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25 EL ANÁLISIS REGIONAL EN LA ARGENTINA: ENFOQUE TEÓRICO-METODOLÓGICO Y APORTES PARA SU PROFUNDIZACIÓN Gastón Ángel Varesi Introducción El presente artículo procura presentar los principales conceptos y estrategias que componen el enfoque de análisis regional en la Argentina y proponer un conjunto de aportes en materia de investigación de las dinámicas de acumula- ción y construcción de hegemonía. Entendemos que las producciones de auto- res tales como Pablo Levín, Gerardo de Jong y Alejandro Rofman, entre otros, contienen un conjunto de puntos de contacto a nivel teórico y metodológico que permiten su (re)construcción como enfoque. Este se gesta a mediados de los años 70 de la mano del desarrollo de la Geografía crítica, que recupera el análisis del territorio vinculado a una perspectiva de transformación social, pensándolo en su relación con el proceso de acumulación de capital y las re- laciones de explotación y dominación, evidenciando cómo las prácticas y lu- chas de los grupos sociales van dando forma al espacio social. Este enfoque de fuerte raigambre geográfica retoma elementos del marxismo y los articula con desarrollos específicos de diversas disciplinas, tales como Historia, Economía, Sociología. Es una corriente que se fue consolidando en los 80 y que en los años 90 presentó resistencia y sostuvo una actitud fuertemente crítica frente a la hegemonía neoliberal, poniendo en debate su impacto territorial y las pro- blemáticas emergidas del cambio en las lógicas de intervención estatal y, de allí, planteando la necesidad de repensar la planificación del espacio. Como señala Susana Bandieri, el enfoque de análisis regional comen- zó a cobrar forma a partir de la crítica a la noción tradicional de región: [que] no escapaba fácilmente de los límites políticos provinciales o, a lo sumo, intentaba reflejar macro-regiones geográficas, entendidas como tales a partir de denominaciones de uso común. Esta definición Gastón Ángel Varesi es Sociólogo, Doctor en Ciencias Sociales. Profesor de Economía, Política y Sociedad en la Argentina contemporánea del Doctorado en Ciencias Sociales y de la Maestría en Políticas de Desarrollo (unlp), Profesor Adjunto de Geografía Económica Argentina, Director de la sede platense del Centro de Estudios y Formación Marxista Héctor Agosti (cefma-La Plata). E-mail: [email protected] | Año 2013 | págs. 25-56 Revista de Estudios Regionales | 9

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El presente artículo procura presentar los principales conceptos y estrategias que componen el enfoque de análisis regional en la Argentina y proponer un conjunto de aportes en materia de investigación de las dinámicas de acumulación y construcción de hegemonía.

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    EL ANLISIS REGIONAL EN LA ARGENTINA: ENFOQUE TERICO-METODOLGICO Y APORTES PARA SU PROFUNDIZACIN

    Gastn ngel Varesi

    Introduccin

    El presente artculo procura presentar los principales conceptos y estrategias que componen el enfoque de anlisis regional en la Argentina y proponer un conjunto de aportes en materia de investigacin de las dinmicas de acumula-cin y construccin de hegemona. Entendemos que las producciones de auto-res tales como Pablo Levn, Gerardo de Jong y Alejandro Rofman, entre otros, contienen un conjunto de puntos de contacto a nivel terico y metodolgico que permiten su (re)construccin como enfoque. Este se gesta a mediados de los aos 70 de la mano del desarrollo de la Geografa crtica, que recupera el anlisis del territorio vinculado a una perspectiva de transformacin social, pensndolo en su relacin con el proceso de acumulacin de capital y las re-laciones de explotacin y dominacin, evidenciando cmo las prcticas y lu-chas de los grupos sociales van dando forma al espacio social. Este enfoque de fuerte raigambre geogrfica retoma elementos del marxismo y los articula con desarrollos especficos de diversas disciplinas, tales como Historia, Economa, Sociologa. Es una corriente que se fue consolidando en los 80 y que en los aos 90 present resistencia y sostuvo una actitud fuertemente crtica frente a la hegemona neoliberal, poniendo en debate su impacto territorial y las pro-blemticas emergidas del cambio en las lgicas de intervencin estatal y, de all, planteando la necesidad de repensar la planificacin del espacio.

    Como seala Susana Bandieri, el enfoque de anlisis regional comen-z a cobrar forma a partir de la crtica a la nocin tradicional de regin:

    [que] no escapaba fcilmente de los lmites polticos provinciales o, a lo sumo, intentaba ref lejar macro-regiones geogrficas, entendidas como tales a partir de denominaciones de uso comn. Esta definicin

    Gastn ngel Varesi es Socilogo, Doctor en Ciencias Sociales. Profesor de Economa, Poltica y Sociedad en la Argentina contempornea del Doctorado en Ciencias Sociales y de la Maestra en Polticas de Desarrollo (unlp), Profesor Adjunto de Geografa Econmica Argentina, Director de la sede platense del Centro de Estudios y Formacin Marxista Hctor Agosti (cefma-La Plata). E-mail: [email protected]

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    apriorstica del objeto de estudio ref lejaba no otra cosa que la enorme influencia de la geografa tradicional y su concepto de regin como objeto de estudio en s mismo (Bandieri, 2005, p. 93).

    Desde una crtica sistemtica a dicha perspectiva, empez a configurar-se una perspectiva alternativa donde la regin comenz a entenderse como una construccin humana, siendo el hombre y su cultura quienes actuaban sobre el espacio y lo modificaban (Bandieri, 2005, p. 97). La regin es pensada as como una construccin que, lejos de ser percibida como un recorte arbitrario, supo-ne una idea de totalidad que implica aprehender y comprender los fenmenos globales involucrados en una regin (p. 98). Esto da lugar a una constitucin in-trnsecamente interdisciplinaria del enfoque de anlisis regional que, al mismo tiempo, pone en cuestin la definicin misma de regin y la estrategia analtica adecuada para su anlisis. Si la regin no remite a una delimitacin apriorstica sino que posee una ntima relacin con la construccin del objeto de estudio, entonces podemos acordar con Gerardo de Jong en que la regin comienza y termina donde comienza y termina su explicacin (de Jong, 1981, p. 29).

    Para mostrar los rasgos y potencialidades que este enfoque contiene, partiremos del marco terico-filosfico que le da origen, retomando algunos elementos destacados por de Jong, para luego ver un conjunto de conceptos de distinta escala y alcance aplicados al anlisis de situaciones concretas, pasando por el diseo de subsistemas de Levn y llegando, finalmente, al circuito pro-ductivo regional desarrollado por Rofman, observando los debates a que lleva este enfoque. Al mismo tiempo, iremos nutriendo esta perspectiva analtica con distintos aportes terico-metodolgicos que, si bien no aparecen explicita-dos por los autores fundantes de este enfoque en la Argentina, son altamente compatible con el mismo y nos permiten profundizar el abordaje de fenme-nos vinculados con el proceso de acumulacin y con la construccin de hege-mona en relacin con la conformacin y disputa del espacio social.

    Conocimiento sinttico y escalas: capital y relaciones internacionales de fuerzas

    Gerardo de Jong piensa al conocimiento regional como sinnimo de conoci-miento geogrfico. De ah la aspiracin de plantear al mtodo regional como el mtodo de la Geografa. Como sostiene este autor, el mtodo regional constituye un enfoque inclusivo, comprensivo, para aprehender la sociedad, el uso de los recursos y la organizacin del territorio, es decir, la problemtica socio-espacial (2001, p. 47). En este camino, ejerce una recuperacin del mar-xismo en dos de sus dimensiones constitutivas. El enfoque regional aparece, al mismo tiempo, como una metodologa de anlisis cientfico que apela a la construccin de un conocimiento sinttico que parte de una perspectiva de totalidad y como prctica transformadora, recuperando el espritu de Marx de

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    la Tesis XI sobre Feuerbach,1 de Lenin, de Gramsci, de Lukcs y de todos los principales referentes del marxismo. De este modo, el conocimiento tiene un horizonte revolucionario porque el acto mismo de conocer est orientado a la transformacin de las relaciones sociales existentes. En este punto, de Jong dice que el enfoque regional debe retomar al materialismo histrico como me-todologa para abordar la comprensin de las relaciones sociales que dan lugar a la generacin y acumulacin de excedentes.

    Se remarca el sentido histrico de los hechos geogrficos y la necesi-dad de pensar la divisin del trabajo, las relaciones sociales de produccin y la interaccin con la naturaleza. Esto se vincula con las premisas de la Ideologa Alemana (Marx y Engels, 1985 [1846]), que parten de la accin de los hombres en sus condiciones materiales, accin que implica un modo de vida en tanto los hombres son lo que hacen y cmo lo hacen, tomando como primer hecho histrico la produccin de los medios indispensables para la satisfaccin de necesidades,2 a partir de lo cual el hombre transforma el medio natural, en-trando en relacin con otros hombres, y al hacerlo se transforma a s mismo. En este sentido, Blanco afirma:

    [...] la postura generalizada en la geografa crtica est basada en la conceptualizacin marxista que sostiene que, en la relacin entre hombre y naturaleza, hay una doble implicancia: la actividad humana cambia la forma de la naturaleza al tiempo que moldea el carcter humano y las relaciones entre personas (Blanco, 2007, p. 53).

    En esta lnea, de Jong seala que la interaccin de la sociedad en tr-minos de relaciones sociales de produccin genera efectos en el medio natural que alteran la dinmica del mismo (2001, p. 50), lo cual constituye, a su vez, un momento activo de los procesos de reproduccin social. As, el mtodo regional estara recuperando dos premisas filosficas fundantes del marxismo: a) lo real es relacional; y b) la totalidad es la expresin del entramado de rela-ciones sociales que constituyen lo real. De Jong subraya que el espacio es producto no solo de la sociedad especfica que la habita sino de un sistema social.3

    El capitalismo como modo de produccin de la vida (en tanto cons-tituye no solamente una matriz de generacin y apropiacin del valor sino el

    1 Esta es una mxima central de la teora marxista, que afirma: Los filsofos no han hecho ms que inter-pretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo (Marx, 1985 [1846], p. 1).2 En primer lugar, se refiere a necesidades bsicas como comer, beber, vestirse, alojarse; pero luego se establece como segundo hecho histrico que la satisfaccin de estas necesidades lleva a la creacin de nuevas necesidades.3 Es necesario sealar que el concepto de sistema no fue particularmente utilizado por Marx, sino que tuvo desarrollo en otras concepciones tericas. Por eso, probablemente su empleo no sea adecuado y sea mejor pensar en trminos de modo de produccin. De todas formas, utilizaremos sistema en determinados casos, respetando el uso que los distintos autores hacen del mismo.

