ecuador del siglo xix - ayala mora, enrique

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Enrique Ayala Mora ECUADOR DEL SIGLO XIX Estado Nacional, Ejército, Iglesia y Municipio

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HistoriaHistoria de EcuadorSiglo XIXNaciónAmérica Latina

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  • 30

    30

    Universidad Andina Simn Bolvar, Sede Ecuador

    Corporacin Editora Nacional

    Para entender la historia del Ecuador del siglo XIX es necesario conocer sus instituciones fundamentales. Este libro se propone aportar en esos campos de la historiografa nacional, a partir de cuatro textos fundamentales.

    El primero ofrece una visn general sobre el Estado, la cuestin nacional y el poder poltico. El segundo trata sobre el papel cumplido por el Ejrcito en la vida del naciente pas, con nfasis en su organizacin y funcionamien-to. El tercero es una perspectiva general de la vida de la Iglesia catlica, con especial referencia a su relacin con el Estado. El cuarto y ltimo es un panorama general de la vida de los municipios del Ecuador en el siglo XIX.

    Al cabo de varias dcadas de investigacin y docencia especializadas sobre el Ecuador y Amrica Andina en el siglo XIX, con este nuevo libro, el autor ofrece a los lectores una visin renovada de la problemtica, importantes avances y tambin desafos para el trabajo futuro.

    Enrique Ayala Mora es doctor en Educacin por la Universidad Catlica del Ecuador y en Historia por la Universidad de Oxford. Ensea en la Universidad Andina Simn Bolvar, Sede Ecuador, de la cual es rector y profesor de Historia de Amrica Latina.

    Ha enseado e investigado historia desde los aos setenta. Se lo reconoce como uno de los principales expertos en historia social y poltica del siglo XIX. Fue editor de la Nueva Historia del Ecuador, del volumen VII de la Historia General de Amrica Latina publicada por la UNESCO, y de otras obras especializadas. Ha publicado varios libros sobre historia ecuatoriana y latinoamericana.

    Enrique Ayala M

    oraECUADOR DEL SIGLO XIX

    Enrique Ayala Mora

    ECUADOR DEL SIGLO XIX Estado Nacional, Ejrcito,

    Iglesia y Municipio

    256

  • ECUADOR DEL SIGLO XIXEstado Nacional, Ejrcito, Iglesia y Municipio

    Enrique Ayala Mora

    Biblioteca de Historia / 30

    ECUADOR SIGLO XIX (finalizado) 7/6/11 11:36 AM Page 1

  • L a Biblioteca de Historia ecuatoriana naci con el propsito de ponera disposicin de investigadores y pblico interesado un conjunto declsicos de la historiografa nacional, escritos entre las ltimas d-cadas del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, cuyas ediciones origi-nales estaban agotadas. Los primeros nueve volmenes de la coleccinplasmaron esta intencin original y llenaron una sentida ausencia biblio-grfica. A partir del dcimo volumen, la coleccin cambi de rumbo e in-cluy la presentacin de investigaciones histricas realizadas entre losaos ochenta y noventa, sobre una variedad de temas especficos y po-cas diferentes. La coleccin se nutri de volmenes inspirados en unapluralidad de enfoques y niveles de discusin acadmica, que reflejan enbuena medida el clima historiogrfico nacional y las contribuciones de al-gunos destacados ecuatorianistas.

    La segunda poca de esta coleccin editorial busca contribuir al de-bate historiogrfico nacional, y al de la regin andina, desde una perspec-tiva de renovacin temtica y metodolgica. La coleccin incluye la publi-cacin de investigaciones de reconocido mrito acadmico, inscritas enlos mbitos de la historia social, econmica, poltica, cultural, o que adop-ten un enfoque interdisciplinario. La coleccin est abierta para publicarestudios sobre diversos perodos histricos, provenientes tanto del medioacadmico nacional como extranjero. Esta segunda poca presenta ade-ms una renovacin en el diseo editorial de la coleccin.

    Guillermo Bustos,editor

    Biblioteca de Historia

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  • ECUADOR DEL SIGLO XIXEstado Nacional, Ejrcito, Iglesia y Municipio

    Enrique Ayala Mora

    Quito, 2011

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  • BIBLIOTECA DE HISTORIAvolumen 30

    Editor de la coleccin: Guillermo Bustos

    Ecuador del siglo XIXEstado Nacional, Ejrcito, Iglesia y MunicipioEnrique Ayala Mora

    Primera edicinISBN Corporacin Editora Nacional: 978-9978-84-558-5

    Universidad Andina Simn Bolvar, Sede Ecuador: 978-9978-19-469-0Derechos de autor: 035641 Depsito legal: 004608Impreso en el Ecuador, julio de 2011

    Corporacin Editora Nacional, Roca E9-59 y Tamayo apartado postal: 17-12-886, Quito, Ecuadortelfonos: (593 2) 255 4358, 255 4558, 255 4658 fax: ext. 12 [email protected] www.cenlibrosecuador.org

    Universidad Andina Simn Bolvar, Sede Ecuador, Toledo N22-80 apartado postal: 17-12-569, Quito, Ecuadortelfonos: (593 2) 322 8085, 299 3600 fax: (593 2) 322 8426 [email protected] www.uasb.edu.ec

    Impresin: Editorial Ecuador, Santiago Oe2-131 y Versalles, Quito Supervisin editorial: Jorge Ortega Diagramacin: Sonia Hidrobo Correccin de textos: Santiago Vizcano Diseo de cubierta: RalYpez Ilustracin de portada: El Palacio Arzobispal y la Casa Municipal.Pinturas annimas de la primera mitad del siglo XIX. Archivo MuseoNacional del Ministerio de Cultura del Ecuador Fotos: Edwin Navarrete.

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  • Prefacio 11

    1. Estado, nacin y poder poltico en el primer perodo republicano

    Algunos conceptos bsicos

    Estados nacionales 17

    Naciones y pueblos 19

    El proyecto nacional criollo

    Las races 21

    El Estado Oligrquico Terrateniente 23

    Nacin, estado y sociedad 25

    Regionalizacin y enfrentamiento oligrquico

    Regiones y conflictos 30

    Departamentos, autonomas y federalismo 33

    Consolidacin del Estado central 35

    Las ltimas dcadas del siglo XIX 36

    Estructura institucional del Estado

    Divisin de poderes 40

    Provincias, municipios e instituciones locales 42

    Orden, represin y formacin moral 44

    Centralizacin, modernizacin y enfrentamientos 46

    Representacin y fuerzas polticas

    Corporativismo y exclusin 48

    Elecciones e institucionalidad poltica 50

    Contenido

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  • 6Orden y libertad 53

    Papel del caudillo 56Los iniciales partidos polticos 57

    Sistema fiscal y deuda externa

    Los presupuestos estatales, egresos e ingresos 60

    La deuda pblica 64

    Reformas fiscales 66

    Hacia fines de siglo 69

    2. El Ejrcito en la etapa de establecimiento del Estado ecuatoriano (1830-1859)

    Introduccin 73

    Fundacin del Estado (1830-1859) 75

    Estado Oligrquico Terrateniente y fuerza pblica

    El Ejrcito nacional 76

    Necesidad del Ejrcito 81

    Institucionalizacin del Ejrcito 91

    Organizacin del Ejrcito y la milicia

    Estructura del Ejrcito 95

    Equipamiento e instalaciones 109

    Las milicias 116

    Integracin y funcionamiento

    Reclutamiento y composicin 121

    Formacin castrense 127

    Servicio, escalafn y retiro 131

    Justicia militar 141

    Financiamiento del Ejrcito

    Presupuestos militares 147

    Salarios y remuneraciones 152

    Las pensiones 155

    Relaciones con la sociedad

    Los cuarteles y la recluta 163

    Revueltas castrenses 166

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  • 73. La relacin Iglesia-Estado en el Ecuador del siglo XIX

    Antecedentes 189

    La Iglesia en el Estado Colonial 189

    La Independencia 192

    Iglesia y Estado 193

    La necesidad de la Iglesia 193

    El Concordato colombiano y su vigencia 194

    El Patronato en los aos de la fundacin del Estado 195

    Estado e Iglesia, el debate 197

    Una relacin conflictiva

    Las reformas garcianas 199

    Caracteres del Concordato garciano 202

    Los conflictos finiseculares 205

    Un nuevo Concordato, el clero y la accin poltica 209

    La postura del Vaticano 211

    Conclusin 212

    El Liberalismo Teolgico 213

    4. El Municipio en el siglo XIX

    Introduccin 221

    Qu eran los municipios? 222

    Composicin social 225

    Integracin de los municipios 225

    La representacin 225

    Organizacin 226

    Atribuciones 228

    Administrativas 228

    Impositivas 229

    Econmicas 229

    Policiales 230

    En educacin y beneficencia 231

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  • 8En obras pblicas 232

    Financiamiento 233

    Propiedades y capitales en mutuo 233

    Rentas municipales 233

    Contribucin subsidiaria 233

    Impuestos municipales 235

    Relaciones del municipio con el Estado central 235

    Relaciones del municipio con las comunidades indgenas 237

    Conclusin 238

    Bibliografa 241

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  • A Cecilia Durn Camacho,

    entraable amiga, colega

    y colaboradora.

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  • ECUADOR SIGLO XIX (finalizado) 7/6/11 11:36 AM Page 10

  • P ara entender la historia del Ecuador del siglo XIX es necesarioconocer sus instituciones fundamentales. Sin embargo, ha habidomuy poca investigacin sobre ellas. Se ha escrito bastante sobrebatallas y guerras civiles, pero no se ha estudiado a la Fuerza Armadacomo institucin, su composicin social y funcionamiento. Se ha dadouna extensa polmica sobre las relaciones Iglesia-Estado, pero, msall del debate confesional, no se ha dado al fenmeno una explicacinestructural. Se han escrito muchas monografas locales, pero apenas sise ha tratado de entender a los municipios como instancias descentra-lizadas del Estado ecuatoriano. Sobre la naturaleza del propio estado,de la lucha poltica y sobre la cuestin nacional hay muy pocos traba-jos. Este libro se propone aportar en esos campos de la historiografanacional, a partir de un conjunto de textos escritos sobre esos temas.

    Hace treinta aos, en 1978, se public mi libro Lucha poltica y ori-gen de los partidos en Ecuador.1 La obra fue producto de una investiga-cin realizada en la Universidad Catlica, una institucin que el geniode Hernn Malo Gonzlez haba puesto a la cabeza de la renovacin delos estudios ecuatorianos. El libro no era un producto aislado, formabaparte de una serie de publicaciones sobre Ciencias Sociales que se ha-ban dado en varios centros acadmicos del pas y que se proponanrenovar las visiones tradicionales de la Historia del Ecuador y AmricaLatina. En su anotacin preliminar deca: Mientras en otros camposde la cultura, desde hace ya varias dcadas, las fracciones dominantesmodernas, los grupos medios, e incluso ciertos sectores populares, hanhallado vehculos de expresin ideolgica; el estudio e interpretacin dela vida pasada de nuestro pas, han sido relegados a los cenculos ates-tados de los dueos y usufructuarios del pasado. Y aada luego: Solo

    Prefacio

    1. Enrique Ayala Mora, Lucha poltica y origen de los partidos en Ecuador, Quito, EDUC,Ediciones de la Universidad Catlica, 1978.

