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“VIDA Y REBELIÓN DE JUAN SANTOS ATAHUALPA”
INTRODUCCIÓN
as principales causas de las rebeliones indígenas
durante el siglo XVIII fueron el abuso de los
corregidores y el malestar ocasionado por las
diferentes reformas. El virreinato soportó más de cien
revueltas de diferente importancia, sustentadas en el
mesianismo popular que esperaba el retorno del Inca. Las
de mayor impacto entre la población fueron la de Juan
Santos Atahualpa y la de José Gabriel Condorcanqui.
L
Una de las rebeliones más extensas por el territorio y por el
tiempo que abarco fue la rebelión de Juan Santos Atahualpa
quien se proclamó sucesor del último gobernador del
Tahuantinsuyo. Se inició en 1742 en la selva central en
Tarma, y se expandió por el amplio territorio de la sierra.
Para Juan Santos, el mundo se dividía en tres reinos
soberanos: España, para los españoles; África, para los
africanos; y América, para los indios, mestizos y criollos. De
ello se deduce que buscaba la expulsión de los españoles y
de los africanos de los Andes. Sin embargo,
entre las huestes de indios y mestizos,
hubo también negros y zambos. La selva
central se convirtió para todos ellos en
una zona de refugio. A continuación, se
hablara detalladamente de la vida y
rebelión de JUAN SANTOS ATAHUALPA
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“VIDA Y REBELIÓN DE JUAN SANTOS ATAHUALPA”
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“JUAN SANTOS ATAHUALPA”
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“VIDA Y REBELIÓN DE JUAN SANTOS ATAHUALPA”
¡Pero la responsabilidad es nuestra ¡
ÍNDICE
Pag.
PARTE I
BIOGRAFÍA…………………………………….. 3
PARTE II
REBELIÓN……………………………………….4
OBJETIVOS DE LA REBELIÓN……………….5
CAMPAÑA I………………………………………6
CAMPAÑA II……………………………………...6
CAMPAÑA III……………………………………..7
CAMPAÑA IV……………………………………..8
DESAPARICIÓN…………………………………11
PARTE III
CONCLUSIÓN…………………………………. 13
ANEXOS………………………………………….14
BIBLIOGRAFÍA…………………………………..15
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“VIDA Y REBELIÓN DE JUAN SANTOS ATAHUALPA”
BIOGRAFÍAuan Santos Atahualpa (Apu Inca) fue un caudillo mestizo nacido en el Cuzco, probablemente el año 1710; recibió educación de parte de los jesuitas y aprendió castellano y latín; con uno de los religiosos viajó a
España, Francia, Inglaterra y Angola, pero se desconoce detalles sobre el tiempo que duró tal viaje y los motivos del mismo.
JDe regreso al Perú parece que ya tenía en mente desatar una rebelión, tal vez en base a las comparaciones que hizo entre la vida que halló en el Viejo Mundo y la que pasaban los indios del Perú, oprimidos por la dominación colonial hispana. Algunos historiadores creen que estuvo relacionado con los ingleses; sea como fuere, lo cierto es que al desatar su lucha libertaria aparecieron en las costas del virreinato las naves del marino inglés Jorge Anson.1
Fue por mayo del año 1742, momento en el que la estación de lluvias estaba terminando y los pajonales enseñaban su verdor más intenso, cuando este hombre serrano de unos treinta años, de pelo corto y vistiendo una túnica de colores (cushma), llegó al río Shimaqui en el Gran Pajonal y empezó a dirigir sus acciones contra la misión franciscana de Quisopango, en el corazón de la selva central peruana. Así empezaba la rebelión.
La selva central peruana, epicentro del movimiento, era una región de frontera. Allí se encontraban sistemas económicos y culturales diferentes, con haciendas azucareras y de otro tipo, chacras, aserraderos y parcelas sembradas de cocales. Además, era un espacio propicio para albergar a desarraigados y fugitivos de distinto origen étnico. Este no fue sólo un movimiento de nativos, sino que se sumaron luego habitantes de la sierra y de la zona fronteriza de la ceja de selva (piedemonte), la mayor parte de ellos escapados de otros lugares.