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    conjunto de relaciones sociales que configuran dicha totalidad) ha adquirido un alcance globalizado, con su correlato en nuevas formas de dominacin e impactos sobre la organizacin del territorio.4 En este sentido, de Jong retoma a Harvey (1990) cuando sostiene que el espacio no es mero ref lejo sino un momento activo determinado por los agentes concretos que participan dentro la dinmica temporal global de la acumulacin y la reproduccin social.5 El territorio es alterado por las transformaciones del modo de produccin capita-lista tanto en la dimensin global, internacional, como en su dimensin nacio-nal y regional. De este modo, el anlisis regional requiere de una perspectiva multiescalar, que nos permita ver las interpenetraciones y las particularidades que cada escala posee.

    En este punto, parece importante rescatar el anlisis de situaciones y relaciones de fuerzas que desarrolla Antonio Gramsci para comprender los procesos histricos en estas distintas dimensiones. Esta estrategia analtica, si bien no ha sido explcitamente trabajada por los principales autores del enfo-que regional en la Argentina, es compatible con dicho enfoque, al tiempo que habilita su profundizacin y recreacin. Gramsci (2003) sostiene que analizar situaciones implica investigar los distintos niveles de relaciones de fuerzas (cuya especificidad plantearemos ms adelante), comenzando por las relacio-nes de las fuerzas internacionales, lo cual nos convoca a pensar las grandes potencias, los agrupamientos de Estados en distintos bloques o sistemas he-gemnicos y a indagar las relaciones de independencia o soberana en lo que respecta a las potencias menores. Las relaciones internacionales estn vincula-das orgnicamente a las variaciones en las relaciones sociales fundamentales de un modo de produccin:

    Las relaciones internacionales, preceden o siguen (lgicamente) a las relaciones sociales fundamentales? Indudablemente las siguen. Toda re-novacin orgnica en la estructura modifica tambin orgnicamente las relaciones absolutas y relativas en el campo internacional a travs de sus expresiones tcnico-militares. Aun la misma posicin geogr-fica de un Estado nacional no precede sino que sigue (lgicamente) a las innovaciones estructurales, incidiendo sobre ellas, sin embargo, en cierta medida (precisamente en la medida en que las superestructuras inciden sobre la estructura, la poltica sobre la economa, etc.). Por otro lado, las relaciones internacionales inciden en forma pasiva o activa sobre las relaciones polticas (Gramsci, 2003, p. 52).

    4 Un ejemplo claro de esto son las diversas modalidades de uso de los recursos naturales y su vincula-cin directa con las demandas de la reproduccin ampliada del capital a nivel mundial.5 As, por ejemplo, el paisaje mismo registra las evidencias de la fragmentacin y de la exclusin en una sociedad.

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    As, las transformaciones del proceso de acumulacin de capital a ni-vel mundial tienen impacto directo sobre los territorios, sobre el manejo de los recursos, que fue derivando en un proceso de transnacionalizacin y concen-tracin donde un ncleo reducido de grandes corporaciones conduce la repro-duccin del orden social a nivel global en estrecha relacin con los bloques de Estado que sustentan sus intereses, siempre vinculado con un estado determi-nado de la lucha de clases a nivel global.

    Distintos autores del enfoque de anlisis regional recurren al anlisis de Samir Amn (1995) para pensar estas disputas a nivel global. El autor defi-ne cinco monopolios en los que se basan la desigualdad entre las sociedades centrales y perifricas y el refuerzo de la polarizacin del capitalismo a escala mundial. Estos son: 1) el monopolio tecnolgico, que requiere un enorme gas-to estatal que, en general, solo las economas centrales pueden afrontar; 2) el control de los mercados financieros mundiales, cuyo poder y eficacia se ha am-plificado con los procesos de liberalizacin y desregulacin de esos sistemas, haciendo del capital financiero el componente ms globalizado del capital; 3) los monopolios de acceso a los recursos naturales del planeta, que, con la ra-cionalidad cortoplacista basada en la mxima ganancia, llevan a la explotacin predatoria de los mismos generando riesgos a nivel global; 4) los monopolios de los medios de comunicacin, constituidos en medios de manipulacin, con un poder creciente y uniformador que erosiona las prcticas democrticas; 5) los monopolios de armas de destruccin masiva, que, con la cada de la URSS y el fin de la bipolaridad, han fortalecido un dominio casi exclusivo por parte de los EE.UU. La concentracin de estos cinco monopolios por parte de las prin-cipales potencias globales ha implicado procesos que tienden a anular los im-pactos de la industrializacin de las periferias, devaluando su trabajo produc-tivo y sobrevaluando las actividades ligadas a estos monopolios que benefician al centro. En este sentido, Samir Amn sostiene que se origina as una nueva jerarqua en la distribucin de la riqueza en escala mundial, ms desigual que nunca, que subordina las industrias de las periferias reducindolas a la condi-cin de subcontratistas (1995, p. 9).6

    Esta afirmacin nos pone en relacin con el anlisis de Pablo Levn cuyos trabajos se constituyeron en un marco de referencia inevitable en el enfoque de anlisis regional acerca de la diferenciacin del capital y su vincu-

    6 Tambin podemos plantear que este proceso de subordinacin se articul con las polticas de reforma estructural neoliberal en nuestro continente, que, a travs de la apertura y la desregulacin econmica, habilitaron la adquisicin por parte del gran capital transnacional de las empresas estatales y de nume-rosas empresas de capital nacional, lo que deriv en un proceso de fuerte extranjerizacin econmica.

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    lacin con el monopolio tecnolgico.7 Levn da cuenta del proceso de diferen-ciacin dentro del capital en distintos tipos de empresas y pone el foco sobre un tipo: las empresas de capital diferenciado potenciado o relativo o empresas tipo III:

    La empresa tipo III ha secuestrado la habilidad esencial de la huma-nidad: la capacidad, genrica y milenaria, de recrear y modificar las tcnicas productivas [] concentra la capacidad tecnolgica de la so-ciedad en grandes reas sectoriales y disciplinarias y centraliza el po-der de innovar (Levn, 1997, pp. 142-143).

    Este secuestro y concentracin de la capacidad tecnolgica es clave para comprender el monopolio en dicha materia que menciona Amn. Las lla-ma empresas de capital potenciado justamente porque alcanzan apropiaciones de plusvalor superior a una tasa normal a partir de la innovacin tecnolgica, ya sea en el producto o en el proceso productivo. La innovacin en el producto provee un monopolio temporario que le permite apropiarse de ms plusvalor del que produce, mientras que la innovacin en el proceso,

    [...] al conferir adems una productividad extraordinaria al trabajo que explota y un valor capital ficticio a los elementos de capital reduci-do en los que se plasma y realiza el paradigma tcnico novedoso, pro-duce y reproduce el milagro de la tasa de plusvala extraordinaria (Levn, 1997, p. 143).

    El elemento de diferenciacin en el capital y el medio para obtener una ganancia extraordinaria es precisamente esa capacidad para volver a inno-var, o sea, el monopolio tecnolgico.8

    Pero, adems, Levn seala otros elementos que son de particular re-levancia para establecer una relacin con los monopolios descriptos por Samir

    7 Levn sostiene que el capital industrial se ha diferenciado escindindose en capital reducido y capital potenciado o relativo o tecnolgico (Levn, 1997, p. 139); y es esta diferenciacin la que nos permite distinguir distintos tipos de empresa: I) Empresas de capital indiferenciado o absoluto: son empresas de rasgos caractersticos del siglo xix, dirigidas por sus propios dueos, que personifican directamente al capital, con relaciones paternalistas donde la readaptacin tcnica se hace segn la propia experiencia; II) Empresas de capital diferenciado reducido: son empresas que cuentan ya con un staff diferenciado de gerentes y se convierten en licenciatarias de tecnologa, perdiendo autonoma tcnica; estas empresas tienden a ser reproductora de bienes (cuya licencia de produccin compran); III) Empresas de capital dife-renciado potenciado o relativo (que describimos en este artculo con mayor detenimiento); IV) Empresas de capital tecnolgico, de pequeo tamao y organizacin informal, direccin personalizada y de carcter cerebro-intensiva. Tienden a realizar trabajo de consultora o asesoramiento tecnolgico, y muchas veces son proveedoras de las empresas tipo III.8 Obviamente esta no es la nica manera en que las empresas pueden obtener una ganancia superior a la media. En los diversos trabajos de Ana Castellani (particularmente en Castellani, 2009), se puede ob-servar cmo se fueron generando en la historia argentina distintos mbitos privilegiados de acumulacin trazados a partir de relaciones particulares que el Estado fue tejiendo con el empresariado, en las que se proveen de tasas de ganancias ampliamente superiores a la media, con bajsimo riesgo empresario y mnima o nula incentivacin a la innovacin tecnolgica.

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    Amn. Levn sostiene que este proceso ref lota el imperialismo, el despojo co-lonial y la acumulacin originaria, lo que confluye con la lectura de Amn acerca de la polarizacin en el sistema capitalista mundial y el predominio imperialista del centro sobre las periferias en la disputa por los cinco mono-polios. Asimismo, observa que estos fenmenos erosionan el carcter mo-derno (burgus) del Estado, en tanto disuelven la legitimidad de la soberana popular (ilusoria pero verosmil); y tambin jerarquizan las relaciones entre Estados, otro factor rescatado por Amn al indicar que el monopolio tecnol-gico precisa de enormes gastos del Estado en ciencia y tcnica que solo el cen-tro est en condiciones de financiar. Adems, las industrias nacientes de las periferias tienden a constituir la contraparte de capital diferenciado reducido (empresa tipo II) que ha perdido autonoma tcnica y tiende a convertirse en licenciataria de las empresas tipo III, generando dependencia y transferencias de plusvalor. Levn afirma que la empresa caracterstica tipo III es la corpo-racin transnacional (1997, p. 147), cuya expansin ha sido fortalecida por la disolucin de los subsistemas econmicos de capital indiferenciado mediante la apertura econmica y la fusin de los mercados burstiles.

