efectividad tecnológica, económica y social

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EFECTIVIDAD TECNOLÓGICA, ECONÓMICA Y SOCIAL DE LAS INVERSIONES PÚBLICAS EN I+D+i. El valor de la innovación de abajo-arriba (Bottom up Innovation) Julio Lorca, Ignacio del Arco. Septiembre de 2010 INTRODUCCIÓN Crece de forma acelerada el consenso sobre el hecho de que la investigación, el desarrollo tecnológico y la innovación serán los pilares que sustenten una nueva forma de economía que permita afrontar el futuro de una manera más equilibrada, solidaria, sostenible y socialmente más justa. La ciencia y la tecnología han alcanzado cotas inimaginables, especialmente en los últimos cincuenta años, generando una cadena de avances en todos los campos; siendo destacables aquellos relacionados con las TIC, las ciencias de la vida o las nuevas energías. No obstante, comienzan a insinuarse signos de agotamiento en las formas tradicionales de hacer las cosas, excesivamente centradas en el crecimiento material a toda costa. En el modelo postindustrial heredado, la espiral consumista asociada ha primado la producción y la venta de bienes sobre su utilidad, teniendo como consecuencia desequilibrios larvados que se van haciendo cada vez más evidentes e insostenibles; en especial aquellos relacionados con el medioambiente o el injusto reparto global de la renta. En la medida en que las nuevas redes de conocimiento vayan facilitando la toma de conciencia sobre esta realidad a nivel global, y una vez que la expresión demográfica vaticinada quede materializada, crecerá la presión ciudadana por romper la inercia descrita, abriendo la puerta a una nueva manera de hacer las cosas: El dominio económico estará determinado por la mayor o menor capacidad de generar valor y utilidad, por cada unidad de recurso entregado, una vez descontado el impacto negativo que se le pudiera asociar. En este nuevo contexto, para seguir avanzando y poder alcanzar ese nuevo mundo al que parecemos destinados, los investigadores de cualquier disciplina deberán seguir desarrollando sus complejos y costosos proyectos, y las empresas tendrán que aumentar su inversión en adquirir el conocimiento resultante para transformarlo en ese nuevo valor de mercado basado cada vez más en la utilidad. Hoy, en cualquier país avanzado, los gobiernos intentan catalizar el proceso descrito orientando sus ayudas hacia aquellos sectores que consideran estratégicos y que en su defecto podrían quedar relegados bajo la excluyente batuta del mercado; pero no olvidemos, que sólo la orientación acertada y la dimensión de la inversión privada será la que finalmente decante el desempeño en uno u otro sentido.

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Análisis sobre el impacto de la innovación y propuestas de mejora en el funcionamiento, financiación y apoyo a las actividades de I+D+i

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EFECTIVIDAD TECNOLÓGICA, ECONÓMICA Y SOCIAL DE LAS INVERSIONES PÚBLICAS EN I+D+i.

El valor de la innovación de abajo-arriba (Bottom up Innovation)

Julio Lorca, Ignacio del Arco. Septiembre de 2010

INTRODUCCIÓN

Crece de forma acelerada el consenso sobre el hecho de que la investigación, el desarrollo tecnológico y la innovación serán los pilares que sustenten una nueva forma de economía que permita afrontar el futuro de una manera más equilibrada, solidaria, sostenible y socialmente más justa.

La ciencia y la tecnología han alcanzado cotas inimaginables, especialmente en los últimos cincuenta años, generando una cadena de avances en todos los campos; siendo destacables aquellos relacionados con las TIC, las ciencias de la vida o las nuevas energías.

