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Investigación y semblanza por

Gerardo Carrera

RodolfoGarza Cavazos

NUESTRA GENTE

Todos los derechos reservados conforme a la ley.

© icoculT

© Diseño de portada y diagramación: Jazmín EsparzaFotografía de portada: Víctor Salazar

cuidado editorial:odila Fuentes/José Antonio Santos/Miguel Gaona

impreso en México

5

PRESENTACIÓN

Quienes laboramos para el pueblo de Coahui-

la desde el Gobierno del Estado somos cons-

cientes de que, además de las estrategias

institucionales en materia de seguridad, salud, edu-

cación y obra pública que hemos implementado, algo

indispensable para generar riqueza e igualdad entre

los coahuilenses es el compromiso activo de todos los

miembros de nuestra sociedad. Los programas tienen

un impacto inmediato y cuantificable, pero es sólo la

voluntad y el trabajo de la gente lo que puede trans-

formar estos hechos de gobierno en beneficio comuni-

tario permanente.

Es por ello que ofrecemos a los ciudadanos este

proyecto editorial: Nuestra Gente, colección de sem-

blanzas biográficas de quienes desde la iniciativa pri-

vada, la academia, el servicio público, el activismo co-

munitario o la asistencia pública no gubernamental,

contribuyen día a día a hacer de Coahuila un estado

más seguro, más competitivo y, sobre todo, más justo.

Este libro da testimonio de la vida y la obra de

don Rodolfo Garza Cavazos, un ingeniero industrial con

hondas raíces en Saltillo, que fundó una compañía que

durante más de cuarenta años ha sido un referente de

gran calidad en la construcción de casas, escuelas, mu-

seos, industrias y hospitales. Su vida ha sido un ejemplo

permanente de trabajo, responsabilidad y disciplina.

6

NuESTRA GENTE

Aficionado a la música desde su niñez, el ingenie-

ro ha practicado el arte de la guitarra en los momentos

mejores de su existencia, y el deporte ha sido siempre

parte de su vida, desde el futbol americano hasta el

golf. Su obra de servicio a la comunidad está presente

en muchas instituciones saltillenses como la Cruz Roja

Mexicana, el Tecnológico de Monterrey, la Casa Hogar

de los Niños y la Casa del Sacerdote Jubilado.

A través de títulos como éste, la colección de li-

bros Nuestra Gente se propone un doble objetivo: por

una parte, ofrecer justo homenaje a quienes hoy

por hoy han sido pilares de nuestra ciudadanía, dando

a conocer al público coahuilense los detalles de su vida

y su obra. Por otra, nos interesa que el ejemplo de estos

hombres y mujeres se arraigue en los lectores y crista-

lice, a la larga, en nuevas generaciones de individuos

cuya voluntad y espíritu de servicio estén a la altura

del porvenir.

Gobierno de Coahuila

…hablaba de aquellos años,

pero nunca mencionaba su

propia fragilidad…

Orhan Pamuk

9

INTRoduCCIÓN

Me recibió en su oficina de la constructora Garza

Cavazos, un espacio cómodo donde predomi-

na el color café y la amabilidad.

Me sorprendió su modestia y sinceridad —cualida-

des cada vez más escasas en nuestra sociedad contem-

poránea—; a lo largo de cinco sesiones de entrevistas

fui conociendo la vida de don Rodolfo, una vida de tra-

bajo, pero también de amor y convicciones.

Sabe que la vida ha sido bondadosa con él, pero

que ha respondido con pasión y responsabilidad; lle-

va consigo la satisfacción de las metas alcanzadas, la

fortaleza de los errores asumidos y el aliento de una

familia que lo ama.

De pronto sus ojos adquieren ese brillo que se da

al coincidir la inteligencia y el asombro, al hablar del

futuro de la ingeniería o al recordar un viaje realizado

en su juventud.

Este texto es el reflejo del devenir del tiempo, de

quien con esfuerzo y paciencia ha forjado su destino,

es el retrato de un hombre congruente con sus ideales

y que hoy recibe un justo homenaje en la colección

Nuestra Gente.

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NuESTRA GENTE

Rodolfo B. Garza Amaya y María Angélica Cavazos Rodríguez.

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Rodolfo GARzA CAvAzoS

Infancia

Hijo de don Rodolfo Garza Amaya y la señora María An-

gélica Cavazos Rodríguez, originarios de la ciudad de

Saltillo, Coahuila.

Su padre, en tiempos de la Revolución mexicana,

emigró a los Estados Unidos, estudió bachillerato en

San Antonio, Texas, y posteriormente cursó la carre-

ra de Ingeniero Electricista en la Universidad de Notre

Dame, en el estado de Indiana. Por los mismos motivos

de la Revolución, la familia de su madre se trasladó a

Los Ángeles, California, lugar en donde María Angélica

estudió para concertista de piano.

El destino comenzaba a tejer sus hilos. Años des-

pués regresarían a Saltillo para encontrarse y descubrir

el significado del amor.

Aun cuando sus apellidos nos remiten a Nuevo

León, las dos familias tenían su historia en Coahuila.

La familia materna vivía en las calles de Juárez y Bravo,

en el centro de la ciudad, mientras la familia paterna

vivía en la calle de Hidalgo, a un costado del Casino;

ambas familias apegadas a las costumbres y tradiciones

de esta capital.

Así se consolidó el matrimonio Garza Cavazos,

quienes tendrían tres hijos: María Angélica, Rodolfo

y Patricia.

El ingeniero Rodolfo Garza Cavazos nació el 19 de

diciembre de 1939 en la ciudad de Laredo, Texas, en el

hospital De La Merced, bajo el signo de sagitario, aven-

turero y temperamental.

Pasó los dos primeros años de su vida en una an-

tigua hacienda propiedad de su familia, Anhelo, situada

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NuESTRA GENTE

en el semidesierto, un paisaje de gris y luz para unos

ojos nuevos. Don Rodolfo, en una de las charlas, me re-

velaría que se asume como gente del desierto y le sigue

impresionando el horizonte.

En esta hacienda cercana a Paredón, Coahuila, su

padre sembraba hortaliza y comercializaba la cera de

candelilla, actividad que lo llevaría a vivir en la ciudad

de Nueva York para representar a una unión de expor-

tadores de cera de candelilla en un mundo envuelto por

las sombras de la gran guerra.

Ante esta obligación laboral su padre decidió que

lo acompañara su esposa, dejando los hijos al cuidado

de su abuela materna durante los siguientes tres años,

en la ciudad de Saltillo.

María Angélica y Rodolfo vivieron al lado de su

abuela momentos de juegos y soledad, en la vieja caso-

na de piedra gris y una huerta maravillosa para experi-

mentar el mundo.

Patricia, la hermana pequeña, fue enviada a un

hospital en Atlanta, Georgia, ya que sufrió desde los

ocho meses de edad parálisis infantil; en ese lugar pasó

los primeros cinco años de su vida, por esa razón cono-

ció a sus hermanos hasta la edad de seis años… y habla-

ba solamente inglés (Patricia, para tristeza de la familia

Garza Cavazos, falleció el 10 de diciembre de 2009).

De aquellos años de ausencia de sus padres, don

Rodolfo recuerda de su abuela la religiosidad, su entre-

ga a la causa franciscana, su ayuda en la construcción

de la actual iglesia de esta orden; y recuerda con alegría

las vacaciones: su abuela los llevaba en autobús a Tam-

pico, a meterse en el mar, a nadar hasta llenarse de cha-

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Rodolfo GARzA CAvAzoS

Doña María y el pequeño Rodolfo.