    Estas tendencias se han profundizado a partir de la hegemona, en las ltimas dcadas, del universo neoliberal,9 consolidando el predominio de las empresas de capital potenciado (tipo III) y los efectos perceptibles de su comportamiento. Podemos sealar, junto con Silveira, que hay un puado de corporaciones, cuya topologa supera las escalas nacionales y cuyo territorio es el planeta (Silveira, 2007, p. 16). Las polticas aplicadas en ese marco, a travs de la apertura y desregulacin econmica, el truncamiento (o reestruc-turacin regresiva) del desarrollo industrial en ciernes en las periferias, las privatizaciones y el sometimiento basado en la deuda externa y la presin de los organismos financieros internacionales generaron un contexto propicio para la concentracin, centralizacin y extranjerizacin del capital, tornando a las empresas transnacionales (empresas tipo III) en los agentes econmicos dominantes, fortaleciendo sus lgicas de acumulacin basadas en el mono-polio tecnolgico y la diferenciacin del capital que l implica. Esto se vincula a que las grandes empresas influyen fuertemente sobre el comportamiento del poder pblico, indicndoles formas de accin subordinadas que arrojan la vida econmica, social y territorial a la arena del mercado (Silveira, 2007, p. 18), aspecto que se fortaleci con el auge neoliberal. As, las polticas de ajuste y reforma estructural promovidas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, asimiladas en distintas medidas en las sociedades perifricas, tendieron a restringir el gasto pblico en ciencia y tcnica, fortaleciendo su subordinacin frente al centro, cuyos Estados continuaron promoviendo, en trminos generales, mayores niveles de inversin, acrecentando el monopolio tecnolgico.

    9 Concepto desarrollado por Calcagno y Calcagno, 1995.

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    Adems, como seala Levn (1997), el predominio del capital poten-ciado genera incrementos extraordinarios en las ganancias y en la producti-vidad que no se transmiten al todo social articulado, ni implican un aumen-to general del salario medio. Por el contrario, tiende a desarrollarse de modo focalizado en determinados encadenamientos productivos e impulsa la frag-mentacin de la clase trabajadora, tanto por la diferenciacin salarial como por el crecimiento del ejrcito industrial de reserva, de desocupados expulsados de la produccin. Esto tiene un impacto directo en la organizacin social del es-pacio, por ejemplo, en la reproduccin de lgicas de tipo centro-periferia en los distintos ncleos urbanos, expresando la fragmentacin y marginacin social: las posiciones socialmente subordinadas tienden a ocupar posiciones igual-mente subordinadas en el territorio.

    Vemos as que este esbozo de las transformaciones a nivel internacio-nal tiene directa relacin con las dinmicas a nivel local. No obstante, aunque sirve para comprender las principales tendencias del proceso de acumulacin que se desarrollan globalmente, no alcanza para explicar las transformaciones polticas, econmicas y territoriales dentro de un Estado nacional. Tales trans-formaciones remiten a un conjunto de dinmicas con carcter propio.

    Formacin social, modelo de acumulacin, hegemona y territorio

    Un concepto utilizado por distintos pensadores ligados al mtodo de anlisis regional, que permite descender de escala y mantener una perspectiva de tota-lidad, es el de formacin social. Uno de sus principales elaboradores fue Nicos Poulantzas (1981), quien postula que una formacin social es una sociedad concreta que siempre implica varios modos y formas de produccin, siendo ne-cesario indagar cules son las clases por donde pasa la contradiccin principal segn el modo de produccin dominante en esa sociedad. Adems, Poulantzas agrega otro elemento importante para el anlisis de las formaciones sociales: la dimensin del conflicto. Sostiene que las formaciones sociales son los luga-res efectivos de existencia y de reproduccin de los modos de produccin y que es la lucha de clases en las formaciones sociales lo que constituye el motor de la historia: el proceso histrico tiene como lugar de existencia estas formacio-nes sociales (Poulantzas, 1981, p. 22).

    Joan-Eugeni Snchez recupera estos elementos y sostiene que la for-macin social plasma, dentro de los lmites territoriales, la sntesis jerarquiza-da de modos de produccin presentes en el lugar y en un momento, con la ten-dencia a la dominancia de uno de los modos de produccin presentes (1991, p. 67). Seala la necesidad de indagar distintos factores que se articulan en el modo de produccin, tales como la propiedad de los medios de produccin (y el desarrollo de los mismos), la estructura social, la forma de apropiacin del

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    excedente, la divisin del trabajo, as como la articulacin del espacio propia de cada modo de produccin.

    Desde la perspectiva del anlisis regional, cobra tambin relevancia el sealamiento de Snchez acerca del espacio, el cual cumple su papel segn una doble vertiente: como medio a dominar y como mbito del que obtener los medios de produccin y de reproduccin (1991, p. 67). El espacio es utili-zado y manipulado por el poder, que procura ponerlo a su servicio para conse-guir su propio mantenimiento y reproduccin; Pero no por ello constituye un objeto pasivo; en el territorio se plasma y registra la pugna histrica entre dis-tintos modos de produccin as como entre distintos proyectos polticos, pero, al mismo tiempo, l incide, con sus formas y dinmicas en dichos procesos. Es en este sentido que Snchez afirma:

    El espacio geogrfico aparece como variable ante la estructura social, y no solo como soporte fsico aparentemente inerte. El espacio geo-grfico interviene siempre en los procesos histricos como un fac-tor que, en su diversidad espacial, fuerza a actuaciones diferenciadas (Snchez, 1991, p. 65).

    Esto se debe a que, como seala Blanco, el espacio no es solo resulta-do de esos procesos sino tambin condicin (Blanco, 2007, p. 44).

    As vemos que una formacin social no implica solo elementos de la estructura sino tambin su articulacin con elementos superestructurales. Si el elemento de partida del anlisis es la generacin y acumulacin del exceden-te, esto debe ser complementado con el concepto que Snchez desarrolla de gestin del excedente, el cual nos sita en el estudio del papel del Estado:

    La instancia poltica asume gran parte de este papel de gestor de una parte importante del excedente producido, en tanto y en cuanto las instituciones del Estado no hacen ms que reapropiarse de una parte del mismo a travs, entre otros, de los impuestos, para, a continua-cin, administrarlo y redistribuirlo, social y territorialmente, de for-ma coherente con el modelo dominante en dicha sociedad (Snchez, 1991, p. 71).

    Otras variables superestructurales a tener en cuenta sern las formas de legitimacin del poder, la lucha por la hegemona entre los distintos gru-pos y clases sociales, y, retomando la centralidad de la lucha de clases sosteni-da por Poulantzas, la conflictividad entre el poder del bloque dominante y el contra-poder del bloque no dominante y su articulacin con la estructura y la disputa por el excedente.

    Para sintetizar, podemos sealar que los principales factores que de-bemos tener en cuenta al estudiar una formacin social, como medio fun-damental para el anlisis territorial, son: los distintos modos de produccin coexistentes; su forma de articulacin y jerarqua (dominacin/subordina-

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    cin); la produccin de valor-excedente y su acumulacin, gestin y reproduccin; la relacin entre el espacio y las relaciones de produccin y disputas por el poder, identificando en los distintos casos los agentes y clases involucrados.

    De este modo, delineamos un conjunto de elementos que nos per-miten desarrollar una mejor relacin entre el enfoque de anlisis regional y el anlisis gramsciano de relaciones de fuerzas en sus distintas dimensiones. Gramsci (2003) seala una primera dimensin estructural, una relacin de fuerzas sociales estrechamente ligada a la estructura, objetiva, independien-te de la voluntad de los hombres, analizando los grupos sociales en relacin con el desarrollo de las fuerzas materiales de produccin, viendo la funcin y posicin que ocupan en la produccin misma. Estamos frente a la posibilidad de captar un tipo de poder que emana de la estructura: hoy las grandes corpo-raciones (muchas de las cuales manejan un producto mayor que el PBI de los pases donde se instalan) poseen distintos niveles de capacidad decisoria sobre las variables econmicas ya que, por su volumen de negocio, sus propias accio-nes, inciden, por ejemplo, sobre el empleo, la inversin, la formacin de pre-cios, etc. Por su parte, la cantidad de asalariados, sus condiciones homogneas o heterogneas de trabajo, su distribucin geogrfica, etc. inf luyen tambin sobre el escenario de lucha de clases. En este sentido, puede recordarse, por ejemplo, cmo la ltima dictadura en la Argentina busc heterogeneizar las condiciones objetivas de vida de los trabajadores para quebrar su solidaridad (mientras que procur homogeneizar a la clase dominante y forjar un nuevo bloque de poder) e impuls la relocalizacin de grandes empresas desde cor-dones industriales donde se haba forjado una fuerte tradicin de lucha hacia otros ms alejados donde se incorporara una nueva clase obrera desprovista de dicha experiencia.