No obstante, comienzan a insinuarse signos de agotamiento en las formas tradicionales de hacer las cosas, excesivamente centradas en el crecimiento material a toda costa. En el modelo postindustrial heredado, la espiral consumista asociada ha primado la producción y la venta de bienes sobre su utilidad, teniendo como consecuencia desequilibrios larvados que se van haciendo cada vez más evidentes e insostenibles; en especial aquellos relacionados con el medioambiente o el injusto reparto global de la renta. En la medida en que las nuevas redes de conocimiento vayan facilitando la toma de conciencia sobre esta realidad a nivel global, y una vez que la expresión demográfica vaticinada quede materializada, crecerá la presión ciudadana por romper la inercia descrita, abriendo la puerta a una nueva manera de hacer las cosas: El dominio económico estará determinado por la mayor o menor capacidad de generar valor y utilidad, por cada unidad de recurso entregado, una vez descontado el impacto negativo que se le pudiera asociar. En este nuevo contexto, para seguir avanzando y poder alcanzar ese nuevo mundo al que parecemos destinados, los investigadores de cualquier disciplina deberán seguir desarrollando sus complejos y costosos proyectos, y las empresas tendrán que aumentar su inversión en adquirir el conocimiento resultante para transformarlo en ese nuevo valor de mercado basado cada vez más en la utilidad. Hoy, en cualquier país avanzado, los gobiernos intentan catalizar el proceso descrito orientando sus ayudas hacia aquellos sectores que consideran estratégicos y que en su defecto podrían quedar relegados bajo la excluyente batuta del mercado; pero no olvidemos, que sólo la orientación acertada y la dimensión de la inversión privada será la que finalmente decante el desempeño en uno u otro sentido.

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¿Estamos preparados para este cambio?

A través de las diferentes políticas y planes de impulso público, se distribuyen hoy cantidades importantes de recursos entre los diferente subsistemas de I+D+i, buscando el adecuado equilibrio entre la búsqueda de nuevo conocimiento, y el desarrollo económico-empresarial. Se acepta como indispensable la potencia de la investigación básica, como escrutador permanente en las fronteras del saber, pero se apuesta por minimizar el coste de oportunidad de los recursos destinados a la última parte de la ecuación: D+i. Se debería exigir el mayor esfuerzo posible para garantizar el retorno de lo invertido, no sólo en lo económico, sino también en lo social: Es lo que llamamos efectividad tecnológica y social de la innovación 1.

Ya no será suficiente con apelar a la creatividad. De forma global, solo una de cada tres mil ideas que se introducen en los procesos de I+D+i acaban generando algún tipo de valor económico o social2. Tampoco la generación de nuevas patentes e inventos es suficiente si luego no se usan. De cada cuatro euros invertidos, solamente uno genera algún tipo de retorno. Estos resultados son inaceptables, sobre todo cuando la inversión procede mayoritariamente de fondos públicos, como ocurre en nuestro país.

La innovación, es decir, la puesta en valor empresarial y social del conocimiento, será la única vía para afrontar los grandes retos que se avecinan, especialmente ante una demografía dominada por la longevidad, y la única manera de crear un modelo alternativo y sostenible, donde el crecimiento no se sustente en la especulación, el desequilibrio o la pobreza de terceros, y que a la vez afronte los grandes retos del futuro: el cambio climático, la escasez de recursos naturales, el crecimiento de patologías como el Alzheimer o la necesidad de proporcionar seguridad a los ciudadanos en su hogar, sus ciudades o en sus desplazamientos.

A pesar del esfuerzo de los gobiernos y de muchas empresas responsables por innovar, los grandes males de la humanidad y las pequeñas miserias cotidianas, siguen sin tener una respuesta adecuada. Es necesario realizar una profunda revisión de los mecanismos que rigen la toma de decisiones y miden los desempeños en este campo.

Si esto es así, será imprescindible establecer un proceso que garantice que los agentes del ecosistema de innovación maximizan el retorno de sus inversiones, en especial cuando se trate de fondos públicos. Pero no olvidemos, que la competitividad empresarial estará también ligada a esta nueva búsqueda de utilidad diferencial. ¿Pero, es posible aumentar la efectividad de la innovación en España? 1

Tribuna Diario de Sevilla. “Innovación efectiva y sostenible”. http://www.diariodesevilla.es/article/opinion/727912/innovacion/efectiva/y/sostenible.html. Ultimo acceso, Sep. 2010. 2 Stevens, G.A. and Burley, J., “3,000 Raw Ideas = 1 Commercial Success!”, (May/June 1997) Research Technology Management, Vol. 40, #3, pp. 16-27.

