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AZUL... RUBÉN DARÍO Ediciones elaleph.com

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  • A Z U L . . .

    R U B N D A R O

    Ediciones elaleph.com

    Diego Ruiz
  • Editado por

    elaleph.com

    1999 Copyrigth www.elaleph.com

    Todos los Derechos Reservados

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    Azul...Rubn Daro

    Al Sr. D. Federico Varela

    Gern, rey de Siracusa, inmortalizado ensonoros versos griegos, tena un huerto privilegiadopor favor de los dioses, huerto de tierra ubrrimaque fecundaba el gran sol. En l permita a muchoscultivadores que llegasen a sembrar sus granos y susplantas. Haba laureles y gloriosos, cedros fragrantes,rosas encendidas, trigo de oro, sin faltar yerbaspobres que arrostraban la paciencia de Gern. No s qu sembrara Tecrito, pero creo que fueun ctiso y un rosal.

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    Seor, permitid que junto a una de las encinas devuestro huerto, extienda mi enredadera decampnulas.

    R.D.

    Al Sr. Dr. D. Francisco Lainfiesta

    AFECTO Y GRATITUD

    R. D.

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    A D. Rubn Daro

    22 de Octubre de 1888

    I

    Todo libro que desde Amrica llega a mis manosexcita mi inters y despierta mi curiosidad; peroninguno hasta hoy la ha despertado tan viva comoel de Ud., no bien comenc a leerle. Confieso que al principio, a pesar de la amablededicatoria con que Ud., me enva el ejemplar, mirel libro con indiferencia..., casi con desvo. El ttuloAzul... tuvo la culpa. Vctor Hugo dice: L'art c'est l'azur; pero yo ni meconformo ni me resigno con que tal dicho sea muyprofundo y hermoso. Para m tanto vale decir que elarte es lo azul como decir que es lo verde, loamarillo o lo rojo. Por qu, en este caso, lo azul

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    (aunque en francs no sea bleu sino azur, que es mspotico) ha de ser cifra, smbolo y superiorpredicamento que abarque lo ideal, lo etreo, loinfinito, la serenidad del cielo sin nubes, la luzdifusa, la amplitud vaga y sin lmites, donde nacen,viven, brillan y se mueven los astros? Pero aunquetodo esto y ms surja del fondo de nuestro ser yaparezca a los ojos del espritu, evocado por lapalabra azul, qu novedad hay en decir que el artees todo esto? Lo mismo es decir que el arte esimitacin de la naturaleza, como la definiAristteles: la percepcin de todo lo existente y detodo lo posible, y su reaparicin por el hombre ensignos, letras, sonidos, colores o lneas. En suma,yo, por ms vueltas que le doy, no veo en eso deque el arte es lo azul sino una frase enftica y vaca. Sea, no obstante, el arte azul, o del color que sequiera. Como sea bueno, el color es lo que menosimporta. Lo que a m me dio mala espina fue el serla frase de Vctor Hugo, y el que usted hubiese dadopor ttulo a su libro la palabra fundamental de lafrase. Si ser ste, me dije, uno de tan tos y tantoscomo por otras partes, y sobre todo en Portugal yen la Amrica espaola, han sido inficionados porVctorHugo? La mana de imitarle ha hecho verdaderosestragos, porque la atrevida juventud exagera susdefectos, y porque eso que se llama genio, y que haceque los defectos se perdonen y tal vez se aplaudan,no se imita cuando no se tiene. En resolucin, yo

  • ESTE LIBRO FUE AUTORIZADO POR ELALEPH.COM PARA EL USO EXCLUSIVO DE RAMN ALVARADO ([email protected])

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    sospech que era Ud. un Vctor Huguito, y estuvems de una semana sin leer el libro de Ud. No bien lo he ledo, he formado muy diferenteconcepto. Usted es Ud.: con gran fondo deoriginalidad, y de originalidad muy extraa. Si ellibro, impreso en Valparaso, en este ao de 1888,no estuviese en muy buen castellano, lo mismopudiera ser de un autor francs, que de un italiano,que de un turco o de un griego. El libro estimpregnado de espritu cosmopolita. Hasta elnombre y el apellido del autor, verdaderos ocontrahechos y fingidos, hacen que elcosmopolitismo resalte ms. Rubn es judaico, ypersa es Daro: de suerte que, por los nombres, noparece sino que Ud. quiere ser o es de todos lospases, castas y tribus. El libro Azul... no es en realidad un libro; es unfolleto de 132 pginas; pero tan lleno de cosas yescrito por estilo tan conciso, que da no poco enqu pensar y tiene bastante que leer. Desde luego seconoce que el autor es muy joven: que no puedetener ms de veinticinco aos, pero que los haaprovechado maravillosamente. Ha aprendidomuchsimo, y en todo lo que sabe y expresa muestrasingular talento artstico o potico. Sabe con amor la antigua literatura griega; sabede todo lo moderno europeo. Se entrev, aunque nohace gala de ello, que tiene el concepto cabal delmundo visible y del espritu humano, tal como esteconcepto ha venido a formarse por el conjunto de

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    observaciones, experiencias, hiptesis y teoras msrecientes. Y se entrev tambin que todo esto hapenetrado en la mente del autor, no direxclusivamente, pero s principalmente, a travs delibros franceses. Es ms: en los perfiles, en losrefinamientos, en las exquisiteces del pensar y delsentir del autor, hay tanto de francs, que yo forjuna historia a mi antojo para explicrmelo. Supuseque el autor, nacido en Nicaragua, haba ido a Parsa estudiar para mdico o para ingeniero, o para otraprofesin; que en Pars haba vivido seis o sieteaos, con artistas, literatos, sabios y mujeres alegresde por all; y que mucho de lo que sabe lo habaaprendido de viva voz, y empricamente, con eltrato y roce de aquellas personas. Imposible mepareca que de tal manera se hubiese impregnado elautor del espritu parisiense novsimo, sin habervivido en Pars durante aos. Extraordinaria ha sido mi sorpresa cuando hesabido que Ud., segn me aseguran sujetos bieninformados, no ha salido de Nicaragua sino para ir aChile, en donde reside desde hace dos aos a loms. Cmo, sin el influjo del medio ambiente, hapodido Ud. asimilarse todos los elementos delespritu francs, si bien conservando espaola laforma que ana y organiza estos elementos,convirtindolos en sustancia propia? Yo no creo que se ha dado jams caso parecidocon ningn espaol peninsular. Todos tenemos unfondo de espaolismo que nadie nos arranca ni a

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    veinticinco tirones. En el famoso abate Marchena,con haber residido tanto tiempo en Francia, se ve elespaol: en Cienfuegos es postizo elsentimentalismo empalagoso a lo Rousseau, y elespaol est por bajo. Burgos y Reinoso sonafrancesados y no franceses. La cultura de Francia,buena y mala, no pasa nunca de superficie. No esms que un barniz transparente, detrs del cual sedescubre la tradicin espaola. Ninguno de los hombres de letras de estaPennsula que he conocido yo, con ms espritucosmopolita, y que ms largo tiempo han resididoen Francia, y que han hablado mejor el francs yotras lenguas extranjeras, me ha parecido nunca tancompenetrado del espritu de Francia como Ud. meparece: ni Galiano, ni don Eugenio de Ochoa, niMiguel de los Santos lvarez. En Galiano habacomo una mezcla de anglicismo y de filosofismofrancs del siglo pasado; pero todo sobrepuesto yno combinado con el ser de su espritu, que eracastizo. Ochoa era y sigui siendo siempre archi yultraespaol, a pesar de su entusiasmo por las cosasde Francia. Y en lvarez, en cuya mente bullen lasideas de nuestro siglo, y que ha vivido muchos aosen Pars, est arraigado el ser del hombre de Castilla,y en su prosa recuerda al lector de Cervantes y aQuevedo, y en sus versos a Garcilaso y a Len,aunque, as en versos como en prosa, emita lsiempre ideas ms propias de nuestro siglo que delos que pasaron. Su chiste no es el esprit francs,

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    sino el humor espaol de las novelas picarescas y delos autores cmicos de nuestra peculiar literatura. Veo, pues, que no hay autor en castellano msfrancs que Ud. Y lo digo para afirmar un hecho,sin elogio y sin censura. En todo caso, ms bien lodigo como elogio. Yo no quiero que los autores notengan carcter nacional; pero yo no puedo exigir deUd. que sea nicaragense, porque ni hay ni puedehaber an historia literaria, escuela y tradicionesliterarias en Nicaragua. Ni puedo exigir de Ud. quesea literariamente espaol, pues ya no lo espolticamente, y est adems separado de la madrepatria por el Atlntico, y ms lejos, en la repblicadonde ha nacido, de la influencia espaola, Ve enotras repblicas hispano-americanas. Estando asdisculpado el galicismo de la mente, es fuerza dar aUd. alabanzas a manos llenas por lo perfecto yprofundo de ese galicismo; porque el lenguajepersiste espaol, legtimo y de buena ley, y porque sino tiene Ud. carcter nacional, posee carcterindividual. En mi sentir, hay en Ud. una poderosaindividualidad de escritor, ya bien marcada, y que, siDios da a Ud. la salud que yo le deseo y larga vida,ha de desenvolverse y sealarse ms con el tiempoen obras que sean gloria de las letras hispano-americanas. Ledas las 132 pginas de Azul..., lo primero quese nota es que est Ud. saturado de toda la msflamante literatura francesa. Hugo, Lamartine,

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    Musset, Baudelaire, Leconte de Lisle, Gautier,Bourget, Sully Proudhomme, Daudet, Zola, Barbeyd'Aurevilly, Catulo Mends, Rollinat, Goncourt,Flaubert y todos los dems poetas y novelistas hansido por Ud. bien estudiados y mejorcomprendidos. Y Ud. no imita a ninguno: ni es Ud.romntico, ni naturalista, ni neurtico, ni decadente,ni simblico, ni parnasiano. Usted lo ha revueltotodo: lo ha puesto a cocer en el alambique de sucerebro, y ha sacado de ello una rara quinta esencia. Resulta de aqu un autor nicaragense, que jamssali de Nicaragua sino para ir a Chile, y que esautor tan a la moda de Pars y con tanto chic ydistincin, que se adelanta a la moda y pudieramodificarla e imponerla. En el libro hay Cuentos en prosa y seiscomposiciones en verso. En los cuentos y en laspoesas, todo est cincelado, burilado, hecho paraque dure, con primor y esmero, como pudierahaberlo hecho Flaubert o el parnasianismo msatildado. Y, sin embargo, no se nota el esfuerzo, niel trabajo de la lima, ni la fatiga del rebuscar; todoparece espontneo y fcil y escrito al correr de lapluma, sin mengua de la concisin, de la precisin yde la extremada elegancia. Hasta las rarezasextravagantes y las salidas de tono, que a m mechocan, pero que acaso agraden en general, estnhechas adrede. Todo en el librito est meditado ycriticado por el autor, sin que sta su crtica previa osimultnea de la creacin perjudique al bro

