sale con cierto retra-so)(3). Al repasar su índice leo: El turismocomo producto turístico. Consideracionescríticas sobre la concepción del turismo co-mo plan de desplazamiento, (pp. 34-43).Bien, pensé, al menos hay alguien que rom-pe el silencio y decide aceptar la invitaciónal debate. El artículo lo firma Elíes Furió

Blasco, quien lo considera el resumen deuna parte de la tesis doctoral que leyó en1994 en la Universitá de Valencia (Turismoy Territorio. Interrelación entre la función yel territorio a partir del enfoque de enlaces).Como aun no conozco la tesis, no puedo ha-cer alusión a ella en esta respuesta de urgen-cia, y bien que lo siento, sobre todo tenien-do en cuenta que, según el autor de la tesis,demuestra que "es posible desarrollar unaconceptualización alternativa del productoturístico (sic) que no presente las inconsis-tencias" que cree encontrar en mi propuesta.

Ante todo debo dejar muy claro mi agra-decimiento a Furió por haberse interesado,en principio, por mis trabajos. Pero dichoesto debo añadir que los comentarios críti-cos no me parecen presentables, no porqueno me gusten sino porque no cubren el nivelmínimo exigible a la crítica, quedándose enpura y simple descalificación. Trataré deexplicarlo a través del esquema que puedeextraerse de su artículo:

a) Resumen aparentemente pormenori-zado de algunos de mis trabajos.

b) Selección de dos casos o ejemplos to-mados de la realidad.

c) Marco teórico de referencia y conclu-siones.

a) En primer lugar debo destacar queFurió no recoge en su escrito el contexto enel que se formulan mis planteamientos, alos que, en repetidas ocasiones, he llamadoalternativos. El lector del artículo de Furiópuede creer que las numerosas citas que ha-ce de tres trabajos míos son suficientes para

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recoger mi pensamiento. Sin embargo, re-sulta chocante que no haga la más mínimareferencia al análisis crítico de la economíaturística convencional que se contiene enlos trabajos a los que alude.

Ya sé que existe en España una escuelacunicular de pensamiento turístico. A ellapertenecen quienes están convencidos de quees estéril pararse a distinguir si son galgos(enfoque de oferta) o podencos (enfoque dedemanda). No creemos que Furió sea miem-bro profeso de tan preclara escuela, pero locierto es que tampoco a él parece importarlelo más mínimo la cuestión, a pesar de sus es-tudios de economía. No obstante, le importeo no, cualquiera admitirá que no es posiblehacer un resumen correcto de mis plantea-mientos si antes no se sitúan en el contextoen el que los vengo situando desde 1988. Talproceder coloca a los "comentarios críticos"de Furió en el límite de la honestidad inte-lectual. Parece incorrecto establecer la "natu-raleza intrínsecamente inconsistente de (mi)definición" de producto turístico sin hacer lamás mínima referencia a las incongruenciasdenunciadas por mí y atribuidas al enfoqueconvencional o de demanda. Tampoco men-ciona Furió que la definición que a él le pa-rece "intrínsecamente inconsistente" es unaconsecuencia de la aplicación del enfoque deoferta al análisis económico del turismo.Brilla igualmente por su asusencia la consi-deración de los niveles del análisis económi-co, el macroeconómico o agregado y el mi-croeconómico o desagregado. Sin hacer alu-sión al marco de referencia que establecenlos dos enfoques y a los dos niveles alterna-tivos que son utilizables en el análisis eco-nómico no es posible situar al lector en el lu-gar adecuado que le permita enjuiciar su crí-

tica. Y ello a pesar de que la mayor parte desu trabajo consiste en una sucesión de citasde tres trabajos míos, citas tan abundantes,como digo, que pueden dejar en el lector lafalsa impresión de que son más que suficien-tes para reflejar mi pensamiento.

b) Furió expone en su artículo dos casostomados de la realidad, aunque declara quepodría "continuar explorando en otros cam-pos de la actividad humana". Trataré de re-sumir ambos casos. A través del primero,Furió nos habla de un británico que decidepasar sus vacaciones en Benidorm y que,por ello, ha de "responder a las siguientescuestiones: dónde ir, por cuánto tiempo, có-mo ir, qué hará en el lugar de destino ycuanto dinero está dispuesto a gastarse".Furió pasa después del plan a su realiza-ción, es decir, de la elaboración del produc-to a su consumo, y nos habla de que viajaráen un avión, se alojará en un hotel, irá a laplaya y a las discotecas y que comerá enrestaurantes para, finalmente, volver a sulugar de residencia habitual en avión, todolo cual le habrá significado dedicar una can-tidad n de libras esterlinas "incluidos lossouvenirs que tal vez compre".

