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ESTUDIO EXEGÉTICO–HOMILÉTICO 121 – Mayo de 2010 Instituto Universitario ISEDET Autorización Provisoria Decreto PEN Nº 1340/2001 Es un servicio elaborado y distribuido por el Instituto Universitario ISEDET Buenos Aires, Argentina Este material puede citarse mencionando su origen Responsable: Juan José Barreda Toscano 23 de Mayo, Pentecostés (Rojo) Salmo 104:25-35; Hechos 2:1-21 ó Génesis 11:1-19; Romanos 8:14-17 ó Hechos 2:1-21; Juan 14:8-17 (25-27) En el texto que corresponde a este Domingo de Pentecostés nos encontramos con un acontecimiento fundacional de la iglesia cristiana: la venida del Espíritu Santo sobre los seguidores de Jesús. En el capítulo 1 se les pidió a los apóstoles que esperaran en Jerusalén la llegada de la promesa del Padre: el Espíritu Santo. Si bien es cierto que esperar en Jerusalén parece indicar solamente la intención que este acontecimiento suceda en aquella ciudad con tanta significación para la fe, ello también estaba en estrecha relación con lo que acaba de sucederle a Jesús. No hay que olvidarse que cuando Jesús fue tomado prisionero, los discípulos se ocultaron para no sufrir el mismo destino. Pedro lo siguió de lejos (Lc 22:54), pero luego negó a Jesús cuando lo vincularon con él. Quedarse en Jerusalén también era un riesgo para sus vidas. Esperar la promesa iba a demandar de los discípulos confiar y sobreponerse a los temores. Pero el texto no nos dice que "salieron", sino que permanecieron unidos en una casa. Mesura y valor – una difícil combinación. La fiesta de Pentecostés es una de las fiestas más importantes de Israel. Que el Espíritu Santo obrara de tal manera precisamente en esta fiesta tiene una gran significación. La fiesta conmemora la entrega de la Ley a Moisés en el Monte Sinaí, así como también el tiempo de la cosecha de las primicias. En ambos casos, se recuerda la provisión de Dios para la vida de Israel, tanto en la entrega de la Ley que los organizaría como pueblo de Dios, así como también la cosecha que refleja la provisión de Dios para la vida de su pueblo. Se celebraba a las 7 semanas después del segundo día 1

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Estudios Exegeticos Homileticos serie esencial para lideres de grupos

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Page 1: EEH121 b-23mayo2010

ESTUDIO EXEGÉTICO–HOMILÉTICO 121 – Mayo de 2010

Instituto Universitario ISEDET

Autorización Provisoria Decreto PEN Nº 1340/2001

Es un servicio elaborado y distribuido por el Instituto Universitario ISEDET

Buenos Aires, Argentina

Este material puede citarse mencionando su origen

Responsable: Juan José Barreda Toscano

23 de Mayo, Pentecostés (Rojo)

Salmo 104:25-35; Hechos 2:1-21 ó Génesis 11:1-19; Romanos 8:14-17 ó Hechos 2:1-21; Juan 14:8-17 (25-27)

En el texto que corresponde a este Domingo de Pentecostés nos encontramos con un acontecimiento fundacional de la iglesia cristiana: la venida del Espíritu Santo sobre los seguidores de Jesús. En el capítulo 1 se les pidió a los apóstoles que esperaran en Jerusalén la llegada de la promesa del Padre: el Espíritu Santo. Si bien es cierto que esperar en Jerusalén parece indicar solamente la intención que este acontecimiento suceda en aquella ciudad con tanta significación para la fe, ello también estaba en estrecha relación con lo que acaba de sucederle a Jesús. No hay que olvidarse que cuando Jesús fue tomado prisionero, los discípulos se ocultaron para no sufrir el mismo destino. Pedro lo siguió de lejos (Lc 22:54), pero luego negó a Jesús cuando lo vincularon con él. Quedarse en Jerusalén también era un riesgo para sus vidas. Esperar la promesa iba a demandar de los discípulos confiar y sobreponerse a los temores. Pero el texto no nos dice que "salieron", sino que permanecieron unidos en una casa. Mesura y valor – una difícil combinación.

La fiesta de Pentecostés es una de las fiestas más importantes de Israel. Que el Espíritu Santo obrara de tal manera precisamente en esta fiesta tiene una gran significación. La fiesta conmemora la entrega de la Ley a Moisés en el Monte Sinaí, así como también el tiempo de la cosecha de las primicias. En ambos casos, se recuerda la provisión de Dios para la vida de Israel, tanto en la entrega de la Ley que los organizaría como pueblo de Dios, así como también la cosecha que refleja la provisión de Dios para la vida de su pueblo. Se celebraba a las 7 semanas después del segundo día de conmemoración de la Pascua (de allí el nombre griego pentecostés = quincuagésimo (= 50 días), y su nombre hebreo: shavuot = semanas). Judíos piados y que estaban en condiciones para viajar peregrinaban a Jerusalén para adorar a Dios en esta fiesta, por lo que la ciudad estaba muy poblada en esos días.