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NuESTRA GENTE

popote; después, en la tarde, los limpiaba con gasolina

y volvían al día siguiente al mar.

La familia se reuniría años después, al término de

la Segunda Guerra Mundial, ya que en México inició una

etapa de veda para la explotación de la cera de candeli-

lla, dejando la misma sólo para los ejidos y eliminando

los pequeños propietarios o propietarios particulares.

Don Rodolfo recuerda a sus padres como un ma-

trimonio muy unido, él un hombre sin vicios, trabaja-

dor incansable, capaz de ir y venir todos los días a la

ciudad de Reynosa manejando una camioneta vieja.

Rodolfo a la edad de un año.

15

Rodolfo GARzA CAvAzoS

Su madre, mujer de hogar al cuidado de su ma-

rido. Jamás se fue su esposo a trabajar sin desayunar,

aun si salía de casa a las cuatro de la mañana ella se

levantaba a cocinar.

Entre sus juegos de infancia, don Rodolfo conser-

vó la imagen de su padre, sentado, escuchando por la

radio de onda corta partidos de béisbol de las grandes

ligas y música de fox-trot de las bandas norteamerica-

nas de postguerra.

Años de Colegio

Al cumplir los seis años de edad, inició sus estudios pri-

marios en el Colegio Ignacio Zaragoza, ubicado en ese

entonces en las calles de Hidalgo y Simón Bolívar, hoy

asilo de ancianos. Don Rodolfo bromea: “regresaremos

a donde salimos”.

En aquellos años conoció amigos que lo acompa-

ñan hasta estos días, ya que continúan reuniéndose sin

falta cada viernes, como Marcos Genaro Recio, Abelardo

Aguilar, Ramón Mellado, Guadalupe Obregón y Marcelo

Valdés, entre otros.

En este período de educación primaria fueron sus

mentores las profesoras Petrita y Cruz, así como algunos

hermanos de escuelas cristianas, como el padre Sánchez.

El Zaragoza era un colegio de mucha religiosidad,

con misa cada primer viernes de mes. En esta institución

formó parte de la banda de guerra y llegó a ser sargento

primero; recuerda con orgullo los desfiles, la elegancia

del uniforme de gala, el kepí militar con una estrella y

una Z bordadas al frente.

16

NuESTRA GENTE

Tiempo de estudios pero también de juegos y

deporte; ingresó al equipo de básquetbol del colegio,

donde aprendió el valor de los triunfos y las derrotas.

Permaneció en el equipo hasta la secundaria. En esa eta-

pa se enfrentó a los equipos de otras escuelas, como el

Ateneo Fuente, la Universidad Agraria Antonio Narro y

la Benemérita Escuela Normal.

A la par que transcurrían los días de colegio, fo-

mentaba la amistad con los hijos de los vecinos, for-

mando un divertido grupo de amigos entre los que se

encontraban los Verduzco, los Ayala, los González, Mar-

celo Valdés, Carlos Ortiz Tejeda y algunos más.

Con este grupo pasaba las tardes explorando la

que hoy conocemos como Quinta Restaumex, entonces

propiedad de la familia de Marcelo Valdés. Recuerda

las horas vividas corriendo entre los árboles, inventan-

do historias, cazando pájaros en compañía de Alde-

gundo Garza. Esas tardes y los paseos del grupo de

excursión del Zaragoza contribuyeron a fortalecer su

carácter de libertad e independencia.

Transitar entre el calor del hogar y el tiempo con

los amigos, los estudios, las tardes de lluvia explorando

la biblioteca —herencia de sus abuelos—, donde lo mis-

mo podía encontrar novelas o enciclopedias, así como

una gran cantidad de títulos en inglés ya que la familia

se desenvolvía en forma bilingüe. Este idioma don Ro-

dolfo lo estudiaría años más tarde.

En la etapa de la educación secundaria —que con-

tinuó en el Colegio Ignacio Zaragoza—, inició de manera

particular estudios de guitarra, instrumento que lo ha

acompañado muchas veladas durante su vida, ya que

17

Rodolfo GARzA CAvAzoS

Colegio Zaragoza.

18

NuESTRA GENTE

Banda de guerra del Colegio Zaragoza.

19

Rodolfo GARzA CAvAzoS

para él la música siempre ha estado presente, desde las

interpretaciones al piano de sus padres, pasando por la

música de moda —boleros, mambo, los inicios del rock

and roll—, llegando a las más de 13,000 canciones que

en la actualidad tiene en su iPod.

Es en esta etapa en la que descubrió su futuro

cuando un maestro les habló de diversas profesiones:

“un ingeniero civil construye… puentes, edificios, pre-

sas, traza vías ferroviarias”. Quedaría grabado en la

mente de aquel adolescente. Misterio de las vocaciones.

Fue también en la época de la secundaria cuando

la familia enfrentó graves problemas financieros. Su

padre se dedicaba al próspero negocio del cultivo de

algodón, llamado en esos años el “oro blanco”. El algo-

dón lo cultivaba en Reynosa en asociación con Ramón

Cantú, originario de Cuatro Ciénegas. También lo sem-

braba en Paila y en Anhelo. Cuando se comenzó a pro-

cesar, del petróleo, la fibra sintética llamada terlenka,

el precio del algodón empezó a descender de forma

dramática, llevando a la quiebra a muchos inversionis-

tas; en el caso del padre de don Rodolfo la situación lo

llevó a perder gran parte de lo que tenía, incluso mu-

chas de las propiedades de su madre se tuvieron que

vender para pagar las deudas con los bancos.

Esto obligó a su padre a buscar nuevos horizontes

laborales. Emigró a la Ciudad de México, donde trabajó

para una empresa de pollos, propiedad de unos amigos;

después regresó a Saltillo donde fue gerente del Casino

y también del Club Campestre, vendió seguros, etcétera.

Años más tarde su padre enfermó. Al encontrarse éste

postrado en cama, don Rodolfo le preguntó: “¿Quieres

20

NuESTRA GENTE

que rescate la hacienda El Anhelo?”, a lo cual su padre

asintió. Murió a los setenta y dos años.

Así, hablando con los ejidatarios, rescató la ha-

cienda mas no los pozos de agua, lo cual lo llevó a

perforar para poder, en la actualidad, sembrar papa.

Así, don Rodolfo regresó a ese lugar de su primera

infancia del cual llevaba el recuerdo del aroma que se

desprende del mezquite por las mañanas.

Otra anécdota que recuerda de los años de secun-

daria, ya contada en el libro dedicado al licenciado José

Fuentes García, de esta misma colección, es la siguiente:

cuando en clase de biología tuvieron que ir al panteón

a sacar algunos huesos del osario para estudiar el siste-

ma óseo; esto fue durante el tercer año. Rodolfo y José

fueron a la presidencia municipal para obtener permiso.

Ya con el cráneo en su poder, lo rellenaron con maíz

humedecido para que se desprendieran los huesos: una

lección escolar que finalmente se convirtió en una aven-

tura. Durante años don Rodolfo conservó los huesos en

una caja de madera y éstos terminaron en un pequeño

cuarto ubicado en la parte trasera de la huerta de su

casa en la calle de Juárez, para posteriormente perderse

en el olvido.