Furió especifica que "este conjunto deactividades puede definirlas y adquirirlasnuestro turista por su cuenta. También pue-de dirigirse a un tour-operador y adquiriruna parte importante de las mismas".Cualquiera que sea la opción que tome, elbritánico "acabará poseyendo un plan dedesplazamiento de ida y vuelta, esto es, unproducto turístico". Y, bien, ¿qué demuestraeste ejemplo supuestamente aducido encontra de mis planteamientos?. O el ejem-plo ha quedado incompleto o carece de ca-

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pacidad como prueba contra la identifica-ción del producto turístico que propongo.

Vayamos ahora al segundo ejemplo deFurió. En este caso se trata de una empresade transporte de mercancías. Aclaremos depaso que Furió, lo mismo que otros muchosanalistas, cree que en economía tiene interésdistinguir si la empresa es un trabajador au-tónomo o una entidad con asalariados. Poresta razón cambia de una a otra forma jurí-dica cuando cree que el ejemplo no le estáfuncionando como esperaba. Se trata, segúnFurió, de estudiar "otro ejemplo de un posi-ble plan de desplazamiento de ida y vuelta".Furió empieza imaginando un transportistaautónomo de naranjas entre Gandía yPerpiñán. Antes de salir de Gandía, dice, eltransportista elabora un plan de desplaza-miento de ida y vuelta. A continuación,Furió, haciendo gala de una extrema y sutilperspicacia, se pregunta "si nuestro trans-portista es un consumidor turístico". Pero ellector habría esperado que la primera pre-gunta versara sobre si el transportista es unproductor turístico, puesto que, en general,la actividad productiva suele preceder a laconsuntiva, (aunque tal precedencia pareceno tener lugar en el turismo ya que en estaparcela de la realidad, producción y consu-mo coinciden curiosamente en el mismo ac-to, según el enfoque de demanda, lo que nodeja de ser una anomalía).

Lo cierto es que si Furió hubiese plante-ado la pregunta correctamente no se habríavisto obligado a manipular el ejemplo dan-do con ello la indeseada impresión de queestá advirtiendo que no le funciona comoesperaba. Sin embargo, es evidente que noes necesario cambiar el transportista autó-

nomo por un transportista asalariado simantenemos el análisis en el campo de laeconomía, lo que nos permite hacer abstrac-ción de la forma jurídica que adopte la em-presa.

Por tanto, respondamos en primer lugar ala pregunta relativa a si la empresa de trans-porte de naranjas es un productor turísticoporque ha tenido que elaborar un productoturístico, es decir, un plan de desplazamien-to de ida y vuelta. Respondiendo con estric-ta sujeción a la lógica intrínseca de mi pro-puesta, desgajada de los fines prácticos quesiempre deben guiar al analista, habría quedecir que, en efecto, la empresa de trans-porte de naranjas se ha visto obligada (talvez sin saberlo) a elaborar un producto tu-rístico, pero esta conclusión es absoluta-mente irrelevante para quien analice la acti-vidad productiva del transporte de naranjas.Entre otras cosas porque nadie duda de quesu output es un servicio de transporte de na-ranjas valencianas y de que todos los bienesy servicios que tenga que adquirir a otrasempresas son inputs que serán registradoscomo tales en su contabilidad de costes. Notiene sentido tratar los gastos en alojamien-to y comidas del chófer como inputs de unproducto turístico ya que, en cualquier caso,dicho producto tendría que ser tratado final-mente como un inputs del servicio de trans-porte, razón por la cual no tiene sentido pa-sar por su tratamiento como output.

Pero detengámonos en este punto. Esevidente que Furió nos está situando ante lacuestión del autoconsumo. Esta puede ser larazón por lo que cambia de un autónomo auna empresa: debe creer que una persona fí-sica puede practicar el autoconsumo pero

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que todo lo que haga la empresa es activi-dad productiva. Pues bien, es evidente quetanto en uno como en otro caso, dicha acti-vidad puede ser entendida indistintamentecomo autoconsumo y como autoproducciónya que, tanto en uno como en otro, estamosante un agente que elabora un bien paraconsumirlo él mismo.

