e i a : r p i e i agribusiness: c p · 2017-01-30 · 43 revista de economÍa & administracin,...

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Revista de economía & administRación, vol. 13 no. 2. Julio - diciembRe de 2016

Entorno Económico intErnacional y su incidEncia En los agronEgocios: rEtos y PErsPEctivas

entorno eConómiCo internaCional y su inCidenCia en los agronegoCios: retos y PersPeCtivas*

international eConomiC environment and its imPaCt in agriBusiness: CHallenges and ProsPeCts

Edwar David Ramírez Castellanosα

ResumenEl artículo analiza el entorno económico que rodeó en la última década y la situación nacional e internacionaldelosagronegociosqueinfluyóenelcomportamientodelmercadoylacompetitividad.En este sentido, se plantean los retos globales a los que se enfrenta la producción agroalimentaria y agroindustrial en los años venideros, incluyendo factores económicos, sociales (desde los con‑sumidores)yambientales,debidoa lacrisisactualmedioambiental.Conunenfoquereflexivoelanálisisdeanalizaapartirdelarevisiónbibliográficayelanálisisdocumentaldeinformes,textoseinvestigaciones de autores e instituciones nacionales y organismos multilaterales.

Palabras claveAgronegocios, internacional, alimentos, agricultura.

AbstractThe article analyzes the national and international economic environment situation of agribusiness, influencingmarketbehaviorandcompetitivenessinthelastdecade.Inthissense,globalchallen‑ges that food and agribusiness productions face in the upcoming years are proposed, including economic factors, social factors (from the consumers’ side), and environmental factors due to the currentenvironmentalcrisis.Withareflexiveapproachthisanalysiswasobtainedfromtheliteraturereview and documentary analysis of reports, texts and research by authors, national institutions, and multilateral agencies.

Key wordsAgribusiness, international, food, agriculture.

Clasificación J.E.L: Q13, Q17, F6.

* Este artículo fue recibido el 30‑03‑2016 y aprobado el 26‑07‑2016.α Decano de la Facultad de Administración de Empresas Agropecuarias, Universidad Santo Tomás, seccional

Bucaramanga. Correo – e: [email protected]

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Edwar david ramírEz CastEllanos

Panorama internacional de los agronegocios

Durantelosúltimosdiezañosconflu‑yeron varios factores que de alguna manera promovieron e impulsaron una buena situación económica de la región latinoamericana. Algunos de esos fueron internos y otros, en su mayoría, de corte internacional. El en‑torno internacional en el último decenio estuvo marcado por tres aspectos tras‑cendentales: la demanda creciente de productos básicos y materias primas, lacrisisfinancieraen lazonaeuroyen Estados Unidos, lo cual afectó al mercado internacional, y el ingreso de países emergentes al concierto del mercado mundial.

Desde antes de la crisis económica del 2011 en Estados Unidos y la cri‑sis del Euro, el crecimiento potencial (crecimiento sin afectación de infla‑ción) de estas economías se veía afectada, y se anunciaban voces de crisis, mientras del otro lado, crecían a paso firme países como China, Rusia, Brasil e India, denominados BRIC. En ambos casos, las causas del comportamiento obedecieron principalmente a variaciones en la productividad. Mientras en las econo‑mías de países ricos la disminución sediocomoreflejodeladesacelera‑ción tras un periodo de crecimiento importante, gracias a la innovación y el desarrollo tecnológico y de la información, en las emergentes, las razones obedecieron a las transfor‑

maciones económicas estructurales realizadas por los países que con‑tribuyeron a mejorar las condiciones de vida de sus habitantes, cerrando brechas sociales con el impulso de la clase media, estimulando el consumo a nivel interno e internacional (Fondo Monetario Internacional, 2015a).

