e s p ec i a l ¨poca, clase y g¨nero - unam · 2020. 9. 21. · f e l i c i da d : var¬a seg¹n...

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CULTURA A29 EL UNIVERSAL Viernes 18 de septiembre de 20 20 Proyecto UNAM Modelos matemáticos no son infalibles ::::: En opinión de Gustavo Olaiz, coordinador general del Centro de Investigación en Políticas, Población y Salud de la Facultad de Medicina de la UNAM, los modelos matemáticos única- mente pueden proporcionar escenarios o posi- bilidades para predecir la pandemia de Co- vid-19, pero no son infalibles. “Tienen que ver no sólo con la estimación de parámetros o da- tos, sino también con condiciones de incerti- dumbre y complejidad”, dijo. CORTESÍA UNAM Invertir en ciencia básica, vital para la humanidad ::::: Según Julieta Fierro Gossman, investigadora del Instituto de As- tronomía de la UNAM, la única so- lución que tiene la humanidad pa- ra evitar la destrucción de la natu- raleza y dejar de consumir grandes cantidades de energía y productos es invertir en ciencia básica, la cual genera tecnología y, a largo plazo, innovación. “Por ejemplo, para probar los efectos de las ondas gra- vitacionales propuestas por Eins- tein se pusieron en órbita satélites con la idea de ver si se movían cuando pasaban dichas ondas. Aunque el experimento falló, gra- cias a él se perfeccionaron los sis- temas de posicionamiento global (GPS)”, comentó. ESPECIAL Estudian beneficios de la moringa, el “árbol milagro” ::::: De acuerdo con Mark Olson, investigador del Instituto de Biolo- gía de la UNAM, la moringa, co- nocida como el “árbol milagro”, además de ser una opción econó- mica para la alimentación, contie- ne sustancias que contribuyen a bajar la presión arterial y la con- centración de glucosa en la sangre, y ayudan a combatir las infeccio- nes causadas por bacterias. Ahora bien, un estudio llevado a cabo en la Universidad Nacional Autóno- ma de México y liderado por el propio Olson revela que, para pre- servar los beneficios de la morin- ga, resulta clave no someter sus hojas a temperaturas mayores a 40 grados Celsius. FELICIDAD: VARÍA SEGÚN ÉPOCA, CLASE Y GÉNERO Un estudio realizado por una historiadora universitaria indica que, en algunos sectores de la clase media alta de la Ciudad de México, se asocia al consumo y al lujo Texto: FERNANDO GUZMÁN AGUILAR — alazul10@@hotmail.com L as emociones, como construcciones culturales con una fuerte carga his- tórica, social y de género, no han sido las mismas a lo largo de la historia de la humanidad. Por lo que se refiere al amor, un chino de la Edad Media o una mujer del México prehispá- nico no lo concebía igual que un banquero de la Inglaterra del si- glo XIX o una mujer del México actual. “La idea de felicidad va- ría también según la época, la clase social y el género. En la Co- lonia, la única felicidad con la que se podía soñar era la salva- ción en el cielo. Ahí se encon- traba el ideal de la dicha eterna. Y sólo la salvación en el más allá permitía pensar en gozar abso- l u t a m e n te”, dice Estela Roselló Soberón, investigadora del Ins- tituto de Investigaciones Histó- ricas de la UNAM. A partir del siglo XVIII, la fe- licidad dejó de verse como algo que solamente se conseguía en el más allá y empezó a conside- rarse una posibilidad de la vida terrena. Así, poco a poco, se con- virtió en un derecho al que todo el mundo debía tener acceso. Cuando la secularización de la sociedad mexicana se inició, la felicidad pudo transformarse en una preocupación más terre- nal, al menos para los hombres ilustrados, filósofos y liberales de los siglos XVIII y XIX. “Lo importante era ser feliz ahora y aquí, en la Tierra. Y ha- bía que democratizar la oportu- nidad de vivir la felicidad. Hoy como entonces, la felicidad y otras emociones tienen que ver con el grupo, la clase social y el género. A través de la historia ha habido una educación senti- mental para los hombres y otra para las mujeres; es decir, aun- que cambien conforme a la épo- ca y la geografía, los estereotipos de las emociones permitidas son diferentes para unos y otras. Por ejemplo, en la cultura ma- chista se dice que los