UNIVERSIDAD DE MURCIA
FACULTAD DE PSICOLOGIA
Departamento de Psicología Básica y Metodología
Área de Psicología Básica
Tesina de Licenciatura:
Resistencia al cambio de creencias en la esquizotipia
Isabel Orenes Casanova
Director: Carlos Santamaría Moreno
Co-director: Juan Antonio Vera Ferrándiz
Abril 2010
Resistencia al cambio de creencias en la esquizotipia
Isabel Orenes Casanova
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Resistencia al cambio de creencias en la esquizotipia
AGRADECIMIENTOS
Me gustaría agradecer a los profesores de la Universidad de Murcia por la formación
recibida a lo largo de mi carrera en psicología, y muy especialmente a Juan Antonio
Vera por despertar en mí el interés por la psicología cognitiva y el estudio del
razonamiento, así como por su contribución en esta tesina.
También quisiera dar las gracias a Carlos Santamaría por su dirección en mi
formación como investigadora y por su aportación intelectual en esta tesina, y a David
Beltrán por su apoyo incondicional tanto académico como personal.
Igualmente, el presente trabajo no sería el mismo sin la colaboración de Axit
Fumero, Gorka Navarrete, Emilio Gómez, Lauren Hernández y de los alumnos que muy
amablemente participaron en las investigaciones que en él se recogen. Para todos ellos,
dejo aquí testimonio de mi agradecimiento.
Isabel Orenes Casanova
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Mírame, madre, y por tu amor no llores:
Si esclavo de mi edad y mis doctrinas,
Tu mártir corazón llené de espinas,
Piensa que nacen entre espinas flores.
José Martí, 1870
Resistencia al cambio de creencias en la esquizotipia
INDICE
1. Resumen ....................................................................................................................... 8
2. El continuo esquizofrenia-esquizotipia ...................................................................... 10
2.1. Esquizofrenia: Alteración Dopaminérgica y Memoria de Trabajo .......................... 11
2.2. Funciones Cognitivas Afectadas en Esquizofrenia y Esquizotipia .......................... 14
3. El delirio clínico ......................................................................................................... 18
4. Sesgo contra la evidencia des-confirmatoria (BADE) ............................................... 21
5. Medición de los procesos cognitivos .......................................................................... 25
6. Hipótesis ..................................................................................................................... 29
7. Experimento 1: Medida discreta del BADE en la esquizotipia .................................. 30
8. Experimento 2. Medida continua del BADE en la esquizotipia ................................. 36
9. Discusión general ....................................................................................................... 45
9.1. La concepción dimensional de la Esquizofrenia ..................................................... 47
9.2. El BADE como mecanismo cognitivo independiente .............................................. 48
10. Bibliografía ............................................................................................................... 54
11. Anexo 1: Cuestionario de Personalidad Esquizotípica (SPQ, Versión española) .........
12. Anexo 2: Material del Experimento 1...........................................................................
13. Anexo 3: Resultados del Experimento Normativo de Selección de Colores Nítidos. ..
14. Anexo 4: Resultados del Experimento Normativo de Selección de Colores
Ambiguos. ..........................................................................................................................
Isabel Orenes Casanova
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Resistencia al cambio de creencias en la esquizotipia
1. Resumen
Muchas investigaciones han comprobado que los sujetos esquizofrénicos presentan una
especial tendencia a mantener creencias erróneas a pesar de las evidencias contrarias,
fenómeno que en la literatura especializada se ha tratado como „Bias Against
Disconfirmatory Evidence‟ (BADE, en adelante). Este sesgo cognitivo parece exclusivo
de la esquizofrenia, y se ha relacionado con la formación y el mantenimiento del delirio.
El objetivo de la tesina es comprobar si el BADE se encuentra también en
población no clínica que, aun en ausencia de un diagnóstico de esquizofrenia o de
trastorno de personalidad esquizotípica, muestran rasgos característicos del espectro
esquizofrénico.
Con este propósito realizamos dos experimentos. En el experimento 1, evaluamos
la presencia del BADE en sujetos con baja y alta esquizotipia con una de las versiones
del instrumento que ha sido típicamente usado para examinar este sesgo en la
esquizofrenia. Por razones que serán establecidas más adelante, consideramos que es
posible que este tipo de instrumentos, aun siendo eficaz en la medición del BADE en la
esquizofrenia, no sea suficiente a la hora de detectar su presencia en la esquizotipia, en
la que existen algunas manifestaciones similares a la esquizofrenia pero sin llegar al
nivel de afectación que conduce a ésta. Ante esta posibilidad, nos planteamos un diseño
experimental alternativo, y con una unidad de medida más sensible, el tiempo de
reacción.
En el experimento 2, usando un nuevo instrumento con medidas cronométricas
de la persistencia de hipótesis, mucho más sensible y con la ventaja de presentar
estímulos más simples (círculos de colores), encontramos que el grupo de alta
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esquizotipia tardaba más tiempo en cambiar de hipótesis (color) que los de baja
esquizotipia.
Este resultado parece indicar que los sujetos con rasgos esquizotípicos presentan
una especial tendencia a mantener una hipótesis a pesar de tener información
contradictoria (BADE), fenómeno similar al que se ha encontrado en la esquizofrenia,
con lo cual apoyaría la idea del continuo entre ambos constructos (esquizofrenia y
esquizotipia), y por tanto la posibilidad de estudiar el BADE y otra sintomatología
esquizofrénica con sujetos sanos con rasgos esquizotípicos.
Resistencia al cambio de creencias en la esquizotipia
2. El continuo esquizofrenia-esquizotipia
La motivación para el estudio del BADE en sujetos sanos con rasgos esquizotípicos se
inicia al entender que la esquizofrenia y la esquizotipia forman parten de un mismo
continuo o dimensión clínica.
Siever y colaboradores (2002) distinguen tres tipos de relaciones diferentes que
han sido establecidas entre ambos constructos. La primera de ellas los entiende como
entidades distintas pero con similitudes superficiales. Esta perspectiva, sin embargo, es
poco probable dado que ambos comparten, por ejemplo, una misma base genética. La
segunda visión, que deriva de la perspectiva médica clásica, los define como entidades
diferentes pero con etiología y genética similar. La tercera visión, de un origen más
reciente y característica de la actual perspectiva psicológica sobre la psicopatología,
sostiene que la esquizotipia y la esquizofrenia forman parte de una misma dimensión y
únicamente difieren en la severidad de su manifestación. Nosotros adoptamos aquí esta
idea, la cual deriva fundamentalmente de las similitudes que se han encontrado entre
ambas entidades lo que nos lleva a considerarlas como distribuidas a lo largo de un
mismo continuo. Igualmente, la hipótesis de una única dimensión parece también
consistente con el hecho de que la incidencia de la esquizofrenia sea tan persistente a
pesar de que los pacientes con este trastorno tienen pocos descendientes respecto a la
población normal.
La esquizotipia se define por un conjunto de características que son muy
similares a las usadas para el diagnóstico de la esquizofrenia pero que se presentan en
menor intensidad. Raine (1991) agrupó estas características en tres grupos o factores: el
factor cognitivo- perceptivo, relacionado con los síntomas positivos de la esquizofrenia;
el factor interpersonal, asociado a los síntomas negativos (introversión, aislamiento,
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suspicacia, etc.) y el factor de desorganización, que se refiere al comportamiento o la
apariencia rara, excéntrica o peculiar así como al empleo de un lenguaje extraño
caracterizado por ser en ocasiones vago, circunstancial, metafórico y muy elaborado o
estereotipado.
Por otra parte, el término esquizotipia se ha ligado a cuatro contextos diferentes:
el Trastorno de Personalidad Esquizotípica (TPE), la expresión fenotípica de la carga
genética de la esquizofrenia, el perfil característico del espectro esquizofrénico y el
contexto de la personalidad normal, no diagnosticada. En cualquiera de las cuatro
aproximaciones, la esquizotipia se asocia a la personalidad (aunque bien puede ser
normal o alterada) y supone una cierta relación (o incluso una continuidad) con la
esquizofrenia. El denominado “espectro esquizofrénico” sería un grupo de trastornos
mentales y de personalidad relacionados de alguna manera con la esquizofrenia. Sin
embargo, la esquizotipia no es sinónimo de este espectro, más bien implicaría un perfil
característico dentro del mismo.
De los cuatro contextos asociados a la esquizotipia, nosotros adoptaremos el de
la personalidad normal. Las ventajas de utilizar esta aproximación se relaciona con la
posibilidad de estudiar la esquizofrenia y su sintomatología sin los problemas
adicionales que presentan los individuos con algún trastorno o enfermedad (déficit
cognitivo general, baja motivación, medicación, institucionalización) y además con que
permite estudiar a una población de riesgo posibilitando su evaluación y prevención
primaria (Jones y cols. 2000).
2.1. Esquizofrenia: Alteración Dopaminérgica y Memoria de Trabajo
La esquizofrenia (del griego, schizo: “división” o “escisión” y phrenos: “mente”) es un
diagnóstico psiquiátrico que se caracteriza por la manifestación de síntomas positivos
Resistencia al cambio de creencias en la esquizotipia
(alucinaciones y delirios), negativos (apatía, aplanamiento afectivo) y un lenguaje y
comportamiento desorganizado (Raine, 1991). A pesar de su diversidad, la
sintomatología esquizofrénica se ha intentado explicar desde una única alteración
fisiopatológica en la actividad dopaminérgica y su efecto sobre la actividad de otros
neurotransmisores (véase Davis y cols., 1985; Siever y cols., 1993; Siever y Davis,
2004). Igualmente, se ha propuesto desde una perspectiva cognitiva que esta alteración
biológica estaría en la base de un déficit básico, el mal funcionamiento en los procesos
de inhibición y mantenimiento de información de la memoria de trabajo (Cohen y
Servan-Schreiber, 1992; Cohen, Braver y O´Reilly, 1996; Perlstein y cols., 2001), el
cuál conduciría a la afectación de otras funciones cognitivas como el pensamiento
(Moritz, Woodward, y Hausmann, 2006), el lenguaje (Kiang y cols., 2008; Kuperberg,
McGuire, y David, 1998; Kuperberg y cols., 2006), la memoria (Moritz y Woodward,
2002; Moritz y cols., 2004; Moritz y Woodward, 2004; Moritz y Woodward, 2006b;
Moritz, Woodward y Chen, 2006), el aprendizaje (Woodward y cols., 2006), e incluso
de algunas funciones sociales basadas en lo que algunos han denominado „Teoría de la
Mente‟ (Frith, 1994; Brune, 2005).
