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  • 7/27/2019 Economa (tnica) y sociedad. Inmigracin y trabajo por cuenta propia en la sociologa contempornea

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    ** Artculo aprobado para su publicacin enCuadernos de Relaciones Laborales, Vol. 32, 1, 2014 **

    Economa (tnica) y sociedad. Inmigracin y trabajo por cuenta propia en lasociologa contempornea

    (Ethnic) Economy and Society.Immigration and Self-employment in Contemporary Sociology

    ALBERTO RIESCO-SANZUniversidad Complutense de Madrid

    Seccin Departamental de Sociologa [email protected]

    ResumenEste artculo tiene como objetivo realizar un recorrido por las distintas y mssignificativas formulaciones (y reformulaciones) de la sociologa de laempresarialidad tnica contempornea, analizando su capacidad para explicar

    sociolgicamente el fenmeno de las redes empresariales de las poblacionestnicamente minoritarias. Nuestra hiptesis de trabajo sostiene que en lasprincipales aproximaciones de la sociologa de la empresarialidad tnica, pese a laheterogeneidad de sus propuestas, existiran lugares comunes que van ms all decompartir un mismo objeto formal de estudio. Estos lugares comunes (afinidad,comunitarismo, excepcionalidad tnica) conllevaran importantes limitacionesexplicativas (inmediatismo, culturalismo, etnificacin) que las distintasreformulaciones efectuadas habran logrado pulir pero no hacer desaparecer. Elartculo concluye reivindicando la necesidad de repensar los trminos en los queeste campo de estudio ha sido definido y transitado.

    Referencia normalizada: Riesco-Sanz, Alberto (2014). Economa (tnica) y

    sociedad. Inmigracin y trabajo por cuenta propia en la sociologa contempornea.Cuadernos de Relaciones Laborales, Vol. 32, Nm. 1

    Palabras clave: economas tnicas, empresarialidad tnica, incrustacin,capitalismo, trabajo por cuenta propia

    AbstractThe aim of this article is to examine the most significant formulations andreformulations of contemporary sociology of ethnic entrepreneurship, analysingtheir capacity to provide an explanation in sociological terms for the entrepreneurialnetworks of minority ethnic groups. Our working hypothesis is that, despite thevarying nature of their proposals, the main approaches of the sociology of ethnicentrepreneurship share certain features beyond the fact that they deal with the same

    area of study. These common features (affinity, communitarism, ethnic exception)

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    involve major explanatory limitations (culturalism, ethnification and a focus on thepresent orpresentism) and, although various reformulations have attempted tocounteract them, they have not succeeded in eliminating them completely. Thearticle concludes by insisting on the need for us to rethink the terms in which thisfield of study is defined and approached.

    Formatted Citation:Riesco-Sanz, Alberto (2014). (Ethnic) Economy and Society.Immigration and Self-employment in Contemporary Sociology. Cuadernos de

    Relaciones Laborales, Vol. 32, Nm. 1

    Keywords: ethnic economies; ethnic entrepreneurship; embeddedness; capitalism;self-employment

    Sumario: 1. Introduccin. 2. Algunos lugares comunes de la sociologa de laempresarialidad tnica. 3. Las primeras complicaciones: afinidad, inmediatismo yexcepcionalidad tnica. 4. La reformulacin de los planteamientos iniciales de lasociologa de la empresarialidad tnica. 5. Allegro, ma non tropo: delcomunitarismo tnico a los paradigmas accionalistas. 6. A modo de conclusin: el

    desplazamiento del debate hacia la incrustacin de la economa en lo social. 7.Bibliografa.

    1. INTRODUCCIN

    En las dcadas de 1970 y 1980, en un contexto marcado por el estancamientoeconmico, el incremento del desempleo y el endurecimiento de las polticasmigratorias en la mayora de los pases occidentales, algunos investigadoresnorteamericanos de lo que se conocer como la sociologa de la empresarialidadtnica (Light, 1972; Bonacich, 1973; Bonacich y Modell, 1980; Wilson y Portes,1980; Portes y Stepick, 1985; Portes y Bach, 1985; Waldinger, 1986a y 1986b;Light y Bonacich, 1988) volvieron a llamar la atencin sobre los efectos

    beneficiosos de los modos de empleo por cuenta propia, esta vez a propsito de laspoblaciones minoritarias. Con mayor o menor entusiasmo, muchos de estosplanteamientos creyeron ver en los modos de empleo por cuenta propia unaherramienta de movilidad social ascendente para las minoras tnicas, una fuente denuevas y mejores oportunidades de empleo en un contexto econmicodesfavorable. En definitiva, una va alternativa de integracin que no pasabanecesariamente por la asimilacin en el mainstream de la sociedadnorteamericana. Ahora bien, si esto era as por qu la presencia de laempresarialidad era tan desigual entre las minoras discriminadas por motivostnico-raciales? Por qu no todas tenan el mismo xito emprendedor? Qufactores determinaban que algunos grupos tnicos tuvieran mayor presencia queotros en el trabajo por cuenta propia?

    La denominada sociologa de la empresarialidad tnica, una sociologa

    situada a caballo de la sociologa econmica y de la sociologa de las migraciones,

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    trat de responder a estos y otros interrogantes. No lo hizo, sin embargo, de manerahomognea. Los estudios sobre las distintas formas de empresarialidad de lasminoras tnicas y/o inmigrantes constituyen, de hecho, un mbito de las cienciassociales dinmico y heterogneo, repleto de no pocas polmicas y diferencias.Polmicas, por ejemplo, en torno a: la propia denominacin del fenmenoinvestigado (minoras intermediarias, economas tnicas, economas de enclavetnico, hegemona tnica, nichos tnicos, empresarialidad tnica transnacional...);su delimitacin emprica (incorporacin o no de los miembros de una minora quetrabajan por cuenta ajena en negocios de otros miembros del grupo; demarcacinespacial en la que podran ser correctamente observados estos fenmenos; tipo deactividades y sectores a considerar...); su impacto socioeconmico (actividadesmarginales o de alternativas de movilidad social ascendente; grado degeneralizacin de los posibles efectos beneficiosos derivados...), etc. Como ocurreen otros campos de especializacin de la sociologa, resulta ilusorio pensar que losestudios sobre la empresarialidad tnica conforman un espacio sin fisuras capaz deaportar respuestas comunes a los interrogantes planteados. Y, sin embargo, esto noha impedido que sigamos hablando de la existencia de una sociologa de laempresarialidad tnica.

    Este artculo tiene como objetivo efectuar un recorrido por las distintas y mssignificativas formulaciones (y reformulaciones) de la sociologa de laempresarialidad tnica contempornea1. El artculo pretende con ello analizar sucapacidad para explicar en trminos sociolgicos el fenmeno de las redesempresariales de las poblaciones tnicamente minoritarias. Nuestra hiptesis detrabajo sostiene que en las principales aproximaciones de la sociologa de laempresarialidad tnica, a pesar de la heterogeneidad de sus propuestas, existirauna serie de lugares comunes (no siempre explicitados) que van ms all del hechode compartir un mismo objeto formal de estudio. Estos lugares comunes iniciales(afinidad, comunitarismo, excepcionalidad tnica) conllevaran algunasimportantes limitaciones explicativas (inmediatismo, culturalismo, etnificacin)que las distintas reformulaciones de la sociologa de la empresarialidad tnicahabran logrado pulir pero no hacer desaparecer. De hecho, como sostendremos enel artculo, los sucesivos desplazamientos de los trminos del debate (delcomunitarismo tnico al enclaustramiento de la economa en las estructurassociales), pese a la indudable apertura y avance que han supuesto, volvern areproducir algunas de estas limitaciones (culturalismo e inmediatismo) al tiempoque incorporarn otras nuevas (sustantivizacin de la economa, identificacin decapitalismo y mercado). Nuestro objetivo, ms que negar las aportaciones de estecampo de estudio, consiste en reivindicar la necesidad de repensar los trminos enlos que dicho campo ha sido definido y transitado.

