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impreso en México
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PRESENTACIÓN
Quienes laboramos para el pueblo de Coahui-
la desde el Gobierno del Estado somos cons-
cientes de que, además de las estrategias
institucionales en materia de seguridad, salud, edu-
cación y obra pública que hemos implementado, algo
indispensable para generar riqueza e igualdad entre
los coahuilenses es el compromiso activo de todos los
miembros de nuestra sociedad. Los programas tienen
un impacto inmediato y cuantificable, pero es sólo la
voluntad y el trabajo de la gente lo que puede trans-
formar estos hechos de gobierno en beneficio comuni-
tario permanente.
Es por ello que ofrecemos a los ciudadanos este
proyecto editorial: Nuestra Gente, colección de sem-
blanzas biográficas de quienes desde la iniciativa pri-
vada, la academia, el servicio público, el activismo co-
munitario o la asistencia pública no gubernamental,
contribuyen día a día a hacer de Coahuila un estado
más seguro, más competitivo y, sobre todo, más justo.
Este libro da testimonio de la vida y la obra de
don Rodolfo Garza Cavazos, un ingeniero industrial con
hondas raíces en Saltillo, que fundó una compañía que
durante más de cuarenta años ha sido un referente de
gran calidad en la construcción de casas, escuelas, mu-
seos, industrias y hospitales. Su vida ha sido un ejemplo
permanente de trabajo, responsabilidad y disciplina.
6
NuESTRA GENTE
Aficionado a la música desde su niñez, el ingenie-
ro ha practicado el arte de la guitarra en los momentos
mejores de su existencia, y el deporte ha sido siempre
parte de su vida, desde el futbol americano hasta el
golf. Su obra de servicio a la comunidad está presente
en muchas instituciones saltillenses como la Cruz Roja
Mexicana, el Tecnológico de Monterrey, la Casa Hogar
de los Niños y la Casa del Sacerdote Jubilado.
A través de títulos como éste, la colección de li-
bros Nuestra Gente se propone un doble objetivo: por
una parte, ofrecer justo homenaje a quienes hoy
por hoy han sido pilares de nuestra ciudadanía, dando
a conocer al público coahuilense los detalles de su vida
y su obra. Por otra, nos interesa que el ejemplo de estos
hombres y mujeres se arraigue en los lectores y crista-
lice, a la larga, en nuevas generaciones de individuos
cuya voluntad y espíritu de servicio estén a la altura
del porvenir.
Gobierno de Coahuila
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INTRoduCCIÓN
Me recibió en su oficina de la constructora Garza
Cavazos, un espacio cómodo donde predomi-
na el color café y la amabilidad.
Me sorprendió su modestia y sinceridad —cualida-
des cada vez más escasas en nuestra sociedad contem-
poránea—; a lo largo de cinco sesiones de entrevistas
fui conociendo la vida de don Rodolfo, una vida de tra-
bajo, pero también de amor y convicciones.
Sabe que la vida ha sido bondadosa con él, pero
que ha respondido con pasión y responsabilidad; lle-
va consigo la satisfacción de las metas alcanzadas, la
fortaleza de los errores asumidos y el aliento de una
familia que lo ama.
De pronto sus ojos adquieren ese brillo que se da
al coincidir la inteligencia y el asombro, al hablar del
futuro de la ingeniería o al recordar un viaje realizado
en su juventud.
Este texto es el reflejo del devenir del tiempo, de
quien con esfuerzo y paciencia ha forjado su destino,
es el retrato de un hombre congruente con sus ideales
y que hoy recibe un justo homenaje en la colección
Nuestra Gente.
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Rodolfo GARzA CAvAzoS
Infancia
Hijo de don Rodolfo Garza Amaya y la señora María An-
gélica Cavazos Rodríguez, originarios de la ciudad de
Saltillo, Coahuila.
Su padre, en tiempos de la Revolución mexicana,
emigró a los Estados Unidos, estudió bachillerato en
San Antonio, Texas, y posteriormente cursó la carre-
ra de Ingeniero Electricista en la Universidad de Notre
Dame, en el estado de Indiana. Por los mismos motivos
de la Revolución, la familia de su madre se trasladó a
Los Ángeles, California, lugar en donde María Angélica
estudió para concertista de piano.
El destino comenzaba a tejer sus hilos. Años des-
pués regresarían a Saltillo para encontrarse y descubrir
el significado del amor.
Aun cuando sus apellidos nos remiten a Nuevo
León, las dos familias tenían su historia en Coahuila.
La familia materna vivía en las calles de Juárez y Bravo,
en el centro de la ciudad, mientras la familia paterna
vivía en la calle de Hidalgo, a un costado del Casino;
ambas familias apegadas a las costumbres y tradiciones
de esta capital.
Así se consolidó el matrimonio Garza Cavazos,
quienes tendrían tres hijos: María Angélica, Rodolfo
y Patricia.
El ingeniero Rodolfo Garza Cavazos nació el 19 de
diciembre de 1939 en la ciudad de Laredo, Texas, en el
hospital De La Merced, bajo el signo de sagitario, aven-
turero y temperamental.
Pasó los dos primeros años de su vida en una an-
tigua hacienda propiedad de su familia, Anhelo, situada
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NuESTRA GENTE
en el semidesierto, un paisaje de gris y luz para unos
ojos nuevos. Don Rodolfo, en una de las charlas, me re-
velaría que se asume como gente del desierto y le sigue
impresionando el horizonte.
En esta hacienda cercana a Paredón, Coahuila, su
padre sembraba hortaliza y comercializaba la cera de
candelilla, actividad que lo llevaría a vivir en la ciudad
de Nueva York para representar a una unión de expor-
tadores de cera de candelilla en un mundo envuelto por
las sombras de la gran guerra.
Ante esta obligación laboral su padre decidió que
lo acompañara su esposa, dejando los hijos al cuidado
de su abuela materna durante los siguientes tres años,
en la ciudad de Saltillo.
María Angélica y Rodolfo vivieron al lado de su
abuela momentos de juegos y soledad, en la vieja caso-
na de piedra gris y una huerta maravillosa para experi-
mentar el mundo.
Patricia, la hermana pequeña, fue enviada a un
hospital en Atlanta, Georgia, ya que sufrió desde los
ocho meses de edad parálisis infantil; en ese lugar pasó
los primeros cinco años de su vida, por esa razón cono-
ció a sus hermanos hasta la edad de seis años… y habla-
ba solamente inglés (Patricia, para tristeza de la familia
Garza Cavazos, falleció el 10 de diciembre de 2009).
De aquellos años de ausencia de sus padres, don
Rodolfo recuerda de su abuela la religiosidad, su entre-
ga a la causa franciscana, su ayuda en la construcción
de la actual iglesia de esta orden; y recuerda con alegría
las vacaciones: su abuela los llevaba en autobús a Tam-
pico, a meterse en el mar, a nadar hasta llenarse de cha-
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NuESTRA GENTE
popote; después, en la tarde, los limpiaba con gasolina
y volvían al día siguiente al mar.