Don Rodolfo continuó sus estudios de preparato-

ria en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores

de Monterrey; gracias al apoyo de su abuela materna

pudo trasladarse a la vecina ciudad ya que aquí no exis-

tía aún el campus Saltillo. Llegó a la edad de 15 años

como alumno interno. Al dormitorio asignado para los

estudiantes más jóvenes lo llamaban la ratonera. El edi-

ficio albergaba a unos 70 u 80 muchachos, sin embargo

21

Rodolfo GARzA CAvAzoS

Futbol americano.

22

NuESTRA GENTE

Servicio militar.

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Rodolfo GARzA CAvAzoS

tuvo que enfrentarse a la soledad ya que de Saltillo sólo

se fue a estudiar un amigo no muy cercano llamado Eu-

genio Eraña, hijo de un banquero que llegó a radicar

por algunos años a nuestra ciudad. En la ratonera don

Rodolfo aprendió a ser responsable y aprendió también

que por sí mismo tenía que enfrentar la vida y sobrevi-

vir a las adversidades.

Existían otros dos dormitorios para los alumnos

mayores, los estudiantes de licenciatura. La hora límite

de entrada a los dormitorios para los preparatorianos era

a las ocho de la noche y para los grandes a las diez. Estu-

dios serios, disciplinados. Ahí pasó a ser un número —el

3,424—, ya que no importaba el apellido o el abolengo.

Desde su ingreso decidió que continuaría sus es-

tudios de ingeniero civil, así que optó por el bachillerato

encaminado para tal fin. Una etapa de deporte y estudio,

con clases de siete a una y por la tarde talleres; aun con

esta carga académica decidió entrar al equipo de futbol

americano, en el que entrenaba por la tarde, en las horas

libres, portando con orgullo el número cincuenta.

Estudios profesionales

Reflexionando, don Rodolfo me comenta que el Tecno-

lógico fue la institución que lo formó, lo educó, le ense-

ñó a trabajar y a hacer dinero.

Ya en la etapa de sus estudios de Ingeniería Ci-

vil, una tarde, bajo el calor dominante de la ciudad

de Monterrey, pensó: “Estoy solo, mi padre no tie-

ne dinero, mi abuela no tiene herencia para repartir,

lo que tenga que hacer, tengo que hacerlo solo”. Esto

24

NuESTRA GENTE

lo impulsó a estudiar con ahínco y a obtener las herra-

mientas necesarias para su vida futura.

El Instituto Tecnológico contaba en los años cin-

cuenta sólo con un grupo de cada carrera, pocos alum-

nos, de los cuales solamente una persona era del sexo

femenino, Ofelia Elizondo —hija de un catedrático de

historia—, mujer de avanzada. En la actualidad la matrí-

cula de mujeres es del 51 por ciento.

Esta etapa de su vida académica la caracteriza

como un tiempo de disciplina, seriedad y respeto hacia

los maestros, no era bromear, no era huelga, era una

educación laica pero muy formal, con materias en in-

glés, que aumentaba su complejidad.

Continuaba jugando futbol americano en la posi-

ción de linebacker, apoyador detrás de la línea de golpeo,

en la categoría juvenil. Jugaban contra los equipos de

bachilleres de Monterrey, y contra la Antonio Narro y el

Ateneo Fuente de Saltillo; sin embargo, debido a la carga

académica se vio obligado a dejar este deporte en tercer

año para concentrarse en sus estudios.

Durante su primer año de carrera tuvo que cumplir

con su servicio militar. Al ingresar, un oficial preguntó:

“¿Quién está estudiando carrera?” “Yo”, respondió el jo-

ven Rodolfo. “Bueno, pásele, ahora es subteniente”, le

dijo el oficial. Así cumplió con este deber ciudadano du-

rante un año, todos los domingos.

De su etapa como estudiante de Ingeniería Civil,

reconoce don Rodolfo a algunos de sus maestros, como

el doctor Ordóñez, quien acababa de regresar de Alema-

nia donde obtuvo su doctorado en cascarones, tema que

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Rodolfo GARzA CAvAzoS

desarrollaría el homenajeado al término de sus estudios

para su tesis profesional.

Recuerda también al señor Gómez Junco, un hom-

bre muy preparado; fue el momento en que el Tecnoló-

gico empezó a mandar a sus profesores a profesionali-

zarse, a que obtuvieran los grados de maestría y docto-

rado para después incorporarse nuevamente a las aulas.

Cada nueva materia era un asombro: descubrir

cómo se construía una presa o una carretera… en su

mayor parte la carga programática descansaba en la teo-

ría, excepto cuando utilizaban el laboratorio de concreto

o cumplían el servicio social de 30 días en una empresa.

El joven Rodolfo se enfrentó por primera vez al mundo

laboral de la ingeniería en la constructora Ala, propie-

dad de Humberto Castilla, la cual construía cascarones

de concreto para amplios espacios.

El grupo de alumnos estaba conformado por mu-

chachos de distintas partes del país y del extranjero;

el joven Rodolfo entabló buenas amistades pero al gra-

duarse cada uno de los muchachos regresó a su lugar de

origen y así perdieron contacto.

Pero el estar fuera de casa fortalece las relacio-

nes de los saltillenses que estudian en Monterrey. Los

últimos dos años de carrera Rodolfo abandonó el dor-

mitorio de la institución para compartir una casa con

amigos, ocho en total. Un espacio de libertad y com-

pañerismo, y tardes en Sanborn’s. Entre los amigos de

casa estaban: Rosendo Villarreal, José Robledo, Ernesto

Zertuche, Jesús Roberto González, Ricardo Villarreal,

Hugo Rumayor y Emilio Guajardo, quien fue dentista y

desafortunadamente murió ya.

26

NuESTRA GENTE

Los años de carrera don Rodolfo los pasó en-

tre Monterrey y Saltillo, cada fin de semana regresa-

ba para estar con la familia y para convivir con las

amistades. A través de José Abedrop conoció a los

fundadores de la rondalla de la Universidad Agraria

Antonio Narro, Carlos Mery y César Cantú; ensayó con

ellos la guitarra y cuando llevaba serenata era

con la rondalla de la Narro, intercambiando una

botella de Bacardí por un gallo de gorra, y subían al

camión de la universidad para ir a cantar y después

brindaban por aquello de no desafinar en las melo-

días románticas.

A fines de los años cincuenta e inicio de los se-

senta Saltillo era una fiesta: el clásico domingo de ir al

cine Palacio y buscar novia, pasear por la calle Victoria

y la Alameda para terminar en La Guacamaya, en la es-

quina del servicio Tena. También existía el café Tena,

propiedad de don Luis Tena, pero era más para parejas;

para los muchachos y las muchachas sin compromiso,

La Guacamaya era el lugar de reunión. Conserva con ca-

riño en su memoria los bailes del Casino.

En 1961 terminó su carrera. Se graduó con la tesis

“Teoría de membrana de cascarones paraboloide hiper-

bólica”, y el correspondiente examen profesional para

la obtención del titulo.

No habían pasado diez días de la conclusión de

sus estudios cuando ya don Rodolfo se encontraba tra-

bajando en la constructora denominada T.H., propiedad

del ingeniero Javier García Villarreal, ganando un suel-

do de 2,000 pesos mensuales. Después de seis meses de

trabajar en esta empresa recibió la visita de un amigo

27

Rodolfo GARzA CAvAzoS

de Sinaloa quien lo convenció de continuar estudios de

postgrado en Europa.