Rolls y cols. (2008), en una reciente revisión de los modelos computacionales de
la esquizofrenia, plantean que la clave biológica de la alteración en los procesos de la
memoria de trabajo reside en el receptor D1 prefrontal y su interacción con el receptor
glutamatérgico NMDA (N-metil-D-aspartato). Esta idea parte de descubrimientos como
el de Funahashi, Bruce, y Goldman-Rakic (1989), en el que manipulando la actividad
dopaminérgica en la corteza prefrontal de primates se observó que el antagonismo
(bloqueo) de los receptores D1 deterioraba la memoria de trabajo de estos animales. Y
también de la observación de que cambios en la concentración de dopamina causan
igualmente los síntomas de la esquizofrenia a través de la modulación del receptor
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NMDA. De esta forma, la disminución del receptor NMDA en la corteza prefrontal
dorsolateral llevaría a un enlentecimiento cortical que provocaría los principales déficits
cognitivos de la esquizofrenia, y muy especialmente aquellos relacionados con la
memoria de trabajo (Rolls y cols., 2008).
La idea de que existe una relación directa entre la fisiopatología de la
esquizofrenia y el deterioro en la memoria de trabajo también ha sido defendida por
Cohen y colaboradores. Ellos proponen que la alteración dopaminérgica en la corteza
prefrontal afectaría funcionalmente a lo que se denomina función de control cognitivo,
entendiendo éste como un proceso activo de la memoria de trabajo que afecta a futuras
operaciones. En una tarea típica que apoya esta hipótesis, ellos pidieron a pacientes con
esquizofrenia que respondieran a una letra, por ejemplo X, sólo si aparecía después de
otra letra, por ejemplo A. El intervalo temporal entre ambas letras fue manipulado de
forma tal que entre una y otra hubo o un SOA corto de 1 segundo o uno largo de 4
segundos (SOA, del inglés Stimulus Onset Asynchrony: tiempo transcurrido desde que
aparece la señal o prime hasta que aparece el objetivo o target). Para realizar
correctamente esta sencilla tarea, los sujetos deben mantener activa la letra A en la
memoria de trabajo. Sin embargo, Cohen y colaboradores encontraron que los pacientes
medicados eran más lentos que el grupo control en ambos SOAs, mientras que los
pacientes no medicados hacían peor la tarea únicamente en el SOA largo. Teniendo en
cuenta que el desarrollo de la enfermedad y la medicación probablemente conducen a
un deterioro más generalizado, ellos interpretaron como resultado clave la diferencia
entre los pacientes no medicados y los controles en el SOA largo. Según su hipótesis, lo
que estaría ocurriendo en el SOA corto es que el sujeto sería incapaz de inhibir el primer
estímulo lo que bloquearía o dificultaría el procesamiento del siguiente. En cambio, con
Resistencia al cambio de creencias en la esquizotipia
un SOA largo el sujeto sería incapaz de mantener el primer estímulo en la memoria de
trabajo, y afectaría al correcto procesamiento del siguiente.
En línea con lo comentado más arriba, el fallo en este mecanismo básico de
control cognitivo sería el responsable de gran parte de los déficits cognitivos y síntomas
de la esquizofrenia (Cohen y Servan-Schreiber, 1992; Cohen, Braver y O´Reilly, 1996;
Perlstein y cols., 2001). Por supuesto, existen hipótesis alternativas a este déficit básico,
sin embargo, ésta de Cohen y colaboradores es quizás la que más apoyo ha recibido y la
que, como se verá más adelante, mejor se ajusta a los resultados que aquí presentamos.
2.2. Funciones Cognitivas Afectadas en Esquizofrenia y Esquizotipia
Un hecho fundamental que apoya la idea de un continuo entre esquizofrenia y
esquizotipia es que, más allá de los parecidos superficiales, ambos constructos parecen
mostrar también dificultades equiparables en tareas experimentales que evalúan
funciones cognitivas como el lenguaje, la memoria, el aprendizaje, el razonamiento y la
teoría de la mente. A continuación se presentan algunas de las tareas en las que se
obtienen patrones de resultados similares con pacientes diagnosticados de esquizofrenia
y sujetos que presentan rasgos de personalidad esquizotípica.
Priming Semántico. En este tipo de estudios es típico presentar pares de palabras
donde una de ellas, el prime, precede a otra, el target, con la que está semánticamente
relacionada (médico - enfermera), no relacionada (alegría - guerra) o en algunos casos
indirectamente relacionada (gato - queso). Distintos tipos de tareas se usan para
encontrar diferencias en tiempos de reacción o actividad cerebral entre estas tres
condiciones, pero la más común es la de decisión léxica: responder únicamente sobre la
palabra target diciendo si se trata de una palabra real o no. Con sujetos sanos, todos los
estudios son consistentes en encontrar que el tiempo de decisión para una palabra target
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es menor si es precedida por un prime directamente relacionado, intermedio lo es por
uno indirectamente relacionado y mayor si se trata de uno no relacionado. Por su parte,
la actividad eléctrica cerebral que más consistentemente se ve afectada por factores
semánticos, el componente N400 del ERP (Event-Related Potencial), también muestra
una gradación en su amplitud que va desde la menor amplitud de los pares relacionados
a la mayor de los no relacionados. La historia, sin embargo, es bien distinta para los
pacientes esquizofrénicos, y muy especialmente para el caso de la actividad eléctrica
cerebral. De hecho, la mayoría de los estudios realizados no han conseguido encontrar
diferencia alguna en la amplitud del componente N400 entre pares relacionados y no
relacionados. Una ausencia de diferencias que se observa en SOAs de hasta 750 ms (por
ejemplo, ver Kiang y cols., 2008; Kuperberg, McGuire, y David, 1998; Kuperberg y
cols., 2006). Algunos autores han sugerido una relación entre esta ausencia de respuesta
cerebral de priming y el lenguaje desorganizado de los esquizofrénicos (por ejemplo,
Kuperberg y cols., 2006). Y también que en la base de este patrón podría estar la
hipótesis de Cohen y colaboradores ya que es posible considerar que la dificultad en
procesos de inhibición del primer estímulo impide el procesamiento del siguiente en un
SOA menor de un segundo, lo que reduciría la mejora que suele ser observada en el
procesamiento de los pares relacionados frente a los no relacionados. Lo importante
aquí es que un patrón idéntico de ausencia de diferencias en N400 ha sido igualmente
descrito para la esquizotipia (Kiang y Kutas, 2005). Resultado que habla a favor de la
existencia de una base común que en unos casos se manifiesta en la personalidad
normal y en otros conduce al trastorno esquizofrénico.
Aprendizaje Irrelevante. Gray y Snowden (2005) desarrollaron una propuesta en
la que sugieren que los pacientes con esquizofrenia establecen con mayor facilidad
Resistencia al cambio de creencias en la esquizotipia
asociaciones que en principio no tienen ninguna relación. La idea se puede exponer con
el siguiente ejemplo. Al entrar en un bar normalmente somos bombardeados (aunque no
siempre nos demos cuenta) por una gran variedad de sonidos y estímulos visuales: el
ruido de la máquina del café, el frigorífico, la freidora, la televisión, la música,
periódicos, camareros, distintas conversaciones y personas, etc. Normalmente, dentro de
este maremágnum de estimulación, unos estímulos se encuentran más asociados a otros,
lo que nos permite ignorar o atender de manera selectiva a grupos de estímulos en lugar
de a todos ellos. Es decir, si estamos interesados en tomar un café, nuestro sistema
cognitivo se encontraría fundamentalmente al servicio de los estímulos que se asocian
con la toma de un café (por ejemplo, la existencia de una máquina de café) más que con
otros (por ejemplo, la freidora). De esta forma, nuestra conducta mostraría cierta
coherencia en la medida que estaría guiada por el grupo de estímulos asociados a la
toma de un café. Según la propuesta de Gray y Snowden, el aprendizaje en los
esquizofrénicos se haría en base a relaciones irrelevantes lo que provocaría la captura de
su sistema cognitivo por cualquier estímulo en lugar de por grupos de estímulos
relevantemente asociados. Es como si hubiese un fallo a la hora de filtrar lo que es, o
no, relevante de asociar entre sí. En el laboratorio, la prueba experimental de este
aprendizaje irrelevante consiste en la mayor facilidad que los pacientes con
esquizofrenia muestran para el establecimiento de asociaciones entre estímulos sin
aparente relación previa. Un resultado que ha sido igualmente descrito para sujetos con
rasgos esquizotípicos (Gray y Snowden, 2005).
Razonamiento y Probabilidad. Moritz, Woodward y Hausmann, (2006)
presentaron un paradigma basado en el concurso televisivo “Quien quiere ser
millonario”. Éste consistía en presentar preguntas con cuatro posibles alternativas de
respuesta. Los sujetos tenían que indicar la probabilidad de cada alternativa y después
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elegir una de ellas. El grupo control mostró una correlación positiva entre la
probabilidad indicada y la alternativa seleccionada, es decir, los sujetos elegían aquella
alternativa con mayor probabilidad. En cambio, los sujetos esquizofrénicos tomaban la
segunda decisión con independencia de la respuesta previa, la probabilidad indicada
parecía no guardar relación con el posterior juicio.
Memoria y reconocimiento. Una tarea típica en los estudios de memoria es el
paradigma old-new. Éste consiste en indicar si un estímulo es nuevo (presentado en una
fase de aprendizaje anterior) y señalar la seguridad en la respuesta dada. Los pacientes
con esquizofrenia no parecen mostrar un mayor número de errores de reconocimiento
que los controles, aunque curiosamente sus juicios de seguridad en la respuesta difieren.
De hecho, tienden a mostrar una mayor seguridad en sus falsas alarmas que los grupos
controles con los que han sido comparados (Moritz y Woodward, 2002; Moritz y cols.,
2004; Moritz y Woodward, 2004; Moritz y Woodward, 2006b; Moritz, Woodward y
Chen, 2006). Los sujetos con rasgos esquizotípicos exhiben la misma tendencia a una
mayor confianza o seguridad en sus respuestas erróneas (Laws y Bhatt, 2005).
La Teoría de la Mente. La teoría de la mente es una expresión usada en
psicología para designar la capacidad de atribuir pensamientos e intenciones a otras
personas. Frith (1994; Brune, 2005) encontró que los niños a los cinco años son
capaces de comprender y reflexionar sobre el estado mental de sí mismo y de otro
sujeto. Función que resulta vital para el normal desarrollo psicológico y social. Esta
capacidad es posible al mantener en la memoria de trabajo ambas informaciones, las del
propio sujeto y las del otro observador. El déficit de la teoría de la mente en sujetos
esquizofrénicos se ha relacionado con los síntomas positivos, ya que suelen atribuir sus
Resistencia al cambio de creencias en la esquizotipia
propios pensamientos a otros sujetos. Algunas evidencias sugieren también dificultades
en esta función para la Esquizotipia (Langdon y Coltheart, 1999).