Añadiré que el autoconsumo es la grancantera en la que se inspiran quienes de-ciden producir para el mercado, se trate deturismo, de vestidos o de vehículos. Es cier-to que "los turistas, en general, tienen unconcepto más global del producto turísticoque compran que cada uno de sus oferentes(A. Bull, 1991), pero esta misma regla es deaplicación a todos los productos imagina-bles. El gran reto del productor es aproxi-marse al máximo a las directrices que mar-can los consumidores. Acontece, sin embar-go, que los productores se encuentran anteuna meta difícil de alcanzar en términos ge-nerales y, por ello, casi siempre es el consu-midor quien se encarga de acabar el pro-ducto que adquiere en el mercado (piénseseen una vivienda, por ejemplo).

Lo cual no quiere decir que todos los pro-ductos que consume un individuo sean sus-ceptibles de ser producidos por una empre-sa mercantil, unas veces por falta de interés,otras por ausencia de técnicas adecuadas y,en general, por falta de mercado y, por tan-to, de rentabilidad. Aplicando estas refle-xiones al turismo diremos que una grancantidad de productos continuarán siendoproducidos por los mismos consumidores yposiblemente nunca sean objeto de interéspara las empresas mercantiles dedicadas alturismo.

Pero es que, al margen de lo que acabo dedecir, aplicar la argumentación de Furió nosllevaría a clasificar a todas las empresas co-nocidas en más de un sector productivo.Siguiendo con la empresa transportista denaranjas, ¿qué habría que hacer con ella siademás de tener camiones y conductorestiene un taller de reparación dedicado a suspropios vehículos y una plantilla de mecá-nicos?. ¿Y si tiene personal administrativoencargado de llevar la contabilidad y la ase-soría jurídica y fiscal de la empresa?. ¿Y siademás dispone de un comedor para aten-der la refacción de su personal?. ¿Cómo de-bemos clasificar a nuestra empresa, comoperteneciente a los sectores de transporte,de reparaciones mecánicas, de gestoría y derestauración?. En todos a la vez o en unosólo. Y si elegimos uno sólo, ¿en qué sectorla incluimos?. Me gustaría conocer la solu-ción que le parece más correcta a Furió, pe-ro espero que esté de acuerdo conmigo enque el criterio habitual se atiene al output.En todo caso, estamos ante una cuestiónpráctica ajena a las grandes cuestiones de lafilosofía de la ciencia, con referencia a lascuales hilvana nuestro autor sus "comenta-rios críticos".

Me ocuparé ahora de comentar el proble-ma de saber si el chófer del camión es unconsumidor turístico por haber realizado unplan de desplazamiento de ida y vuelta. Elasunto me trae a la memoria la polémica en-tablada entre Paul Ossipow y Kurt Krapfdurante los años cincuenta sobre la necesi-dad de excluir o no los fines lucrativos delas motivaciones turísticas. Ossipow mante-nía que un representante de comercio que sedesplaza a una ciudad ha de ser consideradocomo un turista habida cuenta de que utili-

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za el tren, se aloja en un hotel, come en unrestaurante, visita unas ruinas históricas yenvía una postal a su esposa. Krapf reaccio-nó sosteniendo que la propuesta deOssipow es insostenible porque un turistano tiene ganancias sino todo lo contrario, esdecir, una pérdida neta, evaluada por losgastos de consumo efectuados, gastos quehan de ser sufragados por él mismo y no porla empresa que le da ocupación. Se trata co-mo se ve de uno de los más desesperadosintentos de defensa de la ortodoxia por par-te de la réplica de Krapf, pero, aunque ésteresultara aparentemente victorioso y acalla-ra el debate, lo cierto es que, años más tar-de, Sessa (1968) saldría en defensa de losargumentos esgrimidos por Ossipow.Situaciones puras no se dan más que en lateoría. La realidad está llena de imperfec-ciones, es decir, de matices. La clasificacióndepende de los fines del análisis. El repre-sentante de comercio es una figura que inte-resará a quien estudie los canales de comer-cialización del producto en cuestión. Peroello no debe impedir que un estudioso delturismo lo trate como un turista.