    El segundo nivel refiere a la relacin de fuerzas polticas, que Gramsci ve vinculada al grado de homogeneidad, conciencia poltica colectiva y organi-zacin, y que posee distintas gradaciones: a) un grado econmico-corporativo, basado en una solidaridad que se limita al grupo profesional; b) un grado ms avanzado de conciencia, solidaridad y organizacin que se extiende a todo el grupo social, pero an en el plano netamente econmico; y c) un grado supe-rior, estrictamente poltico,

    [...] que seala el pasaje neto de la estructura a la esfera de las super-estructuras complejas. Es la fase en la cual las ideologas ya existentes se transforman en partido, se confrontan y entran en lucha, has-ta que una sola de ellas, o al menos una sola combinacin de ellas, tiende a prevalecer, a imponerse, a difundirse por toda el rea social, determinando, adems de la unidad de los fines econmicos y pol-ticos, la unidad intelectual y moral, planteando todas las cuestiones en torno a las cuales hierve la lucha, no sobre un plano corporativo, sino sobre un plano universal y creando as la hegemona de un grupo so-cial fundamental sobre una serie de grupos subordinados. El Estado

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    es concebido como organismo propio de un grupo, destinado a crear las condiciones favorables para la mxima expansin del mismo grupo; pero este desarrollo y esta expansin son concebidos y presentados como la fuerza motriz de una expansin universal, de un desarrollo de todas las energas nacionales. El grupo dominante es coordinado concretamente con los intereses generales de los grupos subordina-dos y la vida estatal es concebida como una formacin y una supera-cin continua de equilibrios inestables (en el mbito de la ley) entre los intereses del grupo fundamental y los de los grupos subordinados, equilibrios en donde los intereses del grupo dominante prevalecen pero hasta cierto punto, o sea, hasta el punto en que chocan con el mezquino inters econmico-corporativo (Gramsci, 2003, pp. 57-58).

    El concepto de hegemona remite (ya en su antecedente leninista) a la direccin poltica, que en Gramsci es tambin direccin ideolgico-cultural, o sea conduccin intelectual y moral de un grupo social sobre otros. La hegemo-na es entonces una relacin social que atraviesa distintas dimensiones: parte de un sustrato material ligado a la posicin de las clases en la estructura y se realiza en las superestructuras, a travs de una concepcin del mundo que encarna la visin general y expresa los intereses del grupo dirigente, al tiempo que se plasma de formas diversas en el sentido comn, en las prcticas cotidia-nas y, en su momento ms desarrollado, en un tipo particular de Estado. Los distintos proyectos hegemnicos, con sus articulaciones diversas de intereses de clase, implican formas particulares de construir el territorio, al tiempo que este es condicin para la construccin de hegemona. Como ejemplo, podemos recordar que, cuando Gramsci ref lexiona en torno a la derrota del proceso re-volucionario que precedi al ascenso del fascismo, realiza una autocrtica cla-ve diciendo no conocamos Italia: esa nacin fragmentada territorialmente entre el norte (de mayor desarrollo industrial) y el sur (fuertemente agrario) estaba en relacin directa con las dinmicas de acumulacin y los grupos so-ciales que en estas se articulaban, incidiendo en la posibilidad de xito de los distintos proyectos societarios en disputa.

    Gramsci (2003) seala una tercera dimensin: la relacin de fuerzas militares, la cual puede ser inmediatamente decisiva segn las circunstancias. Esta posee dos subniveles en su interior: el tcnico-militar, ligado a las condi-ciones objetivas de las fuerzas su tamao, organizacin, armamento, etc. y el poltico-militar, que refiere a la capacidad de desplegar formas de accin poltica que busquen disgregar ntimamente al enemigo (por ejemplo, des-moralizndolo), o que desarrollen acciones de masas a lo largo del territorio que permitan diluir y dispersar parte de su capacidad blica.

    As, las distintas luchas por dar forma al orden social atraviesan los distintos grados de las relaciones de fuerzas y dejan sus marcas en el territorio. Es el caso del grado de incorporacin de demandas subalternas en un proceso de inclusin social, movilidad social ascendente y mayores niveles de equidad

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    social basados, como en la Argentina previa a 1976, en el fuerte podero de una clase trabajadora que posea niveles relativamente altos de homogeneidad y organizacin colectiva, etc., en un proceso que gesta alteraciones territoriales que van desde el perfil de industrializacin, el manejo de los recursos naturales hasta una mayor integracin habitacional de las distintas clases sociales en la distribucin del paisaje urbano. Incluso el tipo de capital fijo empleado pasa a constituir parte del paisaje de esa segunda naturaleza que es el medio cons-truido. De un modo diverso, una hegemona del estilo universo neoliberal fue conformando alteraciones en la construccin del espacio social sumamen-te palpables en la desintegracin y pauperizacin de los antiguos cordones in-dustriales, constituyendo genuinos cementerios fabriles, con el concomitante deterioro de vida de las poblaciones a ellos vinculados, en una profundizacin de la fragmentacin y polarizacin social donde proliferaron los asentamientos precarios, por un lado, y los barrios privados, amurallados, de los sectores ms acomodados, por el otro.

    Qu fracciones de clases alcanzan las posiciones privilegiadas y bajo qu conduccin poltica lo hacen tiene su correlato en todos los planos de la reproduccin social. Es en este sentido que el enfoque de anlisis regional sos-tiene la recuperacin de la categora de totalidad, como aspiracin terica nece-saria para una justa comprensin de las dinmicas que articulan al territorio y a la sociedad. En lnea con esto, de Jong convoca una y otra vez al anlisis de elementos de la estructura y la superestructura:

    La estructura del fenmeno social y sus articulaciones superestruc-turales, cuyos emergentes brindan una configuracin determinada en el territorio, refieren al sistema capitalista con sus actuales con-tradicciones, el cual se manifiesta a travs de la modalidad actual de ocupacin del territorio y sus formas de dominacin y capacidades di-ferenciales de acumulacin. [Y siguiendo esta lnea de anlisis, agre-ga:] [...] los rasgos esenciales de la estructura y superestructura no son necesariamente visibles, por lo que requieren una prolija revisin de las relaciones sociales de produccin involucradas en los mecanismos de reproduccin ampliada del capital (de Jong, 2001, p. 58).

    Para comprender el proceso de reproduccin ampliada del capital en una formacin social definida dentro de un territorio nacional, debemos ape-lar al concepto de modelo de acumulacin. Para la definicin conceptual del modelo de acumulacin, tomamos como antecedentes la propuesta de Torrado (1992) y la definicin que Basualdo (2007) da sobre el rgimen de acumulacin, construyendo un enfoque terico-metodolgico propio (Varesi, 2012 y 2013). Analizar un modelo de acumulacin implica abordar tres ncleos fundamen-tales: las variables econmicas, las polticas econmicas y las fracciones de clase, observando relaciones de regularidad y orden de prelacin (de jerarqua explicativa) y viendo cmo la interaccin de estos tres ncleos definen los ras-gos que cobra el modelo. Asimismo, es necesario establecer algunas diferen-

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    cias con respecto al rgimen de acumulacin: a) de escala temporal, remitiendo el rgimen de acumulacin para largos perodos y el modelo para recortes tem-porales ms breves, por lo que constituye un subperodo del rgimen de acu-mulacin; b) de escala espacial, ya que, mientras que un rgimen de acumula-cin puede recubrir un amplio conjunto de formaciones sociales nacionales, el modelo se acota a una sola, ligada al rango de las polticas del Estado nacional. Un ejemplo ilustrativo es pensar al neoliberalismo como un rgimen de acu-mulacin que recubri numerosas formaciones sociales nacionales (e impuso sus lgicas a nivel global) por dcadas, dentro del cual, cuando abordamos un caso nacional como el de la Argentina, tuvo expresin concreta en distintos modelos que, compartiendo algunos patrones similares, tuvieron lgicas de funcionamiento particulares, tales como el modelo liberal-corporativo de la dictadura o el modelo de Convertibilidad en los aos 90. Vemos as que el modelo de acumulacin constituye un subperodo particular dentro del rgimen de acumulacin e, incluso, que son conceptos que pueden aplicarse en distin-tas escalas espacio-temporales. Asimismo, dentro de un rgimen de acumu-lacin, podemos pensar momentos en que no se pueda delimitar la existencia de un modelo, por ejemplo, por la ausencia de regularidades significativas.10

    De este modo, un modelo de acumulacin es un recorte espacio-tem-poral de menor escala que el rgimen de acumulacin que lo contiene, en el cual se observan un conjunto de relaciones sociales regulares, ligadas a tres ncleos constitutivos: las polticas econmicas, las variables econmicas y las fracciones de clases, que interactan de modo relativamente coherente entre s durante un perodo determinado.11 Las polticas constituyen intervenciones estatales que definen las reglas de juego y marcan el campo de accin de los agentes, encuadrados estos en una relacin de fuerzas particular. Asimismo, en el modelo de acumulacin se manifiestan elementos sedimentados de las lgicas previas de modelos (y regmenes) anteriores, evidenciados en diversas variables econmicas que solo son modificables en un mediano o largo plazo12 y es por esto que el modelo no puede ser reducido a las polticas o al proyec-to de gobierno. A su vez, el modelo presenta una particular correlacin de fuerzas entre las distintas fracciones de clase, permitindonos observar qu colectivos de agentes aparecen beneficiados y qu colectivos son perjudicados por el nuevo estado de cosas.

    10 En el caso de la Argentina, podemos suponer que durante el gobierno de Alfonsn (1983-1989), si bien no se logr romper con el rgimen de acumulacin impuesto por la dictadura, tampoco se logr constituir un modelo de acumulacin especfico, ya que los distintos planes de poltica econmica tuvieron serias dificultades para afirmarse e incidir en el funcionamiento econmico de modo duradero.11 A su vez, un modelo se diferencia de otro por el distinto orden de prelacin de las relaciones y variables que aparecen como relevantes y caractersticas.12 Esto vara histricamente, pero, en la actualidad, podemos pensar las dificultades que tienen muchas veces las polticas que intentan revertir procesos como los de concentracin y extranjerizacin econmi-ca, en virtud del poder estructural que adquieren los principales agentes econmicos.

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    Esta interrelacin de los tres ncleos del modelo expresa aspectos es-pecficos del proceso de reproduccin ampliada del capital, un proceso en el que:

    [...] la reconversin continua de plusvalor en capital se presenta como magnitud creciente del capital que ingresa al proceso de produccin. Dicha magnitud, por su parte, deviene fundamento de una escala am-pliada de la produccin, de los mtodos consiguientes para acrecentar la fuerza productiva del trabajo y acelerar la produccin de plusvalor (Marx, 2002 [1868], p. 776).