En resumen, parece que el problema del mantenimiento e inhibición de la
información en la memoria de trabajo estaría relacionada con el déficit en el lenguaje, el
aprendizaje, el pensamiento, la memoria, la planificación, las decisiones sociales, etc.,
encontradas en la esquizofrenia. Y lo interesante es que estos mismos déficits se han
encontrado en la esquizotipia, desde la alteración dopaminérgica prefrontal (véase
Davis y cols., 1985; Siever y cols., 1993; Siever y Davis, 2004) hasta las alteraciones
cognitivas y sociales (Buchy, Woodward y Liotti, 2007; Gray y Snowden, 2005; Kiang
y Kutas, 2005; Langdon y Coltheart, 1999; Laws y Bhatt, 2005; Lipp, Siddle y Arnold,
1994; Sellen, Oaksford y Gray, 2005), lo que afianzaría la perspectiva del continuo entre
esquizofrenia y esquizotipia.
3. El delirio clínico
Hasta aquí hemos comentado las características que presentan los esquizofrénicos, y
como muchas de ellas igualmente han sido observadas en la esquizotipia, de ahí que
entendamos ambas como un continuo que varía en intensidad. El concepto fundamental
dentro del presente trabajo es el de BADE, sesgo cognitivo que ha empezado a
relacionarse con la formación y el mantenimiento del delirio. Sin embargo, antes de
analizar este sesgo nos parece obligatorio exponer qué se entiende por delirio clínico.
El delirio clínico es el síntoma más distintivo de la esquizofrenia, y se define
como una idea errónea que presenta ciertas particularidades:
a) Se adquiere a través de fundamentos inadecuados. Por ejemplo, un sujeto con delirio
de persecución puede defender que le han comunicado a través de la televisión, la radio
o una antena que le van a matar.
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b) Es una idea incorregible con la experiencia o con la demostración de su
imposibilidad.
c) Y es inadecuada para el contexto cultural y social del sujeto que la sostiene, es decir,
no es una idea errónea de un grupo social, sino exclusiva del individuo.
Otra de las características distintivas es también la temática. Suelen presentarse
delirios de referencia, somáticos, de grandiosidad, etc. Siendo el más frecuente el de
persecución. La temática podría estar relacionada con factores sociales. Así, los delirios
de grandiosidad y religiosos son comunes en hombres de nivel económico y social alto,
mientras que el delirio paranoico es frecuente en inmigrantes, y los delirios sexuales en
mujeres (Butler y Braff, 1991).
El delirio clínico no es exclusivo de la esquizofrenia. Se presenta también en los
trastornos neuróticos, la enfermedad de Alzheimer y otras demencias así como con en el
abuso de ciertas sustancias, aunque en este último caso la sintomatología no persiste en
el tiempo.
Clásicamente se han diferenciado dos tipos de trastornos psicológicos, los
neuróticos y los psicóticos. En los trastornos neuróticos (actualmente entendidos como
trastornos de ansiedad y afectivos) los sujetos suelen tener ideas erróneas e irracionales
y suelen atribuirlas al propio sujeto; mientras que en los trastornos psicóticos, las ideas
son también erróneas (los delirios) pero los sujetos no son conscientes de la falsedad de
dichas ideas y suelen considerarlas externas al sujeto (Bentall, Baker, y Havers, 1991).
Morrison (2001) interpreta que la diferencia fundamental entre ambos trastornos,
psicótico y neurótico, sería la aceptación cultural o no de las creencias que ambos
mantienen. Esto es, si alguien presentara palpitaciones y malestar, e interpretara que está
Resistencia al cambio de creencias en la esquizotipia
enfermo o que le va a dar un ataque de corazón y se va a morir, se diagnosticaría
hipocondría o ansiedad; en cambio, si comenta ante los mismos síntomas que le están
persiguiendo o le quieren robar sus pensamientos, sería calificado como un delirio. En
el primer caso, la probabilidad de estar enfermo después de sucesivas pruebas médicas y
ausencia de diagnóstico es baja, pero aún así creíble; pero en el segundo caso, tal
creencia es obviamente absurda y falsa, por tanto improbable e increíble socialmente
(Véase la revisión sobre delirio de Butler y Braff, 1991).
El delirio clínico junto con las alucinaciones forma parte de los síntomas
positivos de la esquizofrenia, sin duda los más característicos de este trastorno.
Véase el siguiente pasaje de Don Quijote de la Mancha:
Don Quijote los vio y dijo a su escudero: la ventura va guiando nuestras cosas mejor de
lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren
treinta o poco más desaforados gigantes con quien pienso hacer batalla. ¿Qué
gigantes? dijo Sancho Panza. Aquellos que allí ves, respondió su amo, de los brazos
largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas. Mire vuestra merced, respondió
Sancho, que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo
que en ellos parecen brazos son las aspas, que volteadas del viento hacen andar la
piedra del molino. Bien parece, respondió Don Quijote, que no estás cursado en esto de
las aventuras; ellos son gigantes, y si tienes miedo quítate de ahí, y ponte en oración en
el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.
Miguel de Cervantes, 1605
Este pasaje muestra la alucinación que tuvo nuestro personaje más famoso de la
literatura, Don Quijote de la Mancha. Una alucinación se define como una percepción
errónea, la cual, como el delirio, forma parte de una trama o historia que crea el propio
sujeto. En este caso, Don Quijote al ver molinos interpreta que son gigantes que quieren
luchar contra él, hipótesis que mantiene a pesar de que Sancho Pancha le da
información que desconfirma tal percepción. Las alucinaciones pueden ser visuales,
olfatorias, gustativas, táctiles, siendo las más frecuentes las auditivas.
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En resumen, el delirio es una creencia errónea con varias particularidades
presente fundamentalmente en la esquizofrenia, aunque también se da en otras
enfermedades como demencias o abuso de sustancias. Ahora bien, la esquizotipia
aunque presenta varias características similares a la esquizofrenia, se sitúa dentro de un
perfil de personalidad normal en el que, por tanto, no se da como tal el delirio clínico,
aunque se observan creencias raras o pensamiento mágico (por ejemplo, superstición,
creer en la clarividencia, telepatía o “sexto sentido”) e ideas de referencia, es decir, los
hechos, objetos y personas adquieren un significado particular para el sujeto. Parece,
entonces, que ambas poblaciones aceptan creencias inusuales, las cuales se resisten al
cambio, llegando a ser más intensas y perjudicar la vida diaria del sujeto en el caso del
delirio clínico.
4. Sesgo contra la evidencia des-confirmatoria (BADE)
Como se ha dicho, relacionado con la formación y el mantenimiento del delirio se
encuentra el BADE, o sesgo contra la evidencia des-confirmatoria (Freeman y cols.,
2002; Garety y Freeman, 1999; Garety y cols., 2001; Garety, Hemsley, y Wessely,
1991). El BADE es un sesgo cognitivo, que independientemente de la temática,
mantiene dicha creencia o hipótesis a pesar de las evidencias contrarias, es decir,
mientras que el delirio clínico es la creencia en sí, el BADE sería el mecanismo
subyacente que mantiene tal creencia a pesar de la información inconsistente con ésta.
En la literatura se han encontrado diferencias en este sesgo entre sujetos
esquizofrénicos y otros trastornos psiquiátricos y el grupo control; lo que ha llevado a la
conclusión de que podría ser específico de la esquizofrenia (Moritz y Woodward,
2006a). Además, al no correlacionar con ningún otro proceso cognitivo, atención,
Resistencia al cambio de creencias en la esquizotipia
memoria, pensamiento, etc., se ha considerado como un proceso independiente de éstos
(Woodward y cols, 2007). En las próximas líneas nos limitaremos a exponer los
estudios acerca del BADE, y en la conclusión haremos una reflexión acerca de si el
BADE podría ser un mecanismo más básico y general, es decir, ni independiente del
resto de procesos cognitivos ni exclusivo de la esquizofrenia.
El BADE se ha evaluado con instrumentos de distintos formatos (frases, puzles,
fotografías) que tienen en común el presentar una situación o un objeto que, aunque
ambiguo en un primer momento, se va clarificando en sucesivas fases. En cada una de
estas fases, la tarea del sujeto consiste en decidir, entre varias alternativas posibles, de
qué situación u objeto se trata y estimar al mismo tiempo el grado de seguridad que
deposita en su elección. Es decir, en crear una hipótesis con respecto a cuál es la
situación u objeto. En las primeras fases, aquellas opciones que parecen más plausibles
son las que llegarán a ser realmente falsas, mientras que la que parece más implausible
será la verdadera. De ese modo, conforme se va clarificando la situación u objeto, el
sujeto se ve obligado a cambiar la plausibilidad de sus respuestas, esto es, a modificar
sus hipótesis de acuerdo con la nueva evidencia. En la mayoría de las investigaciones se
han calculado dos índices: el BADE, que sería la no reducción en la plausibilidad de
aquellas interpretaciones falsas pero que al principio parecen más plausibles; y el BACE
(del inglés Bias Against Confirmatory Evidence), que sería el aumento de la
plausibilidad de las interpretaciones verdaderas.
Woodward y cols., (2006) encontraron que los pacientes con esquizofrenia
delirante no reducían la plausibilidad de las interpretaciones incorrectas, es decir
mantenían la misma seguridad en su hipótesis a pesar de tener más información en
contra de ésta (BADE), a la vez que aumentaban la plausibilidad de las respuestas
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correctas (BACE). Woodward, Moritz y Chen (2006), utilizando otro formato (frases en
lugar de fotografías), replicaron los resultados anteriores con una muestra asiática de
esquizofrénicos delirantes. Moritz y Woodward (2006a) midieron el BADE presentando
situaciones ambiguas a través de un puzle a sujetos normales, esquizofrénicos y con
otros trastornos psiquiátricos y concluyeron que el BADE era exclusivo de pacientes
con esquizofrenia. Este patrón de resultados parece indicar que debe ser más
característico para la esquizofrenia de tipo delirante la mayor resistencia al cambio de
creencias (a pesar de evidencia contraria) que la dificultad en la integración de la
información. De hecho, numerosos estudios han encontrado también que los sujetos
esquizofrénicos y esquizotípicos tienden a asignar mayor confianza a las
interpretaciones falsas (Laws y Bhatt, 2005), tendencia que favorecería tal resistencia al
cambio.