Notas exegéticas

Vv. 1-4 Estaban todos juntos en el mismo lugar. Cuando se piensa en ciento veinte personas (cf. 1:15) se puede pensar que no se refería a los ciento veinte. Parecen ser muchos para estar en un solo lugar. Quizás se refiera a un grupo más pequeño en el que estaban los doce apóstoles, los hermanos y la madre de Jesús. La alusión a que estaban juntos responde también a la orden del Ángel a esperar en Jerusalén. Luego viene la descripción de un hecho portentoso que señala la venida del Espíritu Santo: un ruido fuerte, como de un "viento", invade el lugar; y lenguas como de fuego se posan sobre la cabeza de cada uno. Dos imágenes representan la venida del Espíritu Santo: el ruido de

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un violento "viento" (juego de la palabra griega pneûma y pnoê), y las lenguas de fuego sobre cada uno. Ambas imágenes señalan la presencia poderosa e incontrolable de Dios (“Repentinamente", v. 1). A la vez son señales de iluminación y purificación. Es de resaltarse que las lenguas como de fuego se posan en cada discípulo señalando la obra del Espíritu en todos y cada uno. A diferencia de los casos excepcionales del Antiguo Testamento (Num 11:29; 24:9; Jue 3:10; 1 Sam 10:6; Eze 2:2; etc.), en Hechos 2 se dice que todos recibieron el Espíritu, lo que señala la naturaleza de esta comunidad de seguidores de Jesús: una comunidad consagrada al servicio de Dios.

En el v. 4 se dice que el Espíritu les concedió hablar en otros idiomas. Con esta idea se entiende que ellos no hablaban previamente dichos idiomas, sino que el Espíritu obró en ellos para que lo hablasen. Por el contexto se ve que se tratan de idiomas o dialectos comprensibles para los oyentes provenientes de muchos lugares fuera de Israel, puesto que los identifican como sus propios idiomas (v. 6).

Vv. 5-12 Como se dijo antes, la fiesta de Pentecostés era una fiesta de peregrinación a la que asistían judíos piadosos de diferentes procedencias. La ciudad estaba llena de visitantes y muy probablemente se hospedaran en posadas o construyeran carpas en los lugares públicos. Se dice que "el bullicio" atrajo a los visitantes en Jerusalén hacia el grupo de cristianos que habían recibido el Espíritu. Que hablasen en lenguas no explica el bullicio, lo cual significa que pudo haber una sorpresa en los cristianos que expresaran hablando en voz alta. Ahora bien, en medio de tanta gente, el bullicio que menciona el texto debe de haber sido significativo y logró cierto cometido al captar la atención de los judíos piadosos.

La identificación como "galileos" no es un dato menor. Quienes se agolpan se quedan "pasmados" al oírlos hablar en sus propios idiomas. ¿Qué es lo que les sorprende tanto? Ellos mismos eran judíos que posiblemente hablaban dos o tres idiomas. Les sorprende que los apóstoles hablaran idiomas que muy difícilmente podrían conocer algunos judíos de la región; pero es posible que haya una cuota de prejuicio social hacia estos hombres y mujeres que procedentes de Galilea. Quienes habían acudido se sorprendían de la diversidad de idiomas que se hablaban y de que "los oyen hablar de las maravillas de Dios" (v. 11), y se preguntaba por lo que significaba eso. Es evidente que los cristianos alababan a Dios con relación a la venida del Espíritu y por el testimonio que debían de dar según Hch 1:8.

Este acontecimiento ha sido vinculado con la historia de la Torre de Babel (Gen 11). Inversamente a lo sucedido allí, en Hch 2 se habla de una comunidad sin poder que es llamada a comunicar a todos los pueblos el testimonio de Jesús. Galileos que no conocen los idiomas de otros pueblos (quizás sí griego) son guiados por el Espíritu para hablar en los idiomas de los demás a fin de dar a conocer las maravillas de Dios –y no las propias– (cf. Hch 1:9). Con este acontecimiento podemos apreciar también que la tarea encomendada en Hch 1:8-9 no tiene una connotación exclusivamente geográfica, ni nacionalista, sino que refiere a dar testimonio de Jesús a toda persona.