    De este modo, entendemos que el modelo de acumulacin es la forma que adquiere el proceso de reproduccin ampliada del capital13 (Marx, 2007 [1885]) en un espacio y tiempo determinados en los cuales se observan rela-ciones de regularidad y prelacin tanto de las variables econmicas como en las relaciones principales que se expresan tambin en las polticas y entre las clases sociales, en un nivel de mayor especificidad que en el rgimen de acu-mulacin que las contiene. Asimismo. la reproduccin ampliada del capital implica siempre, al mismo tiempo, una reproduccin ampliada de las clases so-ciales (Poulantzas, 1981),14 que es, a su vez, reproduccin de los lugares (en el sentido de la posicin en la estructura) y la reproduccin y distribucin de los agentes mismos en dichos lugares. Sostenemos la primaca analtica de los lugares,15 en tanto sus rasgos y desempeo posibilitan comprender carac-tersticas centrales del modelo de acumulacin. Esta dinmica nos permite realizar una construccin analtica de las fracciones de clase como colectivos de agentes que comparten un lugar comn, una posicin (Gramsci) en la es-tructura. De este modo, podramos llegar a construir un territorio conceptual de los agentes y fracciones por su posicin en la estructura, recordando que el mismo concepto de estructura trabajado por Marx responde a una metfora edilicia, espacial, del proceso social. Este territorio conceptual tiene, a su vez, materializacin en el territorio concreto, el cual conforma un momento activo

    13 En esta reproduccin del capital a escala creciente se capitaliza la plusvala. Entonces, si observa-mos la frmula del capital D-MPM-D , el nuevo ciclo se iniciar, en trminos generales, con una D incrementada: D-MPM-D , y as sucesivamente, cobrando forma de espiral. En este caso, como seala Marx, la acumulacin se resuelve, pues, en reproduccin del capital en escala progresiva (Marx, 1973 [1867], p. 557). Aqu no se trata solo de excedente sino que entramos en el terreno de la acumulacin propiamente dicha. La bsqueda de la mxima ganancia y la competencia intercapitalista, entre otros fac-tores, impulsan hacia adelante esta dinmica de ampliacin progresiva del capital como relacin social, conteniendo en su simiente la propia lgica de su expansin global.14 Esto se debe a que el capital se reproduce como relacin social, reproduciendo, entonces, las clases que le son constitutivas en tanto el centro de esta relacin se encuentra en la apropiacin privada del tra-bajo colectivo a travs de la extraccin de plusvalor, implicando la des-posesin del medio de produccin para la mayor parte de la poblacin devenida clase proletaria en beneficio de las clases dominantes mi-noritarias en virtud de la posesin de dichos medios y de la reproduccin de la dominacin a nivel poltico, jurdico e ideolgico, legitimando la relacin de explotacin que involucra la acumulacin capitalista.15 Segn Poulantzas, el aspecto principal de la determinacin de las clases es el de sus puestos, no el de los agentes que ocupan esos puestos (1981, p. 29).

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    como condicin/condicionante de las propias dinmicas de acumulacin y de construccin de hegemona.

    Ahora bien, como advierte Poulantzas:

    Las clases sociales no existen sino en la lucha de clases, con dimen-sin histrica y dinmica. La constitucin de las clases, de las frac-ciones, de las capas, de las categoras, no puede hacerse ms que tomando en cuenta esta perspectiva histrica de la lucha de clases (Poulantzas, 1981, p. 27).

    Esta construccin del territorio conceptual de las clases sociales, que conforma una topologa de lo social, implica, entonces, analizar agentes, frac-ciones y clases indagando las diversas dimensiones de sus relaciones de fuerza partiendo de las posiciones y funciones que cumplen en la estructura (viendo las relaciones de produccin, el desarrollo de las fuerzas productivas y el lugar ocupado en la divisin del trabajo, entre otros factores) y haciendo foco en el Estado, como momento destacado de las relaciones de fuerzas polticas. Segn Poulantzas:

    El Estado capitalista, sin dejar de representar de manera predomi-nante los intereses de la clase o fraccin hegemnica esta misma variable-, reviste una autonoma relativa respecto de esta clase y frac-cin y respecto de las dems clases y fracciones en el poder. De una parte, porque asegura el inters poltico general del conjunto del blo-que en el poder, al organizar el equilibrio inestable de compromisos (Gramsci) []. De la otra, porque organiza esta hegemona respecto del conjunto de la formacin social, por lo tanto igualmente respecto de las clases dominadas (Poulantzas, 1981, p. 90).

    Reaparece en este punto la importancia, sealada por Snchez (1991), del Estado en su rol de gestor de parte del excedente econmico, que se vin-cula, asimismo, a cmo se incide, a travs de las polticas, en el proceso de acumulacin ampliada del capital.16 Y en este contexto, la construccin de he-gemona implica siempre la organizacin de equilibrios inestables, en tanto la estructura social est conformada y atravesada por relaciones contradictorias. Como sostiene De Jong:

    El sistema social, con sus actuales contradicciones, supone un espacio socialmente construido sobre un medio natural, donde la tecnologa es el instrumento de la relacin dialctica entre sociedad y espacio, que define, a su vez, la morfologa propia del capital fijo adherido a un espacio. Visto histrica y dialcticamente, el espacio involucra el

    16 Un ejemplo importante es cmo el Estado incide en el acondicionamiento global del proceso de reproduccin ampliada del capital a travs de obras de infraestructura que dejan sus marcas en la cons-truccin del espacio social.

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    medio natural alterado por el proceso histrico de ocupacin, el cual conforma una unidad con el capital fijo incorporado por el conjunto social a travs del tiempo, donde ambos (medio natural y medio cons-truido) son la sntesis de la forma en que se resolvieron las contradic-ciones del actual sistema social o de otros (De Jong, 2001, p. 57).

    Esto implica superar una primera aproximacin descriptiva del me-dio natural, menor o mayormente alterado, y del espacio tecnolgicamente construido (esa segunda naturaleza), a travs del anlisis de las relaciones de produccin, la modalidad de uso de los recursos naturales, la tecnologa aplicada y la forma de organizacin concreta del espacio en el marco de un modo de produccin y de un proyecto societario cuya dimensin poltica no puede ser olvidada.

    El enfoque de anlisis regional se liga, entonces, con la perspectiva holstica del marxismo, del cual es tributario, y convoca a analizar las dimen-siones estructurales y superestructurales de los procesos sociales, entendidos como histricos y dialcticos; en ese camino, sostiene la necesidad de com-prender las contradicciones principales que atraviesan a la sociedad, viendo cmo estas contradicciones se plasman en la regin (De Jong, 2001).

    Subsistema espacial de acumulacin y circuitos productivos regionales

    Habiendo planteado los trazos para el abordaje del proceso de reproduccin ampliada del capital, primero a nivel internacional, y luego a nivel de una for-macin social nacional, es necesario presentar los conceptos diseados para el abordaje de una regin. Esto se debe a que, como seala Rofman, el proce-so de desarrollo nacional se produce, con sus particularidades especficas, en cada una de las regiones o subespacios que lo integran (1999, p. 16).

    Teniendo en cuenta la referencia que muchos de los tericos del en-foque de anlisis regional hacen sobre el modo de produccin capitalista en trminos de sistema, para realizar una aproximacin de mayor especificidad comenzaron a gestarse distintos conceptos de menor escala, uno de los cuales fue cobrando relevancia: subsistema espacial de acumulacin.17

    En la Argentina, un elaborador primigenio de este concepto fue Pablo Levn, a partir de su propuesta de diseo y diagnstico de subsistemas, pensados como un instrumento metodolgico orientado a dar respuesta a distintas pro-blemticas para el conocimiento y planeamiento regional. En primer lugar, comienza por abordar el problema de la delimitacin del mbito de observa-cin, sealando que este no debe quedar circunscripto a recortes pre-fijados,

    17 Este aparece en distintos trabajos tambin como subsistema de acumulacin o subsistema espacial.

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    recuperando el corazn mismo con que surgi el enfoque de anlisis regional ligado a la crtica de la nocin tradicional de regin. En este camino, seala:

    Las clasificaciones por atributos sectoriales, espaciales no necesa-riamente permiten agrupar a los agentes econmico-sociales en con-juntos que resulten significativos en funcin de las relaciones que guardan entre s y con el resto del subsistema. Y si son estas relaciones las que interesan a los fines del diagnstico, son ellas mismas las que deben proporcionar la base para agrupar y clasificar (Levn, 1979, p. 7).

    Nuevamente vemos la primaca de las relaciones sociales por sobre recortes pre-existentes realizados a priori o en virtud de otras problemticas ajenas a la construccin del subsistema. En este sentido, el diagnstico de sub-sistemas debe generar sus propias delimitaciones espaciales a partir de las relaciones concretas que busca analizar y que se vinculan con el conjunto de agentes econmicos cuyos procesos de acumulacin estn recprocamente condicionados a travs de relaciones directas de desigualdad segn el poder de acumulacin de las empresas. As, la regin es concebida como una cons-truccin analtica ligada a las relaciones sociales que buscan ser analizadas y no como una categora rgida, externa y aislada de la problemtica de estudio.

    Esto nos lleva a un segundo criterio metodolgico: el diseo de sub-sistemas debe estar constituido por un conjunto de empresas que pueda ser visualizado como si constituyera un todo. Adems, esta perspectiva del subsis-tema como un todo conformado por empresas en relacin de desigualdad se vincula con que para que un subsistema sea significativo, esa desigualdad debe darse en su interior, pero no ya como una mera diversidad de formas y tamaos sino como una verdadera asimetra en las relaciones (Levn, 1979, p. 9). Este punto parece clave para comprender las lgicas de acumulacin del capital y su asimetra constitutiva, ya que, como seala Crespo, normalmente las operaciones con reducidas tasas de ganancia son indispensables para las secuencias con elevados rendimientos (Crespo, 1998, p. 119). Es decir que las desigualdades, ligadas, por ejemplo, a las relaciones entre las empresas de capital diferenciado reducido y las de capital potenciado, generan transferen-cias de plusvalor.

