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E Jean-Claude Romand. En el casode este francés, que se hizo pasar pormédico de la Organización Mundial dela Salud durante años, la mentira acaboen tragedia. Vivió una doble vidadurante años y, cuando estaban apunto de desenmascararle, mató a sufamilia en 1993. Inspiró a EmmanuelleCarrère para escribir El adversario.

E Frank Abagnale. Suplantó variaspersonalidades (médico, abogado ypiloto) en los años sesenta y cobró

cheques falsos. Su vida fue contada porSpielberg en Atrápame si puedes.

E Stephen Glass y TommassoDebenedetti. Estos periodistas no seinventaron sus vidas, sino las de losdemás. Escribieron con una sola fuente:su imaginación. Debenedetti publicóentrevistas a Philip Roth, Gore Vidal,Toni Morrison... todas falsas. Glass fuedescubierto en 1998 tras publicar unreportaje con un supuesto hacker de 15años que resultó ser una invención.

Psicópatas, tramposos y timadores

Por CRISTINA GALINDO

S e crió en un pequeño pueblo deCamboya, a orillas del río Me-kong, con un hombre mayor alque llamaba abuelo y que la mal-

trataba. Fue vendida a los 13 años y, traspasar por un matrimonio forzoso, acabóen el mundo de la prostitución contra suvoluntad. Este terrorífico pasado ayudó aSomaly Mam, premio Príncipe de Asturiasde Cooperación en 1998, a convertirse enuno de los más populares símbolos de lalucha contra la esclavitud sexual y a recau-dar millones de dólares para su causa. Pe-ro la supuesta pesadilla que fue su infan-cia ha quedado ahora en entredicho. Laactivista dimitió a finales de mayo des-pués de que una investigación indepen-diente, encargada por su fundación trasgraves acusaciones periodísticas, hallarafalsedades en su biografía.

Muchos de los detalles narrados porMam —y por algunas de las muchachasque asegura haber salvado— no encaja-ban. Como tampoco cuadraban los deta-lles de las vidas fabuladas de otros perso-najes que, bien por dinero o por reconoci-miento público, consiguieron engañar du-rante años a expertos, familiares, amigos yopinión pública. Las contradicciones deja-ron al desnudo a Enric Marco,que durante tres décadas fingióser preso del campo de concen-tración nazi de Flossenbürg; Ali-cia Esteve Head, que se hizo pa-sar por víctima del 11-S sin ha-ber siquiera estado ese día enNueva York y llegó a presidiruna asociación de víctimas, yRigoberta Menchú, la líder indí-gena guatemalteca que trufó subiografía con alguna que otramentira piadosa. “Hay dos ti-pos de mentirosos”, explica elprofesor de Psicología de la Uni-versidad de Murcia, José MaríaMartínez Selva, autor de varioslibros sobre el engaño. “El pri-mer tipo es el de los mentirososcrónicos, que tienen muchas di-ficultades para controlar su con-ducta y están más cerca de lapsicopatología. El segundo co-rresponde a personas que utili-zan la mentira como un instru-mento para conseguir fama ydinero”, dice. En este últimogrupo están Mam y Marco.

El problema es que, cuantomás tiempo pasa, más detallesdan y más inconsistente se vuel-ven sus historias. Somaly Mamabrió, sin saberlo, la primerabrecha en su biografía en abrilde 2012. Ante un panel de exper-tos de Naciones Unidas afirmóque el Ejército camboyano ha-bía matado a ocho chicas durante una re-dada en uno de sus centros de acogida.Tal afirmación no pasó desapercibida enCamboya. “La noticia fue cubierta amplia-mente por los medios locales; altos cargosde la policía y empleados de Naciones Uni-das en ese país lo negaron”, recuerda elperiodista británico Simon Marks, que en-tonces trabajaba en el Cambodia Daily enPhnom Penh. La propia Mam admitió quehabía exagerado.