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IMPACTO DE LA INNOVACIÓN EN ESPAÑA.

En la bibliografía actual se pueden encontrar múltiples formas de analizar el impacto de la innovación y sus resultados desde la perspectiva empresarial o desde la evaluación de las políticas públicas en su dimensión regional, Europea o Internacional.

Para España, el análisis detallado de múltiples fuentes refleja un caso bastante particular y acentuado de la llamada “paradoja europea”3.

A efectos de contextualizar la situación y siguiendo como referencia los datos del “European Innovation Scoreboard 2009”4, España se considera un “innovador moderado” y con “crecimiento lento” dentro del grupo de países formado por la República Checa, Grecia, Hungría, Italia, Lituania, Malta, Polonia, Portugal y Eslovaquia; todos ellos con un rendimiento de la innovación por debajo de la media de la UE27.

De forma bastante sintética, se evidencia el bajo nivel de impacto de la innovación en España y el amplio margen de mejora en los diferentes indicadores que se emplean para confeccionar el índice resumen.

3 Se dispone de un enorme potencial desde el punto de vista de producción científico-tecnológico básico, de alta calidad y que cuenta con importantes redes de profesionales, especialistas y técnicos con acceso a buenas infraestructuras y equipamiento de vanguardia; pero que sin embargo, no terminan conectando y sintonizando con el tejido productivo y empresarial debilitando el impacto socioeconómico posible. 4 PRO INNO EUROPE Paper nº 15: “European Innovation Scoreboard 2009”, European Commision, Enterprise and Industry, 2010 (http://www.proinno-europe.eu/publications).

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Esta realidad determina la imperiosa necesidad de buscar nuevas fórmulas que permitan superar las limitaciones y carencias de los actuales sistemas, infraestructuras y redes de desarrollo e investigación, para potenciar el impacto real de la innovación en el progreso socioeconómico de las regiones. Para una visión más detallada, el anterior informe puede ser complementado con los resultados para España del “Regional Innovation Scoreboard 2009”5, como vemos en la siguiente tabla:

Las regiones europeas presentan una considerable diversidad en el rendimiento de sus inversiones en innovación, siendo España uno de los países con un perfil interregional más heterogéneo, -junto a Italia y la República Checa- con índices que varían desde bajo hasta medio-alto.

Las regiones más innovadoras se encuentran de forma típica en los países “líderes en innovación”. Sin embargo, en España hay regiones que sobrepasan sustancialmente la posición global del Estado. Este es el caso del País Vasco, la Comunidad Foral de Navarra, la Comunidad de Madrid y la Catalana.

Todas las regiones tienen diferentes fortalezas y debilidades que condicionan el desempeño en innovación. De forma general, los “innovadores lentos” tienen una debilidad relativa en los llamados “facilitadores de la innovación”, donde destacan los recursos humanos implicados.

El desempeño regional aparece relativamente estable desde el año 2004, con un patrón en el que se han registrado muy pocos cambios de distribución en los grupos de la clasificación. En España, sólo han tenido una evolución destacable durante este período en Cataluña, Comunidad Valenciana, Islas Baleares y Ceuta.

Resultados para España del Regional Innovation Scoreboard 2009

En la siguiente figura se representa la posición de cada una de las regiones dentro de los grupos del RIS 2009

5 PRO INNO EUROPE Paper nº14: “Regional Innovation Scoreboard 2009 and Methodology Report”, European Commision, Enterprise and Industry, 2010. (http://www.proinno-europe.eu/publications).