Acerca de su desaparición no se sabe nada en concreto. En 1761 el virrey informaba en su Memoria que desde 1756 no se había vuelto a saber del líder libertario y que lo más seguro era que hubiese muerto. Una versión apunta que surgieron desavenencias internas entre los rebeldes, al punto que Juan Santos tuvo que ordenar la muerte de su lugarteniente Antonio Gatica y de otros hombres temiendo una posible traición. Se trata de una simple conjetura, como hay varias otras. Una, por ejemplo, señala que el caudillo fue envenenado. Se ha recogido también una leyenda nativa según la cual Juan Santos fue muerto por una bala que le disparó uno de sus seguidores que quiso de esa manera probar su inmortalidad.2
1 Revista Runapacha 20042 Alberto Flores Galindo: Buscando un Inca, Lima, Horizonte, 1988
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“VIDA Y REBELIÓN DE JUAN SANTOS ATAHUALPA”
REBELIÓN Es muy probable que la rebelión se haya iniciado entre 1729 y 1730, declarando su voluntad de restaurar el reino de los Incas. “El año de 1729 y 1730 vino Juan Santos Atahualpa recorriendo toda la sierra, desde el Cuzco hasta Cajamarca, reuniendo a todos los caciques, que venía a restaurar su reino del poder de los españoles. Posteriormente llegó hasta la montaña y la ceja de la sierra con los indios infieles. Por aquellos tiempos fue capturado y enviado a “la Piedra”, por el virrey Castelfuerte, pero poco después, se fugó y se internó en la selva, llegando a territorios de los campas o ashánincas guiado por Bisabequi un curaca, radicándose en Simaqui (Pangoa), un territorio fuera del control político militar español y de los misioneros franciscanos. Gracias a su alianza con curacas o caciques como Mateo de Asia, la prédica anticolonial de Juan alcanzó la zona conocida como “el Gran Pajonal”, en la selva central, en los valles de Chanchamayo, Perene, Ene, Pangoa y el Alto Ucayali, hábitat geográfico de grupos selváticos o “chunchos” como: piros, asháninkas y grupos no selváticos como misioneros, terratenientes blancos, sirvientes, trabajadores mestizos, y negros esclavos, cuya presencia se debía a que la selva central era una zona de constante intercambio de productos y de personas, principalmente coca, madera, sal, algodón y otros productos valiosos. Además de estos grupos, hubo otro contingente de disidentes, provenientes principalmente de la sierra, aunque no exclusivamente indios, que encontraron en la selva central una zona de refugio ideal para esconderse de las autoridades. En esta zona llamada “el Gran Pajonal”, perteneciente a la jurisdicción de Tarma y que comprendía en términos modernos la selva de los actuales departamentos de Huánuco, Junín, Pasco y Ayacucho, los franciscanos dedicados a evangelizar a las etnias selváticas habían logrado establecer unas 32 misiones de trescientos habitantes cada una, en total unas nueve mil personas. Sobre el programa político del rebelde, quien decía ser descendiente de los últimos Incas, mucho se ha escrito, algunas fuentes sostienen que Juan Santos proponía el retorno al Imperio de los Incas, pero sin dejar por completo algunos rasgos ya interiorizados por la población, como el cristianismo. Planteaba se dice, un mundo de selváticos libres y cristianos, pero sin blancos y negros. Esto último es difícil de sostener pues uno de los líderes rebeldes, llamado Antonio Gática era africano y estaba casado con una mujer asháninka. Además el sacerdote franciscano que al igual que los jesuitas logró también parlamentar con Juan, dice haber visto grupos de blancos acompañando a los rebeldes. Las nuevas investigaciones precisan el carácter marcadamente multiétnico de la rebelión, aunque con preponderancia de los grupos selváticos. En el año de 1742, los rebeldes dan inicio a su rebelión destruyendo más de 25 misiones o reducciones establecidos por los misioneros franciscanos del Convento de Ocopa, pues para ellos las misiones no sólo significaban maltratos y reglas rígidas sino también el sometimiento a trabajos forzados en haciendas, obrajes, panaderías y la mita de la sal; explotación de la cual se querían liberar. Otro factor de descontento fueron las enfermedades llevadas inconscientemente por los misioneros y que diezmaban a los selváticos. Los franciscanos en su intento de borrar el evidente carácter antifranciscano de la rebelión argumentaban que los selváticos estaban contentos con ellos, y que el alzamiento “chuncho” había sido provocado por el rebelde, sus allegados y chunchos, quienes querían verlo coronado en Lima.