    2. ALGUNOS LUGARES COMUNES DE LA SOCIOLOGA DE LAEMPRESARIALIDAD TNICA

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    Muchas de las reflexiones pioneras de este mbito contemporneo de lasociologa partan de una constatacin emprica: la capacidad de emprendizaje oempresarialidaden las sociedades modernas no estaba repartida homogneamenteentre la poblacin, sino que determinados segmentos de la misma tnicamentediferenciados mostraban una mayor especializacin en este tipo de actividadeseconmicas, una mayor inclinacin hacia los modos de empleo por cuenta propia(Riesco, 2010). No se trataba de un hecho balad: como veremos, dichaconstatacin implicara que, en las sociedades capitalistas modernas, el reparto y laasignacin social de actividades dentro del conjunto de la poblacin no seefectuara, principal o exclusivamente, por medio de los mecanismos del mercado.Dicho de otro modo: la lgica econmica moderna (la dinmica supuestamenteuniversal, ciega y abstracta del mercado) no permitira explicar, por s sola,la especializacin de determinadas poblaciones en el trabajo por cuenta propia

    pues, de hacerlo, la empresarialidad debera encontrarse presente (o ausente) porigual en todos los segmentos de la poblacin, cosa que no ocurra. En estos

    planteamientos las economas capitalistas quedaban definidas, ante todo, comoeconomas de mercado. Sin embargo, los mecanismos de mercado parecanincapaces por s solos de explicar comportamientos econmicos como la

    especializacin de ciertas minoras en el trabajo por cuenta propia. Las causas detales comportamientos habra entonces que buscarlas en las dimensiones yestructuras socioculturales en las que la propia dinmica econmica se encontrabainserta, incrustada o enclaustrada, por retomar el trmino con el que Granovetter(1985) -ms que Polanyi- habra inspirado a muchos autores de este mbito de lasociologa.

    Cabe sealar, no obstante, que en las primeras y ms importantesaproximaciones de la sociologa de la empresarialidad tnica (economas tnicas,minoras intermediarias, economas de enclave tnico), tales dimensiones yestructuras socioculturales giraron, en gran medida, en torno a las caractersticas yrecursos propios de los grupos minoritarios (comunitarismo), situando en ellos -noexclusivamente, pero s de forma determinante- la clave explicativa del fenmenoinvestigado (Riesco, 2010). Explicar los diferenciales emprendedores de lasminoras tnicas supona, en ltimo trmino, dar cuenta de las formas especficasde organizacin social -incluida la gestin de los negocios- presentes en talesgrupos minoritarios (Light, 1972; Bonacich y Modell, 1980; Wilson y Portes, 1980;Portes y Stepick, 1985; Portes y Zhou, 1992). Al margen de cmo se explicase sugenealoga, se trataba casi siempre de hacer hincapi en la trama social, cultural einstitucional (valores, tejido asociativo, redes, lazos de parentesco, marcosnormativos y reglas, etc.) que articulaba internamente a dichas colectividadestnicamente diferenciadas. Dicho de otro modo, sera la presencia o ausencia deeste entramado social y de estasformas de vida (que permitan movilizar recursosde todo tipo: financieros, fuerza de trabajo, informacin, clientes, etc.) lo quedeterminaba, en ltima instancia, las posibilidades emprendedoras de unas u otrasminoras tnicas.

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    Y en qu consistan las modalidades de organizacin social presentes en lasminoras tnicas emprendedoras? Bsicamente en la existencia de una densaorganizacin comunitaria, trufada de vnculos sociales y articulada en torno a

    principios tnicos y familiaristas de pertenencia. Un tipo de organizacinsocial -y de gestin de los negocios- en el que la posicin ocupada y los recursosdisponibles dependeran, en gran medida, del capital simblico detentado por losmiembros de dicho grupo (por sus familias en un sentido extenso). Al margen decmo hubiera surgido la etnicidad, la delimitacin de la colectividad en trminostnicos configuraba una comunidad de orden moral que estableca,ntidamente, un adentro y un afuera del grupo. Esto es, estableca una dualizacinde los marcos normativos presentes en las relaciones sociales y los intercambios,aplicndose unos u otros en funcin de que el interlocutor formara o no parte dedicha unidad moralmente constituida (Light, 1972; Bonacich, 1975; Bonacich yModell, 1980; Portes y Stepick, 1993).

    Al igual que ocurra en las sociedades tradicionales (precapitalistas), el gruesode las relaciones sociales de estas minoras tnicas parecan regirse por los

    principios de reciprocidad y obligacin tpicos de los intercambios en forma dedones y contradones (Mauss, 1950; Polanyi, 1989; Godelier, 1996). Esta

    solidaridad grupal era consecuencia del sentido de pertenencia a una mismacolectividad tnicamente definida (era una solidaridad tnica) y moralmenteerigida (constitua una solidaridad forzosa). La solidaridad tnica era elresultado de la densidad relacional y de los vnculos sociales de los integrantes delgrupo y permita la movilizacin de recursos, as como el desarrollo deinstituciones y prcticas comunitarias basadas en la reciprocidad y la confianzagrupales (Light, 1972; Bonacich y Modell, 1980; Portes y Bach, 1985; Portes yZhou, 1992; Portes y Stepick, 1993; Portes y Sensenbrenner, 1993). El principio deobligacin y la capacidad sancionadora del propio grupo se convertan enmecanismos reguladores ms importantes que los vnculos contractuales tpicos delas sociedades modernas. Estaramos, en resumen, ante un modo de organizacincolectiva en el que el conjunto de las relaciones sociales intracomunitarias -incluidas las econmicas- quedaban enmarcadas y circunscritas (incrustadas)dentro del marco normativo e institucional que cohesionaba al grupo (Light, 1972;Bonacich, 1973; Bonacich y Modell, 1980; Portes y Sensenbrenner, 1993).

    As pues, podemos decir que entre estas minoras tnicas, lo estrictamenteeconmico quedaba supeditado a lo social. Y era esta supeditacin lo que

    posibilitaba el desarrollo de alternativas emprendedoras muy eficaces inclusodesde el punto de vista de la lgica econmica dominante en las sociedadescapitalistas (la lgica de mercado). Facilitaba, por ejemplo, la movilizacin derecursos comunitarios y la acumulacin mnima de capital con la que emprendernuevos negocios (mediante asociaciones de crditos rotativos, bancoscomunitarios, redes de apoyo basadas en la confianza, etc.). Pona a disposicin delos emprendedores una fuerza de trabajo muy movilizada (mediante polticas

    paternalistas) y de bajo coste, que aceptaba psimas condiciones de trabajo a

    cambio del apoyo futuro y la potenciacin, por parte de los empleadores, del

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    trabajo por cuenta propia entre sus empleados. Haca posible la externalizacin (vasu absorcin comunitaria) del riesgo innato a las relaciones econmicascontemporneas, al tiempo que reduca la competencia existente entre empresas delmismo grupo tnico (por ejemplo, fijando comunitariamente los precios de ventade los productos o los salarios de los empleados). Lograba la estabilizacinnecesaria del vnculo trabajo-fuerza de trabajo, evitando que los empleadosabandonasen sus puestos de trabajo nada ms adquirir las competencias o el capitalrequerido para emplearse por cuenta propia (Light, 1972; Bonacich, 1973 y 1975;Bonacich y Modell, 1980; Portes, 1981; Wilson y Martin, 1982; Portes y Bach,1985; Light y Gold, 2000).