hombres no lloran”, apunta la historiado- ra de las emociones y el cuerpo, y especialista en el sentimiento de culpa durante el Virreinato. Caridad Un estudio de Roselló Soberón llevado a cabo con un grupo de mujeres de barrios y colonias de clase media alta de la Ciudad de México (Las Lomas y Polanco) indica que éstas asocian la feli- cidad al consumo y el lujo. Esa asociación también fue una constante entre la burgue- sía europea naciente en el siglo XVIII. Los artículos de lujo que llegaban a Francia e Inglaterra modificaron el gusto y los de- ESPECIAL La búsqueda de la felicidad mediante el consumo se relaciona con experiencias hedonistas. seos de hombres y mujeres, que entonces buscaron comprar porcelanas, sedas, perfumes orientale s... En esos barrios y colonias privilegiadas de la capital me- xicana, la investigadora univer- sitaria observó y analizó la re- lación entre el lujo, el consumo y la felicidad en mujeres que to- maban cursos y realizaban ba- zares de ropa deportiva con fi- nes de caridad. “Encontré que, entre más se consume, más se desea. Una vez que ya se consumió o adquirió un artículo de lujo, como un bol- so de una marca determinada, se tiene el deseo de consumir o adquirir el que viene. Esa expe- riencia de lujo es alimentada por un deseo insaciable”, comenta. También se dio cuenta de que esas mujeres privilegiadas de la Ciudad de México parecen vivir en un mundo feliz, pues aparen- temente pueden conseguir todo sin demasiado esfuerzo. La búsqueda de la felicidad mediante el consumo se relacio- na con experiencias hedonistas. El hedonismo, que se vincula con la búsqueda del placer, pero también con la sensación de bienestar, es una experiencia común en todos los sectores de la clase media alta global. “Sin embargo, entre las mu- jeres estudiadas de Las Lomas y Polanco hay particularidades de una ‘felicidad a la mexicana’. Una de ellas es su sentido de ca- ridad. Organizan bazares de ar- tículos de lujo por una causa ca- ritativa. Los fondos recaudados se destinan a ayudar a otros sec- tores sociales o a damnificados por algún desastre natural”, in- forma Roselló Soberón. Expiación De acuerdo con la investigado- ra, en esa acción solidaria se per- cibe una reminiscencia de la sensibilidad colonial, en la que la caridad era una emoción muy imp or tante. “En algún momento me lle- gué a preguntar si esas mujeres no expían así un sentimiento de culpa. Es posible. Quizás en esos sectores sociales sí existe la con- ciencia de que tener en exceso obliga a compensar a los que menos tienen. Sería como ex- piar cierta culpa por ser parte de una sociedad profundamente desigual e injusta”, señala. Roselló Soberón cree que, pa- ra el grupo de mujeres estudia- do, también es importante mos- trarse feliz. Por eso suben a sus redes sociales fotografías en las que se les ve inmersas en una felicidad casi absoluta. “Mostrarse feliz en las redes sociales implica también mos- trarse como un ser más compe- titivo. Esta mujeres parecen de- cir: ‘Entre más feliz nos mostra- mos, tenemos más oportunida- des de encontrar socio, pareja, amigo s…, dentro de un grupo social privilegiado’”, agrega. Ahora bien, no se debe gene- ralizar y asegurar que todos los ricos son iguales, porque esta- blecer estereotipos siempre es simplista y peligroso. “De ninguna manera se trata de establecer que los ricos son malos y los pobres buenos. Pero sí encontré, en varios momen- tos, algo de insensibilidad en al- gunas de esas mujeres, algo pa- recido a la falta de empatía: no pueden ver al otro.” En opinión de Roselló Sobe- rón, es un hecho indudable que vivimos en un país clasista don- de hay desprecio y desconfianza mutuos entre ricos y pobres. “Por eso me asusta la polari- zación social, acentuada por los términos fifís y chairos, que se pregona en las redes sociales y los medios de comunicación, y que genera la imposibilidad de ver- nos como iguales”, finaliza. b ESTELA ROSELLÓ SOBERÓN Investigadora del Instituto de Investigaciones Históricas de la UNAM “En la Colonia, la única felicidad con la que se podía soñar era la salvación en el cielo. Ahí se encontraba el ideal de la dicha eterna...”