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Dada la gran importancia de los resultados de la innovación para el futuro, la débil posición relativa de España, el enorme esfuerzo en recursos públicos que se dedican y la deficiente efectividad constatada, existe un creciente interés por refinar los modelos de medición del impacto de la misma, consensuando nuevos indicadores que reflejen el valor real de retorno -económico y social- de las inversiones, y que alcanza el rango de exigencia ética, cuando hablamos de fondos públicos, más aún en un contexto de crisis económica como el actual. Los encomiables esfuerzos desplegados a través de la actual Estrategia Estatal de Innovación E2I, que “pretende situar la innovación en el lugar que nos corresponde en función de la capacidad científica y económica”, deberían incorporar ciertos elementos prácticos no bien resueltos. Todos estamos obligados a hacer más con mucho menos, y decidir mejor a qué se destina cada euro.

Sin pretender hacer un análisis detallado de los factores que justifican el bajo rendimiento de la innovación en España y lejos de establecer una crítica sobre los modelos de gestión y financiación de la I+D+i actuales; se asumen las líneas maestras definidas en la estrategia nacional, deseando contribuir al debate sobre posibles aportaciones prácticas que nacen de la dilatada experiencia de campo de los redactores.

INNOVACIÓN, ECONOMÍA Y SOCIEDAD

La conexión entre innovación y desempeño económico ha sido investigada con detalle en diferentes partes del mundo y bajo diferentes intereses y perspectivas. En Europa, los patrones de actividad innovadora, sus resultados y rendimientos en los diferentes sectores industriales fueron recientemente examinadas en el documento temático “Innovation performances in Europe: a long term perspective” 6, que se basa en los datos de tres oleadas de la Encuesta de Innovación de la Comunidad Europea, permitiendo comprobar la evolución en las trayectorias de desarrollo tecnológico de los principales países de EU27, y analizando toda la información referida, tanto a los sectores industriales como a los propios países en su conjunto y distinguiendo específicamente entre dos grandes estrategias de innovación:

- una hacia la búsqueda de competitividad tecnológica a través de la generación de conocimiento, la innovación en productos y la expansión a nuevos mercados;

- y otra orientada a la competitividad en costes, a través de la reestructuración e innovación en procesos o de inversiones que ahorren en personal y aumenten la flexibilidad.

6 Boglicino, F and Pianta M, “Innovation performance in Europe: a long term perspective” 2009 (http://www.proinno-europe.eu/page/thematic-papers-2)

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Estas estrategias pueden coexistir en empresas y organizaciones, aunque se ha identificado la prevalencia de una de ellas para sectores particulares de la industria. Los resultados de este trabajo, muestran que las similitudes entre países y a lo largo del tiempo tienden a ser más fuertes en las variables relacionadas con la competitividad tecnológica (por ejemplo esfuerzo en I+D o innovaciones en producto) y son relativamente más débiles en las variables que reflejan la competitividad en costes (como el gasto en nueva maquinaria y las innovaciones en proceso); como resultado de los patrones de especialización, factores cíclicos, etc.

Pero en estas estrategias solo se tiene en cuenta una parte del rendimiento de la innovación: su efecto económico desde la perspectiva de la empresa. Sin pretender obviar la complejidad de la economía, el problema que nos afecta se dirime en el desequilibrio entre oferta y demanda. De forma muy simple, la oferta pretende satisfacer las necesidades o problemas subyacentes a la demanda, recibiendo una compensación a cambio. Desde esta visión clásica, la economía trata sobre el incentivo. Se supone que el consumidor busca maximizar la “utilidad” de la solución, mientras que las empresas maximizan el “beneficio” que se obtiene al proporcionarla. La descripción detallada de ese incentivo, de lo que cada una de las partes pretende maximizar en la relación, proporciona una forma de clasificar el comportamiento de las empresas y los consumidores, y define las reglas del juego para un determinado mercado o sector. En el fondo describe sus motivaciones. Y justo ahí está la clave de muchos fracasos. El actual despotismo tecnológico, mediante el que los fabricantes pretenden saber lo que es mejor para el comprador sin que estos hayan participado en la definición de sus prioridades, está generando una brecha entre oferta y demanda con importantes consecuencias: los problemas reales no se abordan, si no son aparentemente rentables o no se entienden con claridad aunque pudieran serlo; así se prefiere fabricar cosas preconcebidas que más tarde se intentan hacer atractivas mediante técnicas de marketing, sin importar mucho su utilidad real. Pero resulta que esta forma de actuar, en un mundo cada vez más transparente y permeable, está provocando en muchos una pérdida de competitividad ante una ciudadanía cada vez más informada que busca maximizar la utilidad y la experiencia de uso y con acceso a un mercado global a un solo clic. Muchos no entienden que el gran paso a dar sería complementar la innovación tecnológica de arriba-abajo (top down), con otra de abajo-arriba (bottom-up) en la que entraría en juego la vertiente más emocional de los ciudadanos; es decir, por una innovación liderada por los intereses últimos de las personas.