Su excesiva tendencia a la invenciónera objeto de especulación desde hacíatiempo entre las ONG del país y el rumorllegó a Marks. “Fue así como empecé ainvestigar”, cuenta desde Bruselas, dondetrabaja ahora para el mismo rotativo. Sus

reportajes pretendían reconstruir la cade-na de mentiras fabricada por la activista.Vecinos del pueblo natal de Mam, ThlocChhroy, contaron que la vida de la peque-ña Mam fue más normal de lo que ellahabía relatado. Nadie recordaba al abuelo,ni al hombre que supuestamente la com-pró. Un testigo la recordaba con sus pa-dres y, según una mujer de la edad de laactivista, estudió hasta secundaria. Tam-bién existen dudas sobre la veracidad deltestimonio de una de las víctimas salvadaspor la fundación, Long Pros, que aseguróque perdió un ojo a causa de los golpespropinados por un proxeneta furioso. Se-gún su familia y su médico, fue por untumor. Un exasesor de la fundación y elexmarido de Mam, el francés Pierre Le-gros, con quien se casó en 1991 tras aban-donar la prostitución, niegan que la hijade la activista fuera, como ella sostiene,secuestrada por unos traficantes en ven-ganza por la labor de su madre. Legrosmantiene que se escapó con su novio.

Muchos de esos hechos ahora cuestio-nados fueron contados por ella en televi-sión y en sus memorias, El silencio de lainocencia (2005). Su dura historia perso-nal la hizo más famosa y dio más visibili-dad a su fundación, que ha recaudado mi-llones en ayudas para rescatar a miles demujeres atrapadas en burdeles del sureste

asiático. Mam logró atraer a su causa alíderes políticas como Hillary Clinton y ac-trices como Susan Sarandon y Meg Ryan.La directora de operaciones de Facebook,Sheryl Sandberg, forma parte del consejode asesores de su organización. La reinaSofía ha promovido su causa e incluso fuea visitarla al hospital cuando la activistacayó enferma en un viaje a Madrid.

En 1998, Mam recibió el premio Prínci-pe de Asturias compartido con otras muje-res, entre ellas Rigoberta Menchú. Fuen-tes de la Fundación Príncipe de Asturiasindican que no está previsto retirarle elgalardón. Los estatutos de la organiza-ción, además, no recogen esa posibilidad.En España, la ONG abrió una oficina enMadrid, en la calle de Canarias, para im-pulsar una campaña internacional contra

el tráfico sexual. Ahora está vacía. Entre2003 y 2008, recibió 1,86 millones de eurosde la Agencia Española de CooperaciónInternacional para el Desarrollo (AECID).El organismo ha tenido que recurrir alBOE —por no poder comunicarse a travésde un domicilio conocido— para reclamara la rama española que justifique fondospor 79.177 euros o los devuelva. Por logeneral estas reclamaciones no significannecesariamente que haya habido irregula-ridades, sino que está pendiente de justifi-cación el dinero donado para un proyectoo que este no se ha realizado. En cualquiercaso, la ONG ya no está activa en España,según apunta una antigua colaboradora.

Los reportajes de Simon Marks tuvie-ron un efecto relativamente limitado has-ta que la historia salió en la revista estado-unidense Newsweek a finales de mayo. So-maly Mam Foundation, la cara internacio-nal de la organización, nacida a partir dela ONG Afesip Camboya y Afesip Laos, pi-dió a una firma independiente que com-probara el pasado de su presidenta. Lasconclusiones del informe no se han dadoa conocer, pero provocaron la dimisión deMam al frente a la organización. “Nadiequiere creer realmente que una mujer tanbella y encantadora, que defiende una cau-sa increíblemente noble, sea capaz decomportarse así”, opina Marks. “Con el

paso del tiempo, Somaly Mamse convirtió en nuestra heroínay la admirábamos, sin cuestio-nar realmente lo que decía ohacía”, añade.

Mam no ha detallado qué esverdad y qué es mentira. Susdefensores dicen que al menossu vida inventada ha contribui-do a recaudar más fondos con-tra la esclavitud sexual. Sus de-tractores responden que supo-ne un golpe para la credibilidadde las ONG. El objetivo de lasinvenciones de Mam era recau-dar fondos para ayudar a lasmujeres, pero también es ciertoque, como parte del éxito desus campañas, su salario ha idocreciendo año a año hasta al-canzar 138.000 dólares en 2012.