En el extranjero

A través de la Embajada Italiana consiguieron ser acep-

tados en el Politécnico de Milán, el cual ofrecía un curso

llamado “Perfeccionamiento del concreto armado”, con

duración de seis meses.

Su abuela materna pagó el boleto de avión y así

partieron los amigos, Rodolfo Garza Cavazos y Ramón

Alberto Cortez, de Ciudad Obregón, Sonora, con los sue-

ños bajo el brazo a la edad de 22 años. Seleccionaron

esta institución porque su interés radicaba en profun-

dizar los estudios del concreto y concreto preprensado.

El Politécnico contaba con prestigiados maestros en su

planta académica. Cuál no sería su sorpresa al descubrir

que esta escuela era la encargada de diseñar dos grandes

presas para el Gobierno mexicano.

Seis meses vivieron en el internado del Politécnico

—un edificio antiguo de ladrillo, imponente—, dedica-

dos el estudio del idioma y la carga académica, no hubo

mucho tiempo para recorrer la ciudad pero el esfuerzo

se vio recompensado y el Politécnico de Milán, en junio

de 1962, otorgó al ingeniero Garza Cavazos su recono-

cimiento por el curso terminado.

Decidieron entonces ir a París, a la Escuela de Altos

Estudios de Ingeniería, se inscribieron y se enfrentaron a

la complejidad del idioma francés. Determinaron aban-

donar la escuela de ingeniería y estudiar el idioma en la

Alianza Francesa y un curso de Civilización Francesa en

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NuESTRA GENTE

la Universidad de la Sorbona. Estudiando en esta presti-

giada universidad, seis meses en un grupo conformado

por estudiantes de diversas partes del mundo, algunos

corazones nórdicos fueron rotos por los jóvenes inge-

nieros mexicanos.

De la Sorbona recuerda los antiguos salones en

forma de auditorios circulares en desniveles y los exce-

lentes catedráticos que impartían clase.

En París, rodeados de chicas suecas y alemanas,

descubrieron el respeto a la cultura mexicana en el ex-

tranjero, la pasión que despierta la cultura prehispánica

y la aceptación que tienen los mexicanos en Europa.

En esa ciudad, capital de la cultura, vivieron en

la Casa de México, donde se hospedaban alrededor de

cien estudiantes, un lugar cómodo y barato situado en

la llamada Ciudad Universitaria, que les permitió tam-

bién gozar la libertad.

En París vivieron varias experiencias interesantes;

formaron un grupo de guitarras cuatro amigos mexica-

nos, todos ingenieros civiles, un cuarteto que interpre-

taba música de nuestro país, de “La Bamba” a “Cielito

lindo”, sin faltar las más populares canciones rancheras;

tuvieron varios contratos, actuaron para la televisión

francesa en fin de año, cantaron también en el Casino

de París. Se presentaron en el casino Badem Badem, en

Alemania, y un grupo de muchachas y muchachos judíos

los contrató para que los acompañaran con su música

mientras ellos esquiaban. Así, se fue formando un grupo

completo, ya que se integraron parejas de baile. Un día,

un director de cine francés los contrató para que apare-

cieran en una película de tema mexicano. La escena en la

29

Rodolfo GARzA CAvAzoS

que participaron era la siguiente: Un día por la mañana

sale de un bar el director del filme cantando a la manera

de un charro mexicano, y el grupo de ingenieros tocando

sus guitarras detrás de él. Don Rodolfo nunca vio la pe-

lícula, pero se convirtió en un agradable recuerdo para él.

Al término del año 62 y de sus estudios decidió,

por influencia de su amigo, ir a Alemania. Ramón era ger-

manófilo y tenía ya antecedentes de la cultura y un vago

conocimiento del idioma, así que solicitaron una beca a

la Embajada de Alemania para aprender el alemán. Estu-

diaron en un pequeño pueblo llamado Lüneburg, a po-

cos kilómetros del puerto de Hamburgo. Un pueblo de

15,000 habitantes, donde se hospedaron con familias,

casas particulares que tenían convenio con el Gobierno

alemán para recibir a estudiantes de diversas partes del

mundo. Don Rodolfo tuvo en esta escuela compañeros

chinos, africanos, belgas, japoneses, etcétera.

Los estudios los realizaron en el Instituto Goethe.

Dedicaban ocho horas diarias a estudiar el idioma.

Tomó dos cursos de dos meses cada uno. Lüneburg es-

taba pegado a la cortina de Europa Oriental, ahí esta-

ban las torres de soldados. Muchos de los estudiantes

de nivel técnico eran la llamada generación sin padres,

huérfanos de guerra, y en diversos puntos se podía leer

“Alemania nunca dividida”.

Un pueblo pequeño pero con efervescencia indus-

trial, a las siete de la mañana ya tenía un movimiento

de locura a pesar de estar a 20 grados bajo cero. Un

día, en un bar donde tomaban cerveza y comían mila-

nesa con huevo estrellado, unos alemanes borrachos les

gritaron “italianer”, con desprecio ya que los italianos

30

NuESTRA GENTE

eran los braceros de Alemania, su amigo contestó “mexi-

caner” y terminaron alegremente brindando con ellos.

Al terminar los cuatro meses dedicados al estu-

dio del alemán, deciden recorrer mundo. Don Rodolfo

vendió un carro en Saltillo y con ese dinero compró un

Volkswagen en Europa, un par de tiendas de campaña,

una pequeña parrilla, alguno que otro utensilio, un poco

de despensa y a viajar, pues a los 22 años el mundo es

pequeño y las ilusiones muchas.

Así emprendieron un viaje acompañados por la guía

Michelin, llegando a campamentos donde existían áreas

para instalar sus tiendas de campaña, regaderas públi-

cas, un pequeño supermercado… ahí dejaban el carro y

se iban a conocer la ciudad. Lo básico, museos, plazas,

catedrales, y demás. De Alemania subieron a Dinamarca,

de ahí a Suecia, a Noruega, bajaron a Holanda, a Luxem-

burgo, a Suiza, a Austria, a Yugoslavia, a Grecia… en Ate-

nas tomaron el ferry a Bari, de ahí fueron a San Marino, a

España, y nuevamente a París.

Un viaje inolvidable que les llevó algunos meses.

Ciudades modernas, joyas arquitectónicas, peque-

ños pueblos, puertos, montañas, ruinas, Europa en auto-

móvil, aventura y libertad, un viaje sin horarios, sin pre-

siones. Con lo poco que tenían era suficiente.

Finalmente llegaron a París. Ramón decidió regre-

sar a México para casarse y don Rodolfo se fue a Lon-

dres para perfeccionar el inglés. Pasó cinco meses en la

L.T.C. School of English, ubicada en la calle Oxford. Al

llegar al aeropuerto de Londres le pidió a un taxista que

lo llevara a una casa de asistencias, en ese lugar se en-

contró con tres mexicanos, dos chiquillos y un capitán

31

Rodolfo GARzA CAvAzoS

de corbeta que los cuidaba. Buen precio y alguien con

quien hablar en español era lo que necesitaba para de-

cidirse a vivir ahí.

Una noche entró a un pequeño pub a tomar un

trago y escuchó una banda llamada The Beatles. Una

anécdota para contar años después a sus hijos.

Paseos en Londres en soledad, por sus callejo-

nes, plazas, puentes, acompañado de un cigarro y sus

reflexiones.