Durante la década anterior, y aún con lacrisisfinancieradel2009,lospaíseslatinoamericanos donde la producción agrícola tiene un peso representativo, aprovecharon de manera importante este auge de precios internacionales, patrocinado por la mayor demanda de productos básicos, el apogeo de la minería y el petróleo, y un ambiente internacional propicio para el surgi‑mientodenuevosactores, reflejadoen el incremento comercial entre los países (OCDE, CAF y CEPAL, 2013). Países como Brasil, Chile, Colombia, y Perú aumentaron sus exportaciones, refrendaron tratados de libre comercio con países asiáticos y europeos, fortaleciendo de esta manera su presencia en el mercado internacional, situación que favoreció la economía interna de los países y coadyuvó e impulsó el crecimiento y la productividad.

Para el caso colombiano, las expor‑taciones totales del país durante el periodo de 2007 a 2013 se incre‑mentaron año tras año (Figura 1), impulsadas principalmente por el cre‑cimiento en las exportaciones de pe‑tróleo, como resultado de los buenos

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resultados en las exploraciones de yacimientos en los Llanos Orientales, que elevó la producción de barriles de petróleo por día. En cuanto a las exportaciones de productos prove‑nientes del agro, se produjo un com‑portamiento casi constante durante el periodo 2007 – 2014, muy cerca a

los 5.000 millones de dólares al año, que tal como se observa en la Figura 2, fue jalonado principalmente por dos productos, descontado el café, los cualesfueron lasfloresyelbananocon el 28 % y 17 %, respectivamente, de participación en las exportaciones totales del renglón.

Figura 1. Exportaciones de Colombia por sector económico. Precios FOB miles de millones de dólares

* Productos derivados del petróleo, minerales, café, carbón y otros.

Fuente: DANE. Banco de la República. Cálculos Procolombia (2014).

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Figura 2. Distribución de las exportaciones agropecuarias por produc-tos 2013


Lo que corresponde a las exportaciones de petróleo, como se observa en la Figura 3, en el mismo periodo de expor‑taciones (2007 – 2013) se incrementó

considerablemente la producción de barriles de petróleo en promedio por día, pasando de 531.000 barriles a 1.010.000 barriles en promedio por día.

Figura 3. Producción anual de petróleo en Colombia (en miles de barriles día)

Fuente: Agencia Nacional de Hidrocarburos, ANH. (2015)

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De igual manera, durante el mismo tiempo se observó en el mercado in‑ternacional una cotización del precio del petróleo favorable, que se ubicó por encima de los 90 dólares el barril en 2007, 2011 y 2013 (Figura 4). Estas tres variables: el aumento de las exportacio‑

nes, producción y precios del petróleo, soportan el importante momento eco‑nómico que vivió el país en esos años, obteniendo importantes divisas por las exportaciones de crudo, siguiendo el comportamiento de los demás países productores en América Latina.

Figura 4. Precio del petróleo WTI en dólares americanos por barril de refe-rencia para Colombia en la Bolsa de Estados Unidos

Fuente: Bolsa de Nueva York (2015).

En el periodo más reciente, otra es la situación. Mientras los vaticinios de economistas y especialistas sobre un recalentamiento en las economías emergentes se hicieron ciertos, la rápida recuperación económica de Estados Unidos pocos se la espera‑ban. Situaciones que han causado desconcierto e impactado directa‑mente a las economías de países exportadores de materias primas y agrícolas, así que, a partir de 2012, se viene registrando una desacele‑ración del crecimiento en América Latina, congruente con el comporta‑miento de la economía mundial.

Al año 2015, la economía mundial no muestra señas de recuperación en los niveles de crecimiento, de hecho, hoy la situación se presenta algo con‑traria. Desde el año 2010 los países emergentes que venían creciendo a ritmo acelerado (aún con la crisis de 2009), han bajado considerablemente año a año, mientras las economías desarrolladas presentan una leve mejoría, impulsada por un mejor desempeño mejor de lo esperado de Estados Unidos, y una recuperación de los países de la Unión Europea (CEPAL, 2015) (Figura 5).

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Figura 5. Crecimiento del PIB 2004 – 2014* (porcentajes)

*Las cifras para 2014 son proyecciones.

Fuente: CEPAL, sobre la base de datos del FMI.