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  • en los ltimos aos se ha intentado una reinterpretacin de la historianacional desde una perspectiva que d cuenta de las reales contradic-ciones que se ocultan detrs de la versin tradicional del desenvolvi-miento de la sociedad ecuatoriana.

    Al definir su carcter deca: Este libro quiere ser un pequeo, peroseguro paso en esta lnea. Est escrito sin pretensiones de erudicin ycon la finalidad bsica de servir a los universitarios. Como profesorjoven de una asignatura joven, he sentido la necesidad que se manifies-ta a varios niveles, de presentar a los alumnos nuevos materiales deanlisis. As pues, aunque se aportan nuevos datos e interpretaciones,mi intencin como autor es eminentemente didctica. Conclua indi-cando que el libro era una invitacin al dilogo, y la discusin.

    El libro apareci con un texto de contratapa redactado por Fernan-do Velasco Abad, una de las mentes ms lcidas del Ecuador, que enpocos meses morira trgicamente. En suma deca el manejo de lascategoras adecuadas, la profunda investigacin basada en fuentes pri-marias y la capacidad para hacer avanzar el anlisis por entre el con-junto de informaciones, hacen de este libro de Enrique Ayala, un textofundamental para la comprensin del Ecuador moderno. Esas palabrasanticiparon el xito editorial de la obra, que se transform pronto en lec-tura de muchos interesados en nuestra realidad, y en sujeto de undebate sobre nuestra historia poltica. Todo ello me llev a un compro-miso acadmico. En pocos aos, junto con varios de los autores de larenovacin historiogrfica nacional, nos reunimos para disear la NuevaHistoria del Ecuador.2

    Lucha poltica y origen de los partidos en Ecuador fue reeditado entres ocasiones.3 Ya en la primera edicin haba indicado: este no es untrabajo terminado, sino un trabajo comenzado. Y en las posteriores edi-ciones advert: Desde cuando lo envi a la imprenta por primera vez, fuiconciente de sus limitaciones y vacos. Con el paso del tiempo, a la luzde nuevas investigaciones personales y de otros acadmicos, han idoquedando cada vez ms claras sus deficiencias.

    Al referirme a algunos temas del libro que deban ser acotados men-cionaba tres: Primero, el carcter regionalizado de la economa ecuato-riana en el siglo XIX, como se ha planteado en los ltimos aos. Segun-do, una caracterizacin ms exacta de la clase dominante costea que nopuede ser calificada en su conjunto como burguesa. Es preciso haceraqu una distincin entre la clase terrateniente precapitalista de la Costa

    12 Enrique Ayala Mora

    2. La obra en 15 volmenes se prepar desde 1982, se lanz en 1988, y termin de editar-se en 1995. Apareci en coedicin de la Corporacin Editora Nacional y Grijalbo. Se hanrealizado varias reimpresiones y se prepara una segunda edicin actualizada.

    3. La segunda, tercera y cuarta edicin la realiz la Corporacin Editora Nacional en conjun-to con el Taller de Estudios Histricos, TEHIS, en 1982, 1985 y 1988, respectivamente.

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  • y la burguesa comercial y bancaria propiamente dicha. Tercero, un tra-tamiento ms completo sobre el carcter del Estado decimonnico, susrelaciones con las clases dominantes y sus formas de expresin local yregional.

    Por aos he pensado que esos siguen siendo grandes interrogantesde nuestra historia decimonnica. La obra fue, pues, definitoria en mispreocupaciones profesionales, y, por ello, ya por tres dcadas, he traba-jado principalmente sobre historia poltica del siglo XIX, sus actores einstituciones. En estos aos he escrito numerosos trabajos al respecto,en los que he tratado de avanzar sobre los cabos sueltos del libro, heprofundizado varios de sus aportes, y he trabajado en nuevos temas. Porello, al cabo de estos aos, con el trabajo acumulado, asum el compro-miso de preparar una nueva publicacin sobre las principales institu-ciones polticas decimonnicas: el Ejrcito, la Iglesia y los municipios. Elresultado es este libro, que prepar desde el ao 2004.

    He incorporado en esta obra cuatro trabajos de carcter complemen-tario. El primero se propone ofrecer una visn general sobre el estado, lacuestin nacional y el poder poltico en el Ecuador del siglo XIX. Lo hepreparado especialmente como introduccin para este libro, aunquevarias ideas y hasta prrafos vienen del libro Lucha poltica. En ese nuevotrabajo discuto varias de mis proposiciones anteriores, amplo o rectificootras, y desarrollo algunos aspectos que han surgido como relevantes enlas pasadas tres dcadas. Tambin he reafirmado algunas ideas sobre elproyecto nacional criollo que prevaleci luego de la Independencia. As,he hecho varias apostillas, en alguna medida polmicas, a varios colegasque han escrito sobre temas afines. El texto lo escrib como un proyectodel Fondo de Investigaciones de la Universidad Andina Simn Bolvar,Sede Ecuador, como una introduccin general a los temas que este libroenfrenta.

    El segundo texto tiene una historia larga. En 1983-1984 participen una investigacin de la Universidad de las Naciones Unidas, dirigidapor Malcolm Deas.4 Como aporte a un seminario realizado en Ipialesprepar un primer informe.5 En esta fase cont con la colaboracin deSonia Fernndez y Guadalupe Soasti, que realizaron, junto conmigo,una extensa labor de recoleccin y sistematizacin de informacin. Alcabo de ms de dos dcadas de haber buscado el tiempo necesario pararetomar el trabajo, present el proyecto de completarlo al Fondo deInvestigaciones de la Universidad Andina Simn Bolvar Sede Ecuador.En ms de un ao de labor entre 2006 y 2007, pude concretar este viejo

    13Prefacio

    4. Malcolm Deas, The Military in Selected Countries of Spanish America: the developmentof its Internal Role, Project, 1983.

    5. Enrique Ayala Mora, El Ejrcito en el nacimiento del Estado ecuatoriano, ponencia,Universidad de las Naciones Unidas, Tokio, 1984, 46 pp.

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  • sueo y concluir el texto que ahora se publica. La versin que aqu sepresenta es sustancialmente distinta y mucho ms extensa que el infor-me original, puesto que es fruto de un trabajo adicional significativo ycontiene numerosas reformulaciones y aadidos. Adems de completarla investigacin y redaccin, se han reajustado y completado los grfi-cos y cuadros que se anexan.6

    El tercer texto es fruto de mi trabajo especializado en la docencia deposgrado. Lo escrib inicialmente como un ciclo de exposiciones en elprimer programa de maestra en Historia Andina, que dirig en FlacsoQuito en los aos 1983-1985. Luego lo revis y ampli para ofrecer unalectura complementaria a mis alumnos de la Maestra en Historia de laUniversidad del Valle en 1992. Esa versin, que incluy varios recua-dros preparados con textos del libro Lucha poltica y origen de los parti-dos en Ecuador, se public en la revista Procesos.7 Luego se public enuna antologa de textos histricos.8 Se la publica aqu con pequeascorrecciones de redaccin.

    El cuarto y ltimo texto fue, digmoslo de alguna manera, induci-do. Guillermo Bustos, con quien hemos compartido la responsabilidadde editar la revista Procesos desde 1991, cuando bamos a iniciarla, meinsisti que debera revisar mis notas sobre el municipio en el siglo XIXpara incluirlo en la seccin Conferencia de la publicacin peridica.En efecto, fue originalmente una conferencia para la Maestra de Histo-ria Andina, que luego, en 1989, la sustent ante el personal del PlanMaestro del Centro Histrico de Quito. La versin que aqu se publica esla que sustent en esta ltima ocasin. Su transcripcin revisada sepublic en la revista.9

    Estos trabajos realizados a lo largo de varias dcadas han contadocon la colaboracin y apoyo de muchas personas. No me ser posible, porello, agradecer en forma individual a todas ellas. Cumplo, en consecuen-cia, con el grato deber de expresar mi reconocimiento colectivo. Pero eneste caso debo hacer una mencin en particular. Siento la especial obli-gacin de darle las gracias a Cecilia Durn, no solo por su apoyo para

    14 Enrique Ayala Mora

    6. Una parte de los cuadros fue elaborada en 1983-1984. En 2006 se han revisado variosde ellos y se han formulado otros. Los grficos los prepar en esos mismos aos inicia-les. En 2006 fueron rehechos y levantados en computadora.

    7. Enrique Ayala Mora, Las relaciones Iglesia-Estado en el Ecuador del siglo XIX, en Proce-sos: revista ecuatoriana de Historia, No. 6, II semestre 1994, Quito, Universidad AndinaSimn Bolvar/TEHIS/Corporacin Editora Nacional, p. 91.

    8. El artculo se public en: Jorge Nez, comp., Antologa de Historia, Quito, Flacso/ILDIS,2000. (En la impresin original, por un lamentable descuido de edicin, los textos de losrecuadros aparecieron mezclados con los del artculo, de modo que resultaba inentendi-ble. Ante mi protesta, los editores hicieron una nueva impresin, pero lamentablemente,la original sigui en las libreras).

    9. Enrique Ayala Mora, El municipio en el siglo XIX, en Procesos: revista ecuatoriana deHistoria, No. 1, II semestre 1991, Quito, Corporacin Editora Nacional, p. 69.

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  • algunos de los trabajos que componen este libro, sino por su cario, porsu dedicacin y entrega a tareas comunes que nos unieron duranteaos. Fue mi alumna, mi colaboradora en las labores de historiador yparlamentario, excelente investigadora, cuidadosa supervisora editorialde algunas de mis publicaciones y, sobre todo, compaera entraableen la obra de la Universidad Andina Simn Bolvar. Este libro, que reco-ge un puado de su generosidad y sentido del trabajo, est dedicado aella y a su memoria.

    Han colaborado conmigo en varias etapas de la formulacin de lostextos que se agrupan en esta obra Wilson Mio, Sonia Fernndez yGuadalupe Soasti. Guillermo Bustos ha alentado varias de mis inquie-tudes. En el trabajo con los textos he recibido el apoyo de Mnica Izurieta,Jorge Ortega, Grace Sigenza y Ana Mara Canelos. En las labores de pre-paracin editorial han participado Ral Serrano y tambin el equipo de laCorporacin Editora Nacional, especialmente Sonia Hidrobo, que realizla compleja tarea de la diagramacin. Por fin, quiero una vez ms agrade-cer a Magdalena y a mis hijos, por el apoyo que han dado a stos, comoa todos mis trabajos acadmicos, que reiteradamente les roban el tiempoque debera estar dedicado a la vida de familia.

    Espero que este nuevo libro sobre el Ecuador del siglo XIX aporte ainvestigaciones futuras y aliente el debate sobre nuestra identidad ysobre el destino de los proyectos nacionales de nuestro pas. Como tra-bajos anteriores, entre ellos el de hace tres dcadas, ste tambin esuna invitacin al dilogo, y la discusin.

    Enrique Ayala MoraQuito, diciembre de 2008

    15Prefacio

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  • ALGUNOS CONCEPTOS BSICOS

    Estados nacionales

    S obre el carcter y funcionamiento del estado y las formas de domi-nacin poltica prevalecientes en el Ecuador a inicios de su vidarepublicana autnoma se conoce poco. Adems de algunos ensa-yos de la historiografa tradicional, apenas si hay cuatro o cinco publi-caciones que se refieren a este asunto.1 Y esto se debe no solamente ala tendencia biogrfico-legalista de los historiadores tradicionales, sinotambin a dificultades objetivas, ya que la investigacin de esos temasdemanda un gran esfuerzo de reflexin terica, de bsqueda original deexplicaciones necesariamente inditas, y de manejo de fuentes docu-mentales de primer grado antes no estudiadas. Este texto pretendeaportar a la discusin del tema enunciado, mediante la sistematizacinde varios trabajos anteriores y de nuevas investigaciones y reflexiones.

