eficiencia de paul heyne y derechos de propiedad alman alchian

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EFICIENCIA de PAUL HEYNE Para los economistas, la eficiencia es una relación entre fines y medios. Cuando decimos que una situación es ineficiente, estamos afirmando que podríamos conseguir los fines deseados empleando menos medios, o que los medios empleados podrían producir más fines. En este contexto menos y más se refieren necesariamente a un menor o mayor valor. Así, la eficiencia económica se mide no por la relación existente entre cantidades físicas de los fines y los medios, sino por la relación existente entre el valor de los fines y el valor de los medios. Términos tales como efïciencia técnica o eficiencia objetiva no tienen sentido. Desde un punto de vista estrictamente técnico o físico, cada proceso es perfectamente eficiente. El promedio entre el output físico (fines) y el input físico (medios) es necesariamente igual a uno, tal como la ley de la termodinámica nos recuerda. Consideremos un ingeniero que juzga una máquina más eficiente que otra porque una produce más output trabajo por unidad de input energía. El ingeniero está implícitamente contando únicamente el trabajo útil realizado. Útil, por supuesto, es un término valorativo. La inevitable naturaleza valorativa del concepto suscita una pregunta fundamental para cada intento de hablar acerca de la eficiencia de cualquier proceso o institución: ¿qué valoraciones debemos utilizar, y cómo debemos ponderarlas? La eficiencia económica hace uso de valoraciones monetarias. Hace referencia a la relación existente entre el valor monetario de los fines y el valor monetario de los medios. Las valoraciones que cuentan son, por lo tanto, las valoraciones de aquellos que desean y pueden apoyar sus preferencias ofreciendo dinero. Desde esta perspectiva, un trozo de terreno es usado con la máxima eficiencia económica cuando cae bajo el control de la parte que desea (y por tanto puede) pagar la mayor cantidad de dinero para obtener este control. La prueba de que un determinado recurso está siendo usado eficientemente es que no existe nadie dispuesto a pagar más para destinarlo a cualquier uso distinto. Aquellos que objetan que ésta es una definición de eficiencia extremadamente limitada, a menudo fallan al no reconocer que cada concepto de eficiencia tiene que emplear alguna medida de valor. La medida monetaria utilizada por la economía resulta ser a la vez 1

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Page 1: Eficiencia de Paul Heyne y Derechos de Propiedad Alman Alchian