    El diagnstico de subsistema considera as los mecanismos de gene-racin y acumulacin de excedente, observando la reproduccin y composicin del capital que nos permitirn explicar las desigualdades regionales. Segn de Jong, un factor importante para dar cuenta de estas asimetras refiere a que:

    La apropiacin de excedente se da a travs de mecanismos de fijacin de precios, los que responden a relaciones de poder. Obviamente, en ese contexto las tasas de ganancias no son directamente proporciona-les al capital adelantado por cada empresa, sino que, a travs de esas relaciones desiguales, esas tasas de ganancias son siempre ms que proporcionales al capital desembolsado por las empresas ubicadas en

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    posiciones de poder dentro de esas relaciones y menos que proporcio-nales en las pequeas empresas, supeditadas a las decisiones de las primeras en materia de precios (De Jong, 2009, p. 2).

    El alcance del diseo y diagnstico de subsistemas puede ser sinteti-zado en los siguientes puntos:

    1. Nos brinda la posibilidad de identificar y analizar las relaciones asi-mtricas entre un conjunto de empresas que conforman la unidad de acumu-lacin regional del subsistema a ser analizado, permitindonos comprender el proceso de reproduccin del capital.

    2. Mediante esta aproximacin, podemos caracterizar la problemtica particular que presenta dicho subsistema.

    3. Levn (1981) propone el desarrollo de modelos de los condiciona-mientos recprocos de los procesos acumulativos que permitan simular y ana-lizar la variacin de distintas variables (productividad, precios relativos, etc.) para evaluar impactos en las condiciones de acumulacin.

    4. Articula tres elementos clave para el anlisis regional: la expresin espacial de los procesos de produccin y apropiacin del excedente, el rol ocu-pado por la tecnologa y el tratamiento de los recursos naturales.

    5. Una vez alcanzado el diagnstico preliminar, da instrumentos para disear estudios particulares relevantes.

    6. Permite el diseo de polticas para incidir en la planificacin terri-torial y transformar las realidades analizadas.

    Por su parte, Rofman tambin retoma el espritu de la perspectiva de Levn, pero le da un desarrollo que presenta sus propias particularidades18 que permitieron profundizar el enfoque de anlisis regional. En este trayecto, Rofman rescata de Levn la propuesta de analizar las relaciones desiguales

    18 Podemos encontrar algunos debates dentro del enfoque de anlisis regional en distintos momentos de la conceptualizacin realizada por Rofman. Segn de Jong, en el trabajo de Rofman de 1984, habra una tensin entre una mirada tradicional, prefijada y cristalizada de la regin y la necesidad de superarla. Si bien Rofman comienza criticando estas visiones para distanciarse, luego sostiene: Nuestro mtodo de trabajo parte, por el contrario, desde otra perspectiva. Los agentes econmicos actan en un marco regional previamente delimitado, pero el proceso productivo escapa a sus lmites y comprende a otros agentes situados fuera de ese subespacio (Rofman, 1984, p.43, El destacado es nuestro). Vemos as que la visin tradicional de la regin amenaza con colarse en el anlisis de Rofman, ya que vuelve a aparecer como un marco previamente delimitado, alejndose del sealamiento de Levn de pensarla como una construccin vinculada a las relaciones sociales y al problema que busca ser analizado. En este punto es que de Jong seala que los subsistemas de acumulacin no pueden ser seccionados para su anlisis en mbitos provinciales, regionales o nacionales. El subsistema termina donde las relaciones de acumula-cin definen a este como unidad de acumulacin (De Jong, 2001, p. 48). Entendemos que, si bien puede encontrarse esta tensin, en trabajos posteriores Rofman la fue superando a medida que fue refinando sus herramientas terico-metodolgicas.

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    entre agentes econmicos visualizados como si constituyeran una empresa nica, pero realiza una estrategia metodolgica particular a partir del concep-to de circuito econmico de acumulacin regional (Rofman, 1984) que denomi-nar luego circuito productivo regional (Rofman, 1999), construyendo una he-rramienta heurstica de menor escala y mayor especificidad que el subsistema de acumulacin espacial, buscando aprehender los distintos eslabonamientos en que puede desdoblarse un subsistema. Rofman seala:

    Se escoge como base una materia prima cualquiera y se considera el circuito como integrado por productores de la misma, transformado-res de sucesivos productos manufacturados que, a su vez, participan de la etapa siguiente como insumos hasta la fase del consumo final e incorporando todos los procesos de comercializacin y financiamien-to (Rofman, 1984, p. 44).

    De este modo, vemos que tambin hay una pequea ampliacin de foco, ya que, adems de centrarse, como propona Levn, en el proceso de pro-duccin en sus distintos eslabones, incluyendo la comercializacin y finan-ciamiento, Rofman propone tambin el anlisis especfico del consumo.19A travs de sucesivas elaboraciones conceptuales,20 sostiene que el circuito pro-ductivo abarca un conjunto de unidades de produccin, distribucin y con-sumo que operan intervinculadas entre s a partir de una actividad comn a todas ellas (Rofman, 1999, p. 35).

    19 Lo cual es clave, por ejemplo, para el anlisis del circuito productivo sojero en la Argentina, ya que per-mite ver las relaciones entre el aumento de la produccin y el incremento de la demanda a nivel mundial, en general, y, en particular, de la proveniente de China.20 Es interesante observar que todo concepto tiene su propia historicidad y es construido, reelaborado y pulido a los largo del proceso de investigacin, labor que puede ser percibida en los trabajos segn pasan los aos. En este sentido, podemos ver distintas variaciones entre las definiciones del trabajo de Rofman de 1984 y el de 1999 y observar cmo estas elaboraciones tambin suscitaron crticas de otros autores. Rofman (1984) seala que los circuitos regionales que poseen una vinculacin directa (relaciones tcnicas de produccin, relacin a travs de compra-venta de insumos) o una vinculacin indirecta (financiamien-to o relacin a travs de la fijacin del precio de la fuerza de trabajo) conforman en su conjunto un sub-sistema regional. De este modo, Rofman explicita su propuesta de pensar a los circuitos de acumulacin regional como un recorte conceptual de menor escala que seran parte constitutiva de los subsistemas espaciales. Esto genera un debate en torno al enfoque de anlisis regional poniendo en su centro cul es su unidad fundamental de anlisis. De Jong critica la propuesta de Rofman de centrar el estudio en el cir-cuito de acumulacin regional, indicando que este procedimiento implica fragmentar aquello que nunca debi fragmentarse si se pretenda una comprensin exhaustiva del fenmeno regional (De Jong, s/f, p. 12). Tambin sostiene que la propuesta de Rofman perdera de vista cuestiones centrales procuradas por el anlisis de Levn, principalmente las relaciones entre el capital concentrado y el capital fragmentado, que considera claves para pensar las asimetras en el proceso de acumulacin. Sin embargo, entendemos que parte de esta crtica es resuelta posteriormente por Rofman (1999) en la profundizacin de su pro-puesta a partir del desarrollo ms completo del concepto de circuito productivo regional y que este llega a constituir una herramienta heurstica de suma importancia que, sin romper la unidad del anlisis regional como conocimiento sinttico, permite dotar a la investigacin emprica de un instrumento de una escala distinta al del subsistema espacial de acumulacin.

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    El concepto de circuito productivo regional nos convoca a observar una serie de encadenamientos, tales como la obtencin de la materia prima, los procesos manufactureros, la comercializacin, el financiamiento y el consu-mo. Mantiene de este modo la idea de Levn de pensar el conjunto de encade-namientos de agentes como una empresa nica, pero sostiene el desdobla-miento conceptual inicial respecto del concepto de subsistema, donde cada uno de estos conjuntos de eslabonamientos en que se puede desdoblar el pro-ceso de crecimiento recibe, en la dimensin espacial, la denominacin de cir-cuito productivo regional (Rofman, 1999, p. 36). As, un circuito productivo es un recorte analtico que da cuenta de un mbito de crecimiento del proce-so productivo global, nucleado alrededor de una actividad central (Rofman, 1999, p. 39). La actividad clave es aquella donde estn asentados los agentes capitalistas ms dinmicos con capacidad de imponer una serie de mecanis-mos que les permitan captar valor generado por otros agentes del circuito. En este punto, retoma otro elemento central resaltado por los distintos autores del enfoque de anlisis regional: la asimetra en el proceso de acumulacin es un factor fundamental para comprender las dinmicas econmicas, polticas y territoriales del circuito.

    As, la articulacin de agentes en el circuito permite dar cuenta de la generacin y de la apropiacin del excedente. Dentro de cada circuito, la relacin entre los agentes da lugar a una situacin de subordinacin inherente al modo de produccin capitalista.21 Hay un traslado de valor desde el agente que produce y comercia bienes con baja incorporacin de procesamiento, hacia los que se desempean en el mercado con bienes con alto contenido de valor-trabajo. Aqu juegan tanto el poder de negociacin como el poder de apelar a determinados mecanismos institucionalizados de soporte de las actividades productivas. El agente que pierde en la interaccin termina relegando parte de sus beneficios a quienes ejercen el proceso de dominacin.

    21 Rofman la vincula con el modelo centro-periferia, segn el cual el intercambio entre estructuras productivas con distinto grado de madurez, desarrollo relativo de las fuerzas productivas y capacidad de competir favorece a aquellas economas que exhiben mayor aptitud para incorporar valor a sus produc-tos destinados a la transaccin internacional (Rofman, 1999, p. 21). Esta ventaja se acumula y acenta ampliando la brecha entre ganadores y perdedores del intercambio internacional, generando la relacin centro-periferia en la que esta ltima queda retrasada y relegada respecto de las economas que adquieren centralidad. En el capitalismo como sistema global esta desventaja se convierte en un proceso de vincu-lacin desigual, pues enfrenta a agentes que producen y venden bienes con escasa incorporacin de valor y acervo tcnico con otros con gran capacidad de acumulacin de trabajo e innovaciones tecnolgicas. La relacin desigual se manifiesta en la formacin de precios. Tambin retoma el modelo del intercambio desigual y seala que la debilidad de unos frente a otros no depende solo de factores econmicos sino que incluye condicionantes sociales y polticos, influyendo en la transferencia de valor y en el establecimiento de un intercambio desigual en el que las economas desarrolladas tienden a adquirir su materias primas en la periferia en condiciones muy favorables.

