educar espíritu de san ignacio

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Educar en el espíritu de San Ignacio PETER-HANS KOLVENBACH, S.J. En este texto, el superior general de la Compañía de Jesús presenta, en perspectiva histórica, las líneas esenciales de la educación ignaciana. La versión corresponde a una confe- rencia que dio el P. Kolvenbach en la Capilla Universitaria La Sapienza, en Roma, en diciembre pasado. H ace ya más de cuatro si- glos que en lugares muy diversos del mundo viene funcionando toda una red de universidades y de cen- tros superiores, de liceos, de colegios y cstxiclas que, en su desconcertante di- versidad, se remiten a un proyecto edu- cativo de la Compañía de Jesús o, en términos más modernos, a las ca racterís- tieas de la educación ignaciana. Hoy fácilmente habrá alrededor de dos mil instituciones que se ven reflejadas en ese mapa, ignaciano más bien que jesuítico, para subrayar así que una institución puede asumir libremente estas orientaciones ignacianas sin que para ello sea necesaria en esa institución la presencia física de un jesuíta. Esta referencia a San Ignacio no apun- ta a un sistema del tipo Montessori o Faure sino que remite a un patrimonio formado por una experiencia de varios siglos v a una visión de futuro: un conjunto coherente de directrices y con- sejos que nacen unas veces del sentido común, otras de una convicción que brota de la fe cristiana, o de la evaluación de una dilatada experiencia de enseñan- za o de exigencias de cara al futuro. Varios de los rasgos de este conjunto ignaciano no tienen nada ele original y los encontram( >s en la mayor parte de los diversos sistemas pedagogía >s. c. ;< >n todo la combinación de todos estos aspectos educativos tiene algo de específico, tan- to más cuanto que viene funcionando desde 1548 y ha dejado su marca en gran número de culturas y de civilizaciones. En los orígenes de este sistema educa- tivo no nos encontramos con un teórico genial, un visionario creador o un edu- cador con larga experiencia, sino con la aventura espiritual de un vasco, Ignacio de Loyola, de comienzos del siglo XVI. Según sus propias afirmaciones, se dejó educar por Dios y experimentaba el deseo de compartiresta educación, esen- cialmente espiritual -en los comienzos nada escolar- con aquellos que, también como el, iban buscando un encuentro personal con Dios. Para facilitar esta posibilidad tic compartir una experiencia en la que el educador es el propio Dios, Ignacio !,i confió en un opúsculo de un centenar de páginas de tamaño muy reducido, los Ejercicios Espirituales, Este librito ha conocido un éxito fulgurante, nunca desmentido: hoy día hay más de 4.500 ediciones en decenas de lenguas. LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES Este librito tiene como característica particular que no está hecho para una lectura seguida. No tiene nada que ver con un manual de pedagogía o un tratado de didáctica. Quiere ser un dos- sierfuncional, LUÍ conjunto operativo, formado por una serie de documentos que pertenecen a géneros literarios muy diversos, pero todos con una misma finalidad precisa: proponer en concreto un camino que Llevará a aquel que hace estos Ejercicios Espirituales a dejarse educar por el Señor, a discernir el sentido de su vida, su destino aquí abajo a la luz de lo que nos espera en el más allá, y a sacar portante las consecuencias de este descubrimiento, lomando las Octubre 1997

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Page 1: Educar espíritu de San Ignacio

Educar en el espíritude San Ignacio

PETER-HANS KOLVENBACH, S.J.

En este texto, el superior general de la Compañía de Jesús

presenta, en perspectiva histórica, las líneas esenciales de la

educación ignaciana. La versión corresponde a una confe-

rencia que dio el P. Kolvenbach en la Capilla Universitaria

La Sapienza, en Roma, en diciembre pasado.