    No eran estas las nicas ventajas: el modelo organizativo de las minorasemprendedoras permita limitar, adems, el impacto negativo que la lgicaeconmica moderna tena sobre la esfera de lo social (desigualdad, conflictos,desestructuracin, relaciones de explotacin entre empleadores y empleados...). Elenclaustramiento o incrustacin de las relaciones econmicas en el entramadosocial, institucional y normativo del grupo (la intromisin de lo comunitario y laimposicin de los vnculos solidarios y recprocos en los intercambios) permita, enteora, dotar a sus relaciones sociales de un mayor grado de estabilidad, justicia y

    equidad, gracias al desplazamiento de los intercambios grupales de la pura lgicade mercado (lo econmico) hacia la lgica de las convenciones, las normas y lasobligaciones (lo social) (Bonacich y Modell, 1980; Portes, 1981; Portes yStepick, 1985; Portes y Bach, 1985; Portes y Jensen, 1989; Portes y Stepick, 1993).

    3. LAS PRIMERAS COMPLICACIONES: AFINIDAD, INMEDIATISMO YEXCEPCIONALIDAD TNICA

    Las propuestas iniciales de la sociologa de la empresarialidad tnica quehemos visto subrayaron aspectos importantes para la investigacin de lasmigraciones y las minoras tnicas (heterogeneidad de los modelos de integracin;

    plasticidad de la variable tnica; relevancia de las redes sociales; etc.), al tiempoque llamaban la atencin sobre un fenmeno relativamente desconocido como erasu capacidad emprendedora. No obstante, estas propuestas movilizaban tambin -implcita o explcitamente- presupuestos tericos que limitaran, desde nuestro

    punto de vista, sus posibilidades explicativas.Muchas de estas aproximaciones, por ejemplo, abordaron la enigmtica

    concentracin de ciertas minoras en el trabajo por cuenta propia como el resultadode una confluencia (una afinidad) entre los modos de organizacin social (formasde vida) de dichas minoras y las caractersticas (requisitos) de los sectoreseconmicos en los que se concentraban. Semejante punto de partida dificulta, sinembargo, ir ms all de confirmar lo ya existente y conocido: la presencia, en unmomento concreto (conjugado siempre en presente), de un vnculo entredeterminados grupos de poblacin tnicamente diferenciados y ciertas formas deempleo basadas en el trabajo por cuenta propia. Supone abordar el fenmeno

    investigado desde cierto inmediatismo, observarlo bajo la coherencia formal propia

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    de todo momento presente (que no puede negar lo que ya es). En estas condiciones,el vnculo entre poblaciones y actividades que estamos investigando adquirir laapariencia de una estabilidad y una continuidad discutibles en las sociedadesmodernas (Rolle, 1988 y 2005).

    La evacuacin de la duracin en el anlisis sociolgico otorgar especialvisibilidad a lo idntico y continuo, quedando la sociedad reducida a orden,concretamente al orden de lo ya existente. La sociologa de la empresarialidadtnica, por ejemplo, habra tendido a infravalorar la posibilidad misma de mutacino disolucin de la relacin existente entre las minoras tnicas y el trabajo porcuenta propia. Una vez constituida histricamente la conexin entre dichas

    poblaciones y actividades parece que nada pudiera ya perturbar la realizacin de laverdadera condicin del asalariado: su transformacin en trabajador por cuenta

    propia2. La formulacin del problema en trminos de afinidad desemboca confacilidad, como vemos, en una argumentacin de tipo tautolgico: la significativaconcentracin de determinadas minoras tnicas en actividades por cuenta propianos permitira constatar la existencia de una afinidad entre unas y otras. Y a quse debera esta significativa concentracin? Pues a la existencia previa de aquellaafinidad!

    Parece razonable que planteamientos como estos, que presuponen como estableslos vnculos entre las actividades y los sujetos que las desempean, pudieran seroportunos en el caso de las sociedades tradicionales, pero nos parecen difcilmenteaplicables all donde predominan ya las relaciones sociales capitalistas. Porejemplo, los procesos y mecanismos que, en el siglo XVI, habran impulsado laespecializacin en el comercio de una minora como los judos (Weber, 1974 y1993b; Simmel, 1977; Sombart, 2001) seran equiparables a los procesos ymecanismos responsables, en el siglo XXI, de la especializacin econmica en elcomercio de determinados grupos inmigrantes? Es cierto que en ambos casos

    podemos constatar la existencia de una especializacin de ciertas minorasculturales en actividades econmicas vinculadas a las formas modernas deempresarialidad. Ahora bien, esta confluencia de hechos empricos en contextoshistricos diferenciados no tiene porqu conllevar una coincidencia en las causasque los habran originado.

    Si estos hechos empricos (aparentemente similares) remitiesen ambos a unamisma dinmica social, tendramos que concluir -negando las evidencias apuntadasen no pocos estudios histricos (Braudel, 1985; Hobsbawm, 1988; Polanyi, 1989;Castel, 2004)- que la transformacin de las sociedades tradicionales y el trnsitohacia el denominado capitalismo no habra tenido apenas impacto en lo que serefiere a los mecanismos de distribucin de las actividades entre las poblaciones.

    Nos veramos obligados a sostener que en las sociedades modernas, como ocurrapreviamente, las poblaciones son asignadas a unas u otras actividades de formapermanente (en base a principios adscriptivos, por ejemplo). O que laobligatoriedad con la que determinados grupos de poblacin desarrollan ciertasactividades se acompaara de la prohibicin expresa de otras tantas actividades

    (sobre las cuales podran pesar restricciones mgico-rituales). En definitiva,

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    tendramos que afirmar que en las formaciones sociales capitalistas la relacinentre poblaciones y actividades se configura como un vnculo duradero, tanto como

    para conformar una unidad estable, una identidad. Ahora bien, la revolucinpermanente de los procesos productivos y la potenciacin de la movilidad social delas poblaciones no constituyen la base de la fuerza igualadora y subversivadel capitalismo en comparacin al estancamiento de las sociedades del AntiguoRgimen? La generalizacin de una fuerza de trabajo formalmente libre (mvil) yde la competencia entre los distintos capitales no hace saltar por los aires toda

    pretensin de vincular de forma estable o duradera trabajadores a puestos concretosde trabajo (abriendo as las puertas a la gestin diferenciada de poblaciones yempleos)? (Alaluf, 1986 y 1993)

    No son stas las nicas complicaciones derivadas de los presupuestos de lasociologa de la empresarialidad tnica sealados. La afinidad e inmediatismoresultantes de los principios hasta ahora movilizados van a facilitar un replieguesobre s mismo del fenmeno objeto de estudio: lo tnico de las economastnicas ser explicado a travs de las caractersticas especficas -tnicas- dedichas poblaciones (comunitarismo), facilitando as su desconexin con respecto aotros procesos y dinmicas sociales. Las estructuras ajenas al grupo tnico -una vez

    infravalorado su dinamismo por la mirada inmediatista- van a funcionar en estosanlisis como simples contenedores de la accin emprendedora de los sujetos.Concebidas como contextos relativamente estables de caractersticas comunes

    para el conjunto de la poblacin, estas estructuras poco podrn aportar a laexplicacin de los diferenciales emprendedores registrados entre minoras.Siguiendo esta lgica, la clave explicativa deber situarse, como hemos visto, enlas dimensiones y caractersticas comunitarias de las minoras (formas de vida,identidades, valores, redes y recursos propios, estrategias emprendedoras,instituciones de apoyo, etc.), abriendo as las puertas a los razonamientos en clavede excepcionalidad tnica.