Las medias verdades y lasmedias mentiras son la salsa dealgunas biografías, como la deRigoberta Menchú, defensorade otra buena causa: los dere-chos de los indígenas mayasque, entre 1978 y 1983, sufrie-ron la brutal represión perpetra-da por el Ejército guatemalteco.Un genocidio que dejó unas200.000 víctimas, entre muer-tos y desaparecidos. El libroque catapultó a la activista has-ta el premio Nobel de la Paz,Yo, Rigoberta Menchú, está pla-gado de datos “inciertos”, con

“experiencias que ella nunca vivió”, segúnlas conclusiones del antropólogo norte-americano David Stoll, publicadas a fina-les de los noventa. El experto describióuna cadena de inexactitudes, exageracio-nes y falsedades, y concluyó que Menchúutilizó en su autobiografía experiencias deotras personas en función de sus necesida-des. La líder indígena negó que hubieramentido, si bien reconoció que el rigorhistórico no era su prioridad: “Mi madrefue violada, asesinada (...) Si fue o no fuecomida por los animales, dejemos traba-jar a los investigadores, y puede ser que lamadre comida por los animales sea la ma-dre de otra india”, dijo Menchú, que en2007 fue candidata presidencial. La guate-

Vidas inventadasLa camboyana Somaly Mam, que falseó su biografía para recaudar fondos para las esclavasdel sexo, se ha unido a la lista de fabuladores que llevaron sus mentiras demasiado lejos

VÍCTIMA DEL 11-S. Alicia Esteve fingió ser una de las supervivientes de los atentados del 11-S y llegó a presidir una asociación enmemoria de las víctimas. En la fotografía, con el alcalde Bloomberg (derecha) y el exalcalde Giuliani (detrás) en 2005. Foto: Getty

La fundación de Mam harecibido 1,86 millonesde la AECID, que ahorale exige que justifiquealgunos fondos

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malteca siempre explicó quenunca había ido a la escuela,aunque después reconoció ha-ber asistido a clases en un cole-gio de monjas sin estar matricu-lada. Rigoberta dijo que ocultóeste punto para no poner en unaprieto a las docentes.

No es la única biografía exa-gerada o maquillada para cap-tar el interés de otros. “Utilizaninformación que suele ser enparte cierta y en parte falsa; ha-cen suyas las experiencias deotros, y los demás les creemosporque sus vidas impresionan ynadie está pensando en cuestio-nar la vida de gente que dicehaber sufrido tanto”, explicaHéctor González, doctor en Psi-cología y profesor de la Universi-dad Complutense de Madrid.

Muchos acaban siendo des-cubiertos porque han llevadosu mentira demasiado lejos.Una vez desenmascarados, algu-nos confiesan y se justifican.“La gente me escuchaba más yel trabajo divulgativo era máseficaz”, justificó Enric Marcoen mayo de 2005. Nunca había estado enFlossenbürg como prisionero. Visitó elcampo de exterminio nazi al menos unavez, muchos años después de la II GuerraMundial. “Supongo que fue a ver el lugarpara familiarizarse con él y obtener algu-nos datos para enriquecer sus anécdotas”,explica Benito Bermejo, el historiador quedestapó su caso.

Cuando conoció a Marco, y vio lo esqui-vo que se mostraba con él a la hora decompartir detalles sobre su devastadoraexperiencia como el deportado número6.448, intuyó que algo fallaba. “Había leí-do algunas cosas sobre él y me parecíaque algo no cuadraba; pero pensé que esetipo de relatos de víctimas que han pasa-do por grandes traumas suelen ser confu-sos”, recuerda Bermejo. “Después, hablan-do con él en persona se mostró molesto,incluso en cierto modo violento; me pre-guntó que para qué me metía en esos te-mas, que había cosas más interesantesque investigar”, añade. “¿Y eso me lo dice

el presidente de una asociación de expre-sos? No tenía sentido”, recuerda.