Con el conductor del camión sucede lomismo. Quien estudie el sector del trans-porte de mercancías lo tratará como un fac-tor primario, trabajo, asignado a la presta-ción de un servicio de transporte, y puedeprescindir de él como consumidor turístico.Por su parte, un estudioso de la demanda delas empresas de alojamiento y de refacciónde Perpiñán tendrá lógicamente interés enconocer el gasto del chófer en estos servi-cios. Un experto convencional podría inclu-so tratarlo como un turista si no estuvieraencorsetado por la doctrina que profesa.

Según Furió, "seguramente encontraría-mos muchos otros casos que, sorprendente-mente, se ajustarían a la definición de pro-ducto turístico aportada por Muñoz deEscalona. También con ello, el universo deempresas turísticas se ampliaría sobremane-ra más allá de los tour-operadores". Sin em-bargo, en la medida en que la casuística quepudiera aportar Furió tenga la misma capa-cidad refutatoria de mis propuestas que losdos ejemplos que acabamos de ver, la con-clusión que de ellos se extraiga no servirápara apoyar su descalificación. El mismoFurió se delata cuando declara que "la defi-nición de producto turístico como un plande desplazamiento de ida y vuelta (...) nosllevaría a otorgar el calificativo de turismoo turístico a productos, bienes y servicios ya actividades que bajo (otros) criteriosusuales no lo son". Subrayo la frase con laque Furió admite, tal vez inconscientemen-te, (lo digo porque no sirve a su causa) que,evidentemente, se trata de criterios, de mo-do y manera que, según cuales sean los queapliquemos, tendremos unas u otras reali-dades objeto de análisis.

c) Pero donde se ve con más claridad larazón que lleva a Furió a descalificar misplanteamientos es en el marco teórico en elque sitúa su artículo. En dicho marco se ad-vierten tres componentes: los que llama"problemas ontológicos existentes (...) en laliteratura del turismo", "las característicasdel modelo de producción industrial que co-nocieron las economías occidentales tras elfin de la II Guerra Mundial" y la existenciade "suficientes indicios para afirmar que es-tá cambiando la naturaleza del modelo in-dustrial". Al situar en un marco tan preten-cioso mis modestas aportaciones, Furió es-

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tá regando claramente fuera del tiesto. Ellopuede deberse a que no ha entendido el sen-tido de mis propuestas, estrictamente orien-tadas a hacer posible la aplicación al turis-mo del esquema convencional utilizado enlos estudios económicos de sectores pro-ductivos, o, tal vez, a que haya creído quesu descalificación parecía una tarea fácilque, además, contaba con muchas posibili-dades de ser bien recibida por la comunidadde expertos científicos en turismo, sobre to-do por la Escuela Cunicular, a algunos decuyos miembros cita Furió con evidentecomplacencia. Pues bien, en cualquier caso,mis investigaciones se mueven en un marcomucho más pedestre: son ajenas a la ontolo-gía del turismo y no tienen nada que ver conmodelos de producción industrial ni con hi-potéticos cambios del paradigma indus-trial. Durante parte de mi ya dilatada vidacomo investigador me he dedicado a estu-diar diferentes sectores productivos (la eco-nomía de las grasas, la economía forestal, laeconomía ganadera, la economía de las fru-tas y hortalizas, la economía del transporte,la economía industrial, etc.) y he realizadonumerosos estudios de evalución de pro-yectos de inversión tanto de infraestructurascomo de empresas específicas, y nunca mevi obligado a explicitar el enfoque que esta-ba aplicando al realizar el análisis, ni tuveque realizar estudios previos para identifi-car el producto de referencia. El productovenía identificado por la experiencia diaria(tomates, naranjas, aceite de oliva, corde-ros, cerdos, acelgas, y así sucesivamente) yel enfoque era obviamente el de oferta. Esevidente que bajo la denominación de cadauno de los productos conocidos late todauna teoría identificadora que llegamos aasumir tan profundamente que podemos ig-