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Page 1: E S P EC I A L ¨POCA, CLASE Y G¨NERO - UNAM · 2020. 9. 21. · F E L I C I DA D : VAR¬A SEG¹N ¨POCA, CLASE Y G¨NERO Un estudio realizado por una historiadora universitaria

CULTURA A29EL UNIVERSAL Viernes 18 de septiembre de 20 20

Proyecto UNAM

Modelos matemáticosno son infalibles::::: En opinión de Gustavo Olaiz, coordinadorgeneral del Centro de Investigación en Políticas,Población y Salud de la Facultad de Medicinade la UNAM, los modelos matemáticos única-mente pueden proporcionar escenarios o posi-bilidades para predecir la pandemia de Co-vid-19, pero no son infalibles. “Tienen que verno sólo con la estimación de parámetros o da-tos, sino también con condiciones de incerti-dumbre y complejidad”, dijo.

CORT

ESÍA

UN

AM Invertir en cienciabásica, vital parala humanidad::::: Según Julieta Fierro Gossman,investigadora del Instituto de As-tronomía de la UNAM, la única so-lución que tiene la humanidad pa-ra evitar la destrucción de la natu-raleza y dejar de consumir grandescantidades de energía y productoses invertir en ciencia básica, la cualgenera tecnología y, a largo plazo,innovación. “Por ejemplo, paraprobar los efectos de las ondas gra-vitacionales propuestas por Eins-tein se pusieron en órbita satélitescon la idea de ver si se movíancuando pasaban dichas ondas.Aunque el experimento falló, gra-cias a él se perfeccionaron los sis-temas de posicionamiento global(GP S)”, comentó.

E S P E

C I A L Estudian beneficios

de la moringa,el “árbol milagro”::::: De acuerdo con Mark Olson,investigador del Instituto de Biolo-gía de la UNAM, la moringa, co-nocida como el “árbol milagro”,además de ser una opción econó-mica para la alimentación, contie-ne sustancias que contribuyen abajar la presión arterial y la con-centración de glucosa en la sangre,y ayudan a combatir las infeccio-nes causadas por bacterias. Ahorabien, un estudio llevado a cabo enla Universidad Nacional Autóno-ma de México y liderado por elpropio Olson revela que, para pre-servar los beneficios de la morin-ga, resulta clave no someter sushojas a temperaturas mayores a40 grados Celsius.

F E L I C I DA D : VARÍA SEGÚNÉPOCA, CLASE Y GÉNERO

Un estudio realizado por una historiadora universitaria indica que, en algunos sectoresde la clase media alta de la Ciudad de México, se asocia al consumo y al lujo

Texto: FERNAND OGUZMÁN AGUILAR— alazul10 @@hotmail.com

Las emociones, comoconstrucciones culturalescon una fuerte carga his-tórica, social y de género,no han sido las mismas alo largo de la historia de la

humanidad.Por lo que se refiere al amor,

un chino de la Edad Media ouna mujer del México prehispá-nico no lo concebía igual que unbanquero de la Inglaterra del si-glo XIX o una mujer del Méxicoactual. “La idea de felicidad va-ría también según la época, laclase social y el género. En la Co-lonia, la única felicidad con laque se podía soñar era la salva-ción en el cielo. Ahí se encon-traba el ideal de la dicha eterna.Y sólo la salvación en el más allápermitía pensar en gozar abso-l u t a m e n te”, dice Estela RosellóSoberón, investigadora del Ins-tituto de Investigaciones Histó-ricas de la UNAM.

A partir del siglo XVIII, la fe-licidad dejó de verse como algoque solamente se conseguía enel más allá y empezó a conside-rarse una posibilidad de la vidaterrena. Así, poco a poco, se con-virtió en un derecho al que todoel mundo debía tener acceso.

Cuando la secularización dela sociedad mexicana se inició,la felicidad pudo transformarseen una preocupación más terre-nal, al menos para los hombresilustrados, filósofos y liberalesde los siglos XVIII y XIX.

“Lo importante era ser felizahora y aquí, en la Tierra. Y ha-bía que democratizar la oportu-nidad de vivir la felicidad. Hoycomo entonces, la felicidad yotras emociones tienen que vercon el grupo, la clase social y elgénero. A través de la historia hahabido una educación senti-mental para los hombres y otrapara las mujeres; es decir, aun-que cambien conforme a la épo-ca y la geografía, los estereotiposde las emociones permitidasson diferentes para unos y otras.Por ejemplo, en la cultura ma-chista se dice que los hombresno lloran”, apunta la historiado-ra de las emociones y el cuerpo,y especialista en el sentimientode culpa durante el Virreinato.