Así, el entendimiento de las motivaciones personales y sociales está en la base del pujante movimiento de innovación social; que comienza a ejercer como factor clave para la sostenibilidad a largo plazo en este nuevo siglo. En la antigua economía el principal incentivo es el precio, y la mayor parte de los modelos no tienen en

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cuenta adecuadamente otro tipo de motivaciones, subestimando el enorme potencial que vendrá de añadir de forma sistemática al pensamiento económico los distintos incentivos que mueven a las personas a diario en sus decisiones de compra.

Invitado por el I2BC, disertaba hace unos meses en Málaga el Premio Nobel de Economía, profesor George Akerlof, sobre “Identity Economics” 7, donde establece de forma muy elegante una concepción mucho más rica del individuo y de su capacidad de toma de decisiones en un determinado marco social. El hecho de incorporar a los clásicos modelos económicos las normas e ideales de las personas, y por tanto sus motivaciones sociales (lo que desde un punto de vista sociológico configura la identidad), ayudará a construir modelos de negocio más sólidos. A los científicos de otras disciplinas no económicas les será también útil conectar estos nuevos modelos económicos con su propio trabajo. Y a los analistas políticos y estrategas del mercado les permitirá predecir con mayor precisión las consecuencias de las políticas públicas o de las prácticas de negocio, respectivamente. También el “cliente o usuario” ganará al ver correspondida su “intrínseca” demanda, a través de soluciones que incorporen su propia identidad y la de su entorno social, y por tanto integren también sus normas, ideales y motivaciones últimas.

Muchos pensarán que nos es novedoso saber que los factores del lado de la demanda tienen una influencia decisiva sobre los resultados económicos y el rendimiento de la innovación. Todas las empresas saben lo importante que es conocer perfectamente las dinámicas de sus mercados y la evolución de sus clientes (reales o potenciales) dentro de ellos. Por eso la llamada “orientación al cliente” ha sido la estrategia predominante en el mundo de los negocios durante las últimas décadas y las empresas disponen de un amplio arsenal de técnicas y mecanismos para determinar y describir a sus clientes, identificar sus gustos y preferencias, segmentarlos, etc.; así como mantener una vigilancia permanente sobre lo que hacen los competidores al respecto.

Tampoco es nuevo para el mundo del desarrollo y la innovación. Existen diferentes corrientes que destacan el papel central de los “usuarios” en el proceso de innovación, y por tanto la necesidad de potenciar su participación activa a través de los ciclos iterativos de todo el desarrollo innovador. De hecho, estos modelos de “involucrar usuarios”, que tienen decenas de años de existencia (user driven innovation) vuelven a estar de moda a través de la proliferación de living labs por toda Europa, hoy agrupados en la llamada red ENOLL. Sin embargo, estos modelos liderados especialmente por la industria, están siendo complementados por otros de abajo-arriba (bottom-up

7 Akerlof GA, Kranton R. Identity Economics. How our identities shape our work, wages, and well-being. Princeton University Press 2010. (presentado a finales de 2009 en Málaga, en la II Conferencia de Espacios Sociales de Innovación, www.espaciossociales.es)