La familia se reuniría años después, al término de
la Segunda Guerra Mundial, ya que en México inició una
etapa de veda para la explotación de la cera de candeli-
lla, dejando la misma sólo para los ejidos y eliminando
los pequeños propietarios o propietarios particulares.
Don Rodolfo recuerda a sus padres como un ma-
trimonio muy unido, él un hombre sin vicios, trabaja-
dor incansable, capaz de ir y venir todos los días a la
ciudad de Reynosa manejando una camioneta vieja.
Rodolfo a la edad de un año.
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Rodolfo GARzA CAvAzoS
Su madre, mujer de hogar al cuidado de su ma-
rido. Jamás se fue su esposo a trabajar sin desayunar,
aun si salía de casa a las cuatro de la mañana ella se
levantaba a cocinar.
Entre sus juegos de infancia, don Rodolfo conser-
vó la imagen de su padre, sentado, escuchando por la
radio de onda corta partidos de béisbol de las grandes
ligas y música de fox-trot de las bandas norteamerica-
nas de postguerra.
Años de Colegio
Al cumplir los seis años de edad, inició sus estudios pri-
marios en el Colegio Ignacio Zaragoza, ubicado en ese
entonces en las calles de Hidalgo y Simón Bolívar, hoy
asilo de ancianos. Don Rodolfo bromea: “regresaremos
a donde salimos”.
En aquellos años conoció amigos que lo acompa-
ñan hasta estos días, ya que continúan reuniéndose sin
falta cada viernes, como Marcos Genaro Recio, Abelardo
Aguilar, Ramón Mellado, Guadalupe Obregón y Marcelo
Valdés, entre otros.
En este período de educación primaria fueron sus
mentores las profesoras Petrita y Cruz, así como algunos
hermanos de escuelas cristianas, como el padre Sánchez.
El Zaragoza era un colegio de mucha religiosidad,
con misa cada primer viernes de mes. En esta institución
formó parte de la banda de guerra y llegó a ser sargento
primero; recuerda con orgullo los desfiles, la elegancia
del uniforme de gala, el kepí militar con una estrella y
una Z bordadas al frente.
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NuESTRA GENTE
Tiempo de estudios pero también de juegos y
deporte; ingresó al equipo de básquetbol del colegio,
donde aprendió el valor de los triunfos y las derrotas.
Permaneció en el equipo hasta la secundaria. En esa eta-
pa se enfrentó a los equipos de otras escuelas, como el
Ateneo Fuente, la Universidad Agraria Antonio Narro y
la Benemérita Escuela Normal.
A la par que transcurrían los días de colegio, fo-
mentaba la amistad con los hijos de los vecinos, for-
mando un divertido grupo de amigos entre los que se
encontraban los Verduzco, los Ayala, los González, Mar-
celo Valdés, Carlos Ortiz Tejeda y algunos más.
Con este grupo pasaba las tardes explorando la
que hoy conocemos como Quinta Restaumex, entonces
propiedad de la familia de Marcelo Valdés. Recuerda
las horas vividas corriendo entre los árboles, inventan-
do historias, cazando pájaros en compañía de Alde-
gundo Garza. Esas tardes y los paseos del grupo de
excursión del Zaragoza contribuyeron a fortalecer su
carácter de libertad e independencia.
Transitar entre el calor del hogar y el tiempo con
los amigos, los estudios, las tardes de lluvia explorando
la biblioteca —herencia de sus abuelos—, donde lo mis-
mo podía encontrar novelas o enciclopedias, así como
una gran cantidad de títulos en inglés ya que la familia
se desenvolvía en forma bilingüe. Este idioma don Ro-
dolfo lo estudiaría años más tarde.
En la etapa de la educación secundaria —que con-
tinuó en el Colegio Ignacio Zaragoza—, inició de manera
particular estudios de guitarra, instrumento que lo ha
acompañado muchas veladas durante su vida, ya que
19
Rodolfo GARzA CAvAzoS
para él la música siempre ha estado presente, desde las
interpretaciones al piano de sus padres, pasando por la
música de moda —boleros, mambo, los inicios del rock
and roll—, llegando a las más de 13,000 canciones que
en la actualidad tiene en su iPod.
Es en esta etapa en la que descubrió su futuro
cuando un maestro les habló de diversas profesiones:
“un ingeniero civil construye… puentes, edificios, pre-
sas, traza vías ferroviarias”. Quedaría grabado en la
mente de aquel adolescente. Misterio de las vocaciones.
Fue también en la época de la secundaria cuando
la familia enfrentó graves problemas financieros. Su
padre se dedicaba al próspero negocio del cultivo de
algodón, llamado en esos años el “oro blanco”. El algo-
dón lo cultivaba en Reynosa en asociación con Ramón
Cantú, originario de Cuatro Ciénegas. También lo sem-
braba en Paila y en Anhelo. Cuando se comenzó a pro-
cesar, del petróleo, la fibra sintética llamada terlenka,
el precio del algodón empezó a descender de forma
dramática, llevando a la quiebra a muchos inversionis-
tas; en el caso del padre de don Rodolfo la situación lo
llevó a perder gran parte de lo que tenía, incluso mu-
chas de las propiedades de su madre se tuvieron que
vender para pagar las deudas con los bancos.
Esto obligó a su padre a buscar nuevos horizontes
laborales. Emigró a la Ciudad de México, donde trabajó
para una empresa de pollos, propiedad de unos amigos;
después regresó a Saltillo donde fue gerente del Casino
y también del Club Campestre, vendió seguros, etcétera.
Años más tarde su padre enfermó. Al encontrarse éste
postrado en cama, don Rodolfo le preguntó: “¿Quieres
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NuESTRA GENTE
que rescate la hacienda El Anhelo?”, a lo cual su padre
asintió. Murió a los setenta y dos años.
Así, hablando con los ejidatarios, rescató la ha-
cienda mas no los pozos de agua, lo cual lo llevó a
perforar para poder, en la actualidad, sembrar papa.
Así, don Rodolfo regresó a ese lugar de su primera
infancia del cual llevaba el recuerdo del aroma que se
desprende del mezquite por las mañanas.
Otra anécdota que recuerda de los años de secun-
daria, ya contada en el libro dedicado al licenciado José
Fuentes García, de esta misma colección, es la siguiente:
cuando en clase de biología tuvieron que ir al panteón
a sacar algunos huesos del osario para estudiar el siste-
ma óseo; esto fue durante el tercer año. Rodolfo y José
fueron a la presidencia municipal para obtener permiso.
Ya con el cráneo en su poder, lo rellenaron con maíz
humedecido para que se desprendieran los huesos: una
lección escolar que finalmente se convirtió en una aven-
tura. Durante años don Rodolfo conservó los huesos en
una caja de madera y éstos terminaron en un pequeño
cuarto ubicado en la parte trasera de la huerta de su
casa en la calle de Juárez, para posteriormente perderse
en el olvido.