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    apasionado y a la inspiracin del que crea. Si se me preguntase qu ensea su libro de ustedy de qu trata, respondera yo sin vacilar: no enseanada, y trata de nada y de todo. Es obra de artista,obra de pasatiempo, de mera imaginacin. Quensea o de qu trata un dije, un camafeo, unesmalte, una pintura o una linda copa esculpida? Hay, sin embargo, notable diferencia entre todaescultura, pintura, dije y hasta msica, y cualquierobjeto de arte cuyo material es la palabra. El mrmol,el bronce y el sonido no dir yo que sutilizandomucho no puedan significar algo de por s; pero lapalabra, no slo puede significar, sino queforzosamente significa ideas, sentimientos,creencias, doctrinas y todo el pensamiento humano.Nada ms factible, a mi ver (acaso porque yo soypoco agudo), que una bella estatua, un lindo dije, uncuadro primoroso, sin trascendencia o sin smbolo;pero cmo escribir un cuento o unas coplas sinque deje ver el autor lo que niega, lo que afirma, loque piensa y lo que siente? El pensamiento en todaslas artes pasa con la forma desde la mente del artistaa la sustancia o materia del arte; pero en el arte de lapalabra, adems del pensamiento que pone el artistaen la forma, la sustancia o materia del arte espensamiento tambin, y pensamiento del artista. Lanica materia extraa al artista es el Diccionario conlas reglas gramaticales que siguen las voces en sucombinacin; pero como ni palabras nicombinaciones de palabras pueden darse ni deben

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    darse sin sentido, de aqu que materia y forma seanen poesa y en prosa creacin del escritor o delpoeta; slo quedan fuera de l, digmoslo as, lossignos hueros, o sea abstrayendo lo significado. De esta suerte se explica cmo, con ser su librode Ud. de pasatiempo, y sin propsito de ensearnada, en l se ven patentes las tendencias del autorsobre las cuestiones ms trascendentales. Y justo esque confesemos que los dichos pensamientos noson ni muy edificantes ni muy consoladores. La ciencia de experiencia y de observacin haclasificado cuanto hay, y ha hecho de ello hbilinventario. La crtica histrica, la lingstica y elestudio de las capas que forman la corteza del globohan descubierto bastante de los pasados hechoshumanos que antes se ignoraban; de los astros quebrillan en la extensin del ter se sabe muchsimo; elmundo de lo imperceptiblemente pequeo se nosha revelado merced al microscopio: hemosaveriguado cuntos ojos tiene tal insecto y cuntaspatitas tiene tal otro: sabemos ya de qu elementosse componen los tejidos orgnicos, la sangre de losanimales y el jugo de las plantas: nos hemosaprovechado de agentes que antes se sustraan alpoder humano, como la electricidad; y gracias a laestadstica, llevamos minuciosa cuenta de cuanto seengendra y de cuanto se devora; y si ya no se sabe,es de esperar que pronto se sepa, la cifra exacta delos panecillos, del vino y de la carne que se come yse bebe la humanidad a diario.

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    No es menester acudir a sabios profundos,cualquiera sabio adocenado y medianejo de nuestraedad conoce hoy, clasifica y ordena los fenmenosque hieren los sentidos corporales, auxiliados estossentidos por instrumentos poderosos que aumentansu capacidad de percepcin. Adems se handescubierto, a fuerza de paciencia y de agudeza, ypor virtud de la dialctica y de las matemticas, grannmero de leyes que dichos fenmenos siguen. Natural es que el linaje humano se hayaensoberbecido con tamaos descubrimientos einvenciones; pero no slo en torno y fuera de laesfera de lo conocido y circunscribindola, sinotambin llenndola, en lo esencial y sustancial,queda un infinito inexplorado, una densa eimpenetrable oscuridad, que parece ms tenebrosapor la misma contraposicin de la luz con que habaado la ciencia la pequea suma de cosas queconoce. Antes, ya las religiones con sus dogmas,que aceptaba la fe, ya la especulacin metafsica conla gigante mquina de sus brillantes sistemas,encubran esa inmensidad incognoscible, o laexplicaban y la daban a conocer a su modo. Hoypriva el empeo de que no haya ni metafsica nireligin. El abismo de lo incognoscible queda asdescubierto y abierto, y nos atrae y nos da vrtigo, ynos comunica el impulso, a veces irresistible, dearrojarnos en l. La situacin, no obstante, no es incmoda parala gente sensata de cierta ilustracin y fuste.

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    Prescinden de lo trascendente y de lo sobrenaturalpara no calentarse la cabeza ni perder el tiempo enbalde. Esta eliminacin les quita no pocasaprensiones y cierto miedo, aunque a veces lesinfunde otro miedo y sobresalto fastidiosos. Cmocontener a la plebe, a los menesterosos,hambrientos e ignorantes, sin ese freno que elloshan desechado con tanto placer? Fuera de estemiedo que experimentan algunos sensatos, en todolo dems no ven sino motivo de satisfaccin yparabienes. Los insensatos, en cambio, no se aquietan con elgoce del mundo, hermoseado por la industria einventiva humanas, ni con lo que se sabe, ni con loque se fabrica, y anhelan averiguar y gozar ms. El conjunto de los seres, el universo todo,cuanto alcanzan a percibir la vista y el odo, ha sido,como idea, coordinado metdicamente en unaanaquelera o casillero para que se comprendamejor; pero ni este orden cientfico, ni el ordennatural, tal como los insensatos le ven, los satisface.La molicie y el regalo de la vida moderna los hahecho muy descontentadizos. Y as, ni del mundotal como es, ni del mundo tal como le concebimos,se forma idea muy aventajada. Se ven en todo faltas,y no se dice lo que dicen que dijo Dios: que todo erabueno. La gente se lanza con ms frecuencia quenunca a decir que todo es malo; y en vez de atribuirla obra a un artfice inteligentsimo y supremo, lasupone obra de un prurito inconsciente de fabricar

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    cosas que hay ab eterno en los tomos, los cualestampoco se saben a punto fijo lo que sean. Los dos resultados principales de todo ello en laliteratura de ltima moda son: 1. Que se suprima a Dios o que no se le mientesino para insolentarse con l, ya con reniegos ymaldiciones, ya con burlas y sarcasmos. y 2. Que en ese infinito tenebroso eincognoscible perciba la imaginacin, as como en elter, nebulosas o semilleros de astros, fragmentos yescombros de religiones muertas, con los cualesprocura formar algo como ensayo de nuevascreencias y de renovadas mitologas. Estos dos rasgos van impresos en su librito deusted. El pesimismo, come toda descripcin de loque conocemos, y la poderosa y lozana produccinde seres fantsticos, evoca os o sacados de lastinieblas de lo incognoscible, donde vagan las ruinasde las destrozadas creencias y supersticionesvetustas. Ahora ser bien que yo cite muestras y pruebeque hay en su libro de Ud., con notable elegancia,todo lo que afirmo; pero esto requiere segundacarta.29 de octubre de 1888

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    En la cubierta del libro que me ha enviado usted,

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    veo que ha publicado Ud. ya o anuncia lapublicacin de otros varios, cuyos ttulos son:Epstolas y poemas, Rimas, Abrojos, Estudios crticos,lbumes y abanicos, Mis conocidos y Dos aos en Chile.Anuncia igualmente dicha cubierta que prepara Ud.una novela, cuyo slo ttulo nos da en las narices delalma (pues si hay ojos del alma o tiene el alma ojos,bien puede tener narices) con un tufillo apornografa. La novela se titula La carne. Nada de esto, con todo, me sirve hoy para juzgara Ud., pues yo nada de esto conozco. Tengo quecontraerme al libro Azul... En este libro no s qu debo preferir: si la prosa,o los versos. Casi me inclino a ver mrito igual enambos modos de expresin del pensamiento de Ud.En la prosa hay ms riqueza de ideas; pero es msafrancesada la forma. En los versos, la forma es mscastiza. Los versos de usted se parecen a los versosespaoles de otros autores, y no por eso dejan deser originales: no recuerdan a ningn poeta espaol,ni antiguo, ni de nuestros das. El sentimiento de la naturaleza raya en Ud. enadoracin pantestica. Hay en las cuatrocomposiciones (a o ms bien en las cuatroestaciones del ao) la ms gentlica exuberancia deamor sensual, y en este amor, algo de religioso.Cada composicin parece un himno sagrado a Eros,himno que, a veces, en la mayor explosin deentusiasmo, el pesimismo viene a turbar con ladisonancia, ya de un ay de dolor, ya de una carcajada

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    sarcstica. Aquel sabor amargo, que brota del centromismo de todo deleite, y que tan bien experimenty expres el ateo Lucrecio,

    medio defonte leporumSurgit amari aliquid, quod in ipsis floribus angat,

    acude a menudo a interrumpir lo que Ud. llamaLa msica triunfante de mis rimas.

    Pero, como en Ud. hay de todo, noto en losversos, adems del ansia de deleite y adems de laamargura de que habla Lucrecio, la sed de lo eterno,esa aspiracin profunda e insaciable de las edadescristianas, que el poeta pagano quiz no hubieracomprendido. Usted pide siempre ms al hada, y...

    El hada entonces me llev hasta el veloQue nos cubre las ansias infinitas,La inspiracin profundaY el alma de las lirasY lo rasg. Y all todo era aurora.

    Pero aun as, no se satisface el poeta, y pide msal hada. Tiene Ud. otra composicin, la que lleva por

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    ttulo la palabra griega Anagke, donde el cnticode amor acaba en un infortunio y en una blasfemia.Suprimiendo la blasfemia final, que es burla contraDios, voy a poner aqu el cntico casi completo.

    Y dijo la paloma:Yo soy feliz. Bajo el inmenso cielo,En el rbol en flor, junto a la pomaLlena de miel, junto al retoo suaveY hmedo por las gotas del roco,Tengo mi hogar. Y vuelo,Con mis anhelos de ave,Del amado rbol moHasta el bosque lejano,Cuando el himno jocundoDel despertar de Oriente,Sale el alba desnuda, y muestra al mundoEl pudor de la luz sobre su frente.Mi ala es blanca y sedosa;La luz adora y baaY cfiro la peina.Son mis pies como ptalos de rosa.Yo soy la dulce reinaQue arrulla a su palomo en la montaa,En el fondo del bosque pintorescoEst el alerce en que form mi nido;Y tengo all, bajo el follaje fresco,Un polluelo sin par, recin nacido.Soy la promesa alada,

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    El juramento vivo;Soy quien lleva el recuerdo de la amadaPara el enamorado pensativo.Yo soy la mensajeraDe los tristes y ardientes soadores,Que va a revolotear diciendo amoresJunto a una perfumada cabellera.Soy el lirio del viento.Bajo el azul del hondo firmamentoMuestro de mi tesoro bello y ricoLas preseas y galas:El arrullo en el picoLa caricia en las alas.Yo despierto a los pjaros parlerosY entonan sus meldicos cantares:Me poso en los floridos limonerosY derramo lluvia de azahares.Yo soy toda inocente, toda pura.Yo me esponjo en las ansias del deseo,Y me estremezco en la ntima ternuraDe un roce, de un rumor, de un aleteo.Oh inmenso azul! Yo te amo. Porque aFloraDas la lluvia y el sol siempre encendido:Porque, siendo el palacio de la Aurora,Tambin eres el techo de mi nido.Oh inmenso azul! Yo adoroTus celajes risueos,Y esa niebla sutil de polvo de oroDonde van los perfumes y los sueos.