    Muchas de las primeras aproximaciones de la sociologa de la empresarialidadtnica habran favorecido, sin pretenderlo, una etnificacin del fenmenoinvestigado (y de su explicacin), dejando de lado cunto de estos rasgossupuestamente especficos seran tambin generalizables a las poblacionestnicamente mayoritarias. Para la sociologa de la empresarialidad tnica la clavedel xito emprendedor de estas minoras resida en sus modos (supuestamente)especficos de hacer negocios, en la regulacin sociocomunitaria de losintercambios econmicos. En la medida en que lo comunitario era definido,fundamentalmente, en trminos tnicos y era la etnicidadel principio fundamentalde articulacin y de regulacin de los intercambios, se deba hablar de economastnicas (o de empresarialidad tnica, de economas de enclave tnico, de negociostnicos...) y no, simplemente, de economa. Ahora bien, incluso en lo que serefiere estrictamente a la dinmica interna de estos grupos, la consideracin de laetnicidadcomo nico o principal elemento articulador de los mismos (tanto como

    para que sus economas deban ser calificadas de tnicas en lugar de, por ejemplo,

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    masculinas, cristianas o heterosexuales) podra ser juzgada como unahiptesis controvertida.

    Algunos de los debates surgidos en el propio seno de la sociologa de laempresarialidad tnica parecen sugerir que ni la etnicidad es el nico elementoarticulador de estas poblaciones, ni el comunitarismo tnico el nico instrumentoregulador de sus intercambios socioeconmicos. Nos referimos, por ejemplo: i) aldebate sobre el acceso limitado de las mujeres a los recursos comunitarios y a lasolidaridad tnica como consecuencia de ideologas y prcticas familiaristastradicionales (Josephides, 1988; Morokvasic, 1988; Dallalfar, 1994; Hillmann,1999); ii) a los debates sobre la extensin (o no) de los beneficios de las economastnicas a los paisanos empleados por cuenta ajena en las mismas, sobre la

    presencia de trabajo no remunerado (de mujeres y jvenes mayormente) o sobre laproliferacin de conflictos laborales entre empleadores y empleados de las mismasminoras tnicas (Sanders y Nee, 1987b; Bonacich, 1988; Zhou y Logan, 1989;Sanders y Nee, 1992; Zhou, 1992; Gilbertson, 1995); iii) al debate sobre laincidencia de otros elementos (religiosos, polticos, generacionales y de gnero) enla determinacin de las fronteras morales dentro de las cuales regiran los

    principios de solidaridad grupal (Sanders y Nee, 1987a; Forment, 1989; Pessar,

    1995; Nederveen Pieterse, 2003); iv) las polmicas sobre la geometra variable dela propia dimensin tnica y su movilizacin (subetnicidades, etnicidad interna,movilizacin y desmovilizacin instrumental de la identidad tnica) (Bonacich yModell, 1980; Aldrich y Waldinger, 1990; Der-Martirosian et al., 1993; Kwok Buny Jin Hui, 1995), etc. Todos estos debates no niegan el impacto de la etnicidadenla dinmica de las redes empresariales de los inmigrantes, pero s nos invitan areflexionar crticamente sobre la relevancia explicativa que en ocasiones se le haotorgado.

    Un ltimo ejemplo: algunos investigadores (Gap Min, 1996; Young Kim,1999), abordando el caso del colectivo coreano en Estados Unidos, llamaron laatencin sobre cmo, en un contexto capitalista, era el propio comunitarismo y lasobligaciones grupales (en este caso tnicas) los que obstaculizaban a menudo elcrecimiento de sus redes emprendedoras. El estancamiento de los flujos migratoriosde coreanos a Estados Unidos durante la dcada de 1980 y el consiguiente descensode la disponibilidad de su fuerza de trabajo, sumado a su tendencia a abandonarrpidamente los negocios de sus paisanos (conforme adquiran las competencias yel capital necesarios para instalarse por su cuenta), orient a muchos empresarioscoreanos hacia otras fuerzas de trabajo como los mexicanos y los ecuatorianos. Los

    posibles beneficios de recurrir a los propios paisanos como fuerza de trabajo (laaceptacin de bajos salarios y la docilidad a cambio de futuras ayudascomunitarias) desaparecan desde el momento en que estos empresarioscomprobaban que por el precio de un empleado coreano podan contratar a dosempleados mexicanos (con quienes no tenan adems obligacin alguna dereciprocidad). En este caso, el xito econmico dependa de desincrustar lomximo posible las relaciones econmicas de las estructuras, obligaciones y

    lgicas comunitarias (tnicas). Y no era esto precisamente lo que sealaba

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    tambin Weber (1974; 1993a y 1993b) al considerar improbable -al contrario queSombart (2001)- que el capitalismo paria (comunitario) pudiera haber actuadocomo precursor inmediato del capitalismo moderno? Llama la atencin quenuestros inmigrantes emprendedores parezcan, con frecuencia, ms inspirados

    por los principios de la sociologa weberiana que atentos a las reglascomunitaristas del capitalismo paria ensalzadas por las primeras formulaciones dela sociologa de la empresarialidad tnica.

    4. LA REFORMULACIN DE LOS PLANTEAMIENTOS INICIALES DELA SOCIOLOGA DE LAEMPRESARIALIDAD TNICA

    Resulta probablemente demasiado optimista afirmar que las limitaciones de lasociologa de la empresarialidad tnica sealadas son, simplemente, un problemadel pasado. Sin embargo, tampoco sera justo ignorar los desplazamientos que sehan ido produciendo en su interior con el objetivo de superar tales limitaciones. Porejemplo, Portes y su equipo, referente destacado como hemos visto en este campode la sociologa, contribuyeron a abrir el debate de la empresarialidad tnica alconectar dicho fenmeno con la discusin sobre los usos y fuentes del capital social

    (Portes y Zhou, 1992; Portes y Sensenbrenner, 1993; Portes, 2000), as como conlos debates ms generales de la sociologa econmica contempornea (Portes, 1995y 2010).