La estancia en el extranjero se había prolon-

gado por dos años, sus padres quizá no estaban de

acuerdo pero era su abuela quien le enviaba, a la direc-

ción que le señalara, una pequeña cantidad para sus

gastos. La comunicación con la familia durante este

tiempo fue casi nula ya que una carta tardaba meses y

el teléfono era carísimo.

Un día, sin embargo, recibió una carta de su pa-

dre, en la cual le exigía que regresara a México, que

dejara de andar de vago y regresara a trabajar, que la

situación económica no era buena y necesitaban de

su apoyo, así que don Rodolfo emprendió el cami-

no de regreso. Había pasado en Europa los años 1962

y 1963.

de regreso a México

Al llegar al aeropuerto de la Ciudad de México, lo recibie-

ron su papá y su mamá, lo subieron a un carro y le dijo

su padre: “Vamos a buscarte trabajo”, y lo llevó directo

del vuelo a una constructora propiedad de unos amigos,

compañeros de sus años de estudio en Notre Dame. Lo

32

NuESTRA GENTE

Construcción de la planta de luz de Zincamex.

33

Rodolfo GARzA CAvAzoS

entrevistaron y le dijeron que no requerían un ingeniero

con tantos idiomas, que lo que necesitaban era un inge-

niero que hablara totonaca y que supiera lidiar con alba-

ñiles. Su padre lo llevó a otra compañía y pasó lo mismo,

lo que requerían era un ingeniero de obra. Regresó solo

a Saltillo ya que en ese momento sus padres radicaban

en la Ciudad de México. Buscó trabajo nuevamente en

la constructora T.H. la cual iniciaba la obra de Zincamex,

una obra enorme; lo contrataron pero esta vez con un

sueldo de 4,000 pesos al mes. Ahí permaneció dos años,

demasiado joven aún para una responsabilidad tan gran-

de. Su primer obra fue la planta de fuerza o planta de

luz, la cual resultó muy interesante y después la chime-

nea, que alcanza los cien metros de altura, siete metros

de diámetro en la parte inferior, dos y medio en la parte

superior y un tanque de agua a los 32 metros, de 210 me-

tros cúbicos; el agua sube y de ahí es distribuida a toda la

fábrica. Entre sus tareas don Rodolfo tenía que subir dia-

riamente por el interior de la chimenea, utilizando una

pequeña escalerilla, para checar el armado, el espesor del

muro y vaciar con un malacate ya que no tenían grúa, no

había bombas; subía como gato para confirmar que tenía

la chimenea sólo el centímetro permitido de error en su

verticalidad. Un enfrentamiento con la realidad laboral

de nuestro país.

Una obra muy grande y difícil, más de mil perso-

nas trabajando en su construcción. La constructora que

diseñó, vendió y supervisó este proyecto era de Bélgica,

se llamaba Sybetra; los estándares de calidad y super-

visión que tenía esta compañía eran muy altos, esto le

permitió a don Rodolfo aprender de ellos.

34

NuESTRA GENTE

El ingeniero Garza Cavazos trabajaba incansa-

blemente, pero una parte de él se había quedado en

Europa; durante un tiempo se escribía cartas con una

chica alemana, intentaba reunir dinero para regre-

sar, buscó un contrato con la compañía belga, ya que

tenían obras en distintas ciudades del mundo, pero

el empleo que le ofrecieron estaba en África, así que el

sueño de regresar a vivir en Europa cada día se fue di-

luyendo más.

Antes de la conclusión de la obra conoció al in-

geniero Jesús Álvarez Tostado, quien trabajaba para la

empresa Santalo y Compañía, empresa muy grande que

realizaba las termoeléctricas de la República mexicana,

plantas inmensas y de gran complejidad.

El ingeniero Álvarez lo invitó a trabajar en la cons-

trucción de una planta de cemento en Atotonilco, Hi-

dalgo; tomó el trabajo y se fue a vivir a Tula, ya que

ahí existía un hotel de la fábrica de cemento Tolteca,

propiedad de unos ingleses. Este trabajo le llevó nue-

ve meses; al término de la obra la misma compañía lo

envió a Toluca a realizar la construcción de una fábrica

de Celanese Mexicana, en este caso vivió en la Ciudad de

México, en una casa de asistencias y viajaba cada día a

Toluca. La obra se llevó siete meses de construcción.

En ese período sucedió un hecho trágico: la com-

pañía era propiedad de dos socios, uno de apellido

Santalo y el otro Luke; en la carretera México-Puebla

Luke sufrió un accidente y murió, y Santalo se fue a

operar a Chicago y murió también. Su viuda intentó

rescatar la compañía y logró mantenerla con grandes

dificultades por las dimensiones de la misma. En esta

35

Rodolfo GARzA CAvAzoS

Un joven ingeniero (construcción de Zincamex).

36

NuESTRA GENTE

situación don Rodolfo recibió una invitación para tra-

bajar en un proyecto de construcción de miles de ca-

sas por todo el país, así que aceptó pero finalmente el

proyecto no cristalizó, a los seis meses de gestión sin

resultados y sin sueldo decidió abandonar este empleo

y regresar a Saltillo.

una vida laboral independiente

Ya de regreso en Saltillo, don Rodolfo se entrevistó con

dos compañeros con los cuales había trabajado en la

constructora T.H. y lo invitaron a trabajar con ellos en

sociedad, bajo el nombre de arquitectos Ramos-Maza-

tán, los cuales ya gozaban de prestigio en la ciudad y

tenían una gran cantidad de obras.

Esta asociación le permitió al ingeniero aprender a

construir casas. Su experiencia anterior había sido la de

obras muy grandes pero de las casas no tenía idea de mu-

chas cosas, era un campo totalmente nuevo. Esta asocia-

ción duró dos años y decidió separarse solamente por ra-

zones de personalidad, de empatía. Al terminar la cons-

trucción del Colegio Cumbres se independizó totalmente

y fundó su compañía, Garza Cavazos, en 1968.

A la par que su vida profesional se desarrollaba,

también su vida personal se iba definiendo. A su regre-

so a Saltillo descubrió que la vida continuaba igual, que

finalmente su ausencia no importaba para el desarrollo

de la vida de la ciudad o de sus amigos. Le quedaba

regresar a los paseos por la Alameda, el Casino, las no-

ches de guitarra. La mayoría de sus amigos empezaban

a casarse y a tener familia, y don Rodolfo adquirió fama

37

Rodolfo GARzA CAvAzoS

Club Impala.

38

NuESTRA GENTE

Rodolfo Garza Cavazos y María Guadalupe Villarreal de Garza.

39

Rodolfo GARzA CAvAzoS

de solterón. Empezó entonces a juntarse con un gru-

po de amigos dos años menores que él, los de su gene-

ración ya estaban amarrados.

Fue por estos años que formó el Club Impala, en

compañía de Armando Castilla Sánchez, Homero Ro-

dríguez y José de Nigris, entre otros. Un club de ochen-

ta hombres que rentaban un espacio para reunirse

semanalmente y organizar eventos, como bailes y re-

vistas musicales. Un espacio alterno al Casino, con mu-

chachos de diversas partes, estudiantes y graduados.

Quien rompía una de las reglas del club era sometido a

juicio en alguna sesión, con un abogado defensor y un

acusador, y según el veredicto el acusado era corrido

del club o permanecía en él. Fue un club que duró va-

rios años y marcó una época de la ciudad.

la familia

El año 1968 fue de cambios en el mundo, las exigencias

de los jóvenes por la libertad y el respeto sacudieron de

San Francisco a París, de “La imaginación al poder”, con-

signa en un muro de la Ciudad Luz, a la matanza de es-

tudiantes en la Ciudad de México, la renuncia de Octavio

Paz a la Embajada Mexicana en La India, y Woodstock y

los otros grandes festivales de rock. Todo señalaba una

transformación.