Don Rodolfo continuó sus estudios de preparato-
ria en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores
de Monterrey; gracias al apoyo de su abuela materna
pudo trasladarse a la vecina ciudad ya que aquí no exis-
tía aún el campus Saltillo. Llegó a la edad de 15 años
como alumno interno. Al dormitorio asignado para los
estudiantes más jóvenes lo llamaban la ratonera. El edi-
ficio albergaba a unos 70 u 80 muchachos, sin embargo
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Rodolfo GARzA CAvAzoS
tuvo que enfrentarse a la soledad ya que de Saltillo sólo
se fue a estudiar un amigo no muy cercano llamado Eu-
genio Eraña, hijo de un banquero que llegó a radicar
por algunos años a nuestra ciudad. En la ratonera don
Rodolfo aprendió a ser responsable y aprendió también
que por sí mismo tenía que enfrentar la vida y sobrevi-
vir a las adversidades.
Existían otros dos dormitorios para los alumnos
mayores, los estudiantes de licenciatura. La hora límite
de entrada a los dormitorios para los preparatorianos era
a las ocho de la noche y para los grandes a las diez. Estu-
dios serios, disciplinados. Ahí pasó a ser un número —el
3,424—, ya que no importaba el apellido o el abolengo.
Desde su ingreso decidió que continuaría sus es-
tudios de ingeniero civil, así que optó por el bachillerato
encaminado para tal fin. Una etapa de deporte y estudio,
con clases de siete a una y por la tarde talleres; aun con
esta carga académica decidió entrar al equipo de futbol
americano, en el que entrenaba por la tarde, en las horas
libres, portando con orgullo el número cincuenta.
Estudios profesionales
Reflexionando, don Rodolfo me comenta que el Tecno-
lógico fue la institución que lo formó, lo educó, le ense-
ñó a trabajar y a hacer dinero.
Ya en la etapa de sus estudios de Ingeniería Ci-
vil, una tarde, bajo el calor dominante de la ciudad
de Monterrey, pensó: “Estoy solo, mi padre no tie-
ne dinero, mi abuela no tiene herencia para repartir,
lo que tenga que hacer, tengo que hacerlo solo”. Esto
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NuESTRA GENTE
lo impulsó a estudiar con ahínco y a obtener las herra-
mientas necesarias para su vida futura.
El Instituto Tecnológico contaba en los años cin-
cuenta sólo con un grupo de cada carrera, pocos alum-
nos, de los cuales solamente una persona era del sexo
femenino, Ofelia Elizondo —hija de un catedrático de
historia—, mujer de avanzada. En la actualidad la matrí-
cula de mujeres es del 51 por ciento.
Esta etapa de su vida académica la caracteriza
como un tiempo de disciplina, seriedad y respeto hacia
los maestros, no era bromear, no era huelga, era una
educación laica pero muy formal, con materias en in-
glés, que aumentaba su complejidad.
Continuaba jugando futbol americano en la posi-
ción de linebacker, apoyador detrás de la línea de golpeo,
en la categoría juvenil. Jugaban contra los equipos de
bachilleres de Monterrey, y contra la Antonio Narro y el
Ateneo Fuente de Saltillo; sin embargo, debido a la carga
académica se vio obligado a dejar este deporte en tercer
año para concentrarse en sus estudios.
Durante su primer año de carrera tuvo que cumplir
con su servicio militar. Al ingresar, un oficial preguntó:
“¿Quién está estudiando carrera?” “Yo”, respondió el jo-
ven Rodolfo. “Bueno, pásele, ahora es subteniente”, le
dijo el oficial. Así cumplió con este deber ciudadano du-
rante un año, todos los domingos.
De su etapa como estudiante de Ingeniería Civil,
reconoce don Rodolfo a algunos de sus maestros, como
el doctor Ordóñez, quien acababa de regresar de Alema-
nia donde obtuvo su doctorado en cascarones, tema que
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Rodolfo GARzA CAvAzoS
desarrollaría el homenajeado al término de sus estudios
para su tesis profesional.
Recuerda también al señor Gómez Junco, un hom-
bre muy preparado; fue el momento en que el Tecnoló-
gico empezó a mandar a sus profesores a profesionali-
zarse, a que obtuvieran los grados de maestría y docto-
rado para después incorporarse nuevamente a las aulas.
Cada nueva materia era un asombro: descubrir
cómo se construía una presa o una carretera… en su
mayor parte la carga programática descansaba en la teo-
ría, excepto cuando utilizaban el laboratorio de concreto
o cumplían el servicio social de 30 días en una empresa.
El joven Rodolfo se enfrentó por primera vez al mundo
laboral de la ingeniería en la constructora Ala, propie-
dad de Humberto Castilla, la cual construía cascarones
de concreto para amplios espacios.
El grupo de alumnos estaba conformado por mu-
chachos de distintas partes del país y del extranjero;
el joven Rodolfo entabló buenas amistades pero al gra-
duarse cada uno de los muchachos regresó a su lugar de
origen y así perdieron contacto.
Pero el estar fuera de casa fortalece las relacio-
nes de los saltillenses que estudian en Monterrey. Los
últimos dos años de carrera Rodolfo abandonó el dor-
mitorio de la institución para compartir una casa con
amigos, ocho en total. Un espacio de libertad y com-
pañerismo, y tardes en Sanborn’s. Entre los amigos de
casa estaban: Rosendo Villarreal, José Robledo, Ernesto
Zertuche, Jesús Roberto González, Ricardo Villarreal,
Hugo Rumayor y Emilio Guajardo, quien fue dentista y
desafortunadamente murió ya.
26
NuESTRA GENTE
Los años de carrera don Rodolfo los pasó en-
tre Monterrey y Saltillo, cada fin de semana regresa-
ba para estar con la familia y para convivir con las
amistades. A través de José Abedrop conoció a los
fundadores de la rondalla de la Universidad Agraria
Antonio Narro, Carlos Mery y César Cantú; ensayó con
ellos la guitarra y cuando llevaba serenata era
con la rondalla de la Narro, intercambiando una
botella de Bacardí por un gallo de gorra, y subían al
camión de la universidad para ir a cantar y después
brindaban por aquello de no desafinar en las melo-
días románticas.
A fines de los años cincuenta e inicio de los se-
senta Saltillo era una fiesta: el clásico domingo de ir al
cine Palacio y buscar novia, pasear por la calle Victoria
y la Alameda para terminar en La Guacamaya, en la es-
quina del servicio Tena. También existía el café Tena,
propiedad de don Luis Tena, pero era más para parejas;
para los muchachos y las muchachas sin compromiso,
La Guacamaya era el lugar de reunión. Conserva con ca-
riño en su memoria los bailes del Casino.
En 1961 terminó su carrera. Se graduó con la tesis
“Teoría de membrana de cascarones paraboloide hiper-
bólica”, y el correspondiente examen profesional para
la obtención del titulo.
No habían pasado diez días de la conclusión de
sus estudios cuando ya don Rodolfo se encontraba tra-
bajando en la constructora denominada T.H., propiedad
del ingeniero Javier García Villarreal, ganando un suel-
do de 2,000 pesos mensuales. Después de seis meses de
trabajar en esta empresa recibió la visita de un amigo
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Rodolfo GARzA CAvAzoS
de Sinaloa quien lo convenció de continuar estudios de
postgrado en Europa.
En el extranjero
A través de la Embajada Italiana consiguieron ser acep-
tados en el Politécnico de Milán, el cual ofrecía un curso
llamado “Perfeccionamiento del concreto armado”, con
duración de seis meses.