EFICIENCIA de PAUL HEYNE

Para los economistas, la eficiencia es una relación entre fines y medios. Cuando decimos que una situación es ineficiente, estamos afirmando que podríamos conseguir los fines deseados empleando menos medios, o que los medios empleados podrían producir más fines. En este contexto menos y más se refieren necesariamente a un menor o mayor valor. Así, la eficiencia económica se mide no por la relación existente entre cantidades físicas de los fines y los medios, sino por la relación existente entre el valor de los fines y el valor de los medios.Términos tales como efïciencia técnica o eficiencia objetiva no tienen sentido. Desde un punto de vista estrictamente técnico o físico, cada proceso es perfectamente eficiente. El promedio entre el output físico (fines) y el input físico (medios) es necesariamente igual a uno, tal como la ley de la termodinámica nos recuerda. Consideremos un ingeniero que juzga una máquina más eficiente que otra porque una produce más output trabajo por unidad de input energía. El ingeniero está implícitamente contando únicamente el trabajo útil realizado.Útil, por supuesto, es un término valorativo. La inevitable naturaleza valorativa del concepto suscita una pregunta fundamental para cada intento de hablar acerca de la eficiencia de cualquier proceso o institución: ¿qué valoraciones debemos utilizar, y cómo debemos ponderarlas? La eficiencia económica hace uso de valoraciones monetarias. Hace referencia a la relación existente entre el valor monetario de los fines y el valor monetario de los medios. Las valoraciones que cuentan son, por lo tanto, las valoraciones de aquellos que desean y pueden apoyar sus preferencias ofreciendo dinero.Desde esta perspectiva, un trozo de terreno es usado con la máxima eficiencia económica cuando cae bajo el control de la parte que desea (y por tanto puede) pagar la mayor cantidad de dinero para obtener este control. La prueba de que un determinado recurso está siendo usado eficientemente es que no existe nadie dispuesto a pagar más para destinarlo a cualquier uso distinto.Aquellos que objetan que ésta es una definición de eficiencia extremadamente limitada, a menudo fallan al no reconocer que cada concepto de eficiencia tiene que emplear alguna medida de valor. La medida monetaria utilizada por la economía resulta ser a la vez amplia y útil. Nos permite tener en cuenta y comparar las evaluaciones hechas por distintas personas y responderles apropiadamente.¿Qué clase de estructura debería hallarse en la esquina de la Quinta Avenida y Main? ¿Una gasolinera, un condominio, una floristería, un restaurante? El propietario puede tomar una decisión defendible incluso si todo el mundo en la ciudad de Nueva York tiene una preferencia ligeramente distinta. El propietario simplemente acepta la mayor oferta monetaria de entre las efectuadas por los diversos posibles usuarios del terreno (el florista, el restaurador). Una cooperación social efectiva requiere comparaciones interpersonales de valor y los valores monetarios nos aportan un común denominador que funciona extraordinariamente bien.Los prerrequisitos cruciales para la formación de esos valores monetarios son la propiedad privada de los recursos y la existencia de derechos de intercambio de la propiedad prácticamente ilimitados. Cuando se satisfacen estas condiciones, los distintos deseos de utilización de los recursos que se hallan en competencia fijan precios monetarios que indican el valor de cada recurso en su uso actual. Aquellos que creen que unos recursos concretos estarían empleados de forma más valiosa (más eficiente) en cualquier otro uso pueden subir el precio y apartarlos así de sus actuales usuarios.En los años treinta, por ejemplo, un pequeño grupo de gente que valoraba altamente los halcones compró una montaña en Pennsylvania, y así ésta pasó de ser una zona de caza del halcón a una especie de santuario para los halcones. Hoy en día, las leyes protegen a los halcones y a otros depredadores, pero en los años treinta los halcones se hallaban en peligro de desaparición porque se les perseguía por comerse las gallinas. Si la única opción disponible para aquellos que formaron la Asociación para la Montaña Santuario de Halcones en 1934 hubiera consistido en la presión a políticos y opinión pública para que cambiaran las leyes, hoy en día los halcones posiblemente habrían desaparecido de esa área.