Organismos internacionales coinciden en sus predicciones del comportamien‑to del mercado internacional, previendo que el crecimiento mundial, tanto de los países desarrollados, como el de los emergentes, no presentarán mayores cambios favorables. Mientras la Orga‑nización de las Naciones Unidas (2015) estima el crecimiento mundial de 2015 en 3,5 %, y de 2016 en 3,7 %, lo que implica un revés en las proyecciones de 2014, el Fondo Monetario Internacional (2015b) calcula el crecimiento de las economías avanzadas en un promedio alrededor de 1,6 % entre 2015 – 2020, y para las economías emergentes, se espera un crecimiento alrededor de 5,2 % en el mismo periodo, tasas muy inferiores a las presentadas antes de la crisis. Estas estimaciones se deberán

principalmente al envejecimiento de la población, la recuperación paula‑tina de la crisis y la retracción de la actividad de algunos países exportado‑res de petróleo por la caída de los pre‑cios internacionales.

En este estado de cosas, cuatro facto‑res a nivel internacional tendrán gran influenciaypresentaránretosparalospaíses productores de commodities: la persistente debilidad comercial, la posibilidad de volatilidad del mercado financieroenlaformadetasasdein‑terés en diferentes momentos, el nivel de tensión que ya generan los bajos precios del petróleo en los países pro‑ductores, y el riesgo de periodos de estancamiento en la zona euro o países asiáticos (Banco mundial, 2015). Esto

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supone tres importantes elementos que para el caso colombiano son relevante y pueden afectar el comportamiento de sector agroindustrial: el comportamien-to de los precios del petróleo, la deva-luación del dólar y el comportamiento de los países emergentes.

Para el Fondo Monetario Internacional (2015b), el comportamiento a la baja de los precios del petróleo se debe fundamentalmente a la contribución de factores vinculados a la oferta, sobre todo por la decisión de las naciones pertenecientes a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), de mantener los niveles de producción actuales a pesar del au‑mento constante de la producción de países que no pertenecen al bloque, como Estados Unidos, cuya producción de hidrocarburos no convencionales ha crecido como parte la política nacional delograrlaautosuficienciaenergética.

Los riesgos que supone la prolonga‑da caída de los precios del petróleo afectarán principalmente a los países productores y exportadores de crudo, como Colombia, los cuales verán reducidas sus divisas por ingresos de esta fuente. Sin embargo, se espera que el comportamiento de los precios a la baja del hidrocarburo, se traduz‑can en mayor incremento del poder adquisitivo de los países importadores, que tendrán que pagar menos dinero por el consumo de petróleo, así como del abaratamiento de los precios de losbienesfinales.Noobstante,este

impacto se sentirá más en los países desarrollados que en los mercados emergentes (Fondo Monetario Inter‑nacional (2015b). Para el caso de la producción agropecuaria interna, se esperaría que los bajos precios del petróleo que es utilizado en la ela‑boración de insumos y fertilizantes, suponga una reducción en los costos de producción directos al productor y que por ende, se traduzcan en precios másbajosalconsumidorfinal.

El segundo factor de importancia, es la tasa de cambio, la cual ha tenido un comportamiento al alza como resultado de la recuperación de la economía es‑tadounidense y la presión de los países exportadores por encontrar mejores precios internacionales para sus mer‑cancías,significandounbuenescena‑rio de devaluación para la exportación de productos agrícolas con grandes posibilidades, como las frutas, horta‑lizas y productos de la agroindustria.

El tercer factor de importancia lo cons‑tituye la desaceleración de las econo‑mías emergentes, que se considera un punto de impacto, teniendo en cuenta que parte del buen comportamiento de la economía mundial antes y después delacrisisfinancieradel2009,sede‑bió al impulso de la demanda y la pro‑ductividad de los países emergentes, principalmente China. Según la CEPAL (2015), desde 2012 el crecimiento del gigante asiático se ha desacelerado paulatinamente, teniendo como origen un menor crecimiento en el capital

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fijoydelasexportaciones.Enefecto,el nivel de exportaciones del país ha disminuido considerablemente de 18 % en 2012 a 5 % en 2014. Casi similar ocurre con las importaciones, lo cual se explica por la caída de los precios de bienes básicos.