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    Amo los velos tenues, vagarosos,De las flotantes brumas,Donde tiendo a los aires cariososEl sedeo abanico de mis plumas.Soy feliz! Porque es ma la floresta,Donde el misterio de los nidos se halla;Porque el alba es mi fiestaY el amor mi ejercicio y mi batalla.Feliz, porque de dulces ansias llena,Calentar mis polluelos es mi orgullo;Porque en las selvas vrgenes resuenaLa msica celeste de mi arrullo;Porque no hay una rosa que no me ame,Ni pjaro gentil que no me escuche,Ni garrido cantor que no me llame!...-S? dijo entonces un gaviln infame, Y con furor se la meti en el buche.

    Suprimo, como dije ya, los versos que siguen, yque no pasan de ocho, donde se habla de la risa quele dio a Satans de resultas del lance y de lopensativo que se qued el Seor en su trono. Entre las cuatro composiciones en las estacionesdel ao, todas bellas y raras, sobresale la del verano.Es un cuadro simblico de los dos polos sobre losque rueda el eje de la vida: el amor y la lucha; elprurito de la destruccin y el de reproduccin. Latigre virgen en celo est magistralmente pintada, ymejor an acaso el tigre galn y robusto que llega y

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    la enamora.

    Al caminar se vaSu cuerpo ondear con garbo y bizarra.Se miraban los msculos hinchadosDebajo de la piel. Y se diraSer aquella alimaaUn rudo gladiador de la montaa.Los pelos erizadosDel labio relama. Cuando andaba,Con su paso chafabaLa hierba verde y muelle,Y el ruido de su aliento semejaba.El resollar de un fuelle.

    Sguense la declaracin de amor, el s en lenguajede tigres y los primeros halagos y caricias.Despus... el amor en su plenitud, sin los pocodecentes pormenores en que entran Rollinat y otroscasos semejantes.

    Despus el misteriosoTacto, las impulsivasFuerzas que arrastran con poderpasmoso,Y oh gran Pan! el idilio monstruosoBajo las vastas selvas primitivas.

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    El prncipe de Gales, que andaba de caza por allcon gran squito de monteros y jaura de perros,viene a poner trgico fin al idilio. El prncipe mata a la tigre de un escopetazo. Eltigre se salva, y luego en su gruta tiene un extraosueo:

    Que enterraba las garras y los dientesEn vientres sonrosadosY pechos de mujer; y que engullaPor postres delicadosDe comidas y de cenas,Como tigre goloso entre golosos,Unas cuantas docenasDe nios tiernos, rubios y sabrosos.

    No parece sino que, en sentir del poeta, tendramenos culpa el tigre, aunque fuese ser responsable,devorando mujeres y nios, que el prncipematando tigres. El afecto del poeta se extiende casipor igual sobre tigres y sobre prncipes, a quienes undeterminismo fatal mueve a matarserecprocamente, como el ratn y el gato en la fbulade lvarez. Los cuentos en prosa son ms singulares an.Parecen escritos en Pars, y no en Nicaragua ni en

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    Chile. Todos son brevsimos. Usted hace gala delaconismo. La Ninfa es quiz el que ms me gusta.La cena en la quinta de la cortesana est biendescrita. El discurso del sabio prepara el nimo dellector. Los lmites, que tal vez no existan, pero quetodos imaginamos, trazamos y ponemos entre lonatural y lo sobrenatural, se esfuman y desaparecen.San Antonio vio en el yermo un hipocentauro y unstiro. Alberto Magno habla tambin de stiros quehubo en su tiempo. Por qu no ha de haber stiros,faunos y ninfas? La cortesana anhela ver un stiro:el poeta una ninfa. La aparicin de la ninfa desnudaal poeta, en el parque de la quinta, a la maanasiguiente, en la umbra apartada y silenciosa, entrelos blancos cisnes del estanque, est pintada con talarte que parece verdad. La ninfa huye y queda burlado el poeta: pero enel almuerzo, dice luego la cortesana: -El poeta ha visto ninfas. Todos la contemplaron asombrados, y ella memiraba como una gata y se rea, se rea, como unachicuela a quien hacen cosquillas. El velo de la Reina Mab es precioso. Empiezaas: La Reina Mab, en su carro hecho de una solaperla, tirado por cuatro colepteros de petosdorados y alas de pedrera, caminando sobre unrayo de sol, se col un da por la ventana de unabuhardilla, donde estaban cuatro hombres flacos,barbudos e impertinentes, lamentndose como unos

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    desdichados. Eran un pintor, un escultor, un msico y unpoeta. Cada cual hace su lastimoso discurso,exponiendo aspiraciones y desengaos. Todosterminan en la desesperacin. Entonces la reina Mab, del fondo de su carro,hecho de una sola perla, tom un velo azul, casiimpalpable, como formado de suspiros o demiradas de ngeles rubios y pensativos. Y aquel veloera el velo de los sueos, de los dulces sueos quehacen ver la vida de color de rosa. Y con l envolvia los cuatro hombres flacos, barbudos eimpertinentes. Los cuales cesaron de estar tristes,porque penetr en su pecho la esperanza, y en sucabeza el sol alegre, con el diablillo de la vanidad,que consuela en sus profundas decepciones a lospobres artistas. Hay en el libro otros varios cuentos, delicados ygraciosos, donde se notan las mismas calidades.Todos estos cuentos parecen escritos en Pars. Voy a terminar hablando de los dos mstrascendentales: El rub y La cancin del oro. El qumico Fremy ha descubierto, o se jacta dehaber descubierto, la manera de hacer rubes. Unode los gnomos roba uno de estos rubes artificialesdel medalln que pende del cuello de ciertacortesana, y le lleva a la extensa y profunda cavernadonde los gnomos se renen en concilibulo. Lasfuerzas vivas y creadoras de la naturaleza, lainfatigable inexhausta fecundidad del alma tierra

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    estn simbolizados en aquellos activos y poderososenanillos que se burlan del sabio y demuestran lafalsedad de su obra. La piedra es falsa, dicen todos:obra de hombre o de sabio, que es peor. Luego cuenta el gnomo ms viejo la creacin delverdadero primer rub. Es un hermoso mito, queredunda en alabanza de Amor y de la madre Tierra,de cuyo vientre moreno brota la savia de lostroncos robustos, y el oro y el agua diamantina y lacasta flor de lis: lo puro, lo fuerte, lo infalsificable.Y los gnomos tejen una danza frentica y celebranuna orga sagrada, ensalzando a la mujer, de quiensuelen enamorarse, porque es espritu y carne: todaAmor. La cancin del oro sera el mejor de loscuentos de Ud. si fuera cuento, y sera el mselocuente de todos ellos si no se emplease en ldemasiado una ficelle, de que se usa y de que seabusa muchsimo en el da. En la calle de los palacios, donde todo esesplendor y opulencia, donde se ven llegar a susmoradas, de vuelta de festines y bailes, a lashermosas mujeres y a los hombres ricos, hay unmendigo extrao, hambriento, tiritando de fro, malcubierto de harapos. Este mendigo tira un mordiscoa un pequeo mendrugo de pan bazo: se inspira ycanta la cancin del oro. Todo el sarcasmo, todo el furor, toda la codicia,todo el amor desdeado, todos los amargos celos,toda la envidia que el oro engendra en los corazones

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    de los hambrientos, de los menesterosos y de losdescamisados y perdidos, estn expresados en aquelhimno en prosa. Por esto afirmo que sera admirable La cancindel oro si se viese menos la ficelle: el mtodo o trazade la composicin, que tanto siguen ahora losprosistas, los poetas y los oradores. El mtodo es crear algo por superposicin oaglutinacin y no por organismo. El smil es la base de este mtodo. Sencillo es nomentar nada sin smil: todo es como algo. Luego seha visto que salen de esta manera muchsimos comos,y en vez de los comos se han empleado los eses y lasesas. Ejemplo: la tierra, esa madre fecunda de todoslos vivientes; el aire, ese manto azul que envuelve elseno de la tierra, y cuyos flecos son las nubes; elcielo, ese campo sin lmites por donde giran lasestrellas, etc. De este modo es fcil llenar muchopapel. A veces los eses y las esas se suprimen, aunquees menos enftico y menos francs, y slo se dice: elpjaro, flor del aire; la luna, lmpara nocturna,hostia que se eleva en el templo del espacio,etctera. Y, por ltimo, para dar al discurso msanimacin y movimiento, se ha discurrido hacerenumeracin de todo aquello que se asemeja en algoal objeto de que queremos hablar. Y terminada laenumeracin, o cansado ya el autor de enumerar,pues no hay otra razn que termine, dice: eso soyyo: eso es la poesa: eso es crtica: eso es la mujer,

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    etc. Puede tambin el autor, para prestar mayorvariedad y complicacin a su obra, decir lo que noes el objeto que describe antes de decir lo que es. Ypuede decir lo que no es como quien pregunta.Frmula: Ser esto, ser aquello, ser lo de msall? No; no es nada de eso. Luego... la retahla decosas que se ocurran. Y por remate. Eso es. Este gnero de retrica es natural, y todos loempleamos. No se critica aqu el uso, sino el abuso.En el abuso hay algo parecido al juego infantil deapurar una letra. Ha venido un barco cargado de...Y se va diciendo (si v. gr. la letra es b) de baos, debuzos, de bolos, de berros, de bromas... Las composiciones escritas segn este mtodoretrico tienen la ventaja de que se pueden acortar yalargar ad libitum, y de que se pueden leer al revs lomismo que al derecho, sin que apenas vare elsentido. En mis peregrinaciones por pases extranjeros, yharto lejos de aqu, conoc y trat a una seora muyentendida, cuyo marido era poeta; y ella habadescubierto en los versos de su marido que todos selean y hacan sentido empezando por el ltimoverso y acabando por el primero. Queran deciralgunos maldicientes que ella haba hecho eldescubrimiento para burlarse de los versos de lacosecha de casa; pero yo siempre tuve por seguroque ella, cegada por el amor conyugal, pona en estesentido indestructible, lanse las composicionescomo quiera que se lean, un primor raro que

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    realzaba el mrito de ellas. Me ha corroborado en esta opinin un recienteescrito de D. Adolfo Castro, quien descubre yaplaude en algunos versos de Santa Teresa, casicomo don celeste o gracia divina, esa prenda de quese lean al revs y al derecho, resultando idnticosentido. La verdad del caso, considerado y ponderadotodo con imparcial circunspeccin, es que tal modoretrico es ridculo cuando se toma por muletilla, osirve de pauta para escribir; pero si es espontneo,est muy bien: es el lenguaje propio de la pasin. Figurmonos a una madre, joven, linda yapasionada, con un nio rubito y gordito ysonrosado de dos aos que est en sus brazos.Mientras ella le brinca y l le sonre, ella le darnatural y sencillamente interminable lista denombres de objetos, algunos de ellos disparatados.Le llamar ngel, diablillo, mono, gatito,chuchumeco, corazn, alma, vida, hechizo, regalo,rey, prncipe, y mil cosas ms. Y todo estar bien, ynos parecer encantador, sea el orden en que se leponga. Pues lo mismo puede ser toda composicin,en prosa o verso, por el estilo, con tal de que no seabuscado ni frecuente ese modo de componer. El modelo ms egregio del gnero, el ejemplararquetipo, es la letana. La Virgen es puerta delcielo, estrella de la maana, torre de David, arca dela alianza, casa de oro, y mil cosas ms, en el ordenque se nos antoje decirlas.