H ace ya más de cuatro si-glos que en lugares muydiversos del mundo vienefuncionando toda una redde universidades y de cen-

tros superiores, de liceos, de colegios ycstxiclas que, en su desconcertante di-versidad, se remiten a un proyecto edu-cativo de la Compañía de Jesús o, entérminos más modernos, a las ca racterís-tieas de la educación ignaciana. Hoyfácilmente habrá alrededor de dos milinstituciones que se ven reflejadas enese mapa, ignaciano más bien quejesuítico, para subrayar así que unainstitución puede asumir libremente estasorientaciones ignacianas sin que paraello sea necesaria en esa institución lapresencia física de un jesuíta.

Esta referencia a San Ignacio no apun-ta a un sistema del tipo Montessori oFaure sino que remite a un patrimonio

formado por una experiencia de variossiglos v a una visión de futuro: unconjunto coherente de directrices y con-sejos que nacen unas veces del sentidocomún, otras de una convicción quebrota de la fe cristiana, o de la evaluaciónde una dilatada experiencia de enseñan-za o de exigencias de cara al futuro.Varios de los rasgos de este conjuntoignaciano no tienen nada ele original ylos encontram( >s en la mayor parte de losdiversos sistemas pedagogía >s. c. ;< >n todola combinación de todos estos aspectoseducativos tiene algo de específico, tan-to más cuanto que viene funcionandodesde 1548 y ha dejado su marca en grannúmero de culturas y de civilizaciones.

En los orígenes de este sistema educa-tivo no nos encontramos con un teóricogenial, un visionario creador o un edu-cador con larga experiencia, sino con laaventura espiritual de un vasco, Ignacio

de Loyola, de comienzos del siglo XVI.Según sus propias afirmaciones, se dejóeducar por Dios y experimentaba eldeseo de compartiresta educación, esen-cialmente espiritual -en los comienzosnada escolar- con aquellos que, tambiéncomo el, iban buscando un encuentropersonal con Dios. Para facilitar estaposibilidad tic compartir una experienciaen la que el educador es el propio Dios,Ignacio !,i confió en un opúsculo de uncentenar de páginas de tamaño muyreducido, los Ejercicios Espirituales, Estelibrito ha conocido un éxito fulgurante,nunca desmentido: hoy día hay más de4.500 ediciones en decenas de lenguas.

LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES

Este librito tiene como característicaparticular que no está hecho para unalectura seguida. No tiene nada que vercon un manual de pedagogía o untratado de didáctica. Quiere ser un dos-sierfuncional, LUÍ conjunto operativo,formado por una serie de documentosque pertenecen a géneros literarios muydiversos, pero todos con una mismafinalidad precisa: proponer en concretoun camino que Llevará a aquel que haceestos Ejercicios Espirituales a dejarseeducar por el Señor, a discernir elsentido de su vida, su destino aquí abajoa la luz de lo que nos espera en el másallá, y a sacar portante las consecuenciasde este descubrimiento, lomando las

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opciones y decisiones que brotan detodo esto.

En este camino no faltan educadores,comenzando por el propio Ignacio, quede í< 'inia sobria y breve, ponen a dispo-sición su experiencia personal de Dios.reconociendo que no se trata de copiarlasin mas, sirn > que cada uno debe hacerlasuya propia en función de su personali-dad. Está el así llamado dirccti >r: no es unjuez ni un gurú. Utiliza a su manera elmaterial ofrecido por lgnaci<) y lo adaptaa las necesidades del que hace los Ejer-cicios Espirituales, desempeñando en elproceso educativo el pape] de un inter-mediario: debe a la vez iniciar y motivar,sabiendo retirarse ante Aquel que, a finde cuentas, será el verdadero educador,es decir, el propio Dios. Para decirlo conpalabras de un gran conocedor de estamateria: el director enseña al que hacelos ejercicios a comenzar la frase de talm< ido que sea Dios quien la termine parael propio bien de aquel que se dejaeducar.