En este sentido se prevé que la desace‑leración del país asiático se prolongue, produciendo importantes impactos eco‑nómicos en América Latina, teniendo en cuenta que China se ha convertido en un importante socio comercial para la región. En 2013 China fue el principal destino de las exportaciones de países como Brasil, Chile y Cuba; el segun‑do para Argentina, Colombia, Perú y Venezuela; el tercero para Panamá y Uruguay; y el cuarto para México y República Dominicana. De igual forma, como país importador, China ha ocupa‑

do un papel preponderante en la región, abasteciendo prácticamente a todos los países del continente (CEPAL, 2015).

Para el sector agroalimentario, la desaceleración de China es muy importante, sobre todo por el tipo de productos que se tranzan entre los países del continente americano y el país asiático, toda vez que, mientras de China la región recibe el 40 % en productos de manufacturas de alta tecnología, a ese país se exporta en un 70 % productos básicos, como mi‑nerales, petróleo y productos agrope‑cuarios sin transformación (Figura 6). En efecto, según la Figura 7, del total de productos agropecuarios que en 2014 Colombia exportó a China, el 37 % correspondió a derivados del café, 33%aconfitería,12%aproducciónagrícolay7%aflores.

Figura 6. Estructura del comercio de América Latina con el mundo y con China, según intensidad tecnológica

Fuente: CEPAL con información la ONU. Base de datos estadísticos sobre el comercio de mercaderías (2015).

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Figura 7. Distribución de las exportaciones agroindustriales de Colombia a China 2014


En este escenario, según la Organi‑zación para la Cooperación y el De-sarrollo Económicos, OCDE (2015), el crecimiento de la región se vería afectado de continuar la desacelera‑ción económica de países emergentes como China, y por un endurecimiento delascondicionesfinancierasenEs‑tados Unidos. Si bien Colombia y la regiónengeneralsehanbeneficiadopor un periodo de tiempo de la bo‑nanza de buenos precios del petróleo y le auge de la demanda de materias primas y productos básicos, esto no se ha traducido en un crecimiento sólido y constante de la economía interna de los países, que fácilmente se puede ver vulnerada y afectada por compor‑tamientos variables de los precios y la situación geopolítica en los países que son socios comerciales.

En el mercado internacional de los productos agrícolas, los cambios en la economía internacional vienen impul‑sando un comportamiento importante de los precios de los alimentos, los cualessehanreducidosignificativa‑mente, como parte de las excelentes cosechas de los años 2013 y 2014. Caso contrario sucede con los pre‑cios de la carne y los lácteos, cuyos precios se cotizan altos por los bajos suministros de producción. Atrás que‑daronlosfantasmasdehiperinflaciónde los alimentos en el año 2011, don‑de se presentó una crisis alimentaria de profundas implicaciones en los países que importaban en mayor pro‑porción sus alimentos para satisfacer la demanda local.

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Retos y perspectivas globales

Durante las próximas décadas, se estima que el crecimiento de la po‑blación mundial, junto con cambios radicales en las dietas, ejercerá una gran presión sobre la agricultura y los sistemas alimentarios del planeta. El potencial de que se disparen los pre‑cios de los alimentos y se generalice el hambre es enorme. Para satisfacer la demanda prevista, los gobiernos y los productores deben concertar es‑fuerzos para crear sistemas agrícolas y de producción alimentaria que sean ambientalmente sostenibles y orien‑tados hacia el mercado (Truitt, 2014).

Con este porvenir, se consideran por lo menos que en la siguiente década seis factores serán claves en el desarrollo y actuar de los agronegocios, los cuales dependen en gran medida de factores externos, pero que con voluntad de los gobiernos y los productores se pueden lograr avances importantes.