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La asociación fue capaz de salvar a los halcones porque sus miembros demostraron, a través de sus ofertas monetarias, que un santuario-refugio era el uso más eficiente (es decir, el más valioso monetariamente) para la montaña.Quizás la importancia de la propiedad privada en la consecución de la eficiencia económica puede ser vista más claramente mirando qué pasa cuando tratamos de trabajar juntos sin un sistema efectivo para asignar valores monetarios a los recursos. Tomemos el ejemplo del tráfico automovilístico urbano. ¿Cómo podemos llegar a un juicio acerca de la eficiencia o ineficiencia del sistema de ordenación del tráfico cuando tenemos que comparar la conveniencia para una persona con el retraso para otra, el ahorro en el tiempo de desplazamiento al trabajo para alguien con el monóxido de carbono que otros tienen que inhalar, las intensas molestias para alguna persona con el placer que otros experimentan?Descubrir si Jack valora el aire limpio más que lo que Jill valora un trayecto rápido requiere un amplio conjunto de indicadores de valores interpersonales. El transporte urbano crea congestión y problemas de contaminación atmosférica en nuestra sociedad porque no hemos desarrollado un procedimiento funcional para ponderar y comparar las valoraciones positivas y negativas de las distintas personas.El elemento crucial que nos falta es la propiedad privada. Como muchos de los recursos clave que los viajeros urbanos usan no son de propiedad privada, los viajeros no están obligados a ofertar por su uso y pagar un precio que refleja su valor a los demás. Los usuarios no pagan precios monetarios por recursos tales como el aire urbano y las calles urbanas. Por lo tanto, tales bienes son utilizados como si fueran recursos libres (véase LA TRAGF:I)IA DE LOS COMUNES). Pero su uso impone Costes en todos aquellos que han sido privados de su uso. En ausencia de precios monetarios para recursos escasos tales como las calles y el aire, los habitantes de la ciudad «son conducidos por una mano invisible a promover un fin que no era parte de su intención», aplicando la famosa generalización de Adam Smith. En este caso, sin embargo, el fin no es el interés público sino un resultado que nadie desea.Los críticos de la eficiencia económica argumentan que es una guía muy pobre para la política pública porque ignora valores importantes que no son el dinero. Destacan, por ejemplo, que la viuda rica que aparta la leche escasa de la madre de un bebé desnutrido para limpiar sus diamantes estaría promoviendo la eficiencia económica. Este ejemplo es forzado, cuando menos porque la búsqueda de la eficiencia económica casi siempre hace que la leche sea disponible tanto para el bebé como para la viuda. Muchos economistas estarán de acuerdo en que ejemplos tan dramáticos pueden recordarnos que la eficiencia económica no es el bien más importante en la vida, pero esto no significa que haya que descartar el concepto.Las intuiciones morales que nos permiten arbitrar fácilmente entre el hambre del niño y la vanidad de la mujer no pueden resolver los innumerables problemas que surgen cada día cuando millones de personas intentan cooperar en el uso de medios escasos con varios usos posibles para alcanzar distintos fines. Es más, la extraordinaria proeza de la cooperación social que, de hecho, hace que la leche entera sea disponible para los niños hambrientos muy alejados de cualquier vaca, sería imposible en ausencia de valores monetarios que expresan y promueven la eficiencia económica. La utilidad social de unos derechos de propiedad bien definidos, el intercambio libre, y el sistema de precios monetarios relativos que emergen de estas condiciones ha sido, quizás, demostrado de la forma más convincente por el fracaso estrepitoso en el siglo veinte de aquellas sociedades que intentaron funcionar sin ellos.

DERECHOS DE PROPIEDAD

ARMEN A ALCHIANUno de los requisitos más fundamentales de un sistema económico capitalista -y uno de los conceptos más mal entendidos- es un sistema fuerte de derechos de propiedad. Durante décadas, los críticos

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sociales de los Estados Unidos y de todo el mundo occidental se han quejado de que los derechos de «propiedad» tienen a menudo preferencia sobre los derechos «humanos», con el resultado de que la gente es tratada con desigualdad y no tienen las mismas oportunidades. Las desigualdades existen en cualquier sociedad. Pero el supuesto conflicto entre derechos de propiedad y derechos humanos es un espejismo: los derechos de propiedad son derechos humanos.La definición, adjudicación y protección de los derechos de propiedad es uno de los temas más complejos y difíciles que cualquier sociedad tenga que resolver, pero es uno que debe resolverse de alguna forma. En su mayor parte los críticos sociales de los derechos de «propiedad» no desean abolir estos derechos.Más bien desean transferirlos de la propiedad privada a la propiedad del gobierno. Algunas transferencias a la propiedad pública lo al control, que es similar) vuelven una economía más efectiva. Otras la vuelven menos efectiva. El peor resultado se produce con mucho cuando los derechos de propiedad son abolidos realmente (véase LA TRAGEDIA DE Los COMUNES).Un derecho de propiedad es la autoridad exclusiva de determinar cómo se usa un recurso, ya sea este recurso propiedad del gobierno o de un individuo o individuos. La sociedad aprueba los usos seleccionados por el poseedor del derecho de propiedad con la fuerza gubernamental administrada y con el ostracismo social. Si el recurso es propiedad del gobierno, el agente que determina su uso tiene que actuar bajo un conjunto de reglas determinadas, en los Estados Unidos, por el Congreso o por las agencias ejecutivas a las que ha encargado este papel.Los derechos de propiedad privada tienen otros dos atributos además de determinar el uso de un recurso. Uno es el derecho exclusivo a los servicios del recurso. Así, por ejemplo, el propietario de un apartamento con derechos de propiedad completos tiene el derecho a determinar si alquilarlo o no y si lo hace, a qué inquilino alquilárselo; si vivir él mismo en él; o si usarlo para cualquier otro fin pacifico. Es decir, el derecho a determinar su uso. Si el propietario alquila el apartamento, tiene también derecho a todos los rendimientos del alquiler de la propiedad. Es decir, el derecho a los servicios del recurso (la renta).Finalmente, los derechos de una propiedad privada incluyen el derecho a delegar, alquilar o vender cualquier porción de los derechos por intercambio o donación a cualquier precio que el propietario determine (siempre que alguien esté dispuesto a pagar ese precio). Si yo no puedo comprarle a usted algunos derechos y en consecuencia usted no tiene permitido venderme esos derechos, los derechos de propiedad privada son reducidos. Así, los tres elementos básicos de la propiedad privada son : 1) exclusividad de los derechos de elección del uso de un recurso, (2) exclusividad de los derechos de los servicios de un recurso, y (3) derecho de intercambiar el recurso bajo unos términos mutuamente aceptables.El Tribunal Supremo de los Estados Unidos ha vacilado acerca de este tercer aspectode los derechos de propiedad. Pero, no importa qué palabras utilice la justicia para racionalizar recientes decisiones, el hecho es que limitaciones tales como controles de precios y restricciones al derecho de vender a términos mutuamente aceptables son reducciones de los derechos de propiedad privada.Muchos economistas (yo entre ellos) creen que la mayor parte de tales restricciones sobre los derechos de propiedad van en detrimento de la sociedad. He aquí algunas algunas razones del porqué.Bajo un sistema de propiedad privada, los valores de mercado de una propiedad reflejan las preferencias y las demandas del resto de la sociedad. No importa quién sea el propietario, el uso del recurso se ve influenciado por lo que el resto del público piensa que es su uso más valioso. La razón es que un propietario que elige algún otro uso debe desechar ese uso más valorado, y el precio que los otros le pagarán por el recurso o por su uso. Esto crea una interesante paradoja: aunque la propiedad recibe el nombre de «privada», las decisiones privadas se basan en una evaluación pública, o social.