    Lo mismo podra decirse de otras propuestas suyas ms recientes como ladenominada empresarialidad tnica transnacional. Dicha perspectiva, impulsada

    junto a otros investigadores como Guarnizo, propona conectar las iniciativasemprendedoras de los inmigrantes (transnacionalismo desde abajo) con circuitos,redes y dinmicas sociales que trascenderan los lmites del Estado-nacin, ascomo con las propias prcticas transnacionales de los gobiernos y las grandesempresas (transnacionalismo desde arriba). Esta tentativa de conectar ambasdimensiones posibilit una apertura en el modo de abordar las redes emprendedorasinmigrantes (proveedores y circuitos de intercambio implicados, fuentes definanciacin, mercados disponibles, etc.), reconociendo el impacto en ellas dedinmicas globales que trascenderan no slo las fronteras espaciales de carcternacional, sino tambin las propias fronteras del colectivo inmigrante. Los recursosque hacan posible el xito de la empresarialidad tnica (y su viabilidad comoalternativa) dejaban de ser, simplemente, recursos locales (o ligados a lassociedades de llegada), debindose tambin considerar aquellos implicados encircuitos transnacionales que conectaban los contextos de partida con los de llegada(adems de otros posibles circuitos de intercambio internacionales) (Portes et al.,2002; Guarnizo, 2003).

    A estas propuestas de apertura se les podra aadir otras -impulsadas tambinpor destacados investigadores de la sociologa de la empresarialidad tnica- comola teora de recursos de la empresarialidad (Light y Rosenstein, 1995a; Light yGold, 2000) o la denominada perspectiva interactiva (Waldinger, 1989; Aldrich y

    Waldinger, 1990; Waldinger, Aldrich y Ward, 1990). Aunque diferenciados, ambos

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    planteamientos habran apostado tambin por complejizar el abordaje de losrecursos implicados en las iniciativas emprendedoras de las poblacionesminoritarias. A la habitual distincin entre recursos tnicos y de clase (Light yRosenstein, 1995a; Light y Gold, 2000; Aldrich y Waldinger, 1990), se aadanahora otras como la diferencia entre recursos generales (de uso muy extendido encualquier negocio como saber leer y que estaran disponibles en prcticamente elconjunto de la poblacin) y recursos especficos de la empresarialidad (deaplicacin mucho ms focalizada como saber cocinar comida china y presenciams reducida entre la poblacin) (Light y Rosenstein, 1995a y 1995b). No setrataba, sin embargo, nicamente de poner en juego una mirada ms sofisticada enlo referente a las dimensiones, recursos y caractersticas constitutivas de lasminoras tnicas estudiadas, sino de reconocer tambin la importancia explicativade los contextos y caractersticas de los sectores en los que se concentraban lamayora de sus negocios.

    Laperspectiva interactiva, por ejemplo, propona aadir a las caractersticas delas poblaciones implicadas (competencias y expectativas de los inmigrantes, pautasde asentamiento, cultura y formas de vida, redes sociales, estructuras familiares,etc.) el anlisis de las estructuras de oportunidad de mercado y de las condiciones

    de acceso a las mismas, siendo las estrategias de los actores el elementoresponsable del ajuste entre unas y otras dimensiones (Waldinger, 1986a y 1986b;Aldrich y Waldinger, 1990; Waldingeret al., 1990). Ya no bastara, por lo tanto,con atender a las caractersticas socioculturales de la poblacin inmigrante, sinoque habra que considerar tambin las circunstancias histricamente contingentesque moldearan las posibilidades emprendedoras disponibles para dichas

    poblaciones. En particular: i) las condiciones de mercado que posibilitarn o no quelos bienes y servicios ofertados vayan ms all del propio colectivo tnico (y quedependern, en gran medida, de las caractersticas del sector considerado); y ii) lasvas de acceso a la propiedad o el control de los negocios (que dependern, sobretodo, del grado de competencia intertnica y de las polticas estatales existentes)(Aldrich y Waldinger, 1990; Waldinger et al., 1990). Algo relativamente similar

    planteara, al menos formalmente, el enfoque de los recursos de la empresarialidadtnica al hacer hincapi en la necesidad de conectar en el anlisis la dimensindela demanda de empresarialidad por parte de la economa (que hara referencia a lascaractersticas de los nichos econmicos ocupados, la legislacin migratoria ylaboral, etc.) y la dimensin de la oferta de emprendedores por parte de las

    poblaciones (que guardara relacin con sus recursos socioculturales, sus redes ycapital social, las caractersticas demogrficas, etc.) (Light y Rosenstein, 1995a y1995b).

    Todas estas nuevas aproximaciones de la sociologa de la empresarialidadtnica conllevaron cierto alejamiento de los planteamientos etnicistas previamente

    presentados. Dejaron tambin ms espacio en sus anlisis a dimensiones situadasms all de los propios colectivos tnicos, matizando as las miradascomunitaristas ysolidaristas cuyas limitaciones hemos sealado. Abrieron incluso

    la posibilidad de poner en relacin la empresarialidadde las minoras tnicas con

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    los movimientos y dinmicas de las poblaciones tnicamente mayoritarias.Estaramos pues ante una formulacin del objeto de estudio capaz de escapar delcallejn sin salida de la excepcionalidad tnica? En parte creemos que s, aunquedebemos subrayar tambin que fueron avances tmidos y parciales que no siempredesembocaron en un claro alejamiento de los planteamientos etnicistas,culturalistas y comunitaristas que aqu hemos criticado.

    A pesar de la apertura y de la incorporacin de nuevas dimensiones al anlisis,estas reformulaciones de la sociologa de la empresarialidad tnica terminarantambin por situar en lo tnico (en la movilizacin de la etnicidad y de losrecursos tnicos, en la gestin comunitaria tnicamente definida de losintercambios intragrupales, en el uso de la solidaridad tnica como mecanismoregulador y estabilizador de las relaciones laborales, etc.) el elemento que, enltima instancia, proporcionara a la empresarialidad tnica su especificidad yeficacia. Era la etnicidad la que explicara, a fin de cuentas, los diferencialesemprendedores de los inmigrantes y la que nos obligara a reconocer que noestaramos ante una empresarialidad como las dems. En este sentido, propuestasms recientes como la perspectiva de la incrustacin mixta (Kloosterman, 2000;Rath, 2000; Kloosterman y Rath, 2001), an reconociendo las aportaciones de estos

    ltimos planteamientos, van a criticar su reduccin apriorstica de laempresarialidad de las minoras tnicas a un fenmeno etnocultural instalado,prcticamente, en un vaco institucional (o la reduccin del contexto institucional alas caractersticas e instituciones del propio grupo tnico considerado). Van acuestionar el etnicismo an presente, a su juicio, en estas reformulaciones (que laempresarialidad de las minoras es necesariamente diferente por el hecho de estarimplicadas en ellas poblaciones tnicamente diferenciadas), su culturalismo (quelas iniciativas emprendedoras se desarrollan en un entorno institucional idntico yestable, por lo que los diferenciales emprendedores sern el resultado de lasvariaciones en los recursos y caractersticas grupales) y su funcionalismo (que lasactividades desarrolladas por los inmigrantes son, necesariamente, las msadaptadas a sus recursos y caractersticas pues, en caso contrario, hubierandesarrollado otras).

    Es posible, por lo tanto, que las formulaciones presentadas en este apartado sehayan quedado cortas en su crtica a las limitaciones de la sociologa de laempresarialidad tnica. Sin embargo, si aadimos ahora las propuestas de laincrustacin mixta no podramos dar por consolidado en este mbito de lasciencias sociales el abandono de los planteamientos etnicistas y comunitaristas? Lanegativa de esta nueva aproximacin a reducir el fenmeno de la incrustacin auna simple cuestin de insercin de las actividades de los agentes econmicos enredes sociales; su apuesta por una aproximacin ms estructural (inspirada enPolanyi) capaz de considerar el impacto en la empresarialidad de las minorastnicas de las variaciones -locales, nacionales, internacionales- en los contextoseconmicos, polticos, sociales e institucionales; o la atencin prestada a laconfiguracin de distintos regmenes socioeconmicos, modelos regulatorios y dewelfare (Kloosterman et al., 1999; Kloosterman, 2000; Freeman y gelman, 2000;

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    Kloosterman y Rath, 2001) no nos coloca, definitivamente, en situacin de sortearmuchos de los obstculos hasta ahora sealados? No queda, por fin, formulado eldebate de los modos de empleo por cuenta propia de los inmigrantes en trminosno etnicistas, ni culturalistas?