    En la historiografa tradicional se dio siempre por descontado queel Ecuador naci en 1830 como un estado nacional ya constituido y quecomo tal ha evolucionado hasta hoy. En una obra sobre identidadnacional me esforc por establecer los elementos bsicos de esa visin:

    Se nos ha dicho que la nacin ecuatoriana existi desde el origen de lostiempos, que tuvo su auge inicial en el Reino de Quito de los legendarios

    1Estado, nacin y poder polticoen el primer perodo republicano

    1. Entre esos trabajos pueden citarse: Enrique Ayala Mora, Lucha poltica y origen de lospartidos en Ecuador, Quito, Corporacin Editora Nacional/TEHIS, 1988; Rafael Quintero,El carcter de la estructura institucional de representacin poltica en el Estado ecua-toriano del siglo XIX, en Revista de Ciencias Sociales, No. 7-8, Quito, 1978; RafaelQuintero L., Erika Silva Ch., Ecuador, una nacin en ciernes, 3 tomos, Quito, Abya-Yala,1991; Silvia Vega, Ecuador: crisis polticas y Estado a inicios de la Repblica, Quito, Abya-Yala/Flacso, 1991.

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  • shyris, que fue conquistada por los incas y luego por los espaoles, que fuecolonia por casi tres siglos y se independiz luego en una gesta libertaria.Nos han ensaado tambin que el Ecuador paulatinamente se ha ido cons-tituyendo como una comunidad cultural mestiza donde indios y negros ibanincorporndose hasta lograr la homogeneidad. Hemos aprendido, en fin, queel destino del Ecuador es ser pas amaznico, pero que una historia de agre-siones del Per, nos ha arrebatado buena parte del territorio patrio.2

    La realidad de nuestro pas, empero, ha ido cuestionando esa visiny ha llevado a un replanteamiento de nuestro sentido nacional. Ahorasabemos que, como sucedi con los dems casos, el Ecuador es unEstado-Nacin que no existi siempre. Tuvo un origen histrico. Desdeesta perspectiva, la fundacin del Estado del Ecuador fue solo un hito,desde luego importante, de la constitucin nacional de nuestro pas, queciertamente es un largo y complejo proceso histrico plagado de enfren-tamientos, ambigedades y contradicciones.

    Se ha discutido mucho sobre qu es una nacin o un estado nacio-nal. Hay una extensa bibliografa al respecto en el mbito acadmicomundial y latinoamericano. En un estudio de inicios de los aos seten-ta, Juan Valdano estableca dos formas de explicar la nacin. La prime-ra se refiere a factores que van configurando un pueblo a travs deltiempo, como su primigenia herencia gentica, la lengua, las tradicio-nes, el conjunto de sus instituciones, la religin, todo ello sumado almbito fsico o territorio donde han vivido ancestralmente y donde sehallan enterrados sus antepasados3 La otra es concibindola comoun lastre de actitudes humanas y formas de vida que un pueblo ha idoacumulando a travs de su evolucin histrica.4 Desde luego que exis-ten otras muchas formas, pero no vamos aqu a enumerarlas. Apenaspodemos mencionar el tema como una cuestin inicial.

    Tradicionalmente se considera a la nacin como una comunidadhistricamente desarrollada de tradiciones, cultura, lengua y objetivoscomunes. Esa comunidad tiende tambin a ser vista como unidad geo-grfica, es decir, ubicada en un territorio. A estos elementos humanos,psicolgicos, culturales y territoriales debe aadirse el econmico.5 Lanacin se configura y consolida cuando los lazos econmicos, principal-mente el mercado, coadyuvan a integrarla.6 Varios estudiosos han tra-

    18 Enrique Ayala Mora

    2. Enrique Ayala Mora, Ecuador, Patria de todos, Quito, Universidad Andina Simn Bolvar/Corporacin Editora Nacional, 2004, p. 109.

    3. Juan Valdano, Identidad y formas de lo ecuatoriano, Quito, Eskeletra Editorial, 2005, pp.442-443.

    4. Ibd., p. 443.5. Cfr. Ayala Mora, Ecuador, Patria de todos, p. 110.6. Este elemento ha sido enfatizado principalmente por el marxismo. Entre los estudios

    marxistas sobre la cuestin nacional el que ha tenido quiz ms influencia en diversascorrientes es el de Stalin (Cfr. Jos Stalin, El marxismo y la cuestin nacional, Barcelona,Anagrama, 1977).

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  • tado de hallar una definicin ms simple y general. Benedict Andersonla concibe como una comunidad imaginada.7 Este concepto, ahoraampliamente aceptado, destaca sobre todo que la nacin es un fenme-no de conciencia colectiva. Otro elemento que ahora se acepta muygeneralizadamente es que las naciones modernas tienen un origen his-trico. Surgieron como un fenmeno de la modernidad europea. Susantecedentes se desarrollaron junto con el avance del capitalismo enEuropa desde el siglo XVI hasta el siglo XIX, que fue el del auge de losnacionalismos y las naciones.8

    Hablar de naciones aisladamente, empero, no es posible. No hay na-ciones sin una base estatal concreta y sin un esfuerzo consciente porcrearlas y desarrollarlas, que se da desde el poder estatal y quienes locontrolan. Esto quiere decir simplemente que, al revs de lo que se ense-a comnmente, los estados van creando o consolidando las nacio-nes.9 El desarrollo histrico de las naciones en el mundo moderno estsujeto al de los estados. Es un proceso complejo en el que la accin delpoder constituido es importante, al mismo tiempo que la presencia delos pueblos. Por ello es que no podemos hablar de los dos elementosseparados, sino de estados-nacin o estados nacionales. No hay nacio-nes sin base estatal. Pero si bien tiene varias caractersticas comunes,el fenmeno nacional no fue igual en todas partes, ni qued confinadoa Europa. La constitucin de las naciones se extendi a otras latitudesdel planeta, asumiendo formas distintas y especficas en cada realidad.En Amrica Latina tienen una rica y ya larga trayectoria tambin.

    Naciones y pueblos

    De lo afirmado no puede deducirse que las naciones como comuni-dades imaginadas sean obras artificiales de la represin o de la burocra-cia, creadas sin la accin de los pueblos. Al contrario, precisamente por-que son comunidades, su base social es real. Las naciones ms slidasson aquellas en donde la participacin de los pueblos ha sido ms acti-va y profunda. El estado encuentra muchas veces en las gentes, en supropia base popular, los elementos nacionales que desarrolla. Las litesque dominan los estados-nacin han encontrado los rasgos de las cultu-ras populares y los han incorporado a la cultura oficial. Es as como enmuchos casos, leyendas populares, tradiciones regionales, prcticaslocales se han convertido en ejes de las naciones modernas, en lo que sedenomina el imaginario nacional. Los estados-nacin ms slidos, con

    19Estado, nacin y poder poltico en el primer perodo republicano

    7. Benedict Anderson, Comunidades imaginadas: reflexiones sobre el origen de la difusindel nacionalismo, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1993.

    8. Cfr. Eric Hobsbawm, Naciones y nacionalismo desde 1780, Barcelona, Crtica, 1991.9. Toms Prez Vejo, Nacin, identidad nacional y otros mitos nacionalistas, Oviedo, Edicio-

    nes Nobel, 1999, p. 129.

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  • ms races, son aquellos en los que la accin estatal ha logrado recogerrasgos profundos de las culturas populares y los ha transformado en ele-mentos de la comunidad nacional. Ese es el caso de los idiomas regiona-les que por accin del estado han pasado a ser idiomas nacionales. Hayuna frase que es muy decidora, sobre todo para el tema que nos ocupa:un idioma es un dialecto con un ejrcito detrs.10 Esto implica la con-vergencia de dos elementos. De un lado, la existencia de un dialectocomo expresin cultural de un pueblo. Y de otro lado, la accin del esta-do a travs del ejrcito, para imponerlo como idioma oficial de un pas.

    Luego de la Independencia, en la Amrica Espaola del siglo XIX,los estados adoptaron el castellano o espaol como idioma oficial, aun-que, en algunos casos, la mayora de la poblacin hablaba lenguas ind-genas. Con el tiempo, justamente la accin estatal logr imponer el idio-ma oficial como dominante. Lo hablan prcticamente todos los habitan-tes y se usa como vehculo de relacin entre las diversas culturas.11

    Desde luego, aunque muy importante, el idioma no es el nico ele-mento nacional. El fenmeno nacional es complejo y en cada caso seconstituye por la articulacin de elementos de diverso peso y presencia.Lo que s es comn a todos los estados-nacin modernos es que sonconglomerados polticos y culturales con una comunidad de destino,es decir una conciencia de que, ms all de sus diversidades y conflic-tos internos, participan de un gran objetivo nacional comn. Este obje-tivo no solamente afirma un nosotros como expresin de identidadcolectiva. Tambin enfrenta al otro o a los otros como enemigos oinferiores, como distintos y excluidos. Este elemento, que trae consigouna negacin y una afirmacin, es a veces crucial en la consolidacinde los estados-nacin.

    Cuando en la investigacin histrica hablamos de estados-nacinen el siglo XIX, manejamos varios conceptos de estado, a veces simult-neamente. Pero en todo caso, en trminos generales, nos referimos auna realidad en que un conjunto de personas est sujeto a una autori-dad soberana dentro de un territorio. Los elementos fundamentales delos estados son, pues, el conjunto de ciudadanos y ciudadanas, es decirel pueblo, y la autoridad.12 Los estados tienen soberana, es decir inde-pendencia para mantener control sobre el territorio y organizar la socie-

    20 Enrique Ayala Mora

    10. Ibd., p. 48.11. Al cabo de ms de un siglo, las sociedades latinoamericanas han empezado apenas a

    revalorizar y promover los idiomas ancestrales que se han mantenido por la resistenciade los pueblos indgenas. Pero el castellano seguir siendo el idioma para la comunica-cin de los ecuatorianos entre nosotros y con un gran nmero de pueblos del mundo,entre ellos casi todos los latinoamericanos.

    12. Un conocido diccionario jurdico define al estado como un pueblo y un territorio regidospor un poder supremo (Guillermo Cabanellas, Diccionario Enciclopdico de DerechoUsual, Buenos Aires, Edit. Heliasta, 1997).

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  • dad. En su funcionamiento conservan un monopolio de la fuerza pbli-ca a travs de los ejrcitos y las policas. Al mismo tiempo controlan ala comunidad nacional mediante la emisin de leyes y otras normas.Tambin administran la vida pblica manteniendo los sistemas educa-tivos y otros servicios; promueven y controlan las comunicaciones y lacultura, para lo cual imponen como oficiales los idiomas de las litesdominantes. Los estados dirigen las sociedades, organizan la autoridadmediante la represin y el consenso, reproduciendo y consolidando elpoder social, es decir expresando la direccin poltica de los grupos depoder socioeconmico. Vistos desde este ngulo, los estados nacionalesson siempre profundamente contradictorios.