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La finalidad fundamental de los derechos de propiedad, y su logro fundamental, es que eliminan la competencia destructiva por el control de los recursos económicos. Los derechos de propiedad bien definidos y bien protegidos reemplazan la competencia a través de la violencia por la competencia a través de métodos pacíficos.

La extensión y el grado de los derechos de propiedad privada afectan fundamentalmente al modo en que la gente compite por el control de los recursos. Con unos derechos de propiedad privada más completos, los valores de intercambio del mercado se vuelven más influyentes. El status personal y los atributos personales de la gente que compite por un recurso importan menos debido a que su influencia puede eliminarse ajustando el precio.En otras palabras, unos derechos de propiedad más completos hacen la discriminación más costosa. Considere el caso de una mujer negra que desea alquilar un apartamento a un casero blanco. Tendrá más facilidades de hacerlo cuando el casero tenga el derecho de establecer la renta a cualquier nivel que desee.Aunque el casero tal vez prefiriera a un inquilino blanco, la mujer negra puede eliminar esta desventaja ofreciendo un alquiler más alto. Un casero que acepte a un inquilino blanco por un alquiler más bajo pagará por discriminar.Pero si el gobierno impone controles sobre los alquileres que mantienen la renta por debajo del nivel de mercado libre, el precio que paga el casero por discriminar se reduce posiblemente a cero. El control de la renta no reduce mágicamente la demanda de apartamentos. En vez de ello, reduce toda habilidad del inquilino potencial de competir ofreciendo más dinero. El casero, ahora incapaz de recibir todo el precio que se le puede ofrecer, discriminará en favor de los inquilinos cuyas características personales -como edad, sexo, etnia y religión- favorezca. Ahora la mujer negra que busca un apartamento no puede eliminar la desventaja del color de su piel ofreciendo pagar un alquiler más alto.La competencia por los apartamentos no queda eliminada por el control de los alquileres. Lo que cambia es la «acuñación» de la competencia. La restricción de los derechos de propiedad privada reduce la competencia basada en los intercambios monetarios para bienes y servicios e incrementa la competencia basada en las características personales.Más generalmente, la debilitación de los derechos de propiedad privada incrementan el papel de las características personales induciendo a los vendedores a discriminar entre compradores en competencia y a los compradores a discriminar entre los vendedores.Los dos extremos en los derechos de propiedad privada debilitados son el socialismo y los recursos de «propiedad común». Bajo el socialismo, los agentes del gobierno -asignados por el propio gobierno- ejercen el control sobre los recursos. Los derechos de estos agentes de tomar decisiones acerca de la propiedad que controlan se hallan altamente restringidos. La gente que piensa que puede emplear los recursos para usos más valiosos no puede hacerlo adquiriendo los derechos porque los derechos no están a la venta a ningún precio. Puesto que los gestores socialistas no ganan cuando el valor de los recursos que gestionan se incrementa, y no pierden cuando el valor disminuye, tienen pocos incentivos para efectuar cambios en los valores revelados por el mercado. En consecuencia, el uso de los recursos se halla más influenciado por las características y los rasgos personales de los agentes que los controlan. Consideremos, en este caso, el gestor socialista de una granja colectiva. Trabajando todas las noches durante una semana, podría ganar un millón de rublos de beneficios adicionales disponiendo el transporte del trigo de la granja hasta Moscú antes de que se pudra. Pero si ni el gestor ni aquellos que trabajan en la granja tienen derecho a siquiera una parte de este beneficio adicional, lo más probable es que se vaya cada noche a casa temprano y deje que la cosecha se pudra, cosa que no haría el gestor de una granja capitalista.De un modo similar, la propiedad común de los recursos -ya sea en lo que era antiguamente la Unión Soviética o en los Estados Unidos- no proporciona a nadie un fuerte incentivo para conservar los