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innovation) más vinculados a las nuevas redes sociales ciudadanas. Este es el caso del movimiento llamados de Espacios Sociales de Innovación que fue promovido por TRAGSA, la Plataforma Tecnológica eVIA e I2BC. No hablamos ya sólo de que la orientación de la innovación empresarial deba ser responsable socialmente, sino de que la implicación de los ciudadanos en los procesos de innovación de las empresa, puede mejorar la competitividad de éstas al vincular los nuevos diseños con las motivaciones últimas de las personas. Hablamos, por ejemplo, del diseño participativo o del diseño emocional, que intentan reducir el “gap” entre lo que se fabrica y lo que se necesita y se desea. En cualquier caso, lo que sí está claro es que las organizaciones que promueven la participación de usuarios pueden clasificarse como “super-innovadoras”. A diferencia de su competencia, tienen muchas más probabilidades de acertar cuando introducen nuevos productos, procesos o servicios; sin contar con la mayor proporción de innovadores solicitantes de patentes, que dentro y fuera de la empresa se sienten atraídos 8, representando una forma de retención del talento.

PROPUESTAS PARA INCREMENTAR EL RETORNO ECONÓMICO Y SOCIAL DE LAS INVERSIONES EN I+D+I

Como decíamos, la I+D+i ha sido una apuesta clara de la UE durante la última década. Pero la prioridad ha estado antes en invertir en la generación de nuevo conocimiento que en utilizar el ya existente de forma más efectiva y desplegar todo el potencial acumulado en beneficio de la sociedad.

Muchas voces son conscientes del problema. En el informe “Reinvent Europe Through Innovation” 9 se insiste en que las políticas actuales de innovación en Europa fracasan en:

1. Impulsar el potencial de las redes y de la innovación social

2. Ejecutar acciones a nivel de comunidad, orquestadas alrededor de los principales desafíos sociales

3. Invertir de forma ambiciosa y estratégica en el futuro

4. Abrir la innovación a la creatividad de un amplio abanico de personas e ideas

5. Anticipar las nuevas instituciones y procesos que deban conducir la innovación del futuro

8 Flowers S, Sinazic T and Patel P. “Prevalence of User Innovation in the EU: Analysis based on the Innobarometer Surveys of 2007 and 2009 (http://www.proinno-europe.eu/page/thematic-papers-2) 9 Vasconcelos D, Corini G, Lamser J, Iden R, Stenros A, Mckelvey M. Reinvent Europe Through Innovation. From a Knowlegde Society to an Innovation Society. Recommedations by a Business panel on the EU Innovation Policy, supported with an online debate at http://blogs.ec.europa.eu/innovationunlimited/, 2009.

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Como resultado, los grupos de trabajo concluyen con una serie de recomendaciones que se agrupan en cinco líneas de acción10:

! Ampliar el concepto de la innovación: desde los negocios hacia la innovación social

! Velocidad y sincronización: desde las burocracias fragmentadas hacia alianzas flexibles; desde una mejor regulación hacia una regulación pro-innovación

! Inversión en infraestructuras de futuro: desde los puentes hacia la banda ancha; desde el control hacia el acceso abierto

! Modelos de financiación innovadores: hacia nuevos actores y roles de la función pública; desde lo público “contra” lo privado hacia colaboraciones público-privadas

! Nuevos lugares para nuevos tipos de colaboración: desde procesos cerrados hacia el poder de las redes

Las propuestas consensuadas por este grupo de trabajo son de gran interés porque ofrecen una visión global de la innovación en su dimensión Europea, desde una perspectiva de negocio (los expertos son representantes de la industria) pero también del retorno social defendido en este documento.

EL CASO ESPAÑOL

A los elementos ya señalado (ausencia de enfoque hacia la innovación social y escaso rol de los ciudadanos en las diferentes fases del proceso de innovación, debemos unir determinados elementos operativos que impiden el giro necesario. De forma resumida, podemos expresar las debilidades detectadas en el abordaje de proyectos de I+D+i en nuestro país, como sigue:

- No existe una base de conocimiento compartido sobre los proyectos en curso, ni sobre los resultados de los ya concluidos. Es difícil de esta manera encontrar antecedentes sobre cualquier hipótesis de trabajo. Esto lleva a un permanente “reinvento de la rueda”, pues se hace lo mismo decenas de veces, aunque ya existan hasta prototipos de algo parecido que no se ha conseguido comercializar.