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    La cancin del oro es as: es una letana, sloque es infernal en vez de ser clica. Es por el gustode la letana que Baudelaire compuso al demonio;pero, conviniendo ya en que La cancin del oro esletana, y letana infernal, yo me complazco ensostener que es de las ms poticas, ricas y enrgicasque he ledo. Aquello es un diluvio de imgenes, undesfilar tumultuoso de cuanto hay, para queencomie el oro, misterioso y callado en las entraasde la tierra, y bullicioso cuando brota a pleno sol y atoda vida; sonante como coro de tmpanos, feto deastros, residuo de luz, encarnacin de ter: hechosol, se enamora de la noche, y, al darle el ltimobeso, riega su tnica con estrellas como granmuchedumbre de libras esterlinas. Despreciado porJernimo, arrojado por Antonio, vilipendiado porMacario, humillado por Hilarin, es carne de dolo,dios becerro, tela de que Fidias hace el traje deMinerva. De l son las cuerdas de la lira, lascabelleras de las ms tiernas amadas, los granos dela espiga, y el peplo que al levantarse viste laolmpica aurora. Me haba propuesto no citar nada, y he citadoalgo, aunque poco. La composicin es una letanaorgnica, y, sin embargo, ni la irona, ni el amor y elodio, ni el deseo y el desprecio simultneos que eloro inspira al poeta en la inopia (achaque crnico yepidmico de los poetas), resaltan bien sino de laplenitud de cosas que dice el oro, y que se suprimenaqu por amor a la brevedad.

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    En resolucin, su librito de Ud., titulado Azul...,nos revela en Ud. a un prosista y a un poeta detalento. Con el galicismo mental de Ud. no he sido sloindulgente, sino que hasta le he aplaudido por loperfecto. Con todo, yo aplaudira muchsimo ms, sicon esa ilustracin francesa que en usted hay secombinasen la inglesa, la alemana, la italiana, y porqu no la espaola tambin? Al cabo, el rbol denuestra ciencia no ha envejecido tanto que an nopueda prestar jugo, ni sus ramas son tan cortas niestn tan secas que no puedan retoar comomugrones de otro lado del Atlntico. De todosmodos, con la superior riqueza y con la mayorvariedad de elementos, saldra de su cerebro de Ud.algo menos exclusivo y con ms altos, puros yserenos ideales: algo ms azul que el azul de su librode usted: algo que tirase menos a lo verde y a lo negro.Y por cima de todo, se mostraran ms marcadas laoriginalidad de Ud. y su individualidad de escritor.

    JUAN VALERA

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    Prlogo de Eduardo de la Barra

    L'art c'est l'azurVCTOR HUGO

    I

    Qu cofre tan artstico! Qu libro tan hermoso! Quin me lo trajo? Ah! la Musa joven de alas sonantes y corazn defuego, la Musa de Nicaragua, la de las selvasseculares que besa el sol de los trpicos y arrullandos ocanos. Qu hermosas pginas de deliciosa lectura, conprosa como versos, con versos como msica! Qulibro! todo luz, todo perfume, todo juventud yamor. Es un regalo de hadas: es la obra de un poeta.Pero, de un poeta verdadero, siempre inspirado,siempre artista, sea que suelte al aire las alas azulesde sus rimas, sea que talle en rubes y diamantes lasfacetas de su prosa. Rubn Daro es, en efecto, un poeta de exquisito

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    temperamento artstico que aduna el vigor a lagracia; de gusto fino y delicado, casi diraaristocrtico; neurtico y por lo mismo original;lleno de fosforescencias sbitas, de novedades ysorpresas; con la cabeza poblada de aladas fantasas,quimeras y ensueos, y el corazn vido de amor,siempre abierto a la esperanza. Si el ala negra de la muerte antes no lo toca, si lasfogosidades del numen no lo consumen odespean, Rubn Daro llegar a ser una gloriaamericana, que tal es la fuerza y ley de su estrojuvenil! En la portada de su libro, sobre la tapa de sucofre cincelado brilla la palabra Azul... misteriosacomo es el ocano, profunda como el cielo azul,soadora como los ojos azul-cielo. L'art c'est l'azur, dijo el gran poeta. S; pero aquel azul de las alturas que desprendeun rayo de sol para dorar las espigas y las naranjas,que redondea y sazona las pomas, que madura losracimos y colora las mejillas satinadas de la niez. S, el arte es el azul, pero aquel azul de arriba quedesprende un rayo de amor para encender loscorazones y ennoblecer el pensamiento y engendrarlas acciones grandes y generosas. Eso es el ideal, eso el azul con irradiacionesinmortales, eso lo que contiene el cofre artstico delpoeta. Y aquellas alas de mariposa azul de qu nossirven?, preguntarn los que nacieron sin alas. De

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    qu nos sirve eso que flota en el vago azul de lossueos? Contesta el Poeta: -Pour des certains tres sublimes, planer c'estservir.

    II

    Abramos el cofre Azul.... de Rubn paraexaminar sus joyas, no con la balanza y gafas deljudo, no con las minucias analticas del gramtico,sino para contemplarlas a la amplia luz de la sntesisartstica capaz de abarcar en una mirada el conjuntode la obra, y de comprender la idea y el sentimientoque inspiraron al autor. El poeta ms original y filosfico de Espaa -Campoamor- dice: que la obra potica se ha dejuzgar por la novedad del asunto, la regularidad delplan, el mtodo con que se le desarrolla y sufinalidad trascendente. Y agrega: a un artista no sele puede pedir ms que su idea y su estilo, y,generalmente, para ser grande le basta slo suestilo. No pensaron as los griegos. Para ellos el mritode la obra estriba en el asunto, antes que en el estilo;en la idea potica, no en su ropaje. La clmide nohace al hombre. Eran adoradores de la bella forma; ero ms delas justas proporciones, es decir, del plan y su

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    desarrollo. El asunto -que comprende el argumento y laaccin-, es, sin duda, lo primero. Dada la idea, lapoesa la reviste de un cuerpo, la humaniza, la haceinteresante para todos los hombres, o, como dice elpadre de las doloras: -la idea se convierte en imagen,hay enseguida que darle carcter humano, y despus,universalizarla, si es posible. Creemos, adems, que la poesa debe cultivarsecomo medio de mejorar, deleitando el espritu yelevndolo, y entonces, las brillantes frusleras delos versos, las alas azules de mariposa, seconvertirn en estrella que gua, en alas de guilaque levantan. La regla sera: -la ficcin para hacer resaltar laverdad; el esplendor de la imaginacin propiaalumbrando la razn ajena y avivando la conciencia,la imagen para esculpir el pensamiento que inclina ala virtud y eleva la inteligencia. He aqu en pocas palabras las miras de nuestrapotica, y a ella ajustamos nuestro criterio. Quienquiera aceptarlas, aplquelas, si le agrada, al libro quele presentamos. El libro saldr airoso de la prueba. Apuntamos estas bases de criterio para losjvenes estudiosos que quieran comprender estelibro en su valor artstico: no las aplicamos, porqueno es nuestro objeto, ni el lugar de hacerlo.

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    III

    Pero, stas no son, por cierto, para los lindos ojosde las curiosas, astros errantes que recorrerngozosos las poticas pginas de Azul.... Yo les ensear a juzgar de las obras de arte conel corazn, como a ellas les gusta y acomoda.Queris saber cmo, lindas curiosas? Od. Si la lectura del libro -o la contemplacin dellienzo y del mrmol- os produce una sensacin deagrado, o de alegra; si involuntariamente exclamis:qu lindo!, tened por seguro que la obra es bellay, por tanto, potica. Si no podis abandonar eldrama o la novela, y vuestros dedos de marfil y rosavuelven y vuelven una pgina tras otra para que lasdevoren los ojos hechizados, ah!, entonces el autoracert a ser interesante, lo que es un gran mrito yun triunfo. Si el corazn os late ms de prisa, si unsuspiro se os escapa, si una lgrima rueda sobre ellibro, si lo cerris y os quedis pensativa, ah!,entonces, bella lectora, no os quepa duda, por all hapasado un alma potica derramando el nardopenetrante de su sentimiento. La obra que, deleitando, consiga dar luz a lamente y palpitaciones al corazn helado, si aviva laconciencia, si mueve a las acciones nobles ygenerosas, si enciende el entusiasmo por lo bueno,lo bello y lo verdadero, si se indigna contra lasdeformidades del vicio y las injusticias sociales yhace que nos interesemos por todos los que sufren,

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    decid que es obra elocuente y eminentementepotica. Bajo las apariencias graciosas de la ficcin sueleocultarse la fuerza de estas grandes enseanzas, yentonces la obra llega a las altas cumbres del arte. Aplicad, lindas lectoras, aplicad estas reglas delsentimiento a las armonas azules de Rubn Daro, yvuestro juicio ser certero. Vuestros ojos, lo s,derramarn ms de una lgrima, vuestros labiosgozosos dirn qu lindo!, qu lindo!... , y luego osquedaris pensativas, como traspuestas, comoflotando en el pas encantado de los sueos azules.

    IV

    Dejadme hacer un poco como vosotras. Puesque se trata de un poeta y no de un filsofo, quedena un lado la escuadra y el comps del retrico.Quiero estimar por su aroma a la flor, al astro porsu luz, al ave por su canto. Venid conmigo, palomas blancas y garzasmorenas; para vosotras hablo ahora. Nada de filosofa, nada de finalidadestrascendentes, ni de abstracciones sensibilizadas,humanizadas y universalizadas. Eso, estoy seguro,hiere vuestros tmpanos delicados para la msica yel amor. Conversemos con el poeta; pero sin murmurar sies posible. Escuchadme.

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    Rubn Daro es de la escuela de Vctor Hugo;ms, tiene a veces el aticismo y la riquezaornamental de Paul de St. Victor, y la atrayenteingenuidad del italiano d'Amicis, tan llena de aire yde sol. Describe los bohemios del talento como lohara Alphonse Daudet, y pinta la naturaleza con launcin, el colorido y frescura de los autores de Pabloy Virginia y de la criolla Mara. Os sonres pensando: qu tiene de comnVctor Hugo, el relmpago y el trueno, con losidilios americanos de St. Pierre y de Isaacs, y con lasescenas parisienses del autor de Sapho? Son, en verdad, estilos y temperamentos muydiversos, mas nuestro autor de todos ellos tienerasgos, y no es ninguno de ellos. Ah precisamenteest su originalidad. Aquellos ingenios, aquellos,estilos, todos aquellos colores y armonas, se anany funden en la paleta del escritor centroamericano, yproducen una nota nueva, una tinta suya, un rayogenial y distintivo que es el sello del poeta. Deaquellos diferentes metales que hierven juntos en lahornalla de su cerebro, y en que l ha arrojado supropio corazn, al fin se ha formado el bronce desus Azules. Su originalidad incontestable est en que todo loamalgama, lo funde y lo armoniza en un estilo suyo,nervioso, delicado, pintoresco, lleno deresplandores sbitos y de graciosas sorpresas, degiros inesperados, de imgenes seductoras, demetforas atrevidas, de eptetos relevantes y

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    oportunsimos y de palabras bizarras, exticas an,mas siempre bien sonantes.