El grupo selvático que más apoyó a Juan Santos, fue el grupo amuesha, cuyo centro ceremonial se encontraba en la localidad de
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“VIDA Y REBELIÓN DE JUAN SANTOS ATAHUALPA”
Metraro, y quienes ejercían de modo exclusivo el control sobre la sal que los demás grupos de la zona necesitaban.3
OBJETIVOS DE LA REBELIÓN
Santa María dice que el objetivo histórico de la rebelión fue liberar a las masas
selváticas del yugo de las reducciones obligados por los franciscanos, de los repartos de
mercadería inservible por parte de los corregidores y de la cobranza de tributos. El
mismo autor aceptando el carácter multiétnico de la rebelión sostiene que la adhesión de
los grupos no selváticos (blancos, mestizos y en menor medida negros), fue porque
estos estaban convencidos que la autonomía política regional de dicha área crearía
bases más seguras para una integración económica con el sistema mercantilista colonial,
pues los rebeldes de una u otra clase conocían bien el antiguo y extendido comercio con
pueblos andinos o españoles de la sierra, como era el caso del comercio de las hojas de
coca.
PRIMERA CAMPAÑA (1742)
Juan Santos estableció su cuartel general en el Gran Pajonal, teniendo como principales
lugartenientes al curaca Mateo de Asia y al negro Antonio Gatica, cuñado suyo. Desde
esa base inició sus correrías, siendo sus primeros objetivos las reducciones que habían
establecido los misioneros franciscanos del convento de Ocopa. Varios de éstos fueron
muertos y se arrasaron más de 25 reducciones, entre ellas las de Pichana, Eneno,
Matraza, Nijándaris y Quispango.
Gobernaba por entonces el virrey Antonio de Mendoza, quien, sabedor de los
acontecimientos, envió una expedición con el propósito de apresar al líder libertario. Las
tropas virreinales, puestas al mando del corregidor de Tarma Alfonso Santa y Ortega y
del gobernador Benito Troncoso, establecieron un fuerte en Quimiri, por octubre de 1742,
en cuya custodia quedó el capitán Fabricio Bertholi con 60 soldados, mientras el resto se
internaba al interior
El gobernador Benito de Troncoso comandando un grupo de
realistas se dirigió de Jauja hasta Quisopango, mientras que Pedro
Milla se dirigía desde Tarma hasta Nijandaris. Troncoso estableció
su cuartel general en Sonomoro, mientras Juan Santos iniciaba
una ofensiva sobre Eneno. El 17 de setiembre de 1742 las tropas
de Milla son cercadas sorpresivamente y liquidadas por los rebeldes a
inmediaciones del río la Sal, mientras que Troncoso que contó con el apoyo del curaca
3 Francisco Loayza A. “Juan Santos, el invencible”,1942
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“VIDA Y REBELIÓN DE JUAN SANTOS ATAHUALPA”
de Sonomoro derrotó el 9 de octubre de 1742 a las tropas del curaca
Santabangori en Quisopango. Ante la falta de información del ejército de Milla
y temeroso de que Juan Santos retorne de Eneno a Quisopango, Troncoso se
regresó a Sonomoro y luego retrocedió a Jauja.4
SEGUNDA CAMPAÑA 1743
Los rebeldes aprovechando la confianza de las huestes gubernamentales
ocuparon Quimiri, a lo que sigue la toma de Chanchamayo, autentico acicate para los
españoles que iniciaron una nueva expedición. En esta ocasión contamos con el
minucioso relato que de la misma hizo el secretario de Troncoso, magnifico documento
para seguir la progresión de la hueste represora. Al igual que había sucedido en la
entrada del año anterior, se dividió la expedición en dos columnas mandadas por el
corregidor general Alfonso Santa y Ortega y el Gobernador Troncoso. Las dos unidades
se partieron el día 15 de octubre de Tarma de Vitoc, manteniendo líneas de progresión
paralelas. El objetivo fue modificado a tenor de las noticias obtenidas, dirigiendo el
esfuerzo principal hacia Quimiri, donde, al parecer, se concentraban los revoltosos.