    5. ALLEGRO, MA NON TROPO: DEL COMUNITARISMO TNICO A LOSPARADIGMASACCIONALISTAS

    En efecto, los debates abiertos por estas reformulaciones impulsaron undesplazamiento y un abandono (an en ciernes) de muchos de los lugares comunesde la sociologa de la empresarialidad tnica que hemospreviamente cuestionado,

    permitiendo as sortear algunos importantes obstculos que limitaban su capacidadexplicativa. Sin embargo, el modo en que los nuevos planteamientos resolvieronel debate sirvi tambin para perpetuar algunos viejos problemas, al tiempo queincorporaba otros nuevos.

    Como sealamos, las aproximaciones tradicionales de la sociologa de laempresarialidad tnica haban tendido a descontextualizar el fenmenoinvestigado al privilegiar en su abordaje las dinmicas, caractersticas y procesos

    constitutivos de los grupos tnicos. Para las nuevas aproximaciones el desafoconsista en restituir la complejidad. Cmo? Bsicamente aadiendo msdimensiones al anlisis, atendiendo al impacto de otras esferas implicadas y hastaahora ignoradas. Es as como, gracias a esta mirada ahora mucho ms perspicaz delinvestigador, descubramos la existencia de una empresarialidad tnicamultidimensional que poda basarse en lapropiedad tnica de sus negocios perotambin en el control tnico de un sector de actividad (Light y Gold, 2000), que

    poda actuar en mercados de caractersticas variables (locales, nacionales ointernacionales; orientados o no a clientelas tnicas, etc.) (Aldrich y Waldinger,1990; Jones et al., 2000) y poner en juego recursos no slo tnicos, sino tambin declase (Light y Rosenstein 1995a), nacionales y transnacionales (Portes et al., 2002),

    generales y especficos (Light y Rosenstein, 1995b). Una empresarialidad tnica,en definitiva, contextualizada y condicionada (incrustada) en distintos modelosregulatorios e institucionales articulados a distintas escalas espaciales (locales,regionales, nacionales, internacionales) (Rath, 2000; Rath y Oliveira, 2008).

    Habramos aadido as nuevos e importantes elementos a nuestro anlisis,descubierto nuevas piezas del puzzle social. Tendramos ahora unarepresentacin ms completa de la complejidad implicada en los modos deempleo por cuenta propia de los inmigrantes. Sin embargo puede una descripcinsuplir una explicacin? La superposicin de elementos y la configuracin delaboriosas tipologas no tienen porqu aadir automticamente complejidad anuestros anlisis. Adems, el establecimiento por parte del investigador de unatipologa presupone la existencia de algn tipo de vnculo entre los elementos quela componen. Dichas tipologas, ms que convergencias y cristalizaciones de larealidad social que el investigador tenaz no tendra ms que descubrir y

    descifrar, conllevan, en definitiva, la existencia de un modelo terico. No

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    obstante, la sociologa de la empresarialidad tnica ha tendido a no explicitar lospresupuestos tericos manejados en la elaboracin de estas tipologas, ni loscriterios por medio de los cules deberamos considerar que los elementos que lacomponen estn efectivamente interconectados. Ms all de las categorasincorporadas a la tipologa, poco sabemos de las relaciones que existiran yarticularan unos y otros elementos, unas y otras esferas sociales.

    El principal problema que aqu vemos no radica, sin embargo, en la tendenciade la sociologa de la empresarialidad tnica a formular tipologas de carcterdescriptivo, sino en el hecho de que, una vez constituida, la descripcin tipolgicaadquiere el rango de modelo explicativo aplicable, una y otra vez, a la realidadsocial. Una realidad social que, observada desde este modelo, queda definida ydelimitada por aquello que previamente haba sido enunciado y considerado en latipologa (en teora meramente descriptiva de lo social): la descripcin setransforma en una prescripcin. El proceder tipolgico (en absoluto exclusivo de lasociologa de la empresarialidad tnica) nos coloca nuevamente ante esasociologa instantnea e inmediatista que hemos criticado. Una sociologa volcadaen confirmar lo que ya sabemos, en constatar la inevitabilidad (la justicia y/ofuncionalidad) del momento presente, de aquello que perdura y parece estable. Una

    sociologa de la reproduccin social de lo idntico que hace pasar una descripcinpor una explicacin. Desde nuestro punto de vista, la solucin a los problemassealados no pasa necesariamente por aadir nuevas capas y dimensiones alfenmeno investigado (a modo de contexto). No se trata necesariamente de hacerms, sino hacer de otro modo: para empezar, no renunciar a reconstruirsociolgicamente el objeto investigado, ni conformarnos con describir lacoherencia y el equilibrio aparentes del instante presente, un presente cuyascaractersticas pareceran evidentes y no consecuencia del dispositivo deobservacin desplegado por los investigadores.

    No es el nico viejo problema que ha persistido en las nuevas aproximacionesde la sociologa de la empresarialidad tnica: la apuesta por el agencialismo, lasestrategias y recursos de los actores de algunas de ellas (por ejemplo, lasmencionadasperspectiva interactiva o la teora de recursos de la empresarialidad)a la hora de explicar los modos de empleo por cuenta propia de las poblacionesminoritarias, nos sitan nuevamente en la senda del comunitarismo y culturalismoque previamente habamos cuestionado. Estos planteamientos accionalistas oagencialistas son, a nuestro juicio, la consecuencia lgica de la sociologainmediatista e instantnea antes mencionada. Cuando el objeto de estudio essituado al margen de toda duracin y procesualidad (primando en l la coherencia,el equilibrio y la identidad propios del instante) qu otra cosa podra explicarmejor el cambio observado si no la accin de los actores y sus relaciones de poder?Quin mejor que ellos podr responsabilizarse de los equilibrios del presente o deaquellos an por llegar?

    Este tipo de razonamientos nos colocan ante algunas dificultades: los actorescon sus intervenciones y acciones permitiran, supuestamente, dar cuenta de la

    configuracin y dinmica de la sociedad, pero cmo habran surgido tales sujetos

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    sociales? Son sujetos autoproducidos? O acaso se limitan a actualizar posicionesexistentes desde siempre en la sociedad? Ayer esclavos, siervos y proletarios, hoy

    precarios, mujeres o inmigrantes. Cambiaran as los nombres pero no elfundamento que parecera estar detrs de cualquier formacin social: la relacindesigual de poder que enfrenta a dominantes y dominados, mayoras y minoras,hegemnicos y subordinados. De ser as, ser verdad entonces que la historia de lahumanidad es la historia de la lucha de clases? Este tipo de postulados puede ser

    polticamente movilizador, pero insostenible sociolgicamente hablando. Sinembargo, no se afirma algo muy diferente cuando sostenemos que, en lassociedades capitalistas contemporneas, son los actores y sus acciones, suconfrontacin continua en heterogneas luchas de poder, los responsables ltimosde la dinmica social, aquellos que garantizan su equilibrio y ajuste. De maneracuestionable, la estructura social queda as reducida a un problema de interaccinentre personas o grupos, un problema de relaciones de poder presentes en todas lasdimensiones imaginables de la sociedad (Alaluf, 1993). Los modos de dominacincaractersticos de las sociedades modernas pasan a ser caracterizados como modosde dominacin inmediatos y antropomrficos (de un grupo sobre otro), en vez demediados, impersonales y abstractos (Postone, 2006). Paralelamente, la dinmica

    social, el cambio histrico, quedan ahora reducidos a una sucesin de estados deequilibrio, una repeticin de instantes cuyo nico hilo conductor posible loconstituiran los acontecimientos coyunturales derivados de las relaciones de fuerzaexistentes, desde la ms remota Antigedad, entre diferentes grupos sociales(dominantes y dominados).