    V

    Acaso se apega demasiado a la forma; pero esaes su manera: y, luego, que l no descuida el fondo.Acaso... Chit!... Acercaos ms, lindas muchachas,estrechad vuestra rueda como las ninfas campestresen torno del viejo Anacreonte, y escuchadme. Sabis? Su hermosa Musa tiene un defecto! -Cul? Cul? -El de ser demasiado hermosa! -Ah!... Oh!... Bah!... Bah!... -Dejadme concluir: y presumida!... Qu diraisde la muchacha que untara de bermelln sus mejillasfrescas y rozagantes? Qu, de la nia que vistieraperpetuamente de baile por parecer mejor? -Y eso, a qu viene? -Vais a ver. El poeta tiene su flaco: esmalta yenflora demasiado sus bellsimos conceptos, abusadel colorete, del polvo de oro, de las perlas irisadas,de los abejeos azules... y sin necesidad; mientras mssobrio de luces y colores, ms natural es y msencantador. Siempre el estilo tico fue ms estimadoque el estilo rodio por los hombres de buen gusto.La elegancia no consiste en el exceso de adornos, nien la profusin de alhajas.

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    Pero eso no es nada. l sabe hacer elegante suriqueza y aceptable su colorete: el peligro es para susimitadores, que creen tener sus vuelos, porquesalpican sus salsas literarias con el ureo polvo, y suestro, porque se recargan de falsa pedrera comoserafines de aldea. Sigamos murmurando, como los crticos...Sabis?... -Qu ms, maestro? -El poeta tiene otro flaco... Os res?... Eh!callar... -No!, no! Hablad, por favor!... Daro adora a Vctor Hugo y tambin a CtuloMndez. Junto al gran anciano, leader un da de losromnticos, coloca en su afecto a la secta modernade los simbolistas y decadentes, esos idlatras delespejo en la frase, de la palabra relumbrosa y de lasaliteraciones bizantinas. Vctor Hugo tena el soplo gigantesco deHomero y de Isaas. El torbellino de su inspiracinproduca su pensamiento, exuberante, que no podavaciarse en los moldes estrechos de la Academia, yl, entonces, impelido por necesidad imperiosa, secreaba su propia lengua, con la audacia del genio.Para derramar su pensamiento fulgurante, tomabacuanto hallaba a la mano: sonido, color, letra,palabra, suspiro, desgarramiento, no importa qu;cuantos acentos e inflexiones toman la voz humanay la magna voz de la naturaleza entera, bosque,nube, ocano; cuantas maneras de expresar puedan

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    imaginarse; cuantas combinaciones alcancen aidearse, todo era bueno para l, todo era suyo, todoelemento de su lengua, y todo se plegabadcilmente a su pensamiento y obedeca a suvoluntad soberana. Eso pudo Vctor Hugo, porque suyo era el verbocreador, porque l era el genio. El verbo puedecrearse su propia carne, como el caracol su concha;pero la concha sola jams crear al verbo, y como laestatua, existir sin alma. La luz produce los colores; los colores noencienden la luz. Los poetas neurticos de Pars, que se llaman losdecadentes, quieren hacer como Vctor Hugo, ytorturan la lengua, la sacan de quicio, la retuercen yla dan extraas formas y giros; pero poco se curandel pensamiento. No bajar para ellos el Espritu enforma de lenguas de fuego! Daro tiene bastante talento para escapar a laSirena de la moda que lo atrae al escollo... Pero,cuidado! Gngora tambin tena su talento... En sus poticas pginas, en prosa y en verso, elpensamiento relampaguea a cada paso; pues lquiere ms, y las palabras, desplegadas en guerrilla,avanzan a fogonazos. No se abandona a su talento, busca el efecto,busca el xito en la novedad, y el relmpago seasocia al polvorazo, lo grande natural a lo pequeoartificial, Vctor Hugo a Verlaine, la Leyenda de lossiglos a los Poemas saturninos.

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    He ah el bermelln; como si el colorete en algofavoreciera las rosas de la juventud. Fuera el oropel! Fuera lo artificial, oh, jvenes,y soplar un aire sano sobre las letras como sobrelas flores del campo!

    VI

    -Cierto!... Mas, quines son esos decadentes deque hablis? Cmo es que nuestro poeta sacrificaen sus altares? -Os lo dir. Las letras, como las flores, como lasfrutas, como los pueblos, suelen sufrir epidemiasque las devastan y desfiguran. Comprendo bien que el pensamiento puedeajustarse a su forma y armonizar con ella. Almabella en cuerpo bello, es el ideal. Pues bien, hay ocasiones en que el exageradoamor a la forma ha perjudicado al pensamiento yproducido esas deformidades epidmicas en laliteratura, que suelen encontrar fervorosospartidarios y hasta imponerse a un pueblo y a unapoca entera. Pasada la moda se la encuentraridcula, y nadie comprende cmo vino ni quceguera la hizo aceptable. Y si no, ah estn para probarlo aquellas fiebresque han invadido las literaturas europeas,comenzando por el euphuismo, introducido por JohnLilly en la corte de Isabel de Inglaterra; el marinismo,

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    que invade Italia con sus concetti; al propio tiempoque el gongorismo hace estragos en las letrascastellanas, y la lengua preciosa en las francesas. Ni lasesuda Alemania escap a aquellas plagas, pues elpoeta Lohenstein les llev el contagio poco tiempodespus. El Hotel Rambouillet, centro culto yperfumado, cre el estilo galante, que degener enel preciosismo, y de su Saln azul donde por primeravez se unan la aristocracia de cuna y la del talento,sali tambin el Adonis de Marini, aquel terribledecadente llamado a Francia por Mara de Mdicis. Nacen estas plagas del prurito de crear nuevosdialectos poticos, que no corresponden a nuevasideas ni a nuevos sentimientos; nacen desobreponer por moda lo ficticio a lo natural, loconvencional a lo verdadero, la factura del mosaicopaciente a los esplendores del genio. En Francia, tras de los romnticos -emancipadores exagerados de lo convencionalclsico, que reinaba despus de los das de Ronsardy su plyade- brotaron los parnasianos, simbolistas ydecadentes. Los romnticos tienen razn de ser:representan la revolucin en las letras. Con elchaleco colorado en reemplazo del gorro frigio,marcharon contra la tirana de Boileau y de LeHarpe, y dieron a las letras un rumbo ms humanoy ms propio de nuestro tiempo y nuestracivilizacin. Pero, qu buscan los decadentes?, qunos traen de nuevo?, cul es su razn de ser? Queris conocerlos? Os los voy a presentar.

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    No se sabe a punto fijo de dnde vienen, ni creoque ellos sepan mejor a dnde van; y en esto separecen un poco a los gitanos. Vienen de los hermanos Goncourt? Nacieronde las Flores del mal de Baudelaire? O acaso sonimitadores bastardos de Vctor Hugo, que a falta degenio quieren parecersele por las rarezas dellenguaje? Descenderan, por ventura, estoszngaros, de Ramss el Grande? Todo puede ser! Sea como fuere, todo ello es que la escuelamodernsima de los decadentes busca con demasiadoempeo el valor musical de las palabras y descuidasu valor ideolgico. Sacrifica las ideas a los sonidosy se consagra, como dicen sus adeptos, a lainstrumentacin potica. Los decadentes no slo olvidan el significado rectode los vocablos, sino que enlazan sin sometimientoa ninguna ley sintxica, con tal de que de ello resultealguna belleza a su manera, la cual bien puede seruna algaraba para los no iniciados en sus gustos. A los que as proceden los llam decadentes elbuen sentido pblico, y ellos, como pasa tantasveces, del apodo hicieron una divisa. Los poetas neurticos de esta secta hacen vidade noctmbulos y ocurren a los excitantes ynarcticos para enloquecer sus nervios, y asprocurarse armonas y ensueos poticos. Acuden ala ginebra y al ajenjo, al opio y a la morfina, comoPoe y Musset, como los turcos y los chinos. Eldeseo de singularizarse es su motor, la neurosis su

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    medio. Tales son los decadentes, los de la instrumentacinpotica! Divina locura! Caso curioso de la patologaliteraria... En estos neurticos debe operarse ciertainversin de los sentidos, pues que en suvocabulario especial confunden los sonidos con loscolores y los sabores como pasa bajo el imperio dela sugestin hipntica. Comprendo que la chispa elctrica sea luzazuleja para el ojo, crepitacin para el odo, escozorpara la mano, acidez para el paladar, y aun conciboque tenga olor, si se la hace caer en los nervios delolfato. Comprendo que el alma, libre del fardo de lamateria, tenga una nocin nica, y, por tanto, msperfecta, de la chispa elctrica, aunando las cinconociones elementales diversas que los sentidos leproporcionan, tal como de la fusin de los coloresdel espectro resulta el rayo de luz. Comprendo quelas sensaciones recibidas por los sentidos tengangrandes analogas y estrechas relaciones entre s,desde que todas no son ms que modos demovimiento, y slo se diferencian en la rapidez delas vibraciones. Pero lo que no comprendo es quehombres despiertos y metidos en el estuche de sucuerpo vivo, me digan: que el clarn suena rojo, quellega a herir su tmpano el aroma azul de las violetas,que ven con el paladar y que oyen por la nariz!... Ymenos comprendo todava, ni admito, la necesidadde amoldar la lengua a tan extravagante discordia de

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    los sentidos, a nombre de la divina instrumentacin! Y no creis, mis seoras, que exagero. Losdecadentes no son desprevenidos y tienen su Cdigo.Han ya reducido a preceptos las incoherencias desus sueos morfinizados en el Tratado del Verbo. Establcese all que cada letra tiene un color,cada color corresponde a un instrumento msico ycada instrumento simboliza una pasin o un modode ser. As, Por ejemplo: La A es negra, lo negro es el rgano, el rganoexpresa la duda, la monotona y la simpleza (sic). La E es blanca, lo blanco es el harpa; el harpa esla serenidad, etc., etc. De las combinaciones de letras, segn ellos,nacen los diversos matices del sonido, del color ydel sentimiento. He aqu, pues, la cbala judaaplicada a las bellas letras. Como el nio que juega inconscientemente alborde del precipicio, as estos poetas decadentessonren junto al abismo, en aquella triste penumbravaga que separa la razn de la demencia. Las aliteraciones, las combinaciones de letras ysonidos que ellos miran como nuevas, en su parteracional eran conocidas por el viejo Homero yusadas por Virgilio. Las armonas que ellos buscancon tan raro ahnco, otros las encontraron ya sinsalir de lo razonable, y es lo que los retricos, desdeAristteles hasta hoy, comprenden en la armona delos sonidos musicales, la armona imitativa y laarmona que establece el acuerdo entre la idea y las

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    palabras con que se la da expresin. No hay, pues, tal novedad.