Antes de alcanzar el pueblo y ya en orden de combate hubo un primer encuentro, en el
cerro de Buena Vista, con lo que se pensó se trataba de las avanzadillas de los rebeldes.
La contienda saldada con algunos disparos de granaderia que pusieron en fuga al
enemigo sirve a Castro para resaltar la astucia de los hombres de Juan Santos, se había
conseguido agotar a los españoles que tuvieron que detenerse para recobrar el aliento
continuando el avance ase tomo sin resistencia el poblado de Quimiri, a donde ambas
columnas llegaron con unos minutos de diferencia. El día 30 se decidió establecer un
fuerte en el lugar y dejarlo al resguardo de una compañía al mando del capitán Fabricio
Bartoli. Abandonada la localidad por el grueso de la expedición, llegaron noticias
alarmantes de que Juan Santos había cercado a la guarnición española, condicionándola
a rendirse. Pese a las peticiones de auxilio que Bartoli envía a Santa, este nunca
socorrió el fuerte que fue abandonado, finalmente, por los soldados, que perecieron al
intentar romper el cerco.
Esta fue la derrota más importante sufrita por las tropas españolas durante toda la
contienda y puso fin a la campaña de 1743. Sin mayores logros, se
reconsidero la estrategia planteada llegándose a la conclusión de
que era menester adoptar, en los sucesivos, una actitud más
conservadora.5
4 Foros y Boletines “Runapacha” - 20045 Diario del Secretario de Troncoso
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“VIDA Y REBELIÓN DE JUAN SANTOS ATAHUALPA”
TERCERA CAMPAÑA 1746
En una campaña proselitista Juan Santos abandona Quimiri y se dirige a Monobamba,
dejando a sus tropas en el camino para a través de emboscadas, golpes de mano y un
mejor conocimiento del terreno, pudieran diezmar a los realistas. Las tropas realistas
enviadas por el virrey Manso de Velasco (veterano de la guerra de indios en Chile), al
mando de José de Llamas, cuyo objetivo era retomar Quimiri, se enfrentaron con los
rebeldes en el combate de Cerro la Sal, mientras que las tropas de Benito Troncoso se
enfrentaban a otro grupo rebelde en Nijandaris.
Debido al fracaso de las expediciones militares, el gobierno virreinal envió al franciscano
fray Otanza para negociar con el rebelde y al cual hasta se le dio permiso para
evangelizar, pero luego lo expulsaron por su proselitismo antirebelde. Entonces los
españoles deciden organizar una nueva campaña militar al mando del general José de
Llamas teniendo como base de operaciones Jauja y Tarma. En el verano de 1750 los
españoles logran recuperar Quimiri, mientras que el capitán realista Espinal ocupa la
región de Eneno. Ya por entonces Juan Santos se había replegado atacando a los
españoles en su eje de avanzada. Agobiados por las enfermedades, la falta de
abastecimientos y el hostigamiento de los naturales, los expedicionarios luego de sufrir
muchas bajas se regresaron a Jauja.
El rebelde ocupa Quisopango y ordena una ofensiva militar para capturar Sonomoro o
Pangor, que luego de capturarla la convierte en su cuartel general. En 1752 el caudillo
inicia una incursión sobre Andamarca, pero al enterarse de la cercanía de tropas
virreinales salidas de Jauja se replegó hasta Sonomoro.6
6 ARTURO DE LA TORRE LÓPEZ: GUERRA Y RELIGIÓN DE JUAN SANTOS
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“VIDA Y REBELIÓN DE JUAN SANTOS ATAHUALPA”
CUARTA CAMPAÑA 1752
Los territorios asháninka, yanesha y piro habían sido recobrados totalmente por la
acción del inca rebelde. No quedaban en pie ninguno de los 50 pueblos fundados por los
misioneros que aglutinaban más de diez mil habitantes. Ninguna misión franciscana o
jesuita, ni un solo establecimiento español habían resistido a la demoledora acción de las
tropas nativas rebeldes y, con el afán de dar una muestra de su poderío bélico decide
atacar la sierra. Él sabe que allí es donde la sangrienta opresión de sus hermanos es
más abominable y dantesca. Como es natural, la noticia al expandirse por toda la sierra,
encendió la esperanza de los nativos. Terminarían los suplicios de tantos hombres
sacrificados que dejaban la vida en las oquedades siniestras. El primer bastión español
que cae es Andamarca. Apresan a los dos sacerdotes que allí estaban de misioneros;
recogen abundantes víveres, se llevan las cabezas de ganado que encuentran y, luego
de tres días de estadía retornan nuevamente a la selva de donde habían venido. ¿Por
qué? Después de arrasar el pueblo de Andamarca, inexplicablemente se han detenido.