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    En este sentido, Rofman retoma a Milton Santos (1975) para pensar la interrelacin entre agentes en un proceso productivo22 a partir de su eficiencia econmica y capacidad de negociacin. Actualizando el planteo de Santos, sos-tiene que las condiciones de diferenciacin entre agentes econmicos depende de: a) el tamao de la actividad; b) el nivel de desarrollo de las modalidades de produccin en trminos de la organizacin productiva; c) la eficiencia en el proceso de gestin y produccin segn la incorporacin de tecnologa; y d) el grado de desarrollo de formas capitalistas de produccin. Al igual que Levn y de Jong, Rofman seala que el anlisis de rentabilidades sirve para dar cuen-ta de las interrelaciones entre agentes, ya que las rentabilidades relativas estn dadas por el poder de negociacin, y los agentes ms poderosos logran captar valor de los de menor peso en virtud de la asimetra estructural que les permite imponer condiciones de negociacin favorables a su propia acumula-cin. Asimismo, sostiene que hay otros factores que tambin pueden influir en la asimetra de relaciones, entre otros, el control de parte importante del capital de empresas en otras etapas, la propiedad de ciertas marcas y patentes, condiciones de monopolio de conocimiento, el control de materias primas y sobre el capital financiero.23

    Pero las transferencias de excedentes no responden solo a las relacio-nes intercapitalistas, sino que tambin tienen que considerar: 1) las relaciones capital/trabajo y cmo el cambio tecnolgico puede afectarlas dentro de un circuito productivo; y 2) la accin u omisin del Estado, que en su capacidad de regulacin de la actividad productiva es determinante para alterar precios, modificar los contextos en que se desenvuelven los agentes, cambiar la legis-lacin de proteccin a determinados sectores, alterar disposiciones sobre empresas estatales y los valores de comercializacin de sus bienes y servicios, etc. (Rofman, 1999). Estos elementos son indispensables, ya que:

    Los agentes econmicos poseen una situacin de vinculacin entre ellos en cuanto a la capacidad relativa de acumular, de acuerdo a la po-sicin estructural que detentan, dentro del circuito, pero tal ubicacin y las modalidades como concurren a distribuirse el excedente econ-mico global del circuito son cambiantes en el tiempo, y las citadas modificaciones dependen del modo en que los ajustes de la poltica econmica global y los distintos factores o variables que la integran afectan a dicha distribucin (Rofman, 1999, p. 72).

    Esto refuerza la necesidad de analizar la intervencin del Estado en tanto esta no recurre solamente a un papel mediador de conflictos, sino que,

    22 Toma de Milton Santos (1975) los factores de: i) oscilacin en las cantidades ofrecidas; ii) estacio-nalidad; iii) poder de negociacin; iv) capacidad de almacenamiento respectivo; v) diferencias de pro-ductividad; y vi) sistemas de mercadeo. A estos, Rofman (1999) agrega: capacidad de captar el cambio tecnolgico y financiamiento.23 Para esto sigue a Marqus, 1987.

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    al estar enmarcada en el funcionamiento de la sociedad en su conjunto, debe responder a los requerimientos del proceso global de acumulacin (Rofman, 1999, p. 72).

    Estos factores implican volver de lo particular a lo general, interrela-cionando las distintas escalas, puesto que:

    La dinmica del circuito no es solo generada internamente, sino que proviene de la dinmica general de funcionamiento del sistema eco-nmico-social, tanto a nivel nacional como internacional. Esto signi-fica que la comprensin del funcionamiento del circuito debe incluir las condiciones generales de desenvolvimiento del sistema producti-vo, pues sera imposible pensar en la dinmica de cmo cada agente econmico y social se inscribe en el circuito aislndolo del contexto global (Rofman, 1999, p. 40).

    Es por esto que el anlisis del circuito productivo tiene estrecha rela-cin con el anlisis del modelo de acumulacin dentro del cual se desenvuelve dada su vinculacin con las polticas, las variables econmicas y los cambios de correlacin de fuerzas que fueron afectando a la estructura de clases as como con las transformaciones orgnicas del capitalismo a escala mundial. Adems, los circuitos estn atravesados por los conflictos propios de la lucha de clases, tanto entre capital y trabajo como entre los distintos agentes capi-talistas. De all que el anlisis de la construccin de hegemona resulta un insumo clave para comprender estas dinmicas en su incidencia sobre el des-empeo econmico del circuito as como en su impacto territorial.

    Finalmente, para el anlisis de un circuito productivo regional, Rofman (1999) define una estrategia metodolgica concreta que puede sinte-tizarse en tres puntos:

    1. Detectar las actividades dominantes que actan como eje central del circuito y alrededor de las cuales se articula todo el proceso de determina-cin de precios y modalidades de acumulacin.

    2. Identificar los modos de produccin dominantes a que estn so-metidos los procesos sociales que caracterizan el circuito (atendiendo a los cambios en el proceso de trabajo).

    3. Reconocer el nivel de predominio de determinadas formas tcni-cas de produccin que son centrales en el circuito y que utilizan los diferen-tes agentes econmicos en los eslabones que conforman el encadenamiento respectivo.

    Al mismo tiempo, sugiere avanzar hacia la elaboracin de tipologa de agentes y de la fuerza de trabajo y analizar indicadores de precios, ingresos y rentabilidades. A partir de esto, propone identificar los agentes dominantes y subordinados en el circuito productivo.

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    Esta estrategia nos habilita a pensar la relacin entre territorio y so-ciedad en la dimensin estructural del anlisis de fuerzas gramsciano, en tanto permite captar el poder desigual de los agentes, sus rasgos especficos y sus distintas capacidades de acumulacin e incidencia sobre las variables econmicas, procesos que cobran formas concretas en la construccin del es-pacio social. Identificar las incidencias que tiene el proceso de reproduccin ampliada del capital sobre el espacio e indagar cmo este interviene en tanto condicin sobre dicho proceso en sus diversas escalas requiere justamente de con-ceptos y estrategias apropiadas que, sin dejar de percibir su vnculo en trmi-nos de totalidad, nos permitan analizar las particularidades al tiempo que las interpenetraciones.

    De este modo, terminamos de presentar el enfoque de anlisis regio-nal a partir del pensamiento de sus principales referentes tomando como punto de partida la concepcin del mundo marxista de la cual este enfoque es tributario para dar cuenta de las escalas internacional, nacional y regional que conforman esta perspectiva interdisciplinaria que aborda las problemti-cas del territorio en relacin con el proceso de acumulacin y la construccin de hegemona.

    Conclusiones: anlisis regional y cambio social

    La tarea de reconstruccin analtica realizada a travs de distintos autores, como de Jong, Levn y Rofman, nos permite ver en la sinergia de su pensa-miento la conformacin de un enfoque de anlisis regional de gran alcance para el abordaje de fenmenos econmicos, polticos y territoriales. La aproxi-macin a travs de sus fundamentos filosficos, sus conceptos tericos, as como de sus principales tcnicas y estrategias metodolgicas, evidencia las ar-ticulaciones con el pensamiento crtico del cual esta perspectiva es tributaria. Y en ese sentido, abrimos su entramado cognitivo para relacionarlo con otros desarrollos tericos en materia de investigacin del proceso de acumulacin de capital y de la construccin de hegemona. Varios puntos destacan en el reco-rrido realizado.

    En primer lugar, estamos frente a un enfoque que asume que lo real es relacional: son las formas de vincularse del hombre con su medio geogrfi-co y con los otros hombres lo que define el nudo de un anlisis de aspiraciones holsticas. La asimetra que comienza a plasmarse en las relaciones entre esos hombres, ledos como agentes, fracciones y clases sociales, es un momento clave a ser desentraado para comprender las lgicas de la generacin y acu-mulacin de excedente, lgicas que estn atravesadas por diversos factores de ndole poltica e ideolgica, por los proyectos societarios que se disputan y se imponen construyendo el espacio social. Este espacio, lejos de constituir un momento pasivo e inerte, interviene con sus formas y dinmicas y es con-dicin de la propia existencia de las relaciones de explotacin y dominacin

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    que lo atraviesan. Como dice Snchez (1991), el espacio aparece en su doble vertiente: como medio a dominar y como mbito del que obtener los medios de produccin y de reproduccin. El espacio es manipulado por el poder para ponerlo al servicio de su propia reproduccin.

    Pero, de qu poder estamos hablando? En este punto incorporamos el aporte del pensamiento de Antonio Gramsci a travs de su anlisis de si-tuaciones y relaciones de fuerzas, viendo cmo se articulan diversas escalas y dimensiones que nos permiten desentraar ese poder, distinguir sus com-ponentes y generar estrategias para su estudio. Los movimientos orgnicos dentro del capital como relacin social aparecen como centrales, antecediendo en trminos lgicos el anlisis de cules son las caractersticas que la repro-duccin ampliada del capital cobra a nivel global, cules son sus movimientos orgnicos, ms permanentes, que parecen estar definiendo todo un perodo histrico. Distintas lgicas globales de acumulacin implican distintas percep-ciones y construcciones de los territorios, y estas estrategias globales generan conflicto, luchas, resistencias. De all la necesidad de analizar las relaciones de fuerzas internacionales para indagar las conformacin de bloques de Estados hegemnicos, la institucin de relaciones asimtricas que, a su vez, llevan a preguntar por las estrategias de subordinacin pero tambin por las de eman-cipacin y soberana de aquellos subordinados.

    En ese punto recuperamos el aporte de Samir Amn (1995), para pen-sar distintos monopolios que son disputados a nivel global por los bloques hegemnicos y sus corporaciones transnacionales para garantizar la perpe-tuacin de un estado de cosas a favor del gran capital en sus articulaciones poltico-econmicas. Las corporaciones transnacionales, esas empresas de ca-pital diferenciado potenciado o relativo, segn Levn (1997), que secuestraron y concentraron las capacidades tcnicas y tecnolgicas, detentando ese mono-polio clave que seala Amn, constituyen los agentes rectores de este momento histrico de la reproduccin ampliada del capital, que es siempre, como bien sealara Poulantzas, un proceso de reproduccin ampliada de las clases so-ciales. Y en esta reproduccin se conforman los territorios corporativos de la globalizacin que analiza Silveira (2007), en tanto son agentes cuya enverga-dura alcanza dimensiones planetarias. Pero nuevamente nos preguntamos: qu poder es detentado?; y ms an, hay alternativas frente al poder del gran capital?