Recientemente, Buchy, Woodward y Liotti (2007) se plantearon si el BADE
sería también característico en los sujetos con rasgos esquizotípicos. El primer paso fue
evaluar a 535 estudiantes con el SPQ (Schizotypy Personality Questionnaire; Raine,
1991). Los participantes con puntuaciones superiores al percentil 90, se agruparon en el
grupo de alta esquizotipia (37) y los que puntuaban por debajo del percentil 10, se
asignaron al grupo de baja esquizotipia (32). En esta ocasión, el instrumento que evalúo
el BADE constaba de treinta historias neutras. Cada historia tenía tres frases que se
presentaban sucesivamente (por ejemplo: “Jenny no puede dormir”; “Jenny no puede
esperar a que llegue mañana”; y “Jenny está deseando ver cuántos regalos encontrará
mañana en el árbol”). En cada fase aparecían cuatro interpretaciones posibles de lo que
estaba ocurriendo (por ejemplo: “Jenny está nerviosa sobre su examen de mañana”,
interpretación neutral; “Jenny está preocupada por la enfermedad de su madre”,
Resistencia al cambio de creencias en la esquizotipia
interpretación emocional; “Jenny disfruta en su cama”, interpretación absurda; y
“Jenny está excitada porque mañana es navidad”, interpretación verdadera). Como en
otros instrumentos, la interpretación real aparecía en un primer momento implausible,
mientras que las otras dos interpretaciones falsas, aparecían inicialmente más probables
(interpretación neutral y emocional). La tarea del sujeto consistió en estimar sobre una
escala Lickert del 1 al 10 (desde poco probable hasta altamente probable) el grado de
plausibilidad (seguridad) de cada interpretación en cada fase. Los resultados fueron que
el grupo de alta esquizotipia mostró diferencias significativas con respecto al grupo de
baja esquizotipia en el índice BADE de las interpretaciones emocionales y neutras,
mientras que ambos grupos obtuvieron puntuaciones similares en el índice BACE. Estos
resultados parecen demostrar que los sujetos con rasgos esquizotípicos muestran una
tendencia a mantener su hipótesis a pesar de la información desconfirmatoria (BADE),
como hacen los pacientes con esquizofrenia. Sin embargo, habría que tener en cuenta
las limitaciones del estudio ya que utilizaron como variable independiente la
esquizotipia, y como covariable la educación, que realmente era el curso universitario.
Al parecer, el grupo de alta esquizotipia pertenecía al primer curso y el grupo de baja
esquizotipia a cursos más avanzados; entonces utilizaron el nivel de educación o curso,
una variable dicotómica y no ortogonal con la variable independiente (esquizotipia),
como covariable provocando probablemente estos resultados (ver tesis de Buchy, 2006).
El mismo estudio fue publicado en una reconocida revista (Buchy, Woodward y Liotti,
2007), y en este caso no utilizaron el análisis de covarianza sino el contraste entre las
medias con la t de student. De este modo evitan los citados problemas metodológicos,
pero entonces el resultado es sólo significativo a una cola. La hipótesis de trabajo de los
autores era que los sujetos con alta esquizotipia iban a mantener su seguridad o
plausibilidad a lo largo de las fases. Dicha hipótesis tiene una sola dirección, es decir,
Isabel Orenes Casanova
25
no esperaban diferencias sin más, sino que sabían que a mayor BADE más esquizotipia.
Esto les permitió contrastar su hipótesis sobre una cola de la distribución normal.
Nuestro objetivo, entonces, fue diseñar un instrumento más sensible para medir el
BADE en la población no clínica.
5. Medición de los procesos cognitivos
Una vez comentados los conceptos más importantes de la tesina, me gustaría hacer un
breve paréntesis y reflexionar sobre el concepto de medición y concretamente las
distintas formas que hemos utilizado en la tesina para medir distintos fenómenos
psicológicos, desde la personalidad al BADE.
Medir consiste en determinar la dimensión de la magnitud de una variable en
relación con una unidad de medida preestablecida y convencional. La importancia de la
medición es evidente en la ciencia y en la vida diaria de cualquier sujeto. Hemos
medido el medio que nos rodea: la temperatura, el peso, la longitud, el volumen, el
tiempo, la velocidad, y de esta forma hemos conocido y controlado nuestro ambiente.
Para conseguir esto, hemos desarrollado instrumentos. En el caso de la psicología
también ha aparecido la necesidad de medir los procesos cognitivos y desarrollar
instrumentos que posibilitan esta demanda. Ahora bien, resulta sencillo medir la
longitud con una regla y tener una unidad de medida que permita al resto del mundo
entender y comunicarse sobre el fenómeno, pero no resulta tan sencillo en el caso de los
fenómenos psicológicos.
Entonces ¿cómo se podría medir la inteligencia o la propia personalidad?, ¿qué
unidad de medida o instrumento podríamos utilizar? Actualmente, muchas de las
variables psicológicas se consideran variables continuas, y utilizamos los test
Resistencia al cambio de creencias en la esquizotipia
psicológicos como instrumentos de medida. La historia de los test, que miden a través
de ítems este tipo de variables psicológicas, es relativamente reciente. Su origen se sitúa
en la primera guerra mundial, y se utilizaron en contextos muy variados, tales como en
escuelas, ámbitos clínicos o bélicos.
En esta tesina presentaremos el cuestionario de personalidad esquizotípica (SPQ,
versión española, Grasa y col, 2004) por haber sido el más utilizado en el ámbito de la
investigación para evaluar la esquizotipia. Éste presenta 74 ítems que se agrupan en los
tres factores o características más importantes de la esquizotipia y esquizofrenia.
En general, los cuestionarios estandarizados para la medida de la personalidad se
han convertido en la actualidad en una herramienta indispensable con diferentes
finalidades. Las evidentes ventajas han avalado su empleo en cuanto a la facilidad de
administración e interpretación y su utilidad predictiva y clasificatoria, aunque también
son conocidas las críticas que los cuestionarios y su aplicación han suscitado en relación
a su objetividad y eficacia. Las dificultades y limitaciones tratan de ser superadas
exigiendo siempre un nivel elevado en cuanto a su sensibilidad, validez y fiabilidad.
La fiabilidad indicaría el grado en el que la puntuación obtenida en el test refleja
la puntuación verdadera. Una forma de calcular la fiabilidad es a través de la correlación
entre ítems. La fiabilidad interna del SPQ (versión española) fue de 0,90, correlación
alta que indicaría que todos los ítems están midiendo un mismo constructo. Otra forma
de conocer la fiabilidad de un test es pasarlo en dos momentos temporales distintos
(método test-retest). En este caso, la correlación entre las puntuaciones del SPQ fue de
0,82.
La validez de constructo de un instrumento hace referencia al grado en que
representa correctamente el concepto que se estudia, es decir, que mide lo que pretende
Isabel Orenes Casanova
27
medir. La validez convergente se refiere al grado en que dos instrumentos concurren en
la medida de un mismo constructo. Por ejemplo, el SPQ, versión española, muestra una
validez convergente alta con el OLIFE, otro cuestionario que mide la esquizotipia,
r=0,70; p=0,001. El SPQ también mostró tener buena validez de criterio ya que 4 de
cada 5 sujetos que puntuaban por encima del percentil 90 eran diagnosticados con el
trastorno de personalidad esquizotípica. En resumen, podemos concluir que hemos
utilizado un instrumento que parece adecuado para medir la esquizotipia. En este caso,
de una muestra de 365 se seleccionaron las puntuaciones que estaban por encima del
percentil 90 (grupo de alta esquizotipia) y por debajo del percentil 10 (grupo de baja
esquizotipia).
Una vez seleccionada la muestra representativa con la que queremos trabajar, el
siguiente objetivo es medir un mecanismo relacionado con el delirio, la persistencia de
hipótesis en contra de la evidencia. Como hemos indicado previamente el instrumento
que ha evaluado el BADE ha consistido en presentar fragmentos de situaciones o
dibujos donde los sujetos tenían que indicar de qué objeto se trata y el grado de
seguridad de su respuesta. Aunque ha resultado efectivo en la esquizofrenia, es posible
que no sea lo suficientemente sensible para detectar BADE en la población no clínica,
debido a la distinta intensidad con la que se presenta en ambas poblaciones. De ahí la
importancia de utilizar una unidad de medida más eficaz, como ha sido el tiempo de
reacción en nuestro caso.
La diferencia a la hora de medir la personalidad y el BADE es evidente. El test
de personalidad a través de sus ítems formula preguntas personales, por ejemplo
examina directamente si el participante tiene amigos o pensamientos raros. El formato
de respuesta es sí o no, y la probabilidad de falsar las respuestas es alta, aunque el
Resistencia al cambio de creencias en la esquizotipia
instrumento cuenta con ítems que permiten captar si el sujeto miente o no. El BADE, en
cambio, se ha evaluado presentando a los sujetos partes de objetos y preguntando qué es
y qué seguridad tienen en sus respuestas del 1 al 5. Es posible que sólo los
esquizofrénicos digan al ver un molino que es un gigante y además estén seguros de tal
hipótesis, en cambio los sujetos sanos si dicen que un molino es un gigante no estarán
seguros o no tendrán mucha confianza en tal respuesta. Por ello, es posible que esta
tarea no sea sensible para captar BADE en los sujetos esquizotípicos. Sin embargo, el
tiempo de reacción es posiblemente una de las fórmulas más eficaces para profundizar
en la naturaleza del sistema cognitivo. Clásicamente, el tiempo de reacción (y los
errores también) ha sido utilizado para discriminar la dificultad entre tareas, es decir, a
mayor tiempo de reacción y mayor número de errores, más complejo se consideraba el
proceso cognitivo que subyacía a la tarea que se estaba realizando. En la presente
tesina, y de forma diferente a la clásica, el tiempo de reacción se va a utilizar para
discriminar la ejecución sobre un mismo proceso entre dos grupos distintos.
Concretamente, el tiempo de reacción nos va a permitir establecer la existencia, en una
población no clínica, de un mecanismo que sí sabemos que se encuentra presente en la
esquizofrenia. Otra ventaja de utilizar el tiempo de reacción es que los sujetos pueden
manipular o controlar menos sus respuestas. Por tanto este será nuestro principal
objetivo, la creación de un nuevo instrumento capaz de medir el BADE en la
esquizotipia. Para ello hay que tener en cuenta la unidad de medida (en nuestro caso, el
tiempo de reacción) y el propio instrumento o tarea.
El nuevo instrumento que se presenta en el experimento 2 utiliza la misma
metodología que el utilizado hasta entonces en la esquizofrenia, ambos parten de
situaciones ambiguas (un círculo ambiguo cuyo color se encuentra entre el azul y el
verde), pero difieren en algunos aspectos. Por ejemplo, la medida que se usa en el
Isabel Orenes Casanova
29
paradigma tradicional es el cambio en la seguridad de las respuestas incorrectas
mientras que en el nuevo se emplea el tiempo de reacción para el cambio de hipótesis.
También difieren en la presentación de los estímulos. En el tradicional, el material es
discreto, es decir, se van presentando partes de un objeto o situación que se completa, y
en cada fase se le pregunta al sujeto qué es y qué seguridad tiene en su respuesta. En
cambio, en el nuevo instrumento se presenta un círculo coloreado donde el sujeto sólo
tiene que responder cuando observa que el color cambia. Como consecuencia, se
obtiene una medida más simple que consideramos puede ser más sensible a la hora de
detectar el BADE en la población no clínica.