    Con las consideraciones propuestas como base, podemos afirmarque la historia de los estados-nacin est dominada por diversos nive-les de contradicciones dialcticas entre autoridad y pueblo, opresores yoprimidos, intentos de unidad, centralizacin, homogenizacin y resis-tencia por mantener la diversidad. El surgimiento de los estados moder-nos fue un gran avance histrico, pero este avance se dio en medio delconflicto de clases, que no ha sido eliminado en el mundo, aunque cadavez adquiere nuevas formas y manifestaciones, o se entremezcla conotros conflictos. Desde el principio, la autoridad de los estados era ejer-cida por minoras social y econmicamente poderosas que trataron dehomogenizar a la sociedad imponiendo una cultura oficial. Se dierongrandes esfuerzos por divulgar los valores dominantes como universa-les, por eliminar las especificidades culturales.13 El desarrollo de losestados nacin es contradictorio en su naturaleza ms profunda. Aquenfrentaremos esa realidad desde varias perspectivas al revisar la histo-ria del Estado ecuatoriano en el siglo XIX.

    EL PROYECTO NACIONAL CRIOLLO

    Las races

    El Ecuador que hoy conocemos como pas tiene sus races en laocupacin humana de Andinoamrica Ecuatorial, en el desarrollo degrandes culturas aborgenes que desembocaron en el Tahuantinsuyo;en la invasin y conquista hispnica; en el hecho colonial y el mestiza-je. Pero la nacin ecuatoriana como comunidad humana con concienciae identidad no existi siempre. Se fue formando en etapas posteriores.14Su antecedente histrico inmediato puede ubicarse al fin de la Colonia,

    21Estado, nacin y poder poltico en el primer perodo republicano

    13. Josep Fontana, La historia despus del fin de la historia, Barcelona, Crtica, 1992, p. 109.14. Ayala Mora, Ecuador, Patria de todos, p. 117.

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  • y se ha desarrollado de manera conflictiva a lo largo de varios perodoshasta el presente.15

    Al cabo de dos siglos de coloniaje en que se fragu una nueva socie-dad, al final del siglo XVIII, cuando la Real Audiencia de Quito habasufrido una crisis que trajo consecuencias recesivas y un reacomodo delas relaciones sociales y regionales, se dieron los primeros atisbos de labsqueda de una identidad americana frente a la metrpoli ibrica.16 Loscriollos descendientes de los colonos espaoles que haban logrado cre-ciente poder social y econmico a base del control de la tierra, afirmabanla identidad de Quito.17 Disputaban a los representantes de la Corona ladireccin poltica. Sus iniciales reclamos de autonoma se fueron radica-lizando ante la resistencia realista a la transaccin, hasta que devinieronen guerra abierta por la independencia, que culmin con la ruptura defi-nitiva con la metrpoli.18 El surgimiento de la identidad quitea fue el ejede lo que sera la nacin ecuatoriana.19 Pero no fue un hecho aislado. Laaparicin de identidades locales y regionales se dio tambin en otrosespacios de la propia audiencia como Guayaquil, Cuenca y Loja, ascomo en los dems ejes de las circunscripciones coloniales de Amrica.

    Durante las primeras dcadas del siglo XIX se dio el proceso de Inde-pendencia latinoamericana. En un ambiente de colaboracin armada y demovilidad de personas, recursos e ideas para enfrentar al coloniaje, se ro-busteci un sentido de pertenencia a una sola gran nacin que luego sellamara Amrica Latina.20 Simn Bolvar fue la ms destacada figura y elfundador de la Repblica de Colombia, formada por Venezuela, NuevaGranada y Quito.21 Colombia no pudo subsistir ms de una dcada, has-ta que con su disolucin se formaron varios estados independientes, entreellos Ecuador. Triunfaron las fuerzas de dispersin y afirmacin regional,pero el sentido de comunidad hispanoamericana no desapareci.

    Desde el siglo XVIII, a travs de la Independencia y la etapa de vin-culacin a Colombia, se configur un fenmeno de regionalizacin en elactual Ecuador. Se consolidaron tres regiones. La Sierra centro-norte,que iba desde la actual Carchi hasta Chimborazo, con su eje poltico en

    22 Enrique Ayala Mora

    15. Juan Valdano, Prole del vendaval. Sociedad, cultura e identidad ecuatorianas, Quito, Abya-Yala, 1999.

    16. Cfr. Arturo Andrs Roig, Humanismo en la segunda mitad del siglo XVII, 2 vols., Quito,Banco Central del Ecuador/Corporacin Editora Nacional, 1984.

    17. La obra de mayor volumen y que expresa ms claramente esa tendencia es la Historiadel Reino de Quito del P. Juan de Velasco, un libro crucial para la vida del Ecuador (Juande Velasco S.J., Historia del Reino de Quito en la Amrica Meridional, 2 vols., Puebla,Editorial Cajica, 1960).

    18. Carlos Landzuri Camacho, La Independencia del Ecuador (1808-1822), en EnriqueAyala Mora, edit., Nueva Historia del Ecuador, vol. 6, p. 79.

    19. Gabriel Cevallos Garca, Visin terica del Ecuador, Puebla, Editorial Cajica, 1960, p. 81.20. Ricaurte Soler, Idea y cuestin nacional latinoamericanas. De la independencia a la emer-

    gencia del imperialismo, Mxico, Siglo XXI Editores, 1980, p. 158.21. Simn Bolvar, Escritos fundamentales, Caracas, Monte vila Editores, 1983, p. 154.

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  • la antigua capital Quito, era la regin ms poblada y el centro principaldel poder. Su comercio era precario con el sur del pas y la Costa, peroactivo con el sur de Nueva Granada. La Sierra sur, que comprenda lasactuales provincias de Caar Azuay y Loja, con su centro poltico en laciudad de Cuenca, haba desarrollado especficas relaciones producti-vas.22 Sus lites tenan fuertes intereses en la produccin y el comerciocon Guayaquil y el norte del Per. La regin costea, articulada por elpuerto de Guayaquil, creca alrededor del sistema fluvial del Guayas,con Manab y Esmeraldas como zonas perifricas.

    El Estado Oligrquico Terrateniente

    En mayo de 1830, los notables quiteos declararon la separacinde Colombia. En agosto del mismo ao se reuni la Asamblea que apro-b la primera Constitucin. Entonces, la propia eleccin del nombre delnuevo estado reflej la naturaleza conflictiva, dbil e inestable del nuevopas, que se iniciaba marcado por la regionalizacin. Los diputadosconstituyentes reunidos en Riobamba, al redactar la primera Constitu-cin, dejaron de lado el tradicional nombre de Quito que haba sido elde la audiencia colonial para recoger la denominacin que haban usadopara estas tierras los geodsicos franceses que visitaron el pas casi unsiglo antes.23 El nombre Ecuador, que result extrao a la mayora delos contemporneos, fue producto de las tensiones de la regionaliza-cin.24 Quito, el antiguo centro poltico y eje de la regin Sierra centro-norte, tena al frente a Cuenca y Guayaquil, ejes de regiones con perfi-les econmicos, polticos y culturales propios. Los representantes deAzuay y Guayas no aceptaron un nombre identificado con uno solo delos departamentos o regiones que haban confluido a formar el nuevoestado y los quiteos tuvieron que ceder. Fue as como nuestro pas fuebautizado con un nombre de compromiso, de resonancias tropicales quea veces provoca confusin en quienes lo leen desde fuera.

    Con la fundacin del Ecuador no se estableci el estado-nacinestructurado que muchos han querido ver. El nuevo Estado ecuatoria-no fue en muchos sentidos una continuacin del Estado colonial y nacicaracterizado por profundas diferencias socioeconmicas, tnicas y re-gionales. Los fundadores del Estado se enfrentaron con una realidad en

    23Estado, nacin y poder poltico en el primer perodo republicano

    22. Cf. Leonardo Espinoza, Lucas Achig, Economa y sociedad en el siglo XIX: Sierra sur,en Nueva Historia del Ecuador, vol. 7, p. 83.

    23. Constitucin del Estado del Ecuador, 1830, en Enrique Ayala Mora, edit., Nueva Histo-ria del Ecuador, vol. 15, Documentos de la Historia del Ecuador, p. 134.

    24. Un estudio muy meticuloso del origen del nombre del Ecuador se pueda encontrar en:Ana Buriano, Ecuador, latitud cero. Una mirada al proceso de constitucin de la nacin,en Jos Carlos Chiaramonte, Carlos Marichal, Aimer Granados, comps., Crear la nacin.Los nombres de los pases de Amrica Latina, Buenos Aires, Editorial Sudamericana,2008, p. 173.

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  • que las ideas libertarias haban avanzado y se daba agitacin y movili-dad social. Se empearon, por ello, en construir la nueva realidad pol-tica restaurando el poder social de raz colonial. Para ello tuvieron queestablecer un rgimen poltico en el que se aceptaron algunas formasrepublicanas, pero se mantuvieron continuidades del rgimen monr-quico.25 Se fund una repblica asentada en la regionalizacin, elrobustecimiento de la propiedad, la reconstitucin del poder legal y laexclusin de la mayora de la poblacin, es decir de mujeres, indgenas,negros y no propietarios.

    El naciente Ecuador no surgi como un estado moderno, sino comorgano representativo de una clase legitimada por el consenso, se cons-tituye en organismo legitimador de los poderes terratenientes regiona-les.26 En esta perspectiva se puede caracterizar al estado del siglo XIXcomo Estado Latifundista o Estado Oligrquico Terrateniente, es decirasentado en la regionalizacin y en el ejercicio y la disputa por el poderde los grandes seores de la tierra, dueos de las haciendas, sobre lamayora campesina y la poblacin toda. La denominacin Estado Lati-fundista corresponde a Rafael Quintero, que tambin lo denomin Es-tado Terrateniente. Luego de varias consideraciones opt por la deno-minacin Estado Oligrquico Terrateniente porque ella permite carac-terizar a la forma de estado en el Ecuador decimonnico por sus dos ele-mentos bsicos. En primer lugar, la naturaleza precapitalista de la so-ciedad, caracterizada por las relaciones productivas prevalecientes,donde las clases dominantes terratenientes transferan al Estado susintereses de dominacin y los rasgos corporativos y autoritarios de susvisones ideolgicas. En segundo lugar el carcter oligrquico de la direc-cin poltica, que se dio en el Ecuador de inicios de la Repblica enmedio de la inestabilidad y la dispersin.27

    Los criollos que fundaron el Ecuador se plantearon un proyecto na-cional que conceba al naciente pas como una continuacin de la hispa-nidad. Esos seores de la tierra que haban subordinado a su poder alos artesanos, pequeos propietarios y a la mayora de la poblacin queera indgena, mantuvieron bajo frmulas republicanas la discriminacintnica y la sociedad corporativa y estamentaria del coloniaje, asentada endesigualdades institucionalizadas. Al mismo tiempo se enfrentaron entres en una larga disputa regional, que expresaba la desarticulacin preva-leciente.

    24 Enrique Ayala Mora

    25. Germn Carrera Damas, Repblica monrquica o monarqua republicana, en Historiade Amrica Andina, vol. 4, Crisis del rgimen colonial e Independencia, Quito, UniversidadAndina Simn Bolvar/Libresa, 2003, p. 357.