Este librito de los Ejercicios Espiritua-les contiene inevitablemente un número

tante de elementos que son mate-

riales para la construc-i. ion de una práctica edu-cadora. El librilo vehiculauna inspiración que ani-ma un proyecto educati-vo. Así Ignacio y sus pri-meros compañeros, quese maban con misionar 1< >scuatro rincones del mun-do y que incluso rehusa-ban, como algo contrarioa su modo de pensar, unalabor escolar o académi-ca, estaban animados pt nuna corriente educadora.De una e< lad relativa men-te avanzada l}$ años),Ignacio, como resultadode sus numerosos en-cuentros por los caminí isde Europa y Oriente Me-dio, cayó en la cuenta de-que el mero compartiruna experiencia de Dios

no ciaría fruto en una época compleja ysofisticada y que, para ayudar a losdemás, necesitaba una cierta dosis deprofesionalismo y de competencia edu-cativa, El educador no puede dar lo queél mismo no ha querido recibir.

FUNDACIÓN DE COLEGIOS

Si Ignacio consigue, no con excesivoentusiasmo, un doctoradi > en artes por laUniversidad de París, lo hace sobre todopara emplearlo en el vasto dominio de loque hoy día llamamos educación infor-mal. El deseo de formar cristianamente alas personas que el Señor ponía en sucamino no implicaba desde luego lafundación de colegios que harán des-pués a Los jesuítas famosos por ese tramode enseñanza situado entre la enseñanzaprimaria y la superior. Hasta tal puntoque todavía hoy existen personas quedifícilmente pueden imaginar que unjesuíta viva fuera de un colegio, que, porasí decirlo, les parece su medio natural.

Sin embargo hay que rendirse a laevidencia: estos peregrinos apasionadosde ningún modo se veían inmóvil izados

del ras del pupitre de una clase. No fue unimpulso educativo sino motivos muypragmáticos, y en parte interesados, losque, hacia 15 is. llevaron a los primerosjesuítas a la decisión de fundar colegios.Al no encontrar en el mundo universitariola acogida que esperaba, Ignacio se viocomo forzado a tomar en las propiasmanos la formación de muchos jóvenesque deseaban unirse a las lilas de la jovenCompañía de Jesús. Fundado en un prin-cipio para los "nuestros", el colegio quedará muy pronto abierto a todos cuantosdeseen una educación de calidad. Cuan-do Ignacio muere, en 1556, los colegiosse contaban ya por decenas y, muchomas importante, la Compañía recono-cía en ellos un instrumento de primerorden para la evangelización y la cultu-ra humana de una juventud llamada ahacer frente a la Reforma y al Renaci-miento. En l"1 .̂4!, cuando la Compañíafue suprimida por espacio de casi me-dio siglo, será necesario cerrar más de900 colegios. Hoy mismo, a pesar de lasdificultades de todo tipo, la red decolegios se encuentra en expansión,sobre todo en África y en Europa delEste.

En todas estas instituciones el perso-nal jesuíta y poco a poco también elpersonal no jesuíta van quedando im-pregnados por el espíritu de dinamismoeducativo de los Ejercicios Espiritualespracticados ahora cada año. Nada tienede extraño que, de forma espontánea eintuim a más que sistemática v delibera-da, las grandes líneas de la pedag< jgíadel opúsculo de Ignacio hayan comen-zado a configurar el sistema de educa-ción propuesto en nuestros colegios. Alcomienzo, los jesuítas se confiaban alsistema que los primeros compañeroshabían conocido en París, el modusparisiensis, Pero a medida que fueronteniendo experiencias en divei s< >.s c< inti-nenies, y después de cambiar impresio-nes sobre los aciertos y fracasos, losjesuítas elaboraron en 1586, 1591 y 1599verdaderos manifiestos de una pedago-gía "reformada", la ratiostudionim, "or-gani/acion de estudios".