Su abuela materna pagó el boleto de avión y así
partieron los amigos, Rodolfo Garza Cavazos y Ramón
Alberto Cortez, de Ciudad Obregón, Sonora, con los sue-
ños bajo el brazo a la edad de 22 años. Seleccionaron
esta institución porque su interés radicaba en profun-
dizar los estudios del concreto y concreto preprensado.
El Politécnico contaba con prestigiados maestros en su
planta académica. Cuál no sería su sorpresa al descubrir
que esta escuela era la encargada de diseñar dos grandes
presas para el Gobierno mexicano.
Seis meses vivieron en el internado del Politécnico
—un edificio antiguo de ladrillo, imponente—, dedica-
dos el estudio del idioma y la carga académica, no hubo
mucho tiempo para recorrer la ciudad pero el esfuerzo
se vio recompensado y el Politécnico de Milán, en junio
de 1962, otorgó al ingeniero Garza Cavazos su recono-
cimiento por el curso terminado.
Decidieron entonces ir a París, a la Escuela de Altos
Estudios de Ingeniería, se inscribieron y se enfrentaron a
la complejidad del idioma francés. Determinaron aban-
donar la escuela de ingeniería y estudiar el idioma en la
Alianza Francesa y un curso de Civilización Francesa en
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NuESTRA GENTE
la Universidad de la Sorbona. Estudiando en esta presti-
giada universidad, seis meses en un grupo conformado
por estudiantes de diversas partes del mundo, algunos
corazones nórdicos fueron rotos por los jóvenes inge-
nieros mexicanos.
De la Sorbona recuerda los antiguos salones en
forma de auditorios circulares en desniveles y los exce-
lentes catedráticos que impartían clase.
En París, rodeados de chicas suecas y alemanas,
descubrieron el respeto a la cultura mexicana en el ex-
tranjero, la pasión que despierta la cultura prehispánica
y la aceptación que tienen los mexicanos en Europa.
En esa ciudad, capital de la cultura, vivieron en
la Casa de México, donde se hospedaban alrededor de
cien estudiantes, un lugar cómodo y barato situado en
la llamada Ciudad Universitaria, que les permitió tam-
bién gozar la libertad.
En París vivieron varias experiencias interesantes;
formaron un grupo de guitarras cuatro amigos mexica-
nos, todos ingenieros civiles, un cuarteto que interpre-
taba música de nuestro país, de “La Bamba” a “Cielito
lindo”, sin faltar las más populares canciones rancheras;
tuvieron varios contratos, actuaron para la televisión
francesa en fin de año, cantaron también en el Casino
de París. Se presentaron en el casino Badem Badem, en
Alemania, y un grupo de muchachas y muchachos judíos
los contrató para que los acompañaran con su música
mientras ellos esquiaban. Así, se fue formando un grupo
completo, ya que se integraron parejas de baile. Un día,
un director de cine francés los contrató para que apare-
cieran en una película de tema mexicano. La escena en la
29
Rodolfo GARzA CAvAzoS
que participaron era la siguiente: Un día por la mañana
sale de un bar el director del filme cantando a la manera
de un charro mexicano, y el grupo de ingenieros tocando
sus guitarras detrás de él. Don Rodolfo nunca vio la pe-
lícula, pero se convirtió en un agradable recuerdo para él.
Al término del año 62 y de sus estudios decidió,
por influencia de su amigo, ir a Alemania. Ramón era ger-
manófilo y tenía ya antecedentes de la cultura y un vago
conocimiento del idioma, así que solicitaron una beca a
la Embajada de Alemania para aprender el alemán. Estu-
diaron en un pequeño pueblo llamado Lüneburg, a po-
cos kilómetros del puerto de Hamburgo. Un pueblo de
15,000 habitantes, donde se hospedaron con familias,
casas particulares que tenían convenio con el Gobierno
alemán para recibir a estudiantes de diversas partes del
mundo. Don Rodolfo tuvo en esta escuela compañeros
chinos, africanos, belgas, japoneses, etcétera.
Los estudios los realizaron en el Instituto Goethe.
Dedicaban ocho horas diarias a estudiar el idioma.
Tomó dos cursos de dos meses cada uno. Lüneburg es-
taba pegado a la cortina de Europa Oriental, ahí esta-
ban las torres de soldados. Muchos de los estudiantes
de nivel técnico eran la llamada generación sin padres,
huérfanos de guerra, y en diversos puntos se podía leer
“Alemania nunca dividida”.
Un pueblo pequeño pero con efervescencia indus-
trial, a las siete de la mañana ya tenía un movimiento
de locura a pesar de estar a 20 grados bajo cero. Un
día, en un bar donde tomaban cerveza y comían mila-
nesa con huevo estrellado, unos alemanes borrachos les
gritaron “italianer”, con desprecio ya que los italianos
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NuESTRA GENTE
eran los braceros de Alemania, su amigo contestó “mexi-
caner” y terminaron alegremente brindando con ellos.
Al terminar los cuatro meses dedicados al estu-
dio del alemán, deciden recorrer mundo. Don Rodolfo
vendió un carro en Saltillo y con ese dinero compró un
Volkswagen en Europa, un par de tiendas de campaña,
una pequeña parrilla, alguno que otro utensilio, un poco
de despensa y a viajar, pues a los 22 años el mundo es
pequeño y las ilusiones muchas.
Así emprendieron un viaje acompañados por la guía
Michelin, llegando a campamentos donde existían áreas
para instalar sus tiendas de campaña, regaderas públi-
cas, un pequeño supermercado… ahí dejaban el carro y
se iban a conocer la ciudad. Lo básico, museos, plazas,
catedrales, y demás. De Alemania subieron a Dinamarca,
de ahí a Suecia, a Noruega, bajaron a Holanda, a Luxem-
burgo, a Suiza, a Austria, a Yugoslavia, a Grecia… en Ate-
nas tomaron el ferry a Bari, de ahí fueron a San Marino, a
España, y nuevamente a París.
Un viaje inolvidable que les llevó algunos meses.
Ciudades modernas, joyas arquitectónicas, peque-
ños pueblos, puertos, montañas, ruinas, Europa en auto-
móvil, aventura y libertad, un viaje sin horarios, sin pre-
siones. Con lo poco que tenían era suficiente.
Finalmente llegaron a París. Ramón decidió regre-
sar a México para casarse y don Rodolfo se fue a Lon-
dres para perfeccionar el inglés. Pasó cinco meses en la
L.T.C. School of English, ubicada en la calle Oxford. Al
llegar al aeropuerto de Londres le pidió a un taxista que
lo llevara a una casa de asistencias, en ese lugar se en-
contró con tres mexicanos, dos chiquillos y un capitán
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Rodolfo GARzA CAvAzoS
de corbeta que los cuidaba. Buen precio y alguien con
quien hablar en español era lo que necesitaba para de-
cidirse a vivir ahí.
Una noche entró a un pequeño pub a tomar un
trago y escuchó una banda llamada The Beatles. Una
anécdota para contar años después a sus hijos.