- En consecuencia, no hay una clara exigencia de “novedad” cuando se decide financiar un proyecto, pues los evaluadores carecen de herramientas que faciliten la comprobación de la misma. Se aprueban proyectos donde “el estado del arte” es un paquete de trabajo que forma parte de la financiación ya aprobada.

10 http://blogs.ec.europa.eu/innovationunlimited

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- Esta situación está agravada por la descoordinación entre las convocatorias y organismos de distintas administraciones territoriales con fines semejantes.

- Las evaluaciones y exigencias ‘a posteriori’ se centran en aspectos burocráticos y formales a los que se da más importancia que a los resultados alcanzados, que raramente son analizados; se llega incluso a sacrificar la maniobrabilidad del proyecto (ante entornos tecnológicos altamente cambiantes), aunque ello suponga mal uso de recursos (gastar para justificar).

- A pesar de que muchos proyectos deben acreditar su cercanía a mercado, pocas veces se solicita un análisis de negocio potencial (¿para qué necesidad?, ¿para quién?, ¿Quién pagará por ello?...)

- La carencia de reglamentación y soporte financiero adecuado para muchas estructuras de I+D+i, hace que muchos gastos de estructuras o puramente empresariales se “encubran” en exceso como gastos propios de los proyectos.

- El “time to market” de determinados proyectos es superior al tiempo máximo de financiación, por lo que superado éste, la iniciativa muere y se desaprovecha todo lo hecho, ante la ausencia de adecuadas alternativas de capital riesgo o de financiación bancaria tradicional.

- Las hipótesis de trabajo son orientadas por presunciones técnicas de la bondad de una tecnología, antes que del estudios rigurosos sobre que problema o necesidad podría subsanar. Técnicas como la investigación operativa, la vigilancia tecnológica, la prospectiva o la cienciometría son poco o nada utilizadas.

- No se tienen en cuenta el impacto potencial sobre los modelos públicos de atención de aquellos resultados que aún siendo exitosos empresarialmente, podrían ser catastróficos para la financiación pública, tras la presión que ejercería una demanda desbordante. Este tipo de proyectos deberían reservarse a la iniciativa privada.

- Se realizan “splits” de grupos de investigación con finalidad únicamente financiera.

Muchas de las alternativas a esta realidad, están sobre la mesa. Surgen tras muchas horas de dedicación profesional de diferentes especialistas en reuniones y encuentros, en foros nacionales e internacionales. Otros están ya contrastando sus hipótesis de trabajo con ciudadanos que comienzan a liderar la innovación; y ello independientemente de los diferentes roles asumidos en cada caso: empresario, político, científico, profesional o cualquier otro que exprese y aporte su identidad al proceso de innovación.

Las propuestas y líneas de debate, que entendemos deberían ser incorporadas son presentadas en la tabla final.

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CONCLUSIONES

La fórmula práctica para buscar la efectividad de las inversiones de I+d+i, pasaría por aproximaciones semejantes a las propuestas del I2BC denominada Innovación Liderada por las Personas (PLI), así como otras complementarias que garanticen la cualificación participativa de la potencial demanda: la aplicación de técnicas de diseño participativo y de co-creación en entornos reales. De esta manera, los nuevos productos y servicios que quieran garantizar su acercamiento a sus principios deberán orientarse al cumplimiento de recomendaciones como las definidas por los factores PLI: 1. Haber considerado el componente emocional humano en su diseño; 2. Los aspectos ergonómicos en su funcionamiento y utilidad; 3. Los componentes éticos asociados; 4. Los de seguridad, para sí y para terceros; 5. La sostenibilidad económica y medioambiental derivada; 6. La presencia de la voz del ciudadano en todo el proceso; y 7. La Neurousabilidad.