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I C U

LA ORGANIZACIÓN DE LOS ESTUDIOS

Como resultado del análisis y de laevaluación de las práctk as escolares deaquel siglo, la rwfíonoes la fijación de unprograma de estudios ni tampoco ladefinición de un contenido que hay queenseñar. La m/íoelabora los principios yl.i practica de una organización de losestudios, fuertemente influenciada porla pedagogía de los Ejercicios Espiritua-les. En 1H32 se intentó poner al día eltexto de 1599, pero esta ratforevisada notuvo mucho éxito en la restaurada Com-pañía. Habrá que esperar prácticamentehasta diciembre de 1986 para encontraren las famosas "Características de laeducación jesuítica" las orientacionespedagógicas principales, parecidas a lasdel comienzo, pero renovadas a la luz dela educación de nuestra época y bajo elsigno de una enseñanza escolar severa-mente M «netida a regímenes y reglamen-tos y ampliamente inspirada por diversasculturas e ideologías.

Todavía hoy tiene interés hacer caer enla cuenta de la importancia que la ratiodaal axi< «na según el cual un ser humano nopuede alcanzar el estatuto de adulto, seaen el terreno que sea, sin la intervencióni le (>rras pers< mas, también adultas. Dichode otra manera, nadie llega a madurar o;i crecer sin la ayuda de otro. Este axiomase aplica tanto a la enseñanza, entendidacomo transmisión de saberes, como alaprendizaje como educación para saberhacer y a la iniciación como acceso a unsaber vivir. Ciertamente la ratiode 1599no conoce nuestros problemas educati-vos modernos, Concede a la enseñanzauna prioridad casi absoluta. Como resul-tado de todo esto, al mera ts a primera vista,se prtxtuce una ausencia casi total deespacio para un itinerario educativo, esdecir, de introducción a las dimensionessimbólicas de la existencia en las que seexpresa el sentido de la vicia. Pero biensabem< «que de hechx»es imposible sepa-rar la enseñanza como transmisión desaberes de esta i n iciacion a la vida que todaeducación, cualquiera que sea, comporta.

El educador que entra hoy día en una

institución de enseñanza constata que,por una parte, no tiene en sus manos elpoder de iniciar a la vida y, al mismotiempo, no puede evitar plantearse estacuestión. ¿Cómo le va a sei posible nointeresarse por los jóvenes y no ayudar-les a crecer, sabiendi i que la iniciación ala vida de esti >s jóvenes se hará tambiéna través de la confrontación con suspr< tlesores y < ¡ >n la edu< a< ion? Si es así,entonces, ¿cómo procurar evitar exce-derse en su papel' ¿Hasta dónde sepuede llegar para no ir demasiado lejos?

MENSAJE Y MENSAJERO

sintetizaría así: que sean sabios. Estoquiere decir: que posean un cierto sabero hacer saber y lo transmitan con gusti >Que sean ejemplos que imitar, modelosde vida creíbles, que me permitan for-marme transmitiéndome, mediante laadquisición de una cultura general, susaber y experiencia. Pero esto no estodo. 1 )e ellos espero también una forma-ción humana. Que sean encarnacionesrealistas. No sé quién esel que decía: Diosmío, ¡qué buena tiene que ser su religióncuando él es tan bueno!"

Esta reacción corresponde exactamen-te a las ideas de las "Características" de laeducación ignaciana sobre la manera deser educador a finales de este siglo XX.Los Ejercicios Espirituales y la rativ dancomo punto de panida el convencimien-

En realidad no es posible enseñar deuna forma abs< iluta mente neutra o pura-mente objetiva. De hecho, todas lasmaterias, todas las dis-ciplinas afirman ocuestionan algunos delos valores predomi-nantes en la sociedadmoderna. Lajusticiay , r medlO de /miados .la injusticia, la solida-ridad y la compasión,la protección del medio ambiente y laacogida de los que son diferentes, sonotros tantos valores o retos que el edu-cador no podra esquivar si quiere mirarmás allá de lo puramenle superficial parallegar a lo más profundo. Por muchareserva e imparcialidad que se quieratener, lodo liene sus problemas. Unprofesor que se contente con comunicarsalieres ¿puede hacer abstracción de losvalores que este saber engloba? No haymensaje sin mensajero ¿Puede habermensajero sin mensaje? Este desafío vamás allá de las cualidades personales deleducador, por indiscutibles que sean.Ciertamente la atención y la dedicaciónimprimirán en la educación rasgos posi-tivos. Pero en definitiva no eludirán esereto que consiste en iniciar a la vida pormedio de la propia enseñanza y elaprendizaje.