    26. Quintero y Silva, Ecuador, una nacin en ciernes, t. I, p. 68.27. El uso en el sentido ms amplio de la caracterizacin estado oligrquico no debe con-

    fundirse con una forma especfica de Estado Oligrquico que, segn varios autores, seabre paso en Amrica Latina en dcadas posteriores del siglo XIX.

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  • Los notables latifundistas criollos vean a la nacin ecuatorianacomo la presencia y la superioridad del Occidente cristiano de espal-das a la realidad andina, indgena y mestiza. No pudieron jugar el papelunificador del pas. El Estado Oligrquico Terrateniente se asent en laruptura entre lites latifundistas y pueblo. Los dirigentes, los legislado-res, las autoridades del recin nacido Ecuador se autoidentificabancomo criollos, es decir espaoles blancos herederos del legado culturaleuropeo. Hablaban castellano y lo declararon idioma nacional, aunquela mayora hablaba lenguas vernculas. Tenan terror de ser confundi-dos con los naturales o los runas.28 Teman que los indgenas selevantaran a rechazar los impuestos y a reclamar las tierras. Con visio-nes eminentemente racistas reforzadas por la religin y el principio deautoridad, consideraban su derecho natural dirigir un pas en el queeran minora; despreciaban a los mestizos y a los mulatos y los utiliza-ban como intermediarios de la dominacin.

    Nacin, estado y sociedad

    Con la Independencia y la fundacin del Ecuador se inici la pocaRepublicana de nuestra historia. Esta se caracteriz fundamentalmentepor la compleja y conflictiva constitucin y desarrollo del Estado-Nacin,que hemos dividido en tres grandes perodos histricos, caracterizadospor la vigencia de diversas formulaciones prevalecientes del proyectonacional ecuatoriano: primero, Proyecto nacional criollo (1830-1895);segundo: Proyecto nacional mestizo (1895-1960); tercero: Proyecto nacio-nal de la diversidad (1960 hasta el presente).29

    El proyecto nacional criollo predomin durante un primer perodode nuestra historia, hasta 1895, pero no logr integrar a los diversoscomponentes sociales y regionales del naciente Ecuador en una comu-nidad cultural que asumiera una experiencia histrica y un destinocomn.30 Desde el principio, las lites que dirigan el Estado central abase de inestables alianzas regionales y caudillistas, se esforzaron porconsolidar el control administrativo y se esmeraron en buscar reiterada-mente una identidad, acudiendo al uso de varios recursos culturales ypolticos. Pero los mecanismos ideolgicos fueron dbiles. El divorcioentre las familias gobernantes blancas y el resto del pas cholo, mon-

    25Estado, nacin y poder poltico en el primer perodo republicano

    28. El trmino natural lo usan los indgenas para autodefinirse frente al blanco. El tr-mino runa es un vocablo quichua que denota persona, pero en el lenguaje ecuatoria-no comn es un despectivo para personas de bajo origen o cosas de mala calidad.

    29. El autor y un equipo de colegas formularon una periodizacin de la Historia del Ecuador,en la que la poca Republicana est dividida en los tres perodos mencionados. Un am-plio desarrollo de la propuesta se encuentra en: Enrique Ayala Mora, edit., Manual deHistoria del Ecuador, vols. I y II, Quito, Universidad Andina Simn Bolvar/CorporacinEditora Nacional, 2008.

    30. Ayala Mora, Ecuador, Patria de todos, p. 121.

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  • tubio, indio y negro, no pudo superarse. El Ecuador criollo era la reali-dad de una minora.

    La constatacin de la realidad brevemente esbozada ha llevado aalgunos autores a proponer que en el siglo XIX en el Ecuador haba unestado terrateniente pero sin la existencia de una nacin ecuatoriana,que se gest y consolid muchas dcadas despus de la fundacin.Rafael Quintero y Erika Silva centralizaron esta tesis en su obra Ecuador:una nacin en ciernes. Segn esos autores, los terratenientes regionales,si bien afianzaron su carcter de dominantes con la emancipacin deEspaa, no se constituyeron en clase nacional.31 No pudieron ser uni-ficadores de una comunidad cultural con la que se identificara el conjun-to de la poblacin como pueblo-nacin y se sintieran expresadas en elpoder de un estado visto como representante y rbitro de los interesesnacionales, ms all de los conflictos de clase. La nacin ecuatorianade principios del siglo pasado, afirman, era una estructura no aprehen-sible an.32

    Muchas de las observaciones de Quintero y Silva respecto de la luchapor el poder en el siglo XIX son acertadas. Pero, la realidad nos muestraque desde el principio, el Estado ecuatoriano fue constituyendo la nacin.Los grandes terratenientes que lo fundaron tuvieron desde el tempranoinicio de la Repblica su propio proyecto nacional.33 Este proyecto fuecontradictorio, pero permiti mantener la unidad del pas ms all de lascrisis polticas, los enfrentamientos regionales y las guerras limtrofes.Silvia Vega enfatiza que, ms all de la dispersin hubo fuerzas centr-fugas que actuaron para conservar la entidad ecuatoriana.34 Sin per-juicio de que se mantenga abierta esta discusin, resulta claro que en elEcuador decimonnico haba un Estado-Nacin dirigido por los criollos,que se sustentaba en una incipiente pero existente nacin ecuatoriana,en la que se expresaban los seores de la tierra, que tambin habanlogrado incorporar en ella a limitados sectores medios y populares.

    El Proyecto nacional criollo tena las limitaciones de sus protagonis-tas sociales, pero logr la fuerza necesaria para imponerse por ms desesenta aos. Era excluyente, es verdad, pero logr incorporar, desdeluego que en condicin subalterna, a grupos sociales mestizos que ledieron sustento y cierta legitimidad. La mayora campesina indgenaestaba al margen, pero sectores como pequeos comerciantes locales,pequeos propietarios rurales y sobre todo los artesanos, tenan nivelesde participacin ciertamente bajos pero reales, en la trama estatal pre-valeciente. Desde la Independencia, los notables criollos lograron movi-

    26 Enrique Ayala Mora

    31. Quintero y Silva, Ecuador, una nacin en ciernes, t. I, p. 35.32. Ibd., p. 220.33. Vega, Ecuador: crisis polticas y Estado a inicios de la Repblica, p. 138.34. Ibd., p. 137.

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  • lizar sectores fundamentalmente urbanos. La plebe o el pueblo tuvopresencia destacada en los alzamientos independentistas y en ulterioresmovimientos polticos en las primeras dcadas de la Repblica.35 Tam-bin particip en la vida municipal y en el Ejrcito.

    En el Ecuador no se ha estudiado la presencia poltica ni la impor-tancia econmica del artesanado. Hay, por tanto, poca evidencia sobresu estructura y funcionamiento interno. Pero en la investigacin de his-toria poltica encontramos con reiterada frecuencia a los grupos artesa-nales y a sus organizaciones gremiales presionando por reivindicacionesde poltica fiscal que les benefician, participando en los pronuncia-mientos, demandando del Estado central y los municipios determina-dos servicios, etc. Es evidente que ciertos sectores del artesanado, clasesubalterna en la dominacin terrateniente, tuvieron su participacin enel proyecto nacional criollo. Los artesanos, la plebe de los centrosurbanos s tenan cierta identificacin con lo ecuatoriano, con el pas enque vivan.

    El Estado ecuatoriano de los primeros aos de vida republicana fueun estado dbil. El proyecto nacional criollo fue limitado y excluyente.Pero ya se descubran en l varios rasgos que fueron moldeando laecuatorianidad. Con el nacimiento del Ecuador en 1830 se abri unproceso largo y contradictorio de construccin del Estado Nacional. Lasdefiniciones territoriales, la resistencia indgena, la ampliacin del mes-tizaje, las acciones y expectativas de las luchas independentistas, lasformas de religiosidad popular, la propia experiencia y percepcin de lapertenencia regional, estaban presentes. Pero, al inicio, las clases diri-gentes no integraron esos elementos a su proyecto nacional, fundamen-talmente por el temor de movilizar al pueblo. Su esfuerzo por establecerel nuevo estado fue tambin el de mantener sus privilegios coloniales yla dominacin de las masas. Sin embargo, se debe reconocer que elnaciente Estado fue logrando penetrar en la sociedad con su imaginarioy tambin, como Juan Maiguashca lo hace notar muy acertadamente,en la estructura administrativa.36 Podemos afirmar, en consecuenciaque Ecuador del siglo XIX, si bien dbil y excluyente, era un estadonacional establecido y en proceso de construccin.

    Una de las debilidades del naciente estado era su reducida pobla-cin, desproporcionadamente distribuida en el territorio y difcil de cal-cular. Restrepo, antiguo ministro de Colombia, calcul que la poblacinde la Presidencia de Quito hacia 1810 sera de 600.000, distribuidosregionalmente as: Quito, 358.000; Cuenca, 94.000; Loja, 38.000; Jan

    27Estado, nacin y poder poltico en el primer perodo republicano

    35. Cfr. Piedad y Alfredo Costales, Nos la plebe, Quito, Ediciones Abya-Yala/CEDIEP, Centrode Investigaciones para la Educacin Popular/Corporacin Editora Nacional, 1986.

    36. Juan Maiguashca, La cuestin regional en la historia ecuatoriana (1830-1972), enNueva Historia del Ecuador, vol. 12, pp. 175-226.

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  • y Maynas, 16.000; Guayaquil, 94.000. La distribucin por castas era:blancos, 157.0000; indgenas, 393.000; pardos libres, 42.000; esclavos,8.000.37 La Geografa de Villavicencio afirmaba que, segn el censo rea-lizado por la Repblica de Colombia, la poblacin en 1826 era de 550.700habitantes. Luego, de acuerdo a los clculos oficiales que hacan anual-mente los ministros, esa cifra se habra elevado a 751.116 en 1839; a965.250 en 1849, y 1.108.082 en 1855, a los que haba que sumar200.000 salvajes de Oriente.38 La obra contena tambin la distribu-cin, segn razas.39 Se debe observar que al hacer esta clasificacin,este, como otros autores de esos aos, solo consideraba blancos, ind-genas, negros y mulatos. En la visin criolla, se incorporaba a los mes-tizos a los descendientes de europeos.

    Los clculos oficiales que se realizaban en los inicios de la Repbli-ca, se basaban en estimaciones y en censos que realizaban los funcio-narios pblicos. Los expertos consideran, en consecuencia, que las cifrasson poco confiables y casi siempre exageradas. Haciendo los correctivoscorrespondientes, se puede establecer que la poblacin sera de menosde 450.000 en 1780; entre 470.000 y 490.000 en los aos de la indepen-dencia, y 675.000 en 1845.40 Un estimativo de la distribucin regionalsobre 650.000 habitantes en 1840 en este ltimo ao establece:

    Regin Poblacin % Tasa de crecimiento anual1825-1840 1840-1860

    Costa 87.750 13,5 1,2 2,3Sierra 550.550 84,7 2,7 0,5Oriente 11.700 1,8 -0,86 (?) 0,3 (?)

    Total 650.00041

    Hacia 1860 la poblacin se habra elevado a 750.000 habitantes(Costa, 127.500; Sierra, 63.750; Oriente 18.750). Segn clculos reali-zados con la mayor aproximacin tcnica, Merlo establece que recin en

    28 Enrique Ayala Mora

    37. Jos Manuel Restrepo, Historia de la Revolucin de la Repblica de Colombia, en JorgeSalvador Lara, edit., La Revolucin de Quito, 1809-1922, Quito, Corporacin EditoraNacional, 1982, pp. 266, 299, 300.