6. Hipótesis
Con toda la literatura revisada, hemos observado las similitudes que existen entre la
esquizofrenia y la esquizotipia; concretamente nos hemos centrado en el síntoma más
importante de la esquizofrenia, el delirio. Muchos estudios han demostrado la presencia
del BADE en la esquizofrenia y su relación con la formación y el mantenimiento del
delirio. En la esquizotipia sólo existe un estudio que ha explorado la presencia del
BADE en esta población, y aunque los resultados son prometedores, también presentan
algunas limitaciones como hemos comentado previamente. Por tanto, el primer objetivo
que se planteó era comprobar la presencia del BADE en la esquizotipia con la tarea que
normalmente se usa en la esquizofrenia. Se han presentado dos versiones distintas: una
de dibujos y otra de frases. Buchy y colaboradores probaron la versión de frases en la
esquizotipia, así que usaremos la versión de dibujos.
El segundo objetivo del trabajo fue diseñar un instrumento que pudiera resultar
más sensible para detectar el BADE en la esquizotipia utilizando el tiempo de reacción
como unidad de medida.
Resistencia al cambio de creencias en la esquizotipia
Para comprobar ambas hipótesis se realizaron dos experimentos: en el
experimento 1 se utilizó la medida discreta utilizada en la esquizofrenia; y en el
experimento 2, un nuevo instrumento con una medida continua.
7. Experimento 1: Medida discreta del BADE en la esquizotipia
El objetivo del Experimento 1 fue comprobar si los sujetos con alta esquizotipia
presentan BADE tal y como éste es medido habitualmente en la esquizofrenia. La
predicción es que sí que presentan este sesgo, aunque quizás no es fácilmente visible
con este instrumento.
Método
Participantes
Los participantes, 361 estudiantes de primero y segundo de psicología de la Universidad
de La Laguna, fueron evaluados con El Cuestionario de Personalidad Esquizotípica
(SPQ versión española, Grasa, y cols., 2004). La identificación psicométrica de los
participantes con rasgos esquizotípicos de la personalidad se realizó a partir de las
puntuaciones totales de dicho cuestionario. Los individuos fueron adscritos al grupo de
Alta esquizotipia (n=38) cuando su puntuación era igual o superior al percentil 90, y al
grupo de Baja esquizotipia (n=38) si su puntuación era igual o inferior al percentil 10.
Los 57 participantes seleccionados (44 mujeres y 13 hombres) hicieron el experimento a
cambio de créditos para el curso. El grupo de alta esquizotipia lo integraron 30 sujetos,
y el de baja esquizotipia, 27.
Material y procedimiento
El Cuestionario de personalidad esquizotípica (SPQ versión española, Grasa, y cols.,
2004) es uno de los instrumentos más utilizados para la evaluación de rasgos
Isabel Orenes Casanova
31
esquizotípicos de personalidad. Es una escala autoaplicada formada por 74 ítems cuyo
formato de respuesta es verdadero/ falso. El rango de puntuación oscila entre 0-74, y
mayores puntuaciones indican mayor nivel de esquizotipia. Está formada por nueve
subescalas, que se agrupan en torno a tres factores: factor cognitivo-perceptivo
(dimensión positiva), factor desorganización (dimensión desorganizada) y factor
interpersonal (dimensión negativa). La escala presenta alta consistencia interna (alpha
de Cronbach= 0.90) y buena validez de constructo y convergente (Grasa, y cols., 2004).
Véase Anexo 1 con el cuestionario SPQ y el siguiente cuadro con los factores,
subescalas y correspondientes ítems del SPQ.
Factores del SPQ Subescalas del SPQ Items del SPQ
Factor 1:
Cognitivo-Perceptivo
Ideas de Referencia 1 10 19 28 37 45 53 60 63
Pensamiento Mágico 3 12 21 30 39 47 55
Percepción inusual 4 13 22 31 40 48 56 61 64
Suspicacia 9 18 27 36 44 52 59 65
Factor 2: Interpersonal
Ansiedad Social 2 11 20 29 38 46 54 71
No amigos íntimos 6 15 24 33 41 49 57 62 66
Afecto embotado 8 17 26 35 43 51 68 73
Factor 3: Desorganización
Comportamiento raro 5 14 23 32 67 70 74
Lenguaje raro 7 16 25 34 42 50 58 69 72
Para evaluar el BADE se utilizó la tarea que Moritz y Woodward (2006a)
desarrollaron y probaron en esquizofrénicos. Este instrumento se caracteriza por la
presentación de dos ensayos prácticos (un dragón y un castillo) seguidos de catorce
ensayos experimentales (una flor, un cerdo, una mecedora, un elefante, una sirena, un
Resistencia al cambio de creencias en la esquizotipia
molino, una balsa, una rana, una guitarra, una chica, una carroza, una casa, un pez y un
murciélago). Cada ensayo consiste en ocho fases. La primera fase presenta una parte de
un objeto que se completa en las sucesivas fases. Todos los objetos se presentan en
blanco y negro (Ver Anexo 2). La primera tarea del sujeto en cada fase es indicar de qué
objeto se trata, en la mitad de los ensayos la respuesta es abierta y en la otra mitad el
sujeto elige una de las alternativas propuestas. La segunda tarea consiste en elegir del 1
al 5 el grado de plausibilidad de su respuesta (Imposible - poco probable - posible -
bastante probable - seguro). Cuando el sujeto marca 5, es decir, está seguro de su
respuesta, se pasa automáticamente al siguiente ensayo. Los participantes realizaron el
experimento en una cabina individual y las instrucciones y ensayos fueron presentados
con el programa E-PRIME (Adaptación de Lauren Hernández, Universidad de
Granada).
Análisis de datos
Siguiendo a Moritz y Woodward (2006a), se computaron dos índices: el BADE y el
BACE. Ambos índices se obtienen a partir de los juicios de plausibilidad, más
exactamente de la evolución de éstos a lo largo de las ocho fases del ensayo. Lo que
determina si el índice es BACE o BADE es el hecho de que se elija la opción que
finalmente es verdadera o la que es falsa. En el índice BACE se mide la evolución de la
plausibilidad para las elecciones que son correctas en el ensayo, esto es, cómo aumenta
la confianza a medida que la evidencia confirma la elección. Para obtener esta medida,
se calcula la diferencia de la seguridad en las respuestas correctas entre la primera fase y
el resto de las fases que completan el ensayo; y posteriormente se computa para su
análisis la media de estas diferencias en cada sujeto. El BADE, por su parte, mide la
evolución de la plausibilidad para las elecciones que acaban siendo falsas, esto es, cómo
se mantiene (o incluso aumenta) la confianza en una hipótesis o elección que se va
Isabel Orenes Casanova
33
haciendo progresivamente contraria a la evidencia. De manera similar al BACE, este
índice también se calcula a partir del promedio en cada sujeto de las diferencias en
plausibilidad entre la primera fase y el resto de las fases. Los efectos de la esquizotipia
(variable independiente) sobre estos dos índices se obtuvieron a través del análisis de
varianza (ANOVA) sobre la media total de las diferencias entre fases.
Resultados y discusión
En la Tabla 1 se resumen la media, desviación típica y rango de las puntuaciones en las
subescalas del SPQ para la muestra del presente estudio y la muestra normativa
española (Grasa y cols., 2004). Como se puede observar, ambas muestras presentaron
puntuaciones similares. En la Tabla 2 se resumen la media, desviación típica y rango del
SPQ obtenido en los grupos de alta y baja esquizotipia del presente estudio (los
percentiles 90 y 10 de la puntuación global fueron utilizados como puntos de corte para
cada grupo). La media de edad de la muestra es de 21 (2,90) y el rango entre 18 y 40
años. No existen diferencias en sexo entre ambos grupos (χ2(1)=0.10, p=0.921).
Tabla1: Media, Desviación típica y rango del SPQ en la muestra del presente estudio y
normativa española
SPQ
Muestra Normativa Española
N=250
Muestra del presente estudio
N=361
Media Desviación
Típica Rango Media
Desviación
Típica Rango
Ideas de Referencia 2,76 2,13 0-9 3,69 2,2 0-9
Pensamiento mágico 1,43 1,61 0-7 1,43 1,56 0-7
Percepción inusual 1,96 1,82 0-9 2,15 1,69 0-8
Suspicacia 2,28 1,87 0-8 2,44 1,7 0-8
Ansiedad Social 3,36 2,24 0-8 3,68 2.20 0-8
Resistencia al cambio de creencias en la esquizotipia
No amigos íntimos 2,23 1,73 0-9 2 1,65 0-7
Afecto embotado 1,69 1,47 0-8 1,51 1,24 0-7
Comportamiento
raro 1,2 1,84 0-7 1,45 1,66 0-7
Lenguaje raro 2,64 2,1 0-9 2,62 1,86 0-9
Total SPQ 21,83 11,78 1-56 23,48 9,84 2-58
Tabla 2: Media, Desviación típica (DT) y rango del SPQ en los grupos de alta y baja
esquizotipia
Los Tres Factores del SPQ Alta esquizotipia
Media (DT) Rango
Baja esquizotipia
Media (DT) Rango
Cognitivo-Perceptual 17,71(4,14) 7-26 3,31(1,93) 0-9
Interpersonal 16,00(4,30) 7-26 3,60(2,17) 0-9
Desorganización 8,37(3,04) 3-14 1,82(1,65) 0-6
Total SPQ 42,08(5,62) 37-58 8,73(2,28) 2-11
Se eliminó un sujeto del grupo de alta esquizotipia porque no respondió en la
mayoría de los ensayos del instrumento. El grupo de baja esquizotipia presentó un
índice BACE de ─1,679(0,934) y el de alta esquizotipia de ─1,695(0,999), no
encontrándose diferencias entre ambos grupos (F(1,55)=0,004; p= 0,951; Potencia=
0,050). Los trabajos en esquizofrenia (Moritz y Woodward, 2006a; Woodward y cols.,
2006; Woodward, Moritz y Chen, 2006) han mostrado que no existen diferencias entre
los sujetos esquizofrénicos y control en el índice BACE, lo que indicaría que los
primeros no presentan dificultades para integrar la información en general. En cambio,
estos estudios sí que obtienen sistemáticamente diferencias en el índice BADE, lo que
Isabel Orenes Casanova
35
sugiere que los esquizofrénicos tienden a mantener sus hipótesis a pesar de información
incongruente con sus creencias (BADE). En el presente estudio, sin embargo, no se
encontraron diferencias significativas entre ambos grupos en el índice BADE
(F(1,55)=0,790; p=0,378; Potencia=0,141), aunque los promedios indican una
diferencia en el sentido predicho: ─0,669(0,623) para el grupo de alta esquizotipia y
─0,817(0,62) para el grupo de baja esquizotipia, es decir, los sujetos con alta
esquizotipia tendieron a mantener como plausibles las opciones incorrectas (véase en
Figura 1 la evolución de la plausibilidad en BACE y BADE). Este resultado, que
aparezcan tendencias no significativas pero en el sentido predicho, afianza la hipótesis
de que este instrumento no fuera lo suficientemente sensible para captar esta tendencia
en una población no clínica. Además, la potencia es pequeña lo que estaría indicando
que el instrumento no sería capaz de detectar este sesgo en esta población, aun teniendo
un mayor número de participantes. No obstante, como hemos señalado previamente,
Buchy y colaboradores sí que obtuvieron diferencias significativas. Esta discrepancia
podría deberse al distinto tipo de material utilizado, textos frente a dibujos, o a la propia
muestra. Con respecto al material, parece evidente que sólo sujetos con esquizofrenia
podrían decir ante un dibujo de un molino que es un gigante y además estar seguros de
que su respuesta es correcta, mientras que un evento descrito en un texto podría
interpretarse de forma más subjetiva y variable. También la muestra podría provocar
estos resultados, ya que la media de SPQ en el grupo de alta esquizotipia fue de 47, 2 en
el estudio de Buchy y colaboradores; mientras que en el presente estudio fue de 42,08.