    Algunas claves de la relacin entre territorio y sociedad parecen apor-tar elementos para dar respuesta. Como dijimos, en el territorio se plasma y registra la pugna histrica entre distintos modos de produccin y tambin entre distintos proyectos polticos, al tiempo que el propio territorio constituye un momento activo de dichos procesos. Una pauta fundamental est dada, entonces, por el movimiento: nuevos modos y formas de produccin se levan-tan y luego son sucedidos por otros; distintos proyectos societarios, incluso aquellos que aparecen como imbatibles, finalmente se desploman. El motor

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    sigue siendo el cambio y las luchas en su interior. Es aqu donde el enfoque de anlisis regional muestra nuevamente su riqueza, porque, lejos de plantearse como un conocimiento estanco para ser apilado en el rincn oscuro de alguna biblioteca, recupera el espritu de toda teora crtica: genera herramientas para conocer la realidad con vistas a incidir sobre ella, a transformarla. Como sos-tiene de Jong, una perspectiva de este tipo no puede sino ver al conocimiento como un horizonte revolucionario.

    La perspectiva multiescalar e interdisciplinaria que abriga este enfo-que se relaciona, entonces, con este compromiso de indagar las complejidades de todo proceso social, desde una mirada profundamente histrica, compro-metida con su tiempo. Se trata, pues, de un enfoque que aspira a construir un conocimiento sinttico que, sin perder una mirada de la totalidad, pueda internarse en las especificidades de los distintos fenmenos, en sus escalas particulares, viendo sus interpenetraciones as como sus rasgos propios. Es por eso que propusimos un enlazamiento con el pensamiento gramsciano. Su anlisis de relaciones de fuerzas provee una batera analtica que nos permite dar cuenta de las distintas dimensiones donde se articula y construye el poder. Vimos un poder estructural que constituye las relaciones de fuerzas sociales, vinculado a la posicin y funcin que los grupos sociales ocupan en la estruc-tura, y sus rasgos especficos. Hay aqu una fuerza que se vincula a distintas condiciones objetivas que favorecen que determinados agentes puedan alcan-zar mayor capacidad decisoria sobre las variables econmicas e incluso sobre la poltica pblica. En el caso de las trasnacionales, el volumen de negocios que manejan incide directamente sobre variables clave de diversas economas nacionales, tales como el empleo, la inversin, las cuentas externas, la forma-cin de precios, etc. Pero esta es solo una dimensin de poder; acto seguido, Gramsci nos convoca a indagar las relaciones de fuerzas polticas segn el grado de conciencia colectiva y organizacin, dependiendo del nivel donde inciden con sus demandas, desde aquellas econmico-corporativas hasta alcanzar el momento especficamente poltico de la construccin de hegemona donde se juega la conformacin de un nuevo Estado y la direccin de un grupo social sobre otro, tambin en trminos ideolgicos y culturales.

    Los distintos proyectos societarios conciben y accionan de formas particulares sobre los territorios: claramente un proyecto como el del socialis-mo comunitario en Bolivia, con su respeto milenario a la tierra, piensa y pro-cura construir de forma distinta el espacio social que los proyectos de carcter neoliberal con su lgica de saqueo neocolonial. Pero, como sealan todos los autores del anlisis regional, los distintos modos de produccin se encuen-tran en pugna, y hay que analizar cules se imponen y cmo funcionan, como paso necesario para poder transformarlos. Esto trae a colacin la vivificacin de la necesidad de pensar la planificacin territorial: qu territorio para qu sociedad.

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    Si bien la reproduccin ampliada del capital y de las clases sociales a nivel mundial sigue siendo regida por el gran capital y el bloque de Estados hegemnicos occidentales, distintos fenmenos han mutado este escenario. Hoy estamos en el contexto de una crisis del capitalismo a escala planetaria que atraviesa todas sus dimensiones: econmica, poltica, ideolgica, energ-tica, alimentaria y ambiental, confluyendo en una genuina crisis civilizatoria. Adems, el cascarn ideolgico de fin de la historia se resquebraj al punto de que emergi en Amrica Latina un bloque de Estados populares que pro-curan revertir los principales estragos generados por el rgimen de acumula-cin neoliberal y que realizan distintas bsquedas con sus distintos correlatos territoriales. La misma concepcin del territorio ha cambiado: como en los tiempos primigenios de las luchas independentistas, Amrica Latina vuel-ve a ser pensada como una nacin, e instancias como la Unin de Naciones Sudamericanas (UNASUR), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeos (CELAC), el Mercado Comn del Sur (MERCOSUR) o la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra Amrica (ALBA) comienzan a discutir y planificar este nuevo territorio.

    Esta relacin entre territorio y sociedad solo puede ser comprendida si se atienden a las distintas dimensiones de la totalidad, partiendo de los fe-nmenos estructurales hasta indagar las disputas por la hegemona. Si bien lejos se est de poner en retroceso el frreo podero del capital transnacio-nal, la clave del perodo comienza a estar en diversos proyectos alternativos y su concepcin del espacio social. Ejemplos como el neodesarrollismo argen-tino con su Plan Estratgico Territorial o el socialismo venezolano con el Proyecto Nacional Simn Bolvar: Primer Plan Socialista de la Nacin ex-presan concepciones del mundo diversas, proyecciones societarias y matrices para la formulacin de polticas pblicas que hablan de un cambio de relacin de fuerzas.24

    Pero pensar la construccin de un horizonte posneoliberal impli-ca analizar las diversas escalas y dimensiones de lo social, caracterizar a los agentes rectores y subordinados de los procesos, as como a los mecanismos propios de la dominacin y la apropiacin privada del valor socialmente pro-ducido. Y en ese sentido desarrollamos algunos apuntes para el anlisis de la reproduccin ampliada a nivel de una formacin social nacional a partir del concepto de modelo de acumulacin, indagando sus ncleos de poltica econmica, variables econmicas y fracciones de clases. Debates de la agenda pblica en torno a la distribucin del ingreso y la inclusin social no son entonces indiferentes a la construccin del espacio social, y la identificacin de las contradicciones que se evidencian en los procesos son nudos claves a

    24 Sobre el Plan Estratgico Territorial de Argentina, vase . Y sobre el Proyecto Nacional Simn Bolvar: Primer Plan Socialista de la Nacin (2007-2013), vase .

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    desentraar. El contraste que, por ejemplo, marcan Ciccolella y Baer (2009), entre el mejoramiento generalizado de los indicadores sociales desde 2003, incluyendo importantes planes de vivienda social, frente al aumento del precio de alquileres y viviendas que perpeta un modelo de ciudad excluyente, pone de manifiesto problemticas que todo proceso que procure avanzar hacia distin-tos grados de ruptura con el pasado neoliberal no puede dejar de abordar. Otro tanto ocurre en relacin con los recursos naturales: el inmenso avance que implic la recuperacin de YPF, revirtiendo una poltica central inspirada en el Consenso de Washington, no puede dejar de traer nuevas preguntas en torno a la soberana energtica y las estrategias productivas y territoriales para reali-zarla.25 Lo mismo ocurre con la minera, sus agentes de escala global, sus lgi-cas productivas, el debate en torno al impacto ecolgico y territorial as como la discusin acerca del destino de los millonarios recursos que se extraen.

    En este sentido, es necesario plantear de modo serio la discusin so-bre la intervencin estatal en relacin con el proyecto societario y con las rela-ciones de fuerzas: cmo incidir?, qu relaciones polticas, econmicas y terri-toriales fomentar?, cules combatir? Para esto ya no alcanza solo una lectura a escala internacional y nacional: debemos apelar a herramientas heursticas para desentraar fenmenos de carcter regional. Es as como la propuesta de Levn sobre diseo y diagnstico de subsistemas recobra relevancia: construir la regin a partir de las relaciones sociales que signan su dinmica, donde la generacin y apropiacin del excedente ocupan un lugar central; dar cuenta de las asimetras y disear las polticas adecuadas. Por ejemplo, un subsidio a una PyME de una regin, que a primera vista puede aparecer como saludable para alivianar dicha asimetra, puede derivar en un subsidio al gran capital si no se detectan las relaciones entre las unidades productivas de distinto tamao, ya que los agentes dominantes pueden generar alteraciones en las dinmicas del subsistema espacial de acumulacin, ya sea a travs de la formacin de precios o de su poder de negociacin, y atraer para s ese nuevo recurso aportado por el Estado. Por lo que, si el propio Estado no conoce las lgicas particulares de la regin y genera las regulaciones pertinentes, puede fallar en garantizar el objetivo por el cual dicha intervencin se realiza.

    Del mismo modo, expusimos el concepto de circuito productivo regio-nal de Rofman, como un desdoblamiento particular de un subsistema que consiste en identificar una materia prima, ver su transformacin, determinan-do las lgicas de financiamiento y comercializacin para llegar a su consumo, analizando cules son los agentes y encadenamientos ms dinmicos del cir-cuito. Rofman construye una profunda estrategia terico-metodolgica para

    25 En la actualidad, la discusin de un acuerdo con Chevron para la explotacin del shale oil trae el debate en torno a las estrategias para llevarla a cabo, es decir, sobre el fracking una tcnica productiva prohibida en numerosos pases y sus consecuencias ecolgicas. Pero tambin se plantea un debate econmico so-bre las condiciones del acuerdo: si redundar en soberana energtica o en entrega de recursos naturales al gran capital transnacional.

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    caracterizar a los circuitos productivos, mostrando la potencia y actualidad del anlisis regional para investigar diversos fenmenos de nuestra realidad y, a partir de dicho conocimiento, incidir sobre ella.

    En los tiempos presentes de crisis del capitalismo a nivel mundial, parece tanto urgente como necesario revitalizar las distintas perspectivas del pensamiento crtico, como el enfoque de anlisis regional, y repensarlas creati-vamente de cara a las problemticas vigentes. Este artculo procur generar un aporte en ese sentido: pensar los conceptos y estrategias para analizar de modo complejo la realidad con miras a transformarla.

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