    38. Manuel Villavicencio, Geografa de la Repblica del Ecuador, Quito, Corporacin EditoraNacional, 1984, pp. 163,164.

    39. La distribucin segn razas era:Blancos descendientes de Europeos 601.219Indios descendientes de los Conquistados 462.400Negros sin mezcla 7.831Mezcla de negros con mezcla de blancos e indios 36.592Total 1.108.042(Ibd., p. 164).

    40. Utilizando trabajos especializados como los de Paz y Mio y Merlo, Nick Mills establece lascifras mencionadas (Cfr. Nick Mills, Economa y sociedad en el perodo de la Independen-cia: Retrato de un pas atomizado, en Nueva Historia del Ecuador, vol. 6, pp. 131-132.

    41. Ibd., anexo II.

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  • la ltima dcada del siglo XIX, se super el milln de habitantes. Estimaque la poblacin en 1892 era de 1.004.791 (Sierra, 750.142, 74,7%;Costa, 191.491, 19,0; 63.228, 6,3%).42

    El Ecuador no naci con un territorio definido. Desde el inicio, suslmites internacionales quedaron imprecisos y sujetos a una larga his-toria de enfrentamientos, reclamos y prdidas. El control del territoriopor la autoridad fue parcial, ya que cubra solamente los valles interan-dinos y las riberas de los ros tributarios del Guayas. El poblamiento dezonas como Manab y Esmeraldas fue marginal, y amplios sectores de laCosta interna y la Amazona quedaron fuera de la jurisdiccin estatal.43La integracin econmica de las regiones era dbil y no se haba forma-do un mercado nacional. La soberana del nuevo estado sufri crnicosdesequilibrios.

    Cuando se fund el Estado, la Iglesia Catlica cuyo mensaje habajustificado la conquista, y con el tiempo se haba transformado en unode los valores fundamentales de la identidad, se reconoci como Religinde Estado y se reafirm su papel de conservacin ideolgica de la pre-caria unidad del pas y de la dominacin socioeconmica.44 Por otra parteel Ejrcito, que se haba formado y prestigiado en la Independencia, tenalos recursos de la fuerza y conservaba una alta cuota de poder poltico,se transform en otro de los pilares del naciente proyecto nacional. Losmilitares se constituyeron en actores de los conflictos entre los sectoresdominantes y ejercieron reiteradamente el poder poltico.

    Los primeros aos iniciales del Ecuador como pas se caracteriza-ron por la inestabilidad y la desarticulacin.45 La escena poltica estuvodominada por caudillos. Hacia 1858-1859, se desat una crisis de dis-persin. Coexistieron cuatro gobiernos regionales.46 La crisis se supercon una alianza de las oligarquas para consolidar el Estado OligrquicoTerrateniente como garanta de preservacin de la unidad interna ycomo condicin para afrontar las nuevas situaciones internacionalesque se daban en el marco de la expansin del sistema mundial domina-do por el capitalismo. Gabriel Garca Moreno fue la gran figura de esteproceso de organizacin y consolidacin estatal que, al mismo tiempo

    29Estado, nacin y poder poltico en el primer perodo republicano

    42. Gonzalo Ortiz Crespo hace referencia al trabajo de Merlo (1966) y cita un cuadro elabora-do por provincias para 1992, cuyas cifras globales se citan aqu. Cfr. La incorporacin delEcuador al mercado mundial, Quito, Corporacin Editora Nacional, 1988, pp. 131-132.

    43. Jean-Paul Deler, Ecuador: del espacio al Estado nacional, Quito, Universidad AndinaSimn Bolvar/Instituto Francs de Estudios Andinos, IFEA/Corporacin Editora Nacio-nal, 2007, pp. 232-234.

    44. Enrique Ayala Mora, La relacin Iglesia-Estado en el Ecuador del siglo XIX, en Procesos:revista ecuatoriana de Historia, No. 6, Quito, Universidad Andina Simn Bolvar/TEHIS/Corporacin Editora Nacional, 1994, p. 91.

    45. Ayala Mora, Lucha poltica y origen de los partidos en Ecuador, p. 52.46. Genaro Eguiguren Valdivieso, El Gobierno Federal de Loja. La crisis de 1858, Quito,

    Municipio de Loja/Corporacin Editora Nacional, 1992, p. 63.

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  • que logr impulsar una gran obra material y educativa, agudiz las con-tradicciones polticas, especialmente por haber acrecentado el poder dela Iglesia Catlica dentro del Estado. Esta etapa marc en muchos sen-tidos la historia nacional.

    En 1875 se abri una etapa histrica en que se patentiz el agota-miento del proyecto nacional criollo-latifundista. Las fuerzas tradicionalesse dividieron y nuevos grupos sociales emergieron. Se comenz a cuestio-nar la visin criolla de la nacin y a buscar races populares de lo nacio-nal.47 El liberalismo emergente desafi la dominacin terrateniente, lavisin hispanfila criolla y el predominio clerical, al mismo tiempo queplante una postura de crtica social.48 Las tendencias liberales, que lo-graron su principal desarrollo en Guayaquil y otros espacios costeos co-mo Manab y Esmeraldas, reivindicaron la identidad mestiza y la necesi-dad de democratizar la poltica y el Estado. En la ltima dcada del siglotriunf y comenz de este modo un nuevo perodo en la historia del pas.49

    REGIONALIZACIN Y ENFRENTAMIENTOOLIGRQUICO

    Regiones y conflictos

    Como hemos visto, en el naciente Ecuador, se haban definido tresespacios regionales, asentados en la Sierra centro-norte, la Sierra sur ylas tierras de la Costa baadas por el sistema fluvial del ro Guayas.Estos espacios regionales cubran efectivamente solo una parte del terri-torio nacional dibujado en los mapas, porque extensas comarcas de laAmazona y de la Costa interna no estaban bajo el control de la autori-

    30 Enrique Ayala Mora

    47. Ral Vallejo, Juan Len Mera, en Diego Araujo Snchez, coord., Historia de las Litera-turas del Ecuador, vol. 3, Literatura de la Repblica 1830-1895, Quito, Universidad Andi-na Simn Bolvar/Corporacin Editora Nacional, p. 207.

    48. Arturo Andrs Roig, El pensamiento social de Juan Montalvo, Quito, Universidad AndinaSimn Bolvar/Corporacin Editora Nacional, 1995, p. 79.

    49. El proceso de la Revolucin Liberal se desat con el incidente denominado la venta dela bandera, un episodio en el que se cedi a Chile, en medio de un negociado, la ban-dera nacional para que ese pas pudiera vender un barco al Japn. El asunto despertuna enorme reaccin en el pas. Se dieron numerosos actos pblicos de protesta congran afluencia popular. All se junt mucha gente comn, como artesanos, otros traba-jadores, pequeos propietarios y comerciantes, que se sumaron a profesionales y perso-nas de diversas posturas ideolgicas. Un manifiesto fue suscrito por quince mil firmasen pocas semanas. Se sentan parte de una nacin ecuatoriana que exista sin duda.Amplios grupos populares sintieron agredida su identidad cuando se ofendi a uno desus smbolos. Mejor prueba de lo que se ha afirmado en este acpite es imposible (Cfr.Elas Muoz Vicua, La guerra civil ecuatoriana de 1895, Guayaquil, Departamento dePublicaciones de la Universidad de Guayaquil, 1976).

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  • dad del nuevo estado. Este hecho de regionalizacin fue determinanteentonces y lo ha sido luego, durante toda nuestra historia.

    La regionalizacin, contra lo que suele pensarse, es bastante masque una realidad geogrfica. Es, ante todo, un hecho social y poltico quecaracteriza al conjunto de las sociedades.50 Tal es el caso del actualEcuador, donde las tres regiones constituan no solo porciones de la geo-grafa, sino unidades territoriales con estructuras econmicas, sociales yculturales diferenciadas, sometidas al poder poltico de los seores de latierra. Estas regiones no eran homogneas. Su desarrollo era desigual.En las regiones se gest un sentido de pertenencia y una fuerte rivalidadcon las otras regiones. Su participacin en la Independencia y en la GranColombia tuvo caractersticas muy diversas. Por ello, cuando esos seo-res de la tierra fundaron el Ecuador en 1830, el nuevo estado nacin secaracteriz por el predominio oligrquico y la regionalizacin. Se abri asel primer perodo de nuestra Historia Republicana caracterizado por lavigencia del proyecto nacional criollo.

    El cuadro sociopoltico del naciente Ecuador reflejaba un agudofenmeno de dispersin del poder. La inexistencia de una real interde-pendencia entre las zonas de produccin interandinas, hace que lasalianzas terratenientes adolezcan de una crnica inestabilidad, plagadade enfrentamientos y contradicciones localistas.51 En efecto, si los seo-res de la tierra tuvieron xito al arrebatar el poder a los representantesdel poder colonial espaol, no lograron constituirse como una clase hege-mnica unificada dentro del nuevo pas. El desarrollo desigual de las dis-tintas regiones impeda su articulacin. A esto hay que aadir la casiinexistente relacin econmica entre ellas, provocada por las malas vasde comunicacin y sus conexiones con otros mercados sudamericanos.Pero quiz la causa de ms peso era la propia naturaleza de las estruc-turas agrarias y las clases terratenientes. Con economas de alto nivel deautoconsumo, mercados dbiles y poca produccin que poda ofrecerse alas otras regiones, la relacin complementaria era muy difcil. Sin redescomerciales ni un sistema monetario unificado, sin instituciones finan-cieras que articularan la economa, la existencia de un mercado nacio-nal era inviable. El predominio terrateniente coexista con la dispersin.Esto, aparte de que impidi la existencia de un poder central fuerte, fueuna de las causas principales de la persistencia de un conflicto oligrqui-co que podra calificarse de crnico.

    31Estado, nacin y poder poltico en el primer perodo republicano

    50. Para explicar este asunto es muy til considerar el concepto que desarrollan Quintero ySilva: Entendemos por regionalizacin un proceso econmico y poltico de creacin deespacios autnomos de expresin de las clases dominantes locales, que manifiesta, a lapar que reproduce, la ausencia de unificacin territorial, poblacional, cultural y fragmen-tacin del poder estatal en una formacin social (Quintero y Silva, Ecuador, una nacinen ciernes, t. I, p. 46).

    51. Ayala Mora, Lucha poltica y origen de los partidos en Ecuador, p. 48.

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  • Ese conflicto se dio por diversos motivos. Pero existi una causaduradera, originada en la creciente diferenciacin de los intereses de losgrupos dominantes de la Sierra y la Costa. Las plantaciones del litoralen plena expansin demandaban trabajadores que deban ser desplaza-dos de los valles andinos.52 Se propici por ello una corriente migrato-ria entre las dos regiones que drenaba permanentemente de trabajado-res a las haciendas serranas. Los latifundistas del altiplano resistieronagresivamente este fenmeno mediante el reforzamiento de los mecanis-mos de represin y la demanda de que el Estado ejerciera mayor con-trol, dando pie a un enfrentamiento cuyos episodios ocupan varias pgi-nas de la historia del Ecuador.