    VII

    Es Rubn Daro decadente? l lo cree as; yo lo niego. l lo cree, porque poetiza la nueva escuela;porque siente las atracciones de la forma, comotodas las imaginaciones tropicales; porque tiene lafiebre de originalidad. Yo lo niego porque no le encuentro lasextravagancias caractersticas de la escueladecadente, por ms que tenga las inclinaciones. Loniego, porque l no ensarta palabras para aparentarideas, sino que tiene el divino numen que lo salva delas atracciones del abismo, como las alas del guila. Ay de los incautos que pretendan seguirlo! La potica decadente de Daro es al Tratado delVerbo lo que el hombre al mono. Ella estconsignada en un hermoso estudio que consagr aCtulo Mndez, donde l mismo se pinta de cuerpoentero y descubre los procedimientos que emplea. Dice all, en son de reproche, que Julio Jannconsideraba un absurdo, una locura, pretenderpintar el color de un sonido, el perfume de un astro,algo como aprisionar el alma de las cosas. Otros encuentran que hay un exceso de arte, unabandono del fondo, del verbo, por la envoltura

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    opulenta... (Od!)... Ah! y esos desbordamientosde oro, esas frases kaleidoscpicas, esascombinaciones armoniosas en periodos rtmicos,ese abarcar un pensamiento en engastes luminosos,todo eso es sencillamente admirable! S, admirable, mientras el gusto sano lo vivifique,mientras el grande arte de la palabra no degenere enneurticas orquestaciones! Daro va en busca de lo bello, del encaje, delpolvo ureo; quiere juntar la grandeza a losesplendores de la idea en el cerco burilado de unabuena combinacin de letras... quiere poner luz ycolor en un engaste, aprisionar el secreto de lamsica en la trampa de plata de la retrica, hacerrosas artificiales que huelan a primavera.... Y todoeso hace, en efecto. De l diremos, como l de Ctulo Mndez, quees un poeta de exquisito temperamento artstico,delicadsimo y bizarro; que escribe en prosa y casirima; admirable fraseador que esmalta y enflora suscuentos, y que para distinguirse tiene el sello de suestilo, de su manera de escribir como burilado enoro, como en seda, como en luz. Va ms lejos an, y elogia en Mndez el instintoque tiene de encontrar el valor hermoso de unaconsonante que martillea sonoramente a una vocal,y su gusto por la raz griega, por la base extica,siempre que sea vibrante, expresiva, melodiosa. Ctulo Mndez como Gautier, su suegro, es unparnasiano, pero con ribetes de simbolista

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    decadente. Daro es un poeta sui generis, con ms facetas queel Kohi-noor de la India, y con ms nervios ycaprichos que Sara Bernhardt. Su admiracin por los primores y rarezas de lafrase, su inclinacin y gusto por los pequeossecretos del colorido de las palabras y armonasliterales, han hecho, sin duda, que l se creadecadente. No lo es, dijimos, porque no tiene lasextravagancias de la escuela. Sus mismas sorpresas,novedades, rarezas de forma, son tan delicadas, tanhijas del talento, que se las perdonaran hasta losms empecinados hablistas. Suele haber racesexticas en su vocabulario, suelen deslizarse algunosgraciosos galicismos; pero es correcto, y si andasiempre a caza de novedades, jams olvida el buensentido, ni pierde el instinto de la rica lengua deCastilla al amoldar las palabras a su orquestacinpotica. No as en las clusulas de su floridolenguaje: ellas tienen ms el corte francs moderno,brusco, breve, nervioso, que el desarrollo grave,amplio, majestuoso, de la frase castellana. Sus bizarreras, como l suele decir, hijas legtimasson de una organizacin nerviosa, de la sangrejuvenil, y sobre todo, de la viveza y esmalte de todasestas imaginaciones maduradas en climas ardientes. Sin embargo, no se puede desconocer sutendencia a los decadentes. Veo que tiene un piesobre ese plano inclinado; si eso se hace de moda,

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    temer que la moda lo empuje y precipite. Ah! la Moda!... Conocis sus caprichos locos ysu imperio. Por culpa de ella, ah tenis a nuestrolrico enflautado en su larga levita y en el tuvolustroso de su sombrero, en vez de llevar flotando ala espalda el blanco albornoz de los beduinos, deholgados pliegues, airoso y elegante. El Yemen locreera su hijo; el camello lo reconocera; taera laguzla mora adornada con flores de granado, y lasmujeres de ojos negros arrojaran jazmines a susplantas. Quiera Alah. que no caiga en el abismo! Lo que es por hoy, este bellsimo libro Azul...,con arabescos como los de la Alhambra, proclamala estirpe de su autor, y prueba que l no es undecadente.Si l lo dice no lo creis! Pura bizarrera! Puraorquestacin potica!

    VIII

    -Veamos la obra! All en el fondo del tica, cuando del viejo cororeligioso de las fiestas dionisacas comenzaba adesprenderse la tragedia, cuando Esquilo meditabasu Prometeo, el pueblo murmuraba en tomo del altardel dios, un poco olvidado: -Nada por Dionisio!Nada para Dionisio!... Como el pueblo ateniense, dir acaso mi buen

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    amigo Rubn, al ver que dejo correr la plumacharladoramente por donde menos pensaba, y paranada me ocupo de su nuevo libro. Ciertamente, darlo a conocer era mi intencin alsentarme a escribir este prlogo; pero me acontececomo a un buen amigo mo, improvisador sin fin nifondo, que se sent a escribir una dcima y le saliuna comedia!... Mas, pues tengo an dos cuartillasblancas sobre la mesa, hagamos algo por Dionisiopara que el pueblo no murmure. Recorramos la reducida pero rica galera de suslienzos y acuarelas, de sus mosaicos y camafeos, desus bronces y filigranas. Venid, bellas ninfas, adoradoras del arte; venid yadmirad conmigo sobre el Azul... joyante de estaprosa, el divino centelleo del Ao lrico, lira debrillantes sobre mullido cojn de raso azul. -Entrad!

    IX

    Queris ver y palpar lo que el viejo autor de lasdoloras llama la universalidad de una idea? Aqu tenis estos tres cuadros -una pequeatriloga-: El rey burgus, El velo de la reina Mab,La cancin del oro. Miradlos bien. Veis? -El protagonista es el Poeta, siempre elPoeta, solo, desconocido, hambriento, casi unmendigo, y sin embargo, como Coln, lleva unmundo en la cabeza. El burgus hecho rey, dueo

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    del oro y del mundo, ve al poeta y lo coloca msabajo que sus lacayos, all, entre sus pjaros, dondedar vuelta sin cesar al manubrio de un organillo!...Es noche de crudo invierno; la sala del festn ardecomo un ascua de oro; por sus ventanas salenbocanadas de luz y explosiones de alegra; ah segoza y se re, ah se aplauden locamente lashinchadas necedades de un retrico!... Y afuera, ohsarcasmo!, la nieve, el hambre, la desesperacin... elPoeta que muere a la luz de las estrellasmelanclicas. Habis comprendido? Ese poeta, ese genio quepasa desconocido al lado de los grandes de sutiempo, que vive sufriendo y muere de pena y defro, tiene muchos nombres, se llama Homero,Camoens, Tasso, Shakespeare, Miguel Cervantes...Comparad estas frentes humildes tocadas por eldedo de Dios, con las altivas testas coronadas pormanos del hombre o del capricho!... Ah tenis la eterna historia del oro burgusaplastando el talento, y, del estro encadenado a lamiseria; ah tenis la universalizacin de la ideaexpresada poticamente. Este viejo cuento, narrado con gracia nueva yencantadora, es una tela que merece marco de oro.No es verdad, hermosa lectora? Pero, qudiantre!... Os quedis pensativa! Vuestra frentedelicada se dobla al peso de graves pensamientos?...Ah! es que eso nace del fondo mismo del cuadro,que el autor, por una amarga irona ha llamado

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    cuento alegre! Campoamor quiere que la idea potica se hagaimagen para que la veamos, y enseguida sehumanice para que la sintamos. La imagen es elcuento mismo, y no me tengis por un viejomurmurador si os agrego que aqu esahumanizacin es... nuestro poeta en persona!Chit!... Slo para vosotras... Imaginadlo enjauladoen el pandemonium de la Aduana de Valparaso,tratando de fardos, contando barricas; alineandonmeros en negras columnas! Imposible! Y hay,sin embargo, que dar vueltas al manubrio!... Ah!creedme, yo lo comprendo... pero, al menos, l,lleno de juventud, lleva en el pecho la esperanza...! La esperanza! s, esa es la ninfa ilusin que l vioen su Cuento parisiense, tan sabroso, tangraciosamente bello como la ninfa misma que allveis, esa que surge del cristal tembloroso de lasaguas con una sonrisa picaresca. Pero nodivaguemos. Volvamos a nuestro Poeta muerto de pena y defro: vamos a verlo resucitar en el cielo de lafantasa. Conocis a la diminuta reina Mab, aquella queShakespeare pasea por el pas de los sueos y de losenamorados, donde vagan Romeo y Julieta? Ella -elhada gentil que baja por un rayo de sol, en supequeo carro hecho de una sola perla y tirado porcuatro colepteros empenachados, de bruidoscapacetes y transparentes alas-, ella, ella ser la que

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    emancipe al Poeta. Al menos, conseguir siquieraadormecerlo, engaar su dolor, lo har olvidar suspenas. Sabis cmo? Mirad el lienzo; all la veis,compasiva y tierna envuelve al Poeta en su veloazul, casi impalpable, y tan tenue como la sombrade una ilusin. Ese velo encantado trae consigo losdulces sueos, y hace ver la vida de color de rosa.Comprendis ahora? Dante borr la esperanza y cre el infierno.Lasciate ogni speranza.... Arrojad la divinaesperanza sobre la noche, y tendris el da. Eso hizo la reina Mab. Desgraciadamente, ese velo delicado se rompe yse evapora al soplo brutal de la realidad, fra, y duray tremenda. La hora de los desengaos no tarda. -Elharapiento con trazas de mendigo, el peregrino, elpoeta, despierta bruscamente al sentir que le escupeal rostro el desprecio de los palacios, llenos delacayos galoneados, y el crujir insolente de la sedameretricia. Y aquella especie de mendigo se sonre y seyergue. Sobre su frente dantesca se amontonan lassombras como las nubes en torno de la montaa, ybrillan sus ojos con los relmpagos de laindignacin, y su lengua, como la de Juvenal, estallaal fin en rayos vengadores! Esa es la stira aceradacontra las corrupciones de la riqueza, esa laCancin del Oro mezcla de gemido, ditirambo ycarcajada, que el poeta da al Viento de la noche, y

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    que en ecos quejumbrosos prolongan las tinieblassobrecogidas. Mas, por desgracia, estas voces vengadoras nollegan al odo sordo de los poderosos, ni a sucorazn, ms duro que el bronce, ms duro que labveda del Banco, y a prueba de generosascompasiones. Qu se hizo el poeta? Ya no est la reinaMab!... El velo azul no existe... la Cancin del Orofue dispersada al viento del olvido... Acaso nohabr algn eplogo para nuestra triloga?Recorramos la galera... Ah!... Ah!... s lo hay!... Elpoeta se ha hecho bohemio, y hoy vive en la viejaLutecia, en ese Pars que aspira a ser el cerebro delmundo porque es su corazn. Ah est. Lereconozco a pesar de su metamorfosis. Del pas de las hadas hemos pasado, pues, a laprosa de la vida, y nos hallamos en el caf Plombier,en plena bohemia, bock en mano y la pipa en laboca... All se agitan revueltos, grupos deestudiantes y artistas, de perdidos y pensadores,cabezas fosforescentes donde hay algo, frentesjuveniles que buscan afanosas el viejo laurel verde. All est aquel Garcn, querido entre todos, triste,soador, buen bebedor de ajenjo, bravoimprovisador, y, como bohemio, un Bayardo sinmiedo ni tacha. Ya lo veis, ha cambiado de traje yde escenario, pero es el mismo poeta annimo aquien el rey burgus dej morirse de hambre, elartista a quien Mab envolvi en su velo, el mendigo