CaridadUn estudio de Roselló Soberónllevado a cabo con un grupo demujeres de barrios y colonias declase media alta de la Ciudad deMéxico (Las Lomas y Polanco)indica que éstas asocian la feli-cidad al consumo y el lujo.

Esa asociación también fueuna constante entre la burgue-sía europea naciente en el sigloXVIII. Los artículos de lujo quellegaban a Francia e Inglaterramodificaron el gusto y los de-

E S P E

C I A L

La búsqueda de lafelicidad mediante elconsumo se relacionacon experienciashedonista s.

seos de hombres y mujeres, queentonces buscaron comprarporcelanas, sedas, perfumesorientale s...

En esos barrios y coloniasprivilegiadas de la capital me-xicana, la investigadora univer-sitaria observó y analizó la re-lación entre el lujo, el consumoy la felicidad en mujeres que to-maban cursos y realizaban ba-zares de ropa deportiva con fi-nes de caridad.

“Encontré que, entre más seconsume, más se desea. Una vezque ya se consumió o adquirióun artículo de lujo, como un bol-so de una marca determinada,se tiene el deseo de consumir oadquirir el que viene. Esa expe-riencia de lujo es alimentada porun deseo insaciable”, comenta.

También se dio cuenta de queesas mujeres privilegiadas de laCiudad de México parecen viviren un mundo feliz, pues aparen-temente pueden conseguir todosin demasiado esfuerzo.

La búsqueda de la felicidadmediante el consumo se relacio-na con experiencias hedonistas.El hedonismo, que se vinculacon la búsqueda del placer, perotambién con la sensación debienestar, es una experienciacomún en todos los sectores dela clase media alta global.

“Sin embargo, entre las mu-jeres estudiadas de Las Lomas yPolanco hay particularidades deuna ‘felicidad a la mexicana’.Una de ellas es su sentido de ca-ridad. Organizan bazares de ar-

tículos de lujo por una causa ca-ritativa. Los fondos recaudadosse destinan a ayudar a otros sec-tores sociales o a damnificadospor algún desastre natural”, in-forma Roselló Soberón.

ExpiaciónDe acuerdo con la investigado-ra, en esa acción solidaria se per-cibe una reminiscencia de lasensibilidad colonial, en la quela caridad era una emoción muyimp or tante.

“En algún momento me lle-gué a preguntar si esas mujeresno expían así un sentimiento deculpa. Es posible. Quizás en esossectores sociales sí existe la con-ciencia de que tener en excesoobliga a compensar a los quemenos tienen. Sería como ex-piar cierta culpa por ser parte de

una sociedad profundamentedesigual e injusta”, señala.

Roselló Soberón cree que, pa-ra el grupo de mujeres estudia-do, también es importante mos-trarse feliz. Por eso suben a susredes sociales fotografías en lasque se les ve inmersas en unafelicidad casi absoluta.

“Mostrarse feliz en las redessociales implica también mos-trarse como un ser más compe-titivo. Esta mujeres parecen de-cir: ‘Entre más feliz nos mostra-mos, tenemos más oportunida-des de encontrar socio, pareja,amigo s…, dentro de un gruposocial privilegiado’”, agrega.

Ahora bien, no se debe gene-ralizar y asegurar que todos losricos son iguales, porque esta-blecer estereotipos siempre essimplista y peligroso.

“De ninguna manera se tratade establecer que los ricos sonmalos y los pobres buenos. Perosí encontré, en varios momen-tos, algo de insensibilidad en al-gunas de esas mujeres, algo pa-recido a la falta de empatía: nopueden ver al otro.”

En opinión de Roselló Sobe-rón, es un hecho indudable quevivimos en un país clasista don-de hay desprecio y desconfianzamutuos entre ricos y pobres.

“Por eso me asusta la polari-zación social, acentuada por lostérminos fifís y chairos, que sepregona en las redes sociales y losmedios de comunicación, y quegenera la imposibilidad de ver-nos como iguales”, finaliza. b

ESTELA ROSELLÓ SOBERÓNInvestigadora del Institutode Investigaciones Históricasde la UNAM

“En la Colonia, laúnica felicidad conla que se podía soñarera la salvación enel cielo. Ahí seencontraba el idealde la dicha eterna...”