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recursos. Una pesquería que no pertenece a nadie, por ejemplo, se verá afectada por un exceso de pesca. La razón es que un pescador que normalmente devuelve al agua los peces pequeños para aguardar a que crezcan es poco probable que obtenga ningún beneficio de esa espera. Si no lo hace él, algún otro pescador pescará el pez. Lo mismo es cierto para otros recursos comunes, ya sean manadas de búfalos, petróleo en el subsuelo o aire limpio. Todo será usado en exceso.De hecho, una de las razones principales para el espectacular fracaso de las recientesreformas económicas en la Unión Sovíética es que los recursos pasaron de tacto de la propiedad del gobierno a una propiedad común. ¿Cómo? Convirtiendo de facto las rentas del gobierno soviético en un recurso común. El economista de Harvard Jeffrey Sachs, que actuó como consejero del gobierno soviético, ha señalado que cuando los gestores soviéticos de las empresas socialistas recibieron permiso para abrir sus propios negocios pero siguieron actuando como gestores de los negocios del gobierno, sorbieron los beneficios de los negocios del gobierno a sus compañías privadas.Miles de gestores haciendo esto causaron un tremendo déficit presupuestario al gobierno soviético. En este caso, el recurso que ningún gestor tenía incentivos para conservar eran las rentas del gobierno soviético. De un modo similar, las plusvalías impropiamente adjudicadas para los seguros de depósitos en los Estados Unidos proporcionan a los bancos y sociedades de ahorro y crédito un incentivo para conceder créditos excesivamente arriesgados y para tratar los fondos del seguro de depósitos como un recurso «común». Los derechos de propiedad privada de un recurso no necesitan pertenecer a una sola persona. Pueden ser compartidos, con cada persona compartiendo una fracción especificada del valor de mercado, mientras que las decisiones acerca de sus usos son tomadas mediante cualquier proceso que el grupo considere deseable. Uno de los principales ejemplos de estos derechos de propiedad compartidos son las sociedades. En una sociedad de responsabilidad limitada, las acciones están especificadas y los derechos a decidir cómo usar los recursos de la compañía son delegados a su dirección. Cada accionista posee el derecho no restringido de vender su participación. La responsabilidad limitada aísla la participación de cada accionista de las responsabilidades de los demás accionistas, y así facilita la venta y la compra anónimas de las acciones.En otros tipos de empresas, especialmente donde la participación de cada miembro dependerá únicamente del comportamiento de cada uno de los demás miembros, los derechos de propiedad en los esfuerzos del grupo son vendibles únicamente si los miembros existentes aprueban al comprador. Esto es típico de las llamadas a menudo joint ventures, «mutuas» y consorcios.Aunque los derechos de propiedad más completos son preferibles a los derechos menos completos, cualquier sistema de derechos de propiedad entraña una considerable complejidad y muchos temas que resultan difíciles de resolver. Si yo manejo una fábrica que emite humos, malos olores o ácidos atmosféricos sobre las tierras de usted, ¿estoy usando sus tierras sin su permiso? Esto resulta difícil de responder.El coste de establecer derechos de propiedad privada -de modo que yo pueda pagarle a usted un precio mutuamente aceptable por polucionar su aire- puede resultar demasiado caro. El aire, las aguas subterráneas y las radiaciones electromagnéticas, por ejemplo, son caros de monitorear y controlar. En consecuencia, una persona no goza de derechos de propiedad privada exigibles con efectividad sobre la calidad y las condiciones de cierto volumen de aire. La incapacidad de monitorear a un coste efectivo y controlar los usos de sus recursos significa que los derechos de «su» propiedad sobre «su» tierra no son tan extensos y fuertes como lo son sobre algunos otros recursos, como muebles, zapatos o automóviles. Cuando los derechos de propiedad privada son imposibles o demasiado costosos de establecer y defender, se necesitan medios substitutos de control. La autoridad del gobierno, expresada por los agentes del gobierno, es uno de estos métodos más comunes. De ahí la creación de leyes medioambientales.Según las circunstancias, algunas acciones pueden ser consideradas invasiones de la intimidad, transgresiones o agravios. Si yo busco refugio y seguridad para mi barco en el muelle de usted durante