Paseos en Londres en soledad, por sus callejo-
nes, plazas, puentes, acompañado de un cigarro y sus
reflexiones.
La estancia en el extranjero se había prolon-
gado por dos años, sus padres quizá no estaban de
acuerdo pero era su abuela quien le enviaba, a la direc-
ción que le señalara, una pequeña cantidad para sus
gastos. La comunicación con la familia durante este
tiempo fue casi nula ya que una carta tardaba meses y
el teléfono era carísimo.
Un día, sin embargo, recibió una carta de su pa-
dre, en la cual le exigía que regresara a México, que
dejara de andar de vago y regresara a trabajar, que la
situación económica no era buena y necesitaban de
su apoyo, así que don Rodolfo emprendió el cami-
no de regreso. Había pasado en Europa los años 1962
y 1963.
de regreso a México
Al llegar al aeropuerto de la Ciudad de México, lo recibie-
ron su papá y su mamá, lo subieron a un carro y le dijo
su padre: “Vamos a buscarte trabajo”, y lo llevó directo
del vuelo a una constructora propiedad de unos amigos,
compañeros de sus años de estudio en Notre Dame. Lo
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Rodolfo GARzA CAvAzoS
entrevistaron y le dijeron que no requerían un ingeniero
con tantos idiomas, que lo que necesitaban era un inge-
niero que hablara totonaca y que supiera lidiar con alba-
ñiles. Su padre lo llevó a otra compañía y pasó lo mismo,
lo que requerían era un ingeniero de obra. Regresó solo
a Saltillo ya que en ese momento sus padres radicaban
en la Ciudad de México. Buscó trabajo nuevamente en
la constructora T.H. la cual iniciaba la obra de Zincamex,
una obra enorme; lo contrataron pero esta vez con un
sueldo de 4,000 pesos al mes. Ahí permaneció dos años,
demasiado joven aún para una responsabilidad tan gran-
de. Su primer obra fue la planta de fuerza o planta de
luz, la cual resultó muy interesante y después la chime-
nea, que alcanza los cien metros de altura, siete metros
de diámetro en la parte inferior, dos y medio en la parte
superior y un tanque de agua a los 32 metros, de 210 me-
tros cúbicos; el agua sube y de ahí es distribuida a toda la
fábrica. Entre sus tareas don Rodolfo tenía que subir dia-
riamente por el interior de la chimenea, utilizando una
pequeña escalerilla, para checar el armado, el espesor del
muro y vaciar con un malacate ya que no tenían grúa, no
había bombas; subía como gato para confirmar que tenía
la chimenea sólo el centímetro permitido de error en su
verticalidad. Un enfrentamiento con la realidad laboral
de nuestro país.
Una obra muy grande y difícil, más de mil perso-
nas trabajando en su construcción. La constructora que
diseñó, vendió y supervisó este proyecto era de Bélgica,
se llamaba Sybetra; los estándares de calidad y super-
visión que tenía esta compañía eran muy altos, esto le
permitió a don Rodolfo aprender de ellos.
34
NuESTRA GENTE
El ingeniero Garza Cavazos trabajaba incansa-
blemente, pero una parte de él se había quedado en
Europa; durante un tiempo se escribía cartas con una
chica alemana, intentaba reunir dinero para regre-
sar, buscó un contrato con la compañía belga, ya que
tenían obras en distintas ciudades del mundo, pero
el empleo que le ofrecieron estaba en África, así que el
sueño de regresar a vivir en Europa cada día se fue di-
luyendo más.
Antes de la conclusión de la obra conoció al in-
geniero Jesús Álvarez Tostado, quien trabajaba para la
empresa Santalo y Compañía, empresa muy grande que
realizaba las termoeléctricas de la República mexicana,
plantas inmensas y de gran complejidad.
El ingeniero Álvarez lo invitó a trabajar en la cons-
trucción de una planta de cemento en Atotonilco, Hi-
dalgo; tomó el trabajo y se fue a vivir a Tula, ya que
ahí existía un hotel de la fábrica de cemento Tolteca,
propiedad de unos ingleses. Este trabajo le llevó nue-
ve meses; al término de la obra la misma compañía lo
envió a Toluca a realizar la construcción de una fábrica
de Celanese Mexicana, en este caso vivió en la Ciudad de
México, en una casa de asistencias y viajaba cada día a
Toluca. La obra se llevó siete meses de construcción.
En ese período sucedió un hecho trágico: la com-
pañía era propiedad de dos socios, uno de apellido
Santalo y el otro Luke; en la carretera México-Puebla
Luke sufrió un accidente y murió, y Santalo se fue a
operar a Chicago y murió también. Su viuda intentó
rescatar la compañía y logró mantenerla con grandes
dificultades por las dimensiones de la misma. En esta
36
NuESTRA GENTE
situación don Rodolfo recibió una invitación para tra-
bajar en un proyecto de construcción de miles de ca-
sas por todo el país, así que aceptó pero finalmente el
proyecto no cristalizó, a los seis meses de gestión sin
resultados y sin sueldo decidió abandonar este empleo
y regresar a Saltillo.
una vida laboral independiente
Ya de regreso en Saltillo, don Rodolfo se entrevistó con
dos compañeros con los cuales había trabajado en la
constructora T.H. y lo invitaron a trabajar con ellos en
sociedad, bajo el nombre de arquitectos Ramos-Maza-
tán, los cuales ya gozaban de prestigio en la ciudad y
tenían una gran cantidad de obras.
Esta asociación le permitió al ingeniero aprender a
construir casas. Su experiencia anterior había sido la de
obras muy grandes pero de las casas no tenía idea de mu-
chas cosas, era un campo totalmente nuevo. Esta asocia-
ción duró dos años y decidió separarse solamente por ra-
zones de personalidad, de empatía. Al terminar la cons-
trucción del Colegio Cumbres se independizó totalmente
y fundó su compañía, Garza Cavazos, en 1968.
A la par que su vida profesional se desarrollaba,
también su vida personal se iba definiendo. A su regre-
so a Saltillo descubrió que la vida continuaba igual, que
finalmente su ausencia no importaba para el desarrollo
de la vida de la ciudad o de sus amigos. Le quedaba
regresar a los paseos por la Alameda, el Casino, las no-
ches de guitarra. La mayoría de sus amigos empezaban
a casarse y a tener familia, y don Rodolfo adquirió fama
39
Rodolfo GARzA CAvAzoS
de solterón. Empezó entonces a juntarse con un gru-
po de amigos dos años menores que él, los de su gene-
ración ya estaban amarrados.
Fue por estos años que formó el Club Impala, en
compañía de Armando Castilla Sánchez, Homero Ro-
dríguez y José de Nigris, entre otros. Un club de ochen-
ta hombres que rentaban un espacio para reunirse
semanalmente y organizar eventos, como bailes y re-
vistas musicales. Un espacio alterno al Casino, con mu-
chachos de diversas partes, estudiantes y graduados.