El crecimiento de la población mundial

Se calcula que en el año 2050 el planeta contará con 9.100 millones de personas, las cuales demandarán recursos energéticos, alimentos, ser‑vicios básicos, vivienda, etc. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO (2009), este crecimiento se propiciaría con mayor ahínco en los países en vía de desarrollo y emer‑

gentes. Así mismo, se espera que el proceso de urbanización se acentúe aún más, disminuyendo la población rural. Se estima que el 70 % de la población en 2050 se ubicará en áreas urbanas, frente al 49 % que representa en la actualidad.

El gran interrogante que genera esta situación es cómo satisfacer las nece‑sidades de alimento para una pobla‑ción cada vez mayor, en un planeta con recursos limitados, tierras degradas o destinadasparafinesagroindustriales,y un cambio climático que amenaza con reducir aún más las tierras aptas para cultivos y ganadería. Enfrentar este reto implicará contar con una inversión sólida y cuidadosamente focalizada, que vaya acompañada del establecimiento de marcos normativos amplios a nivel mundial, regional y nacional (FIDA, 2011).

Seguridad alimentaria

El reto poblacional supone un reto aún mayor, satisfacer las necesidades alimentarias de la creciente población, sobre todo en aquellas zonas donde históricamente se han presentado hambrunas, crisis alimentarias y pro‑blemas de abastecimiento, acceso y uso de los alimentos. Las recientes estimaciones de indicadores de seguri‑dad alimentaria expresan que, aunque el hambre a nivel mundial continua reduciendose, pasando de 1.000 mi‑llones de personas subalimentadas a

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805 millones en 2014 (Figura 8), toda‑vía se plantean serios interrogantes en las disparidades entre regiones (FAO, FIDA y PMA, 2015).

Para el caso de América Latina y el Caribe, los avances son favorables en reducción del hambre. Mientras en 1990 se contaba con 69 millones de personas subalimentadas, en 2014 se logró reducir considerablemente ese indicador, llegando a 37 millones de personas (Figura 8). Esto gracias a la aplicación de políticas alimentarias en

la gran mayoría de los países de con‑tinente, y el destino de recursos foca‑lizados para atender las necesidades de la población. Empero, sigue siendo importante el número de personas que padecen hambre, y es responsabilidad del Estado y las entidades privadas tomar medidas para contrarrestar el problema. Mejorar la productividad, asegurar el acceso y la distribución de losalimentos,ycontrolarlainflacióndelos productos básicos, son algunos de los elementos que pueden coadyuvar a mejorar la situación.

Figura 8. El hambre en el mundo y en América Latina y el Caribe (millones de personas)

Fuente: FAO, 2014b.

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Aumentar la producción de alimen-tos (mayor productividad)

Los retos de la seguridad alimentaria pasan no solo por el acceso económico y la distribución, sino que la necesidad de una mayor producción sigue y segui‑rá siendo en los próximos años uno de los factores determinantes para alimen‑tar la mundo. Aunque se han realizado importantes avances en investigación y desarrollo tecnológico agrícola para contrarrestar los problemas de los suelos, las plagas y enfermedades, y la variabilidad climática, todavía se siguen presentando problemas en los rendimientos, pérdidas de cosecha y productividad de la agricultura mundial.

Con una población estimada de 9 billo‑nes de personas en el mundo a 2050, se espera que aumente la proporción de áreas cultivadas y destinadas para la producción de animales en el planeta. Se estima que en 2050 se expandirá el área cultivada en 1.600 millones de hectáreas, y este crecimiento se dará principalmente en los países en desa‑rrollo que disponen de tierras y suelos para la agricultura, mientras en los paí‑ses desarrollados mantendrán estable o levemente disminuida el número de hectáreas destinadas a la agricultura.

Fortalecer la agricultura familiar

Garantizar la seguridad alimentaria y la producción de alimentos de manera estable, parte de proteger y

apoyar el sistema agroalimentario que los produce. En este sentido, se ha despertado una conciencia mundial sobre la importancia de mantener los sistemasagroalimentarioslocalesafinde asegurar la producción de alimen‑tos a nivel local. En este contexto, la agricultura familiar se torna relevante, toda vez que según estimaciones recientes, más del 90 % de las produc‑ciones agropecuarias están en manos de familias productoras o de manera individual, que dependen de la mano de obra familiar para el funcionamiento diario. Según FAO (2014a), la agricul‑tura familiar ocupa alrededor del 80 % de las tierras agrícolas y producen más del 80 % de la comida que alimenta al mundo.