    Otro punto de conflicto fue el de la vigencia de una mayor o menorlibertad de comercio. Los terratenientes de la Sierra defendan el mer-cado para la produccin domstica (textiles y alimentos principalmente)con barreras impositivas a las importaciones. Por otra parte, el intersde los terratenientes vinculados a la exportacin y de los grupos comer-ciantes importadores, era el que se facilitara la introduccin de bienesimportados mediante la rebaja de impuestos. El largo debate entre pro-teccionistas y librecambistas fue objeto de difciles definiciones a nivelde las polticas estatales. El presidente Flores insista al Congreso de-fendiendo la produccin serrana: En nuestras aduanas martimas estla solucin de este problema; pues ellas son, bajo el punto de vista eco-nmico, las barreras que defienden la agricultura y la industria del inte-rior.53 Por su parte, Rocafuerte, vocero de las lites costeas, insistaante el Parlamento:

    Nos hemos puesto en contradiccin con nosotros mismos: al liberalismoterico de las naciones civilizadas, hemos opuesto el servilismo financierode estancos, derechos recargados para la importacin, derechos subidossobre la exportacin de productos agrcolas, extraccin presunta, aduanasinternas, plagas de colectores, vejmenes de resguardos, registros exigidosa los buques extranjeros, incomodidad y crecido derecho de pasaportes, enfin, trabas innumerables que detienen el rpido curso de la agricultura, delcomercio, de las artes y de la navegacin.54

    A lo largo del siglo XIX los conflictos regionales se multiplicaron. Losenfrentamientos, sin embargo, no se agotaron en la oposicin Costa-Sie-rra. Tambin las regiones serranas tuvieron tensiones entre s. En la Sie-

    32 Enrique Ayala Mora

    52. Manuel Chiriboga, Jornaleros y gran propietarios en 135 aos de exportacin cacaotera(1790-1925), Consejo Provincial de Pichincha, 1980, p. 181.

    53. Juan Jos Flores, Mensaje al Congreso de 1841, en Alejandro Novoa, Recopilacin deMensajes dirigidos por los Presidentes y Vicepresidentes de la Repblica, Jefes Supremos yGobiernos Provisorios a las Convenciones y Congresos Nacionales, t. I, Guayaquil, Impren-ta A. Novoa, 1900, p. 329.

    54. Vicente Rocafuerte, Mensaje al Congreso de 1839, en A. Novoa, Recopilacin de Mensa-jes, p. 290.

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  • rra sur se desarroll una fuerte sociedad regional, una de cuyas deman-das era la igualdad de representacin poltica frente al poder central.55 Losnotables cuencanos tuvieron una activa participacin en la lucha polti-ca.56 Tambin en Loja, en el extremo sur de la Sierra, se consolid unespacio regional.57 Sus reivindicaciones entraron en conflicto con Quito,la capital, y tambin con Cuenca, el centro regional del sur del pas.

    Departamentos, autonomas y federalismo

    En el marco de la regionalizacin predominante en el Ecuador deinicios de la Repblica, las demandas de las lites regionales por con-trolar ms amplios espacios de poder y competencias poltico-adminis-trativas fueron persistentes. La primera Constitucin no lo estableciexpresamente, pero dio al pas una estructura unitaria. Las que le si-guieron fueron ms explcitas en este sentido. Esa estructura unitariafue, sin embargo, disputada en la prctica por tendencias locales yregionales. Ya durante la independencia hubo expresiones de federalis-mo y reclamo de derechos locales, que se profundizaron en la etapacolombiana, pero no se concretaron en propuestas poltico-constitucio-nales. Ms bien se canalizaron en la primera constitucin en la tenden-cia a mantener los antiguos departamentos (Azuay, Guayas y Quito)como unidades poltico-administrativas con amplias competencias. Peseal texto constitucional, se dio una fuerte oposicin entre quienes defen-dan la existencia de los tres departamentos y quienes pugnaban por suabolicin, dejando a las provincias como las unidades de divisin terri-torial y administrativa fundamentales. Los funcionarios del gobiernocentral defendieron esta ltima tesis para preservar el estado unitario.58

    En 1835 se suprimieron los departamentos, pero sus privilegiosregionales se mantuvieron por tres dcadas. Uno de los ms importantesera mantener las tesoreras separadas en Quito, Guayaquil y Cuenca,que manejaban las rentas de cada uno de los antiguos departamentos.Otro era el derecho a elegir un nmero igual de legisladores (senadoresy diputados), sin que pesaran las desproporciones de poblacin o electo-

    33Estado, nacin y poder poltico en el primer perodo republicano

    55. Un trabajo muy exhaustivo sobre las lites azuayas decimonnicas se encuentra en:Mara Cristina Crdenas Reyes, Regin y Estado nacional en el Ecuador. El progresismoazuayo del siglo XIX (1840-1895), Quito, Academia Nacional de Historia/UniversidadPablo de Olavide, 2005.

    56. Leonardo Espinoza, Lucas Achig, Economa y sociedad en el siglo XIX: Sierra sur, enNueva Historia del Ecuador, vol. 7, p. 83.

    57. Ives Saint-Geours, La Provincia de Loja en el siglo XIX (Desde la Audiencia de Quito alEcuador independiente), en Revista Cultura, vol. V, No. 15, Quito, Banco Central delEcuador, enero-abril 1983, p. 209.

    58. Maiguashca, El proceso de integracin nacional en el Ecuador: el rol del poder central,1830-1895, Juan Maiguashca, edit., Historia y regin en el Ecuador, 1830-1930, Quito,Corporacin Editora Nacional/Flacso/CERLAC, 1994, p. 361.

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  • rado.59 Esta prctica constitucional, de la que dependa tan decisivamen-te el balance en la composicin de los parlamentos, era una clara venta-ja para Guayaquil y el Austro, menos poblados que Quito. Eso despertlargos y duros conflictos, llegando incluso a darse circunstancias en quemantener la frmula de distribucin igual de escaos por cada antiguodepartamento fue la condicin de Guayaquil y Cuenca para seguir for-mando parte del pas. Un pronunciamiento cuencano favorable a la jefa-tura suprema de Jos Flix Valdivieso manifestaba: El Jefe Supremoconvocar a una Convencin ecuatoriana para que constituya la Nacin,debiendo concurrir a ella igual nmero de representantes por parte deeste Departamento al de cada uno de los de Quito y Guayaquil, sin cuyacircunstancia se protesta que el Azuay dejar de pertenecer al cuerpopoltico del Ecuador.60

    Por treinta aos (1830-1860) se mantuvo este sistema de represen-tacin paritaria y no proporcional en la composicin del Congreso. Losdepartamentos ya no existan, pero se mantenan los centros de poderregional. stos se transformaron en protagonistas de la crisis ms fuer-te que haya sufrido el pas, cuando en 1859, el Ecuador entr en tran-ce de desintegracin y qued dividido en cuatro gobiernos, uno de loscuales se autodenomin expresamente Distrito Federal Lojano.61 En laAsamblea Nacional de 1861, reunida luego de la crisis, el rgimen pro-vincial fue robustecido, se suprimieron los privilegios departamentalesy se estableci la provincia como unidad de gobierno seccional y derepresentacin a base de su poblacin.

    El federalismo, como se sugiri, tuvo escaso respaldo y xito. Pero lastendencias a la descentralizacin, en cambio, tuvieron mucha fuerza ypresencia permanente. El rasgo ms notable del Ecuador en sus prime-ras dcadas de vida fue la desarticulacin econmica y la dispersin delpoder poltico. Pese a las frmulas constitucionales que declaraban al pascomo unitario y al empeo que pusieron los funcionarios del poder cen-tral, el manejo administrativo-fiscal del pas era enormemente descentra-lizado. Desde el nivel de las haciendas y parroquias, hasta de los antiguosdepartamentos colombianos, pasando por las provincias y municipios, lasdiversas instancias de direccin poltica reclamaban espacios de autono-ma en su funcionamiento. Por su parte, instituciones como la IglesiaCatlica mantenan tambin privilegios de autonoma corporativa.

    34 Enrique Ayala Mora

    59. De acuerdo a esta norma, segn la Constitucin de 1835, las provincias del antiguodepartamento de Quito (Imbabura, Pichincha y Chimborazo), que tendran alrededor de400.000 habitantes elegiran entre todas seis senadores y diez diputados; las del antiguodepartamento de Guayas (Guayaquil y Manab) que tendran menos de 1.000.000 habi-tantes elegiran igualmente seis senadores y diez diputados.

    60. Alfredo Pareja Diezcanseco, Historia de la Repblica, t. I, Guayaquil, Ariel, 1974, p. 46.61. Genaro Eguiguren Valdivieso, El Gobierno federal de Loja. La crisis de 1858, Quito,

    Corporacin Editora Nacional/Municipio de Loja, 1992.

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  • A nivel local, las relaciones serviles que se daban en el marco de laestructura hacendataria se consolidaban y reproducan por la existenciade mecanismos de dominacin ideolgica y de represin (crceles priva-das, condenas a azotes, etc.) manejados autnomamente por los terrate-nientes. Es decir que exista un aparato estatal local diferenciado, aun-que menos especializado que los rganos del poder central.62 El controlpoltico a nivel parroquial fue un monopolio latifundista. Tambin losterratenientes tuvieron una influencia decisiva en los municipios, gobier-nos cantonales de origen colonial que controlaban la vida local en susdiversas manifestaciones.

    Consolidacin del Estado central

    La crisis de 1859-1860 revel que el enfrentamiento entre las litesy la accin de los caudillos militares llevaron al lmite la existencia delEstado. Por ello, a inicios de la dcada de los sesenta, cuando haba sig-nos de crecimiento econmico y ampliacin del mercado externo, se dioun consenso sobre la necesidad de centralizacin y represin que ten-dieran a la consolidacin del Estado. Este proceso se dio bajo el rgimende Gabriel Garca Moreno. Los notables de Quito constataron que nopodan someter a los dems grupos dominantes regionales. Por otraparte, el incremento del comercio externo robusteca a los notables gua-yaquileos que, sin embargo, tampoco haban logrado controlar el poderen sus renovados intentos. Podan derrocar gobiernos y poner ciertascondiciones, pero carecan de fuerza para subordinar a todos los secto-res. Los enfrentamientos haban acentuado la dispersin del poder y lainfluencia de caudillos militares. Haba llegado el momento en que laslites regionales confluyeran en la necesidad de hacerse concesionespara preservar el poder terrateniente.63 Se plante una alianza quemantuviera los conflictos bajo control y se puso en marcha un proyectodestinado a superar la etapa inicial de anarqua y establecer un enten-dimiento expreso o tcito entre los sectores en pugna de la clase domi-nante. Este entendimiento no necesariamente implicar la superacinde la contradiccin de determinadas reglas de juego que estimulen laexpansin del sistema productivo.64 La aristocracia serrana ejerci elgobierno, pero dio garantas al crecimiento econmico, que favorecan allatifundismo y al comercio de la Costa.

    Bajo el rgimen garciano, las contradicciones regionales y fracciona-les pasaron a segundo plano, aunque ms de una vez volvi la polmicasobre el proteccionismo. La consigna fue mantener el orden, aun a costa

    35Estado, nacin y poder poltico en el primer perodo republicano

    62. Rafael Quintero, El mito del populismo en el Ecuador, Quito, Abya-Yala, 1998, pp. 68-69.63. Enrique Ayala Mora, Manual de Historia del Ecuador, vol. 2, poca Republicana, p. 34.64. Fernando Velasco, Ecuador: subdesarrollo y dependencia, Quito, Corporacin Editora

    Nacional/FENOC-I/CDS, 1990, p. 111.