Es supuesto que a mayor puntuación en el SPQ mayor similitud con la esquizofrenia.
Por tanto un instrumento poco discriminativo podría detectar BADE con mayor
facilidad.
Resistencia al cambio de creencias en la esquizotipia
Figura 1: Diferencias entre la primera y las sucesivas fases en el nivel de seguridad de las
respuestas correctas (BACE) e incorrectas (BADE) para los grupos de Alta y Baja Esquizotipia.
Se muestran las diferencias sólo hasta la fase 5 puesto que la mayoría de los sujetos tomaban
una decisión con una confianza de 5 en dicha fase.
8. Experimento 2. Medida continua del BADE en la esquizotipia
El objetivo del Experimento 2 fue comprobar nuevamente si los sujetos con alta
esquizotipia presentan el BADE pero usando un nuevo instrumento.
El instrumento presenta un diseño similar al usado normalmente en la
esquizofrenia, es decir, primero hay una condición ambigua donde el sujeto crea una
hipótesis que luego se va clarificando, teniendo el sujeto que cambiar la idea formada.
En esta ocasión, sin embargo, la hipótesis se refiere al color de un círculo que cambia
paulatinamente hacia un color distinto y además la medida es cronométrica, el tiempo
para el cambio de hipótesis. Con el objetivo de comprobar si la dificultad para dicho
cambio, en caso de darse, se debía o no a una dificultad general para el cambio de
respuesta, se introdujeron en nuestro instrumento cuatro condiciones. Por un lado, se
creó una condición en la que el color inicial cambiaba a otro color de manera nítida, sin
ninguna transición entre colores (p. ej., directamente de rojo a verde), y otra condición
en las que el cambio era gradual, con transiciones entre colores. Ello nos permitió
Isabel Orenes Casanova
37
probar si el cambio se veía afectado especialmente en las condiciones para las que
existe cierta ambigüedad o inseguridad más que en aquellas otras en las que el color
pasa de ser completamente rojo a completamente azul, sin ningún punto intermedio
siendo un poco más rojo que azul y al revés. Nuestra predicción fue que las diferencias
entre alta y baja esquizotipia en el tiempo tomado para el cambio de hipótesis sería
mayor en la condición de cambio gradual. Además, se crearon también dos condiciones
de cambio gradual, una en la que el color inicial fue nítido (p. ej., totalmente azul) y otra
en la que dicho color fue ambiguo (un poco más azul que verde, pero no claramente
azul). Nuestra hipótesis fue que ante un color ambiguo la decisión del participante sería
más personal, en el sentido de que la ambigüedad crearía ciertas dudas y se tiene que
apostar por una hipótesis o elección, y que quizás esto tendería a hacer más persistente
dicha hipótesis, además que es la condición más similar a la que normalmente se suele
utilizar para la medición del BADE. En consecuencia, nuestra predicción fue que las
diferencias entre alta y baja esquizotipia en tiempo para el cambio serían visibles, o más
visibles, en la condición de cambio gradual ambiguo que en la de cambio gradual nítido.
Finalmente, con el objetivo de minimizar la tendencia a percibir un cambio de color y
de respuesta, también se creó una condición sin cambio en la que de principio a fin fue
mostrado el mismo color aunque con diferentes tonos.
Método
Participantes
Los participantes del Experimento 2 fueron los mismos que en el Experimento 1.
Ambos experimentos se realizaron en la misma sesión con un descanso entre ellos.
Material y procedimiento
Resistencia al cambio de creencias en la esquizotipia
Para la selección del material, colores nítidos y ambiguos, se realizó un estudio
normativo donde se presentaron a 57 estudiantes universitarios (distintos a los sujetos
experimentales) 72 ensayos precedidos de un bloque de ensayos prácticos. De estos
ensayos, 18 eran con colores nítidos, tres para cada uno de los seis colores utilizados, y
54 con colores ambiguos, nueve ensayos para cada color. Esta diferencia del número de
ensayos se debió a la naturaleza del estímulo, ya que los ambiguos son más
controvertidos. En cada ensayo apareció un círculo con dos nombres de posibles colores
a la derecha e izquierda de la figura. La tarea del sujeto fue elegir el color del círculo, es
decir, identificar el color y estimar el grado de seguridad en su elección sobre una escala
Lickert del 1 al 5 (Véase Figura 2). El porcentaje de identificaciones correctas fue de
99,33% para los colores nítidos y de 84,91% para los ambiguos – éstos, aunque no
totalmente de un único color mostraron generalmente cierta preponderancia de un color
sobre otro, de ahí el alto porcentaje de identificaciones. La media en el grado de
seguridad fue igualmente más alta para los colores nítidos, 4,675, que para los colores
ambiguos, 4,050. De hecho, tanto las diferencias en el porcentaje de aciertos (Wilcoxon:
z=-3,246; p=0,001) como en el grado de seguridad (Wilcoxon: z=-2,732; p=0,006)
resultaron significativas. El criterio para la selección entre colores nítidos y ambiguos
sólo se centró en el grado de seguridad puesto que estábamos interesados en que para
ambos colores los sujetos tendieran uniformemente a decir uno en particular (el nítido y
el preponderante en el caso de los ambiguos) y que la diferencia entre nítido y ambiguo
se diera en el grado de seguridad con el que se identificaba (Ver Anexo 3 y 4). Los
sujetos realizaban el experimento en una cabina individual y las instrucciones y ensayos
eran presentadas con el programa Presentation versión 12.1 en un ordenador. Los
colores se seleccionaron siguiendo el Sistema RGB (Red, Green, Blue). Este sistema
Isabel Orenes Casanova
39
permite representar todos los colores a partir de la combinación de intensidades (de 0 a
255 bits) de los tres colores primarios: rojo, verde y azul.
Tar
Figura 2: Ejemplo de ensayo en el Estudio Piloto
A partir de los resultados del experimento normativo se seleccionaron 6 colores
nítidos (amarillo, azul, naranja, rojo, verde y violeta), y sus correspondientes ambiguos.
Cada color se emparejó con otro, distinguiéndose las cuatro condiciones distintas ya
mencionadas: cambio gradual con color inicial ambiguo (CGA), cambio gradual con
color inicial nítido (CGN), cambio radical (CR) y no cambio (nC). En las condiciones
de cambio gradual (CGA y CGN), se utilizaron las siguientes 6 combinaciones de pares
de colores (inicial-final): azul-verde, azul-violeta, verde-amarillo, amarillo-naranja,
naranja-rojo y rojo-violeta. Dos órdenes distintas fueron introducidas para cada par
(p.ej. azul-verde y verde-azul), lo que dio lugar a un total 12 ensayos distintos. Esta
combinación permitió que cada uno de los colores apareciese con la misma frecuencia
en el experimento. Como se comentó más arriba, la diferencia entre las dos condiciones
de cambio gradual estuvo en el color inicial de cada ensayo: nítido para CGN y
ambiguo para CGA. Esta última condición es la que muestra mayor similitud de
formato con los ensayos del instrumento BADE utilizado en esquizofrenia, donde se
Tarea 1: ¿De qué color es el círculo?
ROJO NARANJA
Tarea 2: Grado de seguridad:
1 -------- 2 -------- 3 -------- 4 -------- 5
Resistencia al cambio de creencias en la esquizotipia
presenta en primer lugar un estímulo ambiguo. En la condición de cambio radical (CR)
las combinaciones utilizadas de pares de colores fueron: violeta-amarillo, rojo-azul y
verde-naranja. Igual que con las condiciones de cambio gradual, los órdenes se
invirtieron dando lugar a un total de 6 ensayos. Finalmente, para la condición de no
cambio (nC) se utilizaron 6 ensayos en los cuales el mismo color permanecía todo el
tiempo aunque con distintos tonos: violeta, amarillo, rojo, azul, verde y naranja. Como
resultado, el nuevo instrumento estuvo formado por 36 ensayos a los que precedió
también un bloque de ensayos prácticos donde el sujeto se familiarizó con la tarea.
Figura 3a: Ejemplo de Condición de color nítido-cambio gradual
Figura 3b: Ejemplo de Condición de color ambiguo-cambio gradual
Figura 3c: Ejemplo de Condición de color nítido-cambio radical
Cada ensayo tuvo dos partes. En la primera, se mostraban un círculo y dos
nombres de posibles colores, uno a la derecha y el otro a la izquierda del círculo. La
tarea del sujeto en esta primera parte era elegir el color del círculo presionando la tecla
correspondiente en el teclado del ordenador. El tiempo para la ejecución de esta primera
respuesta (Respuesta 1) fue igualmente registrado con el objetivo de controlar posibles
diferencias generales en ejecución motora entre las dos muestras, alta y baja
Isabel Orenes Casanova
41
esquizotipia (ver análisis). En la segunda parte, tras la elección del color (Respuesta 1),
el círculo permanecía hasta 10 segundos en la pantalla y la tarea del sujeto era presionar
la tecla sólo si detectaba que cambiaba a otro color (Véase Figura 4). Los sujetos
realizaron el experimento en una cabina individual y las instrucciones y ensayos fueron
presentados con el programa Presentation versión 12.1 en un ordenador con pantalla
CRT y velocidad de refresco de 80 hz. Para la segunda parte de los ensayos, donde se
presentaba una secuencia de colores que iban de un extremo al otro de la pareja durante
10 segundos, se realizaron vídeos con el programa Adobe Flash CS3.