Vv. 13ss ¿Quiénes son los que se burlaban y de qué se burlaban? El v. 13 dice "otros", haciéndonos pensar que se trata también de los judíos piadosos que visitaban la ciudad. Llama la atención que no se mencione a los jerosolimitanos. Por otro lado, es difícil precisar de qué se burlaban; es decir, si es que los escuchaban "balbucear" y no encontraban nada comprensible, si se trataba de los desmanes y la forma como adoraban a Dios ("bullicio"), o si fue por los contenidos del testimonio que daban. Lo cierto es que despectivamente los llamaron "borrachos", lo cual nos hace pensar que hay una combinación de estas tres cosas.

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Pedro, con los once, se pone de pie y se dirige a las multitudes (habitantes de Jerusalén y visitantes). En contraposición a su negación de Jesús en esa misma ciudad, con la guía del Espíritu se dirige abiertamente a las multitudes para dar testimonio de su Seño. Aclara que lo que estaba sucediendo no es producto del alcohol, y que no deben evadir por prejuicios sociales lo que está sucediendo. En la cita a Joel nos encontramos con un texto que proclama el obrar de Dios en toda criatura que le sea fiel, sobre todo, en aquellos que son postergados en las élites sociorreligiosas. La mención de "judíos piadosos" en el relato seguramente resaltar la tensión entre galileos (generalmente postergados como impuros o judíos de segunda categoría por los de Jerusalén), y aquellos judíos que se sienten especiales en una fiesta como ésta y por el esfuerzo de su peregrinaje a Jerusalén.

En su mensaje, Pedro anuncia el tiempo escatológico en el que el Espíritu de Dios ha venido sobre todo hombre y mujer fiel a fin de dar testimonio de Jesús, y que todo aquel que invoque el nombre de Jesús será salvo. En el contexto de Joel, bajo salvación se entiende aquí la salvación en el juicio que Dios realizará sobre aquellos que le han desobedecido; pero sobre todo, debemos de entender por salvación la vida plena en el reino anunciado por Jesús. El componente fuerte está en esta segunda parte. En los versículos siguientes, el discurso de Pedro presentará a Jesús como el Mesías, denunciará su asesinato y la participación de las autoridades religiosas (sacerdocio de Jerusalén) en este crimen, y llamará a arrepentirse y volverse a Dios. Aquel que negó a Jesús y que se ocultó es guiado y empoderado por el Espíritu para proclamar a Jesús como "el Mesías" y denunciar los crímenes de las autoridades del templo aun en la misma Jerusalén. Por otro lado, esperar en Jerusalén tiene su fruto: el comienzo de su tarea de ser testigos a los pueblos empieza también en el mismo lugar.

Sugerencias homiléticas

1. Se debe advertir las tensiones sociales y los prejuicios que se traslucen en este texto. Son unos galileos quienes reciben el Espíritu y quienes empiezan a dar testimonio de Jesús como el Mesías.

2. El obrar del Espíritu no está sujeto a planificaciones y cálculos humanos. "Repentinamente" vino sobre ellos, aquellos que antes huyeron o le negaron ahora se dirigen a las multitudes y anuncian a Jesús como Mesías y denuncian su asesinato por las autoridades que también podrían encarcelarlos o mandarlos a ejecutar a ellos. Así es en el Espíritu como se deberá llevar adelante la vida y misión de la iglesia cristiana.

3. No dejaron de ser galileos por recibir el Espíritu Santo. En capítulos sucesivos, se verá que los siguen identificando como tales; por lo tanto, en perspectivas socioculturales es muy importante advertir que el obrar del Espíritu no debe entenderse en conformidad a la mentalidad del "mundo". Traído a nuestros días, el obrar del Espíritu no equivale a “superación” o prosperidad, como lo inculcan los prototipos del imperio actual.

4. La venida del Espíritu Santo confirma el ministerio de Jesús en el que todos tienen acceso a Dios. Lo vemos obrar claramente desde aquellos que son excluidos como una forma de evidenciar su justicia y su misericordia hacia ellos. Con todo, hay un llamado a arrepentirse que debe entenderse como un replanteamiento –y ruptura, si es necesario– en las relaciones humanas y con los sistemas sociales de los que formamos parte. Será importante advertir que el Espíritu Santo obra según su soberanía y no está sujeto a las diferencias sociales y religiosas que podrían hacer quienes se consideran "piadosos". Con todo, el texto no hace una crítica directa de la piedad, sino más bien de quienes la utilizan para posesionarse sobre los demás, e incluso ante Dios, debido a su conformidad con ciertas prácticas y posiciones sociorreligiosas.

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