Quien rompía una de las reglas del club era sometido a
juicio en alguna sesión, con un abogado defensor y un
acusador, y según el veredicto el acusado era corrido
del club o permanecía en él. Fue un club que duró va-
rios años y marcó una época de la ciudad.
la familia
El año 1968 fue de cambios en el mundo, las exigencias
de los jóvenes por la libertad y el respeto sacudieron de
San Francisco a París, de “La imaginación al poder”, con-
signa en un muro de la Ciudad Luz, a la matanza de es-
tudiantes en la Ciudad de México, la renuncia de Octavio
Paz a la Embajada Mexicana en La India, y Woodstock y
los otros grandes festivales de rock. Todo señalaba una
transformación.
El 68 fue para don Rodolfo también un año decisi-
vo. Hablaba telefónicamente con su hermana y su cuña-
do, que vivían en el Distrito Federal, sobre el movimien-
to estudiantil, los tanques de guerra avanzando por las
calles, situaciones que muchas veces no comprendían
40
NuESTRA GENTE
pero sabían que se cerraban unas puertas y se abrían
otras nuevas… En la vida personal de don Rodolfo su-
cedían hechos significativos para su futuro. Fue el año
de su matrimonio y de su independencia empresarial.
Un año antes, al caminar por las calles del centro
de Saltillo, don Rodolfo vio a una muchacha parada en
el quicio de una puerta, era mucho más joven que él,
pero de inmediato sintió que ella era la mujer que había
estado esperando. El brillo de sus ojos, su inocencia, esa
forma de sonreír cautivaron al joven que para algunos
era ya un solterón.
Al poco tiempo, un amigo le presentó a la mucha-
cha de su interés: María Guadalupe Villarreal Gómez,
una chica originaria de Saltillo, sencilla, educada y con
gran corazón.
Un año de noviazgo con sus ingredientes román-
ticos: serenatas, caminatas tomados de las manos, flo-
res, regalos…
Un día, después de asistir a misa en la iglesia de
Fátima, un Rodolfo nervioso le entregó a su novia el ani-
llo de compromiso. La boda se realizó en la capilla del
Santo Cristo y la celebración en el bar del hotel Camino
Real, una fiesta pequeña en comparación con las cele-
bradas por sus amigos, sólo 200 personas, familiares y
amigos cercanos. Don Rodolfo cubrió los gastos con lo
que había podido ahorrar de la asociación con los arqui-
tectos, ya que ni su familia ni la de su novia contaban en
ese momento con recursos para solventar la boda.
Al hablar de su esposa, Lupita, don Rodolfo se
pone aún nervioso. Se sabe hombre de pocas palabras
pero tiene la certeza, como Sabines, que su esposa sabe
43
Rodolfo GARzA CAvAzoS
que cuando le dice “Se hace tarde, sírveme un café…” en
realidad le está diciendo “Te amo”.
Lupita, como buena acuariana, es una mujer sen-
sible, de carácter tranquilo, punto de unión de la fa-
milia. Don Rodolfo señala que ha sido una excelente
esposa y una madre ejemplar, y le agradece el tiempo
que han estado juntos y la paciencia para aguantar su
carácter fuerte.
Tres hijos son el orgullo del matrimonio, tres
jóvenes alegres y responsables que a su vez han con-
tinuado agrandando la familia. Ellos son: Rodolfo
—quien se casó con Michel Valenzuela, y son padres
de tres pequeñas hermosas: Fernanda, Marian y Vale-
ria—; Rodrigo —quien se casó recientemente con Ma-
riana Martínez— y el menor de los hermanos, Roberto
—quien contrajo nupcias con Alicia Medina y son pa-
dres de la pequeña y tierna Alilú.
“La paternidad es mi vida”, dice don Rodolfo,
“todo lo que he hecho es por ellos, para que mis hi-
jos tengan bienestar y gocen lo que yo no tuve. Sé que
he sido un padre exigente que intentó educarlos de la
mejor manera, para que supieran cumplir, ser respon-
sables y trabajadores…” Continúa don Rodolfo: “Quizá
no fui muy expresivo o cariñoso pero los tres son mi
orgullo”. Y luego: “Ni mujer ni carrera les impuse a mis
hijos, ellos decidieron y yo los apoyé; mi hijo pequeño
quería estudiar música pero yo le exigí primero una ca-
rrera y después la música, esto pensando en su futuro”.
Los muchachos trabajan en la empresa familiar
pero cada uno tiene su negocio independiente.
44
NuESTRA GENTE
Los hijos fueron el detonante para que don Ro-
dolfo continuara con su preparación profesional ya que
como él dice: “¿Qué puedes aconsejar a tus hijos si no
te actualizas?”
Ahora, en su experiencia de abuelo, comenta que
no es muy sentimental y admira el cariño que su espo-
sa demuestra a las chiquitas, pero confía en tener más
adelante mayor cercanía con sus nietas.
Hablan los muchachos
“Si algo hemos visto con mi papá es su pasión por el
trabajo, ésa es una gran virtud que él tiene, una dedi-
cación completa; muy estricto en su forma de trabajar,
muy profesional, siempre está buscando crear concep-
tos únicos; la vida le ha enseñado que siempre existirá
competencia, hay que ser el mejor, tus productos deben
ser de calidad.”
***
“Admiro su voluntad de hacer las cosas, su disci-
plina, su tenacidad para lograr lo planeado, su vi-
sión emprendedora; otra gran virtud es que su ca-
lidad moral le ha permitido construir una imagen de
su persona de confianza, credibilidad y respeto. Es una
persona congruente entre lo que dice y sus acciones.”
rOdOlfO Garza Villarreal
Ingeniero Industrial
Maestría en Alta Dirección de Empresas
Secretario General de la Unión de
Organismos Empresariales
46
NuESTRA GENTE
“Para definir a mi papá diría que para él cuando es tra-
bajo es trabajo, y cuando es fiesta es fiesta, pero el no-
venta por ciento del tiempo es trabajo y cuando esta-
mos fuera de oficina el ochenta por ciento del tiempo
hablamos de la oficina.”
***
“Toda su vida ha sido de mucho trabajo y gracias a esa
dedicación ha logrado hacer lo que se ha propuesto,
también tiene el lado social que al igual que su trabajo
lo disfruta. Sus cualidades serían disciplina, disciplina
y disciplina.”
***
“Así como nos corre todos los días, nos contrata todos
los días… Es broma, tenemos una relación laboral de
respeto.”
rOdriGO Garza Villarreal
Ingeniero Industrial
con especialidad en Agroindustria
Maestría en Administración de Empresas
“Mi padre es una persona de carácter fuerte, un carácter
muy definido, siempre sabe lo que quiere, toma decisio-
nes impulsivas y la mayoría de las veces acaba tenien-
do razón, gracias a su instinto natural; es un hombre
de palabra, aunque es una persona de muchos amigos
siempre mantiene su distancia. Es un hombre de ética,
él presume que todo lo que ha hecho ha sido sin un
solo moche, eso le costó perder muchas obras. Jamás
ha dejado de ir a un vaciado de losa ya que es su res-
ponsabilidad, un médico si se equivoca puede matar a
49
Rodolfo GARzA CAvAzoS
una persona pero un ingeniero civil si se equivoca pue-de matar a muchas personas.”