Cuando se le- preguntó qué es lo queesperaba de los adultos, un antiguoalumno nuestro respondió: "Lo que es-pero de los adultos, lo que deben ser, lo

JLJI otares, la educación

ina ti- mu oh 7 el

to de que la maduración v el desarrollo dela vida no pertenecen exclusivamente alorden del saber sino que brotan de laexperiencia. Ksta experiencia, aun vividaen familia o en sociedad, sigue siendoalgo rigurosamente personal. En cuantotal es imposible rehacerla o repetirla talcual. Siempre será única y nueva. Partien-do de esta constatación, los EjerciciosEspirituales se proponen ante todo unapráctica en el Espíritu, y en las institucio-nes escolares, la educación ignacianatiene como objetivo preferencial el apren-dizaje por medio de métodos activos. Esde suma importancia en este camino larelectura del camino recorrido, la preocu-pación por salir a buscar de nuevo, conaquel con quien se está formando, loesencial de lo que él debe hacer suyopropio. Según el espíritu de la vatio, elque enseña no prepara su cur.s< > magistralo su tedio, sino que con una prae-lectioprepara a los alumnos para l< >s ejercicii >sque hay que hacer. Resulta llamativoconstatar cómo en los Ejercicios Espiri-

Octubre t997

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Males el predicadí >rdebe contentarse conalgunas indicaciones para que el ejerci-tante pueda meditar pan sí mismo losmisterios de la vida de Cristo y como,según la rafia, el maestro debe contentar-se con ex poner lo esencial para estimularasí la actividad personal del alumno. Estaprioridad que se da al ejercicio pretendesuscitaren el alumno el espíritu de iniciativa, la creatividad y la responsabilidad ensu propia educación. Normalmente estaactividad también le debe suscitar eldeseo de estudiar, descubrir y desarrollarsus capacidades, el deseo de madurar yprogresar. Lna frase célebre de la ratioexpresa de forma lapidaria y pragmáticaeste pensamiento: "No es suficiente quelos alumnos, por medio de su trabajo, seconviertan en sabios. Es necesario llevar-los a querer trabajar y a querer ser sabios'.

EL VERDADERO SENTIDO

DEL "MAGIS"

Toda esta pedagogía ignaciana estátransida de un dinamismo que se apoyaen un optimismo, sostenido a su vez p< uLina le en la obra del Creador y Salvador,actuante en todo ser humano y en todacosa creada. Este optimismo, que bn >tade la convicción de que la educaciónreali/a su ardua tarea en sinergia con elplan de Dios, se manifiesta en la pasii >nque la ratio tiene por el progreso. Lapersona humana nunca sera suficiente-mente humana, la sociedad humana siem-pre tendrá necesidad de ser más justa. Ysea cual sea el sistema educativo, aun elmejor sentirá la necesidad de un ajuste oLina reforma. Como en el libro de losEjercicios Espirituales, abundan en larariocomparativos intensos, ya sean inci-taciones a progresar o, sobre todo, eltan u >so magisi"más"). Estos adverbk>s detal forma marcan el discurso de la educa-ción ignaciana que corren el peligro der* > ser sin» > slogans, como los gritos deguerra que tradicionalmente se lanzanpara caldear los corazones desanimados.