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  • de sacrificar intereses de determinados sectores dominantes, o de perse-guir a los intelectuales radicales. Los principales perjudicados por laalianza represiva fueron los trabajadores. La legislacin y las reglamen-taciones municipales incrementaron la sujecin del campesinado; la pre-sin por el incremento productivo exigi ms peones y ms horas de tra-bajo; las obras pblicas demandaron la aplicacin del trabajo subsidia-rio. Como el tributo indgena haba sido eliminado, otros impuestos secobraron con rigidez. Las revueltas urbanas de Quito, y los alzamientosindgenas de Caar, Imbabura y Chimborazo, ste ltimo encabezado porFernando Daquilema, fueron sntoma de la insatisfaccin popular.

    La administracin de Garca Moreno impuls un salto de moderni-zacin, orientado a consolidar la vinculacin del pas al mercado interna-cional, y a favorecer los intereses comerciales aliados al capital interna-cional. Defendi la necesidad del desarrollo tcnico y de una estructuraestatal, ms slida y gil. La ventura de una nacin, deca, consiste enel desarrollo constante de los elementos civilizadores; no hay civilizacinsi no progresan simultneamente la sociedad y el individuo; no existeprogreso social donde se desconocen las mejoras materiales, donde lamiseria devora a la poblacin.65 Este fue su lado progresista.

    Por otra parte, el predominio de la oligarqua serrana y el clero trajoun recrudecimiento de la ideologa reaccionaria. Garca Moreno percibila fuerza de la Iglesia y la us. Deca: es el nico vnculo que nos quedaen un pas tan dividido por los intereses y pasiones de partidos, de loca-lidades y de razas66 Por ello instaur un sistema confesional, autori-tario y excluyente, en el que la Iglesia con su clero fue la institucin cen-tral. El proyecto poltico, de un lado, trataba de emular los progresos dela modernidad europea; de otro, impona el monopolio ideolgico de unaIglesia que condenaba el modernismo, los derechos del hombre y hastalas mquinas como satnicos productos del siglo. Por una parte hacaesfuerzos por educar; por otra, garroteaba escritores, clausuraban peri-dicos y quemaba libros prohibidos. El proyecto garciano era contradic-torio en su base, puesto que se asentaba sobre un desajuste entre laestructura socioeconmica y la esfera poltico-ideolgica.

    Las ltimas dcadas del siglo XIX

    En las dcadas siguientes, a fines del siglo XIX, se dio en el Ecuadoruna gran expansin econmica, marcada por el inicio del auge de lasexportaciones cacaoteras. Se intensific la acumulacin de tierras en la

    36 Enrique Ayala Mora

    65. Francisco Miranda R., Garca Moreno y la Compaa de Jess, Quito, Coleccin Desa-rrollo y Paz, 1975, p. 24.

    66. Gabriel Garca Moreno, Mensaje a la Convencin de 1869, en A. Novoa, Recopilacin demensajes, t. III, p. 105.

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  • Costa y los grandes terratenientes de la regin cobraron mayor fuerzasocial y poltica. El auge del comercio exterior acrecent la presin sobrela economa serrana. Los latifundistas de la regin intensificaron losmecanismos de extraccin de renta, para comprar bienes importados ytrataron de retener a los trabajadores dentro de la hacienda. La produc-cin manufacturera se vio cada vez ms amenazada por los productosimportados. El auge del cacao trajo un gran crecimiento de Guayaquil,que a fines de siglo se transform en la ciudad ms grande del pas y sucapital econmica. La acumulacin de las rentas cacaoteras provoc elrobustecimiento del sistema bancario. Se consolid de este modo enGuayaquil una burguesa comercial y bancaria urbana, diferenciada dela clase terrateniente de la regin, que agrupaba a los grupos de comer-ciantes y banqueros ms poderosos.67 Es preciso comprender que laburguesa emergente no comprenda a todos los sectores dominantes dela Costa, incluidos los hacendados cacaoteros, sino solo a los interme-diarios financieros ms poderosos, algunos de los cuales tenan grandespropiedades rurales.68

    Hasta la dcada de los ochenta, la supremaca de la clase terrate-niente se haba mantenido en la sociedad y el estado, pero se iba acen-tuando la diferenciacin entre sus lites regionales con la intensifica-cin de los enfrentamientos y una redefinicin de las cuotas de poder.Buen nmero de campesinos resistieron a la servidumbre en la Sierray emigraron a la Costa, atrados por mejores jornales y condiciones detrabajo. Esto provoc la intensificacin de medidas represivas y agudi-z el conflicto entre latifundistas serranos y costeos.69 Por otra parte,se robustecieron las organizaciones populares urbanas. La sociedadtoda cambiaba en un marco internacional en que el capitalismo se habaconsolidado como el eje de la economa mundial e incida en formadeterminante hasta en pases remotos como el nuestro, donde los alia-dos locales del capital internacional ganaban mayor poder. A finales delsiglo XIX el Ecuador se haba insertado ya definitivamente en el sistemamundial orquestado por el capitalismo.

    En ese ambiente, a las viejas disputas regionales se sumaron otrasnuevas. La ms fuerte fue la construccin del ferrocarril de Guayaquil ala Sierra. La obra facilitara las exportaciones e importaciones del co-mercio guayaquileo y el envo de mercaderas al interior. Tambin per-mitira a los productores serranos venderle a la Costa y exportar. Pero

    37Estado, nacin y poder poltico en el primer perodo republicano

    67. Andrs Guerrero, Los oligarcas del cacao, Quito, El Conejo, 1980, p. 39.68. Entender este punto es muy importante, porque durante los aos ochenta se habl

    mucho de los enfrentamientos de los latifundistas serranos con la burguesa agroexpor-tadora de la Costa. La verdad es que la clase terrateniente agroexportadora no era unaburguesa moderna, sino una clase terrateniente tradicional, en cuyo seno surgieronlos sectores de comerciantes y banqueros que se definiran luego como una clase apar-te, aunque con fuertes vnculos con aquella.

    69. Ayala Mora, Manual de Historia del Ecuador, vol. 2, p. 42.

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  • los latifundistas de la Sierra combatieron las propuestas ferrocarrilerascon la preocupacin de que la obra absorbiera su mano de obra, profun-dizara el endeudamiento externo y la influencia de la economa mundial.Se dio as un conflicto adicional sobre el endeudamiento externo. Mien-tras los grupos vinculados al comercio exterior pugnaban por un arre-glo de la deuda externa y porque se contrataran emprstitos para obraspblicas, los notables de la Sierra combatieron esas propuestas, defen-diendo el aislamiento econmico. El presidente Antonio Flores insista:

    Sabis cmo se han construido los ferrocarriles de Chile y la RepblicaArgentina, sabis cmo se han construido los dems de Amrica del Sur?:con ms de quinientos millones de pesos contratados en Inglaterra pormedio del crdito. Los tres estados que han conseguido mayor cantidad,los que ms han recurrido al crdito, son los ms adelantados, la Rep-blica Argentina, Brasil y Chile. Los que nada han obtenido figuran acasoen ese nmero? El adelanto de un pas sudamericano est en razn direc-ta de los capitales que han conseguido en Europa para sus empresas.70

    Por su parte, Camilo Ponce Ortiz, lder del conservadorismo tradi-cional, sostena: Vale tanto para nosotros una lnea frrea truncada enla primera ciudad de la Repblica que se encuentra tras el ascenso dela cordillera andina? Estamos tan destituidos de medios para ejecutar-la, que nos sea inevitable seguir por la senda spera y pantanosa pordonde vamos? Seremos incapaces de imitar en este punto el ejemplo yano de un Garca Moreno, sino (ruboriza el pensarlo) de un Veintimilla?No podremos continuar lo que el primero inici con la mitad de recur-sos que nosotros disponemos71 Al fin logr su propsito y el contra-to ferrocarrilero y el endeudamiento no se concretaron.

    Otro de los enfrentamientos de esa etapa fue la sustitucin del diez-mo, impuesto del 10% sobre la produccin agropecuaria que se pagabapara el culto.72 La lucha contra el diezmo adquiri proporciones, cuan-do los productores y exportadores cacaoteros argumentaron que depri-ma la agricultura y que el cacao ecuatoriano tena que competir con elde otros pases que no pagaba diezmo. La Iglesia defendi el diezmo conapoyo de los terratenientes serranos, pese a que el impuesto les afecta-ba.73 En la lucha, el clero y los grandes terratenientes serranos se que-

    38 Enrique Ayala Mora

    70. Antonio Flores Jijn, Mensaje del presidente de la Repblica al Congreso Extraordinariode 1890 sobre crdito pblico, en A Novoa, Recopilacin de mensajes, t. IV, p. 19.

    71. Camilo Ponce Ortiz, El Contrato DOksza ante el Consejo de Estado, Quito, ImprentaCatlica, 1891, p. 16.

    72. Mediante acuerdo con el Vaticano, en 1891 se sustituy el diezmo por el cobro de unimpuesto sobre la propiedad territorial, el tres por mil, que pagaran los propietariosrurales, a excepcin de los cacaoteros a quienes se les impuso un gravamen a la expor-tacin del producto.

    73. Para esta actitud existan motivos serios. La sustitucin del diezmo dejaba a los hacen-dados sin un mecanismo de profundizacin del endeudamiento y control de los trabaja-

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  • daron solos y la perdieron. La supremaca de la clase terrateniente eracada vez ms desafiada al final del siglo XIX.

    El conflicto de la sustitucin del diezmo prob que la alianza lati-fundista-clerical poda ser derrotada y que su tradicional control demedianos y pequeos productores rurales era vulnerable. Adems, lasguerras civiles demostraron que la oposicin poda controlar un sectordel pas con las montoneras, una fuerza armada radical paralela al ejr-cito regular, que desafiaba al Estado. El latifundismo opt, entonces,por la mediacin y el balanceo de fuerzas. Los terratenientes del litoralincrementaron su cuota en la direccin poltica y la burguesa logr unainfluencia creciente tanto a nivel local en Guayaquil, como en las estruc-turas del poder central. Todo ello, sin que cambiara el carcter bsicodel Estado oligrquico terrateniente.

    En medio de estos complejos enfrentamientos y definiciones, los sec-tores populares, especialmente los artesanos, experimentaron un des-pertar incipiente. Los organismos gremiales fueron perdiendo su carc-ter puramente religioso y comenzaron a incluir en sus actividades variastareas polticas y culturales. Al mismo tiempo, aparecieron tambin lasprimeras posiciones reivindicativas y de afirmacin de los grupos de tra-bajadores frente a los propietarios. Sobre todo en la Costa, se dio unarpida politizacin de sectores artesanales, frente a la descomposicin deciertas formas tradicionales.

    En 1879 se reorganiza la Sociedad de Artesanos Amantes del Pro-greso, cuya constitucin bloque Garca Moreno. En 1884 se fund laSociedad de Tipgrafos del Guayas y, en 1892, la Sociedad Artsticae Industrial de Pichincha, que jugara un papel definitivo en la historiadel movimiento obrero nacional. stas y otras instituciones similaresson una amalgama de sociedades de beneficencia, entidades de ayudamutua y organizaciones populares. S