norarla cuando trabajamos con ellos. Locual no quiere decir que cuando estudiaba laeconomía naranjera, por ejemplo, no supie-ra que tenía que hacer abstracción de las na-ranjas que algunas familias producen parael consumo doméstico en el jardín de su ca-sa, naranjas que no son distintas ontológi-camente de las que producen las empresaspara abastecer el mercado. Seguramente ha-brá diferencias varietales, y las hay, hasta elpunto de hacer de ambas naranjas dos pro-ductos distintos, pero está claro que no tie-ne sentido plantear un problema teórico queestá implícitamente resuelto tan sólo concentrar el estudio económico en las empre-sas que se dedican a producir para el mer-cado. Y, una vez dentro del sector, conjuntode empresas que se dedican a producir pro-ductos relativamente homogéneos por suscaracterísticas objetivas, lo que hay que ha-cer es investigar su vector de costes, las téc-nicas de producción aplicadas, el volumende producción, el capital disponible y elconsumido, el trabajo humano aplicado, loscanales de ventas y los ingresos y los bene-ficios resultantes. Algo tan sencillo comoésto es lo que pretendo que se haga cuandoestudiamos el sector turístico, pero no creoque tenga que explicar de nuevo que el en-foque de demanda lo hace imposible(4).Cuando me enfrenté con la literatura del tu-rismo al uso experimenté un malestar inte-lectual considerable y me propuse que po-día resultar viable tratar el turismo como unproducto más y, en consecuencia, utilizar elmismo esquema analítico que utilizamosconvencionalmente en el estudio de los de-más productos. De ahí mi propuesta de de-sarrollar un enfoque de oferta, que es el queconvencionalmente se utiliza cuando se es-tudia la economía de cualquier sector, y la

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identificación, a través de un postulado, delproducto turístico como un plan de despla-zamiento de ida y vuelta. Trabajar con esteesquema y con un producto como el que sederiva del mismo me parece perfectamentelegítimo y hasta fructífero para el correctoconocimiento de las leyes que rigen la eco-nomía turística. No obstante, la comproba-ción de la utilidad de esta propuesta sólopuede venir de su empleo en trabajos con-cretos pero nunca, como pretende ingenua-mente Furió, de una hipotética refutación,algo que sólo procede a hacer con una teo-ría científica sustantiva, no instrumental ometodológica.

Al haber errado el marco en el que sitúasu artículo, se comprende que el autor ex-traiga conclusiones desmesuradas e impro-cedentes: que mis propuestas son una con-cepción "aproblemática" (5), que son de"naturaleza intrínsecamente inconsistentes"y que, "por consiguiente, sobre ella (la defi-nición) no puede sustentarse un análisiseconómico del turismo".

IV CONCLUSIÓN.

Un artículo como el de Furió muestra, deentrada, una extensión suficiente como paramerecer por sí mismo que se tenga en cuen-ta. La publicación en la que ha aparecidocuenta con mi consideración y mi interés.Las referencias que hace de mis trabajos meparecen respetuosas aunque parciales. Y,sobre todo, el interés mostrado por el autorfrente a mis trabajos supone la ruptura delexecrable silencio al que me he referido an-tes y, al mismo tiempo, la aparente acepta-ción de mi invitación al debate. Por todo

ello, el artículo de Furió resulta merecedorde una respuesta.

Hay, sin embargo, en los "comentarioscríticos" de Furió "deficiencias" argumén-tales que pueden aconsejar no responder aellos por las razones expuestas anterior-mente. Si he descartado esta opción se debea que creo que resulta conveniente y nece-sario clarificar mis propuestas ya que la in-comprensión que se desprende del artículode Furió puede reflejar la de otros lectoresde mis trabajos e incluso haber aumentadocon el artículo de Furió. Con esta respuestame gustaría haber destruido definitivamen-te aquellas interpretaciones de mis plantea-mientos que ven en ellos la formulación deuna pretenciosa e imposible teoría científi-ca del turismo. Nada más alejado de mis in-tenciones. El enfoque de oferta es algo sufi-cientemente conocido y desde luego no lohe inventado yo. Tratándose de un enfoque,ha de ser considerado como un esquemametodológico alternativo al enfoque de de-manda utilizado en los estudios económicosdel turismo. Mis críticas van dirigidas a es-tos estudios, no al enfoque utilizado, cosaque no tendría sentido alguno.

Convencido como digo de que el proble-ma de una parte de la economía del turismoes de enfoque, trato de probar si la soluciónes posible cambiando al enfoque de oferta.Dicho de otro modo: comprobando si es po-sible la identificación de un único productosusceptible de ser calificado como turísticopor sus propias características intrínsecas(objetivas), independientemente de quiensea el agente consumidor. Mi propuesta delplan de desplazamiento de ida y vuelta hade ser entendida, como digo, con carácter