El 68 fue para don Rodolfo también un año decisi-

vo. Hablaba telefónicamente con su hermana y su cuña-

do, que vivían en el Distrito Federal, sobre el movimien-

to estudiantil, los tanques de guerra avanzando por las

calles, situaciones que muchas veces no comprendían

40

NuESTRA GENTE

pero sabían que se cerraban unas puertas y se abrían

otras nuevas… En la vida personal de don Rodolfo su-

cedían hechos significativos para su futuro. Fue el año

de su matrimonio y de su independencia empresarial.

Un año antes, al caminar por las calles del centro

de Saltillo, don Rodolfo vio a una muchacha parada en

el quicio de una puerta, era mucho más joven que él,

pero de inmediato sintió que ella era la mujer que había

estado esperando. El brillo de sus ojos, su inocencia, esa

forma de sonreír cautivaron al joven que para algunos

era ya un solterón.

Al poco tiempo, un amigo le presentó a la mucha-

cha de su interés: María Guadalupe Villarreal Gómez,

una chica originaria de Saltillo, sencilla, educada y con

gran corazón.

Un año de noviazgo con sus ingredientes román-

ticos: serenatas, caminatas tomados de las manos, flo-

res, regalos…

Un día, después de asistir a misa en la iglesia de

Fátima, un Rodolfo nervioso le entregó a su novia el ani-

llo de compromiso. La boda se realizó en la capilla del

Santo Cristo y la celebración en el bar del hotel Camino

Real, una fiesta pequeña en comparación con las cele-

bradas por sus amigos, sólo 200 personas, familiares y

amigos cercanos. Don Rodolfo cubrió los gastos con lo

que había podido ahorrar de la asociación con los arqui-

tectos, ya que ni su familia ni la de su novia contaban en

ese momento con recursos para solventar la boda.

Al hablar de su esposa, Lupita, don Rodolfo se

pone aún nervioso. Se sabe hombre de pocas palabras

pero tiene la certeza, como Sabines, que su esposa sabe

41

Rodolfo GARzA CAvAzoS

Rancho Cuauhtémoc.

42

NuESTRA GENTE

Don Rodolfo y sus hijos.

43

Rodolfo GARzA CAvAzoS

que cuando le dice “Se hace tarde, sírveme un café…” en

realidad le está diciendo “Te amo”.

Lupita, como buena acuariana, es una mujer sen-

sible, de carácter tranquilo, punto de unión de la fa-

milia. Don Rodolfo señala que ha sido una excelente

esposa y una madre ejemplar, y le agradece el tiempo

que han estado juntos y la paciencia para aguantar su

carácter fuerte.

Tres hijos son el orgullo del matrimonio, tres

jóvenes alegres y responsables que a su vez han con-

tinuado agrandando la familia. Ellos son: Rodolfo

—quien se casó con Michel Valenzuela, y son padres

de tres pequeñas hermosas: Fernanda, Marian y Vale-

ria—; Rodrigo —quien se casó recientemente con Ma-

riana Martínez— y el menor de los hermanos, Roberto

—quien contrajo nupcias con Alicia Medina y son pa-

dres de la pequeña y tierna Alilú.

“La paternidad es mi vida”, dice don Rodolfo,

“todo lo que he hecho es por ellos, para que mis hi-

jos tengan bienestar y gocen lo que yo no tuve. Sé que

he sido un padre exigente que intentó educarlos de la

mejor manera, para que supieran cumplir, ser respon-

sables y trabajadores…” Continúa don Rodolfo: “Quizá

no fui muy expresivo o cariñoso pero los tres son mi

orgullo”. Y luego: “Ni mujer ni carrera les impuse a mis

hijos, ellos decidieron y yo los apoyé; mi hijo pequeño

quería estudiar música pero yo le exigí primero una ca-

rrera y después la música, esto pensando en su futuro”.

Los muchachos trabajan en la empresa familiar

pero cada uno tiene su negocio independiente.

44

NuESTRA GENTE

Los hijos fueron el detonante para que don Ro-

dolfo continuara con su preparación profesional ya que

como él dice: “¿Qué puedes aconsejar a tus hijos si no

te actualizas?”

Ahora, en su experiencia de abuelo, comenta que

no es muy sentimental y admira el cariño que su espo-

sa demuestra a las chiquitas, pero confía en tener más

adelante mayor cercanía con sus nietas.

Hablan los muchachos

“Si algo hemos visto con mi papá es su pasión por el

trabajo, ésa es una gran virtud que él tiene, una dedi-

cación completa; muy estricto en su forma de trabajar,

muy profesional, siempre está buscando crear concep-

tos únicos; la vida le ha enseñado que siempre existirá

competencia, hay que ser el mejor, tus productos deben

ser de calidad.”

***

“Admiro su voluntad de hacer las cosas, su disci-

plina, su tenacidad para lograr lo planeado, su vi-

sión emprendedora; otra gran virtud es que su ca-

lidad moral le ha permitido construir una imagen de

su persona de confianza, credibilidad y respeto. Es una

persona congruente entre lo que dice y sus acciones.”

rOdOlfO Garza Villarreal

Ingeniero Industrial

Maestría en Alta Dirección de Empresas

Secretario General de la Unión de

Organismos Empresariales

45

Rodolfo GARzA CAvAzoS

Don Rodolfo con tres de sus nietas: Fernanda, Marian y Valeria.

46

NuESTRA GENTE

“Para definir a mi papá diría que para él cuando es tra-

bajo es trabajo, y cuando es fiesta es fiesta, pero el no-

venta por ciento del tiempo es trabajo y cuando esta-

mos fuera de oficina el ochenta por ciento del tiempo

hablamos de la oficina.”

***

“Toda su vida ha sido de mucho trabajo y gracias a esa

dedicación ha logrado hacer lo que se ha propuesto,

también tiene el lado social que al igual que su trabajo

lo disfruta. Sus cualidades serían disciplina, disciplina

y disciplina.”

***

“Así como nos corre todos los días, nos contrata todos

los días… Es broma, tenemos una relación laboral de

respeto.”

rOdriGO Garza Villarreal

Ingeniero Industrial

con especialidad en Agroindustria

Maestría en Administración de Empresas

“Mi padre es una persona de carácter fuerte, un carácter

muy definido, siempre sabe lo que quiere, toma decisio-

nes impulsivas y la mayoría de las veces acaba tenien-

do razón, gracias a su instinto natural; es un hombre

de palabra, aunque es una persona de muchos amigos

siempre mantiene su distancia. Es un hombre de ética,

él presume que todo lo que ha hecho ha sido sin un

solo moche, eso le costó perder muchas obras. Jamás

ha dejado de ir a un vaciado de losa ya que es su res-

ponsabilidad, un médico si se equivoca puede matar a

47

Rodolfo GARzA CAvAzoS

Don Rodolfo y la pequeña Alilú.

48

NuESTRA GENTE

La bohemia.