Elconflictodelatierraobedecealagran desigualdad en la tenencia y la concentración de la tierra en manos de pocos productores de ingresos altos y medios, los cuales principal‑mente destinan la producción hacia actividades no alimentarias, como producción de materias primar para la industria, biocombustibles, made‑rables, etc. A nivel mundial los pro‑ductores como menos de 1 hectárea representan el 72 % del total de las explotaciones, pero solo controlan el 8 % de la tierra agrícola disponible. Mientras las explotaciones de gran tamaño, con más de 50 hectáreas, representan apenas el 1 % del total de las explotaciones en el mundo, pero concentran el 65 % de las tierras agrícolas (FAO, 2014a).

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Aumentar la investigación y el desa-rrollo tecnológico en la agricultura

Muchos de los retos propuestos hasta ahora en este documento requieren de la urgente generación de nuevo conocimiento y desarrollo de tecno‑logía aplicada y pertinente a las ne‑cesidades de los sistemas locales de producción. Aumentar la investigación, y los recursos destinados a la misma, seráclaveafindegarantizarsistemaslocales de producción resistentes a los problemasfitosanitarios,demercadoy de comercialización.

Sobre todo, será clave impulsar esta investigación en aquellos paises que la agricultura es fundamental para el desarrollo económico y social, y donde el gasto público en investigación des‑tinado a la agricultura es muy poco en comparación con los paises de ingre‑sos altos que destinan considerables sumas anualmente.

Hacia una agricultura climáticamen-te inteligente

El reto de producir alimentos y garan‑tizar la seguridad alimentaria también va acompañado de un claro objetivo de contrarrestarel impactoylainfluenciadel cambio climático en la producción agropecuaria. La agricultura y la gana‑dería tienen un papel de doble vía frente al cambio climático. Por un lado, son ge‑neradoras de gases efecto invernadero con ciertas prácticas que son perjudi‑

ciales para el ambiente, como el control químico de plagas y enfermedades de manera excesiva, el comportamiento ali‑menticio de los vacunos, y las prácticas de cultivos; y de otro, los efectos de la variabilidad climática repercuten direc‑tamente en la producción, con periodos prolongados de sequía o de lluvias, que afectan los ciclos productivos y, por ende, laproductividadfinalde laagri‑cultura. Según Vergara, Ríos, Trapido y Malarín (2014), los principales impactos sistémicos que afectan a la agricultura a lo largo del tiempo están relacionados con cambios en la temperatura de la atmósfera y del suelo, disminución en la humedad del suelo, alza del nivel del mar y fertilización con CO2.

Se requieren, entonces, medidas de adaptación de la agricultura que permitan sortear los problemas de la producción por cuenta del desorden climático, generando sistemas de agropecuarios resistentes, adapta‑dos y sostenibles frente al panorama ambiental actual de las décadas si‑guientes. En este sentido, la FAO ha acuñado el concepto de Agricultura Climáticamente Inteligente (CSA), el cual pretende mejorar la capacidad de los sistemas agrícolas para prestar apoyo a la seguridad alimentaria, e incorporar la necesidad de adaptación y las posibilidades de mitigación en las estrategias de desarrollo agrícola sostenible (FAO, 2010). Algunas de las medidas de adaptación que serán necesarias aplicar para tender hacia una agricultura más resiliente será,

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como menciona Truitt (2014), fomentar el uso de variedades mejoradas y de prácticas de producción adecuadas en materia de riego, realizar conservación de suelos y usar técnicas como la siembra directa, realizar manejo del agua; acciones que en conjunto pue‑den aportar a mejorar la capacidad de resistencia y adaptación de la produc‑ción alimentaria al cambio climático que es una realidad palpable y afecta todos los ámbitos de la agricultura.

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