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de postulado, procediendo a continuación aestudiar su comportamiento a los fines per-seguidos: la aplicación del análisis micro-económico. En este trabajo creo haber apor-tado pruebas favorables al postulado, almismo tiempo que creo haber puesto demanifiesto la inconsistencia de las descalifi-caciones vertidas por Furió en su artículo.Sin embargo, es perfectamente posible quesiga habiendo quien apoye las descalifica-ciones de Furió, pero también quien aceptemis argumentos a favor de la indentifica-ción (equivalencia) entre turismo y plan dedesplazamiento de ida y vuelta. Las opinio-nes, las creencias, las simpatías y el métodode análisis, entre otras cosas, son afortuna-damente de libre elección. En el caso quenos ocupa nada será verificado o refutadohasta que no haya estudios realizados con elenfoque de oferta. Si los estudios así reali-zados permiten alcanzar un mejor conoci-miento de la realidad y aplicarlo de modoque las actuaciones empresariales resultenacertadas, el enfoque alternativo se consili-dará por sus propios frutos, sean cuales se-an las actitudes de la ortodoxia establecida(aunque no ignoro que su poder es muygrande).

No quiero terminar sin hacer algunas re-flexiones finales: Al analizar la exposiciónde los dos casos con los que pretende des-calificar mi identificación del turismo, es-cribe Furió: "en definitiva, vista atentamen-te (sic) la definición de producto turísticocomo un plan de desplazamiento de ida yvuelta debemos concluir que presenta de-ficiencias que, por su propia naturaleza, nosllevarían a otorgar el calificativo de turismoo turístico a productos, bienes y servicios(...) que (...) no lo son". Furió añade, por

ello, que estamos en la misma situación quetrato de evitar con mis propuestas: conside-rar cualquier producto como potencialmen-te turístico, lo que niega la existencia de és-tos y obliga a recurrir a convenciones quepueden ser discutibles. En efecto, ésta esuna de las críticas que hago a la aplicacióndel enfoque de demanda al turismo: que nologra identificar el concepto que con tantafrecuencia maneja y obliga a actuar por me-dio de convenciones. Al margen de la de-mostración que creo haber aportado de lainanidad refutatoria de los dos casos deFurió, ¿cree seriamente nuestro autor quemi propuesta de identificación del productoestá tan necesitada de convenciones comola que hace el enfoque de demanda?. No pa-rece razonable que mi propuesta esté másnecesitada de consenso que la identifica-ción de cualquier producto, pero parece evi-dente que está muchísimo menos necesitadade ello que la que se maneja en los estudiosal uso relativos al turismo.

En la misma línea podría preguntar:¿Está Furió seriamente convencido de queel enfoque de oferta impide aplicar el análi-sis económico al turismo?. Porque mante-ner esta afirmación equivale a descalificargran parte de la economía aplicada. ¿Hayque seguir entonces aplicando el enfoque dedemanda?. ¿O tal vez la solución se en-cuentra en el enfoque de enlaces?. La cues-tión no me parece en absoluto baladí. Furiódebe publicar cuanto antes su tesis doctoralcon el fin de que quienes nos interesamospor la eonomía del turismo sepamos qué en-foque es el que debe ser utilizado.

Furió se extraña de que yo afirme queanalizar el turismo desde la demanda (me-

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jor dicho, desde el consumo) equivale a es-camotearlo a la economía. Y se extraña por-que, evidentemente, la economía tambiénestudia la demanda, no solo la oferta. Sinembargo, lo que yo denuncio es la anomalíaque introduce identificar la oferta (es decir,la producción) en función del agente de-mandante (esto es, del consumidor), máxi-me teniendo en cuenta las dificultades con-ceptuales que se plantean a la hora de dis-tinguir a un turista de quien no lo es por me-dio de notas diferenciales.

También se extraña igualmente Furió deque la economía de la producción turísticano se limite al estudio de los turoperadores.Dos razones lo avalan: el respeto a las apor-taciones ya seculares del enfoque de de-manda y el interés del estudio de los secto-res auxiliares tanto para la técnica como pa-ra la economía de la producción de turismo.Con la aproximación que propongo, cadaelemento ocupa el lugar adecuado en fun-ción del papel que cumple en el procesoproductivo, cosa que no ocurre con el enfo-que convencional.

Como digo, agradezco muy sinceramen-te la atención que Furió viene dedicando amis trabajos, aunque me habría parecidomás fructífera una crítica atenta al lugar queocupa mi pensamiento en la historia de lasideas turísticas (6).