49

Rodolfo GARzA CAvAzoS

una persona pero un ingeniero civil si se equivoca pue-de matar a muchas personas.”

rObertO Garza Villarreal

Ingeniero Industrial

Recuerdos de infancia

“Estaba como en segundo de secundaria, yo quería com-prar un perro, un mastín napolitano, mi papá me dijo, ‘si quieres el perro ven a trabajar al negocio’, y así lo hice; un verano me la pasé en un negocio por la calle de Abasolo, de pisos y azulejos, me tocó encargarme del área de limpieza, pulir exhibidores, etcétera. Finalmente compré mi perro, pero si hubiera trabajado en otro lado posiblemente me habría comprado tres perros…”

***“Cuando tenía que enseñarle las calificaciones del co-legio, mi padre se sentaba frente a mí, encendía un ci-garro y abría el sobre para ver mi desempeño escolar; muchos años fumó, después por problemas de salud tuvo que dejar el cigarro y tuvo la fortaleza de hacerlo; cuando ya estaba en ingeniería llegaba con las califi-caciones, mi padre se sentaba frente a mí, tomaba un puño de chicles morados, masticaba lentamente y abría el sobre de las calificaciones.”

rOdOlfO Garza Villarreal

“Cuando era niño, a la hora que me levantaba para ir a la escuela mi papá ya no estaba, salía temprano a traba-

jar, me educaba con el ejemplo.”

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NuESTRA GENTE

***

“La personalidad de nosotros, sus tres hijos, define

también lo que es mi padre: nos gusta mucho la mú-

sica, hemos hecho deporte toda la vida, somos traba-

jadores, estamos conscientes de que debemos estar

activos, pensando en negocios nuevos, nos apoyamos

entre nosotros…”

rOdriGO Garza Villarreal

“Me acuerdo de chiquito, tendría seis o siete años, de

las fiestas de cumpleaños de mi padre; mi cuarto era el

más cercano a la reunión y siempre me quedaba des-

pierto escuchando las mismas canciones que cantaba

año tras año con los mismos amigos, ese lado bohe-

mio, ese lado romántico que también tiene.”

***

“Los sábados que no teníamos escuela, el día de descan-

so, nos llevaba a los tres o al rancho o a ver las papas,

recuerdo una foto donde las plantas de las papas son

más altas que yo; o a ir a ver las obras, nos enseñaba a

ver los planos, el proceso de la construcción; mi padre

continuaba trabajando y nosotros, niños, nos divertía-

mos y la pasábamos muy bien.”

***

“Crecimos en la casa de mi abuelo en Lomas de Lourdes,

ahí se fueron a vivir mis papás cuando se casaron; tardó

mucho en construir su casa porque primero quería con-

solidar su empresa; esa casa tiene un jardín donde mi

padre nos enseñó a jugar futbol.”

rObertO Garza Villarreal

51

Rodolfo GARzA CAvAzoS

Así, conversando con sus hijos, fui descubriendo algunas

partes que don Rodolfo no me había contado, como su

operación del corazón, o algunos problemas financieros;

claro, siendo como es, un guerrero de la vida, no iba a

mostrarle a un desconocido su fragilidad.

una vida de trabajo

En septiembre de 1968 don Rodolfo se independizó

y formó su compañía constructora, Garza Cavazos.

Inició contratando un arquitecto y su cuñada apoyaba

como secretaria; la oficina se ubicaba por la calle de

Juárez. El ingeniero gestionaba, presupuestaba, hacía

la supervisión; el arquitecto proyectaba, y don Rodolfo

se encargaba de vender la obra. Casas habitación, re-

sidencias de 350 metros cuadrados aproximadamente,

15 o 16 al año.

Durante muchos años construyó exclusivamente

casas, hasta que llegó el contrato de la primera planta

maquiladora, en 1974.

Inició con la confianza que depositaban en él sus

amistades o familiares para construir sus hogares, así

que lo cumplió bien, para no defraudar y sembrar las

bases de un negocio creíble y de calidad.

A lo largo de estos años ha realizado una gran can-

tidad de obras entre las que destacan, en obras industria-

les importantes: la Withaker, primera maquiladora de la

ciudad; después una planta de Cifunsa, Melcinsa, per-

teneciente también al Grupo Industrial Saltillo; Arcillas

de Saltillo, que era una fábrica de ladrillos propiedad de

los Gutiérrez; Paliser de México; GBM (Grupo Bioquímico

52

NuESTRA GENTE

Primera piedra de la construcción de la planta Whitaker.

53

Rodolfo GARzA CAvAzoS

Mexicano); parte de la clínica hospital La Concepción.

Además continuó la construcción de residencias, desde

5,000 metros cuadrados la más grande, hasta 300 o 400

metros cuadrados; y durante 10 años construyó alrede-

dor de 200 casas anuales para INFONAVIT.

Destaca la construcción de Santa Anita —la cual co-

menzó como kSM, que era una asociación con un grupo

de alemanes para construir pistones, después fracasó la

asociación y la planta pasó a la fabricación de cerámi-

ca—, que fue una de las obras más grandes.

Don Rodolfo se desenvolvió en un medio en el cual

tenía que competir ya que en su mayoría eran trabajos

con base en concursos, esto le dejó la satisfacción no

sólo de obtener ganancias sino de construir inmuebles

que perduran y que están en buen estado, ya que jamás

tuvo alguna queja significativa.

Tener su constructora es uno de los logros más

grandes de su vida profesional; con la experiencia acu-

mulada don Rodolfo no temía enfrentar ningún reto,

aprendió a ser un hombre-equipo, involucrado en todos

los detalles que implicaba la construcción. Se siente or-

gulloso de un diseño de una casa prefabricada, realizado

para Comimsa, con la visión de una casa económica, de

rápida construcción, de concreto celular, aislante, des-

montable, que se construye en un día.

El futuro de la ingeniería se encuentra en Dubai,

asegura: “Me tocó la inauguración de la torre altísima en

diciembre pasado, una cultura de edificios muy sofisti-

cados; ahora es el turismo más que el petróleo la princi-

pal fuente de ingresos, basan sus ciudades en construc-

ciones futuristas que desafían la imaginación”. Conoció

54

NuESTRA GENTE

también la ciudad de Abudabí, capital de los Emiratos

Árabes, y lo impresionó el paisaje urbano. Me comenta

que el 75 por ciento de las grandes grúas de construcción

del mundo se encuentran en Dubai y que en ese lejano

lugar vio a Cementos Monterrey vaciando concreto; una

empresa mexicana de nivel mundial.

El currículo profesional de don Rodolfo Garza es

impresionante; él menciona sólo algunas obras que rea-

lizó pero su experiencia es vasta y diversa: casas, escue-

las, industrias, museos, hospitales.

Hablar del trabajo de don Rodolfo en la construc-

ción es hablar del desarrollo de calidad de Saltillo.

Don Rodolfo aconseja a los jóvenes ingenieros civi-

les: “Tiene que ser empelado en un inicio, de preferencia

en una constructora grande, para adquirir experiencia lo

mas rápido posible, si se puede salir de la ciudad o del

país buscando horizontes más amplios, hacerlo”.

Puestos desempeñados

A lo largo de su vida profesional y familiar, don Rodolfo

ha tenido diversos cargos tanto de carácter social como

de servicio a la comunidad, entre los que destacan:

• Presidente del Casino de Saltillo (fue su dirigente

más joven, a los 32 años)

• Presidente del Club Campestre

• Presidente de la Cámara Nacional de la Industria

de la Construcción, delegación Saltillo

• Presidente del Colegio de Ingenieros Civiles

• Vicepresidente de la Cámara de la Propiedad Urbana

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Rodolfo GARzA CAvAzoS

Rodolfo Garza Cavazos y Miguel Alemán Velasco.