¿Por qué? La respuesta hasta ahora es un enigma. El camino a la sierra estaba abierto
de par en par; la resistencia en la selva central había sido vencida tras diez años de
lucha ininterrumpida sin que jamás el inca rebelde fuera derrotado. ¿Qué ocurrió
entonces? ¿Por qué no terminó de tomar la sierra? No lo sabemos. No podemos
comprenderlo. La invasión a esta zona habría significado la libertad los pobres mineros.
El caso final es que Juan Santos había cumplido su promesa. Antiguos territorios tribales
habían vuelto a manos de sus legítimos dueños, libres de españoles y negros. El
Virreinato peruano estaba estremecido. Habían visto de lo que eran capaces los indios.
El movimiento mesiánico y reivindicatorio había encontrado eco en todos los habitantes
de la sierra y la selva centrales.
Triunfante, quiso ajustar cuentas con algunos traidores simirinchis y
antis de Pangoa y Sonomoro que habían osado desobedecer su
autoridad; únicos lugares en los que no se recibió con beneplácito
el mensaje del inca mesiánico al comenzar su campaña, sin duda
influenciados por el Comisario de Misiones que residía en ese
lugar, Fray José Gil Muñoz, quien había infiltrado neófitos fieles
que, al detalle, informaban al fraile sobre lo que acontecía en el
cuartel rebelde. Una vez que Juan Santos descubriera a los traidores, lejos
de castigarlos como debía, los devolvió a sus reductos a fin de que el curaca Bartolomé
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“VIDA Y REBELIÓN DE JUAN SANTOS ATAHUALPA”
Quintimari, jefe de los allegados a los españoles, supiera que estaba enterado
de los planes realistas y le conminaba a que se arrepienta. El curaca, contra lo
que se esperaba, desoyó la invitación del inca y siguió fiel a los españoles. Es
más, en ese lugar cobijaron a los reaccionarios que quedaban en Jesús María
y Catilipango, en su mayor parte mujeres y niños. También se refugiaron en
este lugar los Chichirenes que habitaban Parva, quienes por razones
desconocidas no se plegaron a la revolución del inca. Lo mismo hicieron los
franciscanos que trabajaban en el Gran Pajonal con mucho temor de ser victimados,
pues en el camino no hallaron abastecimiento alguno, inequívoca señal de que ya en
aquellos lugares ya no se les quería. Pasados los años, como lo estamos viendo, se
apoderaron de animales y sembríos del lugar y mataron a los traidores que pudieron
encontrar, el resto se salvó internándose en la selva o huyendo a la sierra.