De cara al debate no deberíamos olvidarlas advertencias de Karl R. Popper (1976)relativas a que "el verbalismo es y continúasiendo exuberante en muchas formas en lasciencias sociales", por ser el caldo de culti-vo del esencialismo más exacerbado. Porello, conviene que trabajemos con ahinco

para disponer de una terminología precisa yrigurosa que facilite el entendimiento ennuestra comunidad. Debemos convencer-nos de que "el progreso (científico) consis-te en un movimiento hacia teorías que nosdicen cada vez más, teorías con un conteni-do cada vez mayor" (K.R. Popper, 1976), esdecir, con contenidos absolutamente preci-sos debido a su poder para excluir y prohi-bir. Siguiendo a Popper, podemos decir quela investigación científica exige disponer deinterpretaciones previas elaboradas a golpede intuición y olfato. En efecto, los investi-gadores "inventamos verdades (...)• La mi-rada se vuelve inteligente al ser dirigida porproyectos inventados" (José AntonioMarina, 1993, pp. 23 y 25). En general, lasaproximaciones vulgares en materia de co-nocimiento científico no son recomenda-bles.

NOTAS

(1) "Viaje y turismo (advirtió en 1958 P.P. Defert),son dos nociones que, a menudo, se corre el riesgo deconfundir", pero su advertencia cayó en el olvido talvez porque el mismo Defert no consiguió establecer ladiferencia entre ambas nociones.

(2) Como se sabe, la economía convencional delturismo considera a los turoperadores como merosintermediarios, es decir, al nivel de las agenciasminoritarias. No obstante, la tendencia que trata alturoperador como una empresa transformadora esrelativamente antigua. Es posible que el primer expertoque trató al turoperador como, un productor fuera elalemán Arthur Bormann (1931), perteneciente a laEscuela de Berlín. Hay que destacar también lasaportaciones de A.J. Norval (1936), Alfredo Robles(1966), J.J. Aragay (1978) y W. Mc'Intosh (1972),entre otros. No obstante, las aportaciones de los autorescitados se mezclan con las de quienes siguenconsiderando a los turoperadores como intermediarios,lo que es una prueba más del confusionismo teórico que

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vengo denunciando desde hace tiempo en materia deeconomía del turismo.

(3) Con anterioridad se han hecho otras alusionescríticas a mis planteamientos: la de Pascal Cuvalier, ensu trabajo Pour un tourisme post-fordiste? (MemoireD.E.A., 1991/92) y la de Juan Usach, expuesta en elartículo titulado La información turística regional: Unanálisis crítico aplicado al caso de la ComunidadValenciana (Papers de Turisme núms. 8/9). MientrasCuvalier cuestiona la unisectorialidad del turismo a laque conduce el enfoque de oferta porque "detrás de launisectorialidad de Escalona existe un conjunto debienes y servicios de numerosos sectores", Usach dudaque alguna vez llegue a generalizarse la adquisición deproductos turísticos en el mercado elaborados por losturoperadores, debido a que o bien es de esperar que losdemandantes sigan practicando el autoconsumo o bienque contraten solo una parte de su gasto total".

Contesté a ambos críticos en la ponencia quepresenté en CIPTUR'94, La Habana, octubre, bajo eltítulo: El análisis económico del turismo con enfoquede oferta: Reacciones y refutaciones. No obstante,ninguna de las críticas formuladas por los autorescitados tiene la enjundia de las que plantea Furió,aunque entre las de Furió y las de Usach existenalgunas coincidencias, aparte de la circunstancia de queambos autores son valencianos y publican en Papers deTurisme.

(4) La alternativa es hacer tantos análisis distintoscomo sectores productivos tengan que ser consi-derados, a veces gran parte de los existentes.

(5) El sesgo descalificatorio de la crítica de Furió sepone de manifiesto también en la calificación de"aproblemática" que adjudica a mi propuesta, uncalificativo que se inserta perfectamente en el marco dela filosofía de la ciencia con el que se empeña enenfrentarse a mis trabajos. Si no hubiera habido un afánapriorístico de descalificación, se habría dado cuenta deque, en efecto, mi propuesta es de tipo metodológico, loque equivale a decir que es de carácter pre-teórico o, sise quiere, pre-científico. Sólo las formulaciones que sehagan con su empleo serán plenamente teóricas y, portanto, sólo ellas susceptibles de ser refutadas.

(6) Como afirma Georges Bataille (1949) "un librono es nada si no se le sitúa, si la crítica no haestablecido el lugar que le corresponde en el contextodel pensamiento".

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