rObertO Garza Villarreal
Ingeniero Industrial
Recuerdos de infancia
“Estaba como en segundo de secundaria, yo quería com-prar un perro, un mastín napolitano, mi papá me dijo, ‘si quieres el perro ven a trabajar al negocio’, y así lo hice; un verano me la pasé en un negocio por la calle de Abasolo, de pisos y azulejos, me tocó encargarme del área de limpieza, pulir exhibidores, etcétera. Finalmente compré mi perro, pero si hubiera trabajado en otro lado posiblemente me habría comprado tres perros…”
***“Cuando tenía que enseñarle las calificaciones del co-legio, mi padre se sentaba frente a mí, encendía un ci-garro y abría el sobre para ver mi desempeño escolar; muchos años fumó, después por problemas de salud tuvo que dejar el cigarro y tuvo la fortaleza de hacerlo; cuando ya estaba en ingeniería llegaba con las califi-caciones, mi padre se sentaba frente a mí, tomaba un puño de chicles morados, masticaba lentamente y abría el sobre de las calificaciones.”
rOdOlfO Garza Villarreal
“Cuando era niño, a la hora que me levantaba para ir a la escuela mi papá ya no estaba, salía temprano a traba-
jar, me educaba con el ejemplo.”
50
NuESTRA GENTE
***
“La personalidad de nosotros, sus tres hijos, define
también lo que es mi padre: nos gusta mucho la mú-
sica, hemos hecho deporte toda la vida, somos traba-
jadores, estamos conscientes de que debemos estar
activos, pensando en negocios nuevos, nos apoyamos
entre nosotros…”
rOdriGO Garza Villarreal
“Me acuerdo de chiquito, tendría seis o siete años, de
las fiestas de cumpleaños de mi padre; mi cuarto era el
más cercano a la reunión y siempre me quedaba des-
pierto escuchando las mismas canciones que cantaba
año tras año con los mismos amigos, ese lado bohe-
mio, ese lado romántico que también tiene.”
***
“Los sábados que no teníamos escuela, el día de descan-
so, nos llevaba a los tres o al rancho o a ver las papas,
recuerdo una foto donde las plantas de las papas son
más altas que yo; o a ir a ver las obras, nos enseñaba a
ver los planos, el proceso de la construcción; mi padre
continuaba trabajando y nosotros, niños, nos divertía-
mos y la pasábamos muy bien.”
***
“Crecimos en la casa de mi abuelo en Lomas de Lourdes,
ahí se fueron a vivir mis papás cuando se casaron; tardó
mucho en construir su casa porque primero quería con-
solidar su empresa; esa casa tiene un jardín donde mi
padre nos enseñó a jugar futbol.”
rObertO Garza Villarreal
51
Rodolfo GARzA CAvAzoS
Así, conversando con sus hijos, fui descubriendo algunas
partes que don Rodolfo no me había contado, como su
operación del corazón, o algunos problemas financieros;
claro, siendo como es, un guerrero de la vida, no iba a
mostrarle a un desconocido su fragilidad.
una vida de trabajo
En septiembre de 1968 don Rodolfo se independizó
y formó su compañía constructora, Garza Cavazos.
Inició contratando un arquitecto y su cuñada apoyaba
como secretaria; la oficina se ubicaba por la calle de
Juárez. El ingeniero gestionaba, presupuestaba, hacía
la supervisión; el arquitecto proyectaba, y don Rodolfo
se encargaba de vender la obra. Casas habitación, re-
sidencias de 350 metros cuadrados aproximadamente,
15 o 16 al año.
Durante muchos años construyó exclusivamente
casas, hasta que llegó el contrato de la primera planta
maquiladora, en 1974.
Inició con la confianza que depositaban en él sus
amistades o familiares para construir sus hogares, así
que lo cumplió bien, para no defraudar y sembrar las
bases de un negocio creíble y de calidad.
A lo largo de estos años ha realizado una gran can-
tidad de obras entre las que destacan, en obras industria-
les importantes: la Withaker, primera maquiladora de la
ciudad; después una planta de Cifunsa, Melcinsa, per-
teneciente también al Grupo Industrial Saltillo; Arcillas
de Saltillo, que era una fábrica de ladrillos propiedad de
los Gutiérrez; Paliser de México; GBM (Grupo Bioquímico
53
Rodolfo GARzA CAvAzoS
Mexicano); parte de la clínica hospital La Concepción.
Además continuó la construcción de residencias, desde
5,000 metros cuadrados la más grande, hasta 300 o 400
metros cuadrados; y durante 10 años construyó alrede-
dor de 200 casas anuales para INFONAVIT.
Destaca la construcción de Santa Anita —la cual co-
menzó como kSM, que era una asociación con un grupo
de alemanes para construir pistones, después fracasó la
asociación y la planta pasó a la fabricación de cerámi-
ca—, que fue una de las obras más grandes.
Don Rodolfo se desenvolvió en un medio en el cual
tenía que competir ya que en su mayoría eran trabajos
con base en concursos, esto le dejó la satisfacción no
sólo de obtener ganancias sino de construir inmuebles
que perduran y que están en buen estado, ya que jamás
tuvo alguna queja significativa.
Tener su constructora es uno de los logros más
grandes de su vida profesional; con la experiencia acu-
mulada don Rodolfo no temía enfrentar ningún reto,
aprendió a ser un hombre-equipo, involucrado en todos
los detalles que implicaba la construcción. Se siente or-
gulloso de un diseño de una casa prefabricada, realizado
para Comimsa, con la visión de una casa económica, de
rápida construcción, de concreto celular, aislante, des-
montable, que se construye en un día.
El futuro de la ingeniería se encuentra en Dubai,
asegura: “Me tocó la inauguración de la torre altísima en
diciembre pasado, una cultura de edificios muy sofisti-
cados; ahora es el turismo más que el petróleo la princi-
pal fuente de ingresos, basan sus ciudades en construc-
ciones futuristas que desafían la imaginación”. Conoció
54
NuESTRA GENTE
también la ciudad de Abudabí, capital de los Emiratos
Árabes, y lo impresionó el paisaje urbano. Me comenta
que el 75 por ciento de las grandes grúas de construcción
del mundo se encuentran en Dubai y que en ese lejano
lugar vio a Cementos Monterrey vaciando concreto; una
empresa mexicana de nivel mundial.
El currículo profesional de don Rodolfo Garza es
impresionante; él menciona sólo algunas obras que rea-
lizó pero su experiencia es vasta y diversa: casas, escue-
las, industrias, museos, hospitales.
Hablar del trabajo de don Rodolfo en la construc-
ción es hablar del desarrollo de calidad de Saltillo.
Don Rodolfo aconseja a los jóvenes ingenieros civi-
les: “Tiene que ser empelado en un inicio, de preferencia
en una constructora grande, para adquirir experiencia lo
mas rápido posible, si se puede salir de la ciudad o del
país buscando horizontes más amplios, hacerlo”.