Después de sus enfrentamientos triunfales con las huestes españolas y la expulsión de
los padres misioneros, dejaba exterminadas las conversiones de Chanchamayo, Perené,
Paucartambo, Cerro de la Sal, Metraro, Eneñas, Huancabamba, Apurimac, Pangoa, Ene
Sonomoro y Alto Ucayali. En una nota aparecida poco después de la insurrección de
Juan Santos, los misioneros de Ocopa decían: “…los terrenos actualmente habitados por
los salvajes eran productivas haciendas de caña, cacao, café, coca, etc. Aquellos
silenciosos bosques, hoy en día habitados tan sólo por pequeñas tribus de salvajes, eran
centro de gran actividad y se había entablado confraternidad con los mismos infieles
quienes cambiaban los ricos productos de la montaña con víveres y objetos de nuestra
industria. Internaban carne salada, quesos, ají, aguardiente, herramientas, etc. y
regresaban con valiosas especies de la montaña, multiplicando de este modo sus
capitales. Hasta los chunchos, según Urrutia, llegaron a realizar viajes a Tarma para
vender o cambiar sus frutos, regresando muy confiados a sus reducciones surtidos de
cuanto necesitaban en el país. Pero ¿Quién hubiera dicho que tanta prosperidad debía
desaparecer en tan poco tiempo bajo las manos destructoras de estos mismos chunchos
tan sólo por instigación de un hombre ambicioso y cruel?. Este bello país que había sido
conquistado poco a poco a la virgen naturaleza, volvió nuevamente a quedar bajo su
dominio, después de haber gozado unos pocos años los beneficios de
la civilización. Desde aquella fecha se perdió a todos los pueblos
establecidos en las márgenes del Perené y las montañas de
Andamarca y Pangoa7
7 José A. Vallejo- LA REBELIÓN DE 1742
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“VIDA Y REBELIÓN DE JUAN SANTOS ATAHUALPA”
DESAPARICIÓN
Después de su triunfal ingreso en Andamarca en 1755, sucede un silencio en torno a la
figura del caudillo incaico. Envalentonados entonces los españoles, delegan la
responsabilidad de terminar con el caudillo, al brigadier español Pablo Sáenz, que entra
en Quimiri donde no encuentra sino escombros. La iglesia y los talleres han sido barridos
por el fuego y los indios no lo han reedificado. En agosto de 1756, Manso de Velazco
eleva un informe al Rey y le dice, entre otras cosas: “el sanguinario cacique no se ha
dejado sentir en mucho tiempo, ello, sin embargo, no ha influido para nada en la
vigilancia de los puestos de frontera. Ésta continúa con el mismo celo que hasta ahora
ha tenido. La tropa continúa en sus puestos de vigilancia. La noticia regada por los indios
conibos afirman que, Juan Santos Atahualpa Apu Inca, ha desparecido misteriosamente,
echando humo ante la mirada de estupefacción de todos los nativos”.
¿Qué había ocurrido con el invicto vengador al que jamás habían logrado derrotar?
¿Dónde estaba?
Los asháninkas, herederos del sacrificado esfuerzo del rebelde, mantienen todavía
vigente la misteriosa historia de su muerte a través del siguiente relato.
Después de sus encuentros con las guarniciones españolas y la expulsión definitiva de
los Padres Misioneros, todavía continuó con sus merodeos entre las quebradas de
Chanchamayo, Vítoc y Monobamba. Murió en el año de 1756, en una fiesta que
acostumbraban celebrar los nativos en la cosecha del maíz. Consistía en beber y
practicar simulacros de combate arrojándose las corontas; en el fragor del simulacro un
indio émulo de Santos Atahualpa que tomaba parte en la fiesta, para cerciorarse si era
realmente hijo de la divinidad, en lugar de una coronta, le asestó una
piedra lanzada con honda que le hirió gravemente, de cuyo
resultado murió. Antes de expirar hizo que llevaran a su presencia
al asesino quien fue muerto con sus propias manos.
La muerte física del adalid invicto de la selva no les importa gran
cosa a los indios. Saben que todos tenemos que morir tarde o
temprano. Aseguran que, en aprobación de este magnífico gesto
cristiano de luchar por los desamparados y explotados, Juan Santos Atahualpa fue
ungido con una especial bendición de Dios, ya que al morir –cumplida su valiente misión
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“VIDA Y REBELIÓN DE JUAN SANTOS ATAHUALPA”
en la selva- entre nubes y vapores brillantes, se elevó hacia los cielos en
medio de cánticos hermosos y extraños, con la promesa de que volvería. Los
frailes franciscanos, enemigos naturales del adalid –tal vez con el fin de
deshacer la mitología- afirman que, retirado a la profundidad de la selva,
muchos años después, lo vieron ya anciano, acompañado de su compañera
negra, llevando una vida de placidez y tranquilidad, feliz porque la lucha que
había iniciado se propagaba por todo el Perú.
En todo caso, los nativos no han olvidado la gesta del valiente inca; por esta razón,
reverentes, en Metraro le han erigido una capilla de 18 metros de largo por ocho de
ancho, sostenido por ocho columnas de madera en esqueleto; cubierta con techo de
humiro, en forma cruzada; en medio de la capilla, el túmulo donde descansó su cuerpo a
poco de morir, hecho de cinco tablas labradas de jacarandá, de 8 a 10 centímetros de
espesor y a una altura de un metro veinte centímetros, situado en medio del templo,
mirando hacia Oriente.