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NuESTRA GENTE

Grupo Bioquímico Mexicano.

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Rodolfo GARzA CAvAzoS

• Coordinador de la Unión de Organismos Empresa-

riales, Coahuila Sureste

• Presidente de la Cámara de la Propiedad Inmobi-

liaria de Coahuila

• Vicepresidente de la Cruz Roja Mexicana (recuer-

da que en su período de gestión se instituyó, por

iniciativa de la esposa del licenciado Enrique Mar-

tínez, un servicio de consulta gratuita, proyecto

que sostuvo Jorge Torres cuando se desempeñó

como presidente, a pesar de ser un servicio cos-

toso para la institución ya que no sólo atendían

médicos titulados, sino que las medicinas eran

gratuitas, gracias a las donaciones. Le sorprendía

ver a 30 o 40 personas esperando consulta, en su

mayoría gente del campo. Este servicio permane-

ce en la actualidad)

• Consejero del Seminario mayor

• Consejero en la construcción de la Casa del Sacer-

dote Jubilado

• Consejero de la Casa Hogar de los Niños, situada

en La Aurora

• Vicepresidente del Patronato del Museo El Chapu-

lín (fundado desde el período del licenciado Eli-

seo Mendoza Berrueto, el presidente fue don

Javier López del Bosque, quien lo invitó como

vicepresidente. Para desarrollar mejor su co-

metido don Rodolfo visitó varios museos en

Estados Unidos para crear un concepto del

tipo de museo que querían, llegando a la conclu-

sión de un museo interactivo, no pasivo, de inte-

rés para los niños, que les mostrara la ciencia y la

tecnología de manera lúdica y divertida)

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NuESTRA GENTE

• Miembro del Patronato de la Camerata de Coahuila

• Miembro del Patronato de Desarrollo Rural

(aquí apunta don Rodolfo que éste es un pro-

grama a nivel federal pero de iniciativa priva-

da, y recuerda el apoyo a los ejidos a través de

un grupo de ingenieros agrícolas, cada uno

atiende cinco ejidos y los asesora desde el pun-

to de vista técnico, de costos y de mercadotecnia,

y cita el ejemplo de los lecheros de Arteaga:

se compró un tanque frío de almacenamiento

de leche, se buscó el mercado, en una especie de

cooperativa, y se logró mejorar las condiciones a

través de una visión amplia. Era un trabajo difí-

cil que implicaba sacrificar tiempos libres y fines

de semana)

• Consejero del Banco Internacional, S.A.

• Consejero de Seguros Comercial América

• Recibió la Medalla de Honor de la CANACO por su

trayectoria como empresario

• Consejero del Instituto Tecnológico y de Estudios

Superiores de Monterrey, campus Saltillo (puesto

desempeñado por más de veinte años).

Don Rodolfo opina que la educación debe basarse en ab-

soluta responsabilidad y disciplina, respeto al profesor

y a la escuela, y que quien no se ajuste al nivel ni a las

reglas establecidas que busque otra institución.

Don Rodolfo está convencido que nuestra sociedad

no tiene vocación de servicio, opina que todo mundo de-

bería de participar en la medida de sus posibilidades en

actividades de beneficio a la comunidad, “es una realidad

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Rodolfo GARzA CAvAzoS

IteSM. Centro de Competitividad.

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NuESTRA GENTE

que unos tienen más que otros, si participamos podemos

superar los niveles de pobreza extrema”.

No cualquiera en lugar de jugar golf se va al desier-

to para apoyar a los campesinos, o con los niños huérfa-

nos, “tenemos en la actualidad un problema de egoísmo”.

Expresa: “Para un mejor futuro del país necesita-

mos apoyar a las pequeñas empresas ya que éstas re-

presentan el 80 por ciento de la participación econó-

mica y generan empleos”. Piensa que para superar los

problemas de la burocracia y el enfrentamiento ideoló-

gico partidista que ha deteriorado la economía del país,

“deben realizarse cambios radicales y rápidos, si no, no

se van a superar las dificultades”.

una vida de estudio

Para don Rodolfo Garza Cavazos la actualización ha

sido un motor en su vida profesional, está convencido

de que sólo por medio de la educación y la investiga-

ción podemos, como país, sobrevivir en el mundo con-

temporáneo: “¿Qué puedes aconsejar a tus hijos o en tu

empresa si no te actualizas, si no conoces o aplicas la

tecnología?”

Esta concepción de la vida como un camino de

aprendizaje lo impulsó a continuar su preparación

después de su carrera de ingeniero civil y sus estudios de

especialización en el extranjero, en particular sus estu-

dios de concreto armado en el Politécnico de Milán.

En 1980 se graduó de Master en Administración

de Empresas y Finanzas por la Universidad Autónoma de

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Rodolfo GARzA CAvAzoS

Patronato de la construcción del Museo el Chapulín.

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NuESTRA GENTE

entrega de reconocimiento por parte del Club Campestre.

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Rodolfo GARzA CAvAzoS

Nuevo León, ya que formaron un grupo de 25 personas

en Saltillo y los catedráticos se desplazaban a esta ciu-

dad para impartir sus cursos.

En 1989 estudió el curso AD-2 por el Instituto Pa-

namericano de Alta Dirección de Empresas, con sede en

Monterrey, reputada institución con doctores de reco-

nocimiento internacional, conocida en el país como la

segunda instancia en impartir estudios de calidad; este

curso, dirigido a empresarios que hayan sido directores

de empresas por un mínimo de cinco años, le dio una

visión global de los escenarios económicos del país.

Cada año toma la actualización de este curso, para

mantenerse vigente. Contundente, agrega: “La profesión

debe generar dinero”.

Punto final

Don Rodolfo, con su energía, su carácter y su intuición,

diversificando su empresa, ha sabido salir delante de las

adversidades, superando las crisis económicas. Su vi-

sión del mercado y su actualización permanente le han

permitido consolidarse como un hombre y una empresa

con una ética de calidad y respeto.

La familia es el detonante de la vida de don Rodol-

fo, quien ha trabajado mucho pero también ha recibido

mucho amor. El trabajo ha sido para él una oración, que

no sólo le ha permitido vivir sino conocerse a si mismo.

Don Rodolfo Garza Cavazos —a quien le gusta el

golf porque la exigencia es con uno mismo, y le permite

disfrutar los paisajes y los amigos; y quien un tiempo

64

NuESTRA GENTE

anduvo en motocicleta de montaña, cuando Rosendo

Villarreal era director de Moto Islo y tenía un equipo

de corredores de motocross con el que cada fin de se-

mana salía a recorrer las montañas de Arteaga— es un

hombre de Saltillo y del mundo, un ejemplo de trabajo,

responsabilidad y disciplina, que supo dejar entrar a su

vida los sueños y la aventura, que sabe correr riesgos y

disfrutar los triunfos; es un hombre, en fin, con pasión

por la vida.

Mañana, cuando el sol aparezca nuevamente, en-

contrará a don Rodolfo con un nuevo proyecto entre

las manos.

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Rodolfo GARzA CAvAzoS

Don Rodolfo y su esposa.

Rodolfo Garza Cavazos, Nuestra Gentese terminó de imprimir en agosto de 2010.

El cuidado editorial estuvo a cargo de la Coordinación de Literatura del ICoCuLt, Las familias tipográficas usadas son Lucida Bright, Garamond y Arial.