Sin embargo, el verdadero sentido delmagis es sobre lodo el de excluir todotipo de adquisición pasiva, toda compla-

cencia con un sistema educativo, si es queexistiera, que favoreciera la inercia y lapereza. Contentarse con una memoriza-ción mecánica, detenerse en los merosprocedimientos mnemotécnicos puraaprobar los exámenes, todo esto sonactitudes incompatibles con el rnagispor-que fácilmente podrian impedir la movi-lización de toda la persona, la cual sinduda tendrá que trabajar más pero, endefinitiva, será educada mejor. Esto nosignifica que en la educación ignacianano tenga ya cabida el estar impuestt > en loesencial del tema de que se trate o unacabeza bien amueblada de conocimien-tos. Pero entonces deberán entrar en undinamismo que integre también la imagi-nación y las fuerzas psíquicas, las emocio-nes y las intuiciones, la inteligencia y lamemoria.

Esta insistencia en el magis ha podidodar a veces la impresión de que la ratioera elitista. En tiempos de Ignacio laenseñanza, que todavía no era obligato-ria, podía ser gratuita y ofrecerse a todoscuantos tuviesen capacidad para ello. Ennuestros colegios, los nuev< >s estratos dela sociedad adquirían competencia paracontribuir a la transformación de sumundo. El fin pretendido era la forma-ción de una élite, pero para hacerlacapaz de servir a la Iglesia y a la nación.En estas perspectivas, la educaciónignaciana hoy ya no será elitista pero seorientara a la calidad o, mejor, a laexcelencia, una excelencia que a vecesse identifica demasiado rápidamente conel nivel descollante del centro escolar,c< infirmado por brillantes resultados enlos exámenes, Sin despreciar la búsque-da del éxito escolar, la excelencia pre-tende sobre todo, en la prosecución deese magis, el mayor desarrollo posiblede la capacidad y cualidades de que cadauno ha sido dotado, no para el propioprovecho egoísta sino para desarrollar-las lo más posible al servicio de losdemás.

RESPETAR LAS DIFERENCIAS

Educación de toda la persona, élite y

j MENSAJE4 Octubre 199?

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excelencia. \a preocupación es siemprepor la persona y ésta tal y como realmentees. Como lo.s Ejercicios Espirituales seingenian para llegara toen ral ser humanoen su verdad, para que así el encuentrocon el Señor sea auténtico, también laratio contempla al alumno no como enteoría se querría que fuese o en un sueñoidealista, sino tal y como es en su condi-ción actual. La libertad que reinaba en loscolegios de antaño permitía no imponeri nadie una easeñanza superior a susfuerzas y permitía a unos la posibilidad deprolongar los estudios, mientras que aotros se les franqueaba el acceso a unaetapa nueva.

Extremadamente sensible a las necesi-dades de cada uno. la pedagogía ignacia naconsidera la diversidad de las cualidadescomo un enriquecimiento y de ningunamanera como una injusticia, como mani-fiestamente sucede en tantas discrimina-ciones. En lo.s Ejercicios EspiritwziesIgftA-<. ii i acepta de buen grado que treinta díasde oración puedan ser demasiado pocopara algunos y que dos días de medita-ción quizá sean ya demasiado para otros.Del mismo modo, la ratio de 1599 noparece contemplar alumnos retrasados oexcluidos. Cada uno podía desarrollar almáximo sus aptitudes y sus talentos.Alcanzado este máximo el alumno semarchaba, fuese cual fuese el número deaños previsto para un curso completo.

La imposibilidad práctica de mantener:stt respeto del ritmo de cada uno en un

marco altamente personalizado requierecon todo dos observaciones. Si lo particu-lar ya no se impone hoy como antes, elo (lectivo lo hace demasiado. La sociedadmoderna ofrece a los educadores unageneración muy trabajada por los descu-brimientos de la tecnología en todos loscampos, por los medios de comunica-ción, angustiada por un porvenir suma-mente incierto y perturbad;! por el fracasode un conjunto de valores e ideales. Seríailusorio pretender que esta generaciónsea distinta de como es. En el espíritu dela ratio hay que aceptar esta generacióntal como es, lo cual supondrá un inevita-ble trastorno del habitual planteamiento