Desde entonces, sobre la cúspide del impotente nevado del Huaguruncho, apareció una
colosal cruz de oro macizo cuyos destellos se veían nítidamente en todos los confines de
Pasco. Una cara de la cruz recibía el saludo del sol naciente de las mañanas; la otra, los
postreros destellos de los atardeceres. Al hacerse realidad la añorada recuperación de
sus tierras, en reconocimiento de la bendición recibida del cielo para el triunfo final, el
imbatible caudillo guerrero, utilizando todo el oro recogido de ríos y minas de la selva,
hizo fundir una sólida cruz bruñida de oro macizo de enormes proporciones, que
mediante un magistral y agotador trabajo de ingeniería rudimentaria la fijaron en la
cúspide del Huaguruncho con un túnel vertical que comunicaba perpendicularmente la
base, con la cima del monte. Este trabajo realizado en tres largos años venía a significar
la confirmación de la fe en Cristo del caudillo Juan Santos Atahualpa.
Mucho más tarde, cuando mediante la invasión sangrienta y cruel, españoles y negros
volvieron a recuperar las posiciones de la selva, la cruz de Haguruncho desapareció
tragada por las nieves eternas en medio de lluvias torrenciales, truenos y relámpagos.
Los campas aseguran que el símbolo volverá a refulgir cuando retorne Juan Santos
Atahualpa y esta vez sí serán dueños definitivos de sus tierras
selváticas.
En todo caso, éste, es el primer paso que dimos en la lucha por la
libertad de la patria y la dignidad de la persona humana. Vendrán,
como veremos, otras epopeyas igualmente impresionantes que
tiñeron de sangre nuestra tierra8
8 Arturo de la Torre López: Guerra y Religión de Juan Santos
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“VIDA Y REBELIÓN DE JUAN SANTOS ATAHUALPA”
CONCLUSIÓN
En conclusión, a través de la monografía, se hecho evidente de la vida y rebelión del
prócer Juan Santos Atahualpa, quien pretendió restaurar el Tahuantinsuyo expulsando a
los españoles donde en 1742, lideró una gran rebelión contra la dominación española en
el Gran Pajonal (Selva Central). Sus seguidores fueron miles de nativos ashánincas,
shipibos, piros. Y shiriminques de Junín, Pasco y Ucayali. Así mismo realizando varias
campañas, la primera se trató, que Juan Santos Atahualpa establece su cuartel en el
gran pajonal; por otra parte en la segunda campaña los españoles fueron derrotados
poniendo fin a esta campaña; siguientemente en la tercera campaña el rebelde Donde
los virreyes Villa García y Superunda enviaron tropas, pero no pudieron derrotarlo.
Finadamente en la cuarta campaña entro en Andamarca, donde concluyo la contra
ofensiva del caudillo. Ante todo esto podemos decir: ¿Qué había ocurrido con el invicto
vengador al que jamás habían logrado derrotar? ¿Dónde estaba?.
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“VIDA Y REBELIÓN DE JUAN SANTOS ATAHUALPA”
ANEXOS
Rebelón de Juan santos Atahualpa
Proclamándose Apu Inca
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“VIDA Y REBELIÓN DE JUAN SANTOS ATAHUALPA”
BIBLIOGRAFÍA
RUNAPACHA. (2004). FOROS Y BOLETINES. LIMA: LA CANTUTA
ALBERTO FLORES GALINDO: BUSCANDO UN INCA, LIMA, HORIZONTE,
1988
JOSÉ A. VALLEJO, LA REBELIÓN DE 1742, JUAN SANTOS, 1954
ARTURO DE LA TORRE LÓPEZ: GUERRA Y RELIGIÓN DE JUAN SANTOS,
GRANADA 1992
DIARIO DEL SECRETARIO DE TRONCOSO, BIBLIOTECA NACIONAL DE
LIMA, SEQ. MANUSCRITOS, TO. NUM. 250, FOL
FRANCISCO LOAYZA A. “JUAN SANTOS, EL INVENCIBLE”,1942
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