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ALGUNAS PROPUESTAS PARA EL CAMBIO

- Incluir de forma preferente, dentro de la Estrategia Estatal de Innovación, líneas de acción orientadas a obtener soluciones creativas para los problemas sociales más urgentes (por ejemplo desempleo o maltrato), o hacia modelos de convergencia tecnológica que ejerzan de tractores entre los diferentes sectores productivos; ya no sólo de forma sectorial descendente, sino de abajo a arriba o “bottom up”. Esto se podría probar incorporando en las convocatorias de proyectos un modelo de “llamadas a RETOS” que financien específicamente el abordaje de problemas de gran relevancia; por ejemplo: Eliminación de minas antipersonas.

- Extensión del Eje “Personas” de la Estrategia Estatal de Innovación hacia una visión más inclusiva que además de la potenciación del talento profesional, incorpore las actuales tendencias de participación activa de los ciudadanos en los procesos y proyectos de innovación; y desde el primer momento, y no sólo en los test finales de accesibilidad y usabilidad.

- Mejorar la coordinación entre las políticas nacionales y regionales de apoyo a la innovación, desarrollando motores de conocimiento que soporten un giro hacia la innovación abierta facilitando la creación de un auténtico mercado nacional de las ideas. Por ejemplo, todos los proyectos de I+D+i financiados con dinero público, desde cualquiera de las agencias e instituciones, estarían obligados a cumplimentar en cada momento su estado de desarrollo, y los resultados finales una vez concluido, en una especie de repositorio de casos. Esto facilitaría avanzar en líneas de trabajo sólo desde donde otros lo dejaron (no reinventar la rueda) o encontrar socios cercanos a cada campo concreto de interés, ya experimentados para presentaciones conjuntas de nuevos proyectos.

- Concentrar y racionalizar la aplicación de todos los recursos financieros que apoyen proyectos conceptualmente cercanos, exigiendo la explicitación final la plusvalía obtenida, bien directa o indirecta, como una forma de promover y medir la efectividad tecnológica y empresarial.

- Introducir nuevas métricas para evaluar la efectividad social de la innovación en cualquier proyecto financiado con fondos públicos.

- Potenciar modelos, estructuras y herramientas de apoyo a los procesos de innovación abierta y de activación de las dinámicas de intercambio y transferencia del conocimiento; extendiendo la masa crítica de agentes, la densidad de sus interacciones y su capacidad sinérgica de puesta en valor de las ideas.

- Promocionar la interacción transversal de redes y recursos de diferentes líneas sectoriales que permita aproximaciones de pensamiento lateral en el diseño de nuevos proyectos de innovación.

- Imbricar los conceptos de innovación tecnológica o empresarial con los de innovación social, más allá de la imprescindible responsabilidad social empresarial, promoviendo la incorporación de experiencias en entornos reales allí donde las personas viven, trabajan, son atendidas o se divierten.

- Nuevos modelos de alianzas público-privadas para fomentar el despliegue a gran escala de soluciones maduras y pilotos que hayan probado un impacto significativo en la generación de valor en un caso concreto, mediante aproximaciones de disonancia positiva.

- Acelerar las nuevas propuestas de compras pública como factor tractor de la I+D+i e incluir la innovación en los servicios públicos como un nuevo campo de trabajo emergente.

- Incorporar a las políticas de innovación educativa, y a cualquier otras forma de generación de talento, el enriquecimiento creativo de la diversidad: personas mayores, extranjeros, niños, discapacitados, artistas…; de forma que emerjan culturas y formas de trabajo cooperativo en equipos heterogéneos.

- Apostar por metodologías que ya hoy se aventuran por estos modelos de futuro, como la orientación de la triada CIPRES (Ciudadanía, Prospectiva y Especificaciones) para cualquier nuevo proyectos de Innovación, o fórmulas de trabajo que ayuden a alcanzar una mejor efectividad tecnológica, económica y social de las inversiones en I+D+i, como es el caso del referencial PLI o de Innovación Liderada por las Personas11

11 Referencial de Certificación de Soluciones basado en principios de Efectividad Tecnológica. I2BC. http://www.i2bc.es/inicio/pli/