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    que lanz a los aires como una saeta de fuego, suestridente Cancin del Oro. La bohemia lo llama el Pjaro Azul. l hacemadrigales y coge violetas para Nin, su linda vecina. Mas el idilio candoroso y dulce es bruscamenteinterrumpido por la muerte de Nin. Garcn sonre tristemente, se despide de susamigos como en broma, pero con palabrasmisteriosas, y enseguida pone fin al idilio saltndoselos sesos. As, pues, el eplogo de esta lucha trgica delgenio con el destino, remata con el suicidio, heroicacobarda, sublime necedad! El oro y la ceguerahumana lo combaten, la esperanza lo consuela, elamor lo levanta, pero, al fin, como el epicurianoLucrecio, corta las amarras y se engolfameditabundo en el pilago de la eternidad. Aguardad, que hay algo an ms sombro y mshumano en esta galera d'lite; algo digno del lpiz deGoya. Se dira que es un episodio cado de la carterade Vctor Hugo, algo como una pgina de losMiserables o de los Trabajadores del Mar, suavizada porla pluma de d'Amicis. -Mostradnos, pues, el pequeo prodigio. -Ah lo tenis. Se intitula El Fardo. No esverdad que esa tela hace estremecer el alma? Eshermosamente sombra; tiene los sacudimientos dela tragedia y llena los ojos de lgrimas silenciosas. Baja la tarde; a orillas del mar azul y prfido, unviejo jornalero invlido cuenta la triste suerte de su

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    hijo, uno de los hrcules annimos de nuestrasplayas. l era el sustento del pobre rancho; ltrabajaba sin descanso al sol y al viento, a veces conel agua a la cintura, para llevar un mendrugo a sumadre anciana, y para algo ms... para enriquecer alos ricos. l se rea de la muerte y desafiaba elpeligro, mas un da la muerte lo cogi en su trampahorrible y lo aplast. -Cmo? -Un fardopesadsimo se balanceaba pendiente del brazocolosal de un pescante que lo alzaba sobre elabismo. De repente cruje la madera, las cadenasrechinan, estallan las gruesas cuerdas con estrpito,y aquella masa brutal cae y aplasta al hombre deltrabajo como a un vil gusano!... Sombra imagen delpueblo, vctima del fardo ajeno, y sufriendo siempreen silencio! Lloris?... Pasemos a otra cosa... Aire de primavera; olor a rosas; cuadro de amor,seoritas!... El pintor lo llama Palomas blancas y garzasmorenas... Yo le dara otro nombre... -Cul? Cul?... Veamos! -Claro de luna y rayo de sol. Nada ms fresco ni ms delicado, nada mshumano ni ms divinamente escrito. Ese par de acuarelas entrelazadas en unmedalln, y que se completan y armonizan; esepoema del primer amor sentido por un nio yexpresado por un hombre, por s solo bastara aformar una reputacin literaria.

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    Qu!... muchacha coqueta, conque te tapas losojos para no ver y atisbar a hurtadillas por entre losdedos!... Eh! dejad a los clrigos del Estandarte la gloria detejer fajas pdicas para las Venus de Milo, y buscardesvos msticos para las sanas palpitaciones de lamadre naturaleza!... Lo bello, lo verdadero y lo bueno, son las treshipstasis de la santa trinidad del arte, tres coloresdistintos producidos por un solo rayo de luz divina.Lo bello tiene que ser verdadero; no puede dejar deser bueno. Creerais hacer buena obra condenando laverdad de esta belleza? Condenad entonces lanaturaleza misma! El cuadro del primer beso forma artsticamentela transicin natural de los Cuentos al Aolrico, de la prosa elegante y cadenciosa a los versosde la divina estirpe. Pero, un momento ms; echad an un vistazosobre estas pinturas. Aqu est la nia clortica quese muere sin saber de qu, arrebatada por un hadabenfica al palacio del Sol donde encuentra suscolores perdidos y recobra la alegra. Ved ms all aquellos pequeos gnomosfornidos, de luengas barbas grises, con el hacha alcinto y caperuzas encarnadas. Mundo fantstico,mundo alemn de Cobolt y Nquel, de gnomos queconocen el secreto de las montaas y saben en quentraa de la tierra est escondido el tesoro de los

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    Nibelungos. Agitado y revuelto hierve esesubmundo de los pigmeos, porque el hombre, en suaudacia creciente, ha osado sacar de sus crisoles elzafiro y los rubes, que ellos custodian noche y daen sus yacimientos seculares. Queris saber laleyenda del rojo rub, de ese brillante como el ojosanguinolento de una divinidad infernal? -Escuchadal viejo gnomo; l os la va a contar... Nos provocan al pasar estas dos panoplias, comohan dado nuestros pintores en llamar a lascolecciones de esbozos y bocetos que encuadran enun mismo marco, o en algn tablero acuartelado, ala manera de los viejos escudos de armas. Esta es El lbum porteo; la otra, elSantiagueo. Aqu tenis a Ricardo: en busca deimpresiones y panoramas sube a los cerros de esteValle del Paraso, que no es paraso ni es valle. Sigueuna va tortuosa de casas trepantes, escalonadas delpie del cerro a la cumbre, graciosas, alegres,pintorescas, unas como blancos palomares entre laverdura, otras como castillos areos asomados alabismo. Mientras ms se sube, como pasa en la vida,mayores horizontes se abarcan, ms crece el cielo yms el mar. Y en las calles ascendentes del CerroAlegre y en la estril soledad del Camino de laCintura, Ricardo ve, medita, y escribe despus, loque pocos ven, ninguno medita y ninguno haescrito. Veamos lo que l ha visto.

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    En el jardn de esa casita inglesa, ah tenis aMary cogiendo flores de la maana, rubia, area yfresca... creacin delicadsima hecha de una felizpincelada y digna de tentar a un Fortuny. Luego, allado de esa acuarela sonrosada y fila, un paisajechileno a lo Rugendas, representando al huaso denuestros campos y su buey; gordo ste, resignado,paciente y rumiando filosficamente su pasto y sudestino. Ms all, al rojizo resplandor de la fragua,los cclopes de delantal de cuero, que forjan elhierro incandescente al comps de sus martillos. -Ah! ac tenis La Virgen la paloma. Creacinmurillesca, con su nio en brazos. El bambino agitalas manecitas y las piernas rollizas, y muestra en susmovimientos querer asir la blanca paloma, bajo lacpula inmensa del cielo azul.... Ah tenis, en elrincn, en el ltimo trmino, esa cabeza que asomaa medio bosquejar; bajo sus sienes artsticas sesiente palpitar el pensamiento, y se ve algo como elaleteo de millares de mariposas prontas aderramarse por los aires. Es un autorretrato: est ahal fin como una firma. Recorramos ahora el lbum Santiagus; mas nicreis, extraviados por el nombre, que el artista fueen romera a Santiago de Compostela en busca desus cuadros. No, nada de eso; se trata de nuestrasvistas santiaguinas, de nuestra alameda de Santiagode Chile, con su sin par cordillera de prfidosabigarrados y de nieve, blanca a la maana, rosiclera la tarde, con sus rboles, sus palacios, sus fuentes

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    y sus estatuas; con sus filas interminables de lujososcarruajes charolados; con sus paseantes ajustados alltimo corte parisiense, y su exhibicin dominguerade lindas mujeres vidas de mirar y de ser miradas.Tras de esta vista de conjunto, aquel segundo cartndel panneau nos introduce al misterioso retrete deuna dama santiaguina. Delante de un tocador ensayaun traje Pompadour a la manera de las marquesitasempolvadas de Watteau, y ensaya al mismo tiempolas armas de su gracia conquistadora. Va al baile defantasa... Estar irresistible... Aqu tenis una naturaleza muerta; all un estudioal carbn, una dama misteriosa con el manto a losojos, orando en la penumbra del templo; ms allun risueo paisaje de la Quinta Normal, con sauceconfidente, y a su amparo una feliz pareja -acasouna cita!-, y luego, un capricho de luz, un rayo deluna que resbala sobre la frente plida del soadorincorregible y va a perderse en la bruma nocturna. Tal es el Azul.... a vuelo de pjaro.

    X

    Estoy cansado; sentmonos un momento. Cul creis que es la prenda ms sobresalientedel autor de estos cuentos? -Su inspiracin!... -Su fantasa!... -Su originalidad!... -Su elegancia!...

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    -Eh! me refiero a otra cosa. Rubn Daro tiene el don de la armona bajotodas sus formas. Ya es la armona imitativa, quenace, como sabis, de la acertada combinacin delas palabras, cual aquella agua glauca y oscura quechapoteaba musicalmente bajo el viejo muelle y elraso y el moar que con su roce ren... Cito dememoria, por no darme el trabajo de la eleccindonde a cada paso brotan espontneas las preciosasonomatopeyas. Fuera de la armona imitativa hay aqu en gradosupremo, aquella otra, que convierte la lengua enuna flauta suave y sonora; y hay la gran armona, lams artstica de todas, la que consiste en el perfectoacuerdo entre la idea y su expresin, de manera queparezcan ambas nacidas a la par y a una para la otra. Agregad a estas tres faces de la armona lasmelodas del lenguaje sometido a la ley del metro ydel ritmo, y sabris en qu nuestro poeta es maestrocomo pocos. El don de la armona es uno de lossecretos que tiene para encantamos.

    XI

    En El Ao lrico hay pocas pero escogidascomposiciones. Nada ms delicado que su canto de Primavera;nada ms esplndido que su Estival. En la Primaveral, suelto y gracioso romance

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    que huele a rosas, es notable la armona entre eltema desarrollado y las imgenes, figuras, tropos,eptetos y combinaciones de sonidos que seemplean. Corre por toda la composicin un airefresco y embalsamado de primavera y juventud, quealegra el alma y templa los nervios, como sirealmente nos hallramos en la estacin florida delos primeros amores. Pocas, muy pocas consideraciones del gnero haproducido la musa juvenil de Amrica que a sta seigualen. Yo, apenas si retocara un solo verso para darmejor colocacin a los acentos, y dira:

    Dame que aprieten mismanoslas tuyas de rosa y seda,y re y muestren tus labiossu hmeda prpura fresca

    As, este octoslabo dactlico llevara sus acentos,como es debido, en las slabas 1, 4 y 7. Tras de los toques de aroma y color campestres,propios de la savia que sube, y las yemas querevientan, y los botones que se abren, y del amorque germina en nidos y corazones; tras del dulcereclamo a la amada, propio del mes de flores y deun alma de poeta, viene aquel final esplndido de

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    perfil griego, que hace rematar tan elegantecomposicin en una anacrentica perfecta. Oh, y la Estival! Qu nervio y qu estro! Quadmirable talento pictrico!... No trepido en afirmarque ste es uno de los ms bellos trozosdescriptivos del Parnaso Castellano. El esto est simbolizado en los amores de dostigres de Bengala. La real hembra aparece sola enescena con su lustrosa piel manchada a trechos.Una sensacin extraa la agita...