Marco estuvo al frente de la AmicalMauthausen, con sede en Barcelona y diodecenas de conferencias sobre el horrorde los campos nazis. Fabricó su mentiraen 1978. Años después un papel oficial dela época, hallado por el historiador, de-mostró que estuvo en Alemania durante elconflicto, pero no como deportado, sinotrabajando voluntariamente gracias a unprograma de colaboración acordado en laépoca por Franco y Hitler, que necesitabamano de obra para cubrir los puestos deja-dos por los que habían marchado al fren-te. Marco pasó seis meses en una cárcel—el motivo no está claro—; no en un cam-po. Como todo buen impostor que noquiere que le pillen, evitó exponer su men-tira a las verdades de otros: auténticas víc-timas contaron a Bermejo cómo Marco lesrehuía cuando coincidían en algún acto.“Una de las víctimas de Mauthausen medijo una vez: ‘Ese Marco se escurre como

el aceite”, recuerda el historiador. El he-cho de que los deportados compartieransus sospechas le animó a dar el paso ydenunciar las falsedades del catalán.

Muchos impostores basan sus menti-ras en hechos tan sensibles y duros quedudar de sus historias es complicado. “Elelemento no racional, afectivo y de presti-gio, de la gran impostura se ve en quequieren alcanzar notoriedad inspirandolástima. Siguiendo la misma táctica de losniños que quieren llamar la atención llo-rando sin motivo, o fingiendo haber sidoagredidos, los impostores alcanzan el pro-pósito de constituirse en objeto de admira-ción en el centro del grupo social inventan-do o distorsionando una infancia o juven-tud terribles (Rigoberta Menchú, SomalyMam), o bien el sufrimiento espectacularde los campos de concentración nazis (En-ric Marco) o de la tragedia del 11-S (TaniaHead)”, opina Miguel Catalán, profesor deÉtica de la comunicación de la Universi-dad Cardenal Herrera-CEU de Valencia.

La forma extrema del enga-ño se conoce como pseudolo-gía fantástica, una tendencia amentir compulsivamente, expli-ca Héctor González. En este per-fil parece encajar Alicia EsteveHead, alias Tania Head, que seconvirtió en la víctima perfectadel 11-S. “Todos nos enamora-mos de ella. Era cautivadora ysofisticada, y sonreía amable-mente”, explicó el periodistaAngelo Guglielmo en 2012. Este-ve se presentó como una de lassupervivientes del atentadocontra las Torres Gemelas, don-de aseguraba haber trabajadocomo ejecutiva para el bancode inversión Merrill Lynch. Con-tó, emocionada, que perdió asu prometido, Dave, que estabaen la otra torre. En realidad,cuando los aviones impactaronen el World Trade Center, Este-ve, que como hija de una britá-nica hablaba perfectamente in-

glés, estaba en Barcelona, don-de residía en el barrio de Sarrià.Sin embargo, consiguió hacercreer a todos durante años su

historia, incluso a Guglielmo (coautor dellibro y documental La mujer que no estuvoallí, sobre las andanzas de la española). Sepuso al frente de una asociación de vícti-mas que cofundó y se fotografió con va-rias personalidades de la ciudad, como elalcalde Michael Bloomberg y el exalcaldeRudolph Giuliani, a los que acompañó enuna visita guiada a la zona cero.

“Los mentirosos compulsivos buscanel reconocimiento social, la admiración yvan construyendo la mentira”, explicaHéctor González. “Dicen que tienen traba-jos interesantes, que conocen a gente inte-resante y, sobre todo, crean un personajeque asimilan como propio: la mejor estra-tegia de engaño es el autoengaño”.

La vida inventada de Esteve le costóperder su trabajo en Barcelona. Ahora es-tá ilocalizable. El psicólogo Martínez Sel-va la considera una fabuladora nata:“Mentía en la escuela, en el instituto, enla escuela de negocios y creo que, estédonde esté ahora, estará mintiendo”. O

VIDASMEZCLADAS. Rigoberta Menchú fue acusada de falsificar partes de su biografía y atribuirse hechosvividos por otros. Reconoció algunas contradicciones, pero negó haber mentido. Foto: Claudio Álvarez

ESCLAVA SEXUAL. La camboyana Somaly Mam contó que fue vendida a los 13 años y acabó ejerciendo laprostitución. Ha dimitido al frente de su ONG tras destaparse falsedades en su biografía. Foto: Luis Magán

PRESO EN UN CAMPO NAZI. Durante 30 años, Enric Marco (en la fotografía) se hizo pasar por el prisionero 6.448 del campo deconcentración de Flossenbürg, contó su tragedia en conferencias y presidió una asociación en Barcelona. Foto: Consuelo Bautista

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