pedagógico.Por otra pane, la facilidad con que la

ratio acoge en toda su diversidad a loseducandos no parece ser el rasgi > domi-nante de nuestra cultura contemporá-nea. Oficialmente, la diferencia en rela-ción a lo que se considera normal debe-ría poder ser integrada en una estructurade pacífica coexistencia basada en elideal de reciprocidad y en la idea detolerancia. En realidad, en iodos loscampos y hasta en el de la educación vacreciendo Lina especie de negativa atolerarte ido cuanto se apañe de la normay un rechazo de las diferencias,ejemplificado en tantas palabras termi-nadas en "ismo", de las cuales el •racis-mo" será siempre la figura más ignomi-niosa. Y, sin embargo, el marco de \ alasocio-política se va haciendo cada vezmás planetario y preparamos a las gene-raciones jóvenes para que vivan enpaíses que serán muy dependientesunos de otros, hasta a in-vertirse en una aldea glo-bal. La ratio intenta res-petar y favorecer la dife-rencia, integrándola po-sitivamente en un con-junto humano armonio-so, a imagen y semejan/ade ¡a Trinidad. La ratiorechaza, en cambio, quecuanto no parezca con-forme a la moda o al buentono, cuando es extrañoo extranjero, conduzca auna discriminación y auna exclusión.

EL CUIDADO DE LA

PERSONA

Cada vez que hemossubrayado un rasgo delas características de lapedag< >gia ignaciana, noshemos encontrado con laatención que se da a lapersona. En efecto, loquedurante siglos ha sido elgran atractivo de la edu-

cación ignaciana es la cura personal'is. elcuidado de la persona, de la personali-dad.

Si la curapersonalisse puede realizar.según las diversas culturas, de muchasmaneras, sin embargo presupone siem-pre la convicción de que el otro tienenecesidad de una ayuda gratuita y esti-mulante para poder pasar del estadio deniño al de persona libre y solidaria. Losjesuítas creían profundamente en estacura personalis hasta el punto de aban-donar a veces la predicación a las mu-chedumbres para I\A\ preferencia a laconversación espiritual de persona apersona. Por eso mismo el retiro destina-do a un grupo numeroso ha tenido quehacer sitio hoy al retiro con acompaña-miento personal, aunque esto exija unnúmero importante de animadores. Enla mayor parte de las instituciones edu-cativas, resulta relativamente raro que elpersonal esté en situación de asegurar

EXTREMADAMENTE SENSIBLE A LAS NECESIDADES DE

CADA UNO. LA PEDAGOGÍA IGNACIANA CONSIDERA LA

DIVERSIDAD DE LAS CUALIDADES COMO UN ENRIQUECI-

MIENTO Y DE NINGUNA MANERA COMO UNA INJUSTICIA

MENSAJE I••• (997 I I - T I

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esta curapersonalis, por no hablar de laslimitaciones impuestas por los regla-mentos y los horarios, Pero ya la vatioinvitaba a los alumnos a una participa-ción activa en su propia educación. "Losniños comprenden lo que les explicansus compañeros con mayor facilidadque Lo que les explican sus profesores"constata la ratio, ofreciendo así otrati urna de asumir, de manera activa yresponsable, un camino educativo quees difícil de recorrer si no hay curapersonalis.

LA PARTICIPACIÓN

DE LOS SEGLARES

Encontramos aquí, en los reglamentosde los primeros colegios, una alusión ala c< «operación de los seglares en la curapersonalis, por ejemplo en ios antiguosestatutos del colegio germánico. Con

Universidad Alberto Hartado

Aprobada oficialmente la nueva Universidad

Alberto Hurtado y próxir n,los

directivos ¡esuitas recibieron la siguieni

ción de la curia superior de la Orden:

"Querido P. Pro

Deseo felicitar a Ud., al P. Fernando Mor

Gonzalo Arroyo y o todos los demás respon-

a feliz noticia de la aprobación de ía

iad Alberto Hurtado por el Consejo Su-

perior de Educado

Veo en este suceso la señal de que el Señor

bendice los esfuerzos generosos de aquello

se han dedicado a esta causa, despertando nue-

esperanzas de frutos abundantes.