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una tormenta repentina y severa en un lago, ¿he invadido «sus» derechos de propiedad, o esos derechos no incluyen el derecho de impedir ese uso? Las complejidades y variedades de circunstancias hacen imposible una clara definición del conjunto de derechos de propiedad de una persona con respecto a los recursos.De un modo similar, el conjunto de recursos sobre los cuales pueden basarse los derechos de propiedad no están bien definidos. Ideas, melodías y procesos, por ejemplo, casi no cuestan nada de reproducir explícitamente (coste de producción cercano a cero) e implícitamente (no se excluyen otros usos). Como resultado de ello, típicamente no están protegidos como propiedad privada excepto para un término fijo de años bajo una patente o copyright.Los derechos de propiedad privada no son absolutos. La regla contra las «manos muertas» o la regla contra la perpetuidad son un ejemplo. No puedo especificar cómo serán usados los recursos de los que soy propietario en un futuro indefinidamente distante. Bajo nuestro sistema legal, sólo puedo especificar el uso durante un número limitado de años después de mi muerte o de la muerte de la gente que vive actualmente. No puedo aislar el uso de un recurso de la influencia de los valores de mercado de todas las generaciones futuras. La sociedad reconoce los precios de mercado como mediciones de la deseabilidad relativa del uso de los recursos. Sólo hasta el punto de que son vendibles estos derechos pueden revelarse plenamente esos valores.Acompañando y a la vez en conflicto con el deseo de asegurar los derechos de propiedad privada para uno mismo está el deseo de adquirir más riqueza «tomando» de otros. Esto se consigue a través de la conquista militar y por la reasignación forzada de derechos a recursos (conocida también como robar). Pero esta coerción es antitética a -antes que característica de- un sistema de derechos de propiedad privada. Una reasignación forzada significa que los derechos existentes no han sido adecuadamente protegidos.Los derechos de propiedad privada no entran en conflicto con los derechos humanos. Son derechos humanos. Los derechos de propiedad privada son los derechos de los seres humanos de usar bienes específicos y de intercambiarlos. Cualquier limitación sobre los derechos de propiedad privada hace oscilar el equilibrio del poder de los atributos impersonales hacia los atributos personales y hacia el comportamiento que aprueban las autoridades políticas. Esto es una razón fundamental para la preferencia de un sistema de fuertes derechos de propiedad privada: los derechos de propiedad privada protegen la libertad individual.Armen A. Alchian

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