    Para terminar detengmonos brevemente en el principio de no determinacininscrito en este tipo de paradigma accionalista. Segn dicho paradigma la accinno sera un resorte automtico externamente inducido, ni una conducta ajena a lavoluntad (pueden serlo sus consecuencias, pero no la motivacin primera que ladesencadena) (Pizarro, 1.979). La accin sera incompatible con la determinacin

    pues constituye y es constituida por un principio de libertad. As pues, comograndes clsicos de la teora social se han encargado de subrayar (Weber entreotros), la accin tiene que estar orientada por un sentido, es ms, debe constituir laexternalizacin por parte del sujeto de un sentido subjetivo (Weber, 1993b). Dichosentido exteriorizado por medio de la accin estara conformado por una serie derepresentaciones (de objetos fsicos, sociales y culturales, as como del propiosujeto de la accin). Y dnde se ubicara el origen de estas representacionescompartidas? La respuesta para el accionalismo no puede ser otra que la cultura(interiorizada individualmente va la socializacin) (Pizarro, 1.979). De formaque, paradjicamente, volvemos al punto de partida y nos topamos nuevamente conlos valores, las normas, los contratos, las convenciones, los usos y las formas devida tan recurrentes en las formulaciones iniciales de la sociologa de laempresarialidad tnica y cuyas limitaciones ya hemos sealado. Si al comienzo fuela accin, al final, ser la repeticin y reproduccin social de lo idntico.

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    6. A MODO DE CONCLUSIN: EL DESPLAZAMIENTO DEL DEBATEHACIA LAINCRUSTACINDE LA ECONOMA EN LO SOCIAL

    Las reformulaciones y aproximaciones que acabamos de sealar no evitaron lapersistencia de algunas importantes limitaciones iniciales de la sociologa de laempresarialidad tnica. No obstante, el alejamiento con respecto a sus primerasformulaciones permitieron un desplazamiento del debate hacia los fenmenosgenerales de la incrustacin de la economa en las estructuras sociales. Dicho deotro modo, orientaron la discusin de manera ms explcita hacia el debate sobre larelacin entre economa ysociedad, as como sobre las caractersticas constitutivasy la dinmica de las formaciones capitalistas contemporneas. Un debate ste ahorams abiertamente abordado aunque presente de forma implcita desde las primerasformulaciones de la sociologa de la empresarialidad tnica.

    A grandes rasgos podramos decir que muchas de las formulaciones de lasociologa de la empresarialidad tnica parten de una caracterizacin de laeconoma en las sociedades modernas similar a la que podemos encontrar en lasociologa econmica de Polanyi (1989). Este autor sostiene que las economas deestas sociedades (las sociedades capitalistas) estaran basadas en el principio de

    mercado, es decir, que eran sociedades que garantizaban la produccin ydistribucin de los bienes y servicios por medio del mercado. Dicho mercado seraconcebido, adems, como un mecanismo autorregulador: la produccin ydistribucin de bienes y servicios, as como la asignacin de recursos parasatisfacer tales funciones, quedaran determinadas por los precios del mercado,

    precios cuyas variaciones deberan ser el reflejo, nicamente, de los cambios en laoferta y la demanda. Desde este punto de vista, la economa de mercado aspirara a

    poder autorregularse (y explicarse) al margen de cualquier interferencia externa.Para los defensores del paradigma de mercado criticados por Polanyi, la nicaintervencin posible y legtima por parte del Estado (o de otras instituciones yesferas sociales) sera aquella encaminada a garantizar el libre desarrollo de losmecanismos de mercado y, en definitiva, las reglas del juego econmico.

    Adems, en relacin a estas sociedades con economas de mercadoautorregulados, Polanyi (1989) va a destacar como rasgo caracterstico la

    progresiva emergencia de una institucin (el mercado) independiente y autnomadel resto de la sociedad. La sociedad quedaba as dividida en distintas esferassustantivas (por ejemplo, lo econmico versus lo poltico y/o lo social). Laeconoma, en las sociedades capitalistas contemporneas, se configuraba como unarealidad sustantiva y autnoma identificable con el mercado. Una institucin definalidad y principios exclusivamente econmicos (autorregulada y con unainclinacin hacia la desincrustacin) que chocara con el resto de esferas sociales ycon la tendencia histricamente mayoritaria de la incrustacin de los sistemaseconmicos en los entramados socio-institucionales del conjunto de la sociedad.

    Al igual que para Polanyi, para la sociologa de la empresarialidad tnicaresulta cuestionable el papel que las ciencias sociales han atribuido

    convencionalmente al mercado (autorregulador) como principio explicativo

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    fundamental de los fenmenos econmicos y, de forma ms general, de la dinmicade las sociedades contemporneas. La economa convencional (y no pocosrepresentantes de la teora social), habra efectuado una lectura economicista dela dinmica de las sociedades modernas, hacindola depender, exclusiva o

    principalmente, de los vaivenes de la dinmica econmica (del mercado). Este tipode aproximaciones, desde el punto de vista de la sociologa de la empresarialidadtnica, resultara insostenible y claramente reduccionista, tal y como habraevidenciado la sistemtica presencia (e incidencia) de lo socialen los fenmenoseconmicos: implicacin de los marcos normativos y de sentido de los agenteseconmicos, de sus valores y universos culturales, de las distintas luchas de poder,de la intervencin ms o menos explcita de diferentes instituciones polticas ysociales, etc.

    La presencia de lo normativo y de lo valorativo en lo econmico -muy evidenteen los fenmenos ligados a la empresarialidad tnica- mostrara que el mercado(una institucin social e histricamente circunscrita) no puede explicar por smismo la dinmica econmica, mucho menos la dinmica general de la sociedad.Al contrario, la esfera econmica, como ya sealamos, se encontraba incrustada enun entramado social, poltico e institucional ms amplio del cual no se poda aislar.

    La tozuda resistencia de lo normativo y de lo regulativo -propios de lo socialy delo poltico- a desalojar el mbito de lo econmico mostrara de forma ntida,adems, el reduccionismo explicativo del paradigma economicista presente enlas ciencias sociales y, lo que es ms importante, el fracaso del proyecto polticoneoliberal de sometimiento y subordinacin del conjunto de lo sociala la lgicade mercado. El fracaso de la tentativa de evacuar del sistema econmico todo

    principio de regulacin externa (social, poltica) y todo principio de incrustacin.En definitiva, el fracaso del proyecto de aniquilacin y disolucin de lasociedad (y de lo poltico) en la lgica del mercado (Polanyi, 1989).