El P. General también se asocia al júbilo de la

Prov ^gratulaciones, prome-

tiéndoles asimismo sus oraciones para qut

>u plena realización como

expresión privilegiada de la misión de la Compa-

Cv

Joño A. Mac Doeuelf. *

todt), generalmente esta misión estáreservada a los jesuítas y la participa-ción de los alumnos venía facilitadapor un régimen de internado que eraprácticamente obligatorio. Todavíahoy algunos piensan que el tiempo dela ratio y di ha pasado definitivamentepuesto que ya no se puede contar conla presencia física de un jesuíta encada clase y porque los alumnos ya nopasan las 24 horas del día en unambiente jesuítico, en el cual el seglarno era sino un suplente. En estaperspectiva, la disminución del nú-mero de jesuítas y el aumento corres-pondiente del número de seglares le.sparece la peor solución, imposiblede evitar. La Compañía de jesús hanecesitado un cierto tiempo paradescubrir que este asumir la respon-sabilidad por parte de los seglares -que no el poder- en las instituciones

de jesuítas estaba en lalínea de lo que el Espírituha dicho a la Iglesia através del Vaticano II. Esteoptimismo encuentra asísu fuerza en la experien-cia positiva que en mu-chos lugares del mundolos jesuítas han hecho deesla estrecha colaboracióncreciente que hace quecentros iniciados, organi-zados, desarrollados ymantenidos en su mayo-ría por jesuítas, vayan de-biendo cada vez más sudinamismo, su responsa-bilidad y SU gestión a laparticipación de los se-glares que, en número cre-ciente, se van compro-metiendo y que si lo de-sean y en función de supropia vocación, formanla "comunidad educativa"según las característicasde la educación ignaciana.

La reciente Congrega-ción General resume su-cintamente lo que serán

las tareas de los jesuítas en un próxi-mo futuro: en primer lugar, el servicioque la Compañía puede ofrecer a losseglares para facilitar su trabajo edu-cativo. Además, la formación recípro-ca de seglares y de jesuítas en unplano de verdadera colaboraciónigualitaria < "partenariat"). Y finalmen-te el mutuo apoyo en la preparacióndel futuro. En concreto, la Compañía,comprometida con esta aventura pro-metedora, pone a disposición de eslaestrecha colaboración todo lo que laCompañía es y ha recibido: la espiri-tualidad ignaciana, que respeta la pro-pia espiritualidad de cada uno y seadapta a las necesidades actuales: lasabiduría pedagógica, aprendida des-pués de más de cuatro siglos de expe-riencia apostólica, De esta forma se varealizando cada vez más el ideal se-gún el cual todos cuantos están com-prometidos con una obra común, ejer-cen una auténtica c< irresponsabilidad.La Congregación General 34, reunidaen Roma en 1995, determino asi sudecisión:

"La colaboración con ellaicado es ala vez un ek 'mentó conslüutii o de miestro mudo de proceder y una gracia quepide una renovación personal, comu-nitaria f instituí lona!. Nos invita alservicio del ministerio de los híteos, acompartir con ellos la misión, a crearfórmasele cooperación. El Espíritu nosestá llamando, en cuanto hombrespatay con los demás , a compartir conel laicado lo que creernos, somos ytenemos en creativa hermandad paraayuda de las almas y la mayor gloria

de Dios'(Decreto 13, n. 26).A pesar de tantas sospechas y tantas

críticas en torno al papel que uneducador juega o debe jugar, a pesarde una desvalorización bastante pe-nosa de su status social, de su credi-bilidad y aveces incluso de su utilidad,sigue siendo verdad que, como ya dijoun jesuíta del siglo XVI, puerilisinstitutio est mundi renovatio: educara la juventud es construir un mundonuevo. O

I MENSAJE