Figura 4: Ejemplo de ensayo en el Experimento Colores
Análisis de Datos
Se calcularon los estadísticos descriptivos de cada condición en cada grupo (media y
desviación típica del tiempo, en milisegundos, para la Repuesta 1 y para el cambio de
hipótesis) y se realizó el análisis de covarianza (ANCOVA) para conocer los efectos de
la esquizotipia (variable independiente) sobre el tiempo para el cambio de hipótesis
(variable dependiente) en cada condición, excepto la de No Cambio, utilizándose como
covariable el tiempo de reacción de la Respuesta 1.
Tarea 1: ¿De qué color es el círculo?
ROJO NARANJA
Tarea 2: Presionar sólo si cambia al otro color
Resistencia al cambio de creencias en la esquizotipia
Resultados y discusión
Algunos estudios han demostrado que los sujetos esquizofrénicos y con alta esquizotipia
son más lentos en general que la población “normal” (Lipp, Siddle, y Arnold, 1994).
Para comprobarlo se analizó la Respuesta 1 donde los sujetos tenían que seleccionar lo
más rápido posible el nombre del color inicial. Se registraron sólo las respuestas
correctas (según estudio normativo previo) y se eliminaron tres sujetos por tener más de
un tercio de las respuestas erróneas, dos del grupo de baja esquizotipia y uno de alta
esquizotipia. Los resultados no mostraron diferencias significativas en ninguna
condición entre los grupos (Fs<1), lo que indica que los sujetos con alta esquizotipia no
son más lentos en esta tarea de selección que los sujetos con baja esquizotipia (Ver
Tabla 3). A pesar de no ser significativo, la utilizamos como covariable en el análisis
para quitar posibles efectos sobre la respuesta 2, aunque fuesen débiles.
Tabla 3: Resultados de la Respuesta 1 del Experimento 2
Condiciones
Baja
Esquizotipia
Media y
Desviación típica
Alta
Esquizotipia
Media y
Desviación típica
Resultados
Contrastes
Condición de
no cambio
1144(240) ms 1154(312) ms F(1, 53)=0,017;
p=0,897;
Potencia=0,052
Condición
de cambio radical
1244(554) ms 1147(233) ms F(1,53)=0,750;
p=0,390;
Potencia=0,136
Condición de cambio
gradual nítido
1238(357) ms 1193(310) ms F(1,53)=0,254;
p=0,617;
Potencia=0,078
Condición de cambio
gradual ambiguo
1487(395) ms 1582(561) ms F(1,53)=0,528;
p=0,471;
Potencia=0,110
Isabel Orenes Casanova
43
Con respecto al tiempo para el cambio de hipótesis (ver Figura 5), se obtuvo que
para la condición CR (cambio radical), la media del grupo de baja esquizotipia fue de
5291(743) ms. y la de alta esquizotipia 5490(400) ms., no encontrándose diferencias
significativas entre los dos grupos en esta condición, F(1,53)=1,615; p=0,209;
Potencia=0,231. Para la condición CGN (cambio gradual nítido), la media del grupo de
baja esquizotipia fue de 5962(657) ms. y la de alta esquizotipia 6285(810) ms.,
observándose diferencias marginalmente significativas, F(1,53)=2,961; p=0,091;
Potencia=0,345. Y finalmente, en la condición CGA (cambio gradual ambiguo), la
media del grupo de baja esquizotipia fue de 5003(681) ms. y la de alta esquizotipia
5451(604) ms., observándose que, tal y como se predecía, el grupo de alta esquizotipia
tardó significativamente más en cambiar de hipótesis en esta condición, F(1,53)=6,801;
p=0,012; 2=0,112. En general, los resultados sugieren que los sujetos de alta
esquizotipia tienden a mantener más tiempo la hipótesis previa en todas las condiciones,
aunque dicho efecto sólo fue significativo en la condición CGA. Como ya sugerimos en
nuestras predicciones, esta diferencia entre presentar un color inicial nítido o ambiguo
quizás se deba a que al ser este último más controvertido (más bajo en seguridad),
implicaría una decisión personal que llevaría a una mayor resistencia al cambio.
Resistencia al cambio de creencias en la esquizotipia
Figura 5: Media de tiempo de reacción ante el cambio de hipótesis en las tres condiciones.
Asterisco indica contraste entre grupos significativo (p<0,05) y las barras superiores el error de
la media.
Hasta aquí parece que tenemos un instrumento capaz de detectar BADE en la
esquizotipia más sensible que el que se ha utilizado hasta entonces. Pero, ¿están
relacionadas ambas medidas? Para averiguarlo, calculamos la correlación entre las
puntuaciones observadas del instrumento utilizado en el experimento 1 y 2. Es supuesto
que ambas medidas estarían relacionadas con el mismo fenómeno, por tanto, deben de
presentar una correlación significativa. Nos interesaba calcular la correlación entre las
puntuaciones que reflejaran el mantenimiento de una hipótesis a pesar de la evidencia
contraria. Por ello, previamente, se hizo una regresión lineal del tiempo en la respuesta
1 (VI) del instrumento utilizado en el experimento 2 sobre el tiempo del cambio, que
sería la segunda respuesta (VD); y se utilizaron, los residuos no estandarizados de esa
regresión como una nueva variable, que sería la que correspondería al mantenimiento de
la hipótesis exclusivamente una vez eliminada la velocidad de respuesta. Después, se
hizo la correlación de esta nueva variable con las puntuaciones obtenidas en el BADE
Tie
mp
o (
en
mil
ise
gu
nd
os
)
4500
5000
5500
6000
6500Altos
Bajos
C.Radical
*
C.G. Nítido C.G. Ambiguo
Isabel Orenes Casanova
45
en el experimento 1. Los resultados son significativos a una cola y en sentido predicho
(véase en detalle más abajo), es decir, a mayor tiempo de reacción para el cambio de
hipótesis en el experimento 2 menor cambio y mantenimiento en sucesivas fases en el
experimento 1. Por tanto, parece que las dos medidas están relacionadas con el mismo
fenómeno, con la diferencia de que la segunda es una medida más sensible y a la vez
más apropiada para utilizarla en la población no clínica.
BADE total y TR gradual-ambiguo: r= -0,236; p= 0,043
BADE total y TR gradual-nítido: r= -0,242; p=0,039
BADE total y TR radical-nítido: r= 0,005; p=0,476
9. Discusión general
El sesgo contra la evidencia des-confirmatoria (BADE) se ha propuesto como el
mecanismo cognitivo que está en la base de la formación y el mantenimiento del delirio
esquizofrénico. Varios trabajos han descrito este sesgo en la esquizofrenia,
especialmente en aquella de tipo delirante, y sugerido que es independiente de otros
procesos cognitivos, esto es, no reducible a una alteración en mecanismos cognitivos
más básicos (Moritz y Woodward, 2006a, Woodward y cols. 2007). En nuestra opinión,
encontrar dicho sesgo en población no clínica afín al trastorno esquizofrénico resulta
fundamental a la hora de considerar al BADE como un mecanismo básico en la
producción de parte de la sintomatología esquizofrénica; como de la misma manera
consideramos que lo es el detectar dicho sesgo con distinto tipo de materiales y
medidas. Los resultados de los experimentos que conforman el trabajo aquí presentado
demuestran ambos aspectos: (1) el BADE se muestra en la esquizotipia y (2) se puede
detectar cronométricamente con estímulos muy simples (libres de cualquier efecto de
contenido).
Resistencia al cambio de creencias en la esquizotipia
En el experimento 1, el objetivo fue comprobar la presencia del BADE en la
esquizotipia usando el mismo instrumento que se había usado hasta el momento para
evaluarlo en la esquizofrenia. Dado que en un estudio previo Buchy y colaboradores
utilizaron frases y detectaron indicios de BADE en la esquizotipia, nosotros decidimos
utilizar la versión de dibujos. Esperábamos obtener de esta forma los mismos resultados
puesto que se trata del mismo tipo de instrumento aunque en distinto formato de
presentación (Moritz y Woodward, 2006a). A pesar de ello, no obtuvimos diferencias
significativas entre los sujetos de baja y alta esquizotipia aunque sí tendencias en el
sentido predicho. Esta falta de significación nos sugirió una posible falta de sensibilidad
de este tipo de pruebas para detectar BADE en población no clínica con rasgos
esquizotípicos.
En el experimento 2 diseñamos un nuevo instrumento que consideramos podría
ser más sensible a nuestra muestra experimental. Usando este instrumento, con
estímulos y tarea más simple (detectar el cambio de color en círculos) así como medidas
de tiempo de reacción, encontramos diferencias significativas entre el grupo de alta y
baja esquizotipia. Los participantes del grupo de alta esquizotipia tendieron a mantener
sus hipótesis más tiempo que el grupo de baja esquizotipia. Esta tendencia se observó en
todas las condiciones del instrumento pero sólo fue significativa en la condición de
cambio gradual ambiguo (CGA). Una posible explicación para la presencia de
significación únicamente en esta condición es que la ambigüedad tiende a crear
hipótesis inicialmente más resistente al cambio. Este resultado no es además extraño.
Los instrumentos previamente usados para evaluar BADE siempre han tomado como
punto de partida situaciones ambiguas, tanto en las pruebas de dibujos como en las de
textos. Por tanto, es posible que la ambigüedad sea determinante a la hora de dar lugar
al tipo de hipótesis o creencia cuya resistencia al cambio es mayor en la esquizofrenia y
Isabel Orenes Casanova
47
la esquizotipia. Futuras investigaciones deberían confirmar esta posibilidad y aclarar su
origen en términos cognitivos.
En resumen, nuestros resultados indican que el BADE está presente en la
esquizotipia y que el nuevo instrumento con medidas de tiempo de reacción parece ser
más sensible y eficaz para su detección en población en la esquizotipia.
Antes de finalizar nos gustaría tratar con más detalle dos de las que
consideramos principales implicaciones teóricas de nuestro trabajo: la concepción
dimensional del concepto salud-enfermedad y la posibilidad de que el BADE sea un
mecanismo independiente de otros procesos cognitivos.
9.1. La concepción dimensional de la Esquizofrenia
Hemos considerado desde el principio que la esquizofrenia y la esquizotipia serían
partes de un mismo constructo o dimensión, oponiéndonos así al modelo médico clásico
que defiende que se trataría de dos categorías distintas. Nuestros resultados confirman
esta opción al demostrar la presencia en la esquizotipia de un sesgo cognitivo, el BADE,
que se considera responsable del mantenimiento y formación del delirio esquizofrénico,
a pesar de, y esto es lo importante, la ausencia de delirios clínicos en nuestra muestra
experimental.