    Nos encontramos, por lo tanto, con que la sociologa de la empresarialidadtnica va a dar por buena, finalmente, la dualizacin de las formaciones socialescontemporneas en, al menos, dos esferas: lo econmico y lo social (en casocontrario carecera de sentido hablar en trminos de incrustacin de una esfera enotra). En ningn momento va a poner en duda la definicin de lo econmico comouna esfera de carcter sustantivo o como un mbito especfico de la sociedadequiparable al mercado (autorregulado internamente o, lo que es lo mismo, social y

    polticamente desregulado). En ningn momento se va a poner en duda lacontraposicin radical existente entre esta esfera supuestamente desregulada de laeconoma (el mercado) y la esfera de la regulacin y de la normatividad porantonomasia: la esfera de lo social (y su institucionalizacin en lo poltico). Si,como la sociologa econmica habra demostrado, podemos detectar en loeconmico aspectos normativos y principios de regulacin, estos procedern,necesariamente, de la esfera de lo social (en sus distintas formulacionesinstitucionales, estatales o no). Toda regulacin sera considerada, implcitamente,como una regulacin contra el mercado. La sociedad (la norma) contra la economa

    (el mercado).

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    Lo nico que la sociologa de la empresarialidad tnica va a cuestionar, por lotanto, es que se pretenda dar cuenta de la dinmica de las formaciones socialescontemporneas exclusivamente desde el mbito de lo econmico, es decir, desdela lgica del mercado, estando ste como est incrustado en lo social. De estemodo, como ocurra con el proceder tipolgico ms arriba sealado, nosencontramos con que la reformulacin del debate llevada a cabo desde lasnuevas aproximaciones de la sociologa de la empresarialidad tnica, ms queredefinir el objeto de estudio en otros trminos (cuestionando, por ejemplo, estadudosa equiparacin de economa y mercado o su contraposicin a lo social), se vaa limitar a aadir nuevos contextos con el objetivo de ganar en complejidad.La economa seguir siendo una esfera sustantiva identificada con el mercadoautorregulado, residiendo ahora el desafo (y la aportacin de los socilogos) enincorporar a los anlisis (y a los modelos de organizacin colectiva) la esfera de losocial (lo normativo, lo cualitativo, lo valorativo, etc.).

    En lo que a nosotros se refiere, no nos cabe la menor duda de que, en efecto, elmercado es incapaz de dar cuenta de la dinmica de las formaciones socialescontemporneas. De hecho, podemos afirmar sin miedo que es incapaz, incluso, dedar cuenta de la propia dinmica econmica. No obstante, lo que convendra

    someter a discusin es, precisamente, la rpida identificacin de capitalismo ymercado, as como la posterior contraposicin de lo econmico a lo normativo y, endefinitiva, a lo social. Vistos, por ejemplo, los hallazgos historiogrficos sobre el

    papel desempeado por el Estado y lo normativo en la conformacin histrica deformaciones sociales capitalistas en Occidente (Anderson, 1984; Braudel, 1985;Polanyi, 1989; Castel, 2004), o los anlisis sobre la cohabitacin de planificacin ymercado en los mecanismos contemporneos delsalariado (Naville, 1970; Alaluf,1986; Pillon y Vatin, 2007; Rolle, 2009) tiene sentido seguir considerando los

    principios de regulacin como elementos excepcionales y externos a la lgicaeconmica (social) capitalista? Debemos seguir insistiendo en contraponernormaa mercado como dos principios antitticos?

    Tanto la identificacin de la economa capitalista con una esfera sustantiva einstitucionalizada de la sociedad (el mercado), como la consideracin msuniversalista de la economa como mbito orientado, en toda colectividad humana,al aprovisionamiento de los medios y las utilidades con los que satisfacer lasnecesidades no nos hacen perder de vista la especificidad histrica de lasformaciones sociales capitalistas? Polanyi (2004) trat de analizar los cambios enel lugar ocupado por la economa en la sociedad a lo largo de la historia y de lasculturas, pero y si la economa en las formaciones sociales capitalistas noocupasen un lugar en particular? Y si no se tratase de una esfera sustantivaopuesta a lo social? Y si nos encontrsemos con que, por primera vez en lahistoria de las colectividades humanas, la economa constituyera ms bien unmecanismo, un mtodo, una gramtica con la que producir, conjugar y ordenar(ms que destruir o aniquilar) la sociedad?

    La hiptesis que creemos necesario formular para abordar este debate en

    trminos explicativamente ms productivos sostiene que, a diferencia de otro tipo

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    de sociedades, en las formaciones sociales capitalistas, economa y sociedad son,en realidad, dos modos de nombrar una nica y misma realidad. Es decir, queregulacin (norma) y mercado no constituyen dos principios contrapuestos, sinodos mecanismos de movilizacin y asignacin de recursos que coexisten en lassociedades capitalistas contemporneas (al igual que coexistieron en el denominado

    socialismo real). Si esto es as, es cierto que no podremos reconocerautomticamente en la regulacin social, comunitaria, poltica o administrada delos intercambios ninguna potencialidad emancipadora (sea sta formulada entrminos reformistas o revolucionarios), ningn ms all o ms ac de lasrelaciones constitutivas de las formaciones sociales capitalistas (relacionesdifcilmente asimilables a ninguna lgica de mercado). A cambio de esta orfandad,la verdadera liberacin residir en habernos desprendido, por fin, de la ilusin deconstruir un capitalismo de rostro humano, un nuevo capitalismo paria o laensima repblica de artesanos.

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    1 En Espaa, aunque con cierto retraso derivado de la propia especificidad de su dinmicamigratoria, en los ltimos aos tambin se ha desarrollado con fuerza este mbito de losestudios migratorios. Entre los trabajos ms representativos podran sealarse, por ejemplo:Aramburu (2002); Arjona (2006); Arjona y Checa (2006); Beltrn, Oso y Ribas (2006); Ca-valcanti (2008); Lpez-Castellano, Garca y Aboussi (2012); Lpez-Sala (2007); Moreras(2005); Oso y Villares (2008); Riesco-Sanz (2003 y 2010); Serra (2006); Sol, Parella yCavalcanti (2007); Sol, Parella y Alarcn (2009). Aunque con aportaciones valiosas y mu-chas veces originales, en conjunto estos trabajos no han generado un corpus terico o una

    propuesta claramente diferenciable de las grandes aproximaciones que abordaremos en esteartculo. Mucho ms frecuente ha sido la adaptacin y aplicacin emprica de unos u otrosenfoques a las particularidades del contexto migratorio espaol; as como, en ocasiones, undilogo crtico con algunos de los presupuestos de partida de la sociologa de la empresaria-lidad tnica que aqu vamos a considerar.

    2 Una excepcin a este respecto lo constituye el trabajo de Bonacich y Modell (1980) sobrelas minoras japonesas en Estados Unidos. Ambos autores atienden aqu a su proceso deconfiguracin como minora intermediaria (dotada de una economa tnica con las carac-tersticas ya sealadas), pero tambin al progresivo debilitamiento de los vnculos comunita-rios (y de su red empresarial) conforme se suceden las generaciones en el grupo y se am-

    plan las oportunidades laborales en la sociedad de llegada. Tambin Waldinger (1986a)sealar, aunque sin apenas desarrollarlo, que las minoras emprendedoras, en el curso de

    2 3 generaciones, van progresivamente orientndose hacia el trabajo por cuenta ajenaconvencional.

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