Puestos desempeñados
A lo largo de su vida profesional y familiar, don Rodolfo
ha tenido diversos cargos tanto de carácter social como
de servicio a la comunidad, entre los que destacan:
• Presidente del Casino de Saltillo (fue su dirigente
más joven, a los 32 años)
• Presidente del Club Campestre
• Presidente de la Cámara Nacional de la Industria
de la Construcción, delegación Saltillo
• Presidente del Colegio de Ingenieros Civiles
• Vicepresidente de la Cámara de la Propiedad Urbana
57
Rodolfo GARzA CAvAzoS
• Coordinador de la Unión de Organismos Empresa-
riales, Coahuila Sureste
• Presidente de la Cámara de la Propiedad Inmobi-
liaria de Coahuila
• Vicepresidente de la Cruz Roja Mexicana (recuer-
da que en su período de gestión se instituyó, por
iniciativa de la esposa del licenciado Enrique Mar-
tínez, un servicio de consulta gratuita, proyecto
que sostuvo Jorge Torres cuando se desempeñó
como presidente, a pesar de ser un servicio cos-
toso para la institución ya que no sólo atendían
médicos titulados, sino que las medicinas eran
gratuitas, gracias a las donaciones. Le sorprendía
ver a 30 o 40 personas esperando consulta, en su
mayoría gente del campo. Este servicio permane-
ce en la actualidad)
• Consejero del Seminario mayor
• Consejero en la construcción de la Casa del Sacer-
dote Jubilado
• Consejero de la Casa Hogar de los Niños, situada
en La Aurora
• Vicepresidente del Patronato del Museo El Chapu-
lín (fundado desde el período del licenciado Eli-
seo Mendoza Berrueto, el presidente fue don
Javier López del Bosque, quien lo invitó como
vicepresidente. Para desarrollar mejor su co-
metido don Rodolfo visitó varios museos en
Estados Unidos para crear un concepto del
tipo de museo que querían, llegando a la conclu-
sión de un museo interactivo, no pasivo, de inte-
rés para los niños, que les mostrara la ciencia y la
tecnología de manera lúdica y divertida)
58
NuESTRA GENTE
• Miembro del Patronato de la Camerata de Coahuila
• Miembro del Patronato de Desarrollo Rural
(aquí apunta don Rodolfo que éste es un pro-
grama a nivel federal pero de iniciativa priva-
da, y recuerda el apoyo a los ejidos a través de
un grupo de ingenieros agrícolas, cada uno
atiende cinco ejidos y los asesora desde el pun-
to de vista técnico, de costos y de mercadotecnia,
y cita el ejemplo de los lecheros de Arteaga:
se compró un tanque frío de almacenamiento
de leche, se buscó el mercado, en una especie de
cooperativa, y se logró mejorar las condiciones a
través de una visión amplia. Era un trabajo difí-
cil que implicaba sacrificar tiempos libres y fines
de semana)
• Consejero del Banco Internacional, S.A.
• Consejero de Seguros Comercial América
• Recibió la Medalla de Honor de la CANACO por su
trayectoria como empresario
• Consejero del Instituto Tecnológico y de Estudios
Superiores de Monterrey, campus Saltillo (puesto
desempeñado por más de veinte años).
Don Rodolfo opina que la educación debe basarse en ab-
soluta responsabilidad y disciplina, respeto al profesor
y a la escuela, y que quien no se ajuste al nivel ni a las
reglas establecidas que busque otra institución.
Don Rodolfo está convencido que nuestra sociedad
no tiene vocación de servicio, opina que todo mundo de-
bería de participar en la medida de sus posibilidades en
actividades de beneficio a la comunidad, “es una realidad
60
NuESTRA GENTE
que unos tienen más que otros, si participamos podemos
superar los niveles de pobreza extrema”.
No cualquiera en lugar de jugar golf se va al desier-
to para apoyar a los campesinos, o con los niños huérfa-
nos, “tenemos en la actualidad un problema de egoísmo”.
Expresa: “Para un mejor futuro del país necesita-
mos apoyar a las pequeñas empresas ya que éstas re-
presentan el 80 por ciento de la participación econó-
mica y generan empleos”. Piensa que para superar los
problemas de la burocracia y el enfrentamiento ideoló-
gico partidista que ha deteriorado la economía del país,
“deben realizarse cambios radicales y rápidos, si no, no
se van a superar las dificultades”.
una vida de estudio
Para don Rodolfo Garza Cavazos la actualización ha
sido un motor en su vida profesional, está convencido
de que sólo por medio de la educación y la investiga-
ción podemos, como país, sobrevivir en el mundo con-
temporáneo: “¿Qué puedes aconsejar a tus hijos o en tu
empresa si no te actualizas, si no conoces o aplicas la
tecnología?”
Esta concepción de la vida como un camino de
aprendizaje lo impulsó a continuar su preparación
después de su carrera de ingeniero civil y sus estudios de
especialización en el extranjero, en particular sus estu-
dios de concreto armado en el Politécnico de Milán.
En 1980 se graduó de Master en Administración
de Empresas y Finanzas por la Universidad Autónoma de
63
Rodolfo GARzA CAvAzoS
Nuevo León, ya que formaron un grupo de 25 personas
en Saltillo y los catedráticos se desplazaban a esta ciu-
dad para impartir sus cursos.
En 1989 estudió el curso AD-2 por el Instituto Pa-
namericano de Alta Dirección de Empresas, con sede en
Monterrey, reputada institución con doctores de reco-
nocimiento internacional, conocida en el país como la
segunda instancia en impartir estudios de calidad; este
curso, dirigido a empresarios que hayan sido directores
de empresas por un mínimo de cinco años, le dio una
visión global de los escenarios económicos del país.
Cada año toma la actualización de este curso, para
mantenerse vigente. Contundente, agrega: “La profesión
debe generar dinero”.
Punto final
Don Rodolfo, con su energía, su carácter y su intuición,
diversificando su empresa, ha sabido salir delante de las
adversidades, superando las crisis económicas. Su vi-
sión del mercado y su actualización permanente le han
permitido consolidarse como un hombre y una empresa
con una ética de calidad y respeto.
La familia es el detonante de la vida de don Rodol-
fo, quien ha trabajado mucho pero también ha recibido
mucho amor. El trabajo ha sido para él una oración, que
no sólo le ha permitido vivir sino conocerse a si mismo.
Don Rodolfo Garza Cavazos —a quien le gusta el
golf porque la exigencia es con uno mismo, y le permite
disfrutar los paisajes y los amigos; y quien un tiempo
64
NuESTRA GENTE
anduvo en motocicleta de montaña, cuando Rosendo
Villarreal era director de Moto Islo y tenía un equipo
de corredores de motocross con el que cada fin de se-
mana salía a recorrer las montañas de Arteaga— es un
hombre de Saltillo y del mundo, un ejemplo de trabajo,
responsabilidad y disciplina, que supo dejar entrar a su
vida los sueños y la aventura, que sabe correr riesgos y
disfrutar los triunfos; es un hombre, en fin, con pasión
por la vida.
Mañana, cuando el sol aparezca nuevamente, en-
contrará a don Rodolfo con un nuevo proyecto entre
las manos.
Rodolfo Garza Cavazos, Nuestra Gentese terminó de imprimir en agosto de 2010.
El cuidado editorial estuvo a cargo de la Coordinación de Literatura del ICoCuLt, Las familias tipográficas usadas son Lucida Bright, Garamond y Arial.