Si uno piensa detenidamente acerca de la postura dimensional y la médica
clásica encontrará argumentos a favor y en contra de cada una de ellas. Alguien podría
decir todavía que son dos entidades diferentes porque no es igual mostrar rasgos de
personalidad esquizotípica, que no necesita tratamiento, que padecer el trastorno de
personalidad o esquizofrenia, los cuales se tratan de forma diferente. Claro que si la
diferencia entre ambas entidades fuese de todo o nada y no de grado, entonces todos los
Resistencia al cambio de creencias en la esquizotipia
sujetos con la predisposición genética serían esquizofrénicos, y no habría gemelos en
los que uno es esquizofrénico y otro no. Por tanto aunque teóricamente se mantienen
ambas visiones, operativamente y en el campo de la investigación es más útil la
perspectiva dimensional. En nuestro caso, por ejemplo, permitiría centrarse en el
estudio de la relación del BADE con otros fenómenos que se dan en ambas poblaciones
evitando de paso los problemas derivados de la experimentación con pacientes. Así
como promoviendo, al mismo tiempo, un mejor conocimiento de factores estructurales
que predisponen a la aparición del trastorno.
Es evidente de todas formas que futuras investigaciones son necesarias con el
nuevo instrumento que hemos introducido. Por ejemplo, su aplicación en muestra de
pacientes está aún pendiente, aunque es posible que su utilidad sea mayor para la
detección de este sesgo en población no clínica.
9.2. El BADE como mecanismo cognitivo independiente
No existe hoy por hoy ninguna respuesta definitiva a la pregunta de si el BADE
constituye en realidad un mecanismo cognitivo independiente que podría estar en la
base de una parte importante de la sintomatología esquizofrénica. La razón fundamental
seguramente es el pequeño número de trabajos dirigidos al estudio de este sesgo. Moritz
y Woodward sostienen que el BADE se trata de un mecanismo no reducible a otros
procesos cognitivos más básicos, y que consiste en una dificultad para integrar
información que es contradictoria con una hipótesis o creencia dominante en ese
momento (por ejemplo, ver Moritz y Woodward, 2006a).
En apoyo de la hipótesis del BADE como un mecanismo independiente podemos
encontrar algunos trabajos cuyos resultados se podrían explicar en base a una dificultad
para integrar información que es en algún modo inconsistente con una idea o creencia
Isabel Orenes Casanova
49
dominante. Por ejemplo, Sellen, Oaksford y Gray (2005) encontraron que los sujetos de
alta esquizotipia tendían a ser más lógicos que el grupo de baja esquizotipia en una tarea
de razonamiento. En dicha tarea se presentaban condicionales del tipo “si Ana riega la
planta entonces la planta crecerá” seguidos por una premisa categórica y una pregunta
del tipo: “Ana riega la planta ¿podemos decir que la planta crecerá?”. La manipulación
crítica fue el número de causas alternativas que podrían impedir la ocurrencia del efecto
descrito en la segunda parte del condicional. Pocas en el caso de la relación regar y que
una planta crezca pero bastante más en el caso de un condicional como “si Luis tiene las
llaves del coche entonces el coche arrancará”: puede que el coche no tenga gasolina, la
batería esté acabada, las llaves no sean del coche, etc. En general, la gente se deja
influir, en casos como el de tener las llaves y arrancar el coche, por el número de
alternativas y tiende a no aceptar tan fácilmente las conclusiones (decir sí a la pregunta);
y ello a pesar de que desde un punto de vista lógico dicha inferencia o argumento es
válido. En lógica, un argumento es válido cuando la conclusión (el coche arrancará)
deriva lógicamente de las premisas (si Luis tiene las llaves del coche entonces
arrancará. Luis tiene las llaves del coche), es decir, si las premisas son verdaderas, la
conclusión debe ser necesariamente verdadera independientemente del contenido u otras
alternativas posibles. Los sujetos con rasgos esquizotípicos de este estudio fueron más
lógicos a la hora de dar sus respuestas, obviando de ese modo que otras posibilidades
podrían darse igualmente. De manera más específica, Sellen y colaboradores no
encontraron diferencia entre los dos tipos de condicionales (con pocas o muchas
alternativas) en los sujetos con alta esquizotipia. Este resultado, en principio, es
coherente con un problema en estos sujetos para integrar la información que es
inconsistente con la hipótesis, creencia o idea sostenida en ese momento.
Resistencia al cambio de creencias en la esquizotipia
Una pregunta que surge para la propuesta de Moritz y Woodward resulta crucial
a nuestro entender: ¿cuáles son las razones por las que estas dificultades de integración
resultan específicas para la información contraria o des-confirmatoria? Schul, Mayo y
Burnstein (2004) nos sugieren indirectamente una respuesta que tendría que ver con las
propias características de la personalidad esquizotípica. Estos autores presentaron, en un
experimento con sujetos sanos seleccionados al azar, una tarea de dos fases en la que la
primera consistió en la asociación implícita de caras con un determinado rasgo y
mensajes verdaderos o falsos (por ejemplo, ojos rasgados con mensajes verdaderos y
redondos con falsos) y la segunda fue la propiamente experimental. En esta última fase,
se presentaban las caras junto con un par de palabras, el prime y el target, y la tarea del
sujeto era indicar si el target era un adjetivo o un nombre. Los resultados mostraron que
las caras que se habían relacionado con mensajes verdaderos facilitaban la respuesta
cuando el prime y el target eran congruentes; mientras que las caras que se habían
relacionado con mensajes falsos favorecieron las respuestas cuando el prime y el target
no estaban relacionados o eran incongruentes. En un segundo experimento dentro del
mismo trabajo, estos autores presentaron la segunda fase exclusivamente a participantes
más o menos suspicaces, y encontraron que mientras que los sujetos no suspicaces se
veían favorecidos por los estímulos congruentes; los sujetos suspicaces respondían más
rápidos ante prime y target incongruente. Una de las características principales de los
sujetos con rasgos esquizotípicos es la suspicacia y desconfianza lo que nos sugiere que
una actitud general de este tipo quizás influye en la forma en la que tratan la
información que reciben. Es posible que una vez aceptada una creencia o idea la
suspicacia lleve a sesgar toda información que la contradiga. Por supuesto, se trata de
una hipótesis cuyo valor debe ser valorado en futuras investigaciones. No obstante, si se
hubiera de sostener que el BADE implica una dificultad para integrar aquello que no es
Isabel Orenes Casanova
51
congruente con una hipótesis dominante, entonces es nuestra opinión que el recurso a
variables personalistas de este tipo (actitudes) resultaría casi necesario para explicar el
porqué del sesgo contra lo des-confirmatorio y no para lo confirmatorio. Ya propusimos
igualmente, en el contexto de nuestros resultados con la condición de cambio gradual
ambiguo, que cierta actitud ante la ambigüedad supone el fortalecimiento (y
consecuente mayor resistencia) de la creencia o hipótesis que llega a establecerse.
Propuesta que también hace hincapié el papel que el posicionamiento del individuo
antes sus ideas y la información que le rodea.
De hecho, nosotros nos decantamos más por considerar al BADE no como un
mecanismo independiente sino como un fenómeno que puede ser explicado en base a
una alteración en mecanismos cognitivos más básicos.
Una posible predicción de la concepción del BADE como mecanismo
independiente es que los sujetos esquizotípicos no deberían diferir de los controles en
los procesos de verificación (confirmación de información). En esta línea, un aspecto
importante en los trabajos realizados con BADE es que tanto esquizofrénicos como
esquizotípicos muestran el mismo tratamiento de la información que confirma una
creencia que los controles; esto es, no difieren de ellos en la medida BACE. Sin
embargo, en una reciente investigación hemos encontrado que los sujetos con rasgos
esquizotípicos no verifican la información de la misma manera que los sujetos con baja
esquizotipia (Orenes y cols., 2009). El trabajo empleó un paradigma de verificación de
frases frente a figuras en el que al menos se supone la participación de tres procesos
generales: la representación del significado de la frase, el mantenimiento de dicha
representación en la memoria de trabajo y su posterior contrastación con la figura. Un
aspecto importante del trabajo es que durante su ejecución se obtuvo un
Resistencia al cambio de creencias en la esquizotipia
electroencefalograma de todos los participantes. El principal descubrimiento fue que, a
pesar de la ausencia de diferencias significativas en errores o tiempos de reacción, los
sujetos con alta esquizotipia mostraron un patrón de actividad cerebral distinta al resto
de participantes durante la fase de mantenimiento de la representación y la de
contrastación. Nuestra interpretación preliminar de los resultados nos lleva a considerar
la existencia de alguna dificultad esencial en los procesos de memoria de trabajo, lo que
nos pone en línea con la hipótesis de Cohen y colaboradores de una alteración en la
función de control cognitivo que subyace a la mayoría de los síntomas y característica
de la esquizofrenia.
Cohen y colaboradores (Cohen y Servan-Schreiber, 1992; Cohen, Braver y
O´Reilly, 1996; Perlstein y cols., 2001) explican que la función de la dopamina sería de
“puerta”, mantener e inhibir la información, de tal forma, que la alteración de esta
función afecta el procesamiento de la información posterior. En la introducción hemos
comentado algunos estudios en el campo del lenguaje, el aprendizaje, el razonamiento,
la memoria, e incluso en tareas sociales donde se observa la incapacidad de contrastar
entre dos estímulos sucesivos. Esta hipótesis también podría explicar nuestros
resultados. Sin duda, la dificultad de mantener e inhibir la información en la memoria
de trabajo podría explicar el BADE, ya que si los sujetos son incapaces de inhibir la
primera información o hipótesis para dar paso a la siguiente información, dicha
hipótesis se mantiene y el sujeto no tiene evidencias en contra de la primera hipótesis.
Por eso la aceptan y le otorgan alta seguridad como si de una hipótesis correcta se
tratara. Es decir, en contra de lo que se ha defendido hasta ahora, el BADE junto con
numerosos sesgos que se han relacionado con la esquizofrenia podrían ser
manifestaciones de un mecanismo básico, el mantenimiento e inhibición de información
en la memoria de trabajo, proceso que se ha relacionado con la actividad
Isabel Orenes Casanova
53
dopaminérgica. Para comprobar esta hipótesis sería interesante, entre otras
investigaciones posibles, aplicar el nuevo instrumento a distintas poblaciones que varíen
en el grado de funcionamiento de sus procesos de inhibición.
En resumen, algunos autores han propuesto que el BADE supone un mecanismo
independiente de otros procesos que implica una dificultad para integrar información
que des-confirma una idea, hipótesis o creencias. Ninguna evidencia definitiva existe al
respecto pero es nuestra opinión que este sesgo cognitivo no es independiente en el
sentido defendido por estos autores. En concreto, manejamos dos posibles hipótesis que
debería guiar la futura investigación en este campo. Por un lado, el BADE puede tener
su origen en característica más personalistas de la esquizotipia y la esquizofrenia,
características que deberían al menos verse correlacionar con él. Por otro, consideramos
que puede ser explicado, y por tanto en algún modo reducido, por mecanismos más
básicos de control cognitivo como los propuestos por Cohen y colaboradores.
Resistencia al cambio de creencias en la esquizotipia
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Isabel Orenes Casanova
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