    Salta de los repechosde un ribazo, al tupidocarrizal de un bamb; luego, a la rocaque se yergue a la entrada de la gruta.All lanza un rugido,se agita como una locay eriza de placer su piel hirsuta.La fiera virgen ama.Es el mes del ardor. Parece el suelorescoldo; y en el cieloel sol inmensa llama...........................Sintense vahos de horno,y la selva africanaen alas del bochornolanza, bajo el serenocielo, un soplo de s. La tigre ufanarespira a pulmn lleno,

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    y al verse hermosa, altiva, soberana,le late el corazn, se le hincha el seno.

    Esta es la introduccin, ste el medio ambienteencendido en que la escena va a tener lugar. Las coqueteras felinas de aquella fiera queensaya las uas de marfil en la roca, que se lame yrepule, que agita nerviosa el inquieto felpudo rabo,que husmea, busca, va... y exhala como suspirosalvaje, no son por cierto perdidas. Sus efluviosvuelan, y luego,

    un rugido calladoescuch. Con prestezavolvi la vista de uno y otro lado.Y chispeo su ojo verde y dilatadocuando mir de un tigre la cabezasurgir sobre la cima de un collado.El tigre se acercaba.Era muy bello.Gigantesca la talla, el pelo fino,apretado el hijar, robusto el cuello............................................................Al caminar se vasu cuerpo ondear con garbo y bizarra.Se miraban los msculos hinchadosdebajo de la piel. Y se dira,ser aquella alimaa

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    un rudo gladiador de la montaa..............................................

    Pero a este paso tendra que citarlo todo. Leedlo,leedlo, y encontraris razn a mi entusiasmo. Lapintura del tigre es a la manera de Leconte de Lisle,como lo es el encuentro de las dos fieras, y lallegada inesperada del prncipe de Gales que va decaza. Detinese al ver aquellas fieras temibles queacarician sin sentir lo que pasa a su lado; avanza,apunta, hace fuego y al estruendo

    El tigre sale huyendoY la hembra queda, el vientre desgarrado.Oh! va a morir... pero antes, dbil, yerta,chorreando sangre por la herida abierta,con ojo doloridomir a aquel cazador; lanz un gemidocomo un ay! de mujer.. y cay muerta.

    Aqu cierra naturalmente el cuadro, y siemprenos parecer pegadizo el trozo final. Por la propiedad quisiramos que la escenapasara en la India, cuna de tigres bengaleses, y sotode caza de los prncipes de Inglaterra, y no en laselva africana, elegida por error. Por la misma raznsuprimiramos aquel kanguro, que salta huyendo del

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    ramaje oscuro, llevado a tierra de tigres reales por lasola atraccin de la consonante. Pero, stos son lunares fciles de remediar, y ennada amenguan el mrito de la obra. Los cantos que Daro consagra al Otoo y alInvierno estn cuajados de bellezas como nuestrocielo austral de estrellas. Renuncio a contarlas. El Pensamiento de Armand Silvestre es a lasotras composiciones lo que la hoja a los ptalos, yAnagke es la oda ms delicada y bella a la Palomaque pueda darse, deslucida por un final desgraciado,que debe suprimirse sin vacilar. Si el autor quiere despus del canto de felicidadcompletar su idea, si quiere pintarnos la desgraciaacechando al que sonre, si quiere encarnar en elgaviln devorando a la paloma la imagen de lafatalidad (que es lo que anagke significa), maneje deotra manera su conclusin. A l no le es lcito dejar de ser artista, ni un solomomento. Anagke comienza as:

    Y dijo la paloma:Yo soy feliz. Bajo el inmenso cielo,en el rbol en flor, junto a la pomallena de miel, junto al retoo suavey hmedo por las gotas del roco,tengo mi hogar.....................................................

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    Soy feliz! porque ma es la floresta,donde el misterio de los nidos se halla;porque el alba es mi fiestay el amor mi ejercicio y mi batalla.Feliz, porque de dulces ansias llenacalentar mis polluelos es mi orgullo;porque en las selvas vrgenes resuenala msica celeste de mi arrullo.Porque no hay una rosa que no me ame,ni pjaro gentil que no me escuche,ni garrido cantor que no me llame.-S? dijo entonces un gaviln infame.Y con furor se la meti en el buche.

    Este ltimo es un verso plebeyo que desdice delos dems, tan donosos y bien nacidos. Al menos,me hace mal efecto. Pero, lo que s debo confesarque encuentro inadmisible bajo todo punto de vista,es el siguiente desgraciadsimo final, que puede ydebe suprimirse, por innecesario a la obra, porantiartstico y por blasfemo. S; notadlo bien, seoritas, yo, libre-pensador,yo, a quien sin conocer llaman ateo las buenasmonjas de Dos Corazones, no acepto estasinterpretaciones dainas al arte. Contina el poeta:

    Entonces el buen Dios all en su trono,

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    (mientras Satn, para distraer su enconoaplauda a aquel pjaro zahareo)se puso a meditar. Arrug el ceo,y pens, al recordar sus vastos planesy recorrer sus puntos y comas,que cuando cre palomasno deba haber creado gavilanes.

    A propsito de esto, me permits, amigas mas,una ltima digresin antes de despedirnos? -Sea! Habis de saber que don Alfonso el Sabio, reymuy dado a la astronoma, como que escribi lasTablas Alfonses que de los astros tratan, ofuscadopor los errores a que lo indujo el sistema deTolomeo, culpaba al Creador de los desrdenes eincongruencias que crea encontrar en el mecanismodel universo. La crtica que el buen rey crea hacer alAutor de los cielos, en realidad la haca a Tolomeo,a quien l segua, como los rabes sus maestros. As,quienes lo culpan del aparente desorden moral einjusticias de esta baja tierra, lo que en realidadculpan es su propia, falsa concepcin de las cosas. No sabemos explicarnos por qu el halcndevora a la paloma, y nuestra ignorancia se retuercecontra el Creador del cielo y de la tierra, origen de lajusticia y fuente de todo bien. Admiremos la obra, amemos a su Autor. Sin esono hay arte. Lo bello, lo verdadero, lo bueno,brotan del seno de la naturaleza, como la luz, el

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    calor y la vida brotan del sol. L'art c'est l'azur. Sois poetas? Amis el arte? -Dnde hallarismejor modelo ni mejor maestro que en esta santa, ybuena y sabia naturaleza, siempre bella, siemprevirgen y madre, de cuyo seno nace el arte griego,como Venus de las espumas, como Minerva delcerebro de Jove? Buscad en la naturaleza el secreto de la poesa.Ella os dar los elementos inertes y los elementosvivos de los afectos. Ella es cielo, aire y tierra; ella eshombre y mujer, luz y amor, ciencia y virtud, color yarmona... escala misteriosa que remata en Dios. Por favor, lindas lectoras, suprimid esedesgraciado final. Si el autor no lo hace, suprimidlopor l, en prueba de cario y de agradecimiento porel goce esttico que os habr producido lacontemplacin del precioso cofre artstico que llevagrabado en la tapa, como un misterio, la palabraAZUL... y guarda dentro las joyas regias del Aolrico. Y decidme ahora, corazones sensibles, capacesde sentir las nobles emociones del arte, no esverdad que el autor de este pequeo libro es un granpoeta? La envidia se pondr plida: Nicaragua seencoger de hombros, que nadie es profeta en sutierra; pero el porvenir triunfante se encargar decoronarlo. Vosotras que me creis, porque sabis sentir ypresentir, saludad al poeta a su paso, como las

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    vrgenes Sulamitas a David el cantor y no temisengaaros, que l lleva consigo las tres palabras depase para el templo de la inmortalidad:

    Eros-Lumen-Numen

    E. DE LA BARRAC. E. de la Real Academia Espaola

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    Cuentos en prosa

    El Rey BurgusCuento alegre

    Amigo! El cielo est opaco, el aire fro, el datriste. Un cuento alegre... as como para distraer lasbrumosas y grises melancolas, helo aqu:

    * Haba en una ciudad inmensa y brillante un reymuy poderoso, que tena trajes caprichosos y ricos,esclavas desnudas, blancas y negras, caballos delargas crines, armas flamantsimas, galgos rpidos ymonteros con cuernos de bronce, que llenaban elviento con sus fanfarrias. Era un rey poeta? No,amigo mo: era el Rey Burgus.

    * Era muy aficionado a las artes el soberano, yfavoreca con largueza a sus msicos, a sushacedores de ditirambos, pintores, escultores,

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    boticarios, barberos y maestros de esgrima. Cuando iba a la floresta, junto al corzo o jabalherido y sangriento, haca improvisar a susprofesores de retrica canciones alusivas; loscriados llenaban las copas del vino de oro quehierve, y las mujeres batan palmas conmovimientos rtmicos y gallardos. Era un rey sol, ensu Babilonia llena de msicas, de carcajadas y deruido de festn. Cuando se hastiaba de la ciudadbullente, iba de caza atronando el bosque con sustropeles; y haca salir de sus nidos a las avesasustadas, y el vocero repercuta en lo msescondido de las cavernas. Los perros de pataselsticas iban rompiendo la maleza en la carrera, ylos cazadores inclinados sobre el pescuezo de loscaballos, hacan ondear los mantos purpreos yllevaban las caras encendidas y las cabelleras alviento.

    * El rey tena un palacio soberbio donde habaacumulado riquezas y objetos de arte maravillosos.Llegaba a l por entre grupos de lidas y extensosestanques, siendo saludado por los cisnes de cuelloblanco, antes que por los lacayos estirados. Buengusto. Suba por una escalera llena de columnas dealabastro y de esmaragdina, que tena a los ladosleones de mrmol, como los de los tronossalomnicos. Refinamiento. A ms de los cisnes,tena una vasta pajarera, como amante de laarmona, del arrullo, del trino; y cerca de ella iba a

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    ensanchar su espritu, leyendo novelas de M. Ohnet,o bellos libros sobre cuestiones gramaticales, ocrticas hermosillescas. Eso s: defensor acrrimo dela correccin acadmica en letras, y del modolamido en artes; alma sublime amante de la lija y dela ortografa.

    * Japoneras! Chineras! por lujo y nada ms. Bienpoda darse el placer de un saln digno del gusto deun Goncourt y de los millones de un Creso:quimeras de bronce con las fauces abiertas y lascolas enroscadas, en grupos fantsticos ymaravillosos; lacas de Kioto con incrustaciones dehojas y ramas de una flora monstruosa, y animalesde una fauna desconocida; mariposas de rarosabanicos junto a las paredes; peces y gallos decolores; mscaras de gestos infernales y con ojoscomo si fuesen vivos, partesanas de hojasantiqusimas y empuaduras con dragonesdevorando flores de loto; y en conchas de huevo,tnicas de seda amarilla, como tejidas con hilos dearaa, sembradas de garzas rojas y de verdes matasde arroz; y tibores, porcelanas de muchos siglos, deaquellas en que hay guerreros trtaros con una pielque les cubre hasta los riones, y que llevan arcosestirados y manojos de flechas. Por lo dems, haba un saln griego, lleno demrmoles: diosas, musas, ninfas y stiros; el salnde los tiempos galantes, con cuadros del granWatteau y de Chardin; dos, tres, cuatro, cuntos

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    salones? Y Mecenas se paseaba por todos, con la carainundada de cierta majestad, el vientre feliz y lacorona en